El tiempo que se aproxima jose luis de urrutia s j

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EL TIEMPO QUE SE APROXIMA

JOSE LUIS DE URRUTIA, S. J. «Cuando empiecen a suceder estas cosas, vosotros nos os amilanéis; levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación» (Lc. 21,28). ES un hecho que en la Iglesia existe el don de profecía, como lo demuestra toda su


historia. Don carismático, y que por serlo —igual que el don de hacer milagros, por ejemplo—, al revés que el don de infalibilidad y el de autoridad, no reside en la jerarquía o en sus ministros como tales. Ya en el Antiguo Testamento Amos (3, 7) advertía que Dios no hace nada sin revelar sus planes a sus siervos los profetas. ¡Cuánto más lo hará y lo hace a su Esposa, a su mismo Cuerpo místico, en sus santos, en personas humildes que El elige! (Bajo la supervisión de la autoridad eclesiástica, cfr. LG 12). Jesús expresamente lo aseguró: «El Espíritu Santo os anunciará las cosas que vayan a suceder.» (Jn. 16,13.) Vemos en los profetas bíblicos una triple finalidad fundamental: 1) Exhortar a la conversión con la amenaza de castigos, como Jonás en Nínive. 2) Avivar la fe en la Providencia divina al comprobarse que las predicciones se realizan. 3) Levantar la esperanza en los tiempos de castigo y tribulación, confiando que por la misericordia de Dios vendrán tiempos mejores, lo que tanto repetían los profetas cuando la cautividad de Babilonia, aun cuando ésta fuera castigo por la prevaricación del pueblo. Siempre junto con el anuncio de un castigo, las profecías hablan de una época posterior de felicidad. ¡Prueba de la bondad de Dios! Dos fenómenos actuales me han impulsado a escribir este trabajo —breve resumen de las profecías más conocidas y con más garantía de autenticidad—. Uno, su misma proliferación: se oyen multitud de cosas, que no vendrá mal exponerlas un poco ordenadas. Otro, el desánimo de muchos, incluso sacerdotes, ante un mundo que nos desborda y parece ir ahogando todas las manifestaciones de vida religiosa, y aun a la misma Iglesia. Pues bien, si es impresionante hoy la prevaricación mundial en todos los niveles, mayor es la misericordia del Corazón de Jesús, nuestro Salvador, junto con el Corazón Inmaculado de nuestra Madre. Una y otra vez, de manera extraordinaria, nos muestran su tristeza; y nos vendrán tribulaciones crecientes y purificaciones, para que arrepintiéndonos nos salvemos, aunque sea en medio de dolores, ya que ¡no nos bastan los beneficios de Dios para cumplir sus mandamientos! Pero, finalmente, porque donde abunda el pecado sobreabunda la gracia (Rom. 5,20), una sobreabundante efusión del Espíritu Santo, por los méritos de Cristo, transformará el mundo en el Reino de Dios, que debe ser, como último esplendor antes de su final. El excepcional interés del tema bien merece que le dediquemos nuestra atención, para que aumente nuestra fe, esperanza y caridad.

Próxima conversión del mundo El mundo ha de convertirse antes de su fin. Las dudas que algunos teólogos tenían sobre la certeza revelada de esta afirmación, no son lícitas, como lo probó el padre Juan Manuel Igartua, S. J. en su exhaustivo estudio aceptado por los principales teólogos del mundo: La esperanza ecuménica de la Iglesia (2 vols. BAC, 1970), completado con El mundo será de Cristo (Bilbao, 1971), con más de 600 textos; testimonios de la tradición y terminantes afirmaciones de todos los Sumos Pontífices desde Pío IX, que en ese sentido interpretan los siguientes pasajes de la Escritura: —«Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a ésas tengo que traerlas, y


escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor» (Jn. 10,16). —«Hermanos, no quiero que ignoréis este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel hasta que entre la totalidad de las naciones, y entonces todo Israel se salvará» (Rom. 11,25). —«Hasta que todos alcancemos la unidad de la fe» (Ef. 4,13). —«Dios «nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad (según se había propuesto porque le agradó), para realizarlo en la plenitud de los tiempos, de restaurarlo todo en Cristo» (Ef. 1,9-10). —«Que todos sean uno…» "(Jn. 17,21). —«Venga tu reino» (Mt. 6,10; Lc. 11,3). Ya en el Antiguo Testamento estaba también profetizada que todos los pueblos aceptarán al Mesías por su Rey: «Ante El postrarán todos los reyes y le servirán todos los pueblos» (Sal. 71,11; cfr. Sal. 2,8 s). «Los príncipes de los pueblos se unirán al pueblo de Dios» (Sal. 46,10). «Caminarán las naciones a tu luz» (Is. 60,3; 2,2 s; Zac. 14,16). «Purificaré el labio de los pueblos para que todos invoquen el nombre de Yahvé» (Sof. 3,9; Mal. 1,11). Etcétera. Esta profetizada conversión universal será, evidentemente, después que el Evangelio haya sido predicado en toda la tierra como testimonio para todos los pueblos (Mt. 24,14; y Mc. 13,10; 16,15; Hech. 1,8, que da a entender será antes que la restauración de Israel: v. 7), y «entonces vendrá el fin» (Mt. 24,14). Expresamente dicen y repiten los Papas que tal conversión está próxima. En tiempo de Pío IX se hizo general esta persuasión, y él mismo anunció el 12-IV-1871: «El triunfo final y verdadero no puede tardar. La condenación y reprobación del estado actual de cosas, que están en boca de todos los buenos y hasta de los menos buenos, anuncia ya su proximidad» (El mundo será de Cristo, página 31). LEON XIII: «Tenemos la gozosa esperanza que no están lejos de volver las Iglesias Orientales» (carta apostólica Prae- clara gratulationis). En otra carta apostólica, con motivo de sus bodas de plata papales (1902), ya al final de su larga vida, expresa su «esperanza invencible» que el tan deseado triunfo de la verdad en el mundo se realizará «en un porvenir no lejano». SAN PIO X; «Nos parece, por una secreta inspiración, que podemos asegurar se cumplirán pronto las grandes esperanzas concebidas, sin ninguna temeridad, por nuestro predecesor Pío IX y todos los obispos, como fruto de la solemne definición de la Concepción Inmaculada» (Encíclica Ad diem illum, 1904). BENEDICTO XV: «Como del alba se deduce la proximidad del día, en la práctica de la consagración de las familias al S. Corazón saludamos el alba del deseadísimo mediodía en que la soberanía de Jesucristo será reconocida por todos» (6-1-1918, alocución al aprobar los milagros para canonizar a la Bta. Margarita M. Alacoque). PIO XI: «Cuando instituimos la fiesta de Cristo Rey… ya percibimos el gozo del día tan deseado en que todo el orbe, gustosa y voluntariamente, aceptará el delicioso imperio de Cristo Rey» (Encíclica Miserentíssimus Redemptor, 1928). PIO XII da sentido escatológico actual a Rom. 13,11: «Es tiempo de repetir con el apóstol: Ya es hora de despertar de nuestro sueño, porque nuestra salvación está cerca» (aloc. por radio, 10-11-1952). En otro radiomensaje a la juventud femenina de Acción


Católica (8-XII-1954) habla del día que Jesucristo ha de reinar en el mundo: «Tenemos firme confianza que en un tiempo quizá menor de cuanto sería humanamente posible», «no sin una ayuda especialísima de Dios», gracias a «una nueva, misteriosa efusión del Espíritu Santo». A los maestros (4-XI-1955): «Es nuestra firme confianza que Dios prepara una nueva primavera a su Iglesia.» A los jóvenes, meses antes de su muerte (19-111-1958): «El verano está próximo. Vendrá, y vendrá rico de cosechas abundantes … Estamos en una primavera de la historia… que precede a uno de los veranos más ricos y luminosos.» JUAN XXIII al convocar el Vaticano II (25-XII-1961): «Creemos percibir, en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos hace concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad.» Y al inaugurarlo (il-X-1962): «El Concilio como que prepara y consolida el camino para realizar aquella unidad del género humano.» El 6-1-1963, en carta a los padres conciliares, alegrándose de la buena aceptación del Concilio por los hermanos separados, decía: «En eso estamos como obligados a ver los primeros fulgores del día tan deseado… en que se hará un solo rebaño y un solo pastor.» PABLO VI: «Pidamos al Señor con insistencia que, si no nuestra época, al menos una época próxima… vea la unidad de todos los cristianos…, que en nuestro atribulado panorama histórico florezca el patente milagro de ser todos, finalmente, un solo rebaño con un solo pastor» (18- VIII-1963). JUAN PABLO II, manifestando en Estambul (30-XI-79) su «impaciencia por la unidad», terminaba: «seguro que nuestra esperanza no puede ser confundida», esperanza, decía, de que se verifique en este segundo milenio. Y el día anterior, refiriéndose también a la comunión plena, afirmaba: «Me atrevo a esperar que este día está próximo».

Tres características de la conversión universal, según los Papas 1. Será un milagro, es decir, no por un proceso humano o un previsible crecimiento sucesivo de la Iglesia, sino de manera imprevista y sobrenatural, por una extraordinaria efusión del Espíritu Santo; son numerosos los textos, además de los citados (cfr. La esperanza ecuménica de la Iglesia, 11,180 s). 2. Será fruto de la devoción al S. Corazón. Ver lo dicho por BENEDICTO XV; y LEON XIII: «En el S. Corazón de Jesús se han de poner todas las esperanzas» (de que todo el mundo obedezca a Cristo) (Encíclica Annum Sacrum, 1899), palabras que repite PIO XI (Ene. Miserentíssimus Redemptor). PIO XII anuncia como fruto de la consagración al Corazón de Jesús que la humanidad entera vuelva a Dios (discurso 29-VI-1940). 3. Será por mediación de la Stma. Virgen., quien, según S. Luis M. Grignion de Montfort, así como nos trajo a Cristo en su primera venida, también nos lo dará a conocer antes de su segunda. El reinado de Jesucristo ha de llegar, pero sólo por el reinado de María, por su devoción. PIO IX, al definir la Inmaculada (8-XII- 1854), decía en la bula: «Estamos seguros, con certísima esperanza y absoluta confianza, que la Stma. Virgen, con


su poderosísimo patrocinio, hará florecer la Iglesia en todo el mundo, de modo que, eliminadas todas las dificultades y superados todos los errores, en todas las naciones se afirme, florezca y goce de plena paz, tranquilidad y libertad…, todos los equivocados vuelvan al camino de la verdad, y se haga un solo rebaño y un solo pastor.» LEON XIII: «En un plazo no lejano…, María será el vínculo con cuya firme y suave fuerza… se haga un pueblo de hermanos obedientes al Romano Pontífice» (Encíclica sobre el rosario, 13-IX1895). SAN PIO X vimos que repetía la esperanza fundada en la definición de la Inmaculada. BENEDICTO XV, confiado en el patrocinio de la Reina de la paz, pide al Espíritu Santo la unidad, que todos los pueblos se unan a Cristo mediante la Iglesia (Ene. Pacem Dei munus, 1920). PIO XI, para conseguir cuanto antes que todos los hombres oigan la voz de Cristo, pone como intercesora a la Virgen (Encíclica Mortalium ánimos, 1928). PIO XII consagró el Mundo (1942) y Rusia (1952) al Corazón de María para que haga se convierta, y en esto apoya su esperanza (Encíclica Ad Coeli Reginam, 1954). Por María se restaurará el Reino de Cristo (radiomensaje 17-IX-1958, y murió el 9-X). Bajo JUAN XXIII y PABLO VI, el VATICANO II dice: «Ofrezcan todos los fieles súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre de los hombres para que… interceda ante su Hijo hasta que todas las familias de los pueblos… lleguen a reunirse felizmente en paz y concordia en un solo pueblo de Dios» (LG. final). «Los Padres del Concilio…, conscientes de que es Dios quien hace que su reino venga a la tierra, ruegan con todos los cristianos que, por intercesión de la Virgen María, Reina de los Apóstoles, sean atraídas lo más pronto posible las naciones al conocimiento de la verdad» (AG. final). Ya Juan XXIII había encomendado el Concilio a la Stma. Virgen, y la había llamado «Madre de la Iglesia» (8-XII-196Q y 9-VII- 1961; cfr. AAS, 1961, pp. 35 y 504). Pablo VI, en el Concilio, el 21-XI-1964, dijo: «Nos proclamamos a María Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores», y terminaba: «Encomendamos a tu Corazón Inmaculado todo el género humano: condúcelo al conocimiento del único y verdadero Salvador, Cristo Jesús.» El Concilio acababa de afirmar también que «la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Dios…, es verdadera Madre de los miembros de Cristo… y la Iglesia la venera como Madre amantísima» (LG. 53). JUAN PABLO II, tan preocupado, a su vez, por la unión de los hermanos separados, decía en Éfeso (30-XI-79): «Pidamos a María que esté junto a nosotros para guiamos, con mano dulce pero firme, en los caminos de la comprensión fraterna plena y duradera.» Los Papas en otras muchas ocasiones han exhortado a que pidamos y colaboremos para que, por medio de Ella, se acelere el profetizado triunfo; por ejemplo, últimamente Juan Pablo II, el 28-VI-1980.

La previa purificación reflejada en los textos pontificios Antes de ese triunfo habla la Escritura (y las profecías privadas, como veremos) del castigo en el «día de Yahvé». Los Sumos Pontífices nos avisan que el mundo, por sus pecados, camina a la mayor catástrofe. PIO XII: «Escuchad de labios de vuestro Padre y Pastor un grito de alerta: Nos no


podemos quedar mudos e inertes ante un mundo que camina por derroteros que llevan al abismo almas y cuerpos, buenos y malos, civilizaciones y pueblos… Ahora los peligros son más extensos y más graves que lo fueron las pestes y cataclismos terrestres» (mensaje en la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, 1954). Al hablar de la actual primavera de la historia, precursora de un verano feliz (10-111-1958), añadía: «Como en toda primavera, no faltarán vientos y tempestades» (y mayor será la purificación cuanto más extraordinario es el verano que se nos anuncia). JUAN XXIII: «La situación internacional está en gravísimo peligro.., que hace dudar si no se corre hacia una tremenda conflagración bélica…, una tragedia inmensa y una ruina universal» (Encíclica Ad Petri cathedram, 1959). PABLO VI: Son conocidas sus formulaciones de «auto demolición de la Iglesia» (7-XII-1968) y de «humo de Satanás que ha entrado en ella» (27-VI-1972), y otros numerosos amargos avisos suyos, como en el mensaje de Navidad de 1966 recuerda «el creciente peligro, verdadero peligro mundial, que puede convertirse en próximo y fatal», peligro que sólo se evitaría con «las trascendentes razones de la religión cristiana». Pero no son atendidas y, por ello, exclamaba en la Populorum progressio (1967): «¡Ojalá nos escuchen los que en su mano tienen el poder, antes que sea demasiado tarde!» ¿Han escuchado los gobiernos a los Papas? JUAN PABLO II, en Éfeso (30-XI-1979), encomendaba a la Madre de Dios los destinos de la Iglesia, «empujada por la acción del Espíritu Santo en los caminos abiertos a las esperanzas más prometedoras», aunque añadía: «sometida en nuestro tiempo a pruebas singularmente duras e insidiosas». Poco después, el 1-1-1980, dirigía «un ardiente mensaje a todos los hombres y todas las naciones», preocupado por el futuro y «por las consecuencias terribles de una guerra nuclear»: «bastarían doscientas de las cincuenta mil bombas nucleares que se estima hay, para destruir la mayor parte de las ciudades más grandes del mundo»; entre las alucinantes consecuencias, «la destrucción de los servicios urbanos y el terror impedirían los socorros, creando una obsesión espantosa». E insistía en 1987 (Encíclica Sollicitudo rei socialis): «El panorama del mundo actual —por el peligro tremendo de las armas atómicas— parece destinado a encaminarnos más rápidamente hacia la muerte.»

Proximidad del fin de los tiempos, según los Papas Ya en su primera Encíclica (1903), san Pío X, doliéndose de la apostasía creciente, pensaba «que era el comienzo de los males anunciados para el fin de los tiempos». También en su primera Encíclica (1914), Benedicto XV escribía: «Parece que han llegado los días anunciados por Cristo», y cita a san Mateo 24,6.8: «Cuando se levante nación contra nación y reino contra reino…, entonces será el comienzo de los dolores del parto» (referencia al fin de los tiempos).


Pío XI, en la Encíclica Miserentíssimus Redemptor (1928), enumerando las persecuciones contra la Iglesia y los pecados de los fieles, exclamaba: «Parece ser el comienzo de los dolores que ha de traer el hombre de pecado (2 Tes. 2,4)» —el Anticristo—. «Asalta la idea que se acercan los tiempos que anunciaba Nuestro Señor: Al extenderse la maldad, se enfriará la caridad de la multitud (Mt 24,12)» —el fin de los tiempos—. Para Pío XII, en su mensaje pascual de 1957, «hay muchos indicios que la vuelta de Jesús no está lejana». Juan XXIII, en su mensaje navideño de 1958, se lamentaba: «Es muy triste comprobar el comienzo de los dolores (alusión a Mt 24,8: el final de los tiempos), cuyas pruebas son ya de conocimiento general»; es decir: sobre todo, el dominio del comunismo en muchos países. Juan Pablo II en la catequesis del 13 y 20- VIII.86, hablando del demonio, enseñaba: «En este tiempo final de la historia de la salvación.» «La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en cierto sentido siempre más violenta, como pone de relieve el Apocalipsis 12, 7-9.» Ya el 13-IV-80 en Turín denunciaba la causa: «La humanidad conoce un rechazo tan grande de Dios como jamás se conoció desde el comienzo de la historia.»

Nota: fin de los tiempos («día de Yahvé») y fin del mundo En Amos, siglo VIII A C., comienza (c. 5) el anuncio del «día de Yahvé», cuya descripción van completando Sofonías (c. 1-3), Jeremías (c. 30,31,46), Ezequiel (c. 7,30,39), Zacarías (c. 12,14), Isaías (c. 13,34,61), Joel (c. 2,3), Malaquías (c. 4), Abdías, y, finalmente, San Juan, en el Apocalipsis (16,14), le llama «gran día del Señor», desarrollando (c. 20) a Ezequiel. Se trata del «dies irae» (Sof. 1,15), tiempo <Je la gran manifestación de la justicia de Dios sobre toda la tierra (en figura se realiza parcialmente con el castigo de la deportación de los judíos a Babilonia, seis siglos antes de Cristo; con la destrucción de Jerusalén y con los anteriores castigos a las naciones circundantes): se oscurecerá el sol, la luna y las estrellas, se estremecerán los cielos, temblará la tierra y caerá fuego del cielo; terrible castigo para todas las naciones, las dos terceras partes de los hombres serán exterminadas (Zac. 13,8); en ese tiempo volverán los judíos a Israel, y muchas naciones, siguiendo a Gog (pueblo del norte del mar Negro), los atacarán (Ez. c. 39), y entonces es cuando caerá fuego del cielo; a continuación, el resto superviviente de la humanidad se convertirá, los últimos los judíos, quienes alcanzarán extraordinaria prosperidad hasta el fin del mundo, que ya no estará lejos. (San Pablo predice también la conversión de los judíos cuando se haya convertido la «plenitud» —o totalidad moral— de las naciones, siguiéndose un esplendor de la Iglesia como nunca —cfr. Rom. c. 11—. En otros muchos lugares del A. T. se profetiza la conversión «definitiva» del pueblo judío con extraordinaria prosperidad: Os. 3,5; 14,6 s; Jeremías 23,4; 24,6; 33,9; Ez. 34,26 s; Is. 27,9; 41,18; 43,13 s; 51,3; 54,6 s; 59,20 s…; y la conversión de todo el mundo: Salm. 71,11; Sab. 46,10; Is, 2,2 s; 60,3; Sof. 3,9…)


El Apocalipsis describe los castigos del día de Yahvé con las siete trompetas, siete copas, etc. (c. 8 ss). Para intentar entenderlo hay que tener en cuenta el estilo cíclico de San Juan, que, narrando un suceso, a veces vuelve atrás y lo repite, amplificándolo y completándolo. Este «día de Yahvé» y conversión universal sucederá cerca del fin del mundo: «al fin de los tiempos» (Is. 2,2; Jer. 30,24; Ez. 38,16; Miq. 4,1; y también se ve en el Apocalipsis); pero no será aún el fin del mundo, ya que han de tener los judíos la época de prosperidad citada. La tradición católica universal (transmitida por Orígenes, S. Jerónimo, S. Agustín, S. Gregorio Magno, Sto. Tomás de Aquino…) confirma que los judíos se convertirán al «fin de los tiempos», cuando se acerque el fin del mundo. Daniel no menciona el día de Yahvé, pero habla del «fin de los tiempos», «fin del tiempo de ira» (8,17 s), «fin del pecado» del pueblo judío al término de las setenta semanas de años (9,24); al «fin de los tiempos» (11,40) habrá una angustia como nunca, y entonces se convertirán los judíos (12,1); a continuación pone la resurrección y juicio final. (Por la perspectiva profética, como suele suceder, describe sin separarlos el fin de los tiempos —conversión del pueblo judío— y el tiempo del Anticristo.) • Cuando se verifique la reunión de todos los judíos dispersos, y en el tiempo en que Israel habite en paz y se convierta, surgirá un vástago de David, que gobernará como verdadero rey y hará derecho y justicia en la tierra; su nombre será: «Yahvé es nuestra justicia» (Jer. 23,5 s.). Por las circunstancias no puede tratarse de Cristo. Según Ezequiel (34,23-27), cuando Yahvé los libre de las manos que los esclavizan, habiten su tierra con seguridad y buenas cosechas, y haga alianza de paz con ellos (i. e. se conviertan, cf 31,31), suscitará un pastor único, su siervo David, que los pastoreará y será su príncipe en medio de ellos. Tampoco esto parece poder aplicarse a Cristo. Tal vez se refiera también a ese David futuro Isaías cuando dice: «Reinará un rey en justicia y gobernarán gobernadores en juicio» (32,1). «Tus ojos verán al rey en su magnificencia y verán la tierra que se extiende hasta muy lejos» (33,11). (Recordemos que Cristo dijo de sí: «Mi reino no es de este mundo», Jn. 18,36; hasta el fin del mundo no empezará su reinado pleno y visible.) Quizás hasta aquí se extienda la promesa hecha por Dios a David y repetida a Salomón (2 Sam. 7 y 1 Rey. 9): que un descendiente suyo se sentará en el trono siempre que el pueblo esté, a bien con Dios. ¿Se identificará con el «gran monarca» de que hablaremos después?» Se reedificará el templo. Ezequiel habla de un templo cuadrado (c. 40) que subsistirá siempre (43,7 s.). Según Flavio Josefo, los que destruyeron el templo el año 70 encontraron en el Sancta Sanctorum esta inscripción: «Cuando el templo sea cuadrado, reinará el Rey Dominador sobre todo Israel» (A. J. VI,250). • Se hallará el arca, con el tabernáculo y el altar de los perfumes, pues el libro de los Macabeos (II, 2) relata, siguiendo antiguos documentos, que Jeremías ocultó el arcar el tabernáculo y el altar de los perfumes en el monte desde el cual Moisés había contemplado la tierra prometida (Monte Nebo, cf. Deut. 34,1), y profetizó: «Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga misericordia de él, entonces aparecerán estas cosas.» Y todavía no han aparecido.


