un libro de vampiros

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UN LIBRO DE VAMPIROS

Colecci贸n Babor de Poes铆a CABALLO RESURRECTO EDITORES


“¡Utiliza esa energía libre de Odio Para elevar la Tierra a su Estado Divino!”



RELATO DE NAEL BROCK EN LA CIUDAD FÁCIL SER VAMPIRO MASCULLO EN MI FOSA LA MAÑANA DEL VAMPIRO LA FORMA DE LA CASA CELEBRACIÓN VISITA AL NOTARIO VISITA AL NOTARIO EN DO NAEL BROCK SALE EN LA CIUDAD QUE NO CONOCE PRIMO DE LA ARAÑA BROCK’S PLANS CONSEJO A UNA MUCHACHA

... TESTIMONIO DE ELIZABETH STRIDE RESUELLO DEL VAMPIRO


ATERRADO POR LA GUERRA YO VACILO ANTE TU NOMBRE ROMANCE DEL VAMPIRO LA PULGA MELISSA NECK POEMA DE LA OBLITERACIÓN Y EL CAOS OPACIDAD CIERRO MIS OJOS LA MUERTE FABRICA SUS DÍAS CLONAREMOS AL DIABLO SOMBRAS REFLEJADAS GLASLOW EL HERRERO

... LA NOCHE DEL VAMPIRO FINAL

ÍNDICE


Oigo en el falso silencio de la calle el trastornado temblor de los motores, el roce majestuoso de animales jugando con faros de automóviles y árboles.

Me parece que pusieran sus gritos de dolor y de espanto en mis entrañas como una forma de invitarme al gran convite de sus carnes.

Olfateo el movimiento de cuellos femeninos adormilados entre la seda rumorosa de camisones de noche o entre ruido de sábanas dando media vuelta a mi oponente (esos rumores me avisan que estoy muy cerca de la presa).

¡Ah! Miles de cuellos sueltos flotando por ahí, como rodajas, como anillos o señuelos, terminarán por enfermarme.

Me parece que pusieran el pulso virgen de sus venas en mi oído ansioso, o el contacto de sus dedos alejándome, como aquella que dice con fuerza que me vaya y algo me precipita con deseo hacia su boca.

Es ya casi el día por encima de esta casa.

Ponen en mi cabeza el sonido lácteo de sus senos que chocan desnudos como círculos hirviendo o el osario santo de caderas y vértebras dichosas de sostener músculo, piel, cartílago indefensos.

La dulce yugular es un torrente. Mi lengua da dos vueltas o chasquea en el delirio sediento.

Está servido el territorio delicioso de este cuello.

RELATO DE NAËL BRÖCK EN LA CIUDAD


Es fácil vencer los días cuando se es vampiro, correr los velos y las moronas yacentes –bendecidas por la santidad de un fuego mortal, inalcanzable– o cuando el tembloroso frenesí de los cuerpos que tumbados por el sueño favorecen al miedo y a la pesadilla. Se hace fácil ser vampiro cuando el deseo adormece las plateadas encías y algún astro serpentea en las líneas del cuadrante. No brilla más el sol. Escasea la luz o es la luz apenas una escarcha de silencioso centípedo que vacilante arrastra a las tímidas presencias de la noche.

Es fácil escurrirse en los abrigos, perpetrar en aposentos de cobriza pulcritud; permanecer alelado en un reflejo sanguíneo o dando palos de ciego en las prendas sudorosas de la víctima. Se hace fácil ser vampiro. Merecer el tedio, abrazar la estirpe de los que van y vienen entre la estepa lunar y una calle solitaria. Lo que no resulta fácil es cuidarse del espejo y el reflejo porque en ellos hacen señas la crueldad, la soledad, la vida que no acaba.

FÁCIL SER VAMPIRO


Mascullo en mi fosa. He puesto una piedra sobre otra en mi sepulcro converso para atraer las formas que se mueven en la noche aunque permanezco boca abajo en mi sala personal y largos sean los seis metros que hay desde la tapa hasta la fosa y pesadas sean las paladas de tierra infértil que pusieron sobre mí. Aún logro escuchar la secreta vida de las mariposas roedoras y de los artrópodos tatuados por la luna cavando túneles de enmarañados círculos que no conducen a ningún lado.

