AUTO DE LA CONFUSIÓN DE SAN JOSÉ

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R ANTONIO RODRÍGUEZ – MOÑINO (†) EDWARD M. WILSON

AUTO DE LA CONFUSIÓN DE SAN JOSÉ SUPRIMIDO EN 1588 POR LA INQUISICIÓN

Tirada aparte de

ÁBACO

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1973 3


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ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO (†) y EDWUARD M. WILSON, “El Auto de la confusión de San José, suprimido en 1588 por la Inquisición”.

ADVERTENCIA

VARIAS veces me habló de esta obra don Antonio Rodríguez-Moñino. El tema surgió por primera vez cuando citó los primeros versos de ella como anticipación en pleno siglo XVI de la retórica calderoniana. Años atrás había descubierto él este precioso texto entre los papeles de la Inquisición en el Archivo Histórico Nacional, y entonces lo hizo copiar. Yo le animé para que lo publicara, pero él, durante los últimos años de su vida, andaba tan ocupado con otros trabajos relacionados con la transmisión poética de los siglos de oro que no pudo hacerlo. En la primavera de 1969 don Antonio me entregó la copia a máquina de este auto y me propuso editarlo en colaboración. Otras ocupaciones me hicieron imposible empezar esta tarea hasta después de la muerte de mi grande amigo. Lástima que no tuviera los consejos y su crítica en la preparación del texto y en la redacción del prólogo. De manera que a don Antonio le pertenece el descubrimiento de la pieza y la primera copia del manuscrito. Yo la cotejé con el original en el Archivo Histórico Nacional y la he puntuado y acentuado según las normas modernas. A doña María Brey Mariño doy las gracias por los valiosos consejos que me ha dado en la redacción del prólogo y en otros problemas que han surgido en el texto de esta obra de Juan de Quirós, Jurado de Toledo. E. M. W.

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PRÓLOGO

EL AUTOR La historia del teatro español del siglo XVI es la de una serie de manifestaciones regionales cuya unidad es muchas veces difícilmente perceptible. Si los viajes de la compañía de Lope de Rueda se prolongan desde Sevilla hasta los puertos del Cantábrico, la actividad española de un Juan del Encina se concentra en Alba de Tormes, la de un Diego Sánchez, en Badajoz; y hacia fines del siglo nos encontramos con Lupercio Leonardo de Argensola en Zaragoza, con Juan de la Cueva en Sevilla y con el capitán Virués en Valencia. La importancia de Toledo como centro del arte dramático no está subrayada en las historias de la literatura, aunque las investigaciones de Donovan y de San Román (1) demuestran que el teatro litúrgico y las representaciones del Corpus allí tuvieron un gran arraigo medieval e igual florecimiento en la segunda mitad del siglo. La pieza que nos interesa aquí era destinada a una representación del Corpus en Madrid, y el que la escribió era toledano. San Román trata en detalle del lujo del Corpus toledano a fines del siglo XVI:

_______________ (1) R. B. Donovan, The Liturgical Drama in Medieval Spain, Toronto, 1958; Francisco B. de San Román, Lope de Vega, los cómicos toledanos y el poeta sastre, Madrid, 1935.

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El día del Corpus Christi se celebraban cinco autos con sus entremeses y una farsa sacramental; dos autos por la mañana y tres por la tarde, cada auto en su carro. La cantidad que cobraba la compañía por su trabajo era de 5.000 reales, aunque hubo años que se aumentó esta cantidad. También otros años, en vez de cinco autos, fueron cuatro los representados, y entonces el precio se rebajó a 4.300 reales o a 200 ducados. (2) Y de las representaciones de la octava también nos da informes interesantes: De modo análogo se verifican las representaciones de los autos de la octava del Corpus, pero en este día sólo se representan dos autos con tres entremeses, y por ellos se pagaba a la compañía 2.000 reales, y alguna vez 200 ducados. Era frecuente que la compañía que actuaba en Toledo el día de la Octava hubiese tenido a su cargo en Madrid los autos del Corpus, y en este caso se acostumbraba a repetir en Toledo los autos representados antes en Madrid. Tanto el día del Corpus como el de la Octava, las compañías obsequiaban a los mayordomos del Cabildo con la representación de una o dos comedias, en el lugar y a la hora que éstos indicasen. (3) Hubo, pues un vínculo fuerte entre los teatros religiosos madrileño y toledano. No es nada sorprendente que un dramaturgo toledano escriba para representarse en Madrid un auto para la fiesta del Corpus. Este escritor fue Juan de Quirós y Toledo, Jurado de Toledo, autor conocido, aunque poco estudiado, cuya comedia, La famosa toledana, se conserva manuscrita en la Biblioteca Nacional de Madrid y lleva la fecha de 1591. (4) Parece que la revisó don Francisco de Rojas Zorrilla, quien _______________ (2) Op. cit., p. liii. (3) Op. cit., p. liv. (4) 1374. Famosa toledana (La). / Comedia del jurado Juan de Quirós, vecino de Toledo. / Empieza.Tiros a mí, Garzarán. / Acaba. la famosa toledana. / Inédita, según la Barrera, y único manuscrito éste de Osuna. / Con fecha de 1591. Portada con dibujos a pluma, y al pie, en una cartela, busto de mujer que representa tal vez a la protagonista. Muchas enmiendas de mano de D. Francisco de Rojas, de quien son también los cuatro últimos versos de la Comedia. Pasta.- Res. 103. / Otro MS de 62 hojas, 4.º, letra del si-

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también añadió a ella los cuatro últimos versos. La Barrera nos explica que el cargo de jurado que tenía Quirós era el de regidor comisionado de los abastos de la ciudad. (5) También tenemos de Juan de Quirós y Toledo un soneto en honor de Las seyscientas apotegmas de Juan Rufo, entre los preliminares de aquel libro, publicado en Toledo por Pedro Rodríguez, Impresor de Rey nuestro señor, en 1596. (6) Hay unas citas laudatorias al Jurado en El viaje entretenido de Agustín de Rojas Villandrando: El jurado de Toledo, digno de memoria eterna, con callar está alauado; porque yo no sé aunque quiera… Rojas. Soy tan malo en esso de diuino, que no sé si vale algo vn disparate que he hecho; escuchalda, y si os pareciere bien se dirá, y si no el Jurado es vuestro amigo, y nos podrá remediar de todo. (7)

También Bartolomé Jiménez Patón en su Mercurius trimegistus de 1621 elogió algunos versos de la comedia mencionada. (8) No sabemos las fechas del nacimiento ni de la muerte de Quirós. Rojas Villandrando habla de él como si todavía viviese en 1602, y dos documentos encontrados por San Román testifican su presencia en Toledo en 1598 y en 1599:

____________________ glo XVIII, holandesa (Durán) – 14934. A. Paz y Meliá, Catálogo de las piezas de teatro que se conservan en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1935, p. 206. (5) Quirós (Juan de). (El Jurado.) Natural de Toledo; jurado (regidor comisionado de abastos) de la misma ciudad… Su Comedia Toledana, o sea La famosa toledana, que fue por él compuesta en el año de 1591, debió lograr grande aplauso representada; pero no se sabe de su publicación por medio de la imprenta. Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, Madrid, 1860, p. 315. (6) Juan Rufo, Las seiscientas apotegmas, Madrid, 1923 [pág. 13]. Debo esta referencia a don Luis Alberto Blecua, quien acaba de publicar una nueva edición de las Apotegmas de Rufo. También C. Pérez Pastor, La Imprenta en Toledo, Madrid, 1887, núm. 421, pág. 168. Rafael Ramírez de Arellano, Juan Rufo, Jurado de Córdoba, estudio biográfico y crítico, Madrid, 1912, pp. 63 y 72. (7) Marcelino Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela, NBAE, XXI, 496b y 515a. (8) La Barrera, loc. cit. Mi amigo Juan Manuel Rozas los citará en su edición de esta obra de Jiménez Patón.

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Doc. 52.- 12 de Junio de 1598.- “Gaspar de Porres, autor de comedias, vecino de esta muy noble ciudad de Toledo” da poder “al jurado Juan de Quirós y a Esteban Martín de los Reyes, capellán del coro de la santa iglesia desta ciudad de Toledo”… “para que puedan pedir y demandar recibir haber e cobrar todas e qualesquier bienes y otras cosas que me fueren debidos”… (9) Doc. 60.- 23 de Abril de 1599.- “En la ciudad de Toledo veinte y tres días del mes de abril de mill e quinientos e noventa e nueve años, ante mí el presente scribano público e testigos yuso escriptos, paresció Francisco de Ortega, vecino desta ciudad, que tiene arrendado del ayuntamiento desta ciudad el Mesón que llaman de la Fruta, donde se representan las comedias, e dixo que a él le conviene tomar por testimonio como hoy viernes veinte y tres del dicho mes, se representa en el dicho Mesón y que yo el dicho escribano se lo dé por testimonio como lo he visto representar: e yo el dicho escribano doy fee que hoy dicho día he visto representar a la compañía de Alcaraz, en el dicho mesón públicamente, la comedia El alcayde de Madrid, y de su pedimiento di este testimonio, siendo testigos Bernardino Martínez y Pedro de Canpos y Juan Quirós, vecinos de Toledo y lo firmo el dicho Francisco de Ortega. Francisco de Ortega”. (10)

Demuestran estos documentos y citas que el Jurado de Toledo seguía interesándose por la vida teatral toledana durante los diez años transcurridos después de la composición de La famosa toledana. Es posible que continuase también como dramaturgo, y la segunda cita de El viaje entretenido apoya esta conclusión; aunque no conocemos otras obras dramáticas suyas que la comedia de 1591 y el Auto de la confusión de San Josef de 1588, descubierto, entre los papeles de la Inquisición en el Archivo Histórico Nacional hace ya bastantes años, por don Antonio Rodríguez-Moñino. LAS DUDAS DE SAN JOSÉ El tema se deriva del primer capítulo del Evangelio de San Mateos, versículos 18-25: Christi autem generatio sic erat: Cum esset desponsata mater ejus Maria Joseph, antequam convenirent, inventa est in utero habens de Spiritu sancto. Joseph autem, vir ejus, cum esset justus, et nollet eam traducere, voluit occulte dimittere eam. Haec autem eo cogitante, ecce angelus Domini apparuit in somnis ei, dicens: Joseph, fili ____________________ ( 9) San Román, op. cit., p. 35. (10) Op. cit., p. 39.

