CARTAS DEL MARQUÉS DE LABRADOR

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DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE BADAJOZ INSTITUCIÓN DE SERVICIOS CULTURALES PUBLICACIONES ____________________________________________________________________

REVISTA DE

ESTUDIOS EXTREMEÑOS TOMO XV, NÚM. III

BADAJOZ 1959

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CARTAS DEL MARQUÉS DE LABRADOR (1814)

Hará pronto veinte años de lo que voy a referir. Todas las tardes nos reuníamos en la librería de Pepe Tormos, en la calle de Jacometrezo, un grupo de amigos aficionados a libros viejos que dedicábamos un par de horas a charlar de nuestros temas favoritos. Don Pío Baroja había bautizado a la pequeña tertulia con el pomposo rótulo de Club del Papel Viejo y aún creo que en su novela Los confidentes audaces, escrita por indicación mía para una editorial que inició Bienvenido Martín, reflejó algo del ambiente en que nos movíamos. Pocos supervivientes quedan: el Dr. Valivera, espléndido tipo humano, que después –durante la epidemia de tifus– acudía a la tertulia unos instantes, con su bata de médico, entre visita y visita; Casas, barojiano de siempre, correcto, pulcro y cordial; Lino Pérez Mariñas, el gerente de la librería; Juanito Sampelayo, que caía de vez en cuando entre reportaje y reportaje, siempre llevándonos la última noticia; Azorín, con sus periódicas y silenciosas apariciones cuando nos trasladamos a El Libro barato de la calle de San Bernardo; Julio Caro, el sobrino predilecto, entonces en el comienzo de sus tareas. Los que se fueron… ¡son tantos, empezando por don Pío! Yo, más combativo, más tajante entonces que ahora, llevaba casi siempre el contrapunto en las polémicas a mi, por otra parte muy querido amigo el Marqués de Dosfuentes, Fernando Antón del Olmet, hermano del famoso novelista de igual apellido y hombre de rara erudición y muchísimo mundo. Diplomático retirado desde que Primo de Rivera “tomó el Mando” sin encargarse el Poder, vivía con su hermana Casilda en un amplio piso de la calle de la Reina, rodeado de recuerdos artísticos y de montañas de papeles y libros, sobre todo franceses y españoles, sin que dejara de haber mucho inglés y latino. Tenía Dosfuentes algunas manías verdaderamente cómicas; una a los médicos y otra a Menéndez y Pelayo. Ignoro los fundamentos de la segunda, pero me consta que la antipatía por los galenos derivaba de creer a los veterinarios muy superiores en ciencia, puesto que –decía él– los médicos disfrutan de la amplia información verbal que les suministra el paciente, mientras que los otros han de entendérselas con enfermos que no 3


pueden darles alguna. Reforzaba sus argumentos narrando un suceso que le ocurrió cuando representaba a España en China, todavía en tiempos del Imperio: teniendo que atravesar a caballo unas dilatadísimas provincias, solicitó el consejo de un médico respecto a la salubridad de los terrenos, siendo la respuesta absolutamente tranquilizadora. Dos veterinarios, en cambio, opinaron que no debía emprender el viaje, augurando desgracias, como, en efecto, así sucedió, teniendo que regresar al punto de partida, casi diezmada la expedición, apenas recorridos unos centenares de kilómetros. Yo defendía a los médicos y a Menéndez y Pelayo, aparte de por convencimiento, por dar pretexto a la controversia, esmaltada siempre de ingenio y chisporroteo de agudas frases. Extremando la nota para dar ocasión a dimes y diretes, puede decirse que, a pesar de la gran amistad que nos unió hasta su muerte, rara era la vez que estábamos de acuerdo Dosfuentes y yo. Y una fué la que ha dado ocasión a que se escriban estas líneas. No sé aún cómo empezó la cosa, porque cuando yo llegué aquella tarde a El Libro barato ya había tomado cuerpo la discusión. Don Pío hablaba del Congreso de Viena y de sus catastróficos resultados para España, echando la culpa –como por lo general suele hacerse– a nuestros representantes allí, mientras el Marqués los defendía con tal calor que no daba lugar a que las razones acudieran con la necesaria rapidez: se irritaba, más que exponía sus argumentos, pinchado por los otros contertulios, que achacaban su defensa a espíritu de cuerpo más que a sobra de razones. Como días antes se había promovido la cuestión de Godoy, de quien era decidido enemigo Dosfuentes, corriendo la defensa a mi cargo, sin que la cosa quedase resuelta ni muchísimo menos, pienso que a ojos de los contertulios mi llegada venía a cerrar las huestes enemigas, poniendo al Marqués en un verdadero aprieto al encontrarse solo frente a todos. Informado en breves palabras del estado de la conversación y preguntado mi juicio sobre el punto debatido, con gran sorpresa de todos me puse incondicionalmente al lado del Marqués. -Nuestro amigo, vine a decir poco más o menos, ha demostrado hasta la saciedad, en numerosas páginas que le consagra en el tomo segundo de su libro El Cuerpo Diplomático español en la guerra de la Independencia, que D. Pedro Gómez de Labrador, extremeño cien por cien, fué un conocedor perfecto de la España de su tiempo, supo calar hondo en la política europea y vió claro en todo momento; la culpa de nuestro fracaso en Viena no fué suya, sino de los que no quisieron seguir sus indicaciones y aun hicieron justamente lo contrario de lo por él advertido. Y tomando pie de esto, ante el silencio de los concurrentes, hice una extensa apología de Labrador como español, como diplomático y como carácter entero y de una pieza. Excusado es decir que Dosfuentes estaba en sus glorias y que después de la diaria tertulia emprendimos largo paseo 4