El milenarismo Por una parte, en el A. T., aparece bien clara la promesa de una época de gran prosperidad (pero la perspectiva profética no distingue los diversos planos y afirma que seguirá a la venida del Mesías, sin especificar que no inmediatamente después). Por otra parte, en el Apocalipsis (c. 20) se anuncia que Satán estará encadenado mil años, tiempo que los mártires vivirán y reinarán con Cristo. De ahí la teoría de un futuro plenamente feliz en esta vida durante mil años. Y al comienzo del cristianismo la opinión bastante extendida de que estaba próxima la segunda venida de Cristo obligaba a poner después de ella los mil años en los cuales Cristo reinaría corporal y visiblemente. Las opiniones milenaristas se dividen acerca de si la resurrección general, e incluso el juicio final, será al principio y no al fin de esos mil años. No han faltado algunos, como Cerinto y los ebionitas, herejes del siglo i, que incluían en la felicidad milenaria la licitud hasta de los placeres carnales, como la fornicación. Incluso personajes como San Papías, el discípulo de San Juan, su amigo San Policarpo, San Justino (s.- n) y, el último importante, Lactancio (s. iv) tuvieron la opinión milenarista. Los pasajes de San Ireneo que la defendían se ha demostrado que son interpolados. La disputa creció durante el siglo ni. Pero después de las refutaciones de la escuela de Alejandría (Clemente, Orígenes y Dionisio, aunque éste llegó al extremo dialéctico de negar la inspiración del Apocalipsis), de San Jerónimo y San Agustín (que si bien al principio lo admitió, luego rectificó), fue rechazada esta teoría, aunque no ha dejado de surgir de vez en cuando algún escritor original milenarista, como el jesuita español P. Lacunza, de finales del siglo XVIII, uno de sus principales defensores, con influjo incluso entre los protestantes. La Iglesia no tomó postura oficial hasta 1944; el Santo Oficio notificó que no podía enseñarse con seguridad («tuto doceri non potest») un reinado corporal y visible de Cristo en esta vida antes del juicio final. Los errores básicos de interpretación son: a) La restauración profetizada si a veces se dice que será después del juicio: bien se refiere a la restauración definitiva de la Jerusalén celestial (Dan. 12,2 s.; Cor. 15,23 s.; Sal. 21,28 y 71 en su sentido literal, etc.), después del Juicio Universal, o bien al juicio o castigo de los enemigos de Israel antes de su restauración futura (Jer. 46,10.28; Ez. 30,3.26; Is. 63,4; 66,15 s.; etc.), b) Creer que la venida del Señor estaba próxima; por tanto, los mil años del Apocalipsis habían de transcurrir después de ella, c) Imaginar que durante el milenio de Satán encadenado va a dejar de ser verdad la existencia en el mundo de cizaña, de tentaciones y escándalos, de sufrimiento y cruz. El milenarismo no tiene sentido en la actual providencia. Si es antes de la resurrección o del juicio final, ¿no van a ser probados los que vivan durante ese milenio? Si es después de la resurrección universal y tienen la visión beatífica, entonces es ya el cielo. Después de la conversión de los judíos, el final del mundo no tardará mil años.


Señales de tiempo en el Evangelio La más importante es la que da el propio Cristo: «Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles» (Lc. 21,24). Es decir: cuando se cumpla el tiempo de los gentiles —de los no judíos—, Jerusalén volverá a poder de los judíos. Esta es la señal. Señal que se está ya ultimando, pues Jerusalén es de nuevo judía desde 1967, y ahora plenamente, al hacerla capital de su Estado el 30 de julio de 1980, desligándose del estatuto internacional que lo impedía. Falta recuperar el Templo. Ya se cumple, por tanto, el tiempo de los gentiles. ¿Qué significa esto? Los autores lo interpretan a la luz de Mt. 24,14: «Cuando se predique el Evangelio a todas las naciones vendrá el fin» (de los tiempos); y de Rom. 11; «Cuando entre 1a plenitud de las naciones Israel se convertirá.» Así, el tiempo de los gentiles es —no puede ser otra cosa— el tiempo en que reciban y acepten el Evangelio todas las naciones; «no solamente algunas particulares —aclara Sto. Tomás (Comm. in Rom. 11,25)—, sino que la Iglesia haya sido establecida en toda o en la mayor parte de cada una de las naciones». También Jesús hace referencia, como introducción a este tiempo, al «día de Yahvé», aunque no lo nombra. San Lucas narra en el mismo capítulo 21 (y Me. 13, 8.24-26; Mt. 24,7.29-30): «Entonces —Jesús contesta a la pregunta de los discípulos de cuándo vendrá el fin del mundo (Mt. 24,3 — habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; las gentes, angustiadas y confusas por el estrépito del mar y de las olas, se quedarán sin aliento de miedo y ansiedad por lo que amenaza a la tierra; los elementos del cielo serán sacudidos.» «Antes del día del Señor ha de venir la apostasía» (2 Tes. 2,3). «Por la extensión de la iniquidad desaparecerá la caridad en muchos, surgirán falsos profetas que engañarán a muchos.» «Se levantará pueblo contra pueblo» (Mt. 24,12.7). «Entonces —añade Mt. 24,30— aparecerá en el cielo el signo del Hijo del Hombre y se lamentarán todos los pueblos de la tierra.» (Lo cual, según veremos después, no parece referirse al Juicio final, aunque éste es lo que viene a continuación, pero habrá que entender que no inmediatamente.) Jesús continúa: «Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que ya está a la puerta el Reino de Dios.»

Señales de tiempo en Daniel y el Apocalipsis Daniel, «ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos lo leerán y aumentará su conocimiento» (12,4). «Estas cosas están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin… Ninguno de los malvados entenderá, pero los que tengan entendimiento comprenderán» (12,9 s). Así se contesta su pregunta de «¿Cuándo será el fin y sucederán estos prodigios?» (12,6.8). Esto es tanto como decir que en el libro de Daniel están los datos de tiempo, pero sellados, en clave. ¿No es ya el tiempo de comprenderla? Hay tres señales:


1. 2.300 tardes y mañanas (8,14).—Daniel habla de Antíoco IV y los acontecimientos anteriores en tres visiones: la de las cuatro bestias (el 7), la del carnero y el macho cabrío (c. 8) y la de las guerras persas y griegas (c. 10 y 11). De Antíoco se dice (8,13 s) que desde que suprimió el sacrificio y profanó el Templo (colocó la estatua de Júpiter) pasarán 2.300 mañanas y tardes hasta que sea destruido (8.25) . Y así ocurrió con Antíoco: 2.300 tardes y mañanas = 1.150 días, del 168 en que profanó el Templo al 164 a.C. en que murió. Pero añade también que «la visión es del fin de los tiempos» (8,17), y las tardes y mañanas «para mucho tiempo» (8.26). Según esto, por ser Antíoco figura del Anticristo [1], podemos suponer que también el Anticristo vencerá durante 2.300 tardes y mañanas (tres años y medio, como en 7,25). Pero tal vez indique, además, que desde la profanación del Templo por Antíoco IV hasta la muerte del Anticristo habrá 2.300 días (si, como en la profecía de las 70 semanas —9,24—, los días son años, años lunares, según el cómputo de la época): 2.300 = 2.230 años solares; lo que nos da: 168 a.C. + 2.230 = = 2062, año de la muerte del Anticristo, quien vencería tres años y medio antes, el 2058. 2. 1290 y 1335 días (12,11 s).—«¿Cuándo será el fin? Esto está cerrado y sellado hasta el fin de los tiempos… Después de la supresión del sacrificio habrá 1.290 días. Bienaventurado el que llegue a 1.335 días» (12,8 s).

Los misteriosos 1.290 días, o años, a partir de la supresión del sacrificio (= muerte de Cristo, año 30) vamos a relacionarlos con los mil años del Apocalipsis, desdoblándolos: mil+290.

El Apocalipsis (c. 20) dice que Satanás estará encadenado mil años (los exégetas entienden no mil años exactos) y luego se le soltará por poco tiempo (parece coincidir con la quinta trompeta, en que se abre el pozo del abismo —Apoc. 9,2—); entonces reunirá a Gog contra Jerusalén, pero descenderá fuego del cielo y los devorará. (Es el «día grande de Dios», traducción del «día de Yahvé», en que los demonios reúnen a los reyes para esa batalla —Apoc. 16,14, es la sexta copa—.) A continuación narra el fin del mundo. ¿Cuándo fue encadenado Satanás? El año más adecuado parece el 311, cuando, por el Edicto de Nicomedia (de Galerio, Constantino y Licino), se concedió la libertad a la Iglesia. Fue de tal trascendencia, «como si se hiciese la luz en medio de una noche oscura» (cfr. Eusebio, Historia Eclesiástica, IX, 1), que los cristianos salieron de las cárceles y volvieron de los trabajos forzados de las minas entre cánticos de triunfo; hasta los paganos, atónitos, tomaron parte en la alegría general; la Iglesia subió de las catacumbas a las basílicas. ¿Cuándo ha sido suelto Satanás? El año más señalado parece el 1946, cuando al sellarse los tratados del final de la guerra, en la Conferencia de París, se reconoce el poder internacional del comunismo, desde entonces avasallador, y comienza esta época de creciente degradación religiosa y moral. (Curiosamente, Ana Catalina Enmerich —1774-1824—, agustina alemana en proceso de beatificación, anunció en su Relato de la Pasión —c. 41, «Bajada de Cristo a los infiernos»— que Satanás sería suelto entre (i)cincuenta o sesenta años antes del año 2000.) En este supuesto, los mil años del Apocalipsis se extienden del 311 al 1946.


Sustituyendo, como decíamos, los 1.290 días de Daniel (a partir del año 30) por los mil años del Apocalipsis + 290 años lunares, o 281 años solares, tenemos: 30 -f 281 = 311, el año del Edicto de Nicomedia, inicio propuesto del milenio de Satanás encadenado, y que coincide asombrosamente con esta interpretación de los mil años. Luego: «bienaventurado el que llegue a los 1.335 días» (entonces se salvará Israel —12,1—); es decir, 45 días más que 1290. Por tanto, el final del milenio propuesto: 1946 4- 45 años lunares, o 44 solares = 1990, ¿año o década de la salvación o conversión de Israel? 3.ª Setenta semanas de años (9,24).— El hagiógrafo que escribe el libro de Daniel, en el siglo II (utilizando relatos anteriores y atribuyendo la autoría a Daniel), lee (c. 9) la profecía de Jeremías: que estarían 70 años de cautividad en Babilonia (Jer. 25,11; 29,10; y, efectivamente, duró 70 años lunares=67 solares, desde el año 605 a.C., primera deportación en la que fue Daniel —Dan. 1,1-6—, hasta el año 538 a.C.), pero ve, bajo Antíoco, que no se cumplen otras profecías suyas de prosperidad para siempre después del retorno (Jer. 23,4; 24,6; 30,19 s; 31,10 s; 32,37 s; 33,9, etc., profecías que se refieren al retorno no de la primera, sino de la segunda cautividad —retorno que ahora está realizándose—) y pide tenga lugar esa restauración definitiva. Entonces, el arcángel Gabriel le revela (9,20 s) que para esto, para acabar con el pecado de Israel, faltan 70 semanas de años a partir del edicto para la reconstrucción del Templo (que lo dio Artajerjes I, el año 445 a.C.; cfr. Nehemías 2), divididas en: 7 semanas (49 años lunares = 47 solares) hasta un ungido (que fue Esdras, quien el año 398 a.C., año 7 de Artajerjes II, volvió con plenos poderes a Jerusalén; cfr. Esdras 7,1-6) y 62 semanas más hasta que sea muerto el ungido (es decir, al principio de la semana 70, y como al comienzo de una semana —o de un año, etc., según su modo de contar— ésta se consideraba cumplida: 70 × 7 = 490 años lunares = 475 solares, que a partir del edicto de reconstrucción de Jerusalén, el año 445 a.C., nos da el año 30, año de la muerte del Ungido = Mesías = Cristo). Pero queda una última semana, durante la cual «cesará el pacto para muchos» (tiempo de reprobación de Israel hasta su futura conversión) y en ella «será destruida la ciudad y el Templo» (fue el año 70 la destrucción de Jerusalén). ¿Hasta cuándo se extenderá esta semana? Se ha descubierto (cfr. F. Borgongini Duca, Le 70 settimane di Daniele e le date messianiche, Padova, 1951) que dando el valor de una semana de años a cada una de las 80 palabras de la profecía, según el texto hebreo, verifica asombrosamente muchas fechas: el Nacimiento es la palabra 65 = 455 años lunares = 441 solares = año 4 a.C., pero como el año civil comenzaba en otoño, diciembre del año 4 es todavía año 5 de nuestro calendario; la muerte de Cristo es la palabra 70=año 30 p.C.; la destrucción del Templo, palabra 76=año 70 p.C. Y quedan cuatro palabras hasta el fin de la profecía, la conversión de Israel. Así como los 70 años de Jeremías hubo que multiplicarlos por siete para obtener las 70 semanas de años, ¿no será ahora la clave tener que multiplicar estos 490 años por ese cuatro? Un tiempo de tiempos y medio tiempo (Dan. 12,7): 7 × 70 × 4 = = 1.960, a partir de la muerte de Cristo nos dan para el fin de la última semana, la conversión de los judíos, ¡el año 1990!, igual que los 1.335 días anteriores.


De 1990 al 2058 (principio del reino del Anticristo) = 68 años solares = 70 lunares (igual que la cautividad de Babilonia, una generación según la Biblia) parecía ser el tiempo de esplendor del Israel convertido. Pero se ve que por algo (?) hay que retrasar estas fechas, que parecían plausibles. El Apocalipsis habla también de siete iglesias (c. 1:3), que, según la interpretación más verosímil y de acuerdo con la finalidad del libro, parece son siete épocas históricas (así, el venerable Bartolomé Holzhauser, en su profético Comentario al Apocalipsis, siglo XVII; el cardenal Billot, en su famoso Tratado de la Iglesia, 1910, etc.). Por algo dice: «El que tenga oídos que oiga», expresión que repite y es semejante a Mt. 24,15: «El que lea que lo entienda», y a Dan. 12,10: «Los que tengan entendimiento comprenderán». Según esta interpretación, estamos en la quinta época, época de Sardes y de riqueza (Sardes era la capital del rey Creso, prototipo de riqueza), a la cual se dice: «Tienes nombre de vivo (todo eso de derechos del hombre, adelantos técnicos…) y estás muerto (ateísmo, inmoralidad y relajación por todas partes).» Bien actual el consejo, cuando sólo se buscan novedades: «recuerda lo que recibiste y oíste, y consérvalo y conviértete»; «sólo unos pocos no se han manchado». El final: «llegaré como ladrón», es lo mismo que 16,15: «vengo como un ladrón» (también sexta copa y tiempo en que Satanás está suelto, como dijimos antes). El paso de Sardes a Filadelfia es el «día de Yahvé». La próxima época: Filadelfia = amor de hermanos. Conversión ,del mundo: «He puesto ante ti una puerta abierta que nadie puede cerrar» (3,8; y vemos en Hech. 14,27; 1 Cor. 16,9; Col. 4,3, que para los primeros cristianos abrírseles la puerta era conseguir la conversión). «El Santo, el Verdadero» (misericordioso y fiel a sus promesas), «que tiene la llave de David» (= que rige los destinos de Israel), hará que los judíos entren en la Iglesia de Filadelfia (3,7.9). «Llegaré pronto», esto es, ya cercana la segunda venida de Cristo, en la última época, la de Laodicea (= juicio de pueblos), tibia, por haberse vuelto a enfriar el fervor de Filadelfia. Añade la Biblia (Malaquías 3,23; Eclesiástico 48,10) que para convertir a los judíos volverá el profeta Elías, arrebatado al cielo, sin morir, el siglo IX a.C. (2 Rey. 2,11). Jesús lo confirmó: «Sí, Elías vendrá y lo restaurará todo» (Mt. 17,11; Me. 9,12). (Al mismo tiempo llamó a Juan Bautista Elías, es decir, figura de Elías, pues tenía su espíritu para convertirlos —Lc. 1,17—. Uno fue precursor, medio fracasado, de su primera venida; el otro lo será, con éxito, de la segunda.) Que Elías volverá a convertir a Israel es sentencia común de todos los Santos Padres, hasta el punto que Belarmino y Suárez consideran herética la contraria. Según una antigua tradición de la Iglesia (cfr. Sto. Tomás, Suma Teológica, III p. q. 49, 5 ad 2.°), junto con Elías vendrá Enoc, quien tampoco murió (Génesis 5,24; Eclesiástico 49,16; Hebreos 11,5); muchos suponen que ambos fueron llevados al paraíso (cfr. Sto. Tomás Suma Teológica, I p. q. 102, a. ad 3.°). Sobre la interpretación de la Escritura hasta aquí, cfr. El fin de los tiempos, J. L. Urrutia, S.J., Madrid, 1971 [2].

Aportación de las profecías privadas


Ante las profecías privadas hay dos actitudes extremas: los que admiten todas, sin más, y los que sin más las rechazan todas. Admitir una profecía sin más, aun con el buen deseo de aceptar la revelación de Dios, es insensato, pues enseña la historia que siempre hay muchos impostores e ilusos, que se atribuyen dones que no tienen, y falsarios que tergiversan los hechos. Hoy pululan quizás más que nunca, engañando incluso a sacerdotes, en casos que conocemos. Además, todo cristiano ha de poner empeño en seguir a Cristo y practicar las virtudes; sería una desviación descuidar esto o sustituirlo por la búsqueda de profecías o sensacionalismos religiosos. Otros, parte por evitar ser engañados y parte porque la revelación pública basta, rechazan de plano, a priori, cualquier revelación privada, no queriendo ni examinarla sin prejuicios. Pero en la Iglesia vemos es práctica tradicional y universal, seguida por los santos y Papas, prestar fe a las revelaciones privadas auténticas. «No desprecies las profecías», nos aconseja San Pablo (1 Tes. 5,20), y vemos es un carisma corriente y estimado en el Nuevo Testamento (cfr. Hech. 2,17-18; 11,27 s; 19,6; 1 Cor. 14,26 s, etc.). El Vaticano II, refiriéndose a estos carismas extraordinarios, confirma que «deben ser recibidos con gratitud, pues son muy útiles» (LG. 12). Muy útiles han sido para enfervorizar la vida espiritual de innumerables almas, por ejemplo, las revelaciones sobre el Corazón de Jesús, las del Escapulario, las del Rosario, las de Fátima, etc. Dios, por medio de sus elegidos, concreta o detalla su revelación pública oficial, impulsándonos a conformar más nuestra vida con ésta. Si una revelación es verdadera, si realmente Dios nos revela algo, no lo iba a hacer por puro pasatiempo. Entonces, ¿no vamos a aprovecharnos de ello, cometiendo la descortesía de menospreciarlo? Si tenemos pruebas que una revelación es auténtica es obvio que le prestemos fe, no divina, sino humana; es decir, que la creamos como creemos otros hechos históricos. Pero cuando están explícita o implícitamente aprobadas por la Iglesia, como las de los Nueve Primeros Viernes del Sagrado Corazón, al aceptarlas ejercitamos también nuestra fe en la Iglesia, igual que al obedecer otra enseñanza del Magisterio. El problema difícil de discreción de espíritus, cuando no hay esa aprobación de la Iglesia, es distinguir qué profecías, o qué profetas, son verdaderos y cuáles no. Según la teología tradicional, son señales de falsedad: —si dice algo contra la doctrina católica; —si da como revelado algo ciertamente falso (aunque, según S. Ignacio, en sus reglas de discreción de espíritus, EE. 336, después de una comunicación sobrenatural auténtica, «cuando el alma queda caliente…, muchas veces por su propio discurso…, forma diversos pareceres que no son todos inmediatamente de Dios», esto es: puede añadir a lo revelado algo que no lo es, o incluso puede ser equivocado); —si no obedece a la autoridad eclesiástica; —si le falta humildad, caridad…, o si busca aparecer, vivir bien, ganar dinero, fama… (es posible una revelación sobrenatural a un pecador, pero no que Dios se siga sirviendo como profeta de quien no lleva una vida de perfección cristiana); —si el principio de unas apariciones es rechazable, es absurdo suponer que con ese motivo allí van a tener otros apariciones verdaderas.


Finalmente, habrá que estar al juicio de la Iglesia, aunque el juicio definitivo está reservado a la Santa Sede, conforme al Concilio V de Letrán. (Recordemos el caso espectacular de Fátima, donde todavía bastantes años después de las apariciones el Cardenal de Lisboa prohibió, bajo penas, a los sacerdotes hablar de ellas. Y la falta de discreción de espíritus también de su sucesor, quien sinceramente ha reconocido que, siendo ya obispo, le parecían aquéllas falsas.)

Mensajes marianos sobre los futuros castigos y conversión del mundo Antes de los castigos y del «día de Yahvé», buscando nuestra conversión, Dios, desde hace más de un siglo, nos envía avisos, sobre todo por medio de la que es Auxilio de los cristianos. PARIS, 1830: Apariciones a Santa Catalina Labouré. Es la primera de las modernas epifanías y avisos marianos: comienza lo que Pío XII llamó «el siglo de la Virgen». Le ofreció la «Medalla Milagrosa» y, más tarde, le pidió la fundación de las «Hijas de María», medios para la conversión del mundo antes que castigarlo. Anteriormente, el 19-VII, le había anunciado, con rostro muy apenado: «El mundo entero se verá afligido por calamidades de todas clases.» Le concretó tres: «Van a llover desgracias sobre Francia; el trono será derribado.» «Habrá muchas víctimas en las comunidades y en el clero de París; el arzobispo morirá.» «La Cruz será despreciada, la sangre correrá por las calles —la Virgen no podía hablar de dolor—, el mundo entero será invadido por la tristeza.» Santa Catalina se preguntaba cuándo ocurriría eso, y escuchó claramente una voz interior: «Cuarenta años y diez y después la paz». Días después caía Carlos X. A los cuarenta años, en 1870, tuvieron lugar en París los horrores de la Comuna y el asesinato del arzobispo, Mons. Darboy, con otros muchos sacerdotes. Lo tercero: «diez años después», no lo entendió. ¿Cuál es la clave para entenderlo?

