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EPISTOLARIO INÉDITO DE DOÑA GERTRUDIS
GÓMEZ DE AVELLANEDA (1841 – 1871) PUBLÍCALO
ANTONIO RODRÍGUEZ-MOÑINO
VALENCIA TIPOGRAFÍA MODERNA 1959
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Separata de la revista Hispan贸fila 6 (1959) 1-52 cien ejemplares
Dep贸sito Legal. V. Sep. 718-1958
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…Es la perla de la hermosa Antilla, perla a su vez de los hispanos mares. M. A. PRÍNCIPE
Fue Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, en opinión de sus contemporáneos no desvirtuada por el juicio de la posteridad, la mujer que con más altura y gallardía pulsó la lira en lengua española. Añejo problema, resuelto ya, el de su incorporación a las letras peninsulares o a las propias de la hermosa isla que la vio nacer; nadie, empero, duda hoy de que, si magnífica figura de la tierra hispana, su formación primera, su larga estancia y su raíz entrañable, nunca desmentida, la hacen ser astro de primera magnitud en la constelación cubana. Aún nos falta una buena biografía de la Avellaneda. Los libros de Figarola1, Escoto2, Rodríguez García3 y Cotarelo4 constituyen un espléndido arsenal de noticias, datos y documentos de primer orden para alzar el monumento literario que es preciso construir. Doña Gertrudis llena treinta años de vida literaria, se relaciona con lo más granado de los escritores de entonces, sostiene polémicas ruidosas, la arrastran tolvaneras pasionales y remansa su ardoroso temperamento en puros amores como los que profesó a sus dos maridos: Sabater y Verdugo. La correspondencia con su gran amor, el hacendado Don Ignacio de Cepeda, seguida durante el lapso de tiempo que corre desde 1839 hasta 1854, por lo menos, salvada en gran parte de la destrucción y accesible al estudioso desde 19075, nos muestra toda la pasión que era capaz de profesar Tula en la edad más crucial de la mujer: desde los veinticinco a los cuarenta años. Muchos rasgos psicológicos, mucha alma desnuda hay en esas cartas para quien tenga ojos limpios con que ver y pluma dispuesta a trazar el perfil de un interesantísimo caso humano. ______________ (1) Domingo Figarola-Caneda: Gertrudis Gómez de Avellaneda. Biografía, bibliografía e iconografía. Madrid, Industrial Gráfica, 1929. 4.º 292 págs. con láms. (2) José Augusto Escoto: Gertrudis Gómez de Avellaneda. Cartas inéditas y documentos. 1859 a 1864. Matanzas, Imp. La pluma de oro, 1912, 4.º 259-[3] págs. y láms. (3) José A. Rodríguez García: De la Avellaneda, colección de artículos. Habana, Imp. Cuba intelectual, 1914. 8.º 523-[1] págs. (4) Emilio Cotarelo: La Avellaneda y sus obras, ensayo biográfico y crítico. Artículos publicados en el Boletín de la Real Academia Española, tomo XV (1928), 583; XVI (1929), 5, 131, 267, 395, 529; XVI (1930), 5, 145. Hay tirada aparte, de la cual adquirimos hasta tres ejemplares; prestados uno tras otro, nos hemos quedado sin los tres. Sirva esta nota de recordatorio a alguno de los amigos olvidadizos. (5) Lorenzo Cruz de Fuentes: La Avellaneda. Autobiografía y cartas de la ilustre poetisa hasta ahora inéditas. Huelva, Miguel Mora, 1907. 8.º 155-[1] págs. Se reimprimió en Madrid, Imp. Helénica, 1914, muy aumentado.
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Pero si los eruditos anteriormente citados dejaron ricos materiales con los que labrar la precisa arquitectura biográfica, quedan aún por recovecos y rinconcillos algunos testimonios biográficos, de no gran importancia si se quiere, pero siempre útiles para perfilar sucesos, precisar fechas o descubrir matices inéditos en la rica y compleja variedad vital de la autora del Baltasar. Entendemos que es deber de todos el ir sacando a luz esos humildes relieves con destino a la futura construcción: cumplir, en parte, esta obligación nos mueve a trazar hoy las presentes páginas. Vamos a limitarnos a engrosar el caudal epistolar de Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda con casi cuatro docenas de cartas que estimamos inéditas. Dada la enorme bibliografía –española y americana– sobre la escritora6, no puede en modo alguno afirmarse de manera rotunda que los textos a que nos referimos sean completamente desconocidos. Casi tenemos la certeza de que lo son, pero es tan precaria la información disponible que no nos permite arriesgar la seguridad: ¿quién puede haber examinado cuaderno a cuaderno la multitud de revistas publicadas en estos tres cuartos de siglo últimos? Nuestra aportación está constituida por cartas cruzadas con Don Manuel José Quintana (dos), Don Francisco de Paula Mellado (una), Don Vicente Asuero (trece), Don Francisco Vila y Goyri (siete), Don Leopoldo Augusto de Cueto (dieciocho) y Doña Dolores Cruz (una), todas las cuales consideramos como inéditas, con las salvedades expresadas. Hemos añadido una escrita a Don Ildefonso Antonio Bermejo y tres a Don Narciso del Campillo porque, aunque citadas, sólo lo eran por extracto y no por su texto completo. El epistolario de Doña Gertrudis hasta hoy conocido lleva como fecha más antigua el 13 de julio de 1839 (primera de las de la colección de Cepeda) y como más moderna el 20 de abril de 1872 en que escribe al crítico Don Manuel Cañete, su viejo enemigo. Entre ambas hay poco más de cien textos, cantidad verdaderamente exigua si se tiene en cuenta la activísima vida literaria, social y amorosa de la inteligente y gentilísima Tula. La colección que ofrecemos abarca, como fechas límites, 1841 y 1871, es decir, las que median entre la primera edición de las Poesías y el último volumen de las Obras, postrer trabajo suyo que vio impreso en vida. Doña Gertrudis llegó a Madrid a fines de mes de agosto o principios de setiembre de 1840 y se relacionó con la persona más influyente entonces de los altos y bajos cenáculos literarios, el gigantón zamorano Don Juan Nicasio Gallego. Desde el comienzo lo tuvo a su lado como protector, crítico y cariñoso consejero poético, hecho que le abrió de par en par las puertas de todos los grupos y reuniones: Zorrilla ha recordado en página ______________ (6) Un resumen bibliográfico hasta 1930 en el trabajo de Cotarelo.
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admirable7 la presentación de Tula y Don Juan Nicasio en los salones del Liceo. Para mediados de 1841 tenía ya dispuesta una colección de Poesías, prologada por Gallego, y quiso darla enseguida a las prensas. Tratóse de elegir impresor y, contra los consejo de su mentor, eligió el establecimiento tipográfico de Don Francisco de Paula Mellado, activísimo e inteligente, emprendedor de múltiples negocios que iban desde los editoriales hasta los de seguros. A él va dirigida la primera carta de nuestra colección, relativa, sin duda, a la puesta en venta del tomo de Poesías. No conocemos biografía alguna del impresor Mellado y ello nos priva de ofrecer aquí algunos datos complementarios. Parece que, a pesar de los cuidados puestos, la obrita salió con numerosas erratas, contra las que truena Don Juan Nicasio en una carta de 4 de octubre.8 Ya en circulación el volumen, comenzaron los grandes éxitos de Tula. Ella misma nos ha referido, en su Autobiografía9 de 1850, la magnífica acogida que tuvo y cómo la diputaron los principales genios de la corte por una lumbrera extraordinaria. Siempre se ha asociado el nombre de Don Manuel José Quintana (1772-1857) a los primeros pasos de la poetisa en Madrid, pero no creíamos que el conocimiento personal hubiese tardado mucho en producirse. Las cartas II y III, por el tono en que están escritas, revelan que, por lo menos, hasta los últimos días de 1841 no se trataban. Al referirse en la Autobiografía a Quintana, dice que éste le escribió una carta asegurándole que había leído sus versos “con un placer que hacía mucho tiempo no sentía, y a veces con admiración y asombro”; los biógrafos han repetido este juicio, que hoy se encuentra confirmado con la epístola III de las que publicamos, pues aunque la forma no es igual, sí lo es el fondo. Después de este primer contacto ya las relaciones entre ambos escritores fueron normales e ininterrumpidas durante los quince años que le quedaron de vida a Quintana, quien en 1844 dirige a la poetisa un conocido soneto10 aplaudiendo el éxito de Alfonso Munio y en 1846 una carta que, a juicio de Rodríguez García, es un madrigal en prosa11, felicitándola por su casamiento con Sabater. Doña Gertrudis, por su parte, guardó a Don Manuel José un entrañable afecto personal y literario y en ocasión tan solemne como la de la Coronación leyó la soberana Oda que comienza: Allá en el centro de la ______________ ( 7) José Zorrilla: Recuerdos del tiempo viejo, en Obras completas, Valladolid, 1943, tomo II, págs. 2051-2057. ( 8) Publicada por Figarola-Caneda, págs. 139-140: “ No me admira lo que usted me dice de Mellado, pues como mil veces se lo tengo anunciado a usted, he creído siempre que la edición sería… y sobre todo lo más incorrecta y… del mundo.” ( 9) La Autobiografía de 1850 se publicó en La Ilustración, Madrid, 1850, pág. 351. (10) El soneto de Quintana, fechado en 24 de junio de 1844, puede verse en Cotarelo, op. cit., pág. 134. (11) La carta, publicada por Figarola-Caneda, op. cit., págs. 173-174; el juicio de Rodríguez García en la página 162 de su libro.
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hermosa Antilla, una de las mejores que salieron de su pluma12. Miguel Agustín Príncipe, repasando los asistentes al solemne acto, nos ha dejado una rápida semblanza del momento: ¡Oh, cuánta vida, variedad y encanto! ¿Mas qué mujer es esa, hermosa, altiva, Que la tribuna escala, en ansia viva De alzar ferviente su armonioso canto? ¡Miradla! El Genio santo La hizo un día trocar los patrios lares Por mejor horizonte aquí en Castilla: ¡Vedla! Es la perla de la hermosa Antilla, Perla á su vez de los hispanos mares… 13
Poco, muy poco después tendría Tula que volver a tomar la lira en honor de su admirado Quintana y, con el triste motivo de su fallecimiento, ocurrido en 11 de marzo de 1857, escribió cinco cuartetos que leyó en el cementerio14, antes de los discursos de Don Cristino Martos, Don Emilio Castelar, Don Pedro A. de Alarcón y de las poesías de Navarro Rodrigo y Vila Goyri. Por cierto que de resultas del enfriamiento cogido en la necrópolis, padeció Doña Gertrudis un catarro pulmonar en los días siguientes15. A Don Vicente Asuero y Cortázar, el famosísimo Dr. Asuero de nuestros bisabuelos, van dirigidas las trece cartas siguientes. Era Don Vicente natural de Nájera, en donde había visto la luz el lunes 27 de octubre de 1806, pero residente en Madrid desde que tenía diez años; aquí cursó con aprovechamiento la carrera de medicina, concluida el 20 de mayo de 1833. Dotado de unas extraordinarias cualidades humanas y científicas, perteneció Asuero a la brillante pléyade de los galenos que se llamaron Sánchez de Toca, Corral y Oña, Fourquet, Villaescusa, Mata, etcétera16. Ignoramos cuándo entabló relaciones con doña Gertrudis, pero hay buenos datos para suponer que se conocieran a poco de llegar a Madrid la poetisa, pues las cinco primeras cartas pueden fecharse en 1844 e indican que entre ambos existía ya buena amistad. La IV va dirigida al domicilio en que vivió Asuero17 hasta 1845; a la V acompaña billete para el estreno de ______________ (12) Figura la Oda en el folleto Coronación del eminente poeta D. Manuel José Quintana, celebrada en Madrid, a 25 de marzo de 1855. Madrid, M. Rivadeneyra, 1855. Fol., 96 págs.; págs. 33-38. (13) Miguel Agustín Príncipe: A D. Luis López en elogio de su bello y magnífico cuadro de la coronación de Quintana, Oda. Madrid, Imp. Manuel Galiano, 1859. 4.º [2]-16-[2] págs.; el pasaje relativo a la Avellaneda en las págs. 6-7 y alcanza dieciocho versos. (14) Se imprimieron en el tomo I de las Obras literarias de la Avellaneda, Madrid, M. Rivadeneyra, 1869. (15) Véase la carta número XXI de las que publicamos luego. (16) Fermín Caballero: Biografía del Doctor Don Vicente Asuero y Cortázar. Madrid, Vda. de Aguado e hijo, 1873, 4.º 227-[1] págs. y lám.