ambos, charlando siempre de lo mismo, hasta que ya el cerrar de la noche hizo que nos despidiésemos con un abrazo más apretado por parte suya que los de otros días. Como durante la conversación mencionara yo unas cartas inéditas de Labrador, escritas al Duque de San Carlos en aquellos días, que fueron las que primero me abrieron los ojos para ver la simpática figura del diplomático extremeño, quedé emplazado para buscar las copias y leerlas juntos al siguiente. Fueron, en efecto, leídas y ampliamente comentadas por ambos. Dosfuentes me exigió amistosamente que las publicara y así se lo prometí, sin que les haya llegado el turno hasta hoy, cuando ya mi buen y recordado amigo no puede leerlas. Pero tributo a su memoria este recuerdo y aprovecho la ocasión para incitar a algún joven extremeño a que ahonde en la figura de este paisano nuestro, que hasta ahora apenas si ha tenido algo más que lo que llamamos “mala prensa”. Labrador vió con claridad meridiana la catástrofe que se avecinaba para nuestro país, a consecuencia del desdichado gobierno que implantó Fernando VII, y tuvo la hombría –no compartida por los aduladores serviles– de decírselo noblemente al Ministro de Estado. Nadie fué capaz de escribir en agosto de 1814 estas líneas que figuran en una de las cartas que publicamos: “Es increíble lo que vamos bajando en el concepto de las demás Naciones. Los que nos hemos mostrado dignos del nombre glorioso de Españoles, creíamos que el fruto de tantos trabajos sería el podernos mostrar á cara descubierta en todas partes; y por el contrario tenemos que huir de la gente! Permítame V. este deshaogo; pero este restablecimiento de todo lo que había de mas malo en nuestro sistema, no dexa esperanza de que seamos mas que el vilipendio de la Europa… Yo no conozco forma de gobierno mas monstruosa que la que acaba de restablecerse; y con todos sus buenos deseos S. M. no podrá sacar á la Nacion del abatimiento, de la profunda miseria y de la bárbara ignorancia á que la han reducido esos extraños medios de gobernar. ¡Triste Nacion y desgraciado Soberano!...” He ahí un carácter íntegro y un patriota que no vacila en exponerlo todo con tal de decir la verdad absoluta. ¡Cómo hubiera cambiado el rumbo de la historia española si en 1814 hubiese habido muchos hombres de la talla moral del extremeñísimo Marqués de Labrador!

A. RODRÍGUEZ-MOÑINO 1-Setiembre-1959.

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I París 21. de Junio de 1814 Exmo. Sor. Mi Gefe y Amigo: la primera carta particular mía debía ser dirigida á V. por mil títulos; pero yo quería escribir con alguna seguridad y contaba con expedir un Extraordinario en la suposicion de allanar inmediatamente todos los obstáculos; pero estos han sido mayores de lo que creía, á que se añade la lentitud indispensable en las actuales circunstancias, y los estorvos de un numerosísimo Cuerpo Diplomático, los individuos del qual por la mayor parte no tienen en que pensar sino en hacer visitas, asistir á combites y fastidiar á los de las Grandes Potencias que se han encargado de hablar y obrar por las menores, sin consultarlas. Tal era el papel que nos habían tambien destinado á nosotros, gracias á veinte años de debilidad seguidos de seis de absoluto desgobierno. Sin los decretos de Valencia, que nos han hecho ganar mil por ciento, ni la actividad, ni la energía ni los buenos deseos del Agente hubieran podido remediar el mal hecho. El Príncipe de Benevento ha estimado mucho las expresiones de V. y me habla siempre en tono que manifiesta quanto aprecio hace de su amistad; y lo mismo Laforet, que se ha ido á una Casa de Campo á convalecer. No he olvidado el encargo para mi Gefa; pero nada puede hacerse hasta que venga aqui Metternich, que se cree pase á su vuelta de Londres ó hasta que yo le vea en Viena. El Duque de Ciudad-Rodrigo ha salido hoy para Londres; y prontamente para esa Corte el Conde de la Gardie Ministro de Suecia; al nombrado por la Prusia no lo he visto aún. Hoy tenemos comida en el Ministerio de Negocios Extrangeros: no sé si sucederá lo que antes de ayer en otro combite, en que eramos como treinta personas; y no se bebió mas vaso de agua que uno que pedí yo con gran escándalo de todos mis Cofrades, y aturdimiento de los que servían á la mesa, que pretendían echarme el agua en una pequeña copa de las que sirven para los vinos generosos. Tan poco aficionados son los hijos del Norte! Lo mas malo de tan numeroso Cuerpo Diplomático es que como toda Comunidad de muchos, aunque sean Capuchinos con barba hasta la cintura, se transforma en junta de Comadres, en que se habla mucho, se chisméa de lo lindo y no se concluye nada. V. dirá que conservo mi buen

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humor; y ciertamente á no ser asi no podría con tanto como tengo que sufrir. Aun no he visto un maravedí de abono de viage ni est… [falta un fragmento de papel con parte del texto] que el Sor Gongora haga un recuerdo al tesorero General. Póngame V. á los pies de nuestro adorable Soberano y Ses. Infantes. Quedan executados los encargos del Sor. Infante Dn. Antonio; y lo serán quantos V. quisiere dar á su fino amigo y reconocido servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador.

P. S. Parece que á estas horas será Cardenal el Sor. Infante Dn. Francisco de Paula. Dn. Manuel pretendía casarlo con su hija. Tan cierto es que la ambición es ciega y muere sin recobrar la vista! Dn. Manuel compra casas de campo mientras tiene á Su Augusto Amo en tal miseria y humillación que me ha costado lágrimas el oir referirlo. Bueno sería embiarlo á la Isla de Elba con su Protector de Córcega.

