Bacata

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Edición Especial

Arquitectura La Historia desde otros ojos

Transporte

Personaje un crimen que no perdona

El transporte en Bogotá durante el siglo XIX

Moda

Costumbres

¿ y donde estaban las buenas costumbres ?

VINTAJE COUTURE

Crónicas Ancestrales Gastronomía ¡ una historia caliente !



Carta del Editor Bacatá, una mirada a la Bogotá del siglo XIX Nos complace entregar a nuestros lectores el primer número de la revista universitaria Bacatá, una publicación innovadora que explora y presenta de manera amena la vida cotidiana de la ciudad capital a lo largo de su historia. El nombre Bacatá invoca con respeto las raíces indígenas y prehispánicas de esta urbe que nació del sincretismo de las culturas aborigen y española. Contamos con la participación de distinguidos y jóvenes escritores afincados en Bogotá que, en muy corto tiempo, se han hecho un sitial en las letras capitalinas. Para este número, nuestros colaboradores nos han preparado interesantes artículos sobre el siglo XIX que retratan la Bogotá de la época desde variados puntos de vista, cubriendo aspectos tales como la gastronomía, las costumbres, el transporte, la moda, los personajes… Constituyen en su conjunto una visión integral que nos permite acercarnos a la cotidianeidad de una ciudad que paulatina y tímidamente discurría de una existencia parroquial a la modernidad. Aquí podremos advertir que, en gran medida, durante este siglo se constituyeron las bases de la Bogotá de nuestros días.

Andrés David Tafur Manrique Director de Bacatá

Creditos Diseño y redacción Laura Juliana Salcedo Ruiz

Investigación y redacción Carolina Silva Echeverri

Investigación y redacción Daniel Mauricio Ruiz

Investigación y redacción Andrés Felipe Vega

Publicación Universitaria Bogotá D,C - 2011


Bogotá es una ciudad atrasada. Su infraestructura, sus esquemas de movilidad, sus formas e ínfulas de gran ciudad, se quedaron congelados e inmóviles hace 40 años atrás.

Cartas de los lectores

Bogotá podría jactarse de ser una ciudad vanguardista hoy, si estuviéramos en 1970, más o menos. Así que lo más fácil que podría decirse, es que ha sido una capital lenteja, quedada y siempre a la retaguardia.

La importancia de Bogotá en el Siglo XIX

¿A quién echarle la culpa? Fácil: a don Gonzalo Jiménez de Quesada, y a los administradores de la ciudad desde entonces, hasta llegar al siglo XIX, que es el tema de este párrafo.

Para la configuración política del país fue definitivo este siglo: Se desarrolló la triste historia de la patria boba, en la que hubo guerras fratricidas entre centralistas y federalistas; se libraron las grandes y decisivas batallas de la independencia, época en las que hombres y mujeres valientes entregaron sus vidas en lucha por la libertad; se desintegró la Gran Colombia, pues Venezuela y Ecuador se declararon repúblicas independientes, bajo el comando de los generales Páez y Flores, respectivamente. Después continuó un lapso que va hasta el final del siglo, en permanentes guerras internas, las que en cierta forma frenaron el desarrollo en todos los campos. Bogotá naturalmente fue el epicentro de estas actividades políticas

Nunca ha estado punteando, siempre colgada. Pues no es cierto. Bogotá pasó a ser el zaguán de la corona española en las primeras décadas del 19, a convertirse en la capital del imperio criollo que soñaba Bolívar y algunos de sus amigos. Algunas de las calles que nos demarcan hoy (la séptima, por ejemplo), ya existía en el siglo antepasado. Las líneas de ferrocarril quedaron establecidas finalizando la década del 80 en el mismo siglo; y “detalles” como la nomenclatura númerica –que propuso Napoleón en Francia hacia principios de siglo para reemplazar los nombres de calles y avenidas-, se estableció en la capital antes del siglo XX.

En el campo social ,Bogotá fue receptadora de la influencia española, francesa, italiana e inglesa en manifestaciones de comportamiento social, gastronómico y cultural.

Íbamos bien, con impulso, con ganas, con modernidad relativa, para ganarse esa reputación de posible capital regional.

Se fueron definiendo las familias que iban a gobernar a Colombia y ejercer el monopolio en el control político hasta nuestros días

Pero alguien en el siglo pasado decidió pisar el freno y pararse en él, hasta dejarnos esta naciente metrópoli convertida en una ciudad con comodidades de segunda, actitud de tercera, y en algunos sectores y zonas, mentalidad de provincia.

En el campo económico siempre ha señalado el derrotero en esta área, por el marcado centralismo. Ya en nuestros días otras ciudades han adquirido cierta importancia como Medellín,Cali y Barranquilla, desde el punto de vista del empuje productivo y comercial Álvaro Rojas Duran Abogado

En algunos casos como los arriba mencionados, fueron más innovadores y modernos, los hijos, sobrinos y nietos de los padres de la patria. Los tataranietos son/somos los que detuvimos el cambio y quienes nos hemos portado como los emigos del avance y la evolución. Juan Esteban Osorio Periodista


Sumario Transporte El transporte en Bogotá durante el siglo XIX

Arquitectura La historia desde otros ojos

Personaje Un crimen que no perdona

Moda Vintage couture

Costumbres ¿ y donde estaban las buenas costumbres ?

Gastronomía una HISTORIA caliente

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Opinión entrevista a jaime Arturo Duarte

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Opinión

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Social

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Entretenimiento

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Cine y Libros

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Cronicas ancestrales

juegos y caricatura

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Transporte

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“ Caminando, caminando y con las mulas avanzando ” El transporte en Bogotá durante el siglo XIX

El siglo XIX fue una época de frenéticos cambios en nuestra ciudad, la cual pasó de la Santafé colonial a la Bogotá republicana. Sin embargo, durante esta época el transporte se desarrolló con notable pausa, desde el andar humano, pasando por cabalgaduras y carruajes hasta llegar al tranvía de mulas, el cual se impuso como primer medio de transporte colectivo hasta los albores del siglo XX. La Santafé de Bogotá del siglo XIX fue la ciudad de notables en cabalgaduras, peatones y carruajes. En sus calles se escuchaban los cascos de mulas, burros y caballos que adornaban con sus pelajes las estrechas calles capitalinas. De vez en cuando, los carruajes circulaban por las empedradas vías de la ciudad produciendo un traqueteo particular que inundaba los alrededores de aquella naciente urbe. Ya finalizando ese emblemático siglo, apareció el tranvía de mulas, un símbolo de modernidad que cambió la imagen de Bogotá y la asemejaría vagamente a las grandes ciudades del mundo industrializado.