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David, noli timere accipere Mariam conjugem tuam; quod enim in ea natum est, de Spiritu Sancto est. Pariet autem filium, et vocabis nomen ejus JESUM; ipse enim salvum faciet populum suum a peccatis eorum. Hoc autem totum factum est, ut adimpleretur quod dictum est a Domino per prophetam dicentem: Ecce virgo in utero habebit, et pariet filium; et vocabunt nomen ejus Emmanuel, quod est interpretatum: Nobiscum Deus. Exsurgens autem Joseph a somno, fecit sicut praecepit ei angelus Domini, et accepit conjugem suam. Et non cognoscebat eam donec peperit filium suum primogenitum; et vovavit nomen ejus JESUM.

Este trozo del Evangelio era accesible en gran parte a los que no sabían latín, por lo menos durante la primera mitad del siglo XVI, en la traducción por fray Ambrosio Montesino de la Vira Christi Cartuxano de Ludolfo de Saxonia, La generación de Jesu Christo tal era. Como fuesse desposada la madre de Jesús María con Joseph: antes que antrambos morassen en vno: fue hallada que estaua preñada de operación del Spíritu Sancto. E Joseph varón de la Virgen como fuesse justo: ɀ no la quisiesse lleuar a su casa quería la dexar secretamente. Pues estando Joseph con pensamiento de dexar a su esposa: ɀ auida ya desto determinación: embióle el Señor su ángel. E díxole. Joseph hijo de Dauid: no quieras temer ni dexar de tomar ala Virgen María tu esposa, porque lo que en ella es nacido verdaderamente de Espíritu Sancto es… Parirá vn hijo ɀ llamarás su nombre Jesús. Porque el hará saluo a su pueblo de todos sus pecados. ……………………………………………………………………………………………. Pues certificada Joseph dela marauillosa concepción ɀ virginidad de su esposa: leuantóse del sueño de su dubda por mandamiento del ángel: ɀ tomóla en verdadera compañera: ɀ biuió a manera de casado acompañado della. E Joseph no la conosció hasta que parió a su hijo primogénito… (11)

Ludolfo pasa por alto en esta versión de la profecía de Isaías citada por el ángel; unos folios antes –tratado de la Anunciación– tradujo parte de ella: Catad que la Virgen concebirá y parirá vn hijo… (12) ____________________ (11) La paráfraxis del Cartuxano está sacada del largo comentario de este episodio que contiene el capítulo VIII del primer tomo. Cito según la edición de Sevilla, 1530, de Juan Cromberger, fols. xlvixlviir. He resuelto las abreviaturas del original.

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Los versículos de San Mateos nos dan una historia sencilla de la resolución de un conflicto en la mente de un marido casado con una mujer más joven que él, asaltado de dudas con respecto a la virtud de ella. Por un lado la evidencia de la preñez; por otro, su deseo de ser “justo” en sus relaciones con ella y de no dejarse llevar por los celos del honor que iban en contra de toda la vida anterior de ella. El tema de sus “celos” era frecuente en el teatro religioso medieval de Inglaterra y Francia. En Inglaterra lo encontramos en los ciclos de York (núm. xiii), de Townley (n. x), de Chester (núm. vi) y de Coventry (núm. xii). (13) Supongo que no escasean representaciones visuales de las dudas de San José en el arte medieval tardío. En el retablo de la Catedral Vieja de Salamanca encontramos la escena conmovedora en la que la Virgen preñada, rodeada de varias mujeres, está leyendo un libro, mientras que San José, fuera de la casa, dormido y con preocupaciones, espera el mensaje del ángel que, con brazos cruzados, desciende desde arriba para desengañarle. (14) También existen escena parecidas en teatro primitivo catalán. Hay dos redacciones distintas de las mismas coplas, una de un monólogo pronunciado por el apenado santo, la otra de una escena dialogada entre él y “lo mosso” (el joven San Juan Bautista); aquél fue copiado en 1507/8, ésta en 1598/9, pero el monólogo es la fuente del diálogo. (15) No es sorprendente encontrar una situación parecida en la primera escena de la famosa Representación de Gómez Manrique (¿1412?-¿1490?). De Gómez Manrrique. La representaçión del naçimiento de Nuestro Señor, a instancia de doña María Manrrique, vicaria en el monesterio de Calabaçanas , hermana suya. Lo que dize Josepe, sospechando de Nuestra Señora O viejo desventurado! negra dicha fue la mía en casarme con María

_______________ (12) Isaías, VII, 14. Vita Christi. I, xxxvii r. (13) E. K. Chambers, The Mediaeval Stage, Oxford, 1903, II, 322. (14) Debo la noticia de esta pintura y una fotografía de ella al docto Archivero de la Catedral de Salamanca, don Florencio Marcos Rodríguez, a quien doy mis sentidas gracias. (15) Don Francisco Rico me habló del trabajo de don Juan José Romeu Figueras, “La canción popular navideña, fuente de un misterio dramático en técnica medieval”, Anuario Musical, XIX (1958), 167-184, en el la relación entre los dos textos queda establecida. A él y a don José Romeu Figueras tengo que agradecer el envío de tan interesante separata.

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por quien fuesse desonrrado. Ya la veo bien preñada, no sé de quién, nin de quanto; dizen que de Espíritu Santo, mas yo desto non sé nada. La oración que faze la Gloriosa Mi solo Dios verdadero, cuyo ser es inmouible, a quien es todo posible, fáçil e bien fazedero! Tú que sabes la pureza dela mi virginidad, alumbra la çeguedad de Josep, e su sinpleza. El Ángel a Josepe O viejo de muchos días enel seso de muy pocos, el prinçipal de los locos, tú no sabes que Ysayas dixo: Virgen parirá: lo qual escriuió por esta doncella gentil, onesta cuyo par nunca será.

Estos veinticuatro versos forman una especie de prólogo a la Representación. En ellos, un lenguaje coloquial y realista por parte de San José, y las palabras del Ángel son casi insultantes para aquel buen viejo. Recordemos como el culto de San José no estaba muy arraigado en el siglo XV (La fiesta del 19 de marzo no se introdujo en el calendario romano hasta 1479), aunque después llegó a tener muchísima resonancia en todos los países católicos. En 1588 (fecha del auto de Quirós) hubiera sido imposible llamarle “el principal de los locos” y darle un papel casi cómico. Los versos candorosos e ingenuos de Gómez Manrique hubieran horrorizado a los censores eclesiásticos de la obra de Quirós. Mucho más complejas y más sutiles, sin embargo, eran las ideas sobre este incidente resumidas en la Vita Christi Cartuxano, libro que tuvo una gran divulgación en la Península durante el siglo XVI. Hubo una 14


versión catalana de Joan Roig de Corella impresa en Valencia (¿15001513?), pero más fama y mayor difusión tuvo la castellana de Fray Ambrosio Montesino, cuyo primer tomo fue impreso en Alcalá de Henares en 1502 y en Sevilla en 1530, en 1537 y en 1551. Utilizamos este trabajo para poner en claro la supuesta falta de ortodoxia católica del Auto de Quirós. En este libro aparecen ideas alumbradas por otros teólogos de la Edad Media, quienes vieron en la confusión de San José antes de la revelación angélica la humildad de un hombre que se sentía indigno de ser el marido de la Santa Virgen. No es posible buscar todas las referencias a este asunto que se encuentran en la literatura religiosa del siglo XVI. Pero citaré alguna vez el sermón de San José del Beato Juan de Ávila (quien murió en 1569) aunque no se imprimió hasta 1596, la Flos sanctorum del P. Pedro de Rivadeneyra (primera edición, 1599) y otro sermón de Fray Diego de la Vega, impreso en 1602. Así podremos apreciar el valor de los argumentos de los censores del auto y juzgar la justicia de su supresión. Después intentaremos examinar los méritos de la pieza y referirnos a otras obras literarias dedicadas al mismo tema. El texto de Ludolfo nos da dos versiones de las causas de la inquietud del Santo. La interpretación popular parece implícita en estas palabras: Pues [San José] considerando dentro de sí estar su esposa preñada: ɀ no sabiendo la claridad de tan gran mysterio, cierto padescía dolorosa turbación… No la quería passar a su casa por no la diuulgar ɀ infamar: porque no fuesse apedreada como adúltera. (16)