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Alfonso Munio; en la VI anuncia el envío de una novela que acaba de publicar, probablemente Dos mujeres, cuyo tomo IV, con fecha de 1843, no debió de repartirse hasta bien entrado el año siguiente; va con la VII reconvención por la ausencia y aviso de un viaje que no llegó a realizarse. Cierra la que pudiéramos llamar primera serie de estas cartas una invitación para el estreno de su drama nuevo –seguramente Egilona– y para tomar un vasito de ponche en su casa después. Mucha agua llovió entre esta invitación y la epístola siguiente, escrita, aunque en nombre de la Avellaneda, por persona extraña. En el período transcurrido desde el 7 de octubre de 1844 hasta el 19 de abril de 1858, se suceden18 sus borrascosos amores con García Tassara, casa y enviuda de Don Pedro Sabater, reanuda las relaciones con Cepeda, tiene lugar el áspero episodio académico tan conocido, y se registran en su producción dramática desde los éxitos apoteósicos de La Hija de las flores y Baltasar hasta el estrepitoso fracaso de Los tres amores. El 25 de abril de 1855 casó con el coronel Don Domingo Verdugo y Massieu. El doloroso suceso a que se contraen las cartas IX-XVI ha sido largamente estudiado por Cotarelo en un trabajo documentadísimo que tituló Una tragedia real de la Avellaneda, y por ello vamos sólo a recordar aquí sus líneas esenciales19. El 20 de marzo de 1858 se estrenó en Madrid, en el Teatro del Circo, donde actuaba la compañía del famoso Don Julián Romea, el drama en tres actos y prólogo titulado Los tres amores. Dividido el público desde casi el comienzo, hubo un grupo de reventadores que no cesaron de interrumpir y protestar durante todo el tiempo que duró la representación; no concluyó ésta (a pesar del respeto que debía inspirar la presencia de los Reyes en el estreno) porque en el momento culminante del drama, cuando uno de los personajes asegura “que hay gato encerrado”, desde un palco platea cercano al escenario, sólo ocupado por hombres, soltaron un gato vivo “el cual, asustado por las luces y gritería del público, empezó a correr de un lado al otro hasta que pudo ocultarse: ya no hubo más representación, que acabó entre jarana, risas y silbidos”. A circunstancias extrañas a lo puramente literario se achacó entonces este rotundo fracaso, y de una parte despecho de enemigos y de otra resquemores políticos motivaron el gran disgusto de la Avellaneda, del cual fue honrosísimo desquite el éxito clamoroso y extraordinario que logró, veinte días después, con el estreno de Baltasar, una de las más hermosas tragedias que se han escrito en lengua castellana. Pero en la vida de esta extraordinaria mujer las coronas de rosas siempre descansaron sobre acerado cerco de espinas: aún no saboreadas las _______________ (17) Caballero, op. cit., págs. 36-37. (18) Cfr. Cotarelo, op. cit., para todo este párrafo. (19) Publicado en la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento, Madrid, 1926.
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mieles de Baltasar, el 14 de abril, don Domingo Verdugo se encontró en la calle, a la una y media de la tarde, con un sujeto de malos antecedentes, expulsado del ejército, Don Antonio Ribera, y tras breves frases violentas que degeneraron en bofetadas, sufrió dos heridas de estoque, una ligera y otra que le atravesó el pulmón derecho. Dada la significación social y política del agredido, ni que decir hay que todo Madrid se interesó en la cuestión. Pero dejando aparte por ahora lo relativo al asunto, digamos que Doña Gertrudis rodeó al enfermo de los mejores médicos que había en la Villa y no descansó un segundo, pegada al lecho en el que yacía su marido. Asuero intervino desde el primer momento en su calidad de amigo y de extraordinario facultativo: de la confianza en él depositada da fe el párrafo siguiente: “Amigo mío, en V. pongo toda mi confianza; pues aunque reconozco y respeto los conocimientos del Sr. Sánchez Toca y estoy muy satisfecha del interés con que asiste a mi esposo… yo acudo a V. pidiéndole que sea… el moderador de toda impaciencia, y el que dirija con su prudencia y saber cuanto haya que hacerse, contando con que yo apoyaré lo que V. indique… en V. deposito mi confianza absoluta y nada se hará que V. no apruebe.” Por espacio de dos meses, pues, la voluntad de Asuero en el caso de Verdugo fue ley. Y que no se equivocaba Tula al depositar ciega fe en Don Vicente lo prueba el hecho de que, a mediados de junio, se daba de alta al enfermo y recibía el médico un tributo material de la gratitud eterna que le guardaba la familia. Estas cartas, a más de los de tipo puramente médico, nos suministran otros datos de carácter biográfico que habían escapado hasta aquí a la diligencia de los investigadores. Limítase Cotarelo a decir que salieron de Madrid los esposos ya entrado el mes de agosto y se detuvieron en Bilbao algunos días, pasando a Francia para tomar los baños de Bagnères de Bigorre; terminadas las aguas “siguieron por el Mediodía de Francia hasta llegar a Perpignan, desde cuyo punto entraron en España por Cataluña. Llegaron a Barcelona el 22 de octubre [y allí permanecieron hasta que]… antes de mediar el mes [de noviembre] salieron para Valencia, donde permanecieron el resto del año [1858] y parte del siguiente”. Pero, según se desprende de las cartas XIV y XV, el coronel y Gertrudis fueron directamente a los baños de Panticosa, desde donde volvió sola la Avellaneda, permaneciendo días en Madrid y preguntando a Asuero detalles sobre la conveniencia de beber o no aguas sulfurosas y de ir o no a los Pirineos franceses. Afirmativo debió de ser el consejo del galeno matritense por cuanto consta la realización del viaje. La carta XVI, desde Valencia, acusa lo poco favorable que eran los aires levantinos al matrimonio Verdugo y nos testifica de cómo el coronel había hecho una escapada a Madrid, con toda seguridad en diciembre del 58. Con ella termina la parte conservada del Epistolario. 9
Las siete cartas siguientes van dirigidas a Don Francisco Vila y Goyri (Madrid, 1830-1898), abogado y escritor a quien ya vimos figurar en anterior párrafo como uno de los que leyeron poesías ante la tumba de Quintana. Apasionado por la literatura, trató Vila a la mayor parte de los escritores de su tiempo y, muy joven aún, formó parte del grupo de amigos de Doña Gertrudis. No son de gran interés biográfico, pero suministran datos sobre algunas de las lecturas privadas de la poetisa, el proyectado viaje a Aranjuez y sus deseos de conocer al incipiente crítico teatral Don Emilio Castelar, a quien no había tratado personalmente aún en 28 de abril de 1857. Mayor importancia tienen las dieciocho dirigidas a Don Leopoldo Augusto de Cueto, Marqués de Valmar, entre 1856 y 1871. Conviene recordar aquí que la Avellaneda pretendió en 1853 ingresar en la Real Academia Española, sin conseguir sus propósitos, a pesar del interés que por ella manifestaron varios miembros de aquella Corporación; el acuerdo de que no fuesen admitidas señoras20 cerró las puertas a su pretensión y puso una dedada de acíbar en la copa de sus éxitos. Como estas gestiones académicas arrastraron en su caída la candidatura del Conde de San Luis, los amigos literarios de éste se convirtieron en acérrimos detractores de Doña Gertrudis, atacándola desde entonces los Fernández Guerra (A. y L.) y los Cañete, críticos teatrales leidísimos, con verdadera saña 21. Por eso, al dirigirse en la carta XXIV a Don Leopoldo, arranca con el dolido párrafo siguiente: “Soy acaso el único escritor en España que jamás ha alcanzado de ningún gobierno distinción ni recompensa grande o chica. Mi sexo ha sido un eterno obstáculo a la buena voluntad que algunos Ministros me han manifestado, y mi amor propio herido ha tenido, sin embargo, que aceptar como buenas las razones que, fundándose siempre en mi falta de barbas, se han servido alegar muchos hombres ilustrados para justificar la excepción poco grata que se ha hecho de mí. He admitido mi suerte de Paria literario, y no pido ni deseo gracia alguna personal.” Esta actitud le sirve, sin embargo, para postular a favor de su hermano Don Manuel, de cuya carrera diplomática hay curiosas noticias en ______________ (20) Contra lo que suele repetirse en artículos de periódicos, jamás mujer alguna se sentó, con título justo, en sillón de la Real Academia. El precedente que se señala es un puro disparate. La Real Academia Española hubiera aceptado gustosísima –si tal hubiera sido la costumbre- honrarse con la compañía de Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda, Doña Emilia Pardo Bazán o Doña Concha Espina. Quien hizo excepción, abriendo sus puerta a una mujer, fue la Real Academia de la Historia, eligiendo a Mercedes Gaibrois, colombiana que se hizo española por su matrimonio con el académico (español aunque nacido en Italia) Antonio Ballesteros Beretta. Hoy ya existen varias señoras que son Académicas correspondientes de la Española. (21) Don Luis Fernández Guerra escribió unos obscenísimos versos injuriando a la Avellaneda, titulados Protesta de una individua que solicitó serlo de la Academia Española, y fue desairada, que cita Cotarelo (op. cit., cap. XIII); se imprimieron en la Floresta poética de varios autores, 2.ª serie, Madrid, 1901 (tirada de 30 ejemplares), págs. 4-8. Debo ejemplar de tan raro libro a mi muy querido amigo el Excmo. Sr. Don José Subirá, de la Real Academia de San Fernando.
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las cartas. Podemos clasificarlas en tres grupos bien definidos: comprende el primero las escritas durante los años 1856-1857 (números XXIVXXXIV); el segundo está formado por dos (XXXV-XXXVI), enviadas desde Sevilla en 1867, e integran finalmente el tercero las cinco (XXXVIIXLI) referentes a la edición del último volumen de las Obras de la Avellaneda. Siempre tuvo la Avellaneda pasión por su hermano menor, Don Manuel, y hay abundantes testimonios de afecto, tanto en cartas de la poetisa como en la dedicatoria de alguna de sus obras. Los biógrafos han señalado que nació en Puerto Príncipe hacia 1823 y que, llegado a España con su familia en 1836, acompañó a la poetisa en sus viajes a Portugal y Andalucía previos a la fijación de residencia en Madrid el año de 1840. Escoto, que le ha consagrado una breve nota, cree que “la vuelta de la Avellaneda a Cuba le llevó a seguirla, pues a principios de 1863 se encontraba residiendo en Guanabacoa con su esposa. En dicho año regresó a Europa y al siguiente volvió en busca de su hermana. Los medios de fortuna que poseía le permitieron establecerse en París… Falleció en enero de 1869.” Pero lo que no recordamos que se haya dicho hasta ahora, y eso lo ponen en claro las cartas, es que, gracias a la influencia de su hermana, fue nombrado Cónsul. Las primeras gestiones las emprendió con el poeta Don Nicomedes Díaz Pastor, y estaba a punto de alcanzar el logro de sus deseos cuando tronó el Ministerio. Por fortuna vino detrás, como Ministro de Estado, el Marqués de Pidal, trayendo de Subsecretario a Don Leopoldo Augusto de Cueto, amigo de la poetisa, al cual escribe ésta en 20 de octubre de 1857, planteándole la cuestión. En 10 de noviembre ya había visitado al Marqués de Pidal, conseguido de Narváez la promesa de apoyar sus pretensiones y escrito de nuevo a Cueto enviándole en persona a Don Manuel, para que aquel “tuviese la amabilidad de aconsejarle y dirigirle, atendiendo a que es novato en el oficio enojoso de pretendiente”. Doña Gertrudis, por su parte, hizo intervenir hasta al Rey consorte y al cabo logró sus deseos, viendo nombrado a su hermano para el puesto de Cónsul en Malta, que comenzó a desempeñar en enero del 58, y condecorado dos meses después. En noviembre aún seguía Don Manuel en Malta y su hermana procuraba que se le trasladase. Noticias literarias también las hay en las cartas dirigidas a Valmar en el año 1858, relativas al drama Catilina y a Baltasar. Dos epístolas conservamos del 1867, escritas desde Sevilla, y por ellas sabemos que Don Manuel y su esposa vivían con Doña Gertrudis, enfermos ambos. En la del 27 de abril queda doblada una hoja aplazando conversación sobre tema espinoso, probablemente relativo al deseo de Rivadeneyra de publicar alguna Antología de poetas americanos: la 11
presencia de un poetastro cubano impidió que Tula fuera tan explícita como hubiera deseado. Las cinco cartas últimas a Valmar están escritas en 1871, desde Madrid, y versan todas sobre la publicación del tomo V y postrero de las Obras que estaba imprimiendo. Como si la poetisa presintiera su inmediato deceso, se ocupa con ansia verdaderamente febril de recoger el material que habían de llevar los Apéndices; y no erraba en sus premoniciones, porque pocos meses después de que viese la luz pública, falleció la autora en 1 de febrero de 1873. Gertrudis Gómez de Avellaneda se muestra, en estas cartas a Valmar, tan activa y emprendedora como siempre, pero las enfermedades y achaques ponen un velo de tristeza en muchas de sus líneas. En el importante libro que consagró Don José Augusto de Cueto a la vida en Cuba de la Avellaneda (1859 a 1864), dio a la estampa todas las epístolas que pudo hallar relativas a esta época: siete en total. De ellas van dirigidas dos a Don Gonzalo Peoli, otras dos a Don Emilio Blanchet y tres a la Srta. Doña Dolores Cruz. Al hablar de estas últimas 22, dice: “otras tantas cartas completaban esta correspondencia. De las extraviadas ofrecía mayor interés la dedicada a las bellezas cubanas de aquel tiempo, con las cuales quiso la Avellaneda formar un Album, rogándole a la señorita Cruz le enviase su retrato y a la vez tratase de hacerlo también con los de Serafina Montalvo, Encarnación Chacón y Rita Duquesne. Regalada dicha carta por la señora Cruz a esta última, no se ha podido saber su paradero después de la muerte de la señora Duquesne, ocurrida en Madrid el año 1900.” Perdida, pues, en 1912 cuando escribía Escoto, no aparece en el voluminoso libro de Rodríguez García ni en el casi exhaustivo de Don Emilio Cotarelo. ¿Se ha extraviado definitivamente el original? En 1956 debimos a la fineza de nuestro amigo el Prof. Dr. Agustín del Saz, Catedrático de Literatura en Barcelona, una fotografía antigua, amarillenta ya, del autógrafo y lo incluímos en nuestra colección. El Dr. del Saz no recuerda quién le obsequió con la reproducción, ni si la ha visto publicada alguna vez. Acaso en tal revista o en cual hoja periodística haya sido impresa: nosotros no la conocemos y, con las reservas dichas, la colocamos al final de la serie. La carta dirigida al Sr. Bermejo, probablemente el conocido autor de La Estafeta de Palacio Don Ildefonso Antonio Bermejo, fue extractada por Cotarelo, pero no impresa en su totalidad23. Féchala en 1852, en marzo o abril, puesto que parece referirse al estreno del drama Errores del corazón y a la grave enfermedad de una hermana de Doña Gertrudis que falleció po________________ (22) Escoto, op. cit., pág. 41. (23) Extractada por Cotarelo, op. cit., Apéndices, carta núm. 12.