La caminata era la mejor forma de movilizarse en la Santafé de antaño. La ciudad era tan pequeña, que más parecía un simple pueblo con título de capital. Según dice Ricardo Montezuma en su libro “La ciudad del tranvía”, hasta mediados del siglo XIX la ciudad se podía atravesar de norte a sur en tan solo cuarenta minutos.

Transporte

Por: Andrés David Tafur Manrique

Por esta razón, los desplazamientos urbanos se realizaban en su mayoría a pie, sin la necesidad de montar ningún tipo de bestias para transportarse.

Estas son las reminiscencias del transporte que ostentó la vieja capital de aquel siglo.

La utilización del caballo estaba exclusivamente reservada a la gente poderosa de la ciudad

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La entrada de vehículos de tracción animal a la ciudad fue prohibida formalmente en 1844 para evitar el deterioro del empedrado

Transporte

Sin embargo, la cabalgadura era común para realizar viajes interurbanos, pues evidentemente las distancias eran mayores. Los bogotanos humildes, para viajar a otras poblaciones aledañas, como Chapinero o Fontibón, recorrían aquellos largos trayectos, montados en sus mulas y burros. No obstante, las gentes sencillas no podían utilizar el caballo para realizar sus viajes. Su utilización fue solamente reservada a la gente adinerada que presumía sus poderosos corceles al ser símbolos de superioridad y privilegio. Paulatinamente en las calles santafereñas comenzaron a aparecer carrozas, berlinas, landós, victorias y cupés. En efecto, unos pocos carruajes existían en la capital desde antes del siglo XIX, pero su utilización fue siempre innecesaria, debido a las pequeñas dimensiones de la ciudad. De hecho, hasta mediados del siglo XIX, fue un medio de transporte segregacionista, utilizado sólo para transportar a las personas más poderosas de la ciudad. En gran medida la limitada presencia de vehículos de tracción animal se debió a que durante mucho tiempo, su circulación fue difícil e incluso prohibida, pues las ruedas de los carruajes dañaban el empedrado y los elementos de protección del acueducto y del alcantarillado externo que existía en aquella época. Inclusive a partir de 1844 se restringió formalmente la entrada a la ciudad de esos vehículos, los cuales debían estacionarse a las afueras de la misma.

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Sin embargo, a partir de 1877 se permitió la entrada de vehículos a la ciudad, cuando fue cambiado el sistema de alcantarillado y aguas externas por uno subterráneo. Esto, sumado al crecimiento demográfico y urbanístico de Bogotá, permitió que los carruajes circularan libremente por la capital, empezando a desarrollarse el transporte urbano de personas. Nacería así el sistema de transporte, conformado por carrozas, berlinas, victorias, cupés y landós que realizaban viajes principalmente interurbanos, al conectar a

Bogotá con poblaciones vecinas tales como Usaquén, Chapinero, Engativá, entre otras. Para este fin se crearon empresas como la compañía franco-inglesa de carrozas Alford y Gilede y la compañía Wisner Soto. Por ejemplo reseñan Valenzuela y Pérgolis en su libro Buses de Bogotá, citando a Tomás Rueda Vargas, que el francés Jean Gilede y el británico Henry Alford, establecieron en 1876 una empresa de carruajes, con oficinas en el atrio de la Catedral, bajo el nombre de Compañía Franco-Inglesa de Carruajes de Alford y Gilede, que disponía de coches tirados por caballos, con capacidad para diez pasajeros, denominados omnibuses y cubrían la ruta entre Bogotá y el caserío de Chapinero.

Mientras el precio del transporte en carruaje era de cuarenta centavos, considerado muy costoso para la época, el del tranvía era de dos centavos

Transporte

En gran medida la limitada presencia de vehículos de tracción animal se debió a que durante mucho tiempo, su circulación fue difícil e incluso prohibida, pues las ruedas de los carruajes dañaban el empedrado y los elementos de protección del acueducto y del alcantarillado externo que existía en aquella época. Inclusive a partir de 1844 se restringió formalmente la entrada a la ciudad de esos vehículos, los cuales debían estacionarse a las afueras de la misma. Así, hasta finales del siglo XIX Bogotá fue una pequeña ciudad atrasada en la que no se escuchaba el “traqueteo de la modernidad”, mientras que en otros lugares del mundo se desarrollaban a paso firme los medios de transporte colectivo.

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Transporte

Ese medio de transporte fue la génesis del sistema de transporte colectivo masivo en Bogotá. La línea inicial conectaba la plaza central con Chapinero, y pronto la cobertura del servicio se ampliaría. Los vehículos, que circulaban sobre rieles de madera recubiertos de metal, eran tirados por mulas. Según dice Gilberto Guzman Celis en su libro “Del Tranvía al Transmilenio”, su costo era de dos centavos, mientras que, como fue mencionado anteriormente, el de los carruajes era de cuarenta centavos. Además, tenía una capacidad para veinte pasajeros, que era mucho mayor a la de los carruajes. Sin embargo, la construcción del tranvía en realidad no tenía como objetivo solucionar los problemas de movilidad de la ciudad, sino mejorar el aspecto de la misma, al asemejarla a las grandes urbes del mundo industrializado. Asimismo, en principio, la demanda por este servicio fue escasa, pues se construyó en una ciudad pequeña con una baja densidad de población. En realidad, la capital en 1884 no necesitaba un tranvía.