Pero después nos da la otra explicación: O puédese mejor entender desta manera. Que no la quiso leuar a su casa, para que decontino morassen en vno: ca por la virtud del mysterio que él no sabía, se tenía por indigno desu compañía tan santa ɀ tan excelente: ɀ por esto dize, que la quiso dexar en secreto (esto es) a sus padres delos quales la auía recibido: ca Joseph bien auía leydo la escriptura, que dize. Nascerá vna rama de la rayz de Jessé [Isaías, XI, 1], de donde sabía ser procediente el linaje de su esposa: ɀ tambien auía leydo la prophecía que dize. Catad que la virgen concebirá [Isaías, VII, 14]: y creya que esta prophecía se cumplió enella en especial porque (después que concibió) assí resplandeció su cara por causa dela diuinidad que la deificaua: que por el gran resplandor, a penas la podía mirar con los ojos: ɀ avn quando la miraua con assaz dificultad: no la podía acatar sin algún temor: ɀ por esto se quiso humillar ante tan gran dignidad ɀ gracia: teniendo se por muy indigno de morar con virgen de tan grande sanctidad. (17) 15


Después apoya esta interpretación con lugares de San Jerónimo y de San Juan Crisóstomo. Parece que el Cartuxano prefiere la segunda interpretación: San José no tuvo celos de la Virgen, sino que se sintió indigno de ser su compañero. El Beato Juan de Ávila –con gran elocuencia– no pasa por alto la posibilidad de que San José tuviera celos de honor. Después de referirse a las mercedes otorgadas al Santo, explica cómo Dios le envió “hiel después de la miel” y quiso probar la fidelidad de su “amigo”; que no es posible “celebrar Pascua de Resurrección si no pasan por Viernes Santo, que es día de pasión”. Continúa: Josef vió a nuestra Señora estar preñada, por tener su seno crecido; de lo cual recibió tan grande alteración y tristeza entrañables, cual no se puede decir. ¡Oh bienaventurado varón, y de cuántas angustias es tu corazón combatido! ¡Y cómo Dios te ha lastimado en las mesmas niñas de tus ojos, pues ves preñada a tu esposa, y nunca has llegado a ella, ni pensaste llegar; porque ella y tú entrambos tenéis hecho voto, de común consentimiento, de guardar virginidad por toda la vida! Estaba el santo varón como fuera de sí, y por otra parte acordándose de la bondad de esta Virgen y de las grandes señales que de sí daba para ser creída. (18)

En primer pone Juan de Ávila el sentimiento de un marido posiblemente afrentado, “pues esta pasión de celos, concebidos aun con pequeña ocasión, atormenta sobre manera a los maridos”. Después subraya la bondad de la Virgen y cómo a San José “parecíale cosa imposible caber maldad en vaso de tan excelente bondad… y por aquel rato huían las malas sospechas, y reprehendíase de ellas; pedía en su corazón perdón a Dios y a su esposa y descansaba y estaba contento”. Según Ávila estos dos sentimientos predominaban alternativamente en el alma del Santo. Después se refiere a la segunda explicación dada por Ludolfo de Saxonia. “¿Qué sé yo si Dios ha hecho alguna obra milagrosa de las que suele, sobre toda humana razón? –se pregunta– Pues esta bendita mujer es dotada de tan excelente santidad, y por eso muy aparejada para que Dios haga en ella obras excelentes y maravillosas. Y si esto es así, yo no soy digno de estar en su compañía; y si no es así, yo no la quiero infamar con acusarla…” (19) ________________ (16) Ed. cit., fol. xlvi r. (17) Loc. cit. (18) Beato Juan de Ávila, Obras completas, II, ed. Luis Sala Balust, Madrid, 1953, p. 1163.(19) Ibid., pp. 1164, 1167.

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Por estas razones se decide a “dejarla e irme secretamente, porque nadie me pregunte el por qué; y así ni la infamaré, ni me pondré en peligro de morar con ella si no es buena, ni me atreveré a estar con ella si es tan santa, que Dios ha hecho en ella milagro de haber concebido sin ser de mí ni de otro varón”. En este sermón el Apóstol de Andalucía trata de reconciliar las dos explicaciones dadas por la teología medieval, aunque el lector (y creo que el oyente del siglo XVI también) queda más impresionado por la primera que por la segunda. El padre Rivadeneyra nos dice que: quando se desposó con la Virgen, era [San José] vir, que en Latin quiere decir, Varón, y hombre ya maduro, y robusto, que ni es moço, ni viejo; para que entendamos que era de mediana edad, como era necesario que lo fuesse, para que se creyesse que Christo nuestro Señor era su hijo, y la Madre no se tuviesse por adúltera, y él tuviesse fuerças para tantos trabajos, como avía de passar en servicio de la Madre, y del Hijo. Y assí no era tan viejo, ni tan decrépito como algunos dizen, y los pintores pintan, lo qual hazen (por ventura) para significar, que en aquella tan vieja edad no podía aver ardor de concupidencia, y para guardar a la Virgen el decoro que se le deve. Mas la castidad es don de Dios, y para alcançarla no bastan solos los muchos años, y canas, y la gracia es superior a la naturaleza. (20)

Aquí se aparta de la interpretación dada por Gómez Manrique y el teatro popular medieval. Después Rivadeneyra hace hincapié en el epíteto “justus” dado por San Mateo a San José, “que quiere decir, que no solamente tenía aquella virtud de justicia, que es una de las quatro virtudes cardenales… sino también la otra justicia vniversal, y perfecta, que abraça todas las virtudes, y consiste en el cumplimiento de toda la Ley de Dios”. Por esta razón quiso actuar como benigno y misericordioso, mirado y prudente. Así tuvo que reconciliar la obligación de su persona con lo que debía a la persona de la Virgen, y ser prudente en no arrojarse “a cosa de que a ella se le pudiesse seguir infamia, y dexarse llevar de la passión de los zelos, que suele ser tan furiosa en los Esposos que mucho se aman”. Después de esta explicación nos da Rivadeneyra la otra, que “S. Josef era justo, que quiere decir humilde” y “por esta humildad, conociendo la Dignidad de la Virgen, y el Misterio inefable que Dios avía obrado en ella; se tuvo por indigno de estar en su compañía, y servirla”. Y finalmente nos dice como: ____________________ (20) Pedro de Rivadeneyra, Flos sanctorum, de las vidas de los santos, 3 tomos, Barcelona, 1734, I, 437.

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Otros Santos Doctores siguen la opinión media, y dizen, que S. Josef, ni creyó cierto mal de su Esposa, por verla tan santa, ni entendió el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en sus entrañas tan perfectamente que estuviesse dudoso, y perplexo: y que assí tomó por partido el dexarla, para no tener parte, o en la culpa del adulterio, si la avía, o en la infamia de la Virgen, si era inocente: y que el Señor permitió, que tuviesse esta angustia, congoxa, para provarle como a justo, exercitarle como a Santo, y darle ocasión de mostrar sus grandes virtudes, y hazerle digno testigo, y aprobador de la pureza de la Virgen, y de aquel Sagrado parto. (21)

El sermón de 1602 de Fray Diego de la Vega apenas menciona la segunda explicación resumida por el padre jesuita. En admirable prosa hace la siguiente recreación del ánimo atormentado de San José antes de la visión: Como fuese justo, no quiso denunciarla a la justicia, viendo que estaba preñada, sino daba traza cómo dejarla y darle cantonada, porque él no alcanzaba tan gran sacramento. Ha dicho que era justo, y ahora parece que viene la prueba; que la prueba de los justos suele ser la tribulación; es la piedra del toque, donde se descubre la fineza del oro y sus verdaderos quilates. No fue pequeña la que aquí padeció el santo José, de ver preñada a la Virgen y no entender el misterio. Porque, dejando aparte el sentimiento de los celos, aun cuando se quedan las imaginaciones dentro de la jurisdicción de las sospechas sin pasar adelante, no sólo entre gente de honra y que tiene sangre en el ojo suele ser mal rabioso, pero aun en la gente sin honra y sin sangre; dejado esto aparte, tenía el glorioso Santo evidencia de la preñez, porque lo veía con los ojos, que no se podía encubrir; y si era su corazón combatido de dos tan grandes contrarios, como la virtud y la honestidad de su esposa y la evidencia del caso, no pudo dejar de tener gran sentimiento y de verse confuso. Los ojos del cuerpo afirmaban lo que negaban los del alma; los unos fabricaban máquinas y tejían pensamientos, y los otros los deshacían; y así eran las telas de Penélope, que lo que los unos tejían, destejían los otros. Encerrábase a solas en su aposento, daba y tomaba en aquesto, revolvía en su pecho un mar de tristes pensamientos. ¡Qué apretado se vio su corazón! ¿Quién duda sino que diría con palabras de mucho corazón? ¡Oh triste suerte, oh desventura grande, oh mundo trocado, oh vueltas de fortuna, cuán presto se me ha acabado toda mi gloria! ¡Secado se me ha mi primavera, eclipsado veo el sol de mi ventura, pues tengo que ausentarme de la que lucía en mis ojos! ¿Es posible que tengo yo de dejar a mi esposa María? ¡Oh duro caso, que viva yo, y viva sin ella! ¿Qué vida haré yo sin aquella que ha sido todo el bien de mi vida? Quien está hecho a su agradable presencia, a su dulce compañía, a sus sabrosas palabras, a los regalos de su mano, ¿cómo la tendrá para firmar su repudio? ¡Oh María!, y ¿qué mano habrá que eso emprenda? A lo menos, no será la mía, no la de este desdichado de tu esposo, que por tan dichoso solía tenerse. Por ese mundo me iré como ___________________ (21) Ibid., loc. cit.

