Revista ciclo: Flamenco y Poesía en el Mesón

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Ponentes: José Antonio Ponferrada Andrés Raya Saro Juan Pérez Cubillo José Carmona Pulido Poetas: Catalina Jaén Antonio Flores Herrera Pilar Sanabria Cañete Calixto Torres


Flamenco y Poesía “en el Mesón” © Varios Edita: Detorres Editores. www.detorreseditores.jimdo.com detorreseditores@gmail.com Depósito legal: Imprime: Vectorial, S.l. www.vectorial.es Ejemplar gratuito. Impreso en España.


Flamenco escrito, Literatura culta y popular en La leyenda del tiempo de José Monje José Antonio Ponferrada

L

a música no necesita la letra. Pero muchas músicas la tienen. En el cante se le reconoce una gran importancia. Ha de ir a tono con la melodía: a toque alegre, letras de gozo o burlonas. Y sobre todas las cosas debe ser bella. Aquí

entra lo literario. No todo lo que se dice con palabras se puede considerar literario, porque el lenguaje sirve para muchas cosas: para pedir algo, para saber si se nos oye, para hablar de lo que se habla (de la lengua misma, que es lo que yo hago ahora)… Así, podemos definir la Literatura como “la utilización del lenguaje con finalidad de belleza”; o, dicho de otra forma, como “el arte de la palabra”. Lo literario aparece, pues, cuando quien se expresa cuida muy especialmente la elaboración del mensaje y pesa las palabras, las mide, con intención claramente estética.

Desde sus comienzos el cante flamenco se ha nutrido de dos grandes fuentes literarias, ambas de tradición oral y representativas de los dos veneros que, más allá de interesadas polémicas, han conformado lo que hoy llamamos flamenco. Estas dos corrientes son: las letras debidas a los propios intérpretes (muchos de ellos gitanos andaluces); y las del folklore popular andaluz. Las primeras, aunque a menudo circulen como anónimas, fueron en su principio creaciones históricas de autor, personalísimas. Si se indagara, se vería “que unas, por ejemplo, eran del «tío Perico Mariano», otras del «Fillo», otras de «Juanele», otras del «Bizco Sevillano»”… (Antonio Machado y Álvarez, Colección de Cantes flamencos…, Sevilla, 1881). La otra corriente, ancestral, es radicalmente anónima, como expresión que es de lo que un pueblo, el andaluz, sabe y siente.

Ya se sabe que “hasta que el pueblo las canta / las coplas, coplas no son, / y cuando las canta el pueblo, / ya nadie sabe el autor”. (Manuel Machado). Seguramente, coplas de autor en su momento conocido alcanzaron el honor, que deseaba el poeta, de ser aceptadas por el pueblo y sus cantaores, pasando hoy por anónimas; o están


registradas por algún aprovechadito de los que Rodríguez Marín llamaba bausanes. Pero entiendo que la literatura flamenca de autor conocido no entra de hoz y coz hasta la época de los festivales (en el eje de los sesenta del siglo pasado). De entre los autores de letras flamencas en este periodo reciente, con sus nombres al pie de los cantes y su reconocimiento general, citaremos dos casos famosos y ejemplares (andaluces ambos, como no): Francisco Moreno Galván y los hermanos Murciano (Antonio, especialmente, y Carlos). En estos casos, como en otros, el autor escribe para el cante, siguiendo a sabiendas (y con gran conocimiento) las pautas, las formas, de los distintos estilos flamencos.