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De otra parte, este medio de transporte atendía principalmente las necesidades de las personas acomodadas, pues les servía fundamentalmente para llegar a sus fincas de recreo en Chapinero y demás poblaciones cercanas a la capital. Por esta razón, no será hasta el inicio del siglo XX cuando el tranvía de mulas empezará a ser usado ampliamente por todos los bogotanos, hasta llegar a condiciones de sobrecupo. Esto se debe, a que como lo señala Carlos Martínez, en su libro Bogotá, sinopsis sobre su evolución urbana, desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX la capital experimentó un insólito crecimiento en su población alcanzando aproximadamente los cien mil habitantes a finales del siglo pasado. Con este vehículo tirado por mulas finalizaría el siglo XIX, un siglo en el que los bogotanos no conocieron más que la caminata, la cabalgadura y la tracción animal como medios de transporte en una ciudad que crecía a paso lento. Sin embargo, entrando el siglo XX, comenzaron a llegar adelantos tecnológicos, particularmente el vapor y la electricidad, que cambiarían de manera rotunda el desarrollo de la ciudad y de su sistema de transporte, contribuyendo a moldear la Bogotá de nuestros días.


Arquitectura


La Historia desde otros ojos Por Daniel Mauricio Ruiz Morales

Arquitectura

Así como muchas veces la gente está acostumbrada a apreciar la historia a través de los ojos de los libros y todo lo documentado, aparece también aquello que nos cuentan los muros, algo llamado la Arquitectura, donde la vida pasada es contada por ladrillos que hablan por sí mismos.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta que el siglo XIX se encuentra muy marcado por el neoclasicismo, pues éste ejerce una importante influencia en las distintas obras arquitectónicas de Santafé. Entre éstas, se distingue el Observatorio Astronómico, la Plaza de Bolívar, el Museo Nacional de Colombia y la Quinta de Bolívar. De igual manera, destaca el estilo enmarcado de las viviendas e iglesias. Estas últimas, debido a la expropiación de sus tierras, tuvieron un final trágico. Ahora, para ver más allá del concreto y los ladrillos, Antonio Castañeda y Alberto Escobar, en su libro La historia de frente: Arquitectura de Bogotá, ayudarán a mostrar cada uno de los secretos que guardan estas obras. Así, iniciamos con el

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observatorio astronómico. Este fue uno de los primeros en ser edificados de manera permanente en América, ya que culminó su construcción el 20 de agosto de 1803. Esta edificación marca el inicio del neoclasicismo, con su decorativo del barroco tardío y su contacto directo con la arquitectura clásica griega y romana. Más adelante, en 1819, inicia un periodo que los historiadores de la arquitectura Colombiana llaman Republicano. Fue entonces cuando la Plaza Mayor sufrió importantes modificaciones, tales como su cambio de nombre por el de Plaza de la Constitución. También destaca su nueva estructura de tradición castellana caracterizada por una gran aridez, ya que esta plaza estuvo desprovista de plantas, árboles y jardines.


En 1846 la estatua de Simón Bolívar reinó en el centro. Por ende, el nombre de la Plaza de la Constitución volvió a cambiarse definitivamente por el de Plaza de Bolívar. Todo esto marcó un punto de cambio en el lugar, dado a que

Estos proyectos siguieron el diseño de Thomas Reed. También se llegaron a derribar la sede del Cabildo, el Despacho de los Virreyes y el Palacio Virreinal, para construirse una edificación donde funcionaría la alcaldía, la personería, la tesorería y el archivo. El Museo Nacional de Colombia es también de vital importancia en la arquitectura colombiana. Con la ayuda de Thomas Reed en los planos, se logró empezar su construcción en 1874 bajo la dirección de Ramón Guerra. Hasta 1946, esta edificación fue creada para servir como penitenciaria central. Por esto, el edificio fue construido en forma de cruz, pues esta ayudaba a que en el centro existiera un puesto de observación para tener control de todos los pabellones. No obstante, ya después se adecuó para ser la sede del Museo Nacional.

Arquitectura

se inician proyectos con la demolición de las sedes coloniales de la real audiencia y el palacio virreinal, para la construcción del capitolio nacional, el cual se convertiría en la obra arquitectónica más significativa de Santafé de Bogotá en el siglo XIX.

Finalmente, sobresale la Quinta de Bolívar. Esta fue adquirida en 1820 por el vicepresidente de la Gran Colombia para ser donada al Libertador, quien la habitaría por periodos breves, desde 1821 hasta 1830. Después fue reestructurada, recuperando su estilo neoclásico, el cual se aprecia principalmente en su comedor y el cuarto de estufa.

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Por otra parte, también destacan las viviendas del siglo XIX. Estas sufrieron un incremento en sus habitantes urbanos hacia finales del siglo. Sin embargo, gracias a la organización de las viviendas en su interior, esto no afecto significativamente a los barrios de la ciudad. Así, según el historiador Germán Mejía, existieron 5 formas básicas de vivienda, las cuales eran: la casa de una planta, la casa de dos pisos, las tiendas de habitación, los ranchos o bohíos y las quintas. Con respecto a su diseño, hay que resaltar que se deja atrás la sobriedad para ser reemplazada por decorativos en yeso, portadas en piedra, pilastras, molduras y la existencia de un ático.

Arquitectura

Un buen ejemplo de una vivienda de la época es la casa que perteneció a Nemesio Camacho, la cual se ubica en el costado occidental de la carrera sexta, entre las calles once y doce. Ésta muestra el esplendor de la arquitectura republicana, con un excelente trabajo de carpintería y decoración que la catalogó como una de las mejores obras realizadas en el siglo XIX.

