El planeta tierra no quiere jugar

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GLORIA ALEGRÍA

EL PLANETA TIERRA NO QUIERE JUGAR ILUSTRACIONES DE CLAUDIA DURAN

EDITORIAL ANDRÉS BELLO

© GLORIA ALEGRÍA 1


© EDITORIAL ANDRÉS BELLO Ahumada 131, 4o piso, Santiago de Chile Registro de Propiedad intelectual Inscripción N° 175.084, año 2008 Santiago - Chile Se terminó de imprimir esta primera edición de 1.000 ejemplares en el mes de noviembre de 2008 IMPRESORES: Editora e Imprenta Maval Ltda. IMPRESO EN CHILE / PRINTED ÍN CHILE ISBN 978-956-13-1978-3

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N o fue un día o una noche ni tampoco una tarde o una mañana cuando el Sol se dio cuenta de que algo estaba sucediendo en su Sistema Solar. Todos los planetas estaban inquietos y, por qué no decirlo, la mayoría de las lunas también. El único que no participaba en aquel ir y venir, subir y bajar, era uno de sus planetas: el planeta Tierra. El Sol decidió entonces comunicarse con Saturno, uno de los planetas en quien más confiaba. -—Dirne, querido Saturno —le preguntó observando sus muchos anillos resplandecientes—, ¿qué es lo que pasa con ustedes? ¿Por qué andan tan alborotados? —-Mi estimado Sol, la verdad es que nosotros no queríamos 3


preocuparte, pensábamos averiguar primero, pero si tú ya lo has nota... —¡Por supuesto que lo he notado! —lo interrumpió el Sol impaciente—, Deseo que me digas de inmediato qué sucede. Hace demasiado tiempo que los veo muy inquietos: se pasean de allá para acá, se envían mensajes, se reúnen... ¿Qué es lo que pasa? —Bueno, mi Sol, lo que sucede es que..., yo no sé si tú has reparado en ello, pero nuestro hermano, nuestro querido planeta Tierra, ya no es el de antes. Últimamente está diferente. Era alegre, vivaracho, entretenido. Pero ahora hace tiempo que ya no quiere jugar con nosotros... —Ni siquiera ha asistido a las reuniones obligatorias —intervino el 4


planeta Venus, que se había acercado brillando más que nunca para hacerse notar. —¡Cómo! —exclamó el Sol, sorprendido—. ¿Ni siquiera ha asistido a las reuniones del Comité de Orden Espacial? —No, señor. Se ha excusado varias veces diciendo que no tiene ánimo, que se siente mal —respondió el planeta Mercurio, asomando su nariz. — ¡Y después nos pide que por favor le informemos de todo! —agregó el planeta Marte, quien también había llegado a la cola de los otros. —En realidad, estamos muy preocupados. Urano quiso averiguar algo, pero el planeta Tierra no quiere hablar —explicó Saturno, que 5


también se había incorporado a la conversación. —¡Yo creo que tiene algún horrible problema! —exclamó Marte—. Y lo digo porque lo veo mal, muy mal. —¡No entiendo por qué no me lo habían dicho! —replicó el Sol molesto—. ¡Yo debo saber lo que está sucediendo, especialmente algo así, que me parece muy grave! Le preguntaremos a la Luna T del planeta Tierra; tal vez ella pueda decirnos qué es lo que sucede. Ustedes dos, Lunas MI y M2 de Marte, vayan a averiguar, quizás ella sepa algo.

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Las Lunas MI y M2 partieron enseguida en su bĂşsqueda. Cuando

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llegaron hasta ella, la Luna T encrespaba tranquilamente sus pestañas. —¡Oh! —exclamó la Luna MI al verla—, ¿Qué haces, Luna terrícola, encrespándote las pestañas mientras todos estamos preocupados de TU planeta? —¡Cómo! —exclamó la Luna T, colgando el espejo en una de las puntas de una pequeña estrella—. ¿Le pasa algo a MI planeta? 9