LA SALETTE (Francia), 1846: Apariciones de la Virgen a Melania, pastora de quince años, y Maximino, su compañero, de diez años; aprobadas por el obispo y la Santa Sede. Anunció que Lucifer y muchos demonios serían sueltos sobre la tierra desde 1864 (este año se fundó la I Internacional marxista). La conducta del clero y la relajación futura de los conventos y de los fieles ocasionaría castigos sin precedentes: pestes, hambres, guerras, en Francia, Italia, España, Inglaterra…; terremotos, quema de París (anunciado por 42 profecías, según M. Servant), destrucción de Marsella por el mar, y de otras ciudades, y una espantosa guerra final. De repente, todos los enemigos de Cristo serán muertos, la tierra quedará como un desierto; entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres, el Evangelio será predicado por todas partes; habrá un gran Papa y un gran Monarca: este esplendor durará veinticinco años.


(Para más detalles sobre LA SALETTE ver mi folleto dedicado a ella; lo mismo que para la siguiente aparición de FATIMA, ver el suyo correspondiente). FATIMA: Es la aparición más conocida y aprobada. Aseguró la Stma. Virgen (13VII-1917): «Al final mi Corazón Inmaculado triunfará», con la conversión de Rusia y un período de paz universal (que ahora parece imposible). Pero antes, y puesto que no hemos escuchado su petición de convertimos, «Rusia propagará sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones resultarán aniquiladas…». A continuación dijo lo que todavía es secreto hasta que lo publique el Papa, que lo conoce. Sin embargo, parece claro que sigue refiriéndose al castigo. Lo confirma Teresa Musco (1943-1976), mística italiana de reconocida autenticidad (cfr. EGDA, junio 1980), a quien sobre el secreto de Fátima le declaró la Virgen, en 1952: «Fuego y humo sacudirán al mundo: las aguas de los océanos se convertirán en fuego y vapor; se levantará una espuma que desquiciará a Europa, y sumergirá todo en una lava de fuego; los pocos elegidos que sobrevivan envidiarán a los muertos, porque a donde quiera que se mire no se verá más que sangre, muertos y ruina en todo el mundo.» «El mundo corre a su perdición. Tendrá lugar una gran guerra.» Le predijo que el Papa no se atrevía a hablar del secreto por ser tan espantoso, pero que más tarde lo haría público (otro Papa). Jacinta en Fátima vio después, una tarde, «al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas delante de una mesa, con las manos en la cara, llorando. Fuera de la casa había mucha gente, y unos le tiraban piedras, otros le maldecían y le decían muchas palabras feas». «¿Lo puedo decir?», le preguntó a Lucía. «No, porque eso es parte del secreto, y por ahí se descubriría.» En 1941 lo narró Lucía en su tercera memoria, escrita por obediencia. «Si los hombres no se enmiendan —le dijo la Virgen a Jacinta en Lisboa—, Nuestro Señor enviará al mundo un gran castigo, tan grande que jamás se ha visto otro igual.» La Madre Godinho, madrina de Jacinta, siendo aún aspirante al noviciado, estaba en el hospital de Lisboa donde murió Jacinta. Recibió sus confidencias y quiso ir a referirlas al Papa, pero, como no pudo, se las dejó escritas con juramento en una carta fechada en 1954, que se encontró en 1963, poco después de su muerte: «Hay un secreto en el cielo y otro en la tierra, y este último es horrible. Parece ser el fin del mundo, y en ese cataclismo cada cosa se separará del cielo, que se volverá blanco como la nieve.» «El triunfo de Nuestro Señor vendrá, pero antes pasarán bastantes años porque no se cumple su voluntad.» «Que se preparen —las hermanas— para el año 1972, porque los pecados de impureza y vanidad y el excesivo lujo traerán sobre el mundo tales castigos que causarán mucho sufrimiento al Santo Padre.» Jacinta insistía también en que muchas almas se condenan, la mayoría por los pecados camales, y que las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo. Lucía, en diálogo con el famoso historiador William Thomas Walsh, al preguntarle, en 1946, sobre la extensión por Rusia de sus errores: «¿Quiere eso decir que todos los países, sin excepción, serán dominados por el comunismo?», contestó: «Sí.» Respecto a España, escribía en 1943: «La conversión de Rusia se realizará si los obispos de España atienden los deseos de Nuestro Señor y emprenden una verdadera reforma en el pueblo y en el clero (porque algunos conventos y muchos miembros de otros…), pero, si no, Rusia será, una vez más, el castigo con que Dios los castigue.»


Respecto a Portugal, predijo Jacinta que por sus pecados está amenazado de un terrible cataclismo social, con una guerra devastadora, especialmente en Lisboa: «todos los que puedan huyan de ella». AKITA: Apariciones aprobadas oficialmente por el obispo, monseñor Itó, en 1984. Tuvieron lugar en Akita (norte de Japón) a una religiosa, sor Inés Katsuko Sasagawa, nacida en 1931, convertida a los veinticinco años, paralítica desde los 19 años curó con el agua de Lourdes. Le habló en 1973 una imagen de un metro, de madera sin pintar, que representa a la Virgen de pie sobre el globo del mundo, con las manos extendidas y una cruz detrás. Es una copia de Nuestra Señora de Todos los Pueblos, de Amsterdam, que las hermanas habían mandado esculpir. (Prometió en Amsterdam —14-11-1950—: «El Japón se convertirá».) Esta imagen también sangró, lloró 101 veces de 1975 a 1981, y curó a sor Inés, totalmente sorda. Otros milagros comprobados refiere monseñor Itó en su pastoral, quien transcribe los tres mensajes de la Virgen: 1.° 6-VII-73, primer viernes: «Hija mía, mi novicia, tú me has obedecido bien dejándolo todo para seguirme. ¿Es penosa la enfermedad de tus oídos? Puedes estar segura que se curarán. Ten paciencia. Es la última prueba. ¿Te duele la herida de la mano? Reza en reparación por los pecados de la humanidad. Cada persona de esta comunidad es mi hija insustituible. ¿Rezas bien la Oración de las Siervas de la Eucaristía? Vamos a rezar juntas… Reza mucho por el Papa, los obispos y los sacerdotes.» 2.° 3-VIII-73, primer viernes: «Hija mía, mi novicia, ¿amas al Señor? Si amas al Señor, escucha lo que te voy a decir. Es muy importante. Lo transmitirás a tu Superior. Muchos hombres en el mundo afligen al Señor. Deseo almas para consolarle, para suavizar la cólera del Padre Celestial, deseo, con mi Hijo, almas que reparen, con su sufrimiento y su pobreza, por los pecadores y los ingratos. Para que el mundo conozca su cólera, el Padre Celestial se dispone a mandar un gran castigo a toda la humanidad. Muchas veces he intervenido con mi Hijo para apaciguar la ira del Padre. He impedido que vinieran calamidades ofreciéndole los sufrimientos del Hijo en la Cruz, su preciosa Sangre, las almas predilectas que le consuelan y constituyen la cohorte de las almas víctimas. Oración, penitencia y sacrificios animosos pueden suavizar la cólera del Padre. Lo deseo también de tu comunidad. Que ame la pobreza, se sacrifique y ore en reparación de las ingratitudes y de los ultrajes de tantos hombres. Rezar la Oración de las Siervas de la Eucaristía cayendo bien en la cuenta de su contenido; ponerla en práctica, ofrecerla en reparación de los pecados. Que cada una se esfuerce, según su capacidad y su oficio, en ofrecerse enteramente al Señor. También en un instituto secular la oración es necesaria. Las almas que quieren orar ya están a punto de reunirse. Sin sujetaros demasiado a la forma, sed fervorosas y fieles a la oración para consolar al Maestro.» 3.° 13-X-1973, —aniversario de Fátima—: «Hija mía querida, oye bien lo que voy a decirte. Informarás de ello a tu Superior. Como ya te he dicho, si los hombres no se arrepienten y no se mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido otro. Caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos, no perdonando a fieles ni a sacerdotes. Los supervivientes se encontrarán en tal desolación que envidiarán a los muertos. Las únicas


armas que nos quedarán entonces serán el Rosario. Con el Rosario rogad por el Papa, los Obispos y los Sacerdotes. La acción del diablo se infiltrará hasta en la Iglesia y de modo que se verá cardenales oponerse a cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneren serán despreciados y combatidos por sus mismos compañeros; las iglesias y los altares serán saqueados, la Iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el demonio empujará a muchos sacerdotes y religiosos a abandonar el servicio del Señor. El demonio atacará encarnizadamente sobre todo a las almas consagradas a Dios. La perspectiva de la pérdida de muchas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados crecen en número y gravedad, no habrá perdón para ellos.» Está bien clara la tristeza de la Virgen y sus causas, el castigo futuro y la invitación a la conversión, oración y penitencia. Fácilmente se aprecia su conexión con Fátima, de la cual parece continuación, y quizás desvela, al menos en parte, el secreto de Fátima, del que tanto se habla. Cuatro años antes, estando en coma, su ángel de la guarda le enseñó una oración… que es la de Fátima: «Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, etc.» (cfr. mi artículo: La Virgen habla y llora en Ahita, EGDA, mayo 1988). El ángel le habló también en diversas ocasiones (le había salido una llaga en la mano, igual que otra que le salió a la estatua): «No temas. No hagas oración sólo por tus pecados, sino en reparación por los de todos los hombres. El mundo actual hiere al Sagrado Corazón de Nuestro Señor con sus ingratitudes y sus injurias. La herida de María es mucho más profunda y dolorosa que la tuya. Vamos a rezar juntos en la capilla.» Entonces fue cuando la estatua de la Virgen tomó vida y le habló. MAS APARICIONES MARIANAS.—Entre otras muchísimas, citemos algunas famosas de las que presentan mayores garantías de autenticidad y que corroboran lo expuesto hasta aquí: tres en Alemania (Heede, Marienfried y Düren), tres en Italia (Bonata, S. Damiano y Porto S.Stéfano), tres en España (Ezquioga, Umbe y Garabandal) y una en Checoslovaquia (Turczovka), en Francia (Kerizinen) y Nicaragua (Cuapa). •HEEDE (cerca de Holanda): De 1937 a 1940, la Virgen, como Reina del Universo, se apareció muchas veces a cuatro niñas. La cólera de Dios será terrible sobre el mundo por sus innumerables pecados; además, el estar consagrados al Corazón Inmaculado de María comporta mayor responsabilidad. Dependerá de nuestras oraciones y sacrificios disminuir el castigo. En 1945 se apareció Cristo a una de las muchachas, Margarita Gunsferth: «la hora se aproxima, sólo faltan cinco minutos para las doce», la humanidad es peor que antes del diluvio. La tierra temblará. Será terrible, un juicio en pequeño; espantoso para que los que no estén en gracia de Dios, pero gracias al castigo muchos se salvarán. Al final, Cristo con un pequeño número de elegidos, fundará su Reino, que vendrá de improviso. El obispo declaró verdaderas las apariciones. •MARIENFRIED (Baviera): Tres apariciones en 1946 (25-IV, 25-V, 25-VI) a Barbel Ruess, de veintidós años (luego casado, con cinco hijos). Mensaje muy semejante al anterior. Aprobadas por el obispo. •DÜREN (oeste de Bonn): De mayo de 1949 a diciembre de 1950, a Gertrudis Fink: La tierra se abrirá y devorará países enteros. Tres columnas de fuego avanzan desde Rusia, una hacia Roma y el Vaticano, dos hacia Alemania. Esto sucederá cuando los rusos hayan ocupado Checoslovaquia (1968) y una buena parte de los sacerdotes y prelados hayan


abandonado su misterio. Numerosos sacerdotes y fieles serán deportados y martirizados. Un ejército mariano irá contra el Oriente. •BONATA (cerca de Bérgamo): Trece apariciones, del 13 al 31-V-1946, a Adela Roncalli, de siete años, con fenómenos en el sol y asistencia de 300.000 personas el último día. Aprobadas por el obispo. Si no volvemos a Dios, en la segunda mitad del siglo XX, persecuciones sangrientas contra la Iglesia, hambre, fuego, odio, sangre; en comparación con eso, no serán nada los horrores de la guerra de 1939-1945. Los pecados que llevan más almas al infierno son los de impureza. •SAN DAMIANO (sur de Milán): Mamma Rosa, fue curada por la Virgen el 29-IX-1961. Desde 1964 recibió notables mensajes, con la floración repentina de un peral en otoño, numerosas curaciones, fenómenos en el sol y fotografías prodigiosas. Desde 1970 permaneció en silencio, por orden del obispo (t 6.IX.81). Los castigos serán espantosos, más de lo que podemos imaginar. Luego, una nueva efusión misteriosa del Espíritu Santo; triunfará su Corazón de Madre y vendrá el Reino de Jesús, los mejores días para la Iglesia y el mundo. Una oración a Ntra. Sra. de las Rosas, de San Damiano, ha sido aprobada e indulgenciada por el obispo de Asís, el 8-XI-1969. •PORTO SAN STEFANO (en una isla del mar Tirreno): Enzo Alocci, campesino de treinta y cinco años, casado, con tres hijos, en 1966 se le aparece la Virgen, «Reina del mundo». Si el mundo no cambia enviaré un aviso: la tierra temblará, el sol girará sobre sí mismo con grandes explosiones, la luna estará de luto; todo durante media hora, con el cielo sin nubes, se verá en toda la tierra; grandes tempestades e inundaciones y temblores de tierra están a punto de ocurrir. En 1969 añadió: un carro de fuego con fragor de truenos atravesará el universo, dejando un fuerte resplandor; éste indicará la proximidad del castigo; luego el sol se alejará y reinará la oscuridad. En 1971 anunció: en 1972 los escándalos serán aún más graves. Habrá tres días de tinieblas en que los perseguidores de la Iglesia serán aniquilados; el cielo y la tierra se acercarán, y el fuego vendrá sobre la tierra; el aire se volverá pestilente; morirán las tres cuartas partes de los hombres. Luego habrá un nuevo mundo de almas buenas. En 1972 se queja, sobre todo, de la conducta y falta de fe de los sacerdotes, particularmente en Roma y el Vaticano. Hubo alguna curación, y una imagen de la Virgen ha llorado, comprobándose el fenómeno fotográfica y científicamente. •EZQUIOGA (Guipúzcoa): El 30-VI- 1931, la Virgen se aparece a Antonia y Andrés Bereciartúa, de once y siete años; después a otros muchos, al menos veinticinco parece que auténticos. El Nuncio Tedeschini, el Dr. Irurita, obispo de Barcelona, diversos médicos, entre ellos el doctor Marañón, juzgaron ser fenómenos sobrenaturales. Las multitudes llegaron á ochenta mil personas rezando. Pero el doctor Echeguren, Vicario de la diócesis de Vitoria, desautorizó las apariciones y prohibió acudir allí. Se dice que, en compensación, el anticatólico gobierno republicano permitió la vuelta del obispo Monseñor Múgica, exilado en Francia, y el doctor Echeguren fue nombrado obispo de Oviedo. Don Pedro Balda, de Irañeta, transmitió al Vicario el anuncio de dos videntes, Pilar Ciordia (treinta años) y Evaristo Galdós (veintiún años), que por ello moriría pronto de muerte violenta, lo que sucedió en accidente de automóvil. A Mons. Múgica se le profetizó también que moriría desterrado de su sede y solo (murió, ciego, en Zaráuz, en 1968, habiendo sido obligado a renunciar al obispado). Benita Aguirre, de nueve años (murió el


4.VI.82), tuvo numerosas revelaciones del futuro: Si no hacéis mucha oración y penitencia, vendrán castigos terribles y morirá una tercera parte de la humanidad. Cuando las mujeres no se distingan de los hombres por su manera de vestir, entonces estará próximo el fin del mundo (no dijo de los tiempos). Cuando los religiosos sean expulsados de España* estará muy cerca el castigo. Habrá Guerra mundial, primero en Italia y luego en España; después, durante el castigo —muy corto, pero terrible—, cinco días de comunismo y en tres días caerá fuego y no amanecerá; que nadie salga de casa, pues los hombres, confundidos, se matarán unos a otros. Habrá terremotos en el extranjero y luego en España. El fuego destruirá las cosechas. Habrá mucha hambre. París será carbonizado. Marsella y San Sebastián, tragadas por el mar. Madrid, Barcelona y Málaga serán también las más castigadas. Muchos morirán de una enfermedad contagiosa. Habrá que abrirse camino entre los cadáveres, como se abre cuando hay nieve. Un gran monarca que fue malo en su juventud irá a África, dominará todo el mundo, tendrá un compañero muy bueno que le ayudará a difundir la religión y morirá crucificado en Jerusalén. Habrá una sola religión: los crucíferos de Jesucristo, que empezarán en Sevilla, convertirán el mundo; su fundador será el gran reformador de la Iglesia. Antes, muchos sacerdotes abandonarán el celibato. Después del Reinado del Corazón de Jesús vendrá el Anticristo, con más mártires de los que ha habido. Después del Juicio bajarán los justos con Jesús a la tierra durante mil años; ya no podrán pecar; será una especie de paraíso. (No es fácil de entender, o admitir, que los bienaventurados estén sólo en la tierra, y en ella sólo mil años; aunque esto no es «el milenarismo», porque es ya después del Juicio universal.) •UMBE (cerca de Bilbao): En 1941, a Felisa Sistiaga, casada con un guardabosques, con cuatro hijos, se le apareció la Dolorosa. A partir de 1969 le ha comunicado una serie de mensajes: La falta de fe de la tierra la llevará al desastre. El último esfuerzo del cielo será el milagro para la conversión de los pecadores. Habrá muchas catástrofes y se avecinan guerras en las que morirán muchos. Antes del castigo dará un aviso: se iluminará el cielo con una gran cruz que, al descomponerse, producirá una inmensa luz blanca, que incluso impedirá ver el sol durante cuatro horas; a continuación, un viento ardiente azotará la tierra; muchos morirán de la impresión. Vio una parte de España inundada por el mal. La Virgen bendijo el agua de un manantial, con la cual parece se han obtenido curaciones. Sin embargo, en 1971 le dijo que dentro de treinta años, a principios de siglo, si el mundo no se convierte, habrá tres días de niebla intensa. (Esta fecha no concorde con otras profecías, ya no parece demasiado retrasada). Y que faltaban dos Papas para el fin de los tiempos: uno sería bueno el otro no; y uno duraría poco tiempo. funcionará, terrible ola de calor, el agua se evaporará; los hombres, desesperados por la sed, buscarán matarse unos a otros; ríos convertidos en sangre, fuego cayendo del cielo, una muchedumbre envuelta en llamas lanzándose al agua, pero ésta, como hirviendo, avivará las llamas. Piden a la Virgen se lleve antes a sus hermanos niños; les contestó que entonces ya serían mayores. Aún les fueron reveladas cosas peores, pero sin permitirles manifestarlas. Para que nos convirtamos —y ya estamos en los últimos avisos—, antes del castigo se verá en Garabandal y sus alrededores un gran milagro, el mayor que Jesús ha hecho para el mundo, un jueves a las 8 y media, durará un cuarto de hora, será del 8 al 16, entre marzo y mayo[3];


Un aviso precederá al milagro en menos de un año, como anuncio que viene el fin de los tiempos; es cosa directa de Dios, será visible en todo el mundo: todo se parará, hasta los aviones volando; durará sólo unos minutos; hará a todos los hombres sentir sus pecados, será algo terrible, que se producirá en el cielo, se puede morir de la impresión de verlo; empieza por la letra A (¿asteroide, astro —cometa—?), será como de fuego, pero no nos quemará [4]. Poco antes al obispo de Santander la Virgen le dará una señal, y levantará la prohibición de ir los sacerdotes a Garabandal (ya levantada). A la muerte de Juan XXIII la Virgen dijo a Conchita que después de tres Papas vendrá el fin de los tiempos (no del mundo). Finalmente Rusia se convertirá.

•TURCZOVKA: En 1958, centenario de las apariciones de Lourdes, la Virgen se apareció a Matías Laschut, de 42 años, casado, con cuatro hijas, guardabosques. Por ello ha sido perseguido por las autoridades comunistas y tres años encarcelado. Allí ha brotado agua y aseguran se I han producido numerosas curaciones (se I le llama el Lourdes de Checoslovaquia). Ve que el pecado invade el mundo, está próximo el castigo: toda la tierra envuelta por el fuego, perecerán las dos terceras partes de la humanidad. •KERIZIÑEN (Bretaña): Juana Luisa Ramonet, nacida el 7-X-1910, de familia humilde, no pudo ser religiosa por su poca salud. Ntra. Sra. del Rosario se le apareció 71 veces de 1938 a 1965, e hizo encontrase una fuente muy abundante; hay registradas numerosas curaciones. En los mensajes ha repetido también que por los pecados vendrán grandes castigos, paulatinamente, como el diluvio (40 días), pretendiendo la conversión del mundo. Rusia invadirá Francia, con persecución religiosa, y algunos años después habrá otra gran guerra, después la paz, justa y gozosa. Por su Corazón Doloroso e Inmaculado se establecerá el reinado del Corazón de Jesús. Surgirá una Francia nueva gobernada por el gran monarca enviado de Dios. El triunfo de la Iglesia será milagroso, el más bello de la historia, sin comparación; todos los corifeos del demonio serán exterminados de improviso. Toda la humanidad formará un solo rebaño bajo un solo pastor, el Papa.| • SIRACUSA (Sicilia): Quizás el mensaje más impresionante: verano 1953, una escayola del Corazón Inmaculado de María llora abundantemente; elocuentes lágrimas silenciosas que empapadas en algodones obran también numerosas curaciones milagrosas. Todo el episcopado de la isla da testimonio de ello. Después también otras imágenes de la Virgen han llorado públicamente, como la de Nuestra Sra. de Fátima en Nueva Orleáns, en julio de 1972.

