4 minute read
Año nuevo: Una renova da esperanza 16
Año nuevo: Una renovada esperanza
LDG. Daniela Gutiérrez, Laica comprometida
Advertisement
¡Hola querida socia y socio de nuestro boletín! Por primera vez me animo a dirigirte unas palabras en este inicio de año. Quiero compartir contigo una reflexión sobre como mantener la esperanza renovada a lo largo de nuestra vida y muy especialmente en este tiempo de pandemia. Seguramente nos hemos sentido decaídos más de una vez al ver aspectos de nuestra vida fuera de nuestro control, en áreas como nuestra salud, nuestras relaciones familiares, nuestra dinámica de trabajo, rutina diaria, nuestra participación en la vida comunitaria dentro de la iglesia y hasta nuestra relación con Dios. Como cristianos tenemos una ventaja, la virtud de la ESPERANZA, una virtud teologal infundida por Dios en el alma de los fieles para hacernos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. La esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad. (CEC 1818) Es por esto que como cristianos no podemos llenarnos de miedo y desfallecer. San Juan Pablo II nos invita a redescubrir la virtud de la esperanza, que “por una parte, impulsa al cristiano a no perder de vista la meta final que da sentido y valor a toda su existencia y, por otra, le ofrece motivaciones sólidas y profundas para su compromiso cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al plan de Dios” (Tertio millennio adveniente). Para mantener la esperanza renovada hay que tener una actitud orante y confiada en Dios, tener el corazón dispuesto a recibir las inspiraciones del Espíritu Santo y obrar según la voluntad de Dios, aprovechando el tiempo intercediendo por los demás que se encuentran en dificultades y ayudándolos como nos sea posible. A pesar de todo hay una cosa que ninguna pandemia puede detener, y es el amor de Dios. Como dice en su Palabra: “Nada nos podrá separar jamás del amor de Dios, en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8, 39). Este amor que nos llena de vida, nos transforma, nos libera, nos sana, nos llena de esperanza y nos enseña a amar, así como Dios nos ama, este amor que a pesar de la distancia podemos seguir compartiendo con nuestros seres queridos a través de llamadas, nuestros cuidados con los que tenemos en casa, escuchándonos unos a otros y acompañándonos aún en la distancia. Que Dios renueve nuestra esperanza cada día y vivamos confiados en Él, con la mirada puesta en la verdadera
felicidad, la vida eterna.
La voz del Papa
Sem. Emmanuel A. Martínez O., I de Teología
¡Hola queridas socias y socios de la obra de las vocaciones! Es un gusto poder compartir con ustedes este artículo, en el cual, nos uniremos como Iglesia a las intenciones del Papa Francisco que mes con mes nos comparte. En esta ocasión ha iniciado el año con una intención especial: La fraternidad humana.
El Santo Padre pide, frente a todos los desafíos de la humanidad, que nos abramos y unamos, como humanos, como hermanos y hermanas, “con los que rezan siguiendo otras culturas, otras tradiciones y otras creencias”. Es necesario construir puentes entre los pueblos y las culturas. “La fraternidad nos lleva a abrirnos al Padre de todos y a ver en el otro un hermano, una hermana para compartir la vida o para sostenerse mutuamente, para amar o para conocer”. Una fraternidad que mira hacia dos sentidos: reconocernos hijos de un mismo Padre que nos ama y reconocer al otro como don, donde Dios se hace presente en ese mismo amor.
¿Qué significa estar al servicio de la fraternidad?
1) Significa profesar un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Que no encontremos límites para reconocernos hermanos. 2) Significa sembrar paz por todas partes y caminar cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. ¡Que mayor ejemplo encontramos en la persona de Jesús! 3) Significa entender que Dios ha creado a todos los seres
Intención de Enero: La fraternidad humana. Que el Señor nos dé la gracia de vivir en plena fraternidad con los hermanos y hermanas de otras religiones, rezando unos por otros, abriéndonos a todos.
humanos iguales de derechos, deberes y dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos.
Comenta el Papa Francisco “Los creyentes debemos volver a nuestras fuentes y concentrarnos en lo que es esencial. Lo que es esencial de nuestra fe, la adoración a Dios y el amor al prójimo.” Que curioso que como cristianos nuestra mirada ha de estar en estos dos sentidos, hacia Dios y hacia el prójimo, amar a Dios y al prójimo. Dentro de la formación en nuestro Seminario, el espíritu fraterno se cultiva durante todo el proceso en vista a pertenecer dentro de la familia sacerdotal, se es hermano de camino, que sabe que cuenta con el otro para compartir las alegrías, tristezas e inquietudes. Hoy en día aunque la pandemia nos limite un poco seamos verdaderos cristianos con espíritu fraterno, donde reconociéndonos hijos e hijas de un mismo Padre, podamos compartir con los demás este mismo sentimiento de ser fraternos con todo aquel que lo necesite, a través de un sencillo mensaje, de una pequeña oración por el otro nos impulse a acercarnos más con un corazón fraterno. ¡Dios nos bendiga!