Diábolo magazine enero 2019

Page 1

DIÁBOLO MAGAZINE

#01 / 2019

H.P. LOVECRAFT VIDA Y OBRA ILUSTRADAS

MI VECINO MIYAZAKI ¡SEXTA EDICIÓN!


H.P. LOVECRAFT. VIDA Y OBRA ILUSTRADAS ¡NUNCA HABÍAS VISTO UN LIBRO SOBRE LOVECRAFT COMO ESTE! Innombrables entidades tentaculares invocadas por medio de antiguos y blasfemos libros, posesiones a través del tiempo y el espacio, malsanas familias rurales de rostros extraños y vástagos diabólicos, ciudades baldías sobre las que ha caído una primigenia maldición, pasmosos descubrimientos interestelares que niegan la universalidad moral del hombre… H.P. Lovecraft es sin duda una de las figuras mayores de la literatura de terror. Bajo la égida de las pesadillas de Edgar Allan Poe y Arthur Machen, concibió una vasta obra cuya oscura visión del mundo, el “horror cósmico”, resultaría una influencia ineludible para los posteriores gigantes del género, tales como Stephen King o Thomas Ligotti, así como para el cine, el cómic, los videojuegos y los juegos de rol. El culto a Lovecraft, creador de los llamados Mitos de Cthulhu, se mantiene intacto hasta nuestros días en su capacidad para evocar lo siniestro. H.P. LOVECRAFT. VIDA Y OBRA ILUSTRADAS Agustín Conde De Boeck y Hernán Conde De Boeck. Cartoné. 17x24. B/N y Color. 280 páginas ISBN: 978-84-949449-5-6 Precio: 27,95 euros Disponible la última semana de enero

Agustín Conde De Boeck (San Miguel de Tucumán, Argentina, 1987). Licenciado en Letras, es especialista en literatura argentina y literatura fantástica. Publicó los libros El Monstruo del delirio. Trayectoria y proyecto creador de Alberto Laiseca (Buenos Aires, La Docta Ignorancia) y, junto con Celeste Aichino, la compilación crítica Sinfonía para un Monstruo. Aproximaciones a la obra de Alberto Laiseca (Villa María, Eduvim). Proyecta con su hermano una serie de libros sobre los grandes maestros de la literatura de terror, desde E.T.A. Hoffmann hasta Thomas Ligotti.

Este libro ofrece un recorrido ilustrado por la vida y la obra del oscuro Solitario de Providence, desde sus ficciones más precoces y extrañas hasta las abominables obras maestras de su madurez. No está muerto lo que duerme eternamente, y con el paso de extraños eones, incluso la muerte puede morir.

Hernán Conde De Boeck (San Miguel de Tucumán, Argentina, 1990). Aficionado al cine oriental, la historia griega y las novelas de Joseph Conrad, estudió Diseño Gráfico y realizó distintos trabajos de ilustración para Argentina, Italia y Australia. Está preparando una novela ilustrada que adapta el mito germánico de los nibelungos y, con Ariel Grichener, un cómic de fantasía gótica: El ejecutor.







MI VECINO MIYAZAKI STUDIO GHIBLI, LA ANIMACIÓN JAPONESA QUE LO CAMBIÓ TODO. EDICIÓN DEFINITIVA.

¡SEXTA EDICIÓN!

Si te emocionaron El viaje de Chihiro, El castillo ambulante, Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke, entre muchas otras, este es tu libro. En Mi vecino Miyazaki analizamos todas las películas del Studio Ghibli de Hayao Miyazaki e Isao Takahata –uno de los más importantes del mundo– en un recorrido único que profundiza en sus argumentos y constantes. Imágenes, citas, curiosidades, referencias y la opinión de 60 colaboradores de diferentes ámbitos que dan voz a toda una generación que ha disfrutado con estas obras.

¡EDICIÓN DEFINITIVA DEL BESTSELLER MI VECINO MIYAZAKI: NUEVA PORTADA, MÁS PÁGINAS, MÁS ILUSTRADO, NUEVO DISEÑO…! MI VECINO MIYAZAKI. STUDIO GHIBLI, LA ANIMACIÓN JAPONESA QUE LO CAMBIÓ TODO. EDICIÓN DEFINITIVA. Álvaro López Martín y Marta García Villar Cartoné. 17x24. Color. 320 páginas ISBN: 978-84-947700-4-3 Precio: 25,95 euros Disponible la última semana de enero