—Pero... ¿cómo te atreves a preguntar si le pasa algo? ¡Tú eres la que vive más cerca de él! ¡Cómo es posible que no te hayas enterado! —exclamó enojada la Luna M2. Después, calmándose un poco, preguntó—: ¿No te has dado cuenta de que está diferente, de que no tiene ánimo para jugar y ya no sonríe? —Bueno, lo que pasa es que yo he estado ocupada últimamente — respondió la Luna T batiendo sus pestañas—. ¿Saben? Un grupo de sapos de un gran charco están enamorados de mí y, desde hace decenas y decenas de años, me cantan siempre... Y bueno, yo debo estar linda cuando me cantan... 10


—trató de excusarse—. Pero díganme, ¿qué le pasa a mi querido planeta Tierra? —Eso es lo que deseamos saber TODOS —recalcó la Luna M2, y enseguida la Luna MI agregó impaciente—: Nuestro Sol nos pidió que habláramos contigo para averiguar lo que le sucedía, pero vemos que es inútil. —No, no, no. No digan eso. Yo puedo ayudar. El planeta Tierra y yo somos muy amigos, siempre andamos juntos, bueno casi siempre. Él me cuenta todas sus cosas. Yo puedo preguntarle qué le pasa —se apresuró en responder la Luna T, muy afligida. —Que sea lo antes posible —le ordenaron las Lunas MI y M2 11


mirándola con expresión severa—. Y en cuanto sepas algo, comunícalo de inmediato al Comité de Orden Espacial. Te estaremos esperando. La Luna T quedó verdaderamente muy preocupada por lo que estaba sucediendo con su querido planeta Tierra. Sintiéndose un poco culpable por no haberlo notado antes, corrió a ver a la Tierra, decidida a averiguar qué le pasaba. Pero antes de partir, sí que tuvo buen cuidado de arreglarse la chasquilla para que ninguno de sus sapos enamorados fuera a decir que era una desordenada y que andaba chascona. Cautelosa se acercó poco a poco al planeta Tierra y se quedó largo rato observándolo. Mientras lo hacía, su corazón de luna se invadió de 12


tristeza. El planeta Tierra no era ni la sombra de lo que había sido. Una enorme capa plomiza y opaca no dejaba ver su color azul de antes, luminoso e intenso. Parecía triste, apesadumbrado. Era casi tonto acercarse y preguntarle qué le pasaba. Aun así, la Luna T cobró valor y le dijo suavemente: —Hola, mi querido planeta. Te veo diferente. ¿Te ocurre algo? El planeta Tierra miró a su Luna con desgano. No tenía muchos deseos de hablar. —Solo estoy un poco cansado. Parece que he tenido mucho trabajo, pero ya se me pasará, no te preocupes —le respondió con una débil sonrisa. —Creo que no estás bien —porfió 13


la Luna T—. Debes ser sincero conmigo, yo soy tu amiga, hemos estado juntos cientos, miles y miles de años... —Lo sé —le respondió el planeta suspirando—. Lo que pasa es que parece que estoy envejeciendo. Ya no siento las mismas ganas de jugar de antes. Hay momentos en que me siento morir. —¡Morir! —exclamó alarmada la Luna T—. ¡Pero si tú eres un planeta joven, uno de los más jóvenes del universo! ¡No puedes morir! —Quizás —dijo con voz débil el planeta Tierra, pues ya se sentía cansado de conversar. —Mira —insistió la Luna T—, todos los otros planetas están muy preocupados por ti y el señor Sol 14


también. He oído decir que la Vía Láctea, nuestra galaxia, ya está comenzando a sentirse inquieta. —¡Tengo mucho sueño! —exclamó el planeta Tierra con un gran bostezo—. De verdad, amiga, me gustaría que me dejaras solo un rato... Después, si quieres, podemos seguir conversando. Mientras tanto, puedes decir a mis amigos, los planetas, al señor Sol y a la Vía Láctea que no se preocupen, que yo voy a estar bien. —Bueno —dijo la Luna T—, pero volveré muy pronto. No te creas que me voy a quedar tranquila con lo que me has dicho. ¡Quién piensa en morirse, Dios del Universo Completo! ¡Qué horror! Sin dejar pasar un segundo, la 15


