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Historia de Revistas
La primera revista argentina
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A lo largo de la historia de las publicaciones gráficas se desarrollaron diversos casos de revistas y diarios que después de un tiempo de abandonar el mercado, volvieron a surgir. Un ejemplo de este fenómeno fue la revista argentina ilustrada Caras y Caretas, que vio la luz por primera vez en 1898, reapareció en dos oportunidades más, y regresó en 2005 de la mano de distintos intelectuales.
(Este fragmento corresponde a Las revistas argentinas por Pablo Mendelevich)
Caras y Caretas en URUGUAY
En 1890 se funda en Montevideo, Uruguay, el semanario Caras y Caretas. caracterizado por la sátira política, el humor y temas de actualidad, compaginado con un certero tratamiento gráfico en el que eran comunes las caricaturas y las fotografías. Su director fue Eustaquio Pellicier, un poeta humorístico nacido en Burgos, España. Había comenzado a escribir a los 15 años en su pueblo natal, siguió su carrera en Madrid y cuando emigró a Uruguay, trabajó en La Pellicelina y en Caras y Caretas, ambas publicaciones editadas en la capital uruguaya.
1898-1941
Caras y Caretas en Argentina En 1892, Pellicer se trasladó a Buenos Aires por invitación del periodista y amigo Bartolomé Mitre y Vedia, hijo del ex presidente y fundador del diario La Nación y decidieron reflotar Caras y Caretas en Buenos Aires. Pellicier sería su director, aunque un acontecimiento de fuerza mayor se lo impidió: la no aceptación de la independencia de Cuba por parte de España produjo que los naturales de ese país no fueran bien vistos en estas tierras. No parecía prudente presentar una revista dirigida por un español, más aún cuando ésta pretendía llegar a un público masivo. La misma hubiera recaído en Bartolito, pero su padre consideró desmesurada la publicación y pensó que podía dañar su nombre y el del diario. Entonces esa función la ocupó un escritor: José S. Alvarez, quien firmaba sus trabajos, sus cuentos y crónicas costumbristas con varios seudónimos como el de Fray Mocho, con el cual alcanzaría la fama.
“Caras y Caretas representó la madurez del humorismo político y no sólo eso: la aquella publicación merece ser considerada como “la primera revista argentina de concepción periodística moderna y masiva” (Jorge Rivera, ensayista y estudioso de los medios)
Las Historietas
La primera tira fue “Aventuras de Viruta y Chicharrón”, en 1914. Pero como lo aseguran los especialistas, el primer personaje de historieta que apareció en nuestro país, lo hizo en Caras y Caretas, y se llamaba “Don Goyo Sarrasqueta y Obes”. Era una creación de Manuel Redondo. En 1915 encontramos la tira “Sarrasqueta en la guerra”. En 1919 apareció la historieta “El L.C. Timoteo y el pesquisa Doroteo” creado por Macaya y en 1927 Hersfield publicó a “Abraham Kancha, experto en, Uper” un personaje mitad criollo, mitad judío. Dos años más tarde apareció “Las aventuras de Chingolo”, de Percy Crosby, que sería la inspiración de una película realizada en Estados Unidos. Luego de 1930, se hizo muy popular la tira “Las desventuras de Maneco”, de Linage, quien, al verse en apuros, exclamaba: “Sonaste, Maneco”, frase que entonces se convirtió en uno de los dichos preferidos de los porteños.
Leoplánfue una de las revistas argentinas pioneras a la hora de compaginar ficción con notas de actualidad
A fines del año 1934, Ramón Sopena fundó un espacio que habría de existir hasta 1965. Primero apareció con frecuencia quincenal y después de los años 50 y hasta su cierre la revista fue mensual. Fue una de las revis- tas de mayor influencia sobre varias gene- raciones, se definió desde la tapa como un “Magazine Popular Argentino” como una verdadera declaración de principios. Así acercó autores clásicos rusos, franceses y norteamericanos al gran público al mismo tiempo que incluía material periodístico de algunos de los mejores escritores argenti- nos de los años veinte en adelante. Leoplán además solía publicar novelas completas e ilustradas. Desde “Los tres mosqueteros” de Dumas, pasando por “Anna Karenina” de Tolstoi o la hoy inocente y olvidada “La cabaña del Tío Tom” de Harriet Stowe.
La revista, dedicada a la incipiente clase me- dia de mediados de los años ’30, abarcó tres décadas de entregas, llegando a publicar 700 ediciones.Los relatos estaban ilustra- dos con dibujos o fotogramas de películas en donde las estrellas del cine representa- ban a los personajes de las historias. Un verdadero semillero de periodistas como lo fueron en su momento Enrique González Tuñón, Ignacio Coverrubias, Carlos Duelo Cavero y Adolfo R. Aviles entre otros alter- naron su trabajo con los nuevos que dieron sus primeros pasos en el mundo de las pu-