R
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE BADAJOZ
INSTITUCIÓN DE SERVICIOS CULTURALES PUBLICACIONES ____________________________________________________________________
REVISTA DE
ESTUDIOS EXTREMEÑOS 1–2
BADAJOZ 1951
1
2
DON
MANUEL
DE
LA
ROCHA
“EL PASTOR DE EXTREMADURA” (1778-183…?)
NOTICIAS DE ESTE OLVIDADO ESCRITOR
Nació D. Manuel de la Rocha el 23 de Diciembre de 1778 en la ciudad de Badajoz (1). Acaso porque su endeble salud lo aconsejase, o acaso también (y esto nos parece más probable) porque desearan los familiares que fuera ya cristiano en la inmediata gran solemnidad religiosa, el mismo día le fué administrado el sacramento del bautismo por D. Juan de Vargas y Argüello, dignidad de Arcediano de la Santa Iglesia Catedral, con permiso del Párroco de la Concepción D. José Sanz y Gil. Impusiéronle los nombres de Manuel María de la Soledad, Joaquín, Antonio, Juan de Nepomuceno, Francisco de Paula, Roque, Victorio de los Santos, pero sólo utilizó durante su vida el primero. Fué padrino su abuelo paterno D. Juan de la Rocha y Figueroa (2). No tuvo, o al menos se olvidó hacerlo constar en la partida correspondiente, madrina que le sacase de pila. Juzgando por la riqueza de ______________ (1) La partida de bautismo se halla en la Catedral de Badajoz: Libro de Bautismos de 1777 a 1779, folio 253 vuelto. (2) Don Juan de la Rocha y Figueroa (= Rocha, Argüello y Figueroa) nació en Badajoz en 19 de Diciembre de 1701, hijo de D. Gómez de la Rocha Figueroa y de Dª Catalina de Argüello, nieto paterno del poeta D. Gómez de la Rocha y Figueroa; fué bautizado en la Iglesia Catedral (Libro de Bautismos de 1699 a 1703, folio 183). Apasionado por las armas, el 1 de Marzo de 1718 empezó a servir de Cadete de Infantería en el Regimiento de Cuenca, ascendiendo el 16 de Noviembre de 1723 a Alférez y en 12 de Octubre de 1731 a Teniente, hallándose en las campañas de Navarra y Orán: en esta última asistió ocho meses. En ocasión de hallarse en paz el país, solicitó y obtuvo el retiro para cuidar el cuantioso mayorazgo familiar heredado a la muerte de su hermano don Gómez. Pero tenía tanta afición al Ejército, que consiguió el mando de una compañía en el Regimiento Provincial de Badajoz, siendo agregado poco después al Regimiento de Aragón, cuya coronelía llevaba D. Pedro Cevallos, a las órdenes del cual hizo las campañas del Piamonte y sitio de Conti. Por sus achaques de salud tuvo que dejar las Milicias Provinciales y pasó, en 11 de Octubre de 1753, a las Urbanas de Badajoz con el empleo de Capitán. Fué Regidor de esta ciudad en el Oficio que por juro de heredad había en su Casa. En 11 de Julio de 1737 tomó posesión de la Alcaldía mayor por el estado noble, cargo que desempeñó dos veces más: en 24 de Junio de 1753 y en igual día de 1756, fecha en que hizo renuncia en su hijo. Siendo ya hombre maduro, el
3
la familia, el bautizo debió de ser solemnizado con el boato y rumbo a que la posición de la Casa da derecho a suponer. Fué D. Manuel el tercer y último hijo de D. Joaquín Remigio de la Rocha (3) y D.ª María Juliana Fernández de la Peña (4). La mayor, Soledad (5), nació en 1774 y el otro varón (6) vió la luz en 1777, ambos en Badajoz. ___________________ 10 de Abril de 1745contrató capitulaciones matrimoniales con su prima hermana doña Rosa Gregoria de Argüello y Topete, ante el escribano madrileño José Alonso de Villar. Casó con esta señora por poderes en 8 de Octubre de 1746, ratificándose el matrimonio el día 11 y velándose el 15 del mismo mes. (Parroquia de San Ginés, de Madrid, Libro 14, fol. 111.) Testó en Badajoz, ante Manuel de Solís Barrantes, el 24 de Mayo de 1777 y falleció en sus casas de la calle de la Soledad el 13 de Enero de 1781. El Rey le hizo merced de un Hábito, que no llegó a vestir por renunciarlo en su hijo. (3) Don Joaquín Remigio de la Rocha Argüello y Figueroa nació en Madrid, en casa del Conde de Minuesa (calle de San Bernardo), el 1 de Octubre de 1750, siendo bautizado en la Parroquia de San Martín el día 3. El 28 de Enero de 1753, S. M., por Real decreto firmado en Madrid, resolvió que se cancelara la merced de Hábito hecha al padre de D. Joaquín Remigio y se le diese a éste en una de las Órdenes Militares. No llegó tampoco a vestirlo, porque murió muy joven. Fué Regidor de Badajoz y en 19 de Septiembre de 1765 ocupó el cargo de Alcalde de la Hermandad por el estado de noble, por dejación que de la vara le hizo su padre. También fué Maestrante de la Real de Ronda. Casó en 15 de Agosto de 1770 en la Parroquia de San Andrés, de Badajoz (Libro de 1755-1772, fol. 204), con D.ª María Juliana Fernández de la Peña y San Miguel. Falleció en Badajoz el 10 de Junio de 1783, habiendo testado su esposa por poder, ante el escribano badajoceño Manuel de Solís Barrantes, en 10 de Octubre del propio año. (4) Doña María Juliana Fernández de la Peña y San Miguel nació en Badajoz el 8 de Enero de 1752 y fué bautizada en la Catedral al día siguiente (Libro de 1751-1752, fol. 88); falleció en su pueblo natal el 10 de Septiembre de 1793, habiendo testado ante el escribano público de dicha ciudad Fernando de Paredes. (5) Doña Soledad de la Rocha Fernández de la Peña nació en Badajoz el 13 de Mayo de 1774. En 1 de Agosto de 1795 S. M. el Rey le nombró Camarista de la Reina María Luisa. En Palacio conoció y trató al famoso D. José Antonio Caballero, Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, Interino del de Guerra y Marina, Gentilhombre de cámara de S. M. con ejercicio, Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, etc., con el cual contrajo matrimonio el 13 de Diciembre de 1800 (partida en el Archivo de la Capilla Real). Hijos de este matrimonio fueron: Tomasa, † en Madrid el 5 de Junio de 1810 muy niña; Carlota Luisa Caballero de la Rocha, n. en Madrid el 18 de Enero de 1802 y † en Zaragoza a las tres de la mañana del 16 de Abril de 1813, y Jerónimo María Carlos Caballero de la Rocha, n. en La Granja el 9 de Septiembre de 1805 y † en Aranjuez a los ocho meses de edad. Doña María Soledad falleció en Madrid a las ocho menos cuarto de la noche del 29 de Diciembre de 1809. La partida puede verse en el libro correspondiente a 1809 de la Parroquia de San Martín, folio 6. El retrato de esta señora fué pintado por Goya. (6) Don Joaquín de la Rocha Fernández de la Peña Argüello y San Miguel, mayorazgo de su casa, nació en Badajoz el día 6 de Noviembre de 1777, siendo bautizado en la S. I. C. el 7 Libro de 1777 a 79, folio 95 vto.) El 24 de Marzo de 1791 tomó la vara de la Hermandad por el estado noble y tres años después (21 Junio 1794), por Real despacho fechado en Aranjuez, se le nombró Alférez de Milicias Urbanas de Badajoz, siendo ascendido a Capitán el 20 de Julio de 1798. El 27 de Agosto del mismo año una R. C. dada en San Ildefonso le nombra para el oficio de Regidor de Badajoz, que por juro de heredad estaba en su casa; el 4 de Junio de 1800 Carlos IV le hizo su Caballerizo de Campo, y el 2 de Noviembre Mayordomo de semana de la Real Casa. Poco después (19 Diciembre) le concedió el Hábito de la Orden de Alcántara, pero hasta 18 de Diciembre de 1807 no se lo invistió en el Convento de San Agustín, de Badajoz. Casó, en esta ciudad, con su prima en cuarto grado D.ª Clara Laguna Calderón de la Barca Moscoso y Chumacero (n. en Badajoz 4 Octubre 1776), previa dispensa del vínculo (partida en Archivo Catedral, Libro de 1789-1802, fol. 50), el día 7 de Julio de 1794. En 8 de Mayo de 1796 nació de esta uni-
4
Su infancia estuvo influida por doña Juliana, a quien amó entrañablemente. Apenas si pudo guardar recuerdos de D. Joaquín, fallecido cuando el escritor tenía poco más de cuatro años, en 1783. Probablemente fué requerido por familiares bienquistos en la Corte para que, criado a la sombra de Palacio, medrara andando el tiempo y adquiriese la destacada posición que por su parentesco y sociedad era fácil prever. Pero el cariño maternal no accedió a la temprana separación, cosa que años adelante lamentaría: …. ojalá hubiera de la cuna saltado, que mi tío el vaquero Lacón bien lo pedía con empeño a mi madre, mas se opuso su viudez por entonces… (7)
Hemos de suponer que durante la infancia y primeros años se adiestró D. Manuel en el ejercicio de las letras, para las que tenía excelentes disposiciones, testimoniadas con sus estudios y escritos. No había en Badajoz por entonces –ni la hubo en muchos años después– institución docente más docta y severa que el Seminario, tardíamente erigido en cumplimiento de las disposiciones tridentinas, pero al que debieron su formación intelectual casi todos los provinciales cuyo nombre ha brillado en alguna esfera, desde Godoy a Barrantes y desde el famoso Flórez hasta Díaz y Pérez. Allí acudió a recibir enseñanza media nuestro poeta, cursando en el de 1792 a 1793 la signatura de Física “con puntualidad y aprovechamiento” en la cátedra de D. Diego Rey, siendo Rector el Dr. D. Fernando Bernáldez (8). Tuvo la desgracia de que el 10 de Septiembre falleciese su madre: __________________ ón D. Juan Nepomuceno, fallecido en Noviembre de 1810, y el 24 de Agosto de 1800 D.ª María Juliana de la Rocha y Laguna Fernández de la Peña Calderón de la Barca Argüello Moscoso San Miguel y Chumacero (Catedral, Libro de 1798-1800, fol. 233). Doña Clara falleció en Badajoz el 23 de Julio de 1801. (Idem, Libro de 1801-1806, fol. 15 vuelto.) Extinguida la sucesión de D.ª Soledad en 1813 y † célibe D. Manuel, llevó la representación de las Casas D.ª María Juliana, que casó el 8 de Febrero de 1829 (Catedral, libro correspondiente, fol. 34 vto.) con D. Alejandro Barrantes Becerra y Moscoso. Tuvieron por hijos a D.ª María de la Soledad Dolores Leonarda Ramona Engracia, nacida en Badajoz el 6 de Noviembre de 1830, y a doña Manuela Ursula Ramona Dolores, que lo fué en la misma ciudad. Fué padrino de ambas su abuelo D. Joaquín. Hoy se conserva en Badajoz su sucesión. (7) Églogas del Pastor de Extremadura, pág. 164.
5
…. la prudente, la bien querida Elvira y respetada de todos los antiguos mayorales, bajo cuya obediencia cariñosa se alargó mi niñez… (9)
como dirá después en una de sus composiciones. No descuidó por ello los estudios, sino que bajo la férula de D. Diego Rey cursó Filosofía moral el 1793-94, preparándose así para el ingreso en la Universidad (10). A los quince años emprende la marcha a Salamanca, en donde prueba el inicial curso de Leyes (11). Primera separación del ambiente familiar, de la tierra tan amada, de los olivares y viñedos, diario paseo del estudiante, fácil es presumir que debió de costarle algún trabajo y que el Guadiana y la Torre Vieja, la Corchuela y Calamón no dejarían de estar presentes en el espíritu del joven poeta, a pesar de la distancia y a pesar de que la ciudad del plateresco había de ofrecerle asimismo lugares gratos para su alma, que ya se perfilaba contemplativa y bucólica. Con las vacaciones escolares y la vuelta a Badajoz, viene también una noticia honrosa y grata: el nombramiento de su hermana Soledad, doncella de veinte años, para Camarista de la Reina María Luisa. La influencia de los Rocha en Palacio se acentúa y no transcurre mucho tiempo sin que el estudiante reciba un testimonio del Real aprecio. En efecto, el 18 de Diciembre se expidieron en Roma las Bulas Apostólicas a su favor para el goce de una pensión anual de cuatro mil reales, señalada por S. M. sobre las rentas de la Mitra de Tarazona (12). Tal vez buscando una mayor proximidad a Madrid, acudió don Manuel de la Rocha a reanudar sus cursos en la Universidad de Alcalá de Henares, probando el 2.º de Leyes en 1795-96 y el 1.º de Cánones el siguiente (13). Los títulos de Bachiller en Derecho Canónico y en Civil le _______________ (8) Certificación expedida por D. Diego Rey en la villa de la Torre en 13 de Agosto de 1796, con el conforme del Dr. Fernando Bernáldez y auténtica de los escribanos de Badajoz Miguel Gómez Membrillera, Fernando Alfonso de Paredes y José Moreno Muñoz. (9) Églogas del Pastor de Extremadura, pág. 178. (10) Cfr. la certificación citada en la nota n.º 8. Mientras no se indique otra cosa, todos los documentos utilizados en el presente trabajo existen en el Archivo Extremeño que posee el autor. (11) Certificación original de los cursos seguidos en Alcalá y del incorporado allí de Salamanca. (12) Certificación firmada en Madrid a 13 de Julio de 1816 por D. Cristóbal Antonio de Ylazarra, del Hábito de Calatrava, Caballero Fiscal del Tribunal de Ordenes Militares, del Consejo de S. M. y Secretario de Cámara del Real Patronato, expedida a petición del interesado D. Manuel de la Rocha.