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co después. Imprimimos también las cuatro cartas escritas a Don Narciso Campillo porque tres sólo fueron reseñadas y, aunque una figure íntegra en el libro de Cotarelo24, parece conveniente conservar la unidad del Epistolario. ¡Ojalá sigan apareciendo nuevos textos con los cuales ir conociendo más y más los detalles de la vida y de la obra de la primera de las poetisas en lengua española que ha habido en todos los tiempos! * *
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Unas notas finales sobre los domicilios de doña Gertrudis Gómez de Avellaneda en España. Don Emilio Cotarelo25, en 1915, estableció la lista siguiente, en un apartado que tituló Casas diversas que en Madrid habitó la Avellaneda: 1 2 3 4 5 6 7
En noviembre de 1840, calle del Clavel, núm. 3, 2.º En marzo de 1843, Desengaño, 15, 2.º izquierda. En junio de 1845, Horno de la Mata, 9, principal. En febrero de 1846, Fuencarral, 2, entresuelo. En febrero de 1847, San Marcos, 18, principal. En febrero de 1850, Puebla 19, 2.º derecha. En marzo de 1854, San Quintín, 8, 3.º derecha. En… Pavía… En 1867, Cantarranas, 5. y 8 En 1873, Ferraz, 2, entresuelo. Aquí murió.
Nuestro querido amigo Don Ricardo García López (K-Hito), en 1956, hizo el recorrido literario de estas casas que antaño albergaron a la poetisa26 e incorporó a la lista nuevos domicilios: 9 En 1845, calle de la Ballesta, 4, principal. 10 En 1850, calle del Carbón, 8, principal derecha. y 11 En 1853, calle de Pavía, 2, entresuelo izquierda.
Creemos que en presencia del epistolario ahora publicado y de las noticias dispersas en otros trabajos, pueden señalarse de manera aún más precisa las distintas fechas y casas, suprimiendo, desde luego, la de Cantarranas, 5, porque es calle de Sevilla y no de Madrid. _______________ (24) Ibídem, Apéndices, núm. 19. (25) Emilio Cotarelo: Examen de libros. Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Indicaciones bibliográficas con motivo de un libro reciente, art. en BRAEsp. II (1915), 362-383; cfr. la pág. 381. (26) R. García López: Itinerario de la Avellaneda en Madrid, donde se rectifican errores de algunos de sus biógrafos, art. en Dígame, Madrid, martes 18 de octubre de 1955.
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Veamos, pues, los datos exactos que tenemos: 1 1840 Clavel, 3, 2.º Carta n.º 26 a Don Ignacio de Cepeda. 2 1843 Desengaño, 15, 2.º izqda. Carta n.º 27 a Don Ignacio de Cepeda (13 de marzo) 3 1844 Jacometrezo, 50, pral. Carta n.º IV del presente epistolario. 4 1844 Montera, 51, pral., frente a Jardines. Carta n.º VI del presente epistolario (3 de julio) 5 1844 Desengaño, 3, 2.º izqda. Carta n.º VII del presente epistolario. 6 1844 Independencia, 3, izqda. Carta n.º VIII del presente epistolario (7 de octubre. 7 1845 Horno de la Mata, 9, pral. Carta n.º 32 a Don Ignacio de Cepeda (25 de julio). 8 1845 Ballesta, 4, pral. Carta a Don Gabriel García Tassara, publ. por Cotarelo, cap. VIII. 9 1846 Fuencarral, 2, entresuelo izqda. Carta n.º 33 a Don Ignacio de Cepeda (26 de febrero). 10 1847 San Marcos, 18, pral. Carta n.º 35 a Don Ignacio de Cepeda (14 de febrero). 11 1850 Puebla, 19, 2.º derecha. Carta n.º 52 a Don Ignacio de Cepeda (4 de febrero). 12 1850 Carbón, 8, pral. Derecha. Carta a Don I. Estrada, publicada por Figarola, pág. 205 (3 de marzo). 13 1851 Pavía, 2, pral. Carta a Don Manuel Cañete, n.º 9, publ. por Cotarelo (12 de diciembre). 14 1853 Pavía, 2 entresuelo izqda. Carta a Don F. de la Puente, publ. por Figarola, pág. 212 (31 de enero). 15 1854 San Quintín, 8, 3.º derecha. Carta n.º 53 a Don Ignacio de Cepeda (26 de marzo); carta n.º XVII del presente epistolario (sin día ni mes); carta n.º XVIII de ídem (jueves 8 de julio); carta n.º XXIV de ídem (20 de octubre) y carta n.º XXXIV de ídem (26 de noviembre). 16 1871 Barquillo, 29, pral. izqda. Carta n.º XXXIX del presente epistolario (15 de abril); carta n.º XL de ídem (24 de abril); carta n.º 2 al P. Coloma, pub. por el P. Constancio Eguía en “Razón y Fe”, 1918, págs. 348-362 (23 de abril). 17 1871 Fomento, 1, triplicado, pral. derecha. Carta n.º 3 al P. Coloma pub. en ídem (12 de setiembre). 18 1873 Ferraz, 2, entresuelo. Casa en que murió.
He aquí, pues, siete nuevos domicilios de la insigne poetisa. ______
Las cartas núms. 1, 2, 3, 17 a 23 y 42 pertenecen al archivo del autor; las 4 a 16 al de Asuero; las 24 a 41 al de Cueto, y las 43 a 47 a la Biblioteca Nacional de Madrid. 14
I.
1841.
Sor. D. Franco. de Paula Mellado. Muy Sor. mio: estoy conforme con cuanto V. se sirve manifestarme: Mañana puede V. si gusta hacer publicar la obra designando pª la venta [sic] la libreria q.e V. elija y la de Hermoso, frente al derribo de S. Felipe el Real. Creo q.e nada mas nos resta que hacer sino poner por duplicado el contrato, uno pª V. y otro pª conservarlo yo. Siempre q.e V. se sirva favorecer mi casa tendrá en ello una satisfaccion su atenta S. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Creo q.e deben mandarse ejemplares de la obra á todas ó á algunas de las redacciones de periodicos. Yo me encargo de la del Conservador y de la Revista: mande V. al eco de comercio y al correo nacional, y si gusta á la del Semanario, y al Diario un aviso. Es inutil rubricar los libros: me basta su delicadeza de V. por garante.
II.
1841, diciembre.
Sor. D. Manuel Quintana. Muy Sor. mío: no sé si es suficiente excusa de la libertad que me tomo, enviando a V. un ejemplar de mis composiciones poéticas, el declarar que debo mi afición á la literatura al entusiasmo con que, desde muy niña, leía y releía las poesías de V., y el deseo que alimento, desde que vine á esta corte, de someter al juicio del poeta que más admiro mis débiles ensayos. De todos modos, yo espero de la indulgencia de V. que no vea en mi atrevimiento sino una prueba del alto aprecio y consideración con que soy su más apasionada admiradora. Q. B. S. M. Gertrudis Gómez de Avellaneda.
III.
1841, diciembre, 20.
Hoy lunes, 20 de Diciembre. Sra. D.ª Gertrudis Gómez de Avellaneda. Muy Sra. mía de toda mi estimación: Antes de contestar a la muy lisonjera carta de V. de mostrarle mi agradecimiento por el precioso librito que la acompañaba, he 15
querido enterarme de su contenido para proceder, segun suele decirse, con conocimiento de causa. Esta es la razon de que mi respuesta no haya ido tan pronto como debía. He leído, pues, el libro, y he vuelto a leerle otra vez, y aseguro a V. con la ingenuidad que acostumbro, que hace algunos años no he visto versos que más me hayan gustado, ni talento poético que se haga más estimar. Y cuidado que esto no estan para nada ni la urbanidad que en semejantes casos se usa con los hombres, ni la indulgencia que la galantería prescribe para con las señoras. V. es demasiado buena en dar a mis mocedades de otro tiempo el influjo que me dice han tenido para sus bellísimas inspiraciones. ¿Qué más pudiera yo desear? Entonces la obra de que con alguna razon pudiera envanecerme sería esta colección que V. acaba de dar a luz con la que tanto deberá honrarse el ingenio español de la época presente, y que eleva á un grado tan alto la capacidad literaria del bello sexo. Doy a V. en suma un muy cumplido parabien y me lo tomo yo mismo: y agradeciendo en extremo, no solo su amable y cortes atencion, sino el gusto que me ha proporcionado con la lectura de sus composiciones, quedo su admirador más sincero y su atento seguro servidor Q. S. P. B. Manuel Josef Quintana
IV.
1844
Sor. de Azuero Mi estimado amigo: mi mamá, á la que tengo el gusto de tener ahora en mi compañía, se ha sentido mala desde ante ayer, y hoy me dá tanto cuidado que ruego a V. se sirva venir a verla cuando salga. Vivo calle de Jacometrezo n.º 50 cuarto pral. Siempre de V. afectísima Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. [En la cuarta plana del pliego:] Al Sor. de Asuero. Calle de la libertad n.º 1.
V.
1844, junio 13.
Suplico a mi amable amigo Asuero me favorezca aceptando la adjunta luneta para la representacion de mi tragedia esta noche en la Cruz. Soy su mas apasionada y atenta S. Q. S. M. B. G. G. de Avellaneda. [En la cuarta plana del pliego:] Sor. de Asuero.- Calle de la libertad n.º 1, 2, ó 3.
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VI.
1844, julio 3.
Sor de Asuero. Mi muy estimado amigo: días ha que pienso rogar a V. se sirva llegar un ratito por casa; pero como estábamos de mudada he retrasado el hacerlo. Vivimos ahora calle de la Montera n.º 51, cuarto pral.; frente a la calle de Jardines. En los días que estuvo V. en la otra casa, a visitar a mamá, no tube nunca el gusto de verle porque como me paso la noche escribiendo me levanto tardísimo. Por eso estimaría que si no le es a V. molesto el venir de tarde lo haga, desde las cuatro hasta las 7 estoy en casa: tambien estoy de noche en siendo despues de las 9. Puede V. venir el día que guste pues no es caso de enfermedad aguda sino una indisposicion cuyo riesgo a mi entender es el que puede hacerse crónica. Como soy aprensiva deseo que V. me diga si es o no cosa que merezca la pena de curarse. Me tomo la confianza de enviar a V. una novelita que acabo de publicar, sintiendo que la impresión sea tan mala, tan plagada de erratas y en tan ordinario papel que causa vergüenza. Siempre muy de V. servidora y amiga q. s. m. b. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy 3 de Julio. [En la cuarta plana del pliego]: Sor. de Asuero.- Calle de la libertad n.º 1.- E.S.M.
VII.
1844.
Sor de Asuero. Muy Sor. mío y amigo: aunque V. parece olvidado de mi ecsistencia yo no lo estoy de la de V. Desde que V. me ofreció ir un día a verme despacio, para tratar de la curacion de mis males de boca he esperado inutilmente días tras días y meses tras meses. Dos veces he enviado a su casa: la una me permití la confianza de enviarle un ejemplar de mi última novela; y la otra una luneta para el teatro de la Cruz en el que se ejecutaba mi tragedia Alfonso Munio. No he sabido siquiera si V. las ha recibido y me veo precisada a ponerle estas líneas, escritas por cierto con una malísima pluma, a ver si consigo que V. se acuerde de mi ecsistencia. Siendo muy probable que emprenda un viaje en breve estoy cortando cuentas con todo el mundo, y no he olvidado que le soy a V. deudora de la asistencia que prestó a mi mamá en su indisposición, con la eficacia que V. acostumbra, y otras visitas que creo le merecí en no sé qué otra ocasion. Deseo, pues, tenga V. la amabilidad de ayudar a mi memoria, diciéndome su número y deseo tambien no irme sin ver a V. como amigo y como a médico, pues tanto me complacerá un ratito de su amable sociedad como el saber su opinion respecto a la fastidiosa indisposición que me obliga a mudar de aires. Si V. quiere favorecerme con una visita, vivo ahora calle del Desengaño n.º 3, cuarto 2.º de la izquierda. Deseo mucho ver a V. y deseo igualmente me crea su afecma. 17
S. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. [En cuarta plana]: Sor. de Asuero.- b. s. m.- G. G. A.
VIII.
1844, octubre 7.