II

Paris 26. de Junio de 1814. Exmo. Sor. Mi Dueño y Amigo: uno de estos Ministros Extrangeros me aseguró ayer que dexaba V. el Ministerio conservando la Mayordomia Mayor; y que le succedia en el Ministerio Dn. Martin Garay. Mi amistad para con V. no está vinculada al Ministerio como los cabellos de Sanson tenían vinculada la fuerza. Asi para mi, Ministro y Mayordomo Mayor, ó Mayordomo Mayor solo, ó Duque de Sn. Carlos ó de qualquiera manera que V. se titule siempre será igualmente apreciable, y siempre le agradeceré las pruebas de amistad que me ha dado. Benevento y su muger saludan á V. y no sé si embiarán una carta de que hablava ayer que comi con ellos. Estaba en descubierto con la Princesa, cuya tertulia nocturna empieza á media noche y aún al Príncipe no se le vé hasta la una ó las dos de la madrugada. Ahora bien, de resultas del viage contraxe la mala costumbre de despertarme á las tres de la mañana, y 7


dormirme á las nueve de la noche: y como en mi no hay paxion floxa, esta de dormir me inutilizaba para toda concurrencia de noche. Esto está muy triste. Los grandes Mariscales, vieux stile y los Marqueses flamantes hacen mala liga. El Rey, que tienen, es demasiado bueno para gente acostumbrada á los palos del Corso, que conserva mas partidarios de lo que parecía posible. Aqui esparcen los mas ridículos rumores. Vnas veces el Rey, nuestro Sor. ha tenido que huir, otras las tropas quieren la difunta Constitucion y á este tenor disparatan los ociosos, que ó son los mas ignorantes ó los mas bribones de los hombres. Aún no ha aparecido por acá un ochavo: y cierto no sé como hacer. Le Roux ha encargado los zapatos para S. M. y el Sor. Infante Dn. Antonio. Breguet está en Londres; pero su hijo ha venido á verme y me ha dicho que el encargo de los anteojos para S. A. no está concluido. Póngame V. á los pies de S. M. y de S. A. A. Mande V. quanto quiera á su fino amigo y obligado servidor q. s. m. b. Pedro Labrador. P. S. No créo continue mucho tiempo el Príncipe en el Ministerio.

III Paris 2. de Julio de 1814. Exmo. Sor. Muy señor mío: la carta y la estampa que V. encargó a Navia fueron puestas en mano propia. Navia siguió su viage aunque sin objeto, supuesto que el Príncipe Regente tiene ya el collar del Austria; y de los otros dos Soberanos el Rey de Prusia estaba aquí, y en Emperador de Rusia caminando para Petersburgo. Sin duda no hay aún toysones hechos; pues sino hubieran venido con los despachos: lo contrario hace muy mal efecto. Los que tenían motivos, y motivos recientes, para ayudarnos, son los que se nos oponen por antiguas conexiones con los renegados. Dudo que les valga el empeño de sus Padrinos. Hasta ahora no ha llegado ni órden para mi sueldo ni he visto un maravedí del abono del viage ni del establecimiento. Sé quales son los apuros que ahí se padecen; pero yo no puedo hacer el papel del mendigo y 8


el de Embaxador á un tiempo. Si V. halla un medio honrado de relevarme de esta comision, me hará un favor insigne. Yo no sé como podré ir a Viena con el decoro conveniente sin baxilla ni libreas ni coches ni nada. Segun parece se conserva el uso antiguo de abrir las cartas del Corréo ordinario; y como yo no gusto de expedir extraordinarios sin motivo, será necesario esperar á que lo haya para explicarme sobre las cosas de aqui. Me recomiendo á V. para que no se me embien agregados o lengüeteros. Siempre he creido que son la peste de la Diplomacia y la verdadera causa de la vergonzosa escasez que hay de gente de provecho en la carrera, escasez tal que no conozco uno solo que sea capaz de ser Secretario de Embaxada. Antes de la llegada de Navia se divulgó aquí que V. dexaba el Ministerio y que tenía por sucesor á Garay; y luego que se mudaba todo el Ministerio. Cada día se inventa alguna noticia desagradable acerca de España; y probablemente los inventores son la canalla de los apostatas de concierto con otra canalla que con escarapela blanca tiene el corazon tricolor. He encargado á Roux que escriba á V. acerca del estado de los equipages de S. M. y A. A. á cuyos pies suplico á V. me ponga. Ayer ha sido el primer día en que hemos visto el sol desde mi llegada, mientras que ahí no podrá sufrirse el calor. Véa V. de que puede servirle su fino amigo y reconocido servidor q. s. m. b. Pedro Labrador.

IV Paris 10. de Julio de 1814. Exmo. Sor. Muy Sor. mio y mi Dueño: si hubiese de referir á V. los estorvos que aqui se hallan para la mas pequeña cosa, sería necesario abusar de su paciencia. Los Ministros lo son en apariencia; y todo lo grave se despacha por el Consejo privado del Rey, compuesto de los que han seguido á S. M. en su adversa fortuna, personas por consiguiente muy de fiar, pero que ni tienen práctica de negocios ni se atreven á cara descubierta con los Ministros, que de parte suya tiran á trampear el tiempo y trabajan lo menos 9


