DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE BADAJOZ INSTITUCIÓN DE SERVICIOS CULTURALES PUBLICACIONES ____________________________________________________________________
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REVISTA DE
ESTUDIOS EXTREMEÑOS TOMO XIV, NÚM. II
BADAJOZ 1958
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EPISTOLARIO DE MENÉNDEZ Y PELAYO CON JOSÉ LÓPEZ PRUDENCIO (1902-1910)
La figura de José López Prudencio (Badajoz, 1870-1949) ha de ocupar amplio espacio en cualquier estudio que se haga sobre el desenvolvimiento cultural de Extremadura en los finales del siglo XIX y casi mitad del XX. Su actividad de escritor de múltiples facetas, que abarcan desde el periodismo político hasta la crítica taurina, pasando por la concienzuda investigación y la delicadísima prosa, no es para tratada ligeramente en estas líneas de simple introducción a unas cartas. Enrique Segura ha trazado una semblanza de nuestro autor (1), ensayo biográfico provisional, al que acudirá con fruto quien quiera conocer algo del ambiente en que desarrolló sus actividades, mientras se redacta la amplia biografía que deberá hacerse: el papel de López Prudencio es importante como realidad cuajada en buenos libros y como eje de un movimiento histórico-erudito regional, cuyo exponente más destacado es la magnífica REVISTA DE ESTUDIOS EXTREMEÑOS. López Prudencio fué lector apasionado y consciente de don Marcelino Menéndez y Pelayo. No creo que nunca le tratara y sí le oí referir haber asistido un par de veces, como oyente, a su clase, en alguna de las escasas y rápidas escapadas que dió a Madrid en los comienzos de este siglo. Pero la comunicación con sus libros era constante y el erudito badajoceño supo extraer de ellos una visión nueva de la literatura clásica y un método y rigor en su trabajo científico, que se oponía vivamente a las oratorias y engoladas generalizaciones tan en boga en su juventud. En las páginas preliminares de Extremadura y España (2), primera ______________ (1) Enrique Segura: Biografías. s. l. [Badajoz], Imprenta de Arqueros, 1951. Cfr. las págs. 11 a 39. (2) José López Prudencio: Extremadura y España, con un prólogo de D. Jesús Rubio y Pérez-Dávila. Badajoz, Tip. y Lib. de Antonio Arqueros, 1903. 8.º XIX [sic, por XXI]-[3]-275-[1] págs.
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obra de López Prudencio que vió la luz pública, se cuenta la génesis de los distintos artículos que la integran y el impulso espiritual que su autor recibió del médico D. Regino de Miguel. Proponíase en ella estimular el regionalismo extremeño dando a conocer el destacante papel que siempre tuvieron las provincias hermanas en los momentos cumbres del Estado español, pero sin afán alguno separatista o nacionalista. Para ello, en lugar de esgrimir hueramente los tópicos en uso y hacer alarde de glorias verdaderas o falsas, sometió a dura crítica cuanto irreflexivamente se había escrito sobre el tema para aquilatar lo que en verdad era patrimonio de Extremadura. Manejó cuantos libros tuvo a su alcance y no dejó escapar una línea que no fuese tamizada escrupulosamente por la más rigurosa exégesis. Justamente en los mese de redacción de este trabajo surge su correspondencia con Menéndez y Pelayo, ocasionada por el deseo de averiguar qué había de cierto en la tradición ya centenaria, de haber sido hijo de Oliva el primer poeta cristiano Cayo Veccio Aquilino Juvenco. Así, escribe al maestro en 22 de diciembre de 1902: Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy señor mío y de mi más distinguida consideración: Pidiéndole ante todo mil perdones por atreverme á importunarlo sin títulos ningunos para ello, le suplico se digne contestarme á una pregunta que sólo V. creo pueda contestarla en España dadas las infructuosas gestiones que tengo hechas cerca de otras personas de indiscutible competencia en materias históricas y literarias. Trato de saber si es cierto que Cayo Vecio Aquilino Juvenco nació en Extremadura, porque, aun cuando el Sr. Barrantes dice en el T. 2.