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Cuento Corto y Poesía Menores

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La Enfermedad Vital

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Un día cualquiera me levan de la cama y encontré algo diferente en mí, no solo lo de siempre, la transpiración de la noche y esas cosas, había algo más, pero no sabía que era. Primero pensé que era un bicho, luego que era algo en mi cabeza, pero no era eso, me mire al espejo y no veía nada nuevo, mi pelo corto y castaño, mis ojos marrones, algún que otro granito por mi edad, todo era como siempre, excepto esa rara sensación que sentía. Solo me faltaba preguntarle a Papá y Mamá, el gran problema era que no sabía cómo conversar con ellos, que se diera el momento justo, me hacia el sonso. Pregunte si tenía algo raro y mi papá me dijo: ¿Qué?, yo le conteste, ¡no nada!, pero creo que todos sabían que algo me pasaba. Mi casa es pequeña y todos me veían dar vueltas como un tonto. Al día siguiente volví a preguntar… pero nada, así paso toda la semana. Llego el día de mi cumpleaños, al fin los 14. Todos me saludaron. ¡Feliz Cumple, Erín! Yyo re contento estaba, pero algo me seguía molestando y a causa de eso todos me preguntaban que me pasaba, pero terco yo seguía diciendo que… ¡nada! En el momento menos pensado me di cuenta que era, no era un bicho, ni algo en mi cabeza, solo era Alejandra, la chica del barrio que quedaba al otro lado del pueblo, su casa estaba justo enfrente de nuestra canchita, una que hicimos con Pedro, Fede, Pablo y Roberto.

Siempre había pelea con ese barrio por culpa del pesado de cara cortada, un matón, que siempre nos corría de nuestra canchita. Pero un día nos vengamos de él, y Alejandra me dio un beso. Desde ese día siento eso que no sabía que era y ahora que la veo entrar me doy cuenta, sentí que el corazón se me aceleraba, las manos me transpiraban y cuando quise decir, ¡HOLA! Se me trabo la lengua. Nunca la había visto tan hermosa con su cabello rubio como el resplandeciente sol del verano, su cara blanca como la luna llena que aparece todas las noches para alumbrar su belleza, con esa blusa roja y el pantalón de jean que le queda tan bien. En ese momento lo supe todo, “que eso que no sé que es”. No es más que eso llamado “AMOR”. ¡Yyo que quería ir al doctor!

Kevin Gianionis

Impedido

Antiguo delfín de madera, viviendo en el estante acompañado de objetos no pensantes, derribado por un gato casero acomodado por el hijo del dueño. Antiguo delfín de madera, siempre al tanto de lo que pasa en aquella casa siempre atento siempre sabiendo, sin poder hacer nada. Lagrima que recorre tu mejilla al saber, que nada puedes hacer, triste delfín de madera.

No puedes proteger a esa mujer golpeada, todos los días la vez desde tu lugar, desde tu estante desde tu triste niñez

Kevin Gianionis

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