Algo para contar

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VOLUMEN·1


ROSSY RUIZ

.de diez años de trabajo con la fundación, Fernanda tomó la decisión de renunciar para crear su propia fundación, en el año 2016 surge la Organización Fresia. A lo largo de su historia hubo vidas que le marcaron el camino a seguir, ver cómo la diferencia de géneros se marcaba en estos sitios de reclusión y en su entorno en general, la impulsó para abrir una escuela de hip hop libre de sexismo: “Atendimos a más de 500 niños y niñas, convirtiéndonos en pilar para otras escuelas”, luego de un breve silencio, continúa, “Las envidias, la falta de comunicación, hizo que me separara del grupo. Así que, empecé a escribir mi disco, Suspiros de victoria, donde hago una catarsis, además me pude presentar en Hip Hop al parque, en un horario de ensueño, para un artista emergente, fue un logro grandísimo”.

EL ARTE Y LOS FEMINISMOS EN USAQUÉN Existe una localidad en Bogotá en la que se encuentra una estación de tren, hoy monumento nacional, con vías férreas por la avenida novena, donde el tren de la sabana cruza de sur a norte y de norte a sur, todos los días en la mañana y en la tarde. A lo lejos el silbato se oye como un susurro grave anunciando que pronto la locomotora y sus vagones lucirán sus colores, línea turística y de carga, junto con las estaciones auxiliares, blancas y con vivos verdes, réplicas de la emblemática Estación de Usaquén desde el año 1926, hoy patrimonio histórico, que le dan a Usaquén parte de su identidad. Usaquén, antes municipio del departamento de Cundinamarca, que con la creación del Distrito Especial de Bogotá el 17 de diciembre de 1954 mediante decreto legislativo número 3640 fue anexado al naciente Distrito igual que Bosa, Suba, Engativá, Usme y Fontibón, en 1972 pasó a ser una de las alcaldías menores del Distrito Especial.

FRESIA es un emprendimiento dirigido a las mujeres, desarrollaron proyectos para las internas del Buen Pastor, abrieron al público una biblioteca en el barrio El Codito, se llama La Cura. Entre el 2018 y 2019 ya empezaron a generar algo de recursos, cuentan con Yuri Corredor y Luz Jerez como aliadas, son mujeres que trabajan por la comunidad. Vendrían etapas decisivas en la vida de Fernanda, “En septiembre de 2018 me convertí en madre, fue algo que cambió mi horizonte”, parece ver su futuro en el silencio que precede un suspiro, “Respecto al presente siento que la pandemia ha sido un despertar de la madre tierra, donde los humanos debemos replantear muchas cosas, porque mientras nosotros destruimos y contaminamos, la naturaleza buscó la manera de regenerarse en poco tiempo realmente”.

En la localidad número uno de Bogotá, o la última quizá, donde la población femenina supera la masculina, visibilizar feminismos no es tarea difícil, los sentires de mujeres que ven en cada día la oportunidad que necesitan. Las luchas feministas por un espacio, por el reconocimiento, por el derecho a ser, se convierten en una forma de vida donde unas trabajan para que las circunstancias sean convenientes para todas. Los procesos sociales que producen cambios positivos en la comunidad, liderados por mujeres donde el principio de igualdad se convierte en una lucha efectiva, le aportan a este territorio rasgos individuales que caracterizan el colectivo, haciendo que sus habitantes se apropien de la historia, reconociendo el territorio como unidad comunitaria, donde los feminismos desempeñan sus capacidades sin roles impuestos. En las historias de las mujeres en Usaquén hallamos tenacidad y liderazgo, ejemplo de productividad, mujeres de todas las edades prevaleciendo en un medio social muy competido, empoderando a su género. El trabajo con la comunidad debe correr por las venas para que su fruto sea el equilibrio social.

Aborda en la conversación asuntos sociales muy vigentes, “El tema de la tecnología en este momento, es lo que nos ha dado la oportunidad de seguir comunicados, aunque el acceso a esta tecnología por parte de la mujer es más restringido, ya que somos las mujeres quienes debemos ceder el espacio a los hijos y no tanto los esposos, la falta de equipos es también el inconveniente, pero también somos las mujeres las que más nos empoderamos para salir adelante con el tema”, y puntualiza: “También la violencia y el machismo en el proceso actual de confinamiento me preocupan, por la fundación nos llegan todas estas historias, donde mujeres de mi comunidad y niños han sido víctimas” Volviendo al futuro, Fernanda enfatiza en su deseo de seguir trabajando para que Fresia continúe y para que su trabajo como artista se conozca mucho más, actualmente escribe sus nuevas canciones.

El hip hop cambiando vidas cada tanto nace o llega, de alguna región de Colombia, una líder que marca la diferencia. Una niña de seis años, desplazada junto a sus padres por la violencia en su tierra natal, Santander, llegó a vivir al barrio Verbenal, estudió en el colegio Agustín Fernández, allí siempre contó con buenos amigos, activa en las presentaciones de danza y música del colegio, con algunas privaciones, ya que sus padres siendo campesinos no tenían muchas oportunidades en la ciudad. Con la capacidad de trabajo que los caracteriza, se abrieron paso en una sociedad clasista para brindarle a su hija una mejor vida.

Soy lo que quise ser. Mafe, nacida en la localidad, vivió toda su infancia, su adolescencia y parte de su madurez en el barrio San Cristóbal Norte en la casa paterna. Su vida transcurrió feliz, recibió siempre el apoyo de sus padres, apasionada por el estudio, terminó su carrera de periodismo deportivo con la esperanza de trabajar como comentarista de futbol en una de las emisoras más importantes del país, en Caracol radio, presentó todas las pruebas que le exigieron, escuchó comentarios como tiene un gran potencial y muchos más por el estilo, de cada una de las personas con las que tuvo que hablar para poder ser aceptada en el puesto. Cuando llegó el momento de saber el resultado de su esfuerzo y persistencia para lograr su meta, se encontró con la discriminación, el director de noticias deportivas de turno, sin tomar en cuenta su alta puntuación, se limitó a decir es mujer, y así parecía terminar su sueño.

Esa niña, Fernanda Blanco, desde pequeña buscando siempre respuestas, a los 14 años se unió a un grupo de amigos del hip hop que conoció en el comedor comunitario en Buena vista segundo sector, crearon el colectivo artístico los MKS. Con ellos aprendió a rapear y formaron la primera escuela de hip hop de la Localidad, que se llamó La Gran Escuela, en el proceso la alcaldía de Bogotá los capacitó y aprendió a formular proyectos. Ya con 16 años, se juntó con cuatro amigas formando el primer grupo de hip hop femenino de la localidad, lo bautizaron Tercera cuadra. “Éramos 5 chicas”, rememora, “nos ganamos muchos premios, hicimos una canción en contra del aborto, por lo tanto, nos llevaban a cantar para campañas, hicimos la música de la película Estrella del Sur, abanderamos el tema institucional”, y agrega: “Aún hablo con ellas, seguimos siendo amigas, Sandra Reyes es artista plástica, Camila Romero baila break dance…”

“Pero eso no me detuvo”, enfatiza ella, “al contrario, me dio la fuerza para seguir, decidí trabajar por mi comunidad, apoyando con lo que sé hacer a las mujeres que, como yo, buscan oportunidades que jamás llegan”, se siente la determinación en sus palabras, un obstáculo no la detendría. Inició su proyecto, creó una fundación de integración comunitaria, a partir de entonces, María Fernanda Sarmiento trabaja de tiempo completo en ella, de este proyecto surge un segundo, con el periodismo en su oxígeno y sabiendo que la mejor forma de dar a conocer, es la divulgación por un medio de comunicación, nace entonces la revista 1 Uno Mujer, con un equipo conformado por Alejandra Vásquez, Eugenia Castaño, María Teresa Rojas y ella misma como directora.

Fernanda sigue hilando sus recuerdos, “Se presentó la oportunidad de trabajar con la fundación AYARA, eso me dio empoderamiento. Trabajar en cárceles de jóvenes hizo que mi mundo se ampliara y entendí que debía hacer más por mi comunidad, ver gente que yo conocía… vecinos, amigos, en la cárcel por robar, comida en muchos casos”, reflexiona con tristeza, mientras la pausa incita más recuerdos Después

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corrientes, de esos feminismos que vemos cada día cuando salimos a la calle y una vecina, que nunca he saludado, pasa por el andén del frente, levanta su mirada por encima del tapabocas y yo hago lo mismo, solo para encontrarnos y sin decir nada sus ojos y los míos lo dicen todo, simplemente nos reconocemos, mujeres de Usaquén, mujeres cuidando, mujeres adaptándonos al momento, mujeres como Fernanda, como Mafe, como Diocelina o como María.

“La revista”, explica Mafe, “tiene como objetivo principal apoyar a las mujeres de la localidad, artistas, activistas en general todas las mujeres que con su trabajo hacen que la comunidad avance, sé que el apoyo es lo más importante, porque sin el apoyo, que yo afortunadamente tuve de mis padres, jamás hubiera llegado a hacer y ser lo que he querido, es por eso que mi compromiso es con aquellas mujeres que lo necesitan”. Mafe se transforma en la mujer más feliz cuando la conversación se encamina al nacimiento de su hija, ella se convierte en su motivo de vida: “Aunque todavía me falta mucho, para sacar adelante a mi hija, porque todavía le falta un tiempito para entrar a la universidad, sé que con la ayuda de Dios todo me va a salir muy bien”. La fuerza en sus palabras, y el optimismo de las mismas, iluminan el momento y prosigue. “Me casé ya bastante crecidita, dejé el matrimonio de último, porque quería hacer muchas cosas antes, estudiar, trabajar, en fin, vivir; para luego dedicarme con más tranquilidad a mi hogar, aunque la verdad es que uno jamás deja de trabajar, y menos con lo que yo hago”. Nuevamente sonríe, mientras yo la escucho atenta en mi mente una afirmación aparece: genial encontrar mujeres que ven lo positivo en todo lo que viven, me encanta.