Por otro lado, la iglesia, con sus imponentes obras arquitectónicas, apareció como una de las fuerzas más importantes en el país. Por esto, la Catedral Primada fue un ícono de la Bogotá de antaño. Su reparación fue retomada por el capuchino Fray Domingo Petrés, tras haber sido dejada por Domingo Esquiaqui en 1797. Con él, se logró un gran progreso, pero sólo hasta su muerte en 1811. Entonces, su ayudante Nicolás león reanudó el trabajo inmediatamente y realizó las dos torres y el imafronte. De igual manera, es importante la iglesia de Veracruz, contigua a la de San Francisco, pues en ésta se sepultaron los restos de varios compatriotas fusilados en la independencia. Para el Centenario, en 1910, este templo se declaró pabellón nacional. Otra iglesia es la de Nuestra señora de las Aguas. Esta fue creada en 1642 y albergó a los dominicos hasta 1802, cuando se convirtió en hospital militar y

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civil, debido a las diferentes epidemias del siglo. Entre las capillas resaltan la de Nuestra Señora del Rosario, La Bordadita, la cual se construyó en 1653 con el claustro del plantel del Colegio Mayor del Rosario. Esta edificación posee, en el alto de su puerta, unas esculturas de diferentes santos, las cuales fueron elaboradas por el artista Antonio de Pimentel.


A pesar de todo este esplendor que el patrimonio arquitectónico estaba adquiriendo en el siglo XIX, a mediados de este,

la iglesia se vio terriblemente afectada por el decreto del presidente Tomás Cipriano de Mosquera sobre la desamortización de bienes de manos muertas.

En definitiva, es evidente ver cómo una edificación puede contar muchas historias y secretos que pocos conocen por su falta de interés.

Arquitectura

Con éste, se expropiaron las tierras de la iglesia para subastarlas públicamente. De esta manera, los claustros se convirtieron en sedes de diferentes instituciones estatales. Tan sólo cinco claustros lograron salvarse: el Claustro y la Iglesia de las Aguas, el Claustro de la Universidad del Rosario con la iglesia de La Bordadita, la Iglesia y Claustro de la Candelaria, el Claustro de la Iglesia de San Ignacio y el Claustro de San Agustín. Otros, como la Iglesia Museo de Santa Clara, el Palacio de San Carlos y el Palacio Echeverry, no se pudieron salvar del decreto. Por esto, estos edificios fueron utilizados como ministerio de las monjas Clarisas, seminario de los jesuitas y convento de Santa Clara respectivamente.

Es por ello que están cordialmente invitadas todas aquellas personas que quieran a conocer lo que estas obras arquitectónicas están dispuestas a mostrar sobre la historia de nuestras más tiernas épocas.

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Personaje


Un crimen que no perdona Por Carolina Silva Echeverri.

Si se quiere hablar de las leyendas más representativas de la Bogotá del silgo XIX, es necesario remontarse a 1816 cuando en un pueblo boyacense conocido como Guatoque nació el doctor José Raimundo Russi; un personaje que con el paso del tiempo y su traslado a la capital se iba convertir en el Robbin Hood colombiano, en el defensor y protector de aquellos grupos sociales que se sentían discriminados y fastidiados por la iglesia, los aristócratas, terratenientes y militares. Como consecuencia del amparo que le brindaba a estas clases, el doctor Russi comenzó a ganarse diversos enemigos que lo empezaron a catalogar como un abogado revolucionario y el líder de un grupo conocido como la “Compañía de Russi”.

Personaje

Hay quienes dicen que después de su fusilamiento el 18 de julio de 1851, su alma sigue rondando por las calles del centro capitalino y asustando a quienes a altas horas de la noche visitan el lugar donde fue acusado y asesinado por un crimen que no había cometido.

Hacia 1850 con el incremento de la inseguridad y delincuencia en la ciudad, las miradas empezaron a irse hacia el ciudadano que no sólo defendía a los más necesitados sino también a ladrones y delincuentes: el doctor Russi, quien era culpado de todo lo que sucedía en las noches de capitalinas. En su libro Leyendas populares colombianas, Javier Ocampo López cuenta “todos clamaban por la justicia, y hasta se realizaron manifestaciones de descontento. Ante el Congreso se reclamaban medidas expeditas para hacer frente a las pandillas de ladrones, delincuentes, salteadores y asesinos que se cobijaban con el manto negro de la noche. Las voces públicas señalaban al doctor Russi como el jefe de las cuadrillas y el responsable de la inseguridad de Bogotá”.

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Con todas las polémicas que se empezaron a dar alrededor de este reconocido y a la vez odiado abogado, las clases altas de la sociedad no dejaban escapar ningún comentario que se hiciera en torno a él, no veían la hora de acusarlo y ejecutarlo. Fue la noche del 24 de abril de 1851 que todos los hechos llevaron a que los deseos de la alta sociedad por fin se cumplieran: el cadáver del señor Manuel Ferro fue encontrado en el barrio Egipto cerca a la casa del doctor Russi. Un infortunio, un hecho del destino, nadie sabe qué fue lo que realmente sucedió; lo único cierto es que a los pocos meses, se estaban haciendo todos los trámites para que el 18 de julio de ese mismo año el abogado fuera ejecutado en la plaza central de Bogotá.

Personaje

“Siempre alegó y alegó su inocencia pero nadie lo escuchó” Fantasmas en la Candelaria por Stella Monsalve Gaitán A pesar de su defensa y de proclamarse inocente ante los cargos por los que había sido acusado, los tribunales de justicia lo declararon culpable y programaron su condena. Millones de capitalinos presenciaron su muerte, el Robbin Hood colombiano iba a ser asesinado y nada ni nadie podía salvarlo; muchos iban a festejar este suceso, otros lo iban a maldecir y la gran mayoría lo iba a llorar. ¡El defensor de los pobres y la pesadilla de las clases favorecidas iba a desaparecer! Tras su ejecución, su cadáver fue llevado al cementerio Central de Bogotá donde se supone permanece hasta la actualidad. Lo que muchos dicen y murmuran es que “Russi pasó de ser un simple abogado de delincuentes, a ser un personaje de la historia de la ciudad” pues hay quienes cuentan que lo han visto rondar por las calles del centro de Bogotá a altas horas de la noche vistiendo un traje, una capa, y un sombrero de copa. Hoy en día, el doctor Russi es una simple leyenda que únicamente se recuerda cuando la época de Halloween se aproxima y el Tour de los Fantasmas vuelve a ser atractivo para los capitalinos y turistas; es aquí, cuando miles de personas visitan la