Mi apreciable y querido amigo: esta noche se ejecuta en el teatro de la Cruz mi drama nuevo, y deseo lo honre V. con su asistencia. Me permito la confianza de incluirle una luneta, y le ruego que, si no tiene causas que se lo impidan, venga despues de la funcion a esta su casa, calle de la Independencia n.º 3 de la izquierda; para que, en familia, tome conmigo y mi mamá un vasito de ponche. No sé si el Drama será aplaudido o silbado; pero de un modo o de otro siempre será para mí satisfactorio ver despues del fallo del público a un buen amigo, que tomará parte en mi pena o en mi alegría. Soy siempre de V. amiga apasionada y atenta servidora Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy Lunes. [Pliego con un grabadito en relieve y color representando un cisne negro cuyo cuello enlaza una cruz con corona de flores. En la cuarta plana:] Sor. de Asuero, b. s. m.- G. G. A.
IX.
1858, abril 19.
Sr. de Asuero. Muy Sr. mío: me encarga la Sra. de Avellaneda rogar a V. que esta tarde a las cuatro y media se sirva concurrir a esta su casa para celebrar junta con los SS. facultativos que asisten a su esposo. Con este motivo se ofrece a V. su muy at.º S. S. q. b. s. m. Francisco Cantillo S/c. y Abril 19. lunes.
X.
1858, abril 23.
Sor. D. V. de Asuero. Hoy Viernes.
18
Mi estimado amigo: Toca me ha dicho que avise a V. que mañana sábado, a las 9 y cuarto de la mañana, se reunirán VV. en el cuarto del herido para proceder a la cura y mudanza de ropa, cama, etc. Yo he contestado que avisaré a V., y que resolverán luego si conviene o no que sea mañana la cura y mudanza. Ahora bien, amigo mío, en V. pongo toda mi confianza; pues aunque reconozco y respeto los conocimientos del Sor. Sánchez Toca, y estoy muy satisfecha del interés con que asiste a mi esposo, he oído acusarle de algo atrevido e impaciente, y yo acudo a V. pidiéndole sea el moderador de toda impaciencia, y el que dirija con su prudencia y saber cuanto haya de hacerse, contando con que yo apoyaré lo que V. indique. No sé si entenderá V. estas desatinadas líneas escritas de prisa y entre gentes, pero creo que su talento adivinará lo que no esté legible. Si hasta el día 13 o 14 de la herida no puede responderse del enfermo, que no se le mueva antes. Me parece que V. lo ha aconsejado así y le ruego que lo sostenga siempre que así convenga, pues repito que en V. deposito mi confianza absoluta y nada se hará que V. no apruebe. Su affma. Amiga y s. Q.S. M.B. Gertrudis Gomez de Avellaneda
XI.
1858, abril.
Sor. D. V. Asuero. Mi buen amigo: Toca no ha venido hoy, aunque se le ha mandado llamar, y Echegaray no me satisface. Ruego a V. que venga a ver al enfermo, ahora que casi no tiene fiebre a ver si antes del recargo se le da algo, pues se queja de ácidos en la boca y presenta síntomas de empacho gástrico. Por lo demás está bien, pero lleva ocho levativas [sic] sin efecto, y está desasosegado, y yo no sé qué hacer. Por Dios venga V., pues es imposible que un enfermo tan delicado esté como está sin que hagamos algo: creo firmemente que lo que tiene es del estómago. Espero a V. su affma. G. G. de Avellaneda
XII.
1858, mayo 24.
Sor. D. Vicente Asuero. Mi distinguido amigo: quisiera que V. (sin perjuicio de favorecerme cuando quiera y pueda, y cuando yo vuelva a molestarle con mis insistencias), me hiciese ahora el favor de enviarme a decir qué honorarios debe enviarle a V. por las visitas que a diferentes horas ha hecho hasta el presente a mi pobre enfermo, y las consultas a que ha asistido; toda vez que me permití llamar a V. como a persona de mi especial afecto y aprecio, y que en eso nada tiene que ver, en mi concepto, el Juzgado, al que me dicen han de presentar sus cuentas los otros Sres. facultativos, encargados desde el principio de la asistencia del herido. 19
Al mismo tiempo que me dirijo a V. con la anterior súplica (porque yo no sé ni puedo calcular en tales días el número de mis visitas y de las consultas a que se sirvió concurrir,) le ruego también que si en lo que voy a decirle en seguida, respecto al enfermo, halla V. algo alarmante, tenga la amabilidad de venir a verlo todavía, y lo más pronto que pueda. Lo ocurrido es que ayer padeció una especie de indigestión; es decir, tuvo dolores de vientre, flatos, y los orines volvieron a ser turbios. Hoy, en la madrugada, hechó [sic] bastante sangre por la nariz, por el lado derecho; pero sangre blanquizca, como mezclada con agua. También le salió por la boca un poco del mismo humor, destilado sin duda de la nariz. El día lo ha pasado algo inquieto, y ahora que son las diez de la noche, ha vuelto a echar otro poco de sangre, siempre acuosa, y me parece que está algo debilitado y fatigoso, aunque dice que se siente bien. Estas feas letras, escritas de prisa, no las recibirá V. hasta mañana martes 25. Dios quiera que no ocurra antes otra novedad, y que la que le comunico a V. no le parezca digna de atención. Adiós, amigo mío, reciba V. mi agradecimiento, y si algo hay en ésta que no sea conforme a la práctica dispénseme V. porque yo no tengo mi cabeza en disposición de escribir con talento. Su apasionada Q.B.S.M. Gertrudis Gomez de Avellaneda. “Hoy 24 de Mayo”.
XIII.
1858, junio 13.
Sor. D. Vicente Asuero. Mi escelente amigo: es V. tan amable conmigo que me atrevo a rogarle se sirva aceptar esa pobre coleccion de mis obras literarias más correctas, conservándolas con esa bandejita del uso especial de mi marido, en recuerdo de nuestro afecto y de los días en que tanto consuelo nos ha prestado V. Humilde en demasía es la ofrenda que a su bondad rendimos, porque humilde es tambien la posición de un pobre poeta-mujer y un militar de reemplazo, pero el sentimiento que vive en nuestras almas es digno, me atrevo a decirlo, de las bondades que a V. debemos y del altísimo aprecio que ellas se merecen. V. lo sabe así; V. no despreciará la pequeñez de la espresión, estimando benevolentemente la grandeza del sentimiento, y nosotros rogaremos a V. que completando las pruebas de cariño que nos ha dispensado, y el orgullo que con ellas nos inspira, nos cuente siempre y en todas las circunstancias, en el número de sus más ardientes y sinceros amigos. Aun no hemos decidido qué aguas tomará Verdugo en este verano. Si V. nos honra con vernos, antes de que comience Julio, espero que nos ilustrará con sus consejos, y el enfermo no quiere escuchar otros. Adios, amigo mío, no hallo palabras con que repetirle a V. como quisiera, que nada iguala al aprecio y a la gratitud con que soy de V. Admiradora y amiga
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Q.S.M.B. Gertrudis Gomez de Avellaneda de Verdugo Hoy 13 de Junio-58.
XIV. 1858. Sor. D. Vicente Asuero. Mi querido amigo: el enfermo, que se enfadó mucho de que V. se fuese sin verlo el último día que nos favoreció, le impone a V. en penitencia de aquella falta el que brinde por la felicidad de su próximo viaje, y con tal objeto le ofrece las 4 botellas adjuntas de vino de Canarias. Él pensó poder reunir algunos de sus mejores amigos antes de la partida, llamándolos a honrar nuestra humilde mesa; pero como su estado no le permite todavía hacer dignamente los honores bebiendo por VV., espera que VV. serán tan amables que beban por él, recordando su resurrección. Adios, amigo mío; llevamos en el alma sus recuerdos de V., y sus magníficos discursos van en nuestro neceser de viaje, para ser nuestro recreo en la soledad pintoresca del valle de Guesalivar. Un abrazo de Verdugo y otro de su apasionada de V. Gertrudis [Sigue con letra de Verdugo:] Me reservo un par de botellas de mi paisano para que a la vuelta, libre de males, como espero gracias a mis buenos amigos Esculapios y a la protección divina, las despachemos en grata compañía, pudiendo yo dar al amigo Asuero un estrecho abrazo que hoy no le es posible por su reuma y demás enclenqueses [sic] a su muy afecto y apasionado Verdugo Dispense V. mis garabatos nerviosos.
XV.
1858.
Mi estimado y distinguido amigo: ¡cuánto sentí que la bestia de mi criada me hubiese privado del gusto de ver a V. en días pasados, cuando tuvo a bien favorecerme! Aunque estaba en el baño iba a salir al instante, y tomándose V. la molestia de aguardarme diez minutos, como no dudo lo hubiera hecho, me habría proporcionado el gusto de verle, y además la ventaja de preguntarle sobre cierta duda que se le ocurre a Verdugo y me ruega consulte con V. En vista de que V. no ha querido repetirme su visita, como osé esperar, y de que mi ignorancia sobre sus horas de V. me hace temer ir inutilmente a su casa, me resuelvo hoy a valerme de la pluma para someterle la duda de Verdugo que, como V. sabe, continúa en Panticosa y espera saber su dictamen de V. para señalar el itenerario [sic] del regreso. Vamos a la cuestion. El médico de los baños 21
de Panticosa y varias personas amigas le aconsejan a mi marido que vaya a tomar las aguas sulfurosas de los Pirineos franceses: otro médico que allí está, y que le merece confianza al enfermo, le dice que no lo haga, porque aunque en efecto para la ulceracion de la faringe le serían convenientes las indicadas aguas, son perjudiciales a toda herida de la parenquina pulmonar (creo que esta es la palabra; si no es parenquina V. adivinará el nombre que confundo con éste.) Entre estos dos dictámenes tan diversos, Verdugo suplica a su buen amigo Asuero (son sus propios términos) que le diga si cree o no acertado el que beba algunos días las aguas sulfurosas suaves: sea en Aguas calientes, sea en Aguas buenas. Transmitida a V. la súplica, mi querido amigo, solo me resta recordar a V. que le quiere mucho y siempre desea verle y oírle su affma. amiga q.s.m.b. Gertrudis Gomez de Avellaneda.
XVI. 1859, enero 3. Sor. D. Vicente Asuero. Valencia 3 de Enero – 59. Mi estimadísimo amigo: al comenzar el nuevo año debo y quiero saludar a V. y desearle mil felicidades. Verdugo, que estuvo en Madrid unos pocos días, fue dos veces a ver a V. sin tener ninguna de ellas el gusto de encontrarle. Hoy, en cama con un fuerte resfriado, me encarga que, ya que él no puede hacerlo por sí mismo, esprese a V. los votos que forma por que el 59 sea para V. y su apreciable familia un año de ventura y alegría. Creo que pronto podremos los dos tener el placer de repetirle de viva voz a V. la espresion de nuestro afecto, pues este clima húmedo no sienta bien ni a uno ni a otro y es probable que no nos resolvamos a permanecer en Valencia todo el invierno. Los médicos de Barcelona aconsejaron a Verdugo no ir a Madrid durante los grandes fríos y por eso nos tiene V. aquí todavía, pero, con perdon de la ciencia, me parece que el consejo no fue del todo acertado, pues el convaleciente se halló perfectamente los días que estuvo en esa, y en ésta no tiene un día bueno. Ruego a V., amigo mío, que tenga la amabilidad de saludar en nuestro nombre al Sor. de Olózaga, a quien tambien deseamos feliz año nuevo. Concluyo por no robar a V. con la lectura de mis borrones un tiempo que sabe emplear en bien de la humanidad, reiterándole con todo mi corazon la seguridad del grande aprecio con que soy siempre su amiga y agradecida servidora q. s. m. b. Gertrudis Gomez de Avellaneda de Verdugo. [Sigue con letra de Verdugo]: Puesto que tanto me ha visto V. en cama, querido amigo, quiero que también conozca V. mis garabatos escritos sobre la almohada y enviarle en ellos un estrechísimo abrazo de su eternamente reconocido amigo D. Verdugo. 22
XVII. ¿1854? Sor. D. Francisco Vila y Goiri. Amigo mío: la grave enfermedad de mamá, que dura hace ocho meses, es la causa de que V. no me vea en parte alguna, y de que rara vez pueda recibir á mis amigos. Sin embargo, ahora que está mejor y que pronto salimos para los baños, deseo charlar con V. un rato, y le aviso que estoy visible de noche desde ocho a doce. Una de ellas creo que leeré en mi despachito (pues el resto de la casa está trastornado con motivo de la enfermedad de mamá,) una comedia destinada á abrir el teatro de Romea en la próxima temporada. Me alegraría mucho que V. la oyese y me dijese su opinión; así si V. se deja ver pronto convendremos en el día de la lectura. Mis amigos los Cañetes, Ochoas, Tamayos, etc. se preparan sin duda á repetir las escenas con que solemnizaron el estreno de mi drama último; pero me importa poco si mi nueva obra merece el agrado de mis amigos inteligentes, y puedo contar con que algunos de ellos la juzgarán por la prensa, cuando llegue el caso de oponer la verdad y el criterio á las sandeces y mentiras de ciertos folletinistas, deshonra del periodismo. Sobre esto y sobre todo lo que V. me indica en su carta del 30, hablaremos cuando V. venga por esta su casa, calle de S. Quintín n.º 8 – 3.º dha. Su siempre afecta amiga Tula. [Sobrescrito]: Sor. D. Francisco Vila y Goiri. Calle de Barrio Nuevo n.º 15 cto. 2.º
XVIII. ¿1854? Hoy 8 de Junio – Jueves. Amigo Vila: contesté a su carta de V. hace días, pero como no he tenido el gusto de verle como esperaba, ni me ha respondido nada á lo que le decía respecto á la lectura de mi nueva obra, le pongo hoy á V. estas feas letras, para advertirle que mañana viernes á las 9 de la noche, debo leer la comedia á dos ó tres amigos y que celebraría viniese V. No es reunión literaria, ni cosa que se le asemeje; sino lectura familiar, tan de confianza que me permito hacerla en mi despachito, pues con la larga enfermedad de mamá y los preparativos de viaje, mi casa está toda trastornada. No deje V. de venir á oirme mi obra y á decirme su parecer. Vivo, ya sabe V., calle S. Quintín n.8 – 3.º dha. Su siempre amiga Tula.