ROSSY RUIZ

DUBYS ÁLVAREZ PANTOJA

EL TORO NEGRO DIABÓLICO Este cuento lo recibí de mi bisabuelo José. Una tarde de viernes santo, en el potrero de la finca, me dijo: −Mija, ya es hora de irnos, porque oscureció, no sea que aparezca el toro diabólico. En María la baja, Bolívar, cerca de Cartagena, vivía Aniceto, el hombre más rico de la región, poseía muchas tierras, ganado y tenía a muchos jornaleros bajo su cargo. Este hombre no respetaba a nadie con tal de conseguir lo que quería, sin importar cómo obtenerlo. En semana santa la comunidad se dedicaba al rezo y recogimiento, mientras que Aniceto no guardaba ningún respeto por lo religioso, continuaba sus labores como cualquier semana normal.

Yo también sonrío, Mafe continúa su relato, “Gracias a la pandemia, me tocó volver donde mis padres. Como ellos ya son muy grandes… ¿pues adivina quién los tiene que cuidar? Pero yo lo hago con gran amor, lo único fue ¡que me tocó dejar solo a mi esposo! Ojalá todo termine pronto, para poder volver a la normalidad”. María Fernanda tiene como meta futura, más exactamente en cinco años, estar publicando su segundo libro, por ahora simplemente se acomoda a las nuevas circunstancias, sin dejar que el virus se interponga en su camino.

Pasó el lunes santo, martes, miércoles, jueves y el viernes, a eso de las tres de la tarde, don Aniceto andaba en el campo con sus jornaleros trayendo el ganado, tenía centenares de vacas, toros, bueyes y terneros. Todo el ganado estaba apartado, aproximadamente a las cuatro de la tarde vieron súbitamente un toro negro a lo lejos, tenía ojos diabólicos. Don Aniceto dijo:

Mirada inocente “Historia sobre mi niñez”, así comenzó Diocelina Pérez su relato. “Cuando más o menos tenía cinco, o siete años, recuerdo que no había agua ni luz, por aquí habían enormes potreros y mucho monte, parecía que viviéramos en el campo, todo esto era lleno de sembrados, había gallinas, cerdos, ovejas, cabras…cargábamos leña porque cocinábamos en fogón, siendo niños trabajábamos en la cantera, llenando volquetas de piedra y arena, era una vida difícil y triste, porque el trabajo era muy duro para los niños, pero ver lo hermoso de la naturaleza, la quebrada, los animales y correr por el monte, esa parte era hermosa y feliz”.

−Ese toro no me parece conocido, pero aún así me lo llevaré. −Don Aniceto no lo haga, es tarde y es viernes santo, tenemos que regresar, estas horas son sagradas −le respondieron sus peones. −Qué sagradas ni qué nada, hoy es un día común y corriente, ¡tráiganme ese toro! –No don Aniceto, ese toro no es suyo –insistieron asustados sus hombres-, además, nunca lo habíamos visto por acá. −Está bien cobardes, iré yo a traerlo –y subió en su caballo a perseguir al animal. Los jornaleros volvieron a la hacienda a esperar a Don Aniceto, pero anocheció y su patrón no aparecía por ninguna parte. Al día siguiente salieron a buscarlo, no hallaron ni el rastro. Se dice que aquel toro negro con ojos diabólicos, no era más que el demonio, que había venido a saldar cuentas con don Aniceto. En semana santa, específicamente el viernes santo, cuando ya empieza a oscurecer se escucha por los montes a un toro corriendo y a un hombre persiguiéndolo en su caballo. Ese es don Aniceto que anda purgando esa pena por no respetar las cosas sagradas.

Desde que era una niña siempre ha vivido en el sector de Santa Cecilia, una niñez dura, como ella lo expresa, pero hoy sigue ahí, sus padres fueron unos de los fundadores del sector que hoy se llama La Mariposa, es un vecindario que ha visto cómo su territorio se ha ido transformando, personas que construyeron como comunidad lo que hoy sigue siendo su hogar. A sus casi setenta años, aún sigue aportando con sus memorias para que las nuevas generaciones conozcan el lugar donde hoy viven, desde sus inicios, quizá así el olvido no destruya todo aquellopor lo que los de su generación han luchado.

Aquella noche no pude dormir, pensando que don Aniceto andaría por allí persiguiendo al toro negro diabólico. En la Semana mayor me quedo en casa meditando y reflexionando. Tengan cuidado, si se encuentran, de frente, con un toro negro en viernes santo.

Vivir María Tinjacá, hija de Villa Nidia, desde muy chica le gustó trabajar, a los 21 años ingresa a laborar en una empresa grande, como ella misma dice, “allí viví momentos bonitos, tristes y a veces felices”. Durante 35 años luchó por mantener el trabajo, con un solo objetivo: lograr pensionarse, al cumplir los 55 años, en el año 2013 inició el proceso, ¡faltaba tan poco para lograrlo! Pasó el tiempo y el 28 de enero del 2014, recibió la llamada… ya estaba pensionada. Sus días siguientes transcurrieron tranquilos, tomando el merecido descanso, pero al poco tiempo, una pregunta empezó a revelarse en su mente, “¿ahora qué voy a hacer? Lo único que conozco en la vida es trabajar”. Como si una luz pasara por su cerebro, un día despertó con la respuesta: “¡yo, la respuesta soy yo!” María ese día cantaba de la felicidad, comprendió que había llegado el momento de dedicarse a ella, a su familia, a sus nietos, a vivir, comprendió que jamás lo había hecho en toda su vida.

DUBYS ÁLVAREZ PANTOJA

ISMARI ESCALANTE

.BACATÁ

31 de diciembre de 2019, se escuchaban rumores del monstruo que se apoderaría del mundo, pero no es mi problema. Inevitablemente llegó a Bogotá y la misma indiferencia. El lunes por la mañana, primavera soñada, el niño Jiménez estaba en el colegio Gradanila, en su siesta diaria, soñando un mundo mejor, libre de virus. Ineludiblemente lo cubrió el manto de la enfermedad, el invierno de la soledad, y debido a sus bajas defensas provocó un paro respiratorio, proceso del que sus padres fueron testigos por cámaras del colegio. Fue tan rápido que solo quedó decir adiós, como árbol en otoño. ISMARI ESCALANTE

Historias de vida que encarnan feminismos, feminismos comunes y

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MARTHA GONZALEZ

han visto a algún canino de los que se cuelan en el sistema, pero éste con pinta carroñera. Lo cierto es que nadie parece reparar en ella, ni siquiera cuando se detiene en una de las puertas para aprestarse a ingresar en uno de los articulados.

MÁRTIRES Nombre: Bilinea Galaxia: Kilian Hace ya unos 26.000 años: ¡Padre, deseo regresar a la Tierra, para vivir la más bella demostración de amor! Busqué mujer y hombre que me pudieran servir de medio de llegada, para poder experimentar nuevamente en este, el único planeta donde es posible.

Se abren las puertas del bus, se realiza el apretadísimo intercambio de pasajeros y se cierran con vehemencia amenazante tras los últimos que han ingresado. Desde una de las puertas, un hombre alto parece escanear en segundos la composición de aquel batallón de pasajeros, pero desde el primer momento, se ha percatado de la presencia del carroñero que ha ingresado por la otra puerta. “El flecha”, con su acostumbrada caballerosidad y elegancia, se va abriendo paso entre los pasajeros y el laberíntico aroma de mañana citadina, mientras experimenta cierta incomodidad con aquella presencia, pero a la vez piensa que puede llegar a serle útil.

Y el Padre, en medio de tanta sabiduría, me envió al mejor lugar: uno de los sitios más temidos de nuestra metrópolis, por su mala reputación pocos se aventuran a venir aquí. Pero en este sitio tan criticado por muchos, temido por la mayoría, allí en ese lugar de adrenalina pura a cada instante, fue donde conocí el valor de una verdadera familia, la unidad y el amor desinteresado. Llegué a los once, ya no recordaba lo que había pedido al Padre. Pero ahí estaba, atendiendo las mesas de un restaurante, la opción que encontraron mis padres para sobrevivir: comprar este acreditado lugar. En medio de mi inocencia no sabía a dónde había llegado, solo me sentía muy afortunada de poder trabajar y ayudar a mi familia.

Cientos de universos entremezclados: la atractiva mujer del bolso rojo que intenta mantener el equilibrio al lado del acordeón del bus, mientras lee los mensajes de su madre. Los dos estudiantes cerca de una de las puertas que, unidos a través de un par de audífonos, se sumergen en Bohemian Rhapsody hasta el punto de parecerles que, absolutamente todos los pasajeros, disfrutan del crescendo rockero de la canción cuando agitan sus cabezas justo en el momento en el que el bus se ondula bruscamente sobre el cemento rizado. El hombre que, sentado al lado de la mujer embarazada que intenta hacer un tejido, se pierde en su celular tratando de definir el destino de su próximo viaje de aventura, sopesando las posibilidades entre el misterioso Egipto o las selváticas tierras africanas. El par de obreros cuyas sillas han escriturado desde el inicio del recorrido del bus y que una vez que han asegurado sus morrales a su cuerpo como canguros, compensan su madrugada sumergidos en el colmo de un sueño tan profundo, que ni siquiera se interrumpe con el constante y brusco choque entre sus cabezas. Una pareja de adultos mayores cuyas canas no lograron la cesión de, al menos una silla azul, pero él, con su brazo derecho, la protege tiernamente del hacinamiento mientras se asegura al bus con el otro brazo para no sucumbir en el bamboleo, ella se aferra a él por su cintura apretándolo con cariño de vez en cuando, para procurarse los dos un beso, como si fuera siempre el primero de sus vidas. Al tiempo, dos mujeres sentadas un poco distantes de la pareja, los observan de reojo mientras hablan sin pausa sobre sus conflictos emocionales.

