Malagüera Daniela Núñez Rosas
Opalina Cartonera
Malagüera Daniela Núñez Rosas Editorial Opalina Cartonera 2014 Edición a cargo de Alan Brito Diseño de Portada por Francisco To+ Impreso en Santiago de Chile por Editorial Opalina Cartonera 2014 Primera edición Contacto autor: www.opalinacartonera.blogspot.com correo electrónico
Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor
Malag端era
Herejías
Pábulo Entregué mi sangre agazapada entre los espinos para cumplir con el gesto tempestuoso de ser mujer. Aquí tienes un cuerpo a tu medida. Una carne, para el juego absurdo
y doloroso que deja caer el barro del obsceno pájaro ambiguo.
Malagüera/5
Paseo Salvaje y abyecta, ella cruza la calle con la vagina dentada de flores marchitas. Ambivalente en ella misma, descarada de transgresor erotismo. Entre Eros y Thánatos, perversa, simulando la muerte después de la muerte, escuchando la lección de muñecas.
6 / Daniela N. Rosas
Pieles humanas Todo hedía a barriles de cerveza a vagones de pichi putrefacto a axila y entrepierna de verano todo hedía. En el nombre del Padre invitaste la última jarra todo hedía en la maraña de palabras en suspenso en el nombre del padre vi piernas deshojadas vi rostros ahumados vi manos resecas por la calle y perros calentándose a ras de cuerpos abyectos vi caras y no vi sexos ni ojos medio abiertos vi párpados caídos a medianoche y taxistas esperando su turno en los lupanares del barrio viejo. Vi monedas girar cabezas cercenadas de ilustrísimos padres de la patria girando en el cenicero vi cigarrillos con hemorragias vi el desierto y el alba destronada vi pedazos de hombres carneados todo hedía. Vi a la Virgen con el índice premonitorio y no me creyeron Malagüera/7
vi monjas y eucaristías caníbales debajo de las albas muchachitas con cara de incesto. Vi, amor, vi tu mano caminando descarnada vi al revés tus dedos vi el paraíso en tu uña vi manantiales de espanto y sereno. vi gatos suicidas vi ojos desorbitados locos afirmando los techos vi la razón desnuda y el espéculo de tu alma en un tiesto. vi lenguas paridas vi sexos añejos vi ancianos pulular por calles grasientas y mecánicos, silbar a ras de suelo. Vi orquestas de niños cantando elegías crujiendo. Vi la muerte. Ay amor, vi la muerte en jirones y descabellada los huesos crujieron. En mis brazos cargo un bulto negro. no hubo necesidad de continuar con los ojos abiertos.
8 / Daniela N. Rosas
Liebre de marzo En marzo fue Ascesis. un pacto de sangre dijiste con la cara entre las piernas, descascaradas imploraste sangre imploraste cortes tajaduras duras duras imploraste sangre y hostias hija mía, cómete ese cuerpo, porque todos se lo comen y lo vomitaste, dicen, y te quemaste, dicen, lamiendo la religión, dicen. Y la verticalidad se volvió un quebrantahuesos, adormecida la chuchita en brebajes de poca monta-montada en la noche ebria, sí, ebria. caminando volviste (____ Dicen Así lllll todo duele, murmuraste.
Malagüera/9
Confesiones de un muñeco de losa Tss tss acércate, me dijo, miro a todos lados, tss tsss acércate un poquito es peligroso, le digo. Eres un muñeco de loza repito. Soy un pequeño cartero apoyado entre los libros. ¿Qué quieres le digo? Quiero decirte algo, me dice. Acerco mi rostro a su ciudadela de loza y oigo un resuello, un suspiro han muerto los dioses, dice. Ya lo sé, le digo. Conchedetumadre, conchadetumadro han muerto los dioses pronuncia con rostro risible. No lo repitas, le digo. Concha de tu madre era la concha que te dio tu madre. Ten piedad le digo. En mi garganta se oye su voz biselada su párpado izquierdo cae con desdén de juguete me mira con un ojo. ¿Qué te han hecho? Le digo Un dios me grito marica me dice Una pelea de gallos jugando a ser regios pavos me quebraron la piel 10/ Nombre Autor
me dice. Acaricio su cara, estás tan frío, le digo. Su ojo descuelga una lágrima en el mío. Quebraron mis palabritas me dice. Yo te cuidaré, le digo. A veces los muchachos dan miedo, solo quiero ser un muñeco de loza me dice. Eres bello, le digo. No quiero entregar mi carne al jolgorio de los pequeños dioses. Es juego de bufones, le digo. En mi cartera guardo palabras, nadie podrá leerlas, me dice.
