Cuadernos de arqueología marítima Nº 2

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CUADERNOS DE ARQUEOLOGÍA MARÍTIMA

II SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA

Del 1 de Julio al 4 de Septiembre de 1988 Cartagena (Murcia)

NAVEGACIÓN, COMERCIO E INDUSTRIA EN LA ANTIGÜEDAD BALEAR

Del 2 al 6 de Octubre de 1989 Eivissa (Baleares)

Edición científica de Belén Martínez Díaz

Museo Nacional de Arqueología Marítima Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas Cartagena, 1993


Intercambio y Suscripciones: Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas Dique Navidad, 6. Aptdo. Con-eos 72. 30080 Cartagena (Murcia) Teléis. 968/50 84 15-10 11 66 - Fax 968/52 96 92

1." Edición: Madrid, 1993. Prínted in Spain: Impreso en España. Edita: Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Archivos. Dirección de Museos Estatales. Plaza del Rey, 1. 28004 Madrid. Distribución: San Mateo, 13. 28004 Madrid. ÑIPO: 01301-92-081-5 ISBN: 84-8181-028-2 Depósito legal: M. 34878-94 Imprime: Imprenta Ministerio de Cultura.


SUMARIO // SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA, Cartagena 1988. Actas La arqueología subacuática y los recursos del Patrimonio Cultural sumergido, Manuel Martín Bueno Arqueología submarina en el Mediterráneo: Los pecios, Jordi Miró Cañáis La navegación en el Mediten-áneo. Cartografía, Juan Pinedo Reyes Ánforas de tradición fenicia en Andalucía, Alicia Rodero Riaza Estructuras navales rescatadas, Ange/ L Martín Albarracín El Centro para el estudio y tratamiento de la madera empapada de agua de Grenoble, Regis Ramiére Conservación de materiales orgánicos y de arquitectura naval, Carmen Pérez de Andrés

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NAVEGACIÓN, COMERCIO E INDUSTRIA EN LA ANTIGÜEDAD BALEAR, Ibiza 1989. Actas Relaciones exteriores de las Islas Baleares en tiempos prehistóricos, Manuel Fernández Miranda Relaciones comerciales en las Baleares entre los siglos Vil y II a.C., Carlos Gómez Bellard Navegación y comercio en las Baleares romanas: una aproximación, Víctor Guerrero Ayuso Comercio y navegación en las Baleares medievales: la infomnación textual y arqueológica, Guillermo Rosselló Bordoy 5

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// SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA CARTAGENA (MURCIA). 1988.



ACTAS

Continuando la labor emprendida años anteriores, se organizó en 1988 el // Seminario de Arqueología Subacuática, Cartagena 1988, especialmente pensado para arqueólogos y restauradores de arqueología, aunque tuvimos la oportunidad de que se incorporaran otros profesionales, como un topógrafo y dos fotógrafos. Al igual que el anterior estaba compuesto de: - Curso Teórico, impartidos por especialistas. - Prácticas en un yacimiento arqueológico subacuático. - Curso de Buceo Profesional. Gracias a la experiencia del I Seminario, se determinó que sería más conveniente para los alumnos que recibieran durante el primer mes el Curso de Buceo Profesional -con la colaboración del Centro de Buceo de la Armada (Cartagena)-, por las mañanas, y el Curso Teórico por las tardes, y durante el segundo las prácticas en un yacimiento arqueológico. El curso teórico estaba estructurado en torno a cuatro bloques de información: I. Introducción a la Arqueología Subacuática. II. Metodología y Tecnología. III. Comercio Marítimo. IV. Arquitectura Naval.


Cada uno de ellos se componía a su vez de cinco clases, Impartidas por distintos especialistas. Hoy se publican en estos cuadernos una selección ya que en cierta medida algunas resultaban repetitivas con las publicadas del año 87 en Cuadernos de Arqueología Marítima 1. El segundo mes constaba a su vez de dos partes, ambas de carácter práctico, la primera bajo el agua en la zona arqueológica de "Escombreras, Cartagena", y la segunda compuesta por clases teóricas que ayudaban a preparar el trabajo que se iba a realizar durante el transcurso de la excavación, como fotografía; topografía y dibujo; extracción, traslado y conservación de materiales arqueológicos; documentación de arquitectura naval; y temas generales de mecánica y buceo.

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FICHA TÉCNICA DEL // SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA, CARTAGENA 1988. ORGANIZACIÓN DEL SEMINARIO:

Departamento de Arqueología. Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales. DIRECCIÓN Y COORDINACIÓN;

Víctor Belén

Antona del Val Martínez Díaz

DIRECCIÓN TÉCNICA DEL YACIMIENTO ESCUELA:

Dalí

Colls

CONSERVACIÓN:

Carmen

Pérez Andrés

FOTOGRAFÍA:

José José

Latova Puy

TOPOGRAFÍA:

Manu

Izaguirre

COLABORADORES:

InmaculadaArellano Camillieri Charles Virginia Galván Martínez Mercedes Gómez Bravo Uauger Rafael Ana Miñano Domínguez Jaime Perora Rodríguez Pinedo Reyes Juan Arantzazu Ramírez García SECRETARIA:

Luis

Baños Soler

AGRADECIMIENTOS:

Centro de buceo de la Armada Consejería de Cultura. Comunidad Autónoma de Murcia.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 13-26

LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA Y LOS RECURSOS DEL PATRIMONIO CULTURAL SUMERGIDO Manuel Martín-Bueno^

Es historia cualquier acción ejercida por el hombre en su permanencia en la tierra y hoy ya incluso fuera de ella. Cultura en un sentido amplio y globalizador, cualquier manifestación de la permanencia de ese hombre individual o colectivamente por medio de la que se manifieste un resultado positivo y creador de su presencia, aun considerando que en múltiples ocasiones este hombre varía, consciente o inconscientemente los presupuestos iniciales y la finalidad con que fueron pensadas y realizadas muchas de sus manifestaciones. Esas que luego analizadas en su planteamiento y en los resultados que han ofrecido al conjunto social, pueden formar una urdimbre indispensable para concebir la cultura. En este panorama, realmente complejo, como lo es sin duda nuestra propia evolución, la figura del analista del hombre en sus manifestaciones, se torna cada vez más indispensable conforme se complica extraordinariamente el objeto de su estudio. Definir en la actualidad la figura del historiador en relación con el objeto de su investigación es tarea ardua, pero lo es más, lograr coordinar todos los factores que forman nuestro objetivo.

' Departamento de Arqueología. Universidad de Zaragoza.


No cabe duda que en los últimos decenios, en los que sin duda el salto hacia adelante, muchas veces en el vacío, se ha producido incesantemente y casi sin tiempo para la reflexión y maduración, han sido precisas sucesivas maniobras de adaptación a las nuevas posibilidades que sin cesar abren puertas nuevas a nuestra necesidad de conocer al propio hombre y sobre todo al fruto que ha dejado a lo largo de la historia. Hasta no hace tanto tiempo, la aproximación a ese resultado, a lo que constituye un preciado patrimonio, estaba fundamentada en el estudio de la documentación escrita, más difícil y compleja conforme nos adentramos en el pasado y en el estudio de los materiales dejados por él, por medio de la arqueología, ciencia que quedaba reducida a los albores de la humanidad y a los primeros tiempos de su historia. En el presente las cosas han sufrido un cambio radical, no sólo por la disponibilidad de medios nuevos y poderosos, sino por la extensión racional del sistema de estudio que representa, a campos y sobre todo épocas antes no consideradas. Hoy por tanto no es infrecuente, sino todo lo contrario, hablar de arqueología como método histórico hasta tiempos inmediatamente pasados, hasta el "ayer" más próximo, aunque menudeen otras fuentes de infomiación. En este contexto de "curiosidad definitiva" que caracteriza a las últimas generaciones, es lógico que campos que con anterioridad habían permanecido poco o nada explotados, se incorporen ahora a la larga lista de "metas a conseguir", en busca de ese conocer cada vez más ansiado. La mar es uno de los puntos de referencia obligados desde hace unos cuantos decenios, como posible expansión inmediata de la humanidad, solucionado con creces y hasta abusivamente el problema del desplazamiento sobre su superficie y hasta por debajo. En nuestra ansiedad, la raza humana, tras esquilmar casi definitivamente la superficie terrestre, vuelve sus ojos hacia otros horizontes y entre ellos y teóricamente inmediato está la mar. No obstante y casi como coincidencia, surge en la propia actividad y desarrollo humano un afán por conocer y mantener los restos del desarrollo cultural de la humanidad, posiblemente porque se es consciente del peligro que supone para su pervivencia el frenético nivel de progreso, que si bien se 14


manifiesta imparable, constituye en sí el posible germen de destrucción concatenada de muchas muestras de nuestra propia historia. Es ante esta reflexión, y ante una toma de conciencia colectiva que tiene mucho de remordimiento culpable, ante la que surge la necesidad de conocer y proteger, y desde luego de trazar unas nuevas vías que permitan entrar, de forma gradual y previsiblemente ordenada en un mundo, el de la mar, que no sólo es futuro lugar de abastecimiento general, sino también fuente de conocimientos y archivo indispensable al que acudir para reconstruir páginas importantes de nuestra historia desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. Curiosamente la arqueología, como medio de aproximación ordenado a los restos materiales del pasado y con ello a los hombres que los produjeron, ha empezado a alcanzar su nivel de madurez y "necesidad", en el momento en que las posibilidades de conocimiento que ha abierto, se han manifestado tan complejas y completas que han llegado a satisfacer las más exigentes ansias del hombre de nuestro tiempo. La arqueología y sobre todo la desarrollada en medio subacuático, ha salido con apresuramiento (hablando exclusivamente de los medios científicos y responsables), de un cierto aire de complemento aventurero de una actividad, perfilada hasta no hace mucho como plasmación culta de una práctica cinegética más o menos exótica. Imagen que por otra parte aún porfían ciertos ambientes o núcleos interesados en perpetuarla por más tiempo. La arqueología, indiscutiblemente una de las ciencias que con más objetividad puede aproximarse al hombre y a su desarrollo cultural a través de los restos que ha dejado, con una precisión verdaderamente admirable, desde luego con ayuda de otras ciencias y técnicas, ha adquirido carta de naturaleza clara para su actuación en medio subacuático con arreglo a dos circunstancias principales y un sinnúmero de colaterales. Por una parte la primera arqueología subacuática, actividad esporádica y espectacular entonces, ejercida normalmente no sólo por arqueólogos, sino ni siquiera por científicos de cualquier especialidad, era tan sólo el medio de obtener, ya en el siglo XX avanzado, sobre todo tras el descubrimiento de los medios de buceo autónomo, unos elementos materiales, generalmente 15


ricos, bien conservados y con valor económico, prescindiendo del contexto y del resto de objetos materiales, además de la información científica que pudieran aportar al proceder de un medio que los había conservado celosa y cuidadosamente durante años o siglos. Esa actividad, que en modo alguno podía llamarse arqueología, ya que la propia palabra lleva implícito el concepto científico de su finalidad, produjo no obstante una primera curiosidad y sobre todo desvelar un panorama que se escondía, a menudo a pocos metros bajo nosotros y que podía aportar un buen bagaje de infonnación. Falto de esas actividades incontroladas y poco efectivas desde el punto de vista histórico, pero sin duda pioneras y aguijoneadoras de lo que vino después, es sin duda el descubrimiento de no pocos materiales menudos, estructuras sumergidas y sobre todo restos de naufragios que habían de permitir por el momento confirmar datos de documentaciones escritas en unos casos o simplemente construir la primera fuente de conocimiento para otros. Como contrapartida negativa debemos recordar que muchos de aquellos materiales producto de recuperaciones poco preparadas y menos planificadas en cuanto al destino posterior del mismo, han dado como resultado la pérdida de muchos o su reducción a un estado de conservación deplorable que los inhabilita para un estudio posterior e incluso para su simple recuperación y exhibición en un museo. Tal problema se dio en Port Royal en Jamaica donde en estos años se intenta recuperar una parte de los viejos materiales que han permanecido en condiciones precarias fuera de su medio húmedo y que en buena parte se han perdido in-emediablemente. Igual podríamos decir de innúmeras recuperaciones, e incluso algunas excavaciones llevadas a cabo con metodología poco ortodoxa o simplemente sin ninguna metodología. Este es uno de los grandes dramas de la arqueología subacuática a cuya resolución apuntan muchos de los debates actuales sobre su planteamiento que han hecho indicar sus peligros a muchos de los arqueólogos que han seguido conscientemente una escuela prudente en la actividad: entre ellos se deben recordar los trabajos de Bass en Turquía y luego en el Caribe, los de Pomey en Francia, Rule en Gran 16


Bretaña, Maerleveed en Holanda, Nieto en España y otros muchos que han optado por una actividad cautelosa y respetuosa con un material que a menudo se nos escapa de las manos con facilidad. La arqueología que estaba alcanzando en tierra una madurez y complejidad extraordinarias que permitía aproximaciones espectaculares a la historia, debía alcanzar también idéntico desarrollo en este otro medio. Navios del lago Nemi en Italia, recuperados por el nada ortodoxo procedimiento de desecar la zona para así poder recuperarlos, obras únicas en la construcción naval palaciega altoimperial romana, que luego la torpeza humana haría desaparecer en la II Guerra Mundial. Empresas como la recuperación del Vasa en Estocolmo, que combinaban la aventura científica con la gesta nacional e incluso la hazaña al lograr extraer por vez primera un navio de gran porte aceptando el reto posterior de su conservación. Amsterdam de Hastings, Mary Rose en Porstmouth, navio de la Bourse de Marseille, Coca de Bremerhaven, y un número importante de otros restos de cascos, recuperados o estudiados in situ al comprobar velozmente la rapidez de alteración de las estructuras, leñosas sobre todo, una vez extraídas del agua. Junto a ello, estudio de instalaciones portuarias o ribereñas iniciadas en Port Royal en Jamaica, en las que primaron las necesidades de obtención de beneficio material sobre la estricta ordenación científica de las campañas iniciales. Por fortuna este yacimiento se ha reconducido aunque la pérdida de buena parte del antiguo material recuperado, no clasificado ni conservado, es in-emediable. Hoy la arqueología subacuática es ya un pequeño mundo que dispone de una breve pero sustanciosa historia propia, hecha muchas veces a fuerza de traspiés que han ocasionado pérdidas importantes, generalmente por no cumplir los preceptos mínimos de interés científico en el estudio y desde luego en la finalidad de tal actividad. Un segundo factor ha intervenido decisivamente, aunque no del todo conscientemente en favor del desarrollo de esta actividad científica y ha sido sin duda la plasmación y organización de programas de actuación en otros campos, que alterando o pudiendo alterar de algún modo los fondos marinos,

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han afectado a los restos del pasado depositados a lo largo del tiempo por el propio devenir histórico. Un análisis exhaustivo de las circunstancias que han inten/enido en una toma de conciencia sobre lo que hoy es indiscutiblemente un "patrimonio a proteger", nos lleva por un camino complejo en el que se entremezclan, no siempre desinteresadamente factores de muy distinta índole. Es innegable que una actividad de extracción de recursos marinos, sobre todo minerales o vegetales, incluso animales por según que sistemas, puede alterar los fondos y con ello los elementos que han ido a parar a éstos, contribuyendo incluso, aunque en menor medida a su propia configuración. Tampoco se escapa que cualquier actuación, aunque no fuese realizada en los fondos marinos sino en el propio litoral, puede llegar a tener una serie de consecuencias concatenadas que afecten a los restos históricos depositados en esas zonas cubiertas por el nivel del mar y provocar incluso la pérdida o deterioro de algunos. No es menos cierto sin embargo que la propia actividad humana, ejercida sobre superficie, fondos o litorales, no puede detenerse en su totalidad, ya que ello significaría renunciar a la propia historia futura, pero no lo es menos que puede y debe regularse en evitación de errores cometidos antaño que en el presente no son permisibles. Es aquí donde la arqueología aparece relacionada, unas veces como beneficiarla directa y otras como justificación, de la necesidad de limitar o no determinadas actividades en medio marino. Sin duda se produce entonces cierta tensión a la hora de definir jurídicamente determinadas actividades, no tanto por el valor intrínseco de lo que la arqueología puede significar como recuperadora de historia, -desgraciadamente la importancia que se le concede en la realidad es mucho menor-, sino como punto de referencia para otro tipo de protecciones, limitaciones o aprovechamientos que por praxis jurídica comparada pudieran formularse en el futuro. La arqueología subacuática adquiere por todo lo anterior una notable prepotencia y protagonismo, pero no nos engañemos, lo obtiene en tanto pueda ser un elemento más coincidente con otros intereses y no como protagonista principal. Desgraciadamente priman los intereses, y los 18


económicos que hoy por hoy se mueven -siempre lo han hecho- sobre la explotación de la mar y sus recursos, desequilibran la balanza desfavorablemente. En este contexto no es infrecuente que veamos, fenómeno nuevo y en vías de generalización, a la arqueología relacionada con otras ciencias o incluso movimientos y posturas. Que nuestra conexión en lo científico se realice con la geología marina, la biología marina u otras ciencias con las que compartimos el medio de nuestra actividad es afortunado y desde luego deseable. Resultaría difícil en el futuro deslindar totalmente hechos y causas ya que todas ellas están hechas de estos componentes. Es allí donde habrá de formularse el sistema de aproximación entre ellas y las posibilidades de recuperar una información lo suficientemente permeable para facilitar datos a todos y determinar los puntos de interdependencia, a menudo más frecuentes e importantes de lo que imaginábamos. Es allí también donde surgirán los choques de intereses al tener que limitar actividades que puedan resultar perjudiciales a otras "presencias" o destructivas para los datos de nuestra historia. No obstante esta postura conciliadora de colaboración interdisciplinar está dando ya resultados muy esperanzadores y no se concibe el trabajo aislado sin esa colaboración o intervención de otros agentes además de los puramente arqueológicos, asunto éste no privativo de nuestra actividad sino por fortuna de todos o casi todos los campos de la ciencia. Respecto al viaje en común con otras posturas o planteamientos no es ocioso recordar que en buena medida, a veces con planteamientos equívocos o claramente erróneos, los intereses de preservación de muchos elementos históricos en un medio concreto, en este caso los relacionados con los fondos marinos, o las zonas ribereñas, pueden coincidir con la voluntad de preservación de determinados ambientes con un planteamiento ecológico de vigilancia del ecosistema, a veces sin reflexionar sobre si lo que se pretende preservar debe hacerse tal cual, o bien debe reconducirse esa preservación para recuperar un medio natural ya perdido o en vías de ello, o bien debe recrearse otro nuevo, ordenada y cautamente al haber desaparecido ya los rasgos esenciales de aquel de forma definitiva. 19


En todo el panorama que aparece generado así, la arqueología como actividad científica mantiene por fortuna una profunda independencia conceptual, que no práctica a veces, que protegida normalmente por las leyes de los diferentes países permite considerar como bien a conservar, todo aquello que sea testimonio de la historia del hombre. Es únicamente en este punto en el que los intereses parece que permanecen en un plano inferior, si no son estrictamente específicos. Es ahí donde la lucha por la supervivencia de la actividad como procedimiento de estudio y recuperación y protección es más dura, cuando aún contando con leyes protectoras, no se alcanza todavía la mayoría de edad intelectual suficiente como para anteponer el hombre y su historia, la que hace que sea y haya llegado hasta hoy, por delante de unos intereses meramente especulativos o económicos, que normalmente siempre poseen alternativas suficientes como para actuar de otra manera. La historia y su recuperación por medio de la arqueología, a menudo sólo tiene un camino de acercamiento y este camino debe ser inalterable. Si se opta por otra altemativa hay que pensar en el riesgo de perder la posibilidad de recuperar esa parte de la historia y esa responsabilidad no debe ni puede ser nuestra porque no somos los únicos dueños de la historia sino unos simples transmisores de la recibida y unos pobres actores, muchas veces torpes, de la que vamos fabricando diariamente, incluso con la recuperación o no de la recibida anteriormente. Los últimos decenios han puesto sobre el tapete un panorama nuevo y distinto en el que se mueve la investigación en todo los campos y entre ella la arqueológica. Sin duda también de modo afortunado el avance tecnológico ha significado una mayor sensibilización hacia lo que se empieza a conocer o se conoce mejor, y también en algunos sectores, un profundo respeto por la cultura pretérita como posible espejo de la actual y futura. No es un tópico decir que la arqueología subacuática de hoy no se parece en nada a la de hace tan sólo treinta años, por la sencilla razón de que entonces prácticamente no existía y porque los momentos iniciales, con ser muy próximos a nuestro tiempo, han pasado con extraordinaria rapidez. En el presente la arqueología subacuática, como parte de una ciencia indiscutible, alcanza la simple definición de ésta, olvidando casi, que salvo 20


la diferencia de medio, hoy ya fácilmente salvable, es una actividad que permite una recuperación de información del pasado tan perfecta como otras ciencias tenidas por exactas. En este panorama se abre una gran puerta a una nueva realidad en la que la arqueología, además de ser un valioso elemento de reconstrucción histórica, se torna en principal medio de poder acceder, recuperar y conservar un patrimonio que habrá de enriquecer nuestro acerbo cultural permitiendo acercarnos a unos restos del pasado que antes eran inaccesibles. El viejo tópico de la gran parte de la historia desarrollada sobre el mar, que fue a parar al fondo del mismo, se ve confirmado y completado con la posibilidad no sólo de suponerlo, sino de conocerío hasta sus más íntimos detalles e incluso de recuperarlo y disfrutarlo. No es sólo, con ser importante en algunos planteamientos equivocados, el posibilitar recuperar tesoros irreales o no, sino el posibilitar acercamos directamente al tesoro del propio pasado, analizando con seguridad y con datos, cómo se constituyó, cómo evolucionó y qué es lo que de ello debemos aprender. El aspecto patrimonial difícilmente puede desvincularse de su valor histórico que es fundamental. Por otra parte es cierto que ese patrimonio, enorme caudal material, aunque generalmente no sea fríamente rentable su recuperación si se hablase en términos económicos y no científicos, supone una enorme reserva para nuestros museos y colecciones, en suma para enriquecer a nuestras generaciones presentes y futuras en lo intelectual. Un factor notable y a menudo poco valorado de lo que aporta la arqueología, es el de incitación a la investigación aplicada. La arqueología, esencialmente la subacuática, por las dificultades añadidas que genera el medio hídrico, ha supuesto en las dos últimas décadas un enorme caudal de fuente investigadora y experimentadora de técnicas de análisis, estudio y conservación en las vertientes de otras ciencias aplicadas o puras. Ha determinado la necesidad de ampliar conocimientos y abrir nuevas vías de estudio en aspectos como tratamiento, conservación y recuperación de maderas. Este campo es de extraordinaria importancia para posibilitar la recuperación de cascos de embarcaciones antiguas, o simplemente acceder 21


a su estudio y no había sido desarrollado suficientemente con anterioridad. La recuperación del navio Vasa en Estocolmo significó que un trabajo arqueológico servía con claridad de detonador para la puesta en marcha de una línea de investigación que anteriormente se desconocía en buena medida. Los tratamientos necesarios para su preservación obligaron a estudiar de forma complementaria temas de comportamiento de la madera sumergida, ataques de xilófagos, deformaciones, pérdidas de capacidad mecánica y otros aspectos que marcaron un nuevo nivel en el desarrollo de aquella línea de saber. La necesidad una vez conocidos algunos de aquellos extremos, de mantener y preservar aquella madera, obligaría a descubrir procesos químicos y productos que igualmente serían indicativo de progreso en aquel campo. Los ejemplos se multiplican si ampliamos los materiales de referencia: tratamiento de tejidos, cueros, fibras animales, metales, particularmente complejos en su respuesta a la inmersión prolongada en agua salina sobre todo para los metales férricos, cerámicas, pigmentos pictóricos y tantos otros que se recuperan en los yacimientos arqueológicos sumergidos, pecios o no, que constituyen hoy por hoy unas líneas de investigación definidas en alza y con aplicaciones complementarias en otros campos o procesos tecnológicos. Es en este contexto en el que también hay que valorar el patrimonio cultural sumergido como desencadenante y motor de una parcela, posiblemente modesta pero significativa, del proceso de evolución técnica. Como punto de referencia obligada tampoco conviene olvidar la transcendencia recíproca que tiene el patrimonio cultural que guardan nuestras aguas, en la actividad interdisciplinar con otras ciencias como la geología marina, la sedimentología como parte de ésta o incluso con la biología, aludidas anteriormente. Está apenas por descubrir, tan sólo se perfila débilmente aún la relación que existe entre ellas y las posibilidades ingentes que tiene el estudio arqueológico y su relación, sin desdeñar la posibilidad de facilitar campos de investigación en temas como: variaciones de costas, fondos e incluso biotipos específicos creados a partir de la presencia de determinados restos bajo las aguas que habrán de estudiarse arqueológicamente, pero que pueden facilitar información complementaria 22


para explicar algunos fenómenos locales a aquellas ciencias. No es ocioso pensar que si la acumulación de restos en determinadas zonas en virtud de hechos demostrables por un análisis arqueológico ha supuesto alteración de las mismas, estas alteraciones pueden influir en estudios de fondos o costas que quizás al investigador en aquellas le sea beneficioso conocer. Al par que la presencia de algunos conjuntos de restos pueden incluso variar las condiciones de vida que alteren benéfica o perjudicialmente el habitat de determinadas especies detectables por aquellos estudiosos. Estos ejemplos, y los inversos, que pueden facilitarnos infonnación precisa sobre zonas propicias al fondeo, instalaciones portuarias, corrientes, adecuación de fondos y existencia o no de condiciones que favorezcan la presencia o no de especies laborables por el hombre desde la antigüedad, son otros tantos puntos de encuentro para unas ciencias que teóricamente dispares, están llamadas a entenderse y desde luego a colaborar para el adecuado conocimiento de ese volumen importante del planeta cubierto por el agua. Si en el plano científico el panorama que se ofrece es alentador y beneficioso en grado sumo, en lo tocante a la estricta consideración y protección jurídica de ese patrimonio la situación también mejora ostensiblemente. En este punto debe hacerse una breve alusión a la presencia efectiva ya de una nueva legislación en materia de patrimonio histórico, que afecta claramente a esta parcela del mismo. En efecto la Ley 16-1985 de 25 de Junio, del Patrimonio Histórico Español que ha venido a sustituir a la vieja legislación en esta materia, se adecúa perfectamente a los tiempos actuales haciendo mención expresa a la totalidad del Patrimonio Histórico comprendido en él y en el título V de la misma, el que se encuentre "en el mar territorial o en la plataforma continental". Esta presencia expresa viene a satisfacer una vieja necesidad y al mismo tiempo a definir con claridad, en el contenido de la Ley y su posterior Reglamento, Real Decreto 111-1986, de 10 de Enero, de desarrollo parcial de la Ley, competencias y situaciones. No existe duda sobre extremos tales como la antigüedad de los restos para comprender la competencia para su tratamiento. En este caso los bienes históricos que puedan ser recuperados con metodología arqueológica 23


quedan sujetos a la tutela de esta ley, en la que se elimina ya el periclitado concepto de 100 años de antigüedad para ser protegidos. Naturalmente pueden existir otras consideraciones complementarias sobre los restos pero en ningún caso puede interpretarse una actuación en su recogida, alteración o destrucción que no esté penada por la ley aludida. En igual dirección caminan las legislaciones internacionales a las que habría que añadir como punto de referencia para aspectos relacionados sobre el lugar en que aparezcan los restos, la Ley del Mar o Convención de las Naciones Unidas sobre la Ley del Mar, abierta a la firma de los países participantes en el 10 de Diciembre de 1982 tras largos años (desde 1958) de debate, que ratificada inicialmente por 119 países, lo sería por España en Diciembre de 1984. Por otra parte y con una posible efectividad futura mucho mayor, por ser disposición específica habrá que tener en cuenta el Proyecto de Convención sobre el Patrimonio Cultural Sumergido, promovido por el Consejo de Europa con activa participación española. En estos momentos y tras varios años de debates por el Comité ad hoc de expertos, se ha dado fin a la redacción del documento que en la actualidad permanece aún en el Comité de Ministros del Consejo de Europa para su aprobación y puesta en vigor. El problema en este caso radica en el bloqueo de la firma por parte de Turquía, país miembro, a causa de desacuerdo sobre el artículo 2 del Proyecto de Convención, relativo a la extensión del mar territorial y zonas contiguas, por su contencioso con otro de los estados miembro, Grecia. Esta Convención surgió en 1978 por la recomendación 848 de la Asamblea de Pariamentarios. Luego en la 311 reunión de delegados en Noviembre de 1979, el Comité de Ministros acordaba la creación del aludido Comité de expertos, cuyo mandato sería ampliado en 1982 por la reunión 342 de Delegados, hasta la finalización de los trabajos. En la actualidad a nadie se le escapa la trascendencia que este Patrimonio tiene para los paísesribereñosen primer lugar, ya que deben ser los preservadores iniciales del mismo y para la comunidad internacional por cuanto afecta a las aguas intemacionales y al control de la observancia general de las legislaciones internacionales. Esta importancia viene muy ligada a todo el resto de factores vistos más arriba y en los que no es 24


necesario insistir ya que las propias disposiciones legales, ai tratarse de un tema tan difícil como el mar, sufrieron largos retrasos motivados por discrepancias diversas, sobre todo por cuestiones de límites territoriales o de zonas de influencia. La propia importancia hace que en la comunidad intemacional se sienta cada vez mas necesaria la existencia de esa norma general que complemente las legislaciones nacionales, aún en el caso de países como España que cuenta con un cuerpo legal reciente y moderno. En el espíritu de leyes, disposiciones y recomendaciones hay un sentir general sobre la necesidad de proteger a ultranza los restos y sobre todo de controlar las actividades de otro género, sean extractivas o no, que pudieran poner en peligro cualquier tipo de restos. Estas limitaciones o precauciones sirven al mismo tiempo de acicate para propiciar y potenciar la investigación razonada en este campo en evitación de un desconocimiento que pudiera esgrimirse en algún momento ante deterioros del patrimonio sumergido. Se plantean disposiciones que afectan no sólo a la protección de los restos bajo el agua, sino una vez extraídos, ya que se condiciona su extracción a su conservación posterior que debe quedar garantizada en todo momento y sobre todo se determina que sólo deberán otorgarse autorizaciones de excavaciones o exploraciones submarinas bajo consideraciones científicas y jamás de otro tipo. Este espíritu es de gran trascendencia para la protección, ya que antepone de forma decidida la obligación de vigilar y conservar por encima de consideraciones de progreso material tales como acondicionamiento de costas, obras portuarias, extracciones de áridos o minerales, sin eliminar tal actividad sino supeditando el patrimonio a éstas y obligando a que la técnica moderna busque soluciones alternativas o al menos aquellas que permitan la convivencia, casi siempre posible de ambas actividades sin menoscabo para ninguna de ellas. Hay una sensación general de conocimiento para una mejor protección además de una protección cautelar, utilizando todos ios medios al alcance para preservar unos conjuntos que pueden sufrir peligros o exponerse a la pérdida por inadecuación de las medidas protectoras en el curso de 25


actividades muy diversas, pero singularmente las que significan cambio de la fisonomía de las costas o explotaciones submarinas de minerales, hidrocarburos, etc. Podemos decir sin ambages que el Patrimonio Cultural Sumergido empieza a ser conocido y respetado por lo que significa ya y debe significar para la Historia, pero sólo es el comienzo, es muy poco lo que sabemos por su evidencia y son demasiadas las páginas de la historia, completas o en parte, que reposan allí.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 27-44

ARQUEOLOGÍA SUBMARINA EN EL

MEDITERRÁNEO: LOS PECIOS Jordl Miró

INTRODUCCIÓN El yacimiento submarino más representativo, es sin duda alguna, el pecio. En las páginas siguientes pasaremos revista a los más importantes, y que nos proporcionarán valiosas informaciones económicas y comerciales de la Antigüedad. En toda Europa (incluyendo las zonas atlánticas) se conocían en 1950, 10 pecios, que veinte años más tarde pasaron a ser 260, y 626 en 1978, según Parker. En cuanto a su distribución cronológica, se repartían del siguiente modo: Época tardo-republicana

25%

Alto Imperio

21%

Bajo Imperio

12%

Época Helenística (s. III a.C.)

8%

Alta Edad Media

5%

Anteriores al 400 a.C.

4,3%

Entre 650-1500 d.C.

4%


Así, casi la mitad del total se centra en los dos siglos anteriores y posteriores al cambio de era, y en su conjunto, la inmensa mayoría pertenecen a la Edad Antigua. Por países, conocemos estadísticas de Francia, donde en 1972 se conocían en total 358 pecios. En el Mediterráneo, éstos eran 103 en 1975, la mayoría de los cuales eran de época tardo-republicana y alto-imperial (datos de Gianfrotta, Pomey, Lequément y Liou). En Italia, F. Pallares cita unos 80 pecios en buen estado de conservación, de los cuales unos 20 han sido explorados. En cuanto a España, para Cataluña elaboramos en 1980 una lista de 18 pecios (13 de ellos en Gerona), más una decena de probables. Cronológicamente, seguían la tónica general anterior, siendo la mayoría tardorepublicanos y alto-imperiales. Ordenados por periodos, la división seguida para la Antigüedad será la siguiente: Edad del Bronce y época colonial (siglo XIV-IV a.C.), época helenística y tardo-republicana (siglo lll-l a.C.), e Imperio (siglo l-IV d.C). En cuanto a la información proporcionada, trataremos especialmente del comercio marítimo. El otro aspecto de nuestra disciplina, la arquitectura naval, presenta en el Mediterráneo de época antigua cierta homogeneidad, puesto que el método de construcción más usual era el llamado "sobre forro", o "de tablazón previa" ("shell first"), y sólo a fines de la Antigüedad este método va siendo reemplazado por el llamado "sobre esqueleto", el más común en nuestros días.

EDAD DEL BRONCE Y ÉPOCA COLONIAL Los pecios más antiguos conocidos datan de finales de la Edad del Bronce, y se encuentran en Turquía. El primero, datable en torno al 1600 a.C. es el de Sheitan Deresi, un pequeño navio que naufragó mientras efectuaba un viaje de cabotaje por el sur de la costa turca. Su cargamento consistía en jarras y "pithoi" de influencia egea y anatolia. Como los siguientes, fue estudiado por G. Bass y su equipo en 1975. 28


El segundo, es un clásico de la arqueología submarina, el de Cabo Gelidonia. Explorado por P. Throckmorton y G. Bass, fue objeto de estudio durante los años sesenta, señalando el principio de una época en la cual el director de la excavación participaba directamente en los trabajos, al mismo tiempo que se empleaba una metodología de excavación más perfeccionada. Yace en un fondo de 26-28 metros. No se conservaron restos del casco, pero sí del cargamento, consistente en lingotes de bronce, estaño y cobre. El análisis por C-14 permitió conocer su datación: hacia 1200 a.C.. Se trataría de un barco de procedencia siria o chipriota, que habiendo embarcado los lingotes seguramente en Chipre, se dirigiría a la costa turca. Finalmente, los trabajos iniciados en 1984 en Kas, en la costa meridional turca, permiten seguir esta ruta marítima de los metales esteoeste a finales de la Edad del Bronce. Hundido a finales del siglo XV o a principios del siglo XIV a.C., su estudio está proporcionando importantes hallazgos a nivel del comercio de los metales, y de otros productos: lingotes de cristal en bruto, seguramente para ser amortizados, armas de bronce, algunas de ellas cananeas, ánforas del mismo origen llenadas con semillas de vid, huesos de aceitunas, cuentas de vidrio, colmillos de elefante e hipopótamo, y una variada serie de vasos cerámicos micénicos, sirios y chipriotas. Finalmente, este excepcional muestrario, que ilustra muy bien la heterogeneidad de mercancías transportadas en este comercio de cabotaje del oriente mediten-áneo, se complementa con el hallazgo de los restos del casco, que proporcionarán valiosas informaciones sobre la arquitectura naval de la Edad del Bronce. Hemos de efectuar un salto de ocho siglos para trasladarnos al siglo VI a.C. y en el Occidente mediterráneo, más concretamente en la costa francesa, donde el pecio de Agde-Rochelongue nos muestra que al otro lado del Mediterráneo se efectuaba en este siglo VI a.C., un comercio de amortización de objetos de bronce (hachas, espadas, fíbulas, adornos...), probablemente para ser refundidos. Hecho que hay que situar en el contexto del comercio de los metales de época arcaica y con los depósitos de objetos amortizados, que tal vez se intercambiarían por los de hierro.

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De este mismo siglo, pero con unas características totalmente distintas, conocemos el tráfico del vino etrusco y massaliota, y productos con él relacionables. Así, el pecio de Antibes (hacia 570-560 a.C.), con un cargamento de ánforas etruscas y de cerámica etrusco-corintia y "bucchero". Se trataba de un pequeño mercante de unos 15 m. de eslora, y que conserva parte del caso. De las mismas características debieron ser los de Bon Porté y Dattier, algo posteriores, el primero de ellos, conservaba parte del maderamen, mostrando un sistema de unión poco conocido, cosiendo las tablas del forro. De ninguno de los tres conocemos a ciencia cierta su origen, etrusco o foceo, pero ilustran lo que debieron ser los primeros intentos de introducción de los caldos etruscos y massaliotas en el arco del mediterráneo ligur-provenzal, con claras prolongaciones al litoral catalán. Dentro de este contexto debemos situar los trabajos que se están desarrollando desde 1985 en la Pointe Lequin (Porquerolles, Var) (dirección: Luc Long, DRASM), donde del conjunto de cuatro pecios que se están excavando, en uno de los más antiguos (finales del siglo VI o inicios del V a.C.), encontramos al lado de ánforas griegas, copas áticas y jónicas, todo lo cual ampliará considerablemente el campo de actuación de este comercio arcaico. En cuanto al siglo V, tan sólo podemos citar el pecio ibicenco de Tagomago, con un transporte de ánforas púnicas tipo Mañá-Pascual A-4, del círculo del estrecho de Gibraltar, y que tal vez contendrían salazones. El siglo IV tampoco se ha mostrado pródigo en hallazgos claros. Destacamos dos pecios, situados en Mallorca y en Sicilia, y que por lo tanto nos infomiarán sobre el comercio marítimo de las respectivas áreas. El primero de ellos es el de Sec, hundido en la bahía de Palma. Fue explorado por el Instituto de Estudios Ligures en 1970. El inventario de materiales incluye cerámica ática de figuras rojas tardías y de barniz negro con grafitos púnicos, ánforas de origen diverso (griego, magno-griego, púnico y ebusitano), cerámica común, calderos de bronce y molinos. Al mismo tiempo, conservaba parte del casco, siendo visible restos de una docena de cuadernas. En cuanto a la fecha de hundimiento, la podemos situar en la segunda mitad de la centuria, tal vez en el tercer cuarto. La 30


distribución de la cerámica ática en pecios terrestres permite suponer que se dirigiría a Levante o Andalucía, y señala la eclosión de las importaciones áticas a la península, donde serían tal vez intercambiadas (al menos en Andalucía) por metales. Lo que no resulta tan claro es la procedencia del barco, directamente de algún puerto del Ática, o de Sicilia o Magna Grecia, donde embarcaría los vasos áticos. Últimamente hemos tenido conocimiento de la publicación definitiva del material del pecio, y en cuanto al material anfórico podemos decir que la mayoría es de origen griego, lo que tal vez sería índice de esta misma procedencia para el mercante. De todas formas, resulta arriesgado extraer conclusiones con tan sólo un pecio conocido. En Messina, frente a Porticello, se hundió un mercante de unos 15 metros de eslora, con un cargamento de ánforas de diversa tipología, griega y púnica, y de esculturas de bronce. Finalmente, a caballo entre este siglo y el siguiente, podemos citar otro de los clásicos de las investigaciones de los años 60-70, el pecio de Kyrenia, en Chipre, estudiado por los americanos Katsev y Throckmorton. Se trataba de un pequeño mercante de unos 15 m. de eslora, cuyos restos fueron extraídos y conservados. Transportaba, como parece ser lo más habitual en estos años, un heterogéneo cargamento de ánforas vinarias griegas, molinos de piedra y unos 10 millares de almendras, realizando, en el momento de hundirse, un viaje de cabotaje por el litoral y las islas griegas y turcas, hasta Chipre u otros puntos. Así, para este siglo, los pocos documentos disponibles indican que el comercio marítimo consistía básicamente en el intercambio de una gran variedad de materiales de diverso origen, que serían el reflejo de una época de gran permeabilidad en cuanto al comercio, lejos de la rigidez y delimitación de las áreas de influencia pactadas en los tratados entre Roma y Cartago. ÉPOCA HELENÍSTICA Y TARDO-REPUBLICANA El s. III a.C. no se ha mostrado muy prolífico. A nivel general, podemos decir que observamos por una parte una cierta continuidad con respecto a 31


la centuria anterior, puesto que el comerciante púnico del Mediterráneo central y occidental sigue traficando con mercancías propias y ajenas, en un tiempo y un espacio en que el elemento cataginés ejerce su influencia política y militar. Sin embargo, esta situación irá cambiando, y en el último cuarto del siglo el imperialismo romano, tras la victoria de las guerras púnicas, irá imponiendo su dominio político y comercial, todo lo cual tendrá su reflejo en la arqueología submarina. Como expresión de lo dicho, contamos con el pecio Cabrera 2, en la isla del mismo nombre, como tantos otros pecios españoles sin estudiar con una metodología que ofrezca un mínimo de garantías, en este caso a base de material procedente en gran parte de extracciones clandestinas. Datable a mediados de siglo, transportaba un heterogéneo cargamento de ánforas púnicas centro-mediterráneas, greco-itálicas y ebusitanas, junto a cerámica común y de barniz negro. Probablemente procedente de algún puerto del Sur de Italia o la Magna Grecia, efectuaría el típico recorrido de las islas, recalando en Ibiza, importante base comercial e intermediaria de una gran parte de las actividades comerciales efectuadas con la península. Algo anterior (primer cuarto del siglo) es el pecio de la Secca di Capistello, en las Lípari, y por lo tanto formando parte de otro contexto. Ya citado en el primer apartado de este trabajo, consistía su cargamento en ánforas greco-itálicas, púnicas centromediterráneas (Maná C) y cerámica de barniz negro, conservando al mismo tiempo restos del caso. El origen distinto para los dos tipos anfóricos indica la poca rigidez de la delimitación de las áreas comerciales de la época, pues un mismo mercante traficaba con objetos de dos áreas distintas, dentro de la zona centro-mediterránea. Finalmente, vale la pena citar uno de los pocos barcos de guerra estudiados, el de Marsala, en Sicilia, el cual ha podido ser extraído y estudiado. Medía unos 35 m. de largo y unos 5 m. de ancho, con una carga de 120 toneladas. Se trataría de una nave púnica, tal como parecen indicar las inscripciones pintadas de la madera y el casco. Tal como se ha dicho al principio, la mayoría de hallazgos proceden de los ss. II y I a.C.. En realidad, son la representación más clara de la expansión comercial romana en el Mediterráneo occidental, una vez 32


afianzado su poderío político y militar. Contrariamente a lo observado hasta ahora, se trata en ocasiones de grandes mercantes transportadores de mercancías bastante homogéneas y de procedencia itálica: ánforas grecoitálicas y cerámica campaniana A para el siglo II (proceso ya iniciado a finales del s. III), siguiendo fundamentalmente una ruta septentrional (contrariamente a la ruta meridional y por el litoral africano y de las islas de años anteriores), y ánforas Dressel 1 principalmente, junto a campaniana A o B, la cual, como es costumbre en estos cargamentos, ocupaba un lugar secundario en ellos ("parasitario", en expresión de Morel). Así, lo fundamental de las exportaciones era el vino (y secundariamente el aceite) transportado en ánforas, mientras que la vajilla (incluso la considerada "de lujo") era menos valorada en el cargamento. Al mismo tiempo, la mayoría de los pecios explorados en los años 50 y 60 son de esta época. Así el ya citado del Grand Congloué, o mejor dicho, el más antiguo de los dos, que la investigación reciente ha permitido separar del más moderno, hundido justo encima del primero. Datable hacia 190 a.C., se trata de uno de los primeros mercantes conocidos que transportaba la campaniense A, encontrada en unas 6000 piezas repartidas en 25 formas, además de otros tipos cerámicos. Sin embargo, la mayoría del cargamento consistía en vino envasado en ánforas greco-itálicas. En cuanto a la nave en sí misma, mediría unos 23 m. de largo, con una carga de unas 100 toneladas. Por lo tanto, de capacidad media. Algo mayor sería el mercante hundido hacia 120-100 a.C. en Spargi, en el estrecho de Bonifacio, también uno de los pecios "clásicos", estudiado por Lamboglia y posteriormente por F. Pallares: 30-35 m. de eslora por 8-10 m. de manga, con Dressel 1, campaniana A y otros materiales. A caballo entre ambos siglos se sitúa el pecio de Cavaliére (Gard, Francia), un pequeño mercante de 13 m. de largo y una carga máxima de 20 toneladas, equivalentes a unas 400 ánforas, y que inició su periplo en el Norte de África. Además de las Dressel 1 y Lamboglia 2 llevaba también carne de cerdo en salazón con la habitual cerámica campaniana (A, B, C e imitaciones), y común, que también era objeto de comercio. Al lado de los grandes mercantes, los pequeños bajeles de cabotaje seguían existiendo. 33


Si hablamos de grandes mercantes, no podemos dejar de citar dos de los de mayor tonelaje estudiados por la arqueología submarina. En primer lugar el de Albenga (hacia 100-80 a.C.) en la Liguria italiana. Como se ha indicado, uno de los primeros en ser explorados, y al mismo tiempo uno de los mayores: unos 40 m. de eslora y entre 10 y 13000 ánforas, equivalentes a unas 500-600 toneladas, tonelaje que no será igualado hasta el siglo XV. Y como es habitual, transportaba hacia Francia o España un cargamento de vino envasado en Dressel 1 y Lamboglia 2, junto al obligado complemento de la vajilla campaniana, que inunda los mercados del occidente mediterráneo en estos años. Finalmente conservaba una importante parte del caso, habiéndose recuperado igualmente una decena de cascos, lo que indicaría la presencia de hombres armados a bordo, probablemente como protección contra la piratería. En segundo lugar, el excavado en la Madrague de Giens en Provenza, durante 11 campañas, por el equipo del "Centre Camille Juilian" de la Universidad de Aix-en-Provence, bajo la dirección de A. Tchernia y P. Pomey. La excepcional conservación del pecio (35 m. de largo por 7,5 de ancho), que había permanecido protegido por una espesa capa de posidonias y escapado al saqueo, la relativa poca profundidad (18-20 m.) y los importantes medios disponibles permitieron excavar casi en su totalidad los restos del barco. Todo ello ha permitido su reconstrucción: 40 m. de largo, 9 m. de ancho y 4,5 de alto, carga máxima de 400 toneladas y 8550 ánforas de capacidad. De una construcción muy elaborada, contaba con grandes cualidades náuticas (estabilidad, velocidad, capacidad de navegar contra el viento, roda cóncava). Se pudo estudiar también la distribución del cargamento consistente en ánforas vinarias Dressel 1B, cerámica campaniana B, común y paredes finas. Se pudo constatar que los urinatores habían intervenido poco después del naufragio, recuperando ánforas y una bomba de sentina. En cuanto a la fecha de su hundimiento, se sitúa entre los años 75-60 a.C En resumen, se trata de una excavación que tanto por la metodología empleada como por los resultados obtenidos sigue siendo única en el Mediterráneo occidental y central.