Recuerdo afectuosamente a los dos primeros clientes que llegaron el primer día por la mañana, dos muchachos muy bien vestidos, un poco extrovertidos, se veía a simple vista que eran de clase alta. Ordenaron su desayuno, le explicaron a mi madre cómo preparar unos huevos con carne, por cierto, muy deliciosos. Meses más tarde me enteré que venían al lugar a comprar drogas. Mentían a sus padres haciéndoles creer que estaban estudiando, pero realmente era la universidad de la vida, la más difícil opción tomada. Con el pasar de los días conocí seres maravillosos que iban y venían, sobreviviendo en medio de este ambiente tan particular: prostitución, hurto, drogas y muerte. Allí no se conocía el miedo. Esencias puras que vendían sus cuerpos para poder alimentar a sus hijos, los cuales dejaban solos en los inquilinatos la mayor parte del día y de la noche. Antes de ir a descansar, iba y los visitaba un rato, los cargaba en mis brazos, me inspiraban mucha ternura, verlos tan indefensos e inocentes, más que yo, sin saber dónde estábamos. Estas eran las historias que se escuchaban mientras comían: muchachos que se mezclaban con los pasajeros en los buses, para despojarlos de sus pertenencias, y los más atrevidos, lo hacían en el mismo barrio, con los que venían a comprar cobijas o artesanías los miércoles. Personas que tenían que dormir con el cielo como techo y el asfalto como regazo, y su cobija un periódico o, en el mejor de los casos, un cartón. El desfile de mujeres en minifalda, paradas en la calle, unas blancas, otras afro, jóvenes, otras mayores, unas lindas, otras no tan agraciadas. Me decían: “Adiós niña, nos vemos en la noche, que Dios la bendiga y la traiga con bien”.

Docenas de historias más a su alrededor, muchas de ellas desconectadas del lugar gracias a sus dispositivos tecnológicos, pero hacinándose en el mismo habitáculo. Todo esto lo ha visto “El flecha” con la misma velocidad que sugiere su apodo, pero su atención refinadamente selectiva se ocupa de dos seres, uno de ellos, el carroñero que últimamente parece su sombra y quién también ya ha hecho un escaneo similar y además, ha adivinado, por la expresión del rostro de aquél hombre alto, en dónde habrá acción en los próximos instantes.

Allí en ese sitio, temible para muchos, me sentía protegida, respaldada, cuidada. Cuando salía para mi colegio, ese mismo muchacho, que el día anterior bajó de un camión en movimiento su botín me decía: “Yo la acompaño hasta el bus, para que no le pase nada”.

En segundos ya su atención está en el otro ser que acaba de escribir un “Te amo madre” en la pantalla del celular y lo guarda en el vistoso bolso rojo. El aparato no alcanza a tocar el fondo del bolso, sale de allí nuevamente con la misma brevedad con la que sobrevive un silencio en este bus atestado de gente. La mujer en ese lapso recordó adicionar algo al mensaje de su mamá, con torpe prisa sus manos se pierden en el trabalenguas que forman la cantidad de objetos que conviven en su bolso en una constante danza sin forma. Pero el aparato ya no está. Y antes de que su dueña lograra comprender lo sucedido, un grito sale de alguien que se acerca desde una de las puertas: “¡Ladroones, atrápenlos!”, mientras enfunda ceremoniosamente una de sus manos en lo que él considera su amuleto, amablemente se le acerca a ella preguntándole si la han lastimado. Segundos antes, una pequeña e irónica carcajada de desespero se ha escapado de la mujer que ha fallado en el mismo punto de su tejido, gracias al caprichoso serpenteo del bus, mientras acariciacon ternura su vientre para disipar su frustración. Algunos compañeros de viaje, también han sonreído solidariamente con ella, después de que en silen-

También conocí el amor de mujer, al padre de mis hijos, hace ya 32 años. Nueve años en el mismo lugar, nunca lo había visto. Fue amor a primera vista. Dos años después celebramos nuestro matrimonio en La Basílica del Sagrado Corazón, frente al parque de Los mártires, lugar histórico. Como era de esperarse, lleno total en la iglesia, ahí estaban… ¡toda la gran familia acompañándome nuevamente en esta fecha tan especial! Ahora lo entiendo, me veían como a una hija.

NELSON CRUZ EL GUANTE

MARTHA GONZÁLEZ

En medio del alocado ritmo de la hora pico de la mañana, por entre los cientos de transeúntes que invaden el largo túnel de la estación del Transmilenio, camina una hiena con prisa, pero con tranquilidad. A pesar de lo sorprendente, los afanes cotidianos de las personas, llevan a restarle importancia a la situación. Algunos creen que lo conveniente es no reconocer lo que fugazmente acaban de ver, creyendo que su estresante vida los está llevando al delirio. Otros, prefieren pensar que

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cio han seguido su tejido, haciendo fuerza porque lograra avanzar en él. El hombre que está a su lado, contempla las salvajes fotografías que, durante el recorrido, ha recibido de su amigo que, de safari por el África, se esfuerza en convencerlo de que ése es el mejor destino de aventura.

Consiguió un empleo en el molino de su ciudad, allí sus labores eran pesadas, pero cumplía a cabalidad con lo que se le asignaba, hacía su trabajo con amor y dedicación. Era muy gratificante ya que la recompensa a su esfuerzo diario era proveer el sustento para su hogar; además la gran satisfacción que sentía por hacer todo por sí mismo.

Un estruendoso y repentino grito de “¡Ladroones, atrápenlos!” hace que una aguja pinche un dedo, un celular caiga al suelo con la foto abierta de una jirafa, dos cabezas de canguro reboten después de un descalabrante golpe, unos audífonos salten por el aire con la voz de Freddy Mercury gritando “We are the champions”, dos mujeres desengañadas hayan reventado en llanto al coincidir sus angustias con el susto por el alboroto, ignorando ahora sí, a los dos ancianos que, aún de pie, se han fundido en un beso que alcanza a tocar un instante de eternidad. El aventurero se agacha a recoger su dispositivo, mientras ve cómo de un bolso rojo, sale una mano con un guante blanco que se aferra de algo, justo en el mismo momento en el que una nueva foto llega a su celular. Todo ha sucedido en una nueva parada del bus, hay bloqueos en las puertas, señalamientos de sospechosos, gritos insultantes, rostros expectantes, manos que afanosas tocan sus objetos conocidos, dedos que digitan el 123 y la mujer del bolso rojo que acaba de percatarse que también ha desaparecido su billetera y que el hombre amable ya no está, siente asfixia acompañada de una gran angustia hasta que todo se desvanece para ella.

A karima se dedicaba al hogar, mucho más ahora que estaba embarazada, sí embarazada, estaban esperando un hijo, con mucho anhelo e ilusión. Esto lo motivó a continuar trabajando con más determinación que nunca, su gran deseo de superación y su altruismo lo llevaron a ayudar a su comunidad, Samir era un personaje activo en su barrio, siempre estaba atento a las necesidades de los demás. Su corazón y el de su esposa se encontraban temerosos y ansiosos querían saber si su pequeño heredaría la condición de Samir. Llegó el anhelado día del nacimiento de Basim. Basim, qué bello nombre, significa “hombre que sonríe”, lo escogieron porque deseaban que su pequeño siempre estuviera feliz. Un sábado en la tarde empezaron los dolores del parto, A karima se sentía un poco débil, inquieta, de repente empezaron los dolores de parto muy leves luego se fueron incrementando hasta que ya su humanidad no resistió más y partieron al hospital. Después de tres horas de parto, nació sin ningún contratiempo. Le hicieron exámenes rigurosos y gracias a Dios nació sin heredar la condición de su padre. Basim, quién lo diría, sería un chico normal, podría hacer todo sin el esfuerzo extra que tenía que realizar Samir con sus tareas. ¡Qué bendición fue y es Basim!

Unas risas me despiertan de mi siesta, son mis compañeros de la manada que me quieren invitar a buscar comida, el clima está fresco, pero yo ya cené, mi solitaria “cacería” estuvo buena pero extenuante, dormir me hizo bien, me lamo una mano mientras veo a lo lejos a un león durmiendo después de la caza, todo parece normal, pero no logro entender ese raro sueño en el que yo huía de un enorme aparato que contenía decenas de humanos apretados, actuando extraño y gritando.

Basim fue criado en el seno de una familia, con respeto y valores hacia los demás, en donde siempre se le ha brindado bienestar físico, psicológico, emocional y económico lo que hizo posible su ingreso a la Universidad de Aleppo, ahora cursa cuarto semestre de Odontología. Basim no puede estar más agradecido y orgulloso de su padre, así como su padre de él. Ellos son una familia en donde abunda el amor, la solidaridad y el agradecimiento infinito por todas las bendiciones recibidas.