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hombre aburrido y confuso. Más quiero faltar a mi gusto, que no ofender a tu fama: Voluit occulte dimittere eam. (22)

Los cuatro teólogos citados arriba trataban de poner en claro los sufrimientos de San José, fueran por los celos de un marido en duda, fueran por la humildad de un hombre santo ante un fenómeno sobrenatural. En los dos sermones –obras compuestas para un auditorio grande– encontramos que el énfasis del predicador cae sobre los celos del Santo, porque el público aprecia mejor los sentimientos de un marido posiblemente afrentado que los escrúpulos de un hombre que se considera indigno de una gracia sobrenatural. El Cartuxano y el P. Rivadeneyra, sin negar la otra interprestación del episodio, lo miran con ojos menos mundanos y tienden a preferir un San José humilde a un San José celoso. Veremos cómo los censores del auto de Quirós casi negaron la posibilidad de que, antes de la aparición del ángel, San José pudiera tener celos de la Virgen María. EL MANUSCRITO Y LOS CENSORES El manuscrito del auto tiene ocho hojas en cuarto. Empieza en el folio segundo y termina en la vuelta del sexto. El parecer de Fray Jerónimo de Aguiar se encuentra en el fol. 6v, al fin del texto, y las otra hojas del pliego quedan en blanco. En el recto del primer folio está la censura de Fray Juan de Orellana. La de Fray Jerónimo de Guevara se encuentra en otro papel que no forma parte del pliego. Sería conveniente aquí hacer un resumen de la obra: i.1-80. Soliloquio de San José. Duda sobre la preñez de la Virgen, en contraste con las evidencias de su virtud. Conflicto sobre el amor y el honor (1-40). Decide no tomar las decisiones legales prescritas por la antigua ley de Moisés (41-56). Oración de San José (57-80) ii. 81-136. San José y la Virgen. Él se refiere a sus penas con la metáfora del madero que no puede labrar (81-104). Ella percibe su preocupación y le ruega que confíe en ella (105-122). Él se marcha de la casa con el pretexto de comprar algo para ella (123-136). iii. 137-156. Oración de la Virgen. Que Dios alumbre desta verdad a Josef, mi esposo aflicto. ___________________ (22) Miguel Herrero García, Sermonario clásico, con un ensayo sobre la oratoria sagrada, Madrid, 1942, p. 30.

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iv. 157-196. San José, en el campo, hace otro soliloquio. Decide que no hay otro remedio sino abandonar a su esposa. Échase a dormir. v. 197-308. Riña entre la Imaginación y la Verdad. vi. 309-328. La revelación a San José del Ángel. vii. 329-364. San José se da cuenta del significado de las palabras del Ángel. vii. 365-396. La Verdad derrota a la Imaginación. ix. 397-436. Soliloquio de la Virgen, sola en la casa de San José. x. 437-536. Reunión de la Virgen con San José. xi. 537-563. Escena entre la Virgen y las cuatro gitanas. xii. 564-576. Palabras finales de San José. Examinemos ahora las tres censuras por orden cronológico. Primero, la aprobación de Fray Jerónimo de Aguiar, que fue firmada el Viernes Santos de 1588. Según este censor el auto se podía representar, “porque no ay en él cosa que no sea católica y devota”. Al mismo tiempo señala una copla que necesita corrección, porque dice que “el parir vna virgen es contra naturaleça”; si hubiera dicho Quirós que era “sobre todas las fuerças suyas” no habría dicho herejía. Notemos con curiosidad que don Luis de Góngora fue acusado póstumamente de haber cometido una falta parecida en el soneto que empieza “Si ociosa no, asistió naturaleza…” (23) En verdad hay dos lugares señalados en la misma escena (la que llamo yo la décima) entre la Virgen y su esposo. El primero está al principio de la escena:

OJO /-/-

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Perdona, Virgen sagrada, a Josef, si os ofendió, puesto que no sospechó de v[uest]ra linpieza nada; que sola la confusión de ver ese rrelicario, a lo natural contrario,

________________ (23) El censor era el P. Pineda, quien dice en su censura de la edición de Góngora hecha por Vicuña: “Dize [Góngora] que la naturaleza de la Sma. Virgen, fue incapaz de la limpieza de su concepción, aunque fue limpia, porque dize: Si ociosa no, assistió naturaleza incapaz a la tuya, o gran señora, concepción limpia, etc. No habla bien, porque la naturaleza criada no es incapaz de los dones y bienes sobrenaturales” Prólogo de Dámaso Alonso a las Obras en verso del Homero español, edición facsímil, Madrid, 1963, p. xxxiii. En algunas ediciones posteriores la palabra “admirada” fue puesta en lugar de “incapaz”. E. M. Wilson, “Variantes nuevas y otras censuras en las Obras en verso del Homero español”, BRAE, XLVIII (1968), 49.

20


{ {

pues no conocéis rrazón, me traya amedrentado…

(445-453)

El segundo, dicho también por San José, ocurre unos treinta versos más tarde:

/-/-

Sé que eres firme argumento do se prueba lo ynposible por rrazón yncomprehensible, que ygnoró mi entendimiento.

(485-488)

Hubiera sido fácil corregir estos dos deslices. Pero, según los otros censores, había otras cosas en la obra imposibles de rectificar. Notemos también que según Fray Jerónimo de Aguiar, la obra se intitulaba El auto de la confusión de San Josef. Fray Jerónimo de Guevara se refiere a él como “de los çelos de S. Joseph”. Este padre agustino criticó duramente la obra de Quirós, aunque no la había leído. Su parecer está fechado en Madrid a 12 de mayo de 1588. Se basó en los rumores que corrían entonces por la Corte de que el Jurado de Toledo ya tenía escrita una obra “para representar de lo que pasó en el pecho de San Joseph quando vio preñada a su esposa” y que iba a llamarse “De los çelos de S. Joseph”. Después pide la supresión de la pieza, porque “la limpieza de la sacratíssima Virgen no es buena para andar en comedias”. Añade que “es falso y más que falso pensar que en el ánimo de San Ioseph titubeó el crédito de la Virgen”, apoyándose en los comentarios de los santos Basilio, Jerónimo y Bernardo y de Orígenes. Si la obra llega a representarse en Madrid correrá por otras provincias y afectará adversamente “la paz sabrosíssima de la fe en que nacimos y moriremos”. El mérito literario que puede tener la obra no es del caso cuando se trata de “escupir en los coraçones” de los fieles inquietudes sobre un asunto tan delicado. El auto se llama Zelos de S. Ioseph, y aun si no se llama así, éste será el título que correrá de boca en boca. Como verá el lector, la denuncia del agustino no está mal redactada, pero no se basa en el texto escrito sino en rumores y en prejuicios de principio que podían ser equivocados. Dos días después salió el juicio definitivo del Fray Juan de Orellana. Primero señala cómo Quirós se aparta del Evangelio cuando hace que San José abandone la casa de la Virgen; lo que había dicho San Mateo era Voluit occulte dimittere eam. Además, “no permitió Dios que procediesze el negocio tan adelante ni por mucho tiempo”. Después menciona Fray 21


Juan los dos lugares del auto antes censurados por Aguiar. Finalmente opina que el problema de las supuestas dudas o sospechas del Santo es “cosa difficultada” entre los intérpretes. El autor no se dio cuentas de aquellas dificultades; él no conoce, o no hace caso de la opinión de que José quiso apartarse de la Virgen por admiración de su santidad, ni apoya a otros doctores que sostenían la sospecha o la duda. Se ve que este censor había leído con atención la pieza, pero también es posible creer que exageró las críticas teológicas, y no se dio cuenta de las necesidades de una obra destinada a un público que no iba a apreciar las sutilizas de las escuelas. En vista de sus palabras no es posible dudar de que la representación de la pieza fue prohibida. El manuscrito permaneció virtualmente desconocido hasta que fue descubierto y copiado por don Antonio Rodríguez-Moñino. LA CONFUSIÓN DE SAN JOSÉ: OBRA TEATRAL Aunque no llegara nunca a representarse este Auto de la confusión de San José, las acotaciones pueden citarse como evidencia de las posibilidades escénicas del teatro religioso en el año de 1588. El escenario de las primeras escenas incluye una tienda y un banco de carpintero, una nube y un monte. Suponemos que se trata de la representación de un auto con dos carros, con la nube encima de uno y el monte en el otro. La tienda y el banco del carpintero estarían debajo de la nube, y San José medita y trabaja allí y en el tablado. En la segunda escena la Virgen sale, “hilando lino”, y así vemos el cuadro realista de un marido artesano con su azuela o cepillo, la mujer preñada y con sus aparejos de hilar. Escena que pone en claro el lado humano de los dos santos, muy parecida a la vida de todos los días de los artesanos y de las mujeres que hubieran visto la representación. En la tercera escena José, con su báculo y calabaza o alforja, iría hacia la casa del monte, y allí duerme. El conflicto que pasa en su mente se ejemplifica en la riña entre la Imaginación y la Verdad, que tendría lugar en el tablado. La lucha se interrumpe cuando habla el Ángel, quien sale de la nube que está encima de la casa de San José. Este despierta, hace otro soliloquio y vuelve a casa. Después la resolución del conflicto se refleja en la victoria de la Verdad sobre la Imaginación, quien finalmente “vase arrastrando… por la casa del monte”. Volvemos al primer carro, donde la Virgen, apenada, se lamenta sobre las herramientas de su marido ausente, y 22