que pueden. El que se inventó la caricatura de las águilas que salían por todas las ventanas de las Tullerías, y de los pabos que entraban por sus puertas tenía en parte razón. Lo extraño es que los que antes eran águilas tienen ahora mucho de pabos, y nadie mas que T(alleyrand) de gloriosa memoria. Si le piden audiencia señala las dos y no ha aparecido aún á las quatro: en su casa se recibe á media noche; y él no parece hasta la una ó dos de la madrugada. Tal es su porte con los Ministros de las Grandes Potencias: á mi hasta ahora no me ha faltado á las citas; pero de noche no hay sufrimiento. Yo no sé si la situacion en que se halla le ha entorpecido el entendimiento ó si este se afilaba en la misma piedra en que se afilaban los sables y bayonetas de su antiguo amo: lo cierto es que desde que faltaron las victorias de los grandes exércitos su talento ha perdido un mil por ciento; y sus enemigos han crecido al infinito. Los que mas crédito tienen con el Rey, no le han puesto aún el pie en casa ni quieren oir hablar de él. Asi en caso de que dure su Ministerio, será un fenómeno inexplicable. Parece que se trata de emplear á Fouché por ser el truhan que conoce mejor la Francia: de todas maneras la mezcla de hombres de confianza del infame Corso con los fieles de los Borbones es una monstruosidad; y mejor sería que buscasen hombres que no tuvieran tacha, aunque fuesen menos hábiles. Los renegados son un tormento para qualquiera que haya de tentar aqui asuntos. Han robado con ellos muchos de los principales empleados y no es extraño quieran protegerlos. El infame Hervás se ha picado porque no he querido entrar en contestacion con él sobre los quadros y me ha escrito un billete muy insolente por la petite poste. No hay gente más desvergonzada que los tales renegados, y en particular el antiguo criado metido á Marqués de Almenara. T(alleyrand) ha celebrado la eleccion de Roux; pero me ha dicho una especie de que debe V. estar prevenido y es que S. M. necesitaria aqui un homme d’affaires y que ninguno sería mejor que Roux, y esto sería mas acertado que tener un Cónsul. Por hombre de negocios entiende T(alleyrand) uno que como Hervás, ó sea Almenara, parta con él los robos: por fortuna no vendrán esquadrones ni tropas Españolas á Brest, ni se encargará polvora, ni se tratará de tomar aqui dinero y dar libranzas sobre América, negocios en que Hervás, Ouvrard [¿], T(alleyrand) y Cª. robaron tantos millones. Ya habrá V. visto el Consejo de Estado de aqui. Se quexan agriamente los favoritos de Buonaparte, entre ellos Savarí, de que no se les empléa. Pobre Monarca que tiene tantos millares de súbditos que merecían la horca! Ya vé V. que le escribo largo y tendido aunque de ahí no viene ni una linea. Pongame V. á los pies de S. M. y de S. A. A. y mande á su fino amigo y obligado servidor 10


Pedro Gomez Labrador. Por desgracia vá a Viena el tal coxo.

V Exmo. Sor. Mi favorecedor y mi Amigo: vá en fin el tratado, y me alegraré parezca a V. tan bien como á mí me ha parecido el suyo, en el qual advierto aquel gitanismo-gramático-Diplomático con que se procura poner las promesas en términos generales, y lo que se exige en los mas precisos y capaces de extenderse siendo necesario. Yo despues del punto principal de los renegados he tenido que ir ganando palabra por palabra; pues mi viejo Corso y su ex-Abate la Bernadiere querían en suma no obligarse á nada. Triste cosa es llegar á cosa hecha: con la centésima parte del trabajo se hubiera hecho mas quando se tenían las conferencias á que no fué admitido Fernan nuñes. Mucho deséo que se arreglen pronto los alimentos de los Reyes Padres; pues aqui hacen ostentacion del socorro que han embiado á S. M. M. y no dexarían de esparcir calumnias, si se tardase en proveer desde ahi á la subsistencia de S. M. M. Perdone V. que inculque esto por el mucho amor que tengo al Rey, nuestro Sor. y por mis deséos de que ni con injusticia tengan pretextos para tildar en nada á S. M. Estoy aviado si el Tesorero General no me embia el total del abono de viage y establecimiento. Con que he de hacer el gasto de baxilla y demás indispensable? Lord Wellington me insta para que vaya á Londres á combinar con Castlereagh la manera de deshacer lo hecho en el vergonzoso tratado de 11. de Abril; pero yo tengo que esperar aqui la vuelta del Corréo con la notificacion. Despues podré ir aunque temo que entretanto Lord Wellington haya salido para aqui: de todos modos será muy útil que yo coja solo á Castlereagh sin Metternich que exerce sobre él una gran influencia y lo obligó á firmar aquel monstruoso convenio. Suchet he hecho gran empeño en conocerme y al oirlo hablar se lo tomaría por un apasionado del Rey, nuestro Sor., un bienhechor de España y un amigo de todos los buenos Españoles: me dixo particularmente de V. mil primores. Estuve tentado por decirle porque si es tan amante de S. M. no le restituye el título de Duque de la Albufera. 11


La Condesa de Saint Len, en otro tiempo la Reyna de Holanda ó sea la Hortensia Beauharnois, pues con todos tres nombres la conoce la historia, quería tambien ir á los baños de Aix en Saboya como la ExEmperatriz. Sino era cita de embrollo, será porque créan que aquellas aguas tienen virtud de hacer recuperar cetros perdidos. Llevo dos dias crueles: ayer tuve temprano audiencia de S. A. R. el Duque de Berri, mas tarde de S. M. Cma. luego conferencia con Benevento, luego comida de cinquenta pesados que son eternos en la mesa; y entretanto es menester buscar tiempo para meditar y escribir. Dichosos los Canónigos! No creí á Macanaz tan cortesano que se hiciese venir la gota… [falta parte del texto]… á Lardizabal y Villamil, que no se morirán de verguenza viendo que V. halla tiempo en medio de sus ocupaciones, para responder á mis cartas, y sus dos Excelencias con honores, grado y sueldo de Canónigos se tragan las que les he escrito. Póngame V. á los pies de S. M. y de S. A. A. y créame su siempre fino amigo y servidor. Pedro Gomez Labrador. Paris 25. de Julio de 1814. P. S. No se olvide V. de la suma que es necesario dar á esta Secretaría de Estado al cangear las ratificaciones, lo mismo que del regalo al Plenipotenciario. La suma dada á esta Secretaría ha sido de mil luises en otros tratados con otras Potencias, segun me informan: en ello hay reciprocidad. Al fin acabamos con la Orden Real de España. Incluyo á V. una carta del Príncipe y otra de la Princesa de Benevento de quien va otro pliego grueso.