En otoño de 1979, ya van para treinta y cinco años, la casa PHILIPS saca a la venta La leyenda del tiempo (S6328255), el décimo LP de Camarón. De una sola vez el disco abordaba la renovación musical y la renovación literaria. Las letras que José Monje Cruz (Camarón de la Isla o Camarón ya, a secas, en la portada del disco), canta en La leyenda del tiempo, en su abrumadora mayoría, ni son tradicionales andaluzas, ni se deben al ingenio del cantaor. Por primera vez en un disco de flamenco, todos los temas (menos uno: la popular “Tarara”) proceden de autores bien conocidos. A saber: Federico García Lorca, Fernando Villalón, Omar Kayán, Francisco Díaz Velásquez y José María López Sanfeliu. Pero lo más novedoso es que las letras provienen, en su mayoría, de la literatura escrita, no de la literatura oral. Sus autores pertenecen a lo que llamamos “literatura culta” que se caracteriza porque el autor firma su obra (no es anónima) y la da por escrito. Me interesa particularmente lo referido al poeta (y ganadero de reses bravas) Fernando Villalón-Daoiz y Halcón (Sevilla, 1881 – Madrid, 1930). De su obra he tratado, por ejemplo, en “Modalidad poética de Fernando Villalón en el poema La Toriada” (Valencia, 1982). Pues bien: de los 22 versos de “Bahía de Cádiz”, solo quince son de Villalón. Los que abren y cierran en el cante de Camarón (aquellos de “El barquito de vapor […]” y “Entre la tierra y el cielo […]”) se encontrarán en Andalucía la Baja (Sevilla, 1926); pero con la oportuna impresión en cursiva, y la advertencia de que son letras de cante tradicionales. Literatura fundamentalmente culta


(por sus autores), pero a la vez popular (por su vocación y su destino) es la que conforma La leyenda del tiempo, de José Monje. Con lo que, entiendo, en este disco de flamenco se dan a un tiempo las dos tendencias anunciadas por Demófilo y el Bachiller de Osuna: el agachonamiento por el uso de letras “castellanas”, o gachés; el aflamencamiento, al haber sido adaptadas, fragmentadas… y pasadas por la supervoz cañí del Camarón. En lo que vino a resultar, los gitanos más puros vieron el peligro gaché; la loca juventud, gitana o no, el genio.

(Montilla y Córdoba; Agosto y Septiembre de 2013).


Poesía Catalina Jaén

A

fino la vida que viene

Con mimo, tiento, cuidado. Todo el día disfruto en presente, Aunque a la hora del gato dorado, Mi instinto felino se agita; El deseo dormido, latente, Sube la escala … ya no habita; Gatea, maúlla, ya no duerme, Descubro pupilas redondas, Ágiles y muy oteadoras De algún buen plan a deshora: Botín fracasado de amor; Naufragio de amores varados.

L

a Belleza es reina de la Naturaleza.

Es sólida en el paisaje. Es líquida en el color del pincel. Gaseosa, cuando es nube, aire, luz… Infinito horizonte donde habitas tú. La Belleza está en este enérgico deseo Que me acerca hipnótica y brevemente a ti.


S

oy una mujer, la mujer que recuerda,

Que abraza lo vivido; lo amamanta; Lo hace grande, lo guarda, lo cría… Y cuando puede sin pudor lo salva. Tú, el hombre, un hombre común, Que diseña aventuras, las contagia, Las disfruta, las aplasta y olvida… Y cuando quiere huye con su deriva.

C

ruza el río y dame vida

Que deambulo por el barrio Como sombra cadáver que vaga Del sepulcro a tu calle. Cruza el río y dame vida Como a las rosas de tu ventana Que, aunque ni las cortas Ni miras ni hueles Siguen tu presencia desde el alféizar. Cruza el río y dame vida En mi casa, entre las sábanas, Que te esperan blancas, tersas, Como aquel día que me amabas Entre susurros, suspiros y lágrimas. En la Noche Flamenca. 19-6-2010.


¿

Qué color tiene tu noche?

En este lado del río dicen que blanca; Al son del piano, la guitarra y las palmas. La gente fluye por el laberinto De calles intrincadas que huelen a mirto Y recuerdan tus pasos firmes de hombre, Como una estatua muda de bronce.

¿Qué color tiene mi noche? El color del beso perdido y deseado. El brillo de la risa un día de verano. El tono tranquilo de una despedida. En la armónica nota de una sinfonía. Y tiene además textura de seda, Pues recuerdo tus caricias en mi cuerpo Como una vela tendida al viento.

En la Noche Flamenca. 19-6-2010.


¿Flamenco

e internet?