Luna T volvió donde la esperaban ansiosos todos los planetas, hasta el pequeño Plutón, al que no le importaba nada que por ahí se dijera que él ya no era un planeta. —¿Qué le sucede? ¿Le pasa algo? ¿Por qué no quiere jugar? — comenzaron a preguntar todos a coro. Entonces el Sol se acercó. —¡Silencio! —ordenó—. Escuchemos lo que la Luna T nos va a explicar. ¡Ya, ya, ya! ¡Chitttsss! ¡Cállense todos! Antes de que la Luna T comenzara a hablar, todos se quedaron en el más absoluto silencio. Se detuvieron los cientos de cometas que andaban de viaje, las estrellas dejaron de parpadear. Todos estaban atentos. 16


Entonces la Luna T carraspeó y dijo: —Bueno, lo que pasa es que... es que, yo creo que nuestro querido planeta Tierra está enfermo. —¿Tú crees? -—exclamó el Sol, poniendo tiesas sus cejas amarillas. —Sí, sí —balbuceó tímida la Luna T—. Bueno, él no... no quiso decirme nada, pero yo, de verdad, lo noté muy, muy mal. Ni siquiera tiene ganas de conversar... —¡No tiene ganas de conversar! —exclamaron todos. —¡Pero si a él siempre le ha gustado parlotear! —exclamó una estrella. —¡Y tampoco tiene deseos de reír! —agregó la Luna T, acongojada. —¡Y tampoco de reír! —repitieron todos. 17


—¡Pero si lo que más le gusta al planeta Tierra es contar chistes! — dijo otra estrella nueva de apenas dos mil años. —¡Dice que está envejeciendo! —musitó la Luna T aún más triste que antes. —¡No! ¡Es que eso no puede ser! —exclamó el Sol mirándolos a todos—. ¡Eso sí que no puede ser posible! —¡No! ¡No puede ser posible! —repitieron todos otra vez mirándose unos a otros. —Eso sí que no —siguió diciendo el Sol—, él, el planeta más activo, el más poblado, el más maravilloso de los planetas no puede pensar que está viejo, no puede decir que está cansado. 18


—¡Dice que ya tampoco tiene ganas de jugar! —suspiró la Luna T. —¡No tiene ganas de jugar! —repitieron todos nuevamente.

—¡Es por eso que yo pienso que está enfermo! —terminó por fin la Luna T, inclinando su cabeza plateada. —¡Tienes razón! —exclamó el Sol, mirando al grupo—. ¡Claro que está enfermo! Pero, ¿de qué? 19


—¿De qué? —preguntaron todos asombrados. —Sí, pues, de qué —habló nuevamente el Sol—. ¡Qué es lo que le pasa al planeta Tierra, quiero saber yo! ¡Qué enfermedad sufre! —Yo creo que el planeta Tierra está enfermo de pena —dijo finalmente la Luna T—. Cuando uno está triste no siente ganas de conversar, ni de reír, ni de jugar. —Es verdad. Tal vez sea eso, pero entonces, ¿por qué tiene tanta pena? —No lo sé —dijo la Luna T—, pero ya luego volveré donde él y trataré de que me cuente. Quizás tenga una pena de amor. —¡Ah! Tú solo piensas en el amor —exclamó la Luna MI—; lo que 20


sucede es que eres una romántica que no se preocupa de otras cosas. —Bueno, es que a mí siempre me ha tocado acompañar a los enamorados, he estado en decenas de miles de billones de declaraciones de amor y... —Ya, ya, ya, no discutan — interrumpió el Sol—. Ahora lo importante es saber qué le pasa al planeta Tierra. ¡Creo que la única y definitiva solución es que mandemos llamar al doctor Inter Galact. Seguro que él nos dirá de inmediato si nuestro querido amigo está enfermo y qué es lo que le pasa. —-Ve tú, cometa 1.227, ya que eres más veloz que cualquiera de nosotros. Anda a buscar al doctor y dile lo que sucede. Explícale que es 21


urgente que vaya a visitar al planeta Tierra. El cometa 1.227 viajó y viajó por el Universo hasta que encontró al

doctor Inter Galact. Estaba atendiendo a unas lunas de la Vía 1846/D que se encontraban francamente constipadas. Como siempre, llevaba puestos sus anteojos 22


