tots al carrer!

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tots al carrer! Daniel Montes San Miguel

En un clima polarizado como el actual, la cohesión social se plantea como el principal reto de las sociedades del futuro. Debemos ser capaces de crear un ambiente de convivencia donde todos los actores puedan participar de la complejidad del fenómeno urbano. Para ello se reflexionará sobre los modelos de ciudad y su intrínseca relación con las fuerzas económicas durante los últimos 50 años a la vez que se investigará sobre la situación actual de Barcelona y del Poblenou. Este ámbito teórico unido a un esfuerzo por entender e integrar las dinámicas actuales de la zona resultará en una propuesta que hace de la calle el eje de actuación.

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Y es que con la pandemia nos hemos dado cuenta de las carencias de la ciudad en términos de convivencia. La baja calidad espacial de la vivienda, las extensiones monofuncionales, la pobre relación con el espacio público o la falta del sentimiento de pertenencia a una comunidad son algunos de los factores heredados de un urbanismo obsoleto que es necesario repensar. Normalmente, un urbanismo que ha ido ligado a una expansión dentro del territorio respondiendo a los crecimientos poblacionales y a éxodos rurales. Pero hoy día, ¿el foco sigue estando en hacer crecer las ciudades? No parece una actitud muy sostenible seguir cargando el territorio de nuevas construcciones por no querer adaptar las ya existentes. Por ejemplo, en el caso de Barcelona el acceso a una vivienda asequible es un problema. Pero, claro, si el parque de vivienda no está adaptado a los nuevos modelos de familia, si el entorno más inmediato no permite cubrir las necesidades básicas a pie y el plan de movilidad falla en una adecuada conexión no parece que la solución sea crecer en extensión, sino atajar los problemas que están generando esa situación. En este sentido es esencial poner énfasis en la rehabilitación de la ciudad La inversión debería focalizarse en la optimización de lo que ya tenemos. mínimos para el futuro Actualmente los principales esfuerzos se centran en orientar el diseño hacia los peatones y ciclistas, todavía con ciertas reticencias por parte de la ciudadanía, aunque se haya

Nos encontramos en un momento histórico en el que el frenetismo de la tecnología y de la economía de servicios hace cada vez más complicado garantizar una ciudad para sus ciudadanos. Lo urbano se mide en ciclos que necesitan de bastante más espacio temporal que la velocidad de crucero que tienen ciertos sectores económicos que se apropian del desarrollo de la construcción. Por eso, es tan necesario el debate sobre el fenómeno urbano para no perder el derecho a la ciudad. No obstante, esto no es algo nuevo, más bien es la tónica histórica. Desde el s. XIV, el fenómeno urbano ha ido ligado estrechamente con la actividad económica determinando su evolución y crecimiento. Desde la ciudad comercial renacentista, pasando por la ciudad industrial del capitalismo llegando hoy día al concepto de ciudad global y de servicios. Todos estos procesos económicos han definido la trama urbana y el programa de usos de la ciudad, normalmente sin una perspectiva de futuro y nutriendo las necesidades de cada tiempo. Todo ello, sin considerar la participación de la propia ciudadanía en el proceso, perdiéndose la idea de ciudad como obra colectiva. Esto muchas veces ha dado lugar a una ciudad deshumanizada, carente de la vida que tanta falta hace para sentirse como un individuo que forma parte de una sociedad.

hacer ciudad sobre la ciudad

constatado una mejora de la calidad de vida cuando se ha aplicado. Ya apuntaba Donald Appleyard que la reducción de tráfico era un factor determinante en conocer a tus vecinos. Y alguien con la reputación de Jan Gehl ha colaborado en la peatonalización de diferentes zonas de Copenhagen, Broadway o Shanghái, mostrando que la ciudad se recupera como punto de encuentro cuando los coches desaparecen.

