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Editorial
La fusion de Dan, lu, y dens una historia en constante evolución Una fusión es la unión de dos o más elementos diferentes que resultan en uno solo. Ésta es una historia que tiene comienzo en 1968: la época de las convicciones, de la libertad, de la Ser mejor equivale lucha, del rock and roll, y de la resistencia. Todo a haber cambiado empieza con Lú y Daniel, y con muchos otros jóvenes. Con la pasión con la que vivieron su muchas veces. vida, misma que los llevaría a terminarla en Neil Gaiman plena batalla, con el sabor a victoria frustrada en el último aliento. Con una revolución que terminó siendo encriptada en la plaza de los poder combatir la ignorancia. sacrificios humanos. No queríamos ser burros, y tampoco queríamos ser Años después, cuando se me contó la borregos. Pretendíamos ser historia, decidí vivir entre el presente y el personas. Dan y Lú estaban en pasado. Crecí fascinada con aquella historia los ideales y en los sueños de que aún se respira en la plaza de las Tres todos, pero aún no traspasaba Culturas. Daniel y Lú eran mi estilo; su vida, una enorme barrera: la mi filosofía. realidad. En el 2012 surgieron protestas, y las grandes cadenas comerciales se unían a un gran fraude. Se sentía la pasión y las ganas de devolverle el orden a las cosas que flotaban en el aire, pero las protestas se mentían, y la decepción volvió a reinar. Entonces, luego de leer a los griegos y de identificarme con su filosofía de que “una sociedad bien educada, conlleva una buena democracia”, platiqué con quienes más tarde serían mi equipo, sobre la posibilidad de volver al pasado, y así lo hicimos. De allá trajimos un Dan y un Lú. Pretendíamos formar estelas de esperanza. Queríamos aprender a leer para
Nos esforzamos mucho. Queríamos brincar la muralla, hacerla volar. Hubo desgaste. Todos, cansados de tanto brincar, abrumados de tanto cañonazo, abandonaron la tarea. Y me quedé sola, sentada con Dan y Lú. Pero como sucede siempre, algo pasa. Fracasar es necesario para evolucionar. A nuestro equipo llegó un alquimista de letras que supo fundirnos. Y sucedió la primera evolución.
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DanLú nació fuerte y corpóreo, pero no lo suficiente para que nuestro nuevo trío pudiera hacerse realidad, aunque todo estaba muy cerca de explotar. A nosotros llegó una cámara de video a la que Mónica seguía. Luego llegó Iram con su álbum fotográfico; Scarlett se encontró con nosotros porque buscaba libros; Iñaki siguió la melodía de una guitarra; Steven y Fernanda nos regalaron máscaras de teatro, y Yolanda añadió sus pinceles. Daniel y Samantha pudieron ponerle orden a las palabras de todos, y así, poco a poco, llegaron más y más personas que querían evolucionar. Entonces sucedió la segunda fusión. Una tan genuina y lúdica que no pudo más que estallar. Y así, bañados de ella, no tuvimos que brincar; sólo atravesamos a la realidad, y fuimos DanLudens en un blog de WordPress. Después de un mes, WordPress nos puso el .com para convertir el blog en un sitio que ha evolucionado constantemente, que busca fusionarse una y otra vez con amantes del arte, con personas que busquen un nuevo pensamiento, una visión diferente de la educación. DanLudens es una plataforma genuina que quiere que aprendamos a leer, que quiere dar teatro, música, cine, y más. Este año ya nos fuimos a viajar por México y por el oriente; nos volvimos locos y seguimos a los superhéroes. Platicamos con mentores y analizamos mil relaciones. Pasamos por los animales, el esoterismo, y las patrias. Y hoy, estas letras de nuestra última fusión están dedicadas a ustedes, que nos hicieron evolucionar, que leen nuestros artículos y que, de alguna forma, están luchando porque las cosas sean mejores para todos. Escritores, artistas, periodistas, y jóvenes que creemos que es el momento de innovar y evolucionar: queremos que te sumes a esta fusión y dejes tu letra en este mar de ellas… Les dejo a Daniel y a Lú. Les dejo fusiones y evoluciones, Les dejo a DanLú. Les dejo a DanLudens.com, a esta nueva versión impresa. Y también, como siempre, les dejo letras…
Luhana Ahuáctzin. @LuhanaPop
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INDICE 60s: La oleada imparable Las muertes que crearon un mito: Los Kennedy Soy un astronauta en los años 60 La mujer de Marte Marilyn: La perpetua estela de Norma Jean
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Cine: Del hielo nace el agente Música: ¿Y quién hubiera pensado que algo tan simple como el Rock and Roll salvaría nuestras vidas? Escénicas: La que te has montado, Godot Visuales: Lo que me ha tocado ver de algo que no viví Visuales: Arte y consumismo
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El underground y la contra-cultura de los 60s Entre sueños y búsquedas Nelson Mandela: Ser humano es ser hermano Una guerra inasible Al calor de las masas
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Un whisky por Faulkner Suave y revoltosa, esa ciencia ficción sesentera Del Boom, pum, y demás explosiones ¿Todo se mueve?; Poesía en movimiento
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Eva Fuga Balada después del fin
65 67 68
35 54 57
DANLUDENS, Año 1, No. 0, enero – marzo 2015, es una publicación trimestral editada por Grupo Editorial Danlú. Calle Amsterdam No. 240, int. 4, Colonia Condesa, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06100, Tel 6388-8412, www.danludens.com, luhana@danludens.com. Editor responsable: Zianya Thalia Ahuatzin Flores. No. de Reserva de derechos al uso exclusivo en trámite, ISSN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional de Derechos de Autor. Licitud de título: en trámite, Licitud de contenido: en trámite, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impresa por (nombre de los talleres o impresor), (domicilio del impresor), este número se terminó de imprimir el (fecha), con un tiraje de 1000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Editor responsable.
DIRECTOR EDITORIAL
Luhana Ahuáctzin luhana@danludens.com @LuhanaPop
EDITOR EN JEFE
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Por: Paola Iridee Quiere escupirse al mundo (para ver si lo fertiliza y crece una bonita planta).
60 Los 60’s fueron tiempos de cambio. Nadie puede negar los colores, los cabellos rebeldes, los bailes alocados y la búsqueda de la unidad entre seres humanos, pero antes de empezar, hay que tener en claro que el mundo es varios mundos, y que la realidad social varía según el lugar en que te encuentres. Es cierto que no podemos hablar de los mismos “años 60” cuando hablamos de Francia, de China, de España o de México, pero sin duda -a fin de cuentas- todos compartimos un mundo y por ello hay elementos innegables en esta época (como en todas) que cubren con su manto de generalidad a todas las pequeñas realidades.
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Los años 60s, digamos, fueron la década que abrió la brecha. Si bien los ideales se contradecían aún con el comportamiento y el pensamiento real de los jóvenes de la época (en realidad, al menos en México, las mujeres seguían siendo damas que soñaban con ser amas de casa, los hombres se seguían viendo a futuro trabajando en empresas “pro-sistema”, y se malinterpretaba un poco el valor de “igualdad” y “libertad”), sí hubo un cambio, al menos a nivel superficial. Resumiéndolo un poco: fueron los actos de estos jóvenes lo que le introdujo a las nuevas generaciones una idea más real y concreta de lo que ellos apenas empezaron a vislumbrar. He aquí entonces (en su vislumbrar) su valor: ésta fue la primera generación en mucho tiempo a la que se le permitió soñar. Pero… ¿qué fue lo que vislumbraron? Podemos mencionar la injusticia política, la discriminación de todo tipo, el sistema capitalista fallido y en picada, o el distanciamiento de la naturaleza (y nuestra naturaleza), y estos serían sólo algunos ejemplos de aquello que vieron casi por primera vez en esta década. Recordamos las décadas anteriores, las guerras mundiales, y no vemos sino naciones; individuos bien consagrados con su patria que luchan desde ella en contra de otra, a pesar de todo, del sinsentido, a pesar de no querer… y en contraste, en los años 60s vemos personas preocupadas por una unicidad diferente, no de individuos con su país sino de humanos con su mundo, con El Mundo. Rodeada de muchas otras cosas, es
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aquí donde surge la “contracultura”, y es cierto que esto no era más que un nuevo rebaño, uno de ovejas negras que creen que el color las cambia de especie, PERO (porque siempre está el pero), lo que realmente importa no son las convicciones casi huecas por las que luchaba la juventud, sino el comportamiento, los actos que sucedieron a partir de esto, pues fue ésta la semilla que germinó hacia un verdadero cambio interno, uno que va mucho más allá de los peinados locos, el “haz el amor y no la guerra” y el fresco foco encendido de la igualdad de géneros; la semilla echó raíz en las generaciones siguientes, resultando en éstas un cambio real: el de pensamiento. Desde unos años antes hasta unos años después, la década de los 60’s inició algo que nunca había visto nuestra Modernidad: una lucha por la libertad interior; un grito por una mejor humanidad. En su lucha, muchos confundieron la libertad con una simple rebeldía desenfrenada y sin objetivos, y confundieron el retorno al “amor primigenio” con una perdición disfrazada de “amor y paz”. La búsqueda de libertad se reflejaba hasta en los peinados, con cabellos si no desordenados, con copetes altivos, como astas de venado, imponiéndose ante el sistema enemigo. En pos de esto, los gobiernos tuvieron una reacción casi infantil hacia las voces que se atrevieron a decir lo que antes, ninguna otra. La Historia entonces tomó la fotografía de una hegemonía temerosa del pueblo que empieza a abrir los ojos. El mensaje estaba en todos lados:
el mundo cambiaría. Las matanzas que hubo por parte de los gobiernos fueron como patadas de ahogado, tratando de impedir que se esparcieran estas esporas de cambio, y sí: pusieron fin a muchos actos, pero no a las ideas. … y las ideas son implacables. Si bien los hechos de esta época fueron para muchos no más que una copia-reflejo de ideales bonitos, que no se comprendían pero se sospechaban, este simple bosquejo de ruptura necesaria representó una nueva adolescencia colectiva. Todo este frenesí en la búsqueda de libertad y una especie de justicia igualitaria se contagió de país a país; se le contagió al mundo. Se guardó en su memoria genética, trascendió en el tiempo. Y esto… esto es realmente la ola imparable. Al final, unas voces se apagaron, otras subsistieron y otras verdaderamente se extinguieron (como su alerta fallida sobre el consumismo que estaba por venir), pero hay algo que realmente nos impactó de esta época, y esto es innegable: una ola imparable de ideas. Dicen que las ideas cambian al mundo…
¿Qué dices tú?
Hegemonía, en este caso, se refiere a la predominancia de un cierto sector de la población (que se conoce como “el poder”) frente al resto. La hegemonía es prácticamente lo que determina una realidad social.
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Por: Guillermo Zamudio @_vice25 Es muchas cosas pero de entre tantas, prefiere decir que siempre es él mismo.
Las muertes que crearon un mito: Los Una bala. Rápida. Certera. Impresionante. Inesperada. Ese fue el instrumento que se llevó a dos de los hijos de Joseph Patrick Kennedy en la década de los sesenta, uno presidente de los Estados Unidos de América y el otro, un perseguidor ferviente del crimen. Instrumento que, de cierta forma, convirtió a ese apellido en sinónimo de poder y muerte. JFK murió buscando estrechar lazos rumbo a la campaña para su reelección como presidente. Acudió a Dallas con la encomienda de arreglar los problemas entre el gobernador John Connally y el senador Ralph Yarborough. El gobernador del estado era allegado de Lyndon B. Johnson, y Kennedy necesitaba al vicepresidente de su lado para su candidatura. Por otra parte, Bobby fallecería a la mañana siguiente de dar su discurso de victoria con la cual se convertía en el candidato demócrata para contender
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por la presidencia, cinco años después de la muerte de su hermano. Cuando los Kennedy llegaron al continente americano, lo hicieron solamente por una razón: para buscar fortuna, y la encontraron, pero también su contraparte. Patrick Kennedy era hijo de un acaudalado hombre que tenía varias hectáreas de cultivo y ganado, así que no le faltaba nada, pero su ambición por forjarse un futuro por sí mismo lo llevó a tomar un barco y pisar suelo americano en 1849. Patrick murió joven, a los 35 años, pero su nieto Joseph Patrick Kennedy se convertiría en uno de los hombres más importantes e influyentes de la sociedad estadounidense. Fue embajador de Estados Unidos en Londres durante los inicios de la Segunda Guerra Mundial y jugó un papel importante en las negociaciones con la Alemania nazi, que pretendían
impedir dicha guerra. Sin embargo, el legado de El Embajador, como sería llamado incluso años después de haber dejado el cargo, recae más en la figura de sus hijos que en los logros de su propia vida. John F. Kennedy se convirtió en el primer político en darse cuenta del poder de la televisión y utilizarlo, práctica que hoy en día es una constante; la imagen que lo llevó a ocupar la Oficina Oval se construyó a partir de tres líneas muy claras: sus actos heróicos en la Segunda Guerra Mundial, su faceta como ganador del Pullitzer por su obra Profiles in courage, y su papel de padre de familia. Conforme la carrera de Jack fue en ascenso, su hermano se convirtió en el complemento perfecto. Para las elecciones de 1960, Robert tomó el papel de organizador político de su campaña, en la persona que actuaría de escudo para que el candidato presidencial mantuviera una imagen pulcra. Ya como presidente y en agradecimiento, Jack le daría a Bobby, quien era abogado, el papel de Secretario de Justicia, y a partir de ese momento, la vida y destino de los dos hermanos Kennedy quedaría unida en un paralelismo pocas veces visto. En el cargo, Bobby perseguía con puño de hierro al crimen organizado y a la mafia, le molestaba la injusticia, y convirtió al sindicalista Jimmy Hoffa en su obsesión, al verlo como el prototipo de mafioso que impregnaba todo lo que tocaba con tintes de corrupción, extorsión y soborno.
Ocupaba su mente a tal grado que manifestó en alguna ocasión: “mi primer amor es Hoffa”. Bobby moriría en Los Ángeles en 1968, en un hospital, pero su último viaje en pie sería en la cocina del hotel Ambassador. Ahí, el palestino Sirhan Sirhan le disparó debido a que, según sus propias palabras, se sentía agraviado y traicionado por el apoyo que Kennedy concedió a Israel en la Guerra de los Seis Días. Bobby, que se había convertido en impulsor de los derechos civiles, visitaba barrios peligrosos y hacía énfasis en la igualdad, de manera irónica, fue asesinado por un miembro de las minorías, en la cuales se basaba su campaña. Para entonces, era reconocido como la cara de la justicia; no por nada le decían El Implacable mientras ejercía su cargo como Secretario de Justicia. Cerca de su muerte, estuvo en contra de extender la guerra de Vietnam y a favor de continuar el legado Kennedy, el cual, para su familia, estaba destinado a dejar una verdadera huella en los americanos. Su familia significaba realización del sueño estadounidense, subir desde lo más bajo hasta la cima, además, eran la típica familia americana, o eso representaban en esos años: sueños e ilusiones, pero también el testimonio de que se podía llegar a ser alguien. En aquella época, ser un Kennedy era sinónimo de éxito, de riqueza y de poder, debido a que estaban muy inmersos en la política o emparentados con figuras de la realeza. Los Kennedy parecían una sociedad aparte; eran
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Los Kennedys por Tony Frissell otra cosa. De los nueve hijos que Joe El embajador Kennedy tuvo con su esposa Rose Fitzgerald, murieron cuatro: Joseph Patrick Kennedy hijo y Kathleen Kick Kennedy lo hicieron en accidentes aéreos, además de los citados Robert y John. El hijo de éste, John F. Kennedy junior murió también en un accidente aéreo, Michael LeMoyne Kennedy fallecería esquiando, al golpearse con un árbol sin la protección necesaria, y David Anthony Kennedy, por una sobredosis de cocaína. Estos últimos parten de la generación perdida de la familia que, con la muerte de Robert y de su abuelo Joe, no tuvieron una figura de autoridad a la cual seguir. Esta familia se convirtió en una dinastía que, en cierto momento, estaba en boca de todos y que lo tenía todo: dinero, poder e influencia, pero por muchas circunstancias, algunas expuestas aquí, se dieron cuenta de lo que le pasa a todas las dinastias: están destinadas a terminar.
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“Bu z
astronauta en los años 60 ¿Qué cámara me llevo?”