Así voy yo en esta tabla pendular, en esta barca de muerte sin final, como alguien que cae mil veces hacia una boca aspersora en el fondo de la tierra. Doy estertores en mi caja. Espero que alguien oiga

MASCULLO EN MI FOSA


Aturden las mañanas del vampiro, dulces, sollozantes muchachas que parece hubiesen sido arrancadas con violencia del turgente centro de las aguas. Y nada provoca tanto a la refinada mansedumbre de los upiros alados, como que su casa sea visitada por alguna virgen abatida y aterrada por olvidos –encerrada en una torre– y tal vez acostumbrada al triste eco de los acantilados. Vienen para despertarlo con lágrimas de ópalo siniestro, estas viudas del crepúsculo (exiliadas –de la puesta del sol–) en una hora entumecida que no es propia para ordenar los pensamientos ni los sobresaltos del aterido corazón de la tiniebla.

Hacen un hoyo en el cajón de cedro para hablarle de penas y placeres, pero el fino caballero nada puede hacer para alegrarlas; por eso las invita mejor a la fiesta vinícola del sexo, a la algarabía de los tormentos eróticos, y les dice: vuelvan más tarde,

cuando ya no sea más el día.

LA MAÑANA DEL VA MPIRO



He tomado la forma de la casa. Al igual que una de esas ratas que traen la peste o el mortecino desde los basureros removidos y a medianoche entran a roer los libros, el arroz de la alacena y el mango del cuchillo, saltando aterrorizadas de sí mismas por encima de sus colas parecidas a cordones de zapatos, adelgazando el esqueleto para colarse en lo recóndito; así he tomado la forma de esta vieja casa donde las sombras penetran en las cosas como arena lunar removida por el viento y entonces lo contemplo todo, palpando sin dejar la huella dactilar y la casa está llena de mí y paso como un soplo nocturno, transilvano, silbando la tonada del que se acostumbró a la indigesta merienda de la obliteración y el olvido. Y lo mejor, todo mi cuerpo está amoldado a mi cajón que a veces confundo con una piel distinta o con un cómodo traje de esos que uno no quiere quitarse ni para dormir ya que pernocta en él.

II Cuando llueve es en mí donde gotea y debo soportar cuando amanece el trino de los pájaros. La casa y yo somos la misma sábana mortuoria. Tapiamos la sombra y la noche queda amortajada más allá de las ventanas.

LA FORMA DE LA CASA


Entre las aguas calladas de donde crece silvestre la dulce camomila camina el vampiro y no se le escucha aun si quebrara la hierba seca de las hojas entumecidas por el sol o por el viento.

Se diría que repta entre las cosas de la noche pero se posa en verdad erguido en dos extremidades lánguidas como las de la grácil garza que viene a descansar aquí en las mañanas. En esto es quizá más parecido a su hermano el murciélago y de cualquier modo su sapiencia sempietérea le hace mirar el cielo de la noche de soslayo y abre entonces sus brazos para caminar en el aire de las nubes con los otros pájaros nocturnos.

CELEBRACIÓN


Partos y folios hacen de la triste vida de los ministerios o de los juzgados, un eterno retorno de fantasmas, un viejo corredor viciado por humo de cigarros viejos y negros gabanes de amargados leguleyos: sólo una imagen de patrias que se van como la infancia. Sellos que el tiempo destiñe y un ámbar grasoso de rosas de ultratumba crecen como hongos magros de soslayo viendo como se nos escapa el mundo de las manos como cuando tomas de la cintura a una muchacha y la haces caminar a tus antojos. O simples algodones que en los parques se deslíen con el viento o en la lengua de los tulipanes y saben al sabor de otras memorias. Negro es el alféizar del juzgado como negros los buitres de horas que picotean tu trino, tu último aliento en las vidrieras.

Es bello amanecer y cada día un poco menos vivo pero más vital que la pista que perdieron entre folios y mamotretos odiosos … Aquellos que ya no quieren verte, entre fechas de guerra y aniversarios de héroes que ya no están… estoy yo, a salvo, atrás de tu sonrisa.