6
7
son expedidos por la Complutense en sendas hojas de pergamino en 1797: el primero el 3 de Junio y el segundo el día de San Antonio, tras los usuales juramentos de defender la Inmaculada Concepción y la fidelidad al Rey, sosteniendo asimismo no ser lícito jamás el regicidio. Probó sus armas pedagógicas bien pronto. En el propio mes de Junio el Rector de la Universidad le nombró sustituto a la cátedra de segundo año de Instituciones canónicas y cuarto de Jurisprudencia, que regentaba en propiedad el Dr. D. Francisco Cuevas, las cuales sustituyó con pericia a la hora que le fué señalada, explicando a sus discípulos las materias que le correspondía (14). Días después –5 de Julio– le ordenó de prima tonsura (15) el Obispo orcellense D. Francisco Xavier Cabrera, in sacello privato domus nostræ villæ matritensis toletanæ diocesis. Parece que ya estaba decidida la vocación sacerdotal. El 30 de Octubre la Cámara de Castilla dió el pase a las Bulas del beneficio de la pensión sobre la Mitra de Tarazona a que nos hemos referido (16). En los cursos 1797-98 y 1798-99 probó en la Universidad de Alcalá el quinto de Leyes (Leyes del Toro) y el sexto (Disciplina). Acaso buscando aulas más prestigiosas, acudió a incorporar su título de Bachiller en Cánones a la ciudad del Guadalquivir, verificando los necesarios ejercicios a partir del 30 de Octubre del 98. Leyó para ello media hora, con puntos de 24, de un capítulo elegido a suerte de las Decretales de Gregorio IX, deduciendo una conclusión, a la que replicaron dos catedráticos durante un cuarto de hora cada uno y haciéndole otro varias preguntas: cumplidamente satisfechas, fué aprobado nemine discrepante (17). El resto del 98 y gran parte del 99 asistió al estudio del Abogado alcalaíno D. Paulino Moreno para practicar en el ejercicio del bufete (18). A finales del último de los mencionados años se graduó de Licenciado en ________________ (13) Cfr. documento citado en la nota núm. 10. (14) Documento acreditativo firmado en Alcalá el 16 de diciembre de 1798 por D. Joseph de Asco y Ursúa, Bedel de la Universidad. (15) El título oportuno está incorporado a las Informaciones de limpieza de sangre a que luego nos referiremos, págs. 44-46. (16) Cfr. la nota 11. (17) Título expedido por el Dr. D. Francisco Antonio Sánchez Baquerizo, Presbítero, Secretario de la Universidad, en Sevilla a 5 de Noviembre de 1799. (18) Certificación expedida por D. Paulino Moreno en Alcalá a 26 de Junio 1799, autorizada por tres escribanos complutenses.
8
Cánones; “para él hizo la repetición, leiendo media hora de un Capítulo de las Decretales de Gregorio IX, deduxo de él tres conclusiones, a las que arguieron tres estudiantes, y satisfizo a sus réplicas. En otro día, con puntos de treinta y quatro leió hora y quarto: la hora de un capítulo de las citadas Decretales; y el quarto de un canon de Graciano, que ambos le tocaron por suerte, de cada uno deduxo una conclusión a las que replicó el Claustro de esta facultad, por largo tiempo, cumplió en estos ejercicios y fué aprobado por todos votos nemine discrepante” (19) Nueva merced recibe el año 98, a consecuencia de la cual iba a afincar definitivamente en su tierra natal. En 11 de Febrero de 1798 S. M. le presentó para una vacante de Racionero en la Catedral de Badajoz, que existía por nombramiento de D. Fernando Bernáldez para Canónigo de dicha iglesia, expidiéndole la oportuna cédula en 17 de Diciembre de 1799 y el título en 21 de Febrero siguiente (20). Posesionóle el Provisor general el 4 de Marzo (21) y el día 7 se dió comienzo a las informaciones de limpieza de sangre, obligadas a tenor de los preceptos legales vigentes. Presentó don Manuel su genealogía y nombraron los canónigos por informante al Dr. D. José Suárez Mancilla, el cual examinó seis testigos: don Alonso Moriano y Frías, Capitán de las Milicias Urbanas de la antigua dotación de Badajoz, de 89 años cumplidos; don Alejandro de Silva, del mismo cargo y 84 años; el regidor perpetuo don Juan Caldera, de 58; D. Juan Chapín Holgado, Regidor asimismo y de igual edad; el Regidor decano del Ayuntamiento don Bartolomé Bonilla, poco más o menos de 66 Octubres, y finalmente D. Ignacio Payno, Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, que contaba medio siglo de vida (22). Como ab uno discet omnes, copiaremos la declaración del mayor de ________________ (19) Título expedido por el Dr. D. Francisco Antonio Sánchez Baquerizo, Presbítero, Secretario de la Universidad, en Sevilla en 11 de Noviembre de 1799. (20) Real Cédula original, dada en Aranjuez a 21 de Febrero de 1800. Lleva la firma del Rey. (21) Título de la posesión, expedido por el Provisor y Vicario general de la Diócesis D. Diego Vicente Salgado de Osma, en Badajoz, el 4 de Marzo de 1800. (22) Badajoz. Año de 1800. / Informaz. s de la pureza y limpieza / de sangre de Dn Man.l de la Rocha / y Peña Clerigo tonsurado nat.l y vecino de / esta Ciudad. / Practicadas / Por el Sr Dn Josef Suarez de Mansilla / Pro. Canonigo de esta Santa Yglesia Ca- / tedral; por comision del Yltmo. Cavildo / Canonico de esta dha. Sta. Yg.a y authorizadas / pr. Dn Josef Ramos Rodriguez de Sana / bria Notario ma.r de esta Curia Ecca. Fol. 68 págs. Con los documentos originales y firmas autógrafas.
9
edad (23), cuya parte sustancial es la siguiente: “A la primera pregunta dijo conocer muy bien de trato, vista y comunicación al provisto en esta Prebenda D. Manuel María de la Rocha y Peña y sabe y le consta es natural y vecino de esta ciudad, hijo legítimo de D. Joaquín Remigio de la Rocha Argüello y Topete y de Dª María Juliana Fernández de la Peña y San Miguel, su legítima mujer, aquél natural de la villa y corte de Madrid y ésta natural de Badajoz y ambos difuntos y vecinos que fueron siempre de ella; nieto por línea paterna de D. Juan de la Rocha y Argüello y de D.ª Rosa Gregoria de Argüello y Topete, naturales y vecinos que fueron de esta misma ciudad; y por la materna de D. Gabriel Fernández de la Peña y de doña Francisca San Miguel y Chumacero, naturales y vecinos que fueron igualmente de ella: todo lo cual sabe el testigo por haberlos conocido y tratado muchos años a todos ellos, haberlos visto nacer y criarse como tales hijos y nietos legítimos habidos y procreados de legítimos matrimonios, tenidos y comúnmente reputados por tales sin cosa en contrario. “A la segunda pregunta dijo: que por la razón citada en la pregunta antecedente, de haber conocido y tratado con frecuencia a todas las personas en ella referida, sabe y le consta muy bien que no sólo son y fueron limpios de toda mala raza de herejes, judaizantes y demás que la pregunta indica, sino que es cosa pública y notoria en todo este pueblo y aun en toda la Provincia de Extremadura y fuera de ella la distinción y nobleza de esta ilustre familia, que, además de la cualidad de cristianos viejos, tienen todos ellos enlaces con las primeras Casas de muchos pueblos de Extremadura y de otras partes; habiendo obtenido ellos y sus mayores desde la antigüedad hasta ahora los empleos más honoríficos y distinguidos: cosa tan notoria y evidente que no habrá persona que lo ignore. “A la tercera pregunta dijo: sabe y le consta asimismo que ni el provisto D. Manuel María ni los demás sus ascendientes, han sido herejes calvinistas, luteranos ni de otra ninguna secta, ni menos condenados, reconciliados ni penitenciados pública ni secretamente por el Santo Oficio de la Inquisición, ni castigados por éste ni otro alguno tribunal con pena o castigo de que les haya resultado nota o infamia; antes al contrario, con su buena conducta, sanas y arregladas costumbres, siempre han merecido la _______________ (23) Informaciones cits., págs. 12-16.
10
primera estimación y aprecio de todas las gentes: sin que alguno de ellos haya ejercido jamás oficio ni ocupación que les haya envilecido; lo cual sabe el testigo por el conocimiento que de todos ha tenido y tiene y por ser tan público y notorio como anteriormente tiene significado. “A la cuarta pregunta dijo: sabe y le consta también que el mencionado D. Manuel de la Rocha y Peña no ha cometido delito alguno que le embarace el goce y obtención de la Ración en que ha sido provisto y de cualquiera otra dignidad eclesiástica, pues es y ha sido siempre quieto y pacífico, de honesta vida y costumbres proporcionadas a la buena educación que recibió de sus padres. “A la quita pregunta dijo: que la edad que tiene el referido don Manuel María de la Rocha es la de veinte y un años cumplidos, como lo acredita la partida de su bautismo a que el testigo se remite. Y que todo lo que lleva dicho y declarado en las cinco preguntas antecedentes es la verdad, público y notorio, pública voz y fama, sin cosa en contrario.” Casó su hermana Soledad a fines del mismo año –13 de Diciembre– con el famoso Ministro de Carlos IV Marqués de Caballero, con lo cual se afirmó aún más la influencia palatina de la familia, por ser el Marqués hombre de plena confianza del Rey, aunque jefe del partido antigodoyesco. En 1801 se celebró un concurso en la S. I. Catedral e Badajoz para proveer la Canonjía Doctoral, vacante por haber pasado a la Primada de Toledo su poseedor el Licenciado don Alonso Vigil y Cañedo. Don Manuel de la Rocha opositó a la prebenda, habiendo leído durante una hora, con puntos de veinticuatro, sobre un capítulo de las Decretales elegido por él entre los tres que le tocaron en suerte, y después, por espacio de otra hora, defendió la conclusión que dedujo, respondiendo a los argumentos de dos coopositores; arguyó dos veces, por espacio de media hora cada una, y con puntos de veinticuatro relató y sentenció un pleito que le tocó en suerte. Habiendo realizado los ejercicios con gran aplauso y lucimiento, fueron aprobados nemine discrepante y entró en votos para la provisión de la Canonjía, aunque la suerte le fué esquiva a última hora, pues no fué elegido para el cargo (24). ¿Tal vez un poco de favoritismo amargó las legítimas esperanzas del poeta, sumiéndole en la tristeza? En una composi________________ (24) Certificación de las oposiciones, expedida por el Dr. D. Fernando Bernáldez en Badajoz 31 de Julio de 1801.
11
ción, escrita “a los cinco escasos lustros”, parece quejarse de la fortuna: ……. mi hogar me cansa y el Guadiana parece me despide, como si repugnase su pureza mirar tan negra suerte. No vivo más aquí: todo está pronto …….. (25)
Pero si el año 1801 le trajo este desengaño, trájole asimismo la buena nueva de que, abundando los favores reales, S. M. le presentó en 16 de Enero para el Beneficio de Marchena, Diócesis de Sevilla, en lugar de D. Rodrigo de Sierra y Llanes, por haber éste fallecido en uno de los meses reservados, con retención de la Ración que gozaba en la Catedral de Badajoz (26). Se tramitaron con rapidez los documentos necesarios y ya en 13 de Febrero D. Manuel da poder para administrar el Beneficio al Presbítero sevillano D. José Vega y Pérez, grande amigo de su familia, cediéndole un seis por ciento de los ingresos totales, con tal que diese fianzas bastantes, cosa que hizo el día 24. Al día siguiente el Dr. D. Joaquín María de Torres, prebendado de la Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia de Sevilla, Gobernador y Vicario general de Arzobispado, en nombre del Cardenal D. Luis de Borbón, hizo colación y canónica institución, a tenor del nombramiento real, a D. Manuel de la Rocha, del Beneficio de Marchena “por imposición de un bonete sobre la cabeza de D. Joseph de Vega, Pbro., como apoderado de don Manuel, estando ante mí inclinado de rodillas”. El 2 de Marzo D. José de Vega Pérez, Pbro., “portero de la St. Practialcar [sic] y Metropolitana Yglesia de Sevilla”, sustituyó el poder que de Rocha tenía en D. Francisco Monje y Ureña. Este requirió con él al Cura de Marchena D. Joaquín Maraver, “quien en su bista dijo lo aseptaba y en su cumplimiento hasió de la mano a el referido señor D. Francisco Monge, lo introdujo en la mensionada Yglesia, le dió agua bendita, pasó al el Altar Mayor donde hiso orasión a el SS.mo Sacramento, abrió un missal, leyó en él, mudó un atril de un lado a otro, pasó a el Coro de la consavida Yglesia, tomó asiento en una de sus sillas y ebacuó otros barios actos, todos en señal _________________ (25) Églogas del Pastor de Extremadura…, pág. 162. (26) Expediente de Beneficio de Marchena, legajo que contiene los documentos originales a los que se hace mención en estos párrafos.