º, cap. I, pág. 29 de sus “Narraciones Extremeñas” que nació en Oliva, junto a Jerez de los Caballeros, como no he visto confirmada esta afirmación por ningún otro historiador de más autoridad (si bien tampoco la he visto desmentida), no me atrevo á dar crédito, ni al Sr. Barrantes, cuya gran laboriosidad no siempre corrió pareja con su competencia y agudeza crítica, ni á negar su aseveración, porque, si bien los autores que me merecen más crédito que el nombrado, no afirman con él, tampoco niegan. Esto mismo ocurre con V. en la “Historia de las Ideas Estéticas”, donde al hablar de el [sic] citado poeta, calla respecto al pueblo de su naturaleza cosa que no hace con otros; no sé si esto obedecerá á que no hay datos fehacientes sobre este punto, ó á mera casualidad. Para salir, pues, de esta duda me veo en la necesidad de importunar á V. porque aquí no puedo disponer ni de la disertación de A. R. Gebser citada en la obra de V. ni de
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ninguna otra obra ni persona que la resuelva, pidiéndole de nuevo me dispense esta osadía que me proporciona el honor de ofrecerme de V. a. y. s. s. q. l. b. l. m.
José López Prudencio Badajoz y Diciembre 22/902 s/c. Arco-Agüero, 29.
Creo que de esta carta se desprende claramente la falta de todo trato anterior: lo ceremoniosos de encabezamiento y despedida, la alusión al “ningún título”, ni siquiera el de discípulo o alumno, lo reflejan con nitidez. Don Marcelino debió e ver a través de las líneas de la carta, que se trataba de un investigador serio y a vuelta de correo le contestó: Sr. D. José López Prudencio. Santander, 27 de Diciembre de 1902. Muy Sr. mío: En contestación á su grata del 22, he de decirle que del poeta cristiano Cayo Vecio Aquilino Juvenco sólo podemos afirmar que fue español. Presbyter Hispanus le llaman Sn. Gerónimo y otros. El lugar de su nacimiento es desconocido, y el suponerle de Oliva junto á Jerez de los Caballeros es invención del P. Román de la Higuera en uno de los falsos cronicones que forjó. De allí lo tomaría algún historiador extremeño, y de él Barrantes, sin cuidarse del origen de la noticia. Con esta ocasión se ofrece de V. muy afecto s. s. q. b. s. m. M. Menéndez y Pelayo.
Con tal baza en las manos ya no dudó López Prudencio en excluir a Juvenco del catálogo de extremeños ilustres, justificando su proceder, en las págs. 223-224 del libro, con la inclusión del párrafo de D. Marcelino precedido de esta nota: “De intento y en conformidad con mi propósito de no citar más que hechos indudables, he omitido el nombre de … Cayo Vecio Aquilino Yuvenco, cuyo nacimiento en Extremadura dió tan de ligero por sentado el Sr. Barrantes… sin cuidarse de averiguar que el origen de esta noticia era uno de los falsos cronicones, según se desprende de la carta que tuvo la bondad de dirigirme el Sr. Menéndez y Pelayo, resolviendo la consulta que le hice sobre el referido asunto en la cual se expresa en estos términos.”… 5
Tan pronto como estuvo listo el volumen de Extremadura y España se cuidó de enviar un ejemplar, que hoy se conserva en la biblioteca del maestro en Santander, con la siguiente dedicatoria autógrafa que copio: A Menéndez y Pelayo tiene el atrevimiento de dedicarle este ejemplar, rogándole que lo perdone, su entusiasta admirador J. López Prudencio Si tuviera V. la bondad de dedicarme dos líneas con su opinión sobre si debe ó no quemarse esengendro [sic] mío le viviría eternamente agradecido.