Hass elblad 500C
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z Al drin on the m
oo n”
“Soy un
Por: Vicente Rios
Si alguien se dedica o es diletante del arte fotográfico seguramente se ha encontrado con dudas acerca de qué equipo es el mejor para ciertas circunstancias y escenarios ¿qué cámara, lente(s) y accesorios llevar?... ahora imagínense tal disyuntiva siendo el astronauta Walter Schirra a días de salir en la misión Mercury-Atlas 8, solo.C
“Ne il Ar
oo n”
A AS ©N
El modelito elegido y comprado en Texas, fue una Hasselblad 500C, con un lente 80mm con apertura 2.8, que por cuestiones (literalmente) de peso fue despojada de la pantalla de enfoque, el espejo y el parasol; además fue pintada de negro para evitar que las tomas se impregnaran de reflejos no deseados . A partir de que se revelaron los negativos de vuelta en la Tierra, hubo una prolífica relación entre la NASA y los suecos de Hasselblad, diseñadores de cámaras capaces de soportar condiciones muy difíciles (más de 120° C al sol y 65° C bajo cero a la sombra) y muchas mstrong on
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veces hasta desconocidas. El mismo modelo fue usado para la última misión del proyecto Mercury en 1963 y entre 1965 y 1966 para el programa . La mítica 500EL hizo su debut en el Apollo VIII que circundó 10 veces la luna en 1969 y cuando el mundo atónito y pendiente presenció la llegada definitiva del hombre a la luna, con un tal Neil Armstrong como comandante. Él y su tripulación tuvieron el privilegio de traernos de vuelta imágenes de lo que la humanidad nunca antes había visto. Todos hemos leído ese cliché en redes sociales que dicta algo similar a “una foto sirve para perdurar un instante irrepetible” y pocas veces es tan cierto como en estos viajes fuera de nuestra Tierra. Quizá llevados por la inherente capacidad de asombro, por las ganas de explorar lo desconocido o por mera curiosidad, desde
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niĂąos nos hemos sentido atraĂdos y maravillados por estos viajes, no importando siquiera que hayamos nacido o no en ese entonces. Valores y caracterĂsticas, que creo yo, debemos llevar hasta el fin de nuestras vidas.
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La
Mujer de Marte
La liberación femenina es un proceso histórico continuo, un proceso que vivieron nuestras bisabuelas y, sin duda, vivirán nuestras bisnietas. Como la evolución misma, la liberación no tiene un claro inicio y parece que sólo tendrá fin en un futuro lejano y desconocido (cuando descubramos vida en Marte o los robots, después de rebelarse contra los humanos, perderán la guerra y de castigo sustituirán a las mujeres en sus roles del día de hoy). Si no son robots, podrían ser extraterrestres. Con el mismo resultado. Pero dejemos las guerras futuras por la paz y echemos un vistazo a la situación del día de hoy. Según los datos del INEGI las mujeres en promedio trabajan más de 54 horas a la semana. Al trabajo fuera de casa se suman 78 horas de labores domésticas. Adicional a esta enorme carga las mujeres suelen encontrarse con más dificultades: un cuarto de ellas se ha enfrentado con actos de discriminación laboral. Éstas son las cifras oficiales, en la vida real, sin titubeos, podrían doblarlas y descubrir que cada otra mujer, a pesar de dedicar su vida a la sociedad, ha vivido algún
Por: Alena Pashnova Mujer envuelta en letras que cruza fronteras y derrumba barreras en búsqueda del mar.
tipo de discriminación en su trabajo o casa. Es una terrible situación de injusticia y desigualdad, y ha durado tantos siglos que un futuro equitativo y feliz para las mujeres puede parecer igual de fantástico que los acontecimientos de una película Sci-Fi. Desafortunadamente, para progresar, nuestra sociedad caníbal siempre ha necesitado de esclavos que le regalen su tiempo, su carne y hasta su misma alma. Parece que el día que la mujer diga “¡Basta!” la humanidad tendrá que hacerse de robots o irse del planeta para descubrir una nueva especie que trabaje para nosotros. Afortunadamente no todo está perdido. Probablemente no tendremos que esperar hasta el descubrimiento de unos adorables E.T. que propicien un nuevo ciclo de esclavitud, sino que podremos cambiar las reglas del juego, incentivando y celebrando los logros en lugar de causar y usar la opresión de otros en una gran pirámide humana. Ahora mismo y desde siempre han existido mujeres que viven fuera de su tiempo y de las limitantes impuestas por la sociedad, y pueden lograrlo todo sin intervención extraterrestre. El mundo mismo queda chico para tales señoras y señoritas. Ya hemos conocido sus nombres porque ellas fueron las que lograron vencer todos los obstáculos, poner su autógrafo en su época y llevar la lucha por la igualdad a un nuevo nivel. Tal es el caso de Valentina Tereshkova, la primera mujer en el
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espacio. Para entender la escala de su hazaña hace falta imaginar los tiempos en los que vivió esta maravillosa mujer. Valya (variación corta del nombre ruso “Valentina”) nació en un pequeño pueblo cerca de Yaroslavl en la Unión Soviética. Su juventud coincidió con los finales de los años cincuenta. A pesar de que las mujeres ya estaban logrando algunos derechos como votar, o libertades como tener el pelo corto o usar pantalón, la sociedad en general seguía siendo extremadamente machista. Para la gran mayoría de las mujeres casarse y tener hijos era el único propósito de su vida, de acuerdo con su educación y expectativa social. El nivel de impacto de sus decisiones usualmente llegaba hasta el menú de la comida o la cena. El único espacio en que eran protagonistas fue en los comerciales de electrodomésticos o detergentes (cualquier similitud con la vida actual es pura coincidencia).
El coraje es el precio que la vida exige para conseguir la paz. El alma que no conozca de ello no sabrá liberarse de las pequeñas cosas. Amelia Erhart
sus propios límites, así que tras ver cómo la Unión Soviética cambió la historia al mandar al primer humano al espacio, Valentina escribió una apasionada carta a Moscú pidiendo ser considerada para el siguiente vuelo tripulado. La Unión Soviética tomó en serio la petición de Valya y comenzó los preparativos para su proeza en 1963. Mientras tanto, los estadounidenses (principales competidores en la carrera espacial con la URSS) bromeaban con que las mujeres en el espacio servían sólo para “mantener el buen humor” de los hombres y enviaron a la primera estadounidense hasta 1983.
Valentina fue diferente. Tímida y de pocas palabras, a sus veintitantos años se inscribió a clases de paracaidismo El año pasado, Valentina Tereshkova y durante varios años logró realizar confesó que le gustaría regresar al cerca de cien saltos (hecho que espacio y uno de sus más grandes posteriormente le ayudó a convertirse sueños sigue siendo visitar Marte. en la primera mujer cosmonauta). Por “Estoy dispuesta a ir, incluso si es un supuesto, la mayoría de sus conocidas viaje sin regreso”. Esa mentalidad es pensaban que estaba loca por arriesgar la que derrumba paredes, atraviesa su vida de esa manera. Pero Valentina montañas y recorre planetas. Si tenía el sueño de volar y sobrepasar queremos cambiar la situación actual sin esperar algún milagro necesitamos tomar las riendas en nuestras propias manos; necesitamos personas que no sólo desafían las leyes físicas y las normas sociales, sino que crean, acepten e incentiven a que otros y otras las rompan. Es hora de dejar esa idea anticuada e impuesta de que cada género proviene de diferentes planetas, destinándonos a ser alienígenas incomprensibles o esclavos uno del otro, y descubrir este nuevo universo de posibilidades juntos.
Por: Chuy Figueroa @gsusfd Ensenadense. Colono de la Roma. Actúa, hace foto, escribe. Partidario del arte y la autenticidad.
: n y l i r a M ua E
la perpet estela de
l 5 de agosto de 1962 cuatro paredes en una casa de Brentwood, California, fueron testigos mudos que cuidaban el cuerpo de una mujer desnuda, tendida en una forma extraña entre las sábanas de su cama y rodeada de un orden poco habitual, mientras se gestaba ante sus caras una de las leyendas más sobresalientes del siglo XX. Estos muros observaron cómo moría, a las cuatro de la mañana (según el reporte oficial), Norma Jeane Mortensen, conocida por todos como Marilyn Monroe. El mito erótico del cine, la estrella más icónica de todos los tiempos, a quien la prensa norteamericana mencionara como “la única chica capaz de deshelar Alaska”, se marchaba rodeada de misterio. El deceso de la más asombrosa y hermosa actriz de Estados Unidos se quedaba marcado en la memoria de la gente como se queda la muerte de un presidente o de un familiar. Y cómo no. Su melena rubia platinada, sus famosas curvas y ceñidos atuendos, sus amores, fotografías y su mirada melancólica forjaron un enigma en el que la vulnerabilidad, la incomprensión, la sexualidad y el poder (el cual conquistó y con el cual jugó) dieron forma a una celebridad temerosa de ser rebasada por su aspecto provocador y contra el cual parece haber perdido la batalla, pues es este el que para muchos la hace imborrable en la memoria. Norma Jeane, como ella solía referirse a sí misma cuando le pedían razón por algunas de sus acciones, a pesar de tener una niñez llena de dificultades, creó el mito de lo que una joven sencilla puede llegar a ser si se lo propone. Nacida bajo el signo de géminis, ella misma decía que era dos personas en una e incluso más de dos. Y no se equivocaba; mientras algunos la describían por
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su impun- tualidad y su manera de entrar siempre triunfal a cualquier lugar, Constance Collier, actriz y maestra de arte dramático, la describía como una persona de gran presencia, luminosidad y gran inteligencia. Hubo quienes decían que no sabía actuar y a la par de esto había elogios como los de Truman Capote describiéndola como “una adorable criatura”. Todas esas personas eran Marylin. La misma que impulsó un adelanto sexual en la industria y en la cultura del momento también se convirtió en producto- ra a la cabeza de su propia compañía y, mostrando una humildad que no toda celebridad tiene, ingresó como estudiante al Actor’s Studio con el fin de hacer siempre un mejor trabajo y sin importarle ser ya una figura reconocida. La chica de buen corazón que Hollywood parecía haber pervertido tuvo sus años de mayor polémica a la par de una inseguridad que crecía junto con los fármacos, el alcohol y los mencionados enredos con los hermanos Kennedy. Las relaciones con estos últimos, el inolvidable canto de Happy Birthday Mister President para John F. Kennedy y el concierto para las tropas estadounidenses en Japón no sólo hacían más ruido y proyección para la fama de Monroe, sino que la hacían ver también como un juguete de Estado, situación que muchos creen la llevó a su fatídico final. Su muerte dejó una estela de incógnitas en las que un reporte médico indicando un probable suicidio no fue suficiente para tranquilizar a la opinión pública ni a investigadores.
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La teoría de un asesinato, cuyo autor intelectual se presume fue Robert Kennedy, (anterior amante y con quien tuvo una riña la noche anterior a su muerte) es la historia más aceptada por las masas. El supues- to crimen de Estado en contra de la actriz por tener en sus manos información que amenazaba la seguridad nacional ha contribuido a la propagación de la leyenda que es Marilyn Monroe hasta nuestros días. Todo lo anterior, aunado a la multitud de datos anecdóticos in situ, sus ór- ganos desparecidos tras la autopsia, resultados de sangre que nunca fueron realizados o publicados y contradicciones en declaraciones después de su muerte, dan mayor fuerza a esta teoría que al reporte médico oficial de intoxicación por barbitúricos. La incógnita flota en el aire hasta nuestros días y parece que nunca sabremos si fue ella quien quiso morir o si alguien tuvo interés en que muriera. La fama había ido creciendo desde muchos años atrás, pero la leyenda cobró vida en ese momento; alguien joven muere y con su persona muere su futuro, pero la imaginación ha invitado a todos a continuarlo. Más de mil libros se han escrito sobre ella; amigos, amantes, novelistas e historiadores se han tomado el tiempo de contar su historia, sus vivencias y descubrimientos. Incontables artistas han querido captar eternamente su imagen; Andy Warhol, James Francis Hill y hasta un Salvador Dalí (por mencionar algunos) han plasmado a
“Cuando pase la fama yo diré ¡adiós fama, siempre he sabido que eras inconstante. Al menos no habrás sido toda mi vida!” Marilyn
propósitos sádicos, perpetrado por una élite mundial en la industria del entretenimiento buscando un “nuevo orden mun- dial”. Estos rumores sumados a etiquetas como “la mujer más sexy del siglo XX” por la revista PEOPLE en 1999, y las ganancias millonarias que su imagen recauda anualmente (aproximadamente 27 Monroe MDD), hacen que el mito siga vigente, que la leyenda esté viva y se siga la estrella en sus obras. Su fotografía transmitiendo a nuevas generaciones más famosa, la toma con el vestido junto a la veneración de la belleza y blanco volando por el aire que sopla personalidad cautivadora de la misma. de una rejilla en la acera, fue durante la filmación de la película The Seven Seguro al menos una vez en Year Itch y es, hasta hoy, el look nuestra vida hemos pensado en lo que más identificado en una celebridad y estaríamos dispuestos a dar por una que sin duda lleva a pensar un solo charla con la rubia despampanante nombre. con olor a Chanel No.5 mientras disfrutamos una copa (o dos) de Su reinterpretación llevada a cabo Dom Perignon 1953 a su lado. Pero, por numerosas personalidades del ¿con cuál de todas las Marylins espec- táculo como Madonna, Britney mencionadas nos quedamos? Spears, Lindsay Lohan, Miley Cyrus, Seguramente con la mejor: la que etc. nos lleva a posiblemente asegurar nos invita a soñar, a creer que todo es que casi cada actriz o cantante que posible, que a pesar de los problemas alguna vez haya portado el cabello o peldaños que tengamos que vencer rubio, al menos una vez ha copiado podemos dar la cara al mundo con alguna sesión fotográfica, pose o una sonrisa. La Marylin que más que estética de Monroe en su tiempo. una musa o víctima, es un cúmulo de esperanza. El repetido look en estas celebridades lleva también a teorías conspiradoras en las que se involucra a Marilyn como una de las primeras (si no la primera) mujer en el programa de control mental de la CIA, conocido como MK Ultra, que controla a las celebridades con
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Del hielo nace el agente:
Bond, James Bond
Por: Mario Castro @LaloCura
Vive para la foto, mas no de ella (aún). Dice estudiar Letras Hispánicas: dice muchas cosas.
Durante los años 50 y 60 la naciente industria cultural que comenzaba a integrarse al imaginario de occidente y los países alcanzados por su industria bélica, hacía refritos de dos temas en particular: Guerra Fría y carrera espacial, ambos protagonizados por Estados Unidos y la URSS. La literatura y el cine no desaprovecharon este periodo para dar rienda suelta a la creación de personajes y escenarios donde la lucha entre estas potencias resultara evidente. Durante muchos años Ian Fleming fue dando forma a uno de los personajes más emblemáticos del Reino Unido: Bond, James Bond. La literatura hizo lo suyo: enmarcó al personaje en situaciones y eventos extremos, propios de esta época donde el temor a una catástrofe nuclear
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era latente. Nueve años después de la publicación del primer libro (Casino Royale), Albert Broccoli y Harry Saltzman se aventuran a llevar a la pantalla grande las misiones del elegante y nunca despeinable agente, con casi nada de presupuesto y un actor forzosamente escocés (de ahí Sean Connery). El equipo de producción ha cambiado con el paso del tiempo muy poco, se ha vuelto casi generacional o se ha tratado de seguir una línea específica de grabación, selección de actores o música.
Durante la década de los sesenta (periodo en que nació el Bond fílmico) se realizaron seis películas del agente especial, cinco de ellas protagonizadas por Connery. En 1969 la producción cambió y Connery renunció al papel, por lo que fue sustituido en On Her Majesty’s Secret Service (Al servicio de su majestad) por George Lazenby, considerado uno de los Bond menos afortunados.