12
13
de la posesión real, actual, corporal velquasi del Beneficio”. A los abundantes frutos de estas raciones vinieron a unirse los procedentes de dos Capellanías que le fueron adjudicadas, tras el oportuno expediente por el Prior del Sacro y Real Convento de San Benito y el Juez eclesiástico del Obispado de Coria (27): la fundada por Juan de Avia Carvajal (28) en la capilla del Santísimo Cristo de la Iglesia de los Mártires, de Brozas (23 de Marzo 1801), y la de D. Fernando de Carvajal y Ulloa (29) en el Hospital de Santiago, de la misma villa. Con todo esto reunía ya D. Manuel una copiosa renta eclesiástica. En 1804 se ordenó de Epístola y Evangelio, en Badajoz, por el Arzobispo-Obispo D. Mateo Delgado Moreno, antiguo Rector del Seminario y protegido de Godoy (30), pero hasta 5 de Abril del año 1806 no le fué expedido el título (31) que acreditaba su elevación al Presbiterado, otorgándole seis días después la necesaria licencia para celebrar (32). El primero día de pascua del Espíritu Santo dijo su primera Misa en el oratorio familiar de la casa de campo de La Monjía (33). ________________ (27) Copia de las sentencias adjudicatorias y extractos de los expedientes en nuestro archivo. (28) El Capitán Juan de Avia Carvajal fué hijo natural de Hernando de Argüello Carvajal y de D.ª Isabel Osorio Maldonado; nació en Brozas el 22 de Diciembre de 1533. Sirvió de Capitán a Carlos V en las guerras de Alemania y se avecindó luego en Zamora, siendo en dicha ciudad Regidor perpetuo y su Procurador en las Cortes que se celebraron el año 1583. Falleció, sin tomar estado, en Zamora el 31 de Octubre de 1593, y en su testamento dispuso la fundación de una Capellanía perpetua en el Santísimo Cristo de la iglesia de los Mártires, de Brozas, dotándola con 300 ducados anuales de renta, que es la que obtuvo D. Manuel de la Rocha. Más noticias biográficas de este caballero constan en el interesantísimo Memorial del Orijen y principio que tubo el apellido y linaje Real de los Argüellos, manuscrito autógrafo de D. Iñigo Antonio de Argüello y Carvajal, fechado en 1657, que conservamos en nuestra biblioteca, página 71. (29) Don Fernando de Carvajal y Ulloa fué hijo natural de D. Fernando de Argüello, que lo tuvo, siendo estudiante, en D.ª Catalina Duarte Navarro, doncella limpia e hidalga. Nació en Salamanca por Septiembre de 1567 y fué bautizado en la Parroquia de San Juan de Barbalos, Fué Caballero del Hábito de Santiago por merced que le hizo Felipe III, según Cédula Real expedida en Madrid el 29 de Febrero de 1612, profesando en el Convento de San Agustín, de la Ciudad de los Reyes, el 25 de Abril de 1616. Casó dos veces en Perú: la primera con D.ª María de Silva Rivera y la segunda con D.ª María de Celada, sin sucesión alguna. Dejó 22.000 ducados de plata para la fundación del Hospital de Santiago en Brozas, teniendo el patronazgo de él y de las Capellanías los Mayorazgos de la Casa. Murió a consecuencia de la caída de un caballo, siendo Corregidor y Capitán a Guerra de la ciudad de Santiago de Chile, el día 13 de Diciembre de 1628. Cfr. Argüello-Carvajal: Memoria del Orijen…, páginas 69-71. (30) Noticias útiles de los Rocha, ms. de mi biblioteca, pág. 3. (31) Una hoja apaisada, con el formulario impreso s. i. t., pero seguramente en Badajoz por D. Juan Patrón. Lleva la firma autógrafa del Obispo y un precioso grabado de su escudo finísimamente trabajado por Alvarez Mon. (32) Hoja en folio, impreso el formulario s. i. t., pero seguramente en Badajoz por D. Juan Patrón. (33) Cfr. Noticias útiles…, pág. 3.
14
Posesionado D. Manuel de su Ración de Badajoz y contando con las saneadas rentas que le proporcionaban la pensión de Tarazona y el Beneficio de Marchena, las Capellanías a que aludimos antes y los bienes propios nada escasos, llevó una vida asaz tranquila, dedicado a sus aficiones predilectas: gozar de la contemplación de la naturaleza en diarios paseos al campo cercano, leer infatigablemente clásicos y modernos y pulir las composiciones escritas en sus años de estudiante. Al dar a estampa esas poesías, advierte que “todas fueron hechas en lo más florido de mi juventud, hasta los veinte y un años de edad, época desde la cual no he vuelto a pensar en nuevas poesías, precisado a dedicarme a cosas más serias y de más suposición”. Del matrimonio de su hermana con el Ministro Caballero habían nacido hasta entonces dos sobrinos a D. Manuel: Carlota Luisa y Jerónimo María Carlos, fallecido cuando apenas contaba ocho meses. La influencia de su cuñado era cada día mayor y pareció acrecentarse considerablemente después del 19 de Marzo y la exaltación del Deseado, que recién ocupado el trono (7 de Abril) le concedió la Orden del Toisón de Oro. Poco duró, sin embargo, la buena fortuna política, pues a consecuencia de los sucesos de 2 de Mayo y del brusco viraje de la nación entera, el que fué Ministro de Carlos IV y Fernando VII, al igual que otros Consejeros de Castilla, arrastró su dignidad a los pies del Emperador en el inicuo documento en que solicitaban por Rey a José Bonaparte. Doña Soledad falleció en plena juventud a las ocho menos cuarto del 20 de Diciembre de 1809. Los sucesos del 2 de Mayo tuvieron en Badajoz lógica resonancia y el levantamiento de Extremadura se inició con un acto desgraciadamente erróneo y brutal: el asesinato del insigne patriota Conde de la Torre del Fresno, intachable caballero y valiente militar, a quien bajas pasiones y resentimientos de índole que nada tenía que ver con la política, labraron de consuno la desgracia. Muy cerca vivía el Conde de los Rocha y acaso éstos pudieron ser testigos de su frustrada huída hasta Puerta de Palmas (34). Muy probable es que durante los primeros tiempos de la guerra de la Independencia (1808-1810) D. Manuel, al igual que otros patriotas badajocenses, testigos de la perfidia francesa, pusieran su inteligencia y fortuna al servicio de la causa nacional: una rápida búsqueda por los pa________________ (34) Ocurrió el hecho en la Puerta de Palmas el 30 de Mayo. La simpática y patriótica figura de D. Toribio Grajera, Conde de la Torre del Freno, es merecedora de una monografía.
15
peles oficiales de entonces no ha arrojado, sin embargo, datos que comprueben esta suposición (35). Repasando los números del Diario de Badajoz, hemos encontrado un artículo atribuido a nuestro Racionero. Se trata del titulado Discurso político, que vió la luz en el citado periódico en los días 6 y 7 de Septiembre de 1808 con la firma M. de la R. Tiene todo el aire de ser un primer intento literario-político, encaminado a exhortar a los españoles para que, deponiendo pequeñas diferencias y rencillas, se aúnen voluntades, ya que una es también la meta de todos: la expulsión de los invasores. “Para [conseguir esta unión], el juntar unas Cortes generales del Reyno, con la suprema autoridad a nombre de nuestro Soberano Fernando VII, es, sin disputa, el medio más fácil y más obvio que se presenta, como el más análogo a nuestra radical constitución, nuestras leyes y costumbres. La antigüedad de su establecimiento prueba su legitimidad, y los males que nos ha acarreado su omisión prueban su utilidad.” La disciplina y la obediencia son postulados enérgicamente defendidos por el eclesiástico escritor: todos habrán de unirse “baxo una sola autoridad, y no fría y débilmente”. Otra de las necesidades que subraya es la de evitar la existencia del neutral: ningún español en las circunstancias podía serlo y “si hay alguno capaz de no convenir con este modo de pensar, la sangre española que se derrame, irá a su cargo y tendrá que responder de ella ante el inevitable tribunal de la justicia divina”. Como puede verse, la posición de D. Manuel era clara y concreta: enemigo firme, tajante, de la invasión napoleónica, sin aceptar no ya componendas con el extranjero, sino ni aun el inhibicionismo cómodo de la neutralidad: partidario también de una fuerte unidad entre los españoles, de una subordinación a un Gobierno enérgico y de que se erigiera en autoridad por todos acatada una representación nacional en Cortes, reunidas conforme el sentido tradicional español y operantes en nombre del Rey Fernando VII (36). Por la correspondencia mantenida con Vega y Pérez (37) sabemos las ________________ (35) Efectivamente: hemos revisado las listas de donativos que se conservan, en su mayoría publicadas por mi inolvidable y queridísimo D. Román Gómez Villafranca en su laureado libro Extremadura durante la Guerra de la Independencia (Badajoz 1908), y en ninguna figuran los Rocha. (36) Diario de Badajoz, números 82 y 83, correspondientes al martes 6 de Septiembre y miércoles 7 de Septiembre de 1808, ambos en nuestra biblioteca. (37) Correspondencia de Vega y Pérez: 1808-1810, legajo.
16
simpatías de la familia Rocha por los valientes madrileños del 2 de Mayo y su odio a los franceses. No se atrevería el Presbítero sevillano a manifestarse tan claramente en sus epístolas si no tuviera la seguridad de que su criterio y modo de ver las cosas era compartido. Así vemos frecuentes alusiones a los sucesos políticos. Copiemos, a título de curiosidad, algunas de 1808: “Sevilla está medio alborotada con las noticias de Madrid” (7 de Mayo); “aquí corre hoy se defiende Madrid y hemos tomado Barcelona. Diga Vmd. al Sr. Peña que la bordadora no ha acabado el uniforme, porque son tantos los agraciados por esta Junta [de Sevilla], que espero ver los perros con divisa” (14 Diciembre). De 1809 son las siguientes: “Si Dios quiere que Cuesta gane esta acción y destruye a los gabachos, estará la [Junta] Central para gracias” (29 Mayo); “están acordadas las Cortes para el 1 de Marzo de 1810. A ver si meten miedo a las Juntas Provinciales de Valencia y Badajoz desterrando a sus individuos a Filipinas y aboliendo todas las Juntas menos el matrimonio. Pero mientras dure la Central la debemos obedecer y venerar excepto las Juntas Provinciales, a quienes debieron quitar instalada que fué la Central: este es mi parecer, salvo meliori. Hoy se espera a los Generales Eguía y Venegas. ¡Maldito sea Napoleón, que en tal estado ha puesto la España! Dios libre a Vmd. de franceses, como se lo pide su seguro servidor y capellán q. s. m. b.” (21 Octubre). La Junta Superior de Extremadura le nombra, en unión de don Alonso Calderón Cabezas y D. Manuel de Silva, en 13 de Julio de 1809, “para la revisión de los escritos que hayan de imprimirse en esta provincia”. Aceptado el cargo tres días después, comunican, sin embargo, a la autoridad lo conveniente que sería agregar a la Comisión al Canónigo Maestrescuela de la S. I. C. D. Manuel Caldera, “en atención a que uno de nosotros, a saber, el Canónigo Penitenciario [Calderón], por el indispensable cargo de su Prebenda y por la Comisión que tiene en su Cabildo para extender el informe que se ha de dirigir a la Junta Central sobre las Cortes, no podrá muchos días asistir a la revisión de los papeles que se hayan de imprimir, que en las actuales circunstancias será muy crecido”. Aceptó la Junta en el mismo día lo propuesto, significando que accede “con tal que en las votaciones que se hagan sólo hayan de ser tres” los opinantes, para evitar la enojosa cuestión de los empates, que dejaría
17
todo en puntos muertos, incompatibles con la rapidez con que conviene obrar (38). También figuró D. Manuel de la Rocha en otra comisión censoria, nombrada por el Marqués de la Romana para revisar los originales destinados a ser impresos en el Memorial Militar y Patriótico del Ejército de la Izquierda, periódico por él fundado para defender su gestión política. Acompañabánle en la tarea don José Duazo, Vicario general del Ejército de la Izquierda; don José Martínez, Coronel de Artillería, y el Teniente Coronel del mismo Cuerpo D. Joaquín de Osma, famoso más tarde en los fastos literarios por la sabrosísima Apología de los palos escrita por el cáustico D. Bartolomé José Gallardo (39). Parece ser que no fué mucha su actividad en esto, pues a consecuencia de una trifulca armada con motivo de una violenta campaña sostenida en las columnas del Memorial (40) contra la Junta Suprema de Extremadura, se vió que solamente Osma y Duazo revisaban los originales (41). Nuestro poeta no debió de emplearse todavía más que en atender a sus obligaciones canónicas, leer sus clásicos y girar sus acostumbrados paseos a las dehesas familiares para gozar del campo o dar curso a la domi_______________ (38) “Excmo. Sor. = Hemos recibido el oficio de V. E. del 13 del corriente en que se sirve autorizarnos para la revisión de escritos que hayan de imprimirse en esta provincia. Quedamos en cumplir con toda la exactitud posible dicho encargo. Y en atención a que uno de nosotros a saber el Canónigo Penitenciario por el indispensable cargo de su prevenda, y por la comisión que tiene de su cavildo para extender el informe que se ha de dirijir a la Junta Central sobre las cortes, no podrá muchos días asistir a la revisión de los papeles que se hayan de imprimir, que en las actuales circunstancias serán en número muy crecido, y por otra parte siendo pública la idoneidad del Dr. Dn. Juan María Caldera, Maestrescuela Dignidad de esta Sta. Iglesia, deseamos y suplicamos a V. E. se sirva designarlo por agregado al mismo encargo para el mejor y más exacto servicio del público. = Dios güe. a V. E. ms. as. = Badajoz 16 de Julio de 1809. = Excmo. Señor. = Alonso Calderón Cabezas. = Manuel de la Rocha y Peña. = Manuel de Silva. = Excmo. Sor. Presidente y Vocales de la Jta. Sp.ª de Extr.ª” El documento original consta de dos hojas en folio, todo de letra de Rocha. Está marginado así: ma
Boz. 16 de Julio de 1809. = Contéstese, que esta Sup. Junta está conforme en la elección que se hace del Dr. Dn. Juan María Caldera, con tal que en las votaciones que se hagan sólo hayan de ser tres: Así lo acordó la Junta Suprema. = Riesco.” (39) Sobre esta cuestión, además de la citada obra de Gómez Villafranca, cfr. los magníficos libros de mi querido amigo el ilustre historiador, ya fallecido, Jesús Rincón Jiménez: Periódicos y periodistas extremeños. (De 1808 a 1814). Badajoz, Imp. V. Rodríguez, 1915, 16.º XVI-232 págs.), y Días gloriosos y días aciagos de Extremadura. Noticias militares y políticas de los primeros años del siglo XIX. Badajoz, Ediciones Arqueros, 1930 (4.º 304 págs.) (40) De este periódico rarísimo sólo conozco el ejemplar completo que hay en mi biblioteca; son 67 números de 1810-1811. (41) Cfr. Gómez Villafranca: Extremadura…, pág. 343; Rincón: Periódicos y periodistas…, págs. 79-80.