También disponibles de los mismos autores: Antes de mi vecino Miyazaki


LOS AUTORES MARTA GARCÍA VILLAR @Nelvalay Nací en 1988 en Málaga, donde crecí acompañada de estanterías atestadas de libros y películas…, y de una antigua videoconsola, una reliquia. También tuve la suerte de conocer Mi vecino Totoro a los ocho años y de enamorarme de El viaje de Chihiro a los catorce, lo que me impulsó a tratar de aprender cuanto pudiera sobre Studio Ghibli. Posteriormente, todas estas pasiones siguieron acompañándome en mi camino, pues estudié Filología Hispánica, investigué sobre cine, pedagogía y videojuegos y publiqué varios libros sobre el estudio de animación que tanto amo: Mi vecino Miyazaki (Diábolo, 2014) y Antes de Mi vecino Miyazaki (Diábolo, 2016), Biblioteca Studio Ghibli: El viaje de Chihiro (Héroes de Papel, 2017). Asimismo, he colaborado en webs y revistas especializadas como A Cuarta Parede, Analecta Malacitana, Cuadernos de Pedagogía y Cine, Eikyô influencias japonesas y Manual de Uso Cultural. En los últimos años, además de cazar estrellas y alimentarme de sueños y aventuras, he trabajado como profesora de español en el extranjero, en el Instituto Cervantes de Madrid y he impartido clases y conferencias sobre literatura y cine, el cine de Studio Ghibli, videojuegos y sobre narrativa videolúdica en másters, ciclos y jornadas universitarias de investigación.

ÁLVARO LÓPEZ MARTÍN @A1varoLopez Nací en Madrid en 1985 y desde siempre me apasionaron el cine y la televisión como medios para contar historias y difundir emociones que cambiaran la vida de las personas. Estudié Imagen y Sonido y, en ese proceso, descubrí El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki, una película que me marcó profundamente como ninguna otra lo había hecho hasta la fecha. Sin embargo, tuve que esperar al estreno en cines de El castillo ambulante en 2006 para de verdad investigar a fondo quién estaba detrás de esas maravillas audiovisuales. Tras varios años descubriendo, aprendiendo y compartiendo mi afición con otras personas, me decidí a ampliarla uniendo los dos mundos que más me fascinaban: Studio Ghibli y la comunicación. Así creé el blog Generación GHIBLI en 2010 para intentar aportar mi granito de arena a su difusión en nuestro idioma. Nunca pensé que, unos años después, sería una referencia con miles de seguidores en todo el mundo.








LA LOCA HISTORIA DE MEL BROOKS MEL DICE A QUIEN LE QUIERE ESCUCHAR QUE NO ES POLÍTICAMENTE CORRECTO, QUE ES POLÍTICAMENTE INCOHERENTE: “DIRÉ LO QUE QUIERA DECIR Y ESPERO QUE LA GENTE LO PILLE”. Si hablando con Mel Brooks tratáramos de explicarle que merece un libro por haberse convertido en una leyenda en la historia del Séptimo Arte, probablemente nos contestaría -voz enérgica y acento de Brooklyn-, con una de sus frases favoritas: “Lo creeré cuando esté muerto”. Sillas de montar calientes, El jovencito Frankenstein, Máxima ansiedad, La loca historia de las galaxias… Todas las películas dirigidas y producidas por el genial Mel, reunidas en un libro por primera . vez. Un libro serio y documentado sobre el hombre que pensaba que cuanto más estruendosa era la astracanada más gravedad había que imprimirle. Un libro dolorosamente descojonante (Pablo Carbonell). LA LOCA HISTORIA DE MEL BROOKS Jorge San Román Cartoné. 17x24. Color. 302 páginas ISBN: 978-84-949449-3-2 Precio: 25,95 euros Disponible la tercera semana de enero

Jorge San Román Villalón (Salamanca, 1965). Comenzó en 1979

través de su productora, Producciones El Garzo.

escribiendo sobre cómics y desde entonces ha colaborado en di-

Completó el homenaje a Wences Moreno con una

versos medios de prensa y televisión. Creó el Colectivo del Có-

exposición sobre el ventrílocuo que recorrió varias ciudades. Es

mic de Salamanca que publicó la revista especializada Rúa Mayor

autor de la biografía de Jaime San Román Un salmantino original. Y

y fundó el periódico humorístico La Diana. En 2008 escribió, en

autor también, junto a Cruz Delgado Sánchez, de los libros Chiripi-

colaboración con el músico Germán Coppini, el volumen de cuen-

tifláutico ¡…es Don José!, sobre el mítico programa infantil de TVE,

tos Duelos y quebrantos. Es autor del libro La extraordinaria vida

De Don Quijote a los Trotamúsicos. Los dibujos animados de Cruz

del Señor Wences, biografía del famoso ventrílocuo, que convir-

Delgado, y Paul McCartney: Mucho más que un Beatle, publicados

tió en documental en 2009 con el título It’s OK? It’s All Right!, a

por Diábolo Ediciones.







