SAN PEDRO DE ALCÁNTARA (1499-1562)

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SAN PEDRO DE ALCÁNTARA (1499-1562)

ESTUDIO DOCUMENTADO Y CRÍTICO DE SU VIDA

por el P. ARCANGEL BARRADO MANZANO, Franciscano Prólogo de D. ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO

MADRID EDITORIAL CISNEROS 1965

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PROLOGO Cariñosas exigencias de una amistad tan profunda como ya amplia cronológicamente me obligan hoy a abrir las páginas de este volumen con unas líneas preliminares. El P. Arcángel Barrado, extremeño como yo y apasionado por los temas y cuestiones que al pasado de nuestra región se refieren, ha querido soldar el eslabón de la cadena del mutuo afecto haciendo que su nombre y el mío vayan juntos en la portada del presente libro. No tiene otra justificación el que yo tome la pluma para acceder a sus deseos. Ni la edad es tan diferente como para motivar el padrinazgo, ni muchísimo menos la autoridad científica o intelectual serían pretexto suficiente. Somos dos extremeños embarcados en la misma nave, con idénticas aficiones y preocupaciones, pero con una diferencia: a él le ha tocado cargar sobre sí el peso del trabajo y la responsabilidad que supone enfrentarse con la señera figura de san Pedro de Alcántara y a mí –por fortuna- la gratísima de conocer su tarea de cerca, de vivir los capítulos de este libro cuando estaba en gestación y de poder leerlo una y dos veces antes de que la imprenta ponga en manos de todos el fruto de sus doctos afanes. El P. Arcángel Barrado no es un advenedizo al campo de la investigación histórica, sino que ya tiene bien cimentada su autoridad con la publicación de una serie de importantes monografías que le acreditan de investigador profundo, de buceador de archivos y bibliotecas y de expositor ameno y claro de temas, muchas veces, áridos para el profano. Perteneciente a la Orden franciscana, hizo sus estudios superiores en Roma, doctorándose con una brillante disertación o tesis acerca De Commissariis generalibus in Ordini fratrum minorum, en la cual traza el origen, establecimiento e historia de tan singular e importante institución, dedicando más de la mitad del volumen al análisis de las potestades, obligaciones y privilegios de cada una de las clases de Comisarios generales, vigentes hoy o no. 5


Vio la luz con general aplauso de los entendidos este trabajo en 1952. Por ello no se crea que iniciaba con él el P. Barrado sus tareas eruditas e históricas, no; desde veinte años antes ya tenemos constancia de que en tierra muy lejana de su Extremadura natal, en América del Sur, preparaba una Biografía Franciscano-Boliviana, para la cual recogió celosamente en Sucre cuantas noticias pudo, las aumentó en los años 1937-1938 y por fin fueron impresas en 1946. Y si se cuentan sus actividades periodísticas, todavía hay que retrasar más la fecha, porque el P. Barrado también ha esparcido sus conocimientos por medio de la prensa, y desde 1930 al 1940 hay numerosos artículos suyos en la revista sevillana La Voz de san Antonio; a partir de 1939, en El Monasterio de Guadalupe, y buenos testigos son también de sus afanes en este campo los periódicos Hoy, de Badajoz, y Extremadura, de Cáceres. Pero sería lato enumerar una por una las importantes publicaciones de nuestro autor, que cuenta ya en su haber con nutrido catálogo. Sin embargo, y puesto que hay ocasión, creemos necesario subrayar la importancia fundamental de alguna de ellas, bien sea entre las relativas a su Orden franciscana, bien a su región extremeña, o bien a este campo en el cual culmina el libro que hoy ve la luz pública acerca del santo Pedro de Alcántara. Ya hemos mencionado su brillante tesis doctoral y con toda dignidad figura a su lado el esbozo sobre las misiones franciscanas en Bolivia, tema “difícil, complejo, incoherente y vasto”, que con gran habilidad y maestría desarrolla nuestro historiador, basándose en mapas, estadísticas y materiales de primera mano. Sagaz investigación patentiza su trabajo sobre el desenvolvimiento de los estudios inferiores en la legislación eclesiástica y principalmente franciscana, comunicación presentada al III Congreso Español de Lectores. Un carácter más general había tenido el vibrante ensayo sobre San Francisco el Grande, de Madrid, centro irradiador de Hispanidad, y precisiones históricas muy concretas aparecen en el que dedicó a la mansión natal del Pobrecillo de Asís, patronato del Estado español. El análisis de la bula “Inter graviores” le da motivo para poner en su punto exacto cuestiones jurídicas, tratadas sin bastante fundamento por precedentes escritores. Curiosas noticias acerca de la Orden durante un siglo (1804-1904) abundan en el trabajo. 6


