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Marzo, mes complicado
Richard Leslie Ramsay
Editor | Director Revista Desafío Exportar
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Marzo como es tradición marca el comienzo de la actividad del nuevo año. Este marzo a diferencia de otros anteriores se presenta como más conflictivo toda vez que la falta de dinero presagia reclamos de las organizaciones sociales y pocas posibilidades de atender a los reclamos de más planes y mayores ingresos. Los gobiernos populistas se desenvuelven con cierta comodidad cuando hay mucho dinero para regalar, pero cuando las arcas están vacías y con la limitación o imposibilidad de crear nuevos impuestos para nutrir las arcas del Estado, el problema se torna serio.
Debido a la necesidad de ajustar los gastos, se está estudiando que en lugar de planes van a distribuir trabajo, esto con gran disgusto por parte de quienes están acostumbrados a cobrar a cambio de nada. No hablar de trabajo. La cosecha de aceituna es un fracaso porque por falta de mano de obra sólo se pudo cosechar una parte y el resto quedó en los árboles. Hoy es un problema arraigado en miles de personas cobrar sin trabajar. Se destruyó la cultura del trabajo. Corregir este problema creado por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, se torna muy difícil ya que el mayor caudal de votos se encuentra en este sector que desde hace años es mantenido -bajo la línea de pobreza- por el Estado.
La batería de aumentos, ineludibles, van a golpear fuertemente en la economía de unos 4 millones de jubilados que perciben ingresos mínimos juntamente con la masa trabajadora de menores ingresos. Las paritarias que debieran equilibrar los mayores costos de vida, el satisfacer las exigencias podrían significar para muchas pymes el cierre de las mismas.
El ciudadano común a partir de marzo deberá afrontar las nuevas tarifas de luz, gas, agua, expensas, alquileres, prepagas, escolaridad, combustibles, transporte y como correlato la canasta de alimentos. Dichos aumentos quienes más lo sufre es la clase más sumergida y los jubilados que perciben los haberes mínimos.
El presidente de la Nación Alberto Fernández anunció la recuperación extraordinaria de la economía cuando apenas se están recuperando los valores pre pandemia. Estos anuncios rimbombantes pueden resultar un boomerang para el gobierno, ya que miles de planeros tendrían argumentos para presionar al gobierno con cortes sistemáticos de tránsito en pos de conseguir aumentos y enloquecer a quienes trabajan que son en definitiva los que con sus impuestos los mantienen. Seguir absorbiendo costos mediante la impresión de dinero, es impulsar la inflación como si fuera un globo aerostático; cada vez más alto e imparable.
Al cierre de esta edición desconocemos que sucederá con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Muchos analistas intuyen, pero pocos saben qué dice el acuerdo que eventualmente se firmaría, y qué compromisos debe asumir nuestro país. Es deseable que uno de los puntos básicos del acuerdo sea bajar los costos del Estado y que ese menor costo redunde en menos impuestos que ahogan a las empresas, pero probablemente se trate más de una expresión de deseo que de una realidad.
El acuerdo debe pasar por el filtro de la Cámara de Diputados y senadores donde el mayor obstáculo para aprobarlo no sería la oposición sino su misma tropa con Máximo Kirchner a la cabeza. La tropa, contrariamente a lo que debiera ser, gente analítica, pensante, sigue siendo un rebaño que aprueba o desaprueba lo que ordena el macho alfa, en este caso la hembra y su hijo, lo que pone un gran signo de interrogación al acuerdo que debiera ser de vital importancia cerrarlo favorablemente - si es que el acuerdo en su letra chica no exige imposibles.
Al cierre de este editorial un desquiciado peligroso, Vladimir Putin sigue asesinando gente inocente a través de sus militares entrenados para la guerra y amenazando con bombas nucleares si Ucrania no se rinde.
A este energúmeno, Alberto Fernández le ofreció la Argentina como puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica. Es de desear que los compromisos que asumió Fernández con este dictador se diluyan y queden como otra más de las tantas promesas incumplidas.
richardleslieramsay@gmail.com