para ver bien de cerca y de lejos y su delantal fosforescente verdeamarillonaranja para que todos lo pudieran ubicar. En cuanto divisó al cometa 1.227, se acercó a él y le preguntó: — Y ahora, ¿quién es el enfermo? —El planeta Tierra, doctor — respondió el cometa peinando su cola luminosa que se había chasconeado con el apuro—. Y bueno, nadie sabe de qué. —¡Cómo es eso! —exclamó el doctor Inter Galact, sacándose los lentes y poniéndoselos de nuevo. —Lo que pasa es que ya no quiere hacer nada, ni conversar, ni reír, ni cantar, y lo que es peor de todo, lo más, más terrible, es que tampoco 23


quiere jugar —respondió afligido el cometa 1.227. —¡Oh! ¡Eso sí que es muy grave! —exclamó el doctor Inter Galact, acomodándose los anteojos sobre su gran nariz, y con cara de preocupación, agregó—: Mira, primero tengo que hacer algunas visitas. Debo ver a un sol que tiene un dolor de muelas que ya no soporta y a una estrellita que está con peste. En cuanto termine con ellos iré a ver qué le pasa al planeta Tierra. Debe estar muy grave para no querer jugar. ¡Muy grave, muy pero muy grave! —se quedó repitiendo durante muchas horas.

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Ya más tranquilo, el cometa 1.227 regresó a dar la respuesta al Sol. Como es de suponer, todos lo estaban esperando. —El doctor Inter Galact irá a visitar al planeta Tierra. En cuanto sepa algo nos lo va a comunicar —les dijo con voz serena. Mientras tanto, el doctor Inter Galact, que había terminado con sus 25


visitas, se dirigió a ver al planeta Tierra. Terrible fue su sorpresa y su pesadumbre cuando estuvo frente a él y comprobó su triste aspecto. —¡Oh, pobrecito mío! —exclamó—. ¡Pero qué te ha sucedido! ¡Con razón no tienes ánimo de hablar, ni de reír, ni de cantar y menos de jugar! ¡Quién puede tener ganas de nada así como estás tú! Al escucharlo, el planeta Tierra sonrió débilmente y le dijo: —No se preocupe, doctor Inter Galact, lo que sucede es que estoy un poco cansado, pero ya se me va a pasar. Apuesto a que por ahí anduvo la copuchenta y exagerada de la Luna T. No se pudo quedar tranquila, luna inquieta y metete. Le dije que no anduviera por ahí 26


armando bochinche. —No me vengas con cuentos —lo interrumpió el doctor Inter Galact—. No estudié trescientos años en las mejores universidades espaciales para no saber que estás muy enfermo. Mira tu atmósfera, está oscura y densa. Igual que si hubieras fumado mil años seguidos. ¡Te estás ahogando! —Bueno, hace tiempo que no puedo respirar bien —exclamó sumiso el planeta Tierra, mientras el doctor Inter Galact sacaba de su bolsillo su extrapotente estetoscopio galáctico para examinarlo. —A ver, a ver... déjame que busque por aquí mi termómetro para tomarte la temperatura—dijo enseguida el doctor, escarbando 27


dentro de su maletín fosforescente a prueba de toda pérdida—: ¡Qué horror! ¡Tu temperatura ha subido demasiado! ¡Tienes fiebre! —exclamó asustado—. ¡Con razón ya no tienes deseos de moverte, ni de hablar, ni de reír y menos de jugar! —Pues algo raro me ha estado sucediendo desde hace años — replicó el planeta Tierra—. En verdad desde hace mucho tiempo que me siento raro... —De eso estoy seguro — respondió impaciente el doctor—. ¡Estás grave! —sentenció—, y por el momento solo puedo darte unos calmantes, algo que te haga sentir mejor. Deberé averiguar a qué se debe este 28


deterioro tuyo. ¡Dale gracias al Dios del Universo Completo que tienes amigos que se preocupan por ti! Quédate tranquilo, me llevaré unas muestras de tus ríos, de tus mares, tus océanos, de tu atmósfera y algo de tus suelos. Con eso será suficiente. Pronto sabremos qué te pasa. Rápidamente el doctor se subió a su ambulancia súper veloz y viajó hasta su laboratorio. No era un laboratorio común y comente. Había en él miles de tubos de ensayo, probetas, microscopios de todos los tamaños, juegos de rayos láser, jeringas especializadas para cada 29