Otras profecías de santos sobre el futuro castigo y conversión del mundo Escogemos las más representativas, que se han ido sucediendo á lo largo de los siglos: •Sta. HILDEGARDA (1098-1180), abadesa cerca de Bingen (Alemania). Obras en


PL 197. Profecías tan aprobadas que según los Bolandistas pecaría de orgullo quien las rechazase anteponiendo su juicio al de tantos eminentes personajes: Cuando se pierda el temor de Dios, las guerras serán cada vez más frecuentes y atroces, morirán muchedumbres y muchas ciudades serán destruidas. Dios se servirá de una nación inmunda y cruel, del extremo del mundo, para castigar a la cristiandad. Cuando el hijo de perdición (un anticristo) sea derrotado, la Iglesia brillará con una gloria sin igual, se reformarán las costumbres, se convertirán los infieles y judíos. Durará hasta la última crisis, ya próxima, precedente a la segunda venida de Cristo. •Sta. BRIGIDA (1303-1373), noble sueca, madre de Sta. Catalina de Suecia, murió en Roma. Sus obras también, como las de la anterior, de gran influjo; una guerra funestísima se acabará cuando sea proclamado un emperador (gran monarca) procedente de España, quien vencerá maravillosamente con el estandarte de la Cruz, derrotará a los mahometanos y restituirá el templo de Sta. Sofía. Suecia se convertirá y también muchos paganos con admirable fervor. •Sta. CATALINA DE SIENA (1347- 1380), doctora de la Iglesia: Pedía que el Papa «eliminase a los demonios encarnados en Pastores». Al fin de las futuras tribulaciones, Dios de manera desconocida purificará a la Iglesia, los pueblos infieles entrarán en el redil católico (Car tas). •S. VICENTE FERRER, O. P. (1350- 1419), tal vez el mayor predicador y taumaturgo de la historia, anunció un tiempo de relajación religiosa y catástrofes como no lo ha habido ni habrá. «Advertid que en aquel tiempo las mujeres se vestirán como hombres y se portarán según su gusto, licenciosamente, y los hombres vestirán vilmente como las mujeres». Pero Dios lo purificará y regenerará todo, la tristeza se convertirá en gozo cuando Francia estará del todo abatida y España dispondrá la justicia (Sermón «Timete Deum»). •S. FRANCISCO DE PAULA (1416- 1508), italiano, fundador de los Mínimos. En todo el universo habrá un solo rebaño con un solo pastor. Un gran pontífice; y un gran rey, el cual extirpará totalmente la secta de Mahoma, todas las herejías y tiranías, su imperio durará hasta el fin de los tiempos; en todo el mundo se establecerán santas costumbres (Cartas al señor de Montalvo, español). •Bta. CATALINA DE RACCONIGI (1486-1547), Piamonte (Italia), virgen terciaria dominica. Ve antes de la renovación de la Iglesia los futuros castigos, lo que la deja medio muerta. Nuestro Señor indignado contra sus Pastores, y la barca de la Iglesia a punto de hundirse, pero se salva guiada por S. Gregorio (el gran Papa). Antes el protestantismo haría progresos, incluso en Italia, hasta que el Turco la invadiera y por segunda vez sufriera la peste. •Bto. NICOLAS FACTOR (1520-1583), franciscano, de Valencia. Cuando apenas sean fieles la tercera parte de los que se llaman cristianos, habrá un gran Pontífice escogido por Dios que reformará la Iglesia, reducirá a los herejes, y uniéndose con el Rey en quien estará la gracia de Dios, con gran ejército marcharán hacia Jerusalén; los españoles llenos de fervor les seguirán aun sin despedirse de sus padres.


•SANTA MARGARITA DE ALACOQUE (1647-1690), salesa francesa, que con sus revelaciones —las más aprobadas por la Iglesia—, dijo el gran impulso a la devoción al Corazón de Jesús. Oye que El le dice: «Yo remaré a pesar de mis enemigos y de cuantos se opongan» (Carta 10, VIII, 1689, y repite que reinará a pesar de Satanás; cartas 3, XI, 1684; fin II y 17-VI-1689). •S. LUIS M.ª GRIÑON DE MONTFORT (1673-1716), afirma: Jesucristo «vendrá como toda la Iglesia le espera, para reinar en todas partes, en el tiempo y modo menos esperado de los hombres. Al fin de los tiempos, más pronto de lo que se piensa, suscitará Dios grandes santos para establecer el remado de su Hijo sobre el mundo corrompido, por medio de la devoción a la Stma. Virgen» (El Secreto de María, núms. 58-9). •S. GASPAR BUFALO (1786-1836), italiano, fundador de los Misioneros de la Preciosísima Sangre: Serán destruidos todos los perseguidores de la Iglesia durante tres días de tinieblas. El que sobreviva se verá como solo, pues la tierra estará cubierta de cadáveres. No se ha visto nada semejante desde el diluvio, con gran matanza de sacerdotes y otras desgracias en Roma. Quienes veneren la Preciosísima Sangre, se verán libres de estas catástrofes. •Bta. ANA MARIA TAIGI (1769-1837), patrona de Roma, madre de familia obrera, mística, tuvo quizás el don de profecía más notable que se conoce: veía un globo de oro, como un sol, donde contemplaba todos los sucesos pasados y futuros. S. Vicente Strambi, pasionista, consejero de León XII, todas las tardes le consultaba lo que había tratado con el Papa. 'Ve en su sol que Dios purificará a su Iglesia con dos castigos al mundo, uno de la tierra (peste, revoluciones, matanzas, guerras) y otro del cielo (arder el firmamento, temblar la tierra, tres días de tinieblas). En Francia guerra civil, guerra con el extranjero y luchas sangrientas de los partidos sobre el gobernante a elegir, hasta que acuden al Papa, quien enviará un legado y en consecuencia designará como rey al verdadero descendiente de S. Luis. En los alrededores de Roma habrá muchísimos cadáveres. Durante los tres días de tinieblas pestilentes, sólo alumbrarán y salvarán de la muerte las velas benditas; morirán todos los perseguidores de la Iglesia, salvo algunos que se convertirán; los que salgan de casa o abran las ventanas, morirán; se ha de permanecer rezando el rosario. Después de estos días S. Miguel encadenará al demonio hasta el tiempo del Anticristo. Tendrá lugar un renacimiento milagroso de la Iglesia: se hará un solo rebaño con un solo pastor, convirtiéndose Rusia, Inglaterra, China…, todo el mundo. S. Pedro y S. Pablo descenderán, y una luz iluminará al cardenal futuro Papa. •S. JUAN BOSCO (1815-1886), fundador de los Salesianos, uno de los santos más extraordinarios y con el singular carisma de sus sueños proféticos: Del sur viene la guerra, del norte la paz. Dios castigará a Francia tres veces: la primera con la derrota, el saqueo, la destrucción de sus cosechas, animales y hombres; en la segunda, París sufrirá el hambre, el espanto y el Panteón será reducido a cenizas; en la tercera caerá en manos extranjeras, incendiando y convertido en ruinas. Pero el Papa saldrá al encuentro del guerrero del norte, y su estandarte se cambiará de negro en blanco, y él y los suyos reverenciarán al Papa. Italia será sumida en desolación, carestía, peste y guerra. Cuatro veces será castigada Roma: la primera en sus tierras y habitantes; la segunda


con el exterminio hasta sus murallas; la tercera serán abatidas sus defensas y defensores, reinará el terror y la desolación; la cuarta: con la guerra, la peste y el hambre, se llenará de escombros. El demonio sembrará la discordia entre los asesores del Papa. «Tú date prisa, si las dificultades no se resuelven, corta por lo sano. Si te sientes angustiado, no te detengas, sino al contrario, continúa adelante hasta que le sea cercenada la cabeza a la hidra del error. Este golpe hará temblar a la tierra y al infierno, pero el mundo recobrará la seguridad, y todo.4 los buenos se alegrarán. Conserva junto a ti solamente dos asesores, y a cualquier parte que vayas (será el Papa que salga de Roma) continua y termina la obra que te fue confiada». «El pecado tendrá fin, y antes que aparezcan dos plenilunios en el mes de las flores (mayo 2007?) el iris de la paz aparecerá sobre la tierra. El gran Ministro (el gran Papa), verá a la esposa de su Rey (la Iglesia) vestida de fiesta. En todo el mundo aparecerá un sol tan luminoso como jamás existió desde las llamas del Cenáculo (venida del Espíritu Santo) hasta hoy, ni se verá otro semejante hasta el fin de los días». (Hasta aquí: sueño 71, año 1870.) Durante 200 días está el Papa fuera de Roma, antes hay una lucha entre la luz y las tinieblas, muertos y heridos, los que acompañan al Papa disminuyen mucho. Luego los ángeles le dicen: tus enemigos han desaparecido, el Papa vuelve, muchos ciudadanos han perecido, la tierra está arrasada, han transcurrido desde el principio 400 días. Cesa la oscuridad, luce un sol espléndido. Ordena en todo el mundo una reforma de costumbres. (Sueño 74, año 1871.) El 6 de febrero de 1877 sueña que el Papa ha muerto, y Pío IX murió la noche del 6 de febrero de 1878. Pero en el sueño ve que a la muerte de otro Papa tendrá lugar un terremoto, por todas partes casas destruidas, y toda la Iglesia se sentirá sacudida de una manera terrible. (Sueño 101.) Se interpretó que un siglo después moriría otro Papa, y exactamente en 1978 murió Pablo VI, pero sin esas circunstancias: ¿serán de Juan Pablo II? En 1862 ve la nave del Papa con otras muchas, atacadas. Un Concilio que al arreciar la tempestad se interrumpe (Vaticano I, 1870), y otro (Vaticano II), luego la borrasca se vuelve espantosa. El Papa dirige la nave hacia dos columnas: la Eucaristía y la Virgen. Las naves enemigas la atacan duramente. El Papa cae herido y le ayudan a levantarse; vuelve a caer herido y muere (¿Pablo VI?), los enemigos se alegran lo indecible, creen que han vencido, pero otro Papa es elegido rápidamente (lo cual no parece sucederá después de Juan Pablo II), y guía la nave hacia las dos columnas. Finalmente (¿con otro Papa?) se produce gran confusión entre los enemigos y se destruyen mutuamente. Termina haciéndose una gran calma en el mar.

STA. GEMA GALGANI (1878-1903). Le dice Jesús: «¡Cuán indignado está con el mundo mi Padre Celestial! Nada es ya capaz de contener su enojo. Un espantoso castigo está preparado para el género humano». MUCHAS OTRAS PERSONAS muertas en olor de santidad, e incluso en proceso de beatificación, que también nos han dejado profecías sobre el futuro castigo y conversión universal: María des Vallées (1590-1656, por cuyas visiones S. Juan Eudes introdujo el culto público al Corazón de Jesús); venerable Bartolomé Holzhauser (1613-1658, sacerdote alemán); Padre Nectu (f 1777, famoso jesuita francés); venerable Isabel Canori (1774-1825,


italiana); venerable Magdalena Porsat (1773-1843, clarisa de Lyón, Francia); María des Té rreaux (1773-1843, sirvienta, Lyón); venerable Bernardo María de Clansi (y 1849, Mínimo italiano); venerable madre del Bourg (fundadora de las Hermanas del Salvador, Toulouse, Francia, profecía de 1857); Sor María Steiner (1813-1862, clarisa austríaca); madre Alfonsa María (1814- 1867, Alsacia, Francia, fundadora de las Hermanas del Stmo. Salvador); sor Palma María Matarelli (1825-1872, religiosa italiana estigmatizada); venerable María de Jesús Crucificado (Miryan de Abellín, 1846-1878, árabe de Palestina; carmelita descalza, fundadora y estigmatizada); Teresa Higginson (1844-1905, maestra inglesa, estigmatizada); señora Royer (1841- 1924; francesa, con tres biografías); María Mesmin (1867-1935, portera de Burdeos); María Julia Jahenny (1850-1942, campesina de Bretaña); Berta Petit (18704943, belga); sor M.ª Angélica Millet (1879-1944, de la Visitación de Sta. María de Caen, Francia); Hermano Estanislao Fernández (1903-1927, de la Doctrina Cristiana, Griñón); sor Faustina Kowalska (1905-1938, polaca: Juan Pablo II fue el postulador en su causa de beatificación); María de las Nieves Holgado (1904, profecías 1937-8, Navarra); madre Elena Aiello (f 1961, fundadora de las Hnas. Mínimas de la Pasión de N. Señor, cfr. especialmente el libro de Víctor); P. Pío Pietrelcina (1887- 1968, famoso capuchino italiano, el único sacerdote estigmatizado conocido); Verónica Lueken (contemporánea, madre de cinco hijos, Bayside, Nueva York); «Mamma» Carmela (contemporánea, madre de cinco hijos, viuda, de Milán, Italia). Etc. A veces añaden interesantes detalles; pueden verse resumidos y con bibliografía en las obras de R. Adams y M, Servant. El campesino Francisco Kugelbeer (de Lochan, Voralberg, Alemania; cf. P. Ellerhorst, O. S. B.) con visiones en 1922. Por ser especialmente conocidos citemos en particular tres vaticinios extractados:

•SOR NATIVIDAD DE BRETAÑA (Juana Le Royer, 1731-1798), hermana clarisa urbanista; no sabía leer, profetizó muchas cosas sobre la revolución francesa, y aún peores para la época del Anticristo (parece hablar de un tipo del Anticristo, porque después vendrá una generación santa antes de la segunda venida de Cristo). Coincide con María Julia Jahenny en lo que ésta —también iletrada y que no conocía nada de profecías anteriores—, detalla más: una ley infame (?), la supresión de los signos religiosos, apostasía de muchos sacerdotes —se refieren a Francia—, y la destrucción de Roma, el martirio del Papa, tinieblas espesas, terremotos, muerte de las dos terceras partes de la humanidad… •EL MONJE DE LOS PIRINEOS, un ermitaño francés, Bug, de la aldea de Milhas, muerto en 1846 a edad muy avanzada, famoso por su don de profecía: «Iberia, veo crecer tu poder, nada podrá detener la elevación de tu destino. 700 años de guerras formaron de ti el imperio más grande que se ha conocido. Combatida por la tempestad de los partidos y la ambición de los extranjeros, lucharás, te costará sangre, tesoros, edificios… pero llegara el día de la paz, recuperarás tu poder y tus anteriores pérdidas, tu esplendor se extenderá hasta las regiones más remotas. Una guerra europea anunciada por muchos^ profetas, acompañada de peste y otras plagas, llevará sus estragos y terror por todas partes. Un formidable gigante saldrá de las regiones del hielo y seguido por un ejército innumerable marchara a la conquista universal. Durante esta guerra, que


durará cuatro lustros, se levantarán multitud de sectas, entregadas al gigante moscovita, que arruinarán las naciones. Los católicos se refugiarán en Iberia, aumentando su poder. Entonces el Tajo producirá un guerrero valiente como el Cid y religioso como Fernando III el Santo, quien con el estandarte de la fe reunirá un gran ejército y saldrá al encuentro del formidable gigante que vaya a conquistar la península; los Pirineos serán testigos de la mayor batalla que han visto los siglos; durará tres días. Los enemigos huirán aterrados. El héroe del Tajo mandara suspender la carnicería, para que tengan' tiempo de arrepentirse. El ejército victorioso, protegido por Dios, llegará hasta el rio Neva (de Leningrado, o San Petes burgo, antigua capital de Rusia. En todas partes triunfará la fe católica y hará la felicidad del género humano. ¡Dichosos los que conozcan esta edad de oro!».

• AMPARO CUEVAS (El Escorial) Nació el 13-3-31 en Peñascosa (Albacete), de familia muy pobre. Casada con Nicasio Barderas, tiene siete hijos. Desde hace más de veinte años vive en El Escorial (Madrid), donde trabaja de asistenta. Apenas sabe leer y escribir. Enferma del corazón se curó en Lourdes en 1977. Sin saber rezar, siempre invocaba filialmente a la Virgen y sentía compasión por el prójimo; suponía que tenía que haber un Ser Supremo, pero no practicaba los deberes religiosos.

En octubre de 1980 el Señor se le aparece clavado en la Cruz y le pide que pase la pasión, para salvar muchas almas. Finalmente acepta. Desde entonces es otra: vive una vida cristiana ejemplar y tiene numerosos fenómenos extraordinarios: éxtasis en que se le abren las llagas, sangra abundantemente y al final no le queda ni señal (esto ha sido comprobado por muchas personas, entre ellas por su director espiritual el conocido carmelita Fray Alfonso María López Sendín, nacido en 1906, cinco veces prior, superior mayor de Castilla, profesor de teología y escritor, más de 50 años de sacerdocio; ha viajado por Europa y América); tiene apariciones y locuciones del Señor, de la Virgen y de su ángel de la guarda, del demonio (cuya indignación es una importante contraprueba), bilocaciones, levitaciones, inexplicables grabaciones de cintas magnetofónicas, numerosas conversiones… y un intenso perfume a rosas, unos lo perciben, otros no, que trasmite más o menos a lo que toca. Todos los días se reza el Rosario en una pradera donde se le apareció la Virgen; acude mucha gente, especialmente los primeros sábados de mes; a ella le ha pedido el Arzobispo que no vaya. Habla con cualquiera (en TV. fue entrevistada por Iñigo el 1.IX.82) y permite la examinen, pero el director espiritual no le permite sea internada en un centro siquiátrico. No acepta dinero ni regalos. Su médico anterior, católico, ha certificado lo extraordinario de sus éxtasis; lo mismo que otro siquiatra competente que le recomendaron.

A pesar de todo es muy calumniada por quienes ni examinan los hechos. Una Comisión diocesana repetidamente la ha interrogado, y a quienes han presenciado sus sangraciones. Los mensajes del Señor y de la Virgen que trasmite, bien pueden ser auténticos


(aunque hemos de estar siempre dispuesto a acatar el juicio definitivo de la Iglesia) por su contenido, por la vida virtuosa de Amparo (misa y comunión diaria, etc.), obediente en todo a la Iglesia y á su director espiritual; por los frutos buenos que producen y por los fenómenos inexplicables que los confirman. Trascribimos en un breve resumen sus mismas palabras, cada cual juzgue.

La pleamar de pecados, dolor de Jesús y de la Virgen. «Vi a la Virgen: tiene una cara bellísima, aparenta unos 19 ó 20 años, estaba triste y le caían dos lágrimas por las mejillas, estaba de rodillas, con un manto negro, y una capucha por la cabeza, me miró muy triste». Me dijo: «Muchas almas están errantes, esperando que alguien las salve». «Mira, hija mía, como está mi Corazón, traspasado de espinas por los dolores que me causan tantos pecadores y tantas blasfemias que profieren constantemente contra mi Hijo y contra Mí. Mi Corazón sangra por todos mis hijos». «Los hombres son cada día peores». «El pecado de impureza ofende mucho al Señor». «La masonería se ha metido en la Iglesia». «¡Cuántas almas ante los ojos de los demás son justas, y ante los ojos de mi Padre están condenados!» «Me crucifican de nuevo; mi Corazón es un abismo de dolor». «Fuera de mi Iglesia no hay salvación (lo repite); que se aparten de los pastores falsos que predican doctrinas contrarias a las mías y de mis apóstoles». «Gran parte del clero, sacerdotes, obispos, cardenales, van por el camino de la perdición, y por ellos se están condenando muchas almas». «No tienen fe; viven como el rico avariento». «El sacerdote tiene que llevar el hábito como ministro de Cristo, es como Cristo en la tierra; sin el hábito cometen muchos pecados de impureza».

Infierno y Cielo. «Qué horrible es estar en el lago de las llamas, hija mía». «Estoy viendo un planeta oscuro lleno de cieno que huele mal; veo muchos seres abominables luchando unos contra otros, blasfemando; están metidos hasta la cintura; ahora huele a azufre; se oyen gemidos por todas partes; es horrible. —Sí, hija mía, mira sus rostros desencajados por los sufrimientos; no se oye nada más que lamentos; mira, no hay ni un bosque, ni un río, no hay nada más que oscuridad; tinieblas. ¿No es triste pensar que se condenan todos por su voluntad? Para eso les estoy dando constantemente avisos, porque no quiero que se condenen. Pero son ingratos, no quieren hacer caso. Mira, hija mía, qué distinto es este astro; estas estrellas que están separadas de la tierra, son las moradas en las que está la vida eterna. Mira que separación hay tan inmensa


de la tierra; mira que lagos tan inmensos de colores; mira que almas más puras; mira que prados más llenos de bellas flores; mira que árboles de bellos frutos como jamás has visto en ninguna parte de la tierra. Yo creo que vale la pena sufrir para gozar aquí toda la eternidad, hija mía. Mira, hija mía, ¿ves esos puntos luminosos qué pequeños son?, parecen una luz de bombilla, pues son astros sobre los que hay una vida eterna. Esa es la tierra prometida. Nunca el hombre podrá descubrir la grandeza de este tesoro rodeado de tanto misterio».

Oración y penitencia. Es lo que más se repite: «Rezad mucho y haced mucha penitencia para que todos os salvéis. Cuanto más sufráis y más sacrificios hagáis más os amo, porque* así me ayudáis a sufrir y a pedir por tantos pecadores que tanto lo necesitan». «Muchas almas están condenadas porque no ha habido nadie que haya rezado por ellas». «A ver si por lo menos podemos salvar una tercera parte de la humanidad». «Que enmienden sus vidas; que vistan con pudor, sus cuerpos». La exhortación a rezar el Rosario es continua: «Es mi plegaria favorita» (esto lo dijo en enero del 82, y el Papa lo repitió en mayo en Fátima). «Con él se puede salvar toda la humanidad y evitar una gran guerra»; «con cada uno se salvan muchas almas». «Meditar un tatito después de cada misterio»; «es conveniente recéis los quince». La Virgen promete «a todo el que rece el Rosario diariamente y comulgue los primeros sábados de mes, asistirle en la hora de la muerte». «Todos los días estaré presente para bendecir a los que vengan a rezar el Rosario». «Que se reconcilien con Dios todos los días» (acto de contrición). «Que han de confesar sus pecados antes de recibir mi Cuerpo, que dejen de cometer sacrilegios». «Que se confiesen y comulguen todos los primeros sábados». «Es muy importante comulgar los primeros viernes de mes con mucha devoción, en honor del Corazón de mi Hijo». «Hay que ser constantes en recibir la Eucaristía». «Me agradaría me recibiesen de rodillas, y no toquen mi Cuerpo manos no consagradas». «Hay que visitar mucho al Santísimo Sacramento». «Estoy día y noche en el Sagrario por todos, los espero, Yo les puedo hacer recobrar la fuerza del cuerpo y la salud del alma». Piden con insistencia oraciones por el Papa, por los sacerdotes, por la paz de España, por el País Vasco, por el mundo y en particular por la conversión de Rusia, que «es el azote dé toda la humanidad»; «se convertiría si los obispos emprendiesen una verdadera reforma del clero». Ha dicho también: «Yo soy la Virgen de los Dolores. Deseo en este lugar una capilla que se llame de Nuestra Señora de los Dolores, para que vengan de todo el mundo a compartir conmigo los dolores que estoy Constantemente padeciendo por toda la humanidad, y a meditar la Pasión de mi Hijo». «Que se reúnan todos aquéllos que quieren ser apóstoles de los últimos tiempos, que vengan a predicar para la salvación del mundo».


Humildad, obediencia y apostolado. «La soberbia conduce a todos los pecados del mundo». «Hay que ser humilde, contesta con humildad a cualquier humillación; con la humildad se consigue todo; sé humilde y ora mucho para no caer en la tentación». «Pide consejo a tu padre espiritual, mi Hijo le iluminará para dirigirte». Exhortan a cumplir los mandamientos y a hacer apostolado, aunque «tendrán impedimentos por los mismos que se llaman hijos de Dios, y serán perseguidos».