A varios metros del lugar, una lente fotográfica persigue instantes para ser enviados a miles de kilómetros de distancia con el único propósito de convencer a alguien de que este debe ser su próximo destino de aventura, de inmediato, una foto atraviesa el Atlántico para posarse en un dispositivo celular dentro de un rojo bus conmocionado, llevando la imagen de una hiena que lame la única de sus patas que tiene una mancha, como si tuviera en ella un guante blanco. NELSON CRUZ

LUZ MYRIAM BETANCOURT

ELENA GALINDO

LA MUJER DEL ARMARIO

Como de costumbre, tiende la sabana en la cama, arregla mi almohada y extiende las cobijas.

LUZ MYRIAM BETANCOURT

— Mamá… — digo, un momento antes de que salga de la habitación, señalando la pared blanca, donde esas figuras de colores, rostros raros y voces sin eco, aparecieron.

MI FUERZA, MI CONDICIÓN

En Aleppo, Siria, en el hogar conformado por Amira y Basir Assad, nació Samir. Niño precioso, aparentemente sano como todos los niños al nacer. Pero él era diferente, su desarrollo era más lento que el de los demás niños de su edad, al realizarle los exámenes pertinentes su diagnóstico: Síndrome de Down. A pesar de ser esta una alteración genética, aquellos que nacen con la condición probablemente van a tener que enfrentarse a diversas enfermedades. Desde su nacimiento Samir empezaría una lucha por sobresalir, por destacarse, por ser reconocido y tratado de igual a igual en su país, él no quería ser tratado ni de forma especial ni diferente. En Siria, donde el flagelo de la guerra es latente y sus habitantes se encuentran en un naufragio constante abatidos por conflictos internos, es muy poca la investigación que han realizado sobre el tema, por eso quienes padecen esta condición física son considerados enfermos y no son muy populares en su entorno social. Su niñez transcurrió sin muchos altibajos, Samir se fue destacando por su dulzura y deseos de aprender, por su talento para hacerse querer. En su cumpleaños número 22 sus padres hicieron una pequeña reunión para dar la bienvenida a sus nuevos vecinos, allí conoció a Karima, por quien inmediatamente sintió una gran atracción, era diferente lo que sentía por ella, sintió que su corazón era un volcán en erupción, sentía la casa, lo mejor de todo ella le correspondia. Después de varios meses de compartir visitas, charlas, paseos y siendo conscientes de lo que sentían el uno por el otro, decidieron casarse. Hicieron una boda sencilla con sus seres más allegados.

—Eso es la televisión — dice sin emoción—, más bien recuéstese, voy a apagar la luz… hasta mañana. Me quedo en la falsa oscuridad provocada por la luz de la farola de la calle que entra por la ventana, el ruido de la cantina que rebota en el cristal, el viento que alcanza a entrar por las rendijas meciendo la cortina marrón. “Tengo que dormir” me repito, refugiándome en la oscuridad benigna de mis cobijas de algodón, pero pronto el calor me sofoca y tengo que desistir de seguir allí. Me tomo un momento antes de abrir los ojos, siento el aire enfriando la punta de mi nariz. El ruido ha cesado, ya no hay nada más que yo… al menos eso intento creer. Pero en ese instante de tranquilidad comienzo a escuchar esas voces que no logro entender. Susurran, se ríen, callan de repente, regresan… sus voces son como el sonido del roce de una cuchilla sobre un cristal, no lo soporto. Con los ojos cerrados me levanto, y al abrirlos ellos están allí, esas sombras de colores que en ocasiones tienen rostro y en otros no, me miran y sonríen. Acumulando todo el coraje que no tengo, me calzo y salgo hacia la habitación de mamá. Papá está allí, pero al intentar decirles lo que pasa, me lanzan una almohada gritándome que los deje dormir. Desistiendo de la idea derecibir ayuda, regreso a la habitación. Ellos, como siempre, ya no están. Encendería la luz si el interruptor no estuviera tan alto, pero en vez de eso me subo en la cama y corro un poco la cortina en el cielo hay

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una bonita luna redonda y pálida como una canica. “Puedes ayudarme”, pienso. La luz es tan bonita que logra calmar mi miedo. Cierro la cortina y me recuesto. La luz de la luna pasa por la cortina mal acomodada, haciendo brillar la esquina del armario y mientras intento quedarme dormida comienzo a pensar en los fines de semana, donde paseo con mis padres, comemos helado, mi papá me toma muchas fotografías con su cámara de bolsillo, y creo que sería genial si pudiera ser así siempre… pero no es así. En ese momento comienzo a sentir un extraño dolor en el estómago, como si tuviera mucha hambre. Pero no tengo nada para comer, y ni modo de pedirle ayuda a mamá…

completamente de mí. “Por Dios, mi preciosa, eso sí que no… debo mantenerme valerosa, guerrera, audaz”. Pero qué audaz es una persona que se mantiene 8 días de pie esperando ser atendida por el Secretario General de la Secretaría de Educación, ya tengo pena con mis compañeros profesores que entran y salen de esta secretaría y me ven aquí como una indigente. Dioooooossssss, me estoy sintiendo terriblemente mal… Dios dame resistencia para lograr mi objetivo que es mi nombramiento. ¿Pero los compañeros que han nombrado, será que les tocó pasar por todo esto tan bochornoso? Dios, ilumíname con tu luz, amor y sabiduría, dime qué debo hacer ahora. Oro a mi Dios, gracias Dios, porque tú estás conmigo y así es.

Desde el brillo en el armario aparece una mujer con un saco y falda formal de color crema, se acerca con una charola. Me levanto, aunque no puedo ver su rostro con claridad, siento que sonríe. La mujer coloca la charola sobre mis piernas y en ella hay un plato con sopa, comienzo a comer. Aunque es espesa como la crema de champiñones de mamá, está no tiene ningún sabor, pero de algún modo me hace sentir mejor. Al terminar la mujer acaricia mi cabello, toma la charola y desaparece frente al armario.

Ensayaré mentalmente lo que diré al secretario cuando esté frente a él en la entrevista: “Doctor, le quiero agradecer que mire bien mis documentos que prueban que soy una maestra que llena todos los requisitos para mi nombramiento como docente de Artes” Nooo, ¿pero?, ¿qué me quiso decir con eso de que le hiciera una propuesta si él ya sabe todo esto que le estoy diciendo? ¿O le escribo una nota y se la paso a su secretaria cuando salga para que se la entregue a él? Bien, entonces dice así: “Señor secretario, en la conversación telefónica que sostuvimos me citó aquí y aquí estoy; le cuento que la próxima semana iré a Chiquinquirá, de donde es usted oriundo, a dictar un taller de Bambuco y Torbellino en el Festival del 17 de diciembre, por 5 días, y ya no puedo volver aquí; esa es la causa de mi urgencia de hablar pronto con usted de mi nombramiento” ¡Ay, estoy de suerte, allí viene la secretaria, ya tengo la nota lista! —Buena tarde, Dianita, por favor le puede entregar esta nota al Señor secretario, gracias.

Al otro día les cuento a mis padres lo que vi, pero ellos, aunque me escuchan, no dicen más que es por culpa de la televisión y que mejor me ocupe de aprender a leer y escribir, porque eso es lo realmente importante. Entonces con mi estómago vacío de emoción, decido cada noche golpear la puerta del armario con la esperanza de que la mujer un día salga de allí y tal vez pueda llevarme con ella. ELENA GALINDO

MARÍA TERESA HERRÁN

Recibe la nota con gesto despectivo, y ya no sé si se la entregará. ¡Oh, no! No había notado que ya se oscureció, con razón la recibió de mal modo, porque ya está de salida y hay mucho frío y silencio, estoy agotada.

VIACRUCIS AL NOMBRAMIENTO

Diosito estoy muy cansada de estar aquí de pie, ayúdame a mantenerme positiva, sin desfallecer, en mi propósito de luchar por un trabajo y sueldo digno, pues es para lo que me he esforzado tanto, estudiando de noche y trabajando de día en dos colegios, de mañana y de tarde y estoy entregando mi vida en estos esfuerzos sostenidos, en vez de llevar una vida cotidiana llena de ignorancias esperando que me llegue la muerte de vieja y de forma natural.

Dios, tengo angustia por el escaso tiempo que me queda de hoy, pues yo esperaba salir ya con mi nombramiento en mano e irme feliz a dictar mis talleres de danza. Diosito, ablanda el corazón de estas personas. O dame otra opción… porque esto ya me huele a podrido, estoy por desfallecer, siento mis piernas infladas como troncos y no las puedo mover, estoy como sembrada aquí, me duele todo mi cuerpo por el cansancio acumulado. Siento compasión por mí misma, me digo: “Yo no soy el cuerpo, yo no soy la mente… soy un ser maravilloso como todos los demás seres de la naturaleza, pues aquí me convierto en árbol, inmóvil, imponente, espléndido, hasta cuando me pueda volver a mover” ¿Sería que perdí todo este tiempo aquí? Otra vez me hablo: “No, no perderé la fe porque ya tengo un buen tramo recorrido de mi carrera como docente”.