VI Exmo. Sor. Muy Sor. mio, mi favorecedor y mi amigo: fuéron puntualmente entregados la carta y el paquete; y siguió el portador su viage. Mil gracias por sus gestiones de V. para con Gongora. Hasta ahora el Tesorero General no me ha remitido mas que una letra de sesenta mil reales que cumple el 22. de septiembre, de suerte que no sé aún lo que es cobrar 12


un maravedí. Quando Bardaxí fué á Petersburgo le dieron el abono de viage, el establecimiento y un año adelantado de sus sueldos y de sus dependientes; quando el inutilísimo encargamiento de negocios de Perez de Castro, encargamiento de tres mil doblones anuales, también se le pagó. Solamente á mí me toca viajar y hacer de Embaxador gratuitamente. Creía tener adelantado mucho en el ánimo de los Ministros Extrangeros para que ayudasen á que en el Congreso se nos hiciese justicia; pero las últimas providencias de ahí nos perjudican muchísimo. No me toca el tratar de la question principal; pero si hemos de tener comunicaciones con las demas Potencias de Europa, es necesario que contemporicemos con ellas. Si convenía restablecerlo todo segun estaba en 1808. hubiera sido mejor esperar á que se hubiese concluido el Congreso. Aqui los que desean causar inquietud hacen argumentos para probar que asi como en España se restablece todo segun el pie antiguo, tambien aqui se irá restableciendo: no dude V. que S. M. Cma. ha tenido un gran sentimiento; y los enemigos de la Augusta familia de Borbon aumentan los recelos, y publican que si Nápoles volviese á su antiguo Soberano, también allí se establecerían las mismas leyes. Quiera Dios que la influencia excesiva de la Magistratura y del Clero no hagan inútiles los buenos deséos del Rey nuestro Sor. Yo sé que nada contribuye tanto á la prosperidad de un Estado y al buen nombre de un Monarca como la pureza de la doctrina religiosa y la recta administracion de justicia; pero tambien sé que en punto á gobierno Político el peor es el de los Eclesiásticos y el de los Magistrados. En sacando á los unos de sus Concilios, pulpitos y confesionarios y á los otros de juzgar pleytos se les saca de su elemento; y no hay medio mas seguro de arruinar una Nacion que gobernarla por principios teológicos ó por axiomas de Derecho. Perdone V. que entre en tan largas disgresiones: amo mucho á mi patria y á mi Rey, para oir con tranquilidad lo que se dice en todas partes. En el año de 1808. había todos los males del larguísimo influxo de Godoy; y los mas de los establecimientos estaban inficionados en la forma y en las personas: si hemos de volver á ser lo que eramos entonces, por mí renunciaré gustoso no solamente á mi patria sino á la vida. Pregunte V. que han hecho por S. M. y por España los que ahora quieren todo? Siento en el alma tener que continuar con mi comision; pues son véo el modo de poderla desempeñar. Sería mejor que viniese a encargarse de ella alguno de los que salvarán la Nacion y el Rey con anatemas, ó alguno de los que sirvieron á… [falta un trozo del texto]… refugiándose en Ceuta quando había peligro; y al presente son buenos para todo. Cada día se aumenta la animosidad entre los Rusos y los Austríacos. Estos quieren tambien á Cracovia, de suerte que no habiendo hecho nada ó casi nada contra Napoleón quieren heredarlo en Italia, Alemania y Polonia. El General Ingles Wilson, que estuvo con el Austriaco Bellegarde en Italia, y pasaba por apasionado de los Austriacos, hace la mas triste pintura de 13


aquel exército Austríaco, incapaz de batirse ni aún con los Napolitanos. El Encargado de Austria Marqués de Bombellez me ha dicho varias veces que es menester que nuestros Gobiernos sean amigos; pues aunque han hecho ellos una torpeza (une gaucherie) puede emendarse dando á la Casa de Parma parte de las legaciones: le he dicho en el mismo estilo que para reconciliarnos es necesario que nos restituyan lo tomado y luego hablarémos. Tenga V. buena salud y no dude en la fina amistad de su apasionado y reconocido servidor Pedro Gomez Labrador. Paris 2. de Agosto de 1814.

VII Exmo. Sor. Muy Sor. mío, mi favorecedor y Amigo: el corréo, que llevaba el pliego para Bardaxí, no se detuvo aqui sino pocas horas y lo re-expedí sin que nadie lo advirtiese, pues el Ministro Ruso, sin cuyo pasaporte no hubiera podido pasar los límites de aquel Imperio, le dí á entender llevaba asunto concerniente al Toyson. Aqui creen tener atadas las manos á los Diplomáticos con exigir el visto del Ministerio para los vayas ó pasaportes de los Corréos; pero lo trampeabamos antes y ahora de mil maneras. Es un gran recurso para la Diplomacia la distincion entre mentira y falsiloquio: sin ella no se podría dar un paso en buena conciencia. Aún se sostiene la voz del proyectado matrimonio del Duque de Berri con la Gran Duquesa Ana y sobre las dificultades de mudanza de religión, ó por mejor decir de opiniones religiosas: á la verdad las Grandes Duquesas, que han casado con pequeños Soberanos de Alemania, han conservado su doctrina Griega; pero si yo no me engaño hay algun exemplar contrario quando se ha hecho el enlace con Soberano mas respetable. Como el preguntar sobre esto pudiera dar lugar á cabilaciones, me abstengo de hacerlo; y por la misma razon no puedo apurar en que estado se halla el proyecto del referido matrimonio del Duque de Berri: aqui me han hablado del Rey, nuestro Sor. con una Princesa de Portugal, y he contestado que nada sabía, haciendo al mismo tiempo una arqueadura de cejas para mostrar mi admiracion de que hubiesen penetrado una cosa tan reservada! 14