Tejo los jirones con hilo de bulto, con hilo de vagabundo, con palabras en crisis que roban la biografía de los hombres.
Malagüera/11
Sufriendo tristittia, el octavo pecado capital, según la patrística tardía y uno de los pensamientos según los males del hombre de Pascal, incapacitada para estar sola en una pieza, esperando la muerte sin sorpresa. Pero ciertos andarines cuentan cuentos debajo de la cama, un vago aullido entra por la ventana, cuando todo duerme, cuando las cosas enhebran la arpillera del día siguiente. ANDARINES EN MÉTRICA DÉCIMA, CUENTAN CUENTOS ILUSIONISTAS. COPUCHENTOS DE PROFESIÓN, ANDAN RECAUDANDO UN TONEL DE LÁGRIMAS.
12 / Daniela N. Rosas
Saborearé la oquedad de la espera en la clandestinidad del puerto. Y lo innominable seguirá intacto en el gesto.
Malagüera/13
Un perro habla Sabes, perro, que tu vagabundaje hace temer a los hombres. Sí, dice. Sabes perro que tus pulgas producen el escozor imaginario bajo el peinado de las 7 am. Sí, dice. Sabes perro que tu boquita pintada y tu sedoso pelaje llama a los taxistas de las 12 pm. Sabes perro que soy otro perro mirándote desde lejos, Protegido por el concreto escamoteado por los gritos abyectos de esta calle trasnochada. Calla, dice. Mi collar es el collar rutilante de los transeúntes de los pacos, de los inmigrantes. Mi collar echo de dientes amarillos y ojos cobardes, de palizas y credenciales falsas, de extranjeros ladridos de casas pertrechadas por los orines de los hombres. He aquí mi collar lleno de golpes conmovedores y patéticos hasta que la brutal muerte nos separe.
14 / Daniela N. Rosas
Cena En la cocina echó mañana un cadáver de buitre a la olla. Se lo dejaron estampado en la puerta, y con elegancia sentada en el comedor de 70 años, ensartó el ojo de aguja con sal del cancerbero. Temiendo, ser observada por el ojal de la puerta la niña probó el sin sabor de su cena. en ayuno el mantel se acurrucaba a sus muslos y el cuchillo rastreaba la presa de su muerto. En silencio, dos lágrimas aliñarán la seda de la cebolla cuando el buitre descanse sobre el racimo estallido de su primavera.
Malagüera/15
A paso largo Va caminando la hereje, con cara de escarcha con expresión de pizarrón de recreo. Allí va atravesando las calles con los ojos dados vueltas antigua técnica aprendida en los barrios de mala muerte La hereje canta en quintas por unas pocas chauchas que le permitan seguir bebiendo. Allí va, danza la hereje con sus polleras desteñidas. Canta, canta la hereje canciones de iglesia paladeando hostias de monjitas. La lengua agria, casi muerta, profana en su silencio de vino tinto. la hereje camina sin rumbo, dejando dientes colgados en los postigos del insalubre barrio. Allá va cansada la hereje con sombrero de loca con rímel de puta con polleras de añeja con boca de vendimia con manos sudorosas apurando la vejez en sus bolsillos. La hereje la hereje Vale callampa
16 / Daniela N. Rosas
Escritos en el baño
Gran fiesta gran Pero sigamos danzando en la bruma, en el jadeo de una rosa, en la profundidad de un ojo de águila donde sucumbe el biselado de la piedra de río. No, los gitanos no están invitados a la fiesta porque no queremos recordar esa preciosa victoria, la pequeña muerte en los ojales del abrigo. Ahí están las copas y los rostros relamidos por la arcilla estucada, ahí están las plumas, otra vez la chaya y la cara muerta de risa, la boca llena de abismo.