En la pandemia, debido a las medidas de distanciamiento, las terrazas de los bares han reclamados muchos lugares reservados al coche. La reducción de los desplazamientos por el teletrabajo y el demandar lugares sanos al aire libre ha hecho que atendamos a una recuperación del espacio público por parte del ciudadano. Es algo en lo que seguir trabajando, mejorar la red de transporte público y la red de carriles bici para poder reducir el uso del coche utilitario.

La movilidad se trata de uno de los retos fundamentales de la ciudad del futuro, pero también debe ir de la mano con la mezcla de usos. Los expertos llevan hablando de la ciudad de los 15 minutos desde hace tiempo, siendo París la que mejor expresa el buen funcionamiento de esta línea. El objetivo es vivir en un área donde a pie o bicicleta se puedan cubrir necesidades como ocio, lugar de trabajo, compras cotidianas e incluso la propia producción de alimentos. Se busca optimizar los desplazamientos y el tiempo empleado en ellos, reduciendo así las emisiones contaminantes y mejorando la calidad de vida. La ciudad del futuro debe ser mixta y polinuclear. Mixta y polinuclear, pero ¿con qué densidad? En principio parece haber acuerdo sobre una densidad media baja que consiga conservar la escala humana del espacio público. No obstante, el hecho de liberar suelo construyendo en altura para generar amplios espacios verdes también tiene su parte buena. En los entornos urbanos de grandes dimensiones, se hace complicado acceder a una extensión de vegetación lo suficientemente grande como para abstraerse del propio entorno urbano, así que en ocasiones esa liberación de suelo podría resultar positiva. Algunos indican, que, aun así, no se debería sacrificar esa densidad media baja de la edificación para generar esas extensiones verdes. No obstante, estos planteamientos quizá pequen de ignorar las formas vivas del mercado, muchas veces necesarias para poder hacer ciudad donde la viabilidad de las propuestas es determinante. Posiblemente la respuesta sea inclinarse por un tejido base con densidad media-baja combinado con áreas de mayor densidad edificatoria en favor de la creación de amplias zonas verdes. Y es que en realidad la manera en la que se han planificado los núcleos urbanos ha generado una barrera en el territorio. Algo que apuntan todos los expertos es la necesidad de paliar esta situación, de conseguir hacer la ciudad un sistema permeable donde la vegetación urbana reconecte con el territorio. Y no solo este sentido supone una barrera, sino que la ciudad se ha impuesto como una losa de hormigón que sacrifica la permeabilidad del suelo. Por ello, es importante empezar a pensar en espacios de

Todo lo anterior se plantea como una guía de intenciones generales con respecto a la ciudad del futuro y que muestran un compromiso decidido con el desarrollo sostenible. No obstante, siendo este algo fundamentalmente arraigado en lo local, las previas líneas de actuación no tendrán el resultado adecuado si no se entienden en clave local.

Lo local entendido en toda la amplitud del término, desde el conocimiento de las dinámicas de la ciudad hasta las culturas que en ellas conviven y sus tradiciones. De esta manera las propuestas de ciudad encajarán mejor con los ciudadanos, se harán actuaciones acordes a sus formas de vida favoreciendo el uso de los espacios de convivencia. En este sentido resulta cuestionable el hecho de hacer ciudad desde fuera de la propia ciudad sin contar con colaboración de un equipo local.

menos relacionada con el papel de la arquitectura, pero necesaria a la hora de pensar en la ciudad del futuro, la cohesión social debe estar presente. Una comunidad socialmente cohesionada, cualquiera que sea su escala, supone una situación en la que los ciudadanos comparten un sentido de pertenencia e inclusión, participan en las dinámicas de la ciudad, toleran las diferencias, y gozan de una equidad relativa en el acceso a los bienes y servicios. Así, será esencial plantear porcentajes de vivienda social en todas las reformas urbanas y crear espacios de convivencia que puedan ser interpretados de diferentes formas, donde tanto distintas generaciones como culturas puedan cruzar sus vidas. localismo clave sostenible

