Carlos Guido Escudero
poemas
elandamio
ediciones
Poema de mi doble muerte Siento que voy muriéndome de caminos no andados y de besos no dados y canciones no dichas. Al mismo tiempo muero de la muerte de todos, la del cabello blanco y la espalda vencida. Mi doble muerte me habla de mi gota de vida. La que cae en el margen de una hoja del tiempo, como cae una lágrima en las hojas de un libro que se olvida. Permíteme que calle. No revuelvas con tu bastón de sal mis heridas. Deja que calle. Déjame callando, mientras me muero de águilas y de víboras... Pienso en las tardes de los sueños fáciles, cuando el sauce, el álamo, y la risa; cuando el amor –dos altos ojos verdes– y el beso –corazón de las caricias. Veo el saludo lento de los pámpanos cuando el camino me dejó sin viñas. Y la muerte de todos, esperándome entre las grietas verdes de los días. Veo tu mano atravesando adobes, llamándome del fondo de las ruinas.
poe - 5 - mas
Y me angustian las telas del silencio cuando el silencio pasa por mi vida. Atrás quedó mi pueblo. Atrás mi valle. Voy muriendo de leguas y de días, profundo, soledoso. Llevo el alma recostada sobre una visión de ruinas. Por la orilla de un alba llegarán mis dos muertes. Una con el silencio, la otra con los días. Mientras tanto, no me hables. No revuelvas con tu bastón de sal mis heridas. Deja que calle mientras voy llorándome, mientras me muero de águilas y de víboras...
c. guido - 6 - escudero
Poema mientras me muero Árbol que se deshoja sin otoño. Pájaro que se muere sin invierno. Azul sin golondrinas ni palomas, deshabitado cielo. Risa sin labios más allá de todo. Grito para gritar cuando no puedo. Voz de ilusión quebrada en un volcánico silencio.
Tus ojos ya sin órbitas, volando. Caricia de tus manos ya sin dedos. Tu voz desencajada en los rincones del viento. Desintegrada realidad azul más allá de la página del sueño... Detrás del alba de la primavera, mi muerte azul, que viene amaneciendo.
poe - 13 - mas
Elegía del hombre actual Absorto, entre poleas, está el hombre actual. Tiene en los puños caídos una calandria muerta y un lirio seco. Con severidad de número camina y se mueve. Parece eléctrico. Al verlo, medito en el canto de Whitman y en el alucinado Zarathustra. Yo, que aún creo en la primavera y en el invierno. Yo, que aún me paro a escuchar las calandrias, y me asombro ante un pétalo. (He aquí tu razón, oh, soledad. He aquí por qué estoy llorando bajo un álamo seco, como en el umbral del dolor mientras cae la lluvia, lento). Entre engranajes pasa el hombre actual, como señor y esclavo de ellos. Y pasa la mujer, gestando para la máquina el trágico combustible de músculos y de huesos. (Corazón, no preguntes de aquella que apoyó su cabeza en mi hombro y lloró con mi verso. Tal vez nos recuerda. Tal vez haya muerto...) Mañana, entre engranajes desdentados y hierros retorcidos y grasientos,
c. guido - 10 - escudero
vendrá un muchacho a traernos un mensaje de calandrias al alba y de lirios abiertos. Vendrá, debe venir a suplir a este hombre muerto. A encender el fuego definitivo entre los engranajes, los músculos y los huesos, y a explicarnos su doctrina con lengua de calandrias y de lirios abiertos...
Poema para una desilusión Sí, era la noche; en la alameda, lejos, oteando mi círculo visual. Luego vino reptando por los yuyos, los arbustos, Y se detuvo frente a mí, desnuda. Mis puños resbalaron por sus muslos y quisieron llegar hasta sus senos, húmedos de estrellas. Y tal vez era yo como un Inca orante... Luego, tú. Eras en mí una estrella de las que humedecían los pechos de la noche. Pero debía buscarte entre los yuyos, cuando la noche reptaba. ¡Pero qué bajos mis puños, qué inclinados a la tierra!
poe - 11 - mas
Impreso en una impresora comĂşn en un papel comĂşn en una casa comĂşn