No todo ha de ser ocupación sobre la Orden franciscana en general, sino que, poco a poco, el P. Barrado aprieta y ciñe sus estudios a la Orden en Extremadura. No se olvide que en lo que hoy constituye el territorio de Cáceres y Badajoz había nada menos que cuatro Provincias de los hijos de Asís: las de san José, los Angeles, san Gabriel y san Miguel, robustísimos troncos de los cuales salieron infinidad de proyecciones espirituales. La vida corporativa de estas Provincias quedó truncada con la Desamortización; el conocimiento de sus historias, mucho antes. La de san Miguel lleva regularmente sus anales impresos hasta 1682, en que concluye su labor narrativa fr. Francisco de Soto y Marne, estableciendo la cronología y fastos de los primeros cuarenta y cinco Ministros provinciales. Dispersos los archivos, perdidos innúmeros papeles, destruidos por la incuria otros, nada sabíamos de los ministratos entre 1682 y 1835. El P. Barrado, sondeando depósitos, atisbando posibles fuentes, ha conseguido darnos documentación clara para el difícil período que corre desde 1735 hasta 1835: ¡un siglo desconocido, ahora cubierto! Tres estudios lleva hasta hoy impresos nuestro autor acerca de la hermana Provincia de san Gabriel, para los cuales ha encontrado ocasión y motivo en el hallazgo de importantísimos libros de actas capitulares (1601-1608 y 1621-1641) en el Archivo Histórico Nacional. Teniendo en cuenta que son años en que se realiza una dolorosa amputación de conventos a favor de la Provincia de san José y en que se erige la de san Diego de Andalucía, será fácil considerar el extraordinario interés de los trabajos citados. Cierra magníficamente esta serie el que consagra a la fundación del convento de san Antonio de Padua en Almendralejo, último de los creados en aquella demarcación, el año 1654. Franciscanismo y Extremadura: dos polos alrededor de los cuales giran las investigaciones de nuestro diligente escudriñador. Patria grande del alma y Patria chica del nacimiento se alían en los interese culturales y así van surgiendo sus estudios sobre los últimos frailes del convento cacereño de san Francisco (1731-1834), sobre dos misioneros en Chile, hermanos, naturales de la villa de Gata, o sobre la de Brozas durante la guerra de Sucesión, y algunos curiosos documentos del tiempo. La prolongada estancia del P. Arcángel en el Monasterio de Guadalupe le aficionan más y más a la historia de este insigne monumento y de los hombres que lo habitaron desde el siglo XIV. Séame permitido recordar aquí nuestro mutuo entusiasmo al recorrer en apacibles paseos ambos claustros gótico y mudéjar, al pasar horas y horas conversando apasionadamente (¡veinticinco años menos!) de la historia guadalupana y 7


