CUENTO MÁS CORTO DEL MUNDO
El día que tomé la decisión de ir para el monte, no lo pensé dos veces, vi como unos bandoleros mataban a mi familia sin motivo alguno y jugaban balón con la cabeza de mi madre. Me salvé gracias a que estaba fuera de la casa y no se dieron cuenta de mi presencia. El grupo en el que me enliste era el 21 y que paradojas tiene la vida, ese día cumplí los mismos años y fue un 21 de junio de 1980. Nunca había sabido lo que era matar a alguien, pero me tocó hacerlo, esa era la prueba para quedarme. Llegamos a una casucha como a las dos de la mañana y sacamos a empellones a un hombre en medio de la lluvia y los gritos de la mujer y su hijo. Todavía me acuerdo del niño que me jaló del pantalón, en su mirada había suplica, me acorde de mi hermano asesinado y quise salir corriendo abandonando la misión, pero no pude hacerlo porque de lo contrario yo sería el ejecutado. De una patada lo eché para un lado mientras hacía arrodillar a su padre, puse mi pistola en su cabeza, apreté el gatillo y le volé la tapa de los sesos. Han pasado 24 años y me he fotografiado junto al presidente quien habla de paz pero no creo que sea posible, en mi corazón hay un torbellino de remordimientos y solo podré descansar en el sepulcro.
DAVID FRANCISCO CAMARGO HERNÁNDEZ ESCRITOR