Blanco sobre negro
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En una tarde de perros; allí, dentro de Sta. María, con la luz incandescente de aquellos focos, allí andábamos los tres: Pedro Rasines, Tino Delgado y yo. Objetivo: fotografiar las tallas pequeñas del retablo de Belén, una por una, con una cámara digital, cosa que aún no se había hecho con esa tecnología. Seis megas, de aquellos, nos acompañaban. Con toda la delicadeza del mundo; una escalera, unos guantes de tela y una brocha para quitarles el polvo, íbamos bajando, una por una, cada una de las vinisteis piezas “pequeñas” del retablo para retratarlas; para ver, de una santa vez, todos sus detalles, todos sus misterios de cerca… Es lo que tiene la foto digital, le das a la lupa y ves los agujeros hechos por los xilófagos tan grandes como el Túnel. Nos colocamos delante de las escaleras del altar mayor; con aquella, casi, luz día de las lámparas, una silla y, encima, a falta de mejor tela, un paño blanco. Sí, de esos que usa Ramonita para limpiar cosas. Una a una, haciendo equilibrios en algunos casos, íbamos bajando las tallas, colocándolas encima de la tela y retratándolas. Evitando el flash, en todos los casos, y ayudados de un trípode para ganar calidad. No es que supiésemos mucho de fotografía, seguro que hoy lo haríamos mejor, pero no podíamos dejarlo más… nos comían las ganas de hacer, de tener un archivo digital de una santa vez y, ¿por qué no?, dar una posible charla mostrado todos los entresijos que de tales piezas, de aquel retablo, sabíamos –al final se hicieron dos charlas-. Ahora; volviendo la vista atrás, me rondan la cabeza mil detalles: las armaduras góticas que portan los soldados “romanos” que han de crucificar a Cristo, la iglesia gótica –la sinagoga- dónde la Virgen hará su Presentación en el Templo, la vela en la mano de S. José en aquel Portal de Belén; la repetición, cual calco, de la cara de Jesús en todas las imágenes… ¡Tantos detalles!
Obsérvese la tez “morena” de la Virgen y el Niño y el ala caída hacía abajo del ángel de la izquierda. Compárense con las fotos de abajo.
Después de su último periplo (Burgos –Brujas, 2006/7); conmemorando el quinto centenario de la muerte de Felipe “le Beau” en la Casa del Cordón de Burgos –lo del vaso de agua helada después de una partida de pelota-, de la mano de la Fundación Carlos de Amberes, parece ser que a la Virgen le salieron “nuevos males” –o se agudizaron los que ya tenía-, nuevos 2
desperfectos que había que subsanar pronto y, debido al valor incalculable de la obra, la cosa exigía un esfuerzo y acometer una restauración integral que garantizase la supervivencia del conjunto muchos años más. ¡Vamos! ¡Qué ya no está la cosa para viajes! Después de tantos años, la “cosa” está aclimatada a la humedad, al entorno, de tal manera que cualquier cambio le afecta. Por otro lado…
Cuadro de dos ángeles sosteniendo una corona sobre un esquema de “una cabeza” que se encuentra en el museo del Louvre (Paris). Obsérvese la similitud con los ángeles del retablo de Laredo (Abajo).
Obsérvese lo oscurecido de los rostros y la falta un ala –izquierda, según se ve- a S. Gabriel.
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Andando el tiempo, todavía, seguimos –sigo- descubriendo cosas. Detalles que, antes pasaron de largo: el ala de uno de los ángeles de la Coronación de la Virgen –la que cae hacía abajoque, seguramente, perteneció a S. Gabriel –al de la Anunciación y que sería la izquierda según se mira- y que, hoy, le falta –sólo tiene una-; la imagen de los ángeles de la Coronación que, seguramente, proceden de un dibujo, de una pintura, anónima, del Louvre –en origen sostendrían una corona en las manos-; la “falsa” –postiza a falta de la original- paloma de la punta del arco de la hornacina de la Virgen de Belén y, ¡curioso!; el tan comentado dibujo, boceto preliminar u obra posterior, atribuido a Barthélémy d´Eyck que, ahora, hemos descubierto que puede ser de un tal Girard de Roussillon –contemporáneo de Van Der Weyden- y que, curiosamente, se encuentra en el Museo Nacional de Estocolmo… ¡Allí lejos! Para unos, es demasiado perfecto para ser un boceto preliminar, con lo que el dibujante lo hizo con el modelo original delante ¿en Bruselas? ¿En Laredo?; para otros, el artista, el escultor, plasmó, esculpió, con toda fidelidad el boceto, el dibujo, sobre la madera.