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Esta abundancia de información tardo-republicana a nivel general tiene también su paralelo en aguas españolas. Así, por orden cronológico podemos citar los que siguen, y que han sido más o menos explorados, además del ya citado de Cabrera. Se trata sobre todo de pecios de los siglos II y I a.C., que son, como ya se ha indicado, los más frecuentes, mientras que los del siglo anterior son más escasos. De una datación similar al pecio más antiguo del Grand Congloué, ésto es, a principios del siglo II a.C., dentro del programa de la fundación Juan March se exploró el del Lazareto, en el puerto de Mahón. Como es normal fue abundantemente expoliado. Sin embargo podemos saber que su cargamento consistía en campaniana A y ánforas greco-itálicas y griegas. Se trata, pues se un mercante que llevaría el habitual vino itálico (y en este caso griego) junto a la no menos habitual vajilla de mesa, en una época inicial del expansionismo romano, una vez eliminado el poderío cartaginés, utilizando la aita de las islas. Algo más tardío, pero ya en unos años en que Roma dominaba comercialmente la península -consecuencia obligada del dominio político-, en Estartit (Gerona) naufragó hacia 150-140 a.C. un mercante en Illa Pedresa. Explorado por F. Foerster transportaba en esencia Campaniana A, ánforas Dressel 1 y molinos de piedra, lo cual nos indica que estos materiales eran también objeto de comercio. Y probablemente procedentes de la tripulación se recuperaron 17 monedas galas, de Roma y de Ñapóles, que indicarían el camino seguido, por el arco litoral septentrional. A finales de la centuria, o mejor, a principios del siglo I a.C., del importante conjunto de Ses Salines, en Mallorca destacamos el pecio A de la Colonia de Sant Jordl, excavado en 1977 por D. Cerda y D. Colls. Muy expoliado y mal conservado (se encuentra tan solo a 4 m. de fondo), sus restos consisten en cerámica fina, especialmente Campaniana B, paredes finas y común, con el acompañamiento normal de vino envasado en Dressel 1, Lamboglia 2 y algunas piezas griegas, así como otras púnicas, de función no demasiado clara (cargamento o recipientes de uso de la tripulación). Dentro del s. I, sin que podamos precisar más en base a las publicaciones, podemos citar en primer lugar el pecio de Sa Ñau Perduda (Begur, 35


Gerona), explorado por F. Foerster entre 1962 y 1969. Es uno de los pocos pecios españoles que han sido objeto de una publicación más o menos válida, en colat>oración con R. Pascual. Se trata de una nave que transportaba, una vez más, vino itálico adriátíco en ánforas Lamboglia 2, junto con molinos de piedra, recuperándose igualmente parte del utillaje del barco y una mínima parte del caso. En segundo lugar, con similar cargamento naufragó en Punta de Algas (Manga del Mar Menor) un mercante, explorado por J. Más y el Centro de Buceo de la Armada. Al parecer intacto, se recuperaron unas 50 Lamboglia 2 de un total de 500-700, equivalentes a unas 150-200 toneladas. Se trata, pues, de un barco de mediano tonelaje, que en un momento indeterminado del s, I llevaría el acostumbrado aprovisionamiento de vino a las legiones bélicas y también al elemento indígena, probablemente como intercambio de los productos metalíferos. También en la Manga conocemos el pecio de San Ferreol, muy disperso y a muy poca profundidad, hundido probablemente hacia el tercer cuarto del s. I a.C., índice de la exportación a la península de los últimos cargamentos de cerámica campaniense B, junto a las obligadas Dressel 1B, Lamboglia 2 y ánforas de tradición griega, entre otros materiales. Finalmente, vale la pena citar uno de los barcos de este periodo, y con la misma cronología: el de Les Formigues o de Palamós. Además de su importancia en sí mismo es interesante puesto que se trata del primer pecio español en que se usó la manga de succión, en los años 1958-59, a cargo del CRIS barcelonés, en un fondo de 42 metros. Se recuperó una treintena de ánforas tarraconenses 1/Laietana 1, de producción tarraconense y muy probablemente contenedores de vino de esta procedencia. Datable a principios de la segunda mitad del siglo I a.C., conservaba al mismo tiempo parte de su estructura. En resumen, observamos para estos dos siglos cierta homogeneidad. Se trata prácticamente siempre de mercantes itálicos, con vino centroitálico (Dressel 1, Lamboglia 2), en segundo lugar aceite, en recipientes ápulos, complementados con vajilla fina de mesa de barniz negro, sobre todo

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campaniana, pero también de paredes finas y común, además de otros objetos de comercio no cerámicos (molinos). IMPERIO La última etapa de nuestro recorrido comprende los dos períodos, el Alto y el Bajo Imperio, que consideramos en su conjunto. Cada uno reviste unas caracterísiticas distintas, dentro de la tónica general de la época: la sustitución de los pecios itálicos, exportadores de productos de este origen, por los representativos de la eclosión económica de las provincias, que tiene su máxima expresión en las exportaciones, dirigidas en gran parte a Roma. De hecho, la arqueología submarina no hace más que corroborar lo que se evidencia a través de los pecios terrestres y de las fuentes, ésto es, el despegue económico de la Galia e Híspanla por lo que se refiere al Mediterráneo occidental, y del Norte de África más tarde. Esta es justamente la diferencia cronológica a la que aludíamos: mientras que el Alto Imperio ve florecer las exportaciones galas e hispanas, el Bajo Imperio hace lo propio con las africanas. Todo ello considerado, lógicamente, en sus líneas generales, sin que implique en ningún momento una regla absoluta. Por otra parte, todo lo expuesto no obsta para que Italia siga exportando, pero en el conjunto de actividades comerciales de estos siglos el papel que representa no es, con mucho, el de los dos siglos anteriores al cambio de era. Se convierte esta península, y Roma especialmente, en país eminentemente receptor de mercancías transportadas por mar. Pasemos seguidamente a desarrollar los puntos expuestos. Tal como se ha indicado al citar las estadísticas de pecios por períodos, el Imperio ocupa un lugar destacado, junto a las centurias tardo-republicanas. Nos vemos, pues, obligados a escoger aquellos pecios más representativos, y la exposición será, pues, parcial. Hemos dicho que en España y Francia ocupan un lugar preponderante. Especialmente en el s. I de la era nuestro país, y especialmente la Bética, exporta aceite, vino, salazones y metales a otras provincias y a Roma. Este tráfico encuentra su más clara expresión en el pecio francés de Port37


Vendres II, excavado por D. Colls desde 1974, el cual constituye un muestrario de lo que venimos diciendo: aceite (ánfora Dressel 20), vino (Haltern 70), salazones (Pompeya Vil), lingotes de estaño, plomo y cobre, cerámica de paredes finas, piezas de vidrio y almendras. Su datación se conoce también con exactitud: hacia 40-50 d.C, en época de Claudio. Dentro de este contexto, aunque tal vez con un cargamento más especializado (salazones), situamos las recuperaciones de ánforas béticas del pecio Gandolfo, en Almería, a cargo de F. Nestares y otros buceadores, las cuales han sido estudiadas por R. Pascual. Hay que decir, sin embargo, que el pecio no ha sido estudiado en profundidad, y no podemos saber a ciencia cierta si el mercante contenía únicamente salazones. Sí es muy probable que el mercante de Port-Vendres siguiera la ruta de cabotaje por el litoral galo e itálico con destino tal vez en Roma, tenemos abundante información sobre la otra gran ruta con destino a la capital del Imperio, la de las islas, por las Baleares y el estrcho de Bonifacio. A causa de ello no es casual que una gran parte del material submarino conocido de Mallorca o Ibiza (no hace falta decir que en su gran mayoría procedente de expolio y sin haber sido objeto de estudio científico) sea precisamente de este origen bético. Algo más de suerte han tenido los pecios del conjunto Lavezzi-Perduto, verdadero cementerio marino del Cabo Bonifacio, entre Cerdeña y Córcega, ruta de paso obligada con destino a Roma. En efecto, conocemos bastante bien los detalles de esta veintena larga de barcos, de los cuales podemos decir que una gran parte procedían de la Bética. Frecuentemente han sido objeto de estudio, especialmente por parte de la DRASM francesa, siendo, de este modo, relativamente bien conocidos en su conjunto. La otra gran zona exportadora hispánica fue la Tarraconense, dedicada exclusivamente, por lo que sabemos, al vino, especialmente el de la región layetana. Estas actividades se inician, como mínimo, en el último tercio del s. I a.C., cuando pequeños mercantes con ánforas Pascual 1 llevaban a la Galla el caldo sustitutívo, en parte, del itálico de la Dressel 1, que, como hemos visto en su lugar, llegaba abundantemente al país vecino hasta su

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desaparición a principios de Augusto. Testimonio de ello son los pecios gerundenses de los Ullatres y del Cap del Volt, explorados por F. Foerster. Hacia el principio de la era, este envase se ve sustituido progresivamente por la Dressel 2-4, también de fabricación tarraconense, pero que esta vez dirige sus exportaciones a Roma prioritariamente, acompañando a veces algunas dolia, contenedoras igualmente de vino. Este tráfico, que tiene lugar especialmente en la primera mitad de la centuria, encuentra su expresión más clara en los 14 pecios conocidos, distribuidos, como los béticos, en los litorales francés, italiano, balear y Estrecho de Bonifacio. Entre ellos, destacamos el italiano de Dfano Marina, estudiado por F. Pallares, del Instituto de Estudios Ligures, y que conserva también parte del casco, y el francés de la Chrétienne H, donde se hallaron una gran cantidad de estampillas sobre Dressel 2-4, cuyos paralelos se conocen en los hornos layetanos, prospectados por R. Pascual. A otro nivel, como exponente de actividades no hispánicas, podemos citar el de Drammont D, de mediados del s. I, con un cargamento de morteros, ánforas de tradición griega y otras cerámicas, junto a productos alimenticios no muy usuales: higos y dátiles. Resulta curiosa la falta de hallazgos cerámicos estrictamente no anfóricos, como las vajillas de mesa bien conocidas en estos años (aretina, sudgálica, claras) como parte impotante del cargamento. Tan sólo podemos citar las sigillatas sudgálicas de Culip IV (Gerona), a relacionar probablemente con un comercio de redistribución, y por lo tanto, formando parte de otro tipo de estructuras. Finalmente, a nivel de arquitectura naval, vale la pena citar el pecio de les Laurons II, cerca de Marsella de la segunda mitad del s. II d.C, consistente en los restos de un navio que, debido a su posición inclinada en el fondo ha conservado una importante parte de la superestructura del puente. Caso único por el momento, cuando los demás pecios conservan la parte baja de la obra viva, aneja a la quilla. Hemos dicho al principio de este apartado que durante el Bajo Imperio, es decir, desde el s. III de la era, el Norte de África ocupó un importante lugar en las actividades marítimas mediterráneas. Efectivamente, de la región 39


de Túnez zarpó una gran parte de los pecios conocidos de estos años, pero cuyas actividades siguen en los alto-medievales, y que escapan a los límites de este trabajo. Se conocen unos 25, repartidos entre las costas francesa, itálica y balear además de unos pocos en la turca, y que han sido objeto de una síntesis de S. Tortorella. En esencia, se trata de cargamentos de ánforas de diversos tipos (Africana I y II, Tripolitana III) pero también a veces de probable origen lusitano o de la Bética occidental (Almagro 50, Beltrán 72), probables envases de salazones, y que indican la ruta seguida por estos mercantes africanos antes de dirigirse a Francia o Italia. En cuanto a las ánforas citadas en primer lugar, son susceptibles de transportar, en sus distintas variantes, los tres productos principales, vino, aceite y salazones, con lo cual tendremos que una gran parte de estos productos consumidos en el Mediterráneo occidental venían del Norte de África. Como complemento (no olvidemos la función habitualmente "parasitaria" de la cerámica), la investigación registra vasos cerámicos de cocina y sigillata clara A, C, D y A/D, que inundan en estos siglos III y IV (nos referimos sólo a los años bajo-imperiales) los mercados de gran parte del occidente mediterráneo. Como exponente de lo que venimos diciendo, citemos la reciente publicación preliminar del pecio Cabrera 3 estudiado por V. Guerrero y D. Colls desde 1985, y que contribuye a llenar el desierto bibliográfico de nuestro país en los últimos años en lo que a excavaciones se refiere. Interesa destacar que se ha podido observar la distribución del cargamento, de origen africano, lusitano y bético, importante para reconstruir el camino seguido por el mercante y detalles sobre la distribución y redistribución de productos. Ánforas de salazones Almagro 50 y Beltrán 72; olearias Dressel 20 y Dressel 23; Beltrán 68 y Almagro 51c, tal vez vinarias; Africanas (Byzacénne) de discutido contenido (aceite, salazones, aceitunas). Se conserva igualmente parte del casco, que será objeto de estudio en sucesivas campañas. Finalmente, hallazgos monetarios han permitido fijar su naufragio: 244-253 d.C. Finalmente, en otro contexto, vale la pena citar el ya "clásico" pecio de Yassi Ada II, en la costa turca, excavado entre 1967 y 1969 por G. Bass y 40


su equipo. Hundido a finales del IV o principios del V, consistía en un mercante de casi 20 m. de eslora, con un heterogéneo cargamento de unas 1.100 ánforas bizantinas, cerámica en gran parte oriental, vidrio, objetos de cobre y bronce.

BIBLIOGRAFÍA La publicación del manual de GIANFROTTA, P A y POMEY, P.: Archeoiogia Subacquea, Milán, 1981, nos ahorra la relación bibliográfica de muchos de los pecios citados (hasta 1980). Un resumen de ellos puede verse en esta obra (pp. 328-41), con su correspondiente bibliografía (pp. 359-61) así como también la de los orígenes e historia de la investigación arqueológica submarina (pp. 18-39). Es preferible la consulta de la edición italiana, puesto que la francesa (L'ArchéoIogie sous la mer, París, 1981), contiene algunos errores, al no ser una edición revisada. Por lo tanto, aquí nos limitaremos a citar las referencias aparecidas después de su publicación y que han sido citadas en el texto. En cuanto a obras de conjunto, hay que añadir las actas del vi congreso Internacional de Arqueologfa Submarina, (Cartagena. 1982), Madrid. 1985, que completan

las del II (Bordighera, 1961) y ill Congresos (Bordighera, 1971). Las estadísticas del conjunto sobre número de pecios y su distribución cronológica han sido extraídas por I^QUEMENT, R. y uou, B..: Tes épaves de la cote de Transalpine", en Cahiers Llgures de Prehlstolre et d,Archeologie 24,1975, pp. 76-82

y de PARKER, A.J.: "Method and Madness: Wreck hunting in Shallow water", en Progress In Underwater Science 4, 1979, pp. 7-27, y las de lOS Últimos añOS en

Francia de los datos ofrecidos anualmente en las Joumées de la DRASM en Marsella. Con respecto a este último país, hay que añadir la publicación de los catálogos de dos exposiciones, con un estado de la cuestión de los pecios galos, de gran utilidad por tratarse de síntesis: Archéoiogie Sous-marine, Aries, 1983, y Archéologle Sous-marine sur les c&tes de France. Vingt ans de recherche, Nantes,

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1985. También son sumamente útiles las crónicas anuales de la revista Gallia (las últimas publicadas en 1982 y 1985). Acerca de los pecios y la bibliografía no contenidos en la obra de Gianfrotta y Pomey, podemos citar los siguientes: Sobre Kas: BASS, G.; FREY, D A y PULAK, C. 1984: "A Late Bronze Age Shipwreck at Kas, Turkey", en I.J.N.A. 13.4, p.271-279. PULAK, C. y FREY, D.A. 1985: 'The search for a Bronze Age shipwreck.", en Archaeology 38.4, p.18-24. BASS, G. 1986: "A Bronze Age shipwreck at Ulu Bur'um (Kas): 1984 campaign", en American Journal of Archaeology 90.3, p.269-96.

Sobre el conjunto de pecios de Dressel 2-4 de la Tarraconense, los resultados de las últimas campañas en la Madrague de Giens: CORSI, M. y UOU, B. 1985: "Les épaves de Tarraconaise á chargement d'amphores Dressel 2-4", en Archaeonautica 5, París. POMEY, P. 1985: "Le navire romaln de la Madrague de Giens", en Comptes Rendus de l,Academle Frangalse des Inscrlptlons et Selles Lettres, París, Enero-Marzo p.132-154.

Finalmente, para el Bajo Imperio, los datos básicos proceden del estudio de conjunto de T O R T O R E L I A , S.: "Cerámica di produzlone africana e rinvenimenti archeologlci sottomarini della media e tarda eta Imperiale", en Melanges de I.Ecole Fran^alse de Reme. Antlquité 93.1, Roma, p.355-380.

Tres son actualmente las revistas especializadas: - The Internatlnat Journal of Nautlcal Archaeology (U.N.A.), Londres (T.1: 1972; 16:1987). -Cahiersd,ArcheologleSubaquatlque(C.A.S.),Fréjus(T.1;1972: 5: 1976; 6: 1987). - Archaeonautica, París (T.1: 1977; 7: 1987).

La escasa bibliografía sobre pecios en aguas españolas mediterráneas se refiere fundamentalmente a tres zonas: Baleares, Cataluña y Andalucía. En cuanto a los primeros, podemos citar la siguiente selección: BELÉN, M. y FERNANDEZ-MIRANDA, M. 1977: "Arqueología Submarina. Investigaciones en la isla de Menorca", en Historia 16, Madrid, Agosto,p. 41-53. 1979:

"El fondeadero de Cales Coves, Menorca", en E.A.E 101, Madríd.

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CERDA, D. 1979: "Una ñau cartaginesa a Cabrera", en Fonaments 1, Barcelona, p.89-105. 1980: La nave romano-republicana de la Colonia de Sant Jordí Ses Salines, Mallorca, Palma de Mallorca. FUNDACIÓN JUAN MARCH 1977: Arqueología Submarina en Menorca en Menorca. Madrid. GUERRERO, V. y COLLS, D. 1982 "Exploraciones arqueológicas submarinas en la bocana del puerto de Cabrera", en Bolletl de la Socitat Arqueológica Lullana 39, Mallorca, p.3-22. GUERRERO. V.; COLLS, D. y MAYET, F. 1987: "El navio romano Cabrera 111", en Revista de Arqueología 74, Madrid, Junio p.14-24. NICOLÁS, J. de 1980: La nave romana de edad republicana del puerto de Mahón, en Cuadernos del C.I.S.M., Mahón. PALLARES, F. 1972: "Primera exploración sistemática del pecio de El Sec, Mallorca", en RIvista di Studi Liguri 38, p.287-326. RAMÓN, J. 1985: "Tagomago I: un pecio fenicio del s. V a.C. en aguas de Ibiza", en Vi Congreso Internacional de Arqueología Submarina, cit., p.377-391.

Para Cataluña puede verse: FOERSTER, F. 1974; "Notes and News", en iJ.N.A. T.3.2, p.333-334; T.5.1, 1976, p. 89; T.6.3, 1977, p. 256; T.7.2, 1978, p. 162; T.9.3, 1980, pp. 244-53 (Cap del Volt y los Ullastres). 1980: "Notes and News: Cap del Volt", en IJ.N.A. T.9.3, 1980. Pp. 244-53. 1982: "El pecio de los Ullastres", en Vida Submarina 10, Barcelona, p.34-41. FOERSTER, F. y NIETO, F.J. 1980: "Un naufragio de hace 2.000 años", en Vida Submarina 1, Barcelona, p. 14-17 (Cap del Volt). FOERSTER, F. y PASCUAL, R. 1972: "La nave romana de Sa Ñau Perduda", en RIvista di Studi Llguri 36, p.273-306. 1982: "El pecio romano del Cap del Volt", en Vida Submarina 5, Barcelona, p.47-56. MIRO, J. 1985: "El litoral catalán: navegación, materiales arqueológicos submarinos e interpretación comercial en época antigua", en Vi Congreso internacional de Arqueología Submarina, cit., pp. 455-461. NIETO, J. 1986 "El pecio Culip IV: observaciones sobre la organización de los talleres de "térra sigillata" de la Graufesenque", en Archaeonautica 6, p.81-119.

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NIETO, J. y FOERSTER, F. 1980 "El pecio romano del Cap del Volt (Campaña 1978-79)", en CypselaS, Girona, p.163177. NIETO, J. y MIRO, J. 1982: "Arqueología submarina en <Sa Tuna>", en Historia 16 78, l\4adrid, p.122-128. V.VAA. 1975: "El pecio ante Isla Pedrosa (Estartlt)." Inmersión y Ciencia 8-9, Barcelona, p.67-128. VIDAL, C. y PASCUAL, R. : "El pecio de Palamós", en III Congreso Internacional da Arqueología Submarina, cit., pp. 117-126.

Finalmente, para Murcia y Andalucía: MAS, J. 1969-70 "La nave romana de Punta de Algas", en N.A.H. 13-14, Madrid, p.402-427. 1985: "Excavaciones en el pecio submarino de <San Ferreol>, costa de Cartagena", en VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina, cit., pp. 189-224. PASCUAL, R. 1968: "El pecio Gandolfo (Almería)", en Pyrenae4, Barcelona, p. 141-155. 1971-2: "Arqueología submarina en Andalucía (Almería y Granada)", en Ampurías 33-34, Barcelona, p.321-334. 1973: "Undenwater Archaeology in Andalusia", en I.J.N.A. 2, p.107-120.

En cuanto a trabajos de conjunto, señalemos el discutido Trésors sousmarins en Espagne", Dossiers Hlstolre et Archeologle 65, París, Julio-Agosto 1982; dOS artículos de B. M A R T Í N E Z y J.J. B L A N O U E Z en Revista de Arqueología (N< 8,1981, y N>

24, Í983) y unas "Notas de Arqueología Submarina", de Belén H/IARTINEZ, en Homenaje al Profesor Martin Almagro Basch, T.IV, Madrid, 1983, pp. 353-358.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 45-72

LA NAVEGACIÓN EN EL MEDITERRÁNEO. CARTOGRAFÍA Juan Pinedo Reyes e Inmaculada Arellano Gañán^

EL MEDITERRÁNEO Para iniciarse en el estudio de este tema es preciso conocer las características generales del mar que nos ocupa. Etimológicamente, Mediten-áneo significa "rodeado de tierras", indicándonos con bastante exactitud su condición principal: es un mar prácticamente cerrado que comunica con el Océano Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar y, pasando el Estrecho de los Dardanelos, con el Mar Negro, que aún englobándose dentro del Mediterráneo presenta características muy diferentes. Situado en el hemisferio Norte, entre los continentes de África, Europa y Asia, posee una extensión de 2.970.000 Km^, una longitud de 3.800 km. E-W, y una anchura máxima de 1.800 km. N-S. Su profundidad máxima, 4.404 m., se encuentra en el Mar Jónico, junto al cabo Matapán, manteniendo 1.500 m. de media.

' Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas. Cartagena.


El marco físico. Podemos seguir la formación geológica del Mediterráneo a partir del período Precámbrico, cuando formaba parte del llamado mar de Thetys, el cual separaba el continente Boreal (la Atlántida periártica) del continente Austral o Etiópico-Brasileño. Durante el Terciario Medio fue cuando se comenzó a configurar su estado actual. En los inicios del Mioceno Europa estaba ocupada por numerosos lagos y, en este período, sufría una transgresión que afectaba a los Alpes y el Ródano, mientras que el resto del continente sufría una regresión. Debido a ello el Mediterráneo se redujo a una serie de lagos salados en comunicación, rodeados de otros de menor tamaño. Fue también a comienzos del Mioceno cuando se hundió la cadena Atlas-Bélica, se produjo como consecuencia una fosa entre Sierra Nevada y Marruecos, formándose la Península Ibérica y el Mediterráneo Occidental. El estrecho Bético, que en tiempos * anteriores había unido Atlántico y Mediterráneo, por la zona que actualmente es el valle del Guadalquivir, se cerró definitivamente. Poco después se producirá la formación del Estrecho de Gibraltar. Diversos hundimientos sucesivos y transgresiones-regresiones, junto a la extraordinaria actividad volcánica que posee este área, afectaron al Mediterráneo hasta quedar configurada su fisonomía actual. El Mediterráneo se encuentra dividido en dos: Mediterráneo Occidental y Mediterráneo Oriental, por el zócalo sículo-africano (amplia elevación del fondo entre las costas de Sicilia y África). La parte occidental está compuesta por dos cuencas secundarias: el Mar Tirreno, al Este, y el Mediterráneo Occidental propiamente dicho, al Oeste, separados al Norte por el Estrecho de Córcega y al Sur por el Canal de Cerdeña. Sus aguas superficiales se comunican por medio de una abertura entre Córcega y Cerdeña y, las profundas a través del ya mencionado Canal de Cerdeña. Se pueden diferenciar otras zonas dentro de este Mar Occidental (Mar Balear, Mar Ligur, Mar de Alborán...etc.). El Mediterrá46


neo Oriental se subdivide a su vez en diversas cuencas, las principales son el Mar Jónico al Oeste y el Mediterráneo Oriental al Este. Dentro de este último se distinguen zonas como el Mar de Levante (junto a las costas palestinas y Chipre), el Mar Adriático (separado del Jónico por el canal de Otranto), el Mar Egeo (delimitado por una línea que une el Peloponeso con el SW de Turquía a través de una serie de pequeñas islas) ...etc. Nos encontramos ante un mar que sufre una alta evaporación, quedando ésta compensada por los aportes de aguas atlánticas, que provienen de la Corriente del Estrecho, y por aguas del Mar Negro, a través del Estrecho de Dardanelos; ya que de los ríos, que en él desembocan, sólo recibe una tercera parte de lo que pierde por evaporación. Su salinidad es alta, superando la del Atlántico, llegando a una cifra del 38 por mil. Las mareas que se dan en el Mediten-áneo normalmente no son apreciables. Las corrientes están reducidas por el empuje de los ríos al desembocar, la acción de los vientos (muy clara, por ejemplo, en el Golfo de León o en las Baleares), pero sin duda alguna la causa más importante es la Corriente del Estrecho, que entre desde el Atlántico siguiendo las costas Norteafricanas, en dirección W-E, para continuar por las costas meridionales europeas en dirección E-W. La velocidad que llega a alcanzar en el Estrecho es de una milla por hora. Dicha corriente tendrá gran importancia en la historia de las navegaciones en el Mediterráneo. La navegación de Cabotaje. Desde los orígenes de la navegación en el Mediterráneo, el tipo predominante que nos encontramos es la de cabotaje: sin perder el contacto visual con la costa durante el día. En principio los navegantes se sirvieron de evidencias indirectas, tales como la observación del color del mar, la existencia de objetos a la deriva (indicadores de corrientes), los cálculos del viento dependiendo de la dirección de las nubes y la situación de los astros para realizar sus travesías. La Cartografía responderá a la necesidad de registrar posibles rutas, que se establecerán, paulatinamente, respondiendo a los intereses 47


estratégicos y comerciales de cada época. Dichas rutas serán cada vez más largas, realizándose escalas por diversas circunstancias: abastecimiento de víveres y, sobre todo, de agua, en cuyo caso son de gran importancia los puntos de aguada en tierra; por diversos motivos comerciales; para reparar la nave ...etc.. El entorno físico ofrece condiciones favorables para este tipo de navegación, presentando abundantes accidentes geográficos costeros que servirán de referencia a los navegantes, así como numerosos puertos y abrigos naturales en los que fondear. Habría que destacar la presencia de la citada Corriente del Estrecho, que junto con la acción de determinados vientos, ofrece una "ruta natural" entre ambos extremos del Mediten-áneo; así como la existencia de numerosas islas, sobre todo en la parte oriental, en el Mar Egeo. Todo ello hará desempeñar a dicho mar un papel decisivo en la formación de las antiguas culturas mediterráneas, a pesar de no poder navegar más que en determinadas estaciones del año^. Las navegaciones. Cartografía. El hombre ha sentido siempre la necesidad de conocer el mundo que le rodea. Desde épocas antiguas ha ido acumulando y transmitiendo el conocimiento adquirido, por medio de su experiencia, sobre circunstancias geográficas, astronómicas, climáticas..., que han condicionado sus desplazamientos por tierra y mar. En un primer momento dicha experiencia se transmitió, principalmente, de forma oral; más tarde, quedaría recogida mediante dibujos, cartas y planos. Las primeras representaciones pudieron ser algunos petroglifos del Neolítico con cierto carácter cartográfico: el hombre marcaría pistas de animales, de batallas ...etc., señalando lugares conocidos y su posición respecto a éstos; comenzarían representando su casa, el poblado y así sucesivamente, abarcando cada vez zonas más amplias sobre las que

' Hesíodo nos dice que sólo se podían navegar 50 días en verano, y en la primavera durante un corto período de tiempo.

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desarrollaba su actividad. Aunque no constituyan representaciones cartográficas propiamente dichas, ya nos demuestran la inquietud por conocer y explotar el medio. Los datos aportados por descripciones más o menos detalladas, de viajeros y comerciantes permitieron esbozar la configuración de la costa, sobre todo de aquellas zonas que ofrecían un gran interés comercial o estratégico. De esta manera, se fueron señalando lugares de resguardo y abrigo, promontorios y cabos...etc. que permitirían reconocer una travesía y marcar escalas dentro del recorrido. Este cúmulo de información posibilitó un mayor desarrollo del comercio y otras actividades marítimas entre puntos muy distantes, repercutiendo en la seguridad de los desplazamientos tanto en tierra como en mar. Igualmente, influyó en el desarrollo de la ingeniería naval y el arte de navegar, y supuso, en su conjunto, uno de los vértices en que se apoya la cultura mediten-ánea. La investigación actual se nutre de la documentación gráfica, de fuentes clásicas y posteriores... para elaborar unas hipótesis que serán o no confirmadas por los hallazgos arqueológicos, procedentes tanto de yacimientos terrestres como subacuáticos. Primeras expediciones marítimas: ei origen de la Cartografía. Uno de los primeros indicios que nos remontan al origen de un "comercio marítimo" en el Mediterráneo, nos lo proporciona la investigación arqueológica, a través de los hallazgos, en diversas islas del í^ar Egeo, de un próspero intercambio de obsidiana, materia prima muy apreciada en las sociedades neolíticas. Este intercambio, en el marco del Mediterráneo Oriental y Central, nos demuestra la existencia de la navegación de cabotaje en épocas tan tempranas como el Neolítico e incluso con anterioridad: indicándonos que el hombre tendrá ya unos mínimos conocimientos sobre el medio en que desarrollaba esta actividad, el arte de navegar y la construcción naval.

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La navegación en la Antigüedad. De ia Edad del Bronce al Mundo Romano. El Mediterráneo será desde el IV milenio el centro receptor de las grandes civilizaciones y de las sucesivas invasiones continentales, debido a la confluencia de múltiples factores sociales, económicos y, en definitiva históricos. Será un "mar vivo". Los más antiguos vestigios geográficos los contiene la Biblia, con descripciones de la marcha del pueblo de Israel, desprendiéndose por algunos textos la existencia de mapas. Igualmente, tenemos conocimiento de la superficie terrestre a través de las representaciones realizadas por babilonios, asirlos y egipcios; un ejemplo de ello es el mapa de Sesostris. El conocimiento adquirido por los egipcios en Matemáticas y Astronomía, se transmitió a posteriores culturas mediterráneas. Junto a la realización de mapas de la superficie terrestre se construían esferas, cuyo origen es remoto, destinadas principalmente a representaciones celestes. Esta tradición será recogida por los griegos^, al igual que diferentes conocimientos científicos que durante centurias guardaron celosamente los sacerdotes egipcios, sin aplicarlos directamente al arte de navegar en mar abierto. Aunque se abría a la fachada mediterránea, la cultura egipcia estaba ligada al Nilo; poseía una importante flota de barcos de agua dulce sin quilla, realizadas por artesanos expertos sujetos a una fuerte tradición que no les permitía innovar en la construcción naval. Sus relaciones marítimas se pudieron llevar a cabo gracias a la presencia de marineros y armadores extranjeros, especialmente los fenicios. Ejemplos de documentación gráfica, sobre el tema que nos ocupa, en esta cultura son los bajorrelieves del Templo de Deir-el-Bahari y Medinet-Habou*.

' Thales de Mileto, en el s. Vil a.C, llevó uno de estos ingenios a Grecia, tras uno de sus viajes, para instruir a las gentes. ' Narran las expediciones promovidas por la reina Hatsepsut, 1501-1480 a.C, época de gran actividad comercial y la victoria egipcia de ñamsés II sobre los Pueblos del Mar en el 1190 a.C. respectivamente.

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Durante la Edad del Bronce, los cretenses establecieron un próspero intercambio marítimo con las costas anatolias, egipcias y de la península griega, incluso con la parte más occidental del Mediterráneo (según algunos autores), zona desconocida y misteriosa para estas culturas. El esplendor de Creta sólo puede explicarse a través de su expansión marítima. Fue una potencia que en el mar atajaba la piratería, aseguraba las aitas y las relaciones ínter-insulares, manteniendo su hegemonía sobre el Egeo desde, aproximadamente, el 2000 al 1500 a.C.. La Talasocracia minoica iniciará su declive hacia el 1450 a.C, cuando su flota fue anulada por la micénica. En este momento se producirá un desequilibrio en todo el Mediterráneo Oriental que pondrá en peligro las soberanías marítimas próximas. Las primeras naves fueron cretenses y fenicias*, resultado de una larga evolución, apreciable a través del estudio de pequeños vestigios arqueológicos (cerámicas, pinturas...etc.) que no permiten todavía realizar reconstrucciones. Micenas fue receptora de la cultura Minoica, debido al intenso contacto que mantuvo con ésta durante el Bronce Medio. Una de las principales aportaciones cretenses fue el arte naval, cuya tradición fue continuada por el pueblo micénico, que aprovechó tales conocimientos para liberarse de la influencia de aquellos, reemplazando su hegemonía en el Mediterráneo Oriental. La Península Griega, siglos atrás fue poblada por aqueos que, instalados en la Argólida, dominaban el Estrecho de Corinto, enclave estratégico a través del cual pasarían los barcos del Mar Adriático al Egeo con relativa facilidad. Las epopeyas de las travesías protagonizadas por los micénicos pueden rastrearse en la Iliada y la Odisea, donde se hace patente el todavía escaso conocimiento que se tenía sobre el Mediterráneo Occidental. El predominio marítimo de este pueblo será breve, ya que hacia el 1.200 a.C. los llamados Pueblos del Mar destruyen el equilibrio en el Egeo, dando paso a la anarquía. Los aqueos, empujados por los dorios se

' Tucldides (L I, IV): ..."es Minos quien, según la tradición, fue el primero en poseer una flota..., además, hizo desaparecer todo lo que pudo la piratería"...

