Damir Galazテ信andakovic Fern窶。ndez
MIGRACIテョN & BIOPOLテェTICA Dos escenas del siglo XX tocopillano
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© Damir Galaz-Mandakovic Fern‡ndez, 2013.
!Email: damirgalaz@gmail.com Blog: www.tocopillaysuhistoria.tk !Web: http://damirgalaz.bubok.es www.facebook.com/tocopillaysuhistoria.tk
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© Ediciones RetruŽcanos, Tocopilla-Arica. 1» Edici—n, agosto 2013. Email: retruecanosinversos@gmail.com Impresi—n: Emelnor Impresores, Antofagasta. Origen de la investigaci—n: El presente libro es fruto de las investigaciones realizadas por el autor mientras cursaba el programa de mag’ster y doctorado en Antropolog’a Social, impartido por la Universidad de Tarapac‡ y Universidad Cat—lica del Norte, con sede en el Instituto de Investigaciones Arqueol—gicas y Museo (IIAM) en la localidad de San Pedro de Atacama, Chile. Registro de Propiedad Intelectual: N¼ 230.327 ISBN: 978-956-353-089-6 Dise–o de portada: G & G Dise–os. Marcelo Garret—n Bascu–‡n. Email: letrino@gmail.com
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Nombre del Proyecto CORE 2% Cultura: La conexi—n de sentidos en el escenario tocopillano del siglo XX. Migraci—n y biopol’tica. Agrupaci—n ejecutora: Amigas y Amigos del Patrimonio Cultural y Natural de la Provincia de Tocopilla. RUT institucional: 65. 759. 900 Ð K Direcci—n: Calle Esmeralda N¡3.283, Tocopilla. ! Representante Legal: Margarita Rojas Julio.
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Ejecuta:
CORE Consejo Regional REGION DE ANTOFAGASTA La publicaci—n de este libro fue financiada con recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, F.N.D.R., 2 % Cultura, A–o 2013; aprobados por el Consejo Regional, CORE, II Regi—n de Antofagasta. Con el patrocinio del Consejo Regional de la Cultura y las Artes.
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êNDICE PRîLOGO
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PARTE 1
LA ESCENA DE LA MIGRACIîN EN EL ACONTECER DEL SIGLO XX
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1.1. 1.2. 1.3. 1.4. 1.5. 1.6. 1.7. 1.8. 1.9. 1.10. 1.11. 1.12.
Introducci—n Tocopilla centr’peta Chinos Italianos Yugoslavos Ingleses Griegos Estadounidenses Espa–oles Localidad desbordada Fuga local: conexi—n con Norrkšping Migrantes y una canci—n
12 14 18 28 38 53 66 77 90 98 108 120
PARTE 2
EL IMPACTO SANITARIO DE LA GRAN DEPRESIîN DE EE.UU.
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2.1. 2.2.
Pre‡mbulo Panorama general de la crisis de 1929 en el Norte de Chile La crisis en Tocopilla Asistencialismo y control de la comida Control de precios
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132 134 141 !
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2.3. 2.4. 2.5.
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2.6. !
2.7. ! 2.8. !2.9. 2.10. 2.11.
Una ciudad pasillo por higienizar: los espacios pœblicos y los barrios obreros Aislando al infecto Agua sŽptica y el desaseo a la vista Los enfermos y los borrachos La escena y el biopoder Arquitectura moderna biopol’tica del Frente Popular
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REFERENCIAS
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PRîLOGO
enmarcamos dentro en un nuevo proyecto investigativo que busca comprender los sentidos de algunos procesos vividos en el escenario tocopillano desde una antropolog’a hist—rica. Hemos incorporado nuevos enfoques conceptuales y modelos te—ricos de interpretaci—n que ayudan a acercarnos de un modo distinto, para comprender de mejor manera lo que han sido las particularidades del devenir de acontecimientos y procesos en el contexto local. Evidenciamos en el siglo XX una serie de sentidos conectados en procesos que reclaman su relato.
Nos
Abarcamos dos grandes temas, uno centrado en migraciones internacionales y el otro centrado en una crisis socioecon—mica y la reacci—n del Estado frente a ella. Ambos procesos son retratadores de elementos de diverso tipo como es inherente en todo proceso hist—rico. Dos escenas que nos remiten a una particular relaci—n social. Estos temas los presentamos en dos art’culos. El primero lleva por nombre: ÒLa escena migratoria en el acontecer del siglo XXÓ. El segundo art’culo se denomina: ÒEl impacto sanitario de la Gran Depresi—n de EE.UU. (1930-32)Ó Reacci—n biopol’tica del Estado.
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En el primer apartado abordamos el tema de las migraciones internacionales que van hacia y desde Tocopilla. Se acomete una descripci—n inductiva y sintŽtica de un escenario de apogeo econ—mico Ðocurrido en la primera mitad del siglo XXÐ debido a ! la explotaci—n de cobre y salitre que motiv— la llegada de colectivos
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migrantes internacionales que dejaron su impronta en !determinadas labores del comercio e industria local, tal como es el caso de los inmigrantes chinos, yugoslavos, ingleses, espa–oles, !griegos, estadounidenses e italianos. Se describen algunos estudios de casos demostrativos, que por razones de espacio no nos ! permiten incorporar a otra gran cantidad de personajes y familias.
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El art’culo en su fase final, instala, de modo exploratorio, el caso de la emigraci—n en Tocopilla en una peculiar y masiva articulaci—n con la ciudad de Norrkšping, en Suecia. Proceso resultado de la atm—sfera pol’tica y econ—mica modificada en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, en especial en el periodo de la dictadura militar chilena (1973-1990) tanto a nivel macro como micro, subyaciendo a ello la transformaci—n de Tocopilla en un polo de desintegraci—n social, expresado en la emigraci—n. En el segundo manuscrito se aborda la crisis del a–o 1929 iniciada en EE.UU., que impacta en Tocopilla entre 1930 y 1932. Estudiamos la crisis econ—mica y su impacto en distintos focos de la vida local, con Žnfasis en lo sanitario; esta vez ensayada desde los dispositivos de poder aplicados en la poblaci—n, los que intentaron estatizar lo biol—gico a travŽs del control de las corporalidades. Incorporamos, entonces, una mirada desde la biopol’tica, que en este proceso hist—rico es observada como una pr‡ctica que busca la restricci—n en la circulaci—n, el control de los precios, la proscripci—n de la prostituci—n, el control vivienda, ! vigilancia del agua potable, la disposici—n de alimentos y la higienizaci—n forzada hacia los cesantes. Fue el trienio de 1930-32 un periodo de acciones por parte del Estado orientadas a modelar la vida, a administrar y gestionar cuerpos en el territorio, y a un modo espec’fico de intervenci—n del Estado, vinculado a un proyecto biopol’tico que establece la necesidad de violentar ÒunosÓ para favorecer el vivir de ÒotrosÓ. La violencia al servicio de la vida frente a una ciudad que expres— relaciones entre individuos y !
grupos que manifiestan formas de apropiaci—n diversa respecto del espacio. Surgen representaciones nuevas de los espacios urbanos, quiz‡s como respuesta violenta al orden instaurado. Finalmente en este ensayo, se analiza la agencia del Estado para superar la pobreza habitacional con la implementaci—n de una arquitectura y urbanismo funcional, que oper— entre el car‡cter social y una modernidad arquitect—nica biopol’tica en tiempos del Frente Popular. Destacamos de este libro la nueva mirada que acomete frente a la historia tocopillana, una mirada plural y procesual, no se pretende dar cuenta de una historia. Tocopilla, en este caso, se explica y la trabajamos mayoritariamente desde la subalternidad y la relectura de lo sabido, dejando de lado esas miradas monocausales de los procesos sociales. A saber que comprendemos la historia como una trama de acontecimientos multiasociados y heter—clitos, muchas veces difusos. En ese sentido, en este libro queremos comprender el c—mo Žsta peque–a localidad portuaria se inscribe en los conciertos regionales y mundiales. Y de c—mo lo global se inscribe tambiŽn en lo local. Dos art’culos que se registran y archivan en un mismo escenario temporal y territorial. Estimulamos a dar una mirada a ciertos sucesos y episodios significativos que forman parte de dicho transcurrir desde una antropolog’a hist—rica. Entendiendo que cada proceso y episodio aporta sus propios colores, su estilo, sus resistencias, sus cambios y continuidades, sus formas, fuerzas y sus propias texturas en ese cuadro en donde se bosqueja y se ensaya la vida local.
Damir Galaz-Mandakovic Fern‡ndez !
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PARTE 1
LA ESCENA DE LA MIGRACIîN EN EL ACONTECER DEL SIGLO XX
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Òha sido un largo viaje, se nos cerraban los ojos, pero el sue–o no nos venci— y no cerramos los ojos. Llegamos, y vistos nuestros bolsillos que s—lo estaban llenos de! sue–os, tuvimos que abrir bien los ojos para seguir viviendoÉÓ (An—nimo)
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1.1.
INTRODUCCIîN
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migraci—n como fen—meno hist—rico y antropol—gico ha sido exiguamente estudiado en la zona minera costera nortina de Chile, en especial en Tocopilla1, ! requiriendo de una mirada anal’tica que contextualice los diversos flujos de un puerto que de ser centr’peto, se ha transformado en centrifugo. Ambos procesos expresados, respectivamente, en la primera y la segunda mitad que dividen al siglo XX. Esto œltimo atribuido al resultado de una econom’a de mercado que ha acrecentado el subdesarrollo de la localidad de Tocopilla, en consonancia con la llamada Concentraci—n Territorial 2 que a la postre ha configurado un desequilibrio regional econ—mico.3
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La
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 1 Puerto fundado en 1843 por Domingo Latrille, la explotaci—n de cobre es su antecedente. Luego, con el descubrimiento de los salitrales en el sector llamado El Toco en la segunda mitad del siglo XIX, ubicado en la Depresi—n Intermedia del Norte de Chile, su vocaci—n de exportaci—n de salitre ser’a cada d’a mayor. Fue declarado por Bolivia como Puerto Menor en 1871 y luego, por efecto de la Guerra del Pacifico, pasa a configurar parte del territorio chileno (22 de mayo de 1879). Debido al impulso dado por la explotaci—n de salitre y la industrializaci—n de su extracci—n, traslado y embarque, el Estado chileno declara a Tocopilla como Puerto Mayor en 1880. 2 Se conoce como Concentraci—n Territorial a la tendencia, persistente y generalizada, de la aglomeraci—n !de actividades productivas y de la poblaci—n ligada a ella en un nœmero muy reducido de localidades de cada sistema regional, Òlo cual ha dado origen a la conformaci—n de estructuras desequilibradas en lo que respecta a la distribuci—n espacial de las fuerzas productivas y al desarrollo diferenciado en distintas partes del espacio nacional Ó (De Mattos, 1984:63) siendo esto consecuencia de la legislaci—n econ—mica y del rŽgimen de gobierno que adopte cada pa’s. 3 Tocopilla, segœn el censo del a–o 2002, posee una poblaci—n de 23.986 habitantes. Su econom’a ha estado determinada por su aislamiento geogr‡fico, que limita su expansi—n urbana, como as’ tambiŽn su aislamiento econ—mico al estar ubicada al centro de tres grandes polos de desarrollo; Iquique, con su
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En ese escenario, nos remitiremos a un an‡lisis y caracterizaci—n de la inmigraci—n china, italiana, yugoslava, inglesa, griega, espa–ola y estadounidense en Tocopilla, en el contexto de la consolidaci—n como puerto salitrero en el proceso que prosigue a la Guerra del Pacifico.4 Apuntamos a la comprensi—n del fen—meno migratorio desde la historia local, con determinados estudios de casos, de modo que, desde un enfoque inductivo, podamos adentrarnos en la visi—n de los procesos de integraci—n y aportes de estos grupos migrantes en el desarrollo de la historia de Tocopilla.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! apogeo comercial; Calama, con su impulso minero y Antofagasta, que suma los dos anteriores, el comercial y el minero, a travŽs del car‡cter portuario. 4 La Guerra del Pac’fico, tambiŽn denominada Guerra del Salitre, fue un conflicto armado acontecido entre los a–os 1879 y 1883. En este conflicto se enfrentaron la Repœblica de Chile, las Repœblicas de Perœ y Bolivia. ƒstas dos œltimas aliadas contra Chile. El resultado de la guerra signific— que, Chile ocupara gran parte de la zona sur de Perœ y el occidente boliviano, siendo la mediterraneidad de Bolivia el efecto m‡s grave por la ocupaci—n de todo el litoral boliviano por parte de Chile. Tocopilla junto a Cobija, eran los principales puertos bolivianos hasta el 22 de marzo de 1879, cuando Tocopilla fue ocupado por Chile. Ver: Ahumada Moreno, Pascual (1892). Guerra del Pac’fico: recopilaci—n completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y dem‡s publicaciones referentes a la guerra, que ha dado a luz la prensa de Chile, Perœ y Bolivia, conteniendo documentos inŽditos de importancia. Valpara’so: Imprenta del Progreso. Vol. 8. Ver: Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la Repœblica del Perœ. 8¼ Edic. Diario La Repœblica. Lima, Perœ. !
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1.2.
TOCOPILLA CENTRêPETA
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El puerto tocopillano, en la apertura del siglo XX, obten’a su !apogeo gracias a los flujos econ—micos generados por la explotaci—n de cobre y salitre y el porteo realizado en Tocopilla. !De ah’ que en Tocopilla se establecieran las grandes compa–’as ligadas a la explotaci—n y exportaci—n del nitrato, entre ellas Folsch y Martin, Anglo Chilean y Nitrate Agencies, The Chile Exploration Company, todos ellos capitales de origen inglŽs y norteamericano. ƒsta era una ciudad de un viviente impulso econ—mico, en la conexi—n consolidada con el capitalismo mundial a travŽs de la mercantilizaci—n de las riquezas naturales. Se avizoraba, en gran sentido, un rasgo cosmopolita, tanto por la diversidad de sus habitantes y el mœltiple arribo de decenas de veleros ansiosos por el salitre, a su vez de los vapores navieros con pasajeros tambiŽn ansiosos por trabajo.
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Las grandes colonias residentes que exist’an en Tocopilla no s—lo dominaban las actividades mercantiles, sino que tambiŽn dominaban los aspectos de la mentada vida social. Ellos crearon mœltiples sociedades de Socorros Mutuos, entidades benŽficas, Compa–’as de Bomberos y el connotado Club de la Uni—n. Tra’an consigo grandes tiendas importadoras de productos lujosos que proporcionaban a la comunidad finas lozas, perfumes, porcelanas, cristaler’as, sedas, gŽneros y suntuosos pa–uelos, sombreros y tambiŽn cigarros, del mismo modo exist’a el contrabando de una ! diversidad de alcoholes considerados como ex—ticos. La vida nocturna era cada vez m‡s agitada y bullida; se escuchaban mœltiples idiomas, las costumbres se tornaron heterogŽneas, diversificaron los usos del espacio pœblico, las vestimentas, las costumbres, las comidas, las fiestas y el deporte. Los marinos mercantes eran chinos, afroamericanos, hindœes, ingleses, suecos, noruegos, griegos, filipinos, entre otros tantos. Algunos se
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quedaron a residir, de manera que esos grupos dejaron de ser flotantes y se convirtieron en tocopillanos por adopci—n. As’ como tambiŽn llegaban marinos de distintos pa’ses, que no pocas veces tra’an problemas para el orden pœblico, por las continuas peleas y disturbios generados por los excesos con el alcohol de estos marinos mercantes.5 La poblaci—n crec’a de a poco y la ciudad tambiŽn se expand’a hacia los sectores norte y noreste. Surg’an poblaciones, restaurantes, mœltiples hoteles, pensiones y casas de remolienda. En ese escenario, se instalaba en el sector Algodonales una gran compa–’a a cargo de proporcionar energ’a elŽctrica a la mina de Chuquicamata6, la firma estadounidense The Chile Exploration Company (1914-15) perteneciente a Guggenheim Bros. Adem‡s de productos estimulantes del contrabando, tambiŽn llegaba una peste aciaga: la Fiebre Amarilla, que merm— considerablemente a la poblaci—n a travŽs de la muerte y del alto nœmero de desplazados y emigrantes en el a–o 1912. En aquel entonces, en principios de siglo, exist’an alrededor de 5.0007 habitantes8, pero se presentaban dos segmentos
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 5 Entrevista a J.A., tocopillana, de 78 a–os. Jubilada, labor— durante toda su vida en empresa vinculada a la exportacion de salitre. Entrevista realizada en Tocopilla, en marzo de 2012. 6 Chuquicamata es la denominaci—n de una mina de cobre a cielo abierto y de un antiguo campamento minero, situado a 15 km al norte de la ciudad de Calama, y a 245 km. de Antofagasta en la Regi—n de Antofagasta. Considerada la mina cupr’fera m‡s grande del mundo en su tipo y es una de las mayores en producci—n de cobre de Chile. Inici— la producci—n de cobre en 1915 y hasta el a–o 2007 posey— un campamento o poblado minero. En la actualidad pertenece al Estado chileno y es administrada por CODELCO. 7 Cifra hallada en los Arch. Gobernaci—n de Tocopilla, expresada en mœltiples apreciaciones del Gobernador V’ctor GutiŽrrez, quien ejerci— el cargo ! desde 1901 hasta 1917. A modo de ejemplo en un oficio, N¼ 23 de marzo de
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fuertemente distanciados en la poblaci—n; uno marcado por la elite, !constituida inicialmente por ingleses vinculados a las actividades salitreras, o bien comerciantes; y otro grupo al opuesto, el sector !obrero, tales como pirquineros, lancheros, estibadores, cargadores y empleados particulares. !
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Ambos grupos, en una dicotom’a de clases, estaban separados por un gran abismo social y cultural. La elite de Tocopilla, mayoritariamente inglesa, adem‡s de peque–os mercaderes de minas, admiraba Òlo europeoÓ. Usualmente, gesticulaban, vest’an y hablaban a la usanza inglesa. Ellos configurar’an encapsulados grupos de tertulias y juntas sociales, en donde la prosapia y alcurnia del origen determinaba todo en conjunto con la riqueza y posesiones mineras acu–adas en el transcurso de los a–os. Sin embargo, en el otro sector, el obrero se embadurnaba con el analfabetismo y el alcoholismo. Muchos de estos llegaban desde el sur ÒenganchadosÓ para trabajar en las minas de cobre u oficinas salitreras, sus viviendas al pie de los cerros tocopillanos9 eran verdaderas pocilgas y cuchitriles insalubres, sin agua potable y con pozos negros sin cegar. Lugares con altas tasas de infecci—n y de alta muerte infantil. No olvidemos que, en este periodo Chile presenta la tasa de mortalidad infantil m‡s alta en el mundo.10 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 1908, dirigido al Intendente de Antofagasta, menciona en reiteradas ocasiones la ! cifra aproximada de 5.000 personas. Cuestionaba los censos debido que Òno median la vasta poblaci—n flotante.Ó Y no consideraba a los ilegales o Òno registradosÓ. 8 El primer censo realizado en Tocopilla fue en el a–o 1885, aquŽl contabiliz— 1.816 habitantes. Una cifra que era doblada por la suma de las poblaciones de Cobija, Gatico y Òalgunas minasÓ, llegando al guarismo de 2.382 personas. 9 Entre estos sectores podemos citar Pampa Este, Ciudad Perdida, El Salto, Huellas Tres Puntas, Villa Esmeralda, los llamados barrios obreros, caracterizados por la insalubridad y pestilencia. 10 Illanes, 2007: p‡g. 15.
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En este escenario, el pa’s se aprontaba a celebrar su primer centenario y para ello se organizaron diversas actividades deportivas, sociales y culturales, de las cuales la ciudad de Tocopilla tambiŽn particip— a modo de consolidar el proceso de chilenizaci—n11 en los llamados nuevos territorios. Entonces, este peque–o puerto otrora boliviano, se transformaba en un polo bullente, con una fuerza de atracci—n para diversos grupos humanos interesados en prosperar monetariamente, como as’ tambiŽn en grupos interesados en huir de sus hostiles contextos de origen marcados por la guerra.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 11 Campa–a de fomento de una identidad nacional impulsada por el Estado chileno tras la Guerra del Pac’fico que a la postre signific— un proceso de transculturaci—n de las zonas ocupadas. El foco estuvo centrado en Arica, Iquique, Tocopilla, Antofagasta, Mejillones, Calama y todos los poblados precordilleranos. Los ejes con los cuales el Estado chileno buscaba consolidar una identidad nacional homogeneizadora y as’ inculcar el sentimiento nacional y borrar deliberadamente todo rasgo cultural peruano y boliviano, fue la educaci—n pœblica, el servicio militar obligatorio y el cambio de nombre de las calles. A lo anterior debemos adicionar el establecimiento de puestos fronterizos para controlar el tr‡fico y comercio hacia Bolivia y Perœ, promoviendo a su vez la llegada de misioneros que ÒcivilizaranÓ a la poblaci—n aimara. Las pol’ticas de chilenizaci—n en ! la poblaci—n se conservaron durante gran parte del siglo XX y se enfatizaron durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
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1.3.
CHINOS
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En la costa correspondiente al actual norte de Chile, la inmigraci—n 12 !inicial de chinos est‡ promovida por los Coolies , quienes llegaron como esclavos en grandes oleadas a travŽs de barcos mercaderes, !en el tr‡nsito de la segunda mitad del siglo XIX. La extracci—n del guano los conglomerar’a en las costas del sur peruano. En el sector de Tocopilla, especialmente en la caleta Paquica13, ha sido posible encontrar verdaderos cementerios de chinos, cerros con ataœdes misŽrrimos y ro–osos que reflejan sus vidas y sus muertes.14
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El gobierno peruano en 1849 autoriz— la inmigraci—n de chinos Coolies embarcados en Cant—n y tambiŽn en Macao, a travŽs de la llamada Òpol’tica de consignacionesÓ, muchos de ellos muriendo en altamar por las insalubres condiciones de su viaje.15 Una vez llegados a Perœ, este horrendo tr‡fico humano terminaba su viaje en las guaneras m‡s frondosas, tales como Paquica, Patillos, Guanillos del Norte, Pabell—n de Pica y Caleta Lobos, todas ubicadas en el camino coste–o que une Iquique con Tocopilla. Lo que era un buen negocio para algunos, para miles de chinos las guaneras fueron su devastaci—n; all’, colgados con cables y cordeles sobre andamios desmejorados, puentes colgantes, trabajaban todo !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 12 Coolies es una denominaci—n peyorativa del inmigrante chino en el siglo XIX, considerados obreros de clase baja. Es tambiŽn un tŽrmino expansivo de asi‡tico o "mano de obraÓ. En la esfera pœblica, el coolie era de hecho ! presentado como un estereotipo sensacionalista de la mano de obra asi‡tica. Las campa–as moralistas y anticoolies, junto con los escritos abolicionistas en contra de la mano de obra coolie, contribu’an a las connotaciones negativas asociadas con el tŽrmino (Yung, 2008: p‡g. 2). Otra versi—n indica que es una palabra que proviene del chino, zuo kuli, que significar’a Òel que trabaja duroÓ. Kuli ser’a amargo, duro, y Li, ser’a fuerza, trabajo. Son los ingleses quienes expanden el vocablo coolie, del cual deriva su castellanizaci—n cul’. 13 Situada a 25 kil—metros al norte de Tocopilla. 14 Collao, 2001: p‡g. 292. 15 çguila, 2001: p‡g. 135.
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el d’a, de sol a sol. Cada chino cargaba un capacho en su espalda. Luego, los cerros con sus cuevas e improvisadas pocilgas, los esperaban como dormitorios, sufriendo el hambre, el fr’o y el cansancio por el exceso de trabajo. Posteriormente, los chinos fueron utilizados como avanzadas del ejŽrcito chileno en la Guerra del Pacifico16 y en Tocopilla muchos fueron utilizados en la construcci—n del ferrocarril salitrero, inaugurado en 1890, obra tit‡nica en donde los chinos realizaron los trabajos m‡s riesgosos y pesados; colocaci—n de dinamitas, cargas, elaboraci—n de zanjas, entre otras labores que resultaron mortales. En el pleno siglo XX, sobre todo en la dŽcada del treinta, la presencia china en las localidades del norte era significativa, lo que se hac’a notar especialmente en Iquique. Esta migraci—n fue m‡s expresiva a partir de 1931, lo que podr’a haberse motivado por la invasi—n de Jap—n a China, a partir de la cual se configur— un gran Žxodo. La presencia china se acompa–— del surgimiento de una mirada aut—ctona de desprecio y rechazo, debido a que para algunos tocopillanos estos inmigrantes pod’an, potencialmente, ÒdegenerarÓ la llamada Òraza chilenaÓ 17. Los que realmente ri–eron
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 16 Culminada la conquista de Tarapac‡, la guerra se traslad— hacia el interior de Perœ. En ese contexto Patricio Lynch Òconquist—Ó a los chinos y los hizo participar en las batallas. Cuando los coolies fueron liberados de la tuici—n de sus amos, los hacendados peruanos, se produjo su adhesi—n a la causa chilena, a travŽs del batall—n de chinos Vulcano. Ver a Diego Lin Chou, (2004) en ÒChile y China, inmigraci—n y relaciones bilaterales 1845-1970Ó. 1¼ Edic. Centro de investigaci—n Diego Barros Arana. Santiago de Chile. 17 Raza Chilena es un concepto nacionalista que tuvo su apogeo en la segunda dŽcada del siglo XX, sus ideas centrales estaban basadas en los escritos de Nicol‡s Palacios, quien en 1904 public— el libro ÒRaza chilenaÓ, que en la pr‡ctica era una apolog’a del pueblo chileno y desaprobaba la adopci—n de modelos culturales for‡neos. Es una obra basada en el evolucionismo de Darwin y Spencer, sosteniendo que el pueblo chileno pertenec’a a una raza superior, formada por la! mezcla de conquistadores de raza goda y araucanos ÒreciosÓ y valientes. Esta ideolog’a calz— con el proceso de Òchilenizaci—nÓ aplicado en el
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con estos inmigrantes fueron los tocopillanos pertenecientes al !comercio establecido, ya que los orientales comenzaron a instalar negocios ligados con la venta de carne o con la venta de comida, !amenazando, a travŽs de la competencia, las ventas del comercio local. !
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Cabe decir que los chinos, alrededor de la misma dŽcada merodeaban el sector del Matadero Municipal18 recogiendo las sobras del faenamiento de los animales para la obtenci—n de la carne, es decir, las guatas, las chunchules, las cabezas, las lenguas, las patas, los corazones o los h’gados, y una serie de los llamados mondongos19 Todo lo que sobraba o bien, lo que no era ÒdignoÓ de comer en la Žpoca. Esas ÒsobrasÓ o excedentes una vez recogidos, eran ofrecidos en pobres carretones20 por el sector m’sero e infausto llamado Manchuria.21
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! norte del pa’s, por ello fue un concepto recurrentemente citado por autoridades y peri—dicos. Ver Nicol‡s Palacios (1918) en ÒRaza ChilenaÓ. 2¼ edici—n, Editorial Santiago Vol. 1 y 2. 18 El extinto Matadero Municipal estuvo emplazado en el mismo lugar en donde hoy se encuentra el Liceo PolitŽcnico Diego Portales Palazuelos, en la Avenida Teniente Merino con calle Cuarta Poniente. 19 Entrevista a J.A., tocopillana, de 78 a–os. Jubilada, labor— durante toda su vida en empresa vinculada a la exportacion de salitre. Entrevista realizada en Tocopilla, en marzo de 2012. 20 ! Uno de los distribuidores artesanales de carnes m‡s recordados en el sector cŽntrico y Manchuria fue el popular chino Li Ke, a quien le espa–olizaron su nombre por Enrique. 21 La Manchuria sector que se presentaba como un gueto con chabolas de calaminas oxidadas, trozos de cart—n, sacos de papas, y viviendas deprimentes. Un panorama habitacional absolutamente pobre que se configur— c—mo el sector m‡s afectado por el gran aluvi—n de 1940. Una versi—n sobre el origen del nombre se debe a que los primeros ocupantes de estos dispares terrenos fueron ciudadanos chinos, quienes reprodujeron la pobreza vivida en sus tierras natales. Manchuria constituye una regi—n ubicada al noreste de China.
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Tales impulsos en la inmigraci—n, hicieron que el Alcalde de Tocopilla, Sr. Luis C‡rcamo, en junio de 1931, exigiera a la Intendencia de Antofagasta el establecimiento de un severo control sobre los asi‡ticos, como as’ tambiŽn tratar de evitar derechamente la afluencia de los cantoneses que, segœn C‡rcamo, a diario llegaban masivamente a la ciudad: ÒEstos ciudadanos chinos son un peligro ante la raza, pueden degenerarla a travŽs de la insalubridad en la venta de carne, adem‡s de su afici—n por el juego. (É) Es de esperar medidas correctivas antes estos for‡neos que perjudican a nuestra poblaci—nÓ.22 Esta mentalidad, hija de su per’odo, no se alejaba mucho a lo que el Estado pregonaba en cuanto al concepto de migraci—n, el menos as’ lo explicitaba en el Diario Oficial del 24 de noviembre de 1880, en el que Òse considera inmigrante libre (É) a los estranjeros de orijen europeo o de los Estados Unidos (É) que siendo menos de cincuenta a–os i acreditando su moralidad i aptitudesÉÓ. 23 A este grupo migratorio los requerimientos eran mayores al momento de ingresar al pa’s (como, por ejemplo, el poseer cierta cantidad de dinero). Adem‡s, en el comienzo del siglo XX, se les exig’a un examen mŽdico, el cual daba p’e a un Òpasaporte sanitarioÓ, prontamente, alrededor de los a–os veinte, se les solicitaba un documento a cargo de autoridades chinas quienes deb’an certificar conducta, examen mŽdico y vacunaci—n. Esto se deb’a a que aparentemente los chinos eran considerados como potenciales portadores de plagas y enfermedades. En 1930 a todos los chinos, para que lograsen ingresar al pa’s, se les requer’a la
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 22 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla. Oficio N¼23 dirigido al Intendente de !Antofagasta. 19 de marzo de 1931. 23 Campos y El’as, 2006: p‡g. 95.
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suma de 300 d—lares como garant’a. Esta suma deb’a ir a nombre !de la delegaci—n china en Santiago, pudiendo el migrante retirar este dinero una vez instalado en el pa’s siempre y cuando pudieran !probar que pose’an trabajo. Una vez retirado el dinero era utilizado, generalmente, como un capital inicial de los negocios ! regentados por la colonia China. Esta œltima pr‡ctica enfadaba no s—lo a los comerciantes tocopillanos, sino que tambiŽn a los de Iquique y Arica. Pese a las hostilidades, la gran comunidad china residente en Tocopilla se fue organizando y en 1928 funda el gran Centro Chung Hwa, cuyo primer presidente fue el se–or Juan Chang. Prontamente, en el a–o 1933, construir’an una gran casona, ubicada en la calle 21 de Mayo. El ejemplo de emprendimiento demostrado por los chinos es sorprendente, quiz‡s aplicando una l—gica confucionista en cuanto a generar ahorros y a la vez en la bœsqueda de generar reconocimiento y legitimidad social. Su acumulaci—n financiera, en base a la fuerza de su trabajo, dio pie a la filantrop’a manifestada ya en la dŽcada de 1940. As’ lo dej— en constancia el Gobernador Pedro Mu–oz Rojas en diciembre de 1943, cuando agradec’a el cheque entregado para el ComitŽ Pro Pascua de los Ni–os Pobres. Entre otras palabras afirmaba que:
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ÒPerm’tame se–or Presidente del Centro Chung Hwa, testimoniarles una vez m‡s el reconocimiento de gratitud hacia su instituci—n, ya que siempre ha estado atento a las peticiones de ! esta Gobernaci—n, contribuyendo gustoso y ampliamente a cu‡nta obra de bien se ha iniciado en la ciudad, siendo un ejemplo para las dem‡s instituciones ÉÓ. 24
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 24 Arch. Gob. Tocopilla Oficio N¡741, dirigido a Roberto Ly Cere, Presidente del Centro Chung Hwa. 1 de diciembre de 1943.
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En este sentido, de simples distribuidores de carne, muchos orientales se transformaron en personajes pudientes en el contexto local. Un caso de acumulaci—n lo represent— el inmigrante chino Santiago Chiong, quien construy— en 1932 un gran local para instalar su almacŽn especializado en la venta de carnes configur‡ndose como uno de los principales proveedores de la pampa salitrera en la dŽcada del treinta. Desde aquellas fechas, el local adquiri— la preferencia de los tocopillanos.25 Otro caso lo represent— el Sr. Chau quien levant— un edificio e instal— un restaurant, un prost’bulo, dos peluquer’as y cabaret con una gran pista de baile denominada ÒEl AsiaÓ, lugar icono de la bohemia nocturna en la dŽcada del cuarenta.26 La colonia china, podemos afirmar, fue la que sufri— las mayores restricciones en el proceso de inmigraci—n, fruto del prejuicio y la hostilidad expresada desde los vecinos hasta los pol’ticos, existiendo proyectos de ley que directamente atacaban y buscaban cerrarles las puertas. Uno de los m‡s recordados es el proyecto del diputado Malaqu’as Concha en 1906, que en su articulo N¼1 expresaba abiertamente que, Òqueda prohibida la inmigraci—n en el pa’s de individuos de raza amarilla o mong—lica o eti—picaÓ.27 Aœn en estos pesares, el impulso de la inmigraci—n china logr— consolidarse en el devenir de la historia local. Pero no s—lo contra los comerciantes ten’an que lidiar los chinos, sino tambiŽn con los
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 25 En dŽcadas posteriores, especialmente en la del 70, este negocio tendr’a una gran notoriedad ya que, desde este local surg’an grandes filas para abastecerse de productos de primera necesidad. Eran los tiempos de la Unidad Popular (UP) caracterizada por el desabastecimiento y el mercado negro. 26 Su publicidad aparecida durante enero de 1941 en el Diario La Prensa de Tocopilla, consignaba lo siguiente Òall days dancing room, excellent orchestra, day and night restaurant, beer, wines and liquors, beautiful all girl for dancingÓ. Este local se incendi— en agosto de 1949. ! 27 C‡mara de Diputados, Ord. Sesi—n N¼ 47, 10 de agosto de 1906.