Fácil es imaginar la inquietud y la emoción con que el joven historiador regional, apartado de los núcleos literarios importantes y de las bibliotecas bien provistas, aguardaría el fallo de la más alta autoridad que en tales cuestiones había en España, y fácil es asimismo imaginar la alegría que debió producirle la siguiente carta: Sr. d. José López Prudencio. Madrid, 24 de Octubre de 1903. Muy Sr. mío. Pocos días antes de venir de Santander recibí el libro de Vd. Extremadura y España, y le leí inmediatamente con grande interés, pero con las ocupaciones de última hora allí y las que he encontrado aquí a mi vuelta, he ido dilatando el escribir á Vd. y darle cuenta de la grata impresión que su libro me ha causado. Perdone V. el involuntario descuido. El libro me ha parecido pensado con originalidad, escrito con buen conocimiento de las fuentes, con recta crítica y espíritu elevado y generalizador. El regionalismo que en él se profesa es muy sano, y enteramente diverso de los desvaríos que se propalan en otras regiones. Vd. reivindica noblemente la altísima parte que los extremeños han tenido en nuestra historia nacional, y al mismo tiempo reconoce y proclama la unidad intangible del genio peninsular y de la cultura hispana. Hay en el libro puntos de vista nada vulgares, discusiones críticas muy bien encaminadas, y un caudal de doctrina y discernimiento que honra a su estudioso autor. Al acusar á Vd. recibo de su libro y darle la enhorabuena por él, me repito suyo afmo. s. s. q. b. s. m. M. Menéndez y Pelayo.
A vuelta de correo respondió, lleno de gratitud, López Prudencio: 6
Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy Sr. mío: Le agradezco á Vd. en el alma la molestia que se ha tomado en leer mi obra y sobre todo el juicio benévolo que se ha tomado la molestia en comunicarme en su grata del 24. Confieso que lo que más me ha gustado del libro hasta hoy es que no le haya parecido á Vd. del todo malo; porque los juicios de los demás, ó por apasionados ó por incompetentes me han hecho poca mella, á pesar de lo lisonjeros que han sido hasta ahora. Hoy gracias á V. sé de cierto á que atenerme, porque leo entre líneas bien lo que su amable cortesía deja por decir. Mil gracias, pues, por todo y esperando una ocasión en que manifestar mi profunda y sincera gratitud que sólo puede compararse con la admiración que me inspira, queda de V. s. s. q. l. b. l. m. José López Prudencio. Badajoz, 28 de Octubre de 1903.
Cierra esta carta lo que pudiéramos llamar primera etapa de las relaciones epistolares entre D. Marcelino y el erudito extremeño. Iníciase la segunda con motivo de una serie de artículos que López Prudencio había escrito sobre literatura regional del siglo XVI. Publicados primero en el periódico local el Noticiero (3) y reimpresos más tarde en la revista Archivo Extremeño (4), el editor D. Vicente Rodríguez le brindó oportunidad para recogerlos en un tomito. En esta ocasión quiso perfilar algunos detalles, entre ellos el de las relaciones de dependencia entre la Comedia Pródiga del placentino Luis de Miranda y la Commedia d’il figliuol prodigio del italiano Giovanni Maria Cecchi, establecidas por Menéndez y Pelayo en su estudio sobre la Propalladia de Torres Naharro (5). ______________ (3) En los números 213, 214, 218, 220, 222, 223, 226, 228, 229, 232, 235, 236, 237 y 238 del Noticiero Extremeño. (4) El artículo correspondiente a Luis de Miranda se publicó en la revista Archivo Extremeño, Badajoz, Imp. Arqueros, año II, núm. 21, del 31 de octubre de 1909, págs. 659-670. (5) Véase en la reproducción moderna de Bartolomé de Torres Naharro y su Propaladia incluida en los Estudios y discursos de crítica histórica y literaria (edición llamada “Nacional”), Santander 1941, tomo II, págs. 269-377. El pasaje citado, en la pág. 374.
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López Prudencio se dirige al maestro santanderino en estos términos: J. López Prudencio. Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy señor mío y de mi mayor consideración: Perdone V. que le moleste con estas líneas, pero me es necesario conocer las razones que tuvo V. para decir en su admirable prólogo a Torres Naharro que la Comedia Pródiga “debe mucho á la Commedia d’il figliuol prodigo de Cecchi”. Si tuviera V. la bondad de ponerme cuatro líneas sobre este asunto se lo agradecería muy sinceramente su entusiasta admirador y s. s. q. l. e. l. m. José López Prudencio. Badajoz, 27-Abril-1910. s/c. Trinidad-10-pral.