VISITA AL NOTARIO


Visitas al notario muy temprano en la mañana y tienes la muy agria sensación de que estás en el infierno. Tienes que volver antes que la lluvia arrecie en el espejo del estanque. Largas filas mirando el trazo de los años que arrugas hacen como un mapa del oprobio, el tiempo y la astucia de las horas en el cuello del vecino. Ogros y verdugos parecen caminar de un lado a otro siempre uniformados con murmullos en el pecho y un algo urgente que nadie sabe si es la vida o el reloj que se traga las tarjetas en la entrada. Pero es inútil. Tú vas de tonto entre la fila pues muchos han llegado antes a reclamar las firmas, a reclamar las actas, a buscar algo más entre la risa torpe de las secretarias con úlceras y los coléricos notarios. ¿Qué estás buscando en ese infierno? ¿Acaso un registro de sueño y terremoto?, ¿una simple fecha que nunca quisiste olvidar y registrarte?,

pero es ahora pues muy tarde, los gusanitos de plata y las cuentanieves han mordido el folio de tu espera es de noche y quizá es ahora cuando llueve en el estanque.

VISITAS AL NOTARIO EN DO


Para Isabel Voy perdido en la ciudad. Necesito de su estrépito famoso de sus gritos acostumbrados a mi sombra, a mi larga sombra de rebelde, a mi sombra que doblega otras sombras, a mi mal canicular que hace más pesada la sombra presentada en el fondo de las calles. Voy perdido en la ciudad, pero me hallo y resucito cuando el cuello –penosamente estropeado– de una doncella hermosa golpea el suelo de una acera solitaria. No me conozco; no me veo en las vidrieras y a quienes se santiguan a mi espalda o dibujan muecas de disimulado horror en mi presencia, mando un ademán o una sonrisa.

Me pierdo en la ciudad; luego me hallo si la zona tórrida de tus piernas separadas me espera(n) frágil(es) en lo yerto de la cripta. Salgo de paseo en la ciudad. Perdona que me escurra entre otras sombras –amada mía– que diga no conocer esta ciudad que se repite como la sombra de un espejo, siempre es buena la sangre conocida pero la sangre ajena es apenas embriagante.

NAËL BRÖCK SALE EN LA CIUDAD QUE NO CONOCE


El vampiro –nadie lo notó– es primo de la araña sobre todo en la consaguinidad de las actividades frescas de un telar que ambos tienen en el aire. El vampiro, como ese pájaro que presagia las tormentas, abre su capa para cambiar el clima y los destinos. Y la araña en su silencio de mil ojos, augura la caída de la lluvia palpando los rincones de un castillo transilvano. Ambos hacen muecas y hechizan los espacios con un tono de ebriedad y de malicia y hacen que algo salte de la nada: una tela de ámbar o una nube de ratones gratinados por el polvo.

Pero es en la noche electrizante –nadie lo sospecha– cuando upiro y arácnido sopesan los placeres de la vida del noctámbulo: con pases maliciosos de magia lacerante, asusta la araña con sus patas a una niña que lame una cuchara y el vampiro empuja a una muchacha para que caiga encima de las mantas rociadas previamente con nafta y con pureza, precavido y lleno de ilusión para que ella le brinde sus favores.

PRIMO DE LA ARAÑA


Convoco el mal y lo consagro. Bienvenidas sean la muerte y la putrefacción. Habré de sentir los delicados placeres de la penetración y de la hoja cortante –tumefacta– entrando en pieles delicadas, casi ausentes de mil muchachas drogadas que expiarán mis culpas, mi dolor, mis ansiedades por vía de su vejación, de su dolor, el sufrimiento espléndido. Cuando la carne expulse sus colores habrá regocijo en mi corazón inamovible y austero. Consagro la pena mientras afuera llueve en las construcciones de la ciudad malsana, envuelta en la bruma sediciosa de mi premeditado ataque.

BRÖCK’S PLANS


Muchacha, en tu lugar daría vuelta a mi camino, esta senda que conduce al cementerio te hará descender mas allá de lo que piensas; come tus pisadas, pon esos piecillos bellos de regreso a la humareda de tu casa: allí te esperan la bujía continua de la Phillips que hay encima de la puerta y la comida caliente que guarda tu mamá porque después de todo esto ya será muy tarde, cuando toques la losa de mi sepulcro frío, cuando vuelvas a leer mi nombre en el epitafio azotado por los siglos nada de esto será bueno para tu salud. Mira que te resfrías, muchacha, (Y) estos colmillos crecen a la medianoche como una flor de amapola y se te van a instalar en la garganta como un maligno cultivo.

¿Y qué vas a decir mas tarde en casa cuando noten que tu imagen no aparece más en los espejos y que toda la fina platería te parece repugnante? Muchacha, vuelve a casa –como si nada– te aseguro que mañana saldrá el sol y eso nos hará pensar en otras cosas, la belleza de la muerte por ejemplo, y no en este gemido eterno y vago que estremece a los pueblos vecinos, a las buenas familias y a las muchachas como tú, condenadas a seguir los pasos del vampiro, sin remedio.