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desplazarán a las islas jónicas, y después, a las del Egeo; durante esta época habrá un gran movimiento de poblaciones en las costas mediten-áneas debido a la presión ejercida por los indoeuropeos. Los filisteos se asientan en Palestina, los dorios en la Península Griega, los etruscos en Italia Central, los sículos en Sicilia...etc. Desde el III milenio la actual costa libanesa estuvo habitada por tribus marítimas: los fenicios, que se llamaban a sí mismos "hombres rojos". Su ubicación geográfica les permitía controlar el tráfico marítimo entre el Mar Rojo y el Mediterráneo. Tras la invasión doria los enclaves fenicios de Tiro y Sidón conocerán un momento de prosperidad, a pesar del desequilibrio reinante producido a partir de las incursiones de los Pueblos del Mar. El dominio fenicio, que no suponía una extensa entidad terrestre, se basó en el control marítimo, ampliando su radio de acción hasta llegar a las Columnas de Hércules, a través de las cuales controlarán las rutas del estaño de las Cassitérides, de ámbar de los mares nórdicos y oro de la Galia, contactando en este momento con la cultura tartésica de la cuenca del Guadalquivir. Todo lo mencionado anteriormente fue posible gracias .a su destreza en la construcción naval. Sus barcos eran panzudos, poseían quilla, cuadernas..., en definitiva eran naves de carga que podían utilizar la fuerza de tracción de los remos además de la del viento. No alcanzaban grandes velocidades, pero resultaban navios resistentes en el medio marino. Desde el año 1.000 al 500 a.C. puede hablarse de una hegemonía tiriense, cuyo objetivo era alcanzar la parte occidental del Mediten-áneo para controlar el paso de las Columnas de Hércules, que se abría al océano exterior. Irán ampliando sus dominios a Chipre, Sicilia, Creta, Malta, Ebussus, Cerdeña..., hasta conseguir la máxima expansión con sus factorías-colonias de Carthago, Gades, Lixus... etc., cerrándose, por tanto, el circuito en las costas ibéricas y cumpliendo su objetivo de bloquear la ruta comercial del Oeste (s. IX a.C). Se asocia a los fenicios la utilización sistemática, por primera vez, de "cartas de navegación" para orientarse en sus travesías; éstas eran mantenidas en secreto, dada la ventaja comercial que suponían. 52


Quedan incluidos en las Fuentes importantes documentos que nos hablan de los viajes marítimos realizados más allá de las Columnas de Hércules. El Periplo de Hannon de Tiro (500 a.C), grabado en el templo de Melkart en Carthago, cuya versión nos liega traducida por los griegos; el Periplo de Himilcón, del cual tenemos conocimiento mediante Avieno, y Relatos Bíblicos en los que se narran tributaciones fenicias al rey Salomón®. A partir de las navegaciones fenicias el contacto entre los dos extremos del Mediterráneo será constante y, este pueblo, hará posible el tránsito ideológico y material entre puntos tan distantes como el Próximo Oriente y la Península Ibérica, suponiendo un impulso para el desarrollo de la navegación. En la ribera del Mediten-áneo Oriental se han desarrollado ciudadesestado (poleis), que a partir del s. VIII a.C, se ven abocadas a dar salida, vía marítima, a una parte de su población. Debido al bloqueo originado por fenicios y cartagineses en la ruta del Oeste, estos grupos "griegos" orientarán su expansión hacia las costas norteñas del Mediterráneo Occidental, donde crearán colonias anhelando alcanzar, en último término, el Estrecho de Gibraltar. Mileto asumirá la autoridad sobre una federación jónica que reunió a las ciudades griegas de Asia Menor. En el s. Vil a.C., se constituye como gran puerto y domina por un lado el Este del Mediterráneo (rutas del trigo de Rusia y metales de Asia) y, por otro, empujará sus colonias hasta Italia, a fin de dominar el Adriático, salida de la vía continental del estaño y del ámbar. Antes del 500 a.C., los griegos estarán instalados en las bocas del Po, en Adria y en Spina, lugares claves desde que Carthago bloqueó Gibraltar. Paulatinamente descenderán hasta Sicilia, teniendo en su poder el Estrecho de Mesina y fundando ciudades como Siracusa, Agrigento... etc. Las expansiones griega y fenicia se vieron obstaculizadas mutuamente, surgiendo conflictos. Tras la batalla de Himera (480 a.C.), Carthago fue

' Cada tres años regresaban barcos fenicios de Gades ai reino de Salomón, cargados de ámbar, estaño, oro... etc.. Parte de este cargamento era pagado como tributo a dicho rey. 53


expulsado de Sicilia, afirmándose relativamente la hegemonía helena en dicha zona. La ciudad de Focea fundará colonias como Massalia (600 a.C), para expandirse posteriormente por todo el Golfo de León y la Iberia Oriental. Tras numerosos choques de intereses con los cartagineses, se sucederán una serie de luchas ( entre ellas la Batalla de Alalia) al fin zanjadas en el s. V a,C. a raiz del pacto que fija las zonas de influencia de ambas potencias en el Mediten-áneo Occidental. La razón de dicha expansión hay que buscarla, parcialmente, en el tipo de navios que poseían. Hacia finales del s. Vil a.C. la construcción naval se aceleró para responder a nuevos imperativos de la navegación: posibilidad de maniobrar sin viento, defensa, rapidez en los desplazamientos... etc. Hasta este momento habían existido dos clases de navios: uno de casco más redondeado, pesado y lento, destinado principalmente al transporte de mercancías, y otro alargado, más ligero y rápido, utilizado para la guerra. Hasta el año 700 a.C., el mejor tipo de nave fue el pentecontore, empleado como barco de combate o para el transporte de objetos de lujo. Desde este momento la arquitectura nava) evolucionará, apareciendo en el Mediterráneo birremes y trirremes, inventadas por un constructor corintio, cuya principal innovación es la disposición de los remeros en varios pisos. Con ésto se incrementará la potencia, velocidad y número de tripulantes, destinándose principalmente, este tipo de embarcaciones, a actividades defensivas. Debemos a los griegos la consolidación del carácter científico de la Cartografía, con su legado de magníficas descripciones geográficas, de viajes y periplos. Durante el s. VI a.C. Anaximandro de Mileto fue el primero, que, sobre una plancha de estaño, trazó el mar y la tierra conocidos^; Parménides dividió la tierra en zonas; Hecateo trabajó en una descripción de la tierra, perfeccionando el mapa hecho por Anaximandro, ésta se conservará en tiempos de Rufo Aviene quien la utilizará en su descripción de las costas.

' Recogido por Estrabón en su Geografía.

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En el s. V a.C., Herodoto nos ofrece una idea bastante completa de la cuenca del Mediterráneo, aunque atribuyó a la Tierra una forma ovalada en vez de circular, como se venía manteniendo desde los poemas homéricos'. La Escuela Pitagórica, que buscaba el orden y la armonía de todas las cosa basándose en el conocimiento de las Matemáticas, la Física, la Astronomía..., volverá a la teoría de la esfericidad de la Tierra. Sobre el pueblo etrusco, que llegó a la Península Itálica debido al empuje de los Pueblos del Mar, no se tienen muchos datos relativos a su actividad marinera. A pesar de ello, sabemos que en el s. VI a.C., fundaron una serie de ciudades como Parma, Mantua y Melpum (Milán) y se apoderaron de los puertos de Adria y Spina. Tras la batalla de Alalia (en la que eran aliados de los cartagineses) se harán dueños de Córcega, la Isla de Elba y el mar Tirreno. Poseían una flota que frecuentaba las costas ligures, hispanas y de la Galla; mantuvieron durante cerca de seis siglos, hasta el s. VI a.C., una cierta "talasocracia" en la mitad Norte del Mediterráneo Occidental. La desaparición de este poderío estará causada por diversos motivos: su flota será destruida por los siracusanos en Cumas en el s. V a.C.; serán presionados por los galos en el Po; los cartagineses les expulsarán de Cerdeña olvidando sus antiguas alianzas; serán derrotados por los sammitas en Campania y, por último, perderán su predominio sobre Roma (que habían mantenido con la Dinastía de los Tarquinios) en favor de los latinos. En el s. VI a.C., Carthago había consolidado su hegemonía en Occidente, mientras que las ciudades fenicias de Asia Menor caían bajo el dominio persa en el s. V a.C.; éstos querían asegurarse la costa asiría, para lo cual necesitaban expanderse hacia el Oeste y dominar el mar. Pronto se encontrarán con un obstáculo, al que al principio no le dieron la importancia que tendría: los helenos, que ante el empuje persa se unirán para combatir al enemigo común, gracias a las cualidades políticas de Temistocles. Se

* En estos poemas se describe la Tierra como la isla circular rodeada del Río Océanos.

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reformará la flota ateniense y se mantendrá armada durante todo el año*. En este momento también se construirá el puerto del Pireo. Las Guerras Médicas (500-479 a.C.), tras largos años de duración terminarán con la expulsión de los persas del Mediterráneo después de la batalla de Salamina (480 a.C). Con ello se salva la libertad política y cultural de los griegos. Las ciudades jónicas son liberadas por Pausanias (rey espartano) y, más tarde, Atenas se convierte en su potencia protectora con la formación de la 1 ^ Liga Délica. Atenas se convierte en la primera potencia marítima-económica de Grecia. Durante el s. IV se producen nuevas expediciones y fundaciones, hasta que se imponga la conquista macedónica'". Filipo II tras conseguir la unificación de Macedonia buscará la salida al mar expandiéndose por la Península Griega. Admirador de la cultura ática, asegurará la paz con Atenas y, con ello, la anexión de la flota ateniense. Se forma, en el 337 a.C., la Liga de Corinto bajo la hegemonía de Macedonia (exceptuando la ciudad de Esparta) para oponerse a Persia y liberar las ciudades jónicas, que habían sido tomadas por los persas durante la Guerra del Peloponeso, s. V a.C.. Tras la muerte de Filipo II le sucederá su hijo Alejandro (336 a.C.) el cual realizará grandes conquistas en Asia con el objetivo de derrotar a los persas. Conquistará los puertos de Asia Menor consiguiendo, de este modo, sus flotas; en poco tiempo tendrá todas las flotas bajo su autoridad. En el año 331 a.C., tras la conquista de Egipto se fundará Alejandría: la cuenca oriental es macedónica. Alejandro Magno quería controlar también la cuenca occidental atacando Carthago y Sicilia, además los marselleses trataban de ampliar su dominio comercial en esta zona, hecho que no interesaba a ninguna de las potencias citadas, la muerte repentina del joven "dios" impedirá que sus acciones alcancen al Mediterráneo Occidental. Tras la muerte de Alejandro se producirán disputas por el control del gran Imperio que había creado, pero éste terminará por disolverse dando

' Podrá mantener la flota armada durante todo el año, a pesar del elevado coste que supone, gracias a las riquezas obtenidas de las minas de Laurión. '° Filipo II pudo financiar a sus tropas, y por ello realizar sus conquistas, mediante la explotación de las minas de oro del monte Pangeo.

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paso a una nueva época, el Helenismo, en la que se expande y unlversaliza la cultura griega a través de los diversos reinos en que había quedado dividido. Durante este período se desarrollarán ciencias como la Geografía y la Astronomía, entre otras, que repercutirán en la evolución de las técnicas de navegación y en la formación de la ciencia cartográfica. El mérito de la cultura greco-helenística es, fundamentalmente, el hecho de que sólo se interesan por las ciencias exactas y la Astronomía, eliminando todo lo mágico y místico que se les atribuía. Después de la fundación de Alejandría se crea en ella una Biblioteca que será el centro de irradiación del helenismo. En el s. IV a.C. Pitheas de Marsella realiza una travesía más allá de las Columnas de Hércules. Quería comprobar la esfericidad de la Tierra, las latitudes... etc.. Gracias a su viaje Europa queda definida geográficamente. En su periplo-derrotero" se explicaban todos los climas del mundo conocido. También descubrió la causa de las mareas. El viaje de Pitheas junto al de Eutimenes, realizado en el mismo siglo y en dirección sur más allá de Gibraltar, constituye la gloria del helenismo en Occidente. Diógenes y Bitón, ingenieros de Alejandro Magno, levantaron cartas de las provincias que atravesaban, auxiliándose de las observaciones de Nearco y Onesicrites, comandantes de la flota. Entre tanto se fundaba la famosa Escuela de Egipto en la que la Geografía se convirtió en ciencia metódica basada en conocimientos seguros y constantes. Posteriormente, en el s. III a.C., Eratóstenes de Cirenne reunió todo lo escrito hasta entonces y corrigió la carta geográfica de Anaximandro'^. Dará a luz otro mapa que contenía la superficie terrestre conocida'^. La cultura helenística fue heredada de la Geografía matemática de los griegos, siendo Hiparco de Nicea (s, II a.C.) el primero que consideró fundamental la Astronomía para el desarrollo de la navegación. Hiparco concibió la idea de

" El relato de su viaje desapareció en el incendio de la Biblioteca de Alejandría, pero nos han llegado copias de algunos fragmentos por críticas que sobre él hicieron autores como Estrabón o Polibio. '" Según Plinio. " Según Estrabón. Geografía, Libro I.

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formar de la Astronomía una ciencia ordenada''', y discurrió que la Geografía debía referir al Ecuador los lugares del mundo conocido. Se le debe también la invención de un ingenio antecesor del astrolabío. Será a partir del s. VI a.C., cuando Roma se configure como la gran potencia marítima y territorial, tras largos conflictos en las cuencas Oriental y Occidental del Mediterráneo. En un principio, conseguirá su hegemonía ocupando diversos territorios con sus legiones, aunque pronto se verá obligada a salir al mar para continuar su proyecto de expansión. Sicilia será el primer enclave que se disputen Roma y Carthago, debido a su importante producción de trigo e indudable valor estratégico. Tras sucesivos tratados romano-cartagineses, que involucran a todas las potencias con intereses en el Mediterráneo Occidental, en el año 306 a.C. (tercer Tratado) se definen las zonas de influencia: Roma se centra en Italia y Carthago en Sicilia y las costas ibéricas. Posteriormente, este pacto será violado por Roma al intervenir en Sicilia auxiliando a los mamertinos (s.lli a.C.). A partir de este hecho se inician los conflictos bélicos entre amt)as entidades (I Guerra Púnica), momento en el que Roma se conciencia de su necesidad de construir y mantener una flota, con la que pondrá en práctica tácticas guerreras terrestres, basándose en el abordaje, debido a su inexperiencia en el arte de navegar. Después de victorias alternativas, y habiendo desaprovechado Carthago la oportunidad de vencer al enemigo (éste encontraba dificultades para rehacer su flota), por continuar aquel con sus actividades comerciales, en el 241 a.C, Roma, ya reestabiecida, vence provocando la firma de paz que entregará Sicilia a los romanos. Así Roma continuará su expansión hacia el Norte y Carthago por Iberia (tras perder su predominio en Cerdeña y Córcega, puntos decisivos en el control de rutas comerciales, en favor de los

'* En el 67 a.C. el Senado promulga la Lex Gabina, por la cual un magistrado se encargará durante tres años del control de las costas, teniendo derecho a reclutar hombres, armar barcos... a voluntad.

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romanos). Producto de estos acontecimientos, los cartagineses alcanzarán zonas de interés massaliota (aliados de Roma), provocando nuevos conflictos que terminan con la firma del Tratado del Ebro (226 a.C.) en el que los romanos reconocen la soberanía cartaginesa al Sur de este río. De nuevo, Roma incumple el Tratado con Carthago al aliarse a la ciudad de Sagunto, dando lugar a la II Guerra Púnica, durante la cual los Escipiones conquistan Iberia, llegando hasta Gades, en donde expulsarán a los cartagineses. Al final de esta guerra Carthago evacuará Italia (que había sido atacada por Aníbal), la Galla y España y entregará casi la totalidad de su flota, limitando su campo de acción a la costa africana. Por otro lado, tras la muerte de Alejandro, Roma tendrá acceso al sector Oriental del Mediten-áneo, en el que destacaban los enclaves de Alejandría y Macedonia regentados por las dinastías Rolemaica y Antigónida. Dichos linajes, a raiz de una serie de enfrentamientos, acabarán por establecer una demarcación marítima: Alejandría controlará el sur del Egeo y Macedonia las islas. Rodas desempeñará un papel decisivo ya que, por su causa, Roma intervendrá en los asuntos de Oriente. La isla adquirirá importancia debido a su flota (compuesta por robustas trirremes cuyos remeros hacían también de combatientes, sin recurrir a mercenarios), su situación clave de cara a las caravanas de Asia y las rutas marítimas, así como por librar al Mediterráneo Occidental de la piratería. La isla precisará de la ayuda romana cuando Filipo de Macedonia equipe una importante flota, provocando un desequilibrio en el mercado marítimo del Egeo. Roma intervendrá destruyendo las flotas macedónicas y seleúcidas y tomará, con posterioridad, el Puerto de Délos, hecho que provocará la mina de Rodas, última flota de valor en el Mediterráneo Oriental. Roma también se enfrentará a Antíoco III de Siria que pretendía el control del Egeo. El conflicto terminará con una victoria romano-rodia que afirmará su dominio en este mar. Macedonia se verá incorporada al dominio romano como una de sus provincias, al final de la lii Guerra Macedónica (s. II a.C.).

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El último obstáculo que le queda a Roma para dominar el Mediterráneo es Carthago, que en el año 146 a.C. es conquistada y destruida, pasando a englobarse en las provincias africanas. Por tanto, podemos hablar de Mare Nostrum. Durante el s. I a.C, Roma se encuentra con el problema de la piratería en el Adriático y el Egeo, busca seguridad, libertad mercantil y control político a través del Mediterráneo; Marco Antonio (74 a.C.) será encargado de defender el dominio marítimo, considerado ya como una provincia más. Años después, tras un período de crisis internas (Guerras Civiles) Pompeyo se responsabilizará del control de las costas.'* Hacia el cambio de Era, el Mediterráneo mantenía una relativa tranquilidad, aunque se siguieron anexionando nuevos territorios hacia Oriente'®, buscando una expansión mercantil y política además de geográfica. No continúan hacia el Atlántico. Dicha "quietud" llegará hasta inicios del s. III d.C. Durante el período histórico descrito brevemente se producirán cambios en la construcción de embarcaciones, tácticas de combate..., evolucionando la navegación y con ella la ciencia cartográfica. En cuanto a navios hay que distinguir entre naves de guerra y las dedicadas al comercio-transporte de mercancías. La trirreme, navio de combate, evolucionará con el tiempo incrementando su rapidez, robustez, número de tripulantes y reforzará su espolón, todo ello en función de las tácticas bélicas en desarrollo. Además las escuadras estaban compuestas por cuatrirremes, quintirremes... y barcos con mayor número de remeros. Los cargueros se adaptarán a las necesidades del tráfico comercial, siendo en general más lentos y de construcción más sólida'^

" Un ejemplo de tal expansión lo constituye el reinado de Trajano, que entre el 98-117 d.C, anexiona Dada, Arabia, Armenia y Mesopotamla. Con sus conquistas el Imperio Romano adquiere su máxima expansión territorial. " Los cargueros de la flota del trigo eran los de mayor tamaño. " Los escritos y bajorrelieves nos dan pocos datos, pero es interesante el bajorrelieve de un sarcófago, citado por Lionel Casson en su libro Las Marinas en la Antigüedad, el cual representa la maniobra de tres navios, uno de ellos despliega una vela a ibarda para remontar el viento.

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La Arqueología Subacuática ha aportado sobre todo información acerca de barcos mercantes, a excepción de las naves del Lago Nemi, que debieron tener un carácter suntuario destinadas posiblemente al ocio y recreo durante el reinado de Calígula; ya que las naves de guerra, al carecer de lastre, difícilmente se hundían. Las innovaciones más relevantes sobre equipamiento de los navios para la lucha vendrán de mano de Demetrio Poliorcetes (s. IV-lll a.C.); de éstas se beneficiarían antagónidas, seleúcidas, romanos y otros pueblos, mientras eran ignoradas por los cartagineses que mantendrán sus técnicas constructivas tradicionales. Siguiendo las indicaciones del macedonio se instaló en las naves una artillería de marina perfeccionada y ampliada (catapultas, ballestas de mayor alcance, torres portátiles contra el fuego...), llevando una infantería de aproximadamente un centenar de hombres, con especialistas en algunos casos. Los romanos aportaron al arte de navegar el uso del corbus y del arpón lanzado con ballesta, confirieron mayor solidez a sus navios para hacerlos más resistentes al choque y evitar el espolón de naves enemigas en caso de abordaje. A la vez que evoluciona la parte defensiva de los barcos, también lo hace la de navegación propiamente dicha: se utilizan aparatos de achique, norias, tubos de aire, anclas de cepo móvil... y timón de eje vertical (aunque los navios, en general, navegaran aún con dos timones); evolucionó el velamen aumentando el número de velas (habrá dos o tres mástiles con velas cuadras o terciadas), los cargueros no utilizaban remeros, navegando en ocasiones contra el viento, lo cual nos indica la destreza alcanzada. Todos estos avances nos demuestran el grado tecnológico al que había llegado Roma en la construcción y mantenimiento de su flota. El abordaje constituyó la táctica más importante de entre las empleadas: se debilitaba al enemigo durante la aproximación para, después, inutilizar sus remos en el choque rápido y proceder al abordaje utilizando garfios, etc.. Durante largo tiempo la lucha en el mar se redujo a una batalla campal, sin alejarse de las costas (medio de escape para los combatientes)

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y careciendo de estrategias elaboradas (caso de las primeras guerras romano-cartaginesas). Roma no realiza descubrimientos, aunque recoge el bagaje marinero helenístico y de culturas anteriores. De este modo reutilizará el acceso al Mar Rojo, orientando las conquistas periféricas hacia el Este; aprovechará los monzones (conocidos ya por árabes e hindúes) para evitar el cabotaje en sus viajes hacia Arabia y en último término hacia la India, la navegación directa en alta mar se comenzaba a desarrollar. La navegación, que en otros tiempos se había limitado a concretas épocas del año, dejará de estar restringida, realizándose travesías en toda estación, ya sea por necesidades comerciales o militares''. Durante la época romana tenemos constancia de la existencia de múltiples cartas que registran las localidades costeras y los mares que las bañan, realizándose los primeros estudios sobre mareas y corrientes. Los romanos recopilaron toda la tradición helenística acumulada en torno a las ciencias que afectan a la Cartografía, constituyendo la base del conocimiento actual sobre esta ciencia en la Antigüedad, a pesar de su despreocupación, relativa, por el rigor científico que daban los geógrafos griegos. Los estudios romanos no dieron gran importancia a los países limítrofes del Imperio. En este período la Tierra, "Orbis Terrarum", será representada en forma discoidal hasta Pómpenlo Mela que realizará un mapa circular (s. I a.C.). Satjemos también que cuando una provincia entraba en el dominio romano se levantaban de ellas "cartas geográficas", siendo éstas uno de los principales ornatos del triunfo'*. La lista de estudios geográficos realizados en esta época es amplísima: Estrabón^, Plinio, Avieno, Pomponio Mela, Sexto Julio Firmico, Pausanias, Rutilio, Varrón, Vitrubio, Floro... entre otros. El más famoso geógrafo de la Antigüedad será Claudio Ptolomeo,(ll d.C.) cuya obra, conocida gracias a las traducciones árabes, fue editada

"César atravesó el Adriático en pleno invierno, y Pompeyo el Grande inició su carrera contra la piratería antes de la primavera. " Hecho comentado por Ovidio. Ars Amandi, Libro I. " Estrat>ón escribió una Geografía dividida en 17 libros, en la cual se hace patente que el uso de cartas era común en la época.

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hasta avanzado el Renacimiento. Su obra está inspirada en Hiparco, realizando el proyecto concebido por aquel, en su libro de Geografía, insertará la posición de los lugares conocidos por su latitud y longitud en un mapa. Debido a la realización del catastro del Imperio Romano, ordenado por Agripa, da un prontuario de cartografías y realiza numerosos mapas que, tomando datos de Eratóstenes, mejoró. Al introducir las medidas citadas anteriormente (longitud y latitud) y el método de averiguar éstas a través de la observación del cielo, se puede asegurar que creó una verdadera ciencia de la navegación. Hay que hacer mención sobre las cartas de Marino de Tiro (s. II d.C), que trabajó en mapas muy cotizados en su época. Con posterioridad serán corregidas por Ptolomeo. La navegación durante el Medievo desde la desintegración del Mundo Romano a los inicios de la Edad Moderna. A partir del s. III d.C. se producirá el decaimiento del Imperio Romano por diversos factores: su economía frágil (consume pero no produce); inicio de las migraciones de las tribus bárbaras, generando guerras periféricas en el limes. Este no será un gran obstáculo ya que el ejército decaía y Roma ya no poseía una gran marina, concentraba sus esfuerzos contra el peligro persa (no deseaba la intromisión de ningún estado en el Mediterráneo). En el s. IV,, tras la muerte de Teodosio, se separa el Imperio de Occidente del Imperio de Oriente y, más tarde, en el 476 d.C. Odoacro envía las insignias imperiales a Oriente tras ser vencidos por la marina vándala, que se instalará en el Mediterráneo Occidental. El símbolo de la civilización mediterránea se desplazará a Bizancio, su vida, tráfico y comercio estaban en el mar. Todos los pueblos convergen hacia el Mediterráneo; Bizancio será quien limite la expansión de los vándalos^', vikingos, flotillas de los

" En el s. VI Belisarlo conseguirá la descomposición del ejército vándalo acabando con su dominio en el Mediterráneo Occidental.

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varengos del Este... etc. En el s. Vil serán los únicos que hagan frente a los ataque islámicos (se necesitarán ocho siglos para que caiga Constantinopla, en el 1454). Durante el s. VI el Mar Mediten-áneo es un mar bizantino, habrá un nuevo eje de tráfico comercial: desde las llanuras rusas los escandinavos llegarán al mar Negro, desde donde Bizancio redistribuirá el comercio por el Mediten-áneo. En el s. Vil la progresión árabe dividirá el Mediten-áneo al llegar a Gibraltar. Paulatinamente controlarán la cuenca occidental, donde se desarrollará el Califato de Córdoba y, más tarde, el puerto de Almería, centro del comercio de los metales hispanos; mientras tanto en la cuenca oriental tomarán Alejandría... (bloqueando sin premeditación la ruta Occidente-lndiaChina). La expansión árabe es frenada en Occidente por Carlos Martel (732 d.C), y en Oriente por Bizancio (718 d.C.)^^. En el s. IX Bizancio ve reducido su dominio marítimo a los mares Egeo y Jónico. Italia ha quedado separada, este hecho favorecerá la emancipación de Venecia y, más tarde, de otras ciudades como Genova y Pisa; además de facilitar la entra de los normandos en la Península Itálica (ya en el s. XI). Durante el s. XI Bizancio entablará luchas contra armenios (que anteriormente estaban anexionados a su imperio), turcos, árabes, normandos... etc.. La aparición en el escenario marítimo de ciudades como Venecia, Pisa y Genova significará el fin de la potencia exclusiva de Bizancio. Estas ciudades florecen gracias al comercio y al declive, a partir del s. XI, del dominio árabe en el Mediterráneo como consecuencia de la Reconquista. El comercio con Occidente pasa a manos de Genova, Pisa y Ñapóles, y con Oriente a Sicilia y Venecia^^. Esta última se convertirá en la primera potencia comercial y marítima de Occidente gracias a su situación clave

^Gracias a la superioridad de suflota,compuesta por dromones (naves de casco alargado, con un solo mástil con vela triangulas, y una o dos filas de remeros), al llamado fuego griego y a otros Ingenios bélicos (catapultas, ballestas, tralados para hacer vías de agua, uso de buceadores...) vencerán a los barcos árabes (ventrudos, pesados y lentos). " l^s mercancías orientales eran muy preciadas. Productos como ia seda, los brocados, las especias, el marfil, las porcelanas, etc. llegaban a través de las caravanas de la ruta de la seda o de las vías marítimas provenientes del Océano Indico.

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entre Oriente y Occidente. Las Cruzadas, desarrolladas entre el s. XI y el XIII, que fracasaron debido a la imposibilidad de aunar los diversos intereses particulares, de sus principales dirigentes, en un ideal común, y a los largos viajes que había que realizar (en un mar en el cual se enfrentaban los intereses territoriales y económicos de Bizancio, Venecia, los normandos...) tendrán consecuencias que afectarán a los pueblosribereñosdel Mediterráneo. Las ciudades marítimas de Italia del Norte y Sur de Francia experimentarán una gran expansión económica gracias al comercio con Oriente. El contacto con las culturas árabes y bizantinas enriquecerá el nivel cultural de Occidente; se crean órdenes de caballería (Orden de Malta, los Templarios...) que unen un ideal religioso-ascético con el militar-caballeresco. Por otro lado, a partir del s. XI los reinos cristianos de la mitad Norte de España (navarra, Aragón, Castilla y el Condado de Barcelona) atacan al califato de Córdoba. En el s. XIII dos nuevas potencias se introducirán en el mar: Portugal y Aragón. Esta última tuvo pronto su propia marina comercial e iniciará la exploración de la ruta de Barcelona a Palestina, estos reinos se abrirán al mar a través de fachadas marítimas: una al Norte que no tendrá, todavía, gran utilidad; otra al Oeste, que se extiende de Porto a Lisboa; y por último la oriental de cara al Mediterráneo, que tras la fusión de Cataluña y aragón, y con la ayuda de técnicos genoveses, se extenderá por la zona occidental de este mar (toma de Baleares, Valencia, Sicilia...etc.). En el s. XV, Alfonso V de Castilla recibe Ñapóles. El Mediterráneo Occidental estaba controlado por Aragón, y éste se anexiona Castilla en 1.476 constituyéndose un nuevo estado español con preminencia castellana en todas las costas de la Península. Tras la toma de Granada el estado árabe desaparece de la Península. El Mediterráneo Occidental era español y el Oriental, tras el debilitamiento de Genova, la división del Magreb en espera del dominio turco... estará en manos de los venecianos. Mientras tanto, Portugal se había extendido hacia el Sur hasta la costa de África Occidental, dirigiendo su vocación marinera hacia el Atlántico. Tras la disolución del Imperio Romano la cultura geográfica se concentrará en la Península Ibérica, en ella se escriben y copian obras de Orosio y San 65


Isidoro, que sirven de guía y enseñanza en toda Europa. También en otros lugares se conservará la tradición latina, existiendo trabajos importantes como los de Etico de Istria, Esteban de Bizancio... etc. que escribirán tratados geográficos. Orosio escribirá su obra Historia contra Paganos en el s. IV d.C, en la que incluye numerosos datos geográficos, ésta será copiada y reproducida en siglos posteriores. En el s. VIII se realizarán mapas para su mejor entendimiento, uno de los cuales se conserva en la Biblioteca de Alby. San Isidoro en el s. VI escribe sus Etimologías, que están acompañadas de interesantes mapas por su antigüedad y ejecución; éstos inspirarán los mapas españoles más antiguos, que contienen descripciones gráficas de regiones, ciudades, mares, islas, montes y ríos. La Tierra se representaba bajo la forma de una masa continental atravesada por una T y enmarcada por una O (que representaba el océano circundante). Los mapas de San Isidoro servirán de guía para trazar los del Beato de Liébana, en donde son mejorados; en ellos aparecen en grandes caracteres las palabras Asia, Europa y África, y los nombres de Sem, Cam y Japhet. Con posterioridad se realizarán otras representaciones en las que corresponde al centro un espacio triangular donde se mencionan nombres de mares. Otro mapa interesante es, en el s. X, un ejemplar de San Millán de la Cogolla, en el que están dibujadas la Fuente del Paraíso y los cuatro ríos que de ella salían. También en este siglo se realizan el Códice Virgiliano (escrito en el s. IX, pero lo que se conserva es una copia del s. X) en el que aparece un mapa-mundi idéntico a algunos de los que aparecían en las obras de S. Isidoro, y el Códice Emilianense (de San Millán) que ofrece un curioso mapa eclesiástico de España bajo la forma de una rueda con los nombres de 6 villas metropolitanas y 60 sufragáneas. Durante los siglos X, XI y XII se realizan diversos mapas que encontramos en Bibliotecas y Archivos europeos: Mapa de Saint Omer de la Biblioteca Cottoniana (siglo XI); Mapas-Mundi de Estrasburgo (siglo IX); Mapa anglo-sajón del Museo Británico (siglo X, ofrece interés por marcar las Columnas de Hércules); Mapas de Onorato de Autum y de Guido (siglo XII), 66


entre otros. Pero los mapas mundiales más importantes para la cultura geográfica, en la primera mitad de la Edad Media, son españoles, no teniendo comparación posible con otros hasta el s.XII, pues los mapas extranjeros se basaban en los isidorianos y en los de Orosio. En el s. XII, se destacan las representaciones de Lambertus Floridus y el de Guido, siendo éstos de gran valía para señalar el progreso de la ciencia cartográfica, que había evolucionado en España desde las representaciones del disco isidoriano partido al mapamundi del mismo autor. Los mapas particulares presentan un notable progreso del dibujo y el adorno, se pueden citar como modelos el de la Peregrinación de Londres a Jerusalem y, un Mapa militar de las Conquistas de Venecia en tierra firme. En el s. XIV son destacables cartas náuticas en las que aparece la Península Ibérica: la Carta de Dulcert (Mallorca 1.339); Atlas catalanes del Museo Borbón y de la Biblioteca de París; Cartas de Guillermo Solerio de Mallorca (1.385)... etc.. Reflejan el impulso que los navegantes dan a la Geografía y en concreto a la Cartografía (ej. el Atlas Catalán de Abraham Cresques). Los marinos españoles e itlaianos ocupan un puesto relevante en los progresos geográficos de la Edad Media. La supremacía española durará hasta el s. XIII (gracias a catalanes y mallorquines) para pasar después a los italianos^*. Los mapas del mundo se utilizarán para la navegación dibujando toscamente las entradas y abrigos de la costa y las desembocaduras de los ríos. Para esta labor era precisa la navegación, el conocimiento aproximado de los rumbos (que sólo con la observación frecuente podía obtenerse)... . Los españoles son los primeros constructores de "cartas de marear" debido a su experiencia marinera. No se conservan cartas de navegación de esta época a excepción de la Carta Mogrebina (s. XIII), conservada en la Biblioteca Ambrosiana de Florencia, que según A. Beltrán fue copiada de otra de

" HAMY, T . : Les orígenes de la cartographie de l'Europe septentrionale.

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origen español, ya que los árabes no tenían noticias directas de los mares occidentales (sobre ello no están de acuerdo todos los autores)^'. Otras cartas de marear a destacar son: el Atlas de Pedro Visconti (s. XIV), que nos da un contorno bastante regular de la P. Ibérica; el de los Hermanos Pizigani (del mismo siglo) y, en el s. XV, el Atlas de Andrea Blanco, joya de la cartografía italiana. Contemporáneo a este último es la Carta española de Gabriel de Valseca^ En los portulanos, es decir en las cartas góticas del Mediten-áneo, antes de idearse la Rosa de los Vientos se indicaban los rumbos cardinales y cuadrantes por las iniciales de sus denominaciones ítalocatalanas, salvo en el Norte o Tramontana que ostentaba una estrella, la Polar, y en Oriente que se pintaba con una cruz. Cuando se adoptaron las Rosas de los Vientos en su círculo interior subsistieron estas iniciales y símbolos y, por consiguiente, jamás faltó la Cruz del Este, mientras que el Norte fue sustituido por un índice a modo de triángulo rematado con el tiempo por una flor de lis. Se discute si el origen de estas cartas es mallorquín o genovés; Ramón Llul (s. XIII) afirma en una de sus obras que los marinos del s. XIII se servían de instrumentos de medida, cartas de marear y de la aguja imantada. Estas cartas son llamadas catalanas por estar rotuladas en este idioma, lengua también mallorquína. Casi todas estas cartas náuticas estaban realizadas sobre pergamino, cruzadas por una tupida red de rumbos, orientadas al Norte magnético e iban provistas de escalas. El Norte se solía indicar por el esquema de la aguja o, como ya dijimos, por la flor de lis. Se piensa que fueron los italianos y portugueses quienes transmitieron estas cartas a los árabes entre finales del s. XIV y principios del s. XV, aunque hay autores que piensan que éstos las conocían con anterioridad. Durante los siglos XIII-XIV se populariza el uso de la brújula, que permitió dar una mayor extensión y seguridad a los viajes marítimos, pero hizo precisa una mayor perfección en el trazado de las cartas náuticas,

^ Abu-Ríhan el Blrumi nos dice que los árabes no se atrevían a comerciar a lo largo del Atlántico. " Revista General de Marina. Tomo XXXI,

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planteando el problema de la proyección de las mismas. Las primeras referencias al uso de la brújula proceden de textos chinos o cristianos del s. XIII, aunque es probable que los árabes la conocieran con anterioridad guardando su secreto. Lo que sí es cierto es que su uso y el de la Rosa de los Vientos era común a finales de este siglo. La contribución árabe al desarrollo de las ciencias náuticas es importante. Estos recogieron los conocimientos griegos de sus textos, con anterioridad a la quema de la Biblioteca de Alejandría. Este hecho, junto a su conocida aptitud para la Astronomía y las Matemáticas, dará impulso a estas ciencias. Herederos del saber griego, cvonocieron las proyecciones cartográficas y rehicieron las medidas de la Tierra corrigiendo los errores de Ptoiomeo. Samah-ben Melek-Khaulani, gobernador de España, preparará una descripción de la misma en el año 721, pero hasta el siglo siguiente no adquirirán importancia verdadera este tipo de estudios, desarrollados en Oriente por iniciativa del Califa Amamun; éste mandó traducir las obras griegas y, entre ellas, el Almagesto de Ptoiomeo. Masudi, viajero y escritor, redacta : las Memorias de su tiempo y Las praderas de oro, en esta última examina y descubre la grandiosidad del globo, la extensión de los mares; discute y describe los mapas de Marino de Tiro y Ptoiomeo... etc.. Masallah, judío-egipcio del s. VIII-IX, realiza una obra acerca de la construcción y uso del astrolabio, de gran difusión en la España Musulmana. Azarquiel, en Las Tablas Toledanas corrigió la desmesurada extensión dada por Ptoiomeo y los alejandrinos a la Tierra. En el s. X Ysthikri nos deja un mapa que representa las costas e islas del Mediten-áneo. Un siglo más tarde al-Edrisi, de origen español, eleva la ciencia cartográfica a colosal altura, diversos autores le consideran como el primer cartógrafo de la Edad Media. Su obra está acompañada de mapas y dibujos, en uno de ellos incluye los climas que, según ios geógrafos árabes, llegaban hasta el límite habitable señalado en los mapas cristianos; además dividirá el Hemisferio Norte en paralelos. En otro de los mapas reproduce mares, islas ... etc, y no difiere mucho de ios mapas cristianos de la época.

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La reconquista de Toledo por Alfonso VI, en el 1085, pondrá en contacto las culturas musulmana, judía y cristiana con la creación de La Escuela de Traductores de Toledo. En ella se traducen obras árabes recuperando, de este modo, las culturas griega y latina en Occidente. En el s. XIII hay que destacar Las Tablas Alfonsíes, referidas al meridiano de Toledo, ciudad donde estuvo instalado un observatorio gracias al cual se corrigieren los errores de Ptolomeo. Se reunieron una serie de datos astronómicos, y referentes a coordenadas, que fueron aprovechables en los trabajos cartográficos. Todos los adelantos descritos anteriormente, ya sean cristianos, musulmanes o judíos, y las cartas náuticas, fueron útiles mientras no se rebasaron los límites del Mediterráneo. En dicho mar los errores de orientación no eran considerables, pues casi siempre los marineros tenían como orientación los astros y los accidentes costeros. Cuando las Marinas castellana y portuguesa se aventuren en la navegación atlántica se harán patentes los fallos de estas cartas e ingenios náuticos y, lógicamente, serán españoles y portugueses los que comenzarán a resolverios. A partir de este período, de la época de los Grandes Descubrimientos, la Cartografía progresará más rápidamente y siempre en función del desarrollo de la técnica en otras ciencias. Se conjugarán el rumbo, la distancia, la latitud y la longitud que quedarán plasmados en las cartas náuticas que se realizarán desde entonces. Será en la Edad Moderna cuando la Cartografía alcance mayor desarrollo, que continuará hasta nuestros días.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 73-84

ÁNFORAS DE TRADICIÓN FENICIA EN ANDALUCÍA Alicia Rodero Riaza^

En primer lugar conviene saber qué significa la palabra "ánfora", procede del griego: -En ambos lados. -Llevar. Es decir, un recipiente con asas a los lados que facilita su transporte. De aquí se puede deducir que a multitud de formas es posible denominarlas "ánforas". Yo, personalmente, prefiero adjudicar dicha denominación estrictamente a "vasos con dos asas y una base redondeada o acabada en pivote, es decir, que necesita una base ajena para mantenerse en pie o clavarse directamente en la tierra". De esta manera excluyo otra serie de vasos que en la literatura científica también se denominan ánforas, pero que, desde mi punto de vista, llevan a error (vasos tipo Cruz del Negro, cráteras, etc.), presentando además todos ellos otra característica común: la base plana. Aparte de esta matización morfológica, lo que no conviene olvidar es que los vasos aludidos tienen una función común: transporte y/o almacenamiento de áridos y líquidos.

' Museo Arqueológico Nacional. Madrid.


Como dato curioso, hay que recordar que la palabra griega "ánfora", que venía significando una forma cerámica, a partir de época Republicana pasa a ser utilizada como medida de capacidad: 26 litros y, desde el Imperio, sustituye absolutamente al término latino "quadrantal". Tras esta mínima introducción, y habiendo quedado claro, espero, que sólo me voy a referir a los vasos terminados en pivote o base redondeada, paseemos a conocer su desarrollo en Andalucía. El primer tipo de ánfora que podemos llamar fenicia o de tradición fenicia es la llamada ánfora de saco: tiene el borde saliente, engrosado en el interior; hombros muy marcados de donde salen dos asas de sección circular, cuerpo con forma de saco y base redondeada. Centrados ya en la zona Andaluza, que es donde alcanza su máximo desarrollo de toda la península, aparece tanto en yacimientos en la costa típicos de la colonización fenicia, como en yacimientos en el interior hasta donde llegan las Influencias orientales y comerciales y, además, van a perdurar de manera clara hasta el ya formado mundo ibérico o ibérico turdetano. Este gran desarrollo y dispersión nos puede hacer pensar en el auge y aceptación que tuvo este vaso, tanto por su morfología como por su comodidad de transporte que la hizo seguir manteniéndose a pesar de la aparición de otras formas en el mercado. Indudablemente este mismo desarrollo denota la necesaria existencia de diferentes centros de producción. Desgraciadamente en este terreno la arqueología nos ha proporcionado pocos datos, pero es muy interesante apuntar aquí la existencia del horno documentado en el Cerro de los Infantes (Contreras, Carrión y Jabaloy, 1983, pp. 533-535). Interesante por ser el de más alta cronología conocido, fines del s. Vil a.C., por atestiguar la fabricación peninsular del ánfora de saco y como dato que nos sirve para hacer la siguiente reflexión: de enorme importancia para conocer cómo los núcleos indígenas aceptan las influencias venidas del mundo fenicio, de gran importancia económica pues demuestra la producción y comercialización indígena del vino y del aceite, como apuntan los propios autores del artículo; y la sospecha de que si a finales del s. Vil en un núcleo indígena ya se fabrican las ánforas de saco, no es 74


descabellado pensar que en fechas anteriores también se fabricarían en la costa. Otros hornos son los excavados en el Cerro Macareno, que aún siendo más tardíos, s. IV a.C. (Fernández Gómez, Chasco Vila y Oliva Alonso, 1979, p. 46 y pp. 74-75), no dejan de ser importantes pues documentan una evolución in situ a partir del ánfora de saco. Hasta hace no demasiados años, sucedía con los hallazgos anfórleos lo mismo que acabamos de ver para los hornos, es decir, que los hallazgos más antiguos que se conocían eran de tierra adentro y no de la costa, donde lógicamente paraban primero los colonos orientales. Con el avance de la investigación lo que parecía evidente se ha confirmado. De esta manera, las últimas excavaciones llevadas a cabo en la provincia de Málaga, por un lado, y en la de Cádiz, por otro, nos dan unas fechas de la primera mitad del s. Vlil a.C. El origen de esta forma parece ser sirio-palestino, y es a partir de la Edad del Hierro II cuando las jarras de almacenamiento con prototipos en la Edad del Bronce empiezan a presentar dos innovaciones importantes: - Los hombros se marcan. - Los cuellos se hacen cada vez más cortos (Amirán, 1970:192 y 238). Esto queda bien demostrado en yacimientos como Ashod, niveles 6-9, donde las ánforas ya presentan el cuerpo de saco perfectamente definido, con una cronología desde el s. X a.C. (Dothan, 1964, pp. 84-87, fig. 3, n° 11). Se puede destacar igualmente su aparición en yacimientos como Tabbat al-Hamman, desde el s. X y IX a.C. (Braidwood, 1940, pp. 191-194, fig. 5, n° 1) o desde el s. VIII en Lachish (Tufnell, 1953, p. 312, lám. 78, n° 19). En el Norte de África y más concretamente en Cartago falta la forma "genuina" de saco, aunque sí aparece en la ínsula III de Rachgoun, casa M de Mersa Madakh (Guillemot, 1965, pp. 104-130, fig. 17ypp. 137-155, fig, 51) y en Mogador (Jolin, 1966, pp. 123 y ss.). Así podemos citar el nivel B.l del Morro de Mezquitilla, fechado en la primera mitad del s. VIII (Schubart, 1985, fig. 5, f), los estratos I y II del corte 1 ó estrato I del corte 2 de Chorreras, fechados antes del 750 a.C. (Aubet, 1974, fig. 17 y 19 y Aubet, Maass-Lindeman y Schubart, 1979, fig. 8) y los 75


niveles de la primera mitad del s. VIII del Castillo de Doña Blanca (Ruiz Mata, 1986, fig. 3). Como decía más arriba, hay varios yacimientos en el interior con fechas muy tempranas, que indican que las influencias o corrientes comerciales se expandieron muy rápidamente. De entre todos ellos se pueden destacar: - Horizonte del Bronce final del Peñón de la Reina, Albodoluy (Almería), segunda mitad del s. VIII a.C. (Martínez y Botella, 1980, fig. 76, n° 3). - Niveles 5 y 6 del corte 23 del Cerro de los Infantes, Pinos Puente (Granada), segunda mitad del s. VIII a.C. (Molina et allí, 1983: fig. 4,b). - Fase II del Cerro de la Mora (Granada), 750 a.C. (Can-asco Rus, Pastor Muñoz y Pachón Romero, 1982, fig. 23, n° 124). - Nivel 25 del Cerro Macareno (Sevilla), s. VIII a.C. (Pellicer, 1978, p. 374). - Nivel 23 del corte A de Carmena (Sevilla), mitad del s. VIII a.C. (Pellicer y Amores, 1985, p. 163 y p. 167). Pero será a partir del s. Vil a.C. cuando estas ánforas se generalicen verdaderamente tanto en la costa como en el interior: - Fase I del habitat de Guadalhorce (Málaga), desde el 650 a.C. (Arribas y Arteaga, 1975). - Necrópolis de Trayamar (Málaga), desde el 650 a.C. (Schubart y Niemeyer, 1976, lám. 12, n» 547 y n» 557). - Nicho B de la Tumba 19 de la Necrópolis de Laurita (Almuñécar, Granada), fechada en el 675 a.C. por las dos kotilas protocorintias allí encontradas (Pellicer, 1963, pp. 30-38, fig. 32, n» 4 y n" 7). - Niveles 4a y 4b-6a y 6b-almacén C y 7a^-7a^b-último uso del almacén de Toscanos (Málaga), s. Vil a.C. (Schubart y MaassLindeman, 1984, fig. 14, 15 y 16). - En Huelva pueden distinguirse tres núcleos: * Cabezo de la Esperanza, s. VII-VI a.C. * Cabezo de San Pedro, 700/650-625 a.C.

