Semana santa 2012

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SemanaSanta Sevilla

A単o 2012 Ejemplar Gratuito


Nota del editor

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SemanaSanta 2012

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Edita Trijamba Diseño Sevilla Trijamba Diseño Torres Miranda, 51 Sevilla 41016 Sevilla Tlf. 692 54 57 41 www.trijamba.com trijamba@gmail.com

Colaboraciones Isidoro Moreno Navarro Ricardo Ríos Pérez Antonio Gila Bohórquez Manuel Valencia Glez. del Corral Manuel Carlos Hernández Romero Ignacio del Rey Molina

Coordinador Daniel Gutiérrez Marín

Fotografía José Antonio Cabrera Oliva Alejandro Sigüenza Navarro José Miguel García Gálvez

Redacción Pilar Madrigal Cuesta Alejandro Sigüenza Navarro

esde el claustro abierto al cielo de Sevilla, en el interior de la Facultad de Bellas Artes, pude asistir a la clase magistral que la ciudad proclama al borde de la primavera. Pude escuchar el canto alegre que Sevilla entona llegado el momento preciso de la ceniza. Mi alma, aún sin disponer para la Fiesta, ya gozaba de la espera del Domingo de las Palmas. Hay quien repite insistentemente que su existencia al completo es una eterna Cuaresma. A campanazo limpio, las espadañas de la urbe me recordaban que ya era Miércoles de Ceniza y el repique inocente del recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás marcaron la circunstancia personal de aquel instante del inicio. Todo se había dispuesto en el discurso primero que contemplaba en el azul del cielo sevillano -¡cuánto se ha escrito sobre la bóveda celeste de Sevilla!- y ya vibraba en la emoción de la espera. El signo del tiempo estaba marcado en el suelo de Sevilla y no en su cielo. De la belleza de la ciudad, ese espectáculo magnífico a los sentidos que se muestra en un compás de agujas detenidas al paso de la Imagen que es imagen viva de nosotros mismos, emana la inspiración para la obra que ahora, estimado lector, sostiene entre sus manos. De aquel pregón callado al que fui invitado en la mañana del Miércoles de Ceniza surgen ahora estas letras e imágenes que quieren ser preludio de la Gran Obra que Sevilla imagina sobre Dios. No hubiera sido posible, qué duda cabe, sin la inestimable colaboración de quienes han puesto su firma a los textos publicados. No hubiera sido posible, imaginen, sin la mirada atrevida tras un objetivo que congelaba instantes. Sin duda, no hubiera sido posible sin quienes han depositado su confianza en este proyecto que quiere servir de anuncio a la Semana Santa. De ahí su nombre. Porque no puede existir mejor nombre para la Fiesta que el nombre propio que la ciudad le ha dado. Y a usted, estimado lector, también, gracias. Por dedicar parte de su tiempo a la contemplación de nuestro trabajo, por conservarlo y transtimirlo, si lo cree oportuno. Por ser el auténtico protagonista de la Semana Santa de Sevilla. Daniel Gutiérrez Marín Editor


En Portada

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Teorema de Jehová y los comunistas

erdonad. Hay sus opiniones. En el principio era el Verbo, dicen las Escrituras. Pero hay quien piensa que en el principio fueron los hombres. Dios vino luego. Lo primero sería que los hombre se dieran a pensar que alguien debió hacer el mundo, la tierra feraz, el aire fino, los ríos caudales, las fieras indómitas y las estrellas altas. Entonces, precisamente, el hombre comenzó a ser religioso, a creer en la existencia de unos padres ignorados y magníficos, como suma y ápice a la necesidad de encontrar explicación y causa al hecho del mundo y sus complicados incidentes. Dios surgió como una idea simple. Dios, por lo menos, había de ser el autor de la puesta en marcha y aún de las averías del Universo. Más tarde aparecieron nombres a ese poder total e incomprensible. Y entonces comenzó la división de opiniones. El cómo y el quién fragmentaron la creencia única, y nacieron los sistemas religiosos. después cada sistem se partió en credos, ritos y ceremonias. Por encontes, se inventó la Semana Santa sevillana. Cuando ya el cultos católico se matizaba de peculiaridades y de acentos. Y todavía siguió la división. Porque, dentro de Sevilla y en medio de la Semana Santa, la atomi-

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zación prosigue. Varía el tono con las distintas cofradías hasta llegar a individualizarse en cada corazón que traduzca en una ascética personal e intransferible el maravilloso aparato externo de las famosas fiestas. El causante del mundo, Jehová, queda bien lejos. El Sinaí se alza más allá de las lomas del Aljarafe. La verdad es que la gente no se acuerda ahora mismo de quién hizo el mundo. ¿El Génesis? Habladles de eso, y veréis qué cara os ponen los “armaos” de la Macarena. ¿El Génesis? No interesa. Más que la saluda del mundo, maduro de la entraña del caos, importa la salida de la Virgen de la Amargura por el estrecho marco de su iglesia. La puerta no da al “paso” más de una holgura lateral de dos centímetros. Dios hizo el mundo en seis días. Pero esto es más serio. El capataz de los costaleros, Dios máximo de esta escuadra de comunistas, no usa barba ni se toca con un triángulo isósceles, pero ahora mismo es más interesante que Jehová. Jehová dijo: “Fiat lux”. Y el capataz: “¡A ésta es!”. Mucho más sencillo. Antonio Núñez de Herrera De su obra “Semana Santa. Teoría y Realidad.”

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Más allá de la Semana Santa Ricardo Ríos Pérez

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evilla vuelve a ser, en estos días, la de siempre. Sí, la del tópico, que no por ser tópico deje de ser realidad. Es la Sevilla de los naranjos en flor, la Sevilla cuaresmal que ansía la llegada de lo que presiente, de lo que se palpa y de lo que se saborea, la Sevilla del rito anual. Centenares de sevillanos se acercaron, en su día, a la hermandad. Ya guardan ilusionados la papeleta de sitio, ya se han bajado de los altillos las túnicas, mientras otros hace tiempo que volvieron a hacer la ropa y acariciaron, más que tocaron, la soñada trabajadera. En las priostías se han echado horas y horas, la plata está limpia y las insignias en perfecto estado de revista. Las Juntas de Gobierno sienten el cosquilleo de la responsabilidad. Y

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a los niños que estrenarán túnica o debutarán como acólitos se les hacen largos los días. La ciudad también lo nota, la estructura de los palcos se ha ido alzando poco a poco, las noches se sembraron de “mudás”, los ensayos musicales sonaron más afinados y en los escaparates torrijas y pestiños rivalizan. Más que se presiente, ya se siente. Vienen los días más gozosos. Llega la Semana Santa. … Pero antes se han sucedido días, semanas, meses. Antes de que la Hermandad se vaya a hacer cofradía en la calle, se han vivido cultos, actos, reuniones, cabildos, convivencias…, se ha hecho vida de hermandad, ¿o no?... Es posible que el hermano capirotero responda: “pues va a ser que no”. Lástima. No sabe lo que se ha perdido. Porque la Semana Santa es sí, la semana grande, la de explosión de una fe compartida, la de una manifestación religiosa que en Sevilla tiene aires festivos, porque se sabe el final de la “película”, esa que termina en Resurrección, porque no es sólo Pasión y Muerte. Y por eso, porque termina en Resurrección, que más que un terminar es un comienzo, no nos podemos

quedar sólo en la Semana Santa -acaso esto leído en estos días suene raro- tenemos que ir más allá de la Semana Santa. Ese nazareno anónimo, ese costalero que también debería serlo, los de los ciriales o el pertiguero, los contraguías o el capataz, todos los que hacen, o harán, estación de penitencia, no tienen un compromiso de vida cristiana solo en Semana Santa, sino durante todo el año. Por eso es bueno “vivir la hermandad” sea abril, mayo…., septiembre u octubre… Se es hermano, cofrade, los trescientos sesenta y seis días de este bisiesto año. No es fácil. Luego llegará la Feria, quizás también el Rocío y el verano que todo lo cambia. ¿Todo?... Ahora que nos disponemos a vivir con la ilusión de siempre nuestra estación de penitencia, ahora que el olor a incienso se nos mete en lo más íntimo, y los deseos de estar al lado de las Imágenes de nuestra devoción se han despertado, ahora es el momento de plantearse -buena reflexión para considerarla bajo del antifaz o la trabajadera- ¿y después de la Semana Santa, qué?... Porque después de la Semana Santa debería haber muchas santas semanas. Este año, disfrutemos de la Semana Santa, vivámosla con intensidad, aprovechemos cada uno de sus días, no sólo el de la estación de penitencia, para acercarnos a la Verdad, a la única Verdad. Y que ese acercamiento lo mantengamos durante todo el año, más allá de la Semana Santa. Semana Santa

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celebraciones litúrgicas y ritos populares* Isidoro Moreno Navarro

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as celebraciones litúrgicas no pueden ser suplidas ni suplantadas por ninguna otras, por muy espectaculares y coloristas que sean”. Estas palabras del arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, reflejan con rotundidad la posición de la jerarquía católica respecto a la Semana Santa tal como se festeja en muchas ciudades y pue-

blos de España. Y monseñor agregaba, por si lo anterior no estuviese suficientemente claro: “La Semana Santa más verdadera no se celebra en nuestras calles sino en nuestros templos”1. Y monseñor Asenjo, sucesor en la sede arzobispal de Sevilla del cardenal Amigo Vallejo -al que Roma aceptó, con rapidez inusual, su renuncia preceptiva al cumplir la edad reglamentaria- aconsejaba

también, el mismo año 2010, “procurar vivirla en el silencio, la oración y el calor de la liturgia”2. Y lo hacía en una ciudad en la que salen a la calle, desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección, sesenta y cinco cofradías, con más de cincuenta mil nazarenos y nazarenas de todas las edades, tres mil costaleros y decenas de bandas de música y que son presenciadas, con motivaciones

Este artículo está basado en una ponencia invitada del autor en el Segundo Congreso Latino-Americano de Religiosidad Popular sobre “La Semana Santa: liturgia, música y rito”. Valladolid, 2010. 1 En Alfa y Omega, suplemento de ABC de Sevilla, 1/04/2010. 2 Id. *

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Aunque no lo reconozca, la jerarquía eclesiástica está instalada permanentemente en una calculada contradicción, o al menos ambigüedad muy diversas, por cientos de miles de personas que llenan calles, jardines, bares y restaurantes en contraste con la relativa escasa asistencia a los oficios litúrgicos. Aunque no lo reconozca, la jerarquía eclesiástica está instalada permanentemente en una calculada contradicción, o al menos ambigüedad: por una parte, reivindica el monopolio de la interpretación y de las decisiones sobre hermandades, cofradías y rituales de Semana Santa, dando por incontestable que el único verdadero carácter de las procesiones –y en general de los rituales de la Semana Santa en las calles- es el religioso católico. Y, por otra, afirma que dichos rituales sólo son, a lo más, un complemento de lo que constituye la verdadera rememoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que sólo se da en las ceremonias litúrgicas, con lo que les confiere una significación secundaria y subalterna. Así, es la propia jerarquía eclesiástica la que distingue con claridad

en la Semana Santa entre liturgia y rituales populares. Aquella, siempre protagonizada por clérigos, estos con escasa presencia de ellos; aquella en el interior de las iglesias, estos principalmente en las calles; aquella vivida en silencio, en recogimiento, en oración y reflejando la ortodoxia de creencias universales, y estos repletos de emotividad, de sensualidad que emerge en múltiples sonidos, luces, olores, colores y sensaciones, en estrecha relación con las culturas locales. Es cierto que no existe un muro impermeable entre liturgia y rituales populares de Semana Santa: subsisten algunas escenificaciones y efectos teatrales en la liturgia del Triduo Sacro, al igual que algunas procesiones utilizan elementos tomados directamente de lo litúrgico; pero la distinción es rotunda y los pastores de la Iglesia se encargan constantemente de subrayarla… a la vez que afirman que los rituales populares sólo tienen sentido “desde la fe”, para reivindicar el monopolio del control sobre las asociaciones que organizan y protagonizan dichos rituales. En palabras del citado monseñor Asenjo, “una cofradía es una institución de Iglesia que sólo se legitima desde la Iglesia. A veces se oye decir, por parte de algunos cofrades, que una cosa son las cofradías y otra la Iglesia. Eso es un error, casi una herejía. Una hermandad sólo se legitima si mantiene la comunión con la Iglesia, con su parroquia, con su Pastor”3.