Mal acostumbrado tenía D. Marcelino a López Prudencio, por haber respondido con rapidez a sus cartas y envío anteriores; así es que cuando transcurrió casi un mes sin que en Badajoz se recibiera contestación a la epístola anterior, el corresponsal empezó a dudar de si el maestro habría interpretado mal el laconismo de ella. Dos borradores de nueva carta trazó el día 21, con ligeras modificaciones (6), y por fin el 28 de mayo puso en correo una más extensa y detallada, en la cual explicaba las razones que le movieron a la consulta y cómo no acertaba a ver por parte alguna el afirmado plagio de Miranda a ______________ (6) Uno es casi exacto a la carta enviada; el otro tiene tachaduras y supresiones, v. gr., el arranque, que era más durillo: “sin duda mi temor á molestarle con explicaciones sobre las causas que me indujeron á importunarle con mi carta anterior ha dado motivo á que V. la considerase como hija de una audacia digna sólo del silencio por parte suya. No de otro modo puede interpretar su falta de contestación [el] que como yo, conoce por experiencia su exquisita cortesía, para atender, benévolo, á cuantos acudimos á los tesoros de su erudición”, etc. Ambos borradores los conservaba la señora viuda de López Prudencio.
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Cecchi: J. López Prudencio. Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy señor mío y de toda mi consideración: Por no importunar á V. con prolijas explicaciones, me limité, en carta que me permití escribirle hace ya bastantes días, á hacerle una pregunta cuyo laconismo acaso haya interpretado en sentido distinto del que tenía, cuando no se ha dignado contestar. Para evitar una equivocada interpretación si la ha habido, voy a explicarle sucintamente lo que me movió a escribirle. Estoy haciendo algo acerca de la literatura de esta región, y al encontrarme con la afirmación de V. Respecto a la deuda de Miranda para con el Cecchi, sin ponerla por mi parte en duda, porque las averiguaciones de V. son para mí, en estas materias, poco menos que artículos de fe, quise apreciar la cuantía de la deuda para aquilatar debidamente su importancia en mi trabajo y pedí á Italia las obras de Cecchi: Después de leída la Commedia d’il Figliuol prodigio con todo detenimiento vi que no me era posible aquilatar por mí esa deuda; pero continué creyendo que debe haberla, porque me es mucho más fácil dudar de mi penetración que de la autoridad de V. Luego veo que Rafael Rochi, prologuista de la edición que tengo del Cecchi, da á la comedia en cuestión una fecha posterior, no sólo á la que Cañete atribuía á la Comedia Pródiga, sino á la que ostenta la más antigua edición conocida, y que además la edad del Cecchi en 1534 y aún en 1554 no hace muy viable la extensión de su influencia artística hasta Miranda; pero como contra todas estas dificultades (y para mí por encima de todas ellas) está la afirmación de V., por eso me atreví a escribirle preguntándole los fundamentos de ella. Ahora bien, si es que aún con estas explicaciones considera V. inoportuna y molesta mi pretensión, yo le ruego que la tenga por no formulada y se reitera como siempre su más entusiasta admirador J. López Prudencio. Badajoz, 28-Mayo-1910.
Los temores del erudito extremeño no tenían, sin embargo, fundamento alguno. Lo que ocurría es que Menéndez y Pelayo estaba agobiado de ocupaciones y sin tiempo para nada, tal como de lo indicó en carta de primero de junio.