Andrés Raya Saro

A

ndrés Raya Saro fue un adelantado en el mundo de la Informática. Hacia 1980 manejó uno de los primeros ordenadores adquiridos por la Universidad de Córdoba en la que era profesor. Aprendió a programar y desde entonces

usó estos ingenios de la tecnología, pero fue refractario al Windows, sistema operativo que se impuso al mundo entero desde 1995. También fue refractario a la llegada de Internet. Para auxiliarse en los complicados cálculos anejos a sus investigaciones, le bastaba, por ejemplo, con el lenguaje QBasic. Para redactar sus textos, luego publicados en seis libros de matemáticas a nivel universitario, le bastaba con el procesador de textos Chiwriter. Las “ventanitas” del Windows y la facilidad comunicativa del Internet le venían largas. Sin embargo, el tiempo no pasa en balde y le llegó la jubilación. Dejó de escribir “matemáticas” y se acordó de una de sus grandes aficiones: el Flamenco, Por sus vivencias, también creía que tenía algo que decir al respecto, pero, ¿cómo publicarlo? Entonces entendió que había que recurrir al Internet. Contrató este servicio en el tardío 2009 y se encontró con que era un absoluto ignorante. Poco a poco fue descubriendo y aprendiendo cosas. Por ejemplo, se enteró de qué era un “blog”, una especie de cuaderno donde su autor va publicando artículos. Utilizando el programa blogger.com, creó uno de nombre Flamenco en mi memoria (http://memoriaflamenca.blogspot.com.es) El 16 de febrero de 2011, aparece su primer artículo:

Presentación Mi nombre es Andrés Raya Saro. Vine al mundo en 1943 en el pueblo de Fernán Núñez, campiña de Córdoba (España). Alcancé a conocer una civilización campesina que al poco tiempo se perdió como consecuencia de la maquinización y la llamada modernidad.


Desde muy chico me interesé por el Cante Flamenco. Muchas noches de verano, en la época de siega, lo escuchaba a algunos trabajadores de la finca de mis padres. Desde entonces ha sido una de las pasiones de mi vida. En este blog, con toda humildad, quiero presentar, a modo de pinceladas, algunos retazos de mis memorias. Al igual que éste, los primeros artículos sólo llevaban texto. Su autor ignoraba las técnicas para incluir fotos, vídeos, archivos de audio, enlaces con otros temas, etcétera. Tuvo que aprenderlas sobre la marcha y para ello recurrió con frecuencia a dos paisanos y compañeros de la peña El Mirabrás: Antonio Mendoza y Miguel Ramírez a los que siempre estará agradecido. Superadas esas deficiencias iniciales, a día de hoy han aparecido en el blog 208 artículos. Se trata de textos breves, con estilo directo y coloquial rehuyendo de toda erudición, en los que el autor narra cosas de las que se va acordando siempre ligadas al arte Flamenco. Hay varios temas que aparecen con frecuencia, por ejemplo, la Peña Flamenca El Mirabrás o las vivencias flamencas en su etapa madrileña, fundamentalmente los años vividos en el Colegio Mayor San Juan Evangelista y en viejo chalet al que llamaban “La Hermandad”. Pero también se han sacado del olvido a cantaores como El Escobero o El Juanata. Se han recuperado discos de los años sesenta y setenta. Ha habido cuestionamiento de la flamencología “oficial” con algún que otro aguijonazo para figuras como Caballero Bonald o Félix Grande. Algunos artículos, en fin, no pasan de la simple anécdota. A modo de ilustración incluimos una de ellas publicada el 6 de mayo de 2011:

Y yo la mandé callar Luisa Romero, cantaora y bailaora, hija del entrañable Rafael "El Gallina", fue contratada en un tablao de nombre "Garipén", allá por la calle Leganitos. El padre, que nunca paraba de contar las excelencias de su Luisa, me insistió varias veces en que fuéramos a verla. Aprovechamos un día que Rafael tenía descanso en "Zambra" y allá


nos fuimos. Cuando llegó la actuación de su niña, resulta que una señora, sentada en la mesa de al lado, no paraba de hablar y hablar, y, además, en alto. Cansado de oírla me levanto un momento y digo: - Por favor, silencio. Un respeto al cante. Rafael casi se escondió debajo de la mesa. - Pero, ¿qué haces? ¿No ves que es Lola, la dueña, y que como me vea despide a mi hija? En efecto, se trataba de la famosísima Lola Flores. Pero he aquí que la Faraona se vuelve hacia mí y me dice: - Tié usté razón. Ya me callo. Por supuesto no hubo represalias y Luisa siguió trabajando allí.