Tatischeff habla de salir dentro de ocho ó diez días; pero su muger sufre un poco de reumatismo y toma los baños minerales artificiales de Tivoli. Es muy linda, aunque bastante ajada; y le han hecho una pintura tan horrenda de ese país, su intolerancia, porquería et cet, et cet. que hace quanto puede por detener la salida. Tambien Benevento toma los baños de Bareges de Tivoli, y el Conde de Artois: y enfin se ha hecho requisito indispensable el hablar de males y de los baños, en términos que he tenido que ir á ellos unos quantos días por darme este barniz de moda. El Lord Wellington debe llegar pronto á Bruselas y Lord Castlereagh á Gante. Sería oportunísimo que la Gran Bretaña exigiese de los Estados Unidos la cesion á nosotros de la Luisiana, y la fixacion de límites; pues, como V. sabe, pretenden hasta el rio Colombia, es decir de mar á mar. Si Lord Castlereagh no viene á Paris, como se espera, acaso iré á buscarlo á Gante; pues importa mucho que yo lo véa antes de que Metternich lo trastorne. Yo escribo como si V. no tuviese mas que hacer que leer mis larguísimas antífonas. Soy de V. fino amigo y reconocido servidor Pedro Gomez Labrador. Paris 13. de Agosto de 1814. Posdata A la vuelta. Mas de una vez se me ha pasado hablar á V. de la órden de embiarle copia de lo que resulte aqui acerca de Jurados. Se está sacando, y me ocurre un escrupulillo. Entre los que el Secretario intruso pone en lista hay tres personas, una de las quales está ahi, y otra dos aqui en posesion y crédito de buenos Españoles, y como tales bien empleados. El uno sirve ahí desde 1810, ó antes, y se ha portado bien; los de aquí, á pesar de la nota de sus juramentos, han estado en un castillo, y no se libraron sino con la caida de Napoleon. Si se les pone en la lista podrá perjudicarles. Le parece á V. que se omitan, y que se diga á V. reservadamente para que no corra por la Secretaría? No me han trahido mas encargo del Sor Infante Dn. Antonio que el de un caxon de zapatos, pero tan grande que no se atrevió á llevarlo el anterior correo; y asi lo he hecho dividir en dos para que los lleve el que expido con la ratificacion, el qual por lo mismo no puede llevar tres otros caxones que ha embiado la de Ariza para Macanaz. Por mas priesa que doy, la caxa no puede estar hasta últimos del mes.

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VIII Exmo. Sor. Muy Sor. mio y mi Dueño: á no ser por la carta de oficio, que acompaña el Tratado, hubiera sospechado que en vez de haber puesto una pica en Flandes, como yo creía, había hecho alguna torpeza, tan profundo silencio han guardado todos mis amigos; y no lo extraño por V. que tiene tantas ocupaciones, sino por otros que tienen menos. Vn amigo de ahí me ha embiado la idea sencilla de Escoiquiz; y he sentido que la muchedumbre de las que han pasado por su cabeza le haya hecho incurrir en la equivocacion de atribuirme la mayor obstinacion en no creer que Napoleon Buonaparte tratase de destronar al Rey ni aun quando había pedido la renuncia. En la Secretaría del cargo de V. existen cartas mías de oficio en que está anunciada la usurpacion de España desde 1806, y otro tanto repetí desde Figueras en Enero de 1808: y en esto se fundó mi opinion de que S. M. no debía ir á Bayona. Siento que mi actual caracter me impida volver por mi honor, que, sin querer sin duda, ha manchado con su equivocada relacion el Sor. Escoiquiz. He defendido siempre la intencion de este; y créo que lo que hice por S. M. en Bayona, los quatro años y medio que sufrí de cautiverio y los riesgos á que me expuse escapándome de Francia me hacían acreedor á que se hiciese mencion de mí no para atribuirme lo que nunca pensé, sino para hacerme justicia. Es natural que no sean tan prudentes como yo el Sor. Cevallos y los demás que cita con el nombre de Diplomáticos, de la mayor parte de los quales me consta que siempre opinaron mal de la ida á Bayona y de las intenciones del Corso porque lo conocían íntimamente, y ni en chanza lo llamaron jamás héroe ni hombre grande. Entretanto abuso de la amistad de V. hablándole de lo que no puede remediar. Harto mejor hubiera sido que el Sor. Escoiquiz hubiese dejado en el olvido el sermon de Ostolaza, que acarrearse contiendas. Por mí, como no hay por donde tacharme tomaré la pluma muy bien cortada y haré que cada uno se quede en su lugar. Talleyrand está indispuesto de estómago y ha tenido unas calenturillas estos dias: anteayer comí con él. Si he de ir á Viena sería de desear me embiase V. una carta de S. M. para el Embajador de Austria, aunque no fuese mas que de mero cumplido. Aquí se extrañó mucho que no trajese alguna para S. M. Cristianísima. Conserve V. su salud, y no dude del cariño de su fino amigo y servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador.

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P. D. Escribo horas despues que llegó el tratado por aprovechar un correo de Stuard.

