La columna vertebral de la historia polaca es larga y quebrada en varios puntos. Con fragmentos enyesados y mal recuperados, con hernias en lugares vergonzosos, fracturas de memoria, prótesis religiosas, parches místicos y santo placebo en forma de esperanza. Ni oriente, ni occidente, pero tampoco centro. Con pésima ubicación geopolítica entre el orden alemán y el volumen ruso, que siempre se enfrentaban en la mitad de camino. El pueblo más católico del mundo y el más conservador de la unión europea. Resistente, a toda costa.