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El desafío de sobrevivir
Lic. Yanina S. LOJO
Mg. en Dirección de Finanzas y Control. Titular de Consultora Lojo @mg.yaninaslojo www.consultoralojo.com
En octubre se cumplió un año de la implementación del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) y en los últimos meses, hacer comercio exterior en la Argentina se ha vuelto muy difícil. Las empresas hoy sean importadoras y/o exportadoras buscan sobrevivir. Me gustaría escribir que el comercio exterior está creciendo. Que las ventas al exterior no paran de subir porque la competitividad de las firmas argentinas es la mejor en décadas y hemos recuperado ese lugar, de economía pujante que teníamos a principios del siglo XX. Pero por ahora, sería escribir un relato de ficción. Lejos estamos de un escenario parecido.
Estamos en el extremo opuesto: empresas importadoras al borde de la quiebra, y exportadoras abandonando mercados que nuestros vecinos rápidamente ocupan. Hace un año atrás mediante la Resolución General Conjunta Nº5271 se creó el Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), el Sistema de Importaciones de la República Argentina y pago de Servicios, Cuenta Corriente Única de Comercio Exterior y Comité de seguimiento y evaluación del SIRA.
Según figuraba en el mismo Boletín Oficial a su creación tenía por objetivo “obtener de manera anticipada información necesaria para generar previsibilidad y trazabilidad en las operaciones de importación”
En simultaneo. se implementó la Comunicación A 7622, que sería el régimen cambiario aplicable para las operaciones alcanzadas por el SIRA. Lamentablemente, para el importador la previsibilidad se quedó en el camino y hoy la situación es más que crítica. La deuda con el sector es récord y falta de insumos, materiales, certidumbre y sobra angustia.
Las SIRAS
Las SIRA - como se denominó a las declaraciones -, reemplazaron a las SIMI que estaban vigente y en la práctica no se modificó mucho la carga de datos, por lo menos en un principio. La mayoría de las operaciones vinculadas con las importaciones quedaron alcanzadas por este nuevo régimen. Y aunque en un principio su carga no difería mucho del sistema vigente hasta entonces, los procesos de oficialización y de aprobación cambiaba. Al momento de querer oficializar, se hace un análisis de la situación del contribuyente general; también el perfil de riesgo (evaluación del importador en relación con si ha tenido operaciones denunciadas por subfacturación, sobrefacturación o ha desvirtuado el régimen con prácticas abusivas en proceso de investigación por medidas administrativas o judiciales) y su Capacidad Económica Financiera.
Durante mucho tiempo, hubo empresas que no pudieron oficializar ninguna SIRA porque tenían cautelares pedidas para nacionalizar cargas que estaban viajando. Y por más que hicieron presentaciones en la justicia, no han prosperado.
¿Existen empresas a las que no les han aprobada nunca una SIRA? Si, hay numerosos casos de esos ¿Existen empresas a las que les han aprobado todo lo pedido? También. ¿Hay previsibilidad? No, por lo menos esa es la impresión general de los importadores. La previsibilidad se quedó en el camino. Los importadores cargan los pedidos, no saben si se los van a aprobar, cuándo, y en qué condiciones y en el camino la realidad del país cambio: nuevas condiciones, nuevos impuestos, un tipo de cambio diferente.
La Capacidad Económica Financiera (CEF)
Esta no nació con la SIRA, pero su implementación en el proceso de validación trajo muchos problemas en los últimos meses. Como mencionamos antes, dentro de los controles previos para lograr oficializar un pedido de SIRA o SIRASE el Sistema deberá corroborar que tenga CEF suficiente para llevar adelante la operación que está cargando en el sistema.
Por lo cual, una empresa puede encontrarse que al momento de querer oficializar su SIRA o SIRASE el sistema le envíe un mensaje de error indicándole que su CEF es insuficiente La Capacidad Económica Financiera se ha vuelto una verdadera tortura para las compañías desde agosto a esta parte. ¿Por qué? Porque el sistema les dice que tienen CEF insuficiente o valor equivalente a un $1.- El error F24 a la hora de oficializar. ¿Y entonces? Hasta tanto ese valor no se modifique no se podrán oficializar ni pedidos de SIRA ni de SIRASE. De esta manera, durante todo el mes la posibilidad solicitar autorizaciones se ve dificultada o impedida. La esperanza de es que la situación se logre corregir antes del próximo ejercicio mensual, pero no siempre es así.