infiltración y reutilización y no tanto en sistemas de canalización. La ciudad y la naturaleza deben trabajar juntas, entrelazadas. Todas estas líneas: movilidad, usos mixtos, densidad, gestión de recursos…se basan en estudios y previsiones. Sin embargo, algo claro es que el futuro, estando en plena revolución tecnológica, es incierto. Una incertidumbre que demanda máxima flexibilidad Una flexibilidad más inmediata referente a los nuevos modos de vivir y convivir, basada en la mezcla de diferentes tipos residenciales que respondan a distintas realidades. Y otra con una actitud resiliente apoyada en técnicas constructivas circulares de cara a permitir cambios de usos y que la ciudad pueda transformarse. Ya no solo se trata de pensar el modelo de ciudad que queremos o es el más adecuado en el contexto actual, sino que urge más que nunca pensar en la ciudad del futuro procurando dar respuesta a las necesidades coyunturales. El cambio climático y las consecuencias del desarrollo tecnológico en la sociedad deben estar presentes en el proyecto de ciudad. Es necesario tener en cuenta el cóctel complejo que se está gestando y sus posibles consecuencias para lograr una capacidad de adaptación de la que hoy día Porcarecemos.último,quizá

Además, la tábula rasa implica suponer el derribo y el desaprovechamiento de estructuras existentes que, a parte de su valor patrimonial para los ciudadanos y de su valor histórico en el entendimiento de la evolución de la ciudad, contienen una huella ecológica en su proceso constructivo. Tanto es así, que la antigua idea de te sale más barato tirarlo y levantarlo de cero, puede ser válida en términos económicos, pero posiblemente se trate de la última opción en términos ecológicos, que son por los que las decisiones deberán regirse en las próximas décadas.

En resumen, un modelo de ciudad debería plantearse en los términos propios de cada ciudad, dando respuesta a sus condiciones particulares, ya sean culturales, ecológicas, económicas o sociales, puesto que cada ciudad tiene unas necesidades diferentes. A la vez, en esta tarea es fundamental considerar la flexibilidad de esas propuestas, puesto que no deben de dar respuesta solo a los problemas actuales, sino plantearse en una coyuntura futura que es incierta, siendo la capacidad de adaptación algo esencial en todo proyecto. La sostenibilidad más que nunca se plantea local, las respuestas deben ser

un modelo de ciudad tiene que ser capaz de asumir la reutilización de las preexistencias y apostar por la rehabilitación de edificios y espacios ya existentes. Ya no solo por la actitud anteriormente comentada sobre evitar ampliar la extensión sobre el territorio, sino porque la demolición es un acto anti sostenible y sería conveniente evitarla siempre que fuera posible. En este sentido, una propuesta de ciudad no será buena si no es capaz de adaptarse, de incluir o de poner en valor las preexistencias de la ciudad. Las ciudades y más Barcelona por su coyuntura territorial deben optar por estrategias que actualicen la trama urbana, y devuelvan el espacio público a sus ciudadanos. Rehabilitar es un gesto ecológico, es necesario trabajar la ciudad ya construida, no su expansión. Por esto, aunque el concurso para la beca se plantee en un solar que se considera como una tábula rasa donde poder proponer nuevos modelos de ciudad, el hecho de asumir que no exista nada previo parece un punto de partida desacertado. Ya sea en el territorio o en el ámbito urbano siempre existirá algo anteriormente, unos condicionantes que influirán en el propio modelo de ciudad, o en cómo ese modelo se aplica según esas preexistencias. La tábula rasa es un punto de partida que hace en una propuesta, aunque sea experimental o académica, que no se considere su capacidad de adaptación, resultando ideas menos aplicables en la rehabilitación de la ciudad.

