Guanajuatenses distinguidos 2008

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MarĂ­a Teresa Pomar Aguilar


14 de marzo 2008

La tradición de celebrar el Viernes de Dolores según el sentido litúrgico data aproximadamente de 1413, fecha en que se decide consagrar en la ciudad de Colonia, Alemania, el IV Viernes de la Cuaresma a los dolores de la Virgen. Al adaptarse en México, cambia por un toque diferente que se muestra en el Altar que se le ofrece ese día a la Virgen de Dolores. El Altar lleno de velas, flores y papel de colores parece más bien una muestra de alegría que de tristeza. Se le agregaron algunos elementos francamente prehispánicos que terminaron por hacer de él algo único en su gracia barroco-mexicano. El montaje del Altar se prepara la víspera y deberá simular el calvario. Se hace colocando un fondo de cortinas de tela morado y blanco, para así recordar la pureza de la Virgen María y al mismo tiempo su dolor. Papel corrugado pintado de color acre simula el monte y en la parte central se colocará un crucifijo y al pie del mismo, la imagen de la Virgen María, lo cual permite recordar esta parte de la

pasión de Cristo. En las mesas donde se coloque el Altar se utilizan manteles blancos. Se emplean veladoras y cirios pascuales bendecidos en la misa de gloria, lo que nos hace recordar, según la liturgia de Jesús, el camino de la verdad y la vida. La mesa se cubre totalmente con manzanilla y los colores de esta flor nos indican, con el verde la humildad que la Virgen vivió, el amarillo del centro nos recuerda la belleza del alma y cuerpo. Sobre la mesa y en todo el altar, se colocarán naranjas agrias las que se pintan o forran de color dorado y se les clavan banderitas de colores. La naranja significa la amargura que sintió la Santísima Virgen al ver clavado a su hijo en la cruz. En el piso se riega hinojo y mastranto que nos recuerda que Jesús fue abandonado por aquellos que le juraron fidelidad y prometieron que no lo abandonarían. El color dorado nos muestra la alegría que embarga a la Virgen al saber que Jesucristo resucitaría al tercer día de su muerte y las banderitas de colores son la paz y cordialidad

Viernes de Dolores

que debe haber en todos los países del mundo. Algunas personas mandan bordar en los manteles blancos dos pescados y un cestito con cinco panes en color oro y plateado, que representan el milagro que hiciera Jesucristo al dar de comer a más de 5 mil gentes. Hay también quienes simbolizan a Jesús en sus tres presentaciones, como Dios, como Rey y como Hombre, quemando incienso y haciendo grabar en otros manteles el centro y la corona en color oro. La luz siempre acompaña a la Virgen, representada por las velas y aumentada con los reflejos de esferas y de las banderitas de oro volador. El agua de colores que se colocará en recipientes de cristal o vitroleros, representa las lágrimas de la Virgen. A estos elementos del Altar se agregan los trigos sembrados 15 días antes y que se han conservado en un lugar oculto de la luz para que no den plantitas de color amarillo. Los trigos representan a Jesús y María que no quieren que padezcamos hambre.

El sentido popular le ha brindado a este altar un enriquecimiento tal, que en él se colocan esferas gigantes de vidrio azogado para darle profusión a la luz, flores alhelíes moradas y blancas, comales de barro sembrados de chía, dibujando en ellos el símbolo de la pasión de Cristo y un tapete generalmente cubierto de salvado, café molido, granos y semilla de todo tipo y pétalos de flores. Por lo general el altar se coloca en la entrada principal de las casas para que la gente pase a visitarlo. La tradición nos marca que en cada casa que se coloca el altar, se responde a la pregunta de los visitantes ¿Aquí lloró la Virgen?, dándoles un vaso de limonada que se adornará con chía, que representa las lágrimas que la Virgen lloró en esa casa. En algunas otras, por tradición, se reparte helado de limón para refrescar el calor de la tarde de visita a los altares, también se acostumbra obsequiar dulce de chilacayote elaborado con piloncillo y canela. Hay quienes ambientan el Altar con cánticos y música sacra propia de los días de cuaresma.









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