Los títulos realizados durante este periodo son: •Dr. No (1962) •De Rusia con amor (From Russia with love) (1963) •Goldfinger (1964) •Operación Trueno (Thunderball) (1965) •Sólo se vive dos veces (You only live twice) (1967)
Aquí una pequeña semblanza sobre las películas del Bond sesentero:
blanco en Los diamantes son eternos?, sólo que antes no salía su rostro), trata de vengarse robando la “Lektor”, una máquina descifra-mensajes. “From Russia with love” es el mensaje que recibe el Servicio Secreto inglés. Las traiciones están a la orden del día, pues miembros del servicio británico y de la KGB pasan de uno a otro bando, incluida la “chica Bond”, Tatiana Romanova (Daniela Bianchi). Esta cinta tiene por locaciones a Yugoslavia, Rusia y Turquía. La guerra está ahí, territorios en disputa dentro y fuera del rollo cinematográfico. Dato curioso: en ella actúa Pedro Armendáriz.
En Dr. No (Dir. Terence Young) el villano, (Doctor Julius No) intenta evitar el despegue de un transbordador espacial estadounidense por medio de ondas de radio, secuestrar naves espaciales y amenazar el bienestar mundial con un reactor nuclear, todo ejecutado desde el lejano Jamaica. El súper agente especial sale victorioso siendo ayudado por Honey Rider (Ursula Andress). Después de la muerte de No, el grupo terrorista SPECTRE (Special Executive for Counter-intelligence, Terrorism, Revenge and Extorsion), liderado por Ernst Stavro Blofeld (¿recuerdan al tipo loco del gato
Las reservas de oro de Estados Unidos se ven amenazadas por Goldfinger, villano en la película
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del mismo nombre dirigida por Guy Hamilton. Historia de contrabando, engaño, traición y lingotes de oro nazi, con remuneración a una cuenta en el Banco de Ginebra y una belleza engañadora como Pussy Galore (Honor Blackman). Es la primera de la saga en ganar un Oscar y filmar en México. En Operación Trueno el grupo SPECTRA sufre de varias fisuras, pues mientras unos se dedican a robar bombas atómicas para amenazar a Estados Unidos, otros roban o traicionan al grupo con el comercio de armas y opio, incluso la OTAN tiene participación. Sus locaciones en Francia y las Bahamas. La chica Bond ahora es un personaje más rudo, Domino Derval (Claudine Auger), hermana del villano de la historia. Sólo se vive dos veces (Dir. Lewis Gilbert). Toda la acción sucede en Japón. Unas industrias químicas japonesas causan una confusión enorme y hacen entrar en conflicto a Rusia con Estados Unidos, por supuesto el Servicio Secreto inglés no podía estar fuera y manda a su mejor agente para evitar que Stavro – quien por primera vez muestra su rosto, el tipo loco del gato blanco – desate la 3ª Gran Guerra, con la ayuda de Kissy Suzuki (Mie Hama). Algunos detalles curiosos no sólo de estas sino de la mayoría de las películas, son que las locaciones fueron escogidas por el mismo asistente que buscó lugares para La Misión (con Jeremy Irons y Robert DeNiro), cuya pretensión era evitar que se repitieran locaciones – los constantes son Inglaterra y Estados Unidos, obviamente – y, hasta ahora, lo han logrado casi por completo. Casi todos los Bond han sido escoceses
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debido a que el personaje novelesco lo es; las excepciones corren por Pierce Brosnan, quien es un irlandés de cabello oscuro, y Daniel Craig, quien además se despeinaba y salía herido y sangraba, acciones poco usuales para un agente secreto. Los stunts (dobles) generalmente eran escogidos en el país en que se grababa la película. El Tema de Bond se le atribuye a Monty Norman, pero oficialmente fue John Barry el encargado de realizarlo, este último creó un ambiente específico que nadie puede quitarse de la cabeza; por otro lado, las canciones de casi cada película a partir de Goldfinger son interpretadas por artistas muy reconocidos: * Goldfinger, Shirley Bassey * Thunderball, Tom Jones * You only live twice, Nancy Sinatra Sin dejar de mencionar “Live and let die” de los Beatles. La industria Bond ha exhibido sus trabajos desde hace poco más de cinco décadas, a pesar de sus necesarios cambios después de la caída de la URSS. Ya no hay espías comunistas (chinos o rusos, lo mismo da), aun así permanece la trama donde un agente extremadamente preparado debe enfrentarse a algún villano, igual de preparado, que pretende meter en crisis al mundo por una bomba, o bien robarse una suma de dinero que tirará a algún magnate del viejo continente. Con los sesenta nació un personaje que, pese a los cambios políticos, permanecerá en parodias, películas originales o portadas de cuadernos: Bond, James Bond.
d n u o r g r Unde ltura
El
y la
contra-cu
de los
60s
La Guerra de Vietnam no tenía mucho de haber sido declarada, Estados Unidos había decidido intervenir en este conflicto, pues significaba pelear en contra de las fuerzas comunistas con las cuales había estado en disputa durante muchos años debido a la Guerra Fría. Durante esta misma década, hubo una invasión fallida a Cuba a través de la bahía de Cochinos; también se desarrolló un ataque en contra de intelectuales y estudiantes en China debido a la Revolución Cultural impulsada por Mao Zedong con el fin de establecer una ideología apropiada para su gobierno. En otra parte del mundo, estalla la Guerra de los Seis Días entre Israel y los estados árabes vecinos: Egipto, Jordania y Siria, donde el Estado israelí expandió su territorio apoderándose de lugares como la península del Sinaí o la franja de Gaza, entre muchos otros. Todo esto sin olvidar la anarquía y decadencia que cayó sobre los países que sufrieron una acelerada descolonización en África. Además del inicio de la Revolución Cubana, junto
Por: Iskander Israel Rocha Parker @Iskander000 Nacido en la Ciudad de México, estudió Letras Clásicas, además de ser un ávido lector.
con otros movimientos de izquierda en Sudamérica, principalmente impulsados por el Che Guevara y su ideología. Igualmente, los llevados a cabo por estudiantes a nivel internacional como Francia, Italia, Polonia, Yugoslavia y México. O el inicio de la construcción del muro de Berlín que dividía la zona oriental de la occidental con el fin de evitar la migración no sólo de personas, sino también de ideas. A grandes rasgos, por no decir enormes, eso fue lo que sucedió durante la década de los 60’s; si uno llega a ser consciente de todos los cambios y transformaciones que se llevaron a cabo, entonces es mucho más claro entender las razones de los movimientos contra-culturales que sucedieron durante estos años. A nivel mundial existieron un gran número de movimientos contraculturales, la mayor parte de ellos realizados por jóvenes que tenían un interés particular por el uso de las drogas recreativas, pero también por expresarse de una manera individual y en contra de lo que la sociedad marcaba como correcto y justo. En
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cada lugar del mundo recibieron un nombre diferente: Freaks, Hippies o Underground, este último utilizado principalmente en Nueva York y Londres. Toda esta actividad ocasionó que muchas personas se trasladaran de un lugar a otro, así que algunas ciudades como la capital del Reino Unido se vieron invadidas por personas de diferentes partes del mundo. Por esto, muchas ideas confluyeron en sólo un lugar, las cuales buscaron salir a luz de alguna forma. En el año 1966 se publicó por primera vez el International Times (IT), un periódico que combinaba la estética del Art Nouveau de finales del siglo XIX con la psicodelia, que tenía como fin el causar impacto a nivel social, pero sobretodo a nivel cultural. Esta publicación generalmente causaba controversia, pues su contenido era liberal en todo sentido, es decir, trataban temas desde el teatro o el arte psicodélico hasta columnas sobre homosexualidad, donde abogaban por su legalización, y drogas, lo cual les llevó a enfrentar varios juicios.
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Este es un ejemplo de la prensa Underground inglesa, la cual se desenvolvió casi al mismo tiempo que la americana, donde no era precisamente prohibida, ya que ciertas enmiendas permitían la libertad de prensa, por lo que en esta región del mundo es mejor llamarla independiente. Sin embargo, ambas compartían las mismas bases, un conjunto de jóvenes que crearon un espacio con ideales, comunal y donde generalmente no se buscaba remuneración económica. Tampoco hay que olvidar que gracias a este tipo de publicaciones se inició con el cómic underground, que encontró en estas revistas y periódicos un espacio y un público con la mente abierta para ilustrar, por ejemplo, escenas pornográficas. Como movimientos underground, éstos iban en contra de la cultura popular y se consideraban apolíticos, ya que todos los políticos eran juzgados como mentirosos e hipócritas, una postura que es bastante válida en la actualidad. Mientras tanto, en la India surgió un movimiento
fundado por cuatro poetas llamado la Generación hambrienta, que coincidió con la ideología de la época. Sus poemas se expandieron rápidamente a lo largo de Nueva Delhi, Bombai y Allahabad; su contenido revolucionario, pesimista, peligroso y obsceno ocasionó que los miembros de este movimiento fueran enjuiciados y encarcelados por conspiración. Durante esta década aparecieron cientos de manifiestos de los hambrientos que incluso llegaron a aparecer en el Corno Emplumado, una revista de la escritora norteamericana Margaret Randall. En ésta se abogaba por la interculturalidad y el desapego de las ideologías establecidas, que no se salvó de su publicación en lengua inglesa, pero que sirvió también como un puente entre los países anglosajones y América latina. Si bien los movimientos escritos alcanzaron niveles internacionales, los pictóricos no se quedaron atrás. El Neodadaísmo y el Antiarte fueron dos corrientes que influyeron a algunos artistas de la actualidad y que llegaron a convertirse en un movimiento artístico verdadero. Por un lado, el primero extraía objetos de la vida diaria para crear con ellos nuevas estructuras; en teoría seguía con el pensamiento surrealista, pero lo elevaba a otro nivel; generalmente se encuentra en collages, los cuales se retomaron en el Pop-art como objet- trouvé, además de tener al ambiente urbano como principal inspiración. Por otro, está el Antiarte, que hasta ese momento rechazaba la teoría del arte establecida hasta el momento; principalmente, aquella que decía que se necesitaba nacer con un talento especial y que eran necesarios muchos años para poder desarrollarlo; éste se manifestó en la comunidad internacional de artistas Fluxus (fluir en latín); probablemente la integrante más conocida y quien llevó la influencia japonesa a ésta fue Yoko Ono. Una de las ideas de esta comunidad era conformar comunas de artistas para crear puentes entre el mundo común y corriente y aquellos que se dedicaban al arte. ¿Y qué era lo que escuchaban todos estos jóvenes en ese momento? En realidad la música tuvo muchos cambios en esta década; las canciones como Good Vibrations de The Beach Boys, y principalmente, los grupos como Pink Floyd y The Beatles, son los que marcaron los movimientos underground, inclusive de manera literal, pues como muchos saben, estos últimos dos grupos comenzaron a tocar en lugares bajo tierra. Ellos también son representantes no sólo de la invasión británica, sino también del rock psicodélico que tenía la curiosidad de imitar los efectos que causaban las drogas como el LSD, lo cual sólo se podía conocer después de haberlo experimentado, aunque esto no causara gran revuelo entre su audiencia. No cabe duda de que los años sesenta fueron una etapa llena de novedades en todos los campos: literarios, artísticos y musicales, cada uno de ellos no sólo causaban revuelo o controversia en la sociedad conservadora, sino que representaban un espacio de libertad de expresión, sexual y de experimentación que era necesaria; inclusive en la actualidad -pues es una cualidad nata en el ser humano-, para todos los jóvenes. Lo que demuestra que no importa cuántos conflictos, trabas u obstáculos se presenten para la expresión, en cualquiera de sus facetas, la juventud siempre encontrará un medio, y si no lo existe, lo creará para poder ser tal y como necesita ser.
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Por: Diana Cruz @YoNoSoyDiana
Comunicóloga de profesión, amiga de vocación.Leal al corazón, libre a las ideas.
En nuestro eterno camino en búsqueda de las “verdades de la vida” y del sentido de los días, todos los seres humanos, en todas la épocas de la historia, hemos necesitado una razón para seguir en el mundo (eso queremos pensar). Simbolismos, misticismos, religiones, y la ciencia misma son el ejemplo perfecto de que la humanidad siempre está buscando respuestas. Hay pocas personas que descubren para qué han venido al mundo y transforman radicalmente la vida de otros y la propia, y esas pocas personas a veces se vuelven la “certidumbre” que la humanidad necesita. Situémonos en una época de la historia de Estados Unidos donde existía una parte de la población que necesitaba creer en verdades diferentes. A mediados del siglo pasado la segregación racial entre negros y blancos era inminente. En el sur del país existían leyes que imponían la separación de razas en prácticamente todos los aspectos de la vida. Existían escuelas para negros, restaurantes para negros e incluso grupos que vigilaban que no hubiera mezclas entre unos y otros (tal es el caso de los horrores del Ku Klux Klan).
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Chispas de Victoria
En 1955 una costurera negra encendió la primera chispa de lo que se convertiría en una enorme hoguera de lucha contra la segregación. Se llamaba Rosa Parks y vivía en Montgomery, Alabama. Harta de tener que ceder su asiento a los blancos en el autobús, Parks prefirió ir a la cárcel y desobedecer aquella absurda ley. Pronto la comunidad negra de Montgomery se unió en apoyo de este acto de “rebeldía” y se formó un movimiento popular. En un acto de búsqueda del apoyo necesario (volvemos con eso de siempre encontrar) recurrieron al nuevo pastor de la iglesia Baptista de la avenida Dexter, un joven de 26 años de nombre Martin Luther King Jr. El pastor aceptó la encomienda y encabezó un boicot contra los autobuses de Montgomery que ocasionó grandes pérdidas a la compañía debido a que ninguna persona negra abordó los autobuses por poco más de un año (el dinero siempre tuvo el mismo color sin importar de quién fuera).
En 1966 se abolió la ley de segregación y esto representó la primera gran victoria del movimiento pacifista de Luther King, y el primero de los por lo menos 20 arrestos que sufrió durante toda su lucha.
Certidumbre en un sueño compartido
En años posteriores, Luther King representaba esa “certidumbre” que la población negra necesitaba para permanecer en la lucha contra la segregación. En un mundo de asesinatos y de guerras, los ideales de King revolucionaban el pensamiento de sus seguidores, pues su lucha siempre fue pacífica. Aunque, ojo, no por ser pacífico significa que no fuera radical en sus ideas; para poder romper paradigmas y luchar contra un sistema se necesita resistencia mental e incluso física y eso era lo que justamente le daba a este hombre la peculiaridad de ser un gran líder: mostraba que la esperanza y la fuerza son una cuando las personas se unen.
Pero no quiero sonar pretenciosa con tanta palabra bonita, para eso está el propio King, y es que en el discurso que pronunció el 28 de agosto de 1963 en el monumento a Lincoln (sí, en Washington) Luther King muestra con palabras acertadas y diversas metáforas los grandes ideales que lo llevaron a luchar toda la vida por los derechos civiles.
a dream
“
“ I have
...es el nombre del más conocido discurso de este líder social, no sólo por las fuertes palabras a la deuda de la nación con la comunidad negra, sino porque gracias a este discurso
pronunciado ante más de 250 mil personas presentes durante una de sus marchas pacíficas (más los que lo vieron en la tele) el mundo entero volteó a ver lo que sucedía y los negros encontraron la certidumbre que estaban buscando para reclamar sus derechos. Ya tenían una razón más para despertar; en ellos recaía la historia de sus hijos y de sus nietos (no todos tenemos tal privilegio). Luther King fue Premio Novel de la Paz en 1964, lo que representó que el mundo tenía un luchador más por la igualdad y el humanismo, no sólo hacia los negros, también a las comunidades latinas y los pobres. El reconocimiento sueco con tal premio es lo de menos. ¿El fin? Como a muchos grandes hombres les ocurre, la paradoja entre la violencia y la paz alcanzó a Luther King y murió asesinado un día después de su último discurso en Menphis el 4 de abril de 1968. Una bala terminó con su vida mientras salía al balcón de su Hotel en Tenessee. Su muerte, como es de imaginar, tuvo muchas consecuencias con lo que siguió después en cuanto a lucha por los derechos civiles, resumiremos que hoy en día el presidente de Estados Unidos es negro, pero que la lucha por los derechos civiles parece que será tan eterna como la búsqueda de sentido de la humanidad.