tipo de enfermos y remedios que nadie pensaría que eran remedios. O sea, que más parecían chocolates, gomitas, galletas, dulces de menta, calugas, maní confitado y malvaviscos con forma de estrellas. Sin siquiera sacarse su delantal y menos sus anteojos tomó las muestras que llevaba en su maletín y durante muchas horas espaciales, 30


que son más largas que las terrestres, se dedicó a observarlas. Cuando vio lo que había en ellas no pudo cerrar los ojos ni la boca del asombro. Se encontró con que los océanos estaban llenos de sustancias desconocidas que mataban sin piedad a los animales que vivían en ellos. Vio cómo trataban de sobrevivir delfines, estrellas de mar, ballenas y millones y millones de peces de colores que ya no tenían color y que apenas podían respirar. —¡Qué tristeza más grande! —se dijo, alejándose por unos instantes del microscopio. Un momento después, con un gran suspiro, continuó con sus observaciones. Gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas cuando vio 31


cómo muchos peces morían de hambre porque ya casi no tenían con qué alimentarse. El doctor ínter Galact estaba acostumbrado a las enfermedades, pero nunca había visto algo así. La verdad era que ya no tenía deseos de seguir mirando, pero le había prometido a su amigo planeta que lo ayudaría. Tornó entonces el frasco de atmósfera y lo batió muy fuerte. Durante mucho rato se dedicó a observarlo con uno de sus instrumentos más especializados en atmósferas de planetas. Lo que vio lo dejó estupefacto: la atmósfera que

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tiempo antes protegía al planeta y a sus habitantes ahora se había convertido en una masa tóxica y espesa y tenía grandes heridas por donde entraban los rayos ultravioletas que lastimaban a muchos. —¡Oh! ¡Pobrecito mío, pobrecito mío! —exclamó buscando su súper extra excelente y poderoso telescopio, y lo dirigió hacia los 33


distintos continentes del planeta. Se dio cuenta de algo muy terrible: ahora había menos lagos, menos bosques, menos glaciares... Muchas selvas que antes cobijaban a cientos de miles de aves, insectos y animales grandes, ¡ya no estaban!; muchos ríos se habían secado y grandes sectores de los océanos aparecían teñidos con una sustancia negra y viscosa que Impedía moverse a los animales. Y lo más terrible de todo, la especie más importante, el ser humano, corría un serio peligro de perecer junto a ellos. Y, algo más impactante aún, ¡ni siquiera se había dado cuenta! —-¡Pero esto no puede ser posible! —exclamó, dejando a un lado sus 34


instrumentos. Se levantó y se puso a caminar de un lado a otro, poniéndose y sacándose sus anteojos—. ¡Tengo que comunicarlo al Señor Dios del Universo Completo. Algo así no puede estar sucediendo con nuestro querido planeta Tierra! Sin pensarlo, una vez más el doctor Inter Galact abordó su nave espacial para visitar al Padre Dios del Universo Completo y se dirigió en su busca. Antes de encontrarlo tuvo que cruzar muchas galaxias, hacerles el quite a decenas y decenas de hoyos negros que querían comérselo. Pero nada le importaba. Por fin, ya al punto del desmayo, lo vio descansando sobre 35


un mar de estrellas. Como siempre, el Padre Dios del Universo Completo estaba muy tranquilo. En realidad, parecía esperarlo porque en cuanto lo vio bajar de su nave le dijo: —Sé que algo te preocupa. —¡Es que el planeta Tierra está muy enfermo! —exclamó casi sin respirar el doctor Inter Galact—. ¡Señor Dios del Universo Completo, por favor, tienes que ayudarme! ¡Yo no sé qué hacer! ¡No tengo el remedio para algo tan grave! ¡Y si no hacemos algo, nuestro amigo cada vez estará peor! ¡Tú, que todo lo sabes, tienes que ayudarme! -—No podemos intervenir — sentenció el Dios del Universo Completo—. Es la ley. 36