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grupos de teatro, quienes los trataban despectivamente y se !burlaban a destajo de los orientales, ya sea por rasgos faciales, por asuntos del habla y sobre el supuesto problema higiŽnico de sus !negocios y viviendas. En junio de 1932 el Presidente del Centro Chung Hwa, Juan Chang se quejaba ante el Gobernador y por el ! diario La Prensa de Tocopilla en contra del grupo de teatro ÒLos CriollosÓ, conjunto formado por empleados y obreros cesantes, ante lo cual expon’a en una carta: ÒEl grupo los criollos (...) llev— a escena un mon—logo recitado por el se–or Macaya, y que se titulaba Chung Hwa i aparte de este, repiti— varios otros por el estilo, totalmente fuera de programa, imitando en forma maliciosa nuestro idioma (...) siempre se ha desempe–ado igual acto en el teatro, no siendo la primera vez, i se ofenda as’ paisanos chinos i junto con ello a la colonia que presido. Este denuncia busca detener lo que ridiculiza ofende y menoscaba nuestra dignidad de ciudadanos chinos respetuosos de este pa’sÉÓ. 28 De este modo, el pasar de los chinos segu’a siendo hostil, pero esto no era exactamente lo determinante a la hora de conglomerarse y rec’procamente auxiliarse, ya que para muchos de los tocopillanos, pese a las circunstancias, los chinos Òfueron caracterizados por ser personas unidas y solidariasÓ. 29
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Ejemplos de chinos emprendedores y comerciantes son Guillermo ! Chang, quien instal— el almacŽn ÒSan PedroÓ en calle Bolivar. Arturo Tang naci— en Cant—n llegando a los 17 a–os a Iquique traslad‡ndose al poco tiempo a Tocopilla. Tuvo una carnicer’a, administr— ÒEl AsiaÓ, y tuvo la tienda ÒVictoriaÓ en calle 21 de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 28 Archivo de la Gob. de Tocopilla, Cartas recibidas, N¼ 93, junio 1932. 29 Entrevista a Amelia Barrera. Ovallina, nacida en 1911, fallecida en 2010. Due–a de casa y residente en Tocopilla desde 1929 hasta 2010. Entrevista realizada en Tocopilla en febrero 2007.
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Mayo casi esquina Bol’var. Alfredo Cam lleg— al Perœ en donde se transforma en comerciante pero en Tocopilla viv’a una hermana quien lo manda a llamar. Una vez en el puerto, instala una verduler’a, y diversifica su negocio hacia los alcoholes y carnicer’a mayorista con clientela en la pampa. Una vez consolidado en el comercio, abre la tienda ÒLa PerlaÓ. Kai Lau Chau instala un almacŽn con ventas de abarrotes y diversidad de v’veres. Aquellos fueron sus primeros pasos para instalar una carnicer’a en la avenida Diagonal. Felipe Jaug instal— un almacŽn en Sucre esquina Freire llamado ÒDon FelipeÓ, tambiŽn ser’a una botiller’a. Los descendientes de la primera generaci—n de chinos netos, crearon el Centro de Hijos de Chinos, llamado Cheng Ning Hui. En la caracterizaci—n de sus labores, como hemos evidenciado, predominaron la venta de carnes y los restaurantes. Las familias que marcaron presencia fueron los Lay, Tang, Loo, Cam, Max, Chong, Chang, Chia, Chiang, Kong, Kam, Lau, Anch, Hafon, Ypung, Yap, Chong ku, Gam, Han-Shing, Kam. La figura de la donaci—n fue otra forma de obtener legitimidad y reconocimiento social. Un hecho recordado fue la donaci—n de un parque de juegos infantiles por parte de Arturo Chau Ly. ÒAnte numeroso pœblico y con la asistencia de las autoridades fue inaugurado ayer el parque de juegos infantiles Arturo Chau LyÓ. Titulaba La Prensa de Tocopilla, en el corte de cintas en las afueras del Estadio Municipal. En aquel acto, las palabras del ciudadano chino fueron las siguientes: ÒVinculado a este pueblo por muchos a–os de permanencia en Žl, vinculado a una familia chilena por lazos de sangre, ya que mi mujer y mis hijos son chilenos he querido obsequiar estos juegos a los hijos del pueblo de Tocopilla. Quiero en esta forma agradecer en parte el afecto y la hospitalidad que debo al pueblo de ChileÓ Arturo Chau Ly.30 !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 30 Citado por ! La Prensa de Tocopilla, 25 de diciembre de 1944.
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Gregorio Yap, Ram窶馬 Young, Arturo Chau Ly e Hilario Chau Lin.!
Familia Yap.!!
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Residentes de la colonia china en Tocopilla. (1960, circa).
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Restaurant Kontong y los integrantes del Centro Chino Chung Hwa
Roberto Gin, Gregorio Yap, Alfredo Cam, Ernestina Loo, Guillermina Maguida, Arturo Tan, Santiago Chau y Domingo Yap.!
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! pertenecientes al Cheng Ning Hui. DŽcada del 60. ! Grupo de j—venes
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1.4. ITALIANOS !
Dentro de los grupos de inmigrados europeos, la colonia italiana !fue m‡s dispersa en el norte y en sus salitreras, desarroll‡ndose fuertemente entre 1880 y 1930, Žpoca en que miles de italianos !inmigraron a AmŽrica.31 Una de las caracter’sticas apunta a un proceso denominado como inmigraci—n libre, en base a la cadenas migratorias, sustancialmente definidas por las familias. Abocaron sus actividades prioritariamente al comercio e industria. Segœn el censo de la colonia italiana en Chile realizado entre 1926 y 192732, en el Departamento de Tocopilla los italianos que destacaban en la venta de abarrotes eran las familias Farmolaro, Gaetano, Fraumeni, Bongiorno y CIA y Schiappacasse. En tostadur’as y cafŽ, destaca el Sr. Onetto, en las panader’as Pedro Mondaca, en las paqueter’as y zapater’as, Fraumeni Bongiorno y C’a.
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Las primeras familias inmigrantes avecindados en el puerto fueron Cessari, Martinetti, Bongiovanni, Postori, Pellegrini, Picardo, Begliomini. Un caso representativo es la familia Aste. En 1927, desde Italia llegaba al norte de Chile un juvenil Lorenzo Aste Viacaba junto a su esposa Mar’a Depinto, ambos nacidos en Rapallo. Su primera parada fue Iquique y luego de celebrar fat’dicos negocios, y tambiŽn por enfrentar serios conflictos entre paisanos, llega a Tocopilla en 1932.33 Es en el puerto salitrero de Tocopilla donde levantan una tienda de telas llamada ÒLa Sin RivalÓ que para los tocopillanos siempre fue reconocida por el ! apellido de su due–o, popularmente mencionada como ÒLa Casa AsteÓ. Fue una exitosa tienda especializada en la venta de gŽneros, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 31 D’az, 2002. 32 Censo Industrial y Comercial de la Colonia Italiana en Chile, 1926-1927. P‡g. 9. Disponible en http://memoriachilena.cl 33 Entrevista a Dino Aste Depinto. Tocopillano, nacido en 1930, empresario jubilado y dirigente social, descendiente de inmigrantes italianos. Entrevista realizada en Tocopilla en diciembre del 2011.
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y luego en discos y paqueter’a, ubicada actualmente en la calle 21 de Mayo (nœmero 1773). En la dŽcada del cincuenta, el establecimiento implementar’a la venta de tocadiscos, amplificadores e instrumentos musicales. El hijo de Lorenzo y Mar’a, Dino Filipo, instalar’a un taller en donde confeccion— una serie de parlantes marca DÕaste. De la misma manera, en este rinc—n nacieron enormes amplificadores, cuyos gabinetes se confeccionaban con tapas de tarros de aceite de 200 litros. Fabricar’an, adem‡s, toda clase de aparatos electr—nicos, como radios a tubo, cit—fonos, radio electr—las, pedestales, parlantes, entre otros objetos.34 Cabe se–alar que Lorenzo Aste Viacaba, fue nombrado por el gobierno italiano como Corresponsal Consular, cargo que ejerci— hasta 1959, al momento de su muerte. Asimismo su esposa Mar’a obtuvo la Estrella de la Solidaridad otorgada por el gobierno de Italia en la dŽcada del sesenta, debido a su actividad consular, heredada tras la muerte de su esposo, y llevada a cabo por m‡s de 20 a–os. Ella fue caracterizada por la ayuda a sus coterr‡neos que ven’an a buscar suerte a Chile. Particip— incansablemente en la Acci—n Cat—lica local, y justamente por esa labor recibi— la Bendici—n Papal por parte de Juan Pablo II en 1984.35 Un poco antes de la llegada de la familia Aste, ya hab’a configurado un gran capital Benedetto Schiappacasse a travŽs de la ÒF‡brica de Fideos TocopillaÓ, distribuyendo sus productos por la gran cantidad de oficinas en la pampa salitrera. Este negocio se vio fuertemente favorecido por las grandes compras que le realiz— el Estado para poder implementar la Olla del Pobre; instituci—n asistencialista que se encarg— de alimentar a miles de tocopillanos
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 34 Actualmente constituye unas de las disquer’as m‡s antiguas de Chile, en donde se ha complementado sus productos con una gran variedad de repuestos electr—nicos, libros y videos. En junio del a–o 2012 cumpli— 80 a–os. ! 35 Entrevista Dino Aste, 2011.
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golpeados por la mayor depresi—n econ—mica conocida en el !mundo, la originada en EE.UU., en 1929. Por ejemplo, en un documento de Giro y Comprobante de Egreso emitido a la !Gobernaci—n, Benedetto Schiappacasse, cobraba once mil ciento cuarenta y cuatro pesos por Òvarias mercader’as entregadas para la ! atenci—n de los cesantes, segœn facturas adjuntasÓ.36 Todas estas actividades comerciales dieron pie a una senda acumulativa de capitales y propiedades de bienes inmuebles en la localidad. La participaci—n de Schiappacasse, acogedor de otros paisanos a quienes les ofrec’a trabajo, tambiŽn abarc— la dirigencia; Schiappacasse fue Presidente de la C‡mara de Comercio en la dŽcada del 40, adem‡s precursor en el desarrollo de la idea de crear un ÒEspig—n de AtraqueÓ en el puerto de Tocopilla para facilitar el cabotaje y la importaci—n de bienes de consumo. Precursor de la idea de implementar un camino costero entre Iquique y Tocopilla, raz—n que le llev— a realizar un viaje en caballo por la escabrosa geograf’a de la Cordillera de la Costa en 1930, acompa–ado del Alcalde Juan Fuenzalida. El patrimonio arquitect—nico de Tocopilla, suma un gran inmueble perteneciente a la F‡brica de Fideos Tocopilla levantado en 1932 por el constructor descendiente de italiano Ricardo Gho, quien, en su estad’a en Tocopilla (1905-40), levant— innumerables edificios.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 36 Archivo de la Gobernaci—n, Giro y Comprobante de Egreso N¡ 35 con cargo a la Ley de RŽgimen Interior del Ministerio de Bienestar Social, 2 de abril de 1932.
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Arriba: Gerardo del Lago y Rigoberto Alegr’a en la implementaci—n de La Virgen del Camino, verdadero santuario popular caminero entre Tocopilla y Antofagasta. Abajo: ! la familia italiana Aste Depinto en la ÒSin RivalÓ.
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Otro paisano comercialmente destacado fue Pedro Mondaca, ! quien estableci— uno de los amasaderos m‡s relevantes en los inicios del siglo XX, a travŽs de la panader’a ÒEl Ca–—nÓ.37 A !ejemplo de lo que ocurri— con Schiappacasse, Pedro Mondaca igualmente fue beneficiado por las grandes compras realizadas por ! el Estado para implementar la Olla del Pobre en 1932, siguiendo as’ el camino iniciado por el fabricante de fideos mencionado. Por ejemplo, el 14 de abril de 1932, Mondaca emite una factura por la suma de $15.824.80 pesos por el concepto de Òsuministraci—n de pan para los obreros cesantes desde el 22 de febrero hasta el 31 de marzo, inclusiva pedidos (É) se otorga con cargo a la Ley de RŽgimen InteriorÓ.38 Otro inmigrante italiano destacado ser’a el responsable de la instalaci—n de un gran local comercial, llamado ÒCasa LarcoÓ. En primer lugar, fue un gran negocio fruto de la sociedad conformada por los italianos Miguel Larco y Benedetto Merello. En 1924, ya pertenec’a a la sucesi—n de Larco y prove’a a la ciudad una gran diversidad de conservas y distintos tipos de quesos importados.
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! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 37 Local de material ligero que, en enero de 1930, fue destruido por un gran incendio propagado en gran parte del sector perifŽrico norte de la manzana constituida por calle Baquedano, Prat y 21 de Mayo, consumiendo parte importante de ese sector cŽntrico caracterizado por su arquitectura en pino oreg—n. 38 Arch. Gob. Tocopilla, giro y comprobante de egreso a la Tesorer’a de Tocopilla, N¡ 34. 14 de abril de 1932.
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Calle 21 de Mayo y una cuadra con casas comerciales de italianos: en la esquina de calle Serrano la antigua ÒCasa LarcoÓ, al centro ÒLa MinervaÓ de An’bal Malvino, al costado sur, ÒF‡brica de Fideos TocopillaÓ de Schiappacasse y en la otra esquina, ÒAlmacenes del LagoÓ.
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Pose’a adem‡s una f‡brica de fideos en calle San Martin, siendo las pastas corrientes y los fideos especiales preparados con huevos su exclusividad. El gran inmueble usado por ÒCasa LarcoÓ es una obra que fue ejecutada a pedido de la Sociedad Comercial Italiana (creada en 1893) encabezada por los se–ores Martina, Famolaro, Fraumeni y otros. Esta tienda se origin— con la fusi—n de otro negocio ÒLa Joven ItaliaÓ39, entre ambos, configuraron una gran empresa. Por su parte ÒEsquina VerdeÓ, perteneciente a esta misma sociedad, fue la primera versi—n de una multitienda instalada en Tocopilla, especializa en la venta de paqueter’a, abarrotes y telas, all’ en calle 21 de Mayo esquina Col—n. Otra multitienda instalada en Tocopilla, y por ello, una de las m‡s
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 39 ÒLa Joven ItaliaÓ fue la sede durante muchos a–os de la casa comercial DIN, aquella vieja casona fue demolida en enero del a–o 2011 para dar paso a ! un nuevo local de la tienda comercial.
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recordadas fue ÒAlmacenes Del LagoÓ. Este gran local comercial ! perteneci— a italianos provenientes de la zona de Trento, ellos eran Gerardo del Lago y Blanca Romo, su esposa. En este gran almacŽn !se vend’an todo tipo de productos, desde cemento, telas, un sinf’n de abarrotes, maderas, alcoholes, vinos, algunos electrodomŽsticos ! y veh’culos.
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Tuvo varias denominaciones, la primera fue ÒCasa Del LagoÓ, prontamente fue ÒGirardi HermanosÓ, para luego variar a ÒGirardi & CIAÓ, para culminar definitivamente como ÒAlmacenes Del LagoÓ. Un rubro igualmente explorado por algunos italianos en el ocaso de la primera mitad del siglo XX fue la locomoci—n colectiva, a travŽs de taxis. Ricardo Gho se radic— con toda su familia en Tocopilla en el a–o 1910. En la ciudad, desarroll— diversas actividades, siendo la m‡s relevante el rubro de la edificaci—n, dejando as’ una gran impronta en el espacio local: fue el constructor de much’simas obras inmobiliarias que, a lo largo de la historia, han constituido el patrimonio arquitect—nico comunal. Segœn el recuerdo familiar, especialmente de su nieto Wolfgang Gho, particip— en la cimentaci—n de la Municipalidad (1931), tambiŽn en variadas intervenciones en la Plaza Condell, edificaciones en el cementerio local (1930-31), mont— poblaciones para obreros, casas y edificios de la localidad tales como la panader’a ÒEl SolÓ (1927), la Farmacia Inglesa (1930) y la F‡brica de Fideos de Schiappacasse (1932). La ! casa de la tienda ÒLa IndustrialÓ (1932) y un conjunto de casas en la avenida Arturo Prat 1450. El sello de su obra quedaba reflejado con el grabado de su nombre. Nos cuenta su nieto que, la crisis de 1930, en donde m‡s del 90% de la poblaci—n tocopillana se empobreci—, sumado a los malos manejos financieros, hizo que su actividad comercial se viera fuertemente afectada, lo cual, tambiŽn generar’a un desafortunado quiebre familiar. Ante ello, dej— Tocopilla y decidi— radicarse en Santiago. Su f‡brica de colchones !
y maletas m‡s una licorer’a tampoco resistir’an el impacto de la gran depresi—n econ—mica. Gho Arcaya, que hab’a llegado en 1905, dejaba para siempre, en 1940, la ciudad de Tocopilla, dejando impresa en ella su sello: los patrimonios arquitect—nicos que han configurado la identidad de casco viejo local.40
! Mar’a Depinto, comerciante; Elena del Lago, profesora y Lorenzo Aste, comerciante.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 40 Entrevista a Wolfang Gho. Nacido en Santiago, descendiente de italianos. Trabajador en! el ‡rea minera. Entrevista realizada en Tocopilla en agosto del 2009.
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! Grupo de italianos en el sector de la Piedra del Casamiento (Circa 1930).
! !La ÒJoven ItaliaÓ y ÒEsquina VerdeÓ las primeras multitiendas de Tocopilla,
calle Col—n esquina 21 de Mayo.
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1.5.
YUGOSLAVOS
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Los eslavos, predominantemente croatas41, llegaron al norte a !comienzos del auge salitrero finisecular, siendo Iquique, Tocopilla y, principalmente, Antofagasta, los centros de mayor !aglomeraci—n. Desde estos centros urbanos muchos de ellos se distribuyeron por la pampa salitrera, conformando grupos de comerciantes, empleados y profesionales.42 Su arribo estuvo determinado por su pasaporte austriaco, por efecto de pertenencia territorial al imperio Austro-Hœngaro. Muchos de ellos llegaron huyendo de los conflictos bŽlicos y Žtnicos que asolaban en Los Balcanes, para ello tuvieron que atravesar el Estrecho de Magallanes, o llegar desde Argentina atravesando la Cordillera de Los Andes. Generalmente, estuvieron inicialmente en Iquique y desde all’ se reubicaron en Tocopilla y Antofagasta viajando por la costa.43
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Los que llegaban al norte de Chile eran principalmente gente del mundo rural, agricultores, pescadores y pastores provenientes de Bra! y de otras islas de Dalmacia. Muchos arribaron muy j—venes con pocos a–os de escolaridad, pero destacaron por su particular disciplina de trabajo, siendo reconocidos socialmente como !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 41 Los croatas son un pueblo de la comunidad eslava cuyo territorio, ubicado en la costa del mar Adri‡tico, fue durante siglos frontera entre el Imperio Austro-Hœngaro de los Habsburgos y el de los Turcos. El desplome de estos dos imperios, tras la Primera Guerra ! Mundial, signific— el surgimiento del Reino de Yugoslavia que agrup— a los croatas, eslovenos y serbios bajo el liderazgo de estos œltimos en Belgrado. La alianza de este reino con las naciones fascistas en la Segunda Guerra Mundial lo llev— a su disoluci—n en 1945 y a la formaci—n de la Repœblica Socialista Federativa de Yugoslavia, siendo Croacia una de las seis repœblicas. En la dŽcada de 1990, luego de la ca’da de socialismo soviŽtico, Croacia logr—, tras una guerra con Serbia, ser reconocida como una repœblica independiente por la comunidad internacional (Denitch, 1995). 42 Zlatar, 2001. 43 Garafuli", 2012.
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perseverantes, ordenados y dedicados al trabajo.44 Su emprendimiento fue en base a la configuraci—n de peque–os negocios que, de a poco, crec’an en capital y ganancias. En varios de estos casos, se vio la solidaridad entre paisanos, puesto que muchos de estos, inicialmente en peque–os negocios, sirvieron de apoyo a los reciŽn llegados. En general, los primeros sueldos obtenidos eran enviados en gran parte a sus localidades de origen, para as’ poder cancelar lo gastado en el largo viaje. El excedente de ello se aplicaba al trabajo: trataban de capitalizarlo en nuevas transacciones y con eso se vio como resultado el surgimiento de quintas, grandes tiendas, almacenes y mercer’as. Se configuraba as’ una red social que ejerci— un modo de demostraci—n en cuanto al incentivo de nuevos inmigrantes, el capital para inmigrar a Chile no s—lo depend’a del dinero, sino que tambiŽn de un capital humano basado en la informaci—n sobre la localidad a inmigrar. Un ejemplo de la acci—n e impacto de estas redes migrantes en el asunto croata se demuestra en el caso de Stoyan Vucina Crnosija, nacido el 7 de enero de 1904 en la isla de Ugljan, quien lleg— al norte chileno en 1927. Una vez en Chile, se dirigi— a la pampa salitrera para desenvolverse en distintas labores, en su paso recorri— las oficinas salitreras Prosperidad, Rica Aventura y Santa Isabel, en todas sus labores fue auxiliado por paisanos. No obstante, nos cuenta su primogŽnita que: Òsu origen isle–o hizo que extra–ara el mar, y por tal raz—n no se pudo acostumbrar al hostil y hura–o clima desŽrtico, por lo cual decidi— bajar a la costaÓ. 45 En ese escenario se dirigi— a Tocopilla. ÒÉlos pueblos del mar, son los que m‡s progresanÓ ese era su enunciado m‡s elocuente recordado por su descendiente. Residiendo en Tocopilla, tuvo que enfrentar
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 44 Garafuli", entrevista 2012. 45 Entrevista a Desanka Vucina. Tocopillana, descendiente de croatas, empresaria hotelera jubilada. Entrevista realizada en Tocopilla en marzo del ! 2009.
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condiciones de vida muy adversas. Sus primeros d’as fueron en la !playa El Pante—n en donde arm— una improvisada y rustica vivienda. Todo sumado a la dificultad del idioma, en donde la !ambigŸedad de sonidos y significados, le jugaba malas pasadas. Luego, tomar’a contacto con el due–o del gran negocio de su ! Žpoca ÒEl Barril ColoradoÓ regentado por un compatriota, de apellido Cickovi"46, con el cual iniciar’an una relaci—n contractual. Su primer negocio lo constituy— una botiller’a, instaurada en pleno centro comercial de la ciudad. Su descendiente, nos se–al— en entrevista que aquel negocio habr’a comenzando s—lo con dos chuicas de vino. Desde ah’, Stoyan Vucina iniciar’a a construir sus proyectos, entre ellos la conocida quinta de verduras ubicada en la calle 21 de Mayo en donde, posteriormente, instal— el ÒHotel VucinaÓ. Su quinta, en un mediano plazo, ser’a unas de las principales proveedoras de la provincia, generalmente de las salitreras. M‡s tarde fundar’a tambiŽn una carnicer’a. De esta forma, su imagen dentro de la comunidad se iba consolidando, como as’ tambiŽn se iba robusteciendo su admiraci—n y agradecimiento por Tocopilla, puerto por el cual expres— diversas ideas de progreso.47
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El caso de Vucina tambiŽn nos sirve para dar cuenta de las vinculaciones entre la tierra de origen y la tierra receptora. En la !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 46 En el caso de los apellidos terminados en ovi!, se puede decir que la mayor parte de los idiomas indoeuropeos, incluidos los eslavos, configuran sus ! apellidos en forma de patron’micos; es decir, el ovi! (pronœnciese ovich), significa Òhijo deÓ. En el dilema de adaptarse a la pronunciaci—n, el recurso m‡s corriente fue el de agregar una h al final del i". 47 En su convencimiento que la ventaja comparativa de Tocopilla estaba en su relaci—n con el mar, fue el principal promotor del ÒEspig—n de AtraqueÓ en la bah’a tocopillana, el cual en la dŽcada del sesenta vio germinar sus primeras se–ales de concreci—n, siendo la visita del Presidente de la Republica Eduardo Frei Montalva el momento preciso para inaugurar su primera etapa (Vucina, 2009).
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Žpoca de la Segunda Guerra Mundial, la tierra de origen sufrir’a muchos embates y tragedias, en su af‡n altruista, los yugoslavos recibir’an por parte de los que hab’an emigrado la suficiente ayuda consistente en ropa y alimentos, los cuales eran adquiridos en Tocopilla. ÒEn el caso de mi padre, recuerdo que no fueron pocas las veces en que pr‡cticamente vaciaba algunas tiendas del puerto en donde se vend’a ropaÓ, nos relata Dusanka Vucina. Todas estas acciones solidarias de muchos yugoslavos, mereci— que fueran reconocidas por el mism’simo l’der Josip Broz ÒTitoÓ, quien condecorar’a con una medalla Estrella al Merito en una polŽmica visita que realiz— ÒTitoÓ a Chile.48 En el caso de Vucina49, la imposibilidad del viaje a Santiago, entre otras cosas por la carencia de un frac o smoking, hizo que aquella medalla fuese entregada por el embajador de visita en Tocopilla, en octubre de 1963. De la misma manera el gobierno de su pa’s natal lo nombrar’a ÒC—nsul Corresponsal de TocopillaÓ. 50
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 48 Lu!i", 2008: p‡g. 23. 49 En su rol de inmigrante, no se vio impedido por contribuir con el puerto que lo cobij—, en ese sentido, su participaci—n se har’a m‡s profunda en la Cruz Roja tocopillana y en la Sociedad de Socorros Mutuos. Su visi—n progresista tambiŽn se centrar’a en la conectividad de Tocopilla, por este motivo conformar’a el ÒComando Costero de TocopillaÓ, grupo anhelante de la uni—n entre Tocopilla e Iquique a travŽs de la costa. Por ello, este grupo de pioneros estuvo encargado de la construcci—n del tramo que va desde Tocopilla hasta la desembocadura del r’o Loa. Los hombres trabajaban a pulso y la idea era colosal, todos deb’an colaborar. Por su parte, Stoyan Vucina ayudaba en la distribuci—n de las colaciones y almuerzos para estos gastadores de monta–as costeras. Este proyecto considerado ut—pico para su Žpoca, vio sus primeros frutos en 1971, precisamente el d’a 14 de julio, cuando se realiz— el hist—rico cruce en el sector de la desembocadura del rio Loa. 50 A los pocos meses de este acontecimiento, Stoyan Vucina fallecer’a a la ! edad de 69 a–os. Corr’a diciembre de 1971.
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El Club Yugoslavo, al poco tiempo de su inauguraci窶馬 en 1931.
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! Yugoslavos y descendientes en una actividad de intercambio con el Club Yugoslavo de Antofagasta.
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Los eslavos en Tocopilla fueron muchos, entre ellos las familias Peckovi", Cickovi", Panovi", Marinovi", Budinich, Garafuli", Medar, Jordan, Rusin, Vlahovi", Buratovi", Vrabevi", Glasinov, Glasinovi", Bakuli", Ivanovi", Ljubeti", Busanich, Koscica, Franuli", Basi", en su gran mayor’a comerciantes. Entre todos ellos fundar’an el ÒClub YugoslavoÓ, configur‡ndose como el primer objetivo construir un gran local para sus actividades. Su meta vio la luz cuando cimentaron un inmueble de dos niveles y grandes dimensiones para Tocopilla de los a–os 30. Este edificio, de estilo Art Dec— Americano, conforma una de las esquinas m‡s caracter’sticas del puerto. Por otro lado, cabe resaltar que las actividades de esta colonia pose’an un fuerte rasgo cultural y art’stico, debido a que, constantemente actuaba en este local un grupo musical llamado ÒKoloÓ, el cual interpretaba una serie de ! cantos y canciones o rondas de ni–os. Este grupo bailes, danzas,
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fue creado en 1939 en Antofagasta. Su debut en Tocopilla fue el 1 !de diciembre de 1940. Posteriormente, tambiŽn se presentar’an otros coros, compuestos casi por los mismos integrantes del grupo !anterior, pero este se denominaba ÒYugoslavenski ZborÓ.51 !En
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gran parte los integrantes de esta colonia se dedicaron a la instauraci—n de mercer’as. Por citar un caso, tenemos la aœn vigente y correspondiente a la sociedad Hermanos Mandakovi"; entre ellos Milovan y Marino, oriundos de la Isla de Vis.52 Este impulso comercial y especializado de estos eslavos, igualmente fue reflejado en los Budinich con la Mercer’a Prat y la mercer’a de la familia Rederi". En el caso de la familia Mandakovi", el inmueble que erigieron, destinado a la mercer’a, es monumental53 dentro de su contexto arquitect—nico local, surgido en 1929.54 Sin duda que la cimentaci—n de grandes edificaciones refleja el emprendimiento de los inmigrantes, que en muchas ocasiones llegaron s—lo con sus pasaportes, y que, con el correr de los a–os, fueron amasando capitales que luego se transformaron en grandes fortunas, expresadas, usualmente, en la gran cantidad de bienes ra’ces. En ese contexto la familia Mandakovi" mantuvo un gran poder econ—mico que abarc— varios rubros; poder econ—mico resultado de esfuerzo, trabajo y tambiŽn de especulaci—n, con el evidente riesgo monetario para sus arcas, pero que generalmente fueron !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 51 Garafulic, entrevista 2012. 52 Vis o Lissa es una pŽquela isla ! situada en la zona croata del mar Adri‡tico. Se encuentra a 47 kil—metros de la ciudad de Split, la mayor urbe de la regi—n de Dalmacia y la segunda en tama–o de Croacia. 53 En los altos de este inmueble funcion— durante varias dŽcadas otro club connotado en la comunidad, hablamos del Club Espa–ol, en donde se realizaban reuniones de socios, del mismo modo grandes y elegantes fiestas. 54 El origen de la mercer’a de la Sociedad Hermanos Mandakovi", data de 1912. Siempre ha tenido a la venta un amplio stock de herramientas, pinturas, cristaler’as y enlozados. Antecedentes que han contribuido a que, actualmente, constituya uno de los negocios m‡s antiguos de la localidad.
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exitosos. Uno de sus integrantes, Juan Mandakovi", proporcion— el alumbrado elŽctrico a la ciudad, desde 1912 hasta 1942. ƒl, junto a su socio y paisano Vlastel’ca, instalaron una generadora de energ’a elŽctrica exitosa y econ—micamente muy rentable. Otro caso de emprendimiento, podemos citar a El’as Cickovi" Chorovich. En primera instancia, instal— una panader’a.55 Entre aquellos sacos con harina dorm’an los croatas y serbios reciŽn llegados que pose’an como capital, s—lo sus pasaportes y documentos. Posteriormente, se aliar’a con un primo, y conformar’an la Sociedad Cickovic y Cickovic; estos comerciantes construyeron otro fastuoso inmueble para instalar all’ el gran almacŽn ÒEl Barril ColoradoÓ en 1932, negocio en donde se expend’a una gran variedad de abarrotes y licores. Estos socios comerciales fueron grandes vendedores de v’veres para el Estado, as’ ha quedado comprobado con la gran cantidad de facturas emitidas a la Gobernaci—n en la crisis del 30. Estos socios del mismo modo crearon la compa–’a de seguros ÒLa YugoslavaÓ, la cual estaba especializada contra incendios, riesgos mar’timos y cesant’a. Segœn uno de los bisnietos56, a estos comerciantes siempre se les avisaban que a puerto llegaban inmigrantes croatas. Cickovi" siempre los mandaba a buscar, los acog’a d‡ndoles trabajo y ense–‡ndoles el idioma. El caso connotado es del fil‡ntropo Marko Medar, que naci— en M#tkovic el 2 de enero de 1915, llegando a Chile el 17 de marzo 1939. En su tierra natal fue tŽcnico agr’cola trabajando en los campos yugoslavos, principalmente en tiempos de vendimia. Lleg—
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 55 Lleg— desde Serbia al Perœ, ciudad de Lima, para despuŽs recalar en Tocopilla. Contrajo matrimonio con Guillermina M‡rquez La Plata. De ellos nacieron: Zlartka, Ksenija, Mirko, Mirka, Nevenko y Milena. (Entrevista realizada a Jorge Choc. Vi–amarino nacido en 1970. Descendiente de serbio. Octubre del 2011). ! 56 Choc, entrevista 2011.
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a Tocopilla, luego de su paso por Antofagasta, y fue en esta !primera ciudad en donde comenz— a trabajar con su hermano Pedro. Luego se independiz— y se desenvolvi— como empresario !panificador, a travŽs de la recordada ÒPanader’a LatorreÓ de calle Sucre. Sinti— mucho afecto por estas tierras chilenas, apoyando ! una serie de instancias progresistas, entre otras; el ÒEspig—n de AtraqueÓ, la apertura del ÒCamino CosteroÓ. Su vocaci—n de servicio, lo llev— a participar en connotadas instituciones, tales como el ÒClub de LeonesÓ, ÒTocopilla SportingÓ, ÒAsociaci—n de Industriales PanificadoresÓ, ÒClub de la Uni—nÓ, ÒCruz RojaÓ, ÒClub ChilenitoÓ, ÒClub YugoslavoÓ y la ÒI. Compa–’a de BomberosÓ. Se cas— con la Se–ora Fanny Garafuli" Simunovi", tambiŽn con ascendencia yugoslava y ex Directora de la Escuela Superior de Ni–as N¡2, con quien comparti— 37 a–os de matrimonio. Junto ella fue posible cumplir su deseo de visitar su patria lejana, aquella que lo vio nacer, viajando en tres oportunidades a Yugoslavia. En su patria de origen conoci— la guerra y el dolor provocado por la crueldad humana. Por esas razones, Marko Medar Ðaquel que admiraba al Mariscal ÒTitoÓÐ se convirti— en un fil‡ntropo. Muchas familias recib’an de su propia mano el pan de cada d’a entregado silenciosamente. Era muy admirado por su solidaridad, simpat’a, por sus consejos, por su experiencia y por su historia de emprendimiento.57 Su vida tambiŽn fue marcada por el futbol, llegando a ser entrenador de la Selecci—n de Tocopilla, asimismo dirigente y arbitro. Su principal ! logro como entrenador en mecenazgo fue llegar con su equipo en el a–o 1957 a las finales del Campeonato Nacional de Futbol, realizado en Mar’a Elena, en el cual obtuvo el segundo lugar ante
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 57 La Prensa de Tocopilla, 2 de octubre de 1982, p‡g. 6. Reportaje sobre la vida de Medar y su connotaci—n pœblica realizado por el profesor Hugo Vidal Zamorano.
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el equipo de Pe–aflor. Bajo su alero, fueron muchos los deportistas que lograron desarrollar su carrera.58 Pedro Nicola !ore Berticevi" fue originario de Supetar, que es el centro de tr‡fico y de administraci—n de la isla de Bra!. Su arribo fue en el a–o 1930, siendo Mejillones el puerto que lo recibe. Pedro ven’a en soledad y su objetivo estaba claro: buscar a su abuelo con el cual hab’a perdido contacto. Los datos sobre su abuelo eran escasos, s—lo sab’a que trabajaba en las salitreras. Para emprender tan ardua misi—n los ahorros fueron primordiales y con ellos tuvo la capacidad y el capital para emprender el largo viaje. La bœsqueda de su abuelo era un tema importante en la familia, porque su abuelo era el encargado de enviar remesas hacia Croacia. Al llegar el norte de Chile, aœn no se viv’an los estragos de la crisis econ—mica de 1929, Tocopilla viv’a los impulsos generados por el salitre y el apogeo econ—mico estaba en su marcha. Tocopilla se convirti— en la oportunidad de emprender y surgir, conllevando un prospero porvenir. Por ello, su primer negocio, gran almacŽn, se llam— ÒPorvenirÓ ubicado en la esquina de calle 21 de Mayo con Serrano. Local comercial comprado a Nikolas Bakuli", otro croata. Poco a poco el negocio fue surgiendo obteniendo buenos frutos econ—micos a travŽs de la distribuci—n de confites, cigarrillos, etc. Una vez enraizado en Tocopilla, Pedro !ore Berticevi" nunca olvid— su isla natal, por ello mantuvo cada una de sus tradiciones, en especial la de sus comidas: las preparaciones con chucruth, su
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 58 Su vida llena de tantas historias y anŽcdotas, se tronch— inesperadamente en un accidente carretero el 18 de septiembre de 1986 cerca de Cha–aral. Su esposa Fanny salv— admirablemente despuŽs de tres meses de hospitalizaci—n. A pocos d’as de su muerte, el Alcalde Carlos Cantero lo distingui— en forma p—stuma con la Orden Al Merito Ciudadano. Merecido reconocimiento para este gran personaje! enraizado en estas tierras de salitre, cerros y mar (Garafuli", entrevista 2012).