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Madrid, 1.º de Junio de 1910. Sr. D. José López Prudencio. Muy Sr. mío y de mi estimación (7): Leí hace bastantes años las comedias de Miranda y Cecchi, y creí notar en ellas analogías de detalle además de la semejanza esencial de haber tratado la parábola evangélica como un tema de comedia de costumbres actuales. Por lo visto usted no opina lo mismo, y acaso usted acierte y yo me equivoque, lo cual no me molestará de ningún modo, porque en estas cosas y en todas las restantes no tengo más interés que el de la verdad. Para afianzarme en mi juicio ó para rectificarle, si fué errado, necesito volver a leer las dos comedias, y esto no lo puedo hacer en Madrid, donde estoy agobiado de ocupaciones que apenas me dejan tiempo ni para la correspondencia con mi familia. En Santander, donde tengo todos mis libros y paso el verano, como usted sabe, daré un repaso á las dos piezas de Miranda y Cecchi y diré á usted mi impresión definitiva. Suyo afmo. s. s. q. b. s. m. M. Menéndez y Pelayo.
Estas líneas debieron de tranquilizar un tanto a López Prudencio y, con ellas a la vista, se encontró con ánimo para plantearle un nuevo problema: el de las obras de San Pedro de Alcántara y el de la legitimidad del Tratado de la Oración y Meditación (8). Junto con la gratitud por la respuesta va la demanda: Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy señor mío y de toda mi consideración: Mil gracias por su atenta y perdone que le moleste encareciéndole que no deje de ponerme cuatro letras desde Santander, cuando se tome la molestia de leer las piezas, diciéndome su impresión y qué se puede pensar sobre las dificultades que surgen de las fechas apuntadas en mi carta. Y si entonces, ya pluma en mano para hacerme tan valioso favor, no le molestara
______________ (7) Es curioso observar que cuando publicó López Prudencio esta carta en El genio literario que citamos luego en la nota 10, por confusión cambió el encabezamiento, imprimiendo Mi estimado amigo donde el original autógrafo dice Muy Sr. mío y de mi estimación. (8) Por olvido, sin duda, escribió López Prudencio en El genio literario después de transcribir la epístola (pág. 124): “Después de esta carta que fechaba el inmortal maestro en 1.º de Junio de 1910, excusado es decir que no me atreví a importunarle de nuevo, ni casi a esperar que se ocupase más del asunto, entre la multitud de ocupaciones que le agobiaban en efecto.” Ya vemos que sí le escribió sobre ello y enseguida.
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decirme si tiene por de S. Pedro Alcántara [sic] el Tratado de Oración que otros atribuyen al P. Granada, ó si no cuáles son las obras de aquel Santo á que se refiere V. en su discurso de entrada en la Academia al hablar de “su lenguaje severo y ascético” si mal no recuerdo, sería para mí un nuevo y señaladísimo favor que nunca agradeceré bastante. Perdone V. que me tome esta libertad sin tener título alguno para ello; pero aquí, en este rincón, es tan difícil trabajar sobre estas cosas, que se ve uno en el caso de molestar á los que como V. todo lo encuentran resuelto en el caudal de su saber. Le saluda agradecido su respetuoso discípulo y s. J. López Prudencio. Badajoz-5-Junio 1910.