Por su propia naturaleza, la liturgia es universal y poco adaptativa. Sólo admite singularidades y se somete a cambios por decisión de la cúspide de la Iglesia. Así ocurrió en 1956 con las modificaciones en el Triduo Sacro, cuando, entre otros cambios menores, el Sábado de Gloria pasó a ser Sábado Santo; de día

de alegría se convirtió en día de luto y de vacío, en espera de la Resurrección. Y también con el Concilio Vaticano II, al producirse importantes transformaciones en la liturgia de la misa y en otros oficios: se aceptaron las diversas lenguas en lugar de mantener el monopolio del latín, como parte de un esfuerzo por in-

cardinar lo universal en lo local; el oficiante, en lugar de dar la espalda a los asistentes, realiza ya sus acciones y dice sus oraciones de cara a estos; se diversificaron las músicas; se suavizaron las posturas de sumisión de los fieles; se eliminaron algunos tabúes antes de participar en sacramentos… Modificaciones litúrgicas,

sobre todo las del Concilio, que encontraron contestación por parte de los sectores eclesiásticos más conservadores y dieron lugar a lo que, a veces con cierta base y en ocasiones sin ella, fueron llamados excesos y abusos. Contrariamente a la liturgia de la Semana Santa –al conjunto de los ri-

Exhortación de Monseñor Asenjo a los cofrades de la hermandad de Jesús ante Anás y María Santísima del Dulce Nombre, en la sevillana parroquia de San Lorenzo, momentos antes de su salida procesional la tarde del martes santode 2010, recogida en varios diarios sevillanos del día siguiente. A dicha hermandad, el arzobispado le ha impuesto recientemente un Comisionado al no reconocer a la junta de gobierno elegida en las últimas elecciones aduciendo la existencia de importantes enfrentamientos internos. 3

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tos oficiales-, que está directamente controlada y organizada por las autoridades eclesiásticas y sujeta a normas muy fijas, los ritos no litúrgicos de la Semana Santa siempre han sido considerados por aquellas de forma ambivalente. Por una parte, de modo positivo por cuanto creaban, con las procesiones y otros actos en la calle un ambiente religioso que no hubiera sido posible ni hubiera afectado a las mayorías sociales sólo con las ceremonias litúrgicas, siempre reducidas a sectores más o menos minoritarios. Por otra, como un problema difícil de encauzar por las vías que interesa a la jerarquía y de controlar totalmente por ésta. La proliferación de hermandades, cofradías y otras asociaciones con el objetivo expreso de realizar cultos públicos –es decir, rituales no litúrgicos en las calles- en las que el papel de los clérigos dista mucho de ser central ni cotidiano, reduciéndose muchas veces a una “dirección espiritual” carente de poder en la práctica; la fértil y a menudo desbordada imaginación de los organizadores y protagonistas y, sobre todo, la conversión de algunos de estos rituales –en nuestro caso de Semana Santa- en referentes de identificación de mayorías sociales, de colectivos territoriales, étnicos, de clase social o profesionales, dotándolos de una multiplicidad de funciones y dimensiones más allá de su significación religiosa, ha hecho que las autoridades eclesiásticas pierdan buena parte del control sobre ellos. Es este miedo a la pérdida de control y a lo que a veces se ha calificado como “deriva hacia la heterodoxia” lo que explica que haya habido épocas de desentendimiento cuando no de abier-

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ta hostilidad contra ellos por parte de la Iglesia oficial, como ocurrió a fines del siglo XVIII y en los años posteriores al Vaticano II, paradójicamente, en este último caso, coincidiendo con el intento, en América Latina y otros lugares, de incardinar las prácticas y los rituales de la Iglesia en las culturas y aspiraciones locales. Épocas, en uno y otro caso, a las que sucedieron otras de esfuerzo por la recuperación del control y

la autoridad sobre los rituales y las asociaciones para el ritual por parte de la jerarquía eclesiástica mediante directrices pastorales y normas encaminadas a eliminar o, al menos, poner límites a los elementos y dimensiones considerados demasiado “heterodoxos”, “folklóricos” o “no religiosos”. En una de estas épocas de recuperación e intento de “purificación” del llamado por la jerarquía “catolicismo popular” nos encontra-

mos hoy, al menos en España. Creo interesante comparar las palabras anteriores del nuevo arzobispo de Sevilla con las de Ignacio Camacho, conocido columnista del diario ABC de dicha ciudad –un periódico muy poco sospechoso de laicismo o de posiciones anticlericales- cuando, en relación a la Semana Santa, señalaba en su columna del

Jueves Santo de 2010, que, aunque “para vivirla y entenderla ayuda la fe, no es estrictamente necesaria: se puede participar desde la convicción, desde la duda y hasta desde la descreencia… Entre los tres casos existe un hilo invisible que cose la vivencia de esta fiesta al tejido sentimental de nuestra identidad colectiva; se trata de una ceremonia de la memoria, de

un rito vinculado al territorio común de la tradición y la cultura”. Añadiendo: “El factor primordial de tan poderosa energía participativa es su carácter abierto, integrador, que permite a cada uno elegir la distancia a la que quiera situarse: incluye desde el misticismo más hondo y abrazado a la simple expectación contemplativa; cabe la relación sacramental, la identificación doctrinal, la admiración artística, el discurso metafísico o el éxtasis estético. Por eso implica y mueve a tanta gente tan distinta y por eso pertenece al ADN de nuestros sentimientos, al patrimonio inmaterial de un pueblo que no acostumbra a disponer de puntos de encuentro tan amplios, ni tan respetuosos, ni tan acogedores”4. Un día antes, en el mismo diario conservador, un economista, Manuel Ángel Martín, escribía un artículo con el significativo título de “La Semana Santa como Bien Público”. Basaba esta caracterización –incompatible con que ningún grupo o institución pueda reivindicar en exclusiva su propiedad- en que sus beneficiarios lo son no sólo, ni fundamentalmente, en términos económicos sino “con pagos de carácter emotivo, estético, espiritual, sentimental o identitario”; en que su consumo es “multitudinario, diverso, inagotable y no excluyente ni de los que niegan su fundamento religioso”; y en que supone, en definitiva, “una transformación de bienes públicos en gozos privados”. Si estuviéramos de acuerdo con esto, y como ningún Bien Público puede (o debe) ser monopolizado por ningún grupo o institución, se haría evidente

Ignacio Camacho: “La fiesta de la conciencia”. ABC de Sevilla, 1/04/2010.

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lo inadecuado de la reivindicación que la Iglesia institucional hace de un supuesto derecho a controlar en exclusiva los rituales populares de Semana Santa y a las hermandades y cofradías, que son las principales sustentadoras de dicho Bien. Pienso que es, sobre todo, para evitar las consecuencias del reconocimiento del carácter multidimen-

sional, plurisignificativo, del “hecho social total”5 que constituye en muchos lugares de nuestro país la Semana Santa –entendida no como centrada en la liturgia y la autoridad pastoral sino en los rituales y el asociacionismo popular- lo que explica el especial empeño de la jerarquía eclesiástica, en los últimos años, en acentuar la base jurídica de su poder

sobre rituales y asociaciones que no siempre responden a sus intereses y directrices6. Así, también, la reafirmación de la naturaleza de las hermandades como entidades públicas de la Iglesia, y no como asociaciones privadas de fieles –definición contra la que algunas cofradías, como la sevillana de Jesús del Gran Poder, elevaron incluso recurso a Roma-,

significa que todos los bienes de las mismas, Imágenes incluidas, y el ordenamiento de su gobierno (requisitos para ser admitido como hermano/a, criterios para poder ejercer cargos directivos, etc.) quedan totalmente bajo la autoridad de los Ordinarios, con las consecuencias de todo tipo que esto puede conllevar.

Considero que la dicotomía “liturgia versus rituales no litúrgicos” sería más adecuada que la tantas veces utilizada de “religiosidad oficial versus religiosidad popular”. No hay que olvidar que la Iglesia posee una estructura de poder fuertemente monárquica y un organigrama piramidal de autoridades y de redes funcionariales que llega a todos los lugares –aunque con diversa intensidad- del orbe católico. Por ello, todo ritual que no está formalmente declarado como herético o excomulgado tiene un lugar en la “iglesia oficial”, por más que su carácter popular desborde ampliamente el ámbito de la ortodoxia y de las directrices pastorales de la jerarquía. Es precisamente el carácter plástico de los rituales no litúrgicos y de las asociaciones dedicadas primordialmente a organizarlos lo que está en la base de la posibilidad adaptativa de unos y otras. Las diversas fases de la historia de la Semana Santa en las diferentes regiones de España

La reafirmación de la naturaleza de las hermandades como entidades públicas de la Iglesia significa que todos los bienes de las mismas, Imágenes incluidas, quedan ba jo la autoridad de los Ordinarios son buena prueba de ello7. En general, aunque con especificidades propias en cada caso, a una primera fase de pervivencias medievales, centrada en la penitencia durante la Cuaresma y los días grandes de la Semana Santa, donde el protagonismo era de los flagelantes que participaban en las procesiones mientras que tenía un papel secundario la Imagen, siempre un crucificado, que cerraba el cortejo llevado por una o

Como ya señalábamos en la ponencia al Primer Congreso Latinoamericano sobre la Semana Santa, Valladolid, 2008, esta categoría, acuñada hace un siglo por el antropólogo francés Marcel Mauss, es perfectamente aplicable a las Semanas Santas de numerosas ciudades y pueblos de Andalucía, Castilla, la región de Murcia, Extremadura y lugares concretos de Aragón, Cataluña, Valencia, Galicia y otras Comunidades del Estado Español, sur de Italia y países de América Latina. Refiere a aquellos fenómenos socioculturales que imbrican diversas dimensiones de la vida social y, de una manera u otra, a los diferentes colectivos sociales. Ver I. Moreno: “La Semana Santa andaluza como ‘hecho social total’ y marcador cultural: continuidades, refuncionalizaciones y resignificaciones”, en J.L. Alonso Ponga et al (coord.) La Semana Santa: Antropología y Religión en Latinoamérica. Ayuntamiento de Valladolid, 2008, pp. 193-205. 6 Fue muy significativo el fracaso de la campaña, auspiciada por el sector mayoritario de la Conferencia Episcopal Española y liderada por algunas de las cofradías más integristas ideológicamente y más sumisas a los deseos de aquella, para utilizar las procesiones de Semana Santa del año 2009, en toda España, como manifestaciones políticas contra la nueva ley del aborto aprobada en el Parlamento. Se trataba de que en pasos e insignias hubiera lazos blancos que expresaran el rechazo. La falta de entusiasmo o la resistencia pasiva de la mayoría de las hermandades, sobre todo en ciudades muy significativas, frustró el intento, que se vio reducido a la lectura en privado de un texto antes de comenzar cada procesión en el que se hacía una genérica defensa del derecho a la vida. 7 I. Moreno: o. c., en lo que respecta a Andalucía. 5

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muy pocas personas, sucedió una segunda en la que el protagonismo pasó a las imágenes religiosas y sólo secundariamente a los miembros del cortejo, que en Andalucía y otros lugares comenzaron a ser denominados nazarenos/as porque, a imitación de Jesús el Nazareno, portaban una cruz acompañando a aquellas y a los grupos procesionales que recordaban un pasaje de la Pasión del Señor, haciendo pedagogía de calle que a veces incluía escenificaciones tanto con figuras vivas como con las propias imágenes escultóricas. Y a mediados del siglo XIX, en Sevilla, y posteriormente en otras ciudades andaluzas y de Castilla y otras regiones, se abrió una tercera fase con la “reinvención” de la Semana Santa, que es la actual, aunque hoy, con los fenómenos que acompañan a la glocalización, parece haber entrado en una encrucijada que podría desem-

bocar en una cuarta fase8. En contraste con esto, los ritos litúrgicos tienen menor posibilidad de adaptación, son más “fríos” y hablan menos a los sentidos. Diríamos que se dirigen más a la mente que a estos, aunque no carezcan totalmente de estímulos sensoriales. La relación entre la fuerza de los contenidos del polo ideológico-doctrinal, por una parte, y del emocional-sensitivo, por otra, se invierte. De aquí que difícilmente asistan a ritos litúrgicos, con la salvedad de aquellos que constituyen ritos de paso (bautismo, matrimonio, entierros), quienes no sean creyentes practicantes, contrariamente a la presencia de no practicantes, de agnósticos y de indiferentes religiosos en los ritos populares en torno a iconos religiosos. Y es que, en contraste con aquellos, estos ritos son polisémicos, es decir, pueden tener distinto significado, no excluyente,

para los diferentes sujetos sociales, mientras que la liturgia sólo posee uno: el que le adjudica el poder que ha convertido en tal determinados ritos. El fracaso de las jerarquías de la Iglesia en controlar los ritos populares de la misma forma y con igual eficacia que la liturgia está en la base de los intentos de conseguir la ya citada “recuperación” de los mismos. Si miramos la historia, sin embargo, encontramos que la dualidad, cuando no la contraposición, liturgia/ritos populares ha existido siempre, y que los problemas de las autoridades eclesiásticas para controlar estos han estado también siempre presentes. En lo que respecta a las procesiones de Semana Santa y a las hermandades que las organizan, basta leer las consideraciones y acuerdos de los sínodos diocesanos desde el siglo XVI hasta hoy para comprobarlo9. Desde una perspectiva simbó-

Ver I. Moreno: “Transformaciones y encrucijadas de un ‘hecho social total’: la Semana Santa de Sevilla en la Modernidad y en tiempos de Glocalización”, en E. Luca Trombetta y S. Scontti (eds.), L’albero della vita. Feste religiose e ritualità profane nel mondo globalizzato. Firenze University Press, 2007, pp. 133-157. 8

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lica, tanto los ritos litúrgicos como los no litúrgicos están cargados de significación pero la diferencia es clara en cuanto a otras dimensiones socioantropológicas, en las cuales la riqueza de los ritos populares es mucho mayor que la de la liturgia. Ya me he referido a la posibilidad, por parte de los sujetos sociales, de situarse de forma diversa respecto a ellos, otorgando mucha o escasa importancia al núcleo de creencias religiosas y considerando también, y con frecuencia sobre todo, otras dimensiones: la identitaria, la estética, la emocional… Respecto a la liturgia, apenas hay espacio entre la aceptación plena y el rechazo o la indiferencia. Por ello, el nivel de integración que consiguen los actos litúrgicos –hay que repetir que con la excepción de aquellos que son también ritos de paso- es ideológico y dibuja los límites entre creyentes practicantes y el resto de la sociedad. Los ritos religiosos populares, no litúrgicos, como los de la Semana Santa, pueden marcar diversos niveles de integración, según los casos; niveles que son más sociales e identitarios que ideológicos: desde el comunitario o local, cuando se trate de “hechos sociales totales”, hasta diferentes ámbitos grupales en torno a la profesión, la clase social, el género, la etnia o el territorio, pasando por niveles semicomunales o llegando a supracomunales10.