¿Cuáles son las consecuencias? Posibles baches significativos en la provisión de insumos, materiales o equipamientos. Como consecuencia podemos tener demoras en los procesos productivos, y caída de la oferta disponible. Por ello, algunas han tenido que limitar sus ventas para que no se produzcan roturas de stock en el futuro. Originalmente, el escenario de CEF $1 se presentaba cuando había alguna cuestión impositiva - fiscal para revisar. Por ejemplo: faltaban presentar alguna DDJJ. Sin embargo, desde que comenzó el mes de agosto muchas empresas detectaron que su situación había cambiado y que se encontraban en este universo. Oficialmente, se informó que el CEF $1 se les había colocado a empresas que no habían cumplido con la liquidación de divisas correspondientes a exportaciones. Sin embargo, muchas PyMES que nunca importaron, y que no registran inconvenientes, se encuentran en esta situación.
Muchas empresas de logística están al borde del colaps. Acumulan una deuda monumental con sus proveedores, y ven peligro en su futuro
Las SIRASE
La SIRASE reemplazó a las SIMPES, que a su vez nos hacen recordar a las DJAS. La realidad es que, a diferencia de las versiones anteriores, el sistema se ha vuelto una verdadera tortura porque las aprobaciones no llegan. Si hacia abril se acumulaban servicios pendientes de pago, la decisión de incluir los fletes y gastos asociados llevo al comercio exterior a una situación de crisis. Son muchas las empresas que dejaron de cobrar los mismos de manera local, y las empresas tienen que tramitar la SIRASE para pagar en el exterior o cambiar el INCOTERM, pero eso tiene otro problema. Desde Economía han parametrizado que los gastos conexos no pueden superar el 15% del valor FOB. ¿Y qué pasa si lo superan? No pueden pagar, o tienen que pagar menos y quedar con una deuda con el proveedor. Hay servicios a los que se les puso un “parking” una cantidad de tiempo que se debe esperar para poder cancelarlo al exterior. Pero se necesitaba contar con información en la SIRASE para que el proceso de pago pudiera llevarse adelante, y los cambio demoraban y no llegaban. Después de un año, y casi siete meses de su implementación, hay casos que todavía la fecha de aprobación no se visualiza. La situación es tan compleja, que desde hace unas semanas, las empresas del sector público que tenían un tratamiento diferencial lo han perdido.
La normativa cambiaria, una maraña de comunicaciones y el verdadero problema
Hasta octubre del año pasado teníamos el Texto Ordenado de Exterior y Cambios que servía de base de consulta para poder conocer la normativa cambiaria que aplicaba para el universo de comercio exterior. Obviamente iban saliendo comunicaciones posteriores, pero hacia mayo de cada año se compilaban.
El régimen cambiario para el Sistema de Importaciones de la República Argentina es una maraña de comunicaciones, que obliga a las empresas a estar buscando cuál es la que le corresponde. Sin tener certeza si omiten algo o si están tomando la última versión disponible.
Pero el mayor problema de lo establecido en el Comunicación A 7622 y sus modificatorias, es que eliminaron la posibilidad de pagar anticipadamente salvo muy raras excepciones.
Si bien se habilitó el pago con dólares propios, o con fondos de libre disponibilidad, todo debe solicitarse al momento de la SIRA lo cual condiciona a la empresa puesto que una vez aprobada la solicitud queda condicionada. Las excepciones para poder pagar antes del plazo establecido en el MOA cada vez quedan más limitadas. Desde ese punto de vista, el sistema vigente para las SIMI con categorías daba más certidumbre y permitía - aún compleja -, llevar adelante las operaciones. Los bienes de capital se podían pagar según lo negociado con el proveedor, mientras que ahora se ha vuelto imposible. Por otro lado, los insumos médicos de lo cual se ha hablado mucho en el último tiempo no tenían estos problemas a la hora de gestionar el pago.