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* Necrópolis de La Joya: formando parte de los ajuares de las tumbas 9, 17 y 18 ó como urnas cinerarias en la tumba 19. Segunda mitad del s.Vil-primera mitad del s. VI a.C. (Belén, Fernández Miranda y Garrido, 1977 y Garrido y Orta, 1978). - Fase V del Cerro de los Infantes, Pinos Puente (Granada), 700-600 a.C. (Molina et alii, 1983, fig. 1, 5 y 7). El siglo VI va a representar una marcada evolución de las ánforas de saco y, más concretamente, de sus bordes, ya que la escasez de formas completas hace complicado establecer una evolución particular de las mismas. En líneas generales se puede decir que los bordes siguen engrosados en su interior, pero con una tendencia más marcada a ser exvasados, más redondeados en unos casos y más angulosos en otros. Por destacar como siempre algún yacimiento de este momento, se pueden citar: - Nivel 7b de Toscanos (Málaga), primera mitad del s. VI a.C. (Schubart y Maass-Lindeman, 1984, fig. 14, 15 y 16). - Niveles 16 al 13 de Carmena (Sevilla), primera mitad y mediados del s. VI a.C. (Pellicer y Amores, 1985, fig. 23, n" 16 y fig. 26, n" 8, 9, 10, 11 y 13). - Nivel 18 del Cerro Macareno (Sevilla) (Pellicer, Escacena y Bendala, 1983, fig. 57, n» 1060, 1062, 1063...). El s. V va a representar el cierre de lo que se puede llamar una primera fase del ánfora de saco en Andalucía. Hemos visto cómo a lo largo de los siglos precedentes se ve una paulatina evolución, fundamentalemtne en los bordes, en la que el s. V no aporta novedades. Quizá la nota destacada sea la tendencia entrante de los bordes, que ya se adivinaba en el nivel 18 del Cerro Macareno. Por otra parte, el s. IV va a representar el auge del "ánfora de saco" dentro de un mundo ibérico ya plenamente formado. Es evidente que las variedades morfológicas siguen existiendo, y que en muchos casos nos encontramos ante formas o evoluciones locales que sólo recuerdan de lejos su prototipo. 77


A pesar de ello he preferido seguir manteniendo el mismo nombre para no crear dificultades ni duplicidades. En líneas generales van a darse dos características que, al menos, van a ser definitivas para diferenciar el material posterior al 400 a.C. del anterior: - Bordes de tendencia entrante, con moldura en su cara exterior. - Hombros perdidos o nada marcados. Además habrá otro elemento tipológico interesante, pero que no creo sea tan definitivo como los anteriores. Me refiero concretamente a los cuerpos que se alargan, perdiendo cualquier curva. Con estas características se pueden citar los siguientes yacimientos: - El Castañuelo (Huelva), bien fechado por cerámica ática en el s. IV a.C. (Del Amo, 1978, lám. Vil, 1). - Nivel 1 de los cuadros B y C de Tejada (Huelva) (Blanco y Rottemberg, 1981, fig. 276, n» 1, 16, 17, 18 y 20 y fig. 278). - El material procedente de los hornos del Cerro Macareno (Sevilla), (Fernández Gómez, Chasco Vila y Oliva Alonso, 1979, fig. 27, n° 543, 10, 11 y 12) o de los niveles 12 y 13 (Pellicer, Escacena y Bendala, 1983, fig. 41, n» 1442, 1456...). - Nivel VI del corte 8 de Niebla (Huelva), segunda mitad del s. IV a.C. (Belén et aiii, 1983, fig. 5, n» 5). Como dato que no se puede olvidar, dentro de este siglo IV tenemos las dos ánforas de la Tumba 6 de Galera y otras 2 de Villaricos. Todas ellas presentan nuevamente la forma de "saco" y además están decoradas con patrones geonmétricos, en unos casos patrones típicos del mundo ibérico y en otros se observan influencias del mundo griego y púnico. Estas ánforas están fechadas por Almagro y Olaria en el s. VI a.C., seguramente por su tipología, y más aún, Olaria apunta la posibilidad de que en Galera las tuvieran guardadas y en un momento posterior las utilizaran para formar parte de un ajuar (Almagro Basch, 1967, p. 348 y Olaria, 1972, p. 163 y p. 164). Yo, por mi parte, pienso que si tenemos en cuenta la estructura de los bordes y sus patrones decorativos, bien se pueden situar en el s. IV a.C., interpretando aquí la forma de saco auténtica, más que como una nota de 78


antigüedad, como de modernidad, puesto que parece que se retoma la forma antigua por algún motivo que de momento se nos escapa. Apartada también de las grandes ánforas alargadas, contamos con la producción de Baza, absolutamente personal. Ánforas de pequeño tamaño con el pivote indicado y otras que también se acercan a la forma de saco decoradas con motivos vegetales, halladas en la Tumba 34. Los siglos lli y 11 van a representar la última perduración del ánfora de saco ya ibérica. Para no seguir extendiéndome, se pueden citar los ejemplos de: - Niveles 5 y 6 del Cerro ¡Macareno (Sevilla), de la segunda mitad del s. III (Pecllicer, Escacena, Bendala, 1983, fig. 26, n° 1884,1885, 1886, yfig. 25, n« 1925 y 1926). - Nivel 5 del cuadrado E 2 del Pajar de Artillo (Sevilla), que se puede situar afines del siglo 111 a.C. (Luzón, 1973, Lám. LXIII, A); o el nivel 4 del cuadrado C 2, del s. II a.C. (Luzón, 1973, Lám. XXXVIII, ñA-D). - Nivel II del corte 3 de La Tinosa (Huelva), de la primera mitad del s. III a.C. (Belén y Fernández-Miranda, 1978, fig. 22, n» 2). Interesante es pues ver como el ánfora de saco llega a la Península en el s. VIII y en su primera mitad a Cádiz y Morro de Mezquitilla, cómo se desarrolloa a lo largo del s. Vil y cómo se acepta, demostrado por su amplia distribución geográfica y cronológica, y cómo se introduce en el mundo ibérico a partir del s. VI a.C., llegando incluso hasta época republicana. Otra cuestión a plantear es el tipo de contenido de estas ánforas. Las especulaciones sobre si llevaban aceite, vino, grano o salsas de pescado son fáciles. Mientras no poseamos una cantidad suficiente de ánforas con inscripciones que nos hablen de su contenido, como en época romana, o ánforas que lo hayan conservado en su interior, no podemos llegar a conclusiones definitivas. Sin embargo, en Huelva y procedentes del sondeo en el Pozo Clauss poseemos un fragmento de la carena de un hombro de un ánfora de saco con tres signos grabados (Ferrón et alii, 1975, pp. 199 y ss.) cuya transcripción es: K R Y, es decir Caria, zona relacionada con el 79


mundo fenicio e importante por su vino, tenemos noticias, por otra parte, de una de estas ánforas llena de trigo en el Castillo de Doña Blanca. De estas incipientes noticias quizá se puede sacar la conclusión de que la forma de saco y sus descendientes se utilizaban para todo lo que hiciera falta. Es decir, que la existencia de un tipo de ánfora para cada necesidad es una novedad de época romana. Además de los contenidos en sí, estas ánforas aparecen asociadas a distintos momentos de la vida: - En zonas de habitación: - utilizadas como urnas cinerarias (Tumba 19 de La Joya). - Elementos integrantes de los ajuares de las tumbas (Trayamar). Por otra parte también he tenido noticias de la utilización de otra de estas ánforas como faro en el Castillo de Doña Blanca. Esto no sería raro ya que hace unos años D. Fonquerle publicó un hallazgo de un ánfora Dressel 1A en Adge y concretamente en el río Hérauít, en un pecio del s. II a.C.. Apoyándose en testimonios ofrecidos por un sarcófago tebano pintado del 1.600 a.C. y en las propias perforaciones que presentaba el ánfora en la panza, así como los restos de fuego llega a la idea de su utilización como faro en la proa de los barcos (Fonquerle, 1973, p. 67). Otro tipo puramente fenicio que aparece en el sur de la Península Ibérica es la comúnmente llamada "ánfora torpedo". Presenta un borde saliente, hombro muy marcado de donde arrancan dos asa de sección circular y cuerpo cónico. De ésta tenemos muchos menos datos, lo que no es extraño, pues al ser la boca exactamente igual que el tipo anterior, y siendo las bocas la parte de las ánforas que casi exclusivamente se recogen en una excavación, pienso que en algún caso se ha podido clasificar erróneamente algún borde. En cualquier caso es un tipo infinitamente menos repartido, pues ejemplares completos sólo tenemos dos. Formalmente pertenecen al grupo denominado "Crisp Ware family" y tiene su origen en Próximo Oriente, más concretamente en la Edad del Hierro IIC. Está presente en yacimientos como Lanchish III, con una cronología desde el s. IX al VIII a.C. (Amiran, 1970, Lám. 81, n» 4-8); en la tumba 3 de Akhziv, fechada en torno al 800 a.C. (Culicam, 1975-76, p. 63, fig. B, 0; y ya más 80


modernas en el estrato II de Tell abu Hawam, fechado desde finales del s. VI a.C. (Hamilton. 1934, p. 2, fig. 3). En Chipre, donde estas ánforas alcanzan un enorme desarrollo, será el horizonte Amathus el que ofrezca las ánforas más similares a las peninsulares, con una fecha desde el 700 a.C. (Bikai, 1987, p. 67, Lám. XXIII,rí>604). También Cartago será otro centro importante de fabricación de esta forma, alcanzando igualmente un enorme desarrollo, desde el s. VI a.C. aproximadamente (tipo 283) (Cintas, 1950, Lám. XXII). Como ya había anunciado más arriba, esta forma sólo está presente en la tumba 4 de trayamar (Málaga), como ajuar de los enterramientos de incineración y con una fecha del 650 a.C. (Schubart y Niemeyer, 1976, Lám. 18, n° 632) y en la tumba 1 de la zona E de la necrópolis de Puente de Noy, Almuñécar (Granada), de la segunda mitad del s. Vil a.C.. Sobre la utilización de este tipo, como hemos visto, sólo tenemos constancia evidente de su aparición en necrópolis. Pero que fueran utilizadas también en tareas domésticas, como vasos de almacenamiento, o para cualquier otro servicio es algo que no debe extrañar si nos fiamos de los escasos, pero más abundantes datos del tipo anterior. No voy a incluir aquí ningún tipo más, pues teniendo en cuenta que el artículo se llama "Ánforas fenicias en Andalucía", pienso que estas dos formas son las verdaderamente fenicias si nos fijamos en sus orígenes. Es verdad que aparecen otra serie de tipos cuyo origen hay que situarlo en Cartago, Kuass o Ibiza, pero como ya he dicho me saldría de los límites establecidos para este trabajo.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 B5-96

ESTRUCTURAS NAVALES RESCATADAS Ángel Luís Martín Albarracín

ÍNTRODUCCION Quien pretenda hacerse una rápida idea de las diferencias existentes entre la arqueología subacuática y aquella que se realiza en tierra firme observará en seguida que no es tan grande el abismo que separa a una y a otra. En efecto, las únicas diferencias que cabe establecer son diferencias de forma, por cuanto el medio condiciona el modo de actuar de los arqueólogos sobre el yacimiento, sin que existan de hecho diferencias en el fondo, en el fin último que se plantea la Arqueología como ciencia, es decir, la reconstrucción de nuestro pasado a través del estudio de los restos materiales. Vemos pues cómo es el medio, el hecho de que algunos yacimientos se encuentren sumergidos bajo el agua, lo único que otorga cierta unidad a los lugares arqueológicos por los que se interesa la arqueología que denominamos subacuática. A pesar de ésto, es obvio que el medio no condiciona por igual a todos los yacimientos que se encuentran sumergidos y al estudio que sobre los mismos queremos llevar a cabo. Puede a veces incluso ocurrir que las labores que se desarrollan bajo el agua sean tan sólo una preparación técnica previa ai estudio arqueológico que se llevará a cabo


sobre la superficie, lo que demuestra la inconveniencia de diferenciar la arqueología terrestre de la subacuática para estos casos en particular -el Wasa o la nave de Cabo Gelidonia, por ejemplo-, o con un enfoque más general. Las soluciones que el arqueólogo puede adoptar como respuesta a la problemática que cada yacimiento presenta son, como veremos, muy variadas, tanto como el número de yacimientos que podemos encontrar, puesto que cada uno de ellos presentará unas características propias que exigirán según la capacidad del arqueólogo encargado de los trabajos, de los medios con los que cuenta y de otras muchas variables, un procedimiento de estudio propio que se ajuste lo más adecuadamente posible a las necesidades del yacimiento arqueológico. Entre la multiplicidad de procedimientos aplicables, aquellos que supongan el estudio "en seco" del yacimiento, serán los que abordaremos en esta exposición. Cuando un arqueólogo subacuático se enfrenta por primera vez con un yacimiento sumergido comprueba que la apariencia de la zona no tiene, en muchas ocasiones, la menor similitud con un barco tal y como se imagina desde tierra. Es muy frecuente que lo que podamos comtemplar sea un conjunto de materiales dispuestos sobre el lecho marino sin aparente orden, sin que ésto suponga una destrucción total de la información que podamos extraer. Este tipo de yacimientos, en los que los materiales aparecen dispersos sin orden aparente y en los cuales a veces es sólo la homogeneidad cultural o cronológica o ambas al tiempo los únicos indicios de que nos encontramos ante una unidad diferenciable de otras que pudieran encontrarse en su entorno, da lugar a la aparición de un orden interno, aunque una panorámica del aspecto que puede cobrar un hundimiento de este tipo la podemos ver en la publicación de Bass (Bass, 1987) donde veremos también las diferencias que lo separan de cómo podría haber sido en su época.

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EXCAVACIÓN DE BARCOS FUERA DEL AGUA Un buen número de yacimientos en los que los agentes que citábamos como determinantes en la formación del pecio han permitido una buena conservación de éste, han sido estudiados en seco, como producto de la decisión del investigador o porque accidentalmente han quedado al descubierto al descender de forma natural el nivel de las aguas, como es el caso del Lago Fucino en Italia, (Brisse y Routrou, 1876; Geofrey, 1876) o al descubrirse fortuitamente en seco después de faenas agrícolas o de otro tipo (Van der Heide, 1973) como el Barco de la Bolsa de Marsella (Coumo, J.P. et alii, 1982) que veremos más tarde. Alguno de los casos que veremos a continuación se puede tomar como ejemplo, además, de actuaciones que, habiendo tenido una fase previa de preparación bajo la superficie acat)an desarrollándose por encima de ésta. Las Naves del Lago de Nemi. Las naves del lago de Nemi (Ucelli, 1950) eran conocidas desde antiguo y objeto de múltiples y, en ocasiones, pintorescos saqueos. De entre los intentos de estudio de estos dos barcos destaca el que en 1446 llevó a cabo León Battista Alberti que con una campana de buceo realizó algunos estudios y recuperaciones. En 1535 Francisco Demarchi, extrajo del fondo del lago algunas piezas de madera y realizó unas medidas de los navios, que serían utilizadas con posterioridad. En el 1877 otra campaña de recuperaciones, en este caso protagonizada por Fusconi, consiguió numerosas piezas que fueron en su mayoría a parar al Museo Vaticano. En el 1895 se produjo la última campaña de este tipo que fue detenida por el gobierno. Es en este momento cuando el ingeniero Emilio Gluria lanza la idea, que sería utilizada más tarde, de desecar parcialmente las aguas del lago a fin de dejar al descubierto las dos embarcaciones. Esta compleja y larga operación consistiría en hacer descender la superficie por debajo de los 21 m. de su nivel natural, profundidad ésta a la que se encontraba el más profundo de los navios. 87


Durante el periodo de Mussolini se decidió poner en práctica este proyecto que se llevó a cabo entre 1928 y 1932, año en que se dio por finalizado este proceso al quedar al descubierto los dos imponentes cascos. El primero de ellos con 71,30 m. de eslora y 20 de manga se encontraba a una profundidad entre 5,5 y 12 m.. El segundo, que reposaba entre los 16 y 21 m. de la superficie original tenía la impresionante eslora de 73 m. y 24 m. de manga. Ambas embarcaciones estaban lujosamente decoradas con mosaicos, mámnoles y bronces, por ésto y por su distribución interna son considerados, en realidad, como palacios flotantes de la época de Calígula o Claudio. Ambos cascos se trasladaron a unos pabellones cercanos constoiídos al efecto para albergarlos, lugar en el que permanecerían durante muy poco tiempo puesto que un bombardeo en 1944 provocó un incendio que destruyó la práctica totalidad de los bienes que se conservaban en este Museo. Hoy en el lugar un pequeño museo conserva unas reproducciones a escala de los cascos de los navios y algunas de las piezas que se encontraron junto a los cascos junto con algunas fotografías de la época. Skuldelev. A finales de los años 50 se comenzó el estudio de las naves de Skuldelev en el fiordo de Roskilde (Dinamarca). Este yacimiento estaba constituido por 5 naves del s. XI que habían sido hundidas intencionadamente en una zona con una profundidad entre el medio metro y los dos metros y medio para obstaculizar el paso de naves enemigas en este paso. Los trabajos, dirigidos por Olsen y Crumiin-Pedersen del Museo Nacional de Copenhage, se desarrollaron en dos partes: una primera de calibración del yacimiento, con buzos, que constataron el enorme interés de éste y una segunda fase de estudio en seco que vino determinada por las difíciles condiciones del trabajo subacuático, ya que en esta zona se daba una fuerte corriente y muy mala visibilidad. La emersión del yacimiento fue posible en este caso por la escasa profundidad a la que se encontraba y se llevó a cabo en 1962 aislando el 88


depósito de materiales con un dique prefabricado metálico sujeto al fondo con un lastre también metálico (Gianfrotta y Pomey, 1980). Después de ésto se procedió a bombear el agua del interior del recinto, lo que se llevó a cabo de manera periódica. Al reemprender la excavación surgió algún problema referente a la conservación de las maderas, que ahora quedaban al aire. El problema se solucionó procediendo a un regado sistemático y constante del yacimiento para así mantener la humedad y evitar un rápido deterioro de las maderas. Las excavaciones de Roskilde arrojaron un interesante balance puesto que permitieron un conocimiento amplio de la ingeniería naval de la época, dado el amplio espectro tipológico de las embarcaciones estudiadas, un barco ligero, uno medio, un mercante, un navio de guerra y otro para el tránsito de pasajeros. Además dichas investigaciones promovieron la creación de un centro de estudio para la conservación de maderas empapadas, que es junto con un centro análogo en Grenoble, el modelo en lo que se refiere a los centros destinados ai tratamiento de las maderas procedentes de este tipo de yacimientos. El Wasa (1966-1973). El caso del Wasa es quizá el más típico ejemplo de las actuaciones que pretenden extraer del agua una estructura para su estudio. El Wasa era la nave insignia de la Armada sueca, y se hundió en 1628, inmediatamente después de su botadura en el puerto de Estocolmo. De este impresionante navio no se sabía nada desde 1644, con una campana de buceo se recuperaron 53 cañones. Para hacernos una idea de la magnitud del rescate hay que considerar sus extraordinarias medidas. El momento tenía en el momento de su hundimiento una eslora de 60 m., 47 m. de palo y un desplazamiento de 1300 toneladas, de ellas 120 de lastre y 71 de artillería. En 1956 Andrés Frazen lo localizó después de un minúsculo rastreo en el fondo del puerto de Estocolmo, en el mismo sitio que señalaban las crónicas de la época y a 33 m. de profundidad en un estado de conservación


absolutamente excepcional debido a las bajas temperaturas del agua y también muy baja concentración salina (entre el 6 y el 8 por mil). En la complicada labor de rescate, que se prolongó por varios años, la Neptun Salvage Company debía de planificar no sólo el rescate de la nave en sí, sino también el de las casi 14000 piezas que se encontraban en el sitio arqueológico. Para la elevación del casco, para la que se habían llegado a idear sistemas tan complicados como la congelación del agua circundante para provocar su flotación o la inyección de pelotas de ping-pong hasta que el caso flotase por sí mismo, se decidió la utilización de un sistema hidráulico basado en 6 cables que habrían de pasar por debajo de la embarcación y cuyos extremos se tensarían desde dos pontones situados en la superficie. A fin de poder pasar estos 6 cables por debajo de la quilla se empezó en 1957 el excavado de otros tantos túneles para en 1959 hacer pasar los cables y comenzar la ejecución de una segunda fase que, por medio de 18 etapas de una brazada cada una, pretendía ir acercando el barco a la superficie, para dejarlo en el islote de Kastellholmen a 15 m. de profundidad. En 1960 un equipo de buzos calafatearon el interior de la nave y procedieron a un posterior dragado dentro de la misma. El 4 de Mayo de este mismo año la nave llegó a tierra, tras ser reflotada, por sus propios medios momento en que se comenzaría su estudio por arqueólogos y su tratamiento por restauradores en unas dependencias creadas al efecto. Las aportaciones que la investigación ha hecho al estudio del Wasa son de muy diversa índole, ya que por una parte se pudo investigar el avance de las técnicas de construcción, que se habían aplicado al Wasa en algunos momentos de forma experimental y se pudieron establecer igualmente algunas hipótesis de las causas del hundimiento. Por otra, las técnicas de restaueración experimentaron un avance importante al tenerlas que aplicar sobre la embarcación. Los estudios realizados nos informaron de detalles tales como que los maderos empleados para la construcción del forro interno y externo así como para la elaboración de las cuadernas tenían en la mayor parte de los casos una curvatura natural y que la madera predominante en constnjcción era la 90


de roble. A ambos lados de la quilla se dejaron cortadas cuadernas alternas para formar la sentina. Sobre el forro intemo se montaron unas segundas series de varengas para formar unas segundas cuadernas sobre las que iban los baos. Por lo que se refiere a las causas del hundimiento se han establecido varias hipótesis sin que, por el momento, ninguna de ellas pueda tomarse por definitiva. La mayor parte de los investigadores coinciden, no obstante, en afirmar que el lastre que llevaba la embarcación era insuficiente, lo que unido a que en el momento de la botadura la mayor parte de las personas estaban en la cubierta (se encontraron de hecho muy pocos cadáveres en el interior de la nave), producía una gran inestabilidad ante un golpe de mar. También parece importante la poca altura, desde la línea de flotación, a la que se encontraban las portillas para la artillería, lo que produciría entrada de agua con sólo un metro de escora de la embarcación, según estudios recientes. El método empleado para la estabilización de las maderas del Wasa ha sido el de la saturación de la madera por polietileno-glycol (PEG). Este método consiste en rellenar, por inmersión o por aspersión, las celdillas de la madera que quedan libres tras la evaporación del agua para evitar así las deformaciones que sufre la madera al secarse. El Mary Rose. El caso del Mary Rose es, en cierta medida, similar al del Wasa, si bien es interesante citarlo porque supone una experiencia dirigida y supervisada en todo momento por arqueólogos, a diferencia del Wasa en el que la investigación fue, bajo el agua, competencia en todo momento de buceadores, sin que hasta el último momento, cuando el barco se encontraba en superficie, se incorporara al equipo ningún arqueólogo. El trabajo de investigación del Mary Rose se llevó a cabo en dos fases bien diferenciadas, en la primera de ellas se procedió a excavar, desmantelar y llevar a puerto toda la estructura intema de la nave; en la segunda se extrajo del lecho marino el casco de la embarcación (Rule, M., 1984). 91


En el verano del año 1981 se colocó sobre el casco de la nave una estructura montacargas de acero con cuatro patas, de 40 x 16 m.. El casco se sujetó a esta estructura mediante un sistema de suspensión de alzado. Todo el conjunto quedó adherido más tarde a otra estructura de acero que se había hecho descender previamente y que estaba guarnecida con un colchón plegable para sustentar y proteger el casco. Toda esta estructura quedó montada en una barcaza en la que se trasladó al puerto. Para el estudio de esta gran embarcación de la época de Enrique VIII se creó una estructura museística que, dadas las dimensiones del galeón y la gran cantidad de materiales procedentes de la fase de excavación (años 1970-1978), llevaba aparejada una gran cantidad de problemas, desde la elección del terreno para la construcción del museo hasta las propias funciones que éste debía desempeñar. Si bien una parte de estos problemas han encontrado solución, algunos otros se encuentran aún a la espera de una salida definitiva (Harrison, R, 1984). Ei navio romano de Marsella. El navio de la Bolsa de Marsella es quizá el más típico ejemplo de embarcación estudiada en seco por haber quedado así fortuitamente, y haber sido, también fortuitamente encontrada. Durante las obras de nivelación que se realizaban en las proximidades del edificio de la Bolsa en el centro de Marsella apareció el resto del casco de esta embarcación en lo que fue una parte del puerto que, hacia mediados del s. II d.C. había quedado cegado por los aportes fluviales del Ródano, que cubrieron a su vez y preservaron el casco de la embarcación. En el mes de Noviembre de 1978 se llevaron a cabo los trabajos de excavación y de traslado de los restos de la nave y del material circundante, que se llevaron a un cobertizo cercano antes de trasladarlos definitivamente al Museo de Historia de la Ciudad de Marsella, que habría de ser cinco años más tarde el emplazamiento definitivo. Durante estos cinco años los dos sectores en que tuvo que ser dividida la nave para su traslado con una grúa de 300 toneladas se mantuvieron sumergidos en agua con productos 92


antisépticos a la espera de decidir cual de los métodos posibles de preservación de la madera era el más adecuado (Drocort y Morel-Delelalle, M., 1983, 49-53). El sistema de estabilización que se decidió para estabilizar las maderas del casco de la nave de Marsella fue el de la liofilización, procedimiento que consiste en convertir el agua que contiene la madera en hielo para facilitar su eliminación. Este medio de conservación de madera empapada se llevó a cabo en tres fases: la primera consistía en la congelación del agua con nitrógeno. La segunda fase consistió en barrer con una corriente de aire seco toda la superficie de la embarcación a fin de arrastrar las gotas de agua convertidas ahora en cristales de hielo. La tercera fase consistía en estabilizar la madera manteniéndola a baja temperatura y en un medio de muy baja humedad. Este proceso, que con fragmentos pequeños de madera se había llevado a cabo en anteriores ocasiones en una cámara de vacío, se realizaba ahora por primera vez a presión atmosférica normal debido a la imposibilidad de construir una cámara de vacío de las dimensiones del resto a tratar; 19 m. de largo y 8 m. de ancho, es decir, un resto que pesaba además algo más de 20 toneladas de madera. Como resultado de los estudios llevados a cabo sobre el casco de la nave de Marsella contamos con una serie de conocimientos de la ingeniería naval de época - entre el 160 y el 220 d.C-, recogidos en una monografía de lo más completo en su género (Cuomo, J.P. et alii, 1982). La nave, en su época, había sido un mercante de 23 m. de eslora y de 140 toneladas de desplazamiento. Para la construcción de la nave se habían empleado cinco distintos tipos de madera: pino, alerce, ciprés, álamo y fresno. Dependiendo de qué elemento constructivo se tratara se empleaba de un tipo o de otro. Para la quilla se empleó la madera de ciprés, conocida desde antiguo por su perdurabilidad. El conjunto de las bodegas fue construido en cambio mayoritariamente por madera de alerce. Lo más importante fue, no obstante, el ver que en la nave de la Bolsa de Marsella se había empleado una técnica constructiva que podríamos denominar mixta ya que tiene caracteres que por una parte recuerdan el sistema constructivo denominado shell first, sistema éste que concede el papel activo de la 93


construcción naval a los forros de un casco y en el que las cuadernas son realmente refuerzos añadidos posteriormente. Por otra parte la existencia de medias cuadernas que parten de la quilla recuerdan el sistema constructivo actual en el que las cuadernas junto con la quilla forman el costillaje previo de la nave sobre el que van los demás elementos constructivos de la embarcación (Gassend, J.M. y Cuomo, J.P., 1982; Cuomo, J.P. etalii, 1982). CONCLUSIONES El estudio en seco de estructuras de embarcaciones presenta, como hemos visto en los casos anteriores, numerosos problemas, que pueden ir desde la conservación de las maderas saturadas en agua como veíamos en el caso en que este problema se presentaba ya durante la excavación -en las naves medievales de Roskilde- a la problemática museística que presenta, por sus dimensiones, el estudio y la exposición de grandes cascos como los del Wasa y el Mary Rose. G.D. Van der Heide, que ha atendido numerosos casos de embarcaciones que han aparecido en polders de los Países Bajos resume los problemas que presenta el estudio de las estructuras emergidas en los siguientes puntos: - La dificultad para evacuar el agua durante las excavaciones en los casos en los que ésto es preciso. - La dificultad de mantener húmedo el yacimiento para evitar la degradación de éste en el transcurso de los trabajos. - El problema que plantea el librar un casco del lecho en que éste está así como de su transporte. - El disponer de un local apropiado para este tipo de bienes arqueológicos que permita la realización de los trabajos necesarios y la afluencia de visitantes. - La elección de los métodos de restauración y la evaluación de los trabajos a completar y de su coste (Van der Heide, 1973, 163-171). A pesar de estos problemas que nos harían pensar que sólo en actuaciones de urgencia podemos en la actualidad enfrentarnos con los problemas que genera el estudio de una estructura emergida lo cierto es que 94


esta solución puede ser adoptada por su conveniencia frente a otras. El caso del pecio de Cabo Celidonia estudiado por Bass a principios de los años 60 (Bass, G.F., 1967) es un buen ejemplo. El método seguido en Cabo Celidonia suponía recuperar la totalidad del pecio en bloques de unos 150 kg. de media que se seccionaban bajo el agua y que se llevaban a la superficie para, con la ayuda de fotografías, reconstruirlo y excavarlo en tierra. Se decidió esta manera de excavar el pecio porque éste, en el momento de su hundimiento, transportaba un cargamento de bronce y estaño que había formado una gruesa concreción imposibilitando cualquier otro tipo de actuación. Caso muy similar a éste lo vemos en el pecio Bagaud 2 (Luc Long, 1982). La emersión de partes de una embarcación para realizar estudios que no son posibles bajo el agua es también una solución relativamente frecuente para el estudio, por ejemplo, de la construcción de una quilla, como se hizo, entre otros casos en la Madrague de Ciens.

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BIBLIOGRAFÍA BASS, G. 1966 Underwater Archaeology. 1967 Cape Gelidonia: A Bronze Age Shipwreck. 1987 "Oldest Known Shipwreck. ",en National Geographic, 172, n ' 6 . COUOIVIO.J.P.; DROUCOURT.D.: GASSEND.J.M.; MOREU-DELEDALLE, M. y TERRER, D. 1982: Le navire antique du l^cydon. DROUCOURT. D. y MORELL-DELEDAaE, M. 1983: "El navio romano de Marsella: una primicia mundial.", en Museum, 137. GASSEND, J.M. y COUOMO, J.F. 1985: "Un acquis recent des recherches d'arctiltecture navale: la construction alterne des navires antiques, en V I Congreso Internacional de Arqueología Submarina (Cartagena, 1982), Madrid, 1985. GIANFROTTA, P. y POMEY, P. 1980: Archeologia Subacquea. HARRISON, F. 1983: "El museo del barco Tudor Mary Rose.", en Museum, 137. FRANZEN, A. 1966: Le Vasa. 1983: "Le Vasa, vaisseau du rol.", en Museum, 137. LONG, L 1985: "L'épave antique Bagaud 2.", en VI Congreso Internacional de Arqueología Subacuática, (Cartagena, 1982), Madrid. RULE, M. 1984: The Mary Rose.

VAN DER HEIDE, M.G.D. 1973: "Les épaves, monuments historiques. L'archeologie subacuatique, une discipline naissante.", en UNESCO. WHEELER, M. 1955: Still Dlgging

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 97-108

EL CENTRO PARA EL ESTUDIO Y TRATAMIENTO DE LA MADERA EMPAPADA DE AGUA DE GRENOBLE Régis Ramiére^

Antes de presentarles los trabajos de nuestro Centro para el estudio y tratamiento de la madera empapada de agua de Grenoble, quisiera decirles algunas palabras sobre las particularidades de la madera empapada de agua y las principales orientaciones para su tratamiento y salvaguarda. El buen estado aparente de la madera empapada de agua cuando se encuentra durante las excavaciones subacuáticas o en terrenos húmedos no corresponde a su verdadera degradación. A menudo, ha guardado su forma, su volumen, su color, pero en cuanto se toca, se da uno cuenta que está blanda en superficie o también en todo su volumen y cuando se hace un análisis químico de sus constituyentes, se ve que el porcentaje de celulosa ha disminuido considerablemente. De hecho, la madera ha sufrido una lenta degradación debida al entorno químico y biológico, sin hablar del ataque de los moluscos en el ambiente marino. Si se obseva al microscopio, puede verse que las paredes celulares están considerablemente deterioradas y que la célula no conserva su forma más que gracias al agua que la impregna. En cuanto se pone la madera al aire, la evaporación del agua crea tensiones en los materiales y las paredes celulares se deforman irreversiblemente. Las

' C.E.T.B.G.E., Grenoble.


fisuras, fragmentaciones y deformaciones que se producen pueden hacer perder todo su significado arqueológico al objeto. Nuestros predecesores se equivocaron por el buen estado aparente de la madera porque no conocían el proceso de deterioro cuando el agua se evapora y, por esta razón, muy poca madera empapada de agua encontrada hace cincuenta o cien años se conserva todavía. Esta materia, muy diferente de la madera seca, necesita pues métodos de tratamiento muy específicos, aplicados por especialistas. Examinamos ahora las grandes líneas de los métodos generalmente empleados. Acabo de decirles que muy pocos objetos extraídos de las excavaciones arqueológicas y que no han recibido ningún tratamiento no se han destruido en el proceso de secado. Se trata de muy raras excepciones. Una madera húmeda no puede secarse por evaporación sin deformarse más que si está bien conservada porque se trata de piezas recientes o piezas que estaban en un ambiente húmedo poco favorable a su deterioro. Como ejemplo, se puede presentar los barcos vikingos actualmente expuestos en Oslo y que se encontraron hace ochenta o cien años en los terrenos húmedos que bordean el fiordo de Oslo. En los años setenta los holandeses estudiaron los efectos de un secado lento controlado; que consiste en la disminución progresiva y lenta de la Humedad Relativa ambiente hasta el grado de humedad en la cual el objeto va a conservarse posteriormente. Este secado lento no es aplicable más que en la madera poco deteriorada. Han secado así un barco del s. XVII presentado actualmente en el Museo de Ketelhaven. Para finalizar sobre el secado de la madera, quiero recordarles que hay muy pocas maderas que lo soporten sin peligro de degradación. La mayoría de las veces, el tratamiento de una madera empapada de agua consiste en reemplazar el agua que contiene por un producto líquido que, al final de la impregnación, será endurecido para permitir a la madera conservar su forma y recuperar su solidez parcialmente o en su totalidad. Uno de estos métodos se empleó por primera vez en 1859 en Dinamarca, basado en el alumbre de potasio y fue utilizado con algunas variantes durante cerca de un siglo. Hay que saber que es sobre todo desde 98


los años 1960-70 cuando se han hecho los mayores progresos en la consevación de la madera empapada de agua. No les citaré más que algunos métodos de los cuales pueden haber oído hablar: Arigal C, alcohol-éter-resina, acetona-colofonia, o sucrosa. Les hablaré un poco más detalladamente de dos métodos: la impregnación con polyenthylenglycol, llamado PEG, y la impregnación a base de resina sintética endurecida por irradiación gamma. Hay que hablar del método con PEG porque es el método más universalmente empleado para el tratamiento de las grandes embarcaciones. Existen varios tipos de PEG que se diferencian por la dimensión de sus moléculas químicas: los que tienen pequeñas moléculas son líquidos a temperatura ambiente, y los que tienen grandes moléculas son sólidos pero se pueden poner en solución acuosa para permitir la impregnación. El primer tratamiento de importancia con este producto ha sido el tratamiento del Wasa, barco de guerra sueco que se hundió en el s. XVII, el mismo día de su botadura. El PEG se ha pulverizado sobre la madera durante más de 20 años. El tratamiento empezó en 1962. Este barco se puede ver en Estocolmo. Otro ejemplo importante es el tratamiento de los barcos vikingos de Roskilde en Dinamarca. Los barcos fueron desmontados y las piezas fueron sumergidas en PEG 4.000 (PEG de grandes moléculas) que ha reemplazado la totalidad del agua de la madera. Cuando se satura la madera con PEG su consolidación es mejor pero la madera tiene un aspecto oscuro y pegajoso y sobre ella se adhiere fácilmente el polvo. Otro ejemplo es actualmente el tratamiento de la Coca de Bremen que se está haciendo en la República Federal Alemana. Para el tratamiento de esta embarcación del final del s.XlV, se ha decidido utilizar sucesivamente dos tipos de PEG: el que tiene pequeñas moléculas podrá penetrar fácilmente en la madera menos estropeada y el que tiene grandes moléculas rellenará las partes más estropeadas. Se prevé que reemplazará alrededor del 60% de agua por PEG. El final del tratamiento se hará con un secado por evaporación.