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“Stellita les advertía a sus clientes: “Si ven venir a un ciudadano vestido elegantemente; de pantalón negro, camisa blanca, capa negra y sombrero de copa, con la cara ensangrentada, sin duda es el fantasma de Russi”” Un cazafantasmas que hizo historia por Nelson F. Padilla. Candelaria para “recorrer los pasos de los habitantes del pasado y recrear acontecimientos y situaciones inverosímiles” que han cautivado a varios historiadores y llevado a que la historia de Bogotá sea más llamativa y atraiga varias miradas. “Si usted desea conocer la casa de Russi, está ubicada en la carrera 2da No. 10-43, al frente de la Universidad de la Salle” Fantasmas en la Candelaria por Stella Monsalve Gaitán


Moda


Vintage Couture

Por Laura Juliana Salcedo Ruiz.

Moda

La moda en el siglo XIX se caracterizó por el culto al cuerpo, unas veces resaltándolo y en otras ocasiones ocultándolo. Las vestimentas de esta época no sólo explican la jerarquización de la sociedad, sino que también rememoran ciertos legados criollos, nativos, afroamericanos y mestizos que se habían colado en nuestra cultura durante tantos años. Según Benjamín Villegas Jiménez en su obra historia de Bogotá del siglo XIX “Los años iniciales del siglo XIX trajeron consigo cambios radicales en la indumentaria de los santafereños, que fueron mucho más ostensibles después de la independencia, debido en buena parte al advenimiento de gentes extranjeras que aportaron nuevos usos en este campo. Fueron los peinados femeninos extravagantes, los pantalones a la rodilla con medias de seda, los zapatos de pomposas hebillas doradas y plateadas y los sombreros tricornios los que se convirtieron en este siglo en moda más informal,con pantalones largos, zapatos de charol y altos sombreros de copa”

To d o e r a c u e s t i ó n d e apariencias, de ser reconocido ante la sociedad. Las vestimentas eran la mejor forma de distinguir no sólo la posición social, sino que también sugerían los oficios de cada bogotano. Sólo bastaba mirar los atuendos y las insignias de los próceres de la independencia para percatarse que en esta época la moda era un símbolo de respeto. No obstante, las prendas de vestir también fueron causa de discriminación en la sociedad bogotana de antaño. Por ejemplo, los artesanos y campesinos fueron un gremio segregado no sólo por sus ideas sino también por sus ropajes, a estos se les llamaba “ orejones” los cuales acostumbraban a llevar debajo de su sombrero de jipa un pañuelo donde dos de sus puntas se asomaban por los lados, simulando dos grandes orejas de conejo.

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Así mismo en el libro de Historia de Bogotá del siglo XIX, Benjamín Villegas Jiménez resalta que “en cuanto a los esclavos, estos usaban calzones, camisas y ruanas listadas. Los indios vestían con marcada preferencia de algodón (…) Andaban descalzos o de alpargatas.” Las muselinas de lana para los bailes, con grandes zarcillos de oro, pañuelos de algodón en el pecho, zapatos de cordobán, sombreros de jipijapa, capote de cálamo de colores subidos, grandes chaquetas amplias de cerinza, chalecos muy largos, pantalón de cerinas o de paño ordinario, botines o zapatos de cuero de venado o de soche eran algunas de las prendas más representativas para el hombre honrado y noble de la época. Para la gente humilde los zapatos de Sogamoso, sin hormas y ruanas guaqueñas eran las ropas habituales.

Moda

En el caso de las señoras, la enagua de alepín era la prenda más representativa. Esta estaba compuesta por una tela negra de lana, una mantilla de paño, sombrero de huevo frito, acompañado con unos zapatos de paño o de cordobán. Claro está, esto lo utilizaban las señoras respetadas de la sociedad porque, de lo contrario, una falda de franela ordinaria, blusas y pañuelos de telas de algodón, alpargatas, manto de paño y sombrero de paja era lo que tenían que vestir las mujeres sencillas.

Festín y fechas especiales

Cuando se montaba a caballo siempre se vestía una gran ruana pastusa, un sombrero de hule colorado o negro y un látigo en la mano derecha asegurado a la muñeca con un hiladillo.

En las fiestas y fechas especiales, los jóvenes vestían sus trajes de moda franceses influenciados por la revolución. Estos estaban constituidos por pantalones negros y zapatos con lazos de cinta. Para las mujeres, trajes a la María Luisa largos y estrechos, con talle alto y manga corta.

En definitiva, se han mostrado algunos ejemplos de cómo la moda colonial queda atada a nuestra historia, pues no sólo resaltó la separación de clases sociales, sino que también sirvió como contexto en un siglo que introdujo los cambios más representativos e influyentes de la historia Colombiana.

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Costumbres


¿ Y donde estaban las buenas costumbres ? Por Daniel Mauricio Ruiz Morales

Los buenos hábitos que se tenían en el hogar marcaron un punto importante en la historia, ya que la forma en la que eran criados los niños y las niñas demostraba como sería su futuro. Pero antes, es necesario hacer un recorrido de lo más grande a lo más pequeño de la sociedad santafereña. Por esto, el mercado fue considerado uno de los espacios más extraordinarios de la ciudad, debido a la cantidad de gente que acudía a él. Entre este gentío se distinguían personas de la clase pudiente y de la trabajadora. En esta perspectiva, Arturo Abella explica en su libro El florero de Llorente cómo era el famoso día de mercado en la Santafé del siglo XIX:

Costumbres

Cada domingo matutino donde muchas familias salen a hacer el acostumbrado mercado, pero no en los supermercados sino en las plazas, es claro apreciar como varios hábitos todavía perviven en la historia. Aunque, otros han desaparecido por completo, como por ejemplo el papel que desempeñaba la mujer del siglo XIX. De esta manera, es necesario entender como las buenas costumbres tomaron un papel de suma importancia, que en algunos casos todavía se pueden observar. “Cinco de la mañana. Viernes. Brisa fuerte y helada. Por las callejas de acceso a Santafé, van llegando los campesinos al mercado tradicional de la Plaza Mayor descienden por barrizales y rodaderos de la Peña, Egipto, Belén, San Cristóbal. Suben de la sabana, atraviesan la calle Real, con sus mulas y “rangas”, los que vienen de la Calera y Usaquén. Descargan jaulas, tercios de leña, carbón de palo, frutas, canastillos de moras y “esmeraldas”, recubiertos con helecho y hojas de monte brillantes aun por el roció. Llevan los jamelgos a pastar a los potreros vecinos, o los amarran en las columnas y vigas de viejas casonas y pulperías donde toman caldo de gallina, chicha y guarapo desde el amanecer.”