El nosotros/ellos que visibiliza la participación en rituales y el papel de estos como medios de reproducción de la inclusión/exclusión, está muy marcado en el caso de los litúrgicos y es mucho menos dicotómico en términos ideológicos en los ritos populares, aunque sí pueda serlo en lo identitario. Por otra parte, considero que no es cierto que el nivel de espiritualidad de los participantes sea necesariamente mayor en los ritos litúrgicos que en los populares. Un alto nivel de espiritualidad puede alcanzarse tanto en unos como en otros. Como también ser vividos de forma ajena a toda espiritualidad. Y lo mismo habría que decir respecto a la trascendencia. Esta puede alcanzarse por diversas vías, no necesariamente ligadas al ámbito de lo religioso. Trascender es rebasar los límites de sí mismo como único universo y fusionarse con un afuera de este sí mismo. Este afuera o más allá puede ser Dios, pero también la Patria, el Partido, la Causa u otro referente convertido en absoluto social11. Y se puede alcanzar también trascendencia a través de la inmersión en un colectivo humano unificado permanente o fugazmente en torno a iconos identitarios que pueden tener, o no tener, contenido religioso (incluso pueden ser clubs de futbol o cantantes emblemáticos). La trascendencia es una carac-

No es cierto que el nivel de espiritualidad de los participantes sea necesariamente mayor en los ritos litúrgicos que en los populares

En lo que respecta al caso de Sevilla, ver I. Moreno: La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significaciones. Ayuntamiento de Sevilla, Instituto de la Cultura y las Artes, 5ª ed, 2006, capítulo II. Lo que allí se dice al respecto considero que es generalizable a otros muchos lugares. 10 Ver I. Moreno: Las hermandades andaluzas. Una introducción desde la Antropología. Universidad de Sevilla, 1999 [1974]. 11 I. Moreno: “Religión, Estado y Mercado. Los sacros de nuestro tiempo”, en Carlos V. Zambrano, Confesionalidad y Política. Confrontaciones multiculturales por el monopolio religioso. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002, pp. 35-52 y “El mercado como religión y el papel de las religiones bajo la hegemonía del sacro Mercado”, en Simona Scotti y María Eugenia Olavarría, La natura e l’anima del mondo. Le frontiere della globalizzazione. Mauro Pagliai Editore-Ed. Polistampa, Firenze, 2009, pp. 109-125. 9

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Aunque no guste a los clérigos, para la gran mayoría de quienes participan en los rituales populares de la Semana Santa, las cofradías y la Iglesia no son la misma cosa. Aunque sean dos ámbitos con indudable relación

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terística –si se quiere, una necesidad- profundamente humana: la de proyectarse más allá de uno mismo sintiéndose parte de un algo en el que uno mismo esté contenido. En la liturgia, la trascendencia se logra más por introspección en las creencias y por conciencia de pertenencia al grupo de creyentes que a través de los estímulos sensoriales de los elementos del ritual, aunque esta introspección pueda tener carga emocional. Y puede conducir a una actitud mística. En los ritos populares, por contraste, la trascendencia se logra, sobre todo, a través de la inmersión en los estímulos sensoriales y por la activación de la memoria que estos actualizan. La espiritualidad a la que conducen, más que mística, es sensorial. Por ello, a místicos y a guardianes de la ortodoxia oficial les cuesta tanto entender y aceptar los

rituales populares de Semana Santa. Pretenden el imposible de que sean sólo un cauce más para sus directrices pastorales. Pero muchos de quienes los viven profundamente, o incluso los protagonizan, no se sienten parte de un rebaño que ansíe ser pastoreado. Sin cuestionar a los clérigos como especialistas religiosos –necesarios para desarrollar determinadas secuencias del rito- desean seguir teniendo un ámbito de autonomía que las autoridades eclesiásticas pretenden estrechar. Y es que, aunque no guste a los clérigos, para la gran mayoría de quienes participan en los rituales populares de la Semana Santa, las cofradías, con sus procesiones y prácticas, y la Iglesia no son la misma cosa. Aunque sean dos ámbitos con indudable relación, a veces de colaboración y otras veces no exenta de tensiones.


Cofrades in excelsis Antonio Gila Bohórquez*

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na pila de nuevos conocimientos y un pobre folio en blanco que atosiga sin descanso la madera de un escritorio inutilizado. Mientras tanto, el aire sí que se carga con el dulce aroma del incienso proveniente de la calle José Gestoso. Los cuadros que, dócilmente, escoltaban el papel grueso y duro de sus títulos académicos, se hallan desaparecidos en el decorado adolescente que modula con sencillez las paredes de aquel habitáculo en el que vivió toda su infancia. Ahora, en la pared sólo queda el espacio marcado por el polvo de tantos años ocultado elegantemente por los carteles de medio metro de altura en los que se detallan a la perfección los perfiles de numerosos Cristos y Vírgenes que representan de manera emotiva, la Semana Santa de su ciudad. En la estantería, se alzaban expectantes los gordos tomos de la Enciclopedia gris “Larousse” bajo el yugo del desuso, con páginas vírgenes al tacto y una pasta recién salida de la imprenta. Ahora, el espacio que ocupaban, se ve relegado a numerosas piezas de molde que remedan a los nazarenos que hacen su Estación a la Santa Iglesia Catedral. Además, y perfectamente cuidados, se exponen con recelo diferentes pasos de colección dominical, que representan a los que realizan su salida cada Semana Santa. Muchos de ellos, incluso, pintados con gusto y

adornados para acercarlos aún más a la realidad. En el escritorio, se recordaban con nostalgia los apuntes, escritos, libros y demás herramientas de trabajo personal sustituidos, ahora, por montañas inmensas de CD´s de música procesional, rayados al máximo por el uso diario y constante de éstos. Así mismo, y con una delicadeza sorprendente, se hallan en la espera de su colocación, los distintivos en plata de cada Hermandad adheridos al cordón con el color de cada corporación junto a una miniatura de cada Templo sevillano y su descripción exquisita en el borde inferior. Justo a los pies de la cama, en forma de torreta parcelada, se encontraban perdidos y olvidados los VHS regrabados de “La vida es así” y “La historia del hombre”. Quedan ya olvidados esos años de augurio vespertino aprendiendo y dando forma a la pasión cultural de cada uno, para dar paso a colecciones majestuosas y brillantes, perfectamente seleccionadas, de momentos cofrades recogidos en los años anteriores que muestran con sutileza el discurrir íntegro y completo de cada Hermandad. Pero no queda ahí la cosa, se añaden a la colección los diferentes Vía+Crucis realizados cada primer lunes de Cuaresma, así como las salidas extraordinarias y “superextraordinarias” de los Titulares de la ciudad y provincia. Adyacente a todo, otra torreta que apila las ad-

vocaciones de las Glorias de María en sus distintas salidas procesionales cada año. Una delicia cofrade que impregnaría de envidia a cualquier amante de la Pasión según Sevilla y que impone la guinda con una biblioteca en madera clara, utilizada años anteriores para albergar los diferentes proyectos de Ciencias, ocupada ahora por tres versiones editoriales

Antonio Gila Bohórquez ha sido galardonado con el Premio Universitario “Real Maestranza de Caballería” del presente año por su expediente académico en la Licenciatura de Médicina de la Universidad de Sevilla. *

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diferentes de los Pregones de la Semana Santa de Sevilla desde el año de su instauración hasta el último pronunciado en el soberbio y ansiado atril del Maestranza. Modelo sine qua non de aquel cofrade en nuestros días que estiliza sin piedad un estándar para todo aquel que le guste la Semana Santa. Es difícil, a veces, entender cómo una persona, en la mayor parte de las ocasiones, joven, con sus compromisos académicos y obligaciones

impuestas por la edad, puede emplear tanto tiempo en atender otros compromisos y responsabilidades como son las Hermandades y Cofradías. Hacemos hincapié en la vida de Hermandad. Esa que desaparece pasado el período cuaresmal y el aroma inconfundible de la primavera. Esa vida que se hace cuesta arriba al llegar el verano y corre como la seda al llegar de nuevo el Miércoles de Ceniza, ya sea por puro interés o por

conveniencias para un buen puesto en la Cofradía. Sin embargo, sí que es cierto que muchos son los jóvenes que, llevando en paralelo esas obligaciones a las que hago referencia, sacan el tiempo justo y necesario, para vivir, plenamente, una vida cofrade desde el prisma indiscutible de la formación cristiana. Son aquellos que desmienten con sus acciones, esa rivalidad ficticia entre nuestra vida como cristianos y nuestra vida como personas Semana Santa

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de bien y provecho. Son aquellas que se oponen al centralismo en una única materia y reparten sus horas y minutos con la mayor eficiencia posible para poder hacerlo todo. Pero voy aún más allá. No pretendo con mis palabras, mostraros un modelo para la repartición de vuestro tiempo. Desde que nuestra educación comienza, nos marcan unas conductas y una ética las cuales, queramos o no, son la primicia que nuestra mente recoge en la juventud y guían cuidadosamente el resto de nuestra vida. Es un sello que nos marca indefinidamente. Nuestra formación cristiana es ejemplo claro y firme de ello. Nos bautizan y nos enseñan a vivir con Cristo y su Santísima Madre. En Sevilla, muy particularmente, a través de nuestras Hermandades y Cofradías al inscribirnos en alguna por devoción familiar o gusto parental. Y es entonces cuando comienza el recorrido fortuito hacia el perfil de un cofrade. El cofrade en sí, no es una persona dedicada en cuerpo y alma a la devoción popular de la Semana Santa. Éste, y existen numerosos ejemplos, convive certeramente con sus responsabilidades diarias sin dejar de ser cofrade y, mucho menos, sin dejar a un lado a Dios. Al contrario, lleva a Dios en sus quehaceres y volatiliza en todo aquello que hace el alma de Dios. No aparca intencionadamente su amor incondicional a Cristo en el momento de sus obligaciones, sino que las lleva con él. Tampoco escinde con precisión matemática las horas del día en las que se puede comportar como cofrade y cristiano de aquellas en las que es médico, fontanero, carpintero, abogado o maestro. Sino que ejerciendo

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su profesión, lleva a Dios en sus acciones. Acorde a todo ello, y máxime atendiendo a muchos comentarios evocados en la calle, se idealiza en nuestros días el cofrade que protagoniza el comienzo de este artículo. Joven, en plena época de estudio, que simpatiza mucho más con la “diversión” cofrade que con los libros y apuntes de su curso. Tema polémico y complicado que se hace realidad para muchas familias cuya solución proviene, precisamente, de las Hermandades. Son éstas, y no sólo el ambiente escolar y

familiar, las que han de incidir en su formación cristiana para aprender a vivir como un cofrade responsable y coherente con sus obligaciones. Son éstas las que han de hacer atractiva la idea de llevar a Cristo en cada etapa de su vida como ayuda necesaria para la motivación en sus exigencias académicas. Son éstas las que han de romper el hilo malicioso que pudiera unir la Vida de Hermandad con la Excelencia Académica. Ser excelente, no es sacar más matrículas de honor en un expediente impecable. Ser excelente es haber aprendido, desde la moldura cristiana en la que esta-

Muchos son los ejemplos de excelencia académica que han demostrado que en absoluto están reñidas la cualidad de ser eficiente en el ámbito personal con el modelo marcado de ser cristianos

mos inmersos, a llevar nuestra vida profesional con y para Cristo. Es saber compaginar el tiempo diario que tenemos para ser cofrades, con el tiempo disponible para ejercer nuestras funciones profesionales, sea estudiantil o ya profesional. Muchos son los ejemplos de excelencia académica que han demostrado sin reparos, que en absoluto están reñidas la cualidad de ser eficiente en el ámbito personal de cada uno con el modelo marcado de ser cristianos. Entre ellos, el Doctor Infantes, cirujano cardiovascular, una eminencia en su campo que ha sa-

bido sobrellevar con su fe en Cristo el arte de cuidar, paliar y curar a los enfermos siendo incondicional su amor por las Hermandades de Sevilla. O el reconocido meteorólogo Maldonado, que ha precisado durante muchos años, el éxito televisivo de sus intervenciones sin dejar, por ello, de lado, su amor incondicional a María Santísima en Su Soledad en San Lorenzo. Grandes ejemplos que hablan de esfuerzo, constancia y voluntad. Y sí, para tener esas cualidades hay que conocer y mentalizarse de que el tiempo es oro. Y cuando los límites de nuestras obligaciones se ven amenazados por la imprecisión de reuniones de acólitos, diputados, juventud, Cabildos de Oficiales y un largo etc. no creamos que la negativa a estos compromisos generan un enfado en Dios. En todo caso, ejerciendo debidamente nuestras labores, ya le agradecemos a Dios las virtudes que nos concede pues para eso, mismamente, nos las está dando. Para moldearlas con una buena educación y poder aplicarlas posteriormente en beneficio del resto de personas. No intentemos prescindir de la vida cofrade o de nuestras obligaciones. Ambas son primordiales para nuestra vida. Son, o pueden ser, pilares básicos en los que sustentar nuestro bienestar al prestar un servicio que Dios mismo nos está pidiendo, con la certeza de conocer que hemos de llevarle tanto en la Hermandad como en nuestro trabajo. Sólo así, alcanzaremos el guiño de Aquel que sacamos entre lirios y madera labrada, junto a la ansiada firma de Dios para ser, por y para siempre ante sus ojos, Cofrades de Excelencia. Semana Santa

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Testimonio 24 Semana Santa

n el Arco del Postigo ya huele a incienso, se extiende por toda la ciudad. Costales, fajas y capirotes ya van siendo herramientas claves para la preparación a la Gran Semana. Nervios en la espera, devoción en los sentidos. Todos y cada uno de los que tendrán el placer de contemplar el vaivén de la danza personal de cada paso, se aferran a la esperanza para que la lluvia no moje sus ilusiones. Cada cofrade, cada penitente, cada costalero reza ininterrumpidamente para que los meditados detalles salgan según lo establecido y/o lo esperado. No solo será el cristiano el arraigado a la fiesta popular, sino también el visitante, aquel dulce foráneo exento de creencias. Éste incrustará igualmente sus pupilas en rostros extasiados, palios y trompetas, para a posteriori, quedar maravillado. Inspira, cierra los ojos, siente el latir de cada marcha, el fervor de todo sevillano, las voces que suben al cielo a cada santidad, y entonces ocurre, se enamora. Porque la SEMANA SANTA, en mayúsculas, es más que una fecha decretada por una organización concreta. Es el anhelo, la espera de todo un año, la materialización de lo cristiano, la explosión de sentimientos, lo que mueve esta sacra tradición. ¡Ya estamos impacientes, expectantes, ante la salida del primer paso! Que sí, que ya se encuentra aquí, la tan deseada y esperada Semana Santa, el punto de unión y paz de toda la sociedad, porque en este período de tiempo, todos somos más humanos, más amables, más empáticos. Nos unimos para lograr ser uno solo, para ayudarnos de manera recíproca. La Semana Sagrada es vida, orgullo y amor. Semana Santa

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El cometido de nuestras hermandades no se limita a sus procesiones o cultos. La acción social y benéfica hoy día es uno de los pilares fundamentales que sostienen la vida de hermandad

El amor de la Caridad Manuel Valencia González del Corral

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Si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres y no tengo amor, de nada me sirve. Si no tengo amor, nada soy”. Con estas palabras que dirige a la comunidad cristiana de los Corintios, San Pablo define la caridad como un sentimiento de amor. Si no hay amor, la caridad no es sincera, es un acto vacío de sentimiento. Si no hay amor, no hay caridad. “Tanto amó Dios al hombre que entregó a su único Hijo”, dice el Papa Benedicto XVI, “por eso la Caridad debe encontrar siempre su punto de referencia en Él, la fuente de la caridad”. Aunque el pilar más conocido de las hermandades de Sevilla es el culto a Jesucristo y a la Virgen Santísima, que se traduce en la gran fiesta cofrade como es la estación de penitencia en la Semana Santa; no es menos importante por desconocida, la labor de caridad que realizan durante todo el año. No se puede vivir la Fe católica haciendo a un lado la Caridad. Por eso, atendiendo a las palabras del Santo Padre, por Él y a través de Él, dedican grandes esfuerzos para hacer CARIDAD con aquellos que la necesitan. La participación en el Fondo Co-