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Se puede mencionar también otra gran embarcación de guerra del s. XVI que está en curso de tratamiento por el mismo método de PEG: El Mary Rose. Otra variante de este tratamiento utiliza la liofilización. Exactamente como para la Coca de Bremen se va a hacer penetrar en la madera el PEG y el agua que quede será extraída no por evaporación sino por sublimación. Os recuerdo que la sublimación es el cambio de estado de un cuerpo producido cuando éste pasa directamente de la fase sólida a la fase gaseosa, sin pasar por la líquida. Después de la impregnación, se congela la madera y se liofiliza. Esta sublimación se obtiene generalmente sometiendo la madera al vacío. Es importante saber que el PEG que se encuentra en la madera empapada de agua evita que durante la congelación haya una dilatación de volumen como la que habría si hubiera únicamente agua pura, dilatación que podría, evidentemente, perjudicar la madera. La liofilización se usa desde principios de los años setenta. Este método, empleado muy frecuentemente, fue aplicado a la conservación por primera vez en Australia (Ambrose). La extracción del agua residual por liofilización se desarrolla con menos peligros de deformación de la madera que cuando se usa la evaporación. Para concluir, hay que recordar que hay diversos modos de utilización del PEG: la aspersión, la inmersión, pequeñas moléculas, grandes moléculas, evaporación y liofilización. Hay que escoger cada vez el métoda más adecuado al problema que hay que resolver. Si les presento ahora el método que yo llamaré "impregnaciónirradiación gamma" es porque se trata de un método esencialmente desarrollado en nuestro laboratorio y, a continuación, les presentaré tratamientos basados en esta técnica. ¿En qué consiste? El agua de la madera es totalmente reemplazada por una materia plástica líquida que, en un segundo tiempo, será endurecida por la acción de los rayos gamma. Como la resina que se usa no es directamente soluble en el agua hay que usar una fase intermedia de impregnación con un disolvente. Todos estos intercambios se efectúan sumergiendo la madera en un baño adecuado. Posiblemente todos los que están aquí presentes no están familiarizados con los rayos gamma. Me limitaré a decir que la naturaleza física de estas 100


radiaciones es idéntica a otras radiaciones que les son más familiares, por ejemplo los rayos visibles, infrarrojos, ultravioleta o equis; pero son mucho más energéticos y, por consiguiente, más penetrantes. Por tanto pueden actuar en el interior mismo del material que atraviesan. La in-adiación tiene su origen en un elemento químico radioactivo: el cobalto sesenta. La aplicación más conocida por el público es la del uso médico para el tratamiento de los tumores. En nuestro caso utilizamos el efecto que tienen estos rayos de endurecer materias plásticas líquidas que se han hecho penetrar en el interior de una madera deteriorada. Estas radiaciones necesitan ciertas precauciones de empleo para que el personal trat)aje con toda seguridad. No pueden ser empleados pues más que en ciertos centros especializados como el de Grenoble. La principal ventaja de este método es que endurece considerablemente la madera tratada; esta cualidad es particularmente apreciada cuando se trata de un objeto fragmentado que es necesario volver a montar; este montaje sólo será eficaz si el encolado se hace sobre fragmentos bien consolidados. Además, la madera así tratada es bastante estable ante las condiciones climáticas del ambiente: la solidez y la estabilidad son dos cualidades importantes particularmente cuando se trata de objetos que van a ser presentados en exposiciones itinerantes en el curso de las cuales los objetos sufren agresiones muy diversas. Después de haberles presentado muy parcialmente el tratamiento de la madera empapada de agua, les voy a hablar del Centro para el Estudio y Tratamiento de Maderas de Grenoble y les voy a presentar algunos casos concretos; les mostraré la diversidad de problemas a los que nos hemos enfrentado. Nuestro Centro existe desde 1981, bajo su forma actual. Fue creado para resolver los problemas encontrados en el tratamiento de los materiales orgánicos empapados de agua, extraídos en número cada vez más importante en los últimos veinte años. Hacemos tratamientos de conservación y de restauración, pero también trabajos de investigación para mejorar las técnicas de tratamiento. Varios organismos colatwran para el funcionamiento de este Centro: la Dirección de los Museos de Francia, que depende del Ministerio de Cultura, la ciudad de Grenoble que tiene un importante 101


Centro de Arqueología y el Comisariado para la Energía Atómica que tiene un equipo trabajando desde 1970 en el sector de la conservación del patrimonio cultural. Las personas que trabajan en nuestro Centro tienen una formación muy diversa: químico, físico, arqueólogo, restaurador, conservador, dibujante, etc. este equipo representa ocho o diez personas según los diferentes períodos de trabajo. Empleamos dos métodos de tratamiento de los que ya les he hablado: impregnación de PEG asociada con liofilización e impregnación con una resina endurecida por tratamiento gamma. Los problemas a los que nos hemos enfrentado a lo largo de los años son muy diversos porque las colecciones arqueológicas sobre las que debemos trabajar son también muy diversas: por su importancia numérica, por las dimensiones de las piezas, por su estado de conservación, por la finalidad buscada (tratamiento de objetos de estudio o de exposición en público), pero también por las exigencias de las personas que nos encargan estos trabajos. Para ilustrarles algunos de estos problemas he escogido cuatro ejemplos que me parecen particularmente significativos. CHARAVINES. Les hablaré primero de la colección de Charavines, yacimiento conocido por algunos de los arqueólogos que asisten a esta conferencia. Este importante yacimiento arqueológico del s. XI, está situado bajo algunos metros de agua al borde de un lago, a 50 km. de Grenoble. Esta colección es importante para nosotros por varias razones. En primer lugar porque los primeros objetos que hemos tratado por el método de impregnaciónin-adiación gamma en 1972, antes mismo de la creación del Centro de Grenoble actual, procedían de este yacimiento y después de esta fecha hemos tratado por este método más de 500 objetos esencialmente constituidos por piezas de pequeñas dimensiones (tales como platos, cucharas, peines, mangos de herramientas, etc.). Hemos tenido siempre un diálogo constructivo con el equipo arqueológico lo que ha permitido mejorar los resultados ya que todo tratamiento era discutido antes y después. El 102


diálogo nos ha permitido establecer así nuestra metodología de intervención, definiendo la cronología y el contenido de cada etapa del tratamiento desde la recepción del objeto, procedente del yacimiento arqueológico, hasta el balance final, cuando el objeto ya puede ser expuesto en un museo. CHAMALIERES. El segundo ejemplo que he escogido es muy diferente. Se trata de una colección de exvotos del siglo primero encontrada hace ya unos veinte años cerca de Clermont-Fen-and, en Chamalióres. Se han extraído más de mil doscientas piezas completas, la mayor parte muy fragmentadas. Trescientas piezas han sido ya tratadas por los arqueólogos de Clermont-Fen-and con Arigal C, entre 1970 y 1985. Pero como estos arqueólogos no tenían disponibilidad de tiempo, en 1985, los responsables de la colección decidieron confiar a nuestro centro el tratamiento de lo restante. Teniendo en cuenta la importancia arqueológica de la colección y las implicaciones financieras del tratamiento, más de ochocientas piezas esencialmente constituidas por brazos y piernas de 50 cm. a un metro de largo, fue una comisión de expertos quien decidió el método a emplear sobre las bases técnicas que nosotros les comunicamos: se trata del método de impregnación de PEG asociado a la liofilización. Ya ven ustedes que el contexto en el cual se desarrolla esta operación es fundamentalmente diferente al de Charavines, dónde las discusiones con los arqueólogos son mucho más infomiales. El primer problema al cual nos enfrentamos fue de orden técnico: los exvotos habían permanecido más de veinte siglos en una fuente ferruginosa, la madera estaba impregnada de hierro (sulfato). Se hizo un estudio preliminar para determinar la manera más adecuada para extraer todo o parte de este hierro, pues su presencia es perjudicial para el color de la madera, color herrumbre, y por los efectos secundarios que podrían producirse en presencia de PEG pues este producto es poco compatible con el metal. Después de haber ensayado la utilización de diversos productos tales como el ácido oxálico diluido o el EDTA (sal disódica del ácido 103


ethylendiamínotetraacetique), hemos escogido un tratamiento más suave, consistente en un baño prolongado de la madera en agua desmineralizada. Este tratamiento no consigue extraer la totalidad del hierro pero no es tan agresivo para la madera si el baño no dura demasiado. Un segundo problema más clásico ha sido determinar el porcentaje de PEG adaptado al tratamiento, los parámetros de la liofilización y la selección de los materiales de restauración más adecuados. El tercer problema afecta a la restauración propiamente dicha. Ya les he dicho que la mayor parte de las piezas de Chamalíéres estaban muy fragmentadas. Así, después de la liofilización, hemos tenido que ensamblar cinco o diez fragmentos para constituir una sola pieza. ¿Hasta dónde se puede llevar esta reconstitución y, en particular, hasta dónde se pueden colmatar las zonas de ensamblaje cuando los fragmentos no juntan perfectamente?. A fin de asegurar una cierta homogeneidad de la colección, y teniendo en cuenta la solución de restauración adoptada en 1970 por los arqueólogos con las piezas tratadas con Arigal C, se nos ha pedido hacer una restauración mucho más completa que la que nosotros efectuamos habitualmente en las piezas arqueológicas. En último lugar, para tocar un problema de funcionamiento del Centro, cuando se nos encarga un trabajo de tal importancia no es posible llevarlo a cabo con nuestro equipo permanente. Por lo tanto hemos tenido que contratar a un restaurador para realizar este tratamiento. COGNAC. Nos enfrentamos en este tercer ejemplo con un problema muy diferente por el tamaño de la pieza de la que vamos a hablar. En 1979 un equipo de buceadores aficionados sacó del río, el Charente, una piragua monoxila prácticamente intacta de 5 ó 6 metros de largo, fechada posteriormente en 2600 años antes de Cristo. Este descubrimiento no se comunicó a las autoridades arqueológicas como lo obliga la ley. Además, este equipo no conocía las particularidades de la madera empapada de agua y dejaron 104


secar la piragua en un cobertizo de chapa. Varios meses después, cuando los arqueólogos fueron infomnados, la piragua estaba ya en cincuenta fragmentos, parcialmente secos. Después de haber rehumidificado la madera, nos la enviaron a Grenoble. Aquí se trata de un salvamento y no se podrán eliminar nunca las múltiples grietas que desfiguran esta pieza. Hay que hacer todo lo posible para volver a unir fragmentos y dar una forma a esta piragua. El pegado no será eficaz más que si los fragmentos están bien consolidados. En este caso la selección del método era fácil. Hemos impregnado cada fragmento con una resina líquida y la hemos polimerizado después por in-adiación gamma. Este tratamiento vuelve la madera muy dura, y permite un ensamblaje por pegado o con espigas de madera para las partes más gruesas y pesadas, algunas de más de treinta kilos. Esta piragua está actualmente expuesta en el Museo de Cognac desde 1986. He escogido este ejemplo porque ilustra perfectamente el deterioro in-eversible que produce en la madera un secado incontrolado por ignorancia o una mala intervención en el momento de su extracción, deterioro que ningún tratamiento ulterior puede borrar. TOULON Terminaré con un ejemplo del cual no les podré dar más que infomnaciones parciales porque está en curso todavía: les quiero hablar de dos pequeñas embarcaciones encontradas en Toulon, el verano pasado, en el puerto antiguo, actualmente situado a unos cien metros en el interior. Un equipo de arqueólogos efectuaba una excavación en una zona afectada por un gran proyecto inmobiliario cuando descubrieron dos embarcaciones de fondo plano de 6 y 8 metros de largo y de 2 y 3 metros de ancho, fechadas en el siglo I. Se trataba de un descubrimiento arqueológico importante pues aunque ya se conocía la existencia de barcos de esta forma por representaciones sobre mosaicos y por los textos, era la primera vez que se encontraban en la realidad. Estas piezas están muy frágiles pues el espesor de las planchas de madera del casco de la más pequeña era inferior al centímetro. Como en todos los casos en que una excavación arqueológica está asociada 105


a un programa inmobiliario las decisiones han de tomarse en plazos cortos. Los problemas que se presentaban a los arqueólogos eran los siguientes: ¿Cómo extraer rápidamente los barcos, dónde hacerles tratar y quién va a pagar?. Se tomó contacto con el Centro de Grenoble alrededor de un mes después del descubrimiento. Si ya habíamos tratado piezas de un solo tramo de 2 ó 3 metros de longitud era la primera vez que se nos pedía efectuar este tratamiento en una pieza tan grande. Pueden imaginar que durante los días que siguieron, aunque fue un periodo de vacaciones para muchos, en nuestro Centro no paramos de buscar las mejores soluciones. Cada día poníamos en duda las soluciones que nos habían parecido adecuadas la víspera. No se nos encargó a nosotros la extracción de los barcos; el método escogido ha sido el siguiente: Después de extraer la tierra del interior de los barcos y a medida que se quitaba la tierra del interior de los bordes se ponían unas tablas por el exterior para sostener; después inyectaron una espuma de poliuretano en el interior y en las partes exteriores que estaban accesibles, esta espuma ha consolidado la estructura de los barocs para permitir su extracción de la excavación y su transporte a Grenoble. Así pues, a fines de Octubre los dos barcos llegaron a Grenoble. La llegada de los barcos fue preparada en función del tratamiento que habíamos escogido: tratar los barcos en una sola pieza por impregnación sucesiva de PEG 400 seguida de PEG 4000 y aumentando progresivamente la concentración hasta más del 20%. El agua residual de la madera sería extraída ai final por evaporación. Sobre estas bases hicimos construir, en un tiempo "record", una piscina de acero inoxidable de cien metros cúbicos. Pero, antes de sumergir los barcos, el primer trabajo era extraer la espuma de poliuretano endurecida. Esta extracción de la espuma fue más delicada de lo que se preveía y, a medida que se avanzaba en esta operación, nos dimos cuenta de que los barcos nos llegaban mucho más estropeados y fragmentados de lo que nosotros suponíamos. Este deterioro se produjo en el curso de las semanas en que los barcos estuvieron en la excavación, durante la delicada operación de extracción y, en particular, durante la expansión de la espuma de poliuretano. Ante este nuevo problema nos hemos planteado otra 106


proposición de tratamiento: Desmontar los barcos, impregnar con PEG 400 y después con PEG 4000 en una concentración más débil que en la precedente solución y una estabilización alrededor del 40%; después liofilización a baja presión en el aparato de un metro de diámetro y de 5 metros de largo que estamos actualmente construyendo. Como para Chamaliéres hemos contratado un restaurador responsable de esta operación y numerosas ayudas exteriores se han sucedido a lo largo de estos últimos meses para colaborar con él. Se empezaron a desmontar en el frío mes de Diciembre y se terminó hace unos días en el caluroso mes de Agosto. Fue un proceso muy largo porque muchas otras operaciones se efectuaron en paralelo: limpieza completa de la madera, numeración con etiquetas y dibujo de cada fragmento, estudios arqueológicos: planos de la tablazón y las cuadernas, localización de las clavijas, de las reparaciones y de las señales de herramientas, etc. Durante estos meses los barcos han sido continuamente regados con agua para evitar toda deshidratación. La siguiente fase es la inmersión en un baño de PEG. Después de la liofilización nos encontraremos con el enorme problema de la restauración y del ensamblaje de los fragmentos pero de ello no puedo hablarles todavía, si ustedes quieren conocer más datos tendrían que invitarme a venir dentro de dos o tres años para que pueda contarles la continuación de esta gran aventura. En el momento de concluir trataremos de hacer un balance sobre la conservación de la madera empapada de agua tal y como está actualmente. Existen todavía problemas sobre todo para el tratamiento de los materiales compuestos, tales como la madera con metal, y para el tratamiento de los barcos, en los cuales los problemas técnicos y financieros son proporcionales a la dimensión de los objetos. Pero si comparamos nuestros conocimientos con los que se tenían en los años 50 ó 60 tenemos que reconocer que se han hecho progresos considerables desde entonces, lo que nos permite ser optimistas. En el curso de los veinte últimos años, han visto la luz numerosos métodos de tratamiento entre ellos la liofilización, actualmente utilizada en el mundo entero con éxito. El método utilizando el PEG se ha mejorado 107


hasta el punto de poder diversificar el método operatorio según cada caso de degradación de la madera y, además, los primeros barcos ya han sido tratados. Estos progresos son debidos a los trabajos de los laboratorios precursores pero también a la colaboración intemacional, que se intensificó gracias al grupo de trabajo "Madera empapada de agua" del Consejo Internacional de los Museos, y los congresos organizados por su iniciativa marcando cada vez etapas más importantes: Otawa 81, Grenoble 84 y Freementle 87. Mi deseo es que en veinte años, cuando nuestros sucesores hagan el balance de los años pasados, puedan hacer las mismas observaciones que nosotros actualmente: que el volumen de los problemas por resolver ha disminuido y que la calidad de los tratamientos ha aumentado. Y, puesto que estoy hoy entre ustedes, permítanme formular otro deseo: Que el Centro de Cartagena, actualmente en pleno desarrollo, contribuya grandemente al progreso que se podrá observar en el próximo decenio en el campo de la conservación de la madera empapada de agua.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 109-130

CONSERVACIÓN DE MATERIALES ORGÁNICOS Y DE ARQUITECTURA NAVAL Carmen Pérez de Andrés^

La conservación de materiales de origen orgánico y procedentes de un medio subacuático ha sido un reto para los profesionales debido a sus especiales características y su excepcional conservación. Los problemas que plantean, a la hora de su conservación, deriban de sus componentes y estructura. Los materiales orgánicos están constituidos por largas moléculas en forma de fibras de polímeros. El tejido animal tiene fibras de proteínas y el tejido vegetal fibras de diferentes polímeros o polímeros amorfos (lignina, celulosa, hemicelulosas...). Es muy importante conocer la química de los polímeros, su estructura, solubilidad, reactividad, etc.. para entender los cambios debidos a la permanencia en el fondo marino. Los objetos fabricados con materiales de procedencia vegetal suelen ser celulósicos, a no ser que se trate de productos derivados como cauchos, resinas, etc.

' Museo Nacional de Arqueología Marítima, Cartagena.


Los materiales celulósicos tienen como algo común a todos ellos la organización de la pared celular y los componentes, aunque varía su proporción. El componente mayoritario, la celulosa, es un polímero lineal en cuyas moléculas hay grupos polares que le dan su carácter higroscópico. En presencia de agua, que es también un compuesto polar, se formarán puentes de hidrógeno, de gran importancia en los procesos de hinchazón y merma. La pared celular está compuesta por fibrillas elementales, que se agrupan formando microfibrillas y éstas a su vez formando haces. Los materiales celulósicos son, por tanto, cuerpos porosos que presentan, además de los lúmenes (poros) de las células, espacios huecos entre las fibrillas elementales y las microfibrillas. Todas estas características explican su relación con el agua; al ser higroscópicos disminuirán de tamaño al perder humedad y aumentarán de volumen cuando su humedad crezca. El flujo hacia el exterior del agua contenida en los materiales celulósicos, para equilibrarse con la humedad del medio en que se encuentran, que puede ser inferior, sobre todo en el caso de haber sido extraídas de un medio acuoso o muy húmedo, irá del exterior al interior actuando sobre las paredes celulares de los lúmenes; si el material está debilitado no resistirá la tensión superficial que se producirá y tendrá lugar el colapso o hundimiento. Si la pérdida de agua continúa por debajo del punto de saturación comenzará la eliminación del agua ligada y se producirá merma y contracción. Se plantea en conservación el siguiente problema: cómo retener la suficiente humedad entre las moléculas de celulosa. Si el hinchamiento es extremo la estructura se destruye y la celulosa se transforma de cristalina en amorfa. El otro componente mayoritario, la lignina está depositada en algunas paredes primarias como fibras lignificadas. Se encuentra como tejido de soporte y da rigidez a la pared celular. Es muy resistente e insoluble en agua. Cuanto mayor es el deterioro de un material de origen celulósico el porcentaje de lignina es mayor, pues ésta resiste mientras que la celulosa va desapareciendo. 110


La hemicelulosa se une a la celulosa y la lignina y se encuentra en todas las capas de la pared celular. Se hidroliza en medio ácido y con los hongos y bacterias. En cuanto a los materiales de origen proteínico, es decir, que proceden de tejidos animales, están compuestos por fibras de proteínas y a veces sales de calcio y pigmentos orgánicos. Las fibras de proteína predominantes son el colágeno y la keratina. La piel consta de dos capas: dermis y epidemnis. La dermis o capa interior es la utilizada para el cuero. La epidemnis está compuesta de unas pocas capas de células vivas y otras capas de células muertas que se compactan "in situ" o se van exfoliando continuamente. La compactación de estas células da lugar a escamas, callos... o a estructuras fuertemente especializadas como cuernos, uñas, conchas (tortugas), escamas, pezuñas... El endurecimiento de la epidermis es el resultado de la deposición dentro de las células más viejas de la fibra de Iceratina. Este proceso se llama keratinización y el último paso es la pérdida de agua. La keratina es muy sensible al medio alcalino, y resiste mejor el medio ácido; aunque en general es un material resistente. El colágeno por su parte es el componente que dafiexibilidadal cuero, se encuentra presente en tendones, piel, ligamentos, cartílagos y huesos. En los seres vivos el contenido en agua de la piel puede ser 62-80%, mientras que en cueros empapados el contenido puede alcanzar 200-350%. La degradación del cuero comienza con el proceso de curtido con taninos, que transforma el colágeno. Otros materiales orgánicos como el hueso y el marfil, los dientes y la cuerna tienen una matriz orgánica con colágeno y otra parte inorgánica formada por apatita (fosfato de calcio, carbonato yfluoruro)y otras sales de calcio. En medio ácido pierden su componente inorgánico volviéndose blandos y flexibles. Si están frágiles y pulvurulentos se debe al cambio del fosfato de calcio por carbonato de calcio. Los huesos fósiles se diferencian de estos últimos, carbonatados, en que no tienen una superficie pulverulenta, están compactos y además mantienen su estructura microscópica. 111


Las características de higroscopicidad, hinchamiento y contracción comentadas anteriormente para los materiales celulósicos, son aplicables también a los materiales orgánicos. Todos estos polímeros orgánicos que acabamos de ver pueden sufrir un deterioro químico despolimerizándose en unidades simples, se pueden romper los enlaces entre moléculas, puede alterarse la estabilidad de los coloides orgánicos por el exceso de agua... Y también hay que tener en cuenta las posibles alteraciones sufridas por el material durante la fabricación (curtido del cuero con taninos, vulcanización del caucho, introducción de iones metálicos, tales como añadir peso a la seda con sales de estaño o el tinte de tejidos con complejos metálicos mordientes), su uso, o en el inicio de su enterramiento. Sólo conociendo bien las posibles alteraciones e identificando la que afecta al objeto de que se trate podremos entender sus necesidades de conservación y estabilización, ya que algún tratamiento posterior podría eliminar alguno de estos datos; por ejemplo algunos reactivos para eliminar herrumbres y concreciones pueden eliminar vestigios de curtido o teñido. Los materiales orgánicos ( textiles, cuero, hueso, marfil, madera, cestería...) están indisolublemente unidos a la Arqueología Sut>acuática, ya que éstos prácticamente desaparecen en los yacimientos en tierra, pero mantienen su forma externa, aunque con cierto deterioro, si permanecen sumergidos. Por otra parte han propiciado el desarrollo de nuevos métodos de tratamiento y conservación por los especiales problemas que plantean, lo que les convierte en doblemente interesantes. Si se produce una sedimentación rápida y fina sobre ellos se conservarán aún mejor al quedar en condiciones de anoxia, una vez que las bacterias aeróbícas hayan consumido las reservas de oxígeno, y al estar además al abrigo de la luz. Suelen encontrarse, como la mayor parte de los objetos sumergidos, mas o menos enmascarados por concrecciones calcáreas (tubos de anélidos, corales, conchas) y formaciones vegetales (esponjas, algas) y es frecuente que hayan sufrido el ataque de diversos organismos marinos como Hongos,

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Bacterias, Moluscos (teredo navalis, bankia) o Crustáceos {Limnoria, Sphaeroma). Se conservan mejor en agua dulce, pues el agua del mar es más agresiva por su contenido de sales (aproximadamente 35 gr./kgr. agua), su mayor movimiento (mareas y corrientes que producen erosión y rupturas) y la mayor abundancia de seres vivos. En la conservación de estos materiales influyen muchos factores tales como la temperatura del medio, el tipo de fondo, el PH del mismo (con acumulación de materia orgánica sube el PH o grado de acidez a 7 aproximadamente, por la producción de ácido carbónico) que habitualmente es básico, y si hay vegetales éstos alcalinizan el agua al fijar el carbonato del ácido carbónico. La importancia de conservar estos materiales viene marcada por su aparición casi exclusiva en yacimientos subacuáticos y no siempre, lo que limita mucho su número y por tanto las posibilidades de encontrarlos, lo que los convierte en objetos únicos con los que no hay que escatimar cuidados. Además, teniendo en cuenta que tienen unas particulares necesidades de conservación, derivadas de su carácter de "saturados de agua" y de su carácter orgánico (Higroscópicos y anisotrópicos), exigen por nuestra parte unos conocimientos y actuaciones muy concretos y diferentes, aunque basados en los mismos principios, a los que son necesarios y se practican en excavaciones terrestres. Los objetos derivados de materiales de origen orgánico son muy variados y puede tratarse de velas, cabos y aparejos de barcos, la propia estructura del barco en sí, armas y elementos de uso de la tripulación (vestido, calzado, vajilla...), elementos de comercio o alimentación (cestería, tejidos...), elementos de construcción (palafitos, terrenos anegados), también pueden darnos datos sobre la religiosidad de los pueblos (fuentes de carácter religioso donde se depositan exvotos como es el caso de Chamaliéres en Francia), embarcaciones de mar y fluviales.... Todos estos objetos, sobre todo si se trata de épocas antiguas, sólo nos es posible conocerlos por algún texto o pintura en el mejor de los casos, de ahí la importancia de su conservación como documentos únicos. 113


Debido a su particular importancia y a sus exigencias de conservación en el caso de una excavación subacuática, mucho más que en el caso de una excavación en tierra, es necesario contar con restauradores, a ser posible buceadores, que conozcan los problemas que lleva aparejados una excavación de este tipo y puedan garantizar la extracción, almacenamiento y transporte correctos hasta que lleguen al laboratorio que se encargará del tratamiento y conservación. Lo primero que hay que tener en cuenta es: - Asegurarse de tener los medios adecuados para llevar a buen término la empresa (medios materiales y humanos). - Establecer unos principios de interés y actuación comunes entre los arqueólogos, conservadores y restauradores. - Contar con espacio y material para almacenamiento. - Plantearse la necesidad de extraerlo todo o sólo una parte, dejando los objetos "in situ" convenientemente protegidos. - La posibilidad de efectuar moldes bajo el agua, por ejemplo con síliconas, y reproducciones posteriores, si no está garantizada la conservación de los materiales; todo antes que efectuar extracciones abocadas al fracaso, es decir, a la total degradación de los objetos. Si la excavación de que se trata es un pecio que conserva el casco del barco y toda su carga el problema puede resultar insoluble. La gran cantidad y diversidad de materiales que un barco hundido puede aportar: el propio casco, con maderas de especies diferentes según la zona de que se trate, el cordaje, la carga, objetos de uso cotidiano, restos de calzado y vestido, provisiones, etc., hace realmente complicado el problema de su conservación. Pueden también realizarse vaciados mediante siliconas, como se hizo en Red Bay (Canadá) con el ballenero vasco "San Juan", donde se hizo un molde de la zona de arranque del mástil. Aún cuando los materiales de origen orgánico son muy variados y cada uno sufre una alteración diferente, como veremos más adelante, todos tienen ciertas características comunes: una mayor o menor fragilidad al haber perdido parte de sus componentes por hidrólisis (colágeno, celulosa.

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oseína...), el estar empapados de agua y el no poder cambiar a un medio seco sin un tratamiento previo. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la mayor parte de estos materiales ha alcanzado un equilibrio con el medio en que se encuentra y que ios procesos de deterioro pueden haberse ralentizado o Incluso paralizado por completo. Será la excavación, aún realizándose con todas las garantías necesarias, la que va a producir un cambio en el medio y muy probablemente una reactivación de la alteración y, por tanto, de la degradación del material. Por eso habrá que ser extremadamente cuidadosos al actuar. Lo primero, antes de tocar los materiales, es hacer una buena documentación "in situ", única forma de volver atrás, o de hacer reversible nuestra intervención. Documentación que consistirá en fotografías, dibujos, toma de muestras del sedimento, etc.. . Si se decide la extracción de los objetos hay que tener en cuenta que, así como los objetos de origen inorgánico como la cerámica, piedra o metales suelen soportar bien la manipulación necesaria para extraerlos, los materiales orgánicos suelen estar muy frágiles y existe el riesgo de provocarles rupturas y daños físicos, por eso será conveniente preparar cestas, redes, bandejas, cajas, etc.. con una cama de arena para colocarlos encima y que servirán de soporte para dichos materiales, incluso cubrirlos con arena; hay que manipularlos lo menos posible. También pueden extraerse con la arena o limo que los cubre para una mayor protección; la preparación de camas blandas o/y rígidas (al Igual que se hace en tierra para materiales frágiles) puede ser también un sistema a tener en cuenta. No hay que olvidar que nunca deben exponerse al aire y que deben mantenerse en unas condiciones, lo más parecidas posible a las que tenían bajo el agua. Si perdieran el agua que contienen, que es el elemento que sustituye a los componentes que han perdido y mantiene su forma y aspecto original, se contraerían y deformarían perdiendo todo su valor documental y quedando irreconocibles. Es por eso que deben mantenerse, siempre que sea posible, en recipientes con agua (ésto es también aplicable a cerámicas, metales, etc.). 115


En principio pueden mantenerse en agua de mar que irá poco a poco rebajándose con agua dulce, terminando con agua desmineraiizada para conseguir la desalación de los objetos; es conveniente que la inmersión sea total, sí no las partes expuestas al aire se secarán. Puede añadirse un fungicida (bórax, para la madera, o timol, en general) sí no van a hacerse posteriormente pruebas de Carbono 14 u otros tipos de análisis a los que pudiera afectar. Es bueno también preservarlos de la luz y conservarlos en ambiente fresco. Lo ideal son cámaras frigoríficas donde se pueden almacenar los materiales orgánicos en recipientes con agua y en la oscuridad, manteniendo una temperatura entre 3° y 7° C, con lo cual se evita la proliferación de micro-organismos y se hace innecesaria la incorporación de un fungicida. Pero ésto no es posible a pie de excavación, por lo cual los recipientes de plástico cerrados, las bolsas de plástico u otros tipos de contenedores pueden ser útiles y suficientes. De forma provisional y siempre que el almacenamiento sea sólo para un corto periodo de tiempo pueden mantenerse los materiales envueltos en plásticos y telas empapadas de agua, pero deben trasladarse enseguida a otros recipientes para evitar secados parciales. Sí son piezas de gran tamaño pueden incluso dejarse en el mar, bien protegidas, hasta que llegue el momento de su transporte al laboratorio. Hasta comenzar su tratamiento de restauración y estabilización deben mantenerse sumergidos en agua. La presencia de un conservador-restaurador "in situ" facilitará toda esta fase de extracción y almacenamiento, pues aquel conoce bien los materiales, a menudo enmascarados por concreciones calcáreas, vegetales, etc. y podrá elegir el almacenamiento más correcto. Es importante no desatender ni un momento los objetos, cualquier descuido que favorezca el secado de las piezas, sobre todo tratándose de materiales orgánicos, provocará tales alteraciones y de un carácter tan irreversible que harán innecesaria, por inútil, cualquier intervención posterior encaminada a su conservación. La fase inmediatamente posterior a la excavación es, por tanto, fundamental. 116


Las posibilidades de tratamiento, en función del material de que se trate, de su estado de conservación, de los medios de que disponemos y de las condiciones en que va a ser conservado posteriormente, son muchas aunque hay unos pasos básicos que se seguirán con todos los materiales. El primer paso, después de haber efectuado los análisis previos para establecer su naturaleza y grado de deterioro, es la limpieza y desalación. La limpieza es importante para eliminar enmascaramientos y elementos que podrían ser causa de futuras alteraciones. La desalación, además de garantizar una mejor penetración de los productos de impregnación que se utilizarán posteriormente, evitará futuros problemas de disolución y cristalización de sales. Por supuesto cada material tiene necesidades diferentes y, por ejemplo, a los textiles y cestería es conveniente someterlos a unos baños de desacidificado con hidróxido calcico, como se hace con el papel, para proporcionarles un PH básico que resulta menos agresivo; el hueso y el marfil no deben limpiarse por medio de productos químicos ácidos pues éstos disuelven su parte mineral, formada por fosfato y carbonato de calcio, a la vez que disuelven la posible concrección marina formada también por carbonato de calcio; el cuero suele necesitar un tratamiento de nutrición, una vez estabilizado, para darle cierta flexibilidad, etc. En todos los casos, sin embargo, el tratamiento de consolidación o sustitución del agua que los impregna, es previo a su secado, secado que en ningún caso será brusco, sino lento y controlado, o mediante liofilización. Un problema también común a todos ellos es ver qué grado de humedad es el mejor para estabilizarlos. En lo tocante a impregnaciones hay distintos productos que pueden emplearse: para cueros, madera, cestería... los más utilizados son las ceras de polietilenglicol (PEG), variando el peso molecular y la concentración según se quiera una protección celular y mantener un cierto grado de humedad, ya que son higroscópicas (bajos pesos moleculares y bajas concentraciones), o una consolidación por llenado (pesos moleculares altos y mayores concentraciones); para hueso y marfil se utilizan emulsiones de acetato de polivinilo impregnando, a veces, al vacío para lograr mayor 117


penetración; también se emplea para el cuero glicerol, sorbitol... como humectantes; lo fundamental es no olvidar que todos estos objetos no deben dejarse secar sin un tratamiento previo. En la actualidad está tomando auge la utilización de la sacarosa (azúcar común), como agente de impregnación, debido a su bajo coste y a los resultados obtenidos en diversos estudios y tratamientos ya aplicados; procura a la madera una buena resistencia estructural y el aspecto es mas natural que el que se obtiene con las inpregnaciones con PEG. En cuanto al secado existe la posibilidad de un secado controlado en el que de una H.R. del 100% se va descendiendo hasta un 60-65%, o hasta un porcentaje de humedad próximo a la HR en la que van a permanecer después los objetos. Otra posibilidad es la liofilización que, por otra parte, es el método que mejores resultados consigue. Se emplea para madera, cuero, cuerda, tejidos,... quizá menos para hueso y marfil, debido a que por su mayor resistencia estructural admiten mejor un secado controlado. La liofilización es un proceso mediante el cual se consigue la deshidratación total o parcial de una sustancia a partir de su congelación , sometiéndola después al vacío. Se consigue así la sublimación del hielo, que se transforma en vapor sin pasar por la fase líquida. Así se elimina la tensión superficial del agua líquida al evaporarse y se evitan posibles contracciones, agrietamientos y deformaciones. El primer paso es la congelación, como el agua llevará una concentración de cuerpos disueltos variable la congelación será inferior a 0° C. y si se ha efectuado una consolidación previa con PEG la temperatura de congelación será todavía mas baja. Es conveniente que la congelación no sea muy lenta, entre otras razones para evitar la pérdida de agua. Después se efectúa el vacío para proceder a la sublimación. A cada temperatura le corresponde una tensión de vapor por encima de la muestra (Por ej. a 20 °C. es de 0.8 Torr de presión), en cuanto descendamos en el recinto de liofilización a una presión inferior a la tensión de vapor correspondiente a la temperatura que tenemos, el hielo comenzará a sublimar. El vapor sublimado se condensa en forma de hielo en una pared fría o trampa de condensación. 118


Una vez estabilizados los materiales es también importante mantenerlos en unas condiciones de conservación adecuadas, si no habrá sido inútil nuestro trabajo. En general se recomienda una temperatura de 18°-20° C. y una Humedad Relativa del 50-60%. En cuanto a la luz y debido a que estos materiales son sensibles a la misma, debe adoptarse una iluminación máxima de 150 Lux. y un nivel de ultravioletas que no supere los 80 microwatts por lumen. Uno de los aspectos mas interesantes y complejos dentro de la arqueología subacuática lo constituye el pecio, es decir los restos del barco y la carga. No son muchos los barcos que se han extraído completos de los fondos marinos, pero sí se ha hecho en algún caso. El principal problema que plantea la conservación de grandes estructuras de madera, caso de los barcos, es la necesidad de contar con grandes medios económicos, técnicos y humanos para llevar a buen término la empresa. Actualmente la toma de conciencia por parte de profesionales, arqueólogos e instituciones ha hecho evolucionar los criterios y se evita la extracción de barcos pues, al no estar debidamente garantizada su conservación, es difícil justificar la extracción. Las extracciones han quedado reducidas a actuaciones de urgencia cuando los barcos aparecen en zonas húmedas o excavaciones urbanas donde no estaba prevista su presencia. El método de conservación dependerá del estado de la madera pero también habrá que tener en cuenta otros factores debido al posible gran tamaño y complejidad estructural del objeto en cuestión. Cuanto más antiguo es el barco es técnicamente más fácil actuar puesto que suelen ser barcos más pequeños y conservan menos elementos constoictivos, lo que se traduce en un menor volumen de madera que será necesario conservar. Por lo general el mejor método no es el más factible en la práctica. Hay que contar con los medios materiales adecuados antes de comenzar el proyecto para garantizar la excavación, recogida y extracción, almacenamiento, conservación, investigación y exposición. Si todo lo anterior no está garantizado no hay razones para una extracción. Los métodos posibles de extracción son también muy variados: reflotar el barco entero, desecar la zona y actuar como si se tratase de una 119


excavación en tierra, desmontarlos y sacarlos por piezas... y en el caso de que aparezcan accidentalmente en tierra pueden igualmente limpiarse y desmontarse o extraerlos enteros, incluso con el sedimento sobre el que apoyan haciendo un bloque que garantice una mayor sujección de su estructura. El proyecto y la responsabilidad, en todo caso, dependerán de un comité, creado a tal efecto, que será multidisciplinar: científicos de distintas especialidades, conservadores, arqueólogos. Ingenieros y otros profesionales según las necesidades concretas y el proyecto a seguir. Los dos objetivos fundamentales que se persiguen son conservar la integridad del barco y procurarle y mantener una satisfactoria estabilidad dimensional. Debido a que un barco nos ofrece una cantidad de madera considerable sería conveniente, y el primer paso a dar, recoger muestras de madera en cantidad suficiente y de diferentes zonas de la estructura para tener un panorama lo más amplio posible del estado de conservación de la madera. Es cierto que la madera es un material muy poco homogéneo y que quizá por muchas muestras que analicemos nuestra visión va a seguir siendo parcial, pero en cualquier caso podremos identificar los diferentes tipos de madera que se han utilizado en su construcción y la alteración de cada una de ellas. Una vez conocida la especie de la madera y sus contenidos en celulosa, hemicelulosa, lignina, agua, etc. ...podremos pensar en el tratamiento de impregnación y secado que tendremos que aplicar; deberá atenderse paralelamente a los trabajos que procurarán el mantenimiento, sujección, acceso y tratamiento de toda la estructura en sí. Tanto si el barco se extrae entero como si se desmonta por piezas o fragmentos, toda la madera extraída deberá mantenerse al 100% de Humedad Relativa y a ser posible en un ambiente frió y en la oscuridad. Para objetos aislados o piezas pequeñas pueden emplearse tanques de plástico o acero inoxidable para mantenerlos sumergidos en agua dentro de ellos.

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Es necesario mucho espacio de almacenamiento para ir colocando todo el material y dejar sitio libre para moverse y mover los tanques de contención. Por ejemplo, una excavación pequeña, como fue el Graveney boat, descubierto accidentalmente en 1970 y desmontado para su extracción, necesitó 65 m^ de agua para almacenar la madera extraída. Con estructuras intactas, que no se desea desmontar, el problema se plantea por el enorme tamaño de los tanques de almacenamiento y tratamiento que serían necesarios y la difícil accesibilidad al material una vez almacenado; no obstante, a veces, se elige esa modalidad de tratamiento como se ha hecho en el caso de la Coca de Bremen. Generalmente, se utiliza un sistema de pulverización de agua constante, que es lo más sencillo y económico. El almacenamiento es una fase de espera antes del tratamiento, fase que puede ser empleada para hacer moldes, limpiar, etc. Durante esta fase habrá que tener cuidado con la posible proliferación de micro-organismos, sobre todo cuando la madera se almacena en seco con Humedad Relativa elevada y una temperatura favorable cuyo punto óptimo está entre los 20°C. y los 25°C. Para evitarlo en el almacenamiento en tanques se añaden biocidas y a veces también se utilizan peces o caracoles. Con el sistema de aspersores ésto es más difícil porque el biocida se concentraría en zonas y si, además, el almacenamiento es visitable por el público ésto sería peligroso. Pueden aplicarse biocidas localmente o insertar pastillas que desprendan vapores. Para el almacenamiento del Mary Rose se utilizó un sistema de irrigación de agua fria (2-5° C.) por varios motivos: mantener la madera húmeda constantemente, enfriar la madera y evitar la proliferación de microorganismos sin necesidad de utilizar un método tóxico. Hay varios puntos que deben tenerse en cuenta a la hora de elegir un tratamiento de conservación: - Accesibilidad del personal ai objeto durante el tratamiento. - Posibilidad de acceso del público al objeto durante el tiempo que dure su tratamiento. - Utilización previa del tratamiento a gran escala y con éxito.

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- Medidas de seguridad necesarias. - Personal especializado. - Necesidades de tiempo, económicas, etc. ... para llevar a término el tratamiento. Existen varios tipos de tratamientos posibles y que ya se han utilizado, con mayor o menor fortuna, en la conservación de la arquitectura naval. En esquema son los siguientes: 1.- Deshidratación con un disolvente no acuoso y consolidación por impregnación con una cera o resina. 2.- Polimerización "in situ" de monómetros prepolímeros. 3.- Tratamientos de impregnación con ceras de polietilenglicol, por inmersión o aspersión. Estos métodos citados anteriormente constituyen la fase de impregnación, o sustitución del agua que satura la madera por un consolidante que la refuerce y mantenga su forma cuando el agua desaparezca con el secado. En la siguiente fase que es el secado podremos optar por: 1.- Secado al aire, de forma lenta y controlada. 2.- Liofilización. No hay que olvidar tampoco, a la hora de la elección del tratamiento, las posibilidades de conservación posterior. Si va a ser posible un rígido control del clima, el tratamiento podrá ser más ligero y deberá estabilizarse la humedad de la madera al nivel de Humedad Relativa en el que luego se va a mantener; sin embargo, si las condiciones de conservación posteriores van a ser adversas o poco controlables el tratamiento deberá procurar a la madera unas características que la hagan más resistente. Antes de ver algunos ejemplos ya clásicos de conservación naval habrá que hacer la salvedad de que la mayor parte de los barcos conservados "en seco" se han extraído por la imposibilidad de dejarlos como fueron encontrados, al haberlos hallado en zonas urbanas y sujetas a planes o proyectos de construcción, tratándose, en realidad, de verdaderas urgencias. Otras embarcaciones, de menor tamaño, se han recuperado de aguas interiores.