18
nante afición por las ciencias naturales, absteniéndose de toda vehemente manifestación política. Sobre su hermano D. Joaquín recaía el peso de cuidar la propia hacienda y los beneficios de su hermano, con cuyos administradores se entendía directamente y cuyas cuentas llevaba de su puño y letra. Con la ocupación de Badajoz por las tropas francesas el 10 de Marzo de 1811 cambiaron un poco las tornas y D. Manuel de la Rocha tuvo que salir del casi aislamiento a que por afición y exigencia temperamental estaba voluntariamente sujeto. El General Philippon, su médico y sus edecanes se aposentaron en el palacio de los Rocha durante el año que permanecieron en Badajoz. Don Manuel, espíritu fino, inteligente, ilustrado, hablando correctamente la lengua francesa, se captó pronto las simpatías del militar, y como él mismo dice, “llegó a hacer de mí una particular estimación, no inútil a mis paisanos, que me buscaban por medianero para pasaportes y demás apuros en que se veían”. Por cierto que en el viejo palacio y en una de sus habitaciones actuó la primera logia masónica que hubo en Badajoz, y a ella quisieron llevar a nuestro bucólico poeta. Leamos sus palabras: “En el año que las tropas de Napoleón ocuparon a Badajoz, el médico y los edecanes del General Gobernador, que estuvo alojado en mi casa, un día que hablaban de preparar un salón para tener sus Juntas de Masonería se empeñaron como de broma en persuadirme que yo tratase de serlo, diciendo me recibirían gustosos en su Cofradía. Yo me negué absolutamente a ello, primero contestándoles por el mismo estilo y el fin excusándome ya seriamente con que esto era muy contrario a mi religión, a mi modo de pensar y al del pueblo con quien yo tenía que vivir y que ellos no tardarían en tener que abandonar. El General Philippon… se puso como de ordinario a mi favor diciéndoles se dejasen de tal empeño, pues tenía yo sobrada razón para no querer exponerme a semejantes compromisos, con lo cual y vista mi resistencia, ellos desistieron y jamás me volvieron a nombrar tal cosa.” Difícil es demostrar la influencia que pudiera ejercer este trato diario de D. Manuel de la Rocha con los Generales del Emperador. Los nuevos aires políticos que venían de Francia, si bien en modo alguno hicieron flaquear su ardiente patriotismo, hay elementos suficientes para suponer que le iniciaron en las corrientes filosóficas y antiabsolutistas que eran 19
esencia del tiempo. Lo cierto es que cuantas acusaciones de liberal, izquierdista, republicano y masón se le hicieron años adelante, citan estas fechas como las del comienzo de sus supuestos errores y actividades políticas. Ya tendremos ocasión de volver sobre todo esto. Los franceses fueron batidos por el Ejército aliado y la plaza de Badajoz tomada al asalto el día 7 de Abril de 1812. Horrible matanza, espantoso saqueo sufrió la población en fecha tan memorable y luctuosa. “Entraron los asaltantes, dice el eruditísimo Jesús Rincón (42), como fieras heridas, dispuestos a destrozar lo que encontraran por delante: vidas, honras, lugares sagrados; nada escapó al furor de los conquistadores, que trataron a los pocos e indefensos habitantes que subsistían en la ciudad, no como aliados de un pueblo culto que ansiaba recuperar su libertad y a quienes unía el odio a las fuerzas napoleónicas, sino como hordas salvajes que se complacían con refinamientos de crueldad y con todo género de impiedades en atormentar brutalmente a sus desgraciadas víctimas.” Otro historiador (43), que conoció a ancianos testigos de vista de los sucesos, asevera que “los ingleses trataron feroz e inmoralmente a los vecinos de Badajoz, cuando los esperaban como aliados, preparándoles regalos y refrescos. Sus infamias llegaron hasta el punto de tener que mandar Wellington tropas de fuera para contener el desenfreno. Las iglesias fueron saqueadas por ellos, llevándose sus riquezas, y lo mismo hicieron con las casas de la mayor parte de los vecinos, callando por decencia otros villanos hechos.” Ni al propio Generalísimo respetaron. Cuanta un contemporáneo (44) que habiendo entrado este Jefe, acompañado del badajoceño D. Juan de Tovar, Comandante de guerrilleros, al día siguiente del asalto en Badajoz, uno de los soldados ingleses les disparó un tiro y en Campo de San Juan los asaltaron, robando a lord Wellington las placas que llevaba al pecho y a D. Juan de Tovar un magnífico reloj de repetición, de oro. Don Manuel de la Rocha no era, ni lo fué nunca, afrancesado, es decir, seguidor de la corte napoleónica, pero no por eso escapó al desastre ________________ (42) Rincón: Días gloriosos y días aciagos…, pág. 149. (43) Joaquín Romero y Morena: Breves definiciones de historia… y exposición de los más principales sucesos de la particular de Badajoz. Badajoz, Imp. E. Orduña, 1878, págs. 99-100. (44) Apuntes topográficos e históricos de la Ciudad de Badajoz y su provincia, por D. Mariano Lizasos, Secretario que fué de su Capitanía General, con algunas adiciones de D. Mariano de Castro Pérez, ex Auditor de Guerra de la misma, Manuscrito de mi biblioteca, 4.º, 182 págs. Cfr. las págs. 93-95.
20
general y fué herido en aquel tristísimo día, aunque afortunadamente no padeció lesión de gravedad (45). Buena prueba de que ni por un momento estuvo en el ánimo de nadie acusar a los Rocha de simpatizantes con los franceses, a pesar del trato constante, ni de poco adictos al movimiento nacional, es que el Ayuntamiento de Badajoz encargó a D. Manuel de predicar un sermón en el aniversario que se celebró por los españoles que fueron muertos en el asalto a la plaza (46). Desconocemos el texto de este sermón, más no así el de otro predicado en la Catedral de Badajoz el 17de Marzo de 1813 que, gracias al desprendimiento de un D. Antonio Flores, se estampó en la Imprenta de la Hacienda Nacional (47). Nada menos que ochenta y tres páginas de letra apretada tiene en la única y rarísima edición conocida y todas ellas se consagran a analizar el concepto de libertad. Colócase D. Manuel de la Rocha en el justo medio que le correspondía a su carácter eclesiástico, y al mismo tiempo que ensalza la libertad bien entendida fustiga el libertinaje. Por la sinceridad con que está escrito, por el buen lenguaje que usa, por la profundidad del pensamiento y el claro talento que demuestra, es de oro este discurso para conocer la posición política y filosófica de un intelectual en una época profundamente revolucionaria. No se olvide que, pareja a la lucha patriótica contra los invasores, había ido desarrollándose una verdadera revolución política, en la cual los que vencieron por las armas fueron poco a poco vencidos intelectualmente por el extranjero; las palabras y el concepto de libertades políticas se infiltraron como agradable y lisonjera esperanza nacida al aire de las Cortes de Cádiz y alimentada por una Constitución que rompía abiertamente con el sentido tradicional. En España ya no se teme hablar de hombres libres, de yugo absolutista ni de régimen democrático. Volvía a tener conciencia el pueblo de que el Rey no era un instrumento opresor, sino un poder supremo, regulador y encauzador de los deseos colectivos. _________________ (45) Fernando Castón: Ambiente político de Badajoz en 1820-23, art. en la Revista del Centro de Estudios Extremeños. Badajoz, VIII (1934), pág. 132. (46) Autodefensa de Don Manuel de la Rocha, manuscrito de letra de su hermano, pero con correcciones autógrafas, pág. 65. (47) Sermón / predicado el 17 de Marzo de 1813 / En la Catedral de Badajoz / por el racionero / D. Manuel de la Rocha, / lo da á luz / Don Antonio Flores. / En Badajoz / Imprenta de la Hacienda Nacional. / Año de 1813. 8.º 83-[1] págs. Portada.- V. en b.- TEXTO. El único ejemplar conocido se conserva en nuestra biblioteca
21
Don Manuel de la Rocha, hombre dado a la lectura y a la meditación, no es de los que se alucinan y emborrachan con palabras más o menos estallantes, sino que, con fina penetración y una admirable dialéctica, cala hondamente en los conceptos nuevos que tanto alborotan a sus contemporáneos. Plantéase en el Sermón de 1813 ante todo la esencial diferencia entre la libertad nacional y la personal. La primera “no hay sacrificio a que sea lícito excusarnos por conservarla, fomentarla y defenderla, pues después de Dios todo se lo debemos a la Patria: bien sabe el mundo la lucha que los españoles están sosteniendo para defenderla”. En la personal, “que es, si bien se mira, la única que apetecemos y buscamos, está toda la dificultad. Como miembros de un cuerpo político y partícipes de sus ventajas, sólo debe ser objeto de nuestro deseo en cuanto de ella resulte la otra, o al menos que no la perjudique. Mas no porque deba ser, lo es en efecto; pues era necesario para ello un justo y prudente medio en el cual los hombres, llevados de las cortas miras de su propio actual interés, nunca saben contenerse, pasando con pasión y rapidez de no tener ninguna a querer tenerla toda absolutamente”. Justamente por eso estima el predicador necesario que con desinterés y claridad se instruya a los hombres sobre el verdadero concepto de la libertad, “para que no os precipitéis ciegos por huir un mal inmenso, cual es la extrema servidumbre, en otro no menor, esto es, el de una extrema libertad”. Distingue el P. Rocha las dos formas en que se presenta en el individuo el deseo de libertad: el deseo de independencia, es decir, la negación a la subordinación, y el deseo de superioridad o anhelo de mandar a los demás. Mientras el primero se contiene en los límites del individuo, solamente a él puede hacer infeliz y descontento con su suerte: “pero si esta guerra sorda que pasa dentro de nosotros mismos sale fuera y se muestra abiertamente, que es a lo que llamamos insubordinación, ¡desgraciado el pueblo en que se deje ver y no se ahogue en los principios! Porque este es un contagio que pasa con rapidez de una clase a otra, infestándolas todas, aumentándolo a tal punto el descuido, que al fin hasta los remedios lo empeoran. “La autoridad contradicha viene a ser un nombre vano que nada significa. Por no haberla ejercido con tiempo, con firmeza y con prudencia cuando despierta, y se acuerda de hacerlo, ordinariamente ya es tarde; de 22
modo, que o se arruina y se pierde de un golpe, o envilecida tiene que sufrir, que consentir, que callar, y en fin, se ve forzada aun a aprobar el desorden y a obrar contra sí misma; la vergüenza y el temor se extinguen entonces absolutamente, porque el castigo merecido de todos no contiene a ninguno. Los objetos del respeto y la veneración, que tan íntimamente hermanan a los hombres entre sí, contribuyendo con la más dulce eficacia a que se toleren mutuamente, olvidados y desautorizados poco a poco, llegan a cabo a serlo del menosprecio y de la burla… ¡Ah libertad, libertad! Si sólo para hacer de ti un uso tan detestable nos fuiste dada, más nos hubiera valido no haberte conocido jamás y seguir ciegos, como los demás seres del universo, la senda que el dedo del Omnipotente les ha trazado!” En cuanto al deseo de superioridad, mal encauzado es la fuente de todos los males. Maravillosas páginas dedica D. Manuel de la Rocha a fustigar la excesiva ambición y la sed de mandar; digno es considerarse íntegramente el precioso texto, verdadero resumen del estado anárquico en que se hallaba España a finales de la guerra de la Independencia, y con su lectura podrán saborear íntegramente los lectores una soberana lección de política y de filosofía de la historia. Con clara visión señala que lo único que puede salvar la tremenda crisis moral que se avecina es el restablecimiento de la seguridad y la confianza pública. Para ello es preciso que el Gobierno, “si hasta aquí no lo han permitido las circunstancias, tome a lo menos en lo sucesivo una actitud bastante firme y enérgica para imponer respeto y no dejarse gobernar débilmente”, y que Fernando VII, “si antes amado a causa de su suerte, ahora ya también porque lo miran como un centro al que con unanimidad más voluntaria vendrían a reunirse los votos y los intereses particulares, en la actualidad tan divididos, dislocados y aun contradictorios”, vuelva al trono español. No podemos detenernos aquí –¡y bien que lo sentimos!– en extractar el largo y magnífico discurso de D. Manuel de la Rocha, pero no queremos que pase sin subrayar este párrafo en el cual está bien a las claras su concepto sobre la libertad y el gobierno: “Y no sirva de obstáculo a la verdad el que sea yo el que os la muestre, hermanos míos: yo que soy el menos digno de todos, y en cuyos labios está menos autorizada con el exemplo. La verdad siempre lo es; y quizás nunca resplandezca tanto como en la boca de los que la profieren contra sí mismos. Pero si esto no basta, yo, mis amados oyentes, os pido a 23
