Manos de viento Istvansch
CENTRO MUNICIPAL DE CULTURA
Municipalidad de Perito Moreno Santa Cruz - Argentina
El Centro Municipal de Cultura de Perito Moreno trabaja mancomunadamente por la cultura local. Desde el año 2006, se han creado áreas específicas para su organizado desarrollo de actividades. De esta forma y a través de las mismas interactúa de manera continua con toda la comunidad. Dentro de este centro funciona el Rincón Infantil Literario, un espacio ambientado para niños, con una biblioteca catalogada y juegos didácticos. Este lugar es visitado por todas las instituciones educativas de la ciudad y también está abierto a adultos mayores y jóvenes. Entre las variadas actividades se puede participar de presentaciones de libros y calendarios que se distribuyen de manera gratuita (en los que la sociedad colabora en forma permanente, haciendo un producto confiable y accesible), muestras temáticas y muestras permanentes (como el Museo de Objetos), Peluquería Antigua y Muestra Perito Textil (Perito a través de la moda) y el Certamen Fotográfico Anual Imagen Propia.
Manos de viento Istvansch
CENTRO MUNICIPAL DE CULTURA
Municipalidad de Perito Moreno Santa Cruz - Argentina
MANOS DE VIENTO Literatura Infantil Regional. Perito Moreno: Municipalidad de Perito Moreno, 2019. Impreso en Argentina.
2019, Centro Municipal de Cultura Municipalidad de Perito Moreno. Calle Sarmiento 1517. (9040) Perito Moreno. Provincia de Santa Cruz. Patagonia Argentina. Intendente: MAURO CASARINI Secretaria de Gobierno: MABEL GARCÍA Directora de Cultura: VALERIA GARCíA Subdirectora de Cultura: SABRINA KORODI Asesor de Cultura: LEANDRO ALLOCHIS
Agradecimientos: Lazos de Oro 1 Newmont Goldcorp. Cerro Negro. Director de Turismo Juan Enrique Nauta. Lic. en Arqueología Sr. Carlos Aschero.
Antes del antes del antes estaba el viento. Y los cañadones de altas paredes de roca, el río, el hielo y la nieve, que tanto castigaban como daban vida al calafate y al coirón, al choique y al guanaco. Después del antes (mucho después del antes, mucho antes del ahora) el viento trajo unas gentes. Esas gentes trajeron una idea, y esa idea fue “que mi huella sobreviva”.
Unos y otras, niñas y niños, adultos y ancianas, yendo
y viniendo por la meseta árida… De quienes llegaron hace 10000 años no sabemos el nombre, pero viendo la paredes de piedra sacaron hisopos y tintes, y dejaron dibujos de la caza del guanaco… y sus manos. Y la huella sobrevivió. El viento, que siempre estuvo, susurra hoy una historia de aquellos tiempos…
Historia del cañadón en espejo Dos guanacos y tres chulengos. Ese día la caza había sido buena y había fiesta en la cueva. Grandes y chicos ya habían comido el hígado crudo y ahora esperaban ese pedazo delicioso de pierna que se cocía en la hoguera, mientras el anciano señalaba el sol rojo cayendo tras el farallón (como diciendo una plegaria que agradecía a vaya a saber quiénes). Luego de los bailes y las risas, la banda se durmió sobre las alfombras de coirón. Temprano en la mañana, la más vieja abrió los ojos y miró la piedra. Después señaló hacia adelante, justo bajo donde el sol se había ido ayer. Y al volver a mirar la piedra confirmó la profecía. Esa mañana, uno a uno de quienes iban amaneciendo se encontraban con el gesto de la anciana: allá, el cañadón perpendicular al río, donde las paredes gigantes de roca se abren separadas por un arroyo; acá, ese tajo en la piedra, irguiéndose recto en la mitad del otro corte horizontal.
Todos entendían perfectamente lo que la mujer decía, y obedeciendo aquello que veían como designio, juntos dibujaron esos guanacos corriendo a izquierda y a derecha de aquel tajo vertical, idéntico al cañadón que tanto éxito había deparado ayer a los cazadores. No hizo falta dibujar el río, porque el corte horizontal era perfecto, tan perfecto como esas aguas que poco después, juntando quillangos y herramientas, el grupo remontó buscando otros rumbos. Otras cuevas. Otros guanacos.