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Por: Amalia De Montesinos Zapata
La historia de la lucha por libertad, igualdad y respeto en Sudáfrica es impensable sin el papel fundador de Nelson Mandela. Su nombre evoca unión, amor a su país, evoca lucha, igualdad entre razas. La gran figura de Mandela marcó la historia de un país y muchas generaciones, pero también incitó al mundo entero a reflexionar, a pensar un poco más en cómo nos tratamos entre compatriotas, entre humanos. Para Mandela, ser humano no es ser muchos colores incompatibles e intolerantes, para él ser humano es ser hermano. Esta historia de lucha de Nelson Mandela inició en los años 40 pero su momento culmen y más importante ideológicamente fue a finales de los 50 y principios de los 60. Este hombre destinado a ser príncipe y líder de su tribu renunció a aquel nombre para convertirse en líder y luchador de todo un país, sin importar razas. Desde muy joven, estudiando en la preparatoria para ser exactos, Mandela comenzó a alzar la voz en contra del gobierno de su país, un gobierno clasicista y racista que había puesto el apartheid como método por el cual se separaban razas en todos los ámbitos posibles de la vida en común de un país, cada uno “en donde le correspondía” creando una gran brecha de pobreza y desigualdad. Mandela se unió al Congreso Nacional Africano, órgano de gente que luchaba por anular el apartheid y que estaba a favor de los derechos del pueblo sudafricano, específicamente de raza negra. Comenzó siendo apenas un niño con una ideología socialista sudafricana antimperialista, antirracista y nacionalista. En esos mismos años, mientras viajaba por Sudáfrica para explicarle y enseñarle a su gente cuáles eran sus derechos como seres humanos, el gobierno estaba comenzando a ficharlo como revoltoso y revolucionario. Mandela nunca quiso una lucha de fuego contra el gobierno que los oprimía, él quería que se entendiera mediante el amor y la palabra que todo sudafricano era merecedor de respeto e igualdad.
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Sus ideas eran venidas de literatura prohibida en aquella época en Sudáfrica, literatura e ideologías venidas de la Revolución Cubana, especialmente del Che Guevara, y de Gandhi, en la India. Participó en varias manifestaciones contra la división de razas y fue apresado varias veces, pero era liberado. En 1961 hubo uno masacre de 69 personas de raza negra por parte del gobierno; Mandela fue apresado otra vez pero huyo de Sudáfrica, viajó a varios países del norte africano en donde habló con varios presidentes de los derechos del pueblo, de la unión y el respeto, pero sobre todo aprendió sobre guerrillas al modo latinoamericano de lucha por la libertad. Al volver a su país en 1962, Mandela volvió a ser líder del grupo luchador CNA, pero en aquellos momentos se dio cuenta que si por la palabra pacífica el gobierno no los escuchaba, los tendría que escuchar por otro movimiento más radical y clandestino en donde fue parte del brazo armado de su grupo, para poder llamar la atención del gobierno y de la prensa internacional. El método de Mandela fue el boicot o sabotaje de noche en lugares y puntos clave de la economía del país, así como en lugares simbólicos, cortando cables eléctricos o colocando bombas en bancos; esto se hacía de noche para no poner en peligro la vida de ninguna persona. Por más que Mandela y su causa luchaban, el gobierno se volvía más represor en contra de la población sudafricana de raza negra; la división era más notoria y los derechos humanos eran violados de manera extrema. Fue en 1964 cuando el gobierno lo volvió a encontrar y lo condenaron por traición a la nación.
¿Qué fue lo que dejó Mandela? En los 60s fue cuando Mandela demostró mediante hechos y palabras que él no luchaba por una parte de la población; claro quería que voltearan a ver a la parte de raza negra de la población pero para una causa mucho mayor que esa. Mandela quería la unión de todo un país, él luchó por ello dentro y fuera de su país; dentro siendo perseguido, haciéndose pasar por chofer, por vagabundo; afuera, siendo la voz de un pueblo y mejorando sus actos y palabras para siempre volver a su país a luchar por una causa local que más tarde se volvió universal.
Mandela dirige comité especial contra el Apartheid.
Mandela en los 60s hizo la diferencia; mientras otros países luchaban por matar a razas y países “diferentes”, él abogaba por que el ser humano se volteara a ver y se diera cuenta que por más coloridos que seamos, los colores no deben dividir a un mundo y menos a un país, los colores deben unir, una unión mediante el respeto y la acción pacífica. Un país es valioso por ese colorido, es una de las muchas cosas que Nelson Mandela enseñó, aquella lección la dio en los 60s cuando el mundo no se quería voltear a ver. Ser humano no es ser muchos colores incompatibles e intolerantes; para él ser humano es ser hermano.
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UNA GUERRA
INASIBLE
Por: Éber Huitzil Trato de hacerle a la escritura aunque creo me sale mejor lo de escuchar.
Yo jugaba Red Alert 2 –y obviamente el 3– en la secundaria. Me pasaba horas frente a la computadora tratando de salvar al mundo o de conquistarlo, porque obviamente el mundo, dentro del juego, era bicolor: rojo y azul, buenos y malos. Si en ese momento se hubiera cruzado por la cabeza de alguna maestra de Historia el dejarme una tarea sobre la Guerra Fría, seguro hubiera hecho un relato sobre lo complicado que era pasar los últimos tres niveles de la campaña de los aliados. Como sea, el mundo bicolor del juego era la versión animada de una guerra fría que se había quitado la máscara, que se habría dejado de pelear en las múltiples latitudes de la Tierra como Angola o Vietnam, y que, ahora sí, se desarrollaba sin tapujos; una versión interesante de la 3ª Guerra Mundial donde no había ningún Victor Charlie escondido en los suelos y los arbustos. Tampoco había ningún Ho Chi Minh que moría en lo oscuro de un túnel, con un cuerpo frágil que se quebraba por la tuberculosis, perdiendo la vida más lentamente que la vela que le alumbraba en sus últimas horas. Desde ahí, tal vez no escuchara sobre los hombres que se habían atrincherado por toda Vietnam del sur, cambiando las balas y las vidas por un golpe mediático, por una sacudida que alcanzaría las puertas de la embajada estadounidense que casi cae ante una veintena de hombres, por el golpe que significaba a ese gran monstruo militar que gastaba toneladas de bombas en matar a a unos guerrilleros que le eran fantasmales, al darse cuenta de que su ofensiva estaba desnuda ante el ataque sorpresivo que le explotó en miles de puntos dispersos. Como sea, desde la muerte de Ho Chi Minh bajo tierra, durante el año 1968, se puede hacer un recuento de la guerra que desde el 63 sacudía una Vietnam que todavía tenía resaca de franceses y problemas de estabilidad… – pensaba poner política, pero sería muy nimio–. La figura de Ho Chi Minh como el ideólogo y fundador de la resistencia vietnamita es bastante conocido, no obstante, sigue estando lejos su imagen como el hombre que se escondía en la tierra –dispuesto a regresar a ésta en forma de cenizas– con respecto al memorial donde actualmente duerme, a la espera de que alguien le recuerde su deseo y su humilde petición de muerto.
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información que se vuelve océanos y se vuelca sobre sí misma para hundirse, para desaparecer y recordarnos que la experiencia humana no es totalmente narrable, que tal vez y por esas cosas tengamos literatura y temas para largo rato. También para no dejar de susurrarnos al oído que pervive una cuenta no saldada con la Historia en más de un sentido. El primero sería el de no olvidar que una mano derecha puede causar tanto daño a una mano izquierda aunque ambas sean humanas. Si no, pregúntele a los vietnamitas que actualmente viven una época de prosperidad económica mientras ven a cientos de turistas recordar que el gigante armamentístico fue derrotado ahí por un ingenio Ho Chi Minh En Dong Khe, 1950. y por la fortaleza moral que se cuentan de esta guerra, de la primera que fue seguro continúan presumiendo. televisada, fotografiada, difundida, narrada en vivo Porque Ho Chi Minh se murió y directo al mundo. Los horrores se veían todavía mientras arriba los helicópteros tambaleantes entre el blanco-negro, y los primeros seguían dando vueltas en su televisores a color que ya distinguían la sangre del búsqueda. Porque él no está en espesor selvático. Tan grande es la importancia y el los juegos gringos que fueron hondo pozo de historias, fotos, informes y demás, mis primeras lecciones de que resulta complicado darle un sentido a relatar Historia e imaginación, y porque lo que sucede en ella, de los cadáveres que nunca quizá lo más importante de una terminaron de aparecer o de los que se perdieron, guerra vistosa sea que, a nivel del hombre que el año pasado fue encontrado de lección, se practique antes con su hijo dentro de la selva y a quien la historia que memorizar, lidiar con la había olvidado avisarle que el juego de huir y guerra. Y aquí me detengo antes esconderse había terminado, o de los soldados de decir algo igual de hippie gringos que desaparecieron durante alguna batalla que cualquier hombre sesentero, para reaparecer con familia y un sueño distinto al barbudo, con pantalones de americano. colores y estudiante de Berkeley Pero todo está ahí, escondido y no precisamente hubiera dicho al respecto del en los túneles olvidados, en los no descubiertos conflicto. o en ese donde Ho Chi Minh murió. Está en la Tampoco habría que exagerar, después de todo, aunque él murió justo en un momento donde todo parecía derrumbarse sobre los túneles que habían construido los vietnamitas y sobre el sueño de comunismo; sí, aunque suene así de fuerte, se logró la unificación de Vietnam. Que su “masiosare” –en lengua chilanga: el extraño enemigo– dejara el país y que se avanzara un poquito más para allá en la construcción de una sociedad que sigue pintada de rojo, más allá de si el rojo combina mejor con el azul o con el verde. Pero esa es sólo una historia entre todas las historias que
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AL CALOR DE LAS MASAS
Por: Valeria Ro Manifestación oficialista durante el primer gobierno de Perón
Desde pequeña, al mirar el televisor -en esos días uno no se encontraba con alguna manifestación a la vuelta de la calle, como sucede ahora-, me preguntaba qué hacían tumultos de gente, moviéndose uno detrás de otro, de acá para allá, con mantas, letreros, banderines hechos a mano, gritando consignas en conjunto, con sus rostros llenos de coraje, pero también de satisfacción, de sentirse libres. Cuando me supe estudiante, lo más cercano a estos movimientos fue concebir ese minuto de silencio que se vivía año con año en la escuela, los testimonios que leí en el libro de Poniatowska, (La noche de Tlatelolco, 1971), la película Rojo Amanecer de Jorge Fons, sumado al bagaje cultural
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adquirido a lo largo de mis estudios y esa frase indultante: “2 de Octubre no se olvida”, emanaron consigo más interrogantes; la decisión (Echeverría, Ordaz, quién), la planificación del violento ataque, los infiltrados, el lugar, los francotiradores, el cerco militar, hasta los miles de desaparecidos y la cifra ignorada de muertos; algunas con respuestas obvias, otras siguen abiertas. Masacre que se hubiese esperado de cualquier otro país de América Latina, menos de México, que era de los pocos países considerados como una nación democrática y progresista (después de la Revolución Mexicana), desnudando su realidad basada en el autoritarismo, después de haber sido refugio de políticos perseguidos.
Pero si hay algo claro, es que el año 1968 marcó y agitó no sólo a México, sino a gran parte del mundo (digo esto sin exageración alguna, pues la revolución cultural se desplazó por Europa, Asia y América); fue el año de las revueltas sociales, del papel de la juventud como motor de cambio, marcando un antes y un después, rompiendo estructuras universales.
Che Guevara. Suceso histórico que se venía gestando cuando se diera a conocer la muerte del símbolo revolucionario más reconocido en todo el mundo: el Che Guevara, emblema de solidaridad, valentía, lucha y rebeldía. Justo cuando la izquierda estaba en apogeo, la renovación intelectual y cultural, la rebeldía contra el consumismo, así como la búsqueda de un “socialismo real”, es decir, humanizarlo. Los espacios universitarios comenzaron a forjarse como salas para la organización de asambleas dirigidas por estudiantes -en un inicio la mayoría de ciencias sociales- jóvenes cultos e informados con influencias de filósofos, cineastas, críticos, etcétera. Hijos de burgueses en su mayoría, que a su vez cuestionaban los valores de esa sociedad burguesa, aspectos de la vida cotidiana, así como el decadente sistema universitario; desatando
barricadas, sustancialmente en Paris, dando paso al llamado movimiento radical del “Mayo Francés”. Seguida de múltiples movilizaciones obreroestudiantiles. Por su parte, Europa del Este, en la búsqueda de una evolución ideológica, imitaba el modelo del socialismo Checo que pretendía democratizar el sistema y lograr una economía mixta. El Movimiento social pacifista “Primavera de Praga”, fue reproducido en Portugal en 1974 para derribar a la dictadura militar, utilizando la metáfora visual (paz en lugar de balas), colocando claveles en la boca de los fusiles que portaba el ejército. Asimismo, se suscitaron protestas estudiantiles en la España Franquista y “los acontecimientos de Marzo” en Polonia. También surgieron huelgas obreras en Varsovia, la operación militar en Vietnam con la llamada: “Ofensiva TET” pese que al final Estados Unidos habría cuadruplicado el número de explosivos arrojados a la población vietnamita (cerca de un millón de muertos) que en toda la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos estaba perdiendo, pues había cambiado la perspectiva de su imagen ante el mundo, considerándose como una potencia imperialista y agresiva. De igual forma, brotó una crisis en las universidades norteamericanas, tal es el caso de la Costa Oeste en Estados Unidos. Claro, sin dejar de lado que estas manifestaciones dieron pie a promover la lucha por los derechos civiles de los negros, la disolución de la URSS, así como la liberación de la mujer.
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Y aunque no siempre se lleva la “V” de victoria -o de amor & paz-, sin contar a los miles de muertos involucrados, existe mucho que rescatar, pues estos “movimientos” (considerándose así por conservar un patrón común) respondieron a un contexto histórico, socio-político y cultural determinado; peleando por una democratización de la sociedad, criticando el autoritarismo, defendiendo una educación de calidad, la dignificación de un trabajo físico e intelectual, etc. La última ocasión que tuve la oportunidad de contemplar cómo se desenvolvían las personas dentro de estas revueltas sociales, ya no fue a través del televisor, sino que fui partícipe activo, viví esa efervescencia de estar dentro de una masa social, sentí ese ímpetu de alegar y defender lo que nos corresponde, todo esto con una adrenalina de rabia y valentía. Tengo que admitir que después de un tiempo, el movimiento “Yo soy 132” en el que creí, me desanimó y no sólo eso, sino que me decepcionó. Entonces, me pregunté qué había sucedido con todo aquello que habíamos experimentado, no sólo yo, sino la mayoría de los jóvenes estudiantes del siglo XXI. ¿Cómo lograr que un movimiento social genere realmente un cambio a favor de la sociedad?, y creo que esa ha sido la interrogante de todas las rebeliones que han existido a lo largo de la historia, pues no todas han conseguido su objetivo. Haciendo un recorrido por todas estas rebeliones levantadas en 1968, se puede notar que, a pesar de que sus ideales variaban según las
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condiciones de cada país, lo cierto es que perseguían “objetivos de cambio”, a través de acciones que rompieran lo establecido, exigiendo “lo imposible”; y es que, si no existe un quebrantamiento de lo convencional (de lo posible), éste no genera expectativas, sólo pequeños cambios que son neutralizados por su mismo sistema, por lo que no es tomado en cuenta, no produce una trascendencia, se convierte en una marcha más de las tantas que hay a diario en la ciudad. Quizá esto último es lo que les acontece con los movimientos sociales actuales, pues aunque hoy en día tienen una gran herramienta que pueden manejar a su favor: las redes sociales, las cuales han venido a ocupar un papel fundamental para la organización social, distribución de información y reproducción de contenidos, no se han sabido explotar, o darles el debido uso. Entre otros factores que han afectado, como el comportamiento del ser humano al estar inmerso dentro de una masa, el ser parte de un aglomerado de gente no es fácil si no se persigue ni se tiene un propósito claro y en común con los demás participantes. Hay personas que no manejan correctamente -ni mucho menos a favor de las rebeliones sociales-, ese calor que se experimenta al coexistir en las masas, únicamente se vale del hecho de estar dentro de ese conjunto de actores sociales para transformarse negativamente. Y son estos puntos débiles los que aprovecha el poder para tomar partida sobre las manifestaciones.