Malagüera/17
Contemplación
I
Se fue cerrando su furtiva boca florecida de manzanas. Llegó entonces al umbral del zoológico, allí la risa de medusa relucía tres palabras. Pálida, la risa convivía con las bestias enmudecidas. La risa se arrastraba a carcajadas. En esos días en que las palabras se mecían en la cola de las bestias, de las manzanas nacía un árbol. La boca parida de gusanos, la flor precoz jadeaba.
Contemplación
II
Mientras el álamo crujía, las cabras se detuvieron a contemplar el cielo... Entonces sobrevino la depredación ontológica.
18 / Daniela N. Rosas
Un gesto obsceno en el bolsillo Y era el arte la ampliación del ser, porque ya no entraba en el sacrificio, y era el arte la ampliación de la casa, y se convertía en otro afuera de ese adentro de la dimensión conflictiva. Entonces mientras pensaba en un viaje ontológico de palabras ebrias, apareció ante mí un enano con tetas, de narices partidas y color desdoblado. Me puse a rezar, a fumar, a fumar y a rezar convirtiendo el aliento en piedra multiplicada. El enano con tetas era un ser liminal que se salía de la garganta de dos plantas apareadas, porque sí, habían también dos plantas apareadas. Y yo me puse a rezar y a fumar. El enano hablaba de esto y lo otro, de polillas, ruidos gordos, luces marchitas, de caminos eróticos y lenguas ajenas. Yo fumaba y una polilla se asomaba por la ventana. Era una escena visceral cargada de aquello que debiendo estar adentro está afuera, era vomitiva, pálida, espacio de purga, de gemidos, congoja aberrante y extractos peludos. Le pregunté al enano por sus tetas, y sus manos fueron borrándose y yo con ellas.
Malagüera/19
CrItoris Pero las hostias ya no saben a memoria. Él prefiere santificar al floripondio vestido de novia beber del cáliz de las santas y beatas del barrio insalubre, Él recita el salmo noventa y uno en versión punky bajo la casa okupa, el árbol disecado de los dioses.
Sólo siente el olor a orujo podrido, allá, a fermentación, a un cementerio de palomas citadinas que robaron el secreto de las estatuas.
20 / Daniela N. Rosas
Marcha de estudiantes Hilvanar siguiendo los puntos de líneas de fuga, van de aquí para allá, frágiles, se desarman enrollan, cubren, pliegan y repliegan, cierran los brotes de la tierra, destapan agujeros cavan madrigueras. En ese hilillo rojo veo la crucifixión de Cristo. Crístoris que remece y purga. Parir(se) un cristo, hijo de la vendimia abyecta, hijo mío te enamorarás de tu madre, hija, culparás a tu madre en el diván del joven de cuencas oscuras. Porque la Ley del Padre dice que seré tu MALADRE. También te enamorarás de tu padre, escondiendo secretos en tu caverna arcaica. Allí irán los seres liminares, adorando tu cuerpo desnudo en una máquina deseante de flujos herejes y nutricios. Tiñe tus mejillas con rojo heroico y patrio, ese rojo que blanqueó la memoria de los hijos de los hijos de los hijos, en la falsa genealogía de las lápidas vacías. Marquen en sus frentes la estrellita del movimiento farmacéutico revolucionario. La repetición del simulacro, hijos, marchen, enarbolen sus pancartas con carbón y sangre por las calles, gritando, hastiados, dibujando una sola boca mustia de rabia, confundidos en la muchedumbre repetitiva. Allí van por las grandes alamedas, mis hijos, tus hijos, los hijos de la MALADRE parida de su propio vientre bajo rótulos de políticas familiares uni-parentales. Te acusan de herida abierta, de uterismo crónico, de hybris, cuando huiste al cementerio de los huesos analfabetos. Corre hijo, corre hija, huyan de la MALADRE, llenen sus sacos con puñados y alientos de las últimas luciérnagas, de flores de plástico, huyan a sitios eriazos, por los desiertos de sus cuerpos a las grietas del paisaje como últimos reductos de la carne. Esa carne tejida con el hilillo blanco de claveles y trovas de olvido y borraja.