Las empresas dentro de un margen lógico en función del histórico de sus operaciones podían operar y pagar, y si superaban ese “cupo” en función de la NCM podían acceder al mercado en un plazo determinado y conocido. No como hoy, que muchas empresas ven modificadas las condiciones constantemente. El plazo de acceso inicial no sirve, salvo en los casos que se busque un financiamiento. Y el definitivo puede variar, inclusive puede desaparecer. En estos últimos casos, los reclamos parecen no ser oídos o tardan demasiado en resolverse y mientras tanto las relaciones comerciales se desgastan o se pierden.
¿Qué previsibilidad se maneja en un sistema así? Originalmente se había indicado que a las PYMES se les iba a dar un plazo de 60 días, pero hoy ya nada se respeta. La normativa está constantemente cambiando y, por ende, cambian las condiciones. Los proveedores ya no están dispuestos a seguir tolerando esta situación.
En el caso de los servicios, no sólo se generó un enorme problema cuando se estableció la SIRASE para lo que tiene que ver con fletes y gastos asociados, sino que las aprobaciones no sirven de mucho cuando no hay claidad para el pago.
La cantidad de veces que los bancos han tenido que readecuar sus sistemas por los cambios, los pedidos de nuevas declaraciones juradas, la imposición de nuevas disposiciones hace que se vuelva por momentos muy difícil operar. Hay jornadas que se convierten en virtuales feriados cambiarios, aún sin que nadie los determine.
La Cuenta Corriente Común de Comercio Exterior (CCUCE)
Este validador se ha vuelto una traba “informal” más para las empresas. Cada vez que el sistema “falla” o se “cae” no se pueden validar las operaciones y por lo tanto no se pueden hacer giros al exterior. En otras palabras, el mercado queda expectante y los proveedores comienzan con los reclamos. En los últimos días, fueron más las veces que el sistema no funcionó, y por ende no se pudo operar.
Errores ilógicos como el 46 y 47 que en principio se presentaba cuando había transcurrido más de 30 días de la fecha de acceso al MULC y no se había cursado, hoy se presentan aun cuando no se da esa condición. Desde hace ya más de diez días apareció el error 49, cada vez que se desea validar el pago de una operación temporal (IT) o una operación en zona franca (ZFI). También tenemos el error 28, muchas empresas presentan sus operaciones porque les ha llegado la fecha de acceso, y cuando el banco va a validar notan que esta les ha sido borrada. Los reclamos parecen caer en saco roto: la presentación de MUELA (Multinota Electrónica Aduanera) o mails, y quedan siempre esperando la aprobación de la Secretaría de Comercio y el problema no se resuelve.
El cepo más recargado que nunca
La previsibilidad se quedó en el camino, porque la mayoría de las
empresas nunca saben si les van a aprobar las operaciones, cuándo las van a poder pagar, si las condiciones no van a cambiar en el mientras tanto. Por el contrario, cada día que pasa queda claro que hay una mayor arbitrariedad. Que el sistema se desvirtuó y fue utilizado muchas veces como moneda de cambio para lograr acuerdos de precios. Hay organizaciones que han visto al menos entre 2 o tres veces que se le han reperfilado los plazos de acceso mientras que a otras nunca les han cargado la fecha de acceso al mercado.
La realidad es que hoy lograr pagar un servicio se ha vuelto una epopeya, empresas proveedoras de software suspendieron el pago de manera local y trasladan el problema a sus clientes. Nadie tiene certidumbre sobre cómo continuar trabajando. Muchas empresas de logística están al borde del colapso. Acumulan una deuda monumental con sus proveedores, y ven en peligro su fututo.
Por ejemplo, una empresa del rubro textil, con más de 13 años de antigüedad. Una verdadera PYME, ya no resiste más. No son grande importadores, jamás han tenido problemas con la Aduana y menos han hecho uso de prácticas legales para obtener la autorización para importar (cautelares). Hoy su futuro está en riesgo, y por lo tanto, el de más de 4 familias también pende de un hilo.