El hecho es que no se ha logrado redescubrir la eficacia de la organización social, como mecanismo de expresión, presión y acción. Así como el impacto que posee la protesta y el poder que representa una democracia participativa. Hoy hace 46 años de aquel 68, los motivos de lucha no han cambiado. Justo hace unos días apareció la noticia de que en México, mientras más estudios tenía una persona, menos oportunidad tendrá de encontrar un trabajo digno y bien remunerado, y por paradójico que parezca, así funciona el sistema, con carreras técnicas (si bien nos va) a cambio de sueldos mínimos, aunado al nivel social (nada que ver con clases sociales) y cultural de cada persona. Si analizamos la historia y cuestionamos nuestro presente, los continentes que participaron en esta lucha ideológica y cultural, han conseguido llevar un mejor nivel de vida, cosa que aún no se consigue en África, por ejemplo, o China, que tras el maoísmo vivió en una permanente revolución, pero que la condujo a ser hoy una potencia mundial. El objetivo radica en plantearse...
“lo
imposible
para que en otro sistema ello fuera posible”.
Manifestación en Oviedo.
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La música de Los Viernes Swing Band transmite historias que van de los momentos íntimos al recuerdo amoroso pasando por canciones de pura diversión e invitación al baile con la ciudad como telón de fondo y el estilo Swing de base rítmica y esencial. Se trata de un encuentro de géneros populares (Rythm and Blues, Boogie, Gypsy, Rock & Roll, Rocksteady o Bolero) con una estructura afín al Jazz. www.losviernesswingband.com
Por: Carlos Chávez Exmúsico, exmecánico, exempresario, expastelero, excolimense, extodo. Actualmente ingeniero en audio y lord de la Narvarte.
Aquí pasa algo curioso: la gente no solía escuchar la música de sus padres. El cambio generacional implicaba renegar de todo lo que se había hecho en las décadas anteriores, o al menos eso era lo que se pretendía. En el arte siempre ha existido un ciclo en la sucesión de las cosas. Surge una tendencia, se disfruta durante algún tiempo y se explota hasta el cansancio; entonces aparece una contracorriente que reniega de ella y busca ser exactamente lo contrario (normalmente alegando un rescate de los verdaderos valores). Sin embargo todos los días escucho rock, todos los días escucho en la calle música que podría llamarse rock. Es mi música favorita. Mi padre no pierde tiempo en apuntar: Yo
no escuchaba la música de mis padres, y tú no sólo escuchas música inspirada en mi música, escuchas las canciones que yo escuchaba a tu edad”. Aunque es verdad que otros géneros han ocupado su lugar en las listas de popularidad, estos normalmente son derivados del rock, en los que ha cambiado la instrumentación y el contenido lírico, pero nada más. El propósito podrá haber sido degenerado, pero aún se mantiene o se emula aquel combo tan particular de guitarra, bajo y batería; yo prendo la radio y lo que escucho es todavía aquella música que empapó el espíritu del mundo durante la década de 1960. Se merece todos los reconocimientos del mundo, debería mañana salir en la primera plana de un periódico: “¡Más de cincuenta años salvando gente!”... y todo esto
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And the three men I admire most The Father, Son and the Holy Ghost They caught the last train for the coast The day the music died
después de que la primera oleada de rock and roll había comenzado y terminado. No en sentido figurado -hoy día no es raro ver alguna vieja estrella acabada haciendo una apología de su reciente fracaso, con la frase “rock is dead”-, sino de manera muy literal. En 1959 el declive del género bautizado por Alan Freed era algo real y palpable. Aquí una rápida recapitulación: Octubre de 1957: Little Richard se retira de la música y se convierte en predicador. Marzo de 1958: Elvis se enlista en la armada norteamericana. Mayo de 1958: El matrimonio con su prima de trece años genera un escándalo que básicamente termina con la carrera de Jerry Lee Lewis. Febrero de 1959: Mueren en un accidente aéreo Buddy Holly, The Big Bopper y Ritchie Valens. Noviembre de 1959: Un escándalo de payola (el soborno a gente de la radio para promover artistas) sacudió todo Estados Unidos. Diciembre de 1959: Chuck Berry es arrestado bajo cargos de haber mantenido relaciones sexuales con una niña de catorce años. Tal y como cantaba Don McLean por allá de 1972:
Nadie esperaba que, de las cenizas de aquel primer movimiento, surgiera una nueva fuerza que derribaría barreras culturales, raciales y todas las fronteras geográficas; que se establecería como el fenómeno musical más importante del siglo XX... y todo esto solamente seis años después. La resurrección no fue instantánea y tampoco casual. Durante esos seis años de incubación, los personajes se fueron acomodando; situaciones y acontecimientos aparecieron y los astros se alinearon, hasta que aquel nueve de febrero de 1964 todo explotó y una nueva era fue anunciada. Podemos entonces mencionar un par de cosas que fueron sumamente importantes.
Les Paul no era una persona ordinaria. Él solito inventó la tecnología que haría del rock una realidad, y al mismo tiempo influenció la manera en que miles de guitarristas veían su instrumento. Un ingeniero y músico, una fuente inagotable de genialidad que requiere de muchas más palabras y elogios que éstas. Resumamos todo en dos puntos: 1.- Grabación Multitrack: Aunque
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él no inventó las máquinas de cinta que podían grabar varios canales a la vez, lo que sí hizo fue crear la técnica que después sería conocida como “overdubbing”, la cual se describe como la posibilidad de grabar encima de algo previamente grabado (por decirlo de una manera simple). Ello se debe a la modificación de la parte (cabeza) de la máquina que se dedicaba a grabar sobre la cinta. Por medio del invento de Les -sync head-, esta pieza podía reproducir al mismo tiempo que grababa, permitiendo al músico sincronizarse con lo anteriormente hecho. Mucha gente piensa que tuvo mayor importancia la invención de máquinas capaces de grabar y reproducir varias pistas a la vez -lo cual hizo viable la grabación de múltiples partes, cada una en su lugar designado-. No obstante, fue la sync head lo que realmente cambió la manera en la que los músicos veían el proceso de grabación. Antes de esto no podía construirse una canción en capas. Las canciones se grababan durante sesiones en vivo y era imposible retocarlas posteriormente a menos que se colocara un micrófono frente a una bocina, misma que reprodujera lo que se había grabado, y que al mismo tiempo captara la nueva interpretación (con calidad cada vez
peor). ¿Por qué es fundamental esta invención? Piensen en el famoso Sgt. Pepper. Aquel álbum -perdón, obra maestra- fue grabado con máquinas que podían grabar cuatro pistas por separado, y para cualquiera es más que obvio que ahí se hallan más de cuatro componentes diferentes en cada canción. Los diferentes elementos se iban apilando uno encima de otro, gracias a la invención de Les Paul. 2.- La guitarra eléctrica de cuerpo sólido: Pongámoslo de manera resumida: las guitarras eléctricas solían ser guitarras acústicas con un micrófono dentro, exagerando a la infinita potencia. Les Paul fue la primer persona en crear una guitarra con cuerpo sólido -sin cámaras de resonancia ni huequitos por dentro-. De acuerdo, hubo personas que lo intentaron antes, y Fender comercializó la Telecaster antes de que Gibson por fin tomara las sugerencias de Lester y las moldeara en la bellísima Gibson Les Paul; pero fue Les Paul quien le dio su forma final, refinando el instrumento y convirtiéndolo en el objeto de deseo de millones de jóvenes alrededor del mundo, así como en la columna vertebral del rock. Pues bien, a pesar de que la oleada inicial de rock and roll había llegado a su final, a principios de los sesenta la música seguía caminando. En los Estados Unidos surgieron modas que, si bien efímeras, dominaron las listas de popularidad. Hagamos un registro:
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¡Hora del comentario social no solicitado! Nótese que, aunque aquí me refiero a ciertas modas como pasajeras, lo que en aquel entonces era un corto periodo de tiempo, no es precisamente lo que hoy se considera como tal. Tomemos las últimas bogas que hemos vivido, aquéllas alimentadas por la cultura del internet y las redes sociales. Digamos que duran,
1. El Doo Wop 2. El Surf 3. El Twist Todas ellas marcan un considerable alejamiento de aquel ideal de individualidad y rebelión juvenil, siendo estilos un poco más correctos políticamente; aunque hubo muchos señores que se persignaban y volvían los ojos al cielo, pidiendo por la salvación de la juventud, al ver aquellos movimientos de cadera que provocaba el twist.
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El doo wop, derivado -como el rock and roll- del rhythm and blues, enfatizaba las armonías creadas con múltiples partes vocales, junto con voces de fondo sin sentido (de donde el género obtiene su nombre), que llevaban un acompañamiento musical muy parco. Aunque los grupos eran originalmente afroamericanos, con una fuerte influencia del gospel, para finales de la década de los cincuenta surgieron agrupaciones blancas, sobre todo de italoamericanos.
como máximo, un mes ¿Recuerdan el Harlem Shake? ¿El Gangnam Style? ¿El Aserejé? (¡que vivan los noventa!). Éstas son novedades que han durado sólo unos meses. Conforme el tiempo transcurre, cada vez se expanden más rápido. Es probable que las modas ahora comiencen a sobrevivir sólo un fin de semana. Sin embargo, cuando hablamos del Twist y del Surf, bailes con una estética y un sonido bien definidos, estamos refiriéndonos a tendencias que subsistieron varios años e impactaron a toda una generación; una generación que no se cansó de realizar aquellos pasos de baile chuscos, ni de pensar que el ideal adolescente era huir a California. Permanecieron lo suficiente para dejar una huella indeleble en la historia de la música y en la posterior incorporación de varias de sus características a la música que se empezó a interpretar en Inglaterra. El final de esta amalgama musical que bañaría las costas de Liverpool durante aquellos años, sería marcado por la invasión inglesa y el
advenimiento de la misma música que habían inspirado. ¿Liverpool qué? No todo fue azar y quizá parece obra de la divinidad. Liverpool estaba destinada a ser la cuna de un nuevo estilo musical. Expliquemos por qué -sí, por favor-. Para eso haré una tercer lista… y luego podremos hacer una lista de las listas (listaception). Solidaridad local: Liverpool era una ciudad relativamente pequeña, donde todos se conocían y la gente se apoyaba entre sí, y si bien había montones de bandas en la escena local, el ambiente no era de competencia, sino de camaradería. Declive industrial: Las cosas no iban nada bien después de la Segunda Guerra Mundial, y a finales de los cincuenta sus estragos todavía estaban más que presentes. Las fábricas cerraban y los trabajos disminuían. Así, era más probable que un joven tomara una guitarra, en lugar de irse a trabajar. Privación social: Liverpool se hallaba desconectada en cierta forma del resto de Inglaterra y Europa. Las tendencias musicales que eran moda en dichos lugares, no sonaron con la misma fuerza en el puerto. La mayor parte de la población era de origen irlandés, algo que en mayor o menor medida dejó su influencia en la música. Puerto: Los marineros traían música e instrumentos. Los jóvenes de Liverpool conocían mejor de blues y rock and roll que muchos residentes de Norteamérica, además de que difícilmente hubieran tenido acceso a lo indispensable de otra manera.
Mientras que las bandas de otras partes de Inglaterra estarían marcadas más directamente por el blues, las agrupaciones de Liverpool incorporarían todas las influencias existentes, americanas y europeas, en un estilo muy particular. Y aunque lo que al principio se hizo era música bailable para la juventud, ésta venía con un espíritu y un ritmo muy energéticos. El género musical que sirvió como el pegamento de todo esto era el llamado Skiffle, surgido durante la posguerra, a partir de la escena de jazz británico, la cual migró del alegre
Swing hacia una música más auténtica y tradicional. Estas bandas, además de todo, tendían a tocar con instrumentos fabricados por sus mismos miembros, puesto que empezaron a fluir raudales de jóvenes ansiosos por tocar música, pero que no contaban con los recursos como para hacerse de instrumentos. Y sí, la serie de eventos que llevaron a la invasión inglesa y al posterior nacimiento del rock es una cadena tan específica que podríamos decir que tiene nombre y apellido. La historia es una que los entusiastas hemos escuchado hasta el cansancio, pero que
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aun así nunca aburre: Habla de una amistad forjada cuando el joven Paul, de quince años, por casualidad asistió a una tocada que The Quarry men daba en el jardín de una iglesia. De cómo George (un año menor que los demás), de todas las escuelas de este mundo, resultó asistir a la misma que McCartney y se unió al grupo un año más tarde. Del aparentemente desafortunado rechazo por parte de la respetada Decca y de cómo George Martin, empleado de Parlophone -una disquera que se especializaba en canciones de comedia, incluyendo a Peter Sellers-, los firmó sólo porque le parecieron graciosos. Aquel viejo de George Martin, criado y educado en música clásica, los obligó a despedirse del baterista Pete Best y reemplazarlo por alguien cuyo modo de tocar se adecuara al grupo y a la manera de grabar del momento... Se decía, entonces, que despedir al joven Best llevaría al grupo por el camino directo al fracaso. Y entre muchas más cosas (cada una tanto o más proverbial que la anterior), es la historia de cómo Brian Epstein, dueño de una tienda de música decidió, como hipnotizado por una fuerza sobrenatural, abandonar su negocio y convertirse en el manager de esos adolescentes, después de escucharlos una vez en el Cavern Club. Epstein, sin tener experiencia o conocimiento alguno en este campo, fue quien rechazó las ofertas iniciales de exportar al grupo al nuevo continente; esperó más tiempo del aconsejado por todos los que decían que los chicos ya habían perdido todo el “momento” que podrían lograr… y fue este manager quien orquestó las apariciones en el show de Ed Sullivan. Sonará a exageración, pero el mundo cambió el nueve de febrero de 1963, la vida de setenta y tres millones de personas sintió el efecto dominó de aquella primera presentación televisada de The Beatles que retumbó por todo el globo. Un cambio de era, el inicio de algo nuevo y mejor. No es que los cuatro de Liverpool hayan sido los únicos, pero ellos abrieron las puertas a todos los demás, a muchísimos más. En todos los rincones y en las posteriores décadas, el talento de la juventud se dejó escuchar con un grito que todavía resuena. Los jóvenes nacidos en las ruinas de la posguerra no querían que les dijeran que todo iba a estar bien, ellos ya sabían lo que era habitar un mundo de continua depresión y sin esperanza. Querían divertirse, vivir, y de paso, mentarle la madre al sistema. Incidentalmente, nos salvaron a todos.
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Por: Daniel Anaya López Ama lo desconocido y el silencio. Cree que el hombre no pertenece a la naturaleza.
¡Un
whisky por Faulkner!
U
n salto de siglo: Como si se tratara de un mero paso de estafeta, personajes de curiosidad desbordada se adelantan al pensamiento de la sociedad, guiándolo a través del lenguaje y la creatividad. Los grandes pensadores no son aquellos que aceptan la “realidad” con que fueron educados, sino quienes la cuestionan y aportan a su vez teorías que maravillan a los demás y los invitan a imaginar posibilidades infinitas. Uno de los grandes: William Cuthbert Falkner (apellido que después cambiaría por Faulkner).