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Los grandes proyectos de recuperación naval efectuados sobre barcos sumergidos son muchos menos y han exigido unas actuaciones realmente espectaculares. 1863.- Se realiza una de las primeras excavaciones metódicas de un barco en Schleswig, por Conrado Engelhardt. 1867.- Comienzo de los descubrimientos de barcos vikingos del s. IX, en Noruega; Tune (1867), Gokstad (1880) y Oseberg (1903); éste último se conservó hirviéndolo en agua con alumbre (sulfato alumínico-potásico) e impregnándolo luego con aceite de linaza. 1883.- Aparece publicado el tratamiento de la piragua de Wingreis (Lago de Bienne- Suiza) por Victor Gross : "A fin de conservar a la canoa su forma primitiva y de Impedir la desecación, se ha puesto cuidado en, varios días después de su salida del agua, embeber todas sus caras de aceite de linaza desgrasado caliente, al que después se añadió colofonia y arena para rellenar los intersticios que se producían. Gracias a esta operación repetida varias veces, durante varios meses, la piragua ha mantenido y conservará su foma primitiva." 1930.- En e! lago de Nemi (Italia) se conocía la existencia de dos naves de recreo del emperador Calígula. Aproximadamente en 1930 Mussolini desecó el lago y las naves fueron trasladadas a un museo, pero el 31 de mayo de 1944 se produjo un incendio y se destruyeron. 1952.- Durante los trabajos realizados junto a la pirámide de Keops para hacer una nueva carretera, se descubrieron unos bloques de piedra bajo los que había un pozo ocupado por los restos de una embarcación de madera; se veían un remo, tablazones, columnas de madera con capiteles de loto y rollos de cabos. La nave había sido desmontada y enterrada hacia el año 2.600 a.C. Junto al lugar se instaló un laboratorio para tratar la nave con

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acetato de polivinilo. El tratamiento duró dos años y posteriormente se reconstruyó. 1958.- Después de algunas prospecciones se descubrió la existencia de un barco a la altura del cabo de Gelidonya, en Turquía. En 1960 Peter Throckmorton comienza la excavación. Se trataba de un barco del último cuarto de la Edad del Bronce. Sólo se conservaron algunos fragmentos de madera que no sirvieron para ver como era el barco, pero dio mucha infomiación sobre el comercio. 1958.- Se descubre en el fondo del fiordo de Roskilde, en Dinamarca, la existencia de cinco barcos vikingos. Se construyeron unos diques alrededor y se desecó la zona. En 1962 comenzó la excavación. Se limpiaron los barcos y se montaron aspersores para mantener las maderas húmedas. El tratamiento que se realizó fué una inmersión en agua con fungicida seguida de una impregnación total con polietilengücol durante dos años. Los barcos se encuentran actualmente expuestos en el museo de Roskilde. 1961.- Antes del reflotamiento del Wasa, nunca se había conservado un hallazgo arqueológico orgánico de tal tamaño; la superficie del casco era de 15.000 m^ y el volumen total de 900 m^ El barco, de la flota real sueca, se había hundido en 1628, en el puerto de Estocolmo, justo después de su botadura, cuando iba a partir hacia la Guerra de los Treinta Años. Se extrajo del mar el 21 de Abril de 1961. Los buceadores introdujeron unos cilindros bajo el casco, enganchados a unos cables de acero, y mediante dos grandes grúas-pontones se sacó a superficie y se llevó, flotando, hasta un dique del puerto de Estocolmo. A fines de 1961 estaba preparada la planta de aire acondicionado y la superestructura que debía contenerlo. El casco se regaba continuamente con agua durante los trabajos que llevaron a cabo los arqueólogos en su interior. En primer lugar hicieron el análisis de la madera para ver las especies, los grados de alteración y los hongos que habían proliferado en ella y que 124


eran, en gran medida, causantes de su degradación; se identificó la llamada "podredumbre blanda". Como tratamiento se eligió la impregnación con polietilenglicol, mediante aspersores que lo pulverizaran constantemente sobre el casco, seguida de un secado controlado. Se añadieron bórax y ácido bórico a la disolución de polietilenglicol para frenar la proliferación de micro-organismos observada. Paralelamente se hizo el tratamiento de 25.000 objetos que se encontraron en su interior. Se encuentra expuesto en el Museo Naval de Estocolmo 1962.- Aparece en el fondo del puerto de Bremen (Alemania) una Coca de la Liga Hanseática. Se desmontó y se extrajo. Antes de aplicar el tratamiento de conservación la coca se reconstruyó y alrededor de ella se realizó un tanque para realizar la impregnación, tanque al que se le hicieron unas ventanas y se le colocaron unas luces y una pasarela alrededor para que el público del Museo Marítimo de Bremerhaven, donde está instalada desde 1982, pudiera verla durante el tratamiento. El tratamiento de consolidación se hace en dos fases con dos polietilenglicoles diferentes: uno de bajo Peso Molecular para que penetre bien en las zonas menos degradadas y otro de Peso Molecular elevado para consolidar las zonas con mayor deterioro. El límite de concentración de las disoluciones de impregnación es del 40-50%. Posteriormente se hará un secado controlado utilizando el mismo tanque como cámara climática. La coca sigue en la fase de tratamiento de impregnación. 1965.- Se vuelve a excavar en Sotton Hoo (Woodbridge- Suffolk-lnglaterra). En 1938 ya se había excavado apareciendo restos de clavos, que habían unido las maderas un barco, era una tumba con embarcación. Se trataba de un barco anglo-sajón, y aparecieron numerosas piezas del ajuar. Las cuadernas y planchas del casco se habían desintegrado pero habían dado un color diferente a la arena y habían dejado su huella. El proyecto se 125


abandonó y se volvió a excavar entre 1965 y 1967. Se decidió destruir la huella del barco para poder seguir excavando pero previamente se hizo un molde del interior del casco de la embarcación. Pegaron papel húmedo sobre la superficie y sobre él aplicaron yeso. Realizaron un molde en 85 partes, que posteriormente se llevó al British Museum donde se hizo el positivo con resina y fibra de vidrio. 1968.- Se excavó una nave en Kirenia (Chipre) por antiguos miembros del equipo de George Bass en Yassi Ada. La carga del barco consistía en unas 400 ánforas, en su mayor parte vinarias, procedentes de Rhodas(fines s. IV a.C.). También se encontraron piezas de uso de la tripulación. Se decidió extraer la nave en trozos para trasladarla a Kirenia y montarla de nuevo. Se extrajeron las maderas con unos bastidores para mantener la forma de las partes curvas. Posteriormente los fragmentos se instalaron en tanques con agua dulce y sobre soportes que mantuviesen su forma. Después volvió a montarse y se hizo una réplica a tamaño natural. 1970.- Se descubre, en Inglaterra, por accidente un barco anglosajón, el Graveney Boat. Estaba en una zona de cieno por lo que se conservó bien. Intervinieron el Museo Británico (el equipo que hizo el molde de Sutton Hoo) y el Museo Nacional de Greenwich. Se desmontó; cada pieza se numeraba y etiquetaba. Se deslizaba bajo cada una un tablero y se sacaba colocándose sobre un entarimado donde la pieza descansaba con su curvatura original. Se mantenían húmedas con aspersores y se empaquetaban con espuma de plástico húmeda y plástico. Se almacenó en tanques con agua (65 m3). 1971.- Se descubre en Marsala (Sicilia) un navio púnico. Se desmontó se extrajo y se conservó en agua dulce antes de impregnarlo con polietilenglicol. Luego se inició su reconstrucción y reintegración sobre una estructura metálica, pero el trabajo no se acabó, sólo se reconstruyó la popa y parte del espolón. 126


1973.- Se realiza la excavación de un barco romano en la ensenada Gerbal en Port Vendres (Francia), debido a unas obras en el puerto que iban a hacerlo desaparecer. El barco se desmontó y se trasladó a Marsella a la sede de la Direction des Recherches Archeologiques Sousmarines (DRASM). En 1975 se comienza el tratamiento de conservación, que supone una franca regresión en los avances que se habían ido experimentando: impregnación con cromato de cromo, secado parcial e impregnación con aceite de linaza. 1973.- En Australia se recupera un barco, el Batavia. Las maderas se trataron en el Western Australia Maritime Museum. Posteriormente se hizo un modelo a escala 1:10 para reconstruir el barco. 1974.- Se descubre el barco de La Bourse, durante unas obras efectuadas en el antiguo puerto de Marsella para constmir un centro comercial. Es un barco de época romana. Su tratamiento comenzó en 1980. Estuvo cinco años en un baño de agua con productos antisépticos. Se eligió el método de secado por liofilización, pero a presión atmosférica, dentro de una instalación que luego sería la vitrina de exposición del barco. No se hizo ningún tratamiento de consolidación previo. La operación tuvo tres fases: congelación, por nitrógeno, de toda el agua; sublimación o evaporación del hielo mediante un barrido con aire seco a una velocidad de 20 km/h y, posteriormente, mantenimiento a una temperatura baja y con un grado de humedad débil. Los criterios de conservación y restauración estuvieron condicionados por las consideraciones de orden museográfico: no aportar elementos extraños, no modificar ni su estructura ni su aspecto, no reconstruir los elementos que faltaban y no enderezar lo deformado ni rellenar las grietas. 1982.- Se recupera el Mary Rose, después de campañas de excavación desde el año 1971. Fue construido para Enrique VIII en Portsmouth, en 1509. Estaba cubierto por una espesa capa de limo de unos 4'5 metros que lo había protegido. 127


Se creó una fundación o trust en 1979 para hacerse cargo de toda la operación de excavación, recuperación y exposición arqueológicas, que llevaron aparejada también la creación de un Museo anexo. Gran parte del barco estaba intacta aunque había perdido el lado de babor por la erosión submarina; hecho que aprovecharon en la instalación posterior para que pudiera verse a la vez el exterior y la estructura interna. Se extrajo el 11 de Octubre de 1982. Se colocó sobre el casco, flotando, una estructura de acero con unos cables asegurados a la misma y, por su otro extremo, sujetos a tornillos que pasaban a través del casco y enganchaban en unas planchas colocadas por su parte exterior. Se colocó un soporte de acero con sacos de aire y diseñado según la curvatura del casco, en el fondo. Se izó la estructura del barco unida al armazón, quedando suspendida en el agua, y se depositó sobre el soporte preparado en el fondo. Después se izó a superficie todo el conjunto. Se instaló a 95° Celsius de temperatura. Se pulverizó constantemente con agua fria y se impregnó con polietilenglicol de diferentes pesos moleculares y en distintas proporciones por aspersión, seguido de un secado controlado. Se terminó su tratamiento en 1984. Se han recuperado y extraído muchos otros barcos: en Estados Unidos, en Mainz (Alemania), en Toulon (Francia), en Ketelhaven (Holanda), en el mar de Galilea (Israel) e incluso en España, donde en 1991 al construir el canal olímpico para las Olimpiadas de Barcelona 1992, se encontró un barco medieval que ha sido estudiado, extraído y conservado mediante polietilenglicol en el Centro de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas de Gerona.

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NAVEGACIÓN, COMERCIO E INDUSTRIA EN LA ANTIGÜEDAD BALEAR. IBIZA (BALEARES). 1989.



ACTAS

Dentro de los proyectos de divulgación programados en 1989 por el Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas de Cartagena, se encontraba la colaboración con el Museo de Ibiza, para organizar unas jornadas en torno a la "Navegación, Comercio e Industria en la Antigüedad Balear". El objetivo de estas jornadas era ofrecer un amplio panorama de estas tres actividades que han condicionado el desarrollo económico y cultural del archipiélago Balear. Las jornadas consistieron en tres actividades principales, sobre los tres temas propuestos: - Visitas guiadas a las zonas arqueológicas más representativas de las islas de Ibiza y Formentera. - Una exposición instalada en las salas del Museo Arqueológico del Puig des Molins. - Ciclo de conferencias. LA EXPOSICIÓN

Tuvo un carácter informativo y divulgativo, pensado para el público no especializado. El discurso expositivo se dividió en cuatro bloques temáticos y una introducción general al medio físico balear y a la arqueología de estas islas. Los tres primeros bloques trataban, en un recorrido cronológico, desde los primeros pobladores y el mundo talayótico hasta la llegada del mundo romano, los aspectos relacionados con la navegación, el comercio y la industria. El cuarto bloque abordaba el tema de la arqueología 133


submarina como fuente fundamental para conocer el comercio marítimo de las islas, haciendo un breve recorrido por los yacimientos sumergidos más importantes del litoral balear. ITINERARIO ARQUEOLÓGICO

Estas visitas fueron una prolongación de la exposición y las conferencias, gracias a las explicaciones de los arqueólogos responsables en cada uno de los yacimientos y lugares históricos visitados\ Sa Caleta, asentamiento fenicio de vital importancia desde el punto de vista del fenómeno colonial arcaico de la isla. Fue fundado a principios del último tercio o segunda mitad del siglo Vil a.C y se abandonó en el primer cuarto del siglo VI a.C. Los comerciantes de este poblado se desplazaban a otros enclaves fenicios del sur de la península, donde se aprovisionaban de cerámicas, telas y sobre todo vino, productos característicos de su comercio colonial. Desde aquí se dirigían hacia el norte de la costa levantina para cambiar con los indígenas de estos lugares una parte de estos productos, volviendo finalmente a Sa Caleta con un cargamento de metales. Can Sorá, asentamiento rural púnico-romano. A través de las excavaciones realizadas en este lugar se puede afirmar que el comienzo de la colonización rural púnico-ebusitana, tuvo lugar en el siglo V a.C. y no el el siglo IV como se había pensado hasta entonces. El estudio de este yacimiento permite deducir una serie de características comunes a todos estos establecimientos, una de éstas sería la elección de lugares estratégicos desde los cuales se pudiese efectuar un control visual de todo el territorio. La necrópolis de Can Sorá está compuesta de una veintena de hipogeos de los siglos V-IV a.C., con morfologías sepulcrales y rituales fuenerarios muy variados. Dalt Vila y todo el complejo del Museo Monográfico del Puig des Molins, sus dependencias y la necrópolis, completaron las visitas de esta isla. Esta

' Juan Ramón Torres, Técnico de Cultura del Conseill Insular, Jordi H. Fernández Gómez, Director del Museo de Ibiza y Benjamín Costa Ribas, Arqueólogo del Museo de Ibiza.

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necrópolis se utilizó desde la segunda mitad del siglo Vil a.C hasta la etapa islámica. La primera fase de utilización del yacimiento debió corresponder a los primeros fenicios que se establecieron en el Puig de la Vila. A través de esta necrópolis se ha podido analizar la evolución en los rituales funerarios. La elección del Puig des Molins para enterrar a los difuntos no fue casual, ya que a escasos metros de ésta se encuentra el Puig de Vila, lugar donde se supone se asentaron los fenicios a partir del siglo Vil a.C. Ca Na Costa, sepulcro megalítico en Formentera (2000-1600 a.C.), de cámara circular y corredor, utilizado como lugar de enterramiento colectivo. Es prueba irrefutable de que en las Pitiusas había existido una cultura anterior o contemporánea a la civilización fenicia de Ibiza en el 650 a.C, lo que se opone a la negación de la existencia de una prehistoria en estas islas defendida por diversos autores de la talla de García y Bellido, Almagro y Childe entre otros. Esta impresionante obra da idea del alto grado de perfeccionamiento arquitectónico que tuvieron los pobladores prehistóricos de las Pitiusas. Cap de Barbería, otro de los principales asentamientos del bronce antiguo en las Pitiusas (Formentera), formado por casas de planta ovalada o pseudocircuiar y con una población aproximada de 30 ó 40 individuos. Castellum de Can Blai, obra de época imperial con carácter principalmente defensivo. CONFERENCIAS

El ciclo de conferencias que se publican a continuación^, abarcó en cuatro conferencias la temática general de la arqueología balear, completando la información aportada por la exposición y el itinerario arqueológico. Beatriz Domingo Hay

' Se ha preferido mantener la redacción de conferencia con la que fueron presentadas.

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FICHA TÉCNICA DE LAS JORNADAS DE NAVEGACIÓN. COMERCIO E INDUSTRIA EN LA ANTIGÜEDAD BALEAR. IBIZA. 1989.

ORGANIZACIÓN DEL SEMINARIO:

Departamento de Arqueologfa. Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturaies. DIRECCIÓN Y COORDINACIÓN:

Belén

Martínez Diaz

COORDINACIÓN EN IBIZA:

Jorge H. Benjamín

Fernández Gómez Costa Ribas

EQUIPO TÉCNICO:

Beatriz Domingo Hay Ángel L Martín Albarracín Roberto Ontañón Peredo y ia colaboración de Ignacio del Hierro Suances FOTOGRAFÍA;

Antonio

López Cánovas

Jalón Carlos

León Amores

MAPA:

DIBUJOS:

Inmaculada Arellano Gañán

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 137-157

RELACIONES EXTERIORES DE LAS ISLAS BALEARES EN TIEMPOS PREHISTÓRICOS.

Manuel Fernández-Miranda^

Hablar de navegación, comercio o contactos exteriores de las Islas Baleares en relación con buena parte de su prehistoria no resulta tarea sencilla. O bien se pierde uno en el terreno de las hipótesis más discutibles, en búsqueda de los contados elementos que sirven para establecer comparaciones por vía de ciertos paralelismos, tantas veces desacreditados en estos últimos tiempos a causa de la manipulación que de ellos hicieron los modelos difusionistas, tan en boga y posterior desarrollo de las culturas insulares en el Meditenáneo occidental. Un hecho resulta indiscutible y es que islas como las Baleares solo pueden haber sido ocupadas por el hombre como consecuencia de contactos exteriores; otra cosa muy distinta es precisar cuáles en concreto y qué entidad e intensidad tuvieron en cada momento. Hay asimismo quien piensa que los grandes cambios culturales, la adopción de determinadas tecnologías o la incorporación de ciertos modelos constmctivos precisan también del contacto exterior, de las relaciones portadoras del avance y las transformaciones necesarias parra modificar situaciones preexistentes. Durante mucho

' Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense.


tiempo hemos asistido a esa clase de explicaciones, particularmente gratas en el caso de las islas ya que estas, a su condición como tales, unían la teórica función de ser puntos de apoyo para la transmisión cultural de oriente a occidente y , en líneas generales, a través de todo el Mediterráneo. ¿Como se pueblan las islas del Mediten-áneo occidental? Un somero repaso al panorama que ofrece la infomiación arqueológica disponible en este momento muestra que esa es cuestión que no puede tratarse de manera uniforme, aunque en ocasiones se produzcan concomitancias culturales evidentes que hacen suponer a más de uno la existencia de intensas relaciones por toda la cuenca occidental de nuestro mar en momentos bien distintos y antiguos. Hace unos diez mil años, y con muy ligeras variantes que pueden fijarse en torno a los -30 mts. en la cota del nivel del mar respecto de la actual, las distancias que un navegante debía cubrir, así como los riesgos a afrontar, para alcanzar alguna isla de la zona que nos interesa debían ser prácticamente iguales a las que existen en la actualidad. Algunos años más tarde, entre 6.000 y 5.000 a.C., la frecuentación de muchas islas constituye un hecho suficientemente comprobado, lo que no quiere decir, por supuesto, que en casos no fuera incluso bastante anterior. En efecto, ciertos hallazgos todavía en discusión de Córcega plantean, por ejemplo, la posibilidad de un poblamiento de esa isla en época paleolítica superior final. El caso de Sicilia resulta más fácilmente explicable, pues el canal de Mesina apenas si separa la isla de Calabria en unos 3 kms. y hacia 16.000 a.C., con el nivel del Mediterráneo a -120 mts, ni siquiera era isla, además de encontrarse bastante más cerca de la costa tunecina. En 8.000 a.C. casi todo es ya igual a como se ve ahora. Las diferencias más sensible radicarían en la existencia del llamado puente sardo-corso, así como en que algunas islas actuales próximas a otra costa permanecerían unidas a tierra firme o a islas mayores, con el nivel del mar a unos -30 mts, según he dicho ya. Hacia 5.000 a.C. yacimientos neolíticos sumergidos confirman que la línea de costa se encontraba entre -20 y -15 mts.. la fecha absoluta C-14 más antigua para el nivel de ocupación del estrato epipaleolítico de Grotta del Uzzo, en Sicilia, inmediatamente a otro que ya posee cerámicas impresas, es 8.130 b.P. y en 138


Levanzo, en las Egadas, hay una fecha anterior, 11.180 b.p. que data de niveles epigravetienses asociados al arte que allí se desarrolla. Las Egadas estaban en ese momento unidas a Sicilia y hasta ella llegaban sin aparente discontinuidad las culturas del paleolítico final superior peninsular. Un archipiélago particularmente interesante es el de las Islas Eolias, no tanto por los datos arqueológicos propios como por lo que se puede deducir de la presencia de obsidiana de Lípari en otros puntos de la península italiana. En efecto, en la costa ligur hay obsidiana liparesa fechada en 8.400 b.p., en un nivel epipaleolítico de Arma delio Stefanin. las islas Eolias no estaban unidas a Sicilia, aunque si próximas. En el más desfavorable de los casos ese hallazgo, y otros como el de Grotta delia Madonna, en Praia da tvlare, constituyen evidencias indiscutibles de una cierta navegación LípariSicilia, aunque parece también razonable admitir la singladura directa hasta distintos puntos del litoral peninsular italiano transportando obsidiana como elemento de comercio o intercambio, seguramente un producto de valor estimable. Polémicas aparte, me refiero a los niveles preneolíticos de Curachiaghiu datados hacia 6.000 a.C., es indiscutible la presencia de cerámicas cardiales y otras impresas en distintos yacimientos corsos hacia 5.000 a.C. y lo mismo se puede decir de Cerdeña, a un lado también otros posibles testimonios de mayor antigüedad. Entre el VI y el V milenio existen pruebas irrefutables en favor del poblamiento de las dos grandes islas del Mediterráneo occidental, además obviamente de Sicilia, del archipiélago eolio y de Pantellaria, desde donde se exporta obsidiana a Lampedusa, Malta, Sicilia, provenza y Túnez (fechas en Kef Hamda C-14 7.610 y 7.445 b.p.) De manera que no resulta en absoluto arriesgado suponer que dentro del sexto milenio el mediterráneo occidental debía ser un mar relativamente navegado, y obsérvese que he utilizado para llegar a tal conclusión datos arqueológicos procedentes básicamente de ambientes insulares o relacionados con ellos íntimamente, además de renunciar a ir hacia atrás e introducirnos en el espinoso asunto de las travesías marítimas en época paleolítica a través de Gibraltar o del canal sículo-tunecino. Como Vds probablemente sabrán hay autores, Alimen p. ejemplo, que han sugerido reiteradamente la posibilidad de contactos 139


desde el paleolítico inferior a partir de las similitudes detectadas en determinados instrumentos lítícos en el norte de Marruecos y sur de la Península Ibérica. Si el estrecho de Torres fue cruzado para llegar a Australia hace más de 35.000 años, no hay razón para negar capacidades similares a los neandertales magrebíes y andaluces e incluso a sus mucho más antiguos predecesores, quizá aprovechando determinados episodios geológicos en que el estrecho reducía su distancia. Un caso similar ocurre en Sicilia, donde se conocen yacimientos con cantos trabajados e industrias achelenses muy antiguos, no necesariamente de filiación peninsular itálica. Tras ese rápido recorrido por algunos ejemplos significativos del Mediterráneo occidental insular recalemos ahora en el archipiélago balear. Los datos más antiguos sobre ocupación humana proceden de la isla de Mallorca y no son precisamente numerosos ni en exceso convincentes. En la cueva de Son Matge, con fecha C-14 4.730 a.C, encontramos huesos de Myotragus balearicus con huellas evidentes de haber sido cortados, seguramente con útiles de piedra, tal vez sílex. Casi mil años más tarde en el yacimiento de Muleta (C-14: 3.985 a.C.) hay evidencias de restos humanos asociados a unas lascas de sílex sin retocar, cantos enteros y otros íntencionalmente partidos y una posible aguja de hueso. No parece tratarse de un enterramiento intencional sino más bien de unos restos depositados accidentalmente en la chimenea de la cueva junto a centenares de huesos de Myotragus balearicus y otros pequeños mamíferos característicos de la fauna insular. Dos fechas más de Son Matge próximas a esta de Muleta presentan indiscutible interés. Una de ellas, 3.870 a.C, se logró a partir de una muestra obtenida en una notable concentración de coprolitos de Myotragus balearicus, y la otra, algo más moderna (3.800 a.C), se obtuvo de una muestra de carbón vegetal a una profundidad y ambiente similares. En resumen, las más antiguas evidencias de poblamiento humano en las Baleares remiten, por el momento, a una posible ocupación, tal vez accidental, de un par de cuevas de la zona montañosa de Mallorca, con unas características que incitan más a pensar en unos náufragos que en navegantes, claro que para convertirse en lo primero es necesario pasar antes por lo segundo. A un lado los huesos cortados de Son Matge datados 140


en el quinto milenio, las tres fechas del primer cuarto del siguiente resultan ciertamente sugestivas, pues asocian una elemental industria lítica, y tal vez ósea, a restos humanos y quizá a un intento, que si se produjo resultó fallido, de domesticar el Myotragus balearicus patente por la acumulación de sus excrementos petrificados detectada en el abrigo de Son Matge. Sin embargo, como ya habrán captado, la tónica general de todos esos datos se aparta sensiblemente de cuanto he resumido antes para las restantes islas del Mediterráneo occidental. Al margen de la sorprendente ausencia de productos cerámicos en fechas como las citadas más arriba, da la sensación de que las Baleares quedaron fuera de esos primeros contactos y navegaciones vinculadas a ambientes neolíticos antiguos y cerámicas impresas o cardiales, que por el momento son desconocidas en nuestras islas, donde tampoco se han producido hallazgos de obsidiana o de otra materia prima que con seguridad pueda considerarse importada. En efecto, las cerámica más antiguas se fechan ya dentro del tercer milenio y por sus características morfológicas parecen corresponder a un neolítico final, tal vez relacionable con la costa francesa. Vamos a analizar a partir de este momento la evolución a grandes rasgos de la prehistoria balear así como los contactos exteriores que se pueden rastrear en ella. Decía antes que el análisis del poblamiento de las islas del Mediterráneo occidental no resiste un tratamiento homogéneo, aunque en ocasiones presente similitudes, pues las circunstancias de cada territorio hacen que revista características distintas en cada caso. Las Islas Baleares tampoco se pueden estudiar como una unidad cultural. Es sabido que, en todo caos, existen dos evidentes asociaciones territoriales -tal vez no sólo para los sucesos de orden arqueológico- que ya historiadores y geógrafos romanos detectaron con habilidad. De un lado Mallorca y Menorca, las en puridad bautizadas baleares, y de otro las Islas Pitiusas, Ibiza y Tormentera. La diferenciación resulta meridiana desde un punto de vista arqueográfico. Hasta parece conveniente, a la hora de adentramos en una cuestión como la que aquí nos ocupa, renunciar incluso a las dos asociaciones, probablemente en gran medida formales, y analizar cada isla por separado. Tal vez ello sea causa de reiteraciones, pero creo que a la postres todos ganaremos 141


en claridad, particularmente aquellos entre ustedes que no estén familiarizados con la prehistoria balear. Y es que una isla, ai margen de su tamaño y otras situaciones geográficas, funciona en la mayoría de sus situaciones como un mundo aislado o, cuando poco, con una acusada personalidad consecuencia precisamente de sus características físicas definitorias. La isla donde mejor conocemos hoy por hoy la secuencia cultural de su prehistoria es Mallorca, aunque todavía sean muchos los problemas y las cuestiones pendientes de esclarecer muchos los problemas y las cuestiones pendientes de esclarecer, pues la investigación arqueológica en el archipiélago no resulta precisamente ejemplar en estos últimos años. A grandes rasgos, tras la aludida presencia de elementos de posible filiación neolítica final, distinguimos una larga fase pretalayótica, que ocupa gran parte del segundo milenio, y una aún más dilatada cultura talayótica que arranca en torno al siglo XIV a.C. y finaliza, como consecuencia directa del proceso de aculturación provocado por los romanos tras la conquista de la isla, traspasado ligeramente el cambio de era, o tai vez algo antes, según áreas concretas. La cultura talayótica, obviamente, se va transformando en tan amplio espacio de tiempo y los arqueólogos reflejan los correspondientes sucesos dividiéndola en distintos períodos según criterios. Personalmente soy partidario de establecer dos grandes fases, al margen de que, al entenderlas de una manera dinámica, cada una de ellas experimente a su vez las lógicas y sucesivas transformaciones. El período más antiguo, o Talayótico I, hasta el siglo octavo a.C. y, a partir de ahí y hasta la romanización efectiva, que no la militar, el Talayótico II, que conocerá, entre otras vicisitudes, los contactos con el comercio ebusitano. Los tiempos pretalayóticos tienen un primer momento caracterizado, entre otros rasgos, por la presencia de cerámicas y algunos otros objetos de indudable filiación campaniforme. En el análisis de los motivos que decoran las cerámicas -las formas son por lo general de extrema sencillez y notoria monotonía- se percibe una innegable similitud con los que suelen ser habituales en Cataluña y Languedoc y en menor medida, con el llamado "estilo Ciempozuelos" ¿quiere eso decir que ios productos campaniformes baleáricos, o más exactamente mallorquines, tienen su procedencia o su 142


inspiración hacia el golfo de León? Es hipótesis que no debe descartarse, aunque su base sea, como Vds. comprenderán, poco sólida, de aceptarse marcaría una probable relación exterior del archipiélago hacia unas tierras que en distintas ocasiones y con diferentes pruebas se muestran posiblemente conectadas con él, lo que desde un punto de vista náutico admite fácil explicación dados los frecuentes vientos del norte y nordeste que soplan con variada fuerza en el golfo. Los restantes elementos de cultura mueble pretalayótica difícilmente puede utilizarse para rastrear relaciones exteriores concretas. En cuanto a la arquitectura las cuevas sepulcrales artificiales recuerdan ciertamente las de otros puntos del Mediterráneo occidental, pero no uno concreto, y lo mismo puede decirse de las cerámicas y sus formas por mucho que algunos autores las hayan emparentado con producciones argáricas o de ese corte- o los todavía escasos productos metálicos que en ellas aparecen. Se ha señalado, no obstante, una posible mayor proximidad, sobre todo en el caso de algunas formas evolucionadas, entre cuevas mallorquínas y el grupo de Arles y sus inmediaciones, en el sur de Francia. Ese dato, que confirmaría la línea de contacto más atrás insinuada, se refuerza, sin apenas dudas en esta ocasión, con el tipo de cabana o naveta de habitación que aparece tanto en Mallorca como en Menorca en época pretalayótica. Se trata de una edificación de planta alargada que en uno de sus extremos presenta una fachada cóncava al exterior en cuyo centro se abre la puerta de ingreso, y en el opuesto una pared de cierre curva. Estas construcciones domésticas son características también de la cultura de Fontbouisse y perduran hasta la fase de transición calcolítico-bronce antiguo en el sur de Francia. Una singular pieza considerada menorquina merece ahora nuestra atención, en relación con su posible interpretación como prueba de contactos exteriores de la isla en la época a la que me estoy refiriendo. Se trata de la conocida jarra cicládica del Museo de Menorca, dad a conocer a principios de siglo por Hernández Sanz, quien la clasificó como chipriota y dio por cierto su origen menorquín por el hecho de haber formado parte de colección Ramis. la pieza, realmente excepcional, recibió años más tarde la confirmación de procedencia de manos del notario Flaquer, para quien no sólo era 143


menorquina sino de bien concreta cuna en la zona de Addaia, al norte de la isla, suposición que basaba en el hiecho de que los Ramis poseían un predio en tal lugar, así como por la inexistencia de nota alguna indicando su origen foráneo, lo que, según él, era normal en la colección Ramis cuando los objetos no procedían de las isla. La jarra fue a parar a la colección Vives i Escudero y tanto Vives, como luego Martínez Santa-Olalla y algunos autores más, aceptaron sin rechistar su origen menorquín. A mi juicio nada hay que permita asegurar tal procedencia para esta pieza, que debe fecharse en la fase Filakopi I, con buenos paralelos en esa necrópolis sobre 1.900 a.C. dentro del período cicládico medio I. Ramis viajo bastante por el sur de Francia y , como buen coleccionista, no debe extrañar que la adquiriese en el mercado de antigüedades, o incluso que la jarra llegara hasta Menorca como un objeto más de comercio, dentro de la intensa actividad que el puerto de Mahón registra a lo largo del siglo XVIII como consecuencia de la peculiar historia y función de base británica durante ese tiempo, o incluso después del saqueo de la necrópolis de Filakopi, hacia 1.830, y la dispersión de sus objetos por varios museos europeos y establecimientos de antigüedades. Celia Topp ha hecho una investigación policial sobre la pieza en la que describe con todo lujo de detalles las vicisitudes por las que pasó el jarrito, que yo les evito aquí repetir. Juan Ramis nunca afirmó que la jarra fuera menorquina, y menos de la zona Addaia,lo que no deja de sorprender pues era en extremo cuidadoso con esa clase de datos y cuesta trabajo pensar que los omitiera en una pieza de esas características, salvo que no vislumbrara su importancia. Su hermano Antonio, en 1833, sí la cita, de acuerdo con la referencia que da Celia Topp; una fecha ciertamente significativa y posterior al saqueo de la necrópolis de Melos. La ausencia después de documentación acompañando a la jarra extraña menos, pues debía se algo usual en la colección Vives i Escudero, donde los objetos se compraban y vendían sin excesivas preocupaciones de carácter científico. Su anterior situación en tal colección particular es el único dato que obraba en los archivos del Museo de Menorca. Tan sólo la 144


existencia de una pieza similar en í^arsella, que se dice fue hallada en el Puerto Viejo de a ciudad, pero sobre cuya auténtica procedencia recaen igualmente serias dudas, permitiría albergar una remotísima posibilidad de que la pieza menorquina fuera un hallazgo occidental, cosa que yo creo resulta harto difícil de aceptar con la documentación disponible, conforme ya expuse hace unos años con ocasión de la publicación de la monografía sobre excavaciones submarinas de Cales Coves, precisamente en relación con la existencia de posibles elementos que reflejasen contactos exteriores de la isla previos a la utilización de ese fondeadero. A lo largo del siglo XIV a.C. se construyen seguramente los primeros talaiots en Mallorca y verosímilmente también en Menorca, aunque para esta segunda isla carecemos de dataciones absolutas tan elevadas por el momento. La formación y desarrollo de la cultura talayótica, obviamente a partir de la población que la precedió, significa la constitución en esas dos islas de una sociedad mucho más compleja que, entre otras cosas, diversifica su utillaje material y crea tipos nuevos más variados que en período anterior, a través de los cuales es posible proponer a algunas relaciones exteriores para las islas, particularmente a partir de ciertas producciones metálicas, hay autores que incluso en el propio hecho de la aparición de talaiots ven la incontestable evidencia de claros contactos. Es antigua la pretensión de relacionar en términos absolutos a talaiots, nuragas sardas y torres corsas, interpretando todas esas construcciones como resultado de la existencia de relaciones relativamente estables entre las islas en que aparecen, para las que se llega incluso a proponer un poblamiento homogéneo. Tal planteamiento resulta más que dudoso, sin negar que en lo que se refiere a los edificios utilizados para la argumentación en cuestión se trata siempre de torres, si bien tal vez no estaría de más recordar que las torres, ya sean circulares o cuadradas, forzosamente tienen que parecerse bastante entre sí. Existen para aceptar esa homogeneidad culturalarquitectónica problemas cronológicos, en los que no vamos a entrar aquí en detalle, tal vez funcionales, desde luego sin duda formales -perceptibles en cuanto se lleva a cabo un análisis discretamente pormenorizado de cada una de esas construcciones- y, por supuestos, contextúales, pues los restantes 145


elementos culturales que acompañan a talaiots nuragas y torres en sus correspondientes islas guardan escasa relación entre sí, por no decir ninguna en la mayoría de los casos, ajuares o monumentos. Tan sólo entre Mallorca y Menorca resulta factible establecer paralelismos, aunque tampoco absolutos sí suficientes para pensar que esas dos Islas mantuvieron contactos relativamente frecuentes, lo que por otra parte constituye prueba indirecta de la tan negada capacidad de navegar que algunos investigadores han supuesto para las gentes talayóticas a partir de determinadas interpretaciones de ciertas fuentes literarias antiguas, seguramente de carácter tendencioso. Sin duda los mejores argumentos para intentar recomponer algunas relaciones externas de las Islas Baleares a lo largo de toda esa época proceden del estudio de las armas y los utensilios de bronce que aparecen en la cultura talayótica, objetos a los que recientemente he dedicado un detenido estudio en unión del Prof. Delibes de Castro. La metalurgia talayótica constituye quizá uno de los exponentes más elocuentes, aparte lógicamente de los arquitectónicos, de los cambios a que me refería más atrás entre los tiempos pretalayóticos y los que les siguen. Enlaza tradiciones de raigambre local con la incorporación masiva de formas y técnicas importadas, aunque modeladas luego al gusto local y transformadas paulatinamente hasta convertirse prácticamente en propias y característicamente originales. La metalurgia talayótica es buena muestra para comprender lo que significa un modelo cultural insular en época prehistórica: conservadurismo intenso junto a innovación adaptada a las exigencias y condicionamientos de un medio singular y aislado, con inusitada capacidad para promover arcaísmo en corto tiempo. Aislacionismo y relaciones exteriores actuando como fuerzas contrapuestas, pero a la vez complementarias a la hora de analizar sus efectos sobre objetos concretos. Un grupo relevante dentro de esa metalurgia por su calidad y número es el que constituye las espadas de puño macizo metálico, un elemento clásico de la cultura talayótica mallorquína también presente, en menor medida, en Menorca. Son espadas de marcado carácter europeo, desconectadas de los modelos que resultan habituales en la edad del bronce del 146


suroeste de Europa, como por ejemplo las de la península ibérica. Los tipos más antiguos se fechan hacia mediados del siglo XIII en Mallorca, y los más evolucionados hacia el VIII, es decir a lo largo de toda la fase talayótica antigua. Las primeras producciones tienen sus conexiones más directas hacia el Bronce final europeo, aunque en ningún caso se trata de paralelos directos, y es posible que su inspiración llegara hasta las Baleares a través de Italia. Espadas como la de Son Foradat o la de Son Oms recuerdan las tipo Rixheim, mientras que las más evolucionadas, como por ejemplo el puñal de Es Mitjá Qran.parecen relacionarse con ejemplares como los de Vénat o Sa Idda, en Cerdeña, una línea de relación sobre la que volveré más adelante dado el indudable interés que podría presentar para las Islas Baleares. Dentro del capítulo de las armas debe aludirse igualmente a las puntas de lanza de matriz tubular y hoja más o menos triangular. Las piezas más antiguas se fechan hacia el siglo décimo, pero su éxito, curiosamente pues siguen fabricándose en bronce en la mayoría de los casos, tienen lugar en tiempos ya del talayótico II. Las primeras recuerdan producciones características del Bronce final tipo Rosnoen, algunas se asemejan a producciones atlántica y las más recientes abocinan el arranque del tubo, en la mejor tradición Vénat, o reducen sensiblemente los alerones, ai estilo de como lo hacen las puntas de lanza del Bronce final y Hierro inicial en la península italiana. Un capítulo de indudable relevancia es el de las hachas, tanto por el número de hallazgos en el archipiélago como por la variedad y la posibilidad que ofrecen, en esta ocasión, para intentar establecer relaciones exteriores y atractivas hipótesis sobre lejanos contactos y arriesgadas navegaciones. En las Baleares han aparecido hachas planas en buen número distribuidas por las tres islas mayores, hachas de cubo en aquellas y también en Formentera, hachas de talón en un depósito., el de Can Gallet, en esa última isla y hachas de apéndices laterales, significativamente encontradas en su mayoría en las dos Pitiusas, aunque tengo noticia reciente de la aparición de algún ejemplar en Menorca (cortesía de Luis Plantalamor). Las hachas planas plantean ciertos curiosos problemas a la hora de buscar una explicación a su presencia en las islas. Son ejemplares 147


teóricamente arcaicos que, sin embargo, aparecen, en los casos en que su contexto es conocido, en hallazgos de cronología relativamente moderna. Desde un punto de vista meramente formal las hachas planas tipo Es Mitjá Gran parecen reunir las características de los ejemplares evolucionados estilo Barcelos del noroeste peninsular o Bally-wailey de Irlanda, pero en el momento en que las producciones mallorquínas están en uso, hacia los primeros siglos del último milenio a.C., tales utensilios han sido ya sustituidos por otros más evolucionados en los teóricos lugares de origen de los tipos ¿Se trata de un ejemplo característico de lo que significa el factor de insularidad actuando sobre el complejo mecanismo de las relaciones exteriores del archipiélago? ¿Es simplemente una mera coincidencia tipológica sin influencias de ningún tipo? ¿Un comercio de productos amortizados en sus lugares de procedencia? No deja de ser sintomático comprobar que en depósitos sardos como los de Sa Idda o Flumenelonghu ocurre algo similar, un hecho que llevó a Lo Schiavo a plantear la posible relación entre la aparición de esa clase de útiles en Cerdeña y en el comercio inicial fenicio desde la península ibérica. Las hachas de cubo están presentes en las cuatro islas, aunque la mayoría se han encontrado en mallorca. En sus distintas variantes se trata indiscutiblemente de producciones locales, con rasgos sobre los que no cabe duda la singularidad respecto de ios prototipos exteriores. Son indiscutibles adaptaciones locales, cuya cronología tardía refuerza la hipótesis de la inspiración foránea recreada en el archipiélago, otro atractivo elemento para la interpretación cultural de las relaciones exteriores. Las hachas de cubo son frecuentes en Europa occidental, se hacen raras hacia el sur, apenas cien ejemplares en toda la península ibérica, y casi no se encuentran en el Mediterráneo. Formalmente muchos de los ejemplares baleares recuerdan producciones británicas, por lo que una primera hipótesis podría apuntar a su posible llegada en el marco de las relaciones Atlántico-Mediterráneo. Sin embrago su carácter tardío y las similitudes entre algunas variantes baleáricas y las hachas launacienses del sur de Francia podrían llevamos de nuevo hacia el Golfo de León y costa de Languedoc-Provenza.