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afici—n por el aceite de oliva en la mesa, sekeli gulas, punjene !p‡prike, p‡prikas, orehnjaca, makovnjaca, entre otras. !No obstante, frente a las hostilidades vividas en Europa por efecto de las guerras, Pedro Nicola no articul— un discurso que expresara !ideas del retorno; contribuy— adem‡s las ra’ces engendradas en Tocopilla, lugar en donde se cas— y tuvo hijos.59
Por otra parte, hubo muchos casos de inmigraci—n croata en base a la contingencia. Es decir, muchos marinos mercantes decidieron quedarse en Tocopilla por temor a la guerra, en especial a la iniciada en 1939. En algunas situaciones, marinos cansados de su deambular, decidieron quedarse gracias al hallazgo del amor en Tocopilla. Por ejemplo, en los diarios locales se informaba que ÒCuatro yugoslavos desertores del vapor Orao surto en Antofagasta fueron detenidos por Investigaciones (É) tienen miedo a la guerra y quer’an radicarse en Tocopilla donde uno de ellos tiene parientesÓ. Todos ellos eran j—venes que no sobrepasaban los treinta a–os. Sus nombres eran Euzen Kusman, Rancevic Massara, Ante Vidulic Pezusic y T. Vuccina Goja.60 Muchos otros casos pasaron inadvertidos y tranquilamente se quedaron en el puerto salitrero.
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En base a lo contando por Vjera Slatar (2005), la movilidad de los croatas en el norte de Chile es patente, al menos as’ qued— demostrado en las movimientos residenciales atestiguados entre ! salitreras y puertos. Por ejemplo, Petar Divi" Stani" naci— el 23 de febrero de 1892 en Baska Voda. Sus padres. Lleg— a Chile en 1927. Fue pescador y residente en Tocopilla. Se cas— con Katica Vagaja y sus hijos fueron Yolanda y Mar’a. Falleci— en Iquique el 8 de junio !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 59 Entrevista a Yanko !ore. 60 La Prensa de Tocopilla, 6 de diciembre de 1939.
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de 1946. Ljubo Franjola Zaro, naci— en Lo$i""a (Bra") en 1882. Lleg— a Chile en 1901. Franjola fue empresario hotelero. Se inici— en la actividad hotelera en Iquique en 1903; en 1923 compr— el Hotel Europa en Antofagasta. Sin embargo en 1928 se traslada a Tocopilla y se incorpora al Club Social y Sociedad Yugoslava de Tocopilla. Se cas— el 16 de enero de 1909 con Hortensia Prado Toro. Juan Mandakovi" Lu!i!, naci— en Vis en 1878. Lleg— a Chile en 1896. En 1907 ya era Jefe de Pulper’a en Oficina Santiago. Y luego industrial en Tocopilla. Falleci— el 25 de febrero de 1951. Su hermano fue Mar’n Mandakovi" Lu!i!, quien lleg— a Chile en 1898. En 1907 tambiŽn era Jefe de Pulper’a en Oficina Mapocho. Se cas— en 1912 en la Oficina Peregrina con Oliva Medina Ramos. En la dŽcada del 20 se radicar’a definitivamente en Tocopilla. Juraj Matuli" Zorinov, naci— en Pu!is"a (Bra") en 1884. Lleg— a Chile en 1896. Llega primero a Iquique, posteriormente a Tocopilla y Antofagasta. Su esposa fue Mercedes Bierof, su hijo: Danilo. Segunda esposa Katica Cicarelli Kova"evi". Falleci— en Santiago en 1941. Marin Pe"arevi" Kulji", naci— en 1910 en Vis. Se radicar’a en Tocopilla en el a–o 1928, fue socio fundador de la Sociedad Yugoslava de Socorros Mutuos y Club Social. En 1930 se traslada a Iquique, donde trabaj— en la cantera de Punta Negra. Falleci— en Santiago el 21 de noviembre de 1940.
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Nikola Roi", naci— en Stari Grad (Hvar) en 1879. Lleg— a Iquique en 1898 donde trabaj— como empleado. En 1907 se hace comerciante! en Tocopilla, fue due–o de una f‡brica de licores.
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Juan Roi" Muskatello, naci— en Dol (Hvar) el 20 de julio de 1874. !Lleg— a Iquique en 1892. En 1894 ya era socio de la Sociedad Austro-Hœngara de Socorros Mutuos de Iquique. Trabaj— en la !Oficina Lagunas. Se cas— el 17 de diciembre de 1898 con Mar’a Gallardo Cristi. Falleci— en Tocopilla en 1938, pueblo en cual vivi— ! durante muchos a–os. JosŽ Susani", naci— en 1845. Dedicado a la cociner’a. Estuvo toda su vida en Tocopilla pero, falleci— el 2 de junio de 1900 en Pisagua.
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! ReciŽn en el a–o 1942 se masifica el servicio elŽctrico en Tocopilla, por gestiones del alcalde V’ctor Contreras Tapia en conjunto con CORFO y The Chile Exploration. Antes de esta alianza, la ciudad fue iluminada desde 1914 hasta 1942 por la Compa–’a ElŽctrica Mandakovic & Vlastelica, compa–’a con socios de origen croata.
! Mercer’a y ferreter’a Budinich en calle Barros Arana con Serrano.
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! Club Yugoslavo en el momento de la inauguraci—n de su edificio Art Dec— en 1931.
1.6. INGLESES RemitiŽndonos al colectivo de los inmigrantes ingleses, por antonomasia nos remitimos al salitre y a la llegada del ferrocarril en Tocopilla. Acabada la Guerra del Pacifico, Tocopilla pasa a ser parte del territorio chileno, y desde ah’ comienza un proceso de industrializaci—n para la explotaci—n, traslado y embarque del salitre dando pie a las instalaciones de la Compa–’a Salitrera, la cual ha sido denominada de distintas formas en su historia: Concesi—n Squire, Anglo Chilean Nitrate & Railway, Chilean Consolidated Nitrate Corporation, Compa–’a Salitrera Anglo Chilena, Compa–’a Salitrera Anglo Lautaro y finalmente deriv— en Soquimich (Hoy SQM). En base a lo dicho, en el periodo postguerra, se inicia todo un proceso de reorganizaci—n de la explotaci—n del salitre. Su evidencia es la atrevida construcci—n de un ferrocarril monta–oso coste–o a cargo del brit‡nico Edward Squire, concesi—n adquirida el 12 de mayo de 1883. La ley que lo oficializ— fue promulgada en el Diario Oficial reciŽn el 23 de enero de 1888. Òse conced’a (É) tambiŽn el uso de terrenos fiscales necesarios para la construcci—n (de) v’as, estaciones, muelles y el uso de los caminos pœblicos que atravesaran las l’neas, siempre que no perjudicaran el tr‡nsitoÓ. Mientras se ejecutaban los trabajos de planificaci—n de la l’nea y de la oficina salitrera que se levantar’a, se funda en Londres el 28 de marzo de 1888 la sociedad an—nima Anglo-Chilean Nitrate & Railway Company Limited. En octubre comienza la construcci—n de la Oficina Santa Isabel, punto de tŽrmino del ferrocarril. El !
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encargado de la obra fue el ingeniero chileno Manuel Ossa Ruiz.61 !
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La concesi—n fue transferida a la compa–’a Anglo Chilean Nitrate !and Railway; se ha estimado que pose’a un capital 500.000 libras esterlinas, las que estaban distribuidas en alrededor de treintaicinco !mil acciones, de preferencia de 10 libras cada una. Aquella venta tambiŽn involucrar’a el traspaso de diez estacas62 bolivianas en terrenos salitrales considerados productivos.63
! ! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 61 Hijo de JosŽ Santos Ossa, pose’a la experiencia de haber participado en la construcci—n del ferrocarril que uni— a Osorno y Pichiropulli. Una de sus m‡s importantes obras fue la construcci—n del ferrocarril de Arica a La Paz, obra inaugurada el 13 de mayo de 1913. 62 Estaca es la denominaci—n usada en Bolivia y Chile hacia los Derechos de Pertenencia Minera, que eran concedidas por los Estados mencionados. 63 Menci—n hecha a los terrenos salitrales de Bella Vista, Buena Esperanza, California, Casualidad, Diana, Emilia, Empresa, Eufemia, Flor del Licancabur, Las Grutas, Leonor, Peregrina, Puntilla, Porvenir, San Andres y Santa Ana.
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Panorama de las instalaciones inglesas en Tocopilla, ferrocarriles y muelles para exteriorizar el bot’n de la guerra: el salitre.!
La maestranza ferroviaria en Tocopilla, una de las m‡s tecnol—gicas del Conosur. Abajo: barcos surtos en las cercan’as de la compa–’a salitrera.
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Poderosas m‡quinas importadas por los ingleses utilizadas en el osado trayecto cordillerano para transportar salitre, toda una revoluci—n mec‡nica para Tocopilla. Fotograf’a de B. Fawcett, R.F. Archivo © Ellis Collection, ÒThe Anglo-Chilean Nitrate & Railway CompanyÓ de Donald Binns.
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El 24 de diciembre de 1924, Anglo Chilean Nitrate and Railway pas— a obtener una nueva raz—n social, denomin‡ndose como Anglo Chilean Consolidated Nitrate Corporation. Asociaci—n constituida por Guggenheim Brothers que tuvo como objetivo poseer el control de la empresa salitrera y ferroviaria de Tocopilla, con la intenci—n de instalar a gran escala su nuevo procedimiento
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de explotaci—n de salitre. Las propiedades de la compa–’a brit‡nica pasan a su poder el 1 de enero de 1925. En 1931, a travŽs de la intervenci—n y asociaci—n estatal, impulsado por los efectos de la gran depresi—n econ—mica, la empresa se constituye en compa–’a an—nima chilena, bajo el nombre de Compa–’a Salitrera Anglo Chilena (CSAC), requisito para su incorporaci—n como compa–’a subsidiaria a la Compa–’a de Salitre de Chile, la tan amargamente popular COSACH, liquidada en 1933. Seguidamente, la fusi—n de la Compa–’a Salitrera Anglo Chilena y The Lautaro Nitrate Company Limited, propiedad de Guggenheim, da paso a la Compa–’a Salitrera Anglo Lautaro el 1 de junio de 1950. Para atenuar las dificultades que enfrentaba la industria, se aprob— un ReferŽndum en 1956, el cual indicaba que se cambiar’an los ingresos productores al tipo de cambio real y se calcular’an los impuestos en base a las utilidades, no a los ingresos por venta. Luego, una vez caducado la vigencia del ReferŽndum, se intent— una nueva forma de revitalizar la industria, por ello, en 1968, se crea la Sociedad Qu’mica y Minera de Chile, Soquimich. Pas— por varias fases: al principio, su propiedad era compartida entre el Estado de Chile y la Compa–’a Salitrera Anglo Lautaro S.A. Prontamente, la industria inglesa se nacionaliz— y qued— completamente en manos del Estado chileno y, finalmente, en el a–o 1983, en plena dictadura militar, comenz— su proceso de privatizaci—n, que se complet— exitosamente en 1988.64 Todo este proceso contribuy— a que la colonia inglesa fuese disminuyendo gradualmente. Su presencia mayor s—lo la podemos detectar en los
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 64 El nuevo due–o ser’a el yerno del dictador Pinochet: Julio Ponce Lerou, involucrado en las corruptas privatizaciones de una treintena de empresas del Estado realizadas por la dictadura entre 1985 y 1989, que signific— una pŽrdida superior a los mil millones de d—lares para el patrimonio estatal. ! !
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finales del siglo XIX y principios del XX. Signo de los efectivos !beneficios resultados por haber financiado la Guerra del Pacifico. ! !
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La ruta del salitrero Ferrocarril Tocopilla al Toco y las articulaciones que conllev—. Archivo © Ellis Collection, ÒThe Anglo-Chilean Nitrate & Railway CompanyÓ de Donald Binns.
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La inauguraci—n oficial del ferrocarril monta–oso65 se efectu— el 15 de noviembre de 1890. Cientos de trabajadores chilenos y antiguos esclavos chinos coolies del Perœ estuvieron trabajando en escarpados barrancos, angostas quebradas, donde las ca’das, explosiones y derrumbes provocaron muchas muertes. Antes de la inauguraci—n, las obras fueron visitadas por el Presidente de Chile JosŽ Manuel Balmaceda el 13 de marzo de 1889.66
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 65 La l’nea fue proyectada desde el puerto hasta la pampa siguiendo el curso de la quebrada Barriles, sorteando decenas y decenas de curvas, algunas de hasta 55 metros de di‡metro y con una gradiente m‡xima de 4,1 %; es decir cada un kilometro, la l’nea de eleva cuarentaiuno metros. Su altura m‡xima la alcanz— en la estaci—n Ojeda llegando a los 1.495 m.s.n.m., desde all’ iniciaba un l‡nguido descenso hasta El Toco y Santa Isabel, en el kil—metro 88. La l’nea fue construida con una trocha de 3Õ6ÕÕ (1,067 m), y originalmente con rieles de un peso de 24 kil—gramos por metro. Contemplando el perfil de la gradiente concerniente en el tramo de la cordillera coste–a, veremos que en Tocopilla se posee una elevaci—n que alcanza los 16 metros. En estaci—n Reverso, se llega a los 242 metros de altura. En el sector Carmelita, el trayecto asciende a 420 metros. En estaci—n Quillagua, en donde existen dos vetustos estanques de agua, la altura se eleva por los 597 metros. Desde all’ el trazado ferroviario electrificado llega hasta Barriles, alcanzando los 1.001 metros. En el sector El Tigre la ruta lleg— hasta los 1.295 metros de altura sobre el nivel del mar. 66 En cuanto a la visita de Balmaceda, debemos consignar que fue un magno evento. La comitiva compuesta por conspicuas autoridades pol’ticas de la Žpoca, entre ellas el Ministro de Hacienda Enrique Sanfuentes y el Ministro de Industria Justiniano Sotomayor, acompa–ados por los generales Gostostiaga y Vel‡squez. Era una de las primeras giras presidenciales que se realizaba en Chile; en el caso tocopillano, dicha comitiva recorri— las oficinas de la empresa del ferrocarril, para luego inaugurarlo, no sin antes haber realizado un peque–o recorrido por una vasta extensi—n de rieles. La inauguraci—n consinti— en una peque–a ceremonia y un paseo en un carro elegantemente ornamentado para recibir a tan Òexcelsa visitaÓ. Una vez llegado al hotel El Comercial, se le brind— un almuerzo al Presidente, todo con el auspicio del Ingeniero del Ferrocarril, m’ster Jackson. En dicho hotel se escuch— el discurso del due–o del ferrocarril, m’ster E. Squire ! quien hizo hincapiŽ en Òque el Presidente hab’a adoptado por el lema el progreso y el adelanto de los pueblosÓ asimismo, hubo Žnfasis en la importancia de
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Los ingleses y su proyecto ferroviario, da pie a un proceso !vinculado con la vialidad y creaci—n de oficinas salitreras, y la producci—n de Žstas sustenta el crecimiento de la l’nea, as’ se !desarrollan nuevos ramales: en 1895 el ramal se extiende a Peregrina y Santa Fe pasando por Buena Esperanza e Iberia, a lo ! largo del cual se levantar‡n en los inicios del siglo XX, las oficinas Empresa, Rica Aventura, Grutas y Prosperidad. En 1910 como parte del proyecto de implementaci—n de la oficina Coya, se emprende la construcci—n de un ramal de 31 kil—metros que parte desde la estaci—n El Toco. En 1899 el Ferrocarril traslada 215.475 toneladas de carga y 20.025 pasajeros, que en 1909 han aumentado a 307.919 toneladas y 45.512 personas. En lo concerniente a las locomotoras importadas por el capital brit‡nico, cabe indicar que corresponden a las construidas por la firma Kitson & Company. Luego llegaron otros modelos fabricados por Manning Wardle & Company, Yorkshire Engine Company, Kerr Stuart & Company. Pero las que m‡s predominaron fueron las de Kitson & Company. (En el periodo de 1888 y 1927, trabajaron en la construcci—n de la v’a fŽrrea en sector de la cuesta, adem‡s en el transporte del nitrato un total de 37 locomotoras a carb—n).67
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! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! la visita presidencial para Òestos pueblos reciŽn incorporados a Chile y su familiaÓ (Diario La Tribuna, 16 de marzo de 1889) Segœn el diario El Pueblo, (14 de marzo de 1889) este fue un regio banquete de cien cubiertos, que los Ògrandes vecinos admiraron con frenes’ al Presidente y prestaron toda la colaboraci—n al Gobernador del DepartamentoÓ. 67 En 1927 hubo una renovaci—n bastante sustantiva: se opt— por electrificar el convoy y para ello hubo que realizar una alta inversi—n en cuanto a tendidos elŽctricos y renovar completamente las locomotoras. Las nuevas m‡quinas
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En la documentaci—n del Estado y peri—dicos, usuales son los nombres de estos al—ctonos y sus descendientes: A. B. Turpie, A. Buchaman, A. Datheil, A. J. Wastting, A. Pratricson, Alberto Terrel, Alfredo Hornsby, Alfredo Murley, Alfredo Ross, Alfredo Wood, Carlos Manley, Carlos Nicholls, Carlos Wall, Eduardo Lerch, Eduardo Matthews, Eduardo Owen, Enrique Terrel, Fear Endside, Guillermo Dunnn, Guillermo Lean, H.A. Ankey, H.D. Ellis, Hugo Knuckeys, J. Lapaya, J.H. Billyard, J.H. Taylor, Jonh Jonh, Juan James, R. Sherwood, Samuel Wodall, Tomas Phillips, W.H. Gowean, W.H. Smythe, M. Walden, etc. El impacto de la presencia inglesa, adem‡s de la revoluci—n mec‡nica para Tocopilla, tiene que ver tambiŽn con la planificaci—n urbana descontrolada, el fuero social, pol’tico y econ—mico se dej— notar con pr‡cticas que poco les importaba en cuanto al impacto que produc’an. Aquello se evidenci— cuando la ciudad creci— hacia el sur por la implementaci—n del campamento estadounidense. La urbe se extendi— hasta un l’mite impensado. Todo el nuevo flujo, tanto de los primeros veh’culos, como de carretas o bien el tr‡fico a pie estaba obstruido por la compa–’a inglesa. ÒLos ingleses no dejaban pasarÉÓ retrata una informante. En ese aspecto, el crecimiento y la ocupaci—n de los espacios han sido pr‡cticamente espont‡neos y descontrolados. Al menos con las compa–’as The Chile Exploration y Anglo Chilena su crecimiento fue exacerbado y poco planificado, forjando que la intervenci—n en los terrenos yermos fuese pr‡cticamente funcional a sus intereses. Influ’a, adem‡s, una topograf’a estrecha. S—lo hab’a un peque–o
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! fueron fundadas en el condado de Schenectady en el Estado de Nueva York, maquinarias especialmente elaboradas para el Ferrocarril de Tocopilla al Toco por la Compa–’a General Electric. El reemplazo de las antiguas maquinarias a vapor Kitson-Meyer fue relevante para cubrir el tramo entre el puerto y El Tigre, ideales ! y —ptimas para superar la gran cuesta determinada por la Cordillera de la Costa.
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callej—n que ten’a que conectar ÒLa VillaÓ y ÒEl PuebloÓ. Se !acrecentaba una fragmentaci—n vial y social. Las esperas en aquel angostillo eran largas, al menos as’ lo constataban los primeros !camiones de la compa–’a, las g—ndolas y los veh’culos de tracci—n animal. Lo anterior fue configurando una percepci—n negativa de ! la ciudadan’a ante la compa–’a de los brit‡nicos. La soluci—n propuesta por ellos s—lo se remit’a a la contrataci—n de se–aleros y serenos para que tratasen de dirigir el tr‡nsito. Se sumaba a estas dificultades el paso del ferrocarril por ese callej—n. La presi—n hacia la compa–’a, finalizando los a–os veinte, hizo que la gerencia de la compa–’a anglo, resolviera la edificaci—n de una obra ingenieril de alto valor agregado y de alto costo monetario: la construcci—n de un puente, por el cual pasar’a el tren recientemente electrificado (1927). El a–o 1929 marca el inicio de la construcci—n. Para ello se tendr’a que ampliar el Òcallej—nÓ que llegar’a a alrededor de los seis metros. Los ingenieros fueron los se–ores Stoot y Street, ambos ingleses. Una forma de seguir mejorado la planificaci—n y la vialidad complejamente impuesta por la compa–’a, el municipio implementa el Paseo Sloman, teniendo un costo de $119.000. El Paseo Sloman enlaz— la construcci—n de un muro de concreto de 60 metros, al mismo tiempo, se construyeron calzadas y aceras con soleras de piedra en seco68, todo un progreso vial con mejoramiento estŽtico del sector.
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Paralelamente, la colectividad ! inglesa construye grandes casonas ubicadas en Calle Prat y Paseo Sloman, que adem‡s de poseer una ubicaci—n privilegiada, buscaron en sus dise–os un car‡cter de aislamiento para otorgar mayor seguridad para sus ocupantes: los directores y administradores. Las edificaciones fueron inauguradas a inicios del siglo XX, eran el s’mbolo de la gran fisura social y !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 68 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla. Copia de actas de Obras Municipales, N¼ 121. Febrero 1930.
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econ—mica existente en la comuna. Estas casas que pose’an jardines, balcones, con una gran altura, estŽticamente bien decoradas y pintadas, con cŽsped, a modo de antejard’n, con un mayor grado de salubridad, como as’ tambiŽn en volumen, contrastaban con la pobreza de los barrios tocopillanos, dispuestos en terrenos maltrechos, no homogŽneos, atiborrados con casuchas de material ligero y desperdicios de materiales emanados de las industrias, ya sea cartones, latones o planchones met‡licos. Su materialidad, altura y estilo arquitect—nico consolid— su paso por estas tierras. ReciŽn allegados al puerto tocopillano, los ingleses instituyeron la Iglesia Anglicana y fueron creando grupos cerrados para realizar tertulias. Entre ellas estuvo ÒThe Tocopilla Reading ClubÓ y ÒTocopilla Library and Literary SocietyÓ. Los pioneros en esta organizaci—n fueron Guillermo Fletcher, Guillemo Fraser, E. Shepherd, A. Murdoch, J. Anderson, T. Tervit, H. Mattews, D. Butterrield y Johan Foster.69 No quepa duda que el colectivo brit‡nico fue en el periodo postguerra el m‡s poderoso, situaci—n sostenida tambiŽn por la gran cantidad de estos trabajadores. Su poder econ—mico, empresarial, interven’a notablemente en la pol’tica local, en lo social, redundando en un alto nivel de influencia. Pose’an el control de casi todas las actividades industriales, mineras y mercantiles en estos nuevos territorios chilenos. Se reflejaba muy bien el car‡cter imperial que Inglaterra imprim’a en gran parte del mundo. Con tal de velar por sus intereses econ—micos, los ingleses estaban dispuesto a matar. As’ quedo en demostraci—n el 6 mayo de 1892 !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 69 Archivo !de la Gobernaci—n, copia de Acta Constitutiva, 8 de octubre de 1895.
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en un conflicto entre la Anglo Chilean y trabajadores !ÒenganchadosÓ. ! !
ÒLa llegada del vapor Puno con un gran enganche de trabajadores para la oficina salitrera Santa Isabel, distante a 89 kil—metros de la ciudad, fue el punto de partida de un levantamiento masivo originado porque el almuerzo ofrecido por la Compa–’a no hab’a alcanzado para todos. A los que hab’an quedado sin raci—n se sum— m‡s de un centenar de trabajadores que exigieron el cumplimiento de la promesa del agente reclutador o enganchador de pagarles $ 50 a cada uno de los casados y $ 25 a los solterosÉÓ. 70
De este modo comenzaba a surgir el descontento por los incumplimientos hechos por los ingleses en un escenario tristemente cŽlebre: el enganche salitrero. El gerente de la compa–’a hab’a rechazado todo tipo de peticiones. Ante ellos, los ÒenganchadosÓ se amotinaron y bloquearon la l’nea fŽrrea, paralizando todo tipo de faenas.
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La intervenci—n del Gobernador Pedro Benavides no logr— hacer deponer la actitud a los sublevados. Los trabajadores estaban dispuesto a seguir bloqueando la l’nea fŽrrea hasta obligar a la compa–’a salitrera a pagarles lo ofrecido una vez que el reclutador ratificara lo que ellos declaraban que les hab’a sido prometido, a ! cambio de que aceptaran continuar el viaje hacia su puesto de trabajo. De todos modos, los jefes de la compa–’a Anglo Chilean hab’an ofrecido cinco pesos a cada obrero enganchado para dar tŽrmino al levantamiento. Se hizo necesario la presencia de militares; no obstante, vista su demora, la Gobernaci—n presionada !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 70 Arch. Nac. FMI, Vol. 1682. Comunicaciones con varias autoridades 18911892 Oficio del Gobernador de Tocopilla, N¼ 132, Tocopilla, mayo 13 de 1892.
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por los ingleses solicit— la cooperaci—n de bomberos para poder reducir a los amotinados. Entonces, la 1¼ Compa–’a de Hachas y Escaleras se hizo presente y fueron equipados por la Comandancia de Armas. TambiŽn se armaron treinta hombres de la Empresa del Ferrocarril y la mayor’a de los comerciantes junto con sus dependientes. La improvisada Guardia Blanca comenz— el patrullaje por el pueblo. ÒLa llegada de tropas y la presencia de un barco de guerra ÔPresidente Err‡zurizÕ en el puerto de Tocopilla lograron calmar los ’mpetus de los trabajadores. Algunos persistieron en su rebeld’a, pero ante la amenaza armada debieron escapar, unos cuantos en direcci—n del R’o Loa, otros hacia el camino de Calama y la gran mayor’a se dirigi— a la pampaÉÓ.71 Este hecho refleja el poder’o e imperio de los ingleses que, en su fuero, movilizaron las fuerzas para acribillar a los trabajadores. Fue un levantamiento espont‡neo, breve, violento y sin m‡s conducci—n que la proporcionada por improvisados caudillos y lideres que surg’an al calor de la acci—n. Por lo comprobado no apuntaron a ningœn cambio substancial de las condiciones de trabajo o de las relaciones laborales. Pero quedaba en evidencia el claro desequilibro sospechoso de fuerzas entre el Estado chileno y los ingleses. !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 71 Arch. Nac. FMI, Vol. 1682. Comunicaciones con varias autoridades 18911892 Oficio del ! Gobernador de Tocopilla, N¼ 132, Tocopilla, mayo 13 de 1892.
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1.7.
GRIEGOS
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La inmigraci—n numŽricamente significativa de Griegos ocurre 72 !mayormente entre 1880 y 1924 , per’odo de sucesivas guerras en la regi—n de los Balcanes y en Asia Menor, poblada durante !milenios por los Helenos, arrolladoramente expulsados de all’ por el movimiento nacionalista neoturco, acontecimientos a los que se agrega la crisis del comercio internacional de la Pasa, lo que afect— de sobremanera a la poblaci—n agr’cola del Peloponeso. De los griegos que arribaron a Chile en ese per’odo y los a–os subsiguientes, el nœcleo mayoritario se radic— en Antofagasta, dedic‡ndose a trabajar en la horticultura, algunas artesan’as, como aguateros, en el comercio minorista y mayorista, en la industria panificadora y en la lecher’a, industria que en variadas ocasiones llegaron a monopolizar, por lo que ya en la dŽcada del veinte en esa ciudad se dec’a que los Griegos nos dieron las verduras, el pan y la leche... Desde esa capital de la provincia, algunos probaron suerte en la miner’a de la zona hasta Taltal, y otros se dispersaron por las salitreras, por ejemplo en Pampa Uni—n y los diversos centros urbanos del Norte Grande, tanto como en Arica, Tocopilla y Mejillones. Una familia digna de menci—n fue la familia Brontis y su panader’a ÒEl SolÓ, caracterizada siempre por su colosal inmueble construido en el a–o 1927.73 Su particularidad m‡s destacada es el tallado de un sol helŽnico en las alturas! que dise–an sus cornisas.
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En el relato del psicomago tocopillano Alejandro Jodorowsky, se nos indica parte del escenario: !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 72 Tefarikis, 2007. 73 Construido por Ricardo Gho.
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ÒÉel inagotable nitrato de potasio, ideal para fabricar abonos y sobre todo explosivos, atrajo una multitud de emigrantes. En Tocopilla viv’an italianos, ingleses, norteamericanos, chinos, yugoslavos, japoneses, griegos, espa–oles, alemanes. Cada etnia encerrada entre muros mentales altivos. Sin embargo, fragmentariamente, pude disfrutar de esas diferentes culturas. Los espa–oles aportaron a la biblioteca diminutos y m‡gicos cuentos de Calleja, los ingleses prodigaron tratados mas—nicos y rosacruces; Pampino Brontis, el panadero griego, para promover sus pasteles rellenos con mermelada de rosas, cada domingo por la ma–ana invitaba a los ni–os a venir a escuchar su traducci—n en verso de la Odisea.Ó 74
Celebraci—n de la Fiesta de la Primavera en las afueras de la panader’a griega ÒEl SolÓ.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 74 Jodorowsky, 2001: p‡g. 35. !
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La familia Brontis durante los aciagos inicios de la dŽcada del 30, !lideraba los reclamos realizados hacia el Estado por el control de precios y el encarecimiento de la harina. En noviembre de 1932, !emana una carta dirigida al Presidente del Comisariato de Subsistencia Local, carta que conglomeraba a todos los due–os de ! las panader’as tales como, ÒEl Ca–—nÓ, ÒEl SolÓ, ÒEspejoÓ, ÒDos LeonesÓ, ÒLa CentralÓ, ÒLa CooperativaÓ, ÒLa Valpara’soÓ, ÒSanta ElenaÓ y ÒLa YugoslavaÓ, se explicaba que la baja producci—n del pan ten’a como causa el alto precio de la harina, producto que en Tocopilla costaba entre $ 50 y $ 52 el quintal, producto que dos meses anteriores val’a alrededor de $35. Se suma a lo anterior, el alto costo del agua, con el metro cœbico a un valor que bordeaba los $ 4.50, y lo oneroso de los combustibles. Todo esto contribu’a a elaborar menos cantidad de pan y a elevar el precio, plante‡ndose lo siguiente Ò...aqu’ es muy barato, aqu’ cuesta $ 1,20 y aquello nos deja s—lo perdidas por ello pedimos a que se nos autorice vender el pan a $ 1.60 el kiloÓ 75, situaci—n que fue negada, dando pie a una huelga de los panificadores, provocando varios problemas al abastecimiento de pan en Tocopilla. Los griegos eran los lideres de la protesta. El camino de la familia Nikiforos en Chile se inicia en Valpara’so, puerto al que lleg— Stamatios Nikiforos; desde ah’, el patriarca se dirige a Tocopilla.
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Urania Nikiforos, hija de Stamatios nos cuenta: ÒMi papa lleg— en un ! barco, y se encontr— con otros griegos que eran buenos para el juego de la brisca, se amanec’an jugando en una zapater’a. Era costumbre entre griegos que, cuando llegaba un barco con marinos griegos, se invitaban a comer a jugar, a compartir. Stamatios decidi— quedarse en Tocopilla porque le gust—. Entonces, cuando el barco iba a partir, Žl se escondi—. Estaban todos los griegos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 75 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla, carta Asociaci—n de Panaderos. 12 Noviembre de 1932
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busc‡ndolo, y el barco no pod’a partir. DespuŽs de dos d’as de bœsqueda, el capit‡n del barco decidi— partir. Una vez que el nav’o se fue, Žl reciŽn pudo salir a la calle. Y ah’ empez— a trabajar con los Brontis, junt— su plata y se independiz—.Ó Stamatios llegaba desde la peque–a isla de Ios, sus familiares en la isla estaban distribuidos entre comerciantes y soldados. ƒl tambiŽn hab’a sido soldado en la guerra greco-turca en el periodo 1919 hasta 1922. De este modo, se instala en el fulgente puerto tocopillano.
Familia Nikiforos
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Mientras trabaja con sus paisanos en Tocopilla, se compr— una carreta y luego un burro. Se tom— un terreno en La Manchuria. ÒCuando dec’a que viv’a en la Manchuria, nos daba vergŸenza en AntofagastaÓ relata Uran’a. Entonces, Stamatios hizo su casa y construy— un corral para burros, porque una de la primeras labores que desarroll— Nikiforos estuvieron relacionadas con el reparto de agua: se convirti— r‡pidamente en aguatero, recorriendo con los barriles cada uno de los sectores del inicial poblamiento denominado! como La Manchuria. Poco a poco fue capitalizando
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sus recursos e implementa un peque–o local en donde instala un !almacŽn para que trabajase su esposa, el comercio se llam— ÒLa ChabelitaÓ. !
Desde Žste oficio, deriv— a la pesca, miner’a y comercio. A !Nikiforos se le atribuye el nombre de Caleta Buena, la ensenada existente al sur de Tocopilla, hoy convertido en un popular balneario. Aquella ensenada era uno de los lugares favoritos para desplegar sus botes. Los recursos que se iban generando con el almacŽn ÒLa ChabelitaÓ, dio pie a que se comprara un Ford A, lo que permiti— recorrer la costa tocopillana, hallando en Caleta Buena, un lugar que recordaba su isla. ÒCon sacos de papas se hizo una carpita, all‡ no iba nadie y no pasaba nada. Comenz— a tener m‡s autos. Se hizo amigo de se–ores de Gatico para que fuesen a habitar Caleta Buena. Entre ellos un fabricante de bloques de cal, cerca de Gatico. Construy— una casa con mezcla de cemento que inclu’a huiro y qued— muy bien la casa, as’ fue ampliando (É) Poco a poco fue invitando amigos para ir a vivir a Caleta Buena, la familia Guerra, algunos alcaldes del Partido Radical, y una serie de amigos que ten’an negocios en TocopillaÓ. 76 La vinculaci—n con Caleta Buena, convierte a Nikiforos como el primer proveedor de pescado para Tocopilla, Mar’a Elena y Calama. Toda su extracci—n era guardaba en Soquimich, porque ah’ hab’a conserveras. Adem‡s de sus labores pesqueras, cri— cerdos y destac— en el rubro! minero, en especial en la mina Mar’a Isabel.
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Sobre su anecdotario, su descendiente nos cuenta que era una rutina que en las afueras del hotel de los Brontis se juntaran los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 76 Entrevista a Uran’a Nikiforos. 24 de junio 2013.