IX

Exmo. Sor. Muy Sor. mío: sé que ha habido una intriguilla dirigida á persuadir que convenía fuese al Congreso una persona mas condecorada. Los autores y los promotores de esta traman ignoran ó fingen ignorar que en España no existe mayor graduación que la de Consejero de Estado, y que un hombre que ha servido con la distincion que yo los principales Ministerios es muy superior á los nombrados para el Congreso de Viena por otras Cortes. Yo no sabía que para un Congreso fuesen necesarios títulos, ni sabía tampoco que un Conde ó un Baron Aleman eran personas de mas alta gerarquía que un hidalgo Castellano; y debo dar las gracias á quien ha hecho tan feliz descubrimiento; pero ciertamente ni aún en el sistema de las ridículas y añejas preocupaciones me trueco por los Nelserodes, Humbolt ni Hardemberg, pues el título de Príncipe [falta un trozo de texto]… su clase de Baron Hannoveriano. Es cosa bien extraña que han de querer darnos la ley hasta en las personas que han de nombrarse; y que si les acomoda un tonto, que firme lo que le pongan, lo han de proponer con el mayor descaro, quando nosotros no nos mezclamos nunca en lo que hacen las demás Potencias. Sentiría que fuese cierto el nombramiento de un tal Iznardi para Ministro residente en Hamburgo. Deséo á V. la mas cumplida salud y me repito su affmo. amigo y reconocido servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador. Paris 16. de Agosto de 1814.

P. D. El Ministro Ruso Tatischeff me ha dicho que partirá dentro de tres ó quatro días.

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X Exmo. Sor. Muy Sor. mio: por el último corréo ordinario escribí á V. sobre la intriga de que convenía fuese al Congreso una persona mas condecorada que yo; es decir un mentecato que firmase lo que le pusiesen. Lo que mas extraño es que todos han de querer influir en lo que allá se hace quando jamás nuestra Corte se mezcla en lo que hacen los demás. Talleyrand muestra ahora gran empeño a favor de las ramas de la familia Real establecidas en Italia: el caso es que Murat le ha sequestrado el Principado de Benevento. Como aquel territorio es del Papa, de qualquiera que sea Nápoles forzosamente ha de tener que dejarlo. Hace pocos días que á pesar de su sangre helada tuvo un motivo de disgusto, y fué preguntarle el Príncipe de Condé que se habia hecho su hermano el Obispo de Autun? La mucha edad del Príncipe de Condé hace verosimil que la referida pregunta fué efecto de falta de memoria; pero Talleyrand sufrió un gran sonrojo; por no tener respuesta que dar. Mucho siento que hayan sorprendido á V. haciéndole nombrar para Hamburgo á un tal Iznardi, que nunca ha sido mas que una espía de los Ingleses, gran amigo de Torenillo, Arguelles y Compañía, un pillastre de Café y hijo, sino me engaño, del Consul Americano residente en el Puerto ó en Chiclana durante la ocupacion de Andalucia, y pésimo sujeto. Es una deshonra para la carrera, sin contar con la inutilidad de semejante Ministerio, que fué invencion de Orozco para colocarse en él y luego sirvió para el Holandés Rectheren [¿] que á 70. años se hizo Católico para ser Ministro Español. Es increible lo que vamos bajando en el concepto de las demás Naciones. Los que nos hemos mostrado dignos del nombre glorioso de Españoles, creíamos que el fruto de tantos trabajos sería el podernos mostrar á cara descubierta en todas partes; y por el contrario tenemos que huir de la gente! Permítame V. este deshaogo; pero este restablecimiento de todo lo que había de mas malo en nuestro sistema, no dexa esperanza de que seamos mas que el vilipendio de la Europa, en toda la qual los Militares son Militares y nada mas, y los Magistrados Jueces y no otra cosa, y los Eclesiásticos se limitan á sus sacramentos y su pulpito. Yo no conozco forma de gobierno mas monstruosa que la que acaba de restablecerse; y con todos sus buenos deseos S. M. no podrá sacar á la Nacion del abatimiento, de la profunda miseria y de la bárbara ignorancia á que la han reducido esos extraños medios de gobernar. Triste Nacion y desgraciado Soberano! Ya dixe a V. quanto he extrañado la equivocacion con que Escoiquiz habla de mi. Luego que acabe mi comision haré ver lo cierto, respecto á Escoiquiz; pero lo que he hecho por la patria y por el Rey vale algo mas 18


que lo hecho por quien induxo á S. M. [á … la] sobrina del Corso, por quien fué el principal en conducirlo a Bayona, por quien renunció en nombre de S. M. y nunca ha mostrado sino debilidad y falta de mundo. Dexo aparte la diferente suerte de estar, como yo he estado, sin algun socorro y prisionero al estar libre y con grandes asistencias como Escoiquiz, y el haber él jurado al intruso y yo haber preferido la muerte á reconocerlo. Es muy rara cosa que haya querido por fuerza justificarse á costa de quien ha mostrado el carácter que á él le ha faltado. Cuento partir á fines del més. Deséo á V. cumplida salud y soy su affmo. amigo y reconocido servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador Paris 18. de Agosto de 1814.

XI Exmo. Sor. Mi Dueño y Amigo: ván las insignias de Sancti-Espiritus: y V. que es tan gran Cortesano como gran servidor del Rey sabrá poner en su debido punto lo que vale en esta época un paso que indica tanta consideración. No sé si el Príncipe de Benevento escribirá a V. pues ayer noche, digo mal, esta madrugada á las dos de ella, me dixo que aunque tenía el deséo, acaso le faltaría tiempo por hallarse muy atareado con la relacion que ha de hacer en la Cámara de los Pares sobre el presupuesto de hacienda, que no quiero llamar budjet, pues como V. trata tanto con S. M. que es tan Purista, es regular que sea tambien muy parco en el uso de voces tomadas de otras lenguas. Si escribe, dirá lo que aquí puede ser agradable: por mi debo celebrar un paso que mostrándonos unidos nos dará reciprocamente mas fuerza en el Congreso. Siento que siendo yo el que embia de aqui, haya de ser otro el que presente lo que venga de allá. Si no ha ido todavía el toyson al Emperador Alexandro, y no está con S. M. I. el Ministro del Rey, pudiera V. dirigirme el referido toyson; pues dá mucha entrada con los Soberanos el desempeñar acerca de ellos tan honroso encargo. Créo preciso embiar los collares y dispensar las ceremonias; pues lo que les agrada es ponerse desde luego las insignias. No he querido fastidiar a V. con relaciones de conferencias con Lord Wellington, el Conde de Munster y quantos pueden contribuir á nuestras pretensiones: V. juzgará que no omito medio. 19


Los Príncipes al despedirme me han hecho las mayores distinciones: el Duque de Angulema me hizo sentar, me tuvo mas de media hora en conversacion sobre las cosas de España, de que tiene una idéa bastante exácta, y me ofreció valerse de toda su influencia para con S. M. Cma. a favor de las ramas de la familia, despojada en Italia, aunque á la verdad S. M. Cma. se ha mostrado sumamente resuelto á su favor por propio movimiento suyo. Póngame V. á los pies de S. M. y de S. A. A. y soy como siempre su affmo. amigo y servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador. P. S. Vá una carta del Príncipe de Benevento; y van al fin los inmensos caxones dirigidos á Macanaz.