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mún Diocesano en el ejercicio 2010, según se recoge en el Informe Económico de la Archidiócesis de Sevilla, responsable directo del funcionamiento de la Diócesis y sus obras asistenciales, ascendió a 47.320,56€, participando 20 hermandades de la ciudad y 7 de la provincia, de las más de 600 registradas. La cifra supone una leve caída frente a los algo más de 55.000€ del año 2009. Aunque llamativos por lo escaso, estos datos no pueden ser valorados en su totalidad sin tener en cuenta toda la acción social que llevan a cabo las Hermandades por sus propios medios o en unión a otras, y que realmente reflejan la importancia de la labor caritativa que realizan. “Dejad que los niños se acerquen a mí” Al hablar del Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin, que tiene en marcha la Hermandad del Buen Fin, acude a la mente la imagen de los niños rodeando a Cristo. Como esos otros niños que rodean a La Borriquita el Domingo de Ramos, y que en la hermandad franciscana del Convento de San Antonio tienen una primera ayuda. El Centro nace en 1982 con la intención de cubrir la necesidad de atender gratuitamente

a niños discapacitados permitiendo su desarrollo. Síndrome de Down, encefalopatías, macrocefalia o autismo son algunas de las enfermedades que son tratadas en el centro, y que de no ser por el papel de lucha constante de los hermanos del Buen Fin no sería accesible a todas aquellas familias que no pueden permitirse centros privados. Son más de 750 los menores que han sido atendidos en el Centro de Estimulación durante los 5 años completos de tratamiento personalizado, proporcionando todo un consuelo para las familias de esos niños. Es tal la importancia del centro en la Hermandad que en la Coronación Canónica de la titular mariana, la Virgen de la Palma, los niños tuvieron un destacado papel y fueron la labor social exigida para llevarla a cabo. Recientemente, y con motivo de los actos del XXV Aniversario de la Coronación de la Esperanza de Triana, la Hermandad puso en marcha el Centro de Apoyo Infantil Esperanza de Triana, que pretende cubrir las necesidades de los niños que empiezan en estimulación precoz desde los seis hasta los doce años. Es un centro de apoyo e integración social, por lo que estarían cubiertos los primeros doce años de la vida de los menores Semana Santa

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Conocidos son el Economato Social del Casco Antiguo, con el que participan Hermandades como El Calvario, Jesús Despojado, La Carretería o La Soledad de San Buenaventura, entre la treintena que lo forman; o el comedor benéfico que regentan las Hijas de la Caridad en la calle Pagés del Corro, de Triana, y que las hermandades del barrio patrocinan con la subvención del 75% del precio, por lo que se ponen a disposición de esas familias productos de primera necesidad alimenticia y de limpieza a un 25% de su valor.

No es menos importante por desconocida, la labor de caridad que las hermandades realizan durante todo el año

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y planteado de cara al futuro. Este proyecto fue el centro de los actos llevados a cabo en el año 2009. “Dar de comer al hambriento” Diversos son los economatos, comedores asistenciales y benéficos y fundaciones patrocinadas por las hermandades sevillanas que contribuyen con las necesidades de bebida y alimento de las familias, debidamente documentadas para su subvención.

“Visitar y cuidar al enfermo” La Fundación del Viernes Santo está orientada a atender a personas mayores y enfermos que necesiten asistencia, principalmente aquellos en peores situaciones socio-económicas. Los enfermos y las personas mayores son algunos de los colectivos con mayores riesgos de exclusión social y de abandono, y por eso en el año 2001 las hermandades del Viernes Santo se unieron para seguir avanzando en su implicación con las necesidades de su entorno. Esta atención domiciliaria debe ser realizada por personal titulado en Auxiliar de Ayuda a Domicilio, teniendo para ello contratado al personal necesario y adecuado. Este personal no sólo acompaña a los mayores, sino que preparara actividades lúdicas tanto dentro como fuera del hogar, recogen recetas y medicamentos… El sustento de esta Fundación viene tanto de las Hermandades como de las aportaciones de voluntarios y demás donativos, además de por las cuestaciones que se organizan para

permitir el mantenimiento de un proyecto orientado a los abuelos y enfermos. Otras hermandades como La Estrella o El Calvario tienen especial cuidado con sus hermanos mayores en situaciones desfavorecidas, con voluntarios que acompañan y cuidan a quienes así lo demanden. Costaleros para un Cristo Vivo Porque por Cristo existe la verdadera Caridad, el padre Leonardo Castillo constituyó la fundación Costaleros para un Cristo Vivo, que aunque no depende directamente de las Hermandades, sí que mantiene con ellas una relación habitual de colaboración. Sin ir más lejos, en diciembre de 2011 se decidió que la acción conjunta que realizan las Hermandades del Lunes Santo se destinara a esta fundación, que da apoyo social y legal a excluidos, inmigrantes, reclusos o discapacitados. Bolsas de Caridad y Bolsas de empleo En los últimos tiempos, debido a la situación de crisis y de paro que se generalizan en la sociedad, las Hermandades, tomando conciencia de esto, han mantenido con energía las

bolsas de caridad. La Hermandad del Gran Poder destina un amplísimo porcentaje de su presupuesto a la Bolsa de Caridad, que cuenta con más de cincuenta años de historia, y que ocupa un lugar importante tanto en la Hermandad como en la Cofradía con su insignia. Gracias a ella se socorre a quienes lo necesitan y solicitan. Desde el pago de facturas, repatriaciones desde el extranjero, el pago de servicios funerarios…a través de la Bolsa de Caridad se palian situaciones muy diversas y que, con mayor o menor complicación, suponen un problema para quien lo sufre. El paro afecta a un número importante de sevillanos, y las hermandades, cada vez más, ponen en marcha bolsas de trabajo. A través de ellas se ponen en contacto a personas en situación de paro con empresas o entidades que puedan facilitarles la reinserción laboral, sin hacer de intermediario económico. La Esperanza de Triana, el Gran Poder o La O son algunas de las Hermandades que han puesto en marcha este proyecto y que intenta paliar uno de los grandes problemas actuales.

eso, las hermandades, desde el amor a sus Titulares, y por el amor al prójimo, dedican todos los esfuerzos para mejorar la situación social, económica, personal y afectiva de quienes son reflejo de Dios en la necesidad. La Caridad no sólo mejora la situación personal sino que regala Esperanza a quienes más lo necesitan. El regalo de amor, caridad y esperanza supone la mejor forma de seguir el mensaje evangélico y de llegar a Dios. “Cada vez que se lo hiciereis a uno de estos, mis hermanos, a Mí me lo haréis”. A través de los diversos proyectos que realizan, las hermandades vuelven a dar testimonio de fe, y de vida, luchando por los más pobres por el mero amor de Dios. Las campañas de donación de sangre, de órganos, las becas a estudiantes, el sostenimiento a organizaciones o asociaciones independientes y las propias de las hermandades suponen la mejor justificación de que la vida cofrade de todo el año, por desconocida, no es menos importante que los cultos espléndidos a sus Titulares y la brillante estación de penitencia que, no se contradice, “Si no tengo amor…” sino que se complementa de la Ca“Si no tengo amor, nada soy”, por ridad. Semana Santa

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Una de las más apreciadas obras del barroco español acoge el milgrado sembrado por don Miguel Mañara, mantenido en pie gracias a una laboriosa obra social. Milagro que hoy día se sostiene en dos pilares fundamentales: el del voluntariado y el de la bondad

La Pasión, según Mañara Pilar Madrigal Cuesta

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alimos adelante contra viento y marea. Es un milagro que esto se sostenga después de tanto tiempo. Cada día luchamos y no solo cubrimos las necesidades básicas, sino que también rellenamos ese vacío espiritual de cada residente para que no caigan en la demencia. Por todo ello, no comprendo por qué tantos siglos de meditación para aprobar la beatificación de Mañara”. Éstas eran las palabras de Esperanza Hernández Castizo, directora del centro. Pudimos debatir con ella la temática del proceso de beatificación de Mañara, cómo hoy día sigue siendo una incógnita con lejano desenlace; y cómo continúan a flote exentos de ayudas públicas. El cuadro médico con el que cuenta esta organización recoge a numerosos profesionales del sector que trabajan estrictamente por la simple labor de colaborar y aportar su grano de arena. De esta manera, y con la ayuda preponderante de donaciones provenientes de diversas hermandades -véase desde los propios hermanos de la Santa Caridad,

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la Hermandad del Baratillo o la Hermandad de Jesús Nazareno, entre otras- , la aportación del 75% de la pensión contributiva de los acogidos y los beneficios obtenidos con el turismo que ofrece la misma sede, esta humilde iniciativa continúa estable e inamovible ante la presentación de cualquier contratiempo. Curioso es pensar que desde el siglo XV, en una ciudad de contrastes donde la peste, las inundaciones y las sequías estaban a la orden del día, la Hermandad de la Santa Caridad continúe prestando su especial atención a ancianos con pocos recursos -eso sí, de género masculino- para descender el baremo de pobreza y de soledad. Y no solo eso, sino que además es increíble ver cómo este tipo de acciones que se consolidan en el XVII con el venerable Mañara, se sigan practicando en la actualidad con una financiación que, a primera vista, aparenta ser insuficiente para los casi 90 residentes que se encuentran en el hospital. Decíamos que todos éstos son hombres porque la tradición de la Hermandad lo marca así. Al igual que el ritual de enterramiento de sus acogidos y hermanos

sigue intacta en pleno siglo XXI. Por otro lado, el economato que algunas de estas cofradías, como la Hermandad de la Paz, llevan hacia adelante, junto a Cruz Roja, por ejemplo, ayuda a muchas familias con el abaratamiento del precio de sus productos. El Hospital de la Caridad nos abre sus puertas para inyectarnos una dosis de realidad, de afecto y de solidaridad. Cada palabra se viste de conmoción, celosas las sonrisas toman el papel protagonista, y las miradas bailan con lágrimas que arrastran recuerdos con tendencia a la bipolaridad, puesto que las mismas pueden tonarse tanto a la tristeza y nostalgia, como a la felicidad más auténtica. Esperanza nos ayuda a descubrir historias que se reflejan en miradas quejumbrosas cargadas de ternura.

Hombres que, hoy por hoy, luchan contra ese temido factor común del propio centro, la soledad. Teodoro nos recibe con gafas de sol y sonrisa generosa. Nos narra la emotiva historia de su vida. A sus 82 años puede presumir de una mentalidad joven, positiva y llena de vitalidad. Se encuentra en el Hospital de la Caridad por recomendación de una amiga que, viendo su estado –divorciado, carente de familia y con una escasa pensión-, le empujó y animó a que ingresara en el mismo. Desde entonces, se encuentra sorprendido por haber recibido un cariño y un afecto de lo más acogedor, una asistencia médica de gran competencia y, evidentemente, por haber tropezado con el alivio para su bolsillo. Continuamos paseando por el centro de la mano de su directora, cuando Cristóbal se ofrece a regalar-

El Hospital de la Caridad nos abre sus puertas para inyectarnos una dosis de realidad, de afecto y de solidaridad

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nos sus experiencias. Nunca encontró a su mitad, y por ello mismo, al morir su familia y verse desamparado, fue acogido por la Hermandad. Se muestra relajado, feliz, tranquilo en un lugar que le aporta bienestar en todos los aspectos, pero sobre todo en el psicológico. Montador de circos y conocedor de mundo, así ha sido Juan, un hombre de 70 años que siempre ha estado abrazado a la soltería y con recaídas alcohólicas. Además, nunca ha tenido pensión alguna, por lo que motivos no le faltaba para ingresar en la Santa Caridad. “El proceso de desintoxicación es imposible a estas edades, debemos tener en cuenta que ellos han tenido un ocio de tabernas, es su cultura”, nos comentaba Esperanza. Debe quedar claro que buena voluntad y cariño derrochaba a cada segundo.

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Indescriptible es la bondad de sus ojos y la dulzura de su sonrisa. Hablamos de Antonio, un señor de pies a cabeza, que nos muestra abiertamente sus confesiones más íntimas. A pesar de haber sido perito industrial, de haber estado casado y con dos hijos, se ha visto en la complicada situación de tener que buscar otras opciones a su soledad. ¿Cómo conocía este escape? Por su afiliación desde tiempos inmemorables a la Hermandad de la Santa Caridad, por su constante buen hacer para con la misma. Pero lo más sorprendente es que el elemento que más le atormenta es su incapacidad. “Me da rabia verme en esta situación, verme incapacitado para salir a tomar una copa”. “Yo no asumo mi incapacidad”, nos confesaba con un grado tremendo de conmoción. Antonio es un señor de merecido respeto, de

exquisitos modales que han sido infravalorados o, al menos, no reconocidos del todo. Casos como todos los que hemos podido observar de cerca, son los que se encuentran en el Hospital de la Caridad, un nexo social que aúna el coraje y valor suficientes para revivir a personas que se encontraban aisladas en la más mísera soledad y que gracias al sentido inquebrantable del Evangelio proporcionan día a día motivos a sus residentes para seguir aferrados a la vida. La misma vida que don Miguel les auguraba, de penas y gusanos, pero que se vería compensada con la felicidad eterna. Mucha y desconocida es la labor de la Hermandad de la Santa Caridad que sale a flote gracias a la colaboración incombustible de buena parte de nuestras Hermandades y Cofradías.


Cristos vivos de Sevilla José A. Cabrera Oliva

La Semana Santa de Sevilla tiene una cara B, la que dura todo el año. Hay a quienes la pasión no se les acaba nunca, viven en un constante Monte Calvario y no hay Verónica que enjugue sus lágrimas. Es la otra mitad de la ciudad más bonita del mundo, la que no aparece en las guías turísticas, a la que la inmensa mayoría le vuelve la cara al verla pasar y la que nos desagrada la estampa romántica. Son los Cristos Vivos de Sevilla, los mismos del Padre Leonardo Castillo, pero repartidos por toda la ciudad. ¿Cuántos son? No lo sabemos ni conocemos sus particulares historias de supervivencia -que para ellos es la salvación del día a día. Sus fiestas mayores comenzaron hace tanto tiempo, que recordar el primer Domingo de Ramos les resultaría imposible. Para ellos no existen las palmas, solo las espinas.