Andrés le tomó el gusto a esto de los blogs y llegó a crear otros dos, si bien muy específicos donde prácticamente sin texto se dan a conocer diversas grabaciones. Uno de ellos es Cantando por Fandangos (http://cantandoporfandangos.blogspot.com.es) Pone en su cabecera: Durante muchos años ciertos jerarcas de esa pretendida ciencia que llaman Flamencología han infravalorado el Cante por Fandangos. Los protagonistas, es decir, los cantaores, no debían de pensar lo mismo porque casi todos ellos lo han ejecutado. Por algo será. En este humilde cuadernillo (los anglosajones le llaman blog) me limitaré a ofrecer, a quien llegue hasta él, grabaciones de épocas y artistas diversos. Van ya doscientas voces distintas y quedan otras por publicar. El tercer blog fue, además de específico, temporal. Si inició el primer día de cuaresma y se acabó el Viernes Santo. Tiempo de Saetas (http://tiempodesaetas.blogspot.com.es) Cuarenta y cinco cantes de saetas. Si Dios quiere el próximo año se volverá a abrir.


Poesía Antonio Flores Herrera COPLAS FLAMENCAS A LOS VINOS DE MONTILLA-MORILES

EL VINO DE TINAJA (MOSTO) Por soleá apolá

¡

Ay! Pobre corazón mío, como el mosto fermentando y en tus botas no ha cabío. Viniste con la vendimia me estrujaste el corazón y te comiste mi viña. Mis labios son a los tuyos lo que el mosto es al flamenco escalera que los lleva desde la tierra hasta el cielo. Días de vino y de cante, prima mía, canastera, mosto; fino; amontillao… ¡Y tu cuerpo por bandera! Beber gin-tonic en Moriles y rebujito en Montilla, es no tener paladar con el perdón de Sevilla.

EL JOVEN Por peteneras

C on tu cariño y el mío hicimos un vino joven tan buen gustito tenía que no guardamos ni un odre.


Eres pálida y brillante casi agua transparente blanca como un vino joven que a fruta siempre me hueles. Mi cuerpo se estremeció cuando bebí de tu boca; yo no he probao´tro sabor ¡Qué fruta teniá esa copa! te criaste tan ligera que no tuviste ni tiempo de conocer mí madera.

EL FINO Por soleá de Córdoba

M

is labios son a los tuyos lo que el cante es a un buen fino que por más que nos separen por la boca nos unimos. Tú te tapas con un velo siendo tu cara una flor… Como el fino eres el cielo. De noche, por las tabernas, quiero vino; vino fino, pa que me quede en la boca ¡Ay! tu sabor tan divino. En Castro, Baena, Cabra, La Rambla y toa la campiña, se crían finos tan buenos como en Morile y Montilla.


Como las uvas de aquí eras finura en presencia delicia en el paladar y fueguecito en la lengua. Eres de aromas salinos: algo seca y amargosa; como me saben los finos. Como el fino de mi tierra, dices que soy generoso pero cuando me mareo soy seco y algo amargoso.

EL AMONTILLADO Por fandangos de Lucena

A montillao, de Moriles de Montilla o de Baena (amontillao, de Moriles) que se me quitan las penas cuando escucho entre barriles un fandango de Lucena. Me arrejunté trece años a tu vera por amor (me arrejunté trece años) y ya que perdí la flor no quieres amontillao ¡La madre que te parió! De Montilla, el buen vinillo pero de Rute, el anís (de Montilla, el buen vinillo) melón, de Benamejí y pa dulce de membrillo, el que da Puente Genil.


Julio Romero de Torres, un flamenco frustrado Juan Pérez Cubillo

J

ulio Romero de Torres (1874-1930) es el exponente típico del intelectual comprometido de la España finisecular decimonónica y del primer tercio del siglo XX, como lo acreditan los múltiples testimonios de sus intervenciones en las