SOPORTAL DE LOS MALOS PENSAMIENTOS Juan Antonio de Blas (1942-2017), novelista, guionista de cómic y ensayista, dedicó tres excelentes novelas al turbulento escenario europeo del siglo XVII, en el que España luchaba por mantener su predominio militar y político y don Francisco de Quevedo ejercía de “maestro de espías” del duque de Osuna, virrey de Nápoles. Soportal de los malos pensamientos es la primera de ellas y nos asoma al fracasado intento español de hacerse, mediante un audaz golpe de mano, con el control de la República de Venecia. Mientras los esbirros de Meser Grandes, jefe de la policía secreta de la Serenísima, dirigen y alientan la caza de los españoles y sus aliados por toda la ciudad, Álvaro de Roa lucha por ponerse a salvo y Quevedo retrasa su huida para intentar lo único que ya le es posible: la venganza.

SOPORTAL DE LOS MALOS PENSAMIENTOS Juan Antonio de Blas Cartoné. 15x21. 210 páginas ISBN: 978-84-949449-6-3 Precio: 16,95 euros Disponible la tercera semana de enero

También disponible en la Colección aventura histórica de Diábolo novelas:

• La Pimpinela escarlata (Baronesa Orczy)


Sobre Quevedo, Álvaro de Roa y Juan de Blas

C

uando se piensa en el género de “capa y espada” o “de espadachines”, según preferencias y tradiciones, vienen a la memoria los duelos a florete, los saltos y cabriolas y expresiones como

“en garde” o “mentís”; sombreros de anchas alas y prendida pluma, veloces cabalgadas y floridos intercambios verbales de corteses groserías que acaban llevando a desenvainar. Se suele pensar menos en la trama, en el tejido de fondo que sustenta todos estos bordados de acción, romance y aventura. Bien, esa trama, en muchas, muchas ocasiones, cuenta con un componente argumental de alta intriga política, de asunto que dota de trascendencia a toda esa elegancia mortal que ador-

na las mejores novelas del género. Si hay un paradigma en cuanto a narrativa de capa y espada ese es Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas. Sí, la historia de amor entre el joven gascón D’Artagnan y Constance Bonacieux es fascinante, y la tragedia sentimental del caballero Athos y Milady de Winter, tampoco es cuestión precisamente menor, pero son las intrigas políticas de Richelieu, la relación entre dos grandes como Buckingham y Ana de Austria y la rivalidad entre franceses, ingleses y españoles el telón sobre el que todo ello va cosido. Y la mayoría de las mejores novelas de Dumas, el gran maestro de este género, cuentan con este bastidor de alta política: El collar de la Reina; La Reina Margot; El caballero de Harmental… Pero esta circunstancia de la trabazón de alta intriga política no es una peculiaridad del gran folletinista francés, es una constante rastreable en


buena parte de los autores del género. En Rafael Sabatini las conjuras de los jacobitas para hacerse con el trono de Inglaterra o las maniobras del Borgia están presentes en un buen número de sus mejores novelas; Antony Hope, en su El prisionero de Zenda, novela que da nombre al conocido como género “ruritano”, plantea una intriga donde se juega el control de un Estado; la Baronesa de Orczy toca la alta intriga política en sus novelas de la “Pimpinela Escarlata”, pero aún abunda más en el tema en la serie de “Cara de cuero” donde la pugna es en los Países Bajos, entre los odiados españoles del Duque de Alba y el adalid de las libertades flamencas, el Príncipe de Orange; e incluso los folletinistas españoles del XIX anduvieron por estos lares y en su mejor novela, El tribunal de la sangre, Ortega y Frías utiliza el mismo escenario y parecidos protagonistas para contarnos de las aventuras y desventuras de Raúl de Lancaste y Martín, acendrados defensores de las libertades de los flamencos contra el odioso secretario del duque de Alba, don Juan de Vargas. Fernández y González, nuestro Dumas de aquellos años, también inscribió buena parte de la acción de sus novelas de aventuras en rocambolescos y parecidos sucederes. Y así les ocurrió a los protagonistas de El pastelero de Madrigal, que habitaron sus muchas páginas navegando entre los intereses del Papado, la República de Venecia, Portugal, el Rey de Marruecos y casi cualquier poder terrenal de aquella época que pasara por allí. Los personajes de otros muchos de sus títulos, La princesa de los Ursinos; Martín Gil, etc. también tuvieron que estar atentos a sus propios intereses, pero sin descuidar las cuestiones de alta intriga palaciega que los movían de un lado para otro. Y la tendencia ha hecho carne con el género de capa y espada y continúa en nuestros días dando substancia a las aventuras de sus adalides y heroínas. Ahora, en