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Cada puerta es un nuevo intento por salir adelante. Cada petición atendida, un paso menos hacia la comida. No hay en Sevilla iglesia sin mendigo; pero hay corazones vacíos que rebosan de hiel.

¿Dinero para la Iglesia? Muchos son los levantan sus voces de queja. Pero quienes cada día acuden a un comedor se van con el estómago agradecido. No importa que sean musulmanes, las Hijas de la Caridad procuran un bocado para todos.

Otra realidad. La que viven quienes no tienen más oficio que la de rebuscar en la basura. Negocian con nuestras sobras. ¿Tan ricos somos que hay quienes viven de nuestros despojos?


Quien sale por esa puerta es una persona comprometida. Procura asistir a todos los que llaman a la puerta de su casa. Y sin embargo, quedan bocas por alimentar. ¿Qué hacemos nosotros mientras tanto?

Al final de nuestra vida, siempre quedará el auxilio de un santo que aún no ha reconocido la Iglesia: don Miguel Mañara. Que siempre nos quede Mañara.

Por desgracia, la calle es el hogar de muchas personas que no tienen donde pasar la noche. Los cielos perdimos es su mejor techo, ¿verdad Murube?


Adoración

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e acerca la fecha, el momento donde el nexo de unión vuelve a ser la sagrada catedral hispalense. La carrera oficial, conocida por todo cofrade, enmienda su marcha para arrastrar a esa masa movida por la ferviente y afable fe. La fe y la ilusión por sentir cada paso costalero en el ruidoso silencio, por saborear la máxima felicidad al recorrer cada recoveco de Sevilla en busca de atajos que provoquen el ahorro de

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tiempo, y el malgaste del mismo en la incesable contemplación de la barroca imaginería sevillana, se aúnan para eclosionar en humildes lágrimas cargadas de adoración. Adoración, ese es el vocablo elegido, la terminación perfecta para definir el estado de éxtasis de cualquier apasionado de la Semana Santa. Saetas que adornan las calles del lugar, la devoción del nazareno, la toma de contacto con la resurrección de la imagen, todo se aglutina para formar un compendio de sentidos, de sentimientos y de pasión. Vivimos a través de la madera policromada tallada por las gloriosas manos de grandes artistas del siglo XVIII que han sabido emocionar al pueblo, a la multitud, desde entonces hasta nuestros días.

Nada ha cambiado, y de ahí parte el resurgir cada año de la España de aquel m aj e s tu o so siglo antojado de adornos y florituras. C ont i nu a m o s eclipsados del realismo que guardan sus crudos amagos inertes, conservamos como oro en paño, la expectación, el amor a nuestra emotiva cultura. Afortunados podemos considerarnos por emocionar hasta a aquel que es ajeno a esta forma de vida entre inciensos y aplausos místicos que guardan la ilusión de cada alma cristiana.

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Magna Hispalensis Manuel C. Hernández Romero

Desde hace más de cuatro siglos, las hermandades de Sevilla realizan sus procesiones penitenciales haciendo estación en el primer templo metropolitano. Una obra fastuosa que encierra dentro de sí una fuerte carga teológica, moral y humana. Hoy día, la Catedral de Sevilla es mucho más que un edificio religioso en el centro de la ciudad

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entro de peregrinación del antiguo reino de Sevilla, y a lo largo de su centenaria existencia ha sido y es lugar de adoración y oración de los fieles que se acercan a sus diversas capillas, siendo en el día de hoy, el Altar Mayor, el del Jubileo y el de la Virgen de los Reyes, los de más celebraciones cultuales. Sobrecoge el transitar por las grandes naves del primer templo de la ciudad, uno busca la mirada acogedora de las imágenes en sus retablos, tratando de encontrar el alivio espiritual, otros entran movidos por la curiosidad de las piedras y de lo desconocido –han oído que se trata de uno de los templos más grandes de la cristiandad- y encuentran un mundo cercano a Dios creador y a la que es, para los sevillanos, su bendita Madre, María. Un sinfín de advocaciones de santos jalonan sus altares, retablos y capillas, viéndose en ellos las necesidades de una población necesitada de la mano de la Iglesia, antaño temerosa de Dios, por no conocerlo y acudir a los templos por mera inercia costumbrista.

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Las hermandades organizaban sus actos en torno a su feligresía. Es a partir de principio del siglo XVII, cuando se obliga a las hermandades de penitencia a acudir a la Santa Iglesia Catedral y en el primer tercio del siglo XIX cuando empiezan a llegar las hermandades de Triana. Actualmente debido a la gran proliferación de asociaciones y grupos parroquiales, se ha vuelto a peregrinar por la propia feligresía. Ya tenemos al Templo Metropolitano, como lugar de acogida de las instituciones religiosas de la ciudad, nunca decrecerá este interés de las cofradías por acudir a la Catedral, llegando a nuestros días como lugar soñado para la celebración de alguna efeméride o aniversario, incluso para otras Hermandades de localidades limítrofes a la capital, caso que se dará próximamente para una coronación de una imagen mariana. Pero siempre cabe pensar el porqué de este peregrinar a esta santa casa por parte de las instituciones sevillanas. Desde luego la magnificencia que cualquier culto que se celebre dentro de estos muros nunca podrá ser superados,

los medios que poseen las hermandades de la ciudad y pueblos adyacentes no pueden competir con los tesoros que guardan la Seo Hispalensis. El boato y los ritos propios que rodean a cualquier celebración, hace que el que asiste a ella quede trasladado a otro universo. No queda un músculo en el cuerpo que muestre indiferencia, vista, oído, olfato, prácticamente todos los sentidos funcionan para absorber tanta belleza, que quizás sea únicamente superada por el ritual y el protocolo de la Basílica de San Pedro de Roma.

Magna Hispalensis Encontramos en tu interior el cli- Una Turris Fortísima ma de recogimiento, que nuestros que con sus cuerpos necesitan para poder seguir veinticuatro caminando, ese mismo clima que tenemos en nuestras parroquias y tem- campanas nos plos, que por tenerlos cercanos no le indica que tenemos prestamos la debida cuenta. Quizás que poner los pies la grandeza de tus muros, quizás la en el suelo altura de tus bóvedas, quizás la amplitud de tus naves, nos hagan creer que no nos ve nadie, que podamos pensar que en el transitar por tu frío de tus vidrieras, dejan pasar una tesuelo estamos solos. No nos damos nue luz que inspira relajación y tracuenta que los cristales coloreados tamos de limpiar nuestra conciencia acudiendo a ti, mole de piedra. Hagamos una catedral tal, que todo el que la viera nos tome por locos, dijeron sus primeros canónigos. Una Turris Fortísima... que con sus veinticuatro campanas nos indican que tenemos que poner los pies en suelo, que sigamos andando y salgamos hacia la ciudad que le dejó su espacio entre palacios y casonas y le presta a diario su celeste y limpio cielo. Qué diferencia existiría entre el pretérito y el actual. Estamos tomando las palabras de los primeros canónigos de posible locura al ver el edificio, pero no hablarían también de nuestro edificio natural y espiritual, morada y templo del Espíritu Santo al que le prestamos poca atención. Adoramus te, Christe Un templo lleno de riquezas materiales que nos lleva de la mano hacia la cercanía del Padre, un templo en el que le hablamos a la Madre de tú a tú, que le trasladamos nuestras inquietudes y nuestras esperanzas y encontramos siempre a través de alguna intercesión la cercanía de Dios. Llegamos en filas o en grupo buscando esa comunión con todo los que Semana Santa

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Centro de peregrinación desde tiempos pretéritos con actual vigencia transmitida por generaciones que han sabido inculcar el sentido del deber hacia las cosas de Dios nuestro Señor 44 Semana Santa

nos rodean, queriendo apartar las cargas diarias de nuestros egoísmos y salir fortalecidos para así poder tirar para adelante otro año más, promesas realizadas se ven cumplidas al salir por sus puertas delante de nuestros sagrados titulares. Los hermanos de las diferentes hermandades nos servimos de las imágenes para realizar el camino, decidimos nuestra inclusión en sus filas, bien por tradición familiar, bien por cercanía o bien por sentirnos identificados

con las advocaciones que arrastran las diversas hermandades. Estamos dentro del edificio y a él llevamos el nuestro, adoramos a Jesús Sacramentado, en unos días muy especiales. La conmemoración de la Última Cena, la celebración del Corpus. Y veneramos a la Stma. Virgen María, como Madre y protectora otros días del año, como puede ser el día de la Virgen y la Inmaculada, que no pasan desapercibidos para los sevillanos que acuden en masas como ríos

humanos desde diferentes lugares de la diócesis, buscando la mirada amorosa de la Madre. Centro de peregrinación, desde tiempos pretéritos con actual vigencia transmitida por generaciones que han sabido inculcar el sentido del deber hacia las cosas de Dios nuestro Señor. Pero como centro de adoración puede ser cualquier calle de nuestra ciudad por las que transita la presencia viva de Jesús bajo algún palio e incluso nuestras veneradas imágenes, somos

nosotros que buscamos la santidad, los que tenemos que aportar la disponibilidad para dejarnos imbuir y no llegar a ser una montaña hueca. Montaña hueca Debido a su gran volumen arquitectónico, nosotros, pequeños seres pasajeros, que en más de un momento no aportamos lo mínimo que se nos requiere, somos templos huecos, donde tan solo dejamos el talento que nos dieron a la espera de de-

volverlo sin ningún tipo de interés. Tiene el templo, agujas que señalan hacia el cielo azul, cielo que en algunas ocasiones deja jirones de nubes entrelazadas entre tus antiguos dedos. Cielo que tardíamente riega –y en algunas ocasiones a destiempo- tus solariegas azoteas. Cielo que también de tarde en tarde se quiere sumar a la trompetería de las calles con su fuerte tronar. Cielo que alumbra la noche con fuertes lanzas, buscando la maravillosa espadachina de la Giganta. Cielo que deja jugar al viento, entre los encajes de tus petrificados pretiles. Todo en este templo es grande, todo en él cabe, ordenar, colocar, distribuir, desalojar... Nos vestimos de gala como el templo, para aparentar, pero con cualquier zarandeo se caen los abalorios que nos ponemos, volviéndonos a quedar desnudos delante de nuestros hermanos a la vista de la verdad y bajo ese cielo que nos envía sus dones y que no sabemos recoger, escapándosenos de entre nuestros dedos dejando pasar miles de oportunidades de conversión. Tenemos, y no es gana de ombliguismo, un tesoro material e inmaterial; hay que saber transmitirlo en toda su inmensidad, como nosotros lo hemos recibido. Vamos a darle el valor que verdaderamente tiene, no que por tenerlo a diario a nuestro lado y convivir con él, no le prestamos la debida atención y lo presentamos de cualquier manera. El legado empezó hace ya veintiún siglos y todavía no sabemos darle su sitio. Adoremos al Cordero en el templo preparado para él, bien sea la Magna Hispalensis, bien sean las viejas calles de esta Híspalis o bien sean los templos vivos de sus ciudadanos. Semana Santa

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Sedes Sapientiae:

un auténtico proyecto de Hermandad Daniel Gutiérrez Marín

Durante la presente Semana Santa podrá admirarse concluido el proyecto de vida de la Hermandad de los Estudiantes, un paso de palio que comenzó a gestarse hace seis décadas y que se ha convertido en el estandarte de la corporación del Martes Santo

U

n reto, una locura y un hito. Las palabras con las que José Ignacio del Rey, diputado mayor de gobierno de la Hermandad de los Estudiantes, defendía el proyecto concluido del paso de palio no dejaban lugar a nada más. Pedro Domínguez, quien fuera pregonero universitario, lo definía como “un hito histórico”. Un proyecto del que toda la Hermandad de los Estudiantes parece sentirse orgullosa y que, en palabras del propio hermano mayor, Antonio Piñero, “es una cuestión de fidelidad, un acierto de toda la hermandad que se ha sabido mantener

a través de los años”. Por tal motivo, la Hermandad de los Estudiantes organizó una exposición con la obra completa en la sede del Círculo Mercantil, en la calle Sierpes, junto a un completo programa para que la obra pudiera ser contemplada y entendida desde su misma concepción. Un proyecto que arrancó en 1943 con la intención de realizar un paso de palio para María Santísima de la Angustia, titular mariana, y que por avatares de la vida, termina siendo un proyecto que Joaquín Castilla había proyectado para la Hermandad de la Macarena. Ésta, tras elogiar el proyecto presentado por Castilla para la renovación del palio rojo de Rodríguez Ojeada, decide descartar la opción propuesta por una reconstrucción formal del mismo. Es en este punto donde la Hermandad de los Estudiantes pide permiso a la Macarena para poder realizar el proyecto de Castilla. El desaparecido Juan Carrero, cronista enciclopédico de nuestra Semana

Santa, diría de este palio que es “el más grande baldaquino que se le ha hecho a la Virgen María”. El paso de palio de la Hermandad de los Estudiantes aúna en sí lo mejor de todas las épocas desde su concepción hasta su finalización. Desde el preciso dibujo de Joaquín Castilla a la perfecta ejecución de los maestros que han trabajado sobre el diseño: Esperanza Elena Caro y Santa Bárbara en el bordado; García Armenta o Seco Velasco en la orfebrería. “Destaca la buena conjunción entre artistas y ejecutores” comentaba el profesor Huguet Pretel, que de forma somera agrupaba un selecto número de pasos de palio a los que denominaba con personalidad propia, destacando los de Montserrat, Los Negritos, el de María Santísima de la Concepción o éste mismo del que hablamos. Pero el paso de Virgen de la corporación de la Universidad no solo es una joya material, sino también teológica. Así lo señalaba el profesor


A

Obras de arte a pie de calle

sí es como podría entenderse el paso de palio de la Hermandad de los Estudiantes y otras obras de nuestra Semana Santa. El arte como auténtico medio para la adoración de Dios. Sin embargo, el reciente suceso en la Hermandad de las Siete Palabras puede hacernos pensar si los sevillanos valoramos el patrimonio de nuestras hermandades como tal o como simples objetos de apoyo religioso. Pedro Domínguez, periodista de Giralda TV y pregonero universitario, comentaba en la conferencia organizada por la Hermandad de los Estudiantes que “los palios deberían estar protegidos como obras de arte” en alusión al trato que se da en otros lugares a obras peculiares. Igualmente, hacía referencia a la cantidad de posibilidades que pueden surgir de estas piezas, como su valor museístico, cultural, turístico o técnico. Por otro lado, el profesor Huguet Pretel nos indicaba que este tipo de obras no se dan todos los días porque los artistas no nacen todos los días, por lo que deberían estar cuidadas al máximo. Y es que los sevillanos no estamos realmente preparados para entender obras como la de la corporación de la Universidad, lo que permite que se sigan haciendo proyectos miméticos a otros ya existentes. El paso de palio de los Estudiantes debería hacernos pensar que los sevillanos tenemos la gran suerte de tener todos los días obras de arte a pie de calle, completamente accesibles y que, durante una semana al año, podemos contemplarlas en todo su esplendor.