Bueno, al menos eso fue lo que aprendí en el sindicato, cuando estaba más jovencita y cantaba las arengas con el megáfono en las marchas de los paros de los trabajadores… En este pasillo interminable, largo, circular, sólo se ven puertas a ambos lados que casi ni se notan porque están pintadas del mismo color beige de las paredes y los pisos. Avanzo y avanzo y pareciera que no avanzo, me siento entre un túnel, por fin llego a una puerta frente a mí, es la entrada al lobby de la Secretaría General de Educación. En mi reloj son la 8:45, todos ya están en sus puestos de trabajo. No puedo creer que ya hoy es viernes y completo 8 días de estar aquí parada… También estoy de mal genio porque me siento avasallada, discriminada, viendo que me pueden dejar sentar allá en esa única silla que estoy viendo desde aquí, donde me senté el primer día de esta semana; cuando el secretario general me dio su tarjeta y me dijo que lo llamara esa misma tarde. Cuando lo llamé por teléfono se mostró muy amable y me dijo que le hiciera una propuesta, yo le dije que claro, que tengo mi propuesta hecha porque estoy en la lista de elegibles y soy la número 7 del listado de más de 300 profesores. Dijo que viniera y lo esperara que en cualquier momento me atendía… y espero y espero, atiende a las personas que llegan y yo sigo esperando…

¿Qué debo hacer, Dios, ¿qué debo hacer? Hoy es el último día que estoy aquí, “anímate mi cielito, ya falta poco y mañana será otro día” Llega el guarda de seguridad, pasando revista, me dice: —¿La profesora qué hace aquí? Si el secretario ya salió por la puerta de atrás que da al parqueadero. ¡Quedo impactada! Si no fuera por el dolor de mis piernas habría salido corriendo, a alcanzarlo en el parqueadero… Dios, estoy a punto de llorar. Me estoy tragando mis lágrimas, ya no las puedo aguantar más y bañan mi cara si-len-cio-sa-men-te, estoicamente, largamente lloro, porque no puedo gritar ahí de pie, reclamando lo que es mío, lo que me pertenece por derecho natural, por mi trabajo. Pasa la cadelera de la localidad donde trabajo, que ya me conocía personalmente y también la calidad de mi trabajo. Es una mujer ya bastante madura, se me acerca y me habla bajito poniendo una tarjeta en mi mano: “Preséntate al concurso, que ya lo tienes ganado” MARÍA TERESA HERRÁN

Ya están entrando de nuevo pues ya son las 2:00 p.m. Y yo sin pasar ni un sorbo de agua, suplicando que me atienda… Dios, todo sea por mi nombramiento como docente, si ya tengo más de 10 años de experiencia y práctica como maestra interina y me lo tengo más que ¿bien merecido, ¿o no? ¿Será que no estoy lo suficientemente preparada? O qué es lo que me falta para llegar a la meta de mi nombramiento? Ay nooo, me estoy sintiendo desvalida, con baja autoestima y dudando

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DE VALOYS...BRUJAS

la realidad los trastornó. Ese día afiló el hacha por última vez, la tomó con toda la ira acumulada, en sus brazos se veían las venas azules, brotadas como si en verdad fuera de sangre azul, estaban a reventar, los ojos los tenía sin expresión, no quería ni podía ver la realidad en la que estaba, ni sus padres lo habrían reconocido. Ella lo esperaba en su trono, extendió la mano como si fuera suficiente, como si fuera un escudo, fue su única defensa y él con tanta fuerza descargó el hacha, que su mano salió volando, el hacha alcanzó su corazón. Él se arrodilló, como suplicando perdón, o quizá descansó de ese delirio en el que se encontraba.

El desenfrenado réquiem de los sigilios, grafías sobre las kameas mudables acomodan la magia de esta suerte sus esencias: son en cada paraje la conflagración en el anteayer, o él hoy escarchado, lo que nos desata enseguida, nos embrujan expirados en un país de légamo, sin lingotes, de cuadrados planetarios y memorándums de mirilla adivinar de nosotros rumbos velados en pirámides de escabrosos laberintos. Turba de planetas céfiras barajar las esferas del “Árbol de la Vida”, hacer rostro en torcidos, mágicos e invisibles, en monótonas runas en la cazuela, y esta estación de otoño, nos sobrevuela en fogonazos, el cepillo al rayar el alba desmentida y lastimada, cada abrir y cerrar de ojos, aparecen titilantes brujas sus envites, y sus talismanes, es fruición o concupiscencia de las hechiceras, como juramentos de añagaza, como el armario de ojales de bermejo, languidecer, decaer embriagados con brebajes de ginebra, un desaliento, quizás efervescencia, rasgando los espectros, fallecer en jaranas, de enebro, frutas y regaliz, sangre fría enredadora e incrédula, rutina, rehusamos ser una fracción del vacío, de espirales de ginebra embebernos como viajeros psicodélicos.

Después se supo que él vivió perdido en la alucinación, en esas dos familias ya nunca más se escucharon esa clase de cuentos.

GABRIELA LEÓN

EL DÍA EN QUE LA PERDÍ

Vacía la noche, tormentoso agosto, de un año que no quiere acabar. Me desperté con el sonido de mi teléfono, era requerido con urgencia en el callejón que tanto le aterraba; recordé que lo evitaba siempre que salíamos y los presentimientos que me contaba, nunca le creí, me parecía que exageraba, ignoraba sus teorías por su síndrome de persecución y su paranoia literaria. Llegué al lugar y no pude evitar voltear a mirar su casa, tenía tantas ganas de saludarla… pero el trabajo me necesitaba.

A ce por be, burlarse aquellos videntes tratar a zapatazos, concluir la lanzada, las brujas lían marionetas, sus enclaves difusos en sus mentes y lo que no faltaremos, restituirnos en la pérfida covacha acústica, decrépito suelo, patria de las franjas desteñidas, cómo denigren los lunares en los sentidos, cómo nos inadvierten se marchan como en ellas cesamos, la precursora suerte ¡Fábula desatenta! va a lo velado o va al enmudecer entintada y zodiacal, retrasada, hojear si deslumbran efigies de ” La Rosa de Jericó”.

Lo primero que pude ver fueron unos tacones rojos, muy parecidos a los que se ponía, le quedaban tan lindos. Una voz gruesa me sacó de mi mente, era el hombre que descubrió el cuerpo, estaba muy afectado, sus ojos mostraban restos de lágrimas, hizo una débil descripción de la mujer, (mientras hablaba no podía evitar pensar en ella, era como si me estuviese hablando de ella, pero ella se había ido de acá, no tenía sentido que fuera ella, no podía ser ella) Me acerqué al cuerpo, por fin, me encontré con lo que menos quería: era ella, esos ojos que eran del color de sus golpes ya no pedían que te perdieras en ellos, su piel morena ahora era de una medusa mostrando cada vena de su cuerpo, tenía en su frente una galaxia sin un lunar en ella, una cicatriz cercana a su corazón hacía creer que fue un crimen de pasión y en su boca tenía una marca poco usual, pero no era lo único raro.

El asombrarse elude, y la cúspide discontinua está a medio punto, aniquilación recorrer los pasillos puntiagudos del símbolo planetario de Júpiter, de la ségora de Chesed es a un tiempo ascender a lo agudo, erguirse ya no es la brújula, brújula es el deber ensoñado, la brújula que no confirma el tiempo, como aquella desigual accidentada del cuadrado de Venus rogando amor, en el foco de la penumbra, mueve abrasada, el farol del Persiles y la de entre ambas luces apagadas, el farol visible de veranillo, las brujas de

— Mira su cuerpo, le falta algo — me dijo el forense. — Claro, el corazón — pensé yo.

los amaneceres de alquitrán usurpan las pintadas esperanzas de tu espectro, este grabar musical entre bastidores, el chamán cual juglar inventa al consultante; sí apresura en el detenerse irreal es de nosotros fin, el detenerse irreal es de nosotros renacimiento, es una alborada concurrida en los vergeles del periódico crepuscular, con el pincerna de la arboleda encaminando, triunfa el néctar enfriado: la brújula del apresurar es omitir, fracasado por el gorjear en manecillas, encarcelarse en la tumba del péndulo espiritual, cuando no capture más lugar en el averno los interfectos divagaran sobre el céfiro.

HILDA BARROSO

HILDA BARROSO

Pero no era así, volví a mirar su boca, tenía una mano marcada con sangre y ninguna en su cuerpo, quien lo hizo tal vez usó la mano de ella y por ahí tenía que comenzar la investigación. Por los cortes en las muñecas las manos fueron quitadas antemortem. Parece que no era un principiante, tenía técnica. ¿Qué intención tenía para hacerlo? ¿Nos quería enviar un mensaje? Por la marca en su boca supuse que la quería callar, la cicatriz en su pecho era… ¿algo relacionado con el amor? No, no tenía sentido, ¿y el móvil? ¿Estoy buscando a un spree killer o a un asesino en serie? ¿Crimen pasional o ella tenía que ver con algo más? ¿Busco a un médico por los cortes o a un policía por el procedimiento? No puedo más, ella no debía morir, no debía pasar.

DE VALOYS

LA COLECCIÓN

A ella, la madre le contaba cuentos de princesa, así la dormía, por eso aprendió a ser una princesa con finales de “vivieron felices para siempre”; él, con cuentos de superhéroes aprendió a ser un “superhéroe”. Pasado un tiempo, se encontraron los dos, eran como el lápiz para el borrador, el día para la luz, la princesa para el superhéroe (algo así sucedía). Fue así como se casaron, ahí comenzó el otro cuento, “para siempre hasta que la” …etc. etc. Él empezó hacer una colección de hachas (justo después de que se casaron), qué paranoica la colección, y fueron pasando los años. A ella la realidad la empezó a envolver en delirios al ver que nunca encontró su príncipe. El superhéroe, porque en la realidad no tienen superpoderes, se creyó el cuento bien contado, lo mismo le pasó a su madre, y a la madre de su madre, ella no era una princesa, él no era un superhéroe;

La pista que creíamos haber hallado era un callejón sin salida, tuve que volver a la escena del crimen y lo vi, pude verlo, no hay señal de lucha, eso significa que ella lo conocía y muy bien según su labial corrido y que la haya dejado aquí, en un lugar que la aterraba. Ella debió sentirse triste y sola, era una noche amarga, llamó a alguien para desahogarse, salieron a caminar, él la llevó al callejón, empezaron a discutir, ella no dejaba de hablar y él quería que parara, por eso la huella de mano en la boca. Ella intentó escribirle a alguien, fue cuando la tumbó y le quitó las manos, cuando ya la tenía así, tuvo que matarla, no soportaba ver su dolor. Puñalada en el pecho... Por lo menos ya tengo un caso, faltan los sospechosos. GABRIELA LEÓN

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MIRYAM FONSECA

LOS MILAGROS MICROSCÓPICOS QUE TRANSFORMAN EL MUNDO

do duramente a la población más vulnerable en sus derechos fundamentales.