ve en la sierra y en el martillo los símbolos de la Pasión de su Hijo. Vuelve San José, y tienen lugar las escenas en las que se reconcilia con su esposa. La escenificación de la obra es sencilla, pero muy apropiada a la acción. El verso y las estrofas no presentan complicaciones. Consta el auto de 576 octosílabos en redondillas (a-b-b-a). Quirós las manejó con soltura; a veces hay encabalgamientos de una en otra, otras veces se cierran con un punto final en el verso último. Generalmente la expresión es fácil de comprender, y muchas imágenes se toman de la vida corriente. Pero supo también el autor variar la intensidad de la expresión, y hay verdaderos aciertos en el curso de esta obrita: y desta ocasión presumo que mi pensamiento es humo, donde a ciegas me escurezco.

(186-8)

Por sin honrra me tenía teniéndoos, Birgen, a vos, y állome junto a Dios y con vuestra compañya.

(337-40)

Teniendo aquesta azucena, Josef, ¿tenéis corazón de darle en nada pasión? ¿Merece esta rrosa pena?

(541-5)

La ternura de estos versos contrasta con la retórica casi calderoniana de los primeros del auto: Amargo y triste cuydado, bano pensamiento ciego, viua centella de fuego que en seca yesca a saltado: ¿de qué banas ylusiones bas contaminando el pecho? ¿qué torre de viento as echo con piedras de sinrrazones? (1-8)

Otro contraste de estilo se ofrece en las dos escenas (v, viii) de combate entre la Imaginación y la Verdad, donde los insultos unidos a la acción llegan a tener una fuerza casi cómica; dice la Imaginación: 23


Yo soy la dulçe y amorosa; gusto al bien, consuelo al mal, no tú, como desleal, aborreçible y odiosa. No ay ninguno que me enoje; bedo, y mando, qual señor; boluiéndome del color del que en su pecho me acoje. (273-80)

También hay otra escena en la que se utiliza el “hablar equívoco” tan elogiado, y tantas veces practicado, por Lope de Vega. San José, para disimilar a la Virgen sus tormentos espirituales, pretende que tiene dificultades en su trabajo de carpintero: Lidiava con un madero, que su fuerza es tan nociba… que la mía no le yguala, y me quebranta y derriba… (84-8)

La Virgen le recomienda tomar otro madero, pero él dice que, cuando quiere hacerlo, topa en las manos el mismo madero difícil. Como en la escena alegórica la Imaginación (de San José) parece enemigo peligroso de la Verdad, el madero duro del taller es símbolo de las sospechas injustas que tenía de la Virgen. Así se reflejan, en la vida diaria y en la alegoría de la riña, las dudas del Santo, dudas que finalmente se resuelven por las voces del Ángel que sale de la nube, mundo superior al actual y al de la mente de José. Creo que hay cierta fuerza en algunas frases de la censura de Fray Juan de Orellana. Decir que San José abandonó a la Virgen era interpretar muy libremente el texto de San Mateo. Aquí no se pueden alegar las ideas aristotélicas sobre la verdad poética y la histórica, porque todo autor de autos sacramentales o de nacimiento tuvo que idear su obra a la luz de la doctrina de la Iglesia. No sería ésta una falta muy grave, pero apoyaba las otras críticas del fraile. Después de leer cuidadosamente el auto me parece que Quirós no logró situar el auto al nivel exigido por este censor; sin embargo creo que hizo una obra digna y conmovedora sobre las dudas de San José y sobre su resolución. Y por toda ella se respira una atmósfera de devoción popular pos-tridentina a la Virgen y a su santo marido.

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Insinúan los censores que Juan de Quirós era poco instruido en cuestiones teológicas, y si le comparamos con el Cartuxano, con el Beato Juan de Ávila o con el padre Rivadeneyra, podemos estar conformes con ellos. Al mismo tiempo, si leemos este auto con simpatía, vemos cómo su autor tenía conocimientos no del todo vulgares de la doctrina cristiana y de la historia sagrada. Alude a la pena de muerte por lapidación decretada por la ley de Moisés a la adúltera (34) (San Juan, 8, 1-11; Deuteronomio, 17, 5); la prueba del vaso en el Templo precisada en el libro de los Números (5, 11 et seq.) (versos 45-8). El Ángel habla a San José, diciéndole como: aquel venturoso muro de María soberana no lo edificó barón, aunque ha sido la ocasión barón y flaqueza humana.

(312-16)

Estos versos se basan en la idea de la felix culpa. Cita también la famosa profecía de Isaías (7, 14) (versos 323-8); con la glosa católica de que fuera virgen antes y después del parto de Jesús. Perfectamente cristiana es la resignación de ella en la ausencia de su marido: Pero Tú saues mejor lo que ynporta; a Ti lo dejo; que será darte consejo atrevimiento mayor. (401-4)

Vieja es la tradición que ven las herramientas de San José los instrumentos de la pasión de Jesu-Cristo (425-36), y la referencia que hace ella a “su cordero” trae a la memoria del lector el recuerdo del Agnus Dei de la Misa. Cuando San José llama a María “divino papel” (465), “claro espejo” (469), “águila sacra y rreal” (477), emplea viejas metáforas litúrgicas; la referencia al pelícano (480) como símbolo de Jesu-Cristo ocurre en uno de los himnos eucarísticos compuestos por Santo Tomás de Aquino. De manera que la obra está empapada en tradiciones viejas religiosas, aunque no tuviera su autor los conocimientos teológicos de los que censuraron estos versos. La escena casi final entre la Virgen y las cuatro gitanas parece ser un episodio accidental de la pieza. Tenemos aquí que recordar el desprecio con que entonces y durante el siglo XVII se miraba a los recién-venidos 25


“egipcianos”. (Consúltese, por ejemplo, el discurso sobre “La expulsión de los gitanos” impreso entre los ensayos llamados Restauración política de España, de Sancho de Moncada, Madrid, 1619.) En la escena breve de Quirós, las gitanas bailan, pronuncian una buenaventura del Niño Jesús y se muestran respetuosas con la Virgen y reprenden ligeramente a San José. Se incluyen en la obra estas gitanas y se portan bien; el sacrificio del Salvador puede salvar también a ellas. Para apreciar debidamente esta obrita tenemos que mirarla como la concibió su autor: la resolución de la confusión de San José frente a la preñez de la Virgen María, cuya causa desconoce. Aprecia las virtudes de ella, no cree en su corazón que le haya ofendido ella, pero, en cambio, no aprecia –antes de las declaraciones del Ángel– que puede ser sobrenatural. En todas las escenas en que interviene el Santo, hay rasgos finos de expresión que nos hacen apreciar las dudas que tuvo o su felicidad después de la revelación angélica. En un lugar habla de la niebla oscura de sus ojos tenebrosos (75-6); después reconoce que cuando los ojos estaban cerrados “deshizistes vuestro engaño”. Por los pies salió él de su casa (157 et seq.); luego los llama para que le volvieran adonde antes salieron (349-52). El entendimiento le había traicionado; después saldría como testigo de las virtudes de su Virgen Esposa. Las dudas del marido están contrapesadas por la constancia de ella. Y no faltan otras escenas de contraste, aunque relacionadas con el tema principal: la lucha de la Verdad con la Imaginación y la victoria de aquella sobre ésta. Finalmente la llegada de las gitanas aligera la obra, que termina con los advenimientos del Santo sobre los peligros de los juicios apresurados y temerarios que pueden conducir a pecados y a crímenes (564-76). Dentro de su género y de sus límites, este Auto de la confusión de San José es una pequeña joya del arte religioso popular del siglo XVI.

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Sobre la comedia q[ue] se avía de rep[rese]ntar en esta Villa [el día] del Corpus.