todos encarecidamente me perdonéis, y pidáis a Dios me perdone los escándalos que os haya causado, y que en mi persona puedan oscurecerla y desacreditarla. Sí, Dios mío, hacedlo así, pues vos que conocéis y penetráis hasta el fondo de los corazones, me sois testigo de la sinceridad y desinterés con que he hablado en todo quanto llevo dicho libremente de la libertad; no habiendo sido movido a ello, ni por espíritu de partido, ni por temor de ninguno, sino es únicamente por el honor y la gloria de vuestro nombre, por el respeto a la verdad, y por el amor a mi patria. Sí, sí, por el amor a mi patria, cuya ruina y perdición quisiera de mi parte poder evitar, aunque fuese a costa de los últimos sacrificios. Uno de los más solemnes y ardientes votos de mi corazón ha sido siempre, lo es, y lo será el verla libre y exenta de todo yugo extranjero; y para ello, compuesta de hombres libres, pero no frenéticamente y sin límites, sino con una libertad justa, juiciosa, arreglada y comedida, qual es necesario que sea para que disfruten de ella todos los que no la desmerezcan por algún delito; y para que, en vez de precipitar, y sumergir en desastres a la nación, le sirva de remedio y de fomento, que la vaya poco a poco recuperando y nutriendo hasta ponerla en estado de que se baste a sí misma, que es el único medio (no hay otro) de que la respeten los demás. Concurrid, pues, todos con igual deseo a tan laudable y útil objeto. Tratemos de sostenerla cada uno por su parte, no desacreditando envidiosos a los más elevados, ni mucho menos procurando derribarlos para levantarnos sobre sus ruinas, como si fuésemos mejores pilotos, y más capaces que ellos de salvar esta nave averiada, sino más bien lo contrario, tratando sólo de aumentar cada qual en su línea el número de los ciudadanos de que tanta necesidad tiene la patria; esto es, de los que legal y christianamente cumplen con su obligación. Y pues hay tales motivos y proporciones para que crezca el de los malos, reúnanse, respétense y socórranse mutuamente los que aman y tienen interés en el orden, para que no triunfe, y se apodere hasta de la opinión la audaz iniquidad de algunos genios díscolos, que no perteneciendo a ninguna clase, se felicitarían de verlas transformadas todas, confundidas y vilipendiadas. Que se vuelvan a oír entre nosotros los respetables nombres de virtud, de christiandad, de buena fe, de inviolable palabra y de honradez española; y acábense ya tantas calumnias y sátiras indecentes, tantos enredos y frívolos chismes, como parece se hace estudio de fomentar para adormecernos en el borde del precipicio. No son nuestros enemigos, no, los que nos hacen el mayor 24
daño. Por graves que sean los que de tan injusta invasión resentimos ahora, y lloraremos largo tiempo, al fin, éste los resarce y borra de la memoria. Y aun se puede decir, que pues la divina providencia por mano de ellos nos envía la adversidad, sin duda necesitábamos de una tan eficaz e instructiva lección. Pero los que nos causamos a nosotros mismos, si todavía no lo son tanto, serán cada vez más funestos por sus incalculables consecuencias, y porque apenas queda tampoco la esperanza de que el tiempo los remedie, quando quizás el principal daño consista en dexarlo correr inútilmente. Sí, christianos, sí; nosotros nos perdemos (notad bien esto), no tanto por lo que hacemos, como por lo que dexamos de hacer: dando lugar a que en el ínterin medre la malicia de pocos, del descuido e indiferencia, que es de todos. Este fatal descuido y culpable indiferencia son los que nos han traído a la situación presente, tan incierta y agitada; y estos mismos, si al punto no nos resolvemos a remediarlos, nos acabarán de aniquilar y consumir, conduciéndonos casi sin advertirlo, y sin quererlo, a una guerra intestina, tan deseada de algunos, que sobre los males que hemos sufrido y sufrimos, sería el último y el mayor de todos. ¿Os parece acaso exagerados y demasiado siniestros estos temores? Pues para que veáis no dexan de tener fundamento, concluiré, explicándoos quán perjudicial e inconsiderado es el abandono en que vivimos, cabalmente quando más actividad requería la vacilante situación en que nos han puesto los acontecimientos imprevistos de nuestros días. No quisiera ser molesto; pero la trascendencia de una crisis tan grave y perentoria, y vuestra atención, me animan a no desperdiciar la oportunidad de esta ocasión para hablar de ella aunque sucintamente; en especial, no buscando yo el entreteneros con una vana ostentación de palabras, sino presentaros claramente quanto quepa en mis alcances, lo que ojalá no fuese tan verdad, con la buena intención de ello. Permitid por lo tanto, contraiga ya mi discurso con alguna más individualidad y especificación a la que pasa por nosotros, para enseñaros así el modo más útil de aplicarle lo que os llevo dicho hasta aquí. Advirtiendo de antemano, por si toco heridas algo sensibles, que no lo hace esto ningún extraño, en quien pudiérais suponer os insultaba, para exacerbar los enconos y las disensiones que os aquejan a pretexto de aplacarlas. Os habla uno de vosotros mismos; uno, cuyos intereses son idénticos a los vuestros, y a quien por consiguiente duelen, lastiman, inquietan, y no puede mirar con indiferencia y como agenos vuestros males. 25
En medio de tantos y tan graves males como se han acumulado casi sin interrupción sobre vuestra debilidad, hemos tenido la singular perseverancia de contar siempre con una existencia política ulterior a todos ellos; y lo que es más para nosotros, y menos grato a nuestros enemigos, emprendido el mejorarla para en adelante. Si acertadamente, y de modo que deba ser mirada nuestra primer tentativa como tan sobrehumana, que excuse toda adicción o enmienda, es todavía un enigma, que para no pasar por ridículos visionarios, ni entusiastas en pro o en contra, será lo mejor aguardar a que lo descifre el tiempo. Tanto más, quanto que el cuidado de este examen y de esta enmienda, a quien propiamente corresponde es el gobierno, conforme a la obligación que contrae por su juramento, y la potestad que le confiere el de sus súbditos. Nosotros, no teniendo, ni debiendo tener tal autorización, todo lo más que podamos hacer, es ofrecerle nuestras luces para dirigirlo en sus decisiones, y desengañarlo si yerra; y aun debemos, según los deseos que él mismo ha manifestado, y la necesidad que tiene de nosotros, no menos extrema y urgente, que la que tenemos nosotros de él. Pero esto, que tan útil puede ser, para que no dexe de serlo, es preciso lo propongamos sin comprometer locamente con insultos, ni envilecer con amenazas su autoridad. Porque, ¿quién será tal que no convenga en que semejante atrevimiento, por más que parezca seguro y fácil para brillar, lucir, y grangearse fútiles y momentáneos aplausos, es siempre un crimen, quizás tolerado y consentido, pero muy ageno e impropio del carácter de honrados ciudadanos? Mayor locura no podremos nunca imaginar, que la de querer ser libres a costa de la autoridad legal. Al contrario el interés propio, agravado por las circunstancias, debe inclinar nuestra elección a procurar por todos los medios posibles unirnos íntima y decididamente al gobierno legítimo, como para precisarlo a que él se una a nosotros; pues según los principios establecidos, ni su poder es sólido quando no está cimentado en la voluntad de sus súbditos; ni la libertad de éstos verdadera, quando no dimana de él, sino que se la arrogan, y toman por sí como les acomoda. De donde se colige, que aun para evitar el exceso de su poder, por más que clamen los apasionados, no es el mejor remedio el exceso de libertad en el pueblo; antes la razón directa, y la experiencia tiene acreditado, por más seguro, más tranquilo y más justo, el del amor e interés recíproco, que bien sostenido y fomentado con mutuos servicios, tarde o temprano equilibra el vigor de aquél, con la extensión de la otra. Este equilibrio, tan perfecto y 26
constante como se puede lograr entre hombres, es el que hace feliz interior, y respetable exteriormente a una nación; pues de él es, y no de otra parte, de donde resulta aquel espíritu público que todo lo reanima, facilita y allana; aquel espíritu público que induce a los súbditos a mirar con preferencia a todas su patria, creyéndose más libre mientras más obedezcan a sus leyes, e igualmente estimula al gobierno a que funde toda su gloria en desvelarse por el bien de ellos, siendo inútil, y aun perjudicial a él mismo, que emplee tiránicamente la fuerza contra voluntades que sólo aspiran a mostrarse dignas de su paternal cuidado, dispuestas a derramar hasta la última gota de sangre por sostenerlo; aquel espíritu público, en fin, alma del estado, que lo vivifica y consolida dándole la unidad propia de un cuerpo colectivo, la qual consiste, no en que mande uno ni muchos, sino es en que sintiendo todos de un mismo modo, constituyan sola una persona moral. Jamás sin este feliz enlace tendrá la nación más que una sombra de gobierno, ni los súbditos más que otra muy engañosa de libertad; pues aunque mucho, él sólo es imposible lo haga todo. ¿Quántas veces, aun con un perfecto concurso de voluntades, las empresas más prudentes se malogran? ¿Quáles, pues, deberán ser los resultados, por acertadas que fueren, de disposiciones a que nadie quiere cooperar? Los acontecimientos posteriores, acontecimientos que es imposible entren todos en los limitados cálculos de la prudencia humana, tienen demasiada influencia en los negocios, para que ni el gobierno, ni nosotros tampoco, seamos absolutamente responsables del suceso; pero esto no prueba que dexemos de serlo todos igualmente de haber faltado a poner los medios. Y pues el que quiere es el que más hace, la misma duda nos debe acompañar en llevar adelante con mayor ardor y tesón quanto lo permitan las órdenes supremas de la divina providencia, las que promulgue y mande observar la del gobierno. Esta concordia que tan necesaria es siempre, lo es mucho más, incomparablemente más, quando se aspira a una innovación: empresa que nunca dexa de ser delicada y peligrosa, y exigir por consiguiente mayores precauciones, y más actividad y diligencia. Al modo de un árbol que se va a plantar de nuevo, el qual requiere doble desvelo y esfuerzos que no otro ya arraigado; siendo evidente, que si omisos lo abandonamos, por más que las estaciones y los elementos giren a medida de nuestro deseo, indispensablemente perecerá, sin que le aproveche entonces para nada el ser una producción útil, apreciable, y de la que podríamos prometernos los más sazonados y fecundos frutos.” 27
Despejada ya la situación militar en Badajoz, tuvo D. Manuel el pensamiento de publicar en un volumen las poesías que tenía escritas de años atrás y cuya lima y pulimento sirvieron para entretenerle en los amargos días de la ocupación. Llegó hasta a escribir una Dedicatoria a la provincia de Extremadura con ánimo de ponerla al frente del volumen, ensalzando las glorias regionales, tanto en las armas como en las letras: … ahora, que otra provincia disputarte puede la aurora de ellas, que a rayar fecunda de nuevo ha principiado? Salas, Huertas, Forner y el gran Meléndez, Berguizas y Quintana… ¿Para qué nombrar más, si éstos nos sobran? Genios privilegiados, delicias de la Hesperia, loor de Apolo… (48)
Pero este “rayar fecundo” a que aludía el poeta, se vió reprimido al concluir la guerra, gracias al Deseado Fernando, y tuvo que guardar sus versos para mejor ocasión. De los tres vivientes, entre los seis poetas mencionados, uno de ellos (Salas) discurría su existencia sin pena ni gloria; Meléndez Valdés, huído a Montpellier para evitar la venganza de los patriotas, y Quintana, yacía aprisionado por el solo delito de ser sincero y querer para su patria la condición y dignidad humana de que gozaban los hombres en otros países. Indudablemente la conducta de Fernando VII debió de provocar en Rocha una reacción violenta. El quería un Gobierno justo y benéfico, bajo el cual pudieran agruparse los españoles, con un sentido de disciplina y obediencia estimado por todos como necesario para que la patria se recuperase de las horrendas heridas que dejó la guerra. No en una ciega sumisión a quien creía que por estar a la cabeza del Estado tenía derecho a vilipendiar lo honra de los ciudadanos, a sumirlos en cárceles sin procesos y hasta a ordenar la muerte como traidores de quienes sólo procuraron elevar al tono de la vida española por el camino de la política. Lo ocurrido con hombres dignos y caballerosos, con patriotas intachables, como Argüelles o Quintana, forzosamente tenía que repercutir ________________ (48) Églogas del Pastor de Extremadura…, págs. 5-6.
28
en su sensibilidad. No era esto lo que él y otros muchos habían querido para su país, no era esto lo que soñaron, ni era Fernando, el Deseado, el tipo de Rey justo, bondadoso e imparcial, bajo cuya férula se conjuntarían voluntades afanosas de reconstrucción. La terrible interrogante de todos estos hombres inteligentes y honrados, incapaces de la violencia política o personal, llevando tras sí quinientos años de respecto a la persona que encarnaba el supremo poder en el país, debió de ser ésta: ¿Es malvado el Rey? Pero su lealtad, su bondad, supo sugerirles como explicación para las terribles crueldades que en su nombre se ejecutaban: – “No: los malvados son los que le rodean. El Rey está prisionero de una camarilla.” Esta respetuosa fidelidad, pero al mismo tiempo una discreta y levísima llamada al corazón del Rey pidiéndole reconocimiento de lo que por él había hecho la nación, aparecen reflejados en las palabras de un sermón que pronunció nuestro Racionero en la Catedral de Badajoz el día 14 de Octubre de 1814. Con sobria frase, con discreta elegancia y doctrina copiosamente reflexionada, cantó D. Manuel de la Rocha, con ocasión de bendecir la bandera del Regimiento de Plasencia (que antes fué de Milicias Provinciales), la necesidad de la existencia del Ejército, su dignísimo papel en todo país bien organizado y cómo solamente debía consagrarse al trabajo y a la acción, cuando ésta fuera precisa, en defensa de Dios, de la Patria o del Rey (49). Por estas tres causas había peleado el Ejército español de 1808 a 1814, al lado del pueblo, que “despertó el primero, indignado de los ultrajes que se hacían a su lealtad en persona de su legítimo, de su amado Monarca Fernando VII, y peleó, y sufrió y arrostró ciegamente los peligros, las miserias y desgracias que se multiplicaban a cada paso; y no consintió jamás ni prestó dócil el cuello al yugo con que le brindaban, permaneciendo firme en su propósito, sin aquietarse, como lo había solemnemente jurado, hasta verlo otra vez ocupando el Trono de sus mayores. Tal es el pueblo español. Que aprenda la ambición a respetarlo, y _________________ (49) El Discurso o Sermón no llegó a imprimirse hasta el año 1820: Sermón predicado / en la Santa Iglesia Catedral / de Badajoz / el 14 de Octubre de 1814 / en la bendición de la bandera / del regimiento de Plasencia / que fué de milicias provinciales, / por / Don Manuel de la Rocha, / racionero de dicha Santa Iglesia. / -.- / Badajoz. / Imprenta de la Capitanía General. / 1820. 12.º 39-[1] págs. Ejemplar en nuestra biblioteca. Creemos que se conserva otro en el Archivo Diocesano de Badajoz.