Tales párrafos tuvieron la virtud de hacer que el insigne polígrafo se interesase por el tema y con aquella su absoluta honradez científica reconociese su errada interpretación. Vueltas a leer la Comedia Pródiga de Miranda y la obra de Cecchi le parece imposible sostener la opinión que corría de que aquélla se derivase de ésta y así lo hace constar de modo terminante en unos nobilísimos párrafos que serían –si lo precisaraejecutoria de su honradez intelectual: Sr. D. José López Prudencio. Santander, 27 de Julio de 1910. Mi estimado amigo: He vuelto á leer con toda atención la Comedia Pródiga, de Luis de Miranda, y la Commedia d’il figliuol prodigo, de Cecchi, y encuentro que no tienen entre sí más analogía que estar fundadas en la parábola del Evangelio de San Lucas, y haber tratado ambos autores el asunto como un tema de costumbres modernas. Pero es imposible que la comedia de Miranda impresa en 1554 esté tomada de la de Cecchi, porque ésta contiene una letra de cambio fechada en 2 de febrero de 1569. No puedo explicarme el origen de mi error en este punto. Acaso pensé en otra comedia de Cecchi sobre el mismo argumento, que es enteramente distinta de la publicada en la edición de Milanesi, y que recuerdo haber visto, impresa ó manuscrita, en Italia. Pero más bien hubo de proceder mi confusión de una Rappresentazione del Figliuol Prodigo de Mess. Castellano Castellani (Vid. Ancona, Sacre Rappresentazioni, I, 357-387) compuesta en octavas reales, á principios del siglo XVI (ó quizá á fines del XV). Aquí el desarrollo dramático se parece mucho más al de la Comedia Pródiga: hay escenas en una hostería, engaños de falsos amigos, juego y aventuras de mujeres, todo muy semejante, pero no de tal modo que sea necesario suponer imitación directa de parte del poeta extremeño, cuyo principal modelo me parece haber sido La Celestina. 11
Hay en el primitivo teatro italiano otras dos representaciones populares, también en octavas, sobre la historia del hijo pródigo: una de ellas de Antonia, mujer de Bernardo Pulci, pero no he tenido ocasión de leerla. La incógnita que principalmente me importa resolver ahora (para lo cual escribiré a Italia) es lo relativo á la otra comedia de Cecchi, que probablemente sería la primera parte de la publicada por Milanesi. De Vd. Afmo. amigo s. s. q. b. s. m. M. Menéndez y Pelayo.
Grande debió de ser la alegría de López Prudencio al recibir esta carta (9), y no por la bellaca satisfacción que sienten algunos mediocres al dar al maestro cuchillada, sino porque la originalidad del escritor extremeño quedase patente y se proclamara por la autoridad en tales cuestiones literarias. Véase la agradecida respuesta del extremeño: S. D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Muy señor mío y respetado amigo: No quiero retardarme un momento en expresarle mi profunda gratitud por su amable benevolencia, sin que por eso deje de esperar impaciente el resultado de su consulta a Italia, ya que hasta ese extremo lleva V. su amabilidad para resolver esas dificultades con que me he atrevido a importunarle. De lo que no me dice V. nada en la carta con que acaba de favorecerme nuevamente es de lo que le consultaba en mi última acerca de S. Pedro de Alcántara. Tiene V. razón después de todo, porque si se hace miel yo soy el más empalagoso moscardón del mundo, para quien en estas materias y en todas puede enseñar tanto como V. Me resigno, pues, rogándole que no deje de comunicarme lo que le digan en Italia si al fin hace la pregunta. Queda como siempre agradecidísimo y á sus órdenes su affmo. a. y a. y s. s. q. b. e. l. m. J. López Prudencio. Badajoz-29-Julio-1910.
Con esta carta concluye el Epistolario que se cruzó entre López Prudencio y el insigne Menéndez y Pelayo, si uno gloria indiscutible en el ______________ (9) La publicó en El genio literario, págs. 125-126.
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ámbito nacional, cimera también el otro en los estudios relativos al pasado literario de su región. Después de fallecido el maestro santanderino, publicó López Prudencio un importante libro titulado El genio literario de Extremadura, apuntes de literatura regional (10), y en él hubo de hacer historia del segundo episodio a que se refieren las cartas aquí publicadas, incluyendo las dos de D. Marcelino, con alguna ligera variante. El problema, sin embargo, estaba resuelto desde bastantes años antes en una nota perdida en revista erudita, por un investigador alemán: en otro trabajo nos ocuparemos de este interesante tema. Resta sólo ahora agradecer vivamente a la señora viuda de López Prudencio la bondadosa solicitud con que nos ha facilitado, a través de D. Tomás Gómez Infante, las cartas que recibió su esposo del autor de la Epístola a Horacio, y a D. Ignacio Aguilera, director de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, la autorización para dar a conocer las epístolas que se conservan en la casa del maestro santanderino. A. RODRÍGUEZ-MONIÑO
______________ (10) J. López Prudencio: El genio literario de Extremadura, apuntes de literatura regional. I. Badajoz, Imp. de Vicente Rodríguez, 1912. 12.º, 230-[2] págs.
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