—¡Pero...; —exclamó el doctor Inter Galact, desconcertado. —Los habitantes del planeta Tierra tendrán que remediarlo —dijo con mucha calma el Dios del Universo Completo. —¡Pero...! —intentó protestar el doctor Inter Galact. —¡Pero nada! —exclamó otra vez el Dios del Universo Completo—. Solo ellos pueden salvarlo. Yo les di una mente para pensar y un corazón para amar. De ellos depende que vuelvan a tener un lugar sano y bello donde vivir. —Pero... ellos... yo me di cuenta de... —¡Ya no te impacientes más! ¡Todo pasará! —le interrumpió el Dios del Universo Completo—. Sé 37


que tú quieres solucionar todo. Pero esta vez dejaremos que los habitantes del planeta Tierra, los más inteligentes, se hagan cargo de ello. ¿Qué te parece? Ten confianza, las cosas no andan tan mal como tú crees. Nuestro querido planeta Tierra se aliviará y volverá a jugar con todos ustedes. Regresó el doctor donde sus amigos con la respuesta del Dios del Universo Completo y les contó lo que le había dicho. —Y eso es todo —finalizó después de largo rato. Se quedaron mirándolo en silencio hasta que, por fin, el Sol dijo tras un largo suspiro: —Bueno. Todos sabemos que el Padre Dios del Universo Completo 38


tiene siempre la razón, así es que solo debemos esperar que nuestro amigo se mejore pronto y que nuevamente quiera jugar. —Trataremos de estar más tranquilos —dijo Júpiter. —Lo intentaremos —intervino Saturno. —Pero estaremos alertas — exclamaron las Lunas MI y M2. —Lo sé —-dijo el Sol, alumbrándolos a todos—; sé que ustedes son grandes amigos. Pero por ahora debemos estar tranquilos. Ya es hora de volver a nuestras tareas. Y así lo hicieron. Los cometas se fueron de viaje, las estrellas buscaron lugares que visitar, las lunas alumbraron las noches oscuras, las 39


estrellas fugaces cumplieron deseos. Todos obedecieron. Todos. Menos la Luna T. —¡Es que yo no me puedo quedar así de tranquila viendo cómo MI planeta Tierra está enfermo! ¡Tengo que hacer algo! —se dijo, mirándolo largamente. Entonces, de tanto mirarlo y mirarlo,

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se le ocurrió algo: ¡les pediría a sus sapos enamorados que les contaran a todos los habitantes del planeta Tierra lo que estaba pasando! ¡Así, ellos buscarían la solución! ¡Estaba segura! Sin pensarlo más, arregló su chasquilla y sus pestañas, se pintó los labios y partió a buscar a sus sapos enamorados para contarles lo que pasaba. Bueno, los sapos enamorados tienen los ojos más saltones y más grandes que los otros sapos y, por supuesto, ponen mucha atención a lo que su enamorada dice. Pero cuando la Luna T comenzó a decirles lo que sucedía con la Tierra, ellos casi, casi, 41


casi no podían creerle. —¡Es que no puede ser! —exclamó uno. —¡Esto es una broma tuya para... bueno, para hacerte notar! —dijo otro. —¡Es horrible! —murmuró uno totalmente convencido. Los sapos estaban muy asustados, sobre todo cuando se dieron cuenta del peligro que corrían ellos y todos los habitantes del planeta. —¡La única manera de solucionarlo es... es...! —comenzó a decir uno. —¡Es hacer que todos lo sepan, es decir...! —¡Que lo sepan los hombres! —interrumpió otro. —¡Lo tienen que saber todos! 42


—¡Así es! —respondió la Luna T, satisfecha de haberlos hecho reaccionar. —¡Eso es, debemos cantarlo a los cuatro vientos para que muchos escuchen la noticia! Les extrañará que los sapos de repente nos pongamos a cantar tanto y...

—¡Y siempre hay alguien que entiende los mensajes! Desde esa noche, todos los sapos 43


del planeta Tierra afinan sus instrumentos musicales y comienzan a cantar para que todo el mundo sepa lo que estĂĄ pasando. Y cuando ven a la Luna T, cantan mĂĄs fuerte aĂşn para que ella se sienta segura de que no se les ha olvidado su mensaje.