29
a no juzgarlo y medirlo por los demás”. Véase este otro párrafo en el cual, a vueltas de alabanzas, se desliza un recordatorio oportuno: “… Fernando VII, digno objeto de nuestros deseos, y de la protección del Cielo, que no puede estar más visible a su favor, y a quien miraremos siempre como hijos que lo lloraron perdido, con el vivo interés que inspira la memoria de los sacrificios que nos ha constado su restitución al trono: memoria tanto más satisfactoria y halagüeña, cuanto que nos debemos prometer, que más impresa esté en su corazón que no en el nuestro.” ¿Intentó D. Manuel ausentarse de Badajoz a raíz de la vuelta del Deseado, en vista del violento choque entre la realidad y lo pensado por él? Sólo tenemos para sospecharlo el hecho de que tal vez destinadas a acompañar alguna solicitud, concurso u oposición, el Obispo de Badajoz le expide (50) en 16 de Diciembre de 1814 unas letras testimoniales, impresas (51) en Enero de 1815, en las cuales, por cierto, declara el Ordinario que “estamos entendidos no haber sido addicto al govierno intruso, ni tenemos noticia que se aia dado a conocer por la exaltación de sus opiniones durante la ausencia de S. M”. La actividad de nuestro Racionero durante los siete primeros años de terror fernandino se nos esfuma. Por testimonios posteriores sabemos de su vida recatada, con amplia entrega a la naturaleza y al estudio. También con una reelaboración de las poesías trazadas en los años más tranquilos y felices. Puede decirse que nada conoceríamos de él en esta época si no fuera por las memorias que de su actividad se reflejan en el archivo de los Amigos del País. El 3 de Mayo de 1816 la Sociedad Matritense dirigió un respetuoso oficio al Obispo de Badajoz con objeto de que constituyera, con personas cultas e íntegras, una Económica en la capital de su diócesis. Con gusto acogió la idea el Prelado y en 6 de Junio celebróse en el Palacio Episcopal una reunión a la cual asistió lo más granado de la ciudad: el Mariscal de Campo y alcantarino don Gregorio Laguna, el Intendente del Ejército D. Antonio Enríquez, el Brigadier y Gobernador militar de la plaza ________________ (50) El original ocupa dos hojas en folio y está extendido en papel sellado del año 1814. (51) Relación / de los / exercicios literarios, / grados y méritos / del Licenciado / Don Manuel de la Rocha y Peña, / presbítero, racionero de la iglesia catedral / de Badajoz. S. i. t., 2 h. impresas; en nuestra biblioteca.
30
D. Agustín Sánchez, el alcalde Mayor D. Antonio Josef Galindo, el Maestrescuela D. Juan María Caldera, caballero de la Orden de Carlos III; el Deán D. Francisco Romero de Castilla, el Magistral don Fernando Bernáldez, el santiaguista y Director de la Real Casa Hospicio D. Serafín Valenzuela, el Canónigo Penitenciario don Antonio Chaparro, el Abogado de los Reales Consejos don Juan Nepomuceno Hidalgo y los sacerdotes D. Manuel de Silva y D. Manuel de la Rocha. Resultado de esta primera reunión fué el nombramiento de una Junta directiva compuesta por S. I., como Presidente; don Francisco Romero de Castilla, Vice-Director; D. Manuel de la Rocha, Censor; D. Antonio Chaparro, Secretario de actas; don Manuel de Silva, Secretario de correspondencia; D. Fernando Bernáldez, Tesorero, y D. Serafín Valenzuela, Contador. En las actas de la sociedad y en el curioso libro de D. Alberto Merino de Torres, que citamos en la nota (52), pueden verse las comisiones que desempeñó D. Manuel de la Rocha en su calidad de Censor: mencionaremos aquí solamente que en 8 de Agosto de 1816 emitió un dictamen extenso sobre la propuesta de don José de Olmedo de enseñar matemáticas puras y mixtas en Badajoz, a consecuencia del cual la Sociedad acordó “recomendar eficazmente al Muy Noble y Leal Ayuntamiento que prestara su concurso para llevar a la práctica los propósitos, loables en verdad, del Sr. Olmedo”. La Sociedad Matritense se dirige en 30 de Noviembre de 1819 a la de Badajoz para que le informe sobre si hay a su cargo alguna escuela de enseñanza civil o industrial. Pasa ésta a Rocha y Silva la comunicación en 26 de Diciembre y ellos contestan con el siguiente razonado escrito (53) de 18 de Febrero: “Encargados por esta Real Sociedad de evacuar el informe acordado en Sesión de 26 de Diciembre próximo con arreglo al que se ha servido pedir la Matritense en su oficio de 30 de Noviembre anterior, debemos exponer lo siguiente: __________________ (52) Apuntes para la historia / de la / Real Sociedad Económica / de Amigos del País, de Badajoz / por / D. Alberto Merino de Torres, / Socio Secretario. / Badajoz. / Tip. La Económica, de Rodríguez Comp.ª / P. de la Constitución 10 y Moreno Nieto 1. / 1898. 4.º No concluyó de imprimirse: el texto se interrumpe en la pág. 88. Ejemplar en nuestra biblioteca. (53) El original autógrafo consta de cuatro hojas en folio, escritas de puño y letra de D. Manuel Silva: lleva las firmas de éste, de Rocha y de D. Manuel de Alvarado.
31
A la Sociedad consta que ninguna escuela civil o industrial está a su cargo, vien que tampoco las hay en esta ciudad, porque las de leer y escrivir que corrían por el M. N. y M. L. Ayuntamiento con dotación de temporalidad y del fondo de Propios se han cerrado a consecuencia de la Real Orden expedida para que estas rentas se entreguen a el colegio de Jesuítas restablecido en esta capital. Los dos Maestros no han querido prestarse a continuar la enseñanza pública con aquellas dotaciones que les conserbaba la Real Junta de Restablecimiento de Jesuítas hasta que se aumente el número de los que hay en esta Ciudad que está reducido ahora a dos septuagenarios, y resulta que ni por el colegio ni por el Ayuntamiento existen Escuelas dotadas dándose la enseñanza a la Jubentud pribadamente y aun por personas que no están autorizadas para ello, lo que trae perjuicios incalculables y se ve como asombro abandonada la educación pública en la capital de Provincia. Sólo está a cargo de esta Real Sociedad la cátedra de Agricultura pero como se carece de jardín Botánico y otros artículos necesarios y faltan fondos en el día no se ha puesto aún en el pie que deve estar. En quanto a Fábricas se limitará este informe a esta Ciudad porque se carece de noticias respecto de las que hay en la Provincia así como del estado de sus Escuelas y para formar idea de esto se necesitan practicar muchas diligencias que piden tiempo y que esta Sociedad se consolide dándole algunos arvitrios pecuniarios para sus gastos. Se puede sin embargo asegurar que la enseñanza de la juventud está en casi todos los pueblos de la Provincia en el estado más deplorable, y que hay muy pocas Fábricas y no en el pie que convendría. En esta Capital sólo existen algunas de curtidos de cueros y una de sombreros perteneciente a particulares. También hay en el Real Hospicio otras de cintas y géneros de lana pero todo está a cargo de un Director dependiente de la colecturía general de Espolios. Lo que esta Sociedad considera en el día más urgente y a lo que quisiera extender su protección es a las Escuelas de leer y escrivir y cátedra de Gramática, sobre cuyos establecimientos acaba de representar a S. M. pareciéndole también muy conveniente formar una academia de dibujo; pero faltan absolutamente fondos para la renta de los Maestros, gastos de enseñanza, de labores, premios y demás expensas necesarias. Igualmente bien combendría establecer Escuelas de Niñas con la dotación competente.
32
Puesto que no ignora la Sociedad que los fondos de Propios no producen lo suficiente para que se cubran sus cargas de Junta y reglamento combendría en que atendidas las circunstancias locales de esta Ciudad no podrán adoptarse otros arvitrios compatibles con las del estado para proporcionar fondos que el acotamiento de alguno de los muchos baldíos que hay en este término jurisdiccional. Este medio no sólo proporcionaría los recursos necesarios sino que traería también la utilidad vien conocida de que se disfruten estos terrenos con método y no tumultuariamente o por los más poderosos que es lo que más frequentemente sucede. Si se adoptase este pensamiento combendría solicitar de S. M. no sólo la gracia de que se acotase la parte de valdíos que pudiese producir por lo menos la renta anual de 150 mil reales los que se imbirtiesen en los objetos que quedan indicados y aun en otros que entonces se propondrían por esta Sociedad, sino que para mayor facilidad en las operaciones que serían consiguientes se devería prescindir de las formalidades acostumbradas en estos casos facultando a el Ayuntamiento y a la Real Sociedad para la elección de valdíos que hubieran de acotarse. Esto es lo que parece podría contestarse a el tenor de la nota que la Real Sociedad Económica matritense se sirvió pasar con oficio de 30 de Noviembre del año anterior para que aquel lustre cuerpo con su Smo. Sr. Protector y Presidente enterados del estado deplorable en que se halla esta población y de la falta de recursos de esta Sociedad que a no ser la generosidad del Ilt. Ayuntamiento ni aun con pieza en que celebrar sus sesiones contaría, pueda elebar a el Trono las justas reclamaciones que este patriótico cuerpo hace en veneficio de este desgraciado vecindario que carece del bien más estimable que es el de la buena educación de su jubentud. Es quanto tenemos que exponer en cumplimiento de la comisión que se nos ha conferido y nos ha sido posible ebacuar antes ocupados en reunir los antecedentes necesarios para la ilustración de la materia de que se trata. Badajoz 18 de Febrero de 1820.” Como un Fr. Miguel Pérez Caballero concluyera una de sus propuestas –que fueron muchas y largas– a la Económica, con la petición de que por real decreto se prohibiese la siembra de garbanzos en el mes de Marzo, Rocha en unión del Racionero Silva, se limitó a informar breve y tajantemente: “Todo lo que sea contrario a la libertad del labrador, perjudica a la propiedad de la Agricultura”, en 2 de Enero de 1820 (54)
33
Cinco días después se celebra solemnemente la apertura en la Económica de una cátedra de Agricultura. Pronunció allí su titular D. Julián de Luna un discurso que corre impreso (55), y dióse la lista de los asistentes, entre los cuales figura nuestro poeta. De nuevo el día 15 tiene que informar sobre otro de los memoriales del cansadísimo P. Caballero, asimismo con lacónica expresión (56), proponiendo que se denegase su petición de que fuera impreso por la Económica: “Estando muy extendida la doctrina de Bouvier, principal base de este escrito, y siendo por otra parte bien notorio a los labradores la necesidad de elegir buena semilla para la siembra, único remedio que, en resumidas cuentas, propone, se cree además el imprimirlo.” _______________ (54) Merino: Op. cit., pág. 38. (55) Acta / de la Junta General / que celebró / la Real Sociedad Económica / de Amigos del País / de esta ciudad de Badajoz / Para la apertura de la Cátedra de Agricultura / el 7 de Enero de 1820, con asistencia de / los Señores que al fin de ella se expresarán. / - / Impreso en Badajoz. / Imprenta de los Señores D. Juan Patrón e Hijo. / Año de 1820. Portada.- V. en b.- [Advertencia:] “Reunida la Sociedad a las tres de la tarde en las Casas Consistoriales, y favorecida con la asistencia del M. N. y M. L. Ayuntamiento, del Ilustrísimo Cabildo Eclesiástico y de un brillante y condecorado público, abrió la sesión el Señor Vice-Director Presidente, mandando que el Catedrático, infrascripto Secretario, leyese el discurso que para que aquel acto llevaba preparado. Leído el Discurso, fué tan grato a todos, que la Sociedad unánimemente acordó se le imprimiese en unión con esta Acta; en cuyo cumplimiento se inserta aquí, y es como sigue.” TEXTO, que ocupa las págs. 5-23. Lista de los Señores individuos de la Sociedad por el orden de su antigüedad. 4.º (25)-1 pág. en b. Integraban la Sociedad Económica 61 miembros, cuya lista damos a continuación; por el mismo orden en que figuran: Don Francisco Romero de Castilla, Vice-Director; D. Manuel de la Rocha, Censor; D. Serafín Valenzuela, Contador; D. José Sarro Vidal, Tesorero; don Julián de Luna, Secretario; Iltmo. Sr. Obispo, D. Antonio Enríquez; D. Agustín Sánchez, D. Juan Mª Caldera, D. Manuel de Silva, D. Antonio José Galindo, D. Fernando Bernáldez, D. Antonio Chaparro, D. Juan Nepomuceno Hidalgo, Excmo. Sr. Marqués de Monsalud, D. Juan Manuel Alvarez; D. Rafael Gragera, D. Francisco M.ª Riesco (Honorario), Excmo. Sr. D. Juan Manuel de Villena (Idem), Excmo. Sr. D. Juan Gregorio Mansío (Idem), D. Antonio María Izquierdo (Idem), D. Antonio Vargas y Laguna (Idem), D. Mariano Tamariz (Idem), D. Pedro Francisco Domenech (Idem), D. Miguel Pérez Caballero (Idem), D. Juan Patrón, D. Fernando Miyares, D. Manuel de Alvarado, D. Lorenzo Villanueva, D. Roque Sanmartín, D. Andrés Alvarez Guerra, Marqués de la Alameda, D. Juan Cabrera de la Rocha, D. Vicente Julián Cid de Rivera, D. Joaquín López Perella, D. Agustín Esparza, D. Manuel Carbonell, D. Juan Giral, D. Lorenzo Hernández de la Vega, D. Pedro Carbonell, D. Juan Fernández Solís, D. Pedro Delicado, D. Manuel Navarro, D. José López Martínez, don Gabriel Rafael Blázquez Prieto, D. Manuel Losada, D. Ramón Valladolid, don José Ortega y Beberache, D. Vicente Bérriz, D. Francisco Ramallo, don Pedro Pérez Pedrero, D. Jerónimo Patrón, D. Antonio Monsalve, D. Luis Alguiñán, D. Juan Ramírez, D. José Carvajal Gordillo, D. Manuel Venegas, don José Rodríguez Falcato, D. Pedro Chacón y P. Fray Laureano Magro. En nuestra biblioteca. (56) Merino: Op. cit., pág. 40.