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Costumbres 23

Otros personajes, curiosos y desocupados, iban al mercado para establecerse en la catedral y cazar mujeres preciosas. Así, pasadas unas horas, empezaba a llegar la gente de diferentes partes. Unos acudían al mercado para buscar el alimento semanal. Estas personas eran claramente las damas de la alta sociedad, pues iban acompañadas por una criada que se encargaba de llevar los alimentos comprados. Otros personajes, curiosos y desocupados, iban al mercado para establecerse en la catedral y cazar mujeres preciosas. Finalmente, en la plaza se distinguían a los vendedores que, según Abella expica en su libro El Florero de Llorente, pertenecían a diferentes lugares de la región. Por esto, puede decirse que este era un día en el que se reunían personas de diferente origen y categoría.

Con respecto a los alimentos y objetos que se ofrecían en el mercado, se encuentran frutas y verduras, tales como las fresas, los melocotones, los aguacates, el trigo, las patatas, los plátanos, las cebadas, las yucas, las zanahorias, etc. También los indígenas vendían sus productos. Entre estos destacan sus telas, las cuales eran muy codiciadas por las mujeres de la ciudad. Además, evidentemente se vendían comidas típicas, entre las que se distinguen el chicharrón, las papas criollas, la rellena y los ajiacos.


Los varones eran educados en el colegio, mientras que las mujeres nunca se separaban de su madre, quien les enseñaba la vida práctica y hacendosa del hogar.

Por esto, era en el hogar donde mandaba la mujer, pues ella se encargaba de la preparación de los alimentos, el aseo, el cuidado de los niños, etc. Londoño, en su publicación, describe así un día normal para las santafereñas del siglo XIX:

Las familias y amistades se reunían en las casas en veladas, durante las cuales se tomaba el chocolate, se jugaba a las cartas, se conversaba, después de haber rezado el rosario. “Madrugan para ir al templo, conversan en la puerta de la iglesia y van a casa a "despachar" el almuerzo. Después de la siesta se dedican a enseñarles a las niñas costura, bordado, cuidado de flores, canto, a las lecturas religiosas o a realizar visitas. También salían de compras. Las tiendas se

abrían de 9 de la mañana a 12 del día y de 3 a 6 de la tarde. A esta hora todo el mundo se iba a sus casas, las calles quedaban vacías. No había cafés o restaurantes, como en las capitales de Europa. Las familias y amistades se reunían en las casas en veladas, durante las cuales se tomaba el chocolate, se jugaba a las cartas, se conversaba, después de haber rezado el rosario presidido por el padre de familia o, en su ausencia —que era bien común—, por la madre.” Debido a esto, las actividades sociales, políticas y culturales en la antigua ciudad capitalina estaban muy bien definidas. No obstante, con la globalización y los diferentes movimientos feministas se empezó a dar un cambio trascendental en las costumbres y derechos que tenían las mujeres.

Costumbres

Tras haberse visto la parte más grande de la sociedad, el mercado, se da paso a la más pequeña, el hogar. Allí, se desarrollaba la formación de los niños y niñas de la época. La educación de los jóvenes era diferente según su género. En su publicación La mujer santafereña del siglo XIX, Patricia Londoño explica que los varones eran educados en el colegio, mientras que las mujeres nunca se separaban de su madre, quien les enseñaba la vida práctica y hacendosa del hogar. En el mejor de los casos, las chicas eran educadas por religiosas, quienes les enseñaban a leer, a escribir y les mostraban la vida familiar y los hábitos religiosos que debían seguir para convertirse en buenas amas de casa.

Finalmente, hay que tener en cuenta que todos los buenos hábitos imperantes en el siglo XIX fueron influenciados por las costumbres españolas que, con el paso del tiempo, fueron adaptándose a la ciudad y al contexto de vida social y político que se estaba desarrollando. Sin embargo, en la actualidad aún perviven ciertos recuerdos de aquellas usanzas de antaño.

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Gastronomia


¡Una Historia Caliente !

Por Carolina Silva Echeverri.

El distintivo nombre del embajador se explica por su tradicional toque picante brindado por un pimiento particular, el ají, que gracias a sus propiedades dotó de sensaciones ardientes las bocas de los bogotanos del siglo XIX. Existen muchos platos relacionados con la gastronomía de este siglo pero es aquí donde tenemos unos que realmente son representativos, tenemos el puchero santafereño donde es representativo la carne de cerdo y res en este plato, este es producto de una gran mezcolanza , pero realmente el que es más representativo es el ajiaco bogotano. Este es llamado por los grandes chef de la cocina internacional como el embajador de santa fe de bogotá en el mundo. Dicho anteriormente el ajiaco, llamado así

por tener ají es el encargado de brindarle a los bogotanos un poco de calor a la hora de comerlo, ya que con sus propiedades genera un ambiente mas ardiente para la meseta cundiboyacense , un clima frío – templado por excelencia. El ajiaquito santafereño es un plato servido una vez a la semana como mínimo en las mesas de los bogotanos, por lo general el domingo. El domingo representa un día familiar y por ende es muy bueno celebrar una reunión familiar con este plato tan importante en la vida de los santafereños. Aunque, no es sólo servido en los domingos, tenemos también que al ser tan primordial para esta época es también utilizado para conmemorar algunas fechas importantes como lo son el cumpleaños de algún familiar, días festivos o incluso tan importantes como lo son la navidad y año nuevo.

