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Historia de la depilación
HISTORIA DE LA
Depilación
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El pelo es una estructura fascinante que forma una espesa capa que cubre la piel del 99% de los mamíferos. El 1% restante lo componen principalmente, los mamíferos acuáticos como las ballenas, los delfines, las orcas, los manatíes, y otros semiacuáticos como los hipopótamos. Pero dentro de ese 1% de los mamíferos prácticamente desprovistos de pelos funcionales en todo su cuerpo, nos encontramos los seres humanos. Aunque tenemos pelos en casi toda nuestra piel, dichos pelos difícilmente nos sirven como aislante térmico, y es por esto por lo que a los humanos se nos conoce como “monos desnudos”.
Nuestro cuerpo está virtualmente sin pelos, excepto en algunas zonas especiales como el cuero cabelludo, donde nos protegen de los rayos solares, las cejas y las pestañas que protegen los ojos del sudor y potenciales sustancias agresoras, y las vibrisas del oído y la nariz que previenen el ingreso de partículas muy grandes, por lo que son llamadas zonas de guarda; y los pelos de las axilas, el pubis, el perineo y, en los varones, el pecho y la barba, que son zonas de generación odorífera en las que el pelo funciona como un amplificador de los olores que son fundamentales para los procesos de aceptación o rechazo hacia otros seres humanos y nuestra reproducción.
Pero, curiosamente, la principal función del pelo en los seres humanos, más allá de las que ya hemos mencionado, es la función cosmética de darle identidad al individuo. corporales de muchas maneras y la época actual no es distinta, pues hemos logrado eliminar los pelos de muchas partes del cuerpo, en muchos casos de manera definitiva, y es una moda que tiene cada vez más adeptos, pero la razón para hacer la depilación del cuerpo no es la que mucha gente piensa, pues la mayoría asume que los pelos son algo problemático, e incluso “sucio” y por eso se practica la depilación. Pero, la historia nos demuestra que esta práctica tiene razones y orígenes mucho más interesantes.
Así tenemos que los egipcios utilizaban cera y cuchillas afiladas hace, al menos, 3500 años. Los griegos consideraban hermoso el cuerpo sin pelos del preadolescente y en los gimnasios, se promovía la remoción pilosa, para que los efebos mantuviesen ese carácter infantil. Además, los grandes escultores, como Praxíteles, hicieron sus imágenes, especialmente las femeninas, desprovistas de vello púbico, y su Venus de Cnido, cerca del año 350 A.C., se tiene como la primera imagen realista de una mujer acomoclítica.
El acomoclitismo, es la preferencia por los genitales desprovistos de pelo.
En la edad media, durante las Cruzadas, los hombres y las mujeres preferían eliminar el vello púbico, por considerarlo “sucio”, conducta que de igual manera practicaban, (y aún lo hacen), los “sarracenos”, pues el Islam promueve el mantenimiento de la higiene mediante la circuncisión, el corte de las uñas y el afeitado de ciertos pelos para poseer y mantener la fitra, que se puede traducir como la “naturaleza humana innata”, que requiere el afeitado púbico, al menos, cada cuarenta días.
Las mujeres occidentales dejaron de depilar- se el pubis y las axilas, luego de una prohibi- ción real emitida por Catalina de Medici, siendo reina de Francia, durante el Renaci- miento, alrededor de 1550.
Esto se mantuvo hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando entre 1915 y 1919, se lanzó una gran campaña publicitaria, llamada The Great Underarm Campaign (La gran campaña axilar), promoviendo el afeitado de las axilas, por considerar dichos pelos como “antihigiénicos”. Dicha campaña fue emitida, inicialmente a través de Harper’s Bazaar y Mc Call, dos revistas eminentemente dirigidas a la población femenina, en las que se hacía gran énfasis en lo “superfluo y feo” del vello axilar, y cómo su remoción, era de la máxima importancia.