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griegos a jugar brisca. A la hora de celebrar algunas festividades relacionada con Grecia, con la madre patria, se juntaban en las casas porque no ten’an local propio como colonia. Demetrio Choppelo, griego errante, calafate, pescador y marinero, lleg— en los finales del siglo XIX, pero fallece en Antofagasta en 1907 por efectos de la peste bub—nica. Algunos de sus hijos se quedaron en el norte de Chile: Mejillones. Otros se radican en Tocopilla, donde formaron sus familias. Un caso de comerciante enriquecido gracias a las crisis del 29Õ fue El’as Stamataco. Hab’a logrado una venta de carne, entre el 2 y 14 de abril de 1932, que alcanz— los 700 kilos, cost‡ndole al fisco $ 1.540. Carne destinada a la Olla del Pobre. El rubro del comercio, fue el ‡rea laboral en cual se desenvolvieron los griegos en Tocopilla, por ejemplo: Juan Jusakos tuvo una panader’a; Esteban Progulakis fue due–o de una lecher’a y posteriormente instalar’a un restaurant en el sector de Caleta Boy. Jorge Progulakis tuvo un hotel. Marco Peris fue un destacado manicero en la dŽcada del 40. Constantino Tefarikis fue uno de los mayores distribuidores de mercader’as y abarrotes para Tocopilla y la pampa. Constantino Pantelakos se destac— por un almacŽn. Por su parte, Jorge Karamanos instal— una zapater’a. Constantino Juanides instal— un hotel. Salvador Prinea apost— por un almacŽn y luego por una carnicer’a. Nicol‡s Andr—nico invertir’a su capital en una panader’a. Por su parte, la mayor lecher’a existente en Tocopilla es atribuida a los griegos, en especial Antonio Mavropulos, especializado tambiŽn en la venta de afrechos, pasto, cebada y harina californiana. !
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Brontis y Mavropulos hab’an impulsado el negocio en 1924 con !un capital, segœn La Prensa de Tocopilla, de 100.000.00. En sus establos conservaban 30 vacas holandesas y un toro reproductor. !La venta de la leche era a domicilio y al pie de la vaca. !La
inmigraci—n griega ha sido en parte invisibilizada o bien, derechamente, menospreciada. Al menos as’ lo demuestra el cronista de Tocopilla Juan Collao Cerda (2001) quien, al hablar sobre los griegos acomete un acto poco digno de ÒhistoriadorÓ al referirse sobre los helenos despectivamente, dando muestra de ÒracismoÓ, clasismo y quiz‡s de xenofobia. Por ejemplo nos dice que, ÒLos griegos (É) no aparecen sus caracter’sticos apellidos registrados en los Casilleros de Correos ni en las n—minas de los suscriptores telef—nicos, lo que indica la poca importancia social y econ—micaÉÓ.77
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En primer lugar la identificaci—n que realiza es por apellido, un elemento que no es del todo decidor sobre el origen Žtnico de las personas, a saber que los cruces y v’nculos en Europa son constantes y milenarios, por ello no son ÒpurosÓ en referencia a una geograf’a pol’tica. Adem‡s no considera que el Registro Civil Òchileniz—Ó muchos apellidos extranjeros. En segundo lugar su elemento de inferencia es b‡sico y m’nimo porque, al no estar registrado en el correo radicar’a su supuesta Òpoca importancia ! el correo o tener telŽfono es un socialÓ. Queriendo decir que indicador de estatus, lo cual es bastante discutible. C—mo, entonces, definir’a tener estatus?, quiŽn lo construye? O quiŽn lo define?. Hablar de Òpoca importancia socialÓ deja en claro quienes son los ÒimportantesÓ acaso ser‡n los ingleses? Los norteamericanos?. S—lo porque tienen casilla en el correo o !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 77 Collao, 2001: p‡g. 232.
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telŽfono?. El ÒestatusÓ e Òimportancia socialÓ de Collao estar’a definido por dinero. El desatino prosigue: Òefectivamente eran de escasa cultura, por lo general hijos de campesinos pobres y analfabetos que habitaban las islas de la pen’nsula o modestos trabajadores de los puertosÓ.78 La cultura para Collao est‡ definida, determinada y valorada por el car‡cter rural de los griegos inmigrados, por su analfabetismo y por la pobreza de los portuarios. Un pueblo no tiene ni m‡s ni menos cultura porque no sabe ÒescribirÓ, a saber que los dispositivos de la escritura y comunicaci—n son mœltiples y culturalmente diversos. En esa l—gica, la Òalta culturaÓ estar’a en la ciudad, en el mundo urbano, y en los que no trabajan en los puertos, a saber de la tradici—n mar’tima del mundo griego. ÀNo sab’an escribir en espa–ol? Clasificar a un grupo migrante por poseer Òpoca importancia socialÓ o de Òescasa culturaÓ adem‡s de desde–ar, invisibiliza una multiplicidad de fen—menos que conlleva la llegada de un grupo for‡neo, obstruye la comprensi—n de la variedad de los procesos en la inserci—n laboral, cultural y social. Invisibiliza los elementos de conexi—n o de translocalidad con sus tierras de origen. Del c—mo se vivi— Grecia en Tocopilla con los h‡bitos y pr‡cticas transfronterizas y transnacionales. Del c—mo los griegos se inscribieron en Tocopilla y de c—mo Tocopilla se inscribi— y oper— con los griegos. Una mirada sesgada, raciol—gica y clasificadora socialmente, ha entorpecido la mirada y la apreciaci—n hacia los inmigrantes. En este caso de los provenientes desde Esmirna, Andros, de Cefalonia, Skopelos, desde Creta o El Pireo. !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 78 Collao, 2001: p‡g. 232.
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! Griegos residentes en Tocopilla en una fiesta; entre ellos: Salvador Prinea, Jorge Progulakis, Urania Nikiforos, Juan Jusakos, Demetrio Kasimis.
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Di—genes Brontis, Uran’a Nikiforos y Sabas Prinea. !
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Las fiestas entre griegos y descendientes en Tocopilla fueron actividades muy usuales. Del mismo modo se celebraban fiestas cuando llegaban barcos ! mercantes con tripulantes griegos.
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! Celebraci窶馬 en Antofagasta de la anexi窶馬 de Tracia y Esmirna a Grecia en 1920, fiesta en donde participaron numerosos griegos residentes en Tocopilla.
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1.8.
ESTADOUNIDENSES
El mineral de Chuquicamata remonta sus explotaciones en base al trabajo ejercido por la empresa Guggenheim Bros, proveniente desde los Estados Unidos; produciendo la primera barra de cobre fino el 18 de mayo del a–o 1915. No obstante, en Tocopilla la gran compa–’a ya marcaba sustantiva presencia, b‡sicamente determinada con la generaci—n de energ’a elŽctrica destinada a la mina de cobre. S—lo el conflicto bŽlico mundial vivido en el mundo a la saz—n, habr’a retrasado en cortos plazos la construcci—n de las instalaciones termoelŽctricas. Cuando The Chile Exploration se vino a instalar, la intenci—n inicial era disponer del ag—nico puerto de Cobija.79 Sin embargo, los vecinos tocopillanos reclamar’an fuertemente a las autoridades para que no se autorizara la concesi—n a la compa–’a en el citado puerto, ya que traer’a un supuesto menoscabo econ—mico a Tocopilla, se acrecentar’a la emigraci—n y se perder’a la importancia en el concierto provincial. Otro argumento apuntaba a que Cobija, aniquilado por el maremoto de 1877, se convertir’a en un verdadero Òfeudo gringoÓ, letal para la soberan’a chilena, tan en boga en aquella Žpoca de incorporaci—n reciente de Tocopilla a Chile. Cuando comenzaron a surgir las noticias en cuanto a que Žsta compa–’a anclar’a en Cobija, aument— considerablemente la solicitud de los particulares para obtener una concesi—n. Por su parte, las autoridades presionaron a los inversionistas instal‡ndose definitivamente en Tocopilla. Entre los fŽrreos oponentes estuvo el diputado Lindorfo Alarc—n y el mŽdico V’ctor AlzŽrreca,
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 79 El antiguo puerto de Cobija hab’a sido diezmado por los terremotos y maremotos de 1868 y 1877. En 1878 hubo grandes pestes que siguieron disminuyendo ! la poblaci—n. En 1879 vino la guerra que gener— un despoblamiento integral.
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quienes realizaron gestiones de alto nivel para evitar el !emplazamiento de la compa–’a en el otrora puerto boliviano. !Esta planta se denominar’a la Coast Plant. Una vez que estuvo claro que el gobierno chileno no ve’a con buenos ojos la instalaci—n en !Cobija, la compa–’a hizo las adquisiciones en Tocopilla protegiendo esos terrenos del sector Algodonales con pertenencias mineras, procedimiento usual en estos casos. Los terrenos fueron adquiridos a la Compa–’a Salitrera H. B. Sloman y C’a. en marzo de 1914. El 28 de marzo de 1914, la Intendencia de Antofagasta, a travŽs del Sub Secretario del Ministerio del Interior, informa del decreto que autorizaba la instalaci—n de la planta.
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ÒÉapruŽbese el proyecto presentado por el se–or James Walmsley, por los se–ores Duncan Fox y Compa–’a, representantes de The Chile Exploration Company para instalar planta elŽctrica en Tocopilla, para transmitir energ’a de alta tensi—n a Chuquicamata, con conformidad al plano y memoria explicativa que quedan archivados en la oficina tŽcnica de acuerdo a la Ley N¡1665 del 4 de agosto de 1904 sobre permiso de instalaciones elŽctricas. Decreto reglamentario de la misma ley N¡ 4896 de 14 de diciembre del mismo a–os y decreto N ¡ 749 del 6 de marzo de 1911, en su caso sobre existencia de l’neas elŽctricas aŽreas en una misma calle o recinto. 2¡: sin perjuicio de los derechos de terceros, autoriz‡rseles para ocupar por el tŽrmino de diez a–os contados ! desde la fecha en que se de principio a la explotaci—n de las obras los bienes fiscales y nacionales de uso pœblico que fueren necesarios para la instalaci—n del servicio. 3¡: los trabajos deber‡n iniciarse en el plazo de seis meses (É) autorizase al Gobernador de Tocopilla para que en representaci—n del Fisco
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firme la escritura pœblica a que deber‡ reducirse el presente decreto. Barros Luco, Rafael Orregos, Julio FabresÓ.80 En el mismo mes, se instalaron las cuatro primeras unidades que significar’an el montaje de diecisŽis calderas de 600 caballos de fuerza y cuatro turbinas que producir’an cuarenta mil kilovatios. Las instalaciones fueron construidas por la Casa SiemensSchuckert. En el a–o 1915 la compa–’a norteamericana funcionaba con diez calderas Babcok abastecidas con tubos para agua para que, de este modo, se produjera vapor saturado a 215 libras, el cual al ser sobrecalentado obten’a a una temperatura de 525 Fahrenheit. Desde todas estas instalaciones se inici— un sistema de postaci—n que atravesaba toda la Cordillera de la Costa luego la Depresi—n Intermedia hasta llegar a Chuquicamata, situada a 140 kil—metros y a una altura de 2.760 metros sobre el nivel del mar. Desde la costa se iniciaba esa larga fila de altas torres transportadoras.81 Òla energ’a total que en forma de corriente trif‡sica a 100.000 voltios llega de Tocopilla, es transformada a 5.000 voltios y convertida a continuaci—n la mayor parte de ella en corriente continua de un promedio de 235 voltios, mientras que el resto sufre una segunda transformaci—n a 500 voltios en la misma estaci—n y auxiliada con estaci—n auxiliar distante a 400 metros de la principal (É) los tres conductores existente en cada torre de alta tensi—n van dispuesto en un plano horizontal a una
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 80 Arch. Gobernaci—n de Tocopilla. Decreto N¡ 457, 28 de marzo de 1914. Intendencia de Antofagasta, a travŽs del Sub Secretario del Ministerio del Interior. 81 El sistema de postaci—n proyecto a que cada torre estŽ separada por 200 metros por tŽrmino medio, en algunos sectores, especialmente en la Cordillera de la Costa, hubo excepciones que hicieron que la separaci—n fuese de 400 ! metros.
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distancia de 3,95 metros uno de otro y tendido de tal suerte que el apoyo de suspensi—n de las cadenas viene a estar a una altura de 13, 3 metros sobre el sueloÓ. 82
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Ya en 1916 los estadounidenses hicieron que la planta de Tocopilla !se constituyera en una de las m‡s modernas del mundo y en una de las primeras en transmitir energ’a elŽctrica a tan alta tensi—n. En esa misma fecha pose’a una potencia mayor en referencia a las empresas que en el futuro formar’an Chilectra, las que abastec’an a Santiago y Valpara’so. Luego, en 1918 la gran compa–’a norteamericana inaugur— calderas pero con una potencia de 1350 caballos de fuerza. De la misma forma se agreg— un turbo generador de 10.000 kilovatios en conjunto con un vaporizador con capacidad para estilar alrededor de diez toneladas de agua.83
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El segundo cuerpo de la planta de baja presi—n fue instalada en 1926.84Las instalaciones de toda la compa–’a en la Bah’a Algodonales consist’an de dos grandes edificios independientes entre s’, uno de los cuales conten’a todo lo referido a transformadores y aparatos de proyectar de alta tensi—n y en el otro gran edificio se pose’a todo referido a las calderas, a los turbogeneradores, a los cuadros de distribuci—n y artefactos de !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 82 Mart’nez Rodr’guez, Gerardo, en ÒOr’genes y desarrollo de Chuquicamata bajo la Chile Exploration CompanyÓ 1943. P‡g. 214. 83 En la dŽcada del veinte, la compa–’a ! solicita permisos para instalar una ca–er’a flotante movible para facilitar la descarga de petr—leo. Ca–er’as flotantes mediante tambores de aceite vac’o. Posteriormente ser’an reemplazadas por ca–er’as sub marinas. 84 En aquella Žpoca se montaron seis calderas que produc’an un vapor saturado de 200 a 215 libras sobrecalentando a 550 Fahrenheit. Esas calderas hab’an sido dise–adas y montadas para activar una potencia de 1.403 EPB, las cuales pose’an tubos inclinados, alcanzando a once los quemadores de cada caldera, engendrando una presi—n en colector horizontal de 225 libras por pulgada cuadrada.
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baja presi—n. TambiŽn se dispon’an de otras instalaciones para oficinas, laboratorios y talleres mec‡nicos.85 Segœn Gerardo Mart’nez, Tocopilla y la planta elŽctrica Òcon su capacidad ampliada en la dŽcada del treinta, superaba la potencia de Electric Power, que abastec’a de electricidad a Washington D.C. De la energ’a entregada por la planta de Tocopilla, entre un 75 % y 85 % eran destinadas al proceso electrolitoÓ.86 Desde all’, hasta 1938 es denominada como ÒPlanta de Baja Presi—nÓ, desde sus originales cuatro turbogeneradores hasta la Unidad 8. A partir de 1959 se ponen en servicio tres unidades a petr—leo pesado, sucediŽndose el desarrollo de la generaci—n a carb—n, con cuatro unidades, sum‡ndose a ellas el servicio de tres turbinas a gas, como respaldo. La presencia de norteamericanos en Tocopilla, presion— a que el puerto fuese resguardado en el transcurso de la II Guerra Mundial a travŽs del Grupo de Comando de Defensa de la Costa en 1942.87
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 85 ÒContiguo a la sala de calderas, se encuentra la parte del edificio destinado a los servicios auxiliares compuesta de una sola nave y con una extensi—n de 7 por 42 metros. En su obra hœbose de emplear fuertes construcciones de hierro para ir instalando en su piso superior cinco dep—sitos de hierro de un contenido total de 600 metros cœbicos, para almacenar agua de mar, agua dulce y petr—leo para la combusti—n. En esta parte del edificio se hicieron tambiŽn considerables excavaciones a causa de que las bombas de refrigeraci—n para los condensadores de las turbinas aqu’ montadas deb’an estar a una altura de 2,45metros por encima del nivel del mar, siendo as’ que el piso exterior colindante se encontraba a 9,6 metros m‡s alto que el nivel referidoÓ. En ÒLa Riqueza minera de ChileÓ. Santiago: [s.n.], 1921-1933. 12 v., n¡ 96, (oct. 1930), p‡gs. 207-217 86 Mart’nez, 1943: p‡g. 215. 87 Ver art’culo ÒTocopilla entre dos guerrasÓ. Galaz-Mandakovic (2010) disponible en http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/tocopilla-dos! guerras-mundial-otra-local/id/53228893.html
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Arriba: La Colonia Americana, la fiel expresi窶馬 del company town. Al centro: Administradores e ingenieros de The Chile Company. Abajo: Familia Peterson, 1928.
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Estadounidenses empleados de The Chile Exploration y sus familias despuŽs de un partido solamente jugados entre ellos, en algunas ocasiones invitaban a japoneses residentes en Iquique. se expresa en las relaciones sociales, en lo deportivo, en la ocupaci—n y residencia en el territorio lo laboral debido a la alta tecnificaci—n requerida para ser funcionario de la termoelŽctrica.
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En su aporte a la comunidad, los norteamericanos implementaron !la primera playa artificial de Tocopilla, creada en los a–os 40, era alcalde V’ctor Contreras Tapia. A travŽs del municipio, se !gestionaron los recursos y materiales con el gerente de la termoelŽctrica The Chile Exploration Company, el estadounidense ! conocido como M’ster Boynton. El sector sur, Villa Covadonga, era habitado por los trabajadores y empleados de dicha compa–’a, ellos se reg’an por un sistema urbano organizacional muy al estilo norteamericano, frente a ello el lenguaje no escap—, y la playa comenz— a ser llamada como ÒCaleta BoyÓ.
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V’ctor Contreras Tapia (1981), nos cuenta en su libro que, ÒAl Sur de la ciudad hab’a un roquer’o apropiado para construir una piscina, que tanta falta hac’a. Con Augusto Bravo, ayudante del Director de Obras, nos trasladamos hacia el lugar indicado donde planteŽ mis proposiciones. Estuvo de acuerdo con mis ideas y de inmediato en el Departamento de Obras se dedicaron a hacer los planos, pero... Ày la plata?. Lo haremos por administraci—n, pensŽ. Y la soluci—n ser‡ m’ster Boynton. Me dio de inmediato la entrevista que le solicitŽ y le invitŽ a que me acompa–ara al lugar donde pens‡bamos realizar la obra, que quedaba frente al campamento de los obreros de la Chilex. Le expliquŽ el proyecto y le ped’ su opini—nÓ. La idea era reemplazar la piscina de los Ba–os Municipales, la que estaba Òal lado de donde botan las aguas servidas de la Compa–’a Minera y la gente no puede ba–arse en ese lugarÓ. Luego detalla ÒComenzamos la obra. El ÒdesrocamientoÓ nos demor— mucho. Luego hicimos el muro de contenci—n de las aguas, instalamos v‡lvulas para ! secarla, ya que la piscina se llenaba con la marea alta.Ó. Hoy, esos mismos muros yacen imperturbables frente al paso de los a–os y a la agresi—n constante del oleaje. Con el arribo de la empresa norteamericana The Chile Exploration Company, la ciudad se adentra en un transcurso de apogeo y de expansi—n de la ciudad hacia el sector sur siguiendo la l’nea marcada por la estrecha planicie costera. Se inicia, en el primer lustro de la dŽcada del veinte, la implementaci—n de village workers o !
los campamentos para obreros y empleados en lo que conoceremos como la Villa Covadonga y la Villa Americana. Estos campamentos eran verdaderas ciudades tanto por su extensi—n como por su aspecto; una estŽtica y un dise–o uniforme. El sello americano estuvo en sus calles espaciosas en terrenos llanos y homogŽneos, con una Casa de Refrigeraci—n Ðconocida como pulper’a- un peque–o hospital, iglesia, sedes de clubes, estadios, cachas de futbol, beisbol y tenis, y con un extenso, adem‡s de bien distribuido sistema de electrificaci—n. Muchas de estas casas eran de cemento armado y las piezas estaban entabladas con un sistema de aislamiento contra el calor y el frio, con patios cercados. Exist’an las casas llamadas ÒTipo CÓ, que eran para empleados y capataces, cuyas construcciones eran m‡s fastuosas, amplias y con ba–o propio y no comœn como el resto del campamento. Por su parte, los hijos de los norteamericanos, acud’an a una escuela particular: ÒLa Escuela AmericanaÓ. La diferenciaci—n urbana, que pasaba tambiŽn por lo socioecon—mico y al gran contraste a su vez en la calidad de vida, hizo que la ciudad tuviera una fragmentaci—n, siendo el Puente del Ferrocarril anglo el catalizador de esa divisi—n. Al norte del puente estaba el llamado ÒPuebloÓ y al sur del mismo, la ÒVillaÓ. Al norte los no vinculados con la termoelŽctrica y al sur del puente, los trabajadores de la central generadora. Desde el punto de vista laboral, sus trabajadores formaron un gran sindicato fundado el 3 de septiembre de 1933. El personal de la Chilex estaba categorizado en los cl‡sicos roles: obreros, empleados y Gold Roll o rol oro, o sea, quienes ten’an su sueldo pagado en d—lares. Desde el comienzo de la producci—n de la Chilex hab’a existido actividades de tipo reivindicativo, pero a !
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partir de 1930 se organizan sindicatos en base a la legislaci—n de !1924.88 !A modo de ejemplo de este grupo inmigrante, podemos citar el caso de Eric Peterson, graduado en el Instituto Stevens, de !profesi—n Ingeniero Naval, adem‡s de veterano de la Primera Guerra Mundial, empez— a trabajar en Tocopilla por la compa–’a Anaconda Copper Mining en 1925. Este caso nos da cuenta de una inmigraci—n de especialistas y tŽcnicos que llegaba a Tocopilla por periodos fijos o definidos. Muchos de los norteamericanos especializados en algœn ‡rea de la ingenier’a, llegaban con sus esposas y familias, elemento que no facilit— la descendencia en la ciudad. Transform‡ndose as’ en un colectivo aislado o end—geno, no combinado con chilenos.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 88 En 1930, nacen los sindicatos de obreros, de la mina y de la planta. En 1933 se conforma el Sindicato Industrial de Tocopilla. Los sindicatos de empleados se constituyen en Chuquicamata en 1931, en Tocopilla en 1941, y en Antofagasta 1952.
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! Con la llegada de The Chile Exploration Company, llegan tambiŽn los primeros veh’culos a Tocopilla, especialmente en la dŽcada del 20, siendo los autos m‡s codiciados los del modelo Ford T, del que se vendieron m‡s de 15 millones en todo el mundo, y que ha sido considerado ÒEl Coche del SigloÓ. En las gr‡ficas se exponen los autos pertenecientes a los norteamericanos administradores de la gran fortuna invertida en Tocopilla por los hermanos Guggenheim. En una de ellas es posible ver el a–o -1925- y el nœmero de su patente en Tocopilla: N¡ 5. Veh’culos que eran la mayor expresi—n de lujo y constitu’an todo un espect‡culo pœblico al verlos transitar por las polvorientas calles de Tocopilla.
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La ocupaci—n de la pen’nsula de Algodonales y el poblamiento en el sector sur de Tocopilla, originando la Villa Covadonga.
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La pesca de albacoras y los acostumbrados paseos dominicales por playas y ! muelles por parte de los estadounidenses.
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1.9.
ESPA„OLES
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Aproximadamente a 60 kil—metros al sur de Tocopilla, nos !encontramos con antiguos vestigios de lo que fue un potente puerto minero que, lamentablemente, tuvo su ocaso por motivos !econ—micos y, por sobre todo, por fen—menos naturales, provocando la despoblaci—n. Hablamos de Gatico.89
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Una vez acaecido el terremoto y tsunami de 1877, evidentemente que el puerto m‡s afectado fue Cobija, por su condici—n de pen’nsula, por tal raz—n, se inici— la decadencia total de Cobija, o Puerto Lamar, y gran parte de la poblaci—n pobl— lo que ser’a Gatico, lo cual tambiŽn se increment— cuando se inici— la Guerra del Pacifico en 1879. Gatico, bajo la jurisdicci—n chilena, se transforma en un peque–o municipio que dur— hasta 192790, desde all’ s—lo funcionaria una Subdelegaci—n Municipal. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 89 Los antecedentes mineros de Gatico se remontan a 1832, fecha en que el gobierno boliviano otorga la concesi—n de los minerales de Gatico, considerados los m‡s ricos de esta regi—n, a una sociedad compuesta por D‡maso Uriburu, con sede en Valpara’so, a otra sociedad perteneciente a Gregorio Beeche, sede Potos’, y el se–or Zamudio de Cobija. El Mariscal Santa Cruz, al parecer, formaba parte de esta sociedad y se ocultaba bajo el nombre de su sobrino, JosŽ Pe–a. ƒstas minas, junto a las de Copaca, Tres Cerros y Mami–a, fueron abandonadas despuŽs de la invasi—n peruana a Cobija. A–os m‡s tarde su explotaci—n parece restablecida, pues en 1840 se exportan 8.488 ! Arce (1930) en 1857, parti— una expedici—n quintales de cobre de Cobija. Segœn minera a cargo de los hermanos Latrille y un ciudadano francŽs de apellido Meunier quien ya figuraba como due–o de las minas Toldo o Santo Domingo y la mina Meunier. Este mismo cronista afirma que en Gatico ÒÉlas poblaciones mineras de Punta Blanca y Gatico, se reportaron m‡s de 200 muertos por la salida de mar de 1877, derrumbes de cerros y minas que se sentaronÓ. Arce, 1930: p‡g. 357. 90 La disoluci—n de la Municipalidad de Gatico fue orden del Presidente Carlos Ib‡–ez, disolviendo al mismo en tiempo en Tocopilla, en agosto de 1927 a travŽs del Decreto Supremo N¡ 5.526, la Junta de Vecinos. Nombrando como Alcalde a Francisco Choloux (due–o de la farmacia ÒChileÓ Drug Store) y
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De todos modos cabe decir que la prosperidad de Gatico estuvo en los inicios del siglo XX, cuando los ciudadanos espa–oles, miembros de la Sociedad Artola, se hicieron cargo de la explotaci—n del conglomerado de minas en el sector de Gatico, siendo la mina mayor llamada La Toldo. Desde all’, el impulso de este puerto fue mayœsculo y veloz, llegando a poseer una poblaci—n que bordeaba las cuatro mil personas. La impronta de los hermanos Artola se reflejar’a en el nombre de la principal avenida, que, segœn los antiguos gatique–os, la avenida m‡s larga de Chile ser’a la llamada ÒAvenida ArtolaÓ.
! Gatico en pleno apogeo en manos de empresario espa–oles. En la gr‡fica, la celebraci—n del Centenario de Chile.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! como vocales a los se–ores M‡ximo Venegas, An’bal Morales y M‡ximo PŽrez. Los funcionarios municipales de Gatico fueron trasladados al municipio tocopillano. !
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El resurgimiento del pueblo, de manos de los funcionarios !espa–oles, impuls— la creaci—n de un par de peri—dicos que informaban sobre el pueblo y de la metr—polis: su !vecino Tocopilla. Este puerto contaba con dos muelles y una fundici—n vinculada a los muelles por medio de un ferrocarril. Tal ! fue el pin‡culo que consigui— el centro minero que, en las primeras dŽcadas del siglo XX, ya contaba con correo, aduana, resguardo mar’timo, cantinas, polic’a, pulper’a, teatro, iglesia, botica, hoteles, escuelas, restaurantes y muchos almacenes. La casona principal del pueblo, s’mbolo de lo que fue el complejo en su Žpoca de esplendor, se mantiene en pie y su estructura ha resistido por lo menos cinco terremotos. Dicho chalet construido en 1914 por el gerente Thomas Peddar Òuno de los activos gerentes que estuvieron a cargo de la empresaÓ. 91 Este inmueble reflej— y simboliz— el renacer de un pueblo diezmado por los sucesivos problemas econ—micos.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 91 Collao, 2001.
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! Futbol Club de Gatico compuesto por obreros y empleados del puerto y campamento minero impulsado por espa–oles.
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Orfe—n de Gatico, compuesto por los hijos de los obreros y empleados en la segunda ! dŽcada del siglo XX.
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Gatico tuvo su proceso de ocaso por el aluvi—n de 1912, del cual !se pudo reparar, pero las marejadas descomunales que azotaron al pueblo en 1922 imprimieron nuevamente la t—nica de la !destrucci—n. Adem‡s de la crisis econ—mica de 1921. Luego, la debacle mercantil de 1932 y el aluvi—n de 1940. !
En la relaci—n infatigable entre Tocopilla y Gatico, los peninsulares instituyeron la Sociedad Espa–ola de Beneficencia, organizaci—n filantr—pica que fue fundada el 20 de septiembre de 1894. Su primer directorio estuvo compuesto por el Presidente Melit—n Casacubierta; su vicepresidente, Antonio Fern‡ndez y su secretario, Julio Yubero. Tesorero Celestino GimŽnez. Los requisitos para integrarla hablaban de Òbuena conducta y antecedentes honorablesÉÓ 92 dej‡ndose de lado la pol’tica y la religi—n en las reuniones. Con el correr de los a–os, es evidente que esta instituci—n se transform— en una de las m‡s vetustas de este puerto sin modificar sus estructuras, ni reglamentos y se caracterizaron por la frecuencia de reuniones.
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Ellos, los hispanos, en car‡cter que expresa transnacionalidad, buscaban vivir Espa–a en Tocopilla, por ello adem‡s de mantener su sonsonete, quer’an mantener sus tradiciones, sus costumbres, su folklore, mœsica, bailes y canciones, su forma de ser e incluso su gastronom’a. No obstante, la gran mayor’a contrajo matrimonio ! con hijas de este puerto e iniciaron la trayectoria de conocidas y recordadas familias. A–os m‡s tarde, otros tantos peninsulares, motivados por el ejemplo de sus familiares y amigos, tambiŽn emprendieron la aventura de dejar su patria e iniciar una nueva vida en el norte de Chile. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 92 Collao, 2001.
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Usualmente, la participaci—n en este grupo era de profesionales liberales y aut—nomos, empresarios y comerciantes. Casi todos de buen pasar econ—mico. Entre otras labores que realizaban, estaba la de prestar apoyo a los consulados. Pero su obra m‡s valorada por la comunidad fue la creaci—n de la 4¼ Compa–’a de Bomberos en 1895. No obstante, su reglamento explicitaba que, para ser parte de la compa–’a el requisito fundamental era ser espa–ol de nacimiento o bien, ser hijo de espa–ol. Esta situaci—n se mantuvo hasta 1931 cuando se vio lo inviable de aquella regla. En esa fecha, la compa–’a pasa a ser denominada ÒPatria y TrabajoÓ. La presencia de espa–oles se acentœa en la segunda mitad de la dŽcada del treinta. En especial por los espa–oles que huyeron de la sangrienta guerra civil, quienes hallaron en Tocopilla el cobijo. Por ejemplo, seis familias de pescadores llegaron por gestiones del ComitŽ Chileno de Ayuda a los Refugiados Espa–oles, auxiliados adem‡s por la Municipalidad de Tocopilla en tiempos de V’ctor Contreras Tapia (1938-45). Los refugiados, una vez llegados a Tocopilla, se radicar’an en Gatico gracias a las diligencias del Alcalde ante la Compa–’a Minera de Gatico que les proporcion— habitaciones. Asimismo, por acuerdo de los regidores la municipalidad proporcion— las herramientas para comenzar sus trabajos y los v’veres necesarios para mantenerse en las primeras semanas. La admiraci—n y gusto por los inmigrantes europeos por parte de las autoridades, se retrataba en La Prensa de Tocopilla. ÒComo se presume que el trabajo de estos hombres, que difiere del trabajo de nuestros pescadores, traer‡ para Tocopilla una Žpoca de abundancia de pescado, la Municipalidad hab’a pensado en obtener del Instituto de Fomento Minero la instalaci—n de una c‡mara frigor’fica para guardar all’ el pescado y poder enviar, de acuerdo con las necesidades del consumo a la pampa y otros puntos de la provinciaÓ.93 La cita anterior refleja en gran medida lo !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 93 La Prensa de Tocopilla, martes 7 de noviembre de 1939.
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evidenciado en varios testimonios, en cuanto a que, !aparentemente, lo europeo se conecta con el trabajo arduo, responsable, que supuestamente, supera a lo que el hombre !tocopillano pod’a entregar. No era m‡s que la expresi—n de ese imaginario social de ÒsuperioridadÓ indicada hacia lo europeo. !
Varios espa–oles fueron destacados en el comercio local. Entre ellos el espa–ol due–o del restaurant ÒLa CumparsitaÓ de JosŽ Rodr’guez o ÒLa Estrella de ChileÓ de la familia Arias. Est‡ tambiŽn el caso del comerciante Jesœs Monzoncillo, espa–ol que instal— a principios de siglo una Casa de Prestamos llamada ÒLa ConfianzaÓ. M‡s adelante instalar’a la tienda ÒCasa Espa–olaÓ, que tambiŽn tendr’a una orientaci—n hacia el empe–o de mercader’as. TambiŽn vend’a joyas y confeccionaba trajes. La casa ÒLa PalomaÓ y ÒEl SolÓ tambiŽn perteneci— a socios ibŽricos, los Sres. Val y çlvarez; vend’an sombreros, trajes, zapatos y algunos juguetes. ÒLa Casa Espa–olaÓ siempre en calle 21 de Mayo, exped’a mercader’as, zapatos, ropa, ! ÒLa Mina de OroÓ en 21 de Mayo adornos caseros y sombreros. con An’bal Pinto, su due–o fue JosŽ Mart’nez, tambiŽn sigui— la t—nica de sus connacionales: zapatos, ropa, trajes, sombreros, etc.
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ÒLa CumparsitaÓ y su publicidad en La Prensa de Tocopilla durante la dŽcada del 50.
Se cont— con el ÒHotel Espa–olÓ en calle San Martin, con la residencial ÒLa Espa–olaÓ ubicada en calle Prat N¼ 1224. Recordado es JosŽ I–esta, propietario de la radio ÒCovadongaÓ, m‡s conocida como la radio "I–estaÓ, radio que se conserv—
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gracias a un gran esfuerzo econ—mico. A travŽs de la radio ÒI–estaÓ se incentivaron las inquietudes art’sticas y culturales del puerto. Fue el primer agente de la L’nea AŽrea Nacional, la cual funcionaba con el aer—dromo de Barriles, y adem‡s ayudar’a a la fundaci—n del Club AŽreo de Tocopilla. Hubo algunos sastres, entre ellos el peninsular Francisco Barrio Palenciano, quien tuvo su lugar de trabajo en la calle 21 de Mayo esquina Sargento Aldea.
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ÒLa PalomaÓ de! los socios ibŽricos Val y çlvarez.
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1.10.