34
La situación política española, a consecuencia del alzamiento del General Riego en Las Cabezas, varió, como es sabido. No es pertinente repetir aquí lo que motivó esta crisis política ni las consecuencias que la falsía de Fernando VII acarreó a la tranquilidad del país. Restablecidas las libertades mínimas y proclamada la Constitución del 12, surgieron las Sociedades Patrióticas y sus órganos expresivos, los periódicos políticos, con un fervor extraordinario. En Badajoz hubo una reacción liberal a tono con la represión violentísima precedente. Figuraron en primera línea, entre los que creían en la compatibilidad del decoro con la Constitución, un grupo de sacerdotes cultos e inteligentes, a la cabeza de los cuales estaba el Deán de la Catedral D. Francisco Romero de Castilla, más tarde convertido en exaltado realista. Don Fernando Castón ha escrito dos preciosos artículos (57) sobre el ambiente político en Badajoz en 1820-23, y a ellos remitimos al lector para lo general no relacionado directamente con nuestro poeta. Téngase en cuenta que el propósito que nos guía es tan sólo el de exponer algunas noticias biográficas de El Pastor de Extremadura. El 12 de Junio de 1820, la Sociedad Patriótica dirigió al P. Rocha la siguiente (58) carta: “Sociedad Patriótica Constitucional de Badajoz. Queriendo esta Sociedad que por medio de Oradores en su tribuna se hagan conocer a los ciudadanos sus verdaderos derechos, la obligación que tienen de observar la Constitución y leyes fundamentales de la Monarquía, y guardar nuestra Religión C. A. Romana, única verdadera; y penetrada que los Eclesiásticos por su carácter y dignidad son los más convenientes al efecto, diputó una comisión que pasase a dar inteligencia de tan laudable pensamiento al Ilustrísimo Señor Arzobispo Obispo de esta Diócesis, y su Ilustrísima manifestando un placer en ello, expuesto a la comisión que ningún reparo se le ofrecía en que los Eclesiásticos seculares y regulares se presentasen a orar en la tribuna de esta Asamblea. Con tal motivo, apeteciendo la misma se platee en el momento tan interesante obra, ha contado con V. entre otros dignos Eclesiásticos, porque se halla penetrada de sus conocimientos, virtudes y adhesión al sistema constitucional; y le ________________ (57) Fernando Castón: Ambiente político de Badajoz en 1820-1823, art. in-Revista del Centro de Estudios Extremeños, VIII (1934), 299-319; IX (1935), 129-154. (58) Discurso… en la Sociedad Patriótica…, Preliminares.
35
ruega que admitiendo este encargo se presente en esta Asamblea a pronunciar sus discursos, esperando de su celo sea a la mayor brevedad. Dios guarde a V. muchos años. Badajoz, 12 de junio de 1820, Juan Calderón Laso, Moderante. = Julián de Luna, Secretario. Señor D. Manuel de la Rocha.” A la cual contestó D. Manuel (59) con la siguiente: “Señores individuos de la Sociedad Patriótica Constitucional de Badajoz. A la honrosa memoria que vmds. hacen de mí, invitándome a ocupar su tribuna para explicar y dar a conocer a los ciudadanos sus verdaderos derechos, y la obligación que tienen de observar la Constitución y leyes fundamentales de la Monarquía, y guardar nuestra Religión, única verdadera, no puedo menos de contestar aunque agradecido por ella, que no considerándome con suficiente caudal de conocimientos para tan ardua empresa, ni menos dotado del talento de exponerlos fácilmente y sobre la marcha sin tomarme un ímprobo trabajo de cabeza, que en especial en este tiempo de calores no sufre la mía desde la herida que recibió en el asalto de los ingleses, no me atrevo a admitir el encargo que me hacen, constituyéndome en una obligación a que no podré satisfacer según mis deseos, y mucho menos conforme a lo que se merece la benemérita reunión que compone esa Sociedad. Con todo, no es esto excusarme absolutamente de contribuir por mi parte a mantener el nuevo sistema, que para mí es bien antiguo; pues si alguna vez se me ocurre cualquier idea, provechosa según mi parecer al público, no dejaré de comunicársela por el conducto de esa Sociedad, tan interesada en promover su bien. Y porque no se quede en palabras, y sirva yo con mi inutilidad, ya que no de otra cosa, al menos de ejemplo y estímulo a personas más apropósito para el caso, desde luego me ofrezco a pasar a la Sociedad el 9 de Julio, día de tanta importancia para la nación Española, a disertar sobre la obligación que tenemos de adherirnos íntimamente al Gobierno que se instala en aquel suspirado día, exponiendo los graves motivos que deben empeñarnos en sostenerlo. Dios guarde a V. muchos años. Badajoz, 16 de Junio de 1820. Manuel de la Rocha.” En cumplimiento, pues, de esta promesa, pronunció el 9 de Julio un magnífico Discurso (60), verdadera prueba de la claridad de su inteligencia y lo afianzado de sus ideas liberales. Para él, el hecho de que Fernando VII jurase la Constitución de 1812 significaba el comienzo de una era de 36
felicidades, ya que evitaba el que en algún momento pudiera llegarse a un abuso de autoridad rayano con el despotismo. La pasada época de Godoy era una buena muestra de cómo el poder sin límites era perjudicial; remontándose aún más, el reinado de D. Pedro el Cruel, con sus crímenes y arbitrariedades, sólo fué posible porque no tuvo freno alguno que limitase sus caprichos. Ninguna pérdida significaba para el Rey, ningún menoscabo de su autoridad, el hecho de jurar el código político. Antes al contrario, “gana el Rey, porque desprendiéndose de unos derechos, halagüeños, sí, pero deleznables y precarios, por no decir ilusorios, como mantenidos hasta con riego de su vida, sólo a fuerza de vigilancia, de zozobra, de violencias, de engaños y sofisterías: ahora entra ya en posesión de unos derechos verdaderos, sólidos, claros y manifiestos a todo el mundo en la misma Constitución, y que por tanto nadie le puede ya disputar. Gana el haber estrechado y corroborado con nuevos y más íntimos lazos las relaciones que le unen con su pueblo, trabando, confundiendo, identificando, si así puedo expresarme, los intereses y la suerte de todos con la suya: de modo, que si hasta aquí, por más que los aduladores le hayan disfrazado los obsequios de sus súbditos, no hemos podido mirarlo jamás sino como a dueño; esto es, con los ojos del respeto y del temor, en adelante ya podrá lograr que lo miremos con los ojos del amor, como a una misma cosa con nosotros, como a un verdadero padre, interesado juntamente con sus hijos en el bien general de todos”. Una vez más hemos de lamentar aquí no disponer de espacio suficiente par extractar y comentar esta lección soberana de derecho político y el fino análisis que de la situación de España hace nuestro escritor. Ocasión habrá de reimprimirlo y entonces podrá el lector juzgar por sí de la importancia de este trabajo. Impreso el discurso inmediatamente después de ser pronunciado, se distribuyó profusamente por España y por los pueblos portugueses fronterizos, siendo muy bien recibido en todas partes. El aplauso con que se le acogió hizo que el P. Rocha se decidiera a dar a las prensas el sermón de 1814 que ya citamos (61), haciéndole preceder de un advertencia que, por ________________ (60) Discurso pronunciado / en la Sociedad / Patriótica Constitucional / de Badajoz / el día 9 de Julio de 1820. / Por / Don Manuel de la Rocha, / racionero de la Santa Iglesia Catedral de / esta Ciudad / [bigote] / Badajoz / Imprenta de la Capitanía General. 12.ª 56 págs. Ejemplar en nuestra biblioteca.
37
su interés, copiamos íntegra: “La extraordinaria benignidad con que el público ha recibido, así en Portugal como en España, el discurso que pronuncié en la Sociedad patriótica de este mi pueblo el célebre día 9 de Julio, me anima a presentarle de nuevo como un testimonio de gratitud algunas de mis tareas literarias, por si le pueden ser útiles en algo, único objeto que siempre me he propuesto en ellas. Entre éstas, unas serán propias mías, como la presente, otras serán traducciones, en especial de Demóstenes, orador el más sublime y perfecto del mundo y, por tanto, modelo bien digno de ser conocido y estudiado por todos los hombres de gusto, y particularmente por nosotros los Españoles y Portugueses en el día, en que la razón y la palabra tan grande influencia va a tener en nuestra suerte. En otro tiempo, así por la decidida predilección con que lo he mirado siempre, como por ejercitarme en el griego, traduje entre varios retazos de él su oración acerca de la ley Leptina, que han leído con gusto mis amigos, y entre ellos Don Julián Luna, Catedrático de Agricultura de la Provincia y Editor de periódico de esta Capital; razón por la que, al dar cuenta en éste de mi discurso, se le antojó graduarme nada menos que de traductor del Demóstenes, con la idea, según me dijo después, de dar un chasco a mi pereza, comprometiéndome a trabajar para la patria. La daré, pues, a la luz inmediatamente, y si agrada al público en mi pluma el singular mérito del autor, dejaré los demás asuntos y volveré a emplearme en traducirlo. Entre tanto le ofrezco el presente discurso, el cual, y todos los que sigan irán impresos en el mismo tamaño y letra que el anterior, con el objeto de que los que gusten puedan reunirlos en uno o más tomos, al paso que vayan saliendo, si Dios quiere.” No llegó a publicar de entre lo prometido más que el tomo de Poesías. Salió a la luz en las prensas de la Capitanía General, en 1821, con el título de Églogas del Pastor de Extremadura D. M. de la R., y comprendía, además de veinticuatro églogas, once odas, cinco romances, dos décimas y una fábula, un extenso (61 págs.) discurso en prosa sobre la poesía bucólica, realmente extraordinario por su finura crítica y porque en él demuestra estar al tanto de las corrientes estéticas contemporáneas (62). ________________ (61) La descripción del Sermón véase más atrás, en la nota 49. (62) Églogas / del / Pastor de Extremadura / D. M. de la R. = / en Badajoz / Imprenta de la Capitanía General. / Año de 1821. 8.º LXV-[I]-239-[I] págs.
38
En nuestra Historia literaria de Extremadura tendremos ocasión de examinar detenidamente estas y otras muestras de su actividad intelectual, ya que ahora sólo nos interesa esbozar algunos rasgos biográficos del autor. Señalamos aquí que él y otros cuatro badajocenses, preocupados por las cuestiones de enseñanza, se habían ofrecido en Junio de 1821 a la Diputación Provincial de Badajoz para encargarse de cátedras públicas en ciencias y artes, con objeto de elevar el nivel intelectual de la ciudad (63). Tales antecedentes explican el agrado con que recibiría a fines del 21 o comienzos de 1822 un nombramiento del Ayuntamiento en el cual se le encargaba de averiguar, en unión de sus comisionados, los medios de que se valdría para arbitrar recursos con destino a la Universidad de Provincia que, con arreglo a superiores disposiciones, había de establecerse en Badajoz (64). Flor natural en tiempos de agitaciones políticas, la prensa, contenida y amordazada de 1814 a 1821, brotó con empuje en la patria de Morales no bien se restableció el Código fundamental. Don Manuel de la Rocha, liberal sincero y reflexivo, colaboró asiduamente, según testimonios contemporáneos, en el Semanario Patriótico de Extremadura, periódico (65) que comenzó a publicarse el día 6 de Octubre de 1821. En los pocos números que hemos alcanzado a ver (66), sólo figura parte del Discurso _____________________ Ejemplar en nuestra biblioteca. Debió de publicarse a mediados de 1821. En El Censor de 22 de Septiembre (núm. 60) dice una nota relativa al libro: “Hace muchos años que conocemos al autor de estas poesías, persona muy apreciable por su buen gusto y por sus principios ilustrados.” (63) Discurso… en la apertura de curso…, págs. 21-22. (64) Discurso… en la apertura de curso…, pág. 21 (65) “Asiduo colaborador del Seminario Patriótico”, insiste D. Fernando Castón, op. cit., pág. 133. (66) Semanario Patriótico de la Provincia de Extremadura. Badajoz, 1821. Imprenta de la Capitanía General. Este periódico, desconocido a Gómez Villafranca, debió de comenzar a publicarse el 6 de Octubre de 1821. Conocemos seis números salteados, todos en folio, con 4 páginas y el texto dividido a dos columnas: Núm. 3. Sábado 2º de Octubre de 1821. Núm. 4. Sábado 26 [sic.] de Octubre de 1821. Núm. 8. Sábado 24 de Noviembre de 1821. Núm. 10. Sábado 8 de diciembre de 1821. Núm. 13. Sábado 29 de Diciembre de 1821. Núm. 14. Sábado 5 de Enero de 1822. El número tercero lleva los siguientes epígrafes: - Sigue el discurso preliminar. - Abusos. - Noticias nacionales. - Campanario.
39
preliminar que debió de salir a trozos y que es obra del P. Rocha. El 29 de Septiembre de 1822 ocurrió en Badajoz un luctuoso suceso que hubo de traer a la larga consecuencias desastrosas, pues encendió los ánimos políticos y preparó hieles de venganza en la ominosa década. Fué el caso que un jerónimo guadalupense, el P. Becerra, a la sazón en Badajoz, significado por su absolutismo, fué víctima del odio ciego de algunos exaltados, los cueles le dieron muerte arcabuceándole en presencia de un prevenido concurso de extremistas. Don Manuel de la Rocha, espíritu fino, incapaz de violencias, para no oír siquiera los tiros, salió de la ciudad a caballo, acompañado por el Maestrescuela de la Catedral D. Juan María Caldera y el Coronel D. Carlos de Combes, dirigiéndose todos a una finca de nuestro poeta en el camino de Talavera (67). Ya veremos más adelante cómo se falseó este hecho en su contra. Poco tiempo después, el 6 de Noviembre de 1822, se verificó el acto solemne de la apertura en Badajoz de la Universidad de Provincia, y nuevamente fué reclamado D. Manuel de la Rocha para que pronunciase la oración inaugural, impresa por acuerdo del Ayuntamiento en un cuadernito hoy rarísimo, pero del que afortunadamente conservamos ejemplar (68). Según Castón, en 1822 sustituyó nuestro poeta al Deán de la Catedral D. Francisco Romero de Castilla, en su cargo de Director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País (69). Con esta noticia concluyen las que tenemos del Pastor de Extremadura relativas al trienio liberal, que acabó en Badajoz con la entrada, el 3 de Noviembre de 1823, de las tropas del Duque de Angulema. Si durante los Siete mal llamados años el ambiente de la ciudad fué triste y lleno de venganzas, los comienzos de la Ominosa década hicieron presumir lo terrible que vino después. Encumbrados unos cuantos espíritus rencorosos y estrechos, no perdonaron dignidad ni honra para cebar sus instintos crueles persiguiendo a los liberales a sangre y fuego. _____________________ Se vendía a tres cuartos. Parece ser que estaba redactado por eclesiásticos liberales. Los números que hemos visto se conservan en el Archivo Diocesano de Badajoz, en los procesos del trienio liberal. (67) Castón: Op. cit., pág. 143. (68) Discurso pronunciado / por el Racionero / Don Manuel de la Rocha, / el día 6 de Noviembre de 1822 / en la apertura / de la Universidad de la Prov.ª / que con arreglo al plan general de estu- / dios se establece en Badajoz capital / de la Extremadura baja. / -.- / Badajoz. = 1822 / Imprenta de la Comandancia General. / Regente J. Luengo. 12.º 37-[I] págs. Ejemplar en nuestra biblioteca. (69) Castón: Op. cit., pág. 130.