XIX. 1855, enero 2. Amigo Vila: ruego á V. que me haga el obsequio de hacer llegar á manos del director de la España Musical la adjunta carta, contestación á una suya; pues ignoro donde vive. 23
He estado y estoy enferma. Déjese V. ver: deseo saber en qué teatro se dará por fin la Ana Bolena, cuyo juicio crítico escribiré en las Novedades. V. mientras tanto, me hará el fabor de anunciar en la Union que se prepara en la Cruz la representación de mi comedia Oráculos de Talía ó los duendes de palacio, añadiendo (porque me conviene mucho,) que es obra leída á algunos de mis amigos y aceptada por el teatro desde principios del verano último, y cuya ejecución se ha dilatado con motivo de los sucesos políticos que alejaron á la gente de los teatros. Le pongo á V. estas feas líneas en cama ¡así van ellas! Su amiga de V. Tula Deseo á V. felicidad en el nuevo año. Hoy 2 de Enero.
XX.
1855, febrero 9.
Mi querido amigo Vila: esta noche se hacen en la Cruz dos juguetes que he escrito. Hasta ahora que son las cuatro y media de la tarde, no he recibido las 6 butacas que como á autor me reservan. El temor de que V. no esté ya en su casa, ni vuelva á tiempo de aprobechar una de dichas localidades, hace que no me resuelva á incluirla en esta, por no esponerme á inutilizarla. Si V. puede asistir, y no tiene ya otra localidad, y recibe estas lineas a tiempo, ya sabe V. que puede enviar ó venir á recojer una butaca de las 6 que tengo. Yo reservaré una hasta ultima hora por si V. dispone de ella. Adios mi buen amigo, hasta la vista. Tula. [Sobrescrito:] Sor. D. Francisco Vila y Goiri.- Calle de Barrio nuevo n.º 15 cto. 2.º
XXI. 1855, marzo 30. Mi estimado Vila: un atroz catarro pulmonar, que saqué de la coronación de Quintana, me ha impedido contestar á V. antes. No tengo mas libro de los impresos por la comision que uno encuadernado con lujo que me ha regalado dicha comision, y aun este está en manos de una amiga desde el dia que lo recibí. Mi oda, aunque con erratas, ha salido en varios periódicos. Creo que me iré á Aranjuez unos días, y por si no nos vemos antes me despido de V. cariñosamente hasta Pascuas. Su muy amiga Tula Hoy 30.
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XXII. 1857, marzo 15. Mi estimado Vila: creo que el lunes 16; es decir, mañana, por la noche, á eso de las 8 y media, vendrá á casa Martos, y quizá tambien Castelar y Alarcon, con objeto de oirme el Baltasar. Esta lectura podrá ser decisiva para la suerte del drama, pues quizá me decida á darlo á la escena ó á dejarlo dormir indefinidamente, porque prestaré fé á la opinion sincera é imparcial de jóvenes inteligentes y no mezclados todavía en intrigas de bastidores. Mucho me alegraría que si V. tiene gusto en conocer mi obra asistiese tambien á su lectura, y me prestase como los demas su leal consejo; pero le advierto á V. que no se trata de reunion literaria sino simplemente de una lectura de sucios borradores, hecha por mi en mi mismo cuartito-escritorio, á tres ó cuatro amigos, todo lo mas; pues hasta pudiera ser mi auditorio mucho mas reducido; como que yo solo con Martos cuento, y espero que este me traerá quizá á sus amigos nombrados, por que asi se lo he encargado, pero no tengo certeza de ello. Si V. viene seremos por junto media docena de personas, que es cuanto cabe en mi chiribitil. Su amiga de V. sincera. Tula. Hoy 15 de marzo.
XXIII. 1857, abril 28. Amigo Vila: mañana miércoles leo mi drama Catilina en casa de mi amiga la Sra. de Leon, (Plaza de Oriente n. 4 cto. 2.º) á las 9 de la noche. Tanto mi amiga como yo rogamos á V. que no nos falte, y que nos lleve á Castelar, pues deseo conocerlo y oir su voto respecto á mi obra. La reunion, adviertaselo V. asi, no tiene caracter literario: es una mera reunion, muy reducida, de amigos de confianza. Su amiga de V. Tula. Hoy 28 – martes.
XXIV. 1856, octubre 20. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Muy Sor. mío y amigo: la amabilidad de V. me anima a dirigirle estas líneas pidiéndole directamente un favor, porque no me agrada que se me dispense por ageno empeño lo que por mí misma no merezca. Diré a V. en las menos palabras posibles cual es el obsequio que me permito esperar de V. y los motivos en que me fundo. Soy acaso el único escritor de España que jamás ha alcanzado de ningun gobierno distincion ni recompenza [sic] grande o chica. Mi sexo ha sido un eterno obstáculo a la buena voluntad que algunos Ministros me han manifestado, y mi amor propio herido ha tenido, sin embargo, que aceptar como buenas las razones que, fundándose siempre en mi falta de barbas, se han servido alegar muchos hombres 25
ilustrados para justificar la escepcion poco grata que se ha hecho de mí. He admitido mi suerte de Paria literario, y no pido ni deseo gracia alguna personal, pero he creido que podía utilizar los buenos deseos a mi favor en beneficio de mi único hermano de padre y madre, cuyos intereses y los míos son comunes ambos. En este concepto le indiqué a nuestro amigo Pastor Díaz, pocos días antes de su salida del Ministerio, que le agradecería como la mayor señal de aprecio que pudiera dispensarme, el que nombrase a dicho mi hermano cónsul en cualquier ciudad de Francia, Italia o Portugal, pues posee los tres idiomas y ha pasado la mayor parte de su vida en aquellos países. A pesar de haber acudido tarde, Pastor Díaz me dió muy gratas esperanzas, pero cayó dos días después, y las creí desvanecidas al pronto. Luego las circunstancias de ser V. Subsecretario, y Ministro de Estado el Sor. Pidal (que aunque no es persona con cuya amistad pueda contar, es demasiado ilustrada para que no espere, confiada, su benevolencia) me han devuelto en parte las esperanzas perdidas. He creido que ni el Sor. Pidal ni V. verían una pretension atrevida en las que yo les dirigiera a favor de mi hermano, que es sujeto conocido, de talento, de actividad, y que aunque no está afiliado en ningun partido político, (pues ha pasado su vida casi toda en viajes) siempre ha sido reputado entre los que le tratan por hombre de ideas moderadas y monárquicas. He creido tambien que podía prometerme el apoyo de V. cuando le dijera que lo que pido para mi hermano será para mí la primera y la más lisonjera muestra de benevolencia que recibiré del gobierno de mi país, al que no he merecido nada hasta ahora; y que el Ministro de Estado, que no negará a V. lo que deseo, si V. tiene la bondad de interponer su influencia, tampoco desairará a una dama que, bajo los auspicios de V. y del poco o mucho merecimiento que pueda alegar por sí misma, le pide una única gracia, sin molestarle con multitud de empeños ni con importunas visitas. Si el Sor. Pidal quiere oírme y V. lo cree necesario al buen éxito de mi deseo, las líneas adjuntas podrán facilitarme el gusto de verle en su casa o donde guste; pero si V. no estima conveniente el hacerme el obsequio de entregar dicha carta al Ministro, yo no insisto en ello, y me confío completamente a V., segura de que hará en todo lo que sea más útil, y que no me engaño al esperar de V., cuando menos, una respuesta franca y leal. Soy siempre de V. amiga y affma s. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda “Octubre 20” [Al principio de la carta, ángulo sup. izdo.:] C[ontesta]da/. [Ángulo sup. derecho:] (1856) Octubre. 20. [Entre el encabezamiento y el texto, letra del marqués de Valmar:] D. Manuel Gomez de Avellaneda.=Ce de S. quintin 8, 3.º dra.
XXV. 1856, noviembre 10. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Mi muy estimado amigo: siguiendo el consejo de V. tuve el gusto de hablar al Sor. marqués de Pidal de la pretension de mi hermano a un consulado, y hallé al Ministro tan amable como me lo prometía de su conocida bondad y finura. Me 26
manifestó que siendo el interesado hombre nuevo en los destinos públicos, solo debía aspirar a un consulado modesto, de los que llaman de entrada; pero me hizo esperar que un destino de los de dicha clase no le sería negado. Repetidas veces me dijo que si podía me dejaría complacida; y como yo sé que puede y creo que quiere, concibo esperanzas que encuentran nuevo apoyo en el Duque de Valencia, que me dispensa de muy antiguo una buena amistad, y que ahora me ha ofrecido recomendar eficazmente mi asunto a su digno compañero de gabinete. Pero a pesar de todo, temo, por la poca importancia de tal asunto, que sea olvidado completamente, y esos temores me mueven a recurrir a V. de nuevo, rogándole me dispense el gran obsequio de recordar al Ministro, cuando lo juzgue oportuno, mi humilde pretensión. Sin esto, toda su benevolencia, que tanto agradezco; todo el valor de la mediacion del Duque, que aprecio en lo mucho que merece; todo, amigo mío, sería quizás inútil para mí; pues caería en el olvido con mis gratas esperanzas, sin tener ni aun el derecho de quejarme del Sor. de Pidal, pues no será ciertamente culpa suya el que no se grabe con hondura en su memoria una cosa tan pequeña a sus ojos. Mi hermano (portador de esta carta porque desea dar a V. gracias por habernos puesto en camino de tan buenas esperanzas), no se atreve a nada, receloso de importunar y hacerse pesado. Yo agradecería a V. mucho que tuviese la amabilidad de aconsejarle y dirigirle, atendiendo a que es novato en el oficio enojoso de pretendiente, y que tanto le pesaría parecer importuno como descuidado. ¿Qué más diré a V.? ¿Qué me perdone tantas impertinencias, con las que abuso de su galantería?... Si no contase con ese perdon confieso que no caería en la culpa, por consiguiente toda la causa del mal está en V. que me ha hecho concebir tan gran opinion de su bondad y cortesía. Adios, amigo mío, aprovecho con gusto la nueva ocasion de repetirme con los más distinguidos sentimientos, su affma. y atenta s. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. “Hoy 10 de Novbre” [1856] [Al principio de la carta:] Vi a su hermano. [Entre el encabezamiento y el texto:] Contestada en 11 de Nov.e [Ambas notas de letra del Marqués de Valmar].
XXVI. 1856, noviembre 18. Excmo. Sor. D. Leopoldo de Cueto. Muy Sor. mío y amigo: el día que segun quedé con V. debí ir a la Secretaría de Estado para hablar por tercera vez al Sor. Marqués de Pidal, me fue imposible hacerlo, porque desde la noche anterior me hizo tomar cama un atroz catarro, que aun me molesta mucho. Luego, los sucesos de Málaga, que sin duda ocuparan estos días la atencion del Gobierno, me parece que hacen inoportuno el recuerdo de mi asuntito, asaz insignificante para él, y creo que lo mejor que puedo hacer por el momento es esperar en silencio. Pero como V. podrá estrañar ese aparente olvido despues que ha tenido la amabilidad de prometerme que detendría la resolucion de ciertas cosas hasta saber en 27
qué quedábamos, juzgo una obligacion mía el decirle a V. mi parecer, para que si desaprueba mi deseo de aguardar sin hacer nuevas gestiones, se sirva indicármelo francamente, a fin de no llevar a cabo aquel propósito. Nada sé del Sor. Duque de Valencia desde el día que tuve el gusto de ver a V.; nada del Sor. Marqués de Pidal; nada tampoco de V., y así las cosas no han adelantado un solo paso. Ignoro si V. por su parte sabrá algo de nuevo, pero creo que no, toda vez que no me ha dicho cosa alguna. Dejando por un instante el enojoso papel de pretendiente, ¿me permitirá V. que le manifieste otro deseo mío, que no tiene que temer la severidad de sus principios de V.?... Me dijo V. el otro día, cuando favoreció esta su casa, que debía yo reunir a mis amigos para leerles mi drama Catilina. Yo he pensado que acaso no le sería a V. facil, por las obligaciones de su actual destino, dedicarme un par de horas, y como toda lectura que yo pueda hacer a mis amigos sería para mí doblemente grata y provechosa contándose V. en el número de aquellos, no he resuelto promover una reunión literaria, (que la larga y penosa enfermedad de mi madre hacen, por otra parte, casi imposible en mi casa), sino enviar a V. mi manuscrito. Y bien, ¿querrá V. tomarse la pena de leerlo en sus momentos libres? ¿Me permitirá V. poner en sus manos, incorrecta y todo como está, mi nueva obrita, pidiéndole su sincero y respetable fallo sobre ella? Si, con toda franqueza V. me dice que sí, lo estimaré como un gran favor, y si me dice que no usando de la misma franqueza que reclamo, no me daré por ofendida en lo más mínimo. Deseo no solo que V. lea mi última producción dramática, sino que también quisiera que se la hiciera conocer al Duque de Rivas, cuya opinion merece todo respeto tambien, por lo que, siempre que he podido, la he consultado con empeño. Tengo mucha desconfianza respecto a este drama cuya índole es tan peligrosa y difícil, y solo si mereciera la completa aprobación de dos personas tan inteligentes y desapasionadas como V. y el Duque, me atrevería a lanzarlo a la escena. Si V., antes de leer la obra, lee el prólogo con que la encabezo, se hará cargo del género de trabajo que he tenido que emplear en la confeccion de ella, y las grandes dificultades que me han detenido muchas veces. Aguardo que, cuando V. pueda buenamente, me diga si puedo mandarle mis cuadernos desaliñados; y aguardo tambien que, no obstante esa rigidez que me da miedo, no empleará V. su hábil y fascinadora palabra en daño de mi pobre pretensión con el Ministro; pues si tal hiciera V. me daba desde ahora por vencida. Tengo la convicción de que en estas circunstancias puedo dirigirle a V. aquel ruego de cierto caudillo a Dios.- Sed siquiera neutral y la victoria es nuestra. Adios, amigo mío, de todos modos es y será de V. atenta y apasionada servidora Q. S. M. B. Gertrudis Gz. de Avellaneda Hoy 18-Novbre. 1856.