LOCALIDAD DESBORDADA
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En estos territorios englobados actualmente en el Norte Grande !chileno Ðincorporados a la naci—n a finales del siglo XIX despuŽs de los conflictos bŽlicos con los vecinos Bolivia y PerœÐ los !habitantes nativos se transformaron en ÒextranjerosÓ para el Estado chileno. Se convirtieron en Òlos otrosÓ para Chile. Ante ello, en el proceso de Òchilenizaci—nÓ que en la pr‡ctica signific— una transformaci—n cultural profunda expresada en el cambio de nombre de las calles, la implementaci—n de una nueva escuela pœblica, una nueva iglesia y la presencia del ejŽrcito, muchos ex bolivianos tuvieron que huir. Por ello, hablar de migraci—n en el norte de Chile es un concepto que debe ser revisado, o deconstruido al menos cuando hablamos de los peruanos y bolivianos. Porque una l’nea imaginaria impuesta con sangre derramada no modifica las pr‡cticas y las relaciones culturales entre fronteras.
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El a–o 1907 fue el que marc— el mayor nœmero de inmigrantes94, alcanzando 4,2% de la poblaci—n total. Para el Departamento de Tocopilla se consignan a 266 peruanos y 511 bolivianos. En contraparte, en el mismo censo el guarismo referido a inmigrantes europeos es 755, cifras significativas en una poblaci—n total que acced’a a los 15.861 habitantes. No debemos olvidar que, a principios de siglo y hasta alrededor de la dŽcada del veinte, el hostigamiento hacia los peruanos y bolivianos por parte de las ! Ligas Patri—ticas fue excelso. Estos grupos eran caracterizados por su xenofobia, racismo y nacionalismo que, reunidos a modo de paramilitarismo pandillezco amparados en el matonaje, se dedicaron b‡sicamente a acosar y maltratar a peruanos y bolivianos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 94 Censo de la Repœblica de Chile, realizado el 28 de noviembre de 1907, Imprenta Universo, 1908.
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residentes en el norte de Chile95. Por su parte, el censo96 de 1920, la poblaci—n inmigrante nacional desciende a 120.436 representando alrededor del 3%. Para citar s—lo algunos de los datos estad’sticos de los grupos que estudiamos, en base a los censos de 1907, 1920 y 1930, el panorama en Tocopilla es el siguiente: Nacionalidad Chinos EEUU Griegos Italianos Yugoslavos Espa–oles Ingleses
1907 22 21 0 100 96 108 284
1920 44 76 9 90 64 155 143
1930 110 53 61 63 83 108 180
Tabla 1. Guarismos por nacionalidades segœn censos de 1907, 1920 y 1930.
Simult‡neamente, todo este escenario de car‡cter multinacional acontecido en Tocopilla, en donde cada una de las colonias de inmigrantes europeos se encapsularon en sus actividades, fue la expresi—n de una ciudad fragmentada. Los tocopillanos convivieron con una brecha cultural y econ—mica que los distanciaba. Un ejemplo de ello es el desarrollo del beisbol, deporte importado por los estadounidenses, quienes jugaban solamente con japoneses residentes en Iquique. La marginaci—n de estos campeonatos era evidente: a los ni–os locales s—lo les quedaba contemplar estos eventos desde los cerros circundantes.97
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Gonz‡lez, et al: 1993. 96 Censo de poblaci—n de la Repœblica de Chile, realizado el 15 de diciembre de 1920, Imprenta Universo, 1925. ! 97 Barrera, entrevista 2007. 95
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! El tradicional partido de beisbol norteamericano de cada domingo en los eriazos terrenos del sur de la ciudad.
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Es innegable que los grupos migrantes son m‡s variados de lo que hemos expuesto aqu’, en la medida en que centramos nuestra argumentaci—n en algunos de los colectivos migratorios en Tocopilla. Entre otros colectivos, estaban alemanes vinculados a las salitreras y sus tranques, como por ejemplo la figura de H. B. Sloman el l’der hidroelŽctrico en la cuenca del rio Loa. Estaban tambiŽn los ukranianos con sus paqueter’as, como la familia Jodorowsky. Japoneses y sus peluquer’as, como los Sato, ! Sin olvidar a los franceses que Nakamine, Kubota, Nayashi. vincularon Tocopilla con el capitalismo mercantil europeo en el siglo XIX, como los hermanos Latrille. En este escenario, los tocopillanos fueron testigos de una inmigraci—n que gener— una acumulaci—n financiera inŽdita en la ciudad. La tecnolog’a casera, el acceso a los autom—viles, la arquitectura monumental, los mejores juguetes, la adquisici—n de
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productos alimenticios exclusivos, la conservaci—n de frutas y hortalizas en grandes refrigeradores durante todo el a–o, las actividades de ocio, las fatuas fiestas, las vestimentas importadas, los viajes de vacaciones. En fin, muchos elementos que marcaron una gran diferencia entre el tocopillano, marcado por su morenidad, y el europeo de gustos ostentosos, a su vez diferenciador fenot’pico con el aut—ctono.98 Acaso, Àlos tocopillanos se sintieron discriminados o desplazados en su propio espacio? Estos inmigrantes se transformar’an en el transcurso de su estancia en empleadores de muchos tocopillanos, desbord‡ndose la misma localidad. Transform‡ndose en la elite local, vinculada a la pol’tica, comercio y empresariado.
! ÒCasa FrancesaÓ, la antecesora del almacŽn ÒPorvenirÓ.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 98 Cuando hablamos de la diferenciaci—n fenot’pica entre migrante y aut—ctono, hablamos de la consecuencia de un imaginario basado en la supuesta superioridad del europeo. B‡sicamente determinada por el color blanco. Contribu’a en ello el proceso de chilenizaci—n, que intent— despreciar la figura del nativo, del nuevo nortino, adem‡s de las teor’as evolucionistas y positivistas. Ese mismo imaginario, era eurocŽntrico, y contemplaba a Europa como cuna de la civilizaci—n y desarrollo. Aquello dio paso a una estratificaci—n social muy marcada en la! ciudad: hacia el sur viv’an los norteamericanos, al norte de la ciudad, estaba Òel puebloÓ o Òel rotajeÓ(Galaz-Mandakovic, 2011).
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La famosa Casa Ukrania perteneci— a Jaime Jodorowsky, una vez que abandon— Tocopilla en 1939, se la vendi— al ciudadano chino Ramon Young.
! Diario El Proletario en enero de 1933, publicidad sobre el almacŽn ÒPorvenirÓ, en ese momento su due–o era Nicol‡s Bakulic de origen croata, almacŽn que luego fue adquirido por Pedro Sore. Antes de llamarse ÒPorvenirÓ, llev— por nombre ÒCasa FrancesaÓ.
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! Diario El Proletario en enero de 1933, publicidad del almacŽn de Gorge Banusic.
Schopp Antofagasta, cantina muy concurrida despuŽs de todas las peleas de box en el Teatro Nacional. En Žsta cantina se comentaban las peleas y se realizaban las apuestas para las pr—ximas disputas. El due–o de esta taberna era Willy Borchers, de origen alem‡n, quien ofrec’a para su clientela Ò...cerveza blanca y negra como as’ tambiŽn los ricos S‡ndwich CalientesÓ toda una atracci—n en los inicios de la dŽcada del treinta.
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Originalmente la Farmacia perteneci— al inglŽs Juan Franz (1889) la que estuvo ubicada en la esquina de calle Serrano con Prat, en donde hoy se ubica parte del edificio del Colegio Sagrada Familia. Lugo fue vendida a Juan Rebolledo.
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Benedetto Schiappacasse fue Presidente de la C‡mara de Comercio en la dŽcada del 40, adem‡s fue uno de los precursores en el desarrollo de la idea de crear un Espig—n de Atraque en Tocopilla. Fue tambiŽn uno de los que inici— la idea de desarrollar un camino costero entre Iquique y Tocopilla, por ello realiz— un viaje en caballo por la escabrosa geograf’a ! de la Cordillera de la Costa en 1930, acompa–ado del Alcalde Juan Fuenzalida.
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1.11. FUGA LOCAL: CONEXIîN CON NORRK…PING !
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Al momento del traspaso a la segunda mitad del siglo XX, los !desequilibrios econ—micos conllevaron a una desestabilizaci—n de la econom’a local, en primer lugar por la mecanizaci—n de las !faenas de embarque del salitre, en donde la tecnolog’a reemplaz— al hombre de modo feroz, dejando una estela de cesant’a en 1961.99 Debemos sumar el cambio del modelo econ—mico que consolid— una estructura de subdesarrollo, de asimetr’a de crecimiento, estancando la econom’a de Taltal y Tocopilla100 una vez instaurada la dictadura en 1973. A este œltimo punto, agreguemos la gesti—n del Estado y las pol’ticas de mercado liberales que han favorecido a los grandes intereses econ—micos en desmedro de los peque–os productores, los favoritismos a la gran empresa, por lo general for‡nea, facilitando el llamado vicio de la concentraci—n territorial, consistente en la acumulaci—n de inversiones en una sola localizaci—n, gener‡ndose grandes polos de desarrollo desequilibrantes. Todos estos fen—menos econ—micos, que estructuraron una crisis, han derivado que gran parte de la juventud de Tocopilla emigre en busca de trabajo y estudios superiores, generando un estancamiento, y de pronto, decrecimiento poblacional.101 Se observa un fen—meno de fuga. Las escasas ofertas laborales contribuyen a este abandono, o bien, impulsa a los jefes de hogar a trabajar en la gran miner’a con un sistema de turnos que los ausenta por largos periodos de su hogar. Ciudad de padres ausentes. ! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 99 Galaz-Mandakovic, 2009 y 2012. 100 Cademartori, 2010. 101 En la dŽcada de la crisis, 1930, se contabilizaban 18.296 habitantes (Censo 1930, Arch. Gob. Tocopilla) El Estado consignaba una cifra de 22.185 en 1960 (Censo 1960 Arch. Gob. Tocopilla), una poblaci—n casi similar a la contempor‡nea, que segœn el censo 2002, apunta a 23.986 hab. (Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, acceso mayo 2012)
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Muchos porte–os se han ido, se reparten por Chile, ellos han creado los Centros de Hijos en las respectivas ciudades que los reciben. Pero tambiŽn, se reparten por el Europa. ÒMas de tres mil familias latinoamericana viven e la ciudad de Norrkšping en la provincia de …stergštland ubicada a una hora y 45 minutos de Estocolmo. Una tercera parte de sus habitantes latinos son chilenos, la gran mayor’a con ra’ces en el puerto de Tocopilla. Una gran cantidad de ellos, nacidos en Suecia, son hijos de los primeros refugiados que vinieron del norte de Chile, especialmente de TocopillaÓ. As’ encabezaba la noticia sobre chilenos en Suecia el diario sueco en espa–ol llamado Incumbencia (Noviembre, 2009). Al mismo tiempo las crisis econ—micas en la dŽcada del ochenta incentivaron a que muchos tocopillanos vieran en Europa el escenario para mejorar su est‡ndar de vida. Ya exist’a el caso de algunas tocopillanas casadas con algunos marinos mercantes en Norrkšping, Suecia. Marinos que visitaron Tocopilla en pleno auge de la exportaci—n del salitre. Jorge Melo se–ala que en Tocopilla Òhab’a un matrimonio que fue el primero en llegar a esta ciudad Norrkšping- se trata de Rune Johanson, un marinero sueco que estuvo en Tocopilla en los a–os sesenta y se cas— en ese lugar con Catalina Garay. Tuvieron dos hijos y se vinieron a Norrkšping en 1970. En esa misma Žpoca, antes del golpe militar, llegaron Juan Gonz‡lez y Manuel GahonaÉÓ. 102 M‡s adelante, en el marco de la dictadura militar se forz— a muchos tocopillanos al exilio.103
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 102 Diario Incumbencia, noviembre 2009. Diario en espa–ol para la comunidad latinoamericana en Suecia. 103 No olvidemos que Tocopilla marc— una fuerte trayectoria sindicalista y pol’tica de izquierda; trayectoria iniciada por la fundaci—n de mancomunales de obreros y el paso ! de Luis Emilio Recabarren. Todo este proceso deriv— a que en tiempos de la UP, el Partido Comunista y Socialista contara con la mayor’a de
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La configuraci—n de una red social en Suecia, facilit— las redes !migratorias. Aquella la podemos definir como el conjunto de relaciones interpersonales que vincularon a los migrantes con !parientes, amigos o compatriotas.104 Una red migrante, que puede ser definida como la estructura de relaciones sociales que ! instituir‡n la circulaci—n de trabajo, capital, bienes, servicios, informaci—n e ideolog’as entre las comunidades emisoras y receptoras de migrantes.105 Estas redes fueron significativas porque transmitieron informaci—n, proporcionaron ayuda, desde econ—mica hasta acciones sencillas pero significativas como el alojamiento y prestaron apoyo a los tocopillanos de distintas formas. De variados modos facilitaron la migraci—n al reducir sus costos y la incertidumbre que frecuentemente la acompa–aba.106
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Esta red establecida en Suecia, indujo a la emigraci—n desde Tocopilla a travŽs del efecto demostraci—n. En pocas palabras, vendr’a siendo un capital social, que en la l—gica de Bourdieu ser’a el agregado de los recursos reales o potenciales que est‡n unidos a la posesi—n de una red duradera de relaciones m‡s o menos institucionalizadas de reconocimiento y vinculaci—n mutua. ƒsta definici—n supone elementos como el pertenecer a un grupo, y que el mismo posea propiedades comunes. Adem‡s de una vinculaci—n permanente y estable.107 Por ello, en la medida en que se trataba de relaciones sociales que permit’an el acceso a otros bienes de ! importancia econ—mica, tales como el empleo o mejores sueldos. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! los cupos o plazas de diputados y senadores; tuvo cuatro regidores, posey— el cupo de gobernador y alcalde del mismo conglomerado. El nœmero de ejecutados en la localidad super— los 30. 104 Arango, 2003. 105 Zavala y Rojas, 2005. 106 Correa; Jocelyn-Holt, et al, 2001. 107 Bourdieu, 1991.
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Las redes establecidas entre Tocopilla y Norrkšping constituyen un nivel relacional intermedio entre el plano micro de la adopci—n de decisiones individuales y el plano macro de los determinantes estructurales. Norrkšping es una ciudad sueca en donde residen numerosos chilenos, gran parte de ellos son tocopillanos. Se ha estimado que ser’an un poco m‡s de 3.000 tocopillanos. Significativa cifra en proporci—n con la poblaci—n actual de Tocopilla: 23.986 habitantes. Por tales motivos, ellos se han configurado como la colonia latina m‡s numerosa en aquella ciudad n—rdica Òas’ lleg— a Suecia un nuevo prototipo de chilenosÓ, marcados profundamente por el exilio y la crisis econ—mica de los ochenta. ÒEl caso m‡s singular ocurri— con la ciudad de Tocopilla, ya que varios miles de sus habitantes se desplazaron a la ciudad de Norrkšping, al sur de EstocolmoÓ.108 Melo se–ala que, ÒTambiŽn llegaron muchos grupos apartados de la sociedad, que podr’amos llamar lumpen y que Pinochet quer’a que se fueran a Europa para desprestigiar la imagen de los asilados pol’ticos. El gobierno fascista les pagaba el pasaje a los delincuentes, especialmente de Santiago y Valpara’so, para que vinieran a cometer fechor’as en Suecia, lo que todav’a nos provoca mucha rabia y vergŸenzaÓ.109 Jorge Melo rotula que en la dŽcada del ochenta, la inmigraci—n hacia Suecia se incrementa considerablemente, Òa veces llegaban hasta diez tocopillanos cada d’a, en su gran mayor’a padres solos, que empezaron a trabajar para traer luego a sus familiasÓ. 110 Roberto Salinas se–ala que, la gran cantidad de chilenos que llegaron a Norrkšping, fue producto de la dura situaci—n que se viv’a en ese entonces con la Junta Militar. ÒTodos ven’an con el sue–o
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 108 Camacho-Padilla, 2008: p‡g. 8. 109 Diario Incumbencia, 2006. ! 110 Diario Incumbencia, 2006.
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de un futuro mejor y aprovecharon las ventajas de este pa’s, que en ese entonces !estaba en pleno desarrollo econ—mico. Los bajos costos de los arriendos que ofrec’a el barrio Hageby y una cierta segregaci—n, congregaron a las familias !nortinas en ese sector, que se hizo conocido por su idioma espa–ol y sus costumbres latinasÓ.111 !
Estos paisanos han intentado reproducir la cotidianidad tocopillana en el pa’s de destino. Hablan incluso de ÒTocokšpingÓ, parafraseando los nombres de las ciudades de origen y recepci—n. Han creado redes sociales significativas entre ellos, todo en base a la nostalgia vivida por su tierra natal. En ese sentido, las relaciones situacionales establecieron conductas manifestadas en sus sentimientos, pensamientos y acciones, que se verifican entre los actores de la red. Es lo que Pierre Bourdieu denomin— como habitus, constituyentes de Òprincipios generadores y organizadores de pr‡cticasÓ.112 Han instalado radioemisoras que permiten la conectividad con Tocopilla, recrean las fiestas locales, tales como el aniversario del puerto salitrero, el 29 de septiembre, adem‡s de celebrar el 18 de septiembre de cada a–o. Son tocopillanos que est‡n constantemente pendientes de lo P‡gina 112
Las actividades de los tocopillanos en Suecia fueron numerosas para poder socorrer a sus lejanos coterr‡neos cuando ocurri— el terremoto del 14 de ! noviembre del 2007.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 111 Diario Incumbencia, 2006. 112 Bourdieu, 1991: p‡g. 928.
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que ocurre en Tocopilla: leen los diarios por internet, comentan y critican la situaci—n del puerto, ya sea v’a Facebook o en cualquier otra plataforma web. A su vez, la comunicaci—n fluida, ha permitido la cooperaci—n y filantrop’a con los tocopillanos que requieren implementos e insumos de salud. Igualmente, es permanente la ayuda econ—mica hacia instituciones altruistas. Un buen ejemplo de cooperaci—n de estos tocopillanos residentes en Suecia son los aportes hacia la instituci—n ADAEC (Agrupaci—n de ayuda al enfermo de c‡ncer) instituci—n que, en gran parte, financia sus actividades en base a las permanentes remesas enviadas desde Suecia. Hasta el a–o 2012, la instituci—n hab’a atendido a m‡s de 400 fallecidos por c‡ncer, en un ciudad saturada ambientalmente. Gracias a la cooperaci—n, ADAEC proporciona medicamentos, atenciones mŽdicas, insumos y asistencia de todo tipo a los enfermos. Un voluntariado que trabaja todo el a–o y que merece un gran reconocimiento.113 Igualmente son beneficiados jardines, campa–as pol’ticas, escuelas, Juntas de Vecinos, iglesias, clubes juveniles, centro de adultos mayores, etc. Instituciones que en el transcurso de los a–os reciben todo tipo de implementos, insumos, dineros y materiales desde el lejano Norrkšping. Donaciones que son contantemente indicadas en los medios de comunicaci—n local. Las emigraciones vividas en Tocopilla, han permitido el surgimiento de una topofilia, de un amor al lugar, que permite establecer una relaci—n de translocalidad en estos tocopillanos que han partido hacia el exterior. En ese tenor notamos la existencia de intercambios, conexiones y pr‡cticas transfronterizas que trascienden, por tanto, el espacio nacional como punto de !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 113 http://www.adaecnorrtoco.se/ p‡gina web de la agrupaci—n ADAEC, ! sitio en que se indican sus actividades.
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referencia b‡sico para actividades e identidades. Hallamos aspectos !que poseen gran relevancia, como el mantener y establecer conexiones socioculturales que trasciendan a las fronteras !geopol’ticas para conservar conexiones sostenidas a pesar de la distancia, las pr‡cticas y relaciones que continœan vinculando a los ! migrantes con su comunidad de origen. Inclusive las estrategias empleadas por los migrantes y sus familias para mantenerse en contacto, visitarse y/o reforzar los v’nculos con la comunidad originaria. Todo lo anterior se activa en determinados momentos permitiendo el desarrollo de iniciativas tanto econ—micas, como sociales y culturales que generan un fuerte impacto en las sociedades de salida. La experiencia migratoria, desde Chile a Suecia, relata vivencias y la necesidad de mantener v’nculos con sus coterr‡neos para atenuar el choque sociocultural. En ese sentido, se relata la continuidad en su migraci—n y la necesidad de pertenecer o seguir perteneciendo a su pa’s reproduciendo o reencontr‡ndose con sus connacionales y con sus pr‡cticas y rituales simb—licos. No obstante, debemos consignar que, estas relaciones e identidades transnacionales principalmente persiguen no perder el v’nculo, sino generar el sentido de continuidad.
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Jorge Melo, profesor, se–ala !que Žl fue el primer refugiado pol’tico en Norrkšping, en esa circunstancia fund— el ComitŽ Salvador Allende (SAK) junto a otros nortinos: JosŽ Ochoa, Iv‡n Rozas, los hermanos Marcos y Eduardo çlvarez, adem‡s de Leonel Salinas, entre tantos otros exiliados. Asimismo, cada uno de los tocopillanos suecos ha regresado a Tocopilla en alguna fecha relevante, ya sea para desfilar en el
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aniversario de la ciudad, o visitar familiares, o bien, viajar en enero y febrero para superar el riguroso invierno sueco. En esta conexi—n, en el ir y venir, que experiment— Tocopilla con Norrkšping, se ha configurado una descendencia de suecos con padres tocopillanos, siendo la tocopillaneidad un rasgo fuerte, consolidado y melanc—lico, practicado a travŽs de la cotidianidad y, quiz‡, la configuraci—n de un discurso expresivo del mito del retorno. En ese sentido, la eventualidad del retorno, con independencia de su ejecuci—n, viene a generar una particular memoria y expectativas respecto de los contextos de origen, que como sabemos no siempre guardan relaci—n con las transformaciones que Žstos sufren.114 Se demuestra del mismo modo, pr‡cticas que expresan transnacionalidad, como una forma de extender la patria original, dislocando as’ los paradigmas positivistas estructuralistas y funcionalistas que s—lo se orientaban hacia la asimilaci—n y aculturaci—n de los migrantes.115 En el decir de un quinteto de historiadores nacionales116, apuntan a que, "...si se trata de conocer el alcance que podr’a cobrar el exilio en cadena, ningœn ejemplo es m‡s ilustrativo que el de Tocopilla. (É) con la llegada de nuevos tocopillanos se continu— y acrecent— la magnitud migratoria, al punto que despuŽs de 3 a 4 a–os, gran parte del pueblo resid’a en Norrkšping, desde panaderos y empleados municipales hasta prostitutas. Lo notable es que ah’ se reprodujo, con alteraciones muy menores. El orden cotidiano de la vida tocopillana previa al golpe, toda vez que propendieron a reconstituir jer‡rquicamente pol’ticas y las divisiones de los trabajos originales. (É) Como era de suponer, la presencia de esta comunidad de chilenos, paisanos en sentido
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 114 GarcŽs, 2003. 115 Moctezuma, ! 2008. 116 Correa; Jocelyn-Holt, et al, 2001: p‡g. 318.
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estricto, ha dejado su impronta en la vida de Norrkšping, pueblo que hoy ! ostenta calles alusivas a Chile". 117 118 !Pasaremos revisar el caso de I.A. tocopillano que reside en Suecia desde el a–o 1986, relato de la experiencia migrante !marcada por la presencia de sus padres en el n—rdico pa’s.
Lleg— a Suecia en 1981 para visitar a sus progenitores quienes hab’an partido por razones pol’ticas: Òestuvimos all’ s—lo 1 a–o. Pero fue en 1986 el a–o en que de manera definitiva decidimos vivir en este nuevo pa’s en la que ya radicaban mis padres, hermanos, cu–adas, y muchos sobrinos. ÀY el motivo? la inseguridad laboral, pol’tica, social, el arraigo y cari–o a la familia hacen que tomemos la determinaci—n de partir, tal como hicieron miles de familias chilenas luego del golpe de Estado en Chile en 1973Ó. La profesi—n de I.A., ligada al mundo minero, hallaba escaso campo laboral en el norte de Chile, la cesant’a era un fen—meno fuerte. De hallar trabajo, las condiciones de estabilidad y seguridad eran precarias. ÒEl hecho circunstancial es el accidente de un amigo y compa–ero de trabajo quien pierde la vida realizando similar trabajo al m’o en una mina en Tocopilla. Esta mina (Buena Esperanza) fue cerrada, a–os despuŽs. ÀQuŽ pasaba en Chile en Tocopilla?. A–os 80, tiempos de crisis econ—mica, incertidumbre pol’tica, altos costos sociales. A los chilenos que nos toc— vivir en tiempos de dictadura en Chile, sabemos bien que no fue nada de f‡cil vivir con bandos, toque de queda, medidas impuestas, y muchas medidas ! autoritarias y muy poco de libertadÓ.
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En ese escenario duro y hostil la familia de I.A. se dirige a la ciudad de Norrkšping. En primera instancia emprende el viaje su !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 117 Correa; Jocelyn-Holt, et al, 2001: p‡g. 319. 118 Entrevista v’a electr—nica realizada en junio de 2013.
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esposa y los tres hijos, posteriormente lo hace el padre. ÒEra caro viajar, tuve que trabajar para solventar los altos costos de los pasajes.Ó Al llegar a Suecia se da cuenta que ya hab’a miles de chilenos, repartidos especialmente en grandes ciudades como Estocolmo, Gotemburgo y Norrkšping. El tocopillano I.A. relata que en ese entonces los chilenos sent’an gran interŽs y entusiasmo de estar agrupados socialmente y en particulares intereses ya sean estos pol’ticos, deportivos, culturales, religiosos; ya que adem‡s exist’a mucha ayuda de parte del Estado sueco para que se sostuvieran todo tipo de asociaciones. Detalla que en la actualidad no lo es tanto, aunque aœn se mantienen algunas asociaciones. ÒMe integrŽ de lleno a varias de estas instituciones, era un buen motivo para estar siempre conectado con Chile y con chilenos residentes en SueciaÓ. Sobre otras motivaciones que llev— a los tocopillanos agruparse tiene que ver tambiŽn con la soledad inicial experimentada en Suecia: Òla mayor’a de la gente que viven por muchos a–os fuera de su pa’s, especialmente quienes viven solos sin sus familias, sienten que el nexo con su pa’s de origen es algo fundamental y necesario, y el chileno no est‡ ajeno a ese sentimientoÓ.
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Sobre las dificultades experimentadas en el lejano pa’s, se menciona siempre el tema idiom‡tico. El sueco es un idioma complejo, derivado de una lengua germ‡nica muy similar al danŽs y al noruego, pero con diferencias en pronunciaci—n y ortograf’a. Los que tuvieron mayor dificultad con el idioma son los tocopillanos que llegaron con edad avanzada. Situaci—n a la inversa demostrada en los ni–os y j—venes. Se ha evidenciado casos de tocopillanos que han sufrido depresiones por no poder comunicarse, situaci—n que los ha llevado a estar por mucho tiempo encerrados en sus casas, sin poder ver televisi—n local, no escuchar radio, no poder comprar con confianza, no saber lo que ocurre en la ciudad vista la dificultad de leer un peri—dico. Esta dura situaci—n se ha revertido una vez que se masific— el internet y ! por la agencia de los chilenos que comenzaron a instalar radios.
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La forma de inserci—n laboral es crucial y recordada por estos !tocopillanos: ÒAl llegar a Suecia lo primero que se deb’a hacer, como cosa obvia era aprender su idioma, existe ayuda estatal para hacerlo, y trabajar en !lo que fuese, ya sea haciendo aseo, repartiendo diarios, etc., posteriormente existe la posibilidad de estudiar alguna especialidad, ya que este es el pa’s de ! las ayudas y de los cursos, muchos chilenos supieron aprovechar esta cobertura, otros no. Particularmente no fui la excepci—n y pude trabajar como ayudante de cocinero pese a tener un t’tulo universitario de mi pa’s. Con los a–os trabajŽ como ingeniero en la comuna de Norrkšping y luego en Nykoping. M‡s tarde trabajŽ en Skanska, empresa de ingenier’a, en todas ellas trabajo como ingenieroÓ. Segœn datos proporcionados por el diario Incumbencia, m‡s de 500 familias de chilenos que llegaron de Tocopilla, viven en el popular sector de Hageby. Por ello no es casualidad que all’ tengan sus canchas el club deportivo ÒChile UnidoÓ y que numerosas organizaciones desarrollen sus actividades en ese barrio. Numerosos j—venes que han crecido en ese lugar se identifican y mantienen sus lazos con el terru–o de sus padres.
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El tema de los tocopillanos en Norrkšping est‡ trazado a modo exploratorio para el incentivo de un estudio m‡s acabado y detallado sobre la presencia de tocopillanos en Suecia, no obstante, la identificaci—n no debiese ser tan generalizada como lo fue el censo realizado en el a–o 2005 por el Instituto Nacional de Estad’stica (INE) junto con la Direcci—n de Chilenos en el ! Exterior (DICOEX), que s—lo identific— ÒchilenosÓ sin considerar sus ciudades de origen natal o de procedencia. Omitiendo, quiz‡ involuntariamente, la indagaci—n sobre estos fen—menos espec’ficos.119 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 119 Ver art’culo de R. PŽrez ÒLa XIV regi—n de Chile: SueciaÓ en ÒRetrato Hablado de las Ciudades ChilenasÓ. Bernardo Guerrero, Universidad Arturo Prat, Iquique 2002.
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Podemos afirmar que existe una conexi—n de sentido entre la inmigraci—n internacional que alcanz— Tocopilla en la primera mitad del siglo XX y la existencia en la actualidad de flujos migrantes que parten de Tocopilla hacia otros puntos del globo, en la restante mitad del mismo siglo. ƒsta migraci—n ayud— a constituir un imaginario migrante entre los que viven en Tocopilla, lo que les dispuso de un capital social espec’fico en relaci—n a la migraci—n, y que luego ayuda a dar forma y contenido a las migraciones que los tocopillanos realizan en la segunda mitad del siglo XX. En ese sentido, hemos dado cuenta de experiencias sociales de un pasado no tan distante, de un pasado vivido, en un referente emp’rico experimentado por la comunidad, que luego son recuperadas en un mundo global. Se podr‡ rebatir a travŽs de la afirmaci—n que, las fuerzas de la globalizaci—n o pol’ticas pueden haber facilitado esta Òinternacionalizaci—nÓ de Tocopilla hacia el norte de Europa. No obstante, tambiŽn es innegable que las personas no hubieran migrado si no fuera por la diversidad vivida en la cotidianidad local, en la cotidianidad de la primera mitad del siglo XX, a la postre derivador de una historia local significativa, de ser una ciudad de inmigrantes y de desplazados. Es decir, lo vivido y lo atestiguado en cuanto a Tocopilla como polo de atracci—n de migrantes europeos, sirvi— y orient— en base a un fen—meno de demostraci—n que la ida y en algunos la huida o el exilio, estaba basada en un imaginario de seguridad dado por inmigrantes que en la primera mitad del siglo XX fueron exitosos. Desde este enfoque, nos aproximamos a una perspectiva hist—rica y antropol—gica con la explicaci—n de los procesos del presente; de un imaginario que explica lo local por lo global y lo global por lo local.
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1.12. MIGRANTES Y UNA CANCIîN !
En esas tocopillan’as vividas en la lejan’a, es cuando la canci—n !Tocopilla Triste del grupo musical Los Golpes120, se canta con mayor ah’nco en las fiestas del 29 de septiembre o en cualquier actividad ! festiva que conglomere a los coterr‡neos dispersos en el pa’s o en el mundo. No obstante, ante las agresiones naturales, como el terremoto del 14 de noviembre del 2007, Tocopilla Triste emergi— como verdadero himno ante el dolor por la perdida de familiares y la destrucci—n casi total de la ciudad. El titulo expresaba y condensaba todo. Es una canci—n que se inscribe desde la melancol’a del emigrante. AquŽl que ve a su puerto afligido, en crisis. ÒDesierta bah’a, de mi triste puerto, hoy cuando te miro, quisiera llorar. D—nde est‡ tu gente, alegre de anta–o, d—nde est‡ tu risa, d—nde tu cantarÓ
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P‡rrafo que impl’cita la vida bohemia y las nocturnidades alegres ! el para’so para el mercante, y el de puerto. Fiestas y mujeres, comerciante establecido alegrado por la poblaci—n flotante. Se !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 120 Fernando Bustamante Vera, el compositor de la canci—n Tocopilla Triste nos cuenta en entrevista (4 de junio de 2013) que la canci—n, Òla comencŽ a escribir aqu’ en Santiago y la terminŽ de escribir en un viaje a Buenos Aires en el a–o 1979 (É) la primera vez que se grab— fue en el a–o 1980, sin pito y sin campanas, despuŽs viajŽ especialmente a Tocopilla a grabar el pito y las campanas de la m‡quina en 1990.Ó
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cruza, luego, la crisis econ—mica estructural por el embarque mec‡nico del salitre. La partida de muchos que entristeci— al puerto. Una tristeza asumida desde la dŽcada del sesenta, dŽcada en que comenz— la vida de una ciudad econ—micamente deprimida. Merecidamente la canci—n, en su introducci—n, incorpora el pito del tren salitrero adem‡s de sus campanazos, la banda sonora de todo tocopillano y tocopillana desde el a–o 1927 (a–o en que llegaron las m‡quinas elŽctricas). Sonido que, de una u otra manera, ha sido persistente en el tiempo a pesar de las crisis que ha generado el mismo mineral que transporta. La tristeza, y el abandono de la ciudad es remitida a la dejaci—n, desdŽn e invisibilidad de Tocopilla por parte del Estado y de los distintos gobiernos que no han atendido las demandas y problemas del bols—n de pobreza que representa Tocopilla en el concierto regional minero considerado rico. ÒAyer cuando ni–o jugaba en tus playas, tus cerros tranquilos mil veces montŽ CabalguŽ en tus cielos y sobre tus aguas que el sol me alfombraba al atardecer.Ó Estar lejos de la tierra madre, y hallarse en las fugacidades que da el cemento, los edificios y las multitudes en las grandes ciudades, el tocopillano evoca sus paisajes de or’genes. Esas convivencia entre cerros y mar. Entre la altura de los farellones costeros que permiten estar entre nubes para contemplar la ciudad desde lejos. Fiel reflejo de la costumbre infantil de explorar el cord—n cordillerano que rodea Tocopilla. A su vez los arreboles tan caracter’sticos del puerto en los atardeceres, son los motivos que inspiran una serie de fotograf’as y postales. !
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El cemento ! de los pa’ses desarrollados, de las megal—polis, separ—
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al tocopillano y tocopillana de la naturaleza, lo distanci— del palpar !geogr‡fico, de la tierra literal y sus colores, de la coloraci—n del —xido costero, del aroma mar’timo, de la humedad salina, de la !sonoridad del viento, en fin; de las particularidades del medio natural tocopillano. !
ÒCual ave emigrante part’ una ma–ana a tierras extra–as muy lejos llegue Desde aqu’ te grito aœn eres mi amada, Tocopilla triste, no te olvidarŽÓ Esa misma tristeza de la ciudad, esa amargura econ—mica, impuls— la emigraci—n. Arribo a tierras extra–as que despertaron el amor al lugar de origen. Evocando la vida cotidiana, la tocopillaneidad, la vida barrial. En esos duros exilios por las dictaduras pol’ticas y exilios que indujo el mercado cruel. Surge la evocaci—n de la proximidad entre los coterr‡neos, en la confluencia de cada uno de ellos en la œnica calle principal: 21 de Mayo. En donde se conversa en cada esquina, as’, cada tocopillano se siente parte de una red, de una red que lo integra y le da pertenencia y arraigo. Enraizamiento que, curiosamente, en muchos casos aflora una vez que han partido.