CONSEJO A UNA MUCHACHA


Cuando chuparemos algo del extenso mar de la galaxia y de la cabellera roja del cáncer viviendo aún entre la extraña oscuridad del sueño los ojos –un poco muertos– van a tener que olvidar el brillo de los cinceles, la cruz de un cristo ensangrentado y el dolor de no haber sido algo más allá del frenético desvarío de un oscuro dios que nos sueña en pesadillas de género y magnética rabia.

...


Fui una de la primeras víctimas de este raro caballero militante de las sombras y es que entre el barullo de la gente que regresa a casa por la noche y el sonido de cierres y de prendas desgarradas y de timbres y de broches que ruedan por el suelo y entre olores tumefactos que traía él del cementerio y entre las flores marchitas que transpiraba en su agitación innatural y su lascivia metafísica, me entregué sin remedio, a él, que era una mole de olor violeta.

TESTIMONIO DE ELIZABETH STRIDE


Para mí, los rigores del azul son muy suntuosos ya que las hojas caen solas y secas de los árboles y el viento. Y son alucinantes. Sin rigor, llenas de rito, son luminosas como el gesto de los niños pisoteándolas, monstruosos. Por lo menos no más bello que una adorable, esbelta, olorosa y pálida muchacha, llena absurdamente de mecanismos de reloj y marcas de colmillo.

Yo apelo al relámpago negro, a la dulce vista de la colina donde caen madre y soldado. Me gusta el suave canto de la muerte sobre los herbazales que la guerra trae. El mundo es un campo desolado.

RESUELLO DEL VAMPIRO ATERRADO POR LA GUERRA


Yo vacilo ante tu nombre como una vela que se apaga en el silencio y nadie sabe. Yo vacilo como una planta trepadora confundida en otra especie o como un lirio que se mece con el viento. Yo casi me abstengo como el ruido de un roble cuando cae de sorpresa y aplasta su sombra. A veces en el canto que adormila mis deseos como un veneno lento que despierta, yo vacilo.

Soy la cetrería que acecha en tu noche, de caza, el guante del halcón de presa, la vana tarde que agoniza en el rojo casi transparente del día. Cuando muerda blancas serán tus pupilas. Blancas las sábanas cuando entre en tu lecho y blanco el frenesí que te confundirá entre cambio de luna, ruido de aparejos y regreso de la muerte.

YO VACILO ANTE TU NOMBRE


Con el frenesí de los que nunca se han visto, durante las más frías noches cuando el viento oscuro pasa a través de las puertas, por debajo de ellas, a la misma hora en que animales de razas diferentes se saludan con guiños, con movimientos de patas y pezuñas, cuando el hambre devora y la luz de la lujuria crece un poco más y se aferra no muy lejos de las casas, a la vez que el árbol derribado de la enemistad y de la injuria ha caído y su tronco está oloroso a nubes, entretanto que la jauría sueña mordisqueando y oliendo la delicia de otro mundo mientras duermen y a la vez que una bandada de pájaros perdidos hacen la lluvia y a un tiempo que un murciélago se da vuelta y se vuelve a acomodar entre sus alas, perturbado por el olor a frutas o mientras un ejército de hormigas bordea la sinuosa curva de un durazno o de una hoja,

al cabo del sueño de todos los animales, de las bestias, de la furia de insectos ululantes, lustrosos, encabritados e hirviendo, ciegos, sin chocar entre las cosas del mundo o adormilados por la hipnótica luz de los generadores eléctricos, estrellándose en los radiadores de los camiones más rápidos en la carretera, enamorados de una bolsa con agua amarrada al cielo raso, haciendo telas de araña, atrapando moscas, corriendo entre el agua sin pies sin manos destilando veneno en el cuello del otro, espulgando al más grande, hallando criaturas pequeñas, piojos y parásitos –que son el otro mundo– nadando en charcos, lanzando escupitajos lechosos, tumbando al enemigo y el enemigo es la cena,