ter-

tulias madrileñas –fundamentalmente El café Levante- de finales del siglo XIX, y que tienen en el libro de Ricardo Baroja “Gente del 98” una buena fuente informante. La imagen que ha circulado en algunos mentideros no concuerda con la de persona sentenciosa, al decir de amigos como Valle-Inclán, Baroja, Unamuno…, una relación en la que podríamos incluir al joven Picasso por aquellos años. El tema de la relación del pintor con el mundo del flamenco cuenta con la inestimable aportación de Mercedes Valverde en diversos catálogos y publicaciones entre las que destaco “Miradas en sepia” (Ayuntamiento de Córdoba, 2006). Se manifiesta en diversos ámbitos, cual es el de pintor de temas flamencos (caso de cuadros como la pintura dedicada a la Copla, a Pastora Pavón…), algunos documentados y otros de testimonios orales; en este segundo apartado podemos situar la etapa en que se alejó de los pinceles y llegó a intervenir como cantaor remunerado o sin remunerar. Y parece que pudo estar inscrito en el primitivo concurso de aficionados anterior al actual Festival de La Unión. Está documentada su faceta como Presidente del trofeo flamenco Copa Pavón que otorgaría, un año después de formar él parte del Jurado, la Llave de Oro del Cante. Otra faceta, escasamente frecuentada, es la influencia que ejerció sobre autores del 98 en este ámbito. Presentaremos testimonios documentales, en segunda instancia, sobre el influjo en estos escritores de la llamada Generación del 98 – sobre todo en Pío Baroja y ValleInclán, probablemente dos de los miembros de esta Generación con los que más se relacionó, particularmente con el escritor gallego- y como se sabe son incluidos de una manera poco rigurosa dentro de la llamada reacción antiflamenquista en la España finisecular y de principios del siglo XX.


Habrá una mirada de soslayo a otros personajes relevantes y de público conocimiento en la España de entonces, que se vincularon a esta forma musical y formaron parte de elencos artísticos. La malagueña y maharishi de Kapurtala, Anita Delgado Briones de santo y seña, es el caso más relevante. Es el primer apunte un eco recogido en la prensa, referido al empresario madrileño del Teatro Pavón, que crea la llamada Copa Pavón como galardón de un certamen entre cantaores que acentúe el prestigio del ganador. La final del Certamen, celebrada el 24 de agosto de 1.925, tuvo como finalistas a El Niño Escacena, Pepe Marchena, El Cojo de Málaga, El Mochuelo y Manuel Vallejo, que fue ganador indiscutible del mismo, proclamado por un Jurado que presidía Julio Romero de Torres y del que formaba parte Antonio Chacón. Manuel Vallejo recibiría un año después la Segunda Llave del Cante, como desagravio por no ser declarado vencedor –lo fue Manuel Centeno-. Fue Antonio Chacón el que decidió que se le diera la Llave, y se la entregó Manuel Torre. ¿De dónde le viene la afición al pintor? Las fuentes bien que pudieron ser diversas. Está claramente documentado su desencuentro con los pinceles y la inmersión en el mundo de la noche. Es evidente que no pudo conocer a grandes figuras sino por referencias de amigos, con los que alternaba en la tertulia de Los legítimos situada en la antigua taberna de la Sociedad de Plateros situada en la Plaza de Séneca y también la presencia en la ciudad de diversos cafés cantantes, entre ellos el Iberia, antes Teatro San Fernando; allí actuó Silverio en 1874 con los bailaores Antonio “el pintor” y Antonio “el raspador”, el mismo año de nacimiento del pintor, aunque ya había actuado en 1966. José Cruz lo recoge en “La Córdoba flamenca” (1866-1900). Era “La caleta”, en el Campo de la Verdad, lo que ahora. Allí había actuaciones a las que se podía asistir con derecho a consumición y a módico precio; ello nos indica que la afición en Córdoba al flamenco estaba muy extendida, pues el marco era amplio, con la concurrencia de los diversos cafés cantantes que había en la zona centro. Dice a este propósito el pintor:


Hubo unos años de mi vida durante los cuales me entregué por completo a este género de vida. Había pintado un poco siendo mi padre quien guió mis primero pasos en la pintura… Hice algunas cosillas; pero luego llega para mí un período de desaliento artístico, dejo de pintar y estoy durante unos años apartado de los lienzos y entregado a una vida bullanguera. Al cabo de este tiempo torno a la paleta y los pinceles, ya con total y decidido entusiasmo. Mas sin dejar por eso mi afición al flamenco. Ahora bien: aquellas juergas no eran la clásica juerga estéril, banal y vacía, en ellas yo observaba y sentía y temblaba de emoción ante una petenera bien cantada o ante el vértigo final de un baile”… Queda claro que era ajeno al culto de lo externo y que le interesaba un flamenco interiorizado, ajeno a las adaptaciones turísticas; por otro lado, tuvo ocasión de escuchar al cantaor de Vélez Antonio Ortega Escalona “Juan Breva”, al guitarrista Paco de Lucena, a Ricardo Moreno “Onofre”, por los nuevos aires que le dio a las soleares y las alegrías, además de la admiración que sentía por “El Fillo” de lo que alcanzó a través aficionados mayores que él, así como a un Silverio de referencias -murió cuando Julio Romero de Torres tenía quince años-. Y por conocimiento directo, más que presumiblemente, de “El Mellizo” o del jerezano Manuel Soto “Manuel Torre”, cantaor sanguíneo, del que admiraba particularmente los tientos y las siguiriyas, así como de Antonio Chacón en las cartageneras, granaínas y medias granaínas. Hizo, por último, unas manifestaciones que mostraban cuál era su estado anímico que se recogen en Miradas en sepia “… Un amante extraordinario y un gran fracasado del “cante jondo”. Puede decirse que el principal motivo inspirador de mis cuadros reside en la emoción trágica, atormentadora y doliente de ese hondo cantar andaluz, que más bien que cantar es una salmodia, una plegaria, una queja o un insulto. Mis cuadros son el producto, más o menos genuino, de esa emoción popular que yo he sentido durante toda mi vida. Si a mí me hubiesen dado a escoger entre la gran personalidad de Leonardo da Vinci –por el que siento una admiración tal que le reputo como el primer pintor de la historia- o la de Juan Breva no habría vacilado. Yo hubiera sido Juan Breva, es decir, el mejor “cantaor” que ha habido, yo también traté de cantar…, pero ¿para qué repetirlo?… ¡Fracasé!


Poesía Pilar Sanabria Cañete UN POEMA VUELVE DE LA GUERRA

S

ilencio por favor: Un poema vuelve de la guerra.

Trae versos cosmopolitas de sortijas vengadoras, trae gárgolas de revolución de actrices francesas, trae mis botas cojas desde un beso en San Basilio, trae unas palomas sin cuerdas para sonar, trae cordajes para amarrar el fuego de la escarcha, trae un reino de maternidades alcohólicas, trae tranvías desflorados por caricaturas selénicas, trae pentagramas de hospicios lacustres, trae a esta mujer alcancía de dardos. Silencio por favor: Un poema vuelve de la guerra.

LA ESPONJA

E

n su esponja está el misterio.

Es un secreto a voces. En esa mullida pelota de hojaldre, en esa blanda paria anestesiada, en ese amorfo palco de la bañera, ahí están todos los acentos que granizan su espalda y el piercing con el que regaló, tras la cosmética del burka, a todos sus conquistadores.


PUNTOS CARDINALES

E

l Norte, cicerones de la escalera de caracol,

del coloso donde la vida aguarda su hálito de cosecha. El Sur, tirabuzón de mártires en fiesta, el ascensor de un ruiseñor que canta un rosario de anestesias. El Este, licor de un mar cautivo, con la cara mansa de un espejo infiel. El Oeste, una entraña irremediable arrepentida de artificios, atril de espinas con galernas. Todos los puntos cardinales tienden una red de sus miradas, estrujadas estelas felinas del cobijo de una mujer.

CREÍ VENIR DE TU ADENTRO

C

reí venir de tu adentro,

penetrar el mito de tus derivas, aplaudir tus ejecuciones públicas, adaptar la economía de mi cuerpo a tu mercado de valores,


hacer ecología entre tus muslos, decorar un aula infantil en tu sonrisa. Creía críar un cachorro en tus orgasmos, cuidarlo para siempre hasta hacerlo obediente. Desvirgar la paciencia de tus terrores, asistir a la conferencia de tus crueldades, desabrochar la cámara oculta de esta poca discreción que no te encuentra.

EN UN TIEMPO

E

n un tiempo mi única pasión fueron sus llagas,

deshojaba el conjuro de una misericordia transparente como la boca de un amante en Abril. Estaba a punto de arrebatarle a la tierra todos sus vacíos y la bombilla de mis entrañas dio a luz sobre sus huellas invidentes. Agradecí sus dobleces: Me revelaron sus cicatrices colgadas en el perchero de las distancias. Mi único mal consistió en sumarlas, como una manía cualquiera, a mi propio naufragio.