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Del depósito de Can Gallet, en Formentera, proceden las cuatro únicas hachas de talón hasta ahora publicadas en las islas Baleares, aparecidas además en asociación a otras cuatro de apéndices laterales, las hachas de talón y anillas son comunes durante el Bronce final en la fachada atlántica peninsular, con una mayor concentración hacia el noroeste que va disminuyendo a medida que se desciende hacia el sur. Los ejemplares de Formentera enlazan bien por su gran tamaño con tipos avanzados dentro del Bronce final, los llamados por Monteagudo tipo Minho A y B individualizados, entre otros rasgos, por un alto contenido en plomo, pero las características tipológicas de las piezas pitiusas se alejan sensiblemente de las hachas gallegas y se aproximan, por el contrario, al pequeño grupo del sureste peninsular, el llamado tipo Galera. Este dato es interesante, pues las hachas de talón sardas tipo Sa Idda y Monte Arrubiu son, sin embargo y siempre desde puntos de vista estrictamente formales, "atlánticas",lo que desconecta a las piezas baleares de las sardas en lo que atañe a la hipótesis de una corriente comercial común desde la península hasta las islas del Mediterráneo occidental. Por otro lado conviene recordar que la similitud entre Can Gallet y galera no es sólo formal sino, en cierta manera, también "funcional", pues insiste en una asociación -hachas de talón y hachas de apéndices laterales- de la que existen evidencias en otros yacimientos peninsulares. Las hachas baleares de apéndice lateral parecen de fecha tardía, hacia el siglo VIII a.C. Sus paralelos más próximos se sitúan en Elche y Crevillente, la de este último sitio de fecha quizá todavía posterior, si bien la tipología de esta piezas hace incluso difícil sostener tal relación de forma exciuyente ya que responden a un modelo muy común por todo el Mediterráneo occidental. Podrían relacionarse, por ejemplo, también con hallazgos sardos, lo que explicaría su asociación a lingotes planos convexos en La Sabina. Su rareza en el archipiélago podría llevarnos a pensar que su aparición fuera prueba de una importancia directa; en todo caso no cabe duda que imitan modelos exteriores fielmente, aunque tan genéricos que señalar su origen preciso resulta poco más que imposible. Cambiemos ahora de rumbo de esta exposición, hasta aquí les he hablado mayoritariamente de posibles relaciones deducidas de los objetos 149


propios de la cultura talayótica antigua -la segunda fase coincide ya en gran parte con la época colonial fenicio-púnica y griega, que es asunto a tratar en otra sesión- o de producciones sincrónicas en las Islas Pitiusas. Todas ellas apuntan a relaciones de distinto signo y orden pero, a grandes rasgos, de aire occidental o de contexto mediterráneo occidental. Luego volveré sobre lo que en síntesis se puede desprender de toda esa información arqueológica sucintamente resumida. Pero ¿que ocun-e con el Mediterráneo central y aún el oriental? Los contactos mediterráneos, o a través del mar Mediten-áneo, tanto tiempo valorados y apreciados a la hora de analizar las culturas insulares y ribereñas ¿en qué elementos concretos se perciben en las Baleares? ¿qué relevancia tuvieron en la formación y desarrollo de la cultura talayótica o de sus precedentes?. Ya les he hablado de la jarra cicládica de Menorca y sus controvertida explicación. En todo caso para los tiempos anteriores a la cultura talayótica no conozco ningún otro dato arqueológico evidente a que se pueda hacer mención en relación con los problemas que aquí nos reúnen. Contactos sin duda existieron, y sobre ciertas posibilidades en tal sentido ya he echo las pertinentes observaciones más atrás -y podrían hacerse algunas más. pero ninguna argumentación singular permite probar una relación concreta. Lo que se percibe en el conjunto del archipiélago, particularmente en Mallorca y Menorca, son reflejos exteriores -ciertos tipos de construcciones domésticas o funerarias, estilos decorativos en la cerámica de filiación campaniforme, determinadas producciones metálicas- elaboradas locaimente y totalmente adaptadas a la dinámica cultural propia. Algún avance tecnológico relevante, por ejemplo la aparición de la metalurgia del cobre, ha sido en ocasiones citado como evidencia de la existencia de contactos externos. No estoy seguro ni de que tal innovación tenga ese relevante carácter que con frecuencia se le quiere atribuir ni tampoco que su puesta en marcha exija necesariamente la existencia de influencias exteriores, pero todo eso nos llevaría a discutir cuestiones teóricas y también prácticas que a mi juicio sobrepasan en mucho la finalidad de esta intervención. Dicho en pocas palabras, sería adentrarse en el análisis de los complejos mecanismos en torno a las relaciones a través de contactos esporádicos, influencias de ideas 150


y otros asuntos por el estilo sobre los que los investigadores no acaban de ponerse de acuerdo, ni probablennente lo estarán en mucho tiempo. No están lejos los tiempos en que influidos y mediatizados por los planteamientos difusionistas y orientalistas más estrictos de nuestros maestros, intentábamos rastrear a través del Mediterráneo la conexión de la prehistoria balear con tierras más o menos alejadas del archipiélago. La supuesta existencia de un complejo cultural común torreano, al margen de su discusión pormenorizada, por cierto todavía pendiente, fue fruto de tales hipótesis; aun más, toda esa arquitectura megalítica o ciclópea, en las denominaciones al uso, junto a las cuevas artificiales de enterramiento, sirvieron para interpretar las culturas prehistóricas de las Baleares, entre otras, como una manifestación más aunque pobre y tardía, del megalitismo mediterráneo en tholoi y otras estructuras conexas. Desde Troya a Sicilia, pasando por las islas del Egeo y ,sobre todo, por Malta, los paralelismos surgían aquí y allá con mayor o menor proximidad formal. Poco queda hoy de esos planteamientos tras la profunda revisión que sobre esas cuestiones ha experimentado la investigación a lo largo de estos últimos veinte años, hasta el punto eso es así, que la discusión alcanza incluso, como les decía hace unos momentos, a la aceptación de posibles conexiones entre nuragas, torres corsas y talaiots, al margen de empecinamientos orientalizantes que aun salpican ocasionalmente la bibliografía científica al uso y, sobre todo, la divulgación en manos de aficionados. Sin embargo las fuentes literarias contienen ciertas referencias que abren alguna sospecha sobre si las Baleares eran o no islas desconocidas para determinadas ciudades del Mediterráneo oriental o para algunas tradiciones literarias de momentos bien concretos. Veamos brevemente qué clase de información proporcionan tales fuentes en relación con la época arcaica, contemporánea en parte de la cultura talayótica y anterior a las navegaciones y a la expansión comercial fenicias por occidente. Fuente griegas antiguas vinculadas al ciclo troyano reciente contienen alguna alusión que ha sido utilizada en favor de un posible conocimiento de las Baleares por navegantes frecuentadores del Mediterráneo occidental a fines del segundo milenio. En el poema Alexandra de Licofron, casandra 151


presagia un naufragio en las costas de las Islas Gymnesiai; en el Epítome de Apolodoro se explica como el rodio TIepólemo fue conducido por los vientos hasta las Islas Ibéricas. El profesor Marinatos sostuvo en repetidas ocasiones que el rhyton de Micenas, que reproduce una lucha entre arqueros y honderos desnudos, constituía una referencia iconográfica directa de las Baleares llegada hasta Grecia a manos de los héroes troyanos en alguno de sus intrincados viajes de regreso a casa. ¿Deben esas y otras citas similares interpretarse como si micénicos y rodios pudieran haber navegado hasta occidente, conocido las islas y, en consecuencia, haber comerciado con ellas o incluso llegar a instalarse aquí, conforme refieren textualmente tanto el poema de Licofron como el Epítome de Apolodoro?. Autores como García y bellido se resistieron siempre a aceptar esos supuestos en términos absolutos, pese a la existencia de ciertas evidencias de carácter lingüístico, a las que me referiré dentro de un momento, que sí se han usado en un sentido próximo a! propuesto por Marinatos en su día. La interpretación exclusiva de Gymnesiai como Baleares resulta, en efecto, harto discutible, y lo mismo la equivalencia honderos igual habitantes únicamente de estas islas, como si andar desnudo o manejar la honda fueran costumbres privativas de los antiguos baleáricos. Hasta hace poco tiempo desconocíamos la existencia de hallazgos micénicos seguros a occidente de Cerdeña, pero los fragmentos recientemente hallados en Andalucía obligan necesariamente a replantear la cuestión de las posibles relaciones de esas gentes con el Mediterráneo más occidental bastante antes de que lo hicieran los fenicios. En cuanto a las navegaciones rodias, además de algunos hallazgos de fecha posterior, existen testimonios literarios complementarios a los ya citados selectivamente, que sugieren su realización antes del siglo VIII. Estrabón comenta, en efecto, que el comercio rodio a occidente con navegaciones hasta Iberia y posibles establecimientos en las Islas Gymnesias estaba consolidado antes de la primera Olimpíada (776 a.C.), aunque ya sabemos que referencias de ese estilo deben ser tomadas con singular precaución. El argumento lingüístico, este sí grato a García y Bellido para proponer navegaciones griegas a Occidente anteriores a las focenses, se basaba en 152


la presencia de distintos topónimos en -Oussa. Mecateo habla de dos islas, Cromioussa y Meloussa que algunos traducen como Mallorca y Menorca, y el periplo de Avieno llama Pytioussas a Ibiza y Formentera, en este caso sin dudas sobre su identificación. Pensaba Bellido que estos topónimos en -oussa podrían ser rodios o calcidicos y responder a navegaciones interrumpidas precisamente a consecuencia de la expansión colonial fenicia, que obligaría a los navegantes griegos a buscar rutas alternativas más al norte. Incluso podrían relacionarse tales sufijos con los navegantes micénicos, con lo que su antigüedad experimentaría notable incremento habida cuenta de las fechas que proporcionan los hallazgos de cerámicas micénicas tanto en Sicilia como en Cerdeña y , ahora, en la península ibérica. Veamos, antes de pasar a las conclusiones, -tal vez fuera más prudente por mi parte decir conjeturas finales- una última cuestión brevemente: las posibles relaciones intrainsulares por el archipiélago con anterioridad a la aparición de los fenicios en Ibiza. Ya señalé más atrás que las baleares no pueden ser consideradas una unidad en la antigüedad desde un punto de vista cultural. Mientras Mallorca y Menorca desarrollan sus respectivas fases de la cultura talayótica, Ibiza y Formentera apenas si debían estar pobladas -se ha llegado a decir incluso que estaban inhabitadas, lo que no es cierto conforme ha podido demostrar Jorge Fernández en varios de sus trabajos y excavaciones- y hasta ellas no conozco yo que llegara algún elemento seguro procedente de ambiente talayótico por encima de la referencia cronológica marcada. Los contactos entre mallorca y Menorca sí parecen más claros, aunque tampoco ello nos debe llevar a suponer la existencia de dos desarrollos culturales idénticos ni mucho menos. En el Museo de Ibiza se conserva una interesante pieza metálica sobre la que quiero llamar un momento su atención a propósito de las relaciones exteriores de esta isla en tiempos bien lejanos. Algo así como el caso del jarro cicládico de Menorca, pero con mayor apoyatura argumental, aunque tampoco absoluta, como se verá. Se trata de un pequeño puñal de lengüeta depositado en el Museo ya en 1907 y del que se asegura su procedencia 153


ibicenca, aunque sin más precisión topográfica. Sus características formales me llevan a suponer que es pieza calcolítica seguramente paralela, cronológicamente hablando, a las cerámicas campaniformes que poco a poco van apareciendo por todo el archipiélago. Dentro de las islas no tienen par, si bien alguna hoja metálica de época pretalayótica en Mallorca parece seguir tradiciones tipológicas próximas. El puñal es un cobre casi puro con un discreto porcentaje de arsénico de 176% y otros oligoelementos levemente presentes. Minerales de cobre existen en Mallorca y Menorca, pero no en Ibiza ni en Formentera, que yo sepa. En consecuencia este puñal ibicenco o bien fue importado ya manufacturado, lo que explicaría su clara filiación formal campaniforme, o hasta la isla llegaron las materias primas necesarias para su elaboración, ya sea en forma de torta de fundición, de chatarra o , lo que es menos probable, de minerales en bruto, naturalmente todo ello en el supuesto de que tal importación no sea obra de algún coleccionista local a principios de este siglo. Si la pieza es ibicenca de origen y se acepta la clasificación que se propone más la cronología que ella implica, el puñal de Ibiza constituye una evidencia segura de relaciones externas de la isla en torno ai año dos mil o quizás algo después.Lo malo es que, como en tantos otros casos, por el momento resulta imposible conocer su lugar de procedencia ¿mallorca tal vez? La temprana fundición de cobres con cierto contenido accidental den arsénico está probada en la isla en yacimientos como Son Matge y, sobre todo. Son Ferrandell-Oleza, asociada a cerámicas campaniformes de fabricación local. Quizá en esos primeros fundidores radique fa explicación para los más antiguos contactos interinsulares, aunque me temo que estamos aún lejos de poder comprobar hipótesis tan sugestivas como arriesgadas. En fin, no quiero cansarles a Vds. mucho más y voy a terminar con algunas consideraciones finales, tal y como les prometí, sobre cuando he venido diciendo. Una primera cuestión resulta a mi juicio evidente. Con anterioridad a unos cuantos productos cerámicos fechados ya en el siglo VI a.C. es ciertamente difícil demostrar con precisión las relaciones exteriores, e incluso interiores del archipiélago balear. Ni siquiera resulta fácil esbozar a grandes rasgos las línea genéricas que pudieron tener. Y existir, sin duda 154


existieron. Hemos ido viendo algunos ejemplos, y hay bastantes más, en casos indiscutibles. Antes planteaban uno para Ibiza a partir del puñal campaniforme que se conserva en este Museo. A lo largo del segundo milenio, y con intensidad a partir del comienzo de la cultura talayótica, en Mallorca y Menorca se fabrican bronces y ni en esas islas ni en las restantes hay estaño, que si aparece lógicamente en las correspondientes manufacturas formando aleación junto al cobre. Mallorquines y menorquines forzosamente tenían que conseguir el estaño hace tres mil quinientos años a través de procesos más o menos complejos de intercambio comercial. En casos, por ejemplo algunas piezas de Formentera, podría argumentarse que lo importado tal vez fueran ya las hachas manufacturadas, pero la inconfundible por peculiar y frecuentemente exclusiva metalurgia talayótica en bronce, obliga a aceptar ese comercio de materias primas o de piezas amortizadas y, por tanto, alguna forma de intercambio contra productos locales. El análisis que les he hecho de ciertos objetos metálicos, a los que se podrían añadir otros más, permite, al menos a grandes rasgos, sugerir cuales pudieron ser las potenciales área de contacto. Algunas espadas apuntan la vía italiana mientras que otras de fecha más moderna parecen mirar a los mismos impulsos que hacen que objetos tipo Vénat alcancen Cerdeña. Por el contrario, las hachas de cubo recuerdan modelos del mediodía francés, conservando en este caso otra tradición de contactos de la que tenemos pruebas de otras clases de islas. Y queda, por último, el camino hacia el sureste peninsular magníficamente ejemplificado en las hachas de talón de Can Gallet, indudablemente conectadas con el llamado grupo de Galera, así como por las de apéndices laterales con paralelos seguros en Elche y Crevillente. A este respecto conviene no perder de vista que el estaño más próximo a las Baleares es el de las minas situadas en torno a la actual ciudad de Cartagena. ¿Existió una ruta comercial anterior a la colonización fenicia que puso en contacto algunos puntos de la península ibérica, incluso como se sugiere a veces su fachada atlántica, con las Isla Baleares, Cerdeña y hasta Sicilia? El hallazgo ya citado de unos fragmentos micénicos en Andalucía, aunque carezca de especial interés para las Baleares, puede ser prueba relativa155


mente en favor de esa travesía, con parada o sin ella en el archipiélago. Si se acepta la posibilidad de que los sufijos -oussa sean micénicos, o de tradición micénica en origen, las pruebas aumentan, pues no debe olvidarse la discreta concentración de nombres así acabados conocida en las Baleares. Pero de todos modos la discusión mejor argumentada hoy por hoy se basa en la existencia de ciertos productos metálicos que nos han hecho sospechar igualmente que, en efecto, tal ruta debió se realidad. A lo largo del Bronce final existen distintos testimonios de tipos metalúrgicos oriundos del occidente de la península ibérica llegados hasta el mediterráneo central, como las espadas tipo Ría de Huelva identificadas en Cerdeña. En sentido inverso las fíbulas de codo son prueba de esos mismos contactos, al menos en el siglo X a.C. Hacia el siglo VIII la eclosión de elementos metálicos tipo Vénat -espadas, lanzas...- parece marcar el auge de los intercambios, pues a tan peculiar metalurgia deben añadirse las hachas de apéndices laterales, los asadores articulados, tal vez algunas hechas de talón, aunque éstas, como ya les adelanté, son piezas con singulares problemas interpretativos, y desde luego las hoces y cuchillas típicamente portuguesas presentes en Cerdeña. Pero si nos fijamos atentamente en los elementos que componen tan prolija relación, son bastantes los modelos que se repiten entre la península it>érica y Cerdeña, pero mucho menos ios que aparecen también en Baleares, con la peculiaridad de que cuando lo hacen remiten en su mayoría a las islas Pitiusas hachas de apéndices laterales y de talón- y sólo indirectamente a las Baleares mayores. El incremento de ese comercio de productos metálicos a lo largo del siglo VIII ¿se debe ya las primeras navegaciones fenicias, como han sugerido inteligentemente algunos autores? Que la realidad pueda ser anterior parece más que probable ¿Fueron los micénicos primero y los tartessios quienes la alimentaron hasta que los fenicios se hicieron con el control de los mares occidentales? ¿tuvieron en todo ello algún papel los navegantes rodios, calcidios o de cualquier otra ciudad griega, conforme proponía en su día García y Bellido? Mitos como el de Norax tal vez tuvieran alguna explicación en medio de todo ese movimiento que, desafortunada156


mente, apenas si ha dejado datos claros y concluyentes en lo que respecta a las islas Baleares, aunque como Vds. han tenido el valor de escuchar a mí me han resultado suficientes para lanzarles una serie de ideas, reconozco que algunas un tanto temerarias, y que desde luego someto a su consideración y discusión. El panorama cambia poco a poco tras la fundación púnica de Ibiza y se transforma con notable intensidad a partir del siglo IV a.C. nada digo de Ibiza, porque casi todo es obvio, y poco añadiré a lo dicho sobre Mallorca y Menorca, porque es asunto a tratar otro día dentro de este ciclo. Pemnítanme tan sólo algunas observaciones a modo de enlace con esa segunda parte de la historia. A partir del siglo VI d.C. tanto Mallorca como Menorca conocen un evidente aumento de las relaciones exteriores que se plasma, por ejemplo, en la presencia de ánforas massaliotas que apuntan hacia un comercio quizá distinto del púnico ebusitano, luego intenso en ambas islas. O en las influencias itálicas perceptibles a través de la variada artesanía en bronce y hierro que acompañaba a los muertos en su ritual funerario. En las excavaciones que durante muchos años he dirigido en compañía de William H. Waldren en el poblado menorquín de Torralba d' en Salort las cerámicas a torno de mayor antigüedad encontradas son jonias, o en casos tal vez sus imitaciones occidentales, lo que permite al menos teorizar sobre la inclusión de la isla en el mismo ámbito comercial que vemos expandirse por toda la ribera del Mediterráneo occidental en ese momento, y que tampoco mira precisamente a Cartago y sus ciudades aliadas. Son pruebas de la complejidad que se manifiesta sobre las islas a la hora de enjuiciar las relaciones exteriores en un momento en el que la documentación arqueológica se nos muestra ya mucho más amable y generosa. Y es que es este un asunto que por defecto o por exceso no parece perseguir otra finalidad que plantear problemas de toda clase y enzarzar a los investigadores que de él se ocupan en permanente discusión. Yo les agradezco su atención y les animo ahora, solo desean, a que se sumen a la polémica e iniciemos una discusión desde la hipótesis que me he permitido plantearles a partir, ciertamente, de los pocos datos que todavía poseemos. Muchas gracias.

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C.A.M. 2 Cartagena 1993 159-174

RELACIONES COMERCIALES EN LAS ISLAS BALEARES ENTRE LOS SIGLOS Vil Y II a.C., Carlos Gómez Bellard^ INTRODUCCIÓN. Teniendo en cuenta la limitación del tiempo de que disponemos por una parte y dada la adscripción cronológica y geográfica bien precisa del tema que nos toca tratar esta noche^, creo que lo más interesante podría ser intentar hacer un repaso de las relaciones que mantuvieron las Baleares y las Pitiusas entre sí en la segunda mitad del último milenio. Por supuesto habremos de ceñimos a los aspectos económicos y comerciales de estas relaciones, con los que no se agota el tema ya que se podría profundizar igualmente en las áreas de la religión y la organización social en general, pero que nos llevarían más allá del tema general propuesto en este ciclo de conferencias. Por otra parte referirnos aquí con cierta profundidad a las relaciones comerciales del conjunto de las islas con las áreas geográficas circundantes (País Valenciano, Cataluña, sur de Francia, norte de África, etc..) resultaría también excesivamente prolijo, por lo que nos contentaremos por hoy con hacer algunas referencias inexcusables a estas otras regiones, sin más. Enmarcando más precisamente las cuestiones a tratar y ante la necesidad de comentar sólo algunos de los datos arqueológicos más relevantes para ellas, hemos preferido seleccionar aquí aquellos que

' Departamento de Arqueología. Universidad de Valencia. ^ Queremos agradecer a D* Belén Martínez, de la Subdirección Gral. de Arqueología, y a D.Jorge H.Fernández, Director del M.A.I., el habernos invitado a participeír en el ciclo de conferencias organizado por ellos;


consideramos más acordes con la temática de este ciclo de conferencias, y por ello repasaremos brevemente los principales pecios y fondeaderos de ios que tenemos buenas referencias. En una segunda parte intentaremos proponer una división en fases de la evolución que conocen las relaciones Pitiusas/Baleares, por supuesto de una manera muy resumida. YACIMIENTOS Los barcos hundidos en aguas isleñas de los que tenemos un conocimiento medianamente aceptable, para la época que nos interesa, son los siguientes : - Tagomago I (Ibiza), s.V a.J.C. - El Sec (Mallorca), s.lV a.J.C. - Binisafuller (Menorca) y Cabrera 2 (Cabrera), s.lll a.J.C. - El Lazareto (Menorca), s.ll a.J.C. Como se puede apreciar no se conoce ninguno del periodo que ocupa los s.VII y VI a.J.C., es decir de la etapa inicial del asentamiento fenicio en Ibiza. Los fondeaderos, excavados o meramente hipotéticos, son sin duda mucho más numerosos, pero también aquí hemos optado por realizar una selección en aras de la brevedad, y por ello presentaremos tan sólo tres de estos lugares, uno por cada una de las islas principales : Na Guardis (Mallorca), Cales Coves (Menorca) y Es Cana (Ibiza). Tagomago I. Este pecio fue dado a conocer hace pocos años, o al menos parte de su carga, ya que nunca ha llegado a ser excavado (Ramón, 1985). Se encuentra presumiblemente entre la costa occidental del islote de Tagomago y el Cap Roig, en la costa oriental ibicenca, a una profundidad de unos 50 metros. Todos los materiales han sido recuperados por buceadores clandestinos y se hallan en manos de particulares, salvo dos ánforas incompletas que fueron depositadas en el Museo Arqueológico de Ibiza. Se trata de un conjunto de ánforas procedentes del área del estrecho de 160


Gibraltar que J.Ramón bautizó como Mañá-Pascual A4 (1981a, p.15) y que son las sucesoras, si bien no directas, de las conocidas R-1, el tipo de ánfora fenicio-occidental por excelencia. Su producción está comprobada en los alfares de Kuass, en Marruecos (Ponsich, 1968, pp.9-12), y su área de expansión es bastante amplia : desde el Estrecho, donde se concentran los hallazgos, hasta Ullastret y Ampurias. Fuera de Occidente parece detectarse en Cartago (Ramón, 1985, p.385) y sobre todo en Corinto, donde en el llamado Edificio de las Ánforas Púnicas (Punic Amphorae Building) se encontraron en gran número junto con otras ánforas de procedencia griega en general. Esta estructura fue abandonada entre 450 y 425 a.J.C., lo que da una cronología fiable al material. Se ha destacado el hecho de que en este almacén se encontraran muchos restos de pescado, sobre todo besugo {Sparus Pagus), pero también atún, lo que reforzaría la hipótesis de que las Mañá-Pascual A4 servirían para el transporte de pescado salado. Pero la presencia en el edificio de otros tipos de ánfora impide tener una absoluta seguridad, ya que no se sabe qué ánfora contenía qué (Williams, 1979, pp.117). Con posterioridad a los trabajos citados de J.Ramón son muy numerosos los hallazgos que se han ido produciendo. Cabe destacar los numerosos ejemplares encontrados en las excavaciones de urgencia realizadas en Cádiz, de las que se han ido publicando avances (PerdigonesMuñoz, 1987), así como en las sistematizaciones de los fondos del Museo de Cádiz, a través de las cuales se ha propuesto una nueva subdivisión de las Mañá-Pascual A4 con seis variantes (Muñoz Vicente, 1987, p.473). Más cerca del área geográfica que nos interesa puede subrayarse el hallazgo de dos bocas en el embarcadero de El Cabañal/La Malvarrosa, en Valencia, frente a la desembocadura del río Turia, junto con un lote muy interesante de ánforas greco-orientales, corintias y etruscas (Fernández et alii, en prensa), así como otra boca recuperada en aguas del fondeadero de Na Guardis y que ya fue publicada hace algún tiempo (Guerrero, 1984, fig.10). Finalmente, y para corroborar el éxito del producto que transportaban las Mañá-Pascual A4, ha sido dado a conxer un gran lote recuperado en

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la isla de Pitecusa, la primera colonia griega de Occidente, junto con otras ánforas arcaicas (di Sandro, 1986)''. El Sec. Está situado junto al islote de este nombre, en la bahía de Palma de Mallorca, y frente a las costas del término de Óalviá. Conocido desde hace mucho tiempo, sufrió numerosos e intensos saqueos y sólo pudo ser excavado parcialmente entre 1970 y 1972, especialmente en una campaña de un mes que realizara N. Lamboglia. Posteriormente D.Cerdá emprendió una auténtica labor de detective para poder reunir la documentación sobre los materiales conservados en manos de particulares. Ello ha permitido la publicación reciente de un grueso volumen mpnográfico, a cargo de varios especialistas (Ambas et alíí,1987). Destacan en este pecio la gran cantidad de materiales pero sobre todo la heterogeneidad de la carga, de la que puede dar idea una lista somera: - ánforas greco-itálicas, de la Grecia del Este (Samos, Sinope, etc.), de Corinto, púnicas del Mediterráneo central, punico-ebusitanas PE13 y PE-22, etc.. - cerámica ática de figuras rojas y de barniz negro, incluidos lucernas y lekythoi... - cerámica común griega y púnica - calderos y otros objetos de bronce - molinos de piedra Debe subrayarse además la documentación de una cincuentena de grafitos, tanto griegos como púnicos. La cronología del pecio no ofrece dudas y se ha situado entre el 375 y el 350 a.J.C.. Sin embargo sí ha existido y todavía perdura la discusión en torno a la ruta que seguía la nave y, en el fondo, la misma adscripción

' Desafortunadamente en esa publicación se fechan mal estas ánforas, dándoles una cronología del s.VIII a J . C .

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cultural del barco : ¿púnico o griego? Las combinaciones hipotéticas para reconstruir el último viaje de la nave de El Sec son varias : a) la "ruta larga" desde la isla de Samos hasta Mallorca, tocando El Pireo, Sicilia, Cartago e Ibiza. b) otra ruta por el Mediterráneo occidental, con posibles variantes en cuanto a haber tocado Sicilia, la Península Itálica, Cerdeña o el sur de Francia antes de llegar a las Baleares. c) la última propuesta realizada por los editores de El Sec, quienes no descartan que se tratase de un mercante púnico que cargase en Atenas, volviese a Cartago y de allí se dirigiese hacia Ibiza, para hundirse en la bahía de Palma (Arribas et alii, 1987, p.655). Esta última nos parece una alternativa muy plausible, en la medida en que cada vez se tiende a pensar más que las cargas de los barcos como éste, que llevan a bordo tantos productos de diferentes procedencias, no se constituían embarcando la parte correspondiente en los distintos puntos del recorrido. Por el contrario el aprovisionamiento se realizaría en uno o dos lugares concretos, puertos importantes en cuyas instalaciones se almacenaban para su distribución las mercancías llegadas desde diversos lugares del Mediterráneo. Atenas, Cartago, Siracusa y muchos otros centros podían jugar este papel. Los mercaderes cargarían en ellos lo que J.P. More! ha llamado "lotti di merci da provenienze varié" (1986, p.35), que irían vendiendo poco a poco a lo largo de las costas mediterráneas (para un modelo hipotético, véase Nieto et alii, 1989, pp.239-244). El caso de El Sec se presta bastante bien a reflexionar sobre la opinión ya expuesta por algunos especialistas (p.e. Rouge, 1988, p.170) de que en muchas ocasiones los pecios no constituyen la prueba de la existencia de una ruta comercial sino de una 'no ruta", en el sentido de que el lugar en el que se hundieron esos barcos no estaba en absoluto previsto, por supuesto, y que en muchas ocasiones esos accidentes marítimos fueron la consecuencia de una perturbación (vientos, corrientes, ataques piratas,...) que los desviaron incluso considerablemente de su lugar de destino. Esto resulta bastante evidente en lo que se refiere a la nave de El Sec, pues no nos parece que tuviera como objetivo atracar en Mallorca y comerciar con 163


la población talayótica, ni tampoco llegar hasta la factoría punico-ebusitana de Na Guardís, algo más al este de la bahía de Palma. El cargamento está formado por materiales que sí podríamos esperar encontrarnos en Ampurias, por ejemplo, u otros centros del Golfo del León. Incluso algunos estarían bien en el sur o el sureste de la Península Ibérica, pero hoy por hoy no tienen prácticamente paralelos en los yacimientos terrestres mallorquines. Si por alguna razón hubiésemos de aceptar la hipótesis de que la nave sí tenía como punto de destino Mallorca, entonces habría que pensar que se trataba de un cargamento de lujo destinado a favorecer la contratación de mercenarios baleáricos, como ya defendiera J.Ramón . Binisafuller. Este pecio se encontró a 7 m de profundidad en una pequeña cala del sur de Menorca, cerca del fondeadero de Cales Coves. Saqueado en los primeros años setenta, pudo ser parcialmente excavado en 1975 (Fernández Miranda et alii, 1977, pp.69-81). Además del indudable interés que ofrece su carga, esta nave resulta muy polémica por la discusión en torno a su cronología. En efecto transportaba ánforas ibéricas del tipo Maná B-3, pudiéndose recoger restos de unas 150, y unas 3 o 4 ánforas ebusitanas del tipo PE-14 y 15 de J.Ramón. Como material fino cabe mencionar especialmente dos imitaciones ebusitanas de barniz negro y una pátera que fue clasificada como ática por unos autores y datada en la segunda mitad del s.lV a.J.C, y por otros se consideró campaniense A y se rebajó a la primera mitad del s.ll a.J.C.. La revisión más reciente de la cuestión establece una fecha de la primera mitad del s.lll a.J.C. para el naufragio, apoyándose en la cerámica fina pero también en la cronología de las ánforas ebusitanas (Guerrero et alii, en prensa). El mayor interés del pecio de Binisafuller reside en que es el testimonio de un comercio, de cereales seguramente, que también incluía sin duda otros productos, establecido entre la Layetania y las islas e incluso con una prolongación en dirección al Mediterráneo central, como podría deducirse del fragmento de ánfora cilindrica recientemente dado a conocer en la publicación citada.' La ruta propuesta para la nave sería Ibiza-costa 164


catalana (tal vez Gerona, dado el tipo de piedra utilizado como lastre), donde se venderían casi todas las ánforas ebusitanas, y luego de la costa catalana hasta las Baleares y de allí hacia las islas italianas. Mientras ignoremos el contenido exacto de la Maná B-3 difícilmente podremos avanzar en la valoración de estos intercambios comerciales. En cualquier caso nos parece evidente que aquí también estamos ante un mercante púnico, dado el conjunto de materiales recuperados, y merece destacarse que en esta época ya tardía siguen los comerciantes semitas frecuentando el NE peninsular, donde evidentemente Ampurias jugaba un papel primordial y de cuya amistad sacó siempre Ibiza buen partido. Cabrera 2. Con este nombre o el de 'nave cartaginesa de Cabrera" se bautizó un barco que nunca ha sido excavado científicamente, sino que fue expoliado en los últimos años sesenta. Diversos lotes de materiales fueron dados a conocer por D.Cerdá (1978, con bibliografía anterior), quién más recientemente ha situado el lugar de hundimiento de la nave junto a los acantilados al oeste del puerto de Cabrera (Arribas et alii, 1987, p.235), es decir no muy lejos del pecio romano Cabrera 5 (Guerrero-Colls,1982). Del conjunto de materiales conocido, ciertamente heterogéneo, hay que destacar la presencia de ánforas púnicas del Mediten-áneo central, especialmente de Sicilia y Cerdeña, como las Maná C1 y D (Guerrero, 1986; Ramón,1983), pero también greco-itálicas tal vez producidas en el Golfo del León. Existe igualmente un buen lote de cerámicas comunes púnicas, algunas de Ibiza, así como ánforas PE-15 y 16 de la misma procedencia. Para ayudar a precisar la cronología hay una pátera de barniz negro de Rosas, pero aún así los diversos autores que se han ocupado de Cabrera 2 lo fechan ampliamente entre el segundo tercio del s.lll a.J.C. (Ramón,1981b, p.78) hasta el tercer cuarto del mismo siglo (Cerda, en Arribas et alii, p.237). Si realmente este pecio existió (y son varios los investigadores para los cuales las dudas son muy numerosas), su excavación hubiera resultado del mayor interés. Por la variedad de la carga cabe suponerle incluido en el circuito general del Mediterráneo occidental que, como en el caso de la nave 165


de Binisafuller, pone en contacto el mundo púnico y griego del Mediten-áneo central con el sur de Francia y la costa catalana, siempre con el paso casi obligado por el archipiélago balear. También aquí nos encontramos ante un barco púnico, y probablemente ibicenco como ya indicó J.Ramón, si nos atenemos a la cerámica común punico-ebusitana que debía de formar parte de la vajilla de a bordo. El Lazareto. Este último pecio que presentamos aquí se denomina también de Ses Lloses, y corresponde a una nave hundida en el puerto de Mahón, en Menorca. Conocido y saqueado desde principios de siglo, fue explorado en la campaña de investigaciones submarinas patrocinada por la Fundación Juan March en Menorca (1975), y dio pie a dos breves publicaciones que recogen los principales datos conocidos y presentan un breve estudio del material (Fernández Miranda et alii,1977, pp.83-94; de Nicolás, 1979). El grueso del cargamento lo componían ánforas greco-itálicas del tipo Lamboglia-4, al que se había añadido un pequeño lote de ánforas de la Grecia del Este, concretamente de Rodas, Cnidos y Cos. Todo ello junto con la cerámica de barniz negro recuperada (campaniense A) permitió fechar el pecio entre 180 y 160 a.J.C.. Se trata de un notable cargamento de vino procedente de la Campania y con destino probable en la Península Ibérica, pasando por supuesto por Cerdeña y las Baleares. Constituyen un precioso testimonio de las actividades de los mercaderes itálicos al inicio de la conquista de la Península, cuando toda la zona del sur de Italia pero especialmente Campania se ve inmersa en un proceso de emigración y de puesta en marcha de nuevos circuitos comerciales"*.

* En un estudio publicado hace ya muchos años, A.Stazío recalcó el papel que Ibiza debió jugar en todo ello, como lugar de paso de buena parte de esos emigrantes. Los numerosos hallazgos de monedas ebusitanas en la región de Ñapóles, y especialmente en Pompeya, serian una prueba evidente que reforzaría esta hipótesis.Véase : A.Stazio , Rapporti fra Pompei ed Ebusus nelle Baleari alia luce del rivenimenti monetali, Annalí Istituto Italiano di Numismática, 2. 1955, pp.33-57.

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FONDEADEROS. En estos lugares en los que recalaban regularmente los barcos, sin que necesariamente tuvieran lugar en ellos transacciones comerciales, sino simplemente la carga y descarga de mercancías, concentran una gran cantidad de documentación, al perderse o arrojarse intencionadamente un buen número de materiales, en general cerámicas. Su excavación ha proporcionado a menudo testimonios de un largo periodo de uso como veremos enseguida. No tienen que ser lugares especialmente resguardados, sino que puedan proporcionar víveres o agua, o bien facilitar el acan-eo de los productos transportados hacia el interior. Los puertos propiamente dichos, con grandes y complejas construcciones para el servicio de las naves, aparecen relativamente tarde en la historia de la navegación y en la época que tratamos no son desde luego excesivamente numerosos en el Mediterráneo occidental (Casson, 1986, pp.361-362). Los tres fondeaderos que hemos seleccionado aquí se sitúan cada uno en una de las islas principales. Cales Coves. Está situado al sur de Menorca, en una cala doble bien protegida y rodeada de acantilados donde se conocen además una multitud de cuevas de enterramiento talayóticas. Fue excavada una pequeña área a unos 35 m de la costa, en los años setenta, que proporcionó una notable cantidad y variedad de cerámicas de diversas épocas (Belén-Femández Miranda,1979). Se ha podido documentar así un amplio periodo de uso del lugar desde al menos el s.lV a.J.C. hasta el final de la época romana. Destacan por su presencia masiva los materiales ebusitanos, no sólo ánforas (PE-15, 17 y 22) sino también urnas y cerámicas comunes, morteros, etc...Son muy numerosas igualmente las imitaciones ebusitanas de ttarniz negro en muchas variantes. En resumen el lugar constituye un notable testimonio de las actividades de los mercaderes punico-ebusitanos, cuya repercusión hacia el interior se va documentando cada vez mejor en los poblados talayóticos por 167


el hallazgo de materiales púnicos y las imitaciones que de ellos hacen los indígenas. Si bien el estudio de esta cuestión se encuentra mucho más atrasado que en Mallorca, no cabe duda que la pronta publicación de las excavaciones recientes realizadas en lugares como Trepucó, Mahón, etc., servirá para precisar más el panorama (Plantalamor-Rita,1986). Na Guardis. Mejor testimonio aún de las actividades que estamos comentando lo constituye el asentamiento de Na Guardis (Colonia de Sant Jordi), al sur de Mallorca, excavado desde hace diez años por V.Guerrero. No cabe extenderse sobre este lugar, para el cual contamos afortunadamente con una amplia bibliografía. Se trata de un auténtico establecimiento colonial punicoebusitano en el cual se han podido documentar perfectamente un almacén, viviendas, un taller metalúrgico, etc., que han proporcionado además, al igual que sus fondeaderos, unas notables cantidades de materiales diversos, especialmente cerámicas. Todo ello ha permitido estudiar la importancia de las relaciones establecidas entre el mundo talayótico y los comerciantes púnicos desde el s.lV a.J.C. hasta la romanización de las Baleares (Guerrero, 1984b). Es Cana. En esta conocida cala situada en la costa oriental de Ibiza se hallaron, en prospecciones submarinas realizadas por aficionados ingleses, grandes cantidades de materiales cerámicos que van desde el s.lV a.J.C. hasta época moderna, casi sin interrupción, destacando los medievales. Tuvimos ocasión de dar a conocer los objetos púnicos y romanos recogidos hasta 1982 (hoy son más numerosos), y a través de ellos mostrar la importancia de este fondeadero en la salida y llegada de las naves dedicadas al tráfico comercial en dirección a Mallorca y tal vez Cataluña y el Languedoc (Gómez Bellard, 1983). Es además la salida natural del Plá de S'Argentera, explotado agricolamente al menos desde el s.V a.J.C., y de las

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minas de plomo argentífero del mismo nombre también explotadas de antiguo y las únicas conocidas en las Pitiusas*. FASES Y DESARROLLO DE LOS INTERCAMBIOS De los datos que escuetamente hemos expuesto, junto con el conocimiento cada vez más profundo que vamos teniendo de las culturas punico-ebusitana y talayótica, creemos que podemos plantear hipotéticamente una sucesión de fases en el desarrollo de los intercambios comerciales en las Baleares entre los s.VII y II a.J.C. 1* fase: Abarcaría los s.VII y VI aJ.C. Corresponde a la época de la colonización fenicia de Ibiza por parte de gentes procedentes de las factorías establecidas en Andalucía, como se desprende del estudio del área arcaica de la necrópolis del Puig des Molins y de la factoría de Sa Caleta, que muchos de Vds. han tenido ocasión de visitar ya (Gómez Bellard et aiii, 1990). Probablemente se produjera una tímida ocupación del espacio rural de la isla (que en nuestra opinión está deshabitada prácticamente : Gómez Bellard-San Nicolás, 1988), con especial incidencia en el Plá de Vila junto a la ciudad de Ibiza, aunque carecemos de datos arqueológicos precisos. A pesar de ello pensamos que el principal papel de Ibiza en esos momentos es el de servir de lugar de apoyo a las navegaciones comerciales desde el sur peninsular hacia Cataluña y el sur de Francia, pasando por el País Valenciano, que se han atestiguado ampliamente en los últimos años. No por ello debe olvidarse el papel que juega la isla de puente entre el Mediterráneo central y la Península, como demuestran los hallazgos de cerámicas

' El poblamiento antiguo del Plá de S'Argentera queda demostrado por el hipogeo de Can Marines, situado en él y excavado en 1980. Su publicación está en preparación. En cuanto a las minas, no se ha llevado a cabo aún una investigación metódica, pero existen referencias al halla2go de monedas púnicas. La bibliografía es escasa pero puede consultarse con provecho : J.Castelló Guasch, Las minas de plomo argentífero en Ibiza, Boietin de la Cámara Oficial de Industria, Comercio y Navegación, Palma de Mallorca, enero-marzo, 1962, LXIV, n«634, pp.3445

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etruscas, corintia, ánforas SOS y de Cerdeña, etc.. (Costa-Gómez Bellard, 1987). No parece que en este primer momento exista un interés de los comerciantes fenicios por las Baleares, toda vez que los materiales coloniales más antiguos que conocemos en ellas son del s.V a.J.C.^ Así pues queda ya bien marcada esa dicotomía Pitiusas/Baleares que perdurará claramente hasta la plena romanización. 2' fase: Se extiende a lo largo de los s.V y IV a.J.C., y en ella se produce un giro fundamental en los intereses fenicio-púnicos. En efecto se detectan ahora los primeros objetos coloniales en Mallorca, como son las ánforas PE-11, 12 y 13 del Puig de Sa Morisca (Calviá), el oinokoe Eb-12 de Sa Carrotja (Ses Salines), y algunas ánforas masaliotas, entre otros (Guerrero, 1989). Para justificar este inicio de las actividades de los comerciantes semitas se pueden avanzar dos explicaciones : a. Hay un incremento notable del propio volumen comercial manejado por los ebusitanos (intensificación de la explotación rural, etc.), que necesitan ampliar sus mercados para dar salida a sus productos. b. La crisis de las factorías andaluzas, unida a la presión que empiezan a ejercer los focenses tras la fundación de Marsella (600 a.J.C.) y Ampurias en la zona Noroeste del Mediterráneo, obligan igualmente a lanzarse a la búsqueda de nuevos clientes. Por la cronología de los materiales que conocemos hoy por hoy en Mallorca nos inclinamos más bien por la primera de estas explicaciones. En cualquier caso del éxito de esta nueva empresa da fe la consolidación de lo que habían sido sin duda unas instalaciones elementales en los islotes costeros. El mejor conocido. Na Guardis, ya proporciona t>astante material de la segunda mitad del s.lV a.J.C.. Y no debemos olvidar que. tenemos

* Una vez publicados, habrá que valorar exactamente los fragmentos de cerámica jonia de Torralba d'En Salord, en Menorca, a los que aludió en su conferencia M.Fernández Miranda.