XII Exmo. Sor. Muy Sor. mio y mi favorecedor: la Princesa de Benevento me dixo lo que V. le insinuaba acerca de la banda azul, y el Príncipe me propuso de hacer á S. M. Cma. una ligera insinuacion al tiempo de tener mi audiencia de despedida; y aunque V. nada me ha prevenido acerca de ello, tratándose de asunto que debe ser agradable al Rey nuestro Sor. y al Sor. Infante Dn. Carlos, ha creido que debía conformarme con la voluntad el Príncipe de Benevento. Por fortuna S. M. Cm. me proporcionó hablar lo de la edad de nuestro Soberano una ocasion de tocar ligeramente el punto; y S. M. Cma. recogió al momento la indirecta. Ahora mismo ha estado á verme el Ministro de esta Casa Real Conde de Blancas d’Aulpo [¿] y me ha anunciado que antes de mi partida me embiará las bandas y placas dexando los collares para mas adelante; pues no los hay hechos. Espero por consiguiente poder expedir las referidas bandas con el Corréo que despacharé pasado mañana. Permítame V. que le diga que el Conde de Blancas es quien hizo lo mas dificil para la conclusion del honroso tratado concluido con S. M. Cma. de quien es el Ministro favorito como persona que de diez años á esta parte pasa diariamente con S. M. diez horas al día: es imposible pintar el empeño que tiene por los intereses de la Augusta Casa á quien servimos, y si el Rey nuestro Sor. le diese una prueba de consideracion sería una ganancia extraordinaria para nuestras pretensiones en el Congreso. V. en virtud de la recomendacion de Pizarro propuso la 20


Gran Cruz para Pozzo di Borgo, á quien no quito su mérito y con quien tengo amistad, pero no es sino el Ministro interino de Rusia aqui y el grado de Ayudante General que tiene se lo dió su Amo no porque haya hecho la guerra sino por graduacion y decoro. Trabajó mucho por la buena causa andando de quartel general en quartel general predicando que era menester acabar con Napoleon; pero este mérito es muy inferior al del Conde de Blancas, que le es tambien muy superior en graduacion, y es además de una gran familia. Perdone V. si estoy pesado; pero creo que mis recomendaciones no valdrán menos para con V. que las de Pizarro. Tenga V. salud y créa que nadie lo quiere tanto como su fino amigo y servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador. Hoy 2. de Septiembre de 1814. P. D. El Corréo no se atreve á llevar tres caxones que ha mandado la de Ariza y son en efecto tan grandes que es imposible llevarlos yendo á caballo: haré que lleve uno. Hablo del correo que expediré el 4.

y XIII Exmo. Sor. Muy Sor. mio y mi Dueño: aunque hace mucho tiempo que tengo amistad con Dn. Evaristo Perez de Castro, no hablaría á V. en su favor sino estuviese seguro de que no son exâctas las noticias que han podido dar de él personas mal informadas. Las opiniones que ha manifestado en las Cortes son de aquellas, que pueden ser ó no ciertas como todas las opiniones humanas, pero no son incompatibles con la honradez, lealtad, fidelidad al Rey y demás prendas de buen Español de que siempre ha dado pruebas. No es por tanto acreedor á la desgracia y al desayre que sufre; y si yo puedo algo con V. es necesario que lo saque de la triste situacion en que se le ha puesto, sobre todo quando acababa de casarse. Sino hay hueco correspondiente fuera, ignoro que mal puede haber en que vaya á servir su plaza de la Secretaría; y V. se convencerá de que yo no hablo nunca en favor de quien no acredite con hecho lo que digo. En los quatro días que llevo en Viena no me véo libre de presentaciones, cumplidos y visitas. Por otra parte debo de tener cara de tía y todos me vienen con sus cuitas. Los Malteses quieren que pues Carlos 21


quinto les dio á Malta, Fernando séptimo les haga dar Corfú: el Cardenal Consalvi se apoya sobre el título de Católico para que se le saquen las Legaciones de manos de infieles, y hasta el Príncipe de Piombino solicita que se le restituya su Soberanía por mediacion de España de quien era feudatario: nada digo de los Ministros Sicilianos y de una plaga de Agentes de la Reyna de Toscana. Daría yo un brazo por tener su casa de V. y sus anteojos, para que no se me atreviesen todos. Es probable que el Congreso se resienta de la precipitacion con que se hará todo, pues ni los Soberanos querrán estar largo tiempo fuera de sus Capitales, ni ser gravosos al Emperador, en cuyo Palacio se alojarán todos, aunque no es ni sombra de ese. Con que han embiado á V. las órdenes de Sicilia? Quisiera saber en donde tendrá V. pecho para ponerse tantas. Soy de V. affmo. amigo y reconocido servidor q. s. m. b. Pedro Gomez Labrador. Viena 23. de Septiembre de 1814. P. D. Me habían hecho esperar que el Príncipe de Benevento llegaría hoy; pero son las nueve de la noche, y no ha llegado.

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