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¿Resistir o adaptarse? Emprender en épocas de crisis
Por Daniel Tricarico Director Ejecutivo de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA). Ganador del premio Joven Sobresaliente de la República Argentina en la categoría “Asuntos políticos, legales o gubernamentales” otorgado por la Red Mundial de Jóvenes Ciudadanos Activos (JCI, por sus siglas en inglés).
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Estamos atravesando tiempos complejos, tiempos que nos obligan a repensar los emprendimientos, proyectos y pymes. El COVID-19 es un factor fundamental de cara a esa complejidad, sin dudas, pero no el único: en paralelo, algunas luces rojas comenzaron a encenderse y nos hablan de los cambios que vienen gestándose en la sociedad y la economía en términos de inclusión e igualdad de género, de cambios tecnológicos, innovación y el sentido del trabajo.
Hoy vivimos en un entorno que se conoce como VICA, un entorno volátil, incierto y ambiguo. Está fuertemente marcado por la disrupción tecnológica, la famosa ola digital que nos hace toparnos con conceptos como inteligencia artificial, impresión 3D, vehículos autónomos, big data, biotecnología, computación cuántica y más.
Los emprendedores y emprendedoras, como todos, se enfrentan al enorme desafío de abordar este escenario poco predecible y que cambia de manera constante. De hecho, avanza con tanta rapidez que muchas veces no nos da tiempo a entender qué valor nos aporta y ni a pensar cómo podríamos incorporar esas tecnologías a nuestro día a día. En este contexto, una de las preguntas más recurrentes es: ¿Cómo trazás una estrategia para tu emprendimiento si no existe claridad sobre lo que va a pasar?
En medio de esta marea, el año 2020 nos obligó a sacar el piloto automático y reflexionar sobre estos cambios que se vienen sucediendo. De hecho, en el libro COVID-19: El Gran Reinicio, el profesor Klaus Schwab y Thierry Malleret se cuestionan si la debacle del COVID-19 podría tener la fuerza suficiente para desatar una serie de cambios profundos; de convertirse en la oportunidad para reimaginar oportunidades e innovar en la manera en la que hacemos las cosas.
¿Cuáles son, entonces, estas tendencias sobre las que tenemos la chance de reflexionar?
Por un lado tenemos, como mencionamos más arriba, la Cuarta Revolución Industrial y el impacto de la tecnología en nuestra vida, el futuro del trabajo y en los sistemas: empresas, industria y sociedad. De acuerdo al Foro Económico Mundial, es muy probable que casi un tercio de los empleos del mundo se transformen por la tecnología durante los próximos diez años.
Acá entran, también, las habilidades que serán relevantes de cara al futuro del trabajo. En este sentido, es interesante ver cómo evolucionaron aquellas que eran requeridas en 2015 respecto a las más destacadas en 2020. Si bien la capacidad de resolver problemas complejos sigue en el podio, este año cobra especial relevancia el pensamiento crítico y la creatividad frente a la coordinación y gestión de personas. Y aún más interesante es ver cómo en 2020 aparece por primera vez la flexibilidad cognitiva, que tiene que ver con la capacidad de adaptarnos a diferentes entornos. Es, por supuesto, una invitación abierta a reflexionar sobre cómo estamos reaccionando al cambio y a la incertidumbre.
Por otro lado, el COVID-19 también representa una oportunidad para analizar los esfuerzos de los últimos años para cerrar la brecha de género. A finales de 2019 se calculó que todavía faltan casi 100 años para alcanzar la paridad entre hombres y mujeres en los ámbitos de la salud, la educación, el trabajo y la política. Es un poco menos que lo calculado el año anterior -en 2018 se hablaba de 108 años-, pero de todas maneras sigue siendo una cifra estrambótica. Los países nórdicos, como Islandia, Noruega, Finlandia, Suecia y Nicaragua, son los que tienen mayor igualdad de género de acuerdo al Global Gender Gap Report 2020 (Informe global de la brecha de género 2020). Vale preguntarnos qué esfuerzos deberíamos potenciar de manera colaborativa para achicar significativamente esa cifra.
A su vez, también nos invita a pensar sobre la agricultura y el futuro de la alimentación: por ejemplo, durante este año vimos más que nunca cómo creció el consumo y la oferta de proteínas alternativas. Un caso concreto es el de la startup chilena NotCo, que usa inteligencia artificial para crear comida -como mayonesa, hamburguesas y helado- de origen vegetal, manteniendo las texturas y la tabla nutricional. También están las empresas que hacen uso de las nuevas tecnologías para analizar los datos provenientes del campo y mejorar la productividad (agtech); las que usan satélites, sensores e imágenes para juntar información sobre los cultivos (lo que se conoce como agricultura de precisión) y ser más eficientes; o las empresas que utilizan biotecnología para mejorar los productos agrícolas.
Pero además de la crisis social y económica a la que nos expuso el COVID-19, también nos enfrentó a la crisis de sustentabilidad y recursos naturales que venimos arrastrando desde hace tiempo. Este año, el 22 de agosto agotamos todos los recursos naturales que la Tierra es capaz de regenerar en un año. Es decir, de acuerdo a la Footprint Network, consumimos como si tuviéramos 1.6 planetas. Si bien la pandemia ayudó a reducir la huella de carbono respecto a 2019, la cifra sigue despertando preguntas sobre qué alternativas podemos encontrar para lograr un estilo de vida más sostenible.
Sin embargo, además de convertirse en la oportunidad para reflexionar, la debacle del COVID-19 también nos abrió las puertas para descubrir a los “ganadores” de la economía en la pandemia. Quizá, el sector que encontró mayores oportunidades es el que pudo aprovechar el entorno virtual para crecer, como es el caso del comercio electrónico, el marketing digital y el entretenimiento audiovisual: lo vemos en el crecimiento de WhatsApp Business, el surgimiento de los Reels de Instagram, en el cambio en la consideración de la educación online y la telemedicina, por nombras algunos ejemplos.
Los sectores más golpeados, por otro lado, se vieron obligados a reinventarse. Tomemos el caso del turismo y del gastronómico, dos de los afectados: más tarde o más temprano, están comenzando a levantarse y buscar nuevas maneras de innovar para mantenerse a flote. Cada vez se escucha más fuerte la tendencia kitchen as a service, que permite reducir los costos operativos de las empresas que hacen delivery de comida a través del uso de cocinas compartidas;las ghost kitchens -del inglés, cocinas fantasmas-, restaurantes que existen solo para plataformas de entrega de comida a domicilio; y la revitalización del turismo local.
No tenemos certezas ni podemos planificar cómo será el futuro que se nos avecina, eso es cierto. Lo que sí sabemos es que algunos cambios llegaron para quedarse y que nos invitan a reinventar nuestros emprendimientos, a rediseñar y repensar elementos en épocas de crisis. Entre resistir y adaptarse a la nueva normalidad, el desafío está en usar la creatividad como insumo principal para innovar.
¿Resistir o adaptarse? Emprender en épocas de crisis