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Entrevista
Entrevista Sor Cesarina Batista, FMA “Un Inspectora FMA 2021-2027 Si en fe y obediencia”Si
Nacida en Santo Domingo, aunque de raíces cibaeñas. Madre Mocana y padre vegano, quienes contrajeron matrimonio en la capital de la República Dominicana, lugar donde criaron y educaron a sus hijos. Vivió una niñez muy feliz, en una vida muy familiar, pero destaca que fue más feliz cuando entró al Oratorio María Inmaculada. Entró siendo pre-adolescente, y cuando se hizo adolescente pasó al Centro Juvenil María Inmaculada, que, en aquel compartían actividades con el Oratorio María Auxiliadora, realizando su primera Pascua Juvenil juntos en el año 1978.
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Estudió siempre en colegios de los alrededores y cuando pasó a octavo curso ingresó al Colegio María Inmaculada; ya desde ahí siguió su formación con las Salesianas.
La directora del colegio era Sor Ligia San Juan, una colombiana, y la encargada de centros juveniles, Sor Mery Zuluaga, también colombiana, a quienes considera sus mentoras. Luego, tuvo la bendición de que la misma Sor Mery fuera su maestra de Novicia, la que le enseñó a cómo ser Hija de María Auxiliadora, a ser religiosa.
Maduró su vocación en un ambiente salesiano rico de alegría y valores, lo que realmente le cautivó fue la vida del oratorio y luego del Centro Juvenil, de la misma obra. Se enamoró del ambiente, del encanto que había, del entusiasmo juvenil, del compromiso de sus compañeras y del clima rico en espiritualidad, de hecho, dice que una compañera la invitó a pedir acompañamiento espiritual a quien era en ese entonces el confesor de las jóvenes, el conocido P. Julio Soto. Profesó como Hija de María Auxiliadora en 1986. En el año 1888, tuvo la fortuna de abrir el Centro Juvenil mixto en María Inmaculada, cuando ya era FMA, en su tercer año de profesión, en honor a Don Bosco en su Centenario. Con tan solo 26 años, fue enviada a Roma donde obtuvo la Licenciatura en Ciencias de la educación, con una especialidad en Catequética. El pasado 7 de agosto asumió la responsabilidad de la animación y gobierno de la Inspectoría San José, siendo así la XIV provincial de las Hijas de María Auxiliadora en las Antillas.
¿Cuál es su mayor recuerdo siendo Hija de María Auxiliadora?
Como de Hija de María Auxiliadora yo tengo muchos lindos recuerdos, pero uno muy grato de mis primeros años de profesa fue el impulso de la pastoral de adolescente con el Movimiento Luz Vida; un grupo de hermanas jóvenes con una hermana de más edad y experiencia y preparación al frente, fueron unos años muy felices, de acompañamiento de la vida de fe de los adolescentes y también entre los jóvenes. Muy linda experiencia como de trabajar con entusiasmo entre la pastoral de adolescente, de ver el compromiso de los adolescentes que al mismo tiempo se van convirtiendo en animadores de sus de sus compañeros más pequeños.
Yo tuve la dicha, como te decía, las fuertes experiencias de la celebración del “88”. Fue un año en que la juventud gozó mucho ese centenario aquí en República Dominicana, las celebraciones hicieron conocer a Don Bosco como como un gran regalo y yo viví esa festividad con los jóvenes, con la Familia Salesiana.
¿Cuál ha sido su mayor satisfacción?
La mayor de todas es la de haber acompañado a los jóvenes en sus procesos de fe y en sus procesos personales. Yo pienso que es un compromiso nuestro de acompañar a los jóvenes en su decisión vocacional, profesional, en su estado de vida. Me da mucha alegría haber acompañando a algunos jóvenes a tomar buenas decisiones y acompañarles y sostenerles en ese proceso. Eso nos da vocacionalmente una gran alegría y satisfacción.
En sus 35 años de consagrada, ¿cuáles han sido sus responsabilidades?
Fui la Coordinadora de Pastoral Juvenil, después coordinadora de Pastoral en los Procesos de Fe de la Provincia, maestra de formación religiosa, formadora en las etapas de la formación inicial, encargada de Formación Permanente, Vicaria Inspectorial, Coordinadora de Formación a nivel de conferencia (CIMAC), entre otros.
Después, otras responsabilidades que he llevado con mucho cariño es haber sido maestra de formación religiosa y he gozado muchísimo con el acompañar a mis educandos. Eso ha sido una experiencia bonita, porque el estar en las aulas con los muchachos, acompañarlos en los procesos de enseñanza y evangelización; eso te facilita el conocer su realidad y estar cerca de ellos y yo eso he tenido la gracia de aprovechar esta oportunidad de acompañamiento.