El próximo castigo. En la línea de Fátima, se va concretando: «Los pecados de los consagrados claman al cielo y atraen la venganza». «Va a venir un gran castigo a toda la humanidad como jamás se ha visto, y antes que en ningún sitio será en España». (Desde julio del 81 la Virgen avisa que está cerca). «Si no me escuchan habrá muchas muertes, y la Iglesia irá decayendo y no habrá trabajo y habrá mucha miseria, sobre todo en España, donde habrá otra guerra y la Iglesia se destruirá». «El Papa será martirizado». «San Pedro y San Pablo intervendrán para elegir un nuevo Papa» (esto se dice en numerosas profecías antiguas). «Estáis al borde de los últimos tiempos». «El juicio de las naciones está muy cerca» (o castigo de las naciones cfr. Joel 4; Zac. 14, 3s; Is. 13-21; 24; Ez. 28, 26, etc., Dan. 11, 40 ss; en los últimos tiempos, el día de Yahvé, ver antes pág. 5). «El día del Creador (= día de Yahvé) está próximo» (mensaje de marzo del 82). «Los mil años de la bestia se han cumplido» (bestia = los gobernantes perversos que reciben el poder de Satanás, Ap. 13, 2, el cual está encadenado mil años, y luego «sale…» ver antes pág. 8). «Dios Padre va a enviar dos castigos muy grandes. Uno en forma de guerras, revoluciones». (En esta primera fase del castigo) «habrá enfermedades», «mandará muchos castigos» (sequía, hambre, etc.). «Dios permitirá a Satanás sembrar la división entre los. gobernantes, las sociedades, las familias». —«El otro castigo del cielo: En varias naciones grandes terremotos»; «vendrá sobre la tierra una oscuridad intensa que durará tres días, nada será visible, el aire será nocivo, durante esos días de tinieblas sólo alumbrarán las velas benditas; los fieles deberán permanecer en sus casas rezando el Rosario y pidiendo a Dios misericordia». «Nadie escapará al castigo»; «que consistirá en que los astros chocarán contra la tierra»;, «caerán nubes del cielo que abrasarán la tierra»; «se oirán grandes ruidos; las casas y muchos cuerpos volarán por los aires, y la piel se desprenderá de ellos; y aún muchos no creerán». «Ordenaré a mis ángeles que todos mis enemigos sean muertos; durante esa oscuridad universal, en un momento todos los perseguidores de la Iglesia y todos los hombres dados al pecado, perecerán, salvo algunos que se conviertan». «El castigo destruirá dos terceras partes de la humanidad»; «la tierra quedará como un desierto». «A los que están con Dios y con la Virgen no les afectará nada». (Este castigo del cielo será, según lo de San Juan Bosco, antes de mayo con dos plenilunios ¿2007?).


El aviso y milagro. «Antes del castigo habrá un aviso en el cielo»; «todos lo verán»; «el astro Eros iluminará la tierra, parecerá que el mundo está en llamas, durará veinte minutos, muchos morirán de la impresión, pero los que crean en Dios y en la Virgen quedarán mientras tomo en éxtasis». Después del aviso y antes del castigo (será del último) Amparo dice también que habrá un milagro, que parece será el de Garabandal.

Reino universal de Cristo. «Voy a arrancar de cuajo toda la mala yerba y preparar un renacimiento esplendoroso para el tiempo de mi misericordia». «Entonces será la paz y la reconciliación entre Dios y los hombres. Yo seré servido, adorado y glorificado; la caridad brillará por todas partes; los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Iglesia; el Evangelio será predicado por todas partes y los hombres vivirán en el temor de Dios. Mi santa Iglesia será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa imitadora de las virtudes de Jesucristo».

Sobre los mensajes. Jesús y la Virgen se quejan repetidamente que no son escuchados. «La humanidad no quiere escuchar las palabras de mi Santísima Madre, Ella se ha manifestado en muchos lugares de España, pero no creen en Ella». «A muchas almas como a ti, les revelo mi agonía, mi amor; también les revelo la profecía del desastre que el mundo traerá sobre sí, y también les revelo el amor de mi Corazón; pero cierran sus oídos, no quieren escuchar. Como a ti, a muchas almas les revelo todo esto, he dado mensajes para el mundo, para que les dé tiempo de arrepentirse, pero se hacen los sordos». Estos mensajes no son del demonio, pues: «El enemigo jamás dirá que se hagan buenas obras; Satanás destruye, no construye». «Dad los mensajes de vuestra Madre Misericordiosa por todo el mundo; daros cuenta que hay muchas almas que no nos conocen».

Sobre los videntes. «Hablo por medio de mis almas humildes, escogidas; por eso rechazan mis mensajes, porque no quieren admitir que Yo, siendo Rey de Cielos y tierra, pueda escoger un alma tan humilde y tan poca cosa, pero Yo lo hago para que no piensen es falso, para


que vean que esas almas no valen para confundir a los poderosos, por eso escojo a las almas más pequeñas de la tierra. Que se den cuenta que siempre mi Santísima Madre da los mensajes a las almas más incultas y más humildes». «Piensa que mi Hijo escogió por Madre la mujer más humilde de la tierra». «Te he escogido porque eres muy miserable, para que vean una vez más que no busco la grandeza ni la apariencia de santidad, que busco las almas más pequeñas y más insignificantes para todos. Y a ti te digo, hija mía, que te des cuenta que, porque no eres del diablo, el diablo te persigue». NOTA: Dios revela a los sencillos lo que esconde a los sabios y expertos (Mt. 11, 25). Así le agradó anunciar el nacimiento de su Hijo, primero a unos pastores; y su resurrección primero a unas mujeres, para que ellas lo trasmitiesen a los discípulos. Eso explica que otros mensajes a su Iglesia (importantes llamadas de atención, aunque no sean revelación pública ni añadan nada substancial al Evangelio) se hayan comunicado a monjas sencillas (v. gr.: la Medalla Milagrosa y otros a Santa Catalina Labouré; sobre el Corazón de Jesús a Santa Margarita María; a la beata Droste —la consagración del mundo al Sagrado Corazón—, Sor Faustina Kowalska, Sor Josefa Menéndez…); a pastorcitas (La Salette, Lourdes, Fátima, Garabandal…); a pobres enfermas (Alexandrina da Costa: la consagración del mundo al Corazón de María; Teresa Musco, Santa Gema Galgani); etc. Mensajes privados aceptados, refrendados y ejecutados posteriormente por los Papas. Queda ya contestada la pregunta: ¿Por qué no se dirige Dios directamente al Papa o a los Obispos? Simplemente porque le agrada hacerlo por medio de personas sencillas. Quia voluit! Es notable la coincidencia de los mensajes de El Escorial con los de La Salette, Fátima, Garabandal… lo que indica que proceden de la misma fuente, ya que Amparo no sólo está muy lejos de ser una impostora, sino que desconoce totalmente, ni le ha sido posible leer libros de otras apariciones. Le leyeron el mensaje de La Salette, y espontánea exclamó: «me han copiado», pues frases de La Salette a ella se las han repetido palabra por palabra: v. gr. «Algunos sacerdotes por su mala vida, por sus irreverencias, por su amor al dinero, a los honores, a los placeres carecen de pureza». «Los pecados de las almas consagradas claman al cielo y atraen la venganza; y he aquí que la venganza está a las puertas, pues no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón por el pueblo; ya no hay almas generosas ni casi nadie digno de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno por el mundo. Dios va a castigar al mundo de una manera sin precedentes. Dios va a lanzar su castigo y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos». Los pastores (Amparo al contrario de Melania limita siempre: algunos) «se han convertido en esas estrellas errantes que el viejo Dragón (en La Salette se dice Serpiente) arrastrará con su cola para destruirlas». «En un momento todos los perseguidores de la Iglesia y todos los hombres esclavos del pecado perecerán,[5] la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz y la reconciliación entre Dios y los hombres. Jesucristo será servido, adorado y glorificado. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes». ¿No es esto una indicación clara de la Santísima Virgen que ahora es el tiempo de las profecías de La Salette, además de ser una confirmación de ambas? El 20 de enero de 1982, Juan Pablo II, en una audiencia privada en que le presentaron algunos trabajos sobre La Salette, lo dijo también: «Estamos en el corazón de las profecías».


El esperado gran Papa Hemos visto que se habla del gran Papa en las apariciones de la Salette y de Ezquioga, y también S, Francisco de Paula, el Bto. Nicolás Factor, S. Juan Bosco (el «gran Ministro»). Es anunciado como «gran Papa» y «Pastor Angélico» (distinto del «Pastor Angélico» de la profecía de S. Malaquías, lema atribuido a Pío XII) durante toda la Edad Media, con nostalgia y esperanza de tiempos mejores, sobre todo cuando el estado de la Iglesia dejaba más que desear. Es preanunciado ya en el siglo XII por Santa Hildegarda, la cual añade, en la profecía que vimos, que la Santa Sede estará vacante durante 18 meses, pero cuando sea vencido el hijo de perdición (probablemente un antipapa), vendrá el Papa del gran esplendor de la Iglesia. San Celestino V (1251-96, ermitaño, el único Papa que ha abdicado) agrega —profecía atribuida a S. Cirilo—, que antes de la renovación de la Iglesia, permitiendo Dios que la Santa Sede esté vacante (será por largo tiempo), el emperador de Alemania querrá poner un antipapa, invadirá Roma con un gran ejército y martirizará a muchos sacerdotes y religiosos, entonces será elegido Papa un ermitaño que establecerá la paz. Santa Brígida repite que la Santa Sede estará vacante año y medio, y el Papa tendrá que huir de Roma para no caer en la esclavitud. Sobre la huida de Roma del Papa (el anterior al gran Papa) y la Santa Sede vacante; también Juan de Vatiguerro (cisterciense del siglo XIII, copilador de profecías; ésta fue atribuida a S. Cesáreo y publicada en el Liber mirábilis, 1524) dice que cuando París sea destruido el Papa cambiará de residencia y la Iglesia estará sin defensa durante 25 meses porque no habrá Papa en Roma ni gobernante en Francia. San Pío X, en una audiencia de 1909 al Capítulo General de los Franciscanos tuvo de pronto su conocida visión, cuando exclamó: «Es terrible, el Papa tendrá que abandonar Roma, y pasar sobre los cadáveres de sus sacerdotes al salir del Vaticano». Otra versión añade: «Tendrá que ocultarse en algún sitio disfrazado, y después de un corto retiro sufrirá una muerte cruel». Juan de Roquetaillade (franciscano, f 1362) había predicho igualmente: «El Papa tendrá que huir de su Sede con sus Cardenales; gozará de cierto descanso donde nadie le reconocerá; esta aflicción sobrepasará a todo lo que ha soportado la Iglesia anteriormente». Bto. Bernardino de Bustis, franciscano, en su Rosario de sermones (1495) dejó escrito (sermón 11) que estará la Santa Sede vacante cerca de año y medio; habrá varios antipapas, uno llamado Jeroboam, nombrado por un poderoso rey del cristianismo, al que seguirán al principio cinco sextas partes de los creyentes; la Iglesia sufrirá grandes tribulaciones y serán perseguidos los que sigan al verdadero Papa, llamado Roboam (nombres simbólicos), el Papa angélico. Un rey verdaderamente cristiano después de muchos trabajos vencerá con ayuda de la Virgen a aquel rey, y el falso Papa acabará malamente. El Papa coronará emperador a este rey, juntos reformarán la Iglesia. En tiempo de este rey emperador nacerá el Anticristo. San Juan Bosco y la venerable Isabel Canori hablan también del cambio de la Sede del Papa. La venerable Ana Catalina Emmerich tiene extensas visiones discontinuas sobre el futuro (Vie por K. E. Schmoeger, 4.ª ed. francesa, t. III; cfr. IGLESIA MUNDO, I,


1976): «Veo que apenas quedan sacerdotes que no hayan sido seducidos» (pág. 123). «Vi casi todos los obispos del mundo, pero solamente un pequeño número sano» (pág. 136). «Me fue mostrado que no hay ya casi cristianos en el antiguo significado de la palabra» (pág. 125). «Como la Iglesia estaba ya en gran parte demolida, vi a los demoledores entrar en ella con la Bestia» (pág. 113). «Veo al Santo Padre en una gran angustia, habita un palacio distinto al anterior; temo que antes de morir tenga todavía mucho que sufrir; no puede fiarse más que de pocas personas» (páginas 115-17). «Le dije que no debía dejar Roma, que si lo hacía caería todo en la confusión…» —y algo no fácil de entender—: el Papa le ofrece fresas con azúcar «lo que indica que está todavía apegado a la tierra por muchas consideraciones» (págs. 122-7). ¿Se refiere todo a un mismo Papa? «Vi un nuevo Papa muy firme» (pág. 161). «Alejará de sí a los obispos tibios y fríos. Es joven, no romano, pero sí italiano, de no lejos de Roma, de una piadosa familia de príncipes. Durante cierto tiempo tendrá todavía muchas luchas» (pág. 188). «Vi la Iglesia restaurada con más magnificencia que nunca» (págs. 114-5). En cambio Suzanne Jacquemin, que estudia en un libro las profecías sobre el gran Papa, afirma que en su conjunto concuerdan que no será italiano. (Melania de la Salette dice que no será romano), y en su mayoría señalan será francés (Nostradamus, «Carta a Enrique II», concreta que será oriundo, o elegido, en Lyón). Cuestión secundaria y no muy clara. Como algunos (Bartolomé de Saluzzo, Rodolfo Gekner —siglo XVII— y otros) aseguran será franciscano. María Julia Jahenny (1850-1941, estigmatizada, sufre mucho, campesina de La Fraudáis, Bretaña; apenas sabía leer, se lo tomaron todo por escrito) repite que el Papa irá al exilio (visión del 10-1-82), que sufrirá mucho (29-IX-79). Sufrirá por dos veces el arresto de Archel de la Torre (perseguidor de Nápoles), estará la Santa Sede vacante largos meses (16-V-82). Una asamblea cismática de sacerdotes enviará al gobernador del cual depende el Papa un escrito para que el Papa deje mayor libertad; si quiere reformarlos, se niegan; y aún pedirán algo que hará estremecerse a la gente; se quiere que cada cual sea libre, sin vigilancia (7-XI-82). «El Papa presente no verá el triunfo de la Iglesia; el que le suceda (¿el gran Papa?) pasará tres años en las más crueles y tristes cadenas. La horrible guerra de Italia será larga» (20-1V-82). «Francia tendrá que luchar mucho para liberarlo» (l-X-75). Parece que, como Sor Natividad, profetiza el martirio del Papa (aunque algunos lo refieren al último Papa). En el siglo XII el Bto. Amadio, italiano: «Dios lo elegirá según su Corazón, elección milagrosa que llenará de admiración. Tendrá enemigos, pero Dios los abatirá. Todas las naciones infieles se convertirán y le obedecerán. Se hará un solo rebaño y un solo Pastor, Reformará las costumbres…». El Bto. Amadeo I de la Tour (obispo de Sión de 1163 a 1168) según le reveló el arcángel S. Gabriel: «Elegido por Dios, purificará y reformará la Iglesia; todos le admirarán. Con la reforma vendrá la paz universal, todo el mundo aceptará la fe verdadera y vivirá en el temor de Dios…». Benedicto XII (Papa de 1334 a 1342) profetizó que establecerá la unidad religiosa, reformará las costumbres, devolverá el trono de Francia al legítimo soberano, una felicidad incomparable reinará en el mundo. Vimos que la Bta. Catalina de Racconigi, siglo XVI, llamaba al gran Papa San


Gregorio (= Vigilante); también le llama Gregorio XVII el Monje de Padua, y dice: «El enemigo será confundido y dispersado rápidamente por una intervención milagrosa; entonces vendrá la verdadera resurrección de Francia y de la Iglesia presidida por el Pastor angélico». El Venerable Holzhauser, siglo XVII, anuncia que bajo el gran Papa, ayudado por el gran Monarca, tendrá lugar el mayor Concilio de la historia, que aclarará toda la Escritura, y acabará con todas las herejías, y será aceptado por todos. La Bta. de Racconigi antes del Concilio Tridentino, en 1533, dijo, según su historiador, que no habría un Concilio completo y perfecto hasta el Papa santo esperado, que convertirá a los infieles. Sor Natividad puntualiza de este Concilio que restablecerá la antigua disciplina. Ignacio Tomás Martín (de Gallardón, cerca de Chatres, Francia, padre de familia religiosa, campesino, tuvo apariciones del arcángel San Rafael, aprobados por el obispo de Versalles; fue envenenado en 1934) y otras profecías repiten la celebración del futuro Concilio.

El esperado gran Monarca En la noche de Navidad del 496, por influjo de su mujer Santa Clotilde, borgoñona, y en acción de gracias por las victorias conseguidas, Clodoveo, rey de los franceses, se bautizó con 3.000 de sus guerreros en Reims, por S. Remigio. Fue el primer reino cristiano, por eso Francia es llamada la hija primogénita de la Iglesia. (Recaredo, rey de los visigodos, hermano de S. Hermenegildo mártir, abjuró de! arrianismo, por influjo de S. Leandro, arzobispo de Sevilla, en el III Concilio de Toledo, 589). Dos sabios arzobispos historiadores nos relatan la historia: Hicmaro (806-882), arzobispo de Reims, en su «Vida de S. Remigio» (PL 125) dice que una gran luz le iluminó y se oyó la voz de Dios «La paz sea con vosotros. Soy Yo, no temáis, permaneced en mi amor». Y faltando el crisma en el momento de la consagración del rey, apareció una paloma blanca con una ampolla de óleo santo en su pico. (Todos los reyes de Francia fueron consagrados con éste, hasta que fue rota en 1793, pero una parte del óleo se conserva.) Entonces S. Remigio profetizó a Clodoveo: «El reino de Francia será predestinado por Dios para la defensa de la Iglesia. Será victorioso y próspero mientras sea fiel a la fe católica, y cuando no, será duramente castigado. Un día será grande entre todos los reinos, abrazará todo el imperio romano (extinguido el 476), someterá todos los pueblos, durará hasta el fin de los tiempos». El Bto. Rabán Mauro (780-856), arzobispo de Maguncia, cuenta así la anterior profecía: «Hacia el fin de los tiempos un descendiente de los reyes de Francia reinará sobre todo el antiguo imperio romano, será el más grande y el último de los reyes de Francia». Muraise, según» refiere en su libro, ha catalogado desde entonces al menos 76 profecías con signos de credibilidad (44 francesas, 16 italianas, 7 alemanas, 4 españolas, 3 portuguesas y 2 inglesas) que anuncian el futuro gran Monarca francés y van añadiendo datos. Ya vimos antes las de Benedicto XII y Sta. Brígida (siglo XV), S. Francisco de Paula y Bto. de Bustis (siglo XV), Bto. Factor(siglo XVI), venerable Holzhauser (siglo XVII), Bta. Taigi y Melania de la Salette (siglo XIX), Juana Luisa Ramonet de Kérizinen (siglo XX); he aquí algunas otras:


S. Cesáreo de Arlés (470-543) [6] describe la historia de Francia desde, el siglo vi, pero continúa la posterior a su publicación «Un capitán ilustre (Napoleón) surge del seno del Mediterráneo recoge los restos del cetro, vuela como el águila y sube con demasiado orgullo, coge al Santo entre sus garras agudas, pero en vano; encadenado rompe sus hierros una vez, mas la fortuna contraria le sujeta en medio de las aguas hasta su muerte». Hay una breve restauración y un rey ladrón que comienza la conquista de Argelia (Napoleón III). Más adelante, lo que nos interesa: «El hierro y el fuego oprimen a la Babilonia de las Galias (París) que cae en un gran incendio, ahogada en sangre; después la segunda ciudad del reino (Marsella) y otra son también destruidas. Finalmente brilla el resplandor de la misericordia divina, pues la justicia suprema ha golpeado a todos los impíos. Llega el noble exiliado, el dado por Dios, asciende al trono de sus antepasados, del cual la malicia de hombres depravados le había arrojado; recobra la corona de lis refloreciente; con su valor invencible destruye a todos los hijos de Bruto (los revolucionarios; Bruto fue el asesino de César); después de establecer su trono en la ciudad pontifical (Aviñón). Volverá a levantar la tiara real sobre la cabeza de un santo Pontífice que ha estado lleno de amargura por las tribulaciones, quien obligará al clero a vivir según la disciplina de los tiempos apostólicos. Ambos unidos harán triunfar la reforma del mundo; dulce paz, cuyos frutos durarán hasta el fin de los siglos». Es también muy famosa la profecía de un monje de Premol (Cartuja de Francia, cerca de Grenoble) que abarca, con lenguaje simbólico, desde el siglo v. Publicada a finales del siglo XVII, continúa prediciendo la reaparición del lis (Borbones) después de la caída del águila sobre la roca (Napoleón en Sta. Elena); ve la desolación en Jerusalén (Roma), el Patriarca (Papa) huyendo «hacia el mar donde se pone el sol»; la peste, guerras por todas partes, indica la destrucción de París. Los hijos de Sión (católicos): unos fieles al Pontífice fugitivo, otros disponen del gobierno de Sión (la Iglesia). Dios sacará al mundo del caos y empezará un nuevo mundo. Un hombre resplandeciente como un ángel asciende sobre las ruinas de Sión (el gran Papa), todos se convierten a su voz. Viene un joven extraordinario de Oriente (el gran Monarca), sobre un león, con una espada llameante, y el galio cantaba ante él; el león puso el pie sobre la cabeza del Dragón (Satanás), dio la mano al Pontífice y llamaron a todos los pueblos. Otra semejante es la de un monje de Orval, publicada en 1829, pero ya conocida antes de la revolución francesa. Se extiende desde Napoleón hasta el Anticristo. Dice al gran Monarca: «Ven joven príncipe, deja la isla de cautividad (¿Irlanda?, nacido en Blois, según Juan de Vatigueno, y huido a lejanos países hacía muchos años, añade sor Juana Le Royer), une el león a la flor blanca (lis) … Será un retoño de la Cape (Capeto)». Numerosos videntes anuncian que el gran Monarca aparecerá en mitad de la crisis, en concreto: después de la destrucción de París (Sto. Cura de Ars), «por el emperador de Alemania después de dos enormes batallas» (añade el canónigo de Brand, que conocía mucho a Melania de La Salette). Según éste, en octubre del mismo año será consagrado rey en Reims y diez días después emperador en Aix —la— Chapelle (Aachen, Aquisgrán, capital de Carlomagno); y se llamará Enrique V. Nombre que le dan también otros, como María Julia Jahenny, Nostradamus, etc. Lo más repetido es que será descendiente de S. Luis IX, rey de Francia de 1242 a 1270 (de la dinastía de los Capetos), o de la flor de lis (= lirio, emblema de la casa real francesa). «El verdadero descendiente de S. Luis», vimos, puntualiza la Bta. Taigi[7].