extremeña, al examinar juntos libros y papeles de las bibliotecas y archivo conventual, y, en fin, al comunicarnos con júbilo nuestros hallazgos o nuestros fracasos en la investigación diaria. Justamente el manejo de la biblioteca de don Vicente Barrantes, depositada en Guadalupe, le anima a redactar un catálogo de los manuscritos franciscanos allí conservados y le permite estudiar a placer y comodidad todas las viejas crónicas monásticas, en las cuales prenderá la raíz de sus futuros trabajos. De igual modo, los valiosos fondos archivísticos del Monasterio le impulsaron a escribir de Guadalupe un excelente capítulo sobre la historia de las Escribanías de Trujillo, cuyos titulares eran nombrados por el Prior desde el año 1386. Convencido de que la obra sólida sobre Guadalupe, tan esperada, sólo podrá trazarse el día en que se exploren las fuentes de primera mano en lugar de dar vueltas de noria sobre tópicos apologéticos y vulgarizaciones… de vulgaridades, emprendió un estudio sistemático de los primitivos cronistas del Santuario de las Villuercas y hasta ahora han visto la luz pública dos fundamentales trabajos. El primero de ellos es una edición de la obra del P. Diego de Ecija, fallecido en 1534, tomando como base los manuscritos existentes y apurando hasta los límites la investigación. Puede asegurarse que con este libro se entronca con la historiografía clásica de Guadalupe, achabacanada durante los siglos XVIII y XIX, hasta que Barrantes dio el aldabonazo de su libro Virgen y Mártir en 1895. No se han cumplido todavía los deseos del P. Arcángel de editar la Crónica del P. Alonso de la Rambla, muerto en 1484, pero sí ha visto ya la luz pública un primoroso estudio introductorio, en el cual, de mano maestra y con la pericia de un consumado bibliógrafo, describe los códices aún existentes, los valora con sana crítica y esboza una biografía del docto e inquieto monje jerónimo ¡Ojalá podamos pronto disfrutar el texto íntegro! Por último, el afán actual de nuestro historiador se ha cifrado en la biografía del santo franciscano que hoy se publica. Tras algunos artículos previos que vieron la luz en las páginas de Archivo Ibero-Americano, ha dedicado los últimos cinco años a investigar todo lo relativo a la vida de san Pedro de Alcántara y a trazarnos esta espléndida obra que durante muchos años habrá de ser el manual indispensable de cuantos quieran ocuparse del insigne reformador. 8


No ha ahorrado esfuerzo alguno el P. Barrados para conseguir la posible perfección en su tarea, y documentos de todas partes han constituido la sólida base sobre la cual se construye una biografía apasionante. Inútil es explayarnos en los detalles, porque el lector tiene ya entre sus manos el libro y juzgará de la obra cumplida, pero sí queremos hacer constar que nada hay más lejano de él que las piadosas, apologéticas, falsas leyendas con que la pía devoción arropa las venerables figuras: es un santo de cuerpo entero el que aquí se nos retrata, sin necesidad de añadir a sus ciertas virtudes la hojarasca de lo fingido. Es posible que este libro suscite polémica, porque lo fecundo está destinado a engendrar, y que no todos estén de acuerdo con algunos de los controvertidos temas alcantarinos tal como se exponen o resuelven aquí; pero eso es bueno. Muchas veces hay que operar con materias delicadísimas y la única guía ha de ser nuestra propia conciencia y nuestro personal criterio. Claro está que al escribir la palabra personal nos damos cuenta de que no hay seguridad absoluta, puesto que los puntos de vista son diferentes según los hombres y sus circunstancias. Pero nos parece importante, en el capítulo XII, por ejemplo, señalar la honestidad científica del P. Barrado, que no desdeña nada de lo que pueda apoyar la paternidad del Tratado de la Oración, ni oculta ninguna de las razones de los contradictores. Desde su nacimiento hasta su muerte, desde su muerte hasta nuestros días, la historia biográfica y póstuma de san Pedro de Alcántara está trazada por su autor con asombrosa documentación, fino espíritu crítico y una prosa llana y noble, digna del tema. Este libro, por su contenido y por su forma, no solamente será útil a las personas piadosas, sino también indispensable a cuantos quieran tener un concepto claro de la vida franciscana en el siglo XVI. El historiador podrá disfrutar, asimismo, de una compulsa erudita, bibliográfica y documental de primera mano. Gracias, muchas gracias, querido P. Arcángel, por haber querido honrarme al desear que mi nombre figurase en las páginas introductorias de su admirable, de su extraordinaria biografía de san Pedro de Alcántara. Madrid, 18-19 de Julio, 1965.

A. RODRÍGUEZ-MOÑINO

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