Gastronomia

He aquí la historia de dos personajes que han sido parte de las comilonas bogotanas desde los albores de la República. En la cabecera tenemos al embajador capitalino, el Ajiaco, quien es acompañado por su distinguido compañero, el Chocolate Santafereño.

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Gastronomia 28

La forma de obtener un buen ajiaco son realmente la forma de cómo lo hacen , las ollas de barro o vajilla importada ( depende del estrato ) , y los ingredientes tales como varios tipos de papa , la mazorca, el pollo y las guascas que son las que vienen a remplazar al ají , para darle un sabor más rico. Este embajador es predeterminadamente delicioso, al ser un tipo de sopa que no es tan liquida como un caldito , pero tampoco espesa como un seco, genera en el paladar capitalino adicción y atracción por este plato en particular . Para acompañar este plato al medio día , tomaban chicha; una bebida a base de maíz que les ayudaba a digerir mejor la comida y algo fermentada generaba las bebidas alcohólicas de la época. Por otro lado tenemos otro personaje que ha sido muy importante a lo largo de los días de los bogotanos, el compañero del ajiaco santafereño, siendo tomado como mínimo dos veces al día, al alba y a la hora vespertina. El chocolate, con su característico sabor fuerte y amargo, era quien le proporcionaba a los habitantes capitalinos una gran fuente de energía y vitalidad para cumplir con las labores diarias antes de ir a su primera labor diaria, la misa. Este gran representante gastronómico también representó para los ciudadanos una división entre clases, el chocolate era creado con azúcar, manteca de cacao y pasta de cacao, entonces, era cuando las elites le agregaban maíz a las pastillas de chocolate para la servidumbre y para ellos más puro. Es entonces donde este personaje primordial de los citadinos se convierte en su acompañante dura las mañanas y las tardes y por ende un ingrediente importan te p ar a lo s santafereños


Opinión

Entrevista hecha por: ANDRÉS VEGA

Otorgada por: Jaime Arturo Duarte Quebedo Coordinador de Gobierno Pregrado FIGRI Formación AcadémicaMaestria/Magister Universidad Externado de Colombia Maestria En Educación de 2000 - de Carácterísticas de la Comunidad Académica.

Pregrado/Universitario. Universidad Externado de Colombia Finanzas y Relaciones Internacionales de1994 - de 2000 1. ¿Cuál considera usted que fue el hecho mas importante en el siglo XIX en bogotá? J.D : ”Como ciudad? Como ciudad, yo creo que, lo más importante es a finales del siglo XIX cuando aparece el agua corriente por medio del acueducto.” 2. ¿Cuál es el personaje más importante según usted en el siglo XIX en Bogotá? J.D : ”A nivel de ciudad , Thomas Reed que es el que diseño el Capitolio Nacional, es también el que hace el diseño de lo que es actualmente el Museo Nacional, que antes era una cárcel.” 3.- ¿Qué influencia tuvo la iglesia católica en el siglo XIX en Bogotá? J.D :”Bueno, arquitectónicamente y como ciudad, la va a cambiar, por que va a hacer que al crecer el numero de parroquias va a crecer la ciudad y así mismo al entrar con un aire, una idea nueva que es el neogótico, va imponer digamos un cambio de modernidad

4.¿Fue realmente la independencia un movimiento de liberación nacional o fue realizado simplemente para beneficio de la clase criolla? J.D: “Yo creo que sin duda es una alguna , pues benefició más a los que estaban arriba ,a la clase criolla que a los… que a la gente junta.” 5.¿Porqué el grito de la independencia se dio en Bogotá y no en otro sitio de Colombia? J.D: “Los gritos de independencia se dieron en casi todos los sitios importantes de Colombia, pero el mas trascendental o el de mayor importancia es el de bogota , dado que bogota es la capital del virreinato. 6.¿Cómo cambió la vida de los santafereños después del grito de independencia? J.D: “Después del grito de independencia , digamos se vuelven mas como extrovertidos los bogotano, y comienzan a tener conciencia de , pues una conciencia mayor de lo que ellos son y pueden llegar a hacer, entonces comienza digamos un crecimiento económico también para la ciudad, cosa muy importante dado que ya no van a tener miedo a crecer , pues ese miedo estaba infundido muchas veces en lo que pasaba a partir de los cobros impuestos reales y por eso no había una buena tasa de productividad.”

Opinion

Perfeccionamiento Comisión Interamericana Derechos Humanos OEA Pasantia de1998 - de 1998

a nivel arquitectónico en toda la ciudad, que se va a ver reflejado después en lo que se llama el Neoclásico.”

7.¿Cuáles son las secuelas que los españoles dejaron después de la independencia? J.D : “Pues la mayor secuela es el provincianismo que va a hacer que de cierta manera hagamos que no pensemos más allá y no tratemos de …de… de evitar esas estructuras como las , por ejemplo el centralismo , que no tratemos de… , que no hagamos esfuerzos como por ejemplo entrar un poco en un cambio de la modernidad como el que supone ya ser libres, entonces ese cambio a la modernidad solo se va a dar hasta que haya esa acumulación de dinero que es claramente en la primera postura económica que se da con el libre cambio en 1850.