¿Cómo es el proceso para la elección de una Inspectora?
Se hace siempre una consulta para que las hermanas sugieran a las hermanas que ven más idónea para realizar este servicio, entonces siempre se ha hecho esa consulta, porque la decisión final es siempre de la Madre General, con su consejo. Pero esta vez la Inspectoría pidió ser acompañada en ese proceso, entonces una de las consejeras generales, virtualmente, dadas las condiciones de pandemia, condujo el discernimiento, Sor Nieves Reboso, encargada de la formación; fue una experiencia muy linda, que todas vivimos tanto de quedar así como contentas del proceso por el que nos fue guiando con serenidad hacia la búsqueda de la voluntad de Dios.
De modo que al final de ese proceso todas quedamos muy contentas. Todas decíamos “vamos a acepar la que sea” ya que sentíamos que habíamos hecho un buen discernimiento.
¿Había expectativa con su persona para ser Inspectora?
Lamentablemente sí, y eso me asustaba de raticos, porque me mencionaban por aquí y por allá, hasta los jóvenes, pero yo les decía “me salva que ustedes no votan”; también los Salesianos, y yo les decía “pero a ustedes no se lo preguntan,” así que no hay porque temer y seguía tranquila.
Cuando llegaban esos cometarios, ¿qué pasaba por su cabeza?
Miedo, hay que decir la palabra; me daba mucho temor al primer instante, en el sentido que decía “ay no, eso es
muy grande, es una responsabilidad. La Inspectoría tiene muchos desafíos. Yo no me siento capaz”, pero después me pasaba el temor diciendo “no, no me va a tocar a mí. Somos varias. Hay mucha gente cualificada”, entonces ya dejaba pasar.
¿Qué pasó cuando recibe la llamada de la Madre Superiora?
La Madre Superiora me llamó un día muy significativo para mí; el 18 de enero, día en que comenzaba el Triduo de la Altagracia, pero yo no cogí la llamada, porque no la vi, la vi dos horas después. Entonces encontré un mensajito por Messenger que decía: “soy madre Yvonne, necesito hablar contigo Ya a mí eso se me había ido de la mente, porque yo decía: “Bueno a esa seguro que ya la llamaron, estoy tranquila”. Yo estaba muy contenta en Cristo Rey y esperaba que esa luna de miel me durará un poco más, porque ya yo tenía 12 años de directora, seis años en Madre Mazzarello y seis años en Jarabacoa , y entonces, venir a una casa a encargarme de lo que a mí me gusta, que es la pastoral, era para mí como estar de luna de miel y como haber recibido un regalito, pero me duró poco el regalo.
Entonces, vi ese mensajito de la madre, que necesitaba comunicarse conmigo. Ahí yo me asusté un poquito, pero al otro día, cuando la madre me llamó, me habló con tanta maternidad, ya me serené y di mi sí en Fe y obediencia, con la disposición de una hija que quiere colaborar con una causa común.
¿Tiene que darle una respuesta inmediata?
Claro, ahí mismo. Pero te digo, como yo escribí y dije el día de mi toma de servicio, yo dije que sí en fe y en obediencia. En la fe, creemos que el Señor también nos sale al encuentro; se sirve de nuestra debilidad para hacernos instrumento útil en sus manos. Y el hecho de sentirnos hijas, despierta la disponibilidad y cuando una madre le pide a una hija que le haga una labor, por difícil que sea, porque te lo pide tu madre y porque es para tus hermanos, tú te haces la valiente y lo haces. Ahora sí confío en que el Señor me dará la gracia, su fuerza me sostendrá. Yo le dije a María, “María, tú vas delante. Si tú vas delante, todo irá bien.”
¿Cómo fue el proceso de preparación desde enero hasta que asumió?
Bueno, primero de custodiar esa noticia en silencio, porque nadie debía saber nada. Y yo estaba tan ensimismada, que yo no quería que nadie lo supiera. Fue un tiempo para orar esa obediencia, para acoger dentro, asumir y proyectar.
¿En qué fecha se inicia el servicio como Inspectora?
El inicio de nuestro servicio de animación es la fecha del 5 de agosto, por ser el del aniversario del Instituto, donde nosotros celebramos nuestros aniversarios de profesión religiosa y nos reunimos con esta ocasión. Este sucedió el día 7 Porque nosotros, en la provincia, teníamos una sola profesión religiosa y era en Puerto Rico, y para poder
estar presentes en la profesión de Sor Ruth Diaz. Entonces trasladamos el cambio de servicio al día 7 de agosto.
