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Una vida dedicada a la propiedad intelectual | Carlos Castillo

Carlos Castillo: Una vida dedicada

a la propiedad intelectual POR JUAN CARLOS MENJIVAR

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Conversamos con una autoridad consumada de la propiedad intelectual en El Salvador, Carlos Castillo nos abrió las puertas de su oficina para conocer un poco de su extensa trayectoria y vida al servicio del desarrollo de la propiedad intelectual en el país.

Actual socio y director del departamento de Litigios en el área de Propiedad Intelectual de la firma regional Romero Pineda, Carlos Castillo comenzó su especialización en 1981 desde el Órgano Judicial; por un tiempo su desempeño como colaborador judicial en la Cámara de Apelaciones de la Cuarta Sesión del Centro, tribunal en el que cual se atendían cuestiones civiles, penales, inquilinato, tránsito, conocía de todo, “y los colaboradores también debían saber de todo para seguir el ritmo”, recuerda Carlos.

Como toda construcción duradera, su trayectoria en el área tiene una primera piedra reconocible y fundamental para el futuro,

Carlos identifica tal suceso como el momento en el que recibió un expediente con un proceso de terminación de un contrato de distribución, pero dicho contrato tenía la particularidad de radicar en una marca. En 1981 la materia de las marcas era regulada por la ley de marcas de 1921, aún faltaban más de veinte años para la entrada en vigencia de la actual Ley de Marcas y Signos Distintivos, en la cual el propio Carlos dejó su huella.

“Lógicamente en esos tiempos el tema para mí no era conocido, fue a raíz de ese caso que comencé a estudiar la legislación nacional e internacional, y fue así que comencé a tomarle el gusto al tema y comenzar su estudio”, explica.

Fue ese momento el que podemos identificar como el que lo motivó el adentrarse en el área y dedicar su carrera al estudio y desarrollo de El Salvador desde la propiedad intelectual. “Para 1982 a invitación de una firma de abogados, el Dr. Alfredo Espino Nieto, salgo de la Cámara y me voy a trabajar a su despacho, donde ya se tenía una muy buena cartera de marcas, en algún momento fue registrador de comercio y también conocía del tema. Básicamente así fue como comencé a tramitar las inscripciones de marcas, una de que otra patente, etc, pero fue en ese año que se marca esa vinculación personal con la propiedad intelectual”.

Con su adhesión a una firma de abogados, Carlos se retira del sector público, pero su carrera mantendrá una especial cercanía con la administración pública y las regulaciones que afectan al país en materia de propiedad intelectual.

Con el apoyo del Dr. Espino Nieto, Carlos obtiene una nueva visión de la propiedad intelectual, una enfocada en la parte administrativa para proteger, el cómo se protege un distintivo comercial, la importancia que tiene la marca en relación con una empresa, lo determinante que es para un mercado tener una buena marca, y los temas relacionados al mismo.

Continuando con la línea de tiempo, a mediados de los años 90 decide trasladarse a Guatemala, habiendo culminado sus estudios de leyes en el 84, para estudiar administración de empresas, coincidentemente ingresa a un proyecto que exigía ese conocimiento administrativo. Gracias a este cambio de aires adquiere una vinculación con el tema de propiedad intelectual, pero desde una perspectiva empresarial. Luego de su paso en el país vecino, a finales de 1992 se une formalmente a la firma Romero Pineda, “recuerdo que en mi ingreso se estaba concluyendo un caso que ya había iniciado el propio Dr. Romero Pineda representando al Instituto para la Protección de la Denominación Champagne en Francia”, comenta. Caso en el que se obtuvo un resultado favorable, evitando que una persona escribiera indebidamente una marca con ese nombre, “eso nos representó una catapulta a nivel internacional”, agregó.

Diez años después de su ingreso al ejercicio vivo de la propiedad intelectual, el trabajo de Carlos Castillo contribuyó a casos de connotación internacional, pero también generó la obligación con sí mismo para llevar su especialización más allá de lo superficial, y así también adentrarse en las profundas relaciones de la materia con la parte de propiedad industrial y el derecho de autor individual.

Ese caso que tuvo repercusión internacional, contribuyó para que en 1994 el país se vinculara formalmente con el Convenio de París.

El convenio para la protección de la propiedad industrial data de 1886; sin embargo, luego de una investigación del propio Lcdo. Castillo se percataron que el convenio, aunque suscrito por El Salvador, nunca fue ratificado. “En ese año con el registrador Arriaza Polanco nos damos a la tarea de ir a buscar a la Asamblea Legislativa qué había pasado con el Convenio de París, ahí nos dimos cuenta que no era solo el Convenio de París, sino también el Convenio de Berna estaba sin ratificar”, comentá Castillo sobre el suceso.