Hoy tenemos que repensar la ciudad en un contexto donde la globalización y la estandarización de la imagen arquitectónica están a la orden del día, haciendo perder la identidad y renunciando muchas veces al lugar como base de la sostenibilidad. Por tanto, se pueden repensar las líneas de un modelo general de ciudad, pero a la hora de hacer ciudad es necesario plantear un modelo para cada ciudad y sus escalas, adaptado y guiado por los factores determinantes de la localización geográfica y su cultura e Deidentidad.igualmanera,

basadas en esa localidad y en esos condicionantes propios de cada lugar para que sean efectivas y sostenibles. A partir de esa sostenibilidad local, es posible crear redes, cooperaciones, gobernanzas, ejes, lo que sea necesario a una escala territorial, pero sin ese funcionamiento sostenible en lo local, los lazos establecidos no funcionarán como una simbiosis donde todos se nutren y aportan a la red, sino que habrá desequilibrios provocando un mal funcionamiento del sistema global.

En esta primera parte se han procurado resaltar las principales líneas a la hora de hacer ciudad, destacando la necesidad de un enfoque holístico. La combinación de tantos elementos hace que la tarea de pensar ciudad sea muy difícil, pues el análisis previo y la consulta ciudadana deben ser muy extensos para tener en cuenta todos los condicionantes.

La propuesta para este concurso se considera académica en este sentido, puesto que no se disponen ni de los medios ni del tiempo para poder aplicar lo aquí reflexionado. No obstante, se ha centrado en buscar esa actitud holística y ser consciente de los puntos de partida necesarios para hacer ciudad de manera adecuada.

El fenómeno urbano es muy complejo, y así posiblemente deba ser tanto la propuesta como el proceso, de ahí la necesidad de tener en cuenta que se proyecta para un futuro más lejano del que muchas veces consideramos.

Tanto que no pueden ser asumidas por las sedes centrales y necesitan de empresas con servicios especializados, generándose así una dinámica de aglomeración. De esta manera, las sedes centrales tienen libertad de situarse en cualquier emplazamiento geográfico que cubra sus necesidades, comenzando esa competición por una transformación rápida que pudiera hacer a la ciudad atractiva para la inversión y alcanzar el estatus global. La ciudad tradicional se disolvía en un conglomerado de oficinas, hoteles, arquitectura de autor y oportunidades inmobiliarias. No obstante, el foco de la regeneración urbana en los años 2000 cambia. Se comienza a dotar de más importancia al capital humano, la creatividad y la innovación como motor de la economía, generando un desarrollo urbano con una mayor sensibilidad por lo local, la cultura y los valores de la ciudad. Esta hipótesis se ve representada en los planteamientos de Richard Florida a principios de siglo sobe la ciudad creativa. A grandes rasgos se basan en la necesidad de un nuevo grupo laboral para el desarrollo económico: la clase creativa. Buscar atraer a este grupo ha determinado muchas de las decisiones urbanísticas, pues destaca por dar más importancia a sus estilos de vida que a las empresas donde trabajan. Las ideas de Florida han tenido gran impacto en las políticas

gentrificación creativa

El párrafo anterior describe todavía lo que hoy día sigue siendo el urbanismo del ranking. Durante las últimas décadas ha ido variando el foco, pero el objetivo sigue siendo el mismo, dejar la renovación urbana ligada a la competición con otras ciudades para atraer aquellas inversiones atractivas y estar en el mapa global. En los años 80 se empezaba a teorizar sobre el futuro de la ciudad en función de la transformación de la economía. Manuel Castells apuntaba que la tecnología desligaría la economía del espacio físico de la ciudad y para Kevin Kelly directamente la ciudad sería prescindible en la Era de la Información. Planteamientos que vaticinaban un cambio en el orden del mundo ante la revolución tecnológica que actualmente estamos viviendo. No obstante, las ciudades han seguido siendo protagonistas, incluso han tomado más relevancia que las propias naciones en la economía globalizada. Saskia Sassen proponía el término ‘ciudad global’ para esta situación. Con la deslocalización de las operaciones empresariales, más complejas se vuelven las tareas de gestión y mantenimiento.