Unas y otros, padres y abuelas, shamanes y bebés, subiendo
y bajando por el farallón escarpado… De quienes llegaron hace 7000 años no sabemos el nombre, pero viendo el lienzo de la roca estampado por sus antepasados, tal como ellos sacaron hisopos y tintes, pinceles y pigmentos, y dejaron más dibujos de guanacos, y también de lagartos y matuastos… y sus manos. Y la huella sobrevivió. El viento, que siguió soplando, susurra hoy una historia de aquellos tiempos…
Historia de las dos entre doscientas manos Desde que empezaron a caminar se habían hecho amigas. Ahora, ya con quince años, eran dos mujeres adultas y veían cómo sus propios niños se hacían amigos y corrían atrás de sus padres queriendo participar de las expediciones de caza. De todas maneras, aún cuando hacía rato eran expertas en la recolección del calafate y en la confección de capas y botines, no habían perdido la capacidad de jugar y divertirse, y eran muchas las veces que en medio de sus tareas rompían a reír, sabiéndose con una sola mirada la causa de la tentación. Esa noche se habían quedado despiertas y, en sordina y aguantándose la risa, inventaban sombras en la pared de la cueva con la luz de la luna gigante. Viendo que no había quién no roncara, con un solo gesto se aliaron para divertirse como cuando niñas: fueron al lugar donde estaban las tinturas y, una vez más aunadas en la travesura, decidieron dejar sus huellas entre las que los ancianos habían dejado por la tarde durante el ritual.
Estaba muy oscuro y no veían mucho, pero poco importaba, la luz les fue suficiente para mezclar dos o tres pigmentos, llenarse la boca y soplarlos por el tubito de hueso, una sobre la mano de la otra, la otra sobre la mano de la primera… e irse a dormir felices con su picardía nocturna. Las despertaron las voces de asombro, cuando el día ya casi dejaba de ser alba. La banda completa maravillada ante ese dibujo, preguntándose qué divinidad lo habría hecho. Y ellas mirándose entre sí, poniéndose enseguida a amamantar a sus niños para disimular el brete: ¡eran tantísimas las manos estampadas en esa pared!, ¡¿quién se iba a imaginar que las de ellas iban a destacarse así?! Era increíble pero real: viejos expertos en buscar minerales debatían con viejas hábiles en combinarlos alrededor del poquito de pintura que habían dejado en un charquito, preguntándose cuál sería el secreto para que, tras miles de años de rojos, negros, blancos, ocres, naranjas, violetas y amarillos, del azar apareciera esa maravilla de verde que ¿¿¿cómo harían ahora para recrearlo???…
Otros y otras, madres y viejos, cazadores y recolectoras,
habitando y abandonando la barda rocosa… De quienes llegaron hace 3000 años no sabemos el nombre, pero viendo en la pared la huella de quienes los precedieron, tal como ellos sacaron hisopos y tintes, pinceles y pigmentos, buriles y raspadores, para dejar dibujos de líneas en zigzag, círculos adentro de otros círculos, puntos y rayas… y sus manos. Y la huella sobrevivió. El viento, que sigue y sigue sin tregua, susurra hoy una historia de aquellos tiempos…
Historia del primer bailarín Apenas al alba los hombres salieron serios de la cueva. El día anterior habían estado tallando las puntas, estaban orgullosos de ir a la caza y con caras adustas llevaban en alto las lanzas, las bolas pampa listas para ser tiradas, los morrales llenos de puntas de repuesto. Rezagado, él iba a desgano, arrastrando el arma como si fuera un bastón. Sentía el bufar reprobatorio de los demás porque nunca había traído nada… Él hubiera preferido ir con las mujeres a recolectar calafates y bayas, a descubrir si los berros estaban verdes y tiernos en la costa del río, a robarle algún huevo a un choique. Pero no. De nuevo estaba condenado a perseguir a esos tontos guanacos. Con el sol poniendo largas las sombras, volvió por la tarde con las manos vacías (tal como él y los demás, sin decirlo, habían imaginado). Aunque dispuesto a la repartición (eso sí hubieran debido reconocerle: se daba maña para el desposte) lo miraban con seriedad, como reprochándole lo inútil que lo creían.