Un maravilloso deleite en el recorrido de los milagros de un ser viviente invisible que nace, crece, se reproduce y muere dejando una huella imborrable y trasformando al mundo. Sobreviven los más fuertes como en la selección natural. Dependiendo la visión de la vida, en el año 2020 (visión perfecta), se ven milagros o destrucción, de acuerdo con la formación y el nivel de resiliencia, haciendo un análisis crítico de nuestras condiciones socioeconómicas, éticas y ambientales de forma mística, religiosa e integral.

La idea de los héroes que salvarán al mundo, los médicos/as, debe ser más realista e incluir a otras profesiones de la salud sin las cuales los médicos/as poco harían. Desde Servicios generales hasta gerentes de hospitales, pasando por servicios de alimentos, laboratoristas, profesionales de apoyo diagnóstico, etc.; seres humanos que, tras años de anonimato, ahora son vistos como nuestra “primera línea de defensa”, carne de cañón, enviados muchas veces a enfrentar al diminuto enemigo sin suficientes medidas de protección. Históricamente los trabajadores de la salud han enfrentado toda clase de epidemias, pandemias y otros factores que dañan su propia salud y la de sus familias. Deben ser protegidos siempre.

La congestión vehicular, las multitudes, es sabido que cado uno necesita mínimo un metro cúbico de aire para vivir (antes no se respetaba ese mínimo vital), la disputa por un lugar en el parque, el teatro, escenarios deportivos, en el transporte aéreo; todo esto debemos manejar ahora de otra forma. Pero la inseguridad alimentaria se agudiza en medio de la pandemia… quien tiene más puede hacer más y el menos afortunado no puede aspirar a lo mismo.

Se han implementado, o intentado implementar, decretos, resoluciones, normas, leyes, acuerdos… cartas sacadas de la manga para combatir al minúsculo peligro que hace temblar al mundo. Se desempolvó el SNGRD-Sistema Nacional General de Riesgos y Desastres, para estandarizar las ayudas humanitarias en el contexto nacional, entonces lo programado y planeado se margina para realizar las evaluaciones en emergencias en todos los niveles en las valoraciones de seguridad y evaluaciones de daños y análisis de necesidades-EDAN. Pero, insisto, estas medidas deben ser permanentes porque el verdadero milagro es que sí se puede lograr.

En medio del caos actual la salud es, y siempre ha sido, la cenicienta. Poco se hablaba de ella, solo se reportaban los niveles de mortalidad por violencia a nivel mundial, eran más importantes los indicadores económicos, la bolsa de valores, el chisme y la farándula. Este sacudón mundial muestra una realidad que debe permanecer: la importancia social de las profesiones y oficios de la salud. Los trabajadores de la salud, antes relegados, ahora sí son reconocidos por salvar vidas, promocionar la salud y prevenir la enfermedad. Sin embargo, siguen recibiendo salarios paupérrimos, contratación tercerizada y pocas o nulas oportunidades en los tan anhelados puestos de planta. Muchos trabajan en dos o más empleos para tener un salario digno. Ahora no son los desconocidos profesionales sino los héroes que nos salvarán del enemigo oculto, los sacamos del baúl de los recuerdos y descubrimos que siempre han estado ahí, trabajando en silencio en busca de nuestro bienestar.

El artículo 366 de nuestra Constitución Política consagra el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población como finalidades sociales del estado, el artículo 6 de la ley 1523 del 2012 define como objetivo general del SNGRD ofrecer protección a la población en todo el territorio nacional, bienestar, calidad de vida y promover el desarrollo sostenible. El numeral 8 del artículo 3 de la ley 1523 del 2012 define el término emergencia como “situación caracterizada por la alteración o interrupción intensa y grave de las condiciones normales de funcionamiento u operación de una comunidad, causada por un evento adverso o por la inminencia del mismo, que obliga a una reacción inmediata y que requieren la respuesta inmediata de las instituciones del estado de los medios de comunicación y la comunidad en general”. El numeral 12 del artículo 3 de la ley 1523 del 2012 define el principio de coordinación como “la actuación integrada de servicios tanto estatales como privados y comunitarios especializados y diferenciados, cuyas funciones tiene objetivos comunes para la armonía del ejercicio de las funciones y el logro de los fines o cometido del SNGRD”. Esas y más normas posibilitan alianzas estratégicas que deben ser permanentes en nuestra nación, así el esfuerzo de Estado y Sociedad por brindar bienestar y calidad de vida sería normal y duradero y no solo un milagro fugaz de la pandemia.

El milagro es evidente en el sistema de salud: solidaridad, tranquilidad, ahora se puede salir sin multitudes, circulamos mejor en la ciudad, usamos mejor el transporte público, disminuyó la contaminación visual y auditiva, nadie te empuja ni invade tu espacio vital, se promueve la salud previniendo la enfermedad, luchamos por nuestro bienestar con adecuadas prácticas y estilos de vida saludables, aumentando nuestras defensas. Todo para combatir al microscópico enemigo que ataca sin discriminar. En Bogotá, ante la directiva gubernamental de “¡quédate en casa!” miles y miles reflexionaron: ¡¿cuál casa?!, si tenemos habitantes de calle que adornan los suburbios de esta metrópolis. Es inaplazable, aun en medio del desastre, erradicar la carencia de techo, así con coherencia el presidente podrá decir “quédate en casa”. Raudamente todo cambió, este ser, tan pequeño que es invisible al ojo humano, logró lo que en la humanidad no habían logrado guerras, masacres, dictaduras, credos, etc.: priorizar lo verdaderamente importante, poner cada cosa en su lugar. En Colombia este microorganismo implantó también la nueva realidad mundial, como un sol naciente nos llevó a definir una escala de valores.

En medio de la tragedia social la familia, la célula básica de la sociedad, hoy se reencuentra para analizar de qué estamos hechos y cómo enfrentar al enemigo oculto revelado ante nuestra mirada atónita. La familia es el primer y maravilloso milagro. Como los tiempos de Dios son perfectos, disfrutamos del verdadero paraíso en la tierra, o el infierno según la visión de cada individuo y cómo ha construido o destruido su vida.

El 12 marzo de 2020 el Ministerio de salud y protección social, mediante Resolución 385 declaró la emergencia sanitaria ante el COVID-19, el 30 de mayo adoptó medidas sanitarias para prevenir y controlar su propagación y mitigar sus efectos. Medidas que no deberían ser ¡de emergencia!, sino permanentes, pues esta emergencia la viven a diario millones de colombianos desde siempre.

La educación vuelve al vientre de la familia, otro milagro imprescindible para una sociedad sana física y mentalmente. En la calidez del hogar se prenden las primeras letras y ahora los hijos siguen aprendiendo con sus padres como un universo de conocimientos. Incluso en los primeros pasos universitarios, cuando más requieren de un verdadero acompañamiento familiar. La familia, la primera escuela como siempre ha sido, nunca debió perderse ese destello de luz.

El presidente de Colombia, con el decreto 417 de 2020, declaró el estado de emergencia social y ecológica en toda la nación, para enfrentar los detonantes, en términos de los determinantes de la salud, que pueden deteriorar la calidad de vida como los problemas de seguridad alimentaria, vivienda, vestido, seguridad, movilidad, medio ambiente, educación y trabajo. Ante la crítica situación, el 20 de marzo ordena aislamiento obligatorio desde el 24 de marzo al 13 de abril, esto desestabiliza nuestro equilibrio económico, social y ambiental, afectan-

El hogar, palabra que proviene de hoguera, es el que acoge, brinda tibieza y construye los valores imprescindibles para sobrevivir, antes y después del virus que nos ataca y de acuerdo con la teoría de Darwin “sobrevivirán los más fuertes”, fuertes de espíritu y de corazón la verda-

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dera base de las potencias mundiales en las cuales predomina lo intangible que con la premisa universal EL AMOR, que hasta mueve montañas…

PASAJE EXTRAVIADO El tren hizo escala en la estación de san Antonio para cambiar un repuesto, mientras una pasajera de tez blanca cruzó frente a mí y con naturalidad intrigante me saludó. Yo no era hombre de tal confianza, pero entre palabra y palabra el tren comenzó a avanzar, así como nuestra charla. Abruptamente ella decide bajarse en la siguiente parada de Usaquén. Así que para despedirse me abrazó y bajó del vagón. Yo quedé absorto, camino a la estación de la sabana el revisor me pide el tiquete y qué sorpresa me han dado… bienvenido a la tenaz sudamericana.

En el pánico inicial, un destello de humanidad y claridad nos llevó a vivir un espejismo en las necesidades básicas insatisfechas: que se convertirían en satisfechas, que ya nadie tendría hambre, todos tendríamos un techo subsidiado por el gobierno o por un familiar que descubrió que el dinero produce más distribuido en los corazones de los necesitados. Apenas pasó el susto se desvaneció el milagro. En salud pública encontramos ricos pobres y pobres ricos, segundo maravilloso milagro, encontramos en la verdadera generosidad y la bondad el camino a la salvación. Sentimos así alivio en medio de tanta incertidumbre, disparando a la diana sin saber si se da en el blanco y el disparo no punteó por haber protegido a quien, en teoría, no tiene y se dedica a desperdiciar y despilfarrar, invisibilizando a quien, en teoría, tiene y en realidad le faltó todo y no se encuentra en las manipuladas estadísticas. La pandemia nos presenta, como una película de terror, la vulnerabilidad que alcanza a todos.