Esto coincidió con las tendencias de la moda de los años 20, al diseñarse las mangas sisas, vendidas por primera vez en Sears en 1922; se reforzó aún más con la elevación de las faldas, descubriendo tanto las piernas como las axilas femeninas; con los grandes triunfos del feminismo, mediante la “igualdad de derechos”; y fue reforzado en los años 30 del siglo pasado, por Helena Rubinstein, (una gran “influencer” de la época) y también por la Wilkinson Sword Company, una empresa que producía cuchillas de afeitar, que por diferentes caminos, lograron integrar la depilación axilar, como parte de la “rutina diaria” de las mujeres occidentales, incorporándolo a una parte del significado del “gran sueño americano”, y volviendo la depilación una parte de la diferencia entre los ricos y los pobres, pues así lograron que las mujeres gastasen, su preciado y recientemente adquirido dinero, en el mercado de la belleza, para demostrar cierto estatus. El éxito de estas campañas se demuestra cuando se ve el inmenso gasto en cuchillas de afeitar, pues sólo en el año 2002, se gastaron más de ocho mil millones de dólares en estos objetos.
Desde entonces, la cultura occidental y en ocasiones las culturas orientales, han promovido la diferenciación sexual mediante infinidad de cambios en el cuerpo entero, y el pelo no ha escapado a dicho influjo. Por ello las mujeres usan el afeitado de ciertas
zonas corporales desde principios del siglo XX, pero no fue sino hasta los años 70, cuando la revista Penthouse y la revista Barely Legal publicaron las primeras fotografías de mujeres sin vello púbico, especialmente jóvenes entre 18 y 20 años, haciéndolas ver como ”inocentes niñas”, apoyando y atendiendo el mito de la virginidad, tan deseado por los hombres; y luego hacia finales de los 80, cuando la industria de la pornografía se llenó de mujeres acomoclíticas, posiblemente en un intento por pasarse por la faja las normas de ese entonces, que consideraban ilegal cualquier asomo de vello púbico, que se empezó a cambiar la perspectiva de los hombres y las mujeres hacia los pubis sin pelo, reforzados por las tendencias de la moda en las playas, con la aparición de las “tangas” y el lanzamiento de la “cera Brasileña” en el ya famoso salón de belleza J Sisters de las hermanas Padilha en Nueva York. Por lo tanto, el acomoclitismo actual, ha derivado de la industria del porno, hacia una tendencia que, como el fuego, ha arrasado los vellos púbicos de las mujeres.
Aunque en menor grado, el acomoclitismo también ocurre en los hombres, pues en general, las mujeres aún prefieren los hombres con vello, aunque con tendencia a tenerlo recortado y, de cierta forma, adornado. En las comunidades homosexuales masculinas, es mucho más fuerte la presencia del acomoclitismo.
Como se puede ver, el acomoclitismo es sólo una moda y no tiene nada que ver con el hecho de que tener pelos en el pubis o en otras zonas sea malo o sucio, pues no existe ninguna evidencia científica que valide esta tesis. Pero, la depilación, especialmente
con cuchillas, sí puede traer ciertos problemas, en especial las foliculitis, que son inflamaciones de los folículos de los pelos, al tratar de lograr una suavidad fuera de la norma en las zonas afeitadas (por debajo del ras), y hace que algunos pelos se entierren en la piel al seguir su crecimiento. Además, al afeitar el vello púbico se aumenta la posibilidad de transmisión del virus del Papiloma Humano (PVH) y otras enfermedades de transmisión sexual, como los virus Herpes. Dado que, al cortar cada pelo, este se vuelve una pequeña cuchilla en miniatura, que puede rasgar la piel de la pareja sexual, aumentando la posibilidad de transmisión de dichos virus.
Por el contrario, la depilación mediante métodos como láseres de última generación, pueden disminuir la transmisión de estos virus (PVH y Herpes), e incluso de otras enfermedades de transmisión sexual (aunque en menor grado), al evitar la formación de los pelos “cortados”, y así disminuir el trauma durante las relaciones sexuales. Un gran beneficio de la depilación con láser, adicional al beneficio cosmético que provee la moda.
Dr. Carlos Eduardo Montealegre