“Las ciudades se tienen que plantear objetivos de qué quieren ser. Barcelona puede ser puntera trayendo talento en las siguientes áreas: creatividad tecnológica, cultura audiovisual, gastronomía, tejido industrial, valor literario en 2 lenguas, polo de investigación biomédica y científica. Esto unido a unas universidades competitivas, hace que la gente venga a Barcelona porque se está convirtiendo en un núcleo de pensamiento, de capacidad de crear conocimiento.” Barcelona 2050: Reptes urgents per a un futur sostenible (2020)

urbanas, que han resultado en nuevos rankings con otros requisitos para seguir compitiendo por ser una ciudad global. Una ciudad creativa aumenta el nivel de innovación, de emprendimiento, de productividad, pero al mismo tiempo, cuanto más grande, densa y con mayor nivel de conocimiento, aumenta la tasa de desigualdad, de segregación económica y hace la vivienda menos accesible. Es un monstruo de dos caras. Hemos llegado a un punto en el que muchas veces la regeneración urbana solo favorece a la clase creativa y a aquella que trabaja en las áreas de conocimiento, expulsando a las rentas menores fuera de la ciudad. barcelona, poblenou clúster de innovación Como se apuntaba anteriormente, hay una intención clara principalmente por parte de los poderes económicos de situar en buena posición a Barcelona en esos rankings. Y para ello, la gran propuesta se llamaba Plan 22@, del que ya hay ejecutado parte, habiéndose reactivado en 2020 obras paradas durante años. El proyecto completo abarcaba casi 200 ha, situándose en la zona del Poblenou debido a su posición estratégica en la ciudad. A finales del s. XIX, el Poblenou comenzaba a perfilarse como centro industrial de Barcelona. A pesar de verse afectado por el proyecto de Cerdá, el paisaje de campos se iba transformando en fábricas tomando como base caminos y vías tradicionales, dando lugar a una combinación de la geometría ortogonal con trazados previos. Calificada como área industrial a mediados del s. XX, diferentes obras de acceso a la zona y de soterramiento de infraestructuras redujeron el aislamiento al que estaba sometida la zona, adquiriendo así una posición central en la ciudad. No obstante, la industria de la zona empezó a experimentar un declive debido a que muchas empresas se trasladaban a otras áreas, presentándose como un espacio de oportunidad para la regeneración Enurbana.estecontexto, a partir de la intervención de la Villa Olímpica en primer lugar, y posteriormente la prolongación de la Diagonal hacia el mar con las obras del fórum de 2004, comenzó la revalorización y reestructuración de la zona. De esta manera, se perfiló como el lugar ideal para generar un ‘hub’ de innovación que pondría a Barcelona en el mapa global de la economía del conocimiento, atrayendo inversores y generando riqueza. El plan 22@ se vendía como un proyecto que mejoraba los servicios urbanos, preocupado por la sostenibilidad y que generaría una ciudad más cohesionada. Sin embargo, era un discurso en torno a la competición en los rankings, obviando los condicionantes históricos, sociales y urbanos del barrio. El porcentaje 90% oficinas y hoteles / 10% vivienda ya auguraba un proceso de gentrificación que dejaba de lado la identidad del Poblenou.

El 22@ ha demostrado las consecuencias palpables de una forma de hacer ciudad que deja de lado a los propios ciudadanos. La falta de mezcla de usos y la búsqueda del máximo beneficio por metro cuadrado ha dado lugar a un barrio sin cohesión, dividido. La especulación del valor del suelo no construido ha generado una mezcla de oficinas, solares vacíos y vestigios industriales, pues esos vacíos se han revalorizado en estos años.