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¿Alguien por ahí los ha escuchado? ¡Yo les puedo decir que es una bonita canción! Si ustedes escuchan atentos, oigan algo como esto: Hay que cuidar al planeta para que vuelva a jugar. Se dé una gran voltereta y ¡paf! comience a saltar. Rebota, rebota como una pelota. Busca un resbalín que no tiene fin. Hay que cuidar al planeta para que vuelva a reír, para que vuelva a jugar. Y gire y corra en el gran espacio que es también su hermoso palacio. 45


r\ A

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SOBRE LA AUTORA

Gloria Alegría Ramírez nació en Santiago de Chile en 1955. En enero de 1980 se titula de fonoaudióloga en la Universidad de Chile. Años más tarde su interés por la escritura la lleva a integrarse al taller literario de Ana María Güiraldes. Desde ese momento su trabajo no ha tenido pausa, ha participado y ganado numerosos premios en concursos literarios, tanto de literatura infantil y juvenil como de adultos. Destacan entre ellos, el año 1995, su participación en el Concurso de Narrativa Infantil y Juvenil de Editorial Don Bosco: primer lugar, categoría novela, con Mundo de cartón, publicada en 1998, y primer y segundo lugar, categoría cuento, con “El niño que le pedía dinero a la 47


luna” (publicado el 2000) y “Jaulas doradas” (publicado por dicha Editorial en una pequeña antología de tres autores), respectivamente. En 1999, obtiene el tercer lugar en el Concurso Nacional de Literatura Infantil del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, en la categoría obras inéditas, con un conjunto de cuentos, entre los que se encontraban Cuando el sol se aburrió de trabajar y Las noches del rey Edgardo, ambos publicados por Editorial Andrés Bello; “El espantapájaros con corazón”, “Juan y el pequeño cofre”, “Sacha” y “El plato fanfarrón”, publicados por Editorial Don Bosco. En 1997, obtiene el primer y quinto lugar en el Tercer Concurso de Cuentos escritos por mujeres de habla hispana con “Son cosas de recién casada” y “Ojos de perra triste”, publicados en la antología de cuentos ganadores titulada Sosteniendo Santiago y otros cuentos. 48


En 2003 y 2005 fue finalista en el Concurso de Cuentos de Revista Paula con “Muñeca de mamá”, publicado en la antología de los diez cuentos ganadores: No te acerques al Menotti; y “Entresueños”, publicado en la antología Mi nombre en el Google. Otros de sus títulos son: El hombre que vendía tiempo, novela juvenil; El viejo rescatador de árboles, novela infantil, y Réquiem para una primavera, novela juvenil. Pipo, el oso de la vitrina, cuento para primeros lectores, es el penúltimo título publicado por Editorial Andrés Bello el año 2006. El planeta Tierra ya no quiere jugar de Editorial Andrés Bello es, por el momento, su última publicación. I. RECUERDA ALGUNOS EPISODIOS DE ESTA HISTORIA ¿Por qué estaban inquietos los planetas del Sistema Solar?

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Según informaron al Sol, ¿quién no asistía a las reuniones del Comité del Orden Espacial? ¿Qué te pareció la Luna del planeta Tierra? ¿Cómo la definirías? ¿Qué estaba haciendo cuando las Lunas de Marte llegaron para hablar con ella? ¿Cómo era la personalidad del planeta Tierra antes de enfermarse? ¿Recuerdas qué decían de él los demás planetas? ¿A quién decidió llamar el Sol cuando se enteró del estado en que se encontraba el planeta Tierra? 6. ¿A quién se dirigió ei doctor cuando se dio cuenta de la enfermedad que tenía el planeta Tierra? ¿Qué respuesta recibió el doctor? ¿Quién debía solucionar el problema? 8. ¿Se calmó la Luna T cuando le dijeron que debía estar tranquila y volver a su trabajo? ¿Qué pensó que podía hacer? 7.