Malagüera/21
Hora fatal Cuando los perros refunfuĂąan tu epitafio una virgen prende en su ojal un prendedor de violetas a la espera de tu sepelio. Harapienta, ella pasea, harapienta, Mientras la gotera dialoga con el reloj de pĂŠndulo. Coronada en espinas ella coge su cabellera Llevando en su canasta una botella de aguardiente para su niĂąo. un pernil para tu entierro. Pues sabe que la ceniza no florece entre las piedras.
22 / Daniela N. Rosas
Hojecer
Orolonco Adiós le dije vuelvo a Putaendo, con mi mama, allá arriba con el amigo, los zorros y la mama. Vuelvo al oasis de cardenales y lagartijas a reencontrarme con mis viejas hermanas y los pinos cómplices encantados por la acequia. Mi mama me servirá un plato de cantos ovalados y piñas. Tras la niebla de julio mi mama me dirá dónde están mis antiguos muertos los antiguos entierros de pan francés y monedas antiguas. Pero no hay nadie, no hay nada solo quedaron las botellas colgadas en la leñera viejas sombras de arañas y gallinas en pena los báculos infantiles. No hay nada ¿Hubo antes? Mama, ¿fuiste? Mama coronada de cactus me saco el sombrero y recojo mendrugos de culebras y violetas Mama mama miras de lo alto la laguna humedece tu estoica nariz que ocultó incas y sacristanes Malagüera/23
Bajo tuyo hoy la casa de orates mama riego tus grietas con destilados de segunda mano Mama me marcho. Putaendo dicen, aquí ya no vive. El adobe, las palmeras, el óleo de fantasmas y sombras la casa abandonada los condoritos y la artesa envejecida habitada por curtidos estremecimientos ….y las estrellas sin nombre. Allá abajo la escuela de monjas la monja sin cabeza jugábamos y tú nos mirabas mama. entre las nubes en carretilla no quiero seguir caminando Se va la vida en las palabras.
24 / Daniela N. Rosas
Cuando domingo Tu madre preparó un queque ¿Recuerdas? Pasas y nueces del día domingo después de la iglesia Caminamos lejos con las manos en los bolsillos donde los abejorros son extraños chirridos de máquinas citadinas Allá quedaron los árboles secretos, las escalinatas de nadie los juegos en cuclillas las leyendas bajo los puentes solo un gemido de noria recuerda la nota oxidada de nuestra infancia. Los carozos en el techo el luche improvisado en un camino de tierra y el álamo solo es un forastero en nuestros sueños. Una pelusa blanca una carta sobrevuela.
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Casa de Orates En los prados de la temperancia dicen algunos, se cobija la quinta bella alusión de los olivos. Peligrosos, desdibujados, la fuga de sus rostros causa recelo. Cuando los olivos remecen sus columnas con bailes anodinos por favor, no acercarse a ellos, murmuran en los pueblos chicos. En la Avenida La Paz dan la pastillita verde compañero. Susurradores de causas perdidas usted vale callampa compañero. La mueca del caballo muestra su estupor frente a los pinos. Tierra ácida dicen los perros que cavan las hallullas de cada día. Ma pa ta prs la la platr. Cansados, caminan cansados de tanta desidia. La virgen de los tuberculosos está fuera de moda. Sus vestiduras causan risa a los santos new age de las esquinas. Vete María, el mundo al revés perdió su lirismo. Allí están los cactus para enredar tu suicidio. Oh, tantas Marías y Marcelinos y Pedros y Carmencitas. Corran con los colchones a la espalda y la bolsita con pan y manzanas avergonzadas. Los barrotes están estampados en sus caras. venciendo la extraña luminosidad amarilla de la existencia in so por table Pero el gesto repetitivo esconde un alfabeto que no quiere ser oído cuando los ojos horadados de Cristo bajan al camastro de fierro fundido. ¡Silencio! gritan las bestias clandestinas. 26 / Daniela N. Rosas
¡Ustedes pueden irse a la punta del cerro! afirmando las barandas de la indiferencia brutal carnicería punki, del diablo como confidente porque esto puede ser lo último. Vayámonos a la oralidad devastadora del intransable pacto desprevenido De repente, en actitud despedazada acontece la fuga De repente la violencia la espantosa culpa flanqueada por la mandíbula ¡Cállate la boca! la pequeña muerte nos encierra en la fosa común de la malacotosa sobrevivencia.