Principalmente importan telas, que luego se venden el mercado local para la confección de diferentes productos. Son parte de una cadena productiva mano de obra intensiva, que se nutre de insumos local pero también de importados.
Con mucho esfuerzo lograron que su proveedor aceptará que el pago fuera diferido, dieron su palabra y su compromiso de que iban a honrar la deuda. Hoy 90 días después de que nacionalizaron la carga no saben cuándo van a poder pagar. ¿Por
qué? Porque nunca les asignaron fecha de acceso definitiva. Hicieron todos los reclamos: mandaron mail a secretaría, en numerosas ocasiones, incluso han hecho una presentación ante Mesa de Entrada y tienen un número de expediente asignado, pero nadie los ha contactado.
Ahora no sólo han perdido un proveedor, que les suspendió las ventas, sino que se arriesgan a perder los clientes locales y todo el capital invertido. Años de esfuerzo están a la deriva.
Una devaluación encubierta
Mientras que el gobierno anuncia que mantendrá el congelamiento del tipo de cambio hasta mediados de noviembre, extendió el Programa Incremento Exportador hasta el 17 de noviembre. Además, lo amplio a todas las exportaciones de bienes y servicios (en este caso cuando se presenta en el exterior). Con la particularidad de que el 70% del contravalor recibido se liquida en el Mercado Único y Libre de Cambios al tipo de cambio oficial, mientras que el 30% restante lo hace en el mercado financiero.
De esta manera, el resultado de la liquidación pasa a ser variable puesto que uno de los componentes - el tipo de cambio financiero -, varía todos los días . Y mientras que el día que se anunció por cada dólar liquidado se recibían $525 - promedio de ambas liquidaciones -, a la semana sólo $500.
Este tipo de medidas no solucionan los problemas de competitividad de las empresas argentinas que están hoy muy asociados al crecimiento de los costos locales, como consecuencia de la inflación, la suba de tarifas, la falta de insumos, materiales, repuestos, bienes de capital y podríamos continuar sumando. Mientras que se les ofrece liquidar a un tipo de cambio de $350 el 70% exportador no tiene.
La compleja situación macro y cambiaria ha devenido en restricciones a la exportación de ciertos productos y sistemas de control de importaciones (SIRA) y pagos de servicios (SIRASE) que han generado incertidumbre, incumplimiento con proveedores y fuerte deuda privada, llevando inclusive a reacciones extremas como las de las compañías marítimas internacionales que dejaron de aceptar pagos en Argentina, agravando nuestro futuro logístico.
Exportar no es sólo obtener divisas, es generar trabajo y desarrollo inclusivo, y esa es la dimensión que debemos priorizar.
El complejo entorno internacional -con factores como la crisis del multilateralismo, graves tensiones geopolíticas, rebalanceo global, uso de la sostenibilidad como dimensión para restringir comercio, disrupciones tecnológicas, entre otros-, así como la multiplicidad de actores involucrados, demuestran la necesidad de coordinación y comunicación. Por lo tanto, una Estrategia Nacional Exportadora en Argentina debe ser liderada desde la máxima autoridad presidencial y debe contar con la participación sistemática del sector privado. Creemos vehementemente en la institucionalidad y en la cooperación público-privada sobre la cual tenemos excelentes ejemplos. Es por eso que, analizando las mejores prácticas internacionales y con el aporte de encuestas de opinión enviadas a 6.500 exportadores desde la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), hemos desarrollado una propuesta de Estrategia Nacional Exportadora. Partiendo del supuesto de que una macro ordenada es condición necesaria, pero no suficiente, para organizar el crecimiento desde el sector externo, hemos realizado 142 propuestas técnicas en base a 6 ejes (Relacionamiento externo, Impuestos y restricciones, Facilitación del comercio, Logística, Financiamiento e Inteligencia y promoción comercial), las cuales consideramos fundamentales para construir el país que queremos a mediano plazo.
Empezar por colocar a la competitividad como política de Estado será determinante para lograr un futuro sostenidamente próspero e inclusivo para nuestra nación.