MANJAR CELESTIAL Yo era un devoto consagrado, pero la pena conmutada era de 1095. Esa mañana fría me dispuse con el corazón a cumplirlos sin importar qué obstáculos se interpusieran en mi camino. La neblina se desvanecía como cataratas por la espesa arboleda. Mucho tiempo después quedándome el último sacrificio miré hacia las puertas cerradas del santuario de Monserrate, lugar donde terminaba la pena física. Giré mi mirada y el señor caído iba bajando en funicular hacia el centro de la ciudad, giré a la derecha y, olvidando mi promesa, decidí caer en tentación nuevamente, probando ese manjar de cuajada y melado.

El medio ambiente se convirtió en ¡milagro! ambiente completo. Ahora estamos más cerca de despertar con el deleite, el suave canto de las aves cuando descansan de jugar entre los árboles, impulsados por los vientos de paz y tranquilidad que se respiran. Sin embargo, con el frágil sistema de salud todos somos portadores hasta que se demuestre lo contrario, resulta mejor en la vida social desconfiar de todo y de todos para salvaguardas la salud física y “mental”. La incertidumbre cobra vidas poco a poco, hoy más que nunca no se puede planear si mañana se podrá respirar. Respirar oxigena las ideas y deja ver soluciones en el gran caos sin principio ni final.

CRISTIAN ALFONSO

MICHAEL SÁNCHEZ

LOS MÁRTIRES

50 años de combate aún no bastan para entender la palabra humanidad, hoy las sectas del No pensar han tomado las ramas del poder político, económico y las vidas de la humanidad que han sobrevivido a las balas de esta guerra que inició con hambre.

El milagro más hermoso, la paz y el amor en su esplendor. Esta generación será afortunada porque se consolidó en medio de la restricción y dificultades. Las dificultades serán su gran fortaleza en el futuro, así como el haber logrado optimizar los recursos sociales, económicos, ambientales, culturales, éticos, religiosos y morales. Pasada la emergencia es preciso replantearnos nuestra dinámica social, que sea más incluyente y equilibrada, que no existan estratos sociales, ni puntajes de vulnerabilidad, porque la pandemia nos mostró que todos somos igualmente vulnerables. Si toda la vida hemos estado en emergencia, es de vital importancia que no sean solo medidas de emergencia sanitaria por causa del COVID-19 sino medidas permanentes que involucren al gobierno, estado, empresas y comunidades para garantizar el bienestar de todos.

Desde el comienzo de la Revolución de las Rosas se desató un conflicto bélico que ni el tío Stan, ni el oso Misha han podido detener. Diferentes sectas, partidos, minorías y obreros se juntaron para pelear por una falsa realidad que nos aniquilara por la acumulación de poder en las manos de una verdad absoluta. La revolución nació en los países iberoamericanos y se expandió rápidamente por todo el mundo Asia, África, Europa y Georgia, pusieron vidas y muertos como desde 1941 no se veía. Las sectas pudieron controlar y derrotar la democracia, el comunismo y las reservas suizas. El mundo se dividió en dos bandos; en el bando perdedor “los intelectuales o pensadores” defendiendo a capa y espada los valores del libre pensamiento, de la educación y la descentralización de los poderes políticos y económicos que estaban captados por uno pocos. El no pensar defendía el renacimiento de una humanidad dañada que cargaba el hambre y la sobrepoblación, querían quemar la actualidad y construir una nueva sociedad, donde la mujer y el hombre serán nombrados con números, las calles serían transformadas en centros de control y orden, en vez de ser la madriguera de los ebrios y vagabundos salvajes. En sus múltiples manifiestos publicados aclamaban la censura en los libros, temas como el homicidio, las drogas, el sexo y el vino barato tenían que ser eliminadas de las bibliotecas y ser registrados en “los libros de orden”, los líderes y lideresas de la revolución exigían que los juzgados no deberían ser las cuevas de ratas y bestias, tenían que ser la morgue para el desorden. La aniquilación del desorden era el resurgimiento.

Quizás la misión de este milagro microscópico fue llegar al mundo a sacar el potencial de cada individuo del ciclo vital, dejando huellas imborrables, en algunos con mayor letalidad. Hoy, la tierra no gira alrededor del sol, es el mundo en torno al migrante mundial. Es evidente que, como siempre, las clases populares sufren más agresivamente los efectos en la salud, la economía y el medioambiente. Buscando la chispa de la vida se puede encontrar la chispa de la muerte. MIRYAM FONSECA

CRISTIAN ALFONSO TARDE DE ABRIL

Hoy, tanques, militares y viudas ingresaron a las principales plazas de las ciudades para celebrar el triunfo de su fuerza, son en estas plazas donde los voceros de las sectas del No pensar rebautizaron su nombre a complacencia, la historia de sus ladrillos ha llegado a su fin, las tradiciones serán modificada al interés de un autor maquiavélico que gobierna detrás de una mentira.

La ciudad estaba destruida… su arquitectura colonial ardía mientras el cielo enrojecido presagiaba la tragedia. La muchedumbre avanzaba, arrastrando el cuerpo del verdugo que a pocos metros sobre la avenida Jiménez había provocado la ira de un pueblo adormecido. Apostados sobre los cielorrasos los soldados disparaban hacia la muchedumbre, evitando que la tragedia aumentara, pero en la ciudad ya había motines y barricadas, mientras los tranvías eran incinerados esperando que la revolución iniciara. Sin embargo, en palacio, los jefes accedían sumisos a la voz melodiosa del letargo. Esa será la imagen evocadora de una nación en un sueño.

Los periodistas, la radio, la danza, el teatro y el circo pararán sus máquinas de libertad y reencuentro de fines de semana para rendirle pleitesía a un partido que carga su logo del No pensar y para ser borregos de una nación.

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“Europa, Asia, América, Oceanía se convertirán en un olvido de fronteras innecesarias a los ojos de la esclavitud y la ceguera”, así fue anunciado por el líder del partido en su fiel pasión, así mismo la bolsa de New York y el banco central inglés se han declarado en bancarrota. El dólar, el peso, la libra esterlina, el rubro serán desvalorizados por la oferta del hambre y la demanda de gastritis y anemia.

letras. El mundo nos necesita y es la hora de actuar. En la máquina de escribir que está en su escritorio encontrará unos boletos de avión para su esposa, su hijo y usted. Recién abierta esta carta olvidé su pasado y tomé el avión para tener un segundo aliento más para escribir. Atte. Alguien que olvidó pensar.

La humanidad ha escogido a un tirano vestido de oveja para gobernarlos, un hombre que a sangre y balas ha sobresalido en una sociedad obsesionada por la demencia; que afirma una amnistía para los que luchan contra ellos, pero aún no se tienen las garantías para creerle a sus fusiles. La rebeldía hoy se viste de traje para gobernar a la tiranía. Pero aquí estamos y aquí seguimos en el trapecio de este circo de balas que no nos callará, la prensa y los pocos intelectuales firmaron la guerra para ser una nación libre, donde no se puede detener la evolución de la humanidad, de la cultura y las nuevas generaciones.

MICHAEL SÁNCHEZ

DANNA RUIZ

1. A través del brillo de aquel sueño en el que por fin ella era libre, el despertar inevitable de la melancolía, trajo consigo las lágrimas que llenaban el mar de su inconsciencia hacia la apariencia lúgubre del reflejo de su alma, aquella hosca fantasía retumbó en su mente por tiempos milenarios para encontrar en ello la imagen del miedo que completaba su existencia.

El problema de este triunfo radica en que la balanza de la sociedad ha colapsado, la palabra oposición ha sido natural y necesaria para los nuevos retos y la renovación. La complejidad de tener a un oponente o un acertijo es lo que nos ha formado como humanidad y hoy ese sentimiento natural se ha roto para albergar al No pensar.

2. Glossina Mosca La cepa que absorbiste cuando afloró la vida, abismo de la enfermedad del sueño que asedió, vasta parálisis, veneno de la conformidad, y en el alba de la sangre que comulgaste nació la epidemia de la yerba, y con sus mil agujas hostigó el espíritu que bajo la marca de la belleza resistió

Pero ¿Qué le espera a la humanidad cuando se encierre en una idea y detenga su desarrollo para acaparar un mundo perfecto en el partido?

3. La eterna melancolía roza con la primavera y en el aroma que brota se asoma la savia marchita, lucha inagotable, pidiendo al creador una absolución al dolor, fruto de la impiedad del ser que le dio vida

Para la columna de la vieja prensa L. Daniel Guillén Terminada de escribir mi columna, como era habitual para el medio en el que trabajaba, salí de la oficina con el miedo de ser asesinado por algún fanático enloquecido por las ideas de mi oponente. Desde que conocí el poder del periodismo me dediqué a investigar y dudar sobre la actualidad política, pero eso también me alejó de mi ser humano e hizo del miedo mi principal aliado. Caminé por las calles solitarias buscando alguna panadería para tomar algo caliente y salir rumbo a mi casa. Me fijaba en cada persona y en quién me podría estar siguiendo, quién podría sacar un 38mm y dar fin a mi escritura y pensar. Mi retina registraba que detrás de mí caminaba un hombre de contextura gruesa, una cortada en el labio acariciaba su mentón. Paré en la primera panadería que encontré, pedí un capuchino francés con un poco de canela molida para dar ese sabor fuerte que agudizaba el sabor de la vainilla. Ese sabor era el que recargaba mi alma después de trabajar.