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ÒRecuerdo a mis padres en esas monta–as mi amigo en piedra que el tiempo tall—, ! me perdiste y tu como a mi amada Tocopilla triste, lloramos de amorÓ Tocopilla es una ciudad en proceso de envejecimiento demogr‡fico. Adem‡s de los exiliados pol’ticos y por efectos del mercado, usualmente los que se han marchado son los j—venes,
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por bœsqueda de trabajo y tambiŽn por ampliar sus horizontes acadŽmicos. Son los viejos los que se han quedado. Tocopilla, caracterizada por sus piedras (Piedra del Camello, Piedra de la Paragua, Piedra del Elefante, La Piedra de San Martin, Piedra del Casamiento), la sociedad local peque–a y entre todos identificada, genera lazos de amistad imperecederos. He all’ la par‡frasis del Òamigo que en piedra que el viento tall—Ó. En los antiguos barrios, se practicaba todo tipo de deportes, se creaban clubes, las madres de constitu’an en distintos tipos de organizaciones: Juntas de Vecinos, clubes de adultos mayores, c’rculos art’sticos, etc. Surgieron desde all’ los matrimonios y las descendencias. Ahora, conjuntamente de los v’nculos sociales se cruzaban los v’nculos sangu’neos. Por ello es comœn que en septiembre se reœnan antiguas generaciones del liceo, del politŽcnico, de ciertos barrios, por ejemplo los vecinos de la Villa Prat, de la Villa Covadonga, antiguos grupos juveniles como el grupo ÒSwatÓ los de la discoteque La Caba–a, entre otros. El agrupamiento y el recuerdo de pertenencia territorial los convoca. La ciudad pose’a un liceo, una escuela de hombres y una de ni–as: todos pasaron por esas aulas. El car‡cter de lo œnico (un liceo, una escuela, una discoteque, una radioÉ) provoc— el aglutinamiento relacional entre los tocopillanos. Finalmente la canci—n se resume en una exclamaci—n bordeando el juramento: Òdesde all’ te grito aœn eres mi amada Tocopilla triste no te olvidare. Desde all’ te grito aœn eres mi amada Tocopilla triste a ti volverŽÓ !
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! emoci—n, la melancol’a, la persistencia de un amor a Se aglutina la
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pesar de las precariedades de la ciudad y el eterno af‡n de retorno. !O el mito del retorno, como construcci—n ret—rica de un deseo persistente en el tiempo, que de pronto se cruza con la realidad de !volver a una ciudad que dejaron, pero que a la vez ha cambiado. !Se
demuestra que los migrantes son capaces de reproducir en otros contextos sus formas culturales de ser y de pensar, adem‡s de incidir en las relaciones sociales de su pa’s de origen. Es decir, el migrante no migra y trasplanta su cultura, lo que hace es reproducirla, la reestructura y con ello la reformula. El tocopillano ido, en di‡spora, vuelve de pronto m‡s tocopillano, m‡s querend—n con su tierra en comparaci—n al que reside en la misma ciudad.
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PARTE 2
EL IMPACTO SANITARIO DE LA GRAN DEPRESIîN DE EE.UU. (1930-32)
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2.1. PREçMBULO
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crisis de 1929 iniciada en EE.UU. que impacta a Chile entre los a–os 1930 y 1932, ha sido estudiada desde distintos enfoques, siendo los econ—micos y !los pol’ticos los predominantes. Simult‡neamente, son exiguas las referencias regionales y locales a este proceso. Nuestro prop—sito, es, entonces, mirar c—mo se vive este proceso de origen for‡neo en Tocopilla, pero desde una —ptica que lanza luces sobre lo sanitario, sobre el cuerpo visto desde el Estado. Por ello, el manuscrito lo hemos estructurado para dar cuenta, en primer lugar del proceso mismo, a travŽs de sus evidencias, y luego, en una segunda fase, en la interpretaci—n de lo contado. !
La
Nuestra investigaci—n se elabora en base a la esquematizaci—n que se ha fundado desde el poder sobre la vida, que puede ser planteada desde dos puntos de vista: desde la disciplina sobre los individuos y desde el control sobre las poblaciones.121 Estos dos puntos nos permiten mostrar una transformaci—n fundamental del mundo contempor‡neo: la entrada de la vida moldeada por instituciones en el campo de la historia local, es decir, de lo biol—gico, de las corporalidades en el campo de lo pol’tico. He all’ en donde est‡n centrados nuestros esfuerzos por hacer converger temas que atraviesan el poder, la pol’tica, la econom’a, la salud y arquitectura. !
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El poder lo examinamos como un instrumento para gestionar la vida, mediante una serie de dispositivos, tales como la higiene, la polic’a, la escuela y las leyes. O bien la estad’stica para organizar los cuerpos e identificarlos anatomopol’ticamente.122 Desde ah’ se !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 121 Foucault, 1976. 122 Anatomopol’tica es una categor’a caracterizada por ser una tecnolog’a individualizante del poder, basada en el indagar en los individuos sus
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introduce el concepto de biopol’tica como explosi—n de tŽcnicas diversas y numerosas para obtener el sometimiento de los cuerpos y el control de las poblaciones. Desde lo planteado por Foucault (1976), concebimos el biopoder interesado por el urbanismo, por la gesti—n de las epidemias, por la higiene, es decir por la vida de la poblaci—n. Ya no se trata de sancionar sino tambiŽn de medicalizar, de higienizar, de controlar la salud, la demograf’a, los alimentos, etc. y para eso, en l—gica normalizadora, el poder necesita de la estad’stica como ciencia del Estado. Se considera en esta indagaci—n el contexto de la crisis socioecon—mica y pol’tica como escenario, para luego adentrarnos en el control, ejercido de modo amplio sobre diversas ‡reas de la vida local, entre ellas el control de los precios, el asistencialismo alimentario escoltado, la vigilancia en una ciudad que se busca higienizar a la fuerza. Indagamos en los barrios obreros que adem‡s de ser construidos en las marginalidades urbanas, son construidos tambiŽn discursivamente por el poder como Òlugares malsanosÓ. Igualmente daremos muestra de las pol’ticas de control de la circulaci—n urbana, en los esfuerzos por aislar a las prostitutas y enfermos, en la producci—n social del estigma de Òcuerpos infectadosÓ (operada a partir de la interpretaci—n de las supuestas se–ales visuales emitidas por los cuerpos de los cesantes a partir de las enfermedades venŽreas), en la relaci—n entre el consumo del alcohol y la justificaci—n de la violencia policial, en la construcci—n ret—rica de los Òpobres y proletariosÓ como ÒinsanosÓ.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! comportamientos y su cuerpo, con el fin de anatomizarlos, es decir, producir cuerpos d—ciles y fragmentados. Se basa en la disciplina como instrumento de control del cuerpo social penetrando en Žl hasta llegar hasta sus ‡tomos. Las herramientas anatomopol’ticas son la vigilancia, el control, intensificaci—n del rendimiento, multiplicaci—n de capacidades, el emplazamiento, la utilidad, etc. Para ello se ha elaborado el carnet de identidad y los certificados de nacimiento, de antecedentes, ! un nombre œnico y eterno. Es a travŽs del nombre y los datos que corroboran la identificaci—n del cuerpo como parte del Estado.
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2.2. PANORAMA GENERAL DE LA CRISIS DEL 29 EN ! EL NORTE DE CHILE !Finalizando la dŽcada de 1920, Chile vivi— una holgura econ—mica caracterizado por un alto gasto pœblico, al menos en el rŽgimen de !Carlos Ib‡–ez del Campo123 (1927-31) que estuvo direccionado en modernizar la infraestructura productiva chilena. Sin embargo, este apogeo tuvo su origen en un alto endeudamiento externo, producto de los crŽditos en d—lares que flu’an desde Nueva York, centro econ—mico que se impon’a como la nueva capital financiera del mundo.124
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Inesperada y abruptamente cae la Bolsa de Nueva York resultando la crisis econ—mica de 1929. La depresi—n en el mercado de valores provoc— una falta de liquidez que indujo a una radical ca’da de los precios internacionales de las mercanc’as y de la mayor’a de los activos, produciendo una crisis bancaria de grado mundial125, especialmente en los pa’ses con sistema de patr—n oro.126 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 123 Luego de la renuncia del Presidente Arturo Alessandri, el entonces coronel Carlos Ib‡–ez irrumpi— en un puesto clave al hacerse cargo del Ministerio de Guerra en los gobiernos de transici—n que se sucedieron. Durante el breve gobierno de Emiliano Figueroa, que fue elegido en 1925 tras la segunda renuncia de Alessandri, Ib‡–ez se convirti— en el verdadero poder tras las sombras. En 1927, Figueroa renunci— forzosamente e Ib‡–ez arras— en las elecciones de ese mismo a–o, con m‡s del 98% de los votos. Era candidato ! œnico. 124 Collier, 1996. 125 Mart’nez, 1983. 126 Sistema monetario en el que el valor de la moneda es convertible en oro de una calidad determinada a un tipo de cambio fijado previamente por ley. Muy vinculado en su origen al imperio de la libra esterlina durante toda la segunda mitad del siglo XIX, el patr—n oro estuvo vigente en la mayor parte del mundo durante los a–os que precedieron a la Primera Guerra Mundial. Restaurado nuevamente en 1925, fue abandonado definitivamente en 1931, durante la gran depresi—n econ—mica.
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El informe de la Liga de las Naciones (World Economic Survey) indica que Chile fue el pa’s m‡s afectado por la depresi—n.127 Las exportaciones de salitre y cobre se derrumbaron, provocando graves consecuencias sobre la econom’a interna, al caer los ingresos fiscales y disminuir las reservas, se ahond— el impacto que ya se ven’a arrastrando por la producci—n de salitre sintŽtico en Alemania.128 Se suspende el pago de la deuda externa chilena en julio de 1931. Emerge la cesant’a y el caos social, surgen las protestas en contra de la dictadura de Ib‡–ez del Campo, quien se autoexilia el 26 de julio de 1931 en Argentina. El desmoronamiento de Ib‡–ez produjo un grave aprieto de gobernabilidad e inestabilidad pol’tica.129 La depresi—n econ—mica provoc— alrededor de doscientos mil cesantes, cifra significativa para un pa’s de cuatro millones de habitantes130, adem‡s se origin— un Žxodo desde el norte hacia la
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 127 Banco Central de Chile. Memoria Anual presentada a la Superintendencia de Bancos. Santiago: El Banco, 1927. A–os 1931 y 1932 128 Mart’nez, 1983. 129 DespuŽs de la ca’da de Ib‡–ez, se inicia un verdadero desfile por la casa de gobierno, en su mayor’a gobiernos de facto. El listado es el siguiente: Carlos Ib‡–ez (desde el 21 de julio de 1927 hasta el 26 de julio de 1931); Pedro Opazo (desde el 26 de julio hasta el 27 de julio); Juan Montero (desde el 28 de julio hasta el 21 de agosto); Manuel Trucco, (desde el 22 de agosto hasta 4 de octubre); Juan Montero (hasta el 4 de junio de 1932; Golpe de la ÒJunta SocialistaÓ: Matte, D‡vila, Puga y Grove. (La junta s—lo dura 12 d’as); Golpe de Estado de Pedro Lagos, nueva Junta de Gobierno: Cabero, D‡vila y C‡rdenas (17 de junio), asume con poderes totales Carlos D‡vila (8 de julio de 1932). Golpe de Estado de Arturo Merino Ben’tez, asume BartolomŽ Blanche (13 de septiembre). Ultim‡tum desde Antofagasta a cargo de Pedro Vignola con el prop—sito de que Blanche entregara el poder (27 de septiembre) asume el Presidente de la Corte Suprema, Abraham Oyanedel (2 de octubre). Elecciones de octubre de !1932, triunfador: Arturo Alessandri Palma. 130 Vitale, 1997; Correa, 2001.
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zona central del pa’s, calcul‡ndose aproximadamente 45.000 !retornados131 y un aumento del flujo poblacional desde el campo a la ciudad.132 La presencia masiva de desempleados implic— un !aumento en la delincuencia, ya que la pobreza y las bajas condiciones de vida hicieron que muchos cesantes perdieran la ! noci—n entre lo l’cito y lo ilegal.133 En estos a–os (1930-32) se evidencia un alto nœmero de asaltos y asesinatos, estos dos delitos fueron los de mayor cantidad y connotaci—n social134, despuŽs de estos las faltas a la ley como la ebriedad, lesiones y estafa.135 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 131 Todo ese proceso de retorno, se explica porque el Norte hab’a sido, desde el siglo XIX, un locus de atracci—n de la migraci—n interna chilena, desplazando trabajadores desde el sur y el centro del pa’s hacia las minas salitreras del Atacama. Surge as’ una especie de mito en cuanto al norte que, en su per’odo de abundancia econ—mica, se configur— como lugar hacia donde migrar para Òhacer fortunaÓ. A partir de la gran depresi—n de 1929, esta mitolog’a va cediendo hacia la percepci—n de que hay que abandonar el norte mientras se pueda, ya que la gran econom’a salitrera se desmantel—. 132 Correa, Jocelyn-Holt et al, 2001. 133 Este cruce, l’cito-il’cito, es efecto de la desesperaci—n amplificada, un momento de premura intensa. Quiz‡s se decide en que no hay nada a perder, que se debe cruzar la frontera entre lo permisible y lo il’cito, lo que finalmente provoca una resignificaci—n situacional de estas categor’as. En esta resignificaci—n, en la opci—n por desatender la moralidad y el orden impuesto, es posible hallar un gesto de resistencia, de inconformidad. Transform‡ndose en un gesto pol’tico en disonancia, m‡s que en una pŽrdida de sentido de lo moral. 134 Revista Sucesos, 1933. 135 ! Hubo un incremento sorprendente de la mendicidad y orfandad infantil. En Santiago, muchas personas vivieron en las cuevas de los cerros, siendo las m‡s famosas las del Cerro Blanco, donde se calculaba la presencia de trescientas personas viviendo en condiciones totalmente insalubres. Variadas enfermedades sanitarias como tifus, c—lera y pediculosis asolaron la ciudad. De esta problem‡tica se hicieron cargo instituciones de beneficencia coordinadas por se–oras de los grupos m‡s pudientes, compuestas, generalmente, por esposas de pol’ticos connotados. Entre ellas, Graciela Fehrman, c—nyuge del Presidente provisorio Juan Montero. Coordin— el ÒRopero de los pobresÓ y el grupo para la ÒHigienizaci—n de los cesantesÓ (Bugue–o, 2009).
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! Calle Baquedano esquina 21 de Mayo, 1929.
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2.3. LA CRISIS EN TOCOPILLA !
Los estertores del sistema Shanks en la zona de El Toco, fueron !significativas, en cuanto signific— una presi—n ante las autoridades pol’ticas por buscar soluciones circunstanciales a los cesantes y sus !familias que, al tenor del cierre de las oficinas salitreras, deb’an abandonar la pampa hacia sus tierras de or’genes, cuando no pod’an integrarse a otras oficinas o cantones. Muchos fueron itinerantes desde el cant—n de Taltal hasta la provincia de Tarapac‡.136 Antonio Pastor Banda, Gobernador de Tocopilla en junio de 1932, mencionaba lo siguiente: ÒLa situaci—n de aguda crisis de este Departamento con motivo de la casi total paralizaci—n de las faenas salitreras y la falta de embarque de salitre en este puerto, han motivado el Žxodo de obreros y sus familias al sur en una forma considerable que puede decirse sin lugar a dudas que la poblaci—n del Departamento no es actualmente superior a treintaicinco mil personas...Ó .137
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Ejemplo de lo reciŽn expuesto, es que el 10 de mayo de 1932 en los vapores ÒTaltalÓ y ÒFresiaÓ se embarcar’an 394 operarios de oficinas salitreras, quienes junto a sus familias sumaban un total de 719 personas. El 13 de mayo de 1932 se informaba en un acta de ! la Gobernaci—n Mar’tima que el vapor ÒHuascoÓ y ÒMargaraÓ llevaba 432 cesantes que agregando a sus familias hac’an un total de 881. Estos vapores se dirig’an a la zona central chilena, refiriŽndose con esto, por lo general, al puerto de San Antonio. De esta forma Tocopilla se transforma en una especie de ÒpasilloÓ: era !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 136 Gonz‡lez, 2001. 137 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla, acta n¼ 134, junio de 1932.
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el puerto que ofrec’a el embarque de regreso, originando aglomeraciones en el sector cŽntrico.138 Las familias no siempre se embarcaban en el mismo d’a de su llegada a Tocopilla, situaci—n que los obligaba a pasar la noche en la intemperie, era el Muelle de Pasajeros un lugar donde se improvisaba un albergue. Las estad’sticas de cesant’a se–alaban lo siguiente en el a–o 1931: Antofagasta, 2.500 cesantes; El Loa, 800; Tocopilla, 1.071; y Taltal, 600. Un total de 4.971 cesantes que sumando a sus familias la cifra promediaba alrededor de 14.913 personas.139 Frente a tal situaci—n, el Gobernador Arturo Peralta solicitaba al Intendente, a travŽs de varios escritos, algœn proyecto que permitiera paliar la situaci—n mediante la creaci—n de puestos de trabajo. Las mociones iban desde la reapertura de minas con manejo estatal, ya sea de oro o azufre, como ampliaciones de alcantarillado. Paradojalmente, en julio de 1930 se celebraban los 100 a–os de la extracci—n de nitratos, lo cual sirvi— de excusa para realizar actividades recreativas y fiestas, todo como una forma de desestimar el trance.140 De esta forma, el Estado modelaba un discurso elusivo. Ya en 1932, el desierto se va quedando vac’o. Una a una, las antiguamente productivas oficinas salitreras dejan de generar ganancias para el pa’s,141 los bajos precios del salitre sintŽtico implican que la industria del nitrato reduzca aœn m‡s el nœmero de trabajadores.142
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 138 Amelia Barrera, entrevista 2007. 139 Diario El Mercurio, Antofagasta, 11 noviembre de 1931, p‡g. 6. 140 Bugue–o, entrevista 2009. 141 Bermœdez, 1963. 142 La situaci—n en la oficina Mar’a Elena no era dis’mil, ya que se hab’a ! optado por bajar el ritmo de la producci—n, debido a la baja venta del salitre, y
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2.4. ASISTENCIALISMO Y CONTROL DE LA COMIDA !
El bajo presupuesto existente en Chile fue destinado mayormente !a la conformaci—n de una instituci—n de car‡cter asistencialista en una situaci—n desesperada, que por otro lado tambiŽn buscaba ! frenar las pasiones y peticiones de los obreros pobres. Es as’ que desde el Estado se instaura la Olla del Pobre. Pasajera instituci—n que se encarg— de alimentar a miles de tocopillanos y tocopillanas sulfurados ante la hambruna y la desnutrici—n. La atenci—n de los pobres comenz— en abril de 1932, con un Estado que comenzaba a desembolsar cuantiosas sumas de dinero en beneficio de los cesantes y, obviamente, de algunos comerciantes, quienes realizaban grandes ventas a la gobernaci—n y al municipio. La olla comœn en el Departamento de Tocopilla benefici— a hombres, mujeres, ni–os y guaguas. Abarcaba a las localidades de Gatico y Quillagua. Un cuadro estad’stico extra’do del archivo de la Gobernaci—n, expone la situaci—n anual de 1932, presentando un incre’ble panorama: ÒDepartamento de Tocopilla A primero de diciembre de 1932, en cumplimiento del Decreto de la Gobernaci—n N¼ 403, Don Ezequiel Pinto Ovalle
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! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! para evitar una mayor cesant’a, se reduce el nœmero de d’as para trabajar. En marzo de 1932, se trabajaban s—lo cinco d’as, lo que implicaba una reducci—n de sueldos. Aquello empezaba a constituir la desesperaci—n de los pampinos, ya que la baja del salario se produc’a en momentos de una inflaci—n descontrolada en los precios de art’culos de primera necesidad. Pero, lamentablemente, no bast— con reducir los d’as laborales a cinco: a partir de junio s—lo se trabajaban cuatro d’as (Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, acta de reuni—n entre trabajadores y gobernador, 23 de marzo de 1932).
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procedi— a entregar Julio Kloques, Inspector Provincial del Trabajo, los servicios de cesant’a de esta ciudad y DepartamentoÓ. 143 Hombres 2.429 0 67
Mujeres 1.424 0 83
1.062
1.240
69
61
1.157
1.158
89 64 11 4 4.884 4.014 Tabla 1. Cantidad de 1932.
Ni–os 0 2.095 69
Guaguas 0 1.001 0
Total 3.855 3.096 219
Tipo de Olla Comœn Infantil Casino Mar’timo 784 169 3.255 Raci—n en Crudo 0 0 130 Olla Federaci—n 887 252 3.454 Gremio Mar’timo 86 16 255 Gatico 15 0 30 Quillagua 3.936 1.458 14.292 TOTAL beneficiados por la Olla del Pobre durante el a–o
Indiscutiblemente es sorprendente la gran cantidad de personas auxiliadas por la Olla del Pobre; es decir, si en Tocopilla a la saz—n del a–o 1930 hab’a 18.290 habitantes, m‡s de catorce mil se alimentaron durante casi un semestre a expensas del Estado. Ezequiel Pinto, Inspector de Cesant’a, explicaba que: ÒDespuŽs de una visita ocular y detenida, se oyeron varios reclamos de las comidas, solicit‡ndose el jab—n para lavarse y otros alimentos indispensable como ser la avena, grasa, etc. A medida que estos art’culos lleguen, se les proporcionar‡ lo solicitado, agreg‡ndole la carne que se repartir‡ una vez por !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 143 Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, 1 diciembre 1932, Acta, folio 2-8.
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semana de acuerdo a las instrucciones impartidas al respecto. El se–or Gobernador estudia la posibilidad de suministrarle tambiŽn una vez a la semana una raci—n de pescadoÓ .144
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La Gobernaci—n contaba con la ayuda log’stica proporcionada por !el ComitŽ de Cesantes, grupo que coordinaba las erogaciones y la distribuci—n de Žstas. Esta agrupaci—n de hombres del ComitŽ reun’a personalidades de gran connotaci—n social para la ciudad, tales como el mismo Alcalde Juan Daniel Ruiz, Mariano Serrano, Benedetto Schiappcasse, Ignacio Rencoret, Mr. Boyton, Carlos Ba–ados, entre otros. El ComitŽ Pro-Cesantes de Tocopilla, tambiŽn entregaba ayuda pecuniaria. En Diciembre 1932 las erogaciones fueron las siguientes:
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Socios JosŽ Chong Operarios Matadero Empleados Municipales Juan Daniel Ru’z Personal Aseo y Riego Direcci—n de Obras Sociedad Medida Francisco Redecic Caja de Ahorros The Chile Exploration Anglo Chilena Barriga Wachholtz Vicente Eldan Mariano Serrano Habit Hermanos JosŽ I–esta
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Erogaciones $ 40 $ 73 $ 330.80 $ 400 $ 165.68 $ 169.75 $ 70 $ 40 $ 100 $ 2.177.15 $ 2.000 $ 600 $ 90 $ 60 $ 71 $ 25
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 144 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla, diciembre 1932, Acta folio 7.
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$5 $ 20 $ 50 $ 20 $ 20 $ 20 $ 20 $ 20 $ 50 $ 15 $ 50 $ 51 $ 100 $ 20 $5 $ 10 $ 30 $5 $ 3.111.08 $ 94 $ 67.1 $ 195.60
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Arturo Tapia An’bal Malvino Mandakovic Hermanos Pedro Ljubetic Francisco Redecic (2¼ donaci—n) Hugo Rolandi Bongiorno Gamboa Horacio Lehe Mandakovic Hermanos Cajino y CIA Brontis Hermanos Guache CIA Mandakovic y Vlastelica Enrique Girardi Gabriel Ru’z Ponce Hermanos Fraumeni y C’a. Carlos Ayala C’a. Salitrera Anglo Chilena Banco Chile The Chile Exploration y C’a. Personal de Carabineros
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! Diario El Proletario de Tocopilla, 17 de enero de 1932.
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La Prensa de Tocopilla 17 de abril de 1932. El Patronato de la Infancia, en el mes de marzo de 1932, proporcion— a la ciudad 67.718 raciones, de las cuales 44.368 fueron destinadas para ni–os de 3 a 14 a–os y el resto se distribuy— entre guaguas, ni–os enfermos y ancianos.
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El Estado de Chile tambiŽn cre—, en junio de 1932, El ComitŽ de Socorro Inmediato conformado por los ministerios de Trabajo, Fomento, Agricultura, el de Interior y el de Hacienda. El comitŽ ten’a como prop—sito prestar auxilio a travŽs de la prestaci—n de alojamiento y de proporcionar vestuario a familias menesterosas, b‡sicamente en invierno. El alcalde ten’a que asociarse con el Inspector de Trabajo y deb’an proceder a arrendar bodegas o locales adecuados para albergar a las familias indigentes, y as’ poder proporcionar techo y abrigo. Los regimientos ten’an la orden de donar, previo inventario, todas las prendas de vestir, ya sean abrigos, bototos, chaquetas, o todo vestuario que hab’a sido dado de baja. Lo mismo tuvo que hacer Carabineros. Por esta situaci—n fue bastante comœn ver a indigentes y mujeres vestidos con trajes de camuflaje militar, lo que era aprovechado por los comerciantes para ridiculizar burdamente a los indigentes145. Era la burla hacia la homogenizaci—n en el vestir de los pobres propiciada por el Estado, operando un significante de disfraz en cuerpos de pobres. En otro ‡mbito, la carencia de pan denotaba malestares en los cesantes, quienes organizaban marchas hacia la Gobernaci—n, ubicada en calle Serrano N¼ 1230-1236. En una ocasi—n, precisamente el 13 de noviembre de 1932, hubo una gran protesta de los cesantes porque no se les suministr— pan a la hora de almuerzo. La turba fue obligada por Carabineros a detenerse en calle 21 de mayo entre calle Col—n y A. Pinto, en virtud de no poseer el permiso correspondiente, situaci—n que deriv— en una gran ri–a que termin— con varios cesantes heridos por lanzas, arrollados por los caballos, y los edificios aleda–os totalmente maltrechos.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 145 Bugue–o, entrevista 2009.
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Lo reciŽn expuesto dimensiona en parte la comprensi—n hacia el !Estado, la que b‡sicamente se orientaba a concebir un Estado paternalista que deb’a socorrer a la comunidad en todo momento y !llegar hasta los ’nfimos detalles, como el de dar pan en el almuerzo. Dichas concepciones pol’ticas ejercer’an una gran presi—n al ! gobierno, fueron los administradores locales de ese Estado los que tendr’an que lidiar y bregar contra esa gran demanda social, a travŽs de la fuerza bruta y la represi—n policiaca; los dispositivos para lidiar y responder ante la interpelaci—n, en el descontrol de lo pœblico.
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Calle 21 de Mayo, la calle de marchas y protestas, de comerciantes controlados y de presencia policiaca permanente. En la fotograf’a, el Cuerpo de Bomberos, la Casa Ukrania de la familia Jodorowsky-Prullansky y la Chancher’a Moderna (1935, circa).
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2.5. CONTROL DE PRECIOS Durante el Gobierno de Carlos D‡vila (asumido mediante un golpe de Estado el 17 de junio 1932), se cre— en Chile el Comisariato General de Subsistencias y Precios, mediante el Decreto Ley 520. îrgano dependiente del Presidente de la Repœblica y poseedor de un conjunto de atribuciones, el prop—sito de este organismo era "asegurar a todos los habitantes de la Repœblica las m‡s convenientes condiciones econ—micas de vida", tal como aparece estipulado en dicho cuerpo legal. Dicho organismo surgi— destinado a desafiar los efectos del trance econ—mico y buscar f—rmulas para asegurar a la poblaci—n el abastecimiento de productos con precios accesibles. La implementaci—n de esta nueva instituci—n, era sin duda polŽmica para el comercio, y se estableci— en Tocopilla por medio de un precepto emanado de la Gobernaci—n, el que hac’a menci—n a que todos los negocios y establecimientos comerciales, independiente del rubro que fuese, ten’an la obligaci—n de exponer ante Carabineros todos los productos que fueran de la propiedad del comerciante. La declaraci—n consist’a en un inventario con el nombre de todas las mercader’as, la cantidad, el lugar de procedencia y el valor de la compra de cada producto. El no cumplimiento de aquello, implicaba para muchos comerciantes, el decomiso de todos los enseres y un sinf’n de conflictos legales.146 El Comisariato, a travŽs de un cartel, explicitaba la lista de precios de los productos considerados como de primera necesidad cada quince d’as, ya sea en venta al por menor o al mayor. La Lista de Precios deb’a ser ubicada en lugares visibles y eran distribuidas por la C‡mara de Comercio y timbrada por la !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 146 Archivo Gobernaci—n Tocopilla, Decreto N¼ 45, 24 de junio de 1932.
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Gobernaci—n Departamental. Adem‡s, la infracci—n a lo dispuesto !se sancionar’a con una multa de $5.000. La fiscalizaci—n de estos precios se ejerc’a por intermedio de las Juntas de Vigilancias, de los !inspectores municipales y de Carabineros, junto a ellos se hac’a palmario que no se har’a recargo alguno de los precios por ventas ! a plazo por el comerciante mayorista. Los reclamos eran atendidos diariamente por el propio Gobernador y el Comisario Departamental. Frente a ello fueron infinitas las denuncias contra comerciantes acusados de usureros y especuladores, los cuales no tardaron en ser multados. El mismo Gobernador, Lindorfo Alarc—n concurr’a a terreno, junto a su secretario Pedro Oyarzun, y cursaba las multas, no sin antes haber sido insultados y amenazados.147
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 147 La Prensa de Tocopilla, 29 de junio de 1932, p‡g. 6.
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! Lista de Precios obtenida en los archivos de la Gobernaci—n de Tocopilla. Muestra del ejemplar que circul— entre el 16 y 30 de septiembre de 1932.
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Los comerciantes vieron en esta medida un desmedro a la libertad !comercial.148 Pero cabe mencionar que el Control de Precios, segœn las autoridades, se hizo ineludible, debido al encarecimiento total !de los productos provocado por la escasez. Esto œltimo ten’a como antecedentes la baja misma de la producci—n industrial, el ! cese de las importaciones, la especulaci—n y la ocultaci—n de los enseres de alimentaci—n. El comercio, a travŽs de su C‡mara local, escribe al Presidente Juan Esteban Montero en mayo del 1932, una carta que, apoyada por el Gobernador Peralta, solicitaba el rebaje a tercera categor’a del puerto de Tocopilla para los efectos del pago de las patentes comerciales e industriales.149 El Estado se apropiaba de los productos y enseres privados destinados a la comercializaci—n. Al controlar los precios, el Estado construye una verdad, casi en tŽrminos absolutos, un saber, sobre la necesidad a travŽs de los precios. En lo que se refiere al uso de gasolina, petr—leo y parafina, era obligatorio que todos los consumidores deb’an inscribirse en la Comisi—n Racionadora, ya que as’ lo hab’a dispuesto la Direcci—n General de Abastecimiento. La fiscalizaci—n obviamente era mayor y r’gida en choferes, peque–os industriales o los poseedores de cualquier clase de motores o veh’culos. Es as’ que se establecieron, en julio de 1932, mediante decreto, las cantidades de bencina para distribuir:150
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! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 148 Barrera, entrevista 2007. 149 Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, cartas enviadas, s/n, Destinatario J. Montero. 23 de mayo de 1932. 150 Este racionamiento se hac’a en base a la siguiente cantidad de veh’culos existentes en el Departamento de Tocopilla en la Žpoca: Autos de arriendo, 92 unidades; Autos particular, 96 unidades; Camiones, 208 unidades; G—ndolas, 19 unidades, Archivo Gobernaci—n Tocopilla, Decreto N¼43, 17 de julio de 1932.
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Tipo de Veh’culo Autos de arriendo Camiones G—ndolas Autos particulares Autos y camiones que viajan a la pampa Autos y camiones que viajan a Calama y Antofagasta
Cantidad de bencina 5 litros al d’a 5 litros al d’a 25 litros al d’a 5 litros a la semana 30 litros por viaje 40 litros por viaje
Tabla 2. Indicaci—n de la cantidad de combustible a distribuir por tipo de veh’culo.
Al racionar el combustible, el Estado limitaba el desplazamiento. Pero no era m‡s que el resultado del desabastecimiento y el encarecimiento de la vida producto de la inflaci—n de precios151. El factor era la ca’da del volumen y precio de la exportaci—n acelerando la perdida de reservas lo cual deterior— la situaci—n fiscal, se redujo el crecimiento econ—mico, pasando de un super‡vit promedio del 2.5 % del producto en 1928-1930, a un dŽficit de 2.7% en 1931. El crecimiento del producto pas— de 6.3% y 4.4% promedio anual en 1920-24 y 1925-29 respectivamente a 1.8 % en 1930-34.152
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Entonces ac‡ el biopoder se encarna en el mismo mercado. Doblemente interesante esta convivencia, que no tendr’a que ver con la actuaci—n en solitario del Estado, sino ! que tambiŽn con otras instituciones econ—micas modernas. 152 Corbo, 2005. 151
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2.6. UNA CIUDAD PASILLO POR HIGIENIZAR: LOS !ESPACIOS PòBLICOS Y LOS BARRIOS OBREROS !Una vez que el conflicto econ—mico se hizo patente, la pobreza se expresaba en exceso. El traslado de los habitantes de la pampa !salitrera hacia la costa, hacia Tocopilla, fue incesante en el trienio 1930-32.153 El deambular y la vida errante de estos cesantes en la ciudad fue una constante en su estad’a. La disminuci—n en la calidad de la salubridad tendr’a un duro efecto. Desde esa condici—n afloraron enfermedades que diezmaron la poblaci—n, una de ellas fue el Tifus Exantem‡tico, manifestado en violentos estados febriles y erupciones de manchas rojas en el cuerpo, situaci—n que terminaba con la descamaci—n de la piel. La cantidad de enfermos aumentaba d’a a d’a.154 La reacci—n del Estado no tardar’a en manifestarse. En ese tenor, en septiembre de 1932, la Direcci—n de Sanidad de Tocopilla dictaba, a travŽs de un oficio, las medidas precisas para mitigar este mal:
1. ÒHigienizaci—n de las viviendas insalubres 2. Despiojamiento y ba–o de los vagos, pordioseros, vendedores ambulantes, escolares y cesantes 3. Desratizaci—n intensiva con venenos y trampas 4. Alejamiento y tratamiento adecuado de las basuras e inmundicias 5. Saneamiento y vigilancia sanitaria de los mataderos, mercados, negocios dedicados a la venta de comestible. 6. Prohibici—n de criar y mantener en los recintos urbanos perros y gatos u ! otro animal sin cumplir las ordenanzas municipales.Ó
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Este mismo decreto, se–alaba la restricci—n de circular por determinados lugares de la ciudad. Uno de ellos fue el callej—n !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 153 Barrera, entrevista 2007. 154 Barrera, entrevista 2007; Bugue–o entrevista 2009.