Las huellas moriscas en la formación de lo flamenco José Carmona Pulido

P

rimeramente, habría que señalar que el arte flamenco no se reduce única y exclusivamente al cante, sino que existe también el baile y la guitarra, y si me apuran siguiendo a Anselmo González Climent, leamos su libro

“Flamencología”, incluye también el mundo de los toros.

Hay que señalar como los aficionados al flamenco leemos poco, muy poco, y lo poco que leemos, yo diría sin reflexión, sin pararnos a pensar lo que estamos leyendo. Pero lo mismo le ocurre a la investigación flamenca. En su día alguien habló de una época hermética del cante, de la cual existe poca documentación, y por ello nos quedamos con los brazos cruzados.

Afortunadamente hoy en día la investigación flamenca camina por oros derroteros. José Blas Vega, José Luis Ortiz Nuevo, principalmente nos muestran otras formas de encontrar pruebas fehacientes a través de la documentación, esclareciendo situaciones hasta ahora metidas en la penumbra. Incluso los universitarios cordobeses pueden tener acceso a la investigación del flamenco a través de la Cátedra de Flamencología que dirige Agustín Gómez. Y es que son muchos los caminos que nos conducen al flamenco: la poesía, la música, la pintura, la copla, la historia, la antropología… Por eso los que amamos este arte, llega un momento que el escuchar se nos queda chico y buscamos solución a ese mundo enigmático del flamenco, que después nos damos cuenta que no es tan enigmático ni tan difícil, y esas vivencias hay que transmitirlas. Unos a través del cante, porque saben cantar, y otros, como es mi caso, a través del estudio.

Ya que hablamos de investigación entiendo que ha existido un gran problema través de la historia de la investigación flamenca, y es la utilización del método utilizado.


Carlos Marx, por ejemplo, y siguiendo a Hegel, aplicó a la historia el llamado método dialéctico, y lo que parecía oscuro terminó quedando claro. Lo mismo en el campo de la astrofísica a Einstein cuando se planteó el estudio de los cuerpos en movimiento… Y esto qué tiene que ver con el flamenco, se preguntarán.

Antonio Machado y Álvarez “Demófilo” padre de los hermanos Machado, se acercó al flamenco a través del folklore, pero había que matizar qué era el flamenco para él. Dejándose llevar por Juanelo de Jerez y su famosa guía de cantaores sentó las bases del “Gitanismo” en la Flamencología. El anhelo de conocer el mundo del flamenco ha llevado a muchos a callejones sin salida, difíciles de superar. Porque, ¿qué es el flamenco? Yo respondo: Los cantes, cantos o cánticos que hacían los flamencos. Y ¿quiénes eran los flamencos? ¿Cuándo crearon el cante flamenco? ¿En qué año y a qué hora? Evidentemente este no es el planteamiento concibiendo el flamenco como algo inmutable, fijo, preciso, no sometido a las leyes del movimiento, no estamos aplicando el método científico como es el método dialéctico.

Es a partir de “Demófilo” cuando aparece la preocupación de ver los orígenes del flamenco. En un principio aparecen las investigaciones desde un punto de vista musical: Anglés, Ribera, Felipe Pedrell, Falla, Hipólito Rossy, y muchos otros. Tras la decadencia en que cayó el cante a principios de siglo, hay que esperar un nuevo renacer del flamenco. Es la época de revalorización. El neoclacismo flamenco con palabras de Agustín Gómez cuando el hecho flamenco vuelve a recuperar todo su empuje.

A raíz de la aparición del libro “Flamencología” de Anselmo González Climent, la Antología del Cante Flamenco de Hispavox, y la celebración del primer Concurso de Córdoba, aparecen nuevos escritores que le toman el pulso al mundo del flamenco en profundidad. Hay están Ricardo Molina, Caballero Bonald, Félix Grande, y un largo