Además de esta mixtura que difícilmente se puede considerar ciudad, se ha obviado desde el principio la dinámica de barrio del Poblenou. La red de pequeños comercios, la vida, el movimiento y el conocer a tus vecinos se perdió en pocos años de transformación. De igual manera, el patrimonio industrial que ha sobrevivido, testimonio de una época de la ciudad, ha sido gracias a la oposición vecinal y la lucha por su puesta en valor, como el ejemplo de Can Ricart. Sin embargo, la falta de asignación de un uso concreto ha resultado en su deterioro. Incluso se ha dañado la red de artistas que había empezado en los años 90. Al final, el 22@ ha tenido una actitud que ha considerado el territorio como una tábula rasa en vez de construir ciudad a partir de sucesivas capas de significados. superilla y pla clima

Cuando se propuso el plan hace casi 20 años, la mentalidad del ayuntamiento y posiblemente de gran parte de la sociedad se regía por otros valores y el plan 22@ era la imagen viva del progreso y desarrollo teniendo por bandera la innovación y la cultura.

Con respecto al 22@, el ayuntamiento planteará un nuevo plan este 2021 en el que reequilibrará los usos ligeramente, 70% oficinas / 30% vivienda, siendo toda esta protegida, ampliará los espacios verdes y protegerá el patrimonio industrial. Es un cambio hacia otra dirección, pero todavía no parece suficiente para crear espíritu de convivencia y tejer redes locales en el barrio. Por otro lado, la estrategia urbana general de la administración pasa por la aplicación del programa ‘Superilla’ y el ‘Pla Clima’. La idea inicial de las supermanzanas manejada por Salvador Rueda creaba una ciudad polinuclear con tráfico pacificado en la agrupación de las manzanas, favoreciendo las dinámicas locales. Esta idea se ha llevado a cabo en varias manzanas del ensanche hasta en el propio Poblenou a través de estrategias de urbanismo táctico. Sin embargo, el programa ‘Superilla’ se centrará en la creación de ejes verdes pacificados con plazas en sus intersecciones, variando el concepto inicial. A su vez, el ‘Pla Clima’ plantea las líneas de actuación para cumplir los objetivos de la cumbre de París sobre el clima para el 2030. Poniendo el bienestar de los ciudadanos en el centro, se

Quizá ahora se tiene una idea distinta de esos conceptos e identificamos las consecuencias negativas de esa manera de entender la ciudad. Hoy día, la administración de Barcelona parece entender que las prioridades son otras a la hora de hacer ciudad.

basa en mejorar la eficiencia de los edificios y reformar el espacio público. Como se apuntaba al principio de la reflexión, existe gran consenso en orientar el diseño hacia los peatones y ciclistas a la vez que se crean espacios verdes, y el ‘Pla Clima’ toma nota de ello como estrategia principal.

Esta actitud plantea un cambio en la manera de hacer ciudad y recoge muchas iniciativas necesarias para mejorar la vida en el espacio público. Además, se contempla un posible escenario de cambio climático con estrategias integrales en la gestión del agua ante la amenaza de sequías o propuestas de producción de alimentos dentro de la propia ciudad. Sobre el papel el ‘Pla Clima’ funciona y pone a Barcelona en la dirección correcta, pero quizá peca de no tener en cuenta otros actores.

Tal y como están las cosas se prevé que el 22@ siga adelante con algunos matices y por otro lado se apliquen las citadas estrategias en el ensanche. La innovación y el desarrollo de las TIC se trata de una apuesta decidida en Barcelona, algo positivo de cara a tener una economía más equilibrada y poder dar salida al talento y las nuevas ideas. No obstante, dependiendo de qué urbanismo se plantee puede suponer los efectos negativos de la gentrificación creativa antes citados. Hoy día parece que la idea de dejar una parte de la ciudad para la economía de aglomeración sigue vigente y mientras tanto se aplicará el ‘Pla Clima’ en el resto de la ciudad. Quizá este enfoque urbano no sea el más adecuado pues, aunque con mejores intenciones que hace 20 años y en menor medida, contribuirá a perpetuar una ciudad dividida. Es necesaria una perspectiva más holística para poder redireccionar cómo encajan todos los actores dentro de la ciudad y que todos puedan aportar a todos. Es imprescindible diseñar una ciudad con una mezcla de usos real donde todo ese tejido del conocimiento se macle con redes locales y un porcentaje de vivienda social. Así, el gran reto de Barcelona y de las ciudades del futuro es lograr una población cohesionada. En esta segunda parte se ha puesto el foco en conocer mejor las dinámicas que se dan en Barcelona. Se ha comprobado como en el Poblenou se mezclan todos los factores de diseño urbano contemporáneos donde diversos actores e intereses convergen. Este se perfila como un espacio de oportunidad único para proponer un modelo acorde con las necesidades futuras de la ciudad donde puedan entrelazarse lo local y las perspectivas de desarrollo globales. Pero ¿cómo podemos llevar estas ideas a la realidad?