“Bajo esa investigación se encienden las luces a nivel, y el registro con cancillería logran que se ratifiquen el Convenio de París, se notifica a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, esto fue en 1994 que El Salvador se adhiere formalmente a los Convenios de París y el Convenio de Berna, París para las patentes, las marcas, los nombres comerciales; y, Berna para el tema de derecho de autor”, explica.

El Convenio de Berna, adoptado en 1886, trata de la protección de las obras y los derechos de los autores. Luego de su participación en la ratificación de importantes convenios en la materia, le surge una nueva oportunidad para contribuir al desarrollo del derecho nacional, esto por medio de la creación de un Índice Nacional de Propiedad Intelectual.

Entre los años 1994 y el 96 se dedicó a consolidar en un único documento los tratados internacionales y la legislación, esto con el apoyo de Cancillería y el Ministerio de Justicia. Dicho índice contiene toda normativa vigente, en ese momento y desde que el país es país, ordenados por las diferentes materias, marcas, nombres, denominaciones.

Carlos Castillo nos explicó que dicho documento fue de especial utilidad para asesorar en tema de propiedad intelectual, junto al Dr. Romero Pineda, dentro de las negociaciones del tratado de libre comercio con México en las que participó con la invitación de la Asociación Salvadoreña.

“Sobre esa negociación hay una anécdota muy simpática sobre el proceso, y es que México nos presenta que quería proteger cientos de nominaciones de origen mexicanos, entre ellas el tequila. Pero, se nos informó que existía en El Salvador una marca llamada “Tequila Mariachi”, estamos hablando que no solo habían usado la denominación de origen, si no también una representación folclórica más representativa, lógicamente eso causó un impase serio. Tenemos que ir al registro, y el análisis de estatus de la marca establecía que estaba cerca de vencer, así también nos percatamos que la marca nunca estuvo en uso, y con mucha suerte la marca no fue renovada, y así pudimos volver a las negociaciones del tratado”.

Luego de una exitosa asesoría para la implementación de un importante tratado de libre comercio, Carlos Castillo entendió que era necesario llevar el estudio de la propiedad intelectual al siguiente nivel, estructurando su estudio en cuatro escenarios: el registro marcario, que es la protección industrial registral; la investigación académica; hacer valer los derechos y su aplicación, porque ya teníamos procesos, ya teníamos juicio; y luego desde la perspectiva de la divulgación, había que escribir.

Eso lo llevó, en 1999, a publicar uno de los primeros y más importantes tratados de propiedad intelectual del país, con la innovación de estar bajo la influencia de la entrada en vigencia de los Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC).

Su compromiso con la propiedad intelectual en El Salvador lo lleva a reflexionar sobre el control y vigilancia que en ese momento tenía el tema desde la Fiscalía General de la República; y así, y en un trabajo en conjunto con el Dr. Romero Pineda y el, en ese entonces, Fiscal General de la República, doctor Romero Granillo, se crea la Unidad de la Propiedad Intelectual.

Esa responsabilidad por contribuir alcanzó a toda la región. Carlos nos explica que desde la Cámara Americana de Comercio (AmCham) favoreció la creación del Comité de Propiedad Intelectual, y gracias a los alcances de AmCham la Unidad de la Propiedad Intelectual se replica en toda la región.

Es gracias a su gran trayectoria y representatividad en el área es llamado para formar parte del equipo como asesor legal del Ministerio de Economía, en la redacción de la nueva Ley de Marcas, que actualmente es vigente en el país.

Es así como, aun sin ser funcionario, Carlos Castillo ha mantenido una trayectoria al servicio del país, bajo la misión de contribuir en el desarrollo y protección de la propiedad intelectual en todas sus ramas. Sin obviar, su compromiso con la región para modernizar la legislación de Propiedad Intelectual regional por medio de varios programas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO).

En su calidad de consultor a escala internacional, ha participado en eventos organizados por la Cámara Americana de Comercio en República Dominicana (AmCham), Chemonics International, entre otros. Es miembro de la Asociación Interamericana de Propiedad Intelectual (ASIPI) y ha trabajado con los diferentes subcomités de la International Trademark Association (INTA).

Fue condecorado en enero de 2011, por la República del Perú, con la “Orden al Mérito por servicios distinguidos”, en el grado de “comendador”, como reconocimiento a la defensa legal de la titularidad y procedencia peruana de la denominación de origen PISCO.

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