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existente entre el Estadio Municipal y el Cementerio155, sitio acusado de insalubre y Òpropicio para el uso de letrina pœblica, adem‡s de la acumulaci—n de basuras y desperdiciosÓ.156 De esta forma el control de la circulaci—n tomaba fuerza como medida coercitiva, en la configuraci—n de la clausura hacia determinados espacios pœblicos. Por otra parte, para evitar la propagaci—n de la llamada ÒepidemiaÓ se dictaminaba lo siguiente: 1. ÒAlejamiento precoz y riguroso del enfermo 2. Vigilancia sanitaria de los sospechosos 3. Despiojamiento y ba–o de todo el cuerpo del sospechoso y de las personas que vivan con Žl. 4. Desinfecci—n de todas las habitaciones del barrio del sospechoso. 5. Instalaci—n de ba–os pœblicos y casas de limpiezaÓ. 157 La conformaci—n de Inspectores de Salud asum’a como objetivo la vigilancia sistŽmica en la ciudad, con la capacidad de ÒretenerÓ a los sospechosos de alguna enfermedad. Siendo el cuerpo de los sujetos y las marcas externas dejadas en Žstos por el padecimiento de alguna enfermedad, considerados ahora como Òevidencia necesariaÓ para juzgar la adecuaci—n de los individuos a la nueva norma sanitaria, y tambiŽn como un supuesto criterio decisivo para la aplicaci—n del decreto. Las rondas por la ciudad eran continuas y muy efectivas en la l—gica de este decreto en la captaci—n, a veces forzosa, de sospechosos o de enfermos evidentes:
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 155 El sector ubicado entre el Estadio Municipal (construido en 1931) y el ex pante—n corresponden a la actual avenida Teniente Merino. 156 Archivo Gob. de Tocopilla. Direcci—n de Sanidad, oficio, N¼ 23, septiembre 1932. 157 Archivo !Gob. de Tocopilla. Direcci—n de Sanidad, oficio N¼ 23, 11 de septiembre 1932.
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ÒEl suscrito deja constancia que los familiares de Gervasio Gonz‡lez de 23 a–os de edad, domiciliado en calle An’bal Pinto N¼ 1461, se resistieron a los requerimientos de los Inspectores de Salud. El sospechoso presentaba marcas evidentes de la epidemia y era necesario el traslado al Hospital, siendo imposible aquella acci—n por efecto de la furia de los familiares del indicado.Ó 158
Se instaur— en el Hospital de Beneficencia de Tocopilla, el Departamento de la Profilaxis, lugar en donde se realizaban consultas de tipo preventivo y tambiŽn se pod’a denunciar la presencia de algœn supuesto infectado, segœn las se–ales que el cuerpo emitiera.159
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Los mayores problemas de insalubridad detectados en este trienio emanaban desde los denominados Barrios Obreros,160 o Hoovervilles,161 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 158 Archivo Gob. de Tocopilla, Direcci—n de Sanidad. Oficio N¼ 39. 29 de septiembre de 1932. 159 Bugue–o, entrevista 2009. 160 La entrega y venta de sitios por parte del Estado y la Municipalidad para el levantamiento de las llamadas Poblaciones Obreras comienza en 1931. La Municipalidad estimaba que el precio medio del metro cuadrado consignado a la venta a plazo pod’a considerar $25 si el terreno estaba emplazado en el sector urbano, en cambio si el terreno estaba apostado en sector suburbano el valor ser’a de $10 y en el rural s—lo de $3. Inconcusamente que los sectores Pampa Este, Ciudad Perdida, El Salto o !Villa Esmeralda no eran lugares en donde se estableciera una relaci—n extractiva con el suelo, ni minera, menos agr’cola, por tal no pod’an ser consideradas como rurales, aunque dentro del radio urbano exist’an quintas de donde se produc’an verduras, frutas y flores, o en el caso de ÒVilla EsmeraldaÓ donde se pod’a establecer a la pesca como actividad extractiva. En ese sentido, se expresaba una confusi—n y una amplia tergiversaci—n en la normativa, y por ello, el municipio opt— por considerar que todo el espacio usado por cesantes era ÒruralÓ, y por tal valdr’a s—lo $3 el metro cuadrado. Esa consideraci—n y resquicio legal dar’a paso a un exped’to levantamiento de poblaciones obreras. El municipio tocopillano se estaba
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los cuales eran considerados por las autoridades como verdaderos focos de inmundicias y basurales (Bugue–o, entrevista 2009).
! En la gr‡fica apreciamos parte del emplazamiento de los barrios obreros, ubicados por debajo de la l’nea fŽrrea, al descender en el cerro. Archivo © Esteban L—pez.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! amparando bajo las ordenanzas legales que durante el periodo de 1930-32 marcar’an la preocupaci—n del Estado en lo que se refiere a las Viviendas Populares o Viviendas de Emergencias, expresadas en la proliferaci—n de albergues. En marzo de 1931 surge la Ley N¡ 33 que trataba sobre el fomento de las Habitaciones Populares, que motiv— la creaci—n de la Junta Local Provincial de la Habitaci—n Popular, integradas entre el Alcalde, el Ingeniero de la Provincia y Sanidad. El 14 de abril de 1932 surgir’a la Ley N¡ 407, desde el Ministerio de Bienestar Social, la cual determinaba los valores m‡ximos de los sitios destinados a la formaci—n de poblaciones y barrios. 161 La aparici—n de estos nuevos barrios fue similar a lo ocurrido en los EE.UU. a contar de 1930. Proceso marcado por la aparici—n en las periferias de las ciudades de barrios de barracas y pocilgas construidos por cesantes y que adoptaron el ! nombre de Hoovervilles, nombre que, ir—nicamente, hac’a menci—n al Presidente de EE.UU., Hoover.
! ! ! ! ! ! La culpabilizaci—n realizada por los diarios y las autoridades de una o otra forma remit’a a los barrios obreros.
La llegada de los pampinos hizo que los conventillos insalubres se atiborraran. La llamada Vivienda Barata, la soluci—n habitacional, tuvo su mayor impulso en el periodo de 1930-32, momento en el cual surgieron improvisados barrios de barracas, con casetas construidas toscamente y con materiales ligeros. En la mayor’a de los casos, los obreros recib’an del municipio la concesi—n, o bien la venta, de un terreno y all’ surg’a la autoconstrucci—n de viviendas dentro de sus posibilidades y alcances, usando como material los sacos, cartones, madera, cubriendo con diarios y papel de caj—n de manzanas las fr‡giles paredes. En algunas ocasiones el municipio constru’a algunas piezas con ligereza de material.
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Estas poblaciones estaban ajenas a todo plan regulador, por lo que el orden no era bien definido, ni eran casas, ni barrios bien distribuidos en el plano. Estos barrios no contaban con agua dulce ni salada, carec’an de luz y! de pozo desaguadero, s—lo algunas casas contaban con pozos negros. Pero, desde estos pozos emanaban fuertes olores, lo que otorgaba un sello pestilente al sector, torn‡ndose como tema central en los discursos estatales y de las Žlites como el principal factor de impureza y de insalubridad de referidos barrios. Se sumaba a la visualidad de la pobreza, la pestilizaci—n.
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En estos sectores el suelo era rocoso, esencialmente porque se trataban de terrenos ubicados en las laderas del cerro, y esto determinaba que los pozos negros fuesen muy peque–os o muy cortos en su profundidad. Los mayores problemas de los habitantes de estos barrios obreros era su alta exposici—n a la humedad y al exceso de vapor al interior de ellas por efecto de calefacci—n y de cocina. En ese sentido, eran los ni–os los m‡s expuestos a infecciones y enfermedades generando un alto nœmero de tuberculosos o personas afectadas con coqueluche.162 La aglomeraci—n llev— a la convivencia con animales encerrados en corrales tales como cerdos, cabr’os, burros, tambiŽn gallinas, patos y pichones. De esta forma se confund’a la morada para personas y para animales, en una extra–a sensaci—n de horizontalidad entre animales y humanos.163 No obstante, es valido plantear que la convivencia con animales era quiz‡s una estrategia de producci—n para alimentarse. Del mismo modo, podemos esbozar que los animales dorm’an con la gente con el objetivo de que no fuesen robados, plan no descabellado en un ambiente de hambruna. As’, se puede establecer que hubo dos procesos operando: por un lado el hacinamiento, y por otro el desarrollo de una forma de vida hombre-animal que ten’a por finalidad asegurar la producci—n de un m’nimo de recursos alimentarios para el nœcleo familiar. El recibimiento de los cesantes pampinos se basaba en el compadrazgo, acud’an a vivir a estos barrios invitados por familiares y amigos. Se ha estimado que por cada casucha o mediagua habitaban entre 10 y 12 personas.164 Estas chozas diminutas, en la pr‡ctica, eran de una sola pieza, con piso de tierra,
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 162 Diario El Proletario, 12 de enero de 1932, p‡g.6. 163 Diario El! Proletario, 30 de enero de 1932, p‡g. 6. 164 Barrera, entrevista 2007.
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con exigua luz y ventilaci—n, el uso del vidrio era totalmente !desconocido. Corrientemente hab’a una l‡mpara grasienta y humeante para iluminarse, aunque de ordinario no hab’a otra cosa !que la fogata dentro del domicilio. Estas casuchas eran de un suelo disparejo, abundando la humedad m‡s los charcos de aguas ! servidas. Otro problema sanitario era la ventilaci—n, dado que no exist’an chimeneas. En estos cuchitriles era en donde se cocinaba, se dorm’a, se com’a, se criaban animales y, en muchos casos, sus interiores eran a la vez letrinas. Los citados barrios estaban ubicados en la Villa Esmeralda en los actuales terrenos de Algodonales, El Salto, Ciudad Perdida y Pampa Este, es decir, el cuadrante que marca la actual calle y pasaje Esmeralda entre Cienfuegos y el sector de Huellas Tres Puntas, el cuadrante en donde los Inspectores de Salud realizaban numerosas rondas.165 La consecuencia de semejante estado de cosas, era la formaci—n de un medio ideal para el desarrollo de enfermedades, al menos as’ se se–alaba en el diario El Proletario: ÒEstas viviendas bajas de techos, hœmedas, mal iluminadas, en las que se api–an las personas y animales, contribuyen poderosamente al desarrollo de la escr—fula y la tuberculosis, e imprimen en todas las afecciones una tendencia a desembocar en la supuraci—n. Engendran as’ (É) abscesos, caries y enfermedades articulares.Ó 166
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Este escenario dar’a paso !a la propagaci—n de padecimientos, debido al alto porcentaje de aglomeraci—n insalubre. Segœn los datos oficiales, fue desde estos sectores empobrecidos donde se registr— la alta cifra de expirados que acaeci— en el puerto durante estos tres a–os: una cifra de muertos que ser’a superior a la de los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 165 Barrera y Fern‡ndez, entrevista 2007, 2011. 166 Diario El Proletario, Tocopilla, 3 de diciembre 1932, p‡g. 6.
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nacidos vivos. Para el periodo que nos concierne, segœn datos del Registro Civil de Tocopilla,167 los guarismos son los que siguen:168 A–o 1930 1931 1932
Natalicios 360 390 401
Defunciones 475 440 499
Tabla 3. Cuantificaci—n de natalicios y defunciones por el Registro Civil de Tocopilla para los a–os 1930, 1931 y 1932)
Como podemos observar, la cifra de mortalidad aument— en los a–os m‡s cr’ticos para la econom’a chilena y local. TambiŽn, debemos decir, que en las cifras de las defunciones, alrededor del 50% corresponden a menores de 16 a–os, y la mitad de esa cifra corresponde a menores de un a–o. Las causas de la alta tasa de mortalidad est‡n b‡sicamente determinadas por la nocividad habitacional y por la desnutrici—n.169 En 1931, la revista nacional Sucesos, realiz— un reportaje sobre la pobreza existente en el Norte Grande, se describ’an historias personales que denunciaban las carencias y los profundos malestares econ—micos y corporales, en base a enfermedades, de la poblaci—n obrera en general. Dicha revista nos grafic— aquella dura realidad en la cual se sumieron los pampinos allegados al puerto. Varias fotograf’as nos rese–an la dura vida en las periferias del puerto de Tocopilla. En una de aquellas fotograf’as, es posible distinguir a una familia completa con sus cinco hijos y de fondo, la enclenque y desmejorada vivienda, construida de cartones, latones y al centro Ðcomo en muchas casasÐ el tambor para el dep—sito
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 167 Actas Anuales de nacimientos y defunciones. 168 Segœn estimaciones censales, en 1930 Tocopilla pose’a una poblaci—n total de 18.290 habitantes. ! 169 Actas Anuales del Registro Civil de Tocopilla, 1930, 1931 y 1932.
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descubierto del agua, elemento propicio para enfermedades ! estomacales. ! !
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Pocilgas y cuchitriles retratados por la Revista Sucesos en su crudo reportaje sobre los cesantes del norte de Chile. 18 de Junio de 1931.
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2.7. AISLANDO AL INFECTO En una escena de florecimiento de enfermedades las autoridades emprender’an con nuevas medidas, debido a que cada d’a se iba amplificando la lista de aquejados. El aislamiento de los afectados era la alternativa existente para la Žpoca, ya que en las consideradas circunstancias de inmundicia de las poblaciones obreras, era imposible prevenir, por ello lo mejor era sacar al enfermo o al infectado e instalarlo lejos, siendo para ello la construcci—n de un Lazareto Municipal una opci—n. De esta forma, la exclusi—n del cuerpo, el aislamiento corporal del sufriente era una medida œtil en esta l—gica de repliegue. No obstante, en esta aislaci—n del cuerpo enfermo, muy pocos se salvaban, debido a que la enfermedad se agravaba al tener contacto con personas mayormente enfermas o por el contagio a travŽs de utensilios mal lavados en los mismos recintos hospitalarios o en el Lazareto.170 El Lazareto fue dise–ado en el a–o 1931 durante el gobierno comunal de Juan Fuenzalida, Gobernador y Alcalde a la vez. ƒl dispuso el presupuesto de cinco mil pesos para la construcci—n emplazada: ÒAl costado norte del nuevo cementerio, por ser una lugar alejado de la urbanidad y por el ahorro de costo i bajo peligro de trasladar a los futuros muertos de epidemias en las cercan’as del nuevo cementerio...Ó. 171 El edificio fue pensado para aislar en primera instancia a todos los infectados de la peste bub—nica o levantina, la que cobr— la vida de decenas de tocopillanos. De todas maneras llama la atenci—n el utilitarismo en la mentalidad de la autoridad: Òun lazareto cerca del
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 170 Barrera, entrevista 2007. 171 Archivo !de la Gobernaci—n de Tocopilla, carta enviada por el AlcaldeGobernador al Intendente, 7 de enero.
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cementerioÓ. La corporalidad occisa deb’a ser r‡pidamente ! suprimida. !La prevenci—n tambiŽn tuvo lugar en las iglesias cat—licas. En una comunicaci—n del obispo de Antofagasta, dirigida al cura de !Tocopilla, Fernando GarcŽs, se exhortaba lo siguiente
ÒEsta curia ha recibido del Sr. Antonio Tirado, un oficio con fecha 9 del presente, en que recomienda petr—leo crudo en las iglesias, dos veces por d’a, para desinfectarlas del posible contagio de bub—nica que pueden llevar las pulgas y ratas. Esta medida se toma en vista de la amenaza del terrible flagelo por los casos ocurridos œltimamente en esa ciudad.Ó 172 Esta recomendaci—n se justificaba por el hecho de que las iglesias eran lugares de concurrencia masiva, lo que constitu’a otro foco mayor de contagio. La iglesias eran, adem‡s, el lugar al que concurr’a toda la comunidad sin distinci—n, y en donde no se sab’a quiŽn estaba infectado o no. Aunque, al ver a las personas con manchas en el cuerpo, las dem‡s personas lo aislaban, siendo una realidad muy notoria en plena misa.173 Se trasladaba de este modo a la comunidad la idea de fragmentaci—n comunitaria por efecto de las se–ales corporales. Eran las ense–anzas que hab’a dado el Estado y sus representantes locales en la l—gica del aislamiento y criminalizaci—n hacia los enfermos. La situaci—n de aislamiento ! afect— no solamente a los enfermos, sino que tambiŽn a las prostitutas y sus aludidos cuerpos infectos.
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ÒLa alcald’a con fecha 3 del presente mes ha decretado lo siguiente que ruego a US. se sirva trascribirlo a la prefectura !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 172 Archivo epistolar de la Iglesia Nuestra Se–ora del Carmen de Tocopilla, 10 de abril de 1931. 173 Barrera, entrevista 2007.
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para su cumplimiento. Decreto.- Clausurase los prost’bulos que rejentan Sara Mu–oz y Elcira Molina hasta que se retiren de esos prost’bulos las mujeres asiladas que se hallan enfermas y que segœn el mŽdico municipal deben ser hospitalizadas a fin de evitar peligros contra la salubridad pœblica. Igualmente proh’base ejercer la prostituci—n a las mujeres que el mŽdico declare enfermas o que se nieguen a pasar la revista reglamentaria. An—tese, Comun’quese, publ’quese y transcr’base a la prefectura de Polic’aÓ. 174 En ese tenor, las asiladas Ana çvila y Carmen Latorre, del prost’bulo de Sara Mu–oz se hab’an retirado y de la Casa de Tolerancia de Elcira Molina, se hospitaliza a la asilada Mar’a PastŽn adem‡s de la prostituta Teresa Torres. Cabe recordar que estas hospitalizaciones eran en asilamiento total del resto de los internados, con todo el impacto social que transportaba. Otra de las dificultades comunes que acaec’an en el dif’cil trienio (1930-32), eran las infecciones que afectaban a las escolares, las que contagiaban a sus profesoras. Ocurri— en la Escuela Superior de Ni–as N¼2. A su vez, las afecciones generaban un fuerte descenso en la asistencia a clases. ÒAl mes de junio que acaba de terminar, tengo que referirme al bajo nivel de asistencia en la escuela a mi cargo; 77% (É) la falta de alumnado corresponde a enfermedades comprobadas por los profesores (É) las enfermedades que afectan a nuestras educandas son afecciones eruptivas de la piel, sarna, especialmente, gripe, que hacen necesaria el retiro temporal de
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 174 Archivo !Gobernaci—n de Tocopilla, Oficio Municipal N¼ 45, 3 de marzo de 1931.
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clases. Se ha comprobado en algunos casos alfombrilla (É) efecto de la pobreza y poca higieneÓ. 175
Los ! problemas que acaec’an en la poblaci—n infantil atendida en las escuelas eran delicados. Las dificultades, b‡sicamente, estaban ! relacionadas con la misŽrrima alimentaci—n de las infantas adem‡s del acceso deficitario al agua. En mayo de 1932, el plantel era visitado por el MŽdico Sanitario, quien pudo constatar que la mayor’a del alumnado no estaba en buenas condiciones. Un acta se–ala que las alumnas: ÒSe encontraban en condiciones desfavorables de salud, es decir, desnutridas por cuyo motivo, a insinuaci—n del mismo funcionario, la directora se permite solicitar a la Municipalidad, (É) alguna cantidad de bacalao o jecorina, para darles a las ni–asÓ. 176
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 175 Archivo Esc. Sup. de Ni–as N¼ 2, en Bolet’n Mensual explicativo al Inspector Escolar de Tocopilla. N¼ 44, 8 de julio de 1932. 176 Archivo Esc. Sup. de Ni–as N¼2, Oficio recibido de Holanda M. de Rodr’guez, directora de ACCD. 25 de mayo de 1932.
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2.8. AGUA SƒPTICA Y EL DESASEO A LA VISTA Toda la cuesti—n de la insalubridad era acrecentada por el desabastecimiento de agua, fruto de lo costoso que constitu’a el proceso de desalaci—n, adem‡s de la ausencia de colectores y tuber’as en buen estado. Este desabastecimiento se hizo m‡s patente en enero de 1932. Hubo que tomar el control del suministro de agua para poder proporcionarla a travŽs de turnos, los que oscilaban entre dos a tres horas, en la noche el corte era total. La Administraci—n de Servicios de Alcantarillado Agua de Mar y Agua Potable, tuvo que enfrentar diversos reclamos ante los altos precios y por el mal servicio proporcionado a la comunidad. Esta misma instituci—n informaba que el agua distribuida era sustancialmente agua desalada, Òla cual era resacada del mar, no exenta de gŽrmenes infecciosos y de sales indigestasÓ. Tal como se se–alaba en algunos documentos. El agua de los a–os treinta no era pura debido a sus extendidos d’as de almacenamiento, adem‡s ten’a que ser evaporada para la eliminaci—n de sales, tratamiento que no era eficaz. La Administraci—n de Servicios de Alcantarillado Agua de Mar y Agua Potable dec’a que: ÒEsto la hace poco agradable a la bebida, sobre todo en verano, m‡xime que debido a la temperatura con que circula por la ca–er’a, se encuentran las matrices oxidadas, oxido que luego es transportado por el agua a consumirÓ. 177 Y tambiŽn: ÒLa cantidad de agua proporcionada por la Anglo Chilena, era para la ciudad de 150 m3 diarios, es decir, una dotaci—n alrededor de 10 litros por persona. La red de agua potable en
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 177 Archivo ! de la Gob. de Tocopilla, Administrador de Servicio de Alcantarillado Agua de Mar y Agua Potable. Carta s/n, diciembre de 1931.
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Tocopilla existe desde 1927, pero presenta serias fallas, siendo la escasa presi—n la m‡s importante; dificultad que afectara seguidamente a las poblaciones del sector alto del puertoÓ.
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En este escenario, ante la exigua cantidad de agua, por efecto !tambiŽn de sequ’a y escasez de dinero para mejorar los ductos, el Alcalde Juan Daniel Ruiz solicit— a The Chile Company, que no arrojara al mar 150 toneladas de agua Ðtal como se se–ala en la documentaci—nÐ la que era la sobra de los servicios de la usina elŽctrica, y se ped’a que esa cantidad de agua se destinara al consumo de la poblaci—n.178 Este ejemplo demuestra que, por efecto del discurso del Estado y de las elites, los pobres son construidos como ÒinsalubresÓ, adem‡s estos grupos no reconocen su propio y fundamental papel en el proceso de insalubrizar las condiciones de vida obrera. Aqu’ esto queda muy claro, es decir, el mismo gobierno decreta que se les suministre agua insalubre a la gente. Y luego acusa a la gente de ser ÒsuciaÓ y ÒenfermaÓ, acudiendo a su condici—n psicosocial. La carest’a de agua redundaba en un alto precio, lo cual oblig— al municipio, en conjunto con la gobernaci—n, a implementar la instalaci—n de pilones de agua gratis, esto fue realizado con el prop—sito de Ò...mejorar la salud de los cesantes, quienes adem‡s se ven sucios y malolientesÓ.179 Los pilones estaban ubicados en el Patronato de la Infancia (calle Sucre esquina calle Cienfuegos) y el otro en el
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! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 178 Al despuntar la dŽcada del 30, el agua en Tocopilla era m‡s cara en comparaci—n a Iquique y Antofagasta, en Žstas ciudades el agua ten’a un costo de un peso cuarenta centavos por metro cœbico. Sin embargo, en Tocopilla se pagaba la excesiva suma de cuatro pesos con cuarenta centavos. Obviamente los m‡s perjudicados eran los barrios obreros, lugares alejados, por lo cual llegaban a pagar la cantidad de diez pesos por metro cœbico. 179 Archivo de la Gob. de Tocopilla, cartas recibidas, N¼ 56, ComitŽ Pro Cesantes, diciembre 1931.
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sector del Matadero Municipal. En la visi—n de las autoridades, la situaci—n de escasez de agua propiciaba el desaseo, promoviendo que la sarna fuese otra de las enfermedades corrientes. Como producto del desorden que surg’a en los pilones de agua, la Gobernaci—n se vio forzada a solicitar la vigilancia de Carabineros. Pero aquello no bast— para detener las constantes peleas y alteraciones entre los obreros; ri–as y amenazas iban en contra de los administradores o encargados de repartir el agua.180 La construcci—n de una higiene normalizadora por parte del Estado se mezcla con otras estrategias de control para construir la microf’sica del poder sobre los obreros. Aparece el aparato policiaco sum‡ndose a las medidas higienistas. Los cesantes ejercen resistencia pol’tica a estas normalizaciones y a estos controles, protestando contra el orden y ÒdesordenandoÓ los procesos que este mismo orden instituye. El desorden de la gente es un signo de su resistencia a este proceso de control de sus cuerpos. La baja calidad del agua implic— que fuesen cientos los tocopillanos que llegaran al hospital enfermos del estomago, siendo el c—lera y la hepatitis junto al tifus otros de los padecimientos usuales en el periodo. Era el resultado de las mismas medidas del alcalde, al suministrar agua usada. Un acta del Servicio de Salubridad, se–ala que en 1932 hubo alrededor de 1500 intoxicados. Junto a ellos, hubo decenas de reciŽn nacidos que murieron por intoxicaci—n alimenticia, o como se se–ala en las actas del Registro Civil de 1932, ÒLa causal muerte m‡s generalizada en las guaguas fue la colitisÓ, es decir, la diarrea. Asimismo fue alt’sima la cantidad de enfermos de tos convulsiva. Otras enfermedades registradas fueron la difteria, la erisipela, la escarlatina, rabia y sarampi—n. !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 180 Archivo Gob. Tocopilla. Acta de Carabineros, 12 enero 1932.
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2.9. LOS ENFERMOS Y LOS BORRACHOS !
Otro tema que despertaba el temor de las autoridades, era la !propagaci—n y el recrudecimiento de enfermedades venŽreas, tales como la s’filis, la blenorragia y/o la gonorrea, derivado, segœn las !autoridades, del alto porcentaje de prostituci—n en el puerto. El Gobernador Pedro Lancien, en febrero de 1932, afirmaba que ÒÉCualquier tipo de enfermedades se recrudece por la falta de un buen policl’nico...Ó .181
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De la prostituci—n deriv— una abundante fecundidad, de los cuales los nacidos vivos eran muy pocos, producto de embarazos mal tratados o abortos inducidos. Los que se lograban salvar, no ten’an otro destino que ser exp—sitos. 182
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 181 La prostituci—n en los a–os 30 fue excesiva, sobre lo cual podemos inferir tres causales. La primera de ellas tiene relaci—n con la agitada actividad del puerto salitrero -previo a la crisis- de donde emerg’a una poblaci—n flotante compuesta b‡sicamente por marinos mercantes extranjeros y nacionales, quienes en la espera del turno de embarque del salitre, se dirig’an a la ciudad para el deleite. El nœmero de vapores que llegaban al puerto, era alrededor de 40 naves mensuales las que estaban como m’nimo cinco d’as aproximadamente. Otro factor que promovi— la prostituci—n, fue la supuesta buena situaci—n del puerto pasado el a–o 1931, buena situaci—n, segœn el vox populi afuerino, en comparaci—n con las oficinas salitreras las cuales de a poco se iban desmoronando. Esto implic— un! Žxodo de trabajadores al puerto, lo que signific— tambiŽn, un Žxodo de meretrices, quienes se vieron motivadas a trasladarse por esta ola de trabajadores que se dirig’an a la zona central del pa’s. El tercer elemento, es la pobreza misma de las mujeres, quienes en su mayor’a eran madres solteras desde muy temprana edad -situaci—n muy manifiesta en Tocopilla- y vista la nefasta situaci—n econ—mica, se vieron forzadas y constre–idas a trabajar y vivir del comercio sexual. Estas mismas mujeres pobres, a causa de su escasa o nula instrucci—n, no pod’an acceder a ningœn oficio. 182 Barrera, entrevista 2007.
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En la propagaci—n de enfermedades venŽreas contribuir’a la vida libertina y desenfrenada de los obreros, quienes en sus barrios, producto del hacinamiento, llevaban una relaci—n promiscua entre vecinos y familiares, no escapando algunos casos de incesto.183 No obstante, estos relatos reflejan un discurso de control pol’tico de las Žlites. Un discurso hegem—nico. Son varias las voces que construyen un sentido de culpabilizaci—n del obrero por su pobreza. Se internaliza un violencia simb—lica: el pobre es culpable de serlo y Žl mismo as’ lo cree. Aqu’ el obrero es considerado culpable de la miseria por no tener valores sexuales elevados, como supuestamente la Ògente de bienÓ posee. As’, se va tejiendo un cuadro que anormaliza a los pobres en diversos niveles, (en este caso el sexual). Todos estos discursos de anormalizaci—n de los obreros inciden sobre su no-adecuaci—n corporal en el proceso de control. La carta del MŽdico Sanitario Ignacio Rencoret, dirigida al Servicio de Salud en Antofagasta y datada en mayo de 1931, contaba que hab’a en Tocopilla 190 prostitutas inscritas, sin considerar la cantidad de las que ejerc’an sin estar registradas. Se calculaba que exist’a una prostituta para cada veinte hombres adultos. Junto a ello, se estimaba la existencia de 45 casas de prostituci—n, de las cuales muy pocas contaban con agua y ba–os.184 Actas del Servicio Sanitario de Antofagasta informan que durante el a–o 1932 se realizaron ex‡menes a 2.054 mujeres que ejerc’an o ejercieron alguna vez la prostituci—n.185 Sin duda una cifra extremadamente alta, pero debemos consignar que esta cifra agrega a mujeres que
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 183 Bugue–o, entrevista 2009; Fern‡ndez, 2010. 184 Archivo de la Gob. de Tocopilla, carta enviada al Servicio Sanitario Provincial de Antofagasta, 12 de diciembre 1932. 185 Archivo ! de la Gob. de Tocopilla, carta enviada al Servicio Sanitario Provincial de Antofagasta, 29 diciembre 1932
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viv’an y trabajaban en algunas Oficinas Salitreras del cant—n El ! Toco, Gatico, Quillagua y Tocopilla.186
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!Otra realidad perversamente tangible fue la ingesta desmedida de alcohol, quiz‡s como una forma de evasi—n a la pobreza o bien de !resistencia ante las duras medidas tomadas por los gobiernos de facto existentes en Chile que coartaban la reuni—n pœblica y el libre tr‡nsito por la ciudad a travŽs de sucesivos toques de queda.187 Este vicio era principalmente facilitado por el comercio clandestino que imperaba en ese entonces, debido a las fŽrreas restricciones, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 186 Una forma de prevenci—n era la inspecci—n a los locales de juerga, o los conocidos popularmente como Òcasas de asiladasÓ, que proliferaban en este periodo. Estas Òcasas de asiladasÓ conservaron el sello social t’pico de las chinganas, pues tuvieron como eje un momento de convivencia con la comerciante del sexo, al que siguieron confluyendo todos los servicios de la mujer: la comida, baile, conversaci—n, bebida, sexo y aposentamiento de diversos grupos de hombres. En raz—n de lo anterior, todos los burdeles para acoger a los clientes en ÒconvivenciaÓ y en colectivo, se organizaron domŽsticamente en torno a un sal—n, siendo este œltimo el œnico lugar adornado y limpio, en contraste con las pobres y sucias habitaciones en donde se realizaba el acto sexual. En una de las arduas inspecciones, se clausur— el cabaret y prost’bulo ÒMiramarÓ del cual era due–o Flavio Ruz Flores. (Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, Oficio N¼14 del Inspector Sanitario. Acta de fiscalizaciones. 13 de julio de 1932). 187 El 17 de junio de 1932, el conglomerado golpista, denominada como ÒJunta SocialistaÓ es reemplazada por otra Junta de Gobierno, compuesta esta vez por Cabero, C‡rdenas y D‡vila, pero el golpe estuvo a cargo de Pedro Lagos. Con D‡vila, se consolida !el toque de queda. Estado de Sitio que durar’a inicialmente 70 d’as, pero dicho plazo se fue extendiendo, por tal motivo quedaban canceladas todas las garant’as individuales y la restricci—n de las libertades de prensa, se censur— la vida nocturna y se declaraba Òzona secaÓ variadas ciudades del pa’s. Asimismo se prohib’an las aglomeraciones de personas Ò... siendo sospechosos los grupos de tres personas en las calles...Ó y se prohibi— el tr‡nsito de personas pasadas las 23 horas. Ante ello, todas las organizaciones sociales, transportistas, deportivas, y actividades religiosas (b‡sicamente las procesiones), todas estas deb’an pedir permiso para realizar sus actividades (Archivo Gobernaci—n de Tocopilla, decreto del 19 de junio de 1932).
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incrementadas a partir de junio de 1932, por efecto de la sucesi—n de gobiernos dictatoriales que hicieron del norte una gran Òzona secaÓ libre de alcohol. El comercio ilegal contaba con tabernas en donde el juego de cartas, adem‡s del juego la rayuela y las chapitas -entre los m‡s conocidos- derivaba en el consumo de alcohol. Las deficiencias en la nutrici—n, por la escasez y carest’a, encontraban en el alcohol una ef’mera y enga–osa forma de evasi—n al drama psicosocial. El problema del alcoholismo inquietaba en gran manera a las autoridades, por ser un elemento desatador de pasiones contenidas, pasiones que muchas veces se expresaban en fuertes altercados y ri–as en servicios pœblicos como as’ tambiŽn en sucesivos actos delictuales. En la c‡rcel de Tocopilla en el a–o 1931, de 338 presos, 217 estaban ebrios al cometer el delito, de los cuales el hurto era el m‡s generalizado, es decir, el 64% de los reclusos estuvo borracho al momento de delinquir. 188
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 188 Archivo de la Gob. de Tocopilla. Acta anual presentada por el Alcaide de la c‡rcel de Tocopilla. Diciembre 1931. !
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! Los diarios locales asum’an un discurso moralista en armon’a con el discurso oficial. La Prensa de Tocopilla, ediciones del 17 y 23 de diciembre de 1932 respectivamente.
Dentro de las prohibiciones en las que m‡s incid’an las autoridades, principalmente por el Alcalde Lu’s C‡rcamo (junio 1931), estaba el juego de la rayuela. El alcalde emprendi—, junto a Carabineros, la campa–a para reglamentar y as’ poder controlar los lugares en donde se practicara este juego, el cual, en palabras del burgomaestre era un: ÒDeporte que no contribuye a la vigorizaci—n de la raza chilena (...) y que ella es la gran incitadora junto a las cartas y naipes, al maldito vicio et’licoÓ. 189
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! Las redadas antes mencionadas a los sitios rayueleros no estaban exentas de violencia. Entendida la violencia como dispositivo de control. As’ lo menciona el Acta Anual de Carabineros, en donde un funcionario expone los golpes que tuvo que propinar frente a los ebrios lud—patas: !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 189 Archivo de la Gob. de Tocopilla, carta enviada al mayor de Carabineros, 12 de junio de 1931.