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Toda la obra de Joaquín Castilla está atravesada por su personalidad y espiritualidad, como así se demuestra en el paso de la Hermandad de los Estudiantes Andrés Luque Teruel, doctor enHistoria del Arte, quien calificaba la obra como “valiente y ejemplar”. El motivo teológico que traspasa todo

el proyecto se sustenta en la devoción al rosario –cabe recordar que es un proyecto pensado para la Hermandad de la Macarena, que tiene como titular a la Virgen del Rosario-, los santos de Sevilla y los santos relacionados con la Universidad Hispalense. Nada hay en el paso de la Virgen de la Angustia que esté puesto por decorar. Todo está pensado y meditado, es una obra renacentista perfectamente ideada y ejecutada. Asimismo, el profesor Luque Teruel señalaba la gallardía de Joaquín Castilla al plantear este proyecto para la Semana Santa sevilla-

na en un momento artístico donde todo está impregnado por lo que se conoce como estilo juanmanuelino, una concepción aplicada a los diseños que el mismo Rodríguez Ojeda fue ejecutando a lo largo de su vida y que otros artistas han ido heredando. Castilla demuestra que puede haber líneas alternativas a la ya propuesta por el renovador de la Hermandad de la Macarena. “El palio de la Virgen de la Angustia debe ser entendido como un revulsivo de lo que ya se estaba haciendo” son las palabras del profesor Luque Teruel en relación a este tema.

es imprescindible adentrarse en la figura de Joaquín Castilla y el taller de los Caro, primeros encargados en materializar el bordado. Joaquín Castilla nació en 1888 en el barrio de la Macarena –en la casa palacio del Pumarejo- y fue bautizado en San Gil, por lo que su vinculación con la hermandad fue decisiva para esta obra. Fue un niño muy listo y abierto que destacaba en las matemáticas y en el dibujo, por lo que sus padres lo llevaron a la escuela y costearon profesores particulares que potenciasen estas cualidades. Sin embargo, a la edad de trece años, Castilla perdería a su padre, viéndoJoaquín Castilla se obligado a abandonar sus estudios y los Caro y comienza a trabajar en un almaSin duda, para entender la obra ar- cén de materiales de construcción. tística que supone el paso de palio Desde su puesto de trabajo entra en de la corporación de la Universidad contacto con Aníbal González, con

quien se trataría de “fraternal amigo”. Castilla intervendrá en las obras que se están realizando con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, realizando diseños de ornamentación y acabados. Con la muerte de Aníbal González, Castilla se independiza y establece su negocio por cuenta propia y hace diseños para las hermandades por amor al arte. Destacan la corona para María Santísima de la Paz, que enlaza muy bien con el Pabellón Real de la exposición y realiza el diseño de la orfebrería del paso de palio de la Hermandad de la Macarena. Toda la obra de Joaquín Castilla está atravesada por su honda personalidad y espiritualidad, como así se demuestra en el paso de la Hermandad de los Estudiantes. Puede entenderse esta obra como el proSemana Santa

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yecto culmen de su vida, como el compendio de todo lo excepcional que atesoraba su figura como artista y como persona. Pero la obra de Castilla nada hubiera sido sin la mano ejecutora de los Caro. El primer taller de bordados lo establece Victoria Caro en 1917, después de haber trabajado para Rodríguez Ojeda y en el taller de las Hermanas Antúnez, dos de los grandes talleres de la época. Victoria era una perfeccionista a la que se le sumaría la capacidad de innovación y diseño de su sobrina, Espe-

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ranza Elena Caro. Ella será artífice del paso de palio de la corporación de la Universidad –que es como lo nombra José Manuel Elena Martín, actual heredero del taller-, interpretando el dibujo y materializando la obra. Nos contaba Elena Martín el fuerte carácter de su tía, Esperanza, y los arduos debates mantenidos por ella junto a Castilla y el profesor Hernández Díaz, en cuanto a la técnica y el acabado del bordado de la obra. “Era una mujer con una personalidad muy fuerte recordaba. Y es que, como nos explicaba el profesor

Andrés Luque, “lo que distingue a los palios es el bordado porque es lo que se ve a priori, las caídas”. El taller de Bordados Santa Bárbara, compuesto por Joaquín López y Juan Areal, ha sido el continuador de la obra de Esperanza Elena Caro en el bordado, culminando el manto de María Santísima de la Angustia y los faldo manto de María Santísima de la Angustia y los faldones que se estrenarán en la Semana Santa de 2012.


De Jerusalén a La Campana Alejandro Sigüenza Navarro

La historia cofradías de Sevilla abarca desde el XV hasta nuestros días. La procesión pública en estación de penitencia es uno de los cultos más importantes de cada una de ellas. El Cardenal Niño de Guevara oficializó esta protestación de fe que se ha convertido en el camino directo de la Pasión según Sevilla desde hace más de cuatro siglos

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as hermandades ultiman en estos días los detalles de su próxima estación de penitencia. La Cuaresma marca el tiempo de preparativos y largas jornadas de trabajo. Esta labor se ve recompensada cuando la cruz de guía de la Hermandad del Amor llega a la Plaza de La Campana cada Domingo de Ramos. La carrera oficial se convierte cada año en meta simbólica de hermanos mayores, priostes, vestidores, nazarenos, costaleros,

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acólitos,…y de la Sevilla cofrade en sí misma. Será entonces cuando la Pasión de Cristo llegará a su cénit en la ciudad. Los orígenes de la estación de penitencia se remontan a los siglos XV y XVI. Es en este último cuando empiezan a desfilar públicamente imágenes pasionistas, ya que hasta entonces sólo se portaban cruces. El primer lugar documentado donde se realiza la estación penitencial es el Templete de la Cruz del Campo. Hasta este lugar se realizaba un Vía

Crucis durante los siete viernes de Cuaresma desde la Casa de Pilatos, donde comenzaba el trayecto. La distancia era similar al que tuvo que recorrer Jesucristo con la cruz hasta el Monte Calvario. Este acto penitencial fue instituido en 1521 por don Fadrique Enríquez de Ribera, primer marqués de Tarifa. Será con el Concilio de Trento (1545 – 1563), cuando se recomiende eclesiásticamente la estación pública y el culto a las Imágenes. Las hermandades procesionaban en este

momento desde sus sedes canónicas hasta las iglesias o conventos del barrio, explica Alberto Pozo Ruíz en su artículo De las Cofradías sevillanas en el siglo XVI. Entre las corporaciones que desfilaban en esta época encontramos a la Vera+Cruz, que hacía estación al convento de San Francisco, a la Catedral, a Santa María Magdalena y al Convento de San Pablo; o la Trinidad, que recorría varias casas de las denominadas “De nuestra Señora”. En 1604 el Sínodo o concilio deliberativo del Cardenal Fernando Niño de Guevara obliga a hacer estación de penitencia a la Catedral. Así lo cumplieron hermandades como la Primitiva de los Nazarenos, Los Negritos, Gran Poder, San Benito o el Valle. Las hermandades de Triana, como la Esperanza (fundada ese mismo siglo), realizarían este culto en la Real Parroquia de Santa Ana.

La primera hermandad trianera que nerario comienza en la Plaza de La llegó a la Catedral fue la Hermandad Campana y continúa por calle Sierde la O en el año 1830. pes, Plaza de San Francisco, Avenida de la Constitución, entrada por la LA CARRERA OFICIAL Puerta de San Miguel para acceder a El siglo XX afianzó el paso de las her- la Santa, Metropolitana y Patriarcal mandades por el templo metropoli- Iglesia Catedral de Santa María de la tano. Al existir un número alto de Sede (Catedral de Sevilla) y salida a corporaciones que hacían estación la Plaza Virgen de los Reyes por la de penitencia, se crea en la década Puerta de los Palos. de 1930 el Consejo de Hermandades Desde la Plaza del Duque de la y Cofradías. En octubre de 1941 se Victoria hasta el final del trayecto se dicta el reglamento de la Comisión colocan unas sillas para mayor disde Cofradías y en enero de 1955 se frute de las procesiones por parte del celebra la primera Asamblea Cons- público asistente. El precio de estas tituyente en el Hospital de los Vene- sillas oscilan entre los 736’85 euros rables Sacerdotes de Sevilla. (en el sector A, B Y C de los Palcos Este organismo es quien regula de la Plaza de San Francisco) y los el tránsito de las hermandades por 88’91 (en el Tramo 60 y 70 de la Avelo que se ha denominado carrera nida de la Constitución). oficial. Este nombre hace alusión al La Junta Superior del Consejo de recorrido por el que transitan todas Cofradías controla el cumplimiento y cada una de las sesenta herman- de los horarios de llegada y salida de dades que van a la Catedral. Este iti- las corporaciones a través de unos Semana Santa

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La tradición de los nazarenos en la capital hispalense es casi tan antigua como los cortejos procesionales

corralitos o palquillos que se ubican en diferentes puntos del itinerario. El tiempo de paso es decidido en el Cabildo de Toma de Horas, una reunión con varios siglos de historia donde los poderes civiles y eclesiásticos marcan a las hermandades los horarios y recorridos. Las distintas hermandades celebran, a su vez, el Cabildo General de Salida, donde los hermanos deciden si es preceptiva la procesión penitencial.

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LOS NAZARENOS La tradición de los nazarenos en la capital hispalense es casi tan antigua como los cortejos procesionales. Los hermanos nazarenos son los integrantes de las distintas cofradías que acompañan a sus titulares portando un cirio o una insignia. Van ataviados con un capirote, una túnica y una capa. En el caso de las hermandades de silencio, la capa se sustituye por una cola que es recogida en el cín-

gulo o cinturón de esparto. Hay que hacer una distinción entre nazareno y penitente, llevando este último el antifaz sin capirote y caído sobre la espalda. Los penitentes se sitúan detrás de los pasos portando cruces o escoltando las cuatro esquinas de las andas procesionales. En los últimos años el número de nazarenos se ha incrementado en muchas hermandades, las cuales se han visto obligadas a aumentar el tiempo de su recorrido. Es el caso de la Hermandad de la Redención, que cuenta con una nómina de 1150 nazarenos y tomó la decisión de entrar una hora más tarde en su templo el pasado Lunes Santo. Es digno de mención también el cambio producido en las Hermandades del Carmen Doloroso (325 nazarenos) y la Sed (1600 nazarenos), que adelantaban 8 minutos su paso por carrera oficial el Miércoles Santo de 2011; así como la salida de la Hermandad de los Estudiantes (1500 nazarenos), que adelantó en 15 minutos su salida el Martes Santo de 2011 y no llegó a procesionar a causa de las inclemencias meteorológicas. Muchos de estos aumentos en la nómina de nazarenos se debe a la juventud o al renombre de muchas de las hermandades antes mencionadas, así como las labores de caridad y ayuda social que realizan durante

el año. No obstante, no se pueden olvidar los factores condicionantes que hacen que este número ascienda: las hermanas nazarenas. Hasta las últimas décadas del siglo XX, las hermanas tenían prohibido realizar estación de penitencia junto a sus titulares en Semana Santa así como en cualquier culto externo. En 1984 es la Vera+Cruz quien permite por primera vez la salida de nazarenas en su cortejo. En 2011, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina decretó que todas las hermandades de la capital y de la provincia debían permitir a las hermanas hacer estación de penitencia en igualdad respecto a los hermanos varones. Debido a las lluvias que impidieron

la salida de muchas hermandades la pasada Semana Santa, será este año cuando la medida tomada por el prelado hispalense se perciba en los distintos cortejos. LA MACARENA, MAYOR NÚMERO DE NAZARENOS La Madrugá es una de las jornadas más ajustadas en cuanto a horarios debido al alto número de hermanos que participan en las procesiones. El caso más significativo es el de la Hermandad de la Macarena, la que procesiona con el mayor número de nazarenos en la Semana Santa de Sevilla. En el ejemplo de la Macarena debemos remitirnos a la Guía Apasionada de la Semana Santa, escrita

Muchos de estos aumentos en la nómina de nazarenos se debe a la juventud o renombre de muchas hermandades por el periodista Antonio Burgos. En este libro se analiza el tiempo de paso de la corporación por el itinerario oficial durante varias décadas del siglo XX. En 1954 la corporación pasaba en 55 minutos, diez más que el Gran Poder y treinta respecto a la Esperanza de Triana. En 1967 aumenta este tiempo a una de paso, Semana Santa

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para llegar en 1980 a la hora y 25 minutos. El número de nazarenos que se integraron en los cortejos de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y de la Esperanza Macarena llegaba en el 2011 a los 2900, una pequeña proporción de los más de doce mil hermanos inscritos. Tras la Hermandad de la Macarena se encuentran la del Gran Poder y San Bernardo, ambas con 2700 nazarenos. Por el contrario, la hermandad que menos nazarenos saca a la calle es la Hermandad del Santo Entierro, con tan solo 100 hermanos sumados a las representaciones que acompañan a los titulares durante el Sábado Santo. LAS ÚLTIMAS EN LLEGAR El número de hermandades que hacen estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral ha aumentado notablemente en el presente siglo. En el 2007 el Consejo de Cofradías incluía en la nómina a la Hermandad del Carmen Doloroso en el Miércoles Santo. En esta salida, la corporación de la calle Feria salió procesionó con el paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Paz, siendo en 2009 el primer año en el que procesionaría el paso de palio de la Virgen del Carmen. En 2008, el Consejo aprobaría la inclusión de la Hermandad del Cautivo y Rescatado, establecida en el periférico barrio del Polígono San Pablo, para que realizara su estación a la Catedral. A estas dos hermandades se incorporaría en 2010 la Hermandad del Sol desde el barrio del Plantinar. Así se cierra hasta la fecha el círculo pasionista que recorre desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección las calles de Sevilla en Semana Santa.