masticando perlas, hablando, gorjeando, cantando, grillando como saltagatos, cambiándose de abrigo, mutando, convirtiéndose en otro de rayas y de adentro, mudando de piel, sacando alas, copulando mientras brilla la luna, las feas mariposas del cementerio, las moscas desveladas del abrevadero, las dunas vivas del desierto, el alud de plagas desconocidas que mascan el maíz a medianoche y las ratas, las bellas ratas royendo trozos de madera y libros en hermosos basureros donde el hedor es otra especie con alas enfermas y sutiles… Ahí, como quien prende un fósforo y ve por vez primera una habitación desconocida, los gusanos que fermentan el mezcal y otros alcoholes, las larvas, las orugas, los artrópodos y el sueño de los minerales asustados

rodando en los ríos y en los oscuros canales de la tierra o por los túneles llenos de acobardados demonios, las bestezuelas que abren sus ojos al cielo y los azules caballos de la alucinación juntos graznando, barritando, aullando como oropéndolas, ladrando mientras la creciente luna cede territorio al rito, mientras la luz es un lugar aparte en sincronía con el polvo y con la enfermedad, aquellos dos, los que no se conocían, los que nunca se habían visto, se aman.

ROMANCE DEL VAMPIRO



Como es errátil y eterna La pulga se muerde a si misma; Ella es nido y plantación De huevos y de dunas En la quietud del aposento. La pulga es también -como el vampirouna criatura emparentada con la sed de sangre. Ciega y taciturna Está hecha con minucia Por un orfebre maligno. Es la plaga Y su mapa de inflamaciones Acaso nos despierte a medianoche. A veces es horrible Como un cadáver vivo No sabremos nunca de dónde vino Y cómo ha hecho nido En nuestro alcoba, En los enseres, En la cama de placeres y de ronchas.

Su salto es mortal, despavorido Como en la vida Nunca sabe a dónde va a caer Entre las ramas, entre las sábanas, Entre la tela de la araña Para que le trituren en esencia Y a su pesar. No sabemos de su sexo ambiguo De su horror y de sus penas Cuando no hay nadie en la cama. ¿Será que se han ido los amantes? Mientras llueve Ella se muerde a si misma Hasta desaparecer.

LA PULGA


Melissa Neck se mueve en el vaivén de la delicia, como una dulce planta que, secreta, trepa en las ventanas como una mala hierba empecinada o un amante y en las noches de tormenta golpea en las ventanas de los niños, asustándolos, proyectándoles sombras equívocas, raras formas retorcidas que el relámpago multiplica como en un brioso aquelarre. Melissa Neck blande su lengua en los techos de las casas, palpa la oscuridad y las presencias con su lengua bifurcada antes de entrar en aposentos y resuella en anhelos por la víctima de turno.

A su vez, la torpe luz furiosa de los cielos como una lámpara de aceite temblorosa, acompaña a Satanás desde su oscuro gabinete y lentamente saltan desde el fondo de este caos lámpara y demonio y caminan por perdidos barrios que hasta ahora desconocen. Alumbrado por el rayo, el mal pone su ojo en la casa que Melissa Neck acecha para alentarla en su oprobiosa carrera. Un filoso grito como un quebrado cristal cicatriza la erizada noche del vampiro.

MELISSA NECK


Canto a la obliteración, hay que trasladar la poesía de los salones mustios a la maquinación del caos. Insana es la respiración del tedio y enferma la luz que se mece sombría, su única razón, su desvarío. La posesión de la rara quimera y de las formas, me repugna, y de las bestezuelas que aguardan con pánico entre lo oscuro, ya sólo queda su queja. Los que sueñan en Hermes, en su porfía, cabecean núbiles sobre morteros y toxinas hasta que acaso vean su aguda ruina, revelada entre las aguas de un sepulcro solo.

POEMA DE LA OBLITERACIÓN Y EL CAOS


La mañana en el espejo del vampiro es triste Como tristes son las cosas que moran en su casa de apagadas luces y aire austero de convento o cementerio. Los objetos nunca brillan Y es que acaso la luz del sol No les ha tocado todavía Y han caído así En esa triste soledad Que solo da el herrumbre. El olvido y la desidia de los años.

OPACIDAD


Los antiguos miedos de la noche, más allá del agua pernoctada, más allá de toda esencia y de todo mal (elucubrado). Las secretas presencias de la noche, las famosas sombras ahora legendarias, los oscuros gritos presentidos, la fábula y los rumores una y otra vez considerados, las secretas yerbas maceradas en cristales de reloj, en ambientes humeantes, o las evanescentes figuras proyectadas sobre robles y oquedales en hogueras consumadas; o como en un raro candombé: cien caderas de muchachas sudorosas y agitadas por el ritmo del tambor, o por exceso de drogas conjuradas, mejorando la visión de lo presente y augurando males peores todavía por venir, me arredran en mi casa, al lado de la vela.