Fray Gerónymo de Guevara de la orden de S. Agustín diçe que a su noticia a venido que entre los autos que se an de representar en las fiestas venideras del Corpus, ay vno cuyo título es De los çelos de S. Joseph. Y cree ser esto verdad así porque se a derramado ya esta voz por el pueblo como porque aurá tres semanas que Juan de Quirós vecino y jurado de la çiudad de Toledo le dixo q[ue] tenía compuesta una obra para representar de lo que pasó en el pecho de San Joseph quando vio preñada a su esposa. Pide pues y supp[li]ca a V. S. mande no solo que el dicho auto no se represente, pero que se recoja y se queme, y al autor dél que no haga otro jamás de semejante materia por[que] dexado a parte que la limpieza de la sacratíssima Virgen no es buena para andar en comedias, y es falso y más que falso pensar que en el ánimo de San Ioseph titubeó el crédito de la Virgen o que no vbo la menor sospecha del mundo contra su honestidad según la doctrina de S. Basilio, y S. Gerónymo, Orígenes y S. Bernardo, y lo que más es según expreso texto del Evangelio, conforme S. Bernardo lo declaró, dexado esto aparte, de que el dicho auto por muy católico que sea se represente aora en Madrid, y luego se derrame por todas quantas prouincias ay en el reyno no ay provecho alguno que poder esperar attento que todos dormimos en una paz sabrosísima de la fe en que nacimos y moriremos, y ay alguna curiosidad que temer entre tantos y tan differentes ingenios, y en artículo tan delicado como lo advirtió S. Ambrosio. Podría tener este auto quien le amparase diciendo ser vna obra de grandísimo ingenio, y no aduierten que es eso lo peor q[ue] ay en ello por[que] tanto más se abrazará y se esparciará por el reyno, e irá haçiendo lugar con el artifiçio para entrarse en los coraçones, y escupir en ellos alguna inquietud, de que hace manifiesta profesión el título de la obra, pues se intitula, Zelos de S. Ioseph. – Dirán así mismo que este título no le tiene la obra, sino que sin saber cómo, ni cómo no, se le an puesto, y q[ue] fácil es poner otro, y engañarse an por esto, porq[ue] ya el daño está echo y todo el mundo no será parte a emendarlo, mas siempre le llamará el vulgo Auto de los zelos de S. Ioseph. – Por tanto pido y supp[li]co a V. S. le apague con la mayor presteza que ser pudiere, en Madrid a doce de mayo de 1588. F.Gmº. de Guevara [rubricado]* 27


El auto q[ue] por más honesto vocablo intitulan confusión y no zelos de St Ioseph, contiene y representa en la mayor p[ar]te suya por no sé quantas scenas vna falsedad manifiestam[en]te contraria a la historia evang[éli]ca y es q[ue] de hecho St. Ioseph dexase a n[uest]ra s[eño]ra. Voluit (dize St. Mattehaeo) occulte dimittere eam. Haec aut[em] cogitante. Ecce. Fue poco el t[iem]po q[ue] lo pensó, y es p[ar]ticular advertim[ien]to de los intérpretes del lugar evangé[li]co q[ue] no p[er]mitió Dios q[ue] p[ro]cediesze el negocio tan adelante ni por mucho tiempo. Vienen justíssimam[en]te notadas dos propo[sicio]nes con esta señal /-/- Finalm[en]te la inteligencia deste lugar evang[éli]co si el S[an]to Ioseph tuvo sospecha o duda de la sanctidad de n[uest]ra s[eño]ra o no es cosa difficultada entre los doctores s[an]tos y entérpretes del Evang[eli]o y no ay menos por la p[ar]te aff[irmati]ua q[ue] por la contraria y los predicadores no harán poco si salen bien desta duda delante del vulgo. Y los representantes sin duda le escandalizarán dando ocassión q[ue] vnos sientan mal de Sant Ioseph si tuvo sospecha o duda, otros por[que] verdaderam[en]te la tuvo, otros sentirán que fuera mejor prevenir todo esto y q[ue] el Ángel appareciera antes de la confusión. Y el autor deste auto no sabe lo q[ue] dice por que ni bien con vnos s[an]tos se aparta Ioseph de n[uest]ra s[eño]ra sin confusió[n] de la culpa en n[uest]ra s[eñor]a sino por admiración de su s[antida]d, ni bien con otros por sopecha o duda. En S[an]to Tho[m]ás 14 de Mayo 1588 Fray Juº de Orellana. * Estará a un lado una casa y una tienda y un banco de carpintero; encima de la casa, muy alta, una nube, y del otro cabo un monte con su casa devajo. Sale San Josef a trabajar a su tienda y abrá herramyentas y un madero pequeño. JOSEF.

Amargo y triste cuydado, bano pensamiento ciego, viua centella de fuego que en seca yesca a saltado: ¿de qué banas ylusiones bas contaminando el pecho?

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________________ *Puntuación del original. E. M. W.

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¿qué torre de viento as echo con piedras de sinrrazones? ¿En mi esposa pones mengua, ymaginación maldita? ¿Qué furor te precipita? Trueca sus conceptos, lengua, rejida de la rrazón que ojos y entendimiento te ofrezen cada momento de su limpio coraçón. Mas ¡ay! ¿cómo asigurada estará el alma penosa, biendo a María mi esposa sin mí, su esposo, preñada? Su bondad es evidente y linpieza de su pecho; mas la ebidencia del echo me aprieta confusamente. Si por la afición y amor que a mi dulce esposa tengo callo, y con esto me abengo, dame bozes el honor. ¿Por qué en v[uest]ra ley, mi Dios, quando en ella me ligáis, a v[uest]ro honor me obligáis, y esto nos toca a los dos? Pues, ¿quejarme a la justiçia y que sea apedreada? Nunca he visto en ella nada que pueda llamar maliçia. No haré tal crueldad, tan yndigna de disculpa, ques ynposible aver culpa en tal muestra de bondad. Si a sus parientes doy quenta de que, no siendo tratada de mí, la hallé preñada, todo resulta en mi afrenta. Pues ¿si la llevo a la prueba del vaso que está en el Tenplo,

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_____________________ 34 Educes virum ac mulierem, qui rem sceleratissimam perpetrarunt, ad portas civitatis tuae, et lapidibus obruentur. Deuteronomio, 17, 5.

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que da de linpieza exenplo, a la que linpieza lleva? No oso, ni me aseguro, que aunque della caso feo ni le barrunto ni creo, al fin su honrra aventuro. Pues, mi Dios, ¿qué e de creher? quiero a ti solo acudir; que tú me podrás rrejir, pues que me pudiste hacer.

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Arrodíllase al cielo. Bien conozes my inocencia, conozes mi corazón, y conozes la ocasión que blandea mi paçiençia; pues, Señor, acudo a ti, rrepreséntote mi honor, y de mi esposa el amor, que la quiero más q[ue] a mí. Haz Señor, que quede, pues, esta confusión desecha, que no la llamo sospecha, ni tú tal lugar me dés. Buelve a mí tu faz serena, quella sola es quien podrá dar libertad al que está echo esclabo de su pena; y con la luz santa y pura de tus ojos piadosos, destos míos tenebrosos aparta la niebla escura. Mi esposa de gloria llena sale acá. Dame un senblante,

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_______________________ 45-8 Números, 5, 11 et seq. Véase el sermon ya citado del Beato Juan de Ávila: “En el capítulo 5º de los Números se lee que cuando este espíritu de celos trujese fatigado un hombre, que llevase su mujer al templo y la presentase delante del sacerdote, diciendo cómo tenía celos de ella; y el sacerdote ofrecía sacrificio por ella, y luego escribía ciertas maldiciones y lavábalas con agua, la cual agua había de beber, quisiese o no quisiese, y, bebida el agua, decía el sacerdote: “Si tú no has hecho maldad a tu marido, estas maldiciones no te comprehendan; mas si has sido adúltera, vengan por ti”; y ella respondía “Amén, amén”; y así lo aceptaba Dios, y si estaba limpia de tal delito, ningún mal le sucedía; y si había adulterado, se le hinchaba luego el vientre, con otras claras señales, de lo cual venía a morir.” Op.cit., p. 1164.

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Señor, siquiera constante para que no le dé pena.

80

Levántase Josef y toma el madero y la azuela o cepillo, y labrará el madero, y estará un poco en esto antes q[ue] salga la M[aría]a. Sale María hilando lino con ropa levantada como preñada. MARÍA. JOSEF. MARÍA. JOSEF.

MARÍA.

JOSEF.

MARÍA.

JOSEF. MARÍA.

¡O, mi esposo verdadero! ¡O, mi rregalo y mi amor! ¿Qué hacéis solo, señor? Lidiava con un madero, que su fuerza es tan nociba, tan enpedernida y mala, que la mía no le yguala, y me quebranta y derriba. Mill vezes pruebo a labralle, y cuando mucho le aprieto, quebranto yo mi sujeto, y no puedo quebrantalle. Pues dejad esa porfía, y no os fatiguéis señor; aborreçed la labor que os causa melancolía. Escojed otro madero que no os dé desasosiego. Ya lo hago, y topo luego en las manos el primero; que, como se me rresiste, y no puedo deshacelle, torno a procurar vencelle, y él en su dureza asiste. Tú, Señor, queres mi abrigo, (Sea ap[arte] le abre el entendimiento. ¡A, terrible pensamiento! (ap[art]e ¿De qué os quejastes, amigo? ¿qué tormento o que agonía os tray quebrado el color? Si sentís algún dolor que yo rremediar podría, no me lo encubráis a mí, dulce amor y esposo mío,

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JOSEF.

MARÍA.