Él nació en Mississippi, Estados Unidos, el 25 de septiembre de 1897. A los dieciocho años abandonó la escuela para dedicarse a trabajar. Posteriormente, durante la Primera Guerra Mundial, su sueño por combatir piloteando aeronaves lo llevó a enlistarse en la Real Fuerza Aérea Británica (RAF, Royal Air Force), desde Toronto. Al inicio no fue aceptado dada su corta estatura, así que hizo uso de su poder de convencimiento, amenazando con enlistarse en la Fuerza Aérea Alemana de ser rechazado.1 Faulkner era un hombre de convicciones. Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, el joven se inscribió en la Universidad de Mississippi, de donde también desertaría al poco tiempo para, ahora sí, dedicarse al oficio que le apasionaba: escribir. Trabajó como periodista en Nueva Orleans, en donde ocurrió uno de los sucesos más importantes que dieron pie a su desarrollo como
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novelista: su encuentro con el escritor estadounidense Sherwood Anderson, pues fue él quien lo incitaría para escribir no sólo poesía, sino también narrativa. A partir de entonces, la amistad entre ambos creció de tal manera que, entre tragos de whisky, Faulkner encontró su estilo propio y el género en que dejaría plasmado todo su ingenio y esfuerzo. La narrativa volvía a ser renovada por una mente ávida de creatividad y deseos de escribir, más allá de poseer el título de “literato”. El estilo de William Faulkner se caracteriza por jugar con el punto de vista en que se presenta la historia al lector, por utilizar diferentes tipos de narradores, así como cambios en el tiempo, provocando la interacción con el lector e incitando la reflexión y la obtención de diversas interpretaciones sobre un mismo relato. Esto también se ve reflejado en la composición de su prosa, pues hace uso de oraciones muy largas y párrafos que bien pueden abarcar varias páginas sin aturdir al lector gracias a la maestría con que fueron escritos. El monólogo interior y los sentimientos profundos de los personajes van de la mano con todos los elementos descritos anteriormente, dando gran fuerza y versatilidad a la obra, evitando las narraciones planas y monótonas. Es verdad que Faulkner era aficionado al alcohol, pero me gustaría mencionar (únicamente como opinión personal) que es un mito que los escritores puedan crear obras coherentes y de alto valor literario, de principio a fin, sin hacer correcciones posteriores, estando bajo el influjo del alcohol (o de otro tipo de
drogas). Posiblemente hayan existido escritores que intentaran realizar ejercicios de esta índole estando ebrios, pero debido a la compleja estructura con que un escrito literario debe ser compuesto, incluyendo ritmo, gramática, uso de signos de puntuación, trama, etcétera, es prácticamente imposible que una persona pueda realizarlo si no se encuentra consciente y en completa concentración durante su ejercicio creativo. Así, es posible que surgieran algunas ideas si los escritores intentaban crear desde este estado, pero necesariamente tuvieron que corregir una y otra vez sus textos, en completa sobriedad, antes de mostrarlos al editor. Una vez desenvuelto como narrador, Faulkner es llamado para trabajar como guionista en Hollywood. Hasta entonces, había publicado varias novelas pero aún no alcanzaba el éxito comercial que esperaba. No fue sino hasta 1949 que el reconocimiento literario del escritor se vuelve internacional al ser acreedor del Premio Nobel de Literatura. Al principio lo rechazó, pues argumentaba que no había sido otorgado a autores como Theodore Dreiser o Sherwood Anderson, que lo merecían. Finalmente Bennett Cerf, su representante, lo convence de aceptar el premio, y la editorial que lo había adoptado hasta entonces, Random House, lo apoya rentándole un frac, que el escritor confesó no tener, para que pudiera asistir a la entrega del premio. A partir de entonces, sus relatos tuvieron una gran aceptación por parte del público y Faulkner no desistió ni de seguir bebiendo ni de seguir ignorando a la crítica para concentrarse únicamente en su labor literaria. Al respecto, le invito a leer, amable lector, la Entrevista, escrita por el mismo William Faulkner,
García Ponce, Juan. “Biografías: Faulkner, Nabokov”. Letras libres. Mayo de 2000. Web. Consultado el 29 de agosto de 2014. < http://www.letraslibres.com/revista/convivio/biografias-faulkner-nabokov> 1
en donde responde a algunas de las preguntas frecuentes sobre la técnica, el ambiente al momento de escribir, su opinión sobre la crítica y algunas características que, en su opinión, debería tener un buen aspirante a escritor. A pesar de sus constantes borracheras, Faulkner muere de un ataque al corazón el 6 de julio de 1962, mientras salía a montar. Una vez más, como por obra del destino, la estafeta pasaba a manos de los siguientes creadores de mundos... La literatura se transformaba y se mezclaba con diferentes estilos, culturas, historias, ojos y perspectivas. El boom latinoamericano comenzaba a gestar las obras que harían historia y que marcarían la década de los 60s por la innovación, la creatividad y la apertura. Tanto Gabriel García Márquez como Mario Vargas Llosa, ambos autores reconocidos del boom, aceptaron que las letras de Faulkner representaron una gran influencia para ellos. Esto se puede constatar, por ejemplo, en Cien años de soledad (publicada en 1967), del colombiano García Márquez, en donde la historia del famoso pueblo Macondo transcurre a través de un largo árbol genealógico que poco a poco va dando origen al pueblo, así como gobierno, economía, descendencia, etcétera. Los puntos de vista de cada uno de los personajes permiten al lector tener una amplia perspectiva de la narración, y también reflexionar desde cada pequeña historia que entreteje. Faulkner, William. “Entrevista”. Ciudad Seva. 10 de noviembre de 2010. Web. Consultado el 29 de agosto de 2014. < http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/opin/faulkner.htm> 2
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Por: Scarlett Badeau @scarlettbadeau No pido más que un apocalipsis zombie y muchas aceitunas en frasquito.
El mundo occidental guarda, entre sus obsesiones predilectas, la década de los sesenta. Y eso que, según se dice, la nostalgia opera en ciclos de veinte años. En lo personal, si me mencionan a 1960 y sus nueve secuaces, opongo una buena dosis de resistencia. Como cereza del sundae, DanLudens dedica su debut a este monstruo de evoluciones, revoluciones y colorcitos estimulantes. Comparable a trotar por un campo minado. Dicho esto, conservo el optimismo mientras intento sortear las minas. Encendamos el modo revoltoso, que toca degustar un género literario repleto de confrontación. Los muy mentados años sesenta vieron emerger docenas, tropeles, cascadas de grandes títulos que pintaron un amplio y bonito mapa para la ciencia ficción. Corría 1968 —ignoro qué tan rápido corría— y al escritor norteamericano Philip K. Dick le surgió una pregunta peculiar: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es una frase que se presta para ocho mil deformaciones... ingeniosas, por llamarlas de alguna
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manera. Pero no creo que ésa haya sido la tirada de Dick cuando dio vida a su ahora famosa obra, así que más vale abstenerse. Vamos, en cambio, a observar esta novela a través del lente social. Quiso la fortuna que proliferara el soft sci-fi, bautizado así por acentuar en sus historias los aspectos psicosociales y antropológicos. En fin, aquí relucen las ciencias inherentes al ser humano, sin suprimir el componente innovador y radical que tanto seduce de la ciencia ficción. La mayoría de los cuentos y novelas de este tipo poseen arenas dramáticas futuristas, donde los autores especulan sobre el porvenir de la civilización. Gracias al lado suave de la ciencia ficción —como devota, tengo la osadía de decirlo—, ha sido posible vencer la creencia de que el género estaba escrito, exclusivamente, para (y por) la comunidad científica, o para quienes contaran con formación en las ciencias duras. Con el paso del tiempo, el sci-fi se ha posado en más y más cerebros.
Que quede claro: no insinúo que la ciencia ficción y sus variantes sean cosa nueva. Si bien el término fue popularizado a mediados de los cincuenta, ya a finales del siglo XIX observábamos —no nosotros, pero sí la gente que vivió entonces— la aparición de autores con una obra vasta, en un género difícil de clasificar hasta el momento y que podría haberse colocado dentro de la fantasía. Los ejemplos más notorios son Julio Verne, Todo es cierto —dijo—, todo lo que alguna vez ha sido pensado. Philip K. Dick
H.G. Wells y Hugo Gernsback, posibles progenitores de toda esta escuela. Entre las décadas de los treinta y los sesenta, más ciencia ficción suave y revoltosa —de orden político, sin duda— hizo acto de presencia. Aldous Huxley nos dio soma en la boca con Un mundo feliz; de la pluma de George Orwell brotaron Rebelión en la granja y 1984; Frank Herbert nos mandó a un planeta desértico con Dune; J. G. Ballard volvió placentero el apocalipsis en El mundo sumergido... Y eso no da ni para la punta del iceberg. Si me ha dado por elegir ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? para centro de este texto, y no cualquier otra novela, es porque todos conocemos Blade Runner (o deberíamos, aunque sea por admiración a Harrison Ford). A pesar de ser una adaptación vaga y de haberse realizado en 1982, la película de Ridley Scott evoca con fidelidad la atmósfera derruida que Philip K. Dick
describió en su narración. Desde el inicio, la novela expone un tinte desesperado. ¿Qué clase de horrores acechan a la especie, que han vuelto necesaria la existencia de máquinas para controlar el ánimo? Los sesenta dan la impresión de haber sido un poco tocados por estas máquinas; ya saben, emociones agudas por doquier. Me pregunto si Dick lo veía así. La época: un imaginario 1992. Los residuos de una Guerra Mundial Terminal siguen envenenando la vida en la Tierra. Marte es el nuevo domicilio de los venturosos que han logrado emigrar y el lugar de origen de los androides, copias cada vez más fieles del humano. De tal similitud nacerá el factor de la tecnología como enemigo. Rick Deckard —ese protagonista que, en definitiva, no es Harrison La ciencia ficción se escribe para científicos,tanto como las historias de fantasmas se escriben para fantasmas. Brian Aldiss
Ford— dedica sus días a un trabajo que ni él sabe justificar bien. Cargado con la encomienda de asesinar a los androides que consiguen escapar hacia nuestro marchito planeta, Deckard sabe que sus presas son un mero instrumento para ganar dinero. Lo extravagante es que Rick parece menos preocupado por su subsistencia (y la de su esposa) y más absorto en la
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idea de comprarse un animal de verdad. Es dueño de una triste oveja eléctrica, criatura que habita en la azotea de su casa, y supone que tener una bestia viva —se hallan prácticamente extintas— le daría lo que sea que anda buscando. Insólito héroe, Deckard. Entra a escena el Mercerismo, culto oficial de la nueva sociedad. Ahí van los fieles, todos con su «caja de empatía», a enlazarse dentro de una realidad virtual donde comparten la conciencia con un tal Wilbur Mercer, su líder... intangible cual deidad. El concepto de gnosis colectiva es medular en la historia, pues esa empatía que conecta a la sociedad ficticia de la novela no es tan ajena al ambiente que reinaba en los sesenta. Y la insurrección de los androides, ¿no es un poco como los levantamientos de aquellos años? Reparemos en la compasión que un par de estos seres inspiran en Deckard. Listo, se materializa el ánimo de cuestionar el régimen. Florece la noción de amar al prójimo y respetar toda vida. Hasta los androides sueñan. Muy sixties. Ciencia ficción suave, casi bebible y de sabores cambiantes, para que nadie arguya que la reflexión política es aburrida. No, no fue la única década revoltosa, pero quién va a negar que la tenemos tatuada en la memoria, incluso sin haber estado allí. Cuando una época se va, su única herencia es el impacto emocional y sensorial. Los sesenta han dejado su propio polvo radioactivo y aún lo respiramos. Es más bien inusual soñar con ovejas, eléctricas o de cualquier variedad. La autora de este escrito
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Por: Dánica Alaric
icen que un número dedicado a la nostalgia sesentera no estaría completo sin abordar el tema del Boom Latinoamericano, y me tocaron a mí los honores. Una advertencia: no es por ponernos a rotular autores o acomodarlos en anaqueles -ellos no necesitan de eso-. Esta intervención tiene el propósito, más noble, de evocar la sensación que probablemente se vivió durante esos años en la literatura, pues hay fenómenos dignos de recuerdo y de tributo. Sin embargo, no deberíamos confundirnos y pensar en un conjunto homogéneo de escritores, o en una corriente; vaya, ni siquiera en una generación. Tan sólo vamos a rememorar una ocurrencia dichosa. ¿O quizá la respuesta a una plegaria? El hecho es que Latinoamérica sufría de una aparente falta de identidad ante el resto del mundo. No se hacían esperar las alabanzas para los autores europeos o norteamericanos. Aquí, de nuestro lado, nadie tenía problema con reconocer su admiración por tales autores, o la influencia que de éstos habían tomado. Pero poco o nada de interés parecían merecer las obras gestadas en Latinoamérica. En medio de la apatía, surgió la explosión. No fue planeada, en verdad. Era 1962: el peruano Mario Vargas Llosa y su novela La ciudad y los perros. Aunque cuenta que su manuscrito al principio obtuvo respuestas hostiles, la fortuna vino cuando
la editorial barcelonesa Seix Barral no sólo publicó la novela, sino que le otorgó el Premio Biblioteca Breve. ¡Boom! Como si un poco de dinamita hiciera sucumbir un pesado candado. Lo que vino después podría llamarse inusitado, y es la razón de que el suceso se considere una explosión. Luego de lo acaecido con Vargas Llosa, emergieron también las mayores -o si no, las más notorias- obras de los otros autores latinos que representan “oficialmente” el Boom. Así, encontramos a Carlos Fuentes en México, con La muerte de Artemio Cruz, publicada en 1962; a Julio Cortázar en Argentina, con la polémica Rayuela, del año 1963, y a Gabriel García Márquez en Colombia, con Cien años de Soledad, aparecida en 1967. En ese mismo año, que puede tenerse por cúspide del Boom, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias ganó el Premio Nobel de Literatura. ¿A qué atribuir estas coincidencias? El acontecimiento tiene mucho de editorial y no sólo de milagro literario. Discúlpennos, románticos. La suerte sonrió a dichos autores cuando la casa Seix Barral, fundada por Víctor Seix y Carlos Barral, empezó a impulsar sus carreras, llevando sus obras a territorios fuera de América Latina. Seix Barral también creó el Premio Biblioteca Breve, el cual atrajo más miradas. Concretamente en Barcelona, varias casas editoriales
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se dedicaron a la heroica tarea de difundir el trabajo de estos escritores; un nombre destacado es el de la agente literaria Carmen Balcells, quien gestionó en Europa los derechos de autores latinoamericanos y españoles. El mercado internacional se vio cautivado y arrobado por las voces de tales autores, llenas de crítica social, y plasmadas en innovadores estilos narrativos, que a pulso ganaron la simpatía de los lectores. Asimismo, ciudades como La Habana, Buenos Aires, Ciudad de México y Santiago, comenzaron a cobrar gran renombre como focos de cultura, al ser los sitios de publicación de la mayor parte de las novelas consagradas dentro del Boom. Tomemos en cuenta un aspecto más que jugó en favor de encender la mecha para esta explosión. A las personalidades que tanto brillaron entonces -y hoy continúan brillando-, en realidad no les faltó inspiración ni experiencia para el material de sus escritos. Los cuatro grandes que captaron la atención del público y de los críticos alrededor del mundo, fueron individuos con un par de puntos en común. Sin duda, la posibilidad de viajar y vivir en el extranjero les abrió puertas que para otros permanecieron cerradas. Además, estas figuras no se quedaron precisamente al margen de la vida política de América Latina. Una vez dentro de este mundo, las controversias en que se vieron involucrados -en distinta magnitud, claro-, los colocaron a ellos y a su obra en la mira de un sinnúmero de personas.
Mario Vargas Llosa Por ejemplo, se perfiló como partidario de la Revolución Cubana durante varios años y participó activamente en la vida política de Perú, llegando a ser candidato a la presidencia en 1990. Su relación literaria con la casa Seix Barral, clave para su despegue, estuvo muy ligada al tiempo que pasó en España.
Julio Cortázar El caso de Julio Cortázar, otro literato famoso por su residencia lejana -y por su apoyo constante a la revolución en Cuba-, parece reforzar esta teoría. Cortázar acabó por autoimponerse un exilio permanente en París, debido, en gran parte, a sus choques y descontento con la administración de Perón en Argentina.
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Carlos Fuentes
Carlos Fuentes, el mexicano del Boom, tuvo una niñez errante por ser hijo de diplomáticos, aunque después su trabajo se llenaría de los matices propios de su nación, a la cual llegó a vivir en su adolescencia. Sus novelas son célebres por defender la identidad mexicana y por los ideales políticos que el autor derrama en sus páginas.
Gabriel García Márquez Por último, el colombiano Gabriel García Márquez, quien dirigió el Boom a su clímax en 1967, y que en 1982 coronó al fenómeno con un Nobel en Literatura, no es la excepción a la “regla”. Factores como su carrera periodística en un diario liberal, la posterior amistad que tuvo con líderes como Fidel Castro y la crítica que hizo al imperialismo estadounidense, le dieron una fama de subversivo que lo situó bajo los reflectores.
