bigote sucio - LOADING
Una exposición de Bigotesucio Inauguración 8 de Febrero a las 20:30 h. Espacio Lavadero
Todas las obras realizadas en El Rapto entre enero y febrero de 2019. Fotografías por Cristina Beltrán, Ismael Jimenez y Bigotesucio
Comisariada por: Aurora Montesinos @aurora_96_ugr y Apolo Oulios @apolo.oulios
Pero ¿y si esa búsqueda de una dimensión más profunda -y, por lo tanto, más real y mejor- es del todo inútil? ¿Y si no existe un concepto, una complejidad de la que hablar? Este planteamiento nos llevó a dos posibles perspectivas a la hora de elegir una línea de actuación curatorial. Por un lado, la habitual y en muchos sentidos inevitable creación por parte de la observadora legitimada –véase comisaria o crítica o cualquier título de esos que rigen el mundo del Arte– de un concepto que dote a la obra de contenido a través de su explicación teórica, en demasiadas ocasiones expresada mediante un lenguaje pomposo e innecesariamente complicado que, en el fondo, poco quiere decir. Y por otro lado, la opción que nos aventuramos a explorar ya sea por honestidad o profunda ignorancia, que consiste en admitir la inexistencia de, o nuestra incapacidad para ver, el significado escondido entre las formas y los colores. Y, en cambio, fijar la mirada más allá del producto final: es decir, en el carácter procesual de las obras y en sus condiciones de posibilidad.
En la trampa del concepto
Como comisarias -primerizas e inseguras, claro está- pensábamos que nuestra tarea consistía en el descubrimiento de cierta complejidad conceptual, en la búsqueda de un sentido último a las obras del autor. ¿Qué querrá decir con este uso de los colores? ¿Cuáles son las herencias que arrastra en el proceso de elección de los formatos, de las formas, de las técnicas utilizadas? Suponíamos que se trataba de una tarea similar a cuando vas a una exposición y miras las obras mientras estrujas tu capacidad hermenéutica hasta que ¡voilà! se te ocurre algo trascendental que decir, lo comentas llenita de ego para finalmente irte a casa contenta por haber sido capaz de emitir un juicio de valor, de participar activamente en el juego del Arte.
Aurora Montesinos y Apolo Oulios
“fijar la mirada en el carácter procesual de las obras y en sus condiciones de posibilidad.”
Con esta exposición bautizada bajo el título de “Loading” consideramos que, más allá de esas diferencias interpretativas que cada una de nosotras pudiera tener, la dimensión procesual y productiva debía ser el hilo conductor del análisis de las obras de Bigotesucio (Fuenlabrada, 1982), Dani Martín para las amigas. Cuando le preguntamos por el sentido de sus obras Dani siempre dice algo así como “yo es que pinto una raya aquí y otra ahí porque sí, no hay un concepto detrás, es algo espontáneo”. Y lo que creemos que, desde su profunda humildad, quiere decir, es que su guía es el criterio estético y que, lejos de la necesidad de una interpretación semiótica de los colores a lo Kandinsky, la estética es también su principal objetivo. La sensación y el impacto que genere -el concepto que cada una percibe de ello-, ah, eso ya es tarea de la sensibilidad de quien observa. Su proceso creativo es, por lo tanto, espontáneo –en cuanto a inspiración creativa, porque todo lo demás lo lleva con enorme disciplina- y sorprendentemente rápido: hace cuadros como churros. Nos preguntábamos cómo hablar de esto sin que se infiriera de aquí un menor valor de sus obras y nos hace pensar: ¿Por qué lo lento y laborioso se premia frente a la facilidad y la rapidez? ¿Por qué la capacidad de producir una obra con un fuerte impacto estético de forma fluida y sencilla no puede entenderse, de hecho, como una virtud? Con este revoltijo de ideas nos enfrentamos al análisis de esta pequeña muestra de la obra de Bigotesucio –se trata al final de un total de 18 piezas-, cuya producción nos genera más preguntas que respuestas. Unas preguntas que no solo tienen que ver con su proceso artístico, sino también con el contexto más amplio que le rodea: con las interconexiones entre el arte y el diseño, con las lógicas del mercado o con las transformaciones de lo que puede o no ser entendido como un producto artístico.
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“hace cuadros como churros “
Sin embargo, en todo proyecto existe una constante ineludible que dificulta de alguna manera la materialización de las ideas que en un principio motivaban ese propósito. A la hora de plantearnos esta exposición, nuestra labor como comisarias se estrelló frontalmente con esa constante. Si bien nuestra pretensión original era la de interpretar la obra de Bigotesucio desde su dimensión procesual y contextual, intentando no conceptualizar su trabajo para así poder mostrar en todo su esplendor el carácter intuitivo de su producción artística, en el momento en el que tratábamos de dar una forma concreta a esta idea, los problemas se multiplicaban. Porque en un principio nuestros puntos de vista individuales sobre cómo comisariar esta muestra eran más afines de lo que creíamos -quizás ésta sea una de esas constantes a la que nos hemos referido-. Pero a parte de esas diferencias inevitables -y también necesarias-, en nuestro intento por ofrecer una perspectiva no conceptualizada caíamos de un modo o de otro en la trampa del concepto, siempre presente en cualquier acto comunicativo.
De forma paradójica, el plano formal que da sentido a una exposición artística parece tener la necesidad de partir de un concepto que le otorgue cierta unidad significativa. Pero, ¿no es acaso el concepto una forma de cristalizar el carácter informe de la creación artística? ¿No tiene más que ver con las dinámicas que rigen el mercado de arte, que necesitan constantemente conceptualizar las obras para hacerlas consumibles? ¿Por qué los colores, las formas geométricas, las luces, las texturas y los tejidos tienen que dar cuenta de un significado, y no simplemente expresar algo que siempre desborda los principios lógicos y significantes? ¿No está el mundo del Arte condenado a una eterna actualización de significados vacíos?
El concepto de su obra que, como ocurre con las meigas, haberlo hailo, siempre aparece a posteriori, una vez que el producto final que representa la obra en sí está terminado. Y curiosamente esta conceptualización tiene mucho que ver con el momento en el que ese producto se convierte en mercancía una vez que se integra dentro de las dinámicas del mercado del Arte. Quizás sea el establishment del mundo del Arte quien legitime en última instancia la constante actualización de conceptos artísticos que den significado a las obras, o quizás sea la propia necesidad económica de los trabajadores del mundo del Arte quien les invita forzosamente a aceptar la tiranía del concepto. Pero en muchos casos, y entre ellos está el de Bigotesucio, el concepto tiende a eclipsar todo ese proceso creativo y productivo que es informe y no jerarquizado, que precede a la obra y a cualquier conceptualización que sobre ella se pueda realizar, y la que en esta pequeña exposición hemos pretendido hacer justicia.
bigotesucio.com -