Malagüera/27
Palacio de Quilpué Desandando las horas del viñedo Maldigo la sombra de veranos inaudibles la llaga del sol trastocó las uvas apenas pendidas del racimo como mi plegaria aferrada a la parra. No, no envíes epístolas en golondrinas mancilladas la maleza envileció las lombrices y ni las ebrias abejas beben los pezones del alba ¿Cómo sustraerme al nombre propio de las piedras? Cuando el quejido silvestre de los cardenales reclaman su nido a los árboles temibles. Pero el cielo oblicuo aún guarda un otoño rutilante de recuerdos que no fueron fatigado de silencios y de tules. Solo queda mi amor golpeado contra los abedules podrido en la acequia que cruza las ruinas de un palacio del siglo XIX.
28 / Daniela N. Rosas
El olvido del arriero Cloac cloak clook La ecuación del caballo convirtió en barro la memoria hundiendo los belfos en la acequia oyendo el murmullo de los cantos. La sorna telúrica del caballo desdice el camino a casa. No hay huella, el caballo devoró la huella su cola espanta los augurios y a su trote acuden las viejas ánimas. ¡No hay huella! Gritan ¡No hay huella! Los muertos no encuentran el camino a casa. El caballo ríe mostrando los dos mil años de su dentadura agachando el moño volviendo a beber el olvido de los guijarros.
Malagüera/29
Carnaval I
Ha muerto la reina en la mesa de las rugosas manos que intercambian un puchito. Pero ella se pasea de fantasma porque murió en 1987 cuando la alegría prometía venir con una sonrisa ancha.
Carnaval II
Extrañas alimañas asoman sus ojos inquietos tres cruces incardinan sus frentes feliz el ave parida busca sus frutos. Allí está, le digo, mostrándole una bandeja de cobre mi cabellera reluce intacta para el festín de la rapiña fecunda eres me robó el útero alma gemela en derruidas alas se dirige a buscar sus mendrugos. Allí va el ave, auscultando el jadeo de las letras y enmudeciendo al campanario canta el ángelus de la ferocidad de la noche. Mi vientre lleno de insectos es carne fresca para las criaturas para saciar el hueco de mis comensales con un cuerpo inservible. El festín, el último festín nocturno.
30 / Daniela N. Rosas
Ancestros
Tras las barracas de Isla Dawson Colgado en el pentagrama cósmico de los himnos insulares aúllan los viejos ídolos de la caverna. Un origami se estremece sosteniendo la geografía de los hijos muertos. Sucumbiendo, cae, en el silencio de las piedras. Allí yacen las falsas cruces, flageladas, tiritando de invierno. Pedacitos de muerte bastardas preguntas cuelgan en las barracas. La revelación de los muertos reconstruyen el derrumbe del mal augurio de los pájaros. Y en las palabras, rugen los himnos cavando nuevas alambradas. Pero aquí sigue el viejo con setenta años encima sollozando por sus compañeros aullando en el pentagrama de los sueños. Doblado, temiendo el bayonetazo por la espalda. Mentitas en el bolsillo el infinito estómago de los eucaliptus, pero solo basta apagar la luz para que los himnos vuelvan a nombrar el sabor amargo y la estrechez de las ventanas. Malagüera/31
Son tres las capas... piel, huesos y llagas, tironean el viejo h谩bito de una min煤scula roca en la alambrada del fin del mundo. Solo el mar sabe el nonato hijo que dej贸 la estampida d贸cil de su garra. No importa, con los ojos de tela el gusano aguarda su mejilla rasmillada en el mustio charco de la militancia.
