PRÁCTICA PRIVADA
DOSSIER DE DERMATOLOGÍA
LA PÓLVORA DEL
BOTO X C H I NO DR. EDUARDO RODRÍGUEZ MIELES dermatólogo
PÓLVORA DEL BOTOX CHINO DR. EDUARDO RODRÍGUEZ MIELES
BOTOX
CHINO Imagínese, respetable lector, que tiene usted un importante acontecimiento que celebrar y decide comprar una botella de Johnny Walker®, etiqueta azul, pues la ocasión lo amerita. Al día siguiente a la celebración, con un tremendo “ chuchaqui” encima, empieza a darse cuenta de que el whiskey seguramente fue “chivateado”. Entonces se explicará por qué lo sintió algo ordinario pero, como usted nunca tuvo el paladar de un catador experto y las ganas de celebrar no podían esperar, sin mayores remilgos se tomó la botella con sus amigos y familiares. Ahora de recuerdo sólo le queda un infernal dolor de cabeza… Pues, en realidad, lo que usted creyó que era Johnny Walker®, etiqueta azul, no pasó de ser un whiskey “chimbo”, envasado dolosamente -en la botella de un licor fino- por manos inescrupulosas que viven de esa industria. En otras palabras, y como se dice en el argot popular, a usted “lo hicieron chino”.
lamentablemente, LO MISMO ESTÁ PASANDO CON BOTOX®
Llamar Botox® a cualquier cosa que se le parezca equivaldría a llamar, por ejemplo, Coca Cola® a alguna gaseosa de las muchas que existen en el mercado. Si usted ordena, en un restaurante de -razonable categoría por supuesto- una Coca Cola® y en vez de ella le traen cualquier otra cola negra, usted lo menos que hace es reclamar y exigir que le cambien lo que ha pedido, que para eso asiste a lugares decentes y naturalmente, pagará por el buen servicio.
En este punto, es oportuno aclarar que este servidor respeta profundamente a la milenaria y ancestral cultura china. Sin embargo, para nadie es desconocida la baja calidad de los productos de fabricación china que actualmente inundan los mercados mundiales: electrodomésticos, vehículos, zapatos, camarones, prótesis para implantes mamarios, toxina botulínica…
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Botox® es la marca registrada de una mágica sustancia llamada “toxina botulínica de tipo A” la cual pertenece a los laboratorios Allergan, ubicados en Irvine, California, USA. Obviamente, eso no significa que cualquier mala copia de “ toxina botulínica de tipo A” fabricada por ejemplo en Shangai, sea lo mismo que Botox®.
Los chinos inventaron la pólvora pero no el Botox®.
Desgraciadamente, en la ciudad de Guayaquil ha encontrado terreno fértil para crecer, un verdadero mercado negro de “toxina botulínica de tipo A” de origen chino.
Dicha toxina china es, naturalmente, mucho más barata que el Botox® lo cual sería maravilloso para la economía de los pacientes excepto por un par de pequeños grandes detalles.
1 Primero, su seguridad para el uso en humanos no está respaldada por el gran volumen de trabajos de experimentación con los que cuenta Botox® a nivel de la comunidad médica internacional.
2 Segundo y quizás lo más importante por lo grave del asunto, un considerable número de “prestigiosos” médicos de especialidades relacionadas al uso del Botox®, se han entregado a la codiciosa tarea de administrar toxina botulínica china diciendo a sus pacientes que es Botox® y cobrándolo como si en verdad lo fuera.
En el Ecuador que nos ha tocado vivir, este tipo de cosas suceden a diario y en todos los niveles de la actividad humana, de manera que no debería sorprendernos. Si un especialista médico decide, con supuesta buena intención, asumir el riesgo de aplicar un medicamento de dudosa seguridad a su paciente a pretexto de economía, ello no lo exime de culpa en un eventual desenlace indeseado.
La primera consideración que hay que tener en mente al elegir una alternativa cuando de medicamentos se trata es su seguridad y eficacia, ya que no los estamos aplicando en animales de experimentación sino en seres humanos. ( Con las debidas disculpas a los miembros de la sociedad protectora de animales, a quienes la razón les asiste, lástima que la ciencia en determinadas circunstancias tenga que ser cruel.)
LAS CONSIDERACIONES RELATIVAS A PRECIOS VIENEN MUCHO DESPUÉS PORQUE ANTES DEBE VENIR EL CONSENTIMIENTO INFORMADO. Este es un importante instrumento para la correcta aplicación de la ética a la práctica de la medicina
Si a pesar de todo este detallado informe el paciente todavía consiente en aplicarse la toxina china, entonces es otro cantar. Al fin y al cabo, la autonomía de un ser humano deliberante determina su capacidad de decidir qué le conviene y qué no.
Lo malo es que esa situación hipótetica ideal de un consentimiento informado al respecto de la toxina china, no suele suceder en la realidad.
Así que lo único que nos toca a quienes no estamos involucrados en tan oscuras prácticas ( ni tan oscuras que ya empiezan a ser de dominio público) es tratar por todos los medios disponibles de difundir este mensaje en bien de nuestros pacientes. Y además, en beneficio de una práctica médica que - signos de la época- no se escapa a la tentación de “hacer chinos” a los incautos.
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Como si no se supiera que quien juega con pólvora está sujeto al riesgo de una explosión.
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