Dicho esto, no deja de ser afortunada la conjugación de todos los elementos que trajeron al Boom a la vida, ya sea que elijamos considerar a los escritores uno por uno, o etiquetarlos juntos. Lo riesgoso de estudiar autores colectivamente, radica en nuestra tendencia a pensar en ellos, para facilitarnos las cosas, como lo haríamos al respecto de una mezcla homogénea. También es verdad que este fallido concepto se debe en gran parte al intento de explicar, por todos los medios, las causas que originaron el memorable estallido, o al deseo de descifrarlo en forma de receta. Así fue que -de una manera no del todo lograda- se generó el parámetro conforme al cual ha sido determinada la pertenencia, o no, de un escritor al Boom. Se habla, primero, de un punto de unión emocional entre el grupo de autores. Una especie de disparador. Desde luego, todas las manos apuntan a la Revolución Cubana, primer levantamiento socialista en América Latina, que en su momento se vio respaldado ideológicamente por diversas plumas. El papel y la influencia del escritor publicado se
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tiñen entonces de matices políticos, si bien ello no significa que la literatura pierda su valor artístico o estético. A la par, otra clase de rebeldía se alza dentro de la narrativa; un deseo de los creadores de experimentar y romper con las normas y constructos que limitaban las posibilidades de la escritura. Se erige ante miles de ojos el realismo mágico, con esa humorística y atinada extrañeza al describir las cosas cotidianas que todos damos por sentadas; simultáneamente, elementos y sitios fantásticos pasan a formar parte del relato con suma naturalidad. Las novelas que se tienen catalogadas como piezas clave del Boom -tal vez con Cien Años de Soledad a la cabezatransgreden, a menudo, las fronteras de lo imaginario y lo tangible. Tampoco importa demasiado la cuestión de la cronología; ordenar los eventos de la narración según sucedieron en el tiempo no es una regla respetada en muchas de las obras de esta época. No obstante, una observación que deberíamos tener en cuenta es el peligro que implica englobar bajo un canon la producción literaria de una enorme porción del continente. Los esfuerzos por explicar la esencia del Boom han derivado en un nuevo estándar -un tanto rígidoen relación con lo que se espera de la literatura latinoamericana, y quizá también en la desvalorización de la independencia de cada autor. Para continuar con la idea del arma de doble filo, necesitamos admitir que las consecuencias de la visión internacional generada por el Boom no fueron del todo positivas. La misma atención y consideración que América Latina ganó con este fenómeno -el cual le valió un par de Premios Nobel-, terminó por ser un estigma en los ojos de quienes no compartían el amor por el realismo
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mágico. Las décadas de 1980 y 1990 acarrearon una profunda alteración en el sentir social, y en la actitud de los nuevos escritores. Se materializaron los detractores del Boom y, a modo de réplica, nació McOndo. Este movimiento, más prolífico en los años noventa, se caracterizó por un estilo realista, urbano y nada folclórico a la hora de narrar sucesos o describir escenarios. Para la así llamada Generación McOndo, las técnicas propias de la novela de los sesenta y setenta ya no podían reflejar la realidad de una Latinoamérica que había mutado para adoptar rasgos de la cultura pop, y cuyo enfoque era menos solidario y más orientado al individualismo. Estos autores se mostraron inconformes con el tono exótico que en Europa y Estados Unidos parecía atribuirse a todo narrador latino; decidieron retratar un ambiente nuevo, sin miedo a exponer crudamente temas como la pobreza, la violencia y la sexualidad. Ahora bien, es imposible negar que, aún en este momento, siguen presentes la nostalgia y el amor por aquello que trajo el Boom. Por tal motivo, no está de más preguntarnos lo siguiente: ¿qué sucederá con la percepción general una vez que se hayan marchado todas las grandes figuras del estallido? Con Mario Vargas Llosa como último sobreviviente, es inevitable pensar que toda una etapa se acerca a su verdadera conclusión.
Poesía
¿Todo se mueve?:
en sic a, e
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ida ía. cog s e g s e piez a lo ón d i c lec o C f.
ra,
Palabróloga con corazón de piedra pómez, ojos de loca y cabeza llena de nubes.
er
Siempre he pensado que empezar con una etimología le da un sentido de cohesión y elegancia a las cosas francamente inigualable. Así que ahí les va:
tc.
Por: Ximena Rojo @mujerdeldemonio
Siendo entonces una colección de piezas escogidas, una antología necesita de un criterio que las agrupe. En los criterios está el éxito o el fracaso de una antología. Puede haberlas incluyentes hasta en extremos perezosos y populistas, o tan selectivas y fascistas que resultan prescindibles. Al hacer una antología, entonces, hay que pensar qué se va a agrupar, cómo se va a agrupar y con qué motivos; si no, ¿como para qué la hacemos? Las letras mexicanas por supuesto tienen su propia antología icónica, y para mí, la poesía mexicana se entiende en gran medida tras la lectura de Poesía en movimiento. Empiezan los pleitos, pues. Porque lo primero que se lee en Poesía en movimiento al abrirlo es una afirmación que bien valdría que tachara los primeros párrafos que he escrito: “Este libro no es ni quiere ser una antología”. Esto lo afirman en la advertencia Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis. Que me perdonen los maestros, pero a pesar de la advertencia, a Poesía en movimiento se le cae la cara de antología. Dicen también en la misma
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advertencia: Nos propusimos rescatar, con los poemas […] de distintas generaciones aquí representadas, los instantes en que la poesía […] es búsqueda, mutación y no simple aceptación de la herencia. El criterio [las cursivas son mías] básico del libro fue determinado de común acuerdo por los cuatro autores, así como la selección de poetas y poemas. Se encargó el prólogo a Octavio Paz; su texto recoge nuestros puntos de coincidencia… Selección de textos y criterio. Con todo y su advertencia se les cae el teatrito de la no-antología. Paz habla del criterio de lo mexicano (y lo dudoso e inestable que es) así como del “prejuicio” de la modernidad que agrupa la selección. Hay que reparar en el título y su estrecha relación con la advertencia de la no-antología. El espíritu de los sesenta implica cierto cambio y dinamismo innegable que darán la pauta para que este libro se configure como lo que es. Dice Paz que “no es una antología sino un experimento. Lo es en dos sentidos: por la idea que lo anima y por ser una obra colectiva”. Faltaba más. Estos juegos con los géneros, herencia de las vanguardias y consolidación en los 60’s dan la pauta para que este libro se entienda de esta manera. No se trata de advertencias mamonas o desechables (aunque lo esté escribiendo Paz, sé que es difícil de afirmarlo), pero por el bien del espíritu de la época, yo les creo ciegamente. Además hay que pensar que es poesía en movimiento. Es poesía que se mueve porque “el paisaje también cambia, las obras no son nunca las mismas, los lectores son igualmente autores”. Sobre esto hasta la piel se me enchina de pensar cuántos nuevos poetas también pasaron los ojos por estos mismos versos, los que antes fueron lectores ahora son autores, algunos que fueron canon o promesa ahora están olvidados y hay autores que se rescatan. El gusto literario tiene un vaivén como de mar acapulqueño y Paz lo entiende perfectamente. Afirmar una cosa así es afirmar que el panorama literario es cambiable. Queda claro que Paz habla desde el capricho y el gusto. Hay que ser muy ingenuo para pensar que se trata de una antología objetiva. Es una antología hecha desde el gusto y la simpatía por escritores y corrientes en particular, como se forja cualquier gusto literario. No hay forma de poder juzgar a Paz por esto. Tiene a otros tres grandes autores que van negociando con él la inclusión o exclusión de los poetas (por poco y no lo logra Alfonso Reyes, otra vez el parricidio, ¿ven?) pero a fin de cuentas el que lleva la voz cantante sobre este asunto es Octavio Paz. Yo a Poesía en movimiento siempre la tengo en mi mesita de noche. Cuando los días son terribles, termino agotada, estoy deprimida o no cabe en mi pecho el amor que siento, abro el libro para consultar unos versos que varias veces son medicina hecha verbo. “antología” en Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, versión online en http://lema. rae.es/drae/?val=antolog%C3%ADa Y como curiosidad léxica, un sinónimo de ‘antología’, es ‘florilegio’, tomando su etimología literal: flores escogidas. El término ‘antología’ me gusta más porque suena menos ñoño y además es una rola azotadísima de Shakira que nunca está de más traer a colación.
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EL RECUENTO DEL
2014
5
ESPACIOS
ARTÍSTICOS
102
ESPECTÁCULOS
7PROPIAS 4 1 FUNCIONES
39115 , 1309
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la que te has montado
Godot
Por: Damián, Marco @damianesmarco Piloto aviador o escritor. En las nubes, de cualquier modo. Damián es apellido.
El señor Godot me manda deciros que no vendrá esta noche, pero que mañana seguramente lo hará. Samuel Beckett
1952
Más de sesenta años y todavía Esperando a Godot. Así, esperando, en construcción absoluta del gerundio porque dicha acción no está definida ni por el tiempo, el modo, el número ni la persona. Y es que no sabemos realmente cuánto más aguardar, ni quiénes ni cómo continuarán tanta espera. Godot simplemente no llega.
Un desobligado, ese Godot. Las consecuencias de tan larga ausencia fueron «catastróficas» para su creador, Samuel Beckett —en palabras de su mujer, Suzanne DéchevauxDumesnil. Esa necedad de Godot por no aparecer determinó la asignación del Nobel de Literatura en 1969 al dublinés, quien no lo tomó de buen modo: envió a su editor por la medalla,
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se recluyó en el Tíbet, rechazó todos los telefonemas y optó por regalar el premio a la beneficencia. El autor de Esperando a Godot nació, tímido y enfermizo, en la Irlanda de 1906. Enviado a un internado desde los catorce años, se volvió tipo rudo. Sobresalió en los deportes, aprendió a beber en exceso y andaba en moto, como cualquier rebelde en forma. Se tituló en lenguas romances y se doctoró, antes de dejar su país por el sueño parisino. Allá, su aportación a la resistencia francesa de la Segunda Guerra Mundial le valió la medalla al mérito (Croix de Guerre). La personalidad depresiva y solitaria de Beckett persistió durante su peregrinar por Europa. Sufría de mala salud y procuraba el alcohol. Vivía generalmente apartado. No confiaba en su talento. Nunca se acostumbró a la fama o a las entrevistas. En Francia encontró un poco de paz y adoptó el idioma. Ahí conoció a James Joyce y a DéchevauxDumesnil, fundamentales en su vida. Estos detalles los cuenta mejor Anthony Cronin, su biógrafo oficial. Lo importante, a decir, es que los horrores de la guerra precedieron su
pasión por exponer el abandono y la tragedia en sus personajes. Comenzó su carrera como secretario de Joyce y traductor al francés de gente como Cesar Vallejo u Octavio Paz. Durante sus años, publicó varios libros. Además del Nobel, fue co-galardonado con el Premio Internacional de Literatura Formentor junto a Jorge Luis Borges. Más tarde, trabajaría en cine, radio y televisión inglesa. Entre 1946 y 1950, escribió la trilogía de sus novelas más exitosas: Molloy (1951), Malone muere (1952) y El Innombrable (1953). En esa misma época escribió una comedia como para enmarcar su carrera. La misma que hoy nos compete. Un texto dramático sobre un hombre que no se digna a aparecer.
Ay, Godot. Poco conocemos sobre ese tipo tan desobligado. Acaso que se dedica al ganado y emplea a un muchacho para pastorear cabras, a quien trata más o menos bien. Al hermano lo contrató para guardarlas, pero a éste le pone unas friegas. Claro, sabemos de él que no es gente de mucha palabra. De tal manera ha afectado la imprudencia de Godot, que definió y terminó el movimiento teatral modernista. Luego de su éxito, no había espacio para más. Dejó casi imposible la tarea de escribir una pieza más importante para el teatro del absurdo. Mucho se ha dicho sobre esta obra al pasar de los años. Al principio, la crítica no se ponía de acuerdo; «un misterio envuelto en enigma», según
la revista Times de 1956. Por otro lado, el crítico Kenneth Tynan dijo para The Observer que «no tenía trama, clímax, desenlace; ni principio, medio o fin». Con el tiempo, algunos detractores pudieron cambiar de opinión. Hoy en día es un clásico total, representado en todo el mundo. Ha sido traducido a sabe cuántas lenguas, entre ellas, el náhuatl.
Ave de mal agüero, Godot. El argumento se centra en la desesperación de Vladímir y Estragon, dos condenados al improbable encuentro del misterioso Godot, en algún lugar de «esta puta tierra». Su único destino seguro es la locura, el hartazgo y la brutalidad. Vagabundos provocados por una posguerra miserable, estos hombres se encuentran con Pozzo y su esclavo Lucky, quienes acaban por desencadenar el drama con su mundano tránsito. Por culpa de Godot, la pareja casi bostoniana de Vladimir y Estragon pierde la noción del tiempo, la cordura y la esperanza. Los pobres coprotagonistas de este drama dirigido por un ausente pasan, con humor, cada noche como para colgarse de un árbol por la mañana —cosa que, literalmente, intentarán hasta el final de los días. Eso es todo el universo tangible
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del tal Godot. Un par de zapatos que no calzan, un sombrero, un mensajero temeroso, dos hombres exasperados, dos locos en su camino y un árbol deshojado al medio. Un microcosmo s maravilloso, en el que ocurre tanto. Un drama fijado eternamente al tiempo.
Enfrenta las consecuencias, Godot. Su abandono generó, a través de Beckett, una serie de diálogos cómicos y extraños —mas no bizarros, como supondría ese malogrado anglicismo. En otros propició una deconstrucción del lenguaje a lo Joyce, famoso por su Ulises de 1922. Es tal la riqueza del texto, que ha dado pie a interpretaciones chabacanas, no por ello incorrectas, como para comparar el monólogo de Lucky con la incoherencia oral de Mario Moreno, Cantinflas. Desde que se le espera, la historia sin Godot ha cambiado el teatro moderno a pesar de carecer de principio, mitad y final. Es una estructura minimalista que atentó contra las reglas de su tiempo. Ese atrevimiento influye en propuestas escénicas desde mediados del siglo pasado, sobre todo en el uso del humor satírico como clave de la construcción dramática. La comedia en Esperando a Godot crea a sus personajes y no al contrario. No sería posible, sin esta pieza, la evolución de la dramaturgia como la concebimos actualmente. Ni siquiera del cine. Un director de teatro, Alfredo Sanzol, ejemplifica su influencia con la película Pulp Fiction, de Quentin Tarantino. Según el también dramaturgo español, sin ella no existiría la escena del masaje de pies con Uma Thurman. En un caso similar, siempre se ha comparado la ópera prima de Alejandro Jodorowsky, Fando y Lis, con la obra original de Beckett. Sin estar, Godot ha generado en las artes un movimiento presente hasta nuestros días. La obra es tan divertida como desgarradora, su autor tan reconocido como imitado, y el texto no tiene pierde. En fin; una obra fantástica y un absurdo retrato de la condición humana. Obra clave de la dramaturgia universal. Y todo por un canalla que, al cierre de esta edición, seguimos esperando. VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos? ESTRAGON: Vamos. [No se mueven] (Samuel Beckett, 1952)
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Í
La cámara miente tanto como la máquina de escribir.
Por: Iram Ortega @chaino
Es un cúmulo de contradicciones, sentimientos e historias. Humano a fin de cuentas...
Bertolt Brecht
Suele haber algo truculento con las listas de “lo mejor”, “lo imperdible” o “lo más importante” de un tema o clasificación específica; siempre habrá alguien que se enoje por la inclusión o exclusión de algo presumiblemente icónico, y es que uno construye cualquier obra desde lo que se sabe, desde lo que se percibe y, sobre todo, desde lo que se puede... y más que una oda a la subjetividad, al cantinfleo y a la divagación, el presente texto es un inventario de aquello que me ha tocado ver gracias a la fotografía, hecha en una década en la que ni siquiera había nacido, y una mera excusa para hablar de lo que más me gusta: las historias de la gente.
El 5 de marzo de 1960, un cubano al que le apodaban “korda” registraba en uno de los fotogramas de su carrete Kodak plus-x pan aquel retrato que rebasó a su autor y a su tiempo de creación: un perfil y sobre todo una nariz intrusa se asomaban inoportunamente a un primer plano del Che Guevara; aquél desliz técnico y circunstancial poco importó para que, hasta el día de hoy, aquella toma (ya sin la nariz entrometida) se convirtiera en un ícono de la juventud, de la
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contracultura, de la izquierda, y en una imagen reproducida en afiches, playeras, pines, obras artísticas y prácticamente cualquier cosa que hiciera alusión a su persona. Por esos años, el holandés Ed van der Elsken rondaba numerosas ciudades, cazaba la suerte esperando encontrarse con gente que le entusiasmarai: En Ámsterdam, un par de chicas en minifalda y peinado al estilo “colmena” -muy popular y chic en aquella década-. En Sudáfrica, una curiosa composición con cuatro señoras sentadas en una banca y un señor de shorts, zapato y medias largas caminando con desdén, sin saber que el fotógrafo le había colocado un llamativo halo alrededor de su cabeza, producto de la exposición del negativo. En México, Siqueiros posa para su cámara junto a su mural Del Porfirismo a la Revolución. Muchas más ciudades y su gente tuvieron el privilegio de ser vistas (y afortunadamente retratadas) por este gran autor. Diane Arbus, estadounidense, se dedicaba a la caza de freaks, no con la repulsión instintiva (como la de los niños frente al distinto) sino desde la fascinación. El fotógrafo, más que un buscador de momentos, es un provocador, un hacedor de los mismos; muchas veces la fotografía es un artificio provocado y provocador, o al menos la obra de esta autora lo es. Dos fotos producidas en los 60 por Arbus llaman mucho mi atención: un niño con una granada de mano haciéndole muecas a la señora detrás de la cámara es la primera; la otra nos pone de frente a un joven con la mirada perdida y sonrisa presente, sosteniendo una bandera gringa; los ojos parecen decir “no estoy aquí”, la boca, al contrario, expresa la confidencia con la retratista.