etc. Si fue un impacto el libro anteriormente mencionado, no lo fue menos Mundo y formas de Ricardo Molina y Antonio Mairena. Si Demófilo sentó las bases sobre el Gitanismo, Ricardo Molina y Antonio Mairena avanzaron un poco más y sentaron las bases sobre el gitano/andaluz, para más adelante Antonio Mairena deslumbrar a las muchedumbre con la teoría de la razón incorpórea y desarrollada posteriormente por sus incondicionales. Y es que la famosa época hermética en la historia del flamenco, como dije antes, cerró muchas puertas a la investigación. ¿Qué vamos a buscar si estaba todo tan escondido? El cante se encontraba escondido en el hogar gitano y solo ellos eran sus poseedores. No podemos buscar documentación alguna. Nos daremos con un canto en los dientes si lo que queremos es transportar los estilos del cante actual a aquella época, ya que los estilos no estaban definidos, estaban en periodo de formación, de transformación, en constante movimiento. ¿Era, por ejemplo el cante de la arboreá que se canta ahora el que se cantaba a principios del Siglo XVIII? Pues claro que no. Hoy día este estilo está totalmente definido y en aquellos tiempos lo componían una serie de cantinelas preflamencas que se hacían después de haber estado toda la noche de fiesta, celebración de una boda, por ejemplo. Lo mismo diríamos de las tonás. ¿Y las seguirillas? ¿Y las bulerías? ¿Cómo se cantarían en aquella época? Pues no se cantaban de ninguna forma porque sencillamente todavía no habían nacido (…)

A la sierra de Armería me tengo que ir, donde no haya moros ni cristianos que sepan de mí. Como yo soy forasterito, llego a esta tierra y pregunto: quién será esta gitanita que viste negrito luto.


Poesía Calixto Torres

E

sa niña me mata, tabernero, por eso cada tarde soy el primero en pedirte una copa de manzanilla mientras que pasa airosa con su sonrisa… Mientras que pasa airosa, su piel canela con aroma a naranjo y a hierbabuena. Vuelve a llenar la copa, mientras que viene, porque me vuelvo loco si se detiene. ¡Ay!, tabernero, no le cuentes a nadie lo que la quiero. Que no se entere… que me muero de pena si no me quiere.

V

ente conmigo. Vente, mi reina, que yo te daré todo lo que te alienta: un pellizco de sal, también pimienta, y un corazón que espera verte contenta. Vente deprisa que la espera me intriga, me mortifica. Vente y no dudes que traigo en el canasto sueños azules, un puñado de gloria y la esperanza de tenerte en mis brazos acurrucada. Sin importarnos nadie, ni lo que digan... Vente y seremos uno toda la vida.


Q

A Manolo del Rosal

ue la musa del cante te venera lo saben las tarantas y los tientos; que tu quejío endulza los lamentos, amansa a la guitarra zalamera. Soleá, seguiriya, petenera... viven en ti, impregnan tus alientos, pues son fuente del arte tus cimientos pregonando verdades sin frontera. El saber escuchar va de tu mano; y en solapa: guitarra, espiga y cata, miman al corazón que va a compás... a compás de ese cante soberano que te ayuda en la dura caminata de ser el alma en nuestro Mirabrás.

C

Alegrías

uando levantan la veda ya me tienes madrugando. Cuando levantan la veda, soy feliz, mientras cazando por Los Llanos va mi perra. Soy cazador de siempre, pues lo he mamao, y mi padre de herencia me lo ha dejao. Con los botos empapaos de la escarcha que ha caío. Con los botos empapaos otra loma hemos subío y ya el sol se ha despertao.


Morenita se llama, y así le he puesto, por el color canela de to su cuerpo. Siempre atenta a mis razones, a que diga: ¡Venga a por ella! Siempre atenta a mis razones, aún sabiendo que su presa se acurruca en los terrones. Una liebre valiente dio una salía mi perra está bailando por alegrías.

A PEPE TORRES

T

Para ser querido... se necesita ser como tú has sido.

u mirada serena dormita en el pasado. Tus pasos, tras la esquina, posaron su seguir. Lo abandonaste todo, sin dejar ni un recado de esperanza o consuelo que aliente el porvenir. No tuviste mañanas ni noches sosegadas… pues tus tiernas palabras, con su sabio decir, a manos llenas dieron la salud añorada tan necesaria cuando es cuestión de vivir. Se me desgaja el alma al percibir tu ausencia. Me parece mentira que ya no estés aquí. Son tantos los recuerdos que acusan tu presencia que el corazón sentencia un continuo sufrir. Y siempre en mi memoria te quedarás asido. Susurrarán los años la eterna cicatriz. Y aunque el tiempo y su astucia asomen el olvido, no habrá nada que quiebre mi cariño hacia ti.




Edición Numerada Este ejemplar se corresponde con el

xxxxxxxxxxxxxxx perteneciente al Primer Ciclo:

Flamenco y Poesía “en el Mesón”



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