En primer lugar, se ha estudiado la propuesta de Cerdá. Se trata de un planteamiento que responde a un momento histórico en el que Barcelona necesita crecer, hacer ciudad fuera de la muralla. No siendo la propuesta ganadora, se impone desde Madrid por su orden y capacidad de control de revueltas. No obstante, Cerdá tuvo en mente muchos factores más relacionados con la calidad de vida y su aprendizaje en Francia. Planea las manzanas abiertas orientándolas de tal manera que las viviendas recibieran una luz adecuada en todas las fachadas. Además de cuestiones higienistas también considera la necesidad de una ciudad mixta, con edificios públicos o equipamientos en la uniformidad de la trama. En su desarrollo, fue capaz de asumir estructuras urbanas y caminos anteriores, algo que sorprende en una geometría tan rígida. Hoy día es un modelo que, con sus manzanas completamente construidas en la mayoría de los casos, permite un funcionamiento de la movilidad excelente, aunque el pasear se vuelve menos confortable. Quizá haya dado lugar a una ciudad que favorece el tráfico dejando de lado la escala humana. Por otro lado, se ha repasado la actuación Haussmann en París. En una situación en la que la ciudad se había vuelto insalubre, el barón planteó una jerarquización del viario. Dibujando ejes que atravesaban las construcciones de la ciudad medieval consiguió un ambiente más sano sin generar una geometría rígida que optimizaba la relación entre los espacios vacíos y llenos. Logró gran densidad sin crear una concentración agobiante. De igual manera planteó una tipología edificatoria compacta con unas directrices de diseño de fachada que siguen dando lugar a variaciones. Esto ha contribuido a la creación de una ciudad coherente que ha generado una identidad. No obstante, lo más interesante de la intervención ha sido la resiliencia resultante de aquella tipología. Los techos altos, la disposición en serie de los huecos y la relación constante entre fachada y espacio público ha permitido la transformación de la ciudad y la mezcla de usos dando lugar a la teórica ciudad de los 15 minutos. Más reciente cronológicamente han sido los postulados de entreguerras sobre la vivienda social. Las siedlungen alemanas asociadas a las fábricas supusieron un campo de experimentación sobre los tipos de vivienda. Las alturas edificatorias y las separaciones entre construcciones para obtener un soleamiento óptimo o temas como la ventilación cruzada eran claves en las propuestas racionalistas. De igual manera, se establecieron las bases para formar una ciudad más democrática, donde compartir recursos permitía una mayor calidad de estos. Los espacios públicos eran amplios y se consideraban cuantiosas extensiones de verde urbano. Sin embargo, debido a la condición de ciudades fabriles que

¿qué puede funcionar?

En este ejercicio para deliberar cómo debería ser la ciudad del futuro y en concreto Barcelona se ha echado la mirada atrás para analizar los modelos históricos más relevantes y así ver sus puntos fuertes o por qué no han funcionado. Principalmente se han revisado 4 comprobando su evolución histórica, cada uno destacando en ciertos puntos.