JOSEF. MARÍA.

que no mereçe desvío la que os quiere más que a sí; que ya como entre los dos es un alma la que anima, lo propio a mí me lastima que os puede dar pena a vos. Sepa yo la causa, esposo, de v[uest]ras melancolías. Ando todos estos días rresfriado y achacoso. No sé, Señora, que os diga… mas ni yo siento otra cosa, y no os dé pena, mi esposa, que doblará mi fatiga. Que por aver porfiado de lo que propuse, salgo; yo uoy a conpraros algo, que no comiste bocado. Pues mirá que volváis luego, si andáis, señor, desa suerte, que v[uest]ra pena es mi muerte. ¡A, duro desasosiego! (Vase) Bien sé, diuino Señor, que aunq[ue] llegue el sobresalto a batir en lo más alto, questá seguro mi honor; que ya María no es suya, ni cura ya mal de sí. ¡Tú, Señor, vuelve por ti, y por prenda ques tan tuya! Que aunq[ue] ya a Josef pudiera declararle este secreto, no sé, Señor, si en efeto con tu voluntad cunpliera.

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_____________________ 110 Cf. Quevedo, Letrilla (“Don Dinero”): Es galán y es como un oro, tiene quebrado el color… (Obra poética, ed. Blecua, II (1970), 175. Y Góngora: Señora doña Luisa de Cardona, De el bel donaire i de el color quebrado… (Obras poéticas, III (1926), 175.

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Y así todo lo rremito a tu eterna magestad, ¡que alumbre desta verdad a Josef, mi esposo aflicto! No tengo más que cansarte, mi Dios, con esta porfía; que aunq[ue] es la causa mía, tienes tú mayor parte.

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Éntrase M[arí]a, y sale Josef con su báculo y alguna calabaza o alforja, q[ue] se va de camino, huyendo della. JOSEF.

Pues ¿adónde me lleváis, huyendo de mi María? ¿Tanto a la desdicha mía ynjustamente ayudáis? Que no puedo presumir cosa mala de mi esposa; pero tanpoco no es cosa verla en mi casa parir hijo ajeno; pues no es mío. Pues acusarla, ¿de qué? ¿Qué he bisto, que sospeché que no fuera santo y pío? E me querido apartar desta angustia y desta afrenta, sin dar a ninguno quenta, a bibir a otro lugar, donde la penosa vida acaue más brebemente con la memoria presente de la que dejo perdida. Por este camino ynçierto, y resiguiendo mi vía, lo que me durare el día, por si algún poblado acierto. Justo es, selvas temerosas, que en v[uest]ros rriscos y breñas haga la vida entre peñas quien no mereció entre rosas; que yo, de yndigno, padezco, y desta ocasión presumo que mi pensamiento es humo, donde a ciegas me escurezco.

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175

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Y como inmérito voy de tanto bien despojado… ¡Qué grande sueño me a dado!... ¡Bálgame Dios!, ¿adónde estoy?, que no puedo abrir los ojos. ¡Bengáis, sueño, en orabuena! Descansaré desta pena, no pensando en mis enojos.

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195

Échase a dormir en el monte, y salen la Ymaginación y la V[er]dad. YMAGINACIÓN. VERDAD.

¿Qué no te rrindes, Verdad, vencida de mi rrazón? Humana Ymaginación, ¿cómo tanta libertad, adbenediza estranjera, alagueña engañadora, de mi rreyno usurpadora? Vana, falsa, lisonjera, ¿dónde tienes tu lugar en el honbre, ni aposento, si no usurpado y biolento? Como le sueles robar no se halla el q[ue] se quiere. ¿A todos no te convidas? ¿en quántas honrras y vidas tu açerbo cuchillo hiere? Dime, con tu tiranía, ¿quántos odios as causado? ¿quántos lechos apartado de agradable compañía? ¿quántos injustos castigos an causado tus maldades? y ¿quántas enemistades en verdaderos amigos? ¿quántos temores ynçiertos en un santo pecho tienes, que atormentándole bienes por solitarios desiertos? Manceba del pensamiento,

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____________________ 197 Cf. El verso 10 arriba.

34


YMAGINACIÓN.

adúltera contra mí, que aun quiés, enbolverte aquí con my esposo, entendimiento. Mendiga, loca, atrevida, cautiva, esclava ynferior, ¿tanto brío y tanto ardor, estando tan abatida? Mira, ¿quién guarda tu ley en el mundo donde soy la que leyes quito y doy, del honbre gobierno y rrey? ¿Quién en el libre albedrío el pensamiento escurece, y qué sentido obedeze otro poder sino el mío? Y ¿quién a los libres ojos les esconde el desengaño, y en su bien, como en su daño, le haze lo çierto antojos? ¿Quiéreste ygualar comigo, vaja, infame, desterrada, de milagro alimentada, en rreyno ques tu enemigo? Y no miras lo que hazes, que así me culpas a mí. Di, ¿quántas vezes por ti se rronpen amables pazes? Y di, con tus asperezas, ¿quántas honrras as manchado?, ¿quántos nudos desatado, descubriendo mill flaquezas? Y ¿quántos que, en su maliçia, vsaron de ti, Verdad, an pagado su maldad a manos de la justicia? Que, si no los conpelieras, y tu acíbar no gustaran, sus castigos estorbaran, como tú te escureçieras. Y ¿quántas rreboluciones an causado tus benenos, ynfame deshonrrabuenos, polilla de corazones? Mill omiçidios sangrientos

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235

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VERDAD.

YMAGINACIÓN.

y escándalos, tienes echos con esos filos derechos y libres atrevimientos. Yo soy dulçe y amorosa; gusto al bien, consuelo al mal, no tú, como desleal, aborreçible y odiosa. No hay ninguno q[ue] me enoje; bedo, y mando, qual señor; boluiéndome del color del que en su pecho me acoje. Ymaginación, yo quiero ese poder conçederte, mas el mío es firme y fuerte, y el tuyo perecedero; que aunque me adelgaze más no ayas miedo que yo quiebre; presto pasará la fiebre de la cabeza en questás. Y ese rrisco levantado, do llevas su entendimiento, desde su mismo cimiento a mis pies verás postrado; porque mi rrey no permite que en Josef prenda tu anzuelo, ni que tu fuerza en el suelo con la del cielo milite. Él a sido, y será, mío, y se a de rrejir por mí. ¡O loca!, ¿estando yo aquí, osas hablar con tal brío?

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Arremete la Ymajinación contra la V[er]dad, y ásense de los brazos. VERDAD. YMAGINACIÓN. VERDAD.

YMAGINACIÓN. _______________________

¡O inconstante!, ¿a q[ue] te muebes? ¿A qué?, loca, a derribarte y por el suelo arrastrarte. Pues a la V[er]dad te atreves, engañosa, aduladora, mudable, frájil y baria… ¡A, poderosa contraria!

305

283 Magna est veritas, et praevalet. III Esdras, 4, 41

36


VERDAD.

¡Conóçeme por señora!

La verdad derriba a la Ymajinación, y está sobrella, y suenan las chirimías, y ábrese la nube, y sale della vn Ángel a hablar a Josef. ÁNGEL.

V[uest]ro campo está seguro, Josef, hijo de David; oídme, Josef, oid, que aquel venturoso muro de María soberana no le edificó barón, aunque a sido la ocasión barón y flaqueza humana. Deja, Josef, el espanto; questar tu esposa preñada es obra echa y trazada por el Espíritu Santo. Porquesta donzella es aquélla tan celebrada, por Esaías cantada: virjen antes y después del preñado que teméis; ésta un Hijo parirá que su pueblo salvará, y Jesús le llamaréis.

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Tornan a sonar chirimías, y ciérrase la nube con el Ángel, y despierta Josef, alborotado y contento. JOSEF.

¿Qué nueva rrebuelta es ésta? ¿Qué nuevo y dulçe consuelo? Pues, mensajero del çielo, ¿aun no esperáis la rrespuesta? ¿gracias no queréis llevar del rrecaudo soberano? Bien haçéis, q[ue] al bien que gano ¿qué graçias le an de ygualar? Por sin honrra me tenía, teniéndoos, Birgen, a vos, y állome junto a Dios y con v[uest]ra compañía.

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___________________ 321-8 Isaías, 7, 14; Mateo, 1, 21.

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¡Ojos, quel preñado bistes de la Virgen declarado, harto bien me avéis pagado aquel susto q[ue] me distes! Si abiertos me hicistes daño, y andubistes mal myrados, agora estando çerrados, deshiçistes v[uest]ro engaño. Y bosotros, pies, q[ue] fuistes la causa para apartarme de quien biene a rremediarme, bolved adonde salistes: Y vos, flaco entendimiento, que como tal bacilastes, aunq[ue] nunca ymajinastes falta ni en vn pensamiento: todos os postrad antella, y presentaréisme a mí, corrido de que salí de donde dejé de bella; desechá de mí el quebranto para que la vaya a ver, y, en virtud deste querer, merezca yo, Señor, tanto.

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Éntrase José, y levántase la V[er]dad, tiniendo en tierra a la Ymag[inaci]ón. VERDAD. YMAGINACIÓN.

VERDAD. ____________________

Dime, ¿quédate algún rramo de fuerza ya contra mí? Digo que me rrindo a ti, y tu cautiva me llamo, y te doy la libertad que tube contra rrazón, y ques la Ymaginación inferior de la Verdad, y que se trueque la ley que Ymaginación a echo, pues fuimos contra derecho tú mi esclaba, y yo tu rrey. Atento que te atreviste

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341 Cf. el verso 75 arriba. 349 Cf. el verso 157 arriba.