Una fotografía es una red y difícilmente un documento aislado; se teje lo que se supone como real, el elemento físico y tangible de lo retratado y lo que no se puede tocar sino pensar y sentir: la subjetividad de su autor y un elemento extra, que es la percepción de su espectador. Eso lo entendí al ver una fotografía producida en el 69 por Will Mcbride titulada Superpoblación: cajitas amontonadas unas con otras; en su interior, seres humanos desnudos. En algunas, su contenido son parejas, en otras, hay alguien solo; los vecinos de caja a veces se tocan y a veces no; hombres, mujeres y niños en una red de percepciones y subjetividades.
Una mujer con un sombrero enorme presenciando una carrera de caballos y otra posando desnuda en un cuarto de mucamas bajo la mirada de Robert Häusser; Felini y una modelo cuya belleza es capaz de eclipsar al mismísimo cineasta, retratados por Frank Horvart; la foto de un joven negro dándole la espalda a la toma en una pose “demasiado femenina”, por Charlotte March; Seis fotografías en donde un hombre y una mujer se van despojando de sus ropas y dejan atrás artilugios hogareños y se rodean de plantas orquestados por Duane Michals[...], todas producidas en la década de los 60, más que homologadas por el periodo en el que fueron realizadas, tienen un rasgo en común: la fascinación por el otro. i http://lightbox.time.com/2012/09/04/the-sweet-life-revisited/#17
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Danludens
@DanLudens
Danludenscom
y e t Ar o m s i m u s con ilio Her Por: Em
nández
Vergara
El Arte Pop, como casi todo el arte posterior a las vanguardias, es increíblemente defendible y refutable.
Las razones son aparentemente un tanto obvias, pero precisamente por la obviedad de ellas es importante analizarlas un poco más a fondo: nada que sea tan contradictorio casi por definición, inspira mucha confianza. A pesar de que la opinión popular –por más redundante que sea decir eso cuando se habla del Pop Art– parece estar a favor de estas formas de expresión artística, el autor del presente artículo está seguro, basándose en experiencia propia, de que es más fácil estar en contra de la corriente en cuestión, que estar a favor. Aun así, la mayoría de posturas a favor resultan ser, en el fondo, bastante mediocres. Es por eso que este artículo se dedicará a analizar las posibles posturas a favor del Pop Art, dejándole al lector generar su propia reflexión al respecto. Aunque más que las posturas a favor, se revisará una diferente que no siempre consideran los atacantes a este estilo. “Pop” significa popular. Movimientos populares siempre han existido. Pero el Pop Art surgió un día que a Claes Oldenburg se le ocurrió presentar como obra, en una exposición, una hamburguesa gigante; mientras que Jasper Johns pintaba banderas de E.U. Así comenzó: con la introducción de elementos de la cultura popular (consumista de E.U. principalmente) a las élites artísticas. Es el arte de las masas, el arte
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del consumo. Y esos son justamente sus fundamentos básicos: introducción de elementos populares y de consumo, la consideración artística de cualquier actividad usual o cotidiana, haciendo referencia a las características de nuestra sociedad de consumo que produce un arte para las masas. Es un arte que sirve como vehículo para la realización personal, pero también es considerado como uno de los intentos que se han hecho para encontrar una solución a la contradicción entre arte y cultura de masas. Los movimientos pop son el claro ejemplo de cómo la cultura y el arte de masas proceden de la sociedad capitalista de consumo. Todos conocen a su mayor representante: Andy Warhol. Y es justamente en él, no sólo por su popularidad, en quien nos centraremos para analizar la postura a favor del Arte Pop. La época del arte moderno había terminado cerca de los años 70’s, después de las vanguardias, donde ya se anunciaba o un agotamiento en las técnicas clásicas de pintura o una nueva búsqueda de técnicas pictóricas, buscando separarse del arte clásico. Finalmente, el movimiento dadaísta en Berlín proclamó la muerte del arte. Siguiendo a Arthur C. Danto, podemos llamar a esta época posterior a las vanguardias como la época de después del arte, pues el arte ya había muerto. Hay que aclarar que Danto no hace referencia a la muerte del arte en un sentido de que todo lo posterior a esa muerte ya no sea arte; sino que terminó un relato (la era del arte), por lo tanto, cualquier cosa que lo siguiera no podría sustentar ningún tipo de relato que se pudiera considerar como una continuidad lógica de la etapa anterior o la etapa siguiente. “Lo que había llegado a su fin era ese relato, pero no el tema mismo del relato”. (Danto, Después del fin del arte). Este arte es también conocido como postmoderno. Entonces este arte contemporáneo –que no es lo mismo que moderno- es un
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momento de pluralismo y total tolerancia: no hay reglas pues cualquier cosa puede ser arte en el contexto y con el discurso adecuado. Los grandes relatos legitimadores que definieron, primero al arte clásico y luego al modernismo, llegaron a su fin; y no sólo eso, el arte contemporáneo no se permite a sí mismo ser representado por relatos legitimadores. Comprendiendo esto se vuelve clara la existencia de algo como el Pop Art. Pero, ¿qué pasa cuando el arte pop no sólo representa la cultura de consumo capitalista, sino que la critica en su misma jugada? Puede ser el caso de Andy Warhol, criticando el sistema que legitima al arte y el valor de las relaciones públicas en el arte usando un sarcasmo y burla en la reinterpretación de las producciones de la cultura de masas. Porque Andy Warhol no sólo eligió las latas de sopa Campbell’s, la caja de Brillo, a Marilyn Monroe, porque sabía que con esas imágenes, presentes en el imaginario colectivo de los consumidores de arte, se iba a hacer millonario. También las eligió porque son precisamente esas imágenes con las que sabía que haría millones, eran las
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mismas que iban a consumir las élites artísticas. Se podría decir, por más arriesgado que sea, que les ganó en su propio juego. El chiste radica en las imágenes y el significado popular que éstas representan. La caja de Brillo no sólo es de un jabón popular en E.U., sino que tiene los colores de la bandera yanqui; Marilyn Monroe no sólo es una de las estrellas más conocidas de ese país y tal vez del mundo, sino que representa la mentalidad e ideología de esa sociedad capitalista, representa su idiosincrasia. Y ahí es donde se revaloriza y (re) significa por completo al Pop Art, pues ya no sólo es un medio de generar consumismo, sino que es una crítica al consumismo desde el consumismo: prueban que recontextualizando una imagen comercial, como Marilyn Monroe, a un ámbito artístico, ese ámbito se volverá consumidor de la imagen popular, que por asumirse como élite, tal vez despreciaban. La tesis de que la sociedad capitalista es tan inconsciente y consumista se reafirma con lo que podría ser la antítesis o contradicción de la obra: la crítica (obra) se consume tanto o tal vez más que la imagen original, reafirmando la tesis original del consumismo.
“Glorificar el arte de los periodos previos, por más glorioso que haya sido, es desear una ilusión como la de la naturaleza filosófica del arte. El mundo del arte contemporáneo es el precio que pagamos por la iluminación filosófica, pero por supuesto, ésta es sólo una de las contribuciones que la filosofía debe al arte.”
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Eva Por: Alena Pashnova
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Gen. 3:16
Sin titubeos, sin dudas, ella se sumergió en la espuma blanca. Las aguas saladas del océano se llevaron rápidamente el polvo y el cansancio de sus hombros dorados. Ella salió, se quitó la ropa mojada y corrió de nuevo hacia él: estrepitoso, cambiante, eterno. Sintió frescura y tranquilidad. El océano absorbió todo su ser, la meció en sus olas suaves, la hizo olvidar la culpa de su largo viaje y el mismo pensamiento que martilleaba sus sienes: “No regresarás, no regresarás”... Ella está en casa. Ahora es su casa. ¡Qué belleza la rodea! ¡Qué hermosas son las voces de las aves y el eterno cielo! Al verlo, todo su ser se llena con algo tan dulce, tan dulce... Aquí está su casa. Aquí trabajarán la tierra y tendrán hijos. Serán uno mismo. Libres. Fuertes. Le quitó la ropa y tomó su mano. Lo guió hacia el mar. Apenado y sufrido, él se sumió en las olas azules, y al sentir su furia y su peso, rompió en un llanto inconsolable. Ella yace acostada, desnuda, encima de yerba abundante y fresca. Las sombras danzantes y ambiguas de un árbol centenario la recorren y la abrigan casi por completo. Ella cierra los ojos cuando el sol logra encontrar su camino entre las hojas y calienta su cuerpo. Respirando la vida que la rodea, ella murmura: - Los reflejos del sol juegan en mi piel. Soy Alfa y Omega. Soy la mujer de las mu jeres. Creada de carne y sangre tuyas. ¿Acaso no soy hermosa? Mira cómo se desliza mi cabello, serpenteando hacia mis pies; qué curvas tienen mis caderas y qué sensibles están mis pezones. Estoy aquí. Eres mío, solamente mío por fin. Ven. Tócame. Huelo a ti. ¿Por qué no dejas de ver al cielo? No hay nada que temer. Estamos solos. Estamos en casa. Ella se levantó. Besó sus labios secos. Tomó su cabeza e hizo que volteara su mirada hacia ella. El miedo reinaba en los ojos de su esposo. Sus labios sabían a sal. No contestó. Los años siguientes para ella se convirtieron en un nido de desastres. Siseando en sus oídos, la herían sin tener piedad de sus bellas manos ni de su seno materno apenas cubierto. Dio a luz a dos hijos con un sufrimiento interminable. Pequeñas bestias estridentes. Extendían sus huesudos y retorcidos dedos hacia
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ella y pedían de comer. Una y otra y otra vez. Ella presentía que su tortura no tendría fin, sabía que algún día la consumirían por completo, la vaciarían de todo deseo, absorberían su esencia, su vida. La acabarían toda. Entera. Él, taciturno y aislado, ya hacía tiempo que había dejado de llorar. Sin embargo, cada atardecer – cuando miraba morir el sol – rezaba, rezaba perturbadamente. Veía dentro de sí al subyacente abismo negro que jamás podría controlar. Desde hace tiempo descubrió el roce helado de la oscuridad, el cual nunca más lo abandonaría. Tenía miedo de que ese abismo se liberara algún día de su frágil prisión de piel y llenara todo: el mar, la tierra, el eterno cielo. Entonces no quedaría nada, sino la muerte. Durante las altas horas del atardecer, despidiéndose del sol, él temía merecer verlo por última vez. La fiel presencia de su verdugo se tornaba más aterradora ante la evidente sordera de quien más necesitaba, de Aquel que no lo volvería a perdonar. Lo llamaba porque sentía que estaba ahí, pero sólo veía Su espalda, Su nuca y Sus ojos que evitaban encontrarse con los suyos. Él entonces caía a la tierra, golpeándose en un ataque de pánico y desesperación... A su alrededor, el ambiente se llenaba de tranquilidad, de silencio. El sol se quemaba en el horizonte y el mar respiraba profundamente, caliente. El día – agonizando en su lecho de muerte – cedía ante la noche infinita e impía. Ella no tenía que voltear su mirada. Sabía que lo vería en la tierra, congelado en un grito mudo, extendiendo sus brazos fatigados hacia el cielo. Ella dejaba a los hijos, se soltaba el cabello y se sumergía en el océano. Rojo como sangre. Pasaron años, quizá toda la eternidad. ¿En qué se han convertido? Las viejas y pesadas ropas que usaron desfiguran sus cuerpos. El abismo insuperable que los mantiene divididos mide tan sólo el grosor de sus prendas. Silencio y abandono. Él sigue rezando, llamando a su antiguo Dios. Y ella... Ella nada desnuda en el océano rojo. Nadie le quitó su paraíso. Se quedó sóla.
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Fuga Por: Paola Iridee
El tren se aleja mientras mis párpados se cierran –y abren- lentamente un par de veces. Pareciera que el tiempo se detuvo. Yo sé que bajé en esa última estación; ¡yo me vi! Sin embargo, aquí sigo, viendo el discurrir de los otros pasajeros con pesadez, como si se me fuera toda la vida en ello. De reversa, me siento en un mueblecito verde, no junto a la ventana, aunque el asiento esté desocupado, y el mesero –que igualmente viene de reversa- deja en mis manos un café a medio sorber. Veo mis manos acudir a mi lengua y labios suplicantes por café, acercándoles la taza; el líquido aumenta con cada sorbo que le doy. Otra vez miro a la ventana –porque alguna vez, yo la miré-, y la taza llena ha desaparecido de mis manos. Duermo. Cerca de mí, intuyo el silbido del viento – alguien ha abierto su ventana-, y la muerte se nos mete. “Un tren bala, un tren bala...” escucho a lo lejos. Su voz parece dudosa como una sombra; borrosa, imperceptible... pero la percibo yo. El nuevo ritmo lento de las cosas me hace girar la cabeza, y me encuentro de cara con un desaliñado. Él me sonríe. Yo no puedo sino mirarle los dientes podridos. Una voz clara y suya me dice: “Se llama bala porque también mata. ¡No me hagas caso!”. Y se va. Entonces aprieto fuerte los ojos, me llevo las manos al rostro, la luz penetra lo oscuro y regreso, justo a mi sitio, ahí, de espaldas al pasto...
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Por G.O.
Balada después del fin
El viento sobrevino y los pájaros volaron sobre la tierra. Y las nubes lo siguieron y al cielo tapizaron con su forma, y la tierra se llenó de sombra mientras el agua caía. En la Tierra hubo una casa y en la casa un hogar donde el fuego crepitaba. Y también hubo cosecha y hombres que la procuraron. Y los hombres fueron muchos y poblaron los valles y devoraron las montañas; encontraron un hogar y en él prendieron fuego y vivieron de sus manos y aprendieron sus oficios. También, entre ellos, hubo algunos que siguieron a la sombra y provocaron, en todos, discordia por su propia naturaleza. Descubrieron la sangre y también la guerra; amaron el dolor y lo procuraron, descubrieron el placer y, aún más que a sí mismos, lo amaron. Olvidaron la amistad y creyeron que el amor no existía, y la tristeza les ahogó el corazón y ellos desesperaron; y el suelo se llenó de entrañas que los ojos de sus dueños embalsamaron con aguas derramadas y vacías, y los unos y los otros se abrían las ropas y desgarraban sus carnes mutuamente; intentaron drenar así su corazón, extirpándose las almas, mas no lo consiguieron y ellos mismos no hallaron descanso ni en su casa ni en su tierra. Luego, sobrevino el Sol y con él llegamos nosotros, y nosotros no encontramos nada más que ruina; descubrimos que la tierra era yerma y que los cuerpos de sus hombres nos rodeaban, y el rayo iluminó la masa y entre ella brillaba la sangre cristalina y los ojos de esos cuerpos no reflejaban nada. Y nos preguntamos unos a otros, con caras aterrorizadas, no lo que había ocurrido, pues lo descubrimos en sus libros, ¡no!; nos preguntamos si nosotros podríamos llegar a devorarnos intentando llenar nuestro vacío... El cielo está tapizado de nubes, y de los que vinieron con el sol, ninguno queda. Huyeron de la sombra pues no pudieron enfrentarla, y no pudieron enfrentarla porque se estarían enfrentando a sí mismos. Ellos no sabían y por eso huyeron tristes y amedrentados, pues creyeron que en el Sol sólo existía un rayo, mas el rayo mismo iluminaba la verdad, y la verdad ellos no la vieron y pasaron. La tormenta cesó y el viento sobreviene y despeja las nubes a su paso; los pájaros salen de sus nidos y, siguiéndolo, vuelan... nos descubrimos verdaderos; somos libres.
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