40
No fueron escasos en número los eclesiásticos tachados de enemigos del régimen y de traidores a la patria por el solo hecho de ser amigos del Sistema. Entre ellos figuró en primera línea, gracias a sus discursos y artículos periodísticos, D. Manuel de la Rocha. El 10 de Febrero de 1824 el Gobernador Mazarrosa le denuncia por masón al Ordinario diocesano, y tres días después, por auto del Previsor, se le separa de la prebenda de que gozaba en la Catedral, ordenando al mismo tiempo su reclusión en el Convento de Franciscanos Observantes de Villanueva de la Serena (70). Escapó como pudo a Portugal para librarse de las iras de los adversarios y logró poco después pasar a Burdeos, en donde, al parecer, residió de 1824 a 1826 o comienzos del 1827. Entregóse allí al estudio de la botánica con Mr. Dargelas (71), Director del Jardín bordolés y hombre extraordinariamente culto y bondadoso. Mientras tanto, el proceso que se le inicia en Badajoz sigue su curso. En él se analizan sus actividades y sus discursos, buscando cuanto podía serle perjudicial. D. Fernando Castón ha hecho un razonado extracto de las acusaciones que se vierten en su contra y preferimos, por su claridad, concisión y atinados comentarios, transcribirlos aquí: “El censor en su discurso pone sobre el tapete no sé cuántos desatinos. Quiere reducirlos a estos cuatros: “1.º Es incendiario y alarmante en extremo contra todo Gobierno monárquico puro. 2.º Injurioso al Rey, nuestro señor. 3.º Sospechoso de materialismo. 4.º Calumnioso contra la religión y adverso a la doctrina que condena la rebelión de los vasallos contra sus legítimos soberanos.” Para desembocar en estas conclusiones, el censor ha tenido que señalar antes los siguientes reparos: “En el cuerpo humano, dice Rocha, hay un lazo que llamamos vida, que no se sabe absolutamente lo que sea, porque el autor de la naturaleza ha reservado para sí este maravilloso secreto.” Este lazo, replica la censura, no se ignora; se conoce por la fe y la razón. Es el alma humana.” “Roto tan íntimo lazo, se lee en el texto, inmediatamente cesa esta cabeza de discurrir.” Censura: “El discurso no es operación de la cabeza.” Texto: ________________ (70) Castón: Op.cit., pág. 154. (71) Referencias a su estancia se hallan en la Autodefensa y en la Memoria sobre el cultivo del cacao. Nuestro querido amigo y compañero el ilustre investigador D. Manuel Núñez de Arenas nos ha remitido una extensa e interesante noticia sobre Mr. Raymond Dargelas, natural de St. Esprit (1762), Profesor de Botánica en Burdeos, miembro de la Societé d’emulation et de l’Academie de Burdeaux, de la cual fué Presidente en 1824 y fallecido en dicha ciudad en 1842.
41
“Pasando a poco a corromperse y desmoronarse, hasta desaparecer absolutamente.” Censura: “¿Quién desaparece? ¿El hombre todo? Luego también el alma; luego no es inmortal…” A este tenor, con esta lupa y con el mismo tufillo a comino, sigue el censor descubriendo enormes dislates. Conocía, sin embargo, éste el espíritu sacerdotal y cristiano del prebendado Rocha, porque a su juicio había sometido anteriormente muchos de sus sermones que corrían impresos por la ciudad. Por lo cual en la retractación que, de las censuradas proposiciones, hizo en 28 de Diciembre de 1827, corre entre líneas cierta amargura y una mal disimulada congoja al saberse incomprendido en su intención y desarticulados sus conceptos. “No va en zaga el Promotor fiscal en su informe acusatorio a la injusta severidad que hemos visto en el lápiz del censor. Llevándole a aquél todavía de ventaja una impertinente suficiencia, un aire presuntuosamente docto que le lleva a calificar de esta guisa: “No cabe discurso más pedante ni que manifieste con más viveza el odio enconado de este eclesiástico a los monarcas”. Con que ¿discurso pedante? Pues vea, juzgue y califique el lector cómo desarrolla él su cometido forense en los siguientes párrafos: “Parece increíble que un sacerdote a quien su estado impone una estrechísima obligación de manifestarse fiel a su Rey, y que además de esto tiene tantos motivos de gratitud hacia el Monarca que lo ha colmado de honores y rentas, se decidiese abiertamente por el infame sistema constitucional. Pero el hecho es cierto y prueba que el corazón humano, tan propenso a la ambición, saciado ya de honores y riquezas, quiere a veces saciarse con delitos. No se diga que la Constitución fué jurada por nuestro augusto Soberano y que él mismo la mandó jurar a los pueblos; éste es un refugio miserable que sólo podrá alucinar a hombres destituidos de sentido común. La Constitución de Cádiz fué la obra de unas Cortes ilegítimas, que por viles pasiones de propusieron trastornar las leyes fundamentales de la Monarquía española. Aquellos diputados inmorales, ni tuvieron los poderes competentes de las provincias para formar semejante Código, ni éstas se lo podían dar jamás, a no ponerse en un estado de rebelión contra su legítimo Soberano. Si la Constitución fué nula y viciosa en su origen, no fué menos viciosa e ilegítima que de ella hicieron en el año de veinte y uno pocos militares cobardes e infieles al juramento que habían prestado de emplear su espada y sus armas en defensa del Rey y de su reino. Los sucesos del año de veinte en las Cabezas, Arcos de la Frontera, Isla de León, Madrid y 42
otras capitales, están marcados con notas de tanta vileza y traición, que la historia de España, fecunda en sucesos gloriosos, se abochornará de transmitirlos a la posteridad. Juró el Rey la Constitución; pero la juró agobiado de una fuerza amotinada que no le era entonces posible resistir sin exponer su sagrada persona y toda su real familia a un desastre lamentable que hubiera puesto a la España en el mayor trastorno y desolación. Esta fuerza, esta violencia sacrílega, ha durado desde el siete de Marzo de mil ochocientos veinte hasta primero de Octubre de mil ochocientos veinte y tres. Y siendo tan notorios e incontrastables estos hechos, en vano pretenden los revolucionarios disculpar sus excesos, alegando que el Monarca juró y mandó jurar la Constitución. Si se hubieran ceñido a prestar una obediencia pasiva al gobierno interino, no serían mirados como delincuentes. Pero todos aquellos que no contentos con obedecer se propasaron a sostenerla y propagarla haciendo en su defensa cuanto les era posible, deben ser mirados como reos de lesa majestad y de alta traición; y si estos propagadores y defensores son eclesiásticos, crece el delito en razón del escándalo que causan a los seglares y del desprecio con que unían las leyes canónicas y las decisiones de los santos concilios que les prohiben mezclarse y tomar parte en unos desórdenes tan detestables. Don Manuel de la Rocha, no contento con obedecer al llamado Gobierno constitucional, se propasó a ser su promovedor y defensor…” “Este es el primer cargo que le lanza el Fiscal. El segundo es haber tenido íntima amistad con los principales revolucionarios de Badajoz: con D. Juan María Caldera, D. Manuel de Silva, D. Pedro Mendo, prebendados de la Catedral; D. Julián de Luna y D. Manuel Alvarado, señalados como masones con Arco-Agüero, Velasco, Piquero y demás Generales y Comandantes militares. Tercer cargo: su concurrencia a las asonadas. Quinto cargo: su manifiesto desafuero al Rey. Sexto cargo: de inhumano y sanguinario. ¿Por qué? Porque “hallándose en el sitio donde fué fusilado el P. Becerra, monje jerónimo del Monasterio de Guadalupe, D. Manuel de la Rocha, luego que oyó los tiros, exclamó en altas voces: ¡Viva la ley! El Promotor tiene que hacer a este prebendado el cargo severísimo de su crueldad e inhumanidad. ¿A dónde está la mansedumbre del sacerdote? ¿Por qué este cruel eclesiástico al presenciar el sacrílego asesinato de aquel desgraciado monje prorrumpió en las indignas voces de viva la ley? ¿Cómo tuvo la osadía de llamar ley al atroz decreto que condujo al suplicio aquella inocente víctima? Todos los buenos de Badajoz se llenaron horror en aquél 43
día lúgubre; hasta la tierra parece que tomó parte en los sentimientos de los realistas, porque a la madrugada siguiente se advirtió un terremoto de los más grandes que ha experimentado la ciudad. Sólo el prebendado Rocha, furioso y exaltado revolucionario, se atreve a gritar ¡viva la ley! A la vista de tan espantosa escena”. “¿Se ha penetrado bien el lector de la anterior soflama? Pues hemos de decir que aquel prebendado no presenció tal fusilamiento ni dió aquel viva, por hallarse ese día y en la misma hora a unos centenares de varas de la plaza. Pruébase con la declaración que, con la mano sobre la espada, hizo en Ubeda el 3 de Mayo de 1831 el Coronel Comandante de las armas D. Carlos de Combes, quien dice textualmente: “Ser cierto que por no asistir al triste y lamentable espectáculo de la ejecución del P. Becerra, monje jerónimo del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, y no hallarse en la ciudad, ni oír los tiros al tiempo de dicha ejecución, salió el Sr. D. Manuel de la Rocha de la ciudad de Badajoz, antes de la hora en que ésta debía verificarse, a pasear a caballo acompañado del canónigo dignidad de maestrescuela del Cabildo de dicha ciudad el señor D. Juan María Cadera, y del declarante, dirigiéndose hacia un cercado propio del mismo Sr. D. Manuel de la Rocha, situado sobre el camino que va desde dicha plaza a la villa de Talavera la Real (vulgo Talaverilla o Talavera de Badajoz), alejándose de la ciudad lo bastante para no oír los tiros que debían de privar de la vida al desgraciado monje; y que se mantuvieron toda aquella tarde entretenidos en el campo, prolongando mucho su paseo, y que no regresaron a la ciudad hasta cerca de la hora en que se acostumbra a cerrar las puertas.” No creemos que se a necesario detenerse más en el examen de todo esto; mayores explicaciones pueden verse en la preciosa Autodefensa (72) que escribió el P. Rocha. Consignado queda que ya en 5 de Agosto de 1827 se hallaba en Badajoz: una paciente búsqueda en el Archivo de la Catedral y en el Diocesano, ha sido infructuosa para nuestro deseo de hallar noticias de su reincorporación a la prebenda que disfrutaba. El rastro de D. Manuel de la Rocha quedaría esfumado de aquí en adelante si no fuera por una obrita que aparece fechada en 1830. Trátase de una curiosísima Memoria sobre el cultivo del cacao en la ________________ (72) Poseemos un borrador autógrafo de la Autodefensa y una copia en limpio con correcciones del autor.
44
provincia de Extremadura, fechada en 1830, escrita, a lo que parece, respondiendo a un cuestionario oficial. Conservado el autógrafo en nuestra biblioteca (73), lo dió a la estampa en 1945 la Caja Rural de Badajoz, formando el cuaderno primero de sus monografías históricas de agricultura y economía regional (74). Tras describir la planta de cacao y sus variedades mejores, examina detenidamente el terreno de Badajoz para concluir que deben realizarse ensayos en los sitios que señala. Por cierto que el último párrafo del opúsculo merece copiarse: “En vista, pues, de lo expuesto hasta aquí, nos parece no estará demás el hacer estos ensayos en nuestra fértil provincia; los cuales, si logran tener buen resultado, como hay motivo de esperarlo, será de una utilidad incalculable para ella y para la nación, así como de mucha gloria para nuestro Agusto Soberano (que Dios guarde) que tanto desea y por medios tan benévolos y pacíficos se esmera en promover el bien de su pueblo.” Nada más podemos añadir a este brevísimo bosquejo biográfico del Pastor de Extremadura. Ha sido inútil una revisión de los archivos parroquiales de Badajoz, así como otra de las Actas del Cabildo de la Catedral. Ignoramos cuándo falleció. El hecho de que el 19 de Noviembre de 1833 celebre su primera sesión la Sociedad Económica de Badajoz, restablecida tras la muerte de Fernando VII, y no figure para nada el nombre de don Manuel de la Rocha, nos hace suponer que ya para entonces hubiese dejado de existir. * * * Esto es cuanto hemos podido averiguar de la biografía del Pastor de Extremadura. Sus obras se estudiarán, como ya se ha hecho, en el capítulo correspondiente de nuestra Historia literaria de Extremadura, obra lenta y _________________ (73) Memoria sobre el cultivo / del Cacao en la provincia de Extrema / dura, escrita año de 1830 por Dn. / Manuel de la Rocha. 8.º 28 págs. Autógrafa. (74) Publicaciones de la Caja Rural de Badajoz / Monografías Históricas de Agricultura y Economía Regional / I / Memoria / sobre el / cultivo del Cacao en Badajoz / Manuscrito inédito de 1830, por / D. Manuel de la Rocha / Racionero de la S. I. C. / Tipografía Viuda de Antonio Arqueros / Badajoz, 1945. 4.º 25-[I] págs.
45
trabajosa que queríamos poder concluir, en homenaje a la región que nos vió nacer, dentro de pocos años, si las azares de la vida nos dan el necesario vagar para ello. A modo de Apéndice publicamos el magnífico Sermón predicado en la Catedral de Badajoz el día 17 de Marzo de 1813. A. RODRÍGUEZ-MOÑINO C. de la Real Academia Española.
Huelva, Mayo 1943. Madrid, Septiembre 1948.
46