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Cronicas Ancestrales


CrònicasAncestrales

Por: Carolina Silva y Laura Salcedo

Me contaron mis abuelos que hace tiempo… una ciudad muy parecida a la mía estaba empezando a nacer, una ciudad que con el paso del tiempo iba a permanecer, y que su transformación significaría el cambio total de la sociedad. Me decían que si yo tuviera el poder de viajar al pasado, no me iba a sentir desorientado ni en un mundo irreconocible ante mis ojos. Para ellos Bogotá había fracasado, pues ésta no había dejado de ser esa ciudad donde los vagos, mendigos y prostitutas inundaban las calles, alimentando el espíritu cristiano de los ciudadanos de atributos que no iban acorde con los valores profesados por la iglesia. La promiscuidad, pereza, ambición y lujuria, fueron los principales precursores de la sociedad que fue, y persiste hoy en día. Desde su punto de vista, aunque la ciudad había crecido

significativamente en cuanto a territorio y población; sus grandes edificios, sofisticados teatros y amplias vías, no representaban un desarrollo integral en cuanto a ámbitos estructurales y humanos. Han pasado casi dos siglos, y Bogotá sigue viviendo con los mismos problemas que tenía durante 1800; mendigos, prostitución, pobreza e insalubridad son tan solo unos cuantos que vale la pena citar. Actualmente, se habla de Bogotá con numerosas críticas que lo único que hacen es mostrarla como una ciudad que carece de un gobierno no solo que brinda a todos los ciudadanos recursos básicos para su subsistencia, sino también que les da la capacidad de desarrollarse libre e igualitariamente dentro de la sociedad.

Cronicas Ancestrales

Doscientos años más tarde, y Bogotá sigue siendo la misma que fue durante el siglo XIX. El mismo desorden, revueltas y falta de planeación, son características que aunque desde finales del siglo XVIII empezaron a presentarse en la Bogotá de esa época, hoy en día son tan solo unas cuantas particularidades que identifican a la ciudad capitalina.

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La Bogotá de hoy en día es reconocida principalmente por sus defectos, hecho que no ha cambiado mucho de la Bogotá del siglo XIX, la cual a pesar de ser pionera en aspectos culturales como lo es el teatro, eran más dominantes sus vicios que sus virtudes.

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Yo asombrado no podía creer lo que estaba escuchando; Bogotá no había mejorado ni se había desarrollado. Los problemas de inseguridad, pánico e intranquilidad que yo estaba viviendo por el aumento migratorio que se estaba dando hacia la capital, era un problema que desde hace aproximadamente dos siglos estaba empezando a surgir. Cada vez era mayor la cantidad de personas que salían de sus pueblos y ciudades natales hacia la capital en busca de nuevas y mejores oportunidades de vida; lo que ellos no esperaban era que al llegar, se iban a ver obligados a instalarse en zonas marginales donde la higiene y servicios básicos eran degradantes. ¡Habían llegado a un lugar que los estaba tratando peor que las zonas de donde provenían! La insalubridad era el tema que más se escuchaba en las calles de la ciudad durante el siglo XIX; el ejemplo perfecto era el de la Plaza de Mercado, el cual Benjamín Villegas Jiménez logró describir claramente en su obra Historia de Bogotá siglo XIX,

cuerpo para así conseguir recursos para vivir bien. Esta imagen fue distintiva y fue la que hizo que varias zonas fueran reconocidas a nivel nacional.

“las condiciones de desaseo en que se realizaba el expendio de los víveres eran aterradoras, y más aun cuando, concluidas las ventas, repulsivas bandadas de chulos cernían sobre el lugar para darse su festín de desperdicios e inmundicias (…) la preocupación por este horrible foco de insalubridad en el pleno corazón de la capital se tradujo en una concesión que la Cámara Provisional otorgó en 1848 al señor Juan Manuel Arrugla para construir una plaza de mercado cubierta”

El siglo XIX no es muy distinto al siglo XXI, los mismos problemas sociales de esa época son a los que yo me enfrento día a día. Es difícil pensar que Bogotá no ha cambiado desde hace tantos años, pero la realidad nos muestra que todo sigue igual; la capital de mis abuelos es la misma capital en la que yo vivo, lo que ellos me cuentan lo veo reflejado en lo que veo a diario en las calles y en los noticieros.

Al igual que en todos los tiempos, la imagen de la mujer causó polémica a nivel social pues la prostitución comenzó a ser reconocida a nivel regional. Zonas como San Victorino, Santa Bárbara y las Nieves empezaron a ser reconocidas porque en sus calles se veían mujeres que vendían su

La Bogotá que ellos querían ver surgir no ha existido nunca, el desarrollo no se ve ni en las acciones ni en los hechos a los que diariamente nos sometemos, como los mismos protagonistas, o peor aún, como cómplices de una realidad social que a pesar de los años no ha progresado para bien.


Pasatiempos SODOKU

Entretenimiento

Sopa de Letras: Paises y Regiones

Sopa de Letras: Paises de AmĂŠrica

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Caricaturas


Imagen de la Plaza de BolĂ­var, en los actos religioso

Social Pablo Morillo Antonio NariĂąo

Fernando VII

Francisco de Miranda

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Cine

Libros

La ciudad del tranvía Autor: Ricardo Montezuma Bogotá 2008

“Bolívar soy yo", revive la historia de un actor que se obsesiona por sus varias interpretaciones del héroe caraqueño Simón Bolívar y termina por retomar su inconclusa misión.

La fotografía y la arquitectura en este libro han ido de la mano y son las imágenes detenidas las que transportaran a todas las generaciones a una época que pocos recuerdan.

Nombre de la película: Bolívar soy yo Año 2002 Género: Ficción / comedia Dirección: Jorge Alí Triana

La historia de frente. Arquitectura de Bogotá. Autor: Antonio Castañeda y Alberto Escovar Bogotá 2010

La voz de Irene Vasco narra a los niños, apoyándose en imágenes e hipertextos, los hechos que sucedieron antes, durante y después de la independencia

Basada en la exitosa novela de Jorge Isaacs. Efraín y María son dos enamorados para quienes el amor es un sentimiento puro y perfecto. El suyo sin embargo está lleno de dificultades y a pesar de ello, los dos siempre se guardan en el corazón. Nombre de la película: María Año: 1972 Género: Drama/Romance Dirección: Tito Davison

Nombre del libro: La independencia de Colombia: así fue Autor: Irene Vasco 2009

Cine Y Libros

El estudio de caso de Bogotá durante más de un siglo (1884 - 2004) ha sido el fundamento para la creación de una colección de cuatro libros que analizan el papel de la movilidad en el crecimiento urbano de la ciudad.

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