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S

Identidad

uenan cornetas, redundan tambores y los sentidos colorean la ciudad. Sevilla estrena su celebración más aclamada con un “¡Vamos tós por igual valiente!”. A raíz de ahí, todo se activa, nada se esconde. Cómo reflejar con verbos, sustantivos y demás elementos del léxico español, el innegable compañerismo entre costaleros, la fe compartida y la adoración como fuente vital de energía. La compactación del grupo en uno solo para que nadie sufra un percance, y todos queden envueltos en esa indestructible burbuja de protección y fuerza. El empuje y sacrificio por ascender al cielo a su Titular, por lograr rozar las inmortales y apacibles nubes. Por bandera, un mapa que ofrece con minuciosidad el recorrido de todas las hermandades, y como antídoto ante lo asiduo de la rutina, el pasear por las calles atestadas de un puro sentimiento y un emotivo calor que emerge del corazón de cada cofrade. Nada como hacer migas en las estrechas calles sevillanas, y conectar con la esencia de un silencio, una saeta o una marcha. De esta forma, la empatía entra en cada hogar para darnos un toque de atención y enseñarnos otra visión más emotiva y humana de la Semana Santa hispalense. Imposible la descripción neta de tan pura sensación ante la entrega del pueblo con cada cofradía. El alma se desnuda, los ojos se atavían con medias lágrimas y las intenciones se cuelgan al cuello el cartel de “bondad, afecto, respeto y humildad”. Amigos, conocidos, familiares, desconocidos, se reúnen y comparten esta Fiesta, este acontecimiento que engrandece los corazones de sevillanos, andaluces y españoles. La ciudad se prepara para acoger a devotos de esta semana sagrada que vienen de todos los rincones del país, a esta peculiar provincia que adquiere el tono de una vela, el olor del incienso, la melodía de una marcha

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Entrevista a Maruja Vilches Trujillo, hermana mayor de la Hermandad de Los Javieres y delegada del Consejo de Cofradías

“Nunca las hermandades van a depender del dinero”

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odo el mundo piensa que es usted más joven. Me ocurrió con un periodista que me pidió publicar mi edad y le dije que no tenía ningún problema. Tengo setenta años pero creo que me conservo bien. En la máxima madurez de su vida es cuando llega a ser hermana mayor de su Hermandad de toda la vida. Así es, de mi Hermandad de toda la vida, Los Javieres. Es cierto que soy de otras hermandades, pero está es la de siempre. ¿Quien la introdujo en las cofradías? Desde muy pequeña me han atraído las cofradías. Iba con mis padres y se me encendía la mirada cuando vea a las Imágenes. Cuando mi hermano se inscribió en la Hermandad de la Amargura, yo era una niña; iba con él y me quedaba extasiada con el Silencio Blanco. Cuando llegué al bachiller, alrededor de los años sesenta, fui a una catequesis y ahí fue cuando me introduje en las hermandades, especialmente en la de Los Javieres. ¿Cree que ha tenido que pagar muchos tributos para llegar hasta donde ha llegado? No creo que haya tenido que pagar muchos tributos, la gente me ha tratado bien. Lo que pasa es que un error en una mujer se ve de otra ma-

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nera que en los hombres. ¿El acceso de la mujer a cargos de dirección es una cuestión feminista o debe llevar su curso natural? El feminismo es un movimiento que debe existir para que la mujer reclame sus derechos; sin embargo, esta cuestión debe ser natural y nada tiene que ver con el feminismo. La mujer está en las hermandades de puro derecho y se está preparando para lo que ella quiera y hasta donde se proponga llegar. ¿Qué le pareció el decreto de monseñor Asenjo sobre esta cuestión? Creo que era una fruta tan madura que no tenía más remedio que caer por su propio peso. Todas las hermandades tenían hermanas nazarenas excepto las tres últimas. Ya era necesario. ¿Cuál es la situación actual en la que se encuentra su Hermandad actualmente? Yo soy nombrada por la Autoridad Eclesiástica hermana mayor hasta que termine el mandato en junio de 2013. Soy la hermana mayor efectiva y hasta esa fecha no se convocarán elecciones. En términos jurídicos, ¿sentará precedentes este caso con respecto a otras hermandades? Mi caso es completamente normal. Piensa que las reglas de nuestra Hermandad contemplan la resolución de este asunto como se ha hecho; no hay nada extraordinario.

¿El hecho de su nombramiento como hermana mayor sirve para generalizar una visión aperturista de la sociedad con respecto a las mujeres o solo será un hecho puntual? No, esa visión no se ha instaurado conmigo sino desde hace mucho tiempo. Las mujeres ya han ocupado, antes que yo, cargos de responsabilidad y tienen la posibilidad de

El Proyecto Fraternitas no sería lo que es sin la ayuda de las Hermandades y de los hermanos mayores que las presiden

acceder a estos cargos libremente. Pero parece que existen limitaciones sociales en este tipo de cuestiones. No creo que existan limitaciones de este tipo. Lo que ocurre es que nosotros hemos comenzado esta evolución natural que se da en la sociedad paralelamente, la mujer está probándose a sí misma y aprende a estar en unos puestos de responsa-

bilidad donde nunca había estado antes. En mí caso, voy a demostrarme a mí misma si estoy capacitada para desempeñar este cargo y si valgo para ello, y demostrárselo a mis hermanos. ¿La reelección está condicionada a esta cuestión? Date cuenta que una cosa es lo que tú piensas y otra, la realidad que existe. No me planteo una reelección Semana Santa

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inmediata hasta que no haya comprobado mis posibilidades reales en todos los sentidos. Yo lo dejo en manos de Dios: si nos adormecemos en las manos de Jesucristo, siempre nos saldrán las cosas bien. Tiene muchos cargos de responsabilidad a la vez. ¿Qué cuesta más, los plenos del Consejo o Fraternitas? Fraternitas es muy fácil. Son manos tendidas que te esperan como agua de mayo, que te quieren. En el Consejo trabajamos como compañeros y que vamos en una dirección. No tiene nada que ver: los dos son importantes para mí. El Proyecto Fraternitas no sería lo que es sin la ayuda de las Hermandades y los hermanos mayores que las presiden. ¿Por qué se eligió el Polígono Sur cuando se comienza a trabajar en el Proyecto Fraternitas y no otro barrio de Sevilla? Yo no estaba en el Consejo en esos momentos, pero creo que se elige el Polígono Sur por su magnitud: viven treinta mil personas, de diferentes etnias; un barrio desarraigado de Sevilla estando en un lugar privilegiado de la ciudad. Por tanto, se elige este lugar, a la sombra de Don Bosco, en la parroquia de Jesús Obrero, para poner la primera semilla de Fraternitas; lo que no quiere decir que el proyecto quede limitado a ello. Llegaremos donde Dios quiera que lleguemos y nos necesiten. ¿Fraternitas está focalizado a la infancia y los jóvenes o el trabajo va mucho más allá? El Proyecto Fraternitas es integral: va desde le bebé a la familia. Estamos en la guardería, en la parroquia, en los talleres, en el centro Don Bosco, en la banda de cornetas

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Las Hermandades en Sevilla son un signo de identidad tan importante y tan propio, que yo dirí que la Semana Santa es la fiesta más importante de la ciudad y tambores, en los equipos de fútbol. ¿Todo esto legitima que las cofradías y la Semana Santa tienen una función social que va más allá de lo religioso? Va mucho más allá. Lo que pasa que Sevilla, en todas sus manifestaciones, le gusta enseñar aquello que brilla pero en su interior crece esa bondad generosa. En la crisis que estamos padeciendo, ¿está justificado el gasto del nuevo manto de la Hermandad de la Redención o se podría haber dejado para más adelante? Creo que es un proyecto que ya tenían con anterioridad. Pero es que además, por otra parte, la rueda del trabajo no se puede parar. No se puede dedicar todo a caridad y dejar de lado el trabajo de los talleres que viven de las cofradías. Todo lo que una hermandad tenga en proyecto, esté pensado y su Junta de Gobierno vea bien, está completamente justificado. De este modo también ensalzamos a Dios y damos trabajo a los demás. ¿No le da miedo esa doble lectura social de las cofradías y pueda reclamarse la secularización de las

mismas? Sevilla es muy sabia. Es tan sabia como vieja. No pueden abandonarse sus raíces: Sevilla nunca ha abandonado sus fiestas originarias y por lo que tampoco se van a abandonar las cofradías. La fiesta no está reñida con los tres puntales básicos de culto, formación y caridad. ¿Se pueden entender las cofradías fuera de la Iglesia? No, en absoluto. Date cuenta que los Titulares de cualquier cofradía son Jesucristo, su Madre y los Santos. La Iglesia la fundó Jesucristo, por tanto, no pueden quedar fuera

jamás. ¿Qué posición le da a aquellas asociaciones cofrades que florecen en los barrios y que no cuajan en nada? Hay asociaciones que están junto al párroco y se tutelan hasta que alcanzan todos los medios para llegar a ser Hermandad. Es un proceso largo y complicado pero que termina cuajando de una forma muy bonita, como fue el caso de Pino Montano. ¿Las cofradías de los barrios son complementarias a la Semana Santa del centro o son la misma cosa? Creo que las hermandades de los

barrios y la Semana Santa es lo mismo. Adoramos al mismo Dios, tenemos los mismos cultos y los mismos fines. Todo habrá de medirse y debe crecer poco a poco. Pero es lógico que nazcan hermandades donde surgen nuevos barrios, porque la gente es la misma que se traslada de un lugar a otro de la ciudad. ¿Piensa que si eliminara la subvención del Consejo serían menos las hermandades que desearían ir a la Catedral? ¿No ves los niños que hacen una cajita cartón? ¿Ves que se hacen su pasito de esa manera? Nunca las

hermandades van a depender del dinero. Aquí estamos los sevillanos detrás. Lo veo claro. Sé que el dinero es importante, pero la esencia de las hermandades no es el dinero; ni lo pienso ni me parece lógico. ¿Entenderíamos Sevilla de otra manera si no existieran las Hermandades? Por supuesto. Las Hermandades en Sevilla son un signo de identidad tan importante y tan propio, que yo diría que la Semana Santa es la fiesta más importante de la ciudad.

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La mujer Daniel Gutiérrez Marín

M

ucho se ha escrito sobre la mujer alrededor de la celebración de nuestra Semana Santa. En exceso, me atrevería a decir. Sin embargo, puede verse de una forma lógica que entre ellas hubiera surgido un movimiento, una idea, por la que hombre y mujer, como seglares, pudieran equipararse en derechos y obligaciones, como así ha ocurrido en el último cuarto del siglo XX y principios de este nuevo milenio. La mujer es piedra angular en la celebración de nuestra Fiesta aunque, históricamente, la visión androcéntrica las haya podido relegar a un segundo plano. Si hacemos un repaso de la Historia de nuestras cofradías y de la ciudad misma podremos encontrar numerosas mujeres que han influido de forma notable en lo que ahora contemplamos y aceptamos como bueno y bello. ¿Qué hubiera sido el mundo del bordado sin las Hermanas Antúnez, Victoria Caro y Esperanza Elena Caro o Charo Bernardino, que emerge con fuerza? ¿No es lastimoso que solo haya llegado hasta nosotros noticia de La Roldana como única mujer imaginera? La propia Primitiva de los Nazarenos debe la conservación de su actual sede canónica a una mujer, doña Gertrudis Zuazo. La mujer se ha desarrollado y alcanzado cotas iguales o mayores que los hombres en muchos de los campos artísticos, sociales, culturales y piadosos de lo que, en sí, se resume,

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como Semana Santa de Sevilla, la Fiesta Mayor de una ciudad que aún sigue mirando con recelo y cierta lentitud la incorporación plena de la mujer en nuestras cofradías. Mientras no se generalice el acceso de las mujeres a los cargos de hermano mayor y mayordomo -presidente y gerente de cualquier organización civil- no podremos estar hablando de una incorporación social plena. Los cofrades tenemos la obligación de situarnos a la vanguardia de la Iglesia, como así ha sido de forma general a lo largo y ancho de toda la Historia de las cofradías. En esta ocasión se nos exige -y deberíamos tener conciencia de ello- dejar que la mujer ocupe el espacio que le corresponde: el mismo que ocupan los hombres. Ni más ni menos. Alcanzar la igualdad en el seno de las cofradías -que no el igualitarismo, puesto que nunca veremos a un hombre ataviado de Verónica- es un trabajo de casa-hermandad, de vida cotidiana. El decreto emitido por monseñor Asenjo en 2011 solo es una disposición jurídica que no asegura la igualdad entre hombres y mujeres dentro de las hermandades. Es cierto que las disposiciones jurídicas propician espacios de aparente igualdad y fuerzan situaciones que permiten que lo extraordinario se convierta en algo natural -como es la participación en las estaciones de penitencia en igualdad de condiciones-; sin embargo, como señalaba anteriormente, es trabajo de todos que lo jurídico sea herramienta para

lo social. De nada servirá el decreto paritario de monseñor Asenjo si hombres y mujeres no cambian su actitud con respecto al papel que juegan en la vida cotidiana de cada hermandad. La igualdad bajo los antifaces exige, por parte de la mujer, un mayor esfuerzo por hacerse presente en la vida de hermandad, sin buscar excusas que reduzcan su participación en la hermandad a vestir la túnica; y por parte del hombre, propiciar las condiciones para que la mujer vaya tomando conciencia de su relevancia dentro de su nuevo rol. En el fondo, la participación de las mujeres en la estación de penitencia debería haber sido la consecuencia de una auténtica integración de la mujer en la vida de hermandad y no una imposición que, de no resolverse correctamente, continuará dejando a la mujer en un segundo plano, en el aspecto social y jerárquico de las hermandades. Es la propia mujer la que debe usar el nuevo marco jurídico para que la participación de hombres y mujeres en los actos de convivencia, de gobierno, de culto, de socialización estén equiparados. El signo de los tiempos nos exige mucho; demasiado en asuntos donde no estamos lo suficientemente preparados y/o formados , y además, no se da el debate propicio para que puedan ser tratados con cierto rigor y seriedad. Porque, en el siglo XXI, la mayor preocupación de las cofradías no pasa por lo estético de las mismas -recorridos, Imágenes, enseres o arte en general-, sino por su forma social y las transformaciones que se están dando en el seno de las mismas, ofreciendo una nueva imagen. Semana Santa

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El ‘fiat’ de Arenas Alejandro Sigüenza Navarro

El pasado mes de febrero la Hermandad de Pino Montano solicitaba al Consejo su inclusión en la Semana Santa. Junto a ella, la Misión espera paciente su lugar en la semana grande. Con once corporaciones de vísperas a la espalda, el Consejo guarda silencio ante una pregunta sin respuesta que se hacen continuamente muchos cofrades