XXVIII 1856, noviembre 21. Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto. Muy Sor. mío y amigo: aunque no he tenido todavía contestacion a mi carta anterior, vuelvo a molestar a V. con estas cortas líneas, porque hay una novedad respecto al asunto que me interesa, y creo que debo comunicarla a V. 28
Como nada sé del Sor. Duque de Valencia despues de mi conversación con él, ni tampoco de V., ni del Sor. Marqués de Pidal, y tuve ocasion ayer de hablar a S. M. el Rey, seguí el consejo que V. mismo me dio, y le dije algo sobre mi pretension y el estado en que se encuentra. S. M. se dignó escucharme con suma bondad e interés, y me dispensó la honra de encargarme que le dijese a V. (puesto que tenía el gusto de tratarle), que tuviese V. la amabilidad de detener un poco toda resolucion definitiva tocante al asunto en cuestion, porque S. M. hablará pronto sobre esto al Sor. Ministro de Estado, y hasta entonces no quisiera se determinara el éxito de mi pretension. Autorizada para ello por S. M. le digo a V. lo que ha pasado y espero me perdonará V. que tan a menudo le moleste con este asunto, que deseo vivamente quede pronto decidido de un momento a otro, aunque no sea más que para no verme obligada a abusar de la benevolencia de mis amigos por más tiempo. Siempre muy de V. amiga affma. servidora Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy 21 de Novbre. 1856. [Al principio de la carta, letra del Marqués de Valmar:] Creo que influyó poco en el asunto la recomendación del Rey D. Francisco. Por consideración a la ilustre escritora se concedió a su hermano un consulado de entrada.
XXVIII. 1856. Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto. Mi estimadísimo amigo: doy a V. gracias, y se las repetiré mañana de viva voz; pues iré a esa Secretaría con dicho objeto, y con el de llenar igual deber respecto al Sor. Marqués de Pidal. Se lo aviso a V. para que, si es posible, no me haga esperar mucho el gusto de llegar hasta V. y hasta el Ministro. De tres a cuatro creo que es la hora en que V. me indicó era más facil el ver a Vds., y será, por tanto, la que escoja. Siempre esperé –porque las mujeres tenemos una esperanza muy obstinada– que, a pesar del empeño que V. ponía en que le creyera más sincero que galante, mi pretension sería al cabo favorablemente resuelta, hallando en V. algo más que la neutralidad que le pedía, y que V. desde luego prometió. Quedo igualmente agradecida a todas las personas que me han prestado su apoyo, y crea V., amigo mío, que el placer que tengo por haberles merecido tanta benevolencia a todos, es para mí de más aprecio que el que recibo con poder pagarle a mi hermano una deuda de cariño. Gracias tambien por la amabilidad con que V. se presta a leer mi Catilina, y a hacer que lo lea el eminente poeta Duque de Rivas. Tendré gran satisfacción en saber el juicio de VV. sobre aquella obra, y no dudo que me lo diran con toda franqueza. Otro Catilina, creo que de Díaz, se pone en escena pronto, lo cual hace que aun cobre mayor temor de dar despues el mío. V. me dirá también, ¿no es verdad? lo que sobre esto crea conveniente. Adios, mi estimado amigo, hasta mañana, en que irá a robarle a V. un momento, su affma.
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Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda
XXIX. 1857, enero 16. Excmo. S. D. Leopoldo A. de Cueto Muy Sor. mío y amigo: estoy llena de inquietud por mi hermano, cuya última carta es del 26 del pasado en Marsella. Me decía en ella que al día siguiente se embarcaba a pesar de que el tiempo era pésimo, y que apenas llegase a Génova me daría sus órdenes para que le librase cierta cantidad. Como V. vé es muy raro que si ha llegado a Génova guarde tan largo silencio, cuando no solo era natural que escribiese para sacarme de inquietud sino tambien para decir cuando y a donde se le había de dirigir la libranza que necesitaba. Luego, se sabe que más de 300 buques han perecido en las aguas de Malta: que en todas partes los temporales han sido espantosos. Mis temores, pues, no pueden ser por desgracia mas justos, y suplico a V. que se sirva preguntar al cónsul de Marsella, (al cual tuvo que presentarse mi hermano,) cuando salió éste para Génova, en qué buque, y las noticias que el consignatario de él en Marsella haya tenido. También me hará V. un gran favor preguntando al Cónsul de Génova si llegó allá y se presentó a él D. Manuel G. de Avellaneda cónsul de Malta, y si sabe cuando dejó a Génova y en qué buque salió. Ruego a V., amigo mío, que no deje de hacer las indicadas preguntas lo más pronto, pues me encuentro en inesplicable angustia con las malas noticias que corren y el silencio estrañísimo que guarda mi hermano. Confío en su buena amistad que lo hará así, y me comunicará cuanto sepa, y me reitero su amiga y servidora Q. S. M. B. Gertrudis G. de Avellaneda. Hoy 16 de Enero” No se ría V. de mis repeticiones y del estilo destartalado de estas líneas. Mi cabeza no está para nada hace 24 horas, y me siento completamente estúpida.
XXX. 1857, enero 21. Excmo. Sor. D. L. A. de Cueto. Muy Sor. mío y amigo: mi marido ha ido dos veces a ver si lograba hablar con V. o con el Sor. Méndez Vigo, para saber si había en ese Ministerio algunas noticias de Malta, posteriores a las del 9, o si los Cónsules de Génova y Marsella decían algo que nos sacase de la cruel incertidumbre en que estamos. Como desgraciadamente nuestras oficinas públicas están cercadas de una muralla más difícil de salvar que la del Imperio Celeste, y ese Ministerio suele no tener porteros muy urbanos, mi marido no ha conseguido llegar a la sagrada puerta, y ha vuelto, despedido con cajas destempladas 30
por los amables conserges. En vista de ello me veo en la necesidad de volver a molestar a V. con la lectura de otras líneas, que son éstas, escritas en cama donde me hallo enferma. Suplícole a V. que si reputa suficiente excusa de mi insistencia en importunarle la acerba inquietud en que se encuentra toda mi familia por la suerte de mi hermano, me haga saber por un recado verbal, o como quiera, si se sabe ya algo en esa Secretaría. Perdone V. repito, tanta pesadez; pues las mujeres como no hacemos política gastándonos en ella, conservamos corazón todavía, y tenemos por primer interés nuestros afectos. Siempre de V. amiga y servidora Q. S. M. B. Gertrudis Gz. de Avellaneda. “Hoy 21 de Enero.”
XXXI. 1857, febrero 27. Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto. Muy Sor. mío y amigo: suplico a V. que si no ve en ello inconveniente, me haga el favor de incluir la adjunta carta en los pliegos que salgan de esa primera Secretaría para nuestro Embajador en Nápoles. Si hubiese inconveniente me hará V. el obsequio de devolverme dicha cartita. Aprovecho con gusto esta oportunidad de felicitar a V. por su nombramiento de Consejero Real, que he sabido con satisfacción. Tambien aprovecho la ocasion de rogarle que, si ha leído ya mi drama Catilina, se sirva devolvérmelo, pues una actriz se empeña en hacerlo para su beneficio, y aunque creo imposible su reparto, quiero que lo lea ella y conozca por sí misma las dificultades. Mucho me alegraría de conocer su opinion de V. respecto a la nombrada obra; su opinion de V. franca, sincera, por desfavorable que pueda ser; pues nunca lo será más que la que yo tengo del desempeño de aquel trabajo difícil, que emprendí con harta ligereza. Pero como creo probable que V. no tenga tiempo ni humor para satisfacer mi deseo, no insistiré en apoyarlo. El Baltasar ha sufrido grandes modificaciones, creo que ventajosas, pero no me determino a darlo a la escena todavía. Antes y cuando haya ocasion de pretenderlo sin ser demasiado pesada e inoportuna, rogaré a mis amigos que oigan la lectura de aquella obra, que será la última que someta al fallo del público. Perdone V. que le hable de literatura en días que debe ocuparle intereses más graves, y vea en ello, si bien una inoportunidad, una prueba tambien de la amistad y grande aprecio con que soy su atenta servidora. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda Hoy 27 de Febrero 1857.
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XXXII. 1857, marzo 4. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Muy Sor. mío: con esta fecha escribo al Sor. Ministro de Estado pidiéndole un pequeño favor, que creo justo, y me atrevo a rogar a V. que apoye mi instancia. Lo que pido es simplemente una condecoracion insignificante para mi hermano, que de los treinta y tantos cónsules que hay en Malta, es el único que no tiene ninguna cruz. Solo aspiro para él a la d S. Juan, que allá vale algo todavía, aunque aquí no hay persona decente que quiera llevarla. Le digo al Sor. Ministro que mi hermano desea dicha Cruz porque ahora mismo sabe que el cónsul francés lo ha recomendado a su Gobierno para que se le dé la de la legión de honor, por servicios que (con su pasmosa actividad), ha logrado prestar al cónsul de Francia. Sabe tambien que Parma, cuyo consulado ejerce interinamente, quiere recompensarle con otra condecoracion lo bien que le sirve, nombrándolo al mismo tiempo su cónsul en propiedad: para darle dicho nombramiento la pregunta el Ministro Parmesano cuales son sus condecoraciones, a fin de espresarlas en el título; y como V. comprenderá, al pobre cónsul Español le causa tanta vergüenza el haber de contestar que no tiene condecoracion ninguna por su Gobierno, que ha preferido callar, esponiéndose casi con su raro silencio a no recibir el honroso nombramiento que se le ofrece. Por todo esto creo que estimará infinito el recibir pronto cualquier cruz o cintajo de las de aquí se prodigan tanto, y en esta persuacion [sic] estimaré yo tambien muchísimo a V. que, en esto, que no lastima en lo mas leve su severidad de V., me dispense el apoyo que cuando la cuestion del consulado no creyó deber concederme, a pesar de su buena voluntad en mi obsequio. Ya he dicho a V. que preferiría la Cruz de S. Juan, libre de gastos, pues hartos hace el pobre cónsul de Malta en aquel país escandalosamente caro, y en el cual no podría vivir, ni aun pobremente, si no tuviese más recursos que su sueldo. Creo que aunque nuevo en la carrera, mi recomendado no me deja mal, pues me asegura que se porta bien, y el vice-cónsul mismo me escribe que ninguno de sus antecesores habían merecido en el país tantas muestras de simpatía y aprecio, ni tanta reputacion de empleado celoso e inteligente como mi hermano, a quien califica de un Hércules para el trabajo. Dígnese, pues, el Sor. Subsecretario dispensarle, ahora que la merece, un poquito de protección, y obligará con ello a su affma. amiga y servidora q.s.m.b. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy 4 marzo 1857
[Sigue a la vuelta]
P. D. No sé si daría a V. el portero de esa Secretaría una carta mía hace cuatro o cinco días. En ella le incluía otra para el Sor. D. S. Bermúdez de Castro, nuestro embajador en Nápoles, rogando a V. me hiciese el obsequio de mandársela, si podía, entre las comunicaciones oficiales. También le rogaba me devolviese el Catilina, pues en el teatro quieren leerlo a ver si es posible su ejecución, y no tengo otro ejemplar que el que mandé a V. V. es muy bueno y me perdonará tantas impertinencias. [Al principio de la carta, ángulo sup. izdo., a lápiz, letra de Valmar:] C[ontesta]da.
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XXXIII. 1857, marzo 14. Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto. Mi estimado amigo: doy a V. las más expresivas gracias por sus dos obsequios: el de haberse tomado la molestia de leer a Catilina, y el de haberme alcanzado para mi hermano la condecoracion que deseaba. Ruego a V. se las dé igualmente en mi nombre al Sor. Ministro de Estado. Mañana o al día siguiente, que estará mi marido algo menos molestado por un atroz catarro que hoy le obliga a guardar cama, se pasará por esa Secretaría para satisfacer los gastos que tenga la Cruz de S. Juan, y tambien, si logra ver a V., para repetirle en mi nombre infinitas gracias. A pesar del favorable juicio que V. hace de Catilina, parece que no se pondrá en escena, pues los actores le tienen cierto miedo. En lugar suyo escogerá la Buzon, segun se me acaba de indicar, mi ya conocida comedia la hija de las flores; y no sé si antes de que concluya la temporada me resolveré por fin a someter el Baltasar a la temible prueba de la escena. Me lo piden con empeño del teatro pero aun vacilo mucho. Basta de literatura, que harto tiene V. con la política, y disponga como guste de su sincera amiga y servidora Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda Hoy Sábado 14 de Marzo. [Al principio de la carta, entre el encabezamiento y el texto, a lápiz, letra de Valmar:] Gertrudis.