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VERDADERO O FALSO Lee las siguientes oraciones y anota una V si es verdadera y una F si es falsa. 1 . El planeta Tierra ya no era el de an tes. 2 . La Luna T estaba preocupada desde hacía tiempo de la tristeza de su planeta. 3. — El Sol no quería saber nada de lo que sucedía a sus planetas. 4. — La Luna T quería verse linda para pre sentarse ante sus sapos enamorados. 5. — Después de saber lo que había dicho Dios, el Sol ordenó a los planetas y a las lunas que volvieran a sus trabajos pues no podían hacer nada. 6 . La Luna! pidió a sus sapos enamorados que escaparan de la Tierra para que no se enfermaran ellos también. II.

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7

._ Todas las noches, todos los sapos del mundo afinan sus instrumentos y se ponen a cantar. III. COMPLETA ESTAS ORACIONES CON LAS PALABRAS QUE APARECEN EN EL RECUADRO

1. 2. 3. 4.

mal muelas azul viejo enferm sucedí jugar veloz plomiza peste nosotro o a s Todos los planetas veían muy a la Tierra. Una enorme capa . y opaca no dejaba ver el color . de la Tierra. El planeta Tierra pensaba que estaba y que por eso no tenía ganas de Ve tú, cometa 1.227, ya que eres más que cualquiera de ...Anda a buscar al doctor y dile lo que sucede.

52


5.

Debo ver a un sol que tiene un dolor de ...... que ya no soporta y a una estrellita que está con ...

6.

La Luna T prometió ir de inmediato a ver al planeta Tierra para preguntarle qué le

7.

Lo que pasa es que nuestro querido planeta Tierra está .............................. IV.

¿QUIÉN DIJO...?

Sólo estoy un poco cansado. Parece que he tenido mucho trabajo, pero ya se me pasará, no te preocupes 2. No estudié trescientos años en las mejores universidades espaciales para no saber que estás muy enfermo. 3. En verdad, desde hace mucho tiempo que me siento mal. 4. Los habitantes del planeta Tierra tendrán que 1.

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remediarlo. 5. Mira tu atmósfera, está oscura y densa. Igual que si hubieras fumado mil años seguidos. 6. Todos sabemos que el Padre Dios del Universo Completo tiene siempre la razón. V. DESPUÉS DE LEER ESTE LIBRO. .. 1.

Seguro que nos puedes contar qué le pasaba al planeta Tierra y por qué no quería jugar.

2.

¿Crees tú que ahora el planeta Tierra ya no tiene los problemas que descubrió el doctor y que preocupaban tanto al Sol y a todos los demás planetas?

3.

¿Cómo describirías los problemas de la fierra? Nombra algunos de estos problemas.

4.

¿Crees que con tus amigos y amigas podrías hacer algo para que el planeta Tierra no tenga tantos problemas? ¿Qué cosas? VI. Y AHORA, PARA TERMINAR, REFLEXIONA Y 54


Vuelve a leer este párrafo que narra el momento en que el doctor con su súper extra excelente y poderoso telescopio, observa el planeta Tierra y se da cuenta de algo muy terrible: "ahora había menos lagos, menos bosques, menos glaciares... Muchas selvas que antes cobijaban a cientos de miles de aves, insectos y animales grandes, ¡ya no estaban!; muchos ríos se habían secado y grandes sectores de los océanos aparecían teñidos con una sustancia negra y viscosa que impedía moverse a los animales, Y lo más terrible de todo, la especie más importante, el ser humano, corría un serio peligro de perecer junto a ellos. Y, algo más impactante aún, ¡ni siquiera se había dado cuenta!’’. 2. A continuación, inventa un capítulo final para esta historia. ¿Qué crees tú: los habitantes de la Tierra escuchan o no la canción de los sapos? ¿Cómo te 1.

55


gustarĂ­a que terminara? 3. Haz un dibujo para ilustrar el capĂ­tulo que agregaste.

56


Verdadero o falso. 1.V 2. F 3. F 4. V 5.

6. F 7. V

Completa estas oraciones. mal 2. plomiza azul 1.

3.

viejo

jugar 4.

5.

muelas peste

sucedía 7. enfermo 6.

¿Quién dijo? 3. Tierra 1. Tierra 2. Doctor 6. Sol 4. Padre Dios 5. Doctor

57

veloz nosotros


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