Grabado de Estocolmo. ¿Boceto preliminar o dibujo posterior? En origen atribuido a Barthélémy d´Eyck y, posteriormente, a Girard de Roussillon.
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Curiosamente, todos estos datos, quedaron expuestos, quedaron sobre la mesa, en Lovaina (2009), en la exposición que allí se montó sobre la vida y obra de Rogier Van Der Weyden 1400/1464- “Maître des Passion”, y donde conocen nuestro retablo y su historia mejor que nosotros. Sea como sea, como diría Napoleón en la campaña de Egipto: ¡Desde lo alto de ese Retablo más de cinco siglos nos contemplan! El pasado día, me desayuno, por fin, con la noticia de su restauración. De que el Instituto del Patrimonio Cultural de España va a proceder a la ejecución de la obra que rondará los 352.000 €. en dos años. ¡Bien! ¿Volveremos a ver esa cara “pálida”, sonrosada en sus mejillas, de una Virgen flamenca que nunca debió perder? ¿Recuperaremos sus tonos originales? ¿Matarán los xilófagos y hasta le harán un escáner a la talla para ver sus tripas –los anillos de su madera- por dentro, su antigüedad, su procedencia, el tipo de madera, etc.? Parece ser que sí… que esa es la idea. Seguramente tenemos la colección más amplia de escultura gótica flamenca de Europa -26 grupos “pequeños”, los grandes y ocho (de doce) apóstoles-. Un encargo de algún adinerado mecenas de aquella época que, en honor a la vieja iglesia –la de Belén- y a aquella reliquia de algo que estaba elaborado con pasta de leche de la Virgen (ver Bravo y Tudela), tuvo a bien encargar en aquellos talleres de Tournai o de Bruselas, un mueble litúrgico para engalanar nuestra iglesia de la Asunción –primitiva de Belén-. Dicen que bien pudo ser Juan González de Escalante el viejo, pues tenía “delegación” comercial naviera en Países Bajos, pero no descartamos que pudiese ser otro. La influencia de la pintura flamenca es palpable en toda la obra, tan así, que si vemos los cuadros de Rogier Van Der Weyden y, luego, las tallas, las imágenes del retablo, los modelos se repiten. Así quedó plasmado en aquellas dos charlas. Y, además, es curioso, porque cuando aquello lo normal era que el pintor contratase lo que el escultor debía tallar para, más tarde, con la pintura, darle el toque “sagrado”, el punto final. Cosa que me costa cabreaba bastante a los escultores pues quedaban a merced de lo que el pintor pagase por dicho encargo. Esto dio muchos problemas y disputas entre ambos gremios. Y entre lo del boceto, la falta del ala de S. Gabriel, la paloma, los ángeles de la coronación, etc. Recordar que, hace unos años –bastantes-, se le dio un “repaso” a los grupos escultóricos pequeños y a algunos de los grandes –Virgen incluida-. Reparación, restauración, que se llevó a cabo en el taller del Museo Diocesano Regina Coeli (1979/80) y en el que, curiosamente – desconozco la causa-, no se abordó la restauración de las figuras –Jesús y la Virgen- de la Coronación, del ático. Ahí todavía se pueden apreciar los rostros pálidos, muy al uso en el siglo XV y tiempo después, con esas mejillas sonrosadas. 5 Obsérvese la palidez de los rostros y las mejillas sonrosadas.
Palidez que perdió la talla de la Virgen de Belén, el Niño y alguna otra, a base de aplicar una capa de betún de judea sobre ellas.
Imagen de la Virgen y el Niño hacía 1979, antes de la restauración de Santillana.
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Así las cosas, pasamos de rubia, de flamenca, de pálida con mejillas sonrosadas, a morena y castellana. Una torpeza sin malicia, que hoy –cuando toque-, se intentará recuperar, poner blanco sobre negro (ver fotos). Termino. Tal vez, otro día, tengamos que repetir la charla; tal vez hacer nuevas fotos; tal vez la cosa dure un par de años –o año y pico- y; tal vez, podamos ver el proceso, poco a poco, sólo subiendo a visitar Sta. María, ¡ojalá! De momento, lo duro, lo difícil, la cuestión económica –con los tiempos que corren- parece que está en camino ¡qué llegue y se ejecute! ¡Sea bienvenida! Para acabar. Sea como sea, repito, como diría Napoleón en la campaña de Egipto: ¡Desde lo alto de ese Retablo más de cinco siglos nos contemplan…! Y un montón de detalles, un montón de historia, de nuestra historia, de Laredo.
Fernando Baylet.
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