XXXIV. 1857, noviembre 26. Excmo. S. D. L. A. de Cueto. Muy Sor. mío y estimadísimo amigo: felicito a V. y su amable Sra. por la nueva merecida distinción que acaba de dispensarle S. M. (1), y como estamos en días de gracias, o lo estaremos pronto que es lo mismo, quiero rogarle a V. que antes de abandonar del todo la subsecretaría de Estado se acuerde de mí, o mejor dicho, de mi hermano, que está siempre enfermo en Malta, porque aquel clima le sienta mal. Lo que cual gracia espero de V. es que apoye mi pretension de que lo trasladen a alguno de los consulados de –Gibraltar – Perpiñan – o Gavre de Gracia, ya que no sea a otro de ascenso; como serían los de Argel, Esmirna, Atenas, Nueva Orleans, Santo Domingo, u otro general. Y bien, mi estimado amigo, al escribir a V. mi cordial enhorabuena deme tambien motivo de felicitaciones, alcanzándome, por lo menos, que vaya mi recomendado a Gibraltar o Perpiñan. Si no quiere V. hacer nada no lo haga, pero no se me enfade de mis impertinencias, pues sería lo peor para mi. Mil cosas a Amparito y a las encantadoras niñas, y V. disponga de la sincera amistad de su affma. ________________ (1) [Esta indicación (1) va a lápiz, puesta por Valmar y entre el encabezamiento y el texto responde:] (1) Ministro en Viena.
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Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy 26 de Novbre.- 57. En esta su casa S. Quintín 8 – 3.º dha. [Al principio, a lápiz, dice Valmar:] a Asensi y D. Frco.
XXXV. 1867, enero 22. [Membrete grabado, en Verde, con el enlace:] GGA
Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Mi muy estimado amigo: tan apartada me hallo hace mas de un mes de toda sociedad, con motivo de tener enfermos a mi hermano y su muger, que viven conmigo, que ignoraba se encontrase V. en Sevilla; y aun no lo sabría sin la casualidad de habérmelo dicho incidentalmente un joven que estuvo a visitarme en una de las escasas horas que me es posible recibir. V. ha sido bastante amable para perdonar, atendido el motivo, la falta involuntaria de no haberle enviado ni un recado de atencion a su llegada, pero yo he sido al mismo tiempo bastante desgraciada para verme privada del gusto de verle cuando me ha favorecido viniendo hoy a mi casa, segun acabo de saber. Las malas noches que paso a la cabecera de mi cuñada, me han rendido al cabo, y cuando V. estuvo me encontraba en cama sufriendo horriblemente de la cabeza. Algo mejorada esta noche me apresuro a poner a V. estas mal trazadas líneas para saludarle, darle gracias por su visita y rogarle que si se sirve repetirla me haga el obsequio de escoger hora entre las tres de la tarde y las diez de la noche, así como tambien le pido que aunque mis criados –que son muy torpes– le digan que no recibo, les ordene V. subirme su targeta; pues a V. le recibiré siempre, cualquiera que sea la disposicion general que me obligue a dar el estado de mi casa. Lucho, amigo mío, con dos enfermos perdurables, pues las afecciones crónicas son persistentes hasta desesperar al que las padece y a los que le asisten; y como esto recae para mí sobre tantos disgustos como he sufrido, confieso que me siento postrado el espíritu. Todo ello, sin embargo, no puede impedir que espere con verdadero placer al [sic] ver a V. su siempre afectísima amiga. q. b. s. m. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Hoy 22 de Enero / 67.
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XXXVI. 1867, abril 27. [Membrete con enlace grabado, en violeta:] G G A
Sevilla 27 Abril 1867. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Mi distinguido amigo: el Sr. D. Fernando de Gabriel, que pasa a ocupar su asiento en el Congreso de los Diputados, ha tenido la amabilidad de encargarse de llevar a V. un egemplar de mi novela El Artista Barquero, y otro de mi Devocionario; por no estar todavía terminada la impresion del drama Catilina no ha sido posible acompañar tambien otro egemplar de él. Como lo ofrecido es deuda, espero que, así como yo pago la mía, con mil amores, V. no echará en olvido la contraída conmigo respecto al retrato de V. y a los de esas Señoras. Tenía muchos deseos de que no se me fuese V. sin que volviésemos a hablar, porque la noche única en que tuve el gusto de verle me puso V. en terribles conflictos; o mejor dicho, me fue terrible conflicto el que me mencionara V. a los escritores Cubanos –queriendo colocarme entre ellos– hallándose presente a la conversación un poetastro [¿o poeticastro?] cubano Pur sang delante del cual no podía cortesmente decir a V. lo mucho que me enfadaba la asociación que V. me proponía; y por otra parte, ese mismo embarazo exaltaba mi mal humor. No sé si V. comprendió bien lo difícil de mi posición en aquel momento, y si ella disculpó a sus ojos la exaltación, al parecer inmotivada, con que rechacé la idea de Rivadeneyra de hacer figurar mi nombre en la obra de que se ocupa: dejó V. a Sevilla sin darme la ocasión de volver a hablarle, ni sobre este punto, ni sobre otros muchos de que me hubiera sido grato departir con V., y ahora solo me resta la esperanza de que nos veamos en Madrid o en París este próximo verano. Mis saludos mas efusivos a esa Sra. y niñas (entre las cuales cuento, a pesar de su santo estado, a la linda Flavia) y V., amigo mío, reciba con mi enhorabuena por su magnífico discurso académico, que he leído, no una sino muchas veces, la seguridad del afecto con que siempre soy su amiga y S. Q. S. M. B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. [De letra de Valmar, a continuación:] Cantarranas, 5. [Tambien de letra de Valmar, al principio de la carta:] C[ontesta]da el 4 de junio 1867.
XXXVII. 1871, abril 15. Excmo. Sr. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Mi distinguido amigo: ofrezco a V. y a esa Sra. mi nueva habitacion, calle del Barquillo n.º 29, cuarto principal de la izquierda y tan luego pueda salir iré a hacerlo en persona.
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Van capillas de la última leyenda de mi último tomo que toca ya a su fin. Si V. ve a juan Valera [1] –yo hasta ignoro su casa– hágame el obsequio de pedirle en mi nombre su artículo sobre mis obras publicado en la Revista, y otro que me parece escribió hace años sobre no sé cual de mis dramas. También le estimaría mucho que me consiguiera de Cañete un juicio que dió a luz sobre mis poesías a su primera aparición, y que si tiene V. las obras de Pastor Díaz (impresas por la Academia segun me han dicho), me mandase el tomo en que se halla un artículo suyo que tambien fue dedicado a la crítica de mis poesías. Todo esto lo agradeceré mucho, pero más que nada el que venga pronto su artículo sobre las leyendas. El Apéndice del tomo último es pedido ya por la imprenta. Mi salud mal, pero mi espíritu siempre fuerte y mi corazón siempre afecto a mis amigos, a cuyo frente coloco a V. entre otros igualmente antiguos y dignos. Su apasionada admiradora Tula. S/C. hoy 15 de Abril/ 71. [Al principio, letra de Valmar, a lápiz]: Gertrudis.
XXXVIII. 1871, abril 24. Excmo. Sor. D. Leopoldo de Cueto. Va, mi estimado amigo, el fin de mis leyendas: solo falta ya el Apéndice, y depende de V. el que se imprima pronto o tarde, y salga a luz el tomo 5.º y último de la Colección. He estado malísima en estos pasados días, en términos de creer llegado mi término en la carrera terrenal. Hoy me siento mejor, y si continúo progresando cuento ir por allá en la semana que empieza hoy, para tener el gusto de ofrecer personalmente a Amparito mi nueva casa calle del Barquillo, 29 pral. izda. No se olvide V. y crea que le quiere siempre su enferma y aburrida amiga G. G. de Avellaneda. Hoy 24 de Abril P. D.- No sé donde vive Juan Valera: ¿podrá V. pedirle en mi nombre los artículos que ha escrito sobre obras mías? No tengo ninguno. Tambien quisiera me hiciese V. el favor de mandarme el tomo de las obras de Pastor Díaz en que se halle un juicio que publicó sobre mis Poesías. Creo habérselo dicho a V. antes, pero lo ha puesto en olvido.
__________________ [1]. [En letra roja, de Valmar, corregido entre líneas]: Valera.
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XXXIX. 1871, mayo 19. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Mi amable amigo: ¿me ha olvidado V. completamente? En la tarde en que mis achaques me permitieron salir la pasada semana, estuve a visitar a Amparito (como tambien a Flavia), y a importunarle a V. un poco sobre el artículo consabido, que aguarda la imprenta. No tuve la suerte de hallar a VV. y aunque despues mis males se han recrudecido y me aburren sobre todo encarecimiento, no puedo menos hoy de saludar a V. por medio de estas feas letras, rogándole de nuevo muy eficazmente y con mucha necesidad, como dicen los pordioseros, que me mande su anhelado artículo, único que esperaré, pues por ningun otro retardaré la aparicion del 5.º y último tomo de mi Coleccion, que ansío terminar par irme a Alhama. Con vergüenza devuelvo a V. el tomo de Pastor Díaz, pues en la imprenta han manchado la cubierta horriblemente: no me he atrevido a hacerlo empastar por ignorar si V. se propone hacer otro tanto con el resto de la obra. Adios, acuérdese V. de que espera su amiga y apasionada s. q.b.s.m. Gertrudis Gomez de Avellaneda. P. D.- Van capillas del Apéndice, y unos prospectos para si V. quiere hacerme el favor de darles circulacion entre sus amigos íntimos. S/c. hoy 19 de Mayo/ 71. [Al principio, en lápiz, letra de Valmar]: 1871.
XL. 1871. Excmo. Sor. D. Leopoldo Augusto de Cueto. Muy estimado y distinguido amigo: Envío a V. las nuevas capillas que acabo de recibir de la imprenta, y como el tomo 5.º avanza a su conclusión, haciéndose preciso ir ordenando el apéndice, ruego a V. se sirva devolverme los artículos de Alarcón, Catalina, Romero Ortiz y Navarro Rodrigo, a fin de que –revisados por sus autores– puedan mandarse para el indicado apéndice. Continúo deseando vivamente me proporcione V. el gusto de poner algunas líneas de su mano al frente de todos aquellos artículos; pero no queriendo ser importuna en demasía, me limito a recordarle este mi constante deseo y ya antigua promesa, dejando a su consideracion el satisfacer ambas cosas, y las exigencias de la imprenta, cuando lo estime conveniente. El estado de mi salud continúa tan malo que no salgo a parte alguna, por más que mis sobrinos y mis criadas tengan la bendita costumbre de decir que estoy fuera de casa siempre que, por hallarme en cama, les hago saber me es imposible recibir visitas. Las primeras que yo haga serán para ir a saludar a Amparito y a Flavia, y ¡ojalá que al hacerlo pueda ya tambien dar a V. las gracias por los preciosos renglones que dedique a mis leyendas!... 37
Mientras tanto sírvase V. saludar en mi nombre a esas Señoras y a la feliz recién casada, disponiendo del afecto que a ellas y a V. profesa su apasionada amiga Q. B. S. M. Gertrudis Gomez de Avellaneda.
XLI. 1871. Excmo. Sor. D. Leopoldo A. de Cueto. Mucho me pesa, amigo mío, ser importuna y molesta, pero la necesidad de irme a Alhama el 17 del presente, día en que han determinado salgamos las amigas en cuya compañía hago el viaje, me obliga a mi pesar a rogarle a V. que si quiere y puede favorecerme con el prometido artículo, tenga la amabilidad de mandarlo para el 15 lo más tarde, pues como de Alhama pasaré probablemente a Zaragoza donde acaso me detendré algun tiempo, quiero antes de dejar a Madrid terminar y pagar el último tomo de mi Obra. Mucho, muchísimo sentiré que aparezca sin las líneas que V. le destinaba y que serían su mejor ornato, pero veo imposible el que se detenga la terminación de la impresión de la Obra indefinidamente, sin gran perjuicio de la imprenta y de mis intereses. De todos modos, y aun cuando me vea privada de la satisfaccion tan anhelada y pedida de que honre mi último libro su benévolo y respetable fallo de V., siempre agradeceré mucho el buen deseo que se sirvió manifestarme, y siempre seré su más apasionada amiga q. b. s. m. Gertrudis Gomez de Avellaneda [Al principio de la carta, letra de Valmar, a lápiz:] Gertrudis. [entre el encabezamiento y el texto, letra de Valmar, a lápiz:] escribí el artículo.