Y es así, cierro mis ojos en mitad de la tormenta.

CIERRO MIS OJOS


Siento el polvo inasible de los muertos que muy lejos mueven unas lentas maquinarias y en ello gastan sus huesos, ¡es el hollín que recubre mis días!, polvo de muerto como aguasal petrificada sobre un piano de cola. Ellos fabrican los días de parafina y piel de insecto y a la hora de comer tragan cáscaras de animales ovíparos que descansan en el viento.

LA MUERTE FABRICA SUS DÍAS


Clonaremos al demonio, su dulce esqueleto de estigma y naftalina, su esencia cristalina de agua bautismal y sus cuernos de azúcar de sulfuro; traeremos a la vida otra vez sus malas mañas, su dudosa conducta, su vida licenciosa y su sexo inacabable como una fuente viva brotando siempre brotando. De sus pésimas maneras en la mesa aprenderemos a comer otra vez como animales salvajes, como lobeznos que hambrientos no ven a sus padres desde el invierno que sin clemencia los perdió

y clonaremos tal vez ese abrazo cálido de la bestia que regresa una vez más a la dulce madriguera entre las piernas de una joven mujer.

CLONAREMOS AL DIABLO


Los vampiros quedan atrapados en la sombra cuando el día amenaza entrar por las ventanas ya que las persianas crean el efecto de la urdimbre que se mueve y les persigue al fondo la ciudad corre con engranes de carrusel, la luz corrige la postura del vampiro, le crea celdas. Así la mañana es amenaza con filos corredizos.

SOMBRAS REFLEJADAS


En las canteras del infierno, Rodeado por las oscuras presencias de un firmamento revuelto, Glaslow el herrero enciende las brasas del cantero Repite la tonada del buril con la cansada placidez de la rutina Y el mundo abre inocente una vez más sus ojos de ciego. En las brasas, en los atriles, el herrero repasa innombrables los pecados y las culpas de numerosos y confusos alfabetos y acaso levanta su mirada al cielo para secar el sudor de su frente ominosa cegada por el fuego. Las puertas del infierno fueron martilladas aquí, en estos yunques yace tu nombre y el de tu hermano; no te fíes de los ruidos que de lo lejos la tormenta trae hasta tu casa, pues de allí provienen tu bautizo y tu mortaja.

GLASLOW, EL HERRERO


La cabeza aterrada del vampiro sueña entrar en otras cabezas vacías, efímeras, sin suerte. Y lo logra simplemente imaginando ser la sombra que entra en otra sombra y no la hace más grande sino canicular, espesa, sombría, de árboles blancos llena, que no son un espectro, sino más bien que su savia es conversa y se enfría con la noche y el aire de los sueños, y del amarillo tornasolado se encoleriza un blanco más frecuente. Y lo logra aún.

...


La noche del vampiro está colmada de asustados espejos sin oficio, de reflejos sin luna en lo baldío de una belleza muerta.

El vampiro convoca en la ciudad miles de pestes: la aborrecible peste negra y la noche, que es como una insana inflamación sin cura.

Aterrada, la noche miserable de todos los muertos, desfallece y el reino de los gatos ulcera la lozanía de las sombras. Suelen caer despeinadas almas muertas entre el dolor y la pena, chocando entre tinieblas, como en la frente de seres suicidados.

LA NOCHE DEL VAMPIRO


No habrá funeral para un vampiro. Sólo aquel canto pagano de ignoradas plantas de la noche y ese trino de colmillos tan común entre algunas especies de animales redimidos. Seguirá la serpiente su curso venenoso: la propia pista de su piel abandonada. Y esas luces inmortales de la noche acaso nos avisen de otros mundos que sólo son posibles en la brillante cornada del vampiro, en ese dardo envenado que es su mordedura, en su puntazo ágil como aguja apuntando hacia un día de génesis sin resurrección. Sólo habrá quietud en su sonrisa austera, en la imaginada prisión de los sabores que él reclama.

FINAL


Este libro no posee derechos de autor. Su distribución es libre y posee copyleft Podrá ser aumentado y modificado dentro de las leyes divinas que rigen el Universo para bien de quienes lean y hallen en él, posibles salidas de redención y hallazgo de la Luz que sea necesaria.

Son infinidad de números y están firmados por infinitas búsquedas e incansables hallazgos.



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