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mención en los textos de la presencia desde el s.V y sobre todo el IV aJ.C de mercenarios ibéricos y baleáricos en las guerras que enfrentan a griegos y púnicos en Sicilia, con lo que ello aporta a los procesos de intercambio y aculturación . Entraríamos así en la 3* fase: que abarcaría los s.lll y II a.J.C. El primero de ellos sería el de la consolidación de estas relaciones, como demuestra palpablemente la extensión de las diferentes estructuras de Na Guardis, y la ampliación de la presencia de materiales púnicos, ebusitanos sobre todo, en la mayoría de poblados talayóticos de ambas islas. El s.ll sería el de máximo apogeo de estas relaciones comerciales, que son las que comentamos aquí esta noche pero que conforman tan sólo una parte del intenso proceso de aculturación perceptible igualmente en los ritos funerarios, la religión... Na Guardis conoce su máxima ocupación, el volumen de las importaciones púnicas es todavía mayor, pero como señal del inicio de cambios que serán sustanciales aparecen materiales itálicos, y el pecio del Lazareto entraría en esta nueva red comercial que se está organizando entre la Península Itálica e Hispania^ AI final del s.ll a.J.C. cesan repentinamente las actividades ebusitanas en Mallorca y Menorca, Na Guardis deja de funcionar y es abandonada entre el 130 y el 120 a.J.C. : la relación con la conquista romana realizada a partir del 123 por Q.Cecilio Mételo el Baleárico es evidente. Empieza una nueva página en las relaciones interinsulares que nuestro amigo V.Guerrero estudiará en la próxima conferencia.

' Serla largo de explicar pero debemos hacer una referencia siquiera mínima al heclio que el final de la Segunda Guerra Púnica y el inicio de la conquista romana de la Península Ibérica no afectó prácticamente a la producción y el comercio ebusitano, debiéndose pensar en la existencia de algún tipo de pacto o alianza entre Roma e Ibiza. Hemos profundizado en la cuestión en un trabajo reciente : L'ile d'lbiza á l'époque des Guerres Puniques, Punic Wars. Bacl(ground, Evidences, Consequences .Studia Phoenioia, IX, Lovaina, 19

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ULTIMAS REFLEXIONES. Por simplificar nuestra exposición y no hacerla demasiado teórica no hemos abordado el tema de la organización del comercio antiguo, sus impulsores, su desarrollo, en resumen, el mecanismo mediante el cual se producían los intercambios. Queremos subrayar que estamos muy lejos de tener respuestas exactas a preguntas como ¿Existían o no mercados? ¿Cómo se fijaban los precios? ¿ Funcionaban las leyes de la oferta y la demanda? ¿Existía iniciativa privada, y sí era así, en qué proporción el Estado la dejaba actuar? Los esquemas avanzados por K.Poianyi y desarrollados por su escuela hace bastantes años, que durante mucho tiempo gozaron de gran aceptación y fueron seguidos por numerosos historiadores, están cada vez más en discusión, y los últimos años han visto crecer el interés por estas cuestiones que van más allá del qué se intercambió y entre qué pueblos o culturas. La Arqueología, no cabe duda, está jugando un gran papel en toda la cuestión, pero creo que el tema sería motivo no ya de una conferencia sino de un ciclo monográfico.

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NAVEGACIÓN Y COMERCIO EN LAS BALEARES ROMANAS: UNA APROXIMACIÓN

Víctor Guerrero Ayuso^

* Publicado en Sodetat i economía a la prehistoria i el mon antic. Estudis d'Historla Económica 1994.



C.A.M. 2 Cartagena 1993 177-196

COMERCIO Y NAVEGACIÓN EN LAS BALEARES MEDIEVALES: LA INFORMACIÓN TEXTUAL Y ARQUEOLÓGICA\

Guillermo Rosselló Bordo/

La evolución económica de las Baleares y Pitiusas a lo largo de la Edad Media, presenta dos aspectos diametralmente opuestos, según se hallen las Islas, que componen ambos archipiélagos, bajo la órbita musulmana o bien bajo la organización cristiana. Dos etapas plenamente diferenciadas no sólo desde el punto de vista religioso, lingüístico y político sino desde el aspecto de organización material y desarrollo económico. El conocimiento de ambas etapas, es también desigual. El primer período islámico, prácticamente desconocido y el segundo, cristiano, en vías de estructuración su conocimiento, aunque con numerosas lagunas por llenar. Las fuentes de infomiación son también diversas, en ocasiones contrapuestas y, como elemento de difícil acceso, pues si en la etapa islámica la documentación escrita es prácticamente inexistente, salvo leves referencias en descripciones y textos históricos de carácter general, en la

' Se ha preferido dejar la redacción como conferencia, añadiendo las imprescindibles referencias recogidas en esta bibliografía esencial que no es exhaustiva, ni pretende serlo, sino tan solo indicativa, en especial, en lo referente a la época cristiana. * Museo de Mallorca. Palma (Baleares)


etapa cristiana la documentación archivística, extraordinariamente rica no ha sido estudiada con la intensidad deseada para obtener la debida infomnación. Por ello resulta difícil estructurar en los límites de una simple conferencia como se desarrollaron económicamente ios dos archipiélagos y cuales fueron sus principales características. En muchas ocasiones la falta de noticias, documentadas a través de un texto" preciso o de un documento arqueológico, nos abre interrogantes que son de muy difícil contestación; por el contrario un texto o un hallazgo nos permiten intuir un proceso económico que no podemos matizar debidamente, creando una expectativa que, en muchas ocasiones, no es posible confirmar. En síntesis el período que debo estudiar se divide en dos etapas: una primera islámica que se encuadra entre 903 y 1229 con apéndices hasta 1235 para Ibiza y 1287 para Menorca. La segunda, cristiana, a partir de estas últimas fechas hasta fines del siglo XV. En este período cabe señalar dos momentos marcados por la organización política de las islas: 12761349, límites teóricos del Reino de Mallorca que en sentido estricto no se encuadran exactamente entre estas fechas sino más bien entre 1300 y 1339, y una más larga etapa en que las Islas ai ser anexionadas a la Corona de Aragón dejarán de ser un centro económico independiente para plegarse a una organización financiera impuesta desde afuera y sometida a las presiones y necesidades de la potencia que ejerce su dominio sobre los territorios maritimos que en su día conformaron el Reino de Mallorca, aunque para ser más precisos debería ser llamado reino de Mallorcas, pues la titulación de su soberano: REX MAIORICARUM así lo indica. Aparte los condicionamientos políticos, religiosos y lingüísticos que marcan la evolución de ambas etapas, hay que establecer de modo claro, que el sistema de vida, modos y producción y organización social introducen unos condicionantes especiales que hacen de estas dos etapas, dos mundos absolutamente diferentes. Y por encima de todo esto hay que reconocer una importancia especial a la situación geográfica, pues al tratarse de islas, dependientes en ciertos momentos de un poder ajeno, gradualmente establecido en la 178


Península Ibérica, bien con plena independencia en otros períodos, tanto islámicos como cristianos, su situación en medio del mar, su estratégica posición en el Mediterráneo Occidental y su capacidad de producción marcan de un modo especial el desarrollo económico y dentro de éste, tanto el mar como la navegación, tendrán una muy especial incidencia que determinara específicamente el cómo y el por qué el desarrollo económico ha seguido unas determinadas directrices y unos especiales resultados. La evolución económica de las Islas Orientales de al-Andalus, denominación genérica que reciben las Islas bajo el período islámico, ha sido estudiada en diversas ocasiones por mi y por Miguel Barceló rastreando a través de textos históricos aquellas referencias que permiten evaluar tal desarrollo económico. Se aprecia una determinada especialización para cada una de las Islas: Ibiza produce madera, carbón y en especial sal, un elemento que en la antigüedad tenía una función primordial en la conservación de alimentos. Menorca es un centro ganadero importante y Mallorca actúa de un modo ambivalente: agrícola y ganadero, con una especial atención hacia la producción de yeguas, caballos y mulos, animales que tuvieron en aquellos momentos una importancia fundamental en la organización militar. La descripción que hace de las Islas el geógrafo al-Zuhrí es muy completa y permite documentar en la primera mitad del siglo XII, un variado panorama económico, pero no es únicamente al-Zuhrí el que ofrece referencias de este tipo. Cabe pues presentar unas referencias textuales que nos dan a conocer como los historiadores árabes enfocaban una especial visión del desarrollo económico de las islas. Veamos la referencia de al-Zuhrí sobre Menorca: "Es pequeña, pingüe en productos de la tierra y en viñas. En ningún lugar del mundo hay mejor carne que la que proporcionan sus bueyes y vacas. Cuando se la cocina se queda como grasa, y se transforma en aceite. Hay pocas ovejas". Y respecto a Mallorca escribe: "Esta isla bien prevista de productos de la tierra y frutos. Sin embargo sus habitantes no conocen el fruto del olivo, a excepción de los importados. Hay pocos higos.

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Cultivan el algodón y el lino, pero desconocen la seda y su fruto (?), a no ser por la que se importa desde ai-Andaius y Siria. La mayor parte de su ganadería está formada por ovejas, siendo en cambio, las cabras más bien escasas. Abundan bueyes y vacas, caballos y mulos. En esta isla no hay lobos y las ovejas pueden pastar libremente sin la vigilancia del pastor. En ocasiones se localizan zorras, liebres, conejos, sin embargo no hay ciervos". El caballo y el mulo mallorquines tuvieron una especial importancia en la economía insular. El relato de al-Zuhrí se complementa con el texto de Ibn al-Jatib que recuerda la situación cien años antes cuando Muyahid a l 'amirí, al hacerse cargo de las Islas Orientales hacia 1.014-1.015, ordenó el registro y reclusión de las yeguas de raza, que eran la base de su riqueza, ordenando un censo de ellas en el que se señalaban sus características. Cuando una yegua paría un potrillo, éste era registrado, con sus referencias físicas, a nombre de su amo, obligándolo a criarlo y a ocuparse de él hasta que pudiera ser montado, entonces era confiscado y el propietario recibía 5 dinares dirhem. Esta compensación nunca fue aumentada. La referencia de Ibn Hawqal retrasa a la época califal la importancia de este tipo de ganadería desarrollada en Mallorca: "Las gentes se presentan a menudo en el mercado con ágiles monturas. No conocen pues la fatiga, puesto que no van a pie, a no ser, los que ejercen bajos oficios. Las mutas robustas son en efecto la especialidad del país; se glorían de ello y se vanaglorian con frecuencia. La crianza de los mulos no tiene su igual en ninguna parte, ni incluso en los países reputados como centros de crianza de mulos, como Armenia, Arran, Báb al-Abwáb, Tiflis y Sirwan. Sus animales son en efecto gordos, bien formados y de buena raza: la mayor parte de estas bestias, de hermosa apariencia y de gran estatura, que se venden a un alto precio, son originarias de iVIaliorca, dominio de 'Abd al Rahmán ibn Muhammad, habitado por los musulmanes. Esta isla alejada de la costa, hace frente a Francia. Es muy floreciente, y en ella abundan los árboles frutales; hay allí ganado a bajo precio, a causa del gran número de pastos. Hay una cría extensa de ganado; las epidemias son inexistentes, y la mortalidad por enfermedad es ai igual extremadamente rara. No

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hay ni peligro de infección, ni animales salvajes, terror de los rebaños. Yo he visto varias muías procedentes de esta Isla que hablan sido vendidas por 150 dinares. Los principales del país envían tarcos para procurarse muías, ellos las encuentran fáciles para montar, y las prefieren por esta razón. Los animales que alcanzan un precio de 100 a 200 diñares son demasiado numerosos para ser contados. Y no es solamente porque ellos sobrepasan a las muías por su paso elegante y su trote rápido, sino también porque ellos gozan de una gran estatura y un hermoso exterior por su pelaje de tintes variados y por sus pelos relucientes y brillantes; además gozan permanentemente de buena salud y muestran resistencia en la fatiga y marchas forzadas". El desarrollo ganadero se halla, pues debidamente documentado y de un modo indirecto sabemos que a fines del siglo Xll el potencial económico de las Islas Orientales hizo posible la expedición de los Bánú Gániya al Norte de África. Esta lucha entre los últimos restos beréberes almorávides intentando colapsar el gobiemo almohade, también beréber, tuvo éxito mientras las Islas pudieron abastecer vanguardias desplazadas a tierras africanas. En 1.203 al ocupar los almohades el archipiélago balear se trunca esta ayuda y la expedición almorávide pierde fuerza y deja de ser una preocupación para los soberanos almohades. Si atendemos al testimonio de al-Saqundí esta organización económica basada en la agricultura queda perfectamente establecida a través de sus palabras: "La isla de Mallorca es una de las tierras de Alláh más pobladas y de las más abundantes en mleses, provisiones y ganados. A pesar de su aislamiento de las demás tierras, puede pasarse sin ellas y hasta les envía el sobrante de sus productos. Su prosperidad, su Independencia la densidad de su población, la extensión de su campiña la enriquecen. Hay en ella multitud de ventajas. Tienen hombres Ilustres, guerreros que se consagran a defenderla de los enemigos que la cercan".

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Esta descripción elogiosa puede parecer hiperbólica en algunos puntos, comprobables en otros campos nos indican que no es una exageración: si no ¿cómo se explicarían los tratados de paz y comercio signados entre el poder islámico de las Islas Orientales con las repúblicas de Genova y Pisa a finales del s. XII? o bien ¿la larga nómina de faquíes y ulemas que a lo largo de trescientos años de cultura islámica dejaron su rastro en las fuentes escritas? y para complementar este aspecto la referencia recogida por Miguel Barceló sobre las exportaciones a Flandes de productos originarios de países musulmanes figuran Sevilla, Córdoba "roiaume de Mailorques" entre otros, circunstancia que nos hace pensar que esta nómina es anterior a la conquista cristiana de estos tres puntos, es decir fechable entre 1229 y 1248 o ligeramente anterior a estas fechas: Los productos de Mailorques son: alumbre, arroz, cuero, higos. El alumbre es importado de Sigilmasa y Bugía, el arroz en cambio es exclusivo de este "roiaume de Mailorques", el cuero ya documentado desde inicios del siglo XI como materia exportada por Mallorca es normal tratándose de un país eminentemente ganadero como ya hemos indicado. La presencia de los higos, escasos en Mallorca, abundantes en Ibiza nos hace suponer que bajo el término Mailorques, en plural, el mundo europeo cristiano ya identificaba antes de la conquista cristiana de 1229, los archipiélagos bajo el nombre de la isla mayor. La denominación ulterior de regne de Mailorques, o la titulación de su soberano REX MAIORICARUM, como se ha indicado, tendría pues, antecedentes que la conquista no hace más que confirmar. La situación geográfica marca de un modo singular la existencia de una navegación fluida para intercomunicar las Islas Orientales con las tierras firmes que a mayor o menor distancia las circundan. Sabemos que en el lejano 707 la escuadra omeya, lanzada al Mediterráneo en plan de descubierta, fondea en Mallorca y Menorca. El testimonio de al-Maqqárí, aunque tardío se basa en fuentes anteriores, documenta la expedición del año 89 H (707 M.) Ibn 'Idárí relaciona la expedición de castigo del 234 H (848-849) e Ibn Jaldún relata la llegada de 'Isám al-Hawlání en 290 H (902-903), sin contar con las expediciones 182


piráticas y las incursiones de ios normandos o vikingos que al menos en 869 alcanzaron Mallorca, Menorca y Formentera. Los textos nos hablan de diferentes tipos de naves: yafn, gurab, markáb, qarraq, tarída, garib. Identificarlas con un tipo concreto de nave es prácticamente imposible. Tan solo tenemos unas pocas representaciones de naves mallorquínas en uso en el siglo XI. Se trata de un documento excepcional conservado en dos ataifores hallados en Pisa donde hay unas magníficas representaciones de naves. Javier Pastor que estudia su morfología nos adelanta esta descripción: "Por su estructura habría que situarlos entre las naves redondas, dedicadas al transporte en las costas ligures, que extendieron sus actividades al Mediterráneo Occidental y al Mallorca. Exclusivamente veleras, ya que sus imágenes no muestran las características de construcción propias para el empleo de remos. Los cascos presentan su roda con un muy importante reviro hacia la popa, que recuerda la proa de las embarcaciones ulteriores y que en época más próxima puede verse en representaciones grecolatinas del siglo XI. El codaste muestra también una marcada inclinación hacia dentro de la nave". La procedencia mallorquína de los ataifores parece probada, ahora bien la decoración reproduce una nave isleña o un tipo de nave mediterránea común a aquella época?. Esto será difícil de definir, sin embargo la noticia de atarazanas en Tortosa y Mayurqa, la utilización de las islas como cabeza de puente y base de aprovisionamiento la tenemos bien documentada desde época califal a través del testimonio de Ibn Hayyán. La arqueología nos aporta referencias variadas sobre pecios del siglo X en la Costa Azul. En la Colonia de Sant Jordi (Mallorca) se han detectado restos de una nave con cerámica del siglo XI; Cala Culip IV en Gerona, recientemente publicado, nos da a conocer una nave con materiales granadinos fechables en el siglo XIV. Si en estos momentos la arqueología subacuática empieza a proporcionarnos documentación, es de esperar que en un plazo no excesivamente largo esta información será copiosa. Indirectamente la presencia de cerámicas norteafricanas en Mayúrqa y Yábisa y piezas de origen andalusí en todas las Islas Orientales nos

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indican la existencia de unos intercambios comerciales efectivos. No solo la marina de guerra utilizó las costas de Baleares y Pítiusas, sino que la marina mercante realizó singladuras por nuestro mar. En el Uibre de Repartiment hay referencias a una atarazana en la isla de Mayúrqa y aunque no exista un testimonio daro, como la lápida funcional de la atarazana de Tortosa, su existencia es indiscutible y con toda seguridad deberíamos buscarla en el lugar donde actualmente persiste el topónimo que define este tipo de establecimiento naval. Por otro lado sabemos que Yábisa a partir de sus bosques de coniferas contaba con materia prima adecuada para la cantería naval así como lo recuerda al Himyárí cuando describe esta isla: "Hay diez fondeaderos en la Isla de Yábisa, en ella existen aguas corrientes, numerosas aldeas y pequeños grupos de casas que casi se superponen. En su suelo crecen los pinos, su madera es excelente para la construcción y equipamientos de navios. Existe una salina en la que la sal no se agota jamás. En la misma alineación que Yábisa, en dirección sur, existen otras dos islas. Entre estas y Yábisa hay pasos que reciben el nombre de alabwáb, o sea las puertas". Ibn Yubayr describe su llegada a las Pitiusas y aunque las referencias a distancias aparecen, evidentemente, equivocadas, nos indica con detalle la topografía del puerto de Yábisa. "La ciudad estaba a cuatro millas de distancia. Anclamos enfrente de la isla de Faramantira, separada de Yábisa a unas 4 o 5 millas. Tiene muchas alquerías habitadas. Permanecimos en su puerto a la vera de dos montañas separadas y contrapuestas, conocidas con el nombre de al-sayj (el viejo) y al-'ayuz (la vieja)". Barceló identifica estas elevaciones con la Sen-a Grossa y la Serra de Balanzat. La importancia de la navegación como vínculo de unión entre las Islas Orientales y las tierras vecinas queda reflejada en la preocupación de los geógrafos que siempre dan a conocer las distancias que separan ambos archipiélagos de la tierra firme.

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Así al-ldrisí nos indica: " 1 ^ isla de Ibiza es tx>nita, plantada de viñedos y produce muchas pasas. Es de notar una pequeña villa agradable y bien poblada. El puerto de España más próximo es Denla, situada a un d(a de navegación. Al oriente de ésta y a una jornada de distancia está la isla de Mallorca cuya capital es grande. Su gobernador tiene una numerosa guarnición y puede disponer de tropas y recursos. También al Oriente se encuentra la isla de Menorca, situada enfrente de Barcelona a una Jornada de distancia. Desde Menorca a Cerdeña, hay cuatro días de navegación". Y el testimonio de al-Himyarí es concluyente: "Mayúrqa es una isla en el Mar del Estrecho situada enfrente y a tres mayra (singladuras) de Bugla en África, al Sur. Enfrente y a una singladura de Barsiluna, en Aragón, al Norte; en frente y a una distancia de 46 millas por mar de Menorca, una de las dos islas que dependen de ella, al Sur (sic). al Este de Mayúrqa se halla Sardaniya, a una distancia de 2 mayra por mar; al Oeste Yábisa a una singladura de 70 millas por mar". Sobre las naves mailorquinas tenemos un testimonio literario de singular belleza. El poeta de Denla Ibn al-Labbána, refugiado en la corte del soberano independiente de las Islas Orientales Mubassir Násir al-Dav^a nos describe la gran parada naval que con motivo de la fiesta del solsticio de verano se celebraba en aguas de la bahía de Palma. Nos hallamos en la primera década del siglo XI y las naves que formaban este alarde serían muy similares a las que conocemos a través de los ataifores písanos. IBienvenido sea el día de al-Mihrayán¡ Como tu lo celebras, es un día lleno de esplendor; Sobre la bahía hay una flota tan numerosa como sus aguas lAmbas son desbordantes; Vuelan las hijas de la mar, las naves; sus plumas son como las del cuenco, pero en realidad son halcones; van los hijos de la guerra sobre las naves que corren como corceles ganadores; llenan guerreros armados sus puentes y txJdegas y así parecen nubes cargadas de lluvia; se sumergen en la bahía navegando y parecen las camellas de un espejismo; 185


Es maravilloso, yo no imaginaba antes de verlas que los barcos pudiesen ser feroces leones; agitan los remos hacia ti, como pestañas de un ojo que parpadea ante el espfa indiscreto, o como los cálamos del escriba real, que traza sus alargados rasgos sobre el papel. (Traducción M* Jesús Rubiera). La importancia de la navegación en las Islas Orientales la podemos rastrear hasta épocas ya tardías, en el período de independencia menorquina (1229-1287) bajo el gobierno del último de los tres soberanos independientes que regirán la Menorca islámica, un islote musulmán en un mar cristiano. De ello tenemos una hermosa referencia. Ibn Sahl el poeta sevillano refugiado bajo el amparo de Saíd b Hakam nos ha dejado un poema en el que celebra la construcción de un navio de guerra. De este poema laudatorio podemos extraer algunas consecuencias. 1". Capacidad técnica de los astilleros menorquines para constaiir este tipo de barcos. Al parecer fue el primero. Desconocemos si hubo otros. Si fue el primero, con ello se justifica la redacción del poema, podríamos inferir que este tipo de construcción no era normal en Menorca, pues antes, sólo la encontramos documentada indirectamente en Mayurqa y Yábisa. 2°. La isla contaba con madera adecuada para este tipo de equipamiento. 3°. Menorca contaba también con maestros aptos para este trabajo y mano de obra preparada. ¿Serían refugiados de las otras islas?. 4°. Pese al aislamiento de Menorca, la relación con los pueblos islámicos no se cortó en este período de independencia. La larga nómina de intelectuales que frecuentaron la corte de Saíd b Hakam lo reafirma, y la presencia de Hayy o menorquines que han realizado la peregrinación a la Meca, conocidos a través de los textos epigráficos también apoyan esta suposición, nos indican que la Menorca islámica, no se encerró en sí misma sino que mantuvo contactos frecuentes con la dar al-lslam o sea con la tierra de los musulmanes a pesar de estar rodeada de enemigos que la cercaban por todas partes.

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A falta de una nave menorquina real, la descripción poética de Ibn Sahl puede ser ilustrativa: "Has construido de la mustia madera, ese fruto de rápida victoria aunque no tenga la belleza que tenía en las húmedas colinas. Se enorgullece con él el agua, como de un liijo noble y tiene con las nutres una relación genealógica que no es falsa. Los vientos hacen de él una flecha que no marra, cuando convierten el agua en un tejido de perfecto acabado. Cuando los vientos tras él, comprenden, al volver, que no son sino su aliento. Su mejilla se viste de rojo por el pudor; sus párpados se adornan con la negra pez como el alcohol. Su negrura es antimonio que cura los ojos de la ceguera producida por el brillo de acero de su mirada encantadora Más, no sabría decir que es un negro que se clarea en las tinieblas con las dos mejillas rojas de vergüenza. Y le envuelve el candor del blanco: Es como el vino, cambia de color, y no varia. Rojo es su ardor, blanco su apagado y negro lo que no está encendido. Los enemigos le desean como a una paloma, pero él se lanza como sacre donde los cristianos son perdiz. Es como si su cintura, tras la presa, danzase al son de las espadas y las lanzas. (Traducción M* Jesús Rubiera) Referencias a una organización industrial en las Baleares y Pitiusas no existen. Los textos restan totalmente mudos. Sin embargo cabe presentar algunos rastros que indirectamente nos documentan la presencia de unos determinados oficios que podrían asegurar la existencia de ciertos productores de materias primas elaboradas en condiciones de ser exportadas. Estas referencias son las siguientes: 1°. El texto de Ibn al-Faradi sobre el uso en la península de calzado hecho a base de "piel de Mallorca". La materia prima en un país ganadero está obviamente documentada. Lo que no podemos asegurar es si el calzado en cuestión fue fabricado en Mallorca, pero si es seguro que la piel fue adobada en la isla pues de lo contrario sería inutilizable. La existencia en la Mallorca cristiana de un gremio de adobadores de pieles, permite enlazar esta producción islámica con la cristiana.

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2°. Existencia de alfarerías en Madina Mayurqa. Conocemos el testar de la alfarería de Casa Desbrull sede hoy del Museo de Mallorca. En este testar la presencia de útiles de alfarero: atifles, rollos, eses o ganchos, piezas defectuosas de cochura, piezas con defectos de ahornado y vedrío atacado por exceso de temperatura, es prueba evidente de su existencia en algún lugar de la ciudad. La supuesta alfarería de Zavellá presenta algunos problemas de interpretación. Según A. Mulet, primer comentarista que dio a conocer el hallazgo, existían algunas piezas que contenían pigmentos utilizados para la decoración, pero no hay otras referencias seguras y las especiales circunstancias del hallazgo casual al construir un refugio antiaéreo en 19371938, la venta fraudulenta del lote cerámico a un coleccionista de Barcelona y la dispersión de aquellas cerámicas no vendibles impide pronunciarse. Pudo ser un lote cerámico almacenado para su venta, que las circunstancias de la conquista catalana de 1229 impidió su comercialización, o bien pudo ser la reserva de una alfarería. Sin embargo la existencia de alfarerías mallorquínas en el s.XI la conocemos a través de los hallazgos de Pisa, pues los análisis de pasta nos indican que un determinado lote de ataifores de perfil quebrado son de procedencia mallorquína. Fue por tanto una producción suficientemente amplia para su exportación. Por otro lado la presencia de atifles y fragmentos de rollos para el ahornado, es frecuente en todos los yacimientos urbanos de la Ciudad. 3°. Los molinos hidráulicos documentados a través del "Llibre del Repartiment" nos indican la existencia de elementos necesarios para la transformación del cereal o bien como batanes para el laboreo de las telas o el papel. Inferir a través de su existencia una artesanía textil o papelera, podría ser aventurado, pero entra dentro de lo posible. A grandes rasgos este es el panorama que la infomiación textual y arqueológica nos proporciona sobre el desarrollo económico de las Islas Orientales en época islámica.

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Posiblemente las islas no llegaran a alcanzar una plena autosuficiencia, pero su desarrollo económico fue óptimo, lo suficientemente óptimo como para despertar las apetencias del mundo cristiano que después de un intento frustrado, la mal llamada cruzada de 1114, consiguieron incorporar el archipiélago a la órbita cristiana entre 1229 y 1235. Menorca, en cambio, conseguirá durante algo más de 50 años, vivir en una precaria independencia, hasta 1287. Las Baleares y Pitiusas cristianas presentan un panorama diverso. La despoblación de Mallorca, recién conquistada, aunque mal estudiada, parece fue efectiva pues a los pocos años de la conquista era preciso importar mano de obra esclava. De Ibiza apenas tenemos noticias. La conquista de Menorca fue ultimada con un verdadero genocidio de la población islámica. Desde el punto de vista textual la documentación es abundante y ha sido ampliamente utilizada. A este respecto contamos con una aportación modélica en lo referente al reinado de Sancho de Mallorca, gracias al estudio de Jaime Sastre que analiza las bases económicas que convirtieron el reino de Mallorca en una pequeña potencia mercantil. Tan solo quisiera presentar aquí algunos aspectos que considero fundamentales pues la bibliografía es muy extensa y un análisis pormenorizado del desarrollo económico a lo largo del medievo cristiano sería prolijo en exceso. Desde el punto de vista artesanal, pues hablar de industria me parece completamente inadecuado para estas épocas, tenemos un punto de partida en las organizaciones gremiales, base de la vida social en las ciudades del reino. Un rápido examen nos indica que el gremio de herreros fue el más antiguo, existiendo ya en el siglo XIII. De la misma época sería el gremio de horneros. La mayoría de gremios se establecen entre los siglos XIV y XV, conociéndose las ordenaciones que fueron modificadas a lo largo de los siglos. Dentro de esta especial estructura socioeconómica cabe destacar varios gremios que alcanzaron un importante status social dentro de la sociedad de su época. 189


Marineros: Sus primeras ordenanzas serían de 1310 Pelaires: Ordenanzas de 1315. Tejedores: Ordenanzas de 1391 Curtidores: Ordenanzas de 1420 Fuera del ámbito medieval el Colegio de la Mercadería alcanzará un poder extraordinario, no solo desde el punto de vista socio-económico, sino también político. Este auge mercantil queda definido por la construcción de la Lonja de Palma, en la primera mitad del s. XV que supone uno de los edificios del gótico civil mediterráneo más espectaculares y ya en el siglo XVII la construcción del Consulado de Mar. Por otro lado la elaboración de textiles supondrá en Mallorca medieval una importante faceta de su desarrollo económico, aunque de ello no pueda inferirse que este auge de la artesanía textil fundamente el amplio desarrollo mercantil. Cabe pensar que los subditos del rey de Mallorca fueron, por encima de todo, hábiles mercaderes que, apoyados en la singular posición geográfica del reino, actuaban de intermediarios entre el mundo cristiano y el mundo musulmán tanto norteafricano como andalusí. El comercio medieval mallorquín puede esbozarse a través de unos pocos hitos que definen su desarrollo a lo largo de los tiempos medievales. Serían básicamente los siguientes: a. Intervención de Sancho de Mallorca en empresas mercantiles, a título privado. Esta inversión del monarca en actividades comerciales supone un porcentaje interesante en el acrecentamiento de su fortuna personal. b. las expediciones mallorquínas a Canarias. De éstas tenemos documentadas cuatro en 1342, últimos momentos de independencia política del reino de Mallorca, y una en 1352, posiblemente secuela de las anteriores, pero realizada bajo la égida de Pedro el Ceremonioso. ¿Cuáles fueron las directrices que motivaron estas empresas? No queda muy claro si se fundamentaron en una simple actividad mercantil o bajo otros propósitos de matiz político. Así lo presupone Sevillano al resumir sus conclusiones de este modo: "También sabemos, por los nuevos documentos aportados, que aquellas primeras expediciones no fueron meros viajes comerciales 190


para la exportación de artículos de Mallorca y la Importación de otros bienes de fuera. Sabemos ahora que tuvieron una finalidad y un carácter de descubrimiento y de conquista de nuevas islas, o ciudades y fortalezas, para su Rey, que era el de Mallorca, al que reconocían de antemano, ore et manibus. como vasallos en las nuevas tierras que conquistaran los expedicionarios". Aunque se desconozcan los detalles de las expediciones de 1342: llegada, estancia y resultados de las mismas la intencionalidad política existía, circunstancia que no deja de ser extraña en un momento en que el reino de Mallorca se veía abocado a su desaparición. Para Sevillano, la expedición de 1352 tuvo otra intencionalidad, posiblemente motivada por la nueva situación política del reino de Mallorca, reincorporado a la corona de aragón: "En 1352, cuando se prepara una nueva expedición ya no se habla de descubrimiento ni de conquista: la mentalidad es otra. Ahora se trata de una Cruzada misionera. Lo religioso ha eliminado en esta empresa, a lo político guerrero". c. La ruta comercial a Flandes, estudiada también por Sevillano nos permite rastrear el nexo comercial entre Venecia y las tierras del norte europeo, utilizando como eje las islas Baleares. Nos hallamos en la segunda mitad del siglo XiV y esta ruta parece estar en manos de naves venecianas que embarcan en las Islas productos que llegarán indistintamente a Venecia y a Flandes: sal de Ibiza y pez son las materias más conocidas, si bien hay referencias a la exportación de remos y plomo. Sin embargo la presencia de mercaderes mallorquines en aguas inglesas y flamencas se remonta a 1281 cuando un Willelmi de Bone de Mayorka carga lana inglesa. Pero es a lo largo del siglo XIV cuando tenemos plenamente documentada la actividad mercantil, en especial la exportación de ballestas mallorquínas a tierras de Flandes en 1375 y 1376. Pensemos que en aquellos momentos la Guerra de los Cien Años estaba en uno de sus momentos de mayor virulencia. Todos estos aspectos han sido recogidos como indicativos de la actividad comercial de Mallorca y sus habitantes no solo en el ámbito 191


mediterráneo sino hacia puntos diversos del Atlántico. El aporte documental escrito podría ocupar un espacio mucho mayor que escapa a los límites de una simple conferencia. Queda por afianzar este aporte documental con el apoyo de la iconografía y de la arqueología: La representación de naves en retablos góticos y en grafitti parietales nos ofrece un panorama complejo de la forma de estas naves mallorquínas en funcionamiento entre los siglos XIV y XV; desde el esquematismo de las naves del retablo de Santa Úrsula del convento de San Francisco hasta la visión del puerto de Palma a fines del siglo XV que nos dejara pintado Pere Nisard en el retablo de San Jorge del Museo de la Iglesia de Mallorca. El análisis gráfico de estas representaciones podrá proporcionar una documentación muy compleja. Es un estudio brillante que está por hacer. Por otro lado la documentación arqueológica nos indica que en el campo de la cerámica las islas del archipiélago balear en la época medieval cristiana sufrieron un fenómeno de muy difícil explicación: la recesión casi absoluta de la cerámica propia, perfectamente documentada en la etapa islámica anterior. Hecho que no puede explicarse de modo adecuado, pues un pueblo difícilmente deja de fabricar su utillaje cerámico de un modo brusco como el que parece rastrearse, primero en Mallorca y después, a medida que se incorporan a la órbita cristiana en Ibiza y Menorca. La evidencia arqueológica nos indica que los nuevos dominadores de las Islas aportaron sus propias cerámicas, importándolas de los centros productores peninsulares que en aquel entonces desarrollaban su producción con gran fuerza expansiva: Cataluña y Valencia. Se podría fijar el final del siglo XI11 como punto de partida del comercio cerámico si atendemos a un detalle que no ha sido debidamente destacado: la leuda de Collíure de 1252 no contempla la posibilidad de que este producto sea susceptible de abonar leuda en el indicado puerto; en cambio sí figura en el apéndice incorporado a la reforma de 1298. ¿Podría ser la constatación documental que necesitamos? Es un tema a debatir.

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Las naves mallorquínas a lo largo del XIV fondearán en muchos puertos mediterráneos sin embargo todo parece indicar que la provisión de material cerámico accede al reino a partir de tres puntos fundamentales: Barcelona, Valencia y los puertos del reino nazarí de Garnata (Almería y Málaga). Así podemos observar que en la primera mitad del siglo XIV la cerámica catalana representa el 50% del servicio de mesa utilizado en Mallorca. Debemos reconocer que esta incidencia es excepcional, pues salvo casos especiales, la cerámica catalana parece no tuvo un amplio ámbito de difusión. Totalmente contrapuesto es el caso valenciano, pues en Mallorca tan solo constatamos un 30% escaso, de importaciones valencianas, básicamente productos de Paterna decorados en verde y manganeso, así como cerámicas comunes; el resto, o sea un 20%, corresponde a importaciones nazaríes, circunstancia que no debe extrañarnos pues la relación comercial del reino de Mallorques con territorios islámicos la tenemos documentada desde Jaime 1 y ésta se mantiene durante toda la primera mitad del siglo XIV. Las facilidades otorgadas a los comerciantes mallorquines hacen que la cerámica nazarí, hasta hoy poco conocida en el ámbito cristiano, sea la tercera cerámica en importancia en la Isla de Mallorca en este período. La investigación se ha desarrollado, básicamente, a través de los hallazgos en la isla de Mallorca, sería preciso llevar a cabo un rastreo en Menorca e Ibiza para confirmar esta apreciación y proyectar alguna luz sobre estos territorios del reino que, en lo tocante a su cultura material, se hallan sumidos en la más profunda de las oscuridades. La inestabilidad económico-social del siglo XV en lo que fuera el antiguo reino de Mallorca, presenta una extraña ambivalencia. Es un momento de grandes realizaciones arquitectónicas como la Lonja y el desarrollo pictórico es espléndido (Frángese Comes, los Moger, Alcanyís, Joan Rosetó y Pere Nisard por citar tan solo los más importantes artistas), lo cual contrasta con la inestabilidad social, agravada por el aumento de los impuestos (Contrato Santo de 1405), las discordias entre las familias Cal.lar y Sureda que preludian posteriores acciones tumultuosas en la ciudad, la 193


implantación señorial en la ruralía que partiendo de los réditos obtenidos con el comercio se apropian de tierras y censos modificándose el status de los payeses. El levantamiento foráneo que puso en peligro la estructura política del reino (1450-1452), la paulatina degradación de las franquicias del reino a causa del centralismo del Rey Católico y en la última década el nuevo enfrentamiento sangriento entre Armadans y Espanyols que degeneró en batalla campal en la iglesia de San Francisco (1490). Colapso económico e inestabilidad social marcan, para el final del medievo balear un momento triste y decadente en el que industria, comercio y navegación son un leve reflejo de lo que fueron en épocas pasadas.

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NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES 1 *. Los trabajos se enviarán a la dirección de la revista (Apdo. de Correos 72, 30080 Murcia). Deberán ser inéditos y no estar aprobados para su publicación en otra revista. 2^. La lengua de la revista es el castellano, aunque se aceptarán textos bilingües que no excedan en su conjunto el límite previsto por artículo. Deberán acompañarse en cualquier caso de dos resúmenes de 10 líneas, en español y en inglés. 3*. Los trabajos se presentarán por duplicado e irán precedidos de una hoja en la que figure: el título del trabajo, nombre del autor/es, dirección, teléfono de contacto, y fecha de envío, además de su situación profesional y el nombre de la institución científica a la que pertenecen, o con la que colaboran. Los originales se acompañarán de un disquete con el texto completo procesado preferiblemente en Word Perfect. 4*. La documentación gráfica -tablas, figuras y fotos- deberá ir numerada correlativamente con indicaciones del lugar en el texto donde han de ir colocadas, y llevar en hoja aparte los pies de cada una de ellas. Se presentarán montadas en cajas proporcionales a la de 12 x 18 cm. Incluirán escala gráfica. 5^. Las citas en el texto se harán de la siguiente forma: situado entre paréntesis, el apellido(s) del autor(es), con minúsculas y sin la inicial del nombre propio, seguido del año de publicación y, caso de citas puntuales, de la página reseñada tras dos puntos. Ejemplo: (Beltrán, 70: 456). La lista bibliográfica se situará al final del trabajo, siguiendo un orden alfabético, por apellidos. No se aceptan citas de inéditos. La reseña de las citas se hará de la siguiente forma: el(los) apellido(s) del autor(es), en mayúscula, seguidos por la inicial del nombre propio. Debajo, y reservando tres espacios más de margen, se indicará el año de publicación de la obra, diferenciando con la letra a, b, c, etc.. Los títulos de libros y monografías o, en su caso, de revista o actas de Congresos deberán ir subrayados y sin abreviar, y los dos primeros también entrecomillados. Para los libros se señalará la editorial y el lugar de edición; para la revista, el volumen y las páginas del artículo y, para los Congresos el lugar y la fecha de celebración, así como el lugar de edición y páginas. 197


Los siguientes ejemplos pueden ilustrar esta normativa: AMANTE SÁNCHEZ, M. 1993: Lucernas romanas de la región de Murcia. Hispania Citerior. Anejos de Antigüedad y Cristianismo, 1. Universidad de Murcia. Murcia. CASANOVAS, A. y RODRÍGUEZ, I. 1992: "Construcción naval de época moderna". En B. Martínez Díaz (ed.): "/ Seminario de Arqueología Subacuática. 1987". Cuadernos de Arqueología Marítima, 1. Ministerio de Cultura: 149-156. FERNÁNDEZ MIRANDA. M. 1977: "Arqueología submarina en la isla de Menorca. Campaña de 1975". Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología (Vitoria, 1975): 811-826. Zaragoza. MÁS GARCÍA, J. 1971: "La nave romana de Punta de Algas". Noticiario Arqueológico Hispánico, XIII-XIV, 1969-70: 402-427. 8". Durante la corrección de las pruebas -que se enviarán al autor sin el original- no se admitirán variaciones significativas ni adiciones al texto; los autores deberán corregir las pruebas en un plazo máximo de quince días desde la entrega de las mismas. 9'. La dirección de la revista se reserva el derecho a devolver los originales que no se correspondan con la línea de la revista, o no cumplan las normas de publicación. Podrá asimismo sugerir las modificaciones que estime oportunas a los originales aceptados. 10". La publicación de artículos en esta revista no da derecho a remuneración alguna. Los autores tendrán derecho a un ejemplar y a 25 separatas de su artículo. 11". La dirección de la revista no se hace responsable de las infracciones que los autores pudieran cometer contra la Ley General de la Propiedad Intelectual. 198


In Memoriam En el momento de cerrar la edición de este volumen llega la inesperada noticia del fallecimiento de Manuel Fernández Miranda. Estuvo estrechamente ligado a este Museo de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas, desde el momento mismo de su formación (O.M. 9 de junio de 1980), en su etapa de Sutxlirector General de Arqueología. Posteriormente prestó su permanente apoyo desde la cátedra y nunca se desvinculó de esta institución por su inquietud científica y entusiasmo personal por la arqueología submarina. Prueba de ello es el articulo incluido en este número, un testimonio más de su valiosa aportación a la prehistoria ttalear y a la arqueología marítima. Al amigo y arqueólogo, etema gratitud.



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