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ÒEntrados nosotros al local, tuvimos que hacer frente a una masa de beodos descontrolados que provistos de cuchillas se abalanzaron contra nosotros (É) el Cabo 2¼ JosŽ Rojas termin— con su cabeza ensangrentada por efecto de botellazos. Junto al Sargento R’os, tomamos al ebrio y lo golpeamos con pu–os y lumas, y as’ pudimos controlarlo. Una vez controlado uno, realizamos el mismo procedimiento de golpes con otros v‡ndalosÓ. 190 En varias inspecciones se constataron clandestinos, por ejemplo en la calle Sucre, entre Ram—n Freire y Manuel Rodr’guez, en donde se requisaba las mercader’as a los locales que vendieran sin patentes. Pero, no s—lo en el puerto estaba el problema, sino que tambiŽn en la pampa, en donde el excesivo consumo de cerveza provocaba serios efectos. El 29 de agosto de 1931 el Teniente Coronel y Prefecto Ram—n Briones, a travŽs de un oficio, da cuenta de que la Prefectura se vio en la, ÒImperiosa necesidad de suspender la venta de cerveza en todas las oficinas de la jurisdicci—n debido a los graves desordenes y malas consecuencias que ha tra’do el consumo exagerado (...) los trabajadores fallan al trabajo, son despedidos, aumenta la cesant’a y la violencia dentro de la familiaÓ. 191 En cierta medida, el Estado se apropia biol—gicamente de las personas y controla o restringe la libertad de consumo. Paralelamente, el alto nœmero de personas consideradas como dementes o como Òinsanos rematadosÓ en el lenguaje de la Žpoca, fue otro problema que hubo que administrar. En vista de la carencia
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 190 Acta anual de Carabineros de Tocopilla, 13 de junio 1932. 191 Archivo de la Gob. de Tocopilla, acta anual de Carabineros, Oficio 121, 24 de agosto de 1931. !
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de un centro de atenci—n, las gestores estatales buscaban !soluciones para desligarse de estas personas. En esta coyuntura eran muy comunes los decretos como el que sigue: ! !
ÒAl se–or comandante de la Prefectura de Carabineros; S’rvase UD. Poner disposici—n de esta Gobernaci—n un carabinero para que conduzca a la Casa de Orates de Santiago, al insano Manuel Mar’n, que debe ser llevado a dicho establecimiento por la pr—xima combinaci—n del longitudinalÓ. 192
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Para la gran cantidad de tocopillanos considerados como ÒlocosÓ contribuy— mucho el alto nœmero de indigentes, quienes adquir’an una condici—n subhumana y viv’an en condiciones desastrosas. Estas personas o mor’an en las calles o bien, eran definidas como orates. No obstante, la consideraci—n de Òinsanos rematadosÓ ser’a usada como subterfugio para salvar a varios indigentes y as’ evitar, derechamente, su muerte en las calles, utilizando para ello una peculiar definici—n de la locura. Tocopilla no contaba con instituciones en donde pudiesen tratarse estos casos, por ello era necesario el traslado a la ciudad de Santiago. Lamentablemente las condiciones en la casa de acogida en Santiago no eran las m‡s propicias para recibir nuevos orates, ya que se sab’a del hacinamiento y las condiciones poco —ptimas para la mejora de la salud en las cuales se hallaban encerrados los enajenados en la conocida Casa de Orates de Santiago. Y entre otras cosas se se–alaba que no era posible Òarrojar a la calle a los pobres dementes, so pretexto de ! que el establecimiento no ten’a la capacidad para recibirlosÓ.193 En esta situaci—n afloraban conflictos en la familias tocopillanas con la autoridades, ya que estaba la disyuntiva de mandar o no a los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 192 Archivo de la Gobernaci—n de Tocopilla, decreto N¼ 215 31 de mayo 1932. Arturo Peralta.- Gobernador. 193 El Proletario, 3 de febrero de 1931, p‡g. 6.
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enfermos, indigentes, a la ciudad de Santiago, sabiendo adem‡s que muchos ÒoratesÓ fallec’an en el camino. 194 Surge, de este modo, un paternalismo m‡s o menos moralizante, que protegiera al enfermo mental de s’ mismo y defendiera, a su vez, a la sociedad de la conducta imprevisible de Žste. Era una construcci—n local de la locura.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 194 Hubiese sido interesante lograr cuantificar a las personas que fueron enviadas a Santiago, las cuales fueron varias decenas, pudimos comprobarlo por la gran cantidad de decretos de la Gobernaci—n enviados a Carabineros para que sirviesen de acompa–antes. Pero, este nœmero no corresponder’a a la realidad como tal, en el sentido que en Tocopilla hab’a muchos m‡s ÒenajenadosÓ segœn la definici—n de ! las autoridades, los cuales no quisieron ser enviados por sus familias a Santiago.
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! Carabinero y obrero, dos actores sociales en pugna, operando el Estado con su violencia y/o paternalismo institucionalizado.
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2.10. LA ESCENA Y EL BIOPODER El delincuente, el comerciante considerado como especulador, el enfermo, el ÒinsanoÓ, el deshigienizado, la prostituta, el cesante marginado territorialmente, fueron construidos en el discurso del Estado como categor’as horizontales, que compartieron un supuesto nivel de peligrosidad hacia la poblaci—n, sus cuerpos fueron asumidos como un locus de riesgo para la sociedad en cuanto potencial degeneraci—n e infecci—n. Sobre ellos la violencia fue imperante, por ello su control y examen. Contra ellos y ellas, fueron creadas tŽcnicas de lo cotidiano para vigilar y corregir que permitieron desarrollar alianzas mœltiples y conflictivas, por ejemplo entre alcaldes, gobernadores, jueces, mŽdicos, carabineros e inspectores. Todos ellos imaginaron a los pobres como delincuentes que lidiaron con una gradaci—n m’nima entre normalidad y anormalidad. El poder visto desde Foucault es la multiplicidad de las relaciones de fuerzas inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organizaci—n; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte.195 El Estado en este periodo de crisis busc— y expres— en su discurso de cuidar la vida, controlar para cuidar. En esa l—gica, Foucault nos dice que, Òla consideraci—n de la vida por parte del poder es un ejercicio (É) sobre el hombre en cuanto ser viviente, una especie de estatizaci—n de lo biol—gicoÓ.196 Aquello fue la muestra de gestionar la salud, de un paternalismo exuberante sobre los cuerpos. Gesti—n expresada en la planificaci—n, organizaci—n, integraci—n, direcci—n y control. Los representantes del Estado, en especial los gobernadores e !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 195 Foucault,! 2003: p‡g. 112. 196 Foucault, 2000: p‡g. 217.
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intendentes, como as’ tambiŽn los alcaldes, fueron tras el control !de una masa poblacional que, fruto de la cesant’a, hab’an dejado las estructuras de domesticaci—n social conocidas en la pampa !salitrera que cumpl’an funci—n de inspector’a, en un contexto pol’tico determinado por dictaduras militares de izquierda. Se ! estatiza el control que va desde la biolog’a hasta la circulaci—n de los cuerpos en la localidad. Se aprecia el Biopoder entendido como el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, constituye sus rasgos biol—gicos fundamentales podr‡ ser parte de una pol’tica, una estrategia pol’tica, una estrategia general del poder.197 Una estrategia centrada en el cuerpo fiscalizado como medio a un objetivo de domesticaci—n mayor. Fue necesario un car‡cter de nosolog’a198 por parte del Estado, a travŽs de la clasificaci—n, descripci—n y diferenciaci—n de las enfermedades. Por ello la prostituta, o el padecido por tifus o coqueluche o alfombrilla, eran proscritos. No sin antes ser parte de las estad’sticas clasificatorias, que condenaron a la pena de muerte social.
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En la realidad de Tocopilla de 1930-32, los cesantes se constitu’an como el ÒsœbditoÓ que, al presentarse frente al poder, no est‡, por pleno derecho, ni vivo ni muerto. Desde el punto de vista de la vida y la muerte, es neutro, y corresponde simplemente a la decisi—n del soberano Ðel Estadoque el sœbdito tenga derecho a ! estar vivo o eventualmente muerto.199 Todav’a m‡s, en estas pol’ticas descritas en cuanto al aislamiento de los infectos, lo que !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 197 Foucault, 2007: p‡g. 15. 198 La nosolog’a es la ciencia que tiene por objeto describir, explicar, diferenciar y clasificar la amplia variedad de enfermedades y procesos patol—gicos existentes. 199 Foucault, 2000: p‡g. 218.
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ocurri— fue la aplicaci—n del derecho a matar: en definitiva, el derecho de matar posee efectivamente en s’ mismo la esencia misma de ese derecho de vida y de muerte en el momento en que puede matar, Òel soberano ejerce su derecho sobre la vidaÓ.200 Pero no debemos soslayar que en estas consideraciones del Estado, est‡ la lectura de un sujeto social puramente pasivo, como una veleta irracional comandada por un poder. Estas visiones tan unidireccionales, permeaci—n pura Òdesde arribaÓ, suelen omitir la capacidad de agencia que por supuesto ejerce cada uno de los actores sociales dentro de las leyes del campo en que operan. El Estado tuvo que hacer frente a espacios rebasados, casi fuera de control. Surge entonces la pregunta sobre la eficacia de todos estos intentos higienistas, morales, blanqueadores, arribistas, decentes, etc. El sujeto pol’tico sigui— existiendo y la agencia que se manifest— frente al orden establecido, fue lo que estimul— la reacci—n estatal. El poder, ejercido como disciplinario es una cierta forma capilar, una modalidad mediante el cual el poder pol’tico y los poderes en general logran, en œltima instancia, tocar los cuerpos, aferrarse a ellos, a los cuerpos, tomar en cuenta los gestos, los comportamientos, los h‡bitos, las palabras; la manera, en s’ntesis, como todos esos poderes, al concentrarse en el descenso hacia los propios cuerpos y tocarlos, trabajan, modifican y dirigen.201 En esa direcci—n, se organizan las estad’sticas que permiten centralizar toda la informaci—n, se multiplican las coordinaciones de atenci—n mŽdica, se inician las campa–as de prevenci—n a travŽs del aprendizaje de los aspectos de la higiene personal, as’ como la medicalizaci—n de la poblaci—n. No sin antes censurarla en el discurso y discriminar, a travŽs de la delaci—n, del resto del grupo.
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 200 Foucault,! 2000: p‡g. 218. 201 Foucault, 2005: p‡g. 59.
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El control de la sociedad sobre los individuos no s—lo se comete !mediante la conciencia o por la ideolog’a, sino tambiŽn con el cuerpo. Para la sociedad capitalista es lo biopol’tico lo !trascendental ante todo, lo biol—gico, lo som‡tico, lo corporal. El cuerpo es una entidad biopol’tica, la medicina y el control sanitario ! son estrategias de aquella entidad. Los mŽdicos y los inspectores sanitarios empezaron a verse a s’ mismos como los nuevos ap—stoles de la Repœblica, quiz‡s estas visiones hacia los mŽdicos es la sustituci—n de los hŽroes muertos Ðcomo toda la galer’a de hŽroes nacionales que fracasaron en sus batallas- eran en esta ocasi—n, los mŽdicos, los hŽroes vivos en periodo de trance, eran ellos los que se–alaron al pa’s el camino del ÒprogresoÓ pero esta vez desde lo bio-social, ya que el sistema capitalista requiere de un pueblo sano, trabajador y bien alimentado, eficiente y altamente subordinado. Se erige as’, en el lenguaje de Foucault de pan—pticos sociales, un vigilar y castigar que sigue a los ideales propuestos por los gobernantes. 202 Por ello hubo funciones de incitaci—n, de reforzamiento, de control, de vigilancia, de aumento y organizaci—n de las fuerzas que somete; es decir, un poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y ordenarlas m‡s que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas. 203
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Fue este trienio un periodo de acciones por parte el Estado orientadas a modelar la vida, a! administrar y gestionar cuerpos en el territorio, y al modo en que la intervenci—n de Estado se inscribi— en un proyecto biopol’tico que establece la necesidad de matar los !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 202 Sin embargo debemos agregar a estas teorizaciones que, el mismo sistema capitalista, adiciona otras evidentes necesidades del mismo sistema, que apuntan precisamente a lo contrario: el gasto, el derroche, la actividad improductiva, incluso la irracionalidad del consumo, como piedras fundamentales del mismo. 203 Foucault 1977: p‡g. 165.
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ÒunosÓ para que los ÒotrosÓ puedan vivir. La violencia al servicio de las Žlites. Tocopilla, a travŽs de esta bœsqueda de ÒsospechososÓ, de Òpeligros socialesÓ, vivi— una higienizaci—n y sanitarizaci—n compulsiva. Una modelaci—n de la poblaci—n, la invasi—n del cuerpo viviente, la gesti—n distributiva de sus fuerzas, el poder que toma a su cargo la vida, la implementaci—n de tecnolog’as pol’ticas, que a partir de all’ van a invadir el cuerpo, la salud, los modos de alimentarse, las condiciones de vida, el espacio entero de la existencia, de esta forma se ejercieron estos operativos en forma directa, literal y furiosamente legal. Segœn Giorgio Agamben el llamado Òcuidado de la vidaÓ podemos asociarlo a principios pol’ticos de orden eugenŽtico204: la biopol’tica nacionalsocialista, lo que en ese escenario calza con un proceso de chilenizaci—n vigente aœn en la dŽcada del 30. En ese contexto, Òla polic’a se hace ahora pol’tica y el cuidado de la vida coincide con la lucha contra el enemigoÓ.205 Se suman a los enemigos, adem‡s del peruano y boliviano, el cesante en hambruna. La chilenizaci—n como campa–a de fomento de una identidad nacional impulsada por el Estado chileno, tras la Guerra del Pac’fico vista la anexi—n de las provincias de Tarapac‡ y Arica a Chile, signific— a la postre un proceso de transculturaci—n de las zonas ocupadas (s—lo hab’an transcurrido 50 a–os de la guerra). La intervenci—n del Estado chileno buscaba consolidar una identidad nacional homogeneizadora y as’ inculcar el sentimiento nacional y borrar deliberadamente todo rasgo cultural peruano y boliviano, adem‡s de la educaci—n pœblica, el servicio militar obligatorio, el
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 204 Aplicaci—n de las leyes biol—gicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana. ! 205 Agamben 1998: p‡g. 186.
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cambio de nombre de las calles, debemos sumar el control y la !construcci—n de un cuerpo sano, œtil para la nacionalidad forzada e impuesta en estos nuevos chilenos del norte. Chilenizaci—n y !biopol’tica se aœnan en un proyecto de racismo de Estado. La cohesi—n temporal subsumida bajo la autoridad del Estado se halla ! construida en la necesidad de llevar la guerra desde afuera de las fronteras hacia adentro. Expuesto en otros tŽrminos: defender la sociedad bajo una supuesta amenaza biol—gica, se convierte en el mensaje dominante. En el adoctrinamiento simb—lico y f’sico sobre el cuerpo, la reclusi—n, funcionar‡ como el instrumento de disuasi—n para que los sœbditos cesantes se sometan a los deseos del soberano. Como deudores de Agamben, afirmamos que la biopol’tica vista en este caso provoc— una censura entre pueblo y poblaci—n. ƒsta censura consiste en hacer surgir del seno mismo del pueblo una poblaci—n; es decir, en transfigurar un cuerpo pol’tico en un cuerpo esencialmente biol—gico.206 Cuerpo biol—gico que trata de controlar y regular en tanto su salud y enfermedad. ÒCon el nacimiento del biopoder, cada pueblo se dobla en poblaci—n, cada pueblo democr‡tico es, al mismo tiempo, un pueblo demogr‡fico biol—gico, y en tanto tal, impol’tico207, que el movimiento tiene que proteger, sustentar y dejar crecerÓ.208
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As’, lo que no ÒencajaÓ en el Òpaisaje socialÓ que se quiere dise–ar se aleja del campo visual, se! a’sla. O se facilita su muerte en un lazareto. O se le mata socialmente a travŽs del destierro y al escarnio pœblico sometido. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 206 Agamben 2000: p‡g. 88. 207 Lo impol’tico no es lo contrario a la pol’tica, sino la pol’tica llevada a sus l’mites, a su imposible. 208 Agamben 2000: p‡g. 88.
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Desde otra —ptica, el rol asumido por Estado en este periodo, puede ser concebido en la l—gica de un Estado Pastor, porque si el Estado es la forma pol’tica de un poder centralizado y centralizador, podr’amos llamar pastorado al poder individualizador. Porque en ese caso, el papel del pastor consiste Òen asegurar la salvaci—n de su reba–oÓ.209 El pastor Estado es omnipotente, paternalista, porque segœn Foucault: ÒDeb’a asumir la responsabilidad del destino del reba–o en su totalidad y de cada oveja en particular. (É) el pastor debe poder dar cuenta, no s—lo de cada una de las ovejas, sino de todas sus acciones, de todo el bien o el mal que son capaces de hacer, de todo lo que les ocurreÓ. 210 El rol de Carabineros puede ser entendido desde un foco distinto, Òla polic’a se ocupa de la religi—n, evidentemente no desde el punto de vista de la verdadera dogm‡tica, sino desde el punto de vista de la calidad moral de la vidaÓ.211 Carabineros es por ello un brazo que articula la biopol’tica y los dispositivos de poder por sobre el cesante. Al velar sobre la salud y los abastecimientos, se preocupa de la preservaci—n de la vida; trat‡ndose del comercio, de las f‡bricas, de los obreros, de los pobres y del orden pœblico, se ocupa de las comodidades de la vida.212 Ya lo vimos en el caso de la repartici—n de agua o en la violencia hacia los ebrios o cesantes en marchas y protestas por el pan. Es decir, golpear al ebrio para que deje de alcoholizarse, en el tenor que Òno tomarÓ mejora su vida. Por ello se justific— como
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 209 Foucault, 1990: p‡g. 41. 210 Foucault, 1990: p‡g. 45. 211 Foucault,! 1990: p‡g. 52. 212 Foucault, 1990: p‡g. 52.
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necesaria la violencia f’sica.213 !
Es misi—n de la polic’a garantizar que la gente sobreviva, viva e !incluso haga algo m‡s que vivir. Porque Carabineros, y su violencia legalizada, explica, lo que permite al Estado aumentar su poder y !ejercer su fuerza en toda su amplitud. La polic’a debe mantener a los ciudadanos felices, entendiendo por felicidad la supervivencia, la vida y una vida mejor. Define perfectamente lo que considera la finalidad del arte moderno de gobernar, centrado en una racionalidad estatal, la de desarrollar estos elementos constitutivos de la vida de los individuos de tal modo que su desarrollo refuerce la potencia del Estado.
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El espacio pœblico engendrar’a miedos al tratarse de un territorio incontrolado, o supuestamente incontrolado, por ello peligroso para la estabilidad del pa’s, un espacio en el que la civilizaci—n es considerada excepcionalmente fr‡gil. En este caso, los usos que se demuestran en el espacio pœblico por parte de los cesantes son considerados como sujetos en una supervivencia, mientras los representantes del Estado, consideran este deambular como una transgresi—n al orden, a la dignidad y a la Òcivilizaci—n de la ciudadÓ. 214 !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 213 La fuerza policial fue la base de la represi—n del gobierno de Carlos Ib‡–ez del Campos (1927-1931), sin Carabineros su manutenci—n en el poder ! Cuerpo Carabineros nace en 1927, pero no hubiera sido dŽbil. La instituci—n del por un intento de mejorar la gesti—n de la seguridad interna, sino como una estrategia de consolidar el poder de Ib‡–ez, lo cual se logr— unificando a todas las polic’as rurales y civiles, cuya data de funcionamiento es desde 1908. No quepa duda, que Ib‡–ez admiraba al movimiento de las faces (faces es la ra’z etimol—gica desde donde deriva la palabra Fascismo) del Italiano Benito Mussolini, ante ello emul— el nombre de la polic’a it‡lica. Adem‡s, a Carabineros se les aument— el sueldo, hubo tambiŽn un aumento en la dotaci—n y se les dio el rango de pertenencia a las Fuerzas Armadas de Chile. 214 Mitchell, 2003: p‡g. 12.
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La ciudad puede ser vista como lugar en donde se sitœa una relaci—n entre individuos y grupos que manifiestan formas de apropiaci—n diversa respecto del espacio. En este contexto, las formas de apropiaci—n del espacio se estamparon en la constituci—n de basurales o de letrinas de pœblicas: una clara se–al de modificaci—n del orden establecido a favor de un rŽgimen de control sanitario de Òlo pœblicoÓ. Por ello, la ciudad aparece como un trabajo o una obra en la cual emergen o son inventados nuevos modos de vivir, de habitar y de producir lo urbano.215 Surgieron as’ representaciones nuevas de los espacios urbanos, quiz‡s como respuesta violenta al orden instaurado. En Tocopilla esto se nota muy especialmente en las laderas de los cerros como espacio, exclusivo, de los pobres; el muelle como lugar de pernoctaci—n, la ciudad misma como lugar de embarque de los pampinos en su retorno hacia el sur, y quiz‡s la prostituci—n y la constituci—n de verdaderos barrios rojos, como otra forma de respuesta en discordia al orden hegem—nico y su biopol’tica del espacio. Se desencaden— el disciplinamiento del espacio, por efecto de la articulaci—n de un principio de clausura, es decir, la especificaci—n y determinaci—n de un lugar heterogŽneo a los dem‡s y cerrado sobre s’ mismo, lugar protegido y distinto, que se inscribe en la monoton’a disciplinaria. La disciplina, el orden, irrumpe aqu’ como la forma de la distribuci—n de los individuos en el espacio urbano, que se realiza por la tŽcnica de otorgar a cada individuo y su grupo un lugar, pero a su vez, a cada emplazamiento un individuo. En control de la circulaci—n, como as’ tambiŽn el confinamiento de los cesantes en las laderas del cerro, puede ser concebidas en una suerte de marginalidad explicitada: surge la criminalizaci—n, y el espacio es su supuesto delator. Se configura un discurso del !
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ! 215 Mitchell, 2003: p‡g. 18.
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Estado que imputa las enfermedades y suciedades a determinados ! lugares de la ciudad, lo que no es m‡s que el ejercicio de un dispositivo de poder basado en las estad’sticas redundando en una !geograf’a de la transgresi—n. Una nueva geograf’a que intenta sobreponerse a otra, a la de la transgresi—n del orden. Frente a ella ! se instala una cartograf’a construida desde el Estado. La cartograf’a que criminaliza, ordena y controla. Se confirman dispositivos separativos entre tocopillanos, en raz—n de compartir un territorio, pero que se torna disgregado, marginado y estigmatizado por la prensa y el discurso oficial. Se demuestra que la planificaci—n de la ciudad est‡ influida y viciada por las graf’as de segregaci—n sanitaria y marginaci—n socioecon—mica. Se asumi—, en una denotaci—n fiscal, una predisposici—n inherente a cualquier cesante en cuanto a condiciones de vida malsanas y faltas de pulcritud.
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Plano Oficial de Tocopilla, desarrollado por Luis Mu–oz Maluschka en base al ‡rea de transformaci—n Brunner en su paso por Tocopilla en 1929. En Žl podemos apreciar las distintas zonas de apropiaci—n y pro lugar de pernoctaci—n y campamentos improvisados. 2.- Playas: pernoctaci—n y tolder’as. 3.- Barrios obrer Zona de prostituci—n. 5.- Reparto de comida en el Patronato de la Infancia. 6.- Callej—n del estadio: letrina agua usada por termoelŽctrica. 8.- Cementerio y lazareto para aislar a los infectos.
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2.11. ARQUITECTURA MODERNA BIOPOLêTICA DEL !FRENTE POPULAR !Superada parcialmente la crisis de 1930-32, a contar del segundo lustro de la dŽcada del treinta, se vive el florecimiento de la !arquitectura moderna que escrut— reubicar a los obreros residentes en los barrios marginales. La idea era acabar con esas barriadas y tambiŽn educar e higienizar a la poblaci—n para ser parte del nuevo modelo de Estado y el proyecto pol’tico del Frente Popular. Comienza la ejecuci—n de un nuevo barrio moderno, compuesto por:
Edificio ¥ Hospital Marcos Macuada
Fecha 1939-41
Arquitectos Fernando Devilat Rocca
¥ Edificios Colectivos de la C.S.O.O.
1939-41
Luciano Kulczewski
¥ Escuela Superior de Ni–as N¼2
1941-43
JosŽ Aracena y Gustavo Mšnckeberg
¥ Escuela Superior de Hombres N¼1
1941-43
JosŽ Aracena y Gustavo Mšnckeberg
1942
Eduardo Mu–oz Guerra
¥ Liceo Domingo Latrille
1959-61
Carlos Albretch
¥ Torre del Reloj
1959
C‡mara de Comercio
¥ Poblaci—n Emilio Sotomayor
1966
Hugo Rivera
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¥ Iglesia Sagrado Coraz—n de Jesœs
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Como arquitectura del Movimiento Moderno, la clave y estilo est‡ fundado por la racionalidad en su dise–o. Sus rasgos se encaminaban a superficies lisas, sin ornamentos, pa–os continuos, como una cr’tica hacia los estilos decorativos. Segœn lo dicho por el arquitecto Le Corbusier216, en base a las posibilidades de este estilo, aplicados —ptimamente en este barrio, est‡n las ventanas apaisadas totalizadoras, los quebrasoles, la planta libre, los pilotis, estructuras independientes de las fachadas y
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 216 Arquitecto de origen franco-suizo considerado como el principal referente de la arquitectura y el Movimiento Moderno a nivel mundial. Sus aportes se orientaron a una innovaci—n en la materialidad de las construcciones, las formas y la manera de reinterpretar los patrones tradicionales, cambiaron la forma que se defini— como arquitectura moderna. Su pensamiento y obra se caracterizaron por la fuerza, originalidad y variedad de su producci—n, asimismo por la gran difusi—n que !le dio a sus innovadores principios e ideas, vanguardistas y polŽmicas.
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las terrazas. Conjuntamente prevalece el hormig—n armado, !destacando la pureza de sus volœmenes rectangulares con arista en canto vivo, ventanas rectangulares, rehundidas, cubiertas !superiores planas, predominio de la opacidad de sus muros exteriores, pasillos perimetrales interiores de circulaci—n para ! acceder a las distintas dependencias, aportando al recorrido sombreados entre los distintos niveles de los edificios, caracter’stica primordial de las construcciones para la zona desŽrtica del norte de Chile. El lenguaje arquitect—nico asumido en este conglomerado de edificaciones es la expresi—n de un cronotopo217, que puede ser le’do desde cuatro puntos de vista. El primero de ellos es su inscripci—n urbana. Porque en este conjunto se archiva una Žpoca en que el norte de Chile se planifica con un concepto moderno el crecimiento de las ciudades, incluyendo una estructura urbana que se aprecia hasta hoy y que sobresale por contener un nœcleo de edificaci—n pœblica construida sobre el Plan de Ensanche para Tocopilla, dise–ado por el urbanista austriaco Karl Brunner en 1929 y posteriormente desarrollado por su disc’pulo Luis Mu–oz Maluschka.
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En segundo lugar, su lectura hist—rica y social de este barrio nos orienta hacia la agrupaci—n de obras construidas por el Estado en una representaci—n de las pol’ticas estatales de vivienda, educaci—n ! Estado que irrumpi— con especial y salud. Es testimonio de un Žnfasis en los habitantes del norte de Chile en un momento de crisis salitrera. Adem‡s para superar el dŽficit habitacional vivido en el pa’s.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 217 Este concepto expresa el car‡cter indisoluble del espacio y el tiempo.
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! Muy cerca de los barrios obreros fue levantado el proyecto del Frente Popular. Era un proyecto ejecutado en las periferias del radio urbano.
La tercera lectura de este barrio podemos centrarla en su dimensi—n y notabilidad arquitect—nica, porque representan la consolidaci—n de la arquitectura moderna en Chile, con una profunda propiedad racional y social, manifestando una nueva forma de habitar centrada en la salubridad, confort y el proyecto de potenciar la calidad de vida. Irrumpiendo con una nueva materialidad, volumen, dise–o y nueva escala en cuanto a lo que se ven’a construyendo en la ciudad. No obstante, una cuarta lectura interpretativa nos sitœa en una arquitectura que representa a un Estado que destina sus energ’as hacia el control social. Edificios m‡quinas basados en una esquematizaci—n desde el poder sobre la vida de los pobres, centrado en la disciplina sobre los individuos y control sobre las poblaciones, con la entrada, nuevamente, de lo biol—gico y de las corporalidades en conflicto. !
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Eran los tiempos del Frente Popular capitaneado por Pedro !Aguirre Cerda,218 liderando la proyecci—n de este barrio como reacci—n a un descontrol, a un desborde, podemos leerlo como un !instrumento para gestionar y conducir la vida desde el Estado. Biopoder centrado en el urbanismo y arquitectura. !
Al finalizar la dŽcada del treinta, el Estado busc— ir nuevamente tras la vigilancia de la masa poblacional. Para ello implement— un barrio moderno que, basado en la funcionalidad y en la practicidad, porque Òlo que funciona bien es belloÓ como dir’a Le Corbusier, se expresa en una cita al pan—ptico, sirviendo como laboratorio de tŽcnicas para modificar la conducta o reeducar a los individuos, por lo que no s—lo es un aparato de poder, sino tambiŽn de saber. Surgen de este modo, arquitecturas como m‡quinas pedag—gicas, m‡quinas de acci—n mŽdica y las m‡quinas de domesticaci—n colectiva, y en un costado, un reloj monumental, interpretado como dispositivo del orden, disciplina y control, cardinal para la eficiencia en el trabajo, la integraci—n y funcionamiento social.
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Por ello es necesario fijar el an‡lisis no s—lo en tŽrminos de derecho, sino que tambiŽn en tŽrminos de tecnolog’as, t‡cticas y estrategias.
! ! !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 218 Alianza pol’tica conformada por los partido Radical, Comunista y Socialista. Luego, se incorporar’an variados sindicatos, entre ellos todos los agrupados en la Central de Trabajadores de Chile (CTCH), la Federaci—n de Estudiantes de Chile (FECH) y el movimiento mapuche constituido en el Frente ònico Araucano, conformando una alianza estratŽgica para establecer la candidatura del Profesor de Castellano y Abogado Pedro Aguirre Cerda, quien result— electo y gobern— entre 1938 hasta 1941 bajo el lema ÒGobernar es EducarÓ y ÒPan, techo y abrigoÓ.
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Desde el uso de estos edificios surge la vigilancia jer‡rquica, porque como ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada. Los Edificios Colectivos de la Caja del Seguro Obrero Obligatorio, son el mejor ejemplo de la construcci—n de un ÒobservatorioÓ cuyo modelo es el Òcampamento militar,Ó u hospitales, c‡rceles, etc. Un edificio en donde todos se miraban entre s’ mismos. Se desarrolla en Tocopilla una arquitectura que habr‡ de ser un operador para la transformaci—n de los individuos (conducir hasta ellos los efectos del poder) entonces, el hospital es dise–ado como un operador terapŽutico (prevenir enfermedades, curar, etc.). La escuela-edificio debe ser comprendida como un operador de encauzamiento. No olvidemos que el lema de Pedro Aguirre Cerda fue ÒGobernar es EducarÓ pero, en este contexto, puede ser le’do como ÒGobernar es EncauzarÓ. Encauzar dentro de un sistema de saberes, referido tanto a la conciencia de s’ del propio gobierno como a los aparatos ideados por Žste para la producci—n de subjetividad y la construcci—n de un Òsistema de verdadÓ que asegure la inclusi—n de los ciudadanos en sus campos de administraci—n. Se aplica muy bien el concepto de Gubernamentalidad 219porque se advierte las asimetr’as en el acceso de los distintos actores al espacio pol’tico, mostrando el modo en
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!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! 219 Gubernamentalidad hace referencia a una econom’a espec’fica de poder en las sociedades donde el poder mismo es descentralizado haciendo que sus miembros jueguen un rol activo en su propio autogobierno. Debido a este rol activo, los individuos necesitan ser regulados desde adentro. La sociedad est‡ basada en distintas esferas institucionales (familia, escuela, prisi—n, etc.), y cada esfera sigue una l—gica propia de gobierno que genera un cierto conocimiento sobre los sujetos. El conocimiento producido permite gobernar c—mo los individuos se comportar‡n en ciertos contextos desde el interior del sujeto, desde el sujeto! mismo.
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que los m‡s dŽbiles terminan entrando en la —rbita hegem—nica de !los discursos dominantes. Se asegura la inscripci—n de los ciudadanos en los par‡metros de los campos de gobierno (Estado !sincr—nico) a travŽs de la formaci—n de un nuevo h‡bitat y una nueva forma de habitar en la que nuevos usos y concepciones del ! espacio y de la ciudad, fueron inscritos en el cuerpo social del trabajo gracias a estos dispositivos de cemento. Este barrio fue levantado en la periferia de la ciudad, confirmando as’ la fragmentaci—n urbana y social de Tocopilla que ven’a siendo acarreada por la presencia de norteamericanos al sur de la ciudad, sin—nimo de elite. Nuevamente se aplica un dispositivo separativo en raz—n de compartir un territorio disgregado, marginado, estigmatizado y negativizado. Se reafirma la graf’a de la segregaci—n. Se suman a este proceso de construcci—n de nuevos hŽroes el arquitecto, el profesor, el mŽdico, el cura y el reloj, todos ellos operando dentro de una nueva bater’a de gesti—n estatal para construir un Òbuen ciudadanoÓ, dignatario de Òraza chilenaÓ. Decidor es que, en el gobierno del Frente Popular se instaura el programa ÒDefensa de la Raza y Aprovechamiento de las Horas LibresÓ, mediante la cual se procuraba vigorizar y moralizar la ÒrazaÓ mediante ejercicios y entretenimientos considerados honestos y el aprovechamiento higiŽnico y educativo de las horas libres.
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En este barrio se desfila, se aprende, se reza, se juega (en el ! estadio) se vive, se curan y previenen enfermedades. Se cruza, salud, educaci—n, nacionalismo, deporte, catolicismo y el control del tiempo. Era la expresi—n ÒfielÓ de un proyecto destinado a la construcci—n del buen vecino, œtil para el pa’s y el Estado.
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2009. Tocopillana, descendiente de croatas, empresaria jubilada. Entrevista realizada en Tocopilla en marzo del 2009.
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AGRADECIMIENTOS En primer lugar a mi familia: a mi madre Myriam Fern‡ndez, mi hermana Alejandra Galaz-Mandakovic, mi hermano Manuel Galaz-Mandakovic y mis sobrinas Francisca Ayala G-M y Monserrat Ayala G-M. Gracias por brindarme los espacios y las comodidades para estudiar e investigar. A los acadŽmicos del postgrado en Antropolog’a Social (UCN-UTA) que impulsaron estas investigaciones: Dra. Menara Lube Guizardi y al Dr. Alejandro GarcŽs Hern‡ndez. TambiŽn mis agradecimientos para el Dr. Jorge Moraga Reyes por sus indicaciones y reflexiones. Agradecimientos al Profesor Sr. Ricardo Retamal Sol’s, a Marcelo Garret—n Bascu–‡n y Sra. Margarita Rojas Julio.
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Damir Galaz-Mandakovic Fern‡ndez ! damirgalaz@gmail.com http://damirgalaz.bubok.es www.tocopillaysuhistoria.tk
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