DANNA RUIZ Piel y cicatrices Sol picante y noche fría En el olvido quedo Exterior

Flores marchitas Guardado en la lluvia Rejuvenece esplendor Interior

DANNA RUIZ

ALBA PULIDO

HIJOS

Cinco símbolos, De gran envergadura Porque tú, yo y el otro; Hijos con cabalgadura.

El hombre que había detallado cuadras atrás entró a la panadería, su gabán oscuro le daba cierto aspecto siniestro, al verlo llamé al camarero y le dije que me empacara mi orden. Salí lo más pronto posible, caminé por la calle 3 buscando un taxi, pero él se había adelantado y me miró fijamente en un paradero del bus. Había llegado el fin de mi carrera periodística. Hoy mi esposa no me calentará la cena. El hombre saca de su bolsillo derecho un objeto tapado con una pañoleta. Me va a disparar, el enemigo ha ganado. No alcanzo a ver qué tiene en su mano. Ya estaba condenado y mi hora ha llegado: “Periodista, aquí está su entrega”, mete la mano al bolsillo de mi pantalón y deja ahí el objeto que había sacado y sin palabra alguna sigue en dirección opuesta.

Cansancio, euforia Penuria y gloria Transmiten estos símbolos En diferentes armaduras. Si todo fue gloria En la familia, Al son de las trompetas Se proclama la victoria Si todo fue penumbra En la familia, Que resuene la penuria Al son de los tambores

Seguro es una carta advirtiendo la muerte para mi familia y yo. Tomé el taxi y no saqué el papel evitando lo inevitable. Una bala de un 38mm. Llegué a mi casa y mi esposa me calentó la cena, era arroz, carne y algo de puré de papa. Estuve todo el rato callado en la mesa, me levanté rápidamente y me fui al estudio donde planeaba mi columna de opinión.

Si lo tuyo fue el estándar normal En la familia, Que se proclame cansancio y la euforia Al son de los timbales ¿Por qué, sucede esto? Pues, los hijos son un tesoro incierto Pero, para una familia Todos, son un acierto.

Decidí sacar la carta: Respetado periodista de pacotilla, reciba un fuerte saludo de alguien en la faz de la tierra, como sabemos, usted para el partido es una piedra en el camino, le ofrezco mi mano para que luche en el frente con sus

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ALBA PULIDO


SEBASTIÁN CHIRIVÍ

Para mi sorpresa jamás logré comprender por qué aquel conejo no volvió a ver la luz. Pero razones me hacen creer que el suceso que, está por suceder, resolverá muchas incógnitas tanto para mi reputación como en lo personal.

EN LA VIDA DEL MAGO

La historia que ahora te contaré será mi testimonio de vida, así que no espero que de manera remota se conceda el menor crédito a este extraño y espantoso relato. No obstante, quiero aclarar que no estoy loco y, ciertamente, si ha de tomarlo por su razón onírica debo avisar que no estoy seguro de haber despertado. Muchas veces me he reprochado mi capacidad intelectual, pues de pequeño no logré ubicar mis deberes en la escuela y por ello mantuve mi cabeza agachada ante los superiores, como si tratase de un crimen el haber nacido lejos de una escuela, pero tal acto no fue impedimento para aprender a leer y a escribir. De mi ciudad y mi familia tengo poco que decir. La mala administración del poder y el pasar de los años me alejaron de ambas. La violencia arrasadora del campo me obligó a buscar empleo en otra parte, salir de la comodidad del campo para luchar entre la miseria, desde entonces trabajo aquí, en la ciudad del ruido; donde las gotas de lluvia embarran los rostros de la muchedumbre y de sangre sus botas.

Cabeza abajo y con la mirada al piso, logro detallar un par tacones plateados que sobresalen entre la lánguida multitud. Me asombra aquella maravillosa manera de abatir mi aliento con tan solo su presencia, causa inerte de mi sonrojo y de largos trasnochos entre amaneceres. Más, en su defecto, sin siquiera verla, da un par de pasos hacia atrás y se marcha. Sentí tan cautivada mi alma por aquel extraño calor que tan repentino dominio impuso sobre mí y sobre mi espíritu e hizo retroceder mi caminar. Sin temor a la catástrofe, la tomé de su brazo y ella, sin estremecer ninguna parte de su cuerpo, me dirigió la mirada y sonrió. Su nombre es Morella, ha de decirme al oído mientras mi mano no deja de sentir su pulso. Hace una hora, he tenido el valor de escabullirme por las vías del metro, sin miedo a la muerte para llegar a la plaza sur de la estación y hoy, por fin he tenido el coraje de tocar a la puerta de su alma y anunciar en su vida mi existencia. Cuando su brazo solté, la llevé a mi escenario para convertirla en la atracción principal, la persona más sobresaliente del túnel. Alguien que combina con el gusto del público masculino.

Considero oportuno haber dicho lo anterior para que esta narración no sea considerada como un delirio, y por ello se convierta en daga dentro de mi pecho. Hoy mis palabras raramente se suicidan y no esperan a ser contadas. Más bien, como si tratase de aclarar aquellos hechos como una indagatoria; que sea esto una liberación de mi inocencia,

Eran ya las ocho de la mañana y una oleada de intensos rayos de luz que flotaban entre la sucia atmósfera de la estación iluminaban a Morella sobre un viejo taburete de madera. Bañada en un velo de luz atrajo la mirada de la multitud. Alzó su mano derecha hasta donde más pudo y con una venia ganó el aplauso de los espectadores. Sin embargo, tan fácil es de conocer y de distinguir como imposible de comprender, su mano izquierda traía consigo la manta que alguna vez te conté.

Agosto de 2036 Una tenue luz nace desde el techo de la estación subterránea por una de las tantas aberturas que dejó la acelerada construcción del sistema de metro en la ciudad del ruido. Son las cinco de la mañana. El crujir de las puertas rompe el silencio, y una leve alarma despierta a una buena cantidad de vagabundos que yacen bajo las agrietadas sillas plásticas de espera. En la época de Los subversivos reina desde las fauces de la ciudad un hedor agobiante digno de tiempos ancestrales. Los huecos de las escaleras apestan a orina y animal muerto; los baños emanan un pestilente hedor a excremento y sobre las paredes, se extiende una ligera capa de moho.

Lancé unas pelotas de malabar al aire, un conteo rutinario para lanzar muy alto la última pelota, agarrarla de manera súbita, aparecer en mi mano izquierda una carta. Jugar con la percepción de los espectadores, ilusionar la realidad en el movimiento de mis manos. Irónicamente, jamás he desaparecido a nadie, solo busqué destapar aquella manta, asomar mi cara y palpar sus labios con los míos.

Sobre todo, este desmán, las frías baldosas de los pasillos y el zapateo constante de la multitud, alisto mi trabajo cerca del puente principal que conecta norte y sur. Unas cuantas pelotas de malabar se alzan sobre el aire para componer una circundante danza entre las tinieblas de cigarro y vapor de metro; una melodía insonora que rompe el ciclo de uniformidad dentro del pasillo. El sonido de un par de tacones se distingue entre el zapateo de la multitud, monedas caen y gritos vuelan. De una u otra manera aquel distinto sonido es suficiente para atraer mi atención y agarrar la última pelota en el aire y hacer un gesto de agradecimiento ante el público.

Ha despertado, junto con la ciudad, junto con un error en la naturaleza, un rebosar de sangre en la cotidianidad de lo imprevisto. Una manta, aquella que ahora cubre la totalidad del cuerpo de Morella. Le susurro al oído, en son de pregunta, si estaba ella preparada, más nunca su voz volví a escuchar. Y así el placer se desvanecía súbitamente en el horror y lo que alguna vez fue bello, pasó a ser el infierno. El murmullo de las voces del público parecía ahogarse por un momento, hasta acabar en el caos de los gritos incesantes cuando cuenta se dieron que no podía regresar a la vida su existencia. Pensé acabar todo aquel sufrimiento en las vías del tren, pero dos balas embistieron mis piernas y no pude escapar. Llevado a una camioneta negra y blindada, noté que mi cuerpo, mis metas, todo lo que había construido y por lo que estaba luchando, se desaparecía junto a ella. Morella, cual conejo que alguna vez soñé, ha desaparecido. El mago, que jamás ha desaparecido a alguien, lo ha hecho, y no ha terminado su truco.

De pequeño sentía extraordinaria afición por la magia y mis padres me habían permitido tener mi propio set; una caja de objetos peculiares, dentro de él, encontrarse cartas, pelotas de malabar, un guante con pequeños orificios para engañar al espectador y una manta. Dado a los recuerdos que conservo de cada uno de estos objetos, hoy tengo el placer de disfrutarlos a tan madura edad, y valga su importancia dentro de esta historia, sea relevante o no, aquella manta que mencioné trae consigo una anécdota tan ajena a la realidad, un confuso recuerdo que yace en mi memoria desde antaño. Así pues, lo que en mi memoria yace no es más que una pesadilla; un indicio de lo que estaba por venir, sería peor.

SEBASTIÁN CHIRIVÍ ENCUENTRA LA EDICIÓN ESPECIAL EN PDF VOLUMEN # 1

Un conejo blanco que se escabulle entre la manta de ella nunca jamás salió, y para su defecto jamás encontré reparo a lo que hoy ocupa un lugar en el vacío; ante aquel fallo que inunda mi conciencia y asesina mis pensamientos noche tras noche, he de decir que es la génesis de mi más reciente desgracia.

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