22/11/2014
Historia del renacimiento
Autor: Daniel Brito CI: 20 351 026
Filippo Brunelleschi , padre del renacimiento, (1377-1446) Al arquitecto se le atribuye la invención de la perspectiva, el sistema para representar tres dimensiones en dos, de forma que en un cuadro o dibujo, por ejemplo, la barbacoa del jardín trasero parezca que está más cerca de los rosales del vecino. La perspectiva funciona mediante un punto de fuga, o punto único en el que teóricamente convergen todas las líneas paralelas que se alejan, y cuyo efecto crea una sensación ficticia de profundidad.
Antonio di Tuccio Manetti asegura que Brunelleschi expuso su planteamiento con una demostración práctica, que suena más complicado de lo que realmente era. Primero, pintó en un pequeño tablón una vista del Baptisterio de San Giovanni de Florencia, por supuesto, en perspectiva. Después taladró un agujero en el centro del panel. La idea era que uno se pusiera en pie en la piazza frente a la iglesia, que sostuviera el tablón frente a la cara con una mano y mirara por el agujero desde la parte posterior del tablón. Se vería el baptisterio. Después, poniendo una mano al otro lado del tablón y sujetando con la misma un espejo frente a la madera, lo que se vería es la versión pintada en el reflejo del espejo. Con el espejo hacia arriba, el baptisterio; con el espejo hacia abajo, el baptisterio: la misma imagen en ambos sentidos. Lo he tenido en mis manos y lo he visto muchas veces en mi vida, y puedo atestiguarlo, Manetti nos asegura.
El arquitecto en el renacimiento, y la transformación El renacimiento, la era donde el constructor sin nombre pasaría a ser arquitecto, ya no son los obreros los que tienen el control si no el arquitecto y el proyectista, sin embargo amanecía una nueva era para la arquitectura. Los artistas que se habían convertido en arquitectos e ingenieros debían prestar un nuevo servicio público. Debían orientar sus mentes creativas al arte de la guerra. A finales del siglo XV la península itálica sufrió de algunas invasiones, por ello los grandes arquitectos del Renacimiento fueron llamados a diseñar las fortificaciones, puentes y otros lugares de combate. Las innovaciones y las nuevas tecnologías en construcción estaban a disposición del ejército.
La era de los arquitectos que había comenzado en Florencia seguiría transformando Roma y el resto del mundo, En el siglo XV los papas volvieron a Roma, y comenzaron una tarea de reorganización de la ciudad como un Estado papal. El Papa Sixto V (1521-1590) se embarcó en una ola de reformas y construcciones sin precedentes para devolver a Roma su brillo pasado. Sintió la necesidad en convertir Roma en la capital de la cristiandad. Re urbanizó la ciudad y reconstruyó los acueductos. El regreso del agua vino acompañado de un aumento de población. Pavimentó los caminos, ensanchó las calles y la ciudad explotó con nuevas construcciones. Utilizó los obeliscos egipcios que los romanos trajeron de Egipto como monumentos por toda la ciudad. Sixto los usó como signos de admiración urbanos. Quiso trasladar un obelisco a la catedral de San Pedro y encargó esta tarea al arquitecto Domenico Fontana quien diseñó un complejo sistema para trasladar el obelisco a la Basílica de San Pedro con la colaboración de 300 obreros.
Los planes de Julio II Con el tiempo, el papado fue adquiriendo poder y riqueza, culminando con la figura de Giuliano della Rovere, Julio II, cuyo sueño era ser un personaje respetado y conocido, mediante la restauración y recuperación de la idea de una Roma grande. Reformará sus estancias: la Capilla Sixtina y otras estancias administrativas, además de la actuación del Belvedere y la reforma de la antigua basílica de San Pedro, edificada por Constantino hace más de 1100 años. Sin embargo, esa segunda edad de oro de Roma pretendida por Julio II será fugaz. Además de la avanzada edad del papa, 60 años, sucedieron varios acontecimientos, desde la peste al Sacco, el saqueo de la ciudad de manos de unos 35000 soldados dirigidos por el Emperador Carlos V, que ganará el territorio a los franceses, que conquistaron Lombardía.
En Italia atacaban los franceses y el imperio español de Carlos V, que se impuso en Roma como monarca absoluto, elegido por Dios, no como los papas que los elegían los cardenales. Por ello debía frenar las intenciones del papa. En tiempos de Julio II aparecieron además epidemias y la crisis de la Iglesia, como fue la reafirmación del cristianismo, por Lutero, lo que le llevó a su excomunión. Todo este escenario pesimista marcará la cultura y la arquitectura del barroco. La segunda edad de oro del clásico estará caracterizada por elementos depurados, de la perfección, del máximo control de las proporciones. En Roma se intentó definir un gran proyecto clásico, que abarcó desde la arquitectura al urbanismo y desde la escultura a la pintura. Fue la llegada del instante clásico, protagonizada por Julio II. Fue un lenguaje común, universal, como lo llegó a ser el griego clásico.