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l Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla recibió hace pocas semanas la petición formal de la corporación de Pino Montano para hacer estación de penitencia a la Catedral. Antes que ella lo hizo la Misión. Además, el arzobispado ha aprobado recientemente el carácter penitencial a la Hermandad de San José Obrero, hermandad que cuenta con más posibilidades de acudir a la carrera oficial por la distancia considerablemente menor repecto a los kilómetros que habrían de recorrer la corporación de Pino Montano o la de Heliópolis. Las dos reúnen los requisitos establecidos para poder procesionar hasta la Santa Iglesia Catedral, pero el Consejo no se pronuncia. La primera presidencia de Adolfo Arenas acaba en junio de este año, y no parece que se vaya a decidir el destino de estas dos hermandades antes de las elecciones. ¿A qué espera el Consejo? A una reestructuración de la semana grande hispalense. El elevado número de cofradías -60 en la actualidad- y su cada vez mayor tiempo de paso por la carre-

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ra oficial obstaculizan la entrada de nuevas corporaciones. Este problema no es nuevo. Desde principios de siglo, es decir, desde el año 2000 aproximadamente, se vienen estudiando distintas fórmulas para mejorar el tránsito de las hermandades por la parte oficial de sus recorridos. Una de ellas es el posible cambio de itinerario de la carrera oficial tal y como hoy la conocemos. Se han propuesto varios recorridos pero el que gana más fuerza es el de la Plaza de la Magdalena como punto de inicio y la actual Avenida de la Constitución como el final del trayecto, pasando por la Plaza Nueva y la Plaza de San Francisco. Esta modificación se produciría debido a problemas de seguridad, ya que el anterior consistorio pidió al Consejo la supresión de 7000 sillas. El propio presidente del Consejo, indicaba que esta variación no afectaría a los horarios de las hermandades. No obstante, la decisión alteraría el recorrido de ida y de vuelta de gran parte de las corporaciones. Otra de las propuestas es la permuta de hermandades en sus resSemana Santa

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Una de las soluciones más sensatas podría derivar en la no admisión de hermandades y continuar con las dos jornadas de vísperas que actualmente se suceden en Sevilla

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pectivos lugares de paso por el recorrido oficial. Así, en 2006 las Hermandades de San Esteban y San Benito cambiaron su puesto en la nómina del Martes Santo para evitar posibles colapsos en la zona de la Alfalfa, lugar por el que discurren ambas hermandades en su itinerario de regreso. Este intercambio de posiciones no prosperó debido al prolongado parón de la Hermandad de San Benito tras salir de la Catedral. En 2008 hubo un segundo intento de reconducir la circulación y los horarios del Martes Santo, estructurándose el día de la siguiente manera: Cerro del Águila, San Esteban, Los Javieres, San Benito, Los Estudiantes, La Candelaria, El Dulce Nombre y Santa Cruz. Esta medida tampoco prosperó y al año siguiente se volvió a reintegrar a las hermandades en su lugar habitual. Un caso similar ocurrió el Jueves Santo del pasado año 2011. Las

corporaciones implicadas fueron, en este caso, la Exaltación y Montesión. Las dos cofradías optaron por alternar sus puestos en el tránsito por la carrera oficial para mejorar el flujo de las hermandades por distintos puntos de la ciudad. Esta decisión generó mucha polémica entre los hermanos de Montesión, que no estaban de acuerdo con procesionar en segundo lugar. La lluvia impidió que el experimento se llevara a cabo, lo que impidió conocer su eficacia. Desde la calle Feria, la Oración en el Huerto ya ha comunicado públicamente que en esta Semana Santa, la de 2012, retornará a su posición tradicional, que es concretamente la cuarta en el día. Para esta Semana de Pasión que vamos a comenzar en tan solo unos días se producirá otro cambio relevante. La Hermandad de Santa Cruz modifica su itinerario de ida y retrasa su salida en una hora y diez

minutos. El cambio consistirá en continuar por la calle Mateos Gago hasta la Plaza Virgen de los Reyes y dirigirse a La Campana por Placentines, Alemanes, Argote de Molina, Francos, Chapineros, Álvarez Quintero, Plaza del Salvador, Cuna, Javier Lasso de la Vega, Orfila, Trajano y Plaza del Duque de la Victoria. Es un cambio substancial en la corporación, ya que su itinerario habitual era por la Plaza del Triunfo y el Postigo para llegar a La Campana por Carlos Cañal y O’Donnell. La hermandad confía que con esta modificación se mejoren los horarios y los cruces entre las distintas cofradías de la jornada. Como pueden comprobar, la Semana Santa sevillana no está libre de variaciones en cuanto a horarios y recorridos. No es una decisión baladí, sino fruto de la necesidad de despejar en lo posible los diferentes días de celebración, debido al colapso de

hermandades que actualmente se produce en muchas corporaciones. Es por esa razón por la que el Consejo no puede dar rienda suelta a la entrada de nuevas cofradías de penitencia. Una de las soluciones más sensatas podría derivar en la no admisión de hermandades y, por tanto, continuar con las dos jornadas de vísperas que actualmente se suceden en Sevilla. Esta medida tiene por el contrario un aspecto negativo: estas corporaciones de vísperas no podrían recibir la misma subvención que da el Consejo por participar en la carrera oficial, pero contarían con la posibilidad de realizar estación de penitencia a templos cercanos al suyo propio y recrearse en las calles de cada barrio. Otra de las medidas a tomar podría ser la antelación de los horarios de paso por la carrera oficial. Con esta medida, se posibilitaría la inclusión de varias hermandades de vísperas en la nómina para

ir a la Catedral. La opción de adelantar el tiempo de paso generaría una actuación más estricta del CECOP así como del Consejo y de las propias hermandades, que tendrían que reubicar a varias corporaciones para evitar excesivos cortes de tráfico y los retrasos de las cofradías al pasar por un mismo punto. Muchas son las soluciones. Ninguna es determinante a priori. La nómina de hermandades de vísperas ya asciende a diez: La Misión, Pino Montano, Padre Pío-Palmete, Bellavista, Pasión y Muerte, el Cristo de la Corona, Torreblanca, Divino Perdón del Parque Alcosa y San José Obrero. Aparentemente todas tienen posibilidades materiales de ir a la Catedral, pero sólo el tiempo y la descongestión de horarios permitirán a estas corporaciones hacer estación de penitencia durante la Semana Santa.

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Semblanza del Pregón Ignacio del Rey Molina

El pregón de la Semana Santa de Sevilla constituye, desde su creación, la pieza literaria más clásica de la ciudad, que no la más moderna o la de mayor calidad. Numerosos y renombrados han sido aquellos que han gozado de su designación, no habiéndolo hecho aún ninguna mujer. Su celebración sirve de antesala a la Fiesta Mayor de la ciudad

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e descubre el telón. Sillones majestuosos y colgaduras con los escudos de la ciudad, de España y del Consejo. Y empiezan a desfilar chaqués, bastones de mando y alguna que otra sotana. Y ahí va la primera marcha. El pregón de nuestra Semana Santa encuentra sus orígenes en una charla que pronunció Federico García Sanchís en el Teatro San Fernando en 1937, aunque tendrían que pasar dos años más hasta que el acto pasara a denominarse “Pregón de la Semana Santa de Sevilla”. San Fernando, Lope de Vega, Álvarez Quintero y Maestranza son los nombres de los teatros que han acogido este, cuanto menos peculiar y singular, acto que se utiliza, hoy día, como pórtico de nuestra Semana Santa. Hasta Pemán estuvo recitando,/ como también lo hizo Ortiz o Castañer,/ que precedía a Morales Oliver/ en la lista del Teatro San Fernando. Declamando entre los cielos y las nubes,/ y entre el son del llamador y

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la saeta,/ un atril dibuja el nombre del poeta,/ del gran Joaquín Romero Murube. Y una lista incansable de pregoneros que anunciaban a Sevilla que ya era la hora de sacar las palmas a los balcones, de rescatar de los altillos las colgaduras y los damascos y de revestir los pomos de las puertas con túnicas, capas y antifaces extendidos. Pero sin duda, del Teatro San Fernando destacaría dos pregones, los de los años 1956 y 1959: En tiempos de los estaches/ y corbatas de algodón,/ Sevilla fue el corazón/ de un elegante azabache,/ para gozar del pregón/ que dio Rodríguez Buzón/ y el gran Montero Galvache. ¿Quién no ha susurrado alguna vez los versos de Buzón? “Pero como Tú ninguna…” Llegados a 1970, el pregón pasa a celebrarse en el Teatro Lope de Vega, donde se oirían algunos de los pregones que quedarían marcados para mucho. Bajo los techos de esa pequeña joya que tiene nuestra ciudad tras Semana Santa

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Sevilla es jueza, y en sus verdictos puede subir a un pregonero a los mismos altares o puede colgarlo de la misma cucaña de la Velá de Santa Ana y Santiago

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el Casino de la Exposición, Sevilla pudo comprobar lo que significaba la Esperanza de Triana para Vicente Acosta y para José María Rubio, el cual salió a hombros tras declamar su pregón. También pudieron escucharse las populares voces de Juan Moya, Garrido Bustamante o Rodríguez-Caso. En cambio, en el Álvarez Quintero solo pudieron oírse dos pregones, el de Navarro Palacios y el del gran Morales Padrón.

tranza,/ donde la historia no permite que destierre/ a aquel que vio en su voz a la Esperanza,/ la cual tiene ya en sus brazos a Javierre.

Y hasta hoy, decenas de voces pasaron por el atril de nuestra Semana Santa. La prosa, el verso, las rimas, los ripios, las oraciones… Sevilla puede ser la más dulce y melódica alabanza y la más enroscada y venenosa crítica. Sevilla es jueza, y en sus veredictos puede subir a Y al fin, llegó el pregón hasta el Maes- un pregonero a los mismos altares o

puede colgarlo de la misma cucaña de la Velá de Santa Ana y Santiago. Son laudos firmes y rudos, sin grises ni medias tintas. Personalmente, de los últimos años, me quedo con la prosa de Esquivias y con los versos de Caro Romero y de Antonio Murciano, aunque muchos ven el pregón de Carlos Herrera como el bando buzoniano del siglo XXI. Entre los que se quedaron sin darlo y los que desaprovecharon la oportunidad, el escogido para cantar a la Semana Santa, además de

tener el honrado privilegio y honor de poder declamar a su ciudad, a sus tradiciones y a sus devociones, a sus calles y a sus Imágenes, a sus colores y a sus olores, también sabe bien que se expone ante un tribunal hispalense que al salir, en las escalinatas del mismo teatro, en las bodeguitas de Dos de Mayo y en los corrillos de los besamanos de por la tarde, determinará si ha sido un pregón digno o no para la ciudad de Sevilla. Que se lo digan a Burgos, a Barbeito o a Henares, por ejemplo. Aunque sí creo que ya va siendo hora de volver a lo que a Sevilla le gusta. El atril del pregón no es ni el estrado de un mitin político ni el púlpito de una iglesia. El pregón, en mi humilde opinión, debe tener como firme objetivo conseguir que el auditorio se levante de sus butacas con ganas de amanecer en un Domingo de Ramos, de cangrejear delante de un palio o de buscar el sitio idóneo a la hora justa. El pregón debe ser, o así lo pienso, el canto que comparta las creencias y la escritura, donde la literatura sepa abrazarse y encajar con la profundidad esencial de nuestra Fe católica en Nuestro Señor Jesucristo y en María Santísima. Al fin y al cabo, sabemos que son ellos nuestra guía, en el pregón de la Semana Santa y en el pregón que escribimos cada día los cofrades de Sevilla con nuestro perpetuo compromiso con nuestras creencias y con nuestras Hermandades.

Ya va siendo hora de volver a lo que a Sevilla le gusta. El atril del pregón no es ni el estrado de un mitin político ni el púlpito de una iglesia

En una o en la otra orilla,/ o cual fuera aquel rincón,/ que Dios bendiga al pregón,/ que brota de las semillas/ que plantaron con su amor/ y siempre con devoción,/ los cofrades de Sevilla. Semana Santa

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EPÍLOGO

¡A la Gloria, sevillanos!

A

la Gloria, sevillanos, a la Gloria / con un sol entre las manos / y a lomos de un borriquillo / por el Domingo de Ramos / viene Dios hecho un chiquillo.

A la Gloria, sevillanos / que va la Gloria rendida / Que va Dios ¿no lo estáis viendo? / En una sola caída / y está tres veces cayendo.

A la Gloria, sevillanos / que Caifás se da de bruces / con su barrio y con las luces / de San Gonzalo y su alarde / viene Jesús jadeante / que se ha llevado toda la tarde / con la izquierda por delante.

A la Gloria de cien hombres altaneros / la Centuria deja un barrio conmovido / y enhebrando un laberinto de senderos / resucita una Sentencia del olvido / y desparrama estelas de luceros.

A la Gloria, sevillanos / si se ha caído a tus pies / tres veces, y se arrodilla / ¡coge sus brazos, SeviA la Gloria, sevillanos / que salen y lla! / Y levántalo otras tres. entran dos veces / los suspiros que se elevan / cuando se vence y flore- A la Gloria, sevillanos / no será Sece / la piedra de San Esteban. mana Santa / si va ese Dios andaluz / bajo el peso de la Cruz / y tu A la Gloria, a la Gloria / suspiros amor no lo levanta. de mi Sevilla / dad forma a esa canastilla / del Arenal hasta el cielo A la Gloria, sevillanos /¡qué no sé /dos ladrones y un Mesías / lleva cómo no lloro! / Al verte cruzar a mi Carretería / entre azul de ter- oscuras / tu calle de la amargura / ciopelo. Señor de San Isidoro.

A la Gloria, a la Gloria, Sevillanos/ a la altura de Rocío detenida / por la voz del capataz en desafío / de Rocío hasta la voz no habrá medida / de la voz hasta Rocío solo hay Rocío.

A la Gloria, pues, Sevilla, a la Gloria/ a la lágrima sin fin ni escapatoria / a la fe que cada vértigo proclama / mientras Dios va derramándose en el día / y la tarde en jilgueros se derrama / a la Gloria hecha toda cofradía / a la Gloria, a A la Gloria, sevillanos / que un la Gloria / ¡Y a María! simple beso le nombra / y un Prendimiento se encarta / cuando a JeCarlos Herrera Crusset sús le da sombra / un olivo en San Pregón de la Semana Santa 2001 Andrés. / A la vera, en Santa Marta/ larga sombra da un ciprés.

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