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YMAGINACIÓN.

a Josef, justo ynocente, te destierro eternamente del lugar donde bibiste, y de los demás sujetos a la divina Verdad, y que busques bezindad entre çiegos ynperfectos, y q[ue] salgas arrastrando a cunplirlo en mi presençia, y por esta mi sentencia definitiva lo mando, sin grado de apelaçión. A obedecer presto estoy, y así, qual me mandas, voy a buscar mi abitación.

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Vase arrastrando la Imaginación por la casa del monte. VERDAD.

Yo a deshacer tus agrauios, Birgen santísima y pura, y a derramar mi dulzura en Josef por lengua y lavios.

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Éntrase, y sale María. MARÍA.

My Dios, no sé qué deçir, que viendo a mi esposo ausente, y que su falta se siente, ¿cómo e de poder sufrir? Pero Tú saues mejor lo que ynporta; a Ti lo dejo; que será darte consejo atrevimiento mayor.

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Topa con las herramientas de José, y toma la sierra en la mano. ¡Ay, amadas herramientas de my dulçe conpañía!: sierra que tablas patía, ¿cómo ya no te contentas con tu hordinario exerçiçio? A nuevo ofiçio te pones; quieres partir corazones, y enpezar en mí el oficio.

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¿Por qué de aquí no os partistes quando Josef se partió? Pero quizá él os dejó para mis memorias tristes. Que como él no a querido perderme el justo rrespeto, quiso hiciesen este efeto los que no tienen sentido; y no fue su yntento vano, si os dejó con ese yntento, q[ue] aun bastara por tormento beros fuera de su mano. Con justa causa me aflijo, pues ya os queréis ensayar en la que a de ver clabar en v[uest]ra labor su hijo. ¡Ay, penosas herramientas! ¿torcidas conmigo estáis? Si es de ver que no os usáis, mi hijo os dará contentas; porquél os dará materia en que enplehéis ese acero, que quiere hacer mi cordero los pagos de v[uest]ra feria.

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Entra Josef contento y alborotado y aprisa. JOSEF.

Birgen purísima y santa, rregalo de aquestos ojos, cuchillo de mis enojos, que los deshace y quebranta.

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Abrázanse. MARÍA. JSEF.

¡Ay, mi dulce esposo amado!, ¿adónde os fuiste, señor? Donde me llevó vn temor, de que estoy desengañado.

Arrodíllase, y la Birgen le levanta. ____________________ 405-16 Recuerdo de Quirós del soneto X de Garcilaso: “O dulces prendas por mi mal halladas…” (Obras completas, ed. Revers, Madrid, 1964, p. 12).

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Perdona, Virgen sagrada, A Josef, si os ofendió, puesto que no sospechó de v[uest]ra linpieza nada;

OJO /-/-

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que sola la confusión de ver ese rrelicario, a lo natural contrario, pues no conocéis rrazón, me traya amedrentado, lleno de melancolía; porquel cómo no entendía, que dél qué nunca e dudado: mas ya el rrecelo y temor, con que os hize tal ofensa, será, Birgen, rreconpensa para serviros mejor. Que fue toque en la paçiençia que quiso darme mi Dios, para descubrirme en vos el oro de omnipotencia, y ese divino papel, do escribió Dios quanto supo, que todo dentro dél cupo, sin hallarse letra en él. Claro espejo rrelevado, do en solo un pequeño punto, del eterno Poder junto, se muestra al bibo el dechado. Alquitara do el bapor de Dios se distila en agua, con que se enciende la fragua

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_____________________ 449-52 Versos señalados por los censores de la obra. 450 Cf. estos versos de Fray Ambrosio Montesino: Puríssimo relicario de entera virginidad… (Cancionero, Toledo, 1508, reimpresión de D. Antonio Pérez Gómez, Cieza, 1964, fol. xliii v) y en Juan López de Úbeda: Relicario en cuya alma y cuerpo le fue dada al eternal concepto digna entrada… (Ap. Romancero y cancionero sagrados, B.AA.EE., XXXV, núm. 688)

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/-/-

donde arde el divino amor. Águila sacra y rreal, que de una punta q[ue] hiciste, alcanze en el cielo diste al pelícano ynmortal. Pura nuve q[ue] encendida en aquel eterno fuego, arrojará vn rrayo luego que a todo el mundo dé vida. Sé que eres firme argumento do se prueva lo ynposible por razón ynconprehensible que ygnoró mi entendimiento. Ya sé que eres el crisol donde, con justo decoro, toma forma aquel fino oro

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_____________________ 469 Cf. estos versos en Juan López de Úbeda: Espejo sin manzilla, puerta del parayso… (Cancionero general de la doctrina cristiana, ed. Antonio Rodríguez-Moñino, I, 1962, 313) Y estos anónimos: La sapiença bien la nombra espejo de resplandor immaculado… (Cancionero espiritual, Valladolid, 1549, ed. B. W. Wardropper, Valencia, 1954, p. 22) 477 Cf. estos versos anónimos: Águila que en lo alto buela… (Ibid., p. 38) Águila que sube y buela a lo más alto del cielo a quien Dios más se reuela… (Ibid., p. 60) 479 Cf. San Juan de la Cruz: Tras de un amoroso lance, y no de esperanza falto, volé tan alto, tan alto, que le dí a la caza alcance. (Ap. Dámaso Alonso y Eulalia Galvarriato de Alonso, La poesía De San Juan de la Cruz, s. a., p. 306) 480 Cf. el “Adoro te devote, latens Deitas…” de Santo Tomás de Aquino: Pie pelicane, Jesu Domine, Me immundum munda tuo sanguine, Cojus una stilla salvum facere Totum mundum posset omni scelere. 486 Verso señalado por uno de los dos censores.

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MARÍA.

JOSEF.

más apurado que el sol. Y porque nadie te yguale el mismo Haçedor te suma con un çero, cuya suma tanto como él mismo vale. Perdona al q[ue], a rrienda suelta se ausentó de tu bondad, mas la suma Eternidad hizo que diese la buelta; que su ángel me envió a que me desengañase y el misterio declarase que mi confusión causó. Virjen y Madre de Dios, ¿qué os encubristes de mí? si crédito a un ánjel di, tanbién os le diera a vos. Bístesme andar sin sentido, y entendiste la ocasión, y tubiste corazón para tenerme aflijido. Bien entendí v[uest]ro aprieto, y v[uest]ra pena entendí, pero nunca me atreví a deciros el secreto; que, como obra de Dios, a él se la rremitiía, pidiéndole cada día que os la declarase a vos. Y nunca desconfié de mi soberano dueño. ¡Ay, dulce y dichoso sueño, que a tal gloria desperté! Yo e de ser el jardinero de v[uest]ro jardín precioso, yo el alcayde venturoso deste castillo rroquero. Yo e de mandar al que adoro, mi Dios me a de obedeçer; yo el tesorero e de ser de tan divino tesoro. Déjame tocar el lavio, Virgen, a ese santo pie, porque el lavio nunca fue

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mobido para tu agravio. Va a bajarse, y entran quatro gitanas. JITANA.

MARÍA.

JITANA.

Sea, vezino, bien venido el esposo deseado, que a todas nos a pesado del ausencia que as tenido. Tiniendo aquesta azucena, Josef, ¿tenéis corazón de darle en nada pasión? ¿Merece esta rrosa pena? Parí, Señora, un hijuelo que nos dé a todos solaz; tendréis con el padre paz y con el Hijo consuelo. Yo con Josef no e rreñido, sino quél fue a desechar cierto disgusto y pesar que sin causa avía tenido. Desengañó el pensamiento, y biene ya consolado, y porque sea colmado, con su vista muy contento, un poquito le alegrad con el vayle que soléis. Todo lo que vos queréis será n[uest]ra boluntad.

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Vaylan un rrato, y luego dize María. MARÍA.

Basta, amigas, no os canséis; harto abéis vaylado ya; entremos, y descansá.

Entra la María con ellas, y queda José solo al pueblo. JOSEF.

De mí, es justo que saquéis no juzgar por apariençia en la causa ajena uos;

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____________________ 547 Aquí el padre es San José.

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sino rremitilla a Dios, que da la justa sentencia. Que en mill cosas q[ue] culpáis por vna muestras esterior, viene a ser v[uest]ro el herror de aquello que condenáis. Deste senado no creo que cayrá en este pecado, mas bien es que esté avisado, pues tanto su bien deseo.

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FIN. Paréceme q[ue] se puede representar este auto de la Confusión de S. Joseph, porque no ay en él cosa q[ue] no sea católica y devota. Si se enmienda una copla q[ue] ay va señalada q[ue] dice q[ue] el parir vna virgen es contra naturaleça, porq[ue] no es contra ella, sino sobre todas las fuerças suyas. Oy, Viernes Santo, año de 1588. Fray Jheroïo de Aguiar (Rubricado) *

________________ *Archivo Histórico Nacional, Sección de Inquisición, Legajo 3572, caja 2. Don Felipe Camarero R. Maldonado tuvo la amabilidad de verificar las lecturas de alguno lugares dudosos en el manuscrito. Le agradezco mucho este trabajo y las correcciones que eran la consecuencia de su cotejo.

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