Especialmente interesante es que el gran Monarca será nombrado por el gran Papa, como hemos visto en la Bta. Taigi, y éste puede ser el significado de otros muchos que lo describen como enviado o dado por Dios, como la frase de Souffrand: «traído por el santo Pontífice». ¿Tal vez se pudiera servir del secreto de Maximino de la Salette y de otras informaciones guardadas en los archivos vaticanos? [8].

Precisiones cronológicas A título informativo reproducimos algunos de los indicios que se dan. Sin embargo antes había también muchos indicios de la proximidad y fecha de los acontecimientos que se avecinan, y no sucedieron, por lo cual hay que ser cautos en aceptar fechas concretas, como el mes de mayo con dos plenilunios (no 1988), conversión de los judíos, fin de los tiempos (a la muerte de Juan Pablo II), y del mundo, etc.

LOS 6.000 AÑO DEL MUNDO: Conforme una antigua tradición judía, recogida en el Talmud, y también mantenida por la primitiva Iglesia (.Epístola de San Bernabé; S. Ireneo, Adv. Haere 5,28; Orígenes, Contra Celsum 1,2; Lactancio, 1,7, c. 14; S. Jerónimo, PL. 22, 1172; S. Agustín, De civ. Dei, 20,7; etc. cfr. Cornelio a Lapide, Comment. in Apoc. 20,5) el mundo durará 2.000 años hasta Abraham, 2.000 y desde Abraham hasta Cristo, y 2.000 desde Cristo hasta su destrucción. Es la interpretación de la Biblia (Gén. 1; Ex. 20, 11) de que Dios hizo el mundo en 6 días, y según el salmo 89,4: «Mil años son ante tus ojos como un día» (lo cual S. Pedro repite en II, 3, 8). Los primeros 2.000 años, simbólicos sin duda, pero si, según la Biblia, sumamos los años que vivió cada patriarca hasta tener un sucesor (Gén 5,3- 32 + 11,10-26) nos dan, hasta el nacimiento de Abraham, 1941 años (exactamente 2.000 años lunares). Los otros 2.000 años lunares hasta la muerte de Cristo el año 30, reduciéndolos igualmente a 1941 solares nos dan el año 1911 a.C. para el nacimiento de Abraham, y como Abraham tenía 75 años cuando fue a Canam (Gén. 12,4, sería el 1836 a.C.: exactamente la época que fijan los historiadores (aproximadamente ponen el 1850, pues para el año preciso no hay datos). Los 2.000 años a partir del 30, nos llevan al 2031 para el final de la era cristiana, fecha coincidente con otro cálculo, como veremos en seguida. «LA GRAN PIRAMIDE»: Esta pirámide, la primera de las siete maravillas del mundo, obra del faraón Keops (2.600 a.C., la tercera, pero la mayor, de las muchas pirámides construidas en Egipto), dicen muchos investigadores que refleja en la estructura de sus corredores interiores los 6000 años desde el 4.000 antes de Cristo[9]. Son hipótesis no sin fundamento, pero cuya explicación completa sería demasiado larga para este lugar. El comienzo de una gran galería ascendente hacia el centro de la pirámide se identifica con el año 30 (año de la muerte de Cristo); tiene 1884 pulgadas, o años, que desde el 30 nos dan el 1914, principio de un angosto pasadizo (y de la guerra europea). A partir de aquí dan a las pulgadas el valor de meses: El pasadizo termina el año


1918 (fin de la güera). Sigue una antecámara en cuyo final, año 1928 (comienzo de la crisis económica mundial), empieza un segundo pasadizo angosto, que desemboca el año 1936 (guerra de España, preparación de la guerra mundial) en un extremo de la gran cámara del centro de la pirámide, llamada real o del juicio (pudiera ser del fin de los tiempos). Continuando todo a lo ancho de ella, da en la mitad el año 1945 (final de la guerra mundial) y al fondo el año 1953; luego todo a lo largo se llega al año 1988 (interpretación a la que no se ve qué sentido puede tener). Una explicación diversa pudiera ser a partir del centro de la antecámara, en el que ponen, según otro cálculo, el fin del año 2000. Desde allí hay 58 pulgadas, o años, hasta el segundo pasadizo angosto, que sería el principio del reinado del Anticristo, el cual acabaría en el centro de la cámara del juicio, a las 204 pulgadas, o semanas, tres años largos. NOSTRADAMUS[10]: Le citamos igualmente no por el valor absoluto de sus profecías, aún demasiado enigmáticas, sobre nuestro futuro, sino por su coincidencia general con las otras, según las interpretaciones de sus numerosísimos analistas: El comunismo se extenderá por Europa y la cuenca del Mediterráneo, la Iglesia será perseguida con saña, el Papa tendrá que huir de Roma y morirá a causa de estas tribulaciones. Cuando sea elegido su sucesor, todas las naciones se rebelarán con éxito contra la tiranía marxista. Peste, hambre, castigos mayores que los sufridos en toda la era cristiana. Se levantará un hombre que hará triunfar la paz. Satanás será encadenado. Etc. Son muy famosas las recientes interpretaciones de Fontbrune (dos gruesos volúmenes y otro sobre Malaquías). Pone para 1999 la invasión amarilla, una gran hecatombe. El año 2006 comenzará la gran edad de oro que durará hasta el año 3000. Juan Pablo II moriría en 1987 o antes… Pero es tal la oscuridad de Nostradamus por el desorden y simbolismo de las cuartetas, que todas las interpretaciones son muy inseguras y con errores. LA PROFECIA DE LOS PAPAS[11]. Enuncia 112 lemas correspondientes a otros tantos Papas hasta el fin del mundo. La finalidad pretendida por Dios al inspirar esta profecía no se ve pueda ser otra que dar una señal de la proximidad del fin del mundo. Y sólo quedan dos Papas: 111, De gloria olivae (de la gloria del olivo, símbolo de paz y del poder judío) y 112, Pedro Romano. Esto nos da una clave importantísima, el próximo Papa ha de ser el gran Papa. Pero hay más. Se ha observado que el lema 73 es Axis in medietate signi (Eje en la mitad del signo, Sixto V, 1585-90). Si se entiende como signo esta profecía (pues eso es cada lema) desde el principio de ella, 1143, hasta la mitad del pontificado de Sixto V, 1587, hay 444 años, luego hasta el final del signo, hasta Pedro Romano (que ya no es lema), habrá otros 444 años, es decir, moriría «De gloria olivae» el 2031 (1587 + 444). ¡El año final de los 2000 años de la era cristiana que vimos! Concuerda que quedaría un Papa y 31 años para el final del mundo. S. ANSELMO: Obispo de Sunium, Grecia, siglo XIII, (Vaticinio, illustrium virorum, Venecia, 1605): «¡Ay de ti, villa de las siete colinas (Roma) cuando la letra K sea aclamada dentro de tus murallas! (Karol, nombre de Juan Pablo II). Entonces tu caída estará próxima, tus gobernantes serán destruidos. Has irritado al Altísimo con tus crímenes y blasfemias, perecerás en la derrota y la sangre». OTRAS INDICACIONES (aparte de la proximidad del castigo tan repetido por los videntes, y del triunfo, como Pío XII: «el verano está cerca»).


Jesús dice a Sor Natividad de Bretaña, que el juicio universal sería el siglo XXI. A la venerable Isabel Canori le anuncia el Señor que la transformación del mundo será después de 1921 y antes del 2021. El secreto de Fátima podía darse a conocer ya en 1960, sin duda por aproximarse los acontecimientos. En la Salette la Virgen, después de decir: <<Dios va a castigar al mundo sin precedentes… permitirá al diablo poner divisiones..,»: «abandonará a los hombres a sí mismo y enviará castigos que se sucederán durante más de 35 años». En carta de 1870 decía Melania que no pasaría un siglo antes que empezasen a suceder estas cosas. Y en otra carta de 1894 (¿qué valor tienen estas cartas?) dice que antes del castigo habrá dos veces una paz precaria y dos Papas flojos e indecisos («vermoulus, plats, douteux»). Garabandal determina el fin de los tiempos al acabar el pontificado de Juan Pablo II, y el castigo cuando los que eran niños en 1962, sean ya mayores. Jacinta de Fátima anunció el año 72 —antes de morir el 20-11-1920—, como principio de los mayores sufrimientos del Papa. •En Porto, S. Stéfano, igualmente anunció la Virgen que el año 1972 los escándalos serían aún más graves. Teresa Musco oye de la Virgen, y leemos en su diario, 13-VIII-51: «Dios mandará un gran castigo a todo el género humano en la segunda mitad del siglo, cuando Satanás llegue a la cumbre de la Iglesia» (alusión al antipapa). Y a finales de octubre de 1952 (diario pág. 1.171): «En 1972 comenzará el tiempo de Satanás y el tiempo de las grandes pruebas [12]. Los cardenales se opondrán a los cardenales, los obispos a los obispos» (alusión al cisma futuro).. También a finales de octubre de 1975 (diario, pág. 2452) se le anuncia «una gran guerra que comenzará en Vietnam y se extenderá a Europa y a Italia». Y antes de la guerra árabe israelí, del 6 al 22-X-1973: «Está para empezar una nueva guerra donde nació el Salvador y no se parará. Parecerá que hacen la paz, pero no es cierto, porque de allí nacerá la gran guerra; de allí viene el gran castigo del cielo y de la tierra» (ella lo escribió el 13-X-1973). Parece se trata de dos guerras sucesivas. En febrero de 1976, año de su muerte, le confía la Virgen: «Verás una gran revolución en mí casa, en Roma; los comunistas en el poder. Entonces habrá derramamiento de sangre inocente.» «En el Vaticano ya están en el poder los comunistas; esperan la hora y el tiempo justo» (¿los empleados?) (diario, págs. 2578, 2581). • A María Julia Jahenny le dice el Señor: «Yo permitiré que vean la luz del día estos escritos. Diez años, y comenzaré a contar mis elegidos para prepararles un lugar en el cielo. Cinco años después de estos diez apareceré en el cielo con mi Santísima Madre, haré oír una palabra clara, mi poderosa voz: anunciaré a los corazones su liberación.» Y sus escritos fueron encontrados casualmente en 1972; pero en 1987 no se apareció el Señor. Da otras muchas fechas a partir de 1980, que no se han cumplido (tal vez en las notas que tomaron de sus palabras introdujeron estas fechas equivocadas). Añade: En Francia habrá tres crisis: 1.ª) una revolución, mandando los extranjeros (¿comunistas?); 2.ª) una invasión extranjera (¿rusa?) pero no en Bretaña; sólo escapará quien encuentre un lugar oscuro: los que detenten el poder, reunidos en Alsacia y Lorena, pondrán en el trono a un descendiente de Luis Felipe Orleáns, pero Dios no quiere esa dinastía (9-V- 1892); 3.ª) el rey, Enrique V, elegido por Dios (designado por el Papa, según la Beata Taigi), aunque muchos no le quieran, vendrá de su exilio, del Este, en mitad de la tormenta, estando Francia partida en dos, y vencerá fácilmente. Cinco meses después que se restablezca la paz en Francia, comenzará la


persecución en Roma. En Nápoles durará diecinueve meses (ló-V-1882); en Roma, cinco meses terribles (4-V-1882). Pero durará tres años la guerra en Italia, con dos dictadores sucesivos. Luego el rey francés salvará a este Papa (29-IX-1878), ayudado por D. Carlos ¿el guerrero del Tajo? (cfr. M. Servant, pág. 546).

En resumen: Desde el Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento, están profetizadas la conversión definitiva —con la intervención de Elías— y admirable prosperidad del pueblo judío, al fin de los tiempos, precedidas del retorno a Palestina y reconquista de Jerusalén, de la apostasía general, de guerras, de terremotos… y del «día de Yahvé», época de castigo y purificación, con la que también se convertirán todas las naciones. Para muchos comentaristas, son indudables las señales, ya vistas, que indican su proximidad, y ponen el fin del mundo en el siglo XXI (2031 ó 2062, hipotéticamente, por lo expuesto). Quedan dos Papas después de Juan Pablo II: «De la gloria del olivo» (el gran Pontífice esperado por numerosos videntes y santos) y el último: Pedro II, «Pedro Romano», elegido quizás el 2031. Que el gran castigo, o purificación, está cerca y será espantoso lo atestigua públicamente la Virgen en Fátima, en Garabandal, en Siracusa con sus lágrimas, y en otra serie de apariciones privadas. Para 2007 brillará la paz como nunca (S. Juan Bosco), siendo luego la conversión de los judíos, según hemos interpretado a Daniel y el Apocalipsis, coincidiendo con las predicaciones privadas. El Papa tendrá que huir de Roma hacia Occidente (alguno dice hacia el Norte), sufrirá el martirio (Sor Natividad de Bretaña; y otros vimos lo insinúan). Estará la Santa Sede vacante año y medio. Será la época peor para la Iglesia, con dos antipapas, uno en Roma. Elegido el próximo Papa probablemente fuera de Roma, sus primeros años tendrá que sufrir mucho; al principio sólo le seguirán una sexta parte de los fieles. Renovará totalmente la iglesia, volviendo a la antigua disciplina y apartando de sí a los obispos indignos. Entre los castigos anunciados hay hambres, pestes, terremotos, revoluciones, guerras. En concreto, la destrucción de París, Marsella, Burdeos, Lourdes, excepto la gruta; San Sebastián, quizás Nueva York. Se habla también del castigo de Madrid, Málaga, Barcelona; de una sangrienta guerra civil en Inglaterra, de una invasión rusa y árabe en Europa. Finalmente, la guerra atómica, que empezará en Palestina y acabaría hacia 2007, con los tres días de oscuridad (venerable Holzhauser, Bta. Taigi, S. Gaspar Búfalo, venerable Miryan, Sor Palma Matarelli, Ezquioga, Porto San Stéfano, María Julia Jahenny −4-1-1884—, María Mesmin, Umbe, que los pone el año 2000, etc.) y cayendo fuego del cielo —¿un cometa o asteroide?—, cuando morirán todos los impíos. (El Apocalipsis alude a las tinieblas: 8,12; 16,10; al fuego del cielo: 8,6 s; 16,8; 20,9; al exterminio de los impíos: 16,2; 19,2!; 20,9.) [13]. La mortandad, repiten muchos, será de las tres cuartas partes: 3.700 millones (Porto S. Stéfano, venerable Miryan, María Julia Jahenny —4-1-1884—; en general una gran mortandad refieren: Fátima —naciones aniquiladas—, La Salette, Santa Hildegarda, Bta. Taigi, S. Gaspar Búfalo, Teresa Musco, Umbe, Garabandal, etcétera); en la peste de


mediados del siglo XIV se calcula la misma mortandad: de 100 millones, Europa se redujo a 25. El Apocalipsis (cap. 8-16), cuando describe los castigos graduales de los últimos tiempos, dice que al toque de la sexta trompeta —la guerra, 9,15 s— morirá la tercera parte de los hombres; luego, las siete mayores plagas serán al toque de la séptima trompeta, y el final, el «gran día del Señor», «día de Yahvé» (16,14). En Turczovka determinan la mortandad en las dos terceras partes; puede referirse al período final, desde la sexta trompeta (antes habrá sido la tierra diezmada). En Ezquioga es la tercera parte los que morirán; puede ser excluyendo el momento final. Mortandad que incluirá a todos los impíos impenitentes (La Salette, Porto San Stéfano, Bta. Taigi, S. Gaspar Búfalo, S. Juan Bosco —dice se destruirán mutuamente—, María Julia Jahenny —8- IV-1880—, Madre Elena Aiello, Kerizinen, P. Pío). La Bta. Taigi dice que la elección del futuro Papa será después de los días de oscuridad (distintos, parece, de los últimos tres). También, según María Julia Jahenny (15-VI-1882), antes de los tres últimos días de oscuridad (durante los cuales dice —como el P. Pío— se ha de permanecer en casa, con todo cerrado, encendidas las velas benditas y rezando el rosario) habrá otros. María Julia Jahenny, el 15-YI-1882, vuelve a hablar de un aviso: se oscurecerá el sol, después de terribles terremotos, en los primeros meses del año. También se refiere a él la M. Elena Aiello, y en Umbe dicen que se aparecerá una Cruz luminosa en el cielo cuatro horas. ¿Coincidirá con el aviso de Garabandal? La señal de empezar los tres días de tinieblas serán unos truenos horrorosos (P. Pío —en una noche fría de invierno—, María Julia Jahenny —4-1-1884—, María des Terreaux, etc.). Antes del castigo final aparecerá una gran Cruz en el cielo, con el Señor (C. Emmerich; Kovalska; P. Martarelli; M. J. Jahenny; E. Aiello: será la señal; T. Musco: cuando Satanás cante victoria; Nostradamus II, 13, cuando la Natividad caiga en viernes —1992, 1998,…— se verá el Verbo). Podría ser lo del Evangelio: «Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre y todas las razas de la tierra se darán golpes de pecho» (Mt 24,30), lo siguiente: «Y verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria…» puede referirse a más tarde, a su segunda venida como Juez; cuando ya no haya lugar a darse golpes de pecho. Después de una época de prosperidad espiritual y temporal, en el último pontificado se irá deteriorando el fervor religioso hasta la aparición del Anticristo. (Según La Salette: hijo de una religiosa judía impúdica, que no sabrá quién es su padre —un obispo—. Santa Hildegarda añade que será tenido por santo, y como Sor Natividad de Bretaña después, dio antes el dato de ser su madre una religiosa, que no sabrá quién es su padre —con lo cual está todo dicho—.) «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿acaso encontrará fe sobre la tierra?» (Lc. 18,8). Será la gran apostasía, y el Anticristo llegará a proclamarse él mismo Dios, y hará falsos milagros con el poder de Satanás (2 Tes. 2,3 s). Su reinado durará tres años y medio (como el de Antíoco IV, figura del Anticristo; cfr. Daniel); ¿a partir del 2058? Muchos lo ponen al final de los tiempos, no al final del mundo, ¿cómo compaginarlo con lo siguiente? Cristo, al llegar de improviso en su segunda venida, matará al Anticristo con el soplo de su boca (Mt. 24,37-44; 2 Tes. 2,S); es decir, toda la tierra y cuanto contiene será purificado, abrasado por el fuego (2 Ped. 3,7.10). Pero muchos no morirán (1 Cor. 15,51: «No todos moriremos, pero todos seremos transformados»; Cristo juzgará «a los vivos y a los muertos» —Credo—); por tanto, deducen algunos que, antes de ser abrasada la tierra,


los ángeles, a todos los justos, a quienes estén en gracia, los recogerán en lo alto, según la alusión del Salmo 36,34 (texto hebreo): «Yahvé te elevará a un lugar muy alto y seguro para que poseas la tierra y veas el exterminio de los impíos.» Luego, «los que murieron resucitarán por Cristo en primer lugar; después, los que vivamos, los supervivientes, seremos arrebatados sobre las nubes junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires» (1 Tes. 4,16 s). (Supervivientes sobre las nubes, o que habíamos sido dejados sobre las nubes.) Y tendrá lugar el Juicio final, paso a «los nuevos cielos y nueva tierra» (2 Ped. 3,13; Apoc. 21,1).

Respecto de España Aparte que sufra también los castigos universales anunciados, especialmente Madrid, Barcelona, Málaga, San Sebastián, anegada —esto parece igualmente profetizado de Cádiz— (Ezquioga, Nieves Holgado), padecerá, como azote de Dios, el comunismo ruso (Lucía de Fátima, Garabandal, según vimos). Con menos seguridad y cierta confusión cronológica: que habrá una persecución sangrienta, pero corta; que un rey, pariente del gran monarca, le ayudará, habiendo tenido antes que huir de España; que, restaurada Francia, vendrá la guerra a España, atacada por Italia (M. L. Jahenny, M. F. en Garabandal hora X). ¿Será entonces la famosa batalla de los Pirineos conteniendo al comunismo ruso, repetidamente profetizada? Catalina Emmerich (Vie, K. E. Schmoger, t. II, pp. 414 s) ve muchos santos en la patria de San Francisco Javier, ocupada por soldados rojos, cuyo jefe estaba al Sur, al otro lado del mar. Había relativa tranquilidad en comparación con la patria de San Ignacio, en un estado espantoso; las tinieblas extendidas por toda la comarca, eran condenadas personas irreprochables y se destruía la fe y las buenas costumbres; pero luego los jueces injustos y sus satélites (¿ETA?) sufrirán una muerte semejante. Después ve enormes abominaciones sobre todo el país (España). Hoy, Babel está aquí, le dice su guía. Ve por todo el país una extensa cadena de sociedades secretas, con un trabajo como el de Babel. Todo va de mal en peor, se destruye todo lo que era sagrado e irrumpe la impiedad y la herejía. Amenazaba una próxima guerra civil y una crisis interior que destruiría todo[14]. El P. Segundo Llórente, S.J., en su libro Alaska, decía, no sin inspiración, en julio de 1933: «Las derechas triunfarán pese a quien pese… Al cabo de varios años de ser dueñas del campo se dormirán en sus laureles, y los que vivan en el año 1980 presenciarán otra ofensiva del mal, que parecerá, como ahora, que el infierno y todos los diablos andan sueltos por España. Las derechas volverán a la carga y triunfarán.» Dos profecías del Corazón de Jesús son especialmente consoladoras en el plano religioso. A la Madre María Rafols (1781- 1853, fundadora en Zaragoza de las Hermanas Hospitalarias de Santa Ana): «No temas, por más medios y maquinaciones que mis hijos desgraciados inventen para quitar la fe en España, no lo conseguirán, y Yo te aseguro, para tu consuelo y tranquilidad, que por amor a las almas justas, puras y castas que en España siempre habrá, Yo remaré hasta el fin de los tiempos en ella de una manera singular, y mi imagen será venerada hasta por las calles y plazas.» «Siento predilección por mi querida España, tan amada de mi Madre Santísima, y antes que perderse la fe en ella, haría que


desapareciesen los pueblos.» Añadía a María de las Nieves Holgado (19-V-1937): «Ya dije a mi sierva María Rafols que, por salvar a esta nación que me es tan querida, haré desaparecer, si es necesario, pueblos y ciudades.» Al venerable P. Bernardo de Hoyos, S.J. (17-11-1735), que pedía al Corazón de Jesús la extensión de su devoción a toda España (incluía entonces América), le prometió: «Reinaré en España con más veneración que en otras muchas partes.» El futuro esplendor de España está profetizado en Sta. Brígida, S. Vicente Ferrer, Bto. Nicolás Factor, el Monje de los Pirineos, María Luisa Jahenny… También la revista Luz Católica (Valencia) refería las declaraciones que, el 26-IV-1901, les hizo un señor de Matanzas (Cuba), repitiendo lo que había oído en 1898 al Obispo de Loja (Ecuador), desterrado en Lima y hospedado en el convento de los franciscanos, que estuvieron presentes: «Un religioso de vida muy santa, que fue mi confesor y del que se está en la actualidad corriendo expediente de beatificación, me manifestó, hace como cincuenta años, que España tendría a fines de siglo una guerra terrible y funesta con una nación poderosa, pero que en los primeros años del nuevo siglo comenzaría su regeneración y que después habrá de llegar a ser la nación más poderosa del mundo.» San Alonso Rodríguez, S.J. (1531-1617), portero en Mallorca y reconocido gran místico, escribe en su cuenta de conciencia de 1606 (la batalla de Lepanto fue en 1571, y él habla de una futura dirigida por el rey en persona): «Mas le aconteció a esta persona, donde veía la mar, vio en ella una grande armada; y sin darse acato de tal cosa ni habiéndosele ofrecido pensamiento alguno de tal cosa, a deshora que vio la armada, vio también que en ella iba Jesús a la delantera de ella, y la armada como llena de un ejército de ángeles, y a la postre la Virgen María: de condición que el primero era Jesús, y a la postre de todos la Virgen María, que la guardaban como por guarda y retaguarda. «Sobrevínole a esta persona sobre esto la declaración, y es que con este tan gran socorro del cielo había de venir el Rey con su propia persona con grande ejército y que había de conquistar toda la morisma y sujetarla, y ella se convertiría con gran facilidad a la fe de Cristo nuestro Señor. »Y a esta persona allá dentro de su corazón se le asentaba que pasaría así, sin poderlo contradecir y echar de sí del todo. Y con haber pasado algunos años ha esta visión y él la desecha de sí, con todo eso no puede desecharla de su corazón que no haya de ser y haber efecto por más que hace; y que la victoria será tan grande, cual por ventura rey cristiano haya tenido jamás, y resultará en gran gloria de Dios y bien de las almas» (.Memorial, Barcelona, 1956, p. 65, Ed. Borgiana). También San Juan Bosco profetiza una victoria mayor que la de Lepanto (Memorie biografiche di S. G. Bosco, vol. VII, página 169). De San Isidoro, arzobispo de Sevilla (560-635), se cita: «En los últimos días reinará sobre la gran España un rey doblemente dotado de piedad… Combatirá contra las impurezas de las Españas… Reinará sobre la casa de Agar… (musulmanes). Será un gran monarca.» Parece que no se identificará con el francés, aunque algunos lo dan a entender. Lo que sí está claro es lo afirmado por el Corazón de Jesús a la Madre Rafols: «España será siempre grande si se mantiene firme en la fe que mi apóstol Santiago plantó en ella. La grandeza y nobleza de la nación dependerá de la fe y religión católica que haya en ella. Si dejan perder la religión, quedará destruida.» López Galuá comentaba ya en 1943 «la escasa reacción operada en nuestras costumbres sociales y privadas después de la guerra, que fue un tremendo castigo que la Justicia divina nos impuso… Hay derecho a reclamar más moderación en el lujo, más afán de justicia social, menos codicia en los


negocios y más fervor en el cumplimiento de los preceptos divinos». El mismo año de la famosa carta de Lucía de Fátima, amenazando con que Dios nos volvería a castigar por medio de Rusia si los obispos no realizaban una reforma «en el clero y en el pueblo y en las órdenes religiosas». Estamos ante una suprema ley histórica. Ley o decreto de la omnipotente Justicia divina: si un pueblo elegido da culto y gloria a su Creador, cumpliendo sus mandamientos, alcanzará con su ayuda la prosperidad, la grandeza, los altos destinos soñados por su Padre celestial. De lo contrario, si prevarica desobedeciéndole, mayor será su castigo, pues «al que más se le da, más se le exigirá (Lc. 12,48). Ley divina grabada a fuego en la historia bíblica del pueblo israelita, y aplicada inexorablemente también al desarrollo histórico de los pueblos católicos, como lo vimos en Francia. Se podrá creer o no, pero es así. El mundo se rige conforme a las leyes o designios de su Creador, no por el sufragio universal ni los resultados electorales de la mayoría de los seres creados: imaginar esto es el deísmo, el absurdo de prescindir de nuestro Autor y Señor. Profunda lección de la teología de la historia y su clave para entenderla. (Esta Providencia de Dios aparece también constantemente en los salmos, la oración oficial de la Iglesia: v. gr., Salm. 32,10-17; 107,13; 80,14 s; 77; 2,10-12…; y cfr. Vaticano II, LG. 36; León XIII, Inmortale Dei; Pío XI, Quas primas, etc.) La primera lección que deberían aprender todos los gobernantes y políticos de las naciones católicas: sólo conseguirán su prosperidad agradando a Dios, y en tanto cuanto le agraden contarán con su apoyo todopoderoso. Luego, «si Dios con nosotros, ¿quién se nos podrá oponer?» (Rom. 8, 31). Es cuestión de fe, de confianza en la paternidad providente del Dios que nos ha hecho hijos suyos. ¡Lástima que, a pesar de todo, nuestro cristianismo haya dejado tanto que desear! Como escribía San Francisco de Borja a Carlos V, siendo virrey de Cataluña, las incursiones de los piratas turcos —que tanto daño nos hicieron, como luego los piratas protestantes en el Atlántico, los terroristas de entonces, aunque al menos no eran de nuestro mismo pueblo— «son por nuestros pecados». Y la relajación del siglo XVIII —influenciado por el enciclopedismo francés y la revolución— y, después, el liberalismo y el socialismo nos trajeron el castigo de las guerras dentro de España, desde la guerra de sucesión hasta la de 1936, y su desmembración paulatina. Ni basta para conservar el trono que un rey consagre la nación al Corazón de Jesús, si luego su vida no se acomoda al Evangelio. Dios perdona la culpa a quien se arrepiente, pero queda el castigo impuesto como pena (castigo que podemos redimir con humildad, haciendo obras de caridad y penitencia). ¡Y hay de aquellos a quienes Dios no castiga en esta vida! [15]. Si España, después de la venidera purificación, vuelve de verdad al buen camino, como está anunciado, entonces, con profecías o sin ellas, podemos estar ciertos de su insospechada grandeza, y que si fue desmembrada por su prevaricación religiosa, de nuevo, por su fervor cristiano, será reconstruida la unidad de quienes, además de una misma lengua, una misma historia, un marco geográfico continuo e incluso iguales apellidos, tengan un solo corazón, profesando y viviendo idéntica fe e ideales religiosos (ni nada hay que una o desuna tanto como la religión, igual o distinta). Tampoco es difícil imaginar que una España reunificada, religiosa y bendecida por Dios pueda ser la primera nación del mundo, no para cultivo de nuestra vanidad, sino para cumplir nuestra misión evangelizadora, concretada por el Corazón de Jesús a la Madre Rafols hace siglo y medio: «Quiero que mi reinado se propague por todo el mundo, pero en mi querida España ha de prender con mayor fuerza este fuego divino, y de aquí lo comunicaré por todo el mundo.»


(Que la espiritualidad del Corazón de Jesús sea la mejor manera de vivir el cristianismo es doctrina católica enseñada constantemente por los Sumos Pontífices, y la propagación del reino de Cristo es tarea exigida a todo cristiano y colectividad cristiana.) Lo que hoy parece imposible, no menos lo parecía cuando en julio de 1931, poco después de la proclamación de la República y la quema de conventos, en El granito de arena (n. 569), su fundador, Monseñor González, transcribía la predicción del Corazón de Jesús a un alma santa: «Di a los españoles que no teman, que estoy con ellos, que después de todo esto vendrán días de mucha más gloria para Mí. Que practiquen bien la infancia espiritual abandonándose en mis brazos. Vendrá un triunfo como no podéis ni soñarlo.» Si algo ha de impresionarnos es la predilección e inmensa misericordia del Corazón de Jesús con nosotros, que se prepara, tras una necesaria purificación y con una efusión desbordante de sus gracias, a obrar la ferviente conversión nacional, condición indispensable para recibir la bendición de tan asombrosas prosperidad y expansión profetizadas. En el resumen de profecías que hemos presentado —sin prejuzgar y acatando siempre el juicio definitivo de la Iglesia, en cuya infalibilidad creemos y cuya autoridad aceptamos incondicionalmente— no todos los datos son de la misma trascendencia ni de igual garantía, como apreciará el lector, ni hemos ocultado algunos de difícil explicación o contradictorios. Pero del conjunto común parece no se puede dudar razonablemente. A la espera de los hechos anunciados, y próximos, ¿qué actitud tomar? Observemos que, si nos son anunciados, es para estimular nuestra reforma de vida y, sobre ello, para que tomemos en serio la reparación por los pecados. La oración y sacrificio de un alma santa no tiene ante Dios el valor de un solo voto, sino más fuerza que todo un colegio electoral. En nuestras manos está que el castigo sea menos y que más pecadores se salven. Ni en los momentos de mayor angustia hemos de perder la confianza en Dios, que todo nos lo envía para nuestro bien (Rom. 8,28) y todo podemos superarlo con su gracia (1 Cor. 10,13; 15,10). Por fin, la esperanza de tiempos mejores, de una edad dorada, sea horizonte luminoso en nuestro fatigoso caminar. Pero tampoco él ha de ser última esperanza e ilusión de quienes, como meta final, recordada día a día con nostalgia, aspiramos a la casa del Padre, bodas y reino que nos están preparados desde el principio de los siglos, herencia que será la mayor insensatez perder o descuidar.

Introducción a la bibliografía En general, faltan monografías críticas de las diversas profecías, con datos históricos completos, para valorar la credibilidad de los videntes. Se ha prestado excesivamente poca atención a este campo histórico en los estudios y tesis de teología. Esto sería necesario para un trabajo definitivo. Sin embargo, a pesar de los baches, el conjunto del itinerario que podemos seguir juzgamos es válido, aunque a veces incompleto y quizás con algún tramo equivocado. Ya decíamos, además, que distinguir las profecías auténticas requiere una especial discreción de espíritus. Por las irregularidades halladas en las de la venerable María de Agreda, y los extraños datos en las de la venerable Catalina Emmerich, se interrumpieron sus causas de beatificación. ¿No hay mezcladas equivocaciones propias


con las revelaciones sobrenaturales? ¡Cuántas más en las predicciones esotéricas de Nostradamus o en las elucubraciones de los piramidólogos! Naturalmente, siempre ha suscitado notable curiosidad el conocimiento del futuro, y en consecuencia se han publicado colecciones de profecías. Así, el famoso Líber mirábilis, 1524 (en latín).—El «Nouveau Líber Mirábilis» (en francés), del periodista Adrien Péladan, Avignon, 1871 (con un breve laudatorio de Pío IX).— «Voix prophetiques ou signes, aparitions et prédictions modernes touchant les grande événements de la Chrétienté au XIX siécle et vers Tapproche de la fin des temps», del sacerdote J. M. Curicque, 5.ª ed., París, 1872 (con recomendaciones elogiosas de obispos).—«La fin du monde en 1921», La Tour de Noe, sacerdote, Toulouse, 1860, 14.ª ed., 1887.—«Coment tout cela va-t-il finir? L'avenir juqu’á la fin des temps», Jean de Dompierre, Rennes, 1900. «El siglo XX y el fin del mundo», Rafael Pijoán, magistral, Madrid, 6 ª ed., 1914.— «Demain?», Barón de Novaye-Savigny, París, 1934 (ed. Lethieiieux, una de las mejores recopilaciones).—«Futura grandeza de España», Enrique López Galuá, arcipreste, La Coruña, 3.ª ed., 1943 (1.ª: 1938; 2.ª: 1940).—«Melédictions et Bénédictions», J. Gonthier, París, 1963 (Libraire du Carmel).—«Alerte au monde», Albert Marty, París, 1970, 3.ª ed. Entre otros muchos libros de valor vario («Les prophéties des derniers temps», Suzanne Jacquemin, París, 1958.—«El fin del mundo», Juan Antonio Cabezas, periodista, Madrid, 1967.—«Catholic Prophecy», Ivés Dupont, Illinois, 1970.—«El mundo se acaba», Francisco Llopis, abogado, ed., 1970.—«El fin del mundo está muy cerca», José Corral, aficionado, Barcelona, 1972. — «Prophezeiungen über das Schicksal Europas. Visionem berühmter Seher aus 12 Jahrhunderten», P. Ellerhorst, O. S. B. Verlangsanstalt Albert Angerer, Waldsassen, 1950; etc.), dos últimas son las más completas y de fácil adquisición: «Veillez et priez car VHeure est proche», Michel Servant (seudónimo de un equipo de especialistas dirigido por Jean Marti), 3 tomos, 1973; 78103 Saint-Germain-en-Laye (B.P. 56; Francia). Y «Alerta, Humanidad», R. Adams (seudónimo de un sacerdote), 4* ed., Madrid, 1980 (Editorial Círculo, Coso 92, 2.° derecha, Zaragoza). Este recoge más de 70 profecías, aquél las sistematiza por temas: El castigo que va a venir; revolución, guerra, etc., y el triunfo del reino de Dios, el gran Papa, el gran monarca, etc., con gran erudición y aparato crítico. También con numerosos documentos y citas de las fuentes: «La profezia nei secoll I futuri destini del Vumanitá», Víctor, 1971. (Salita del Grillo, 32 − 00184, Roma). Sobre temas concretos, son libros actuales (citamos las editoriales que los han publicado o los distribuyen): FATIMA: «Documentos de Fátima» (portugués, italiano, español), Antonio María Martins, S. J. (edición española completa: «El futuro de España en los documentos de Fátima», Madrid, 1977, ed. «Fe Católica», Maldonado, 1, Madrid-6). Otros libros sobre Fátima: «Ediciones Sol de Fátima», Orcasitas, Madrid-26. PARIS (Sta. Catalina Labouré): «La santa del silencio», José Delgado C. M. (ed. La Milagrosa. Ap. 6.113. Madrid). LA SALETTE: «Profecías de Ntra. Sra. de La Salette», Paul Gouin, sacerdote, Madrid, 1977 (Ed. Círculo); pero le faltan las cartas de Melania; ver «Documents de La Salette, abbé Roubaud. (Información: Asociativos des Enfants de N. D. de La Salette; 49 Beaupreau, Francia).


TURCZOVKA: «Turczovka», Franz Grufik, París, 1974 (Ed. Résiac. B.P. 6; 53150 Montsurs, Francia). GARABANDAL: El más completo: «Se fue con prisas a la montaña», P. Eusebio García de Pesquera, capuchino, Pamplona, 1979, 2.ª ed. (pedidos de ésta y otras obras: Ed. Círculo). UMBE: Varios libros en Ed. Círculo. MARIENFRIED: «Les apparitions de Marienfried», J. F. Künzli (ed. Résiac). KERIZINEN: Varios libros en Editorial Résiac. AKITA «NotreDame d’Ahita». Teiji Yasuda —capellán del convento—. (Editions du Parvis, CH. 1631 Hauteville, Suiza, 1987). Celle qui pleure au Japón. Joseph-Marie Jacq, de las misiones extranjeras de París. París 1985 (Ed. Te’qui, 82 me Bonaparte, París VIe).

SOR NATIVIDAD: «Vie et visions de soeur de la Nativité», la mystique de Fougéres, Pierre Roberdel, Montsurs, 1979 (Ed. Résiac). M. RAFOLS: «Tiempo profético de María Rafols», Gerhard Becker, Zaragoza, 1974 (Ed. Círculo). BTA. TAIGI: «La bienhereuse Anna-Maria Taigi», Albert Bessiéres, S. J., traducido a varios idiomas, pero apenas trata sus profecías (Ed. Résiac). M. J. JAHENNY: el principal «Les propheties de la Fraudais», Pierre Roberdel, Montsurs, 1974, sacerdote; tiene otros libros sobre ella (Ed. Résiac). TERESA MUSCO: Dos biografías muy buenas de 1979, por dos autores muy conocidos: P. Gabiele Maria Roschini, servita, y Antonio Gallo, franciscano conventual. (Comitato pro Teresa Musco, 81030, CASTEL VOLTURNO, Italia.) Ven. CATALINA EMMERICH: «Visions», J. A. Duley, O. P., 3 tomos, 18 ed. París, 1965. Y «Vie», K. E. Schmoger, redentorista, París, 4 ed., 1950. (Librairie Pierre Téqui, 82, Rué Bonaparte, París VI. La obra de Schmoger, Friburgo 1883, está traducida también en castellano, pero incompleta: Herder, 1910, reeditada en 1979.) MOVIMIENTO SACERDOTAL MARIANO: «La Virgen a los sacerdotes, sus hijos predilectos», Esteban Gobbi, sacerdote, 4 ed., Madrid, 1979, traducida a varios idiomas (Ediciones Sol de Fátima, Oreasitas, Madrid-26). M. F. «Garabandal, hora X», Dr. Gobelas (seudónimo del P. Eusebio García de la Pesquera, Bilbao, 1977, Ed. Círculo). PROFECIA DE S. MALAQUIAS: El mejor estudio, y completo, dos libros del P. Juan Manuel Igartua, S. J.: «El enigma de la Profecía de S. Malaquías sobre los Papas», Barcelona, 1976, y, «¿Quién escribió la profecía de S. Malaquías?», Barcelona, 1978


(Ediciones Acervo, Julio Verne, 5, Barcelona-6). EL GRAN MONARCA: «Histoire et le- gende du Gran Monarque», Eric Muraise, París, 1978 (Ed. Résiac).

GARABANDAL (Santander): En 1961, Conchita González, Mari Loli Mazón, Jacinta González y Mari Cruz González, de once años ésta y de doce las otras, comenzaron a tener cientos de apariciones acompañadas de fenómenos prodigiosos (marchas estáticas, conocimientos sobrehumanos, etc., que para muchas personas competentes son pruebas convincentes), hasta 1965: Muchos sacerdotes van por el camino de la perdición y llevan con ellos a muchas almas. Cada vez se da menos importancia a la Eucaristía. Si no hacemos penitencia, el comunismo dominará el mundo y vendrá el castigo: las dos noches anteriores al 21 de junio de 1962, fiesta del Corpus, la Virgen les mostró el castigo, por lo que lloraron y gritaron, aterrorizándose la gente. Vieron una multitud que sufría mucho y gritaba con la mayor angustia, tribulación que llegará porque la Iglesia dará la impresión de estar a punto de perecer a causa del comunismo* Luego vendrá directamente de Dios el gran castigo: ningún motor CUAPA: A Bernardo Martínez, 49 años, campesino, en 1970, apoyadas por la Jerarquía: «Si no observan mis peticiones (Rosario en familia meditando los misterios, primeros sábados, cumplir los deberes, aceptar la cruz, amarse, no recurrir a la violencia) el comunismo se extenderá por toda América. El Señor no quiere castigar al mundo, pero ustedes piden el castigo».

NOTAS [1] Antíoco IV es figura del Anticristo porque a) después de describirle en el c. 8, v. 9 s y 23 s, se dice esto, que la visión es del fin de los tiempos (v. 17,26), al final del tiempo de ira (v. 19), es decir, cuando se convierta definitivamente el pueblo judío; b) .según todos los comentaristas se refiere también a Antíoco en el c. 7, v. 8 y 21, pero a continuación habla del juicio final, luego es que Antíoco es figura también del Anticristo; c) de igual forma, el c. 11, v. 21,39 se refiere a Antíoco, pero a continuación había de otra campaña suya que no tuvo lugar en la historia, y después la resurrección y el juicio final; luego es que ha pasado a su antitipo, el Anticristo,' el) Daniel, por su lenguaje y estilo se ve es deí s. II a. C. y narra los hechos de Antíoco IV y los anteriores con tales detalles que se ve es un relato histórico. ¿Por qué lo introduce como profético? Se explica use ese estilo del s. n, porque al ser Antíoco tipo del Anticristo, es también profecía. [2] NOTA CRITICA: Haciendo los cálculos descritos resultan las fechas hipotéticas que, como en el libro citado, transcribimos a título informativo, igual que todas las profecías privadas, y cuya valoración dejamos al criterio de los lectores, siempre acatando las decisiones que tome la autoridad eclesiástica. Los escrituristas protestantes estudian abundantemente el tema de la segunda venida de Cristo. (Libros de mayor influjo por estar


traducidos al español, v. gr. Profecías para el mundo moderno, J. Dwight Pentecost, Barcelona, 1973; El comienzo del fin, Tim La Haye, Maracaibo, Venezuela, 1975 —con datos interesantes—; Armagedón, J. F. Walvoord, 2.a ed. Miami, EE.UU. 1976). Insisten en el valor pastoral de recordarla. Coinciden en afirmar que se dan ya las señales bíblicas de su proximidad: apostasía, falsos profetas, tiempos muy penosos, especialmente el retorno de los judíos a Palestina y Jerusalén. Interpretan Ezequiel c. 38-39, que Rusia es Gog (basándose en la arqueología, la lingüística…, por su nombre, por su situación, por su ateísmo —Dios contra él: Ez. 38,3—), y sus aliados: Persia (Irán), Etiopía (o Cus: naciones negras), Put (pueblos norteafricanos, excepto Egipto), Gomer (antiguos cimerios, sus descendientes desde el mar Báltico hasta el Danubio), Togarma (sur de Rusia). Rusia irá contra Israel, y sus aliados Seba y Detán (?) y Tarsis (países anglosajones) no le ayudarán. La creencia común protestante es el milenarismo: que Cristo vendrá en persona a la tierra a reinar mil años. Pronostican que precederán siete años de tribulaciones, con el reino del Anticristo. Pero, oh dicha, antes será la resurrección y se verificará lo que llaman «el arrebatamiento»: todos los creyentes en Cristo seremos arrebatados al cielo (según 1 Tes. 4,15-17), pues como para ellos sólo valen los méritos de Cristo y no los nuestros, ¿por qué Dios iba a hacer sufrir a su Iglesia? (¿Por qué, entonces, la ha hecho sufrir tanto en veinte siglos? Sería una crueldad si no sirviese para nada). Y puesto que para ellos la venida de Cristo no es al fin del mundo, el fin de los tiempos, el «día de Yahvé» lo identifican con el tiempo del Anticristo, y las profecías de prosperidad de Israel piensan se realizarán en el milenio posterior. [3] Parece concretó Conchita, la principal vidente, que en abril. La Virgen le dijo será el día de un mártir de la Eucaristía (¿San Hermenegildo, 13 de abril?) coincidiendo con un acontecimiento importante y venturoso para la Iglesia que suele ocurrir cada veinticinco'años, cuando la Iglesia parezca que va a perecer (¿antipapa en Roma?), y —Mari Loli— esté prohibido ir a Misa (¿en parte de España?) Los enfermos que estén allí se curarán y los pecadores se convertirán. Conchita comunicó la fecha exacta al cardenal Ottaviani y al confesor del Papa cuando la llamaron ai Vaticano; la debe anunciar ocho días antes. [4] Nostradamus habla 6 veces (II, 15, 41, 43, 62; V. 59; VI. 6) de una estrella cabelluda: aparecerá después del 21.VI; cuando haya guerra, sequía, hambre; la tierra temblará, antipapa en Roma, arderá siete días, caerá en Artois la noche que maten al Papa (en Lyón: VIII, 34; día de santa Lucía: IX. 68; con los socialistas en el poder: II, 97). Poco antes Castor y Pólux en nave (= dos hermanos: Juan Pablo I y II Papas). Cfr. Fontbrune. Refiere Víctor—cfr. bibliografía— que la Virgen dijo en San Damiano en 1966: Cuando veáis en el cielo una estrella muy luminosa con una larga cola, será una señal de calamidad. Y en Porto San Stéfano, el mismo año: Enviaré un aviso, la tierra temblará, el sol girará sobre sí mismo con grandes explosiones, la luna estará de luto, todo en media hora. En 1969 añadió: un carro de fuego con formidaable estruendo atravesará todo el cielo, dejando una gran luz desconocida; después el sol se alejará y todo quedará oscuro, será el eviso que el castigo de Dios está próximo. [5] Esto, que parece tan extraño, aunque se encuentra repetido en diversas profecías (Heede, Porto S. Stefano, Kerizinen, S. Gaspar Búfalo, Bta. Taigi, P. Pío, Amparo…: durante los tres días de tinieblas), lo pide la Iglesia desde hace veinte siglos con palabras


inspiradas por Dios mismo: Salm. 36, 58, 139… donde además se profetiza, como en Apoc. 19, 21 y 20, 9, que los malvados serón exterminados (sus cadáveres devorados, ni tendrán sucesión, mientras los justos poseerán la tierra, por consiguiente es antes del fin del mundo). Fuego del cielo también en Apoc. 20, 9 y en el Salm, 139. [6] Profecía atribuida también a Juan de Vatiguerro, pero que con el título «La gran predicción de S. Cesáreo, arzobispo de Arlés» fue encontrada entre los papeles de Mons. du Lau, arzobispo de Arlés, martirizado durante la revolución francesa, y luego ampliamente divulgada y traducida a varios idiomas (cfr. v. gr. Víctor) . [7]¿Quién, por tanto? No vamos a dilucidar cuestión tan debatida (cfr. el libro de E. Muraise). Hay al menos 12 pretendientes al trono de Francia, sin contar a los descendientes de Napoleón. Atendiendo exclusivamente a la línea masculina primogénica pública, sería el Duque de Cádiz, y sólo los Borbones españoles unen el león a la flor de lis, de acuerdo con la profecía de Orval; pero no se dan otros detalles citados. (Y se alega la discutible renuncia de Felipe V para sí y sus descendientes al trono de Francia; así como la de su padre D. Jaime, y su matrimonio morganático.) Algunos se dicen descendientes desconocidos de Enrique III o de Carlos IX (s. xvi), y sobre todo de Luis XVII (hijo de Luis XVI, guillotinado, que algunos sostienen no murió prisionero en el Temple a los diez años en 1795; teoría confirmada por algunos videntes: Souffrand, párroco bretón, 1755-1828, famoso por su santidad y profecías; Ignacio Tomás Martín, ya citado; Josefina Reverdy, 1854-1908, enfermera, vivió en Boulleret, Francia; y se dice la Virgen comunicó este secreto en La Salette a Maximino, quien lo transmitió a Pío IX. «Aquí se ve el candor y la simplicidad de un niño», fue su comentario). [8] Ya vimos por qué Francia es llamada la hija primogénita de la Iglesia, título dado por vez primera por el Papa Anastasio II en carta al rey Clodoveo después de su conversión. Gregorio IX escribía en una bula de 1239 a S. Luis, rey de Francia: «Dios, como prefirió la tribu de Judá a las otras, así ha escogido con preferencia a Francia para la protección de la fe católica».Santa Juana de Arco, guerreando por el rey, afirmaba: «El rey de Francia es el lugarteniente del Rey del Cielo. Todos los que luchan contra el santo reino de Francia, luchan contra el Rey Jesús.»Y S. Pío X, cuando la iba a beatificar, encargaba al obispo de Grleans: «Decid a los franceses que hagan su tesoro de los testamentos de S. Remigio, de Carlomagno, de S. Luis, que se resumen en estas palabras tan repetidas por la heroína de Orleáns: Viva Cristo que es el Rey de Francia.» En la beatificación del Cura de Ars (1905) había dicho: ésta «prueba que Dios mantiene su predilección por Francia; muy pronto obrará prodigios que nos darán la alegría de constatarlo por los hechos». Y el 27 de noviembre de 1911: «El pueblo que hizo alianza con Dios en las fuentes bautismales de Reims se arrepentirá y volverá a su primitiva vocación… y el Señor le dirá: Hija primogénita de la Iglesia, nación predestinada, vaso de elección, ve a llevar mi nombre a todos los pueblos y a todos los reyes de la tierra.» Pío XII en 1937 (13 de julio), poco antes de ser Papa, proclamaba: «Desde el mismo día que el primer heraldo del Evangelio pisó las Galias, la fe en Cristo y la unión con Roma, centro de la Iglesia, es para Francia la ley misma de su vida.» Y el miércoles santo de 1946: «Su misión es difundir en el mundo la verdad, la justicia, la bondad, el amor en la ley;» Por eso la prosperidad y gloria de Francia está vinculada a que cumpla esa misión divina, y su prevaricación o traición a ella, es la causa de sus castigos. Esto puede decirse de alguna manera de todas las naciones católicas;


sin embargo, a su luz se entienden mejor las predilecciones de la Medalla Milagrosa, La Salette, Pellevoisin (escapulario del S. Corazón), Lourdes, etc. Por algo Juan XXIII el 18 de febrero de 1959 explicaba que en el plan de Dios cada nación tiene una misión, y que califica la de Francia la divisa: Reino de Francia, reino de María. También a la luz de la misión de Francia como nación, se entiende mejor el mensaje dei Corazón de Jesús a Luis XIV por medio de Santa Margarita María, en 1689, pidiendo: 1.°) La fiesta a su Corazón (instituida en 1765). 2.°) Una basílica nacional dedicada a El (Montmartre, construida en 1873). 3.°) Consagración de Francia ai Sagrado Corazón; y 4.°) Colocación del Sagrado Corazón en la bandera nacional. Estas dos peticiones aún no se han realizado, aunque llevan consigo la promesa que así «Dios le dará siempre la victoria sobre sus enemigos y sobre los enemigos de la religión» (pues, obviamente, sólo contra ellos luchará). Luis XIV no las atendió, y ese año 1689 fue el principio de la decadencia de Francia. Sin embargo, algún día no lejano se cumplirán. [9] El asombro de los científicos fue grande al comprobar los admirables conocimientos astronómicos que contiene: En la antecámara a la cámara real, en una losa de granito hay un saliente de hierro de 63,566 cms. y 2,54264 cms. de ancho, que dan las medidas empleadas: codo sagrado y pulgada piramidal. Este codo sagrado (que se divide en 25 pulgadas) es exactamente la bismillonésima parte del eje de la tierra, desde luego no por casualidad. La pulgada es la cien mil millonésima parte del recorrido de la tierra en su órbita durante 24 horas. Los lados de la base orientados con notable precisión a los cuatro puntos cardinales, miden cada uno 365 codos y 6 pulgadas (=232,17 m.) exactamente los días del año solar. La altura es 232 codos y 13 pulgadas (=147,8 m.) que la obtuvieron dividiendo por pi —relación entre el diámetro y la circunferencia—, el perímetro: (232,17 × 4:3,14159). También sale este número pi en la antecámara, pues su longitud en pulgadas multiplicado por él, da 365,24, los días del año (sin embargo, en la vida ordinaria no lo empleaban como tampoco el codo sagrado; ¿son restos de una antigua civilización perdida, la misteriosa Atlántida, hundida en el mar por un cataclismo cósmico?). La altura de la pirámide resulta la mil millonésima parte de la distancia de la tierra al sol (146,2 millones de kilómetros en el perihelio y 151,1 en el afelio), dato que probablemente conocerían también. El peso de la pirámide se ha calculado en 5.955.000 toneladas, que es precisamente la millonésima parte del peso de nuestro planeta. Y otra serie de coincidencias se han encontrado con sorpresa. En cuanto a la perfección de su construcción, los intersticios entre los grandes bloques de piedra, no son de más de medio milímetro (en las construcciones actuales, con bloques prefabricados y pulimentados, se da por bueno dos milímetros y medio). La pirámide estaba revestida de piedra pulida, pintada de rojo y grabada en su totalidad con jeroglíficos, pero tales piedras se han usado en la construcción de la próxima ciudad de El Cairo. Igualmente fueron saqueados todos los tesoros que se encontraban en su interior. El corredor de salida está orientado de manera que desde dentro se veía la estrella Polar de entonces (la Alfa de la constelación del Dragón o Gran Serpiente, como la llamaban los egipcios). Robert Menzies, seguido por el famoso astrónomo inglés sir Charles Piazzi Smit, observando la relación de las medidas piramidales con el año solar, formuló en 1865 la tesis, seguida por muchos, que los corredores interiores de la pirámide reflejan además, en sus dimensiones y estructura, la historia de la humanidad, teniendo cada pulgada piramidal el valor de un año solar. Hipótesis que recibe variadas explicaciones; exponemos la que nos parece más verosímil. Se encuentra un manuscrito en Oxford del escritor Masudi (957), que afirma que la


pirámide de Keops contiene las esferas celestes, las posiciones de las estrellas y sus ciclos, y al mismo tiempo la historia del tiempo pasado y del tiempo futuro. El fundamento de esto para algunos es la inspiración divina del constructor; tampoco es imposible que Dios haya reflejado en el curso de los astros la historia de la humanidad (conocida por su ciencia media de los futuros libres, no en sentido de determinación fatalista), y que los antiguos llegasen a conocer de Dios la clave para descifrarla, por ejemplo como en el caso de la estrella de los Magos; es lo que se llama astrología, ciencia tan cultivada en las civilizaciones antiguas: Egipto, Caldea, Media… (La Iglesia aparta de ella por los peligros de desviaciones y falsarios; ni admite que los astros determinen lo que uno vaya a hacer, quitándole la libertad). La astrología empírica se funda en la correlación entre las posiciones de los astros y los acontecimientos históricos. El panorama celeste va variando por la «precesión de los equinocios», es decir, el eje de la tierra va apuntando hacia diversos signos del Zodíaco, o zonas del cielo, durante un ciclo de unos 25.000 años, el «gran año», que dividido en 12 da las eras astrológicas: de Aries, Tauro, etc., de 2.100 años, que a su vez se dividen en sub-eras de 175 años. Observando lo que ha sucedido históricamente en las diversas sub-eras, predicen por analogía que algo semejante sucederá cuando se repitan. Era de Piscis: del año 0 al 2100 p.C.; … sub-era Acuario 1750-1925; sub-era Piscis 1925-2100 … y micro-era Cáncer, 1968-1983: tendencias femeninas y rebeldía juvenil; micro-era Leo, 1983-1997: entre muchas predicciones caprichosas e inadmisibles por ser opuestas a las que conocemos por conductos superiores, es curiosa la coincidencia de otras: centralización del poder en hombres providenciales (gran Papa, gran monarca) al revés de la democracia impersonal; tendencias masculinas y mayor religiosidad (conversión del mundo). Por una extraordinaria conjunción de los astros y por otras leyes deducidas de la Ley Periódica de la Historia (j?), concluían que 1983 sería año de una gran catástrofe, gran conflicto de 1981 a 1984, seguido de una época de tranquilidad edénica. También han observado que muere el Presidente de EE. UU. elegido cada veinte años, y por eso decían morirá, probablemente asesinado, el elegido en 1980. (Así Boris Cristoff, La gran catástrofe de 1983, Barcelona, 1979). [10] Famoso médico y «boticario» francés, de Salón (junto a Marsella). Miguel de Nostradame (1503-1566), buen cristiano y muy caritativo, terciario franciscano, con un hijo capuchino, iniciado por sus abuelos judíos en la astrología, dice que ha redactado sus profecías gracias a ella y mediante la inspiración divina (que le hacía ver el verdadero sentido del curso de los astros); rechaza la magia, «reprobada por las Sagradas Escrituras y la legislación eclesiástica, condenación que no incluye la astrología». Escribió una carta a su hijo (quizás a todo lector), otra al rey de Francia (quizás el futuro gran monarca) y sus famosas «centurias», cuartetas agrupadas, de cien en cien, en diez capítulos o centurias. Porque vaticina desgracias hace a sus profecías herméticas: usa simbolismos, y el orden cronológico de las cuartetas está trastocado. Predice que algún día, en una cueva, se encontrará la clave para entenderlas todas fácilmente, las pasadas y las que falten, pues se extienden hasta el fin del mundo. Le valieron gran aprecio sus profecías cumplidas, como la muerte detallada de Enrique II y que sus hijos serían reyes de Francia. De Napoleón predica en cuartetas salteadas: Nacerá un emperador cerca de Italia, y ai imperio costará muy caro (1,60). De simple soldado llegará ai imperio, magnífico en la guerra, muy malo con la Iglesia (VIII,57). La cabeza rapada (sus soldados le llamaban el pequeño pelón —«le petit tondu»—, nunca usó peluca), de la ciudad marina y tributaria (Ajaccio), tomará la satrapía (mando absoluto), por 14 años detentará tiranía (VIII,13). Del nombre que nuncá tuvo el


rey" galo (emperador) jamás hubo un rayo tan temido; temblando Italia, España y los ingleses. De mujer extranjera muy atento (María Luisa) (IV,54). Y una clara alusión a los submarinos: «Cuando sumergida nade la flota» (111,13). Etcétera. Es imposible negar el hecho de su auténtica inspiración profética. [11] Atribuida a S. Malaquías, publicada por el historiador benedictino Arnold Wion (nacido en 1554 en los Países Bajos, vivió en Padua) en su libro Lignum vitae («Arbol de vida», Venecia, 1595, en que a! historiar los personajes de su orden, en la biografía de S. Malaquías, arzobispo de Armagh, Irlanda, f 1143, incluye esta profecía), no hay ninguna razón seria para suponer sea superchería, ni por la concisión histórica con que se cita, ni por la seriedad científica del autor (¿y quién iba a tener la humorada e imaginación de enunciar 112 lemas de Papas, sin más, desde Celestino II, 11434, hasta el fin del mundo?). Numerosos investigadores que la han estudiado a fondo no dudan de su veracidad, incluso eí racionalista Harnack (el trabajo más completo: J. M. Igartua, S.J. cfr. Introducción a la bibliografía). Pero la prueba definitiva de su autenticidad son los, de otra forma inexplicables, aciertos después de su publicación (prescindiendo de quien fue su autor y de! año en que se compuso). Así: 83, Montium cusios (Guardián de los montes): Alejandro VII, 1655-67, en su escudo una estrella sobre seis montes; 84, Sides olorum (Estrella de los cisnes): Clemente IX, 1667-69, de Pistoya, por donde pasa el río Estrella, y en el cónclave ocupó la celda llamada de los cisnes; 85, De ilumine magno (Del gran río): Clemente X, 1670-76, romano, salvado de una inundación del Tíber cuando las aguas ya rodeaban su casa; 88, Rastrum in porta (Rastrillo de la puerta): Inocencio XII, 1691-1700, de la familia Pignatelli del Rastrillo, junto a la puerta de Nápoles (en su escudo el rastrillo con que se cerraban las puertas de la muralla); 94, Rosa Umbriae (Rosa de Umbría): Clemente XIII, 1758-69, había sido gobernador de Rieti, ciudad de la Umbría, cuyo símbolo es una rosa; 95, Ursus velsx (Oso veloz): Clemente XIV, 1769-74, en su escudo un oso corriendo; 96, Peregrinus apostólicas (Peregrino apostólico): Pío VI, 1775-99, fue a Viena para tratar con José II; 97, Aquila rapax (Aguila rapaz): Pío VII, 1800-23, arrebatado por Napoleón, que cuando lo coronó puso el águila en su escudo; 100, D# Balneis Etruriae (de los baños de Etruria): Gregorio XVI, 1831- 46, de la orden Camaidunense, fundada por San Romualdo en los Baños de Etruria; 101, Crux de Cruce (Cruz de la Cruz): Pío IX, 1846-78, le hizo sufrir mucho la casa de Saboya, con una cruz en su escudo; 107, Pastor et Nauta (Pastor y Navegante): Juan XXIII, 1958-63, patriarca de Venecia, su vehículo allí era una nave; 108, Flos florum (Flor de las flores): Pablo VI, 1963-78, en su escudo la flor de lis, flor de las flores, por ser el emblema de Israel (Os. 14,6) y de la casa real francesa; 109, De medietate lunae (De la media luna): Juan Pablo I, 1978, elegido exactamente en la media luna —cuarto menguante—, dura hasta la otra media luna (también otras relaciones con la luna: de la diócesis de Beliuno —luna llena—, y nació, fue ordenado, elegido obispo y patriarca, siempre en el cuarto creciente); 110, De labore solis (De la debilidad del sol): Juan Pablo II, 1978…, de Polonia, de sol débil, y cuando la Iglesia (=sol) está más débil. Bastaría correr un número la lista de Papas para que desaparecieran tan admirables concordancias, y otras, que es absurdo atribuirías a la casualidad. [12] De hecho en 1972 se acentúa notablemente la crisis sacerdotal: Como protesta al Sínodo de Obispos acabado el 6 de noviembre de 1971, 33 teólogos conocidos publican un manifiesto contestatario el 17 de marzo; poco después se funda en Italia el «Movimiento 7 de noviembre», firmado por 210 sacerdotes, rechazando el concepto de sacerdote


«consagrado» y «resistiendo a la opresión eclesial», etc. Actitud heterodoxa del Abad F razón i, de S. Pablo extramuros. Las ACLI (Asociaciones cristianas de trabajadores italianos) se apartan de la Iglesia con opciones sociales y políticas (socialistas), que no pueden ser aprobadas por la Iglesia. Se verifica una apertura hacia el socialismo; Documentos del Episcopado francés de 1 de mayo (criticado en «L’Osservatore de la Domenica» del 6 de agosto). Y en Chile más de 500 delegados celebran el «Primer encuentro latinoamericano de cristianos por el socialismo», dando cuerpo al manifiesto del año anterior de 80 sacerdotes, a pesar de la condena del Cardenal de Santiago, por su orientación pro-marxista. Roma condena el Catecismo holandés («L'Osservatore Romano», 13 de octubre), pero infructuosamente. En Estados Unidos, sin autorización de la Santa Sede, que lo condena, se ha introducido el admitir a los divorciados a los sacramentos. En España, finalmente, como consecuencia de la Asamblea Conjunta del Clero, del año anterior, entre los sacerdotes se extiende el atacar la práctica de la confesión, se relaja la moral sexual, etc. En contraposición, el sacerdote de Milán, D. Esteban Gobbi, comenzó a percibir en Fátima locuciones de la Santísima Virgen (publicadas en las numerosas ediciones de su libro) para que instituyese el «Movimiento sacerdotal mariano» a fin de que los sacerdotes se consagren a su Corazón Inmaculado, Movimiento que ha adquirido un gran incremento en todo el mundo, con adhesiones de miles y miles de sacerdotes, de obispos y el estímulo de Pablo VI y Juan Pablo II. [13] El Apocalipsis en 5,12-17 (sexto sello); cc. 8, 9 y 11 (séptimo sello: las seis primeras trompetas); cc. 15 y 16 (séptima trompeta: las siete copas); 20,7-9 (el combate definitivo), presenta cuatro descripciones repetidas del castigo del fin de los tiempos. 1.a. El sexto sello: terremoto en la tierra y cataclismos en el cielo. 2.a Las cuatro primeras trompetas: catástrofes cósmicas; en la quinta se abre el pozo del abismo (suelto Santanás, antes, en 1946, pero ahora se le da aún mayor libertad por cinco meses —o si los días=semanas: 150 semanas…—); sexta trompeta: la gran guerra desencadenada por los ángeles, o ejércitos invasores, del Eufrates (Irak). 3.a Las cinco primeras copas: cinco plagas dolorosas; sexta copa: la gran guerra, invasores que atraviesan el Eufrates para la batalla del gran día del Señor (=«día de Yahvé») en Harmagedón (=llanura de Esdrelón en Galilea); séptima copa: gran terremoto y descomunal granizo. 4.a Satanás suelto (=quinta trompeta) lanza a Gog y Magog (pueblos del Norte, Rusia…) contra Jerusalén (=Ezequiel cc. 38 y 39), pero fuego caído del cielo (=Ez. 39,6: el fuego caerá también sobre los países del ejército invasor) los devorará. Es la misma batalla final que la sexta trompeta y la sexta copa; y la derrota y el fuego caído del cielo equivalen a la séptima copa: terremoto y granizo (granizo: como metralla que cae del cielo, pero ardiendo). [14] No puede referirse al año 36, pues antes ve en Roma «un mundo tenebroso, Heno de peligros, confusión y corrupción… al Santo Padre en gran tribulación y angustia por la Iglesia, cercado de traiciones… muchos buenos obispos, pero débiles, y el partido malvado se impone… la iglesia de los apóstatas crece, mucha gente deja la Iglesia legítima y se dirige a la otra… El Papa muestra ahora más energía… pero sus últimas órdenes no tendrán efecto porque ha insistido demasiado débilmente». Ve que del norte le vienen a Roma terribles amenazas. [15] Esto explica a veces el triunfo de los prevaricadores. Cita el P. Zarandona en su Historia de la extinción y restablecimiento de la Compañía de Jesús, que predicando un


religioso en Lima, de pronto se detuvo y dijo: En este momento ha muerto el rey, Carlos III, y se ha condenado. Clemente XIII había escrito a Carlos III por su obstinación en expulsar de España a los jesuítas: «Tememos y temblamos por la salvación del alma de V. M.» (t. II, p. 40, nota 1, Madrid, 1890). En otras ocasiones, como por ejemplo la mayor prosperidad de Francia, a fin del siglo pasado y principios de éste, bajo gobiernos anticristianos, se debería al notable despertas religioso en el pueblo: Medalla Milagrosa e Hijas de María, Devoción al S. Corazón y Apostolado de la Oración, peregrinaciones a Lourdes, florecimiento de numerosas congregaciones religiosas hospitalarias, docentes, misioneras; resurgimiento litúrgico, escriturista y literario cristiano (tantas vidas de Jesús, libros de apologética, de meditaciones…). Los gobernantes tienen un gran influjo en la religiosidad del pueblo, pero también éste en la marcha de la nación, y en los gobernantes que Dios permita. De todas formas, quizás los designios de Dios sobre Francia, la hija primogénita de la Iglesia, fuesen más elevados que los determinados sobre otras naciones, pero su correspondencia dejó siempre mucho que desear, como al rechazar Luis XIV, el rey sol, la última llamada del Corazón de Jesús —a lo cual aludió la Virgen de Fátima—, y que tuvo como consecuencia la Revolución, necesaria para la purificación nacional.



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