XLII. 1862, marzo 9. Srita. D.ª Dolores Cruz. Cárdenas 9 de Marzo 1862. Mi bella y amable amiga: días hace que debo y deseo escribir a V., pues desde que recibí la última con que me favoreció estoy haciendo intención –como suele decirse– de charlar un poco con V. sobre algunos puntos de aquella. Continuas ocupaciones domésticas y un catarro atroz, que aun me molesta mucho, me han impedido cumplir mi grato propósito, y hacer que aun hoy trace estas líneas de prisa y brevemente. No me las agradezca V., despues de todo, pues tienen un obgeto interesado, que voy á confesarle sincera. 38
Estoy formando un Album de retratos pequeños, de esos llamados de targeta, en el cual me propongo reunir las damas más bellas de la Isla de Cuba, á fin de que á mi vuelta á España vean lo alto que raya nuestro país en eso de producir hermosuras. La Duquesa de la Torre, la Sra. de Aldama, Serafina Montalvo, la Duquesne y otras muchas lindas habaneras me mandan sus graciosas imágenes (algunas de ellas con los trages que llevaron al último baile de palacio), y tambien de Puerto Príncipe, Cuba, Trinidad y otros pueblos me van llegando ya bonitos retratos, que daran justa idea de las hijas de nuestra amada tierra. Pero me falta V., Lola, me faltan bellezas Matanceras, y me permito rogar á V. que llene tan gran vacío. En cambio de ese retrato mío (que le pido conserve en su Album como recuerdo de afecto) mándeme V. pronto uno suyo que deseo con amor y espero con ansia. Si puede ser mándeme V. tambien otros dos o tres de las muchachas más bonitas que sean ornato de la ciudad de los dos ríos. ¿Cuál de ellas rehusará ese favor a los ruegos de V. sabiendo por tan elocuente y linda boca que esas imágenes están destinadas á honrar al país, probando más allá de los mares que no existen mujeres como las que él produce? Ea, pues, vengan esos retratos; venga antes de todo el de V. que colocaré en lugar preferente, y saludando afectuosamente en nombre mío á toda su apreciable familia de V. y tambien las amigas y amigos que de mí se acuerden, disponga V. de su apasionada q. s. m. b. Gertrudis Gomez de Avellaneda. Tendría mucho gusto en poner en el Album de bellezas cubanas á la señorita que, con V., me honró poniéndome la corona con que fui obsequiada por Matanzas. No recuerdo su nombre.
XLIII. 1852. Sor. de Bermejo. Mi estimado amigo: no crea V. que me había olvidado de lo prometido: ha sido una absoluta imposibilidad la causa de no haberlo cumplido. No tengo un momento libre: una noche sí y otra no velo á mi hermana, que continúa muy mala, con todos los síntomas de una tisis pulmonar de las más rápidas. El día siguiente á la mala noche lo paso en la cama, porque tambien yo me hallo delicada de salud; y el día que tengo mejor, por lograr dormir la noche antes, llueven sobre mí visitas y ocupaciones que no me dejan respirar. No piense V. que ecsagero: ha habido vez de no poder comer hasta las diez de la noche: otras de no tener tiempo para peinarme y pasarme el día con la cofia de dormir: Así es que no he podido ni aun buscar en mi revuelta librería el tomo de la Chaussé que debo enviar a V.; cuanto menos escribir el prólogo del poemita que devuelvo. Excúseme V. con Mellado haciendole ver que no es voluntad de complacerle lo que me falta, y cuente con que tendrá el libro prometido tan luego pueda buscarlo. En el día no puedo. Para el martes tengo compromiso de entrega á Arjona un drama que aun tiene mucho que trabajar: para el lunes me hallo en el doloroso aprieto de oir leer dos comedias á dos autores noveles: para el Domingo, día de descanso para todos, me esperan á mí una porcion de arreglos de intereses que no puedo atender sino en días 39
festivos, á causa de que no son míos los otros. Si a esto añade V.las correcciones de pruebas, el cuido doméstico, la asistencia de una enferma querida, y los mil amigos que me favorecen demasiado con sus visitas y que toman á desaire no hallarme siempre visible; y los mil autores y autoras que me mandan sus obras para que las lea ó las recomiende, y que se enojan y dicen pestes de mí si tardo ocho días en satisfacerles, podrá formarse idea de lo que es mi vida en la actualidad. Se lo indico a V. para que en ningun tiempo crea que me excuso de complacerle por poco deseo de hacerlo. Reciba V. mis disculpas y creame su amiga sincera G. G. de Avellaneda. [Un plieguecito con membrete en relieve blanco: escudo rodeado de la leyenda] Villava. La Navarra. Pamplona. [En la cuarta página, de letra posterior:] Autógrafo de Puño y Letra de la Poetisa Gertrudis Gomez de Avellaneda.- De la Colección del Pintor Manuel Castellano.
XLIV. 1867, abril 27. Sor. D. Narciso Campillo Sevilla 27 de Abril / 67. Muy Sor. mío y de mi aprecio: doy a V. las mas cordiales gracias por su atenta carta, fecha 25 del presente, en la que me ofrece la nueva Revista literaria que con el título de El Domingo se ha empezado á publicar en esa ciudad bajo la ilustrada direccion del Sor. Pbro. Leon y Domínguez, y teniendo por redactores talentos tan distinguidos como el de V. Tales circunstancias aseguran desde luego el buen éxito de la publicacion; pero por mi parte, y en lo poco que alcanzo, tendré mucho gusto en corresponder á la amable invitacion de V. contribuyendo alguna vez con mis escritos; que aunque sean innecesarios para la feliz vida del periódico, procuraré no sean impropios de su índole. Agradezco vivamente y acepto con amor la oferta que V. se sirve hacerme del volumen de sus poesías que tiene en prensa; pues las que conozco, aunque pocas, han sido más que suficiente para probarme las superiores dotes del autor, inspirandome deseos de ver y admirar nuevas producciones de su ingénio. La franqueza algo salvage de mi caracter, garantiza, creo, que no hay en lo dicho nada de esa vulgar lisonja, moneda corriente que truecan entre sí escritores. Yo he preferido siempre la desgracia de hacerme enemigos, á la perfídia de contentar vanidades á espensas de mi conciencia literaria. En cambio del precioso regalo que V. me promete, tendré el gusto de mandarle algunas de mis últimas obras: buscaré cuantas tenga en mi revuelta librería, y como quiera que las halle, encuadernadas ó sin encuadernar, las tendrá V. juntamente con el drama Catilina q.e se está imprimiendo actualmente. Mientras tanto permítame V. ofrecerle una pequeña casa calle Cantrarranas, n. 5, y en ella una amiga, pues como á tal desea la considere V., su afecta y atenta servidora q. b. s. m. Gertrudis Gomez de Avellaneda 40
Gracias tambien por el anuncio que V. me dice hará del Devocionario. Su producto es de los pobres y por consiguiente es obra benéfica favorecer su venta. Yo lo agradeceré y lo premiará Dios. No sé si entenderá V. estos feos renglones. Hace mucho tiempo que no escribo a nadie de mi puño, sino por medio de Secretario, porque mi miopismo ya es estremado. [Un plieguecillo con membrete-enlace, en verde: GGA]
XLV. 1867, mayo 10. Sevilla 10 Mayo /867. Sr. D. Narciso Campillo. Muy Sr. mío y amigo: he recibido su grata de V., del 6, y no quiero retardar el darle gracias por las líneas que me dice ha dedicado á mi Devocionario, y que leeré con sumo gusto cuando aparezcan en el Independiente, segun V. me indica. Hasta hoy no han sido publicadas. Tambien agradezco mucho al Sr. Leon y Domínguez el artículo que consagra á la misma Obra, segun V. me dice, y que debe aparecer en la Revista el Domingo. Siempre que voy á casa de mi amiga Cecilia Bohl (Fernan Caballero) le pido los Números de la nombrada publicacion gaditana, y leo con avidez las buenas cosas que comunmente contiene. Tenía el disgusto de haber buscado vanamente en sus columnas el nombre de V.; pero ahora que sé la firma con que aparecen sus hermosos versos, volveré á revisar con mayor interés los Números que conserve Cecilia, y fijaré la atención particularmente en las poesías del Sevillano. Mucho celebraré tener el gusto de conocer personalmente al inspirado autor de esas y tantas otras notables composiciones; y en tal concepto, deseo que esas vacaciones de que V. me habla no sean posteriores á mi salida de Sevilla, que será probablemente á fines del próximo Junio; bien que, de todos modos, á mi regreso de Francia tengo intencion de pasar una temporadita entre Cádiz y los demás Puertos. D. Leon Carbonero, su Cated.º de V., no es solamente mi vecino, sino tambien uno de mis mas queridos amigos; y á él precisamente le he hablado algunas veces de lo mucho que me agradaban las poesías de V. que me eran conocidas. En el amaneramiento en que por desgracia vá cayendo cada día mas lo que han dado en llamar Escuela sevillana (como si fuera dable sujetar á Escuela el génio poético), sus composiciones de V., llenas de verdadera espontaneidad, no podían menos de llamarme desde luego la atencion, y hablar de ellas á las personas que en Sevilla cultivan las letras ventajosamente. Cuento con poder enviar a V., antes de dejar esta ciudad, alguna cosa en prosa, y alguna cosa en verso para el Domingo; así como tambien las últimas obras mías que existan en mi revuelta librería: mientras tanto me limito á reiterar á V. la espresion del sincero aprecio con que soy su att.ª affma. S.Q.S.M.B. Gertrudis Gomes de Avellaneda. PD. En un album, regalo de la ilustrada juventud sevillana, tengo versos y retratos de muchos de los poetas que mas honran á Andalucía. ¿No tendría V. alguna 41
fotografía y alguna cuarteta que dedicar á dicho libro? Para mas comprometerle le doy el egemplo, mandándole el retrato que más recientemente me han hecho. [Un plieguecito con membrete-enlace, en violeta: GGA]
XLVI. 1867, mayo 13. Sevilla 13 Mayo 1867. Sr. D. Narciso Campillo. Muy Sr. mío y amigo: aunque he tenido el gusto de escribir a V., recientemente, no puedo hoy menos que volver á hacerlo para rogarle que, en mi nombre, se sirva dar las gracias mas espresivas al ilustrado Dr. del Domingo, así por su atencion en remitirme los Núms. publicados de dicha preciosa Revista, como por las lisongeras líneas, que en uno de ellos ha dedicado á mi Devocionario. Ofrézcale V., como leve muestra de mis simpatías por su periódico, las adjuntas páginas en prosa, entresacadas de un librito que estoy escribiendo, con el título Nuevo Mes de María; el cual, aunque empezado hace ya mucho tiempo, quizás todavía tarde mas en concluirse y darse a luz; por efecto de las muchas ocupaciones de prosáicos intereses y domésticos deberes que pesan de continuo sobre mí. Si al Sr. Pro., Leon y Domínguez le agrada la muestra que le envío, y no la juzga indigna de su ameno periódico, tendré mucho gusto en enviarle sucesivamente algunos otros fragmentos de mi nueva obrita religiosa. Supongo que ya sabrá V. que el estrafalario dueño de El Independiente se ha rehusado á insertar el artículo que V. le envió por conducto de Lamarque, alegando que ya se había publicado en su Diario otro juicio del Devocionario; pero teniendo por motivo real la pueril venganza de la retirada que hice del manuscrito de mi última incursión á los Pirineos, por haberse insertado sus primeras páginas en el Independiente plagadas de erratas que hacían ridículo su contenido; y tambien porque solo había accedido yo á la indicada insercion por mediar en el asunto el Sr. Vidart, mi amigo, quien despues se retiró de la Direccion del periódico, cesando con esto mi compromiso. Yo ruego á V. que ordene se me entregue su artículo, que anhelo conocer, y puedo, si V. gusta, hacerlo publicar, ya sea en la Andalucía, ya en cualquiera de los periódicos de Madrid. No puedo concluir esta sin felicitar a V. por las lindas composiciones suyas que he leido en el Domingo, y singularmente por sus Romances, en todos los cuales se admira esa difícil facilidad que tan pocos poetas han logrado alcanzar. Tambien he leido cosas muy bien escritas, firmadas por el joven Dr. del periódico, á quien dará V. mi enhorabuena. Sin mas por hoy, se reitera de V. affma. amiga y S.Q.S.M.B. Gertrudis Gomez de Avellaneda. PD. Vá tambien una composicion en verso, por si le conviene a V., para alguno de los Núms. del Domingo. 42
[Un plieguecillo con membrete-enlace: GGA, en azul]
y XLVII. 1868, enero 16. Sevilla 16 Enero 68. Sr. D. Narciso Campillo. Mi muy distinguido amigo: ruego a V., en vista de su grata carta del 6 del presente, que se sirva decir á su amigo el Sr. Góngora que el domingo 25 si viene á Sevilla, como V. me indica, tenga la bondad de pasarse por esta su casa para entregarle las Obritas que he podido encontrar en mi revuelta librería, algunas de las cuales por estar en rama he necesitado enviar á mi perezoso encuadernador, por cuyo motivo no creo poder tenerlas disponibles antes del día que dejo señalado. Nada supe que hubiese V. estado en esta ciudad a fines de año, ni por consiguiente que hubiera favorecido por dos veces inútilmente mi morada. Mis criados son como la mayor parte de los de su clase, y aun dejando tarjetas los que me visitan cuando estoy fuera, suelen perderse sin llegar á mis manos. No necesito decir a V. cuánto he sentido verme privada del gusto de conocerle, y lo mucho que le agradeceré que, cuando vuelva por acá, se tome la molestia de mandarme por correo su tarjeta con espresion del día y de la hora en que piensa visitarme, a fin de que me encuentre en casa. No creía yo que tuviesen Vs. allí un frío tan intenso como el que nos ha molestado á las orillas del Betis, pero ya que así es, segun V. me dice, apelaremos á aquel adagio que yo rectifico un poco, diciendo: mal de muchos consuelo de todos. Queda de V. siempre affma. y verdadera amiga Q.S.M.B. G. G. de Avellaneda [Un plieguecillo con membrete-enlace, en verde: GGA]
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