¿Cuál será su línea de trabajo durante el sexenio 2021-2027?
En lo primero que quiero canalizar mis energías, mis esfuerzos, es en trabajar por la comunión entre nosotras. Podemos lograr caminar en mayor unidad, en comunión, como un solo cuerpo. Lo digo también porque somos tres naciones con procesos y realidades muy diferentes, aunque hay cosas que nos aúnan sobre todo con Cuba, por la dificultad de comunicación, se nos hace bien difícil acompañar los procesos de allá. Lograr una comunión de corazones, de mente, de esfuerzos.
Lo segundo es trabajar y servir para hacer crecer en espiritualidad. Yo soy de las que pienso que nosotros tenemos una gran deuda con Don Bosco, nuestro padre y fundador y con Madre Mazzarello, la primera hija de María Auxiliadora que encarnó el ideal de Don Bosco. Mira, Don Bosco se quedó tranquilo cuando vio cómo marchaba la comunidad de Mornese. Don Bosco se fio totalmente de Madre Mazzarello porque tradujo el femenino su ideal y su propuesta educativa y esa fue la gran tranquilidad de Don Bosco, que esa mujer tenía una experiencia espiritual, un camino eclesial de comunión. Entonces yo deseo que en estos años nosotros caminemos para crecer en espiritualidad y que acompañemos a nuestros jóvenes a ser también más cuidados en su vida de fe, de modo que respondan a su vocación. Cuidar nuestra vida de oración, nuestra vida fraterna, porque creo que es un gran reto que tenemos.
Y el tercer desafío que yo propuse a las hermanas con lo que yo quiero trabajar es para aumentar la alegría y el gozo, de ser lo que somos, de sentirnos contentas del don que nosotras hemos recibido, que es la vocación religiosa y la vocación salesiana y aumentar la alegría y el gozo de los procesos que vamos realizando con los jóvenes y con los laicos. A veces estamos muy preocupados de los procesos, de lo que tenemos que hacer, de lo que tiene que salir; y eso es una deuda que también tenemos con Don Bosco, que estaba muy apretado, con muchos compromisos, pero no perdió nunca esa alegría y en Madre Mazzarello fue su nota predominante, porque ella se distinguió siempre por el optimismo, nada la aplastaba. Y otra cosa, yo espero conservar la alegría en medio de este desafiante trabajo.
Al terminar su sexenio, ¿qué quiere haber logrado?
Bueno, yo quisiera sentir la alegría de haber cumplido bien con esta responsabilidad que me ha sido confiado, pero quisiera sentir la satisfacción y la alegría de haber caminado junto con mis hermanas en lograr mayor unidad, convergencia, comunión y que sintamos que lo que hemos logrado lo hemos hecho entre todas y que lleguemos, al final de estos seis años, más fortalecidas en nuestra vocación religiosa y en la riqueza de nuestra espiritualidad y sentir la alegría de compartir este don con los que caminan con nosotros, que estén contagiados con nuestra alegría y nuestro gozo; que todas logremos centrar nuestra mirada nuestro ser en el Señor y desde ahí haber conducido muchos jóvenes a El.
Todas las FMA queremos llegar al final de este sexenio con el regalo de Dios de contar con un mayor número de jóvenes en nuestra familia religiosa, que quieran responder al Señor.
¿Cuál es el mayor reto al asumir esta obediencia?
Nuestra provincia tiene grandes desafíos a los cuales responder. Yo cuento con el auxilio de Dios, con el apoyo del consejo, y como dije ese día, cuento con el apoyo de todas y cada una de mis hermanas para que podamos realizar y llevar adelante esta misión. Yo sola no puedo; esos desafíos que entre todos fuimos evidenciando en el proceso de discernimiento, no son míos, son de todas, el que lo sintamos así y nos empeñemos con dedicación y entusiasmo para asumirlos es mi gran reto.
Ya para terminar, ¿cómo sueña su Inspectoría ideal?
Como un grupo de hermanas unidas, felices y que podamos irradiar el gozo de nuestra vocación, que no haya que decirlo ni pregonarlo, sino que lo vean, que se contagie esa alegría. Y un grupo de hermanas conscientes y felices de este gozo que hemos recibido y que vamos compartiendo; que los demás sientan el gozo que tenemos de ser consagradas y salesianas. Sueño con una provincia donde hermanas, jóvenes y colaboradores laicos, junto a los demás grupos de la Familia Salesiana caminemos hacia el Señor, como lo dice nuestra misión; hacer que los jóvenes se comprometan, no con nosotras, si no con el Señor, con la Iglesia, con su Reino.