Ya por la noche y pidiendo a los astros que sigan mandando guanacos, el shamán tiró una rama verde de yaoyín en la misma hoguera en que habían cocido la carne del chulango. El crepitar repentino cortó el silencio huraño del círculo y, en el susto, él pegó un salto como de guanaco que hizo reír espontáneamente a todos. Volvió a hacerlo, siguiendo el castañeteo de las chispas, tan rítmico como el nombre del yaoyín. Y volvieron a reír. Y empezaron a acompañar con palmas cuando hizo el gesto inútil del volar del choique, y también cuando después se encorvó copiando al piche. Repitió los movimientos una y otra vez: salto, aleteo y curca; salto, aleteo y curca; salto aleteo y curca… Al son de las chispas, las palmas y las risas, el movimiento lo unía por primera vez en la aprobación de su clan. Un clan que esa noche descubrió, en aquel primer bailarín, la imprescindible inutilidad de la alegría.
Topógrafos y arqueólogas, viajeros y moradores,
especialistas y estudiantes, investigando y maravillándose ante el sitio prehistórico… De quienes llegaron hace 100 años –y 50, y ahora mismo– sabemos que se llamaban De Agostini, Vignati y Gradin, y Ana y Carlos y María y José y tantos, tantos nombres como el mío o como el tuyo, que viendo en el muro los estampados de aquellos primeros pobladores se unieron al guanaco y al coirón, al choique y al lagarto, a los zigzag y a los círculos. Se unieron en las voces con el viento, para seguir susurrando historias… como ésta, la de tus manos en este libro.
Hace 10000 años nuestros antepasados dejaron su huella en la roca utilizando pigmentos que soplaban con la boca. Hoy dejá vos tu huella pintándote con témpera las manos y estampándolas en estas páginas rocosas.
Manos de viento es un libro del Centro Municipal de Cultura de la Municipalidad de Perito Moreno, de edición tanto digital como papel, para la difusión entre chicos y grandes del Sitio Arqueológico Cueva de las Manos, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Proyecto gráfico y diseño: Istvansch Diagramación y armado: Leticia Kutianski Fotografía: Leandro Allochis © de los textos e ilustraciones: Istvan Schritter, 2019 © de esta edición: Centro Municipal de Cultura de la Municipalidad de Perito Moreno, 2019 Correo electrónico: culturaperitomoreno1517@gmail.com Primera edición, 2019 ISBN 978-987-27078-6-6 Hecho el depósito que marca la ley Nº 11.723 Todos los derechos reservados. Permitida la reproducción para uso escolar y sin fines de lucro, citando la fuente “Manos de viento: Istvansch y Centro Municipal de Cultura de la Municipalidad de Perito Moreno, 2019” Impreso en Argentina Istvansch Manos de viento / Istvansch; editado por Istvansch; fotografías de Leandro Allochis; ilustrado por Istvansch. - 1a ed, ilustrada. - Perito Moreno: Municipalidad de Perito Moreno, 2019. 24 p. + CD-DVD : il. ; 23 x 17 cm. ISBN 978-987-27078-6-6 1. Arte Rupestre. I. Allochis, Leandro, fot. II. Título. CDD 751.7
Esta edición de 50 ejemplares en cartoné y 100 en rústica, realizada en papel xxxxxx, y escrita en tipografía Alegreya Sans, se terminó de imprimir en el mes de agosto de 2019, en Imprenta Dorrego S.R.L., Dorrego 1102, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Istvansch (Madrid, 1968. Vive en Buenos Aires). Ilustrador, diseñador y escritor. Ha publicado libros en varios países. Entre otras distinciones recibió la primera mención del Premio “Utopía Latinoamericana”, en Colombia, el primer premio Octogonal de Honor 2004, en Francia, y Lista de Honor de IBBY 2016. Candidato al premio Andersen 2002 y 2004 y al premio Astrid Lindgren 2017 a 2019. Creó y dirigió la colección Libros-álbum del Eclipse, pionera del género álbum en Argentina. Sus investigaciones en el campo de la ilustración están reunidas en el libro La otra lectura. Las ilustraciones en los libros para niños. Obras a la mano y Papel protagónico gigantescas muestras lúdicas e interactivas inspiradas en su obra, han recorrido varios lugares del país luego de su inauguración en 2018 en Barrilete - Museo de los niños (Córdoba) y en Espacio Cultural BCN, de la Biblioteca del Congreso de la Nación (Buenos Aires).
Llegaron hace miles y miles de aĂąos. No sabemos sus nombres, pero su huella sobreviviĂł. El viento, que siguiĂł soplando, susurra hoy las historias de aquellos tiempos.