La intervención se plantea en unos términos parecidos al concepto de Supermanzana de Salvador Rueda, consiguiendo un área de tráfico pacificado permitiendo la apropiación del espacio público por las actividades de interacción social. De igual manera, se considera un contexto futuro donde los vehículos privados son la excepción, con una movilidad basada en la proximidad y en un transporte público eficiente entorno a la

necesitaban alojar al máximo de trabajadores no se proyectaba una mezcla de usos adecuada, siendo actualmente extensiones residenciales casi en exclusiva. Por último, se ha observado la trama de la ciudad histórica. El carácter de obra colectiva que apuntaba Lefebvre, la suma de diferentes arquitecturas que tomaban las reglas de la construcción adyacente para ajustarse a unas necesidades diferentes. Una trama que genera vida en las intersecciones de las calles. Unas calles que se relacionan con la escala humana, sombrías ante el calor de la ciudad, en las que hoy la presencia de los vehículos es mínima y por tanto los espacios de convivencia más adecuados. Todo ello contribuyendo a generar una identidad. Algo que ha sido despojado de los propios habitantes si miramos el centro histórico de Barcelona debido a los cambios de uso destinados al turismo. No obstante, si observamos Gracia, y el entorno de la Plaça del Sol, aunque se observe una mayor regularidad en la trama, los espacios de convivencia son igual de ricos y aquí son los ciudadanos quienes crean la vida. tots al carrer! Tots al carrer! nace de una profunda reflexión sobre la ciudad del futuro y los escenarios actuales de Barcelona. La escenografía urbana se entiende como el lugar donde convergen y dialogan los intereses de distintos actores. En este sentido, poniendo el foco en la cohesión social como principal objetivo de la propuesta, se considera que esos intereses pueden combinarse para resultar en una simbiosis de la que todos se beneficien. Se propone una edificación compacta estableciendo una tipología base. Una tipología base al estilo racionalista que da lugar a una arquitectura espontánea gracias a la flexibilidad de técnicas constructivas circulares en seco. Una flexibilidad que hace posible una mezcla de usos real. Una mezcla de usos bajo una densidad media como la planteada por Cerdá. Una densidad media que permite conservar la escala humana del espacio público. Una escala humana que genera comodidad en las interacciones entre ciudadanos y ayuda a crear un sentimiento de pertenencia. Una pertenencia que se asocia a una identidad urbana que concibe la calle como el espacio de convivencia por excelencia que interrelaciona a los ciudadanos. Una interrelación que se da gracias a una mezcla de usos real…y asi sucesivamente se retroalimentan los aspectos positivos para dar una respuesta completa y compleja al fenómeno urbano que logra la cohesión social de la ciudad.

Supermanzana. Además, se ha proyectado con una estrategia morfológica que permite la máxima adaptabilidad a las dinámicas preexistentes, respetando el tejido industrial consolidado y rehabilitando aquel en desuso. Por último, se asumen que las estrategias en materia de sostenibilidad medioambiental como la eficiencia energética de las construcciones, la implementación del verde urbano, la existencia de zonas de infiltración o la propia producción de alimentos van ligadas a cualquier proyecto futuro.

Ver documento tots al carrer!_propuesta_a3

Nos encontramos en un momento en el que resulta más urgente pensar en la ciudad futura que en la que vivimos hoy. Se debe anticipar un dinamismo sobre un medio estático como la arquitectura, y eso resulta uno de los mayores retos a nivel técnico. La tecnología existe, pero tardará en haber una mano de obra cualificada amplia para que los medios circulares y flexibles sean lo común y no la excepción. No obstante, el problema hoy no radica en la calidad de cada edificio considerado individualmente, sino en la falta de una visión global. Muchos edificios han ido creciendo al lado de otros sin que hayan logrado producir un sentido de identidad o reforzar la identidad preexistente de los lugares donde se han construido. Falta capacidad de ‘hacer Enciudad’.estesentido, como sociedad el principal desafío es lograr una población cohesionada, que pueda colaborar para afrontar el cambio climático. Se vuelven ineficaces los avances tecnológicos que puedan ayudar, puesto que si no se plantea una dirección común será complicado transformar la ciudad. Y esta labor nos corresponde a los arquitectos en origen, pues la cohesión social empieza en el fenómeno urbano, en los modos de vivir y convivir

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