32 / Daniela N. Rosas
Tiempo de calvicie Disfrazado con su piel de cordero duda de su ideología. Temblando las palabras, muerden los bordes de su rostro. Carcomen su boca. Y la calvicie devora el discurso de su padre. Padre, ¿qué te hicieron? cuando aúllas por las noches, recordando, ahogado de miedo. Padre ¿qué te he hecho? sacrificando tu cuerpo tras la venda de mi falsa militancia. Padre, ¿es esta la alegría? Padre, ¿para ti llegó la democracia? Pero corro a esconderme bajo las mesas, a esconder cuadernos bajo los sillones de la patria. Vamos, me dices, no me entiendes. Y con desdén yo reprocho tu coraza. Vamos, dices. Y subes el volumen de las noticias para escuchar la cadena nacional de la utopía. No es cierto, basta, te digo. A quién engañas con ese tropiezo de cobardía. Pero yo no entiendo. Y tú herida sigue cantando el himno de la patria. Toco tu cabeza, desierta. Eso me le hicieron en ese tiempo, me dices. Ese tiempo, erase una vez, prohibido decirlo. Apedreado mi corazón te lo ofrezco, con la vergüenza de aquel que ha vivido muchos años estampado en la caligrafía de las playas. La memoria sospecha una sonrisa lenta. La memoria aguarda. Y te sueno a chiste repetido. Se me sale una vocal fascistoide, incapaz de comprender más allá de tu noche desvelada. Malagüera/33
Es cierto, no me tocó la alambrada. Sí padre, vives marcado por el hielo, y en mis campos de flores plásticas te miro, de reojo, sin entender, egoísta, juzgando tu encefalograma. AY PADRE, INVENTÉ FALSOS MITOS, DEAMBULÉ POR DIVANES CULPÁNDOTE DE LA MANCHA. He aquí la mancha, parida, BORRRAJA. Padre, besaste cada denario de tus amigos. Te lavaron los pies y ofreciste tu mejilla, escondiendo los mensajes de las piedras del fin del mundo. Muerte al führer. AY PADRE, Y TE HE MATADO, BLANDIENDO MODESTOS DIOSES EN LA MEMORIA ROTA. Se me pegó el óxido de la alambrada, luciendo con rojo la boca llena de cadáveres. Mientras tú, como muchacho, me sonreíste.
34 / Daniela N. Rosas
Lamento telúrico Yo lloro recogiendo mi oído de la tierra cuando crujen los desvencijados puentes en la pesadilla de un perro. Yo lloro por el bélico aroma de las hormigas que colma estos caminos verticales con caligrafías de azúcar. Yo lloro por el arriero cósmico cuando galopa su andar fuera del tiempo. Yo lloro estrujando mi cabellera cuando el río sisea la familiar alianza con el viento. Yo lloro reuniendo los colores que dejaron los reptiles sobre la hierba precipitados ojos que robaron el descanso a la humedad de la noche. Yo lloro por las arterias de las botellas cuando confunden los ríos concupiscentes de los amantes ebrios. Yo lloro por la humildad de los cardenales que sostienen el llanto de un viuda en el balcón polvoriento. Yo lloro por las casonas coloniales que horadan palabras en las tinajas inútiles.
Malagüera/35
Yo lloro por la paloma que cruza la plaza cargando el alzhéimer de los viejos transeúntes. Yo lloro por la taza de café que hundió los besos del último domingo. Yo lloro por las calles malolientes cuando la sonrisa de un perro salva a una suicida. Yo lloro porque ya no lloro olvidando el hilo que el sol estrena en noviembre.
36 / Daniela N. Rosas
La extranjera Escribo porque sí porque no, porque no puedo retomar los traspiés de la vendimia. Escribo porque ni los espejos, ni el estante, ni los rostros familiares, escribo porque la luz se ha vuelto incómoda, demasiado tenue cuando las murallas desean que se extinga. Escribo porque el ángel Gabriel, el monje budista y la dama de greda están cansados del viaje, del polvo, de la madera ajena. Escribo porque el pequeño ecuador y el templo inca anochecen lánguidos en las paredes. Escribo porque el polvo, las murallas y los rostros porque las ampolletas señeras, porque el sombrero es una boca abierta Porque estoy cansada escribo, solo las piedras y los frascos de hierbas, solo los libros y la oveja de invierno solo el costurero y los roídos vestidos dibujan la última patria para cuando ya no escriba y los cardenales abracen el último trino en el vértice de la extranjera.
Malagüera/37
Y tejo y tejo y meto cabelleras en los jirones, de locas muertas, de patilocas y patulecas y panfletarias y patiperras.
38 / Daniela N. Rosas
“Malagüera” de Daniela Núñez Rosas se terminó de imprimir en el mes de octubre del 2014 en los talleres de editorial Opalina Cartonera www.opalinacartonera.blogspot.com
Tiraje inicial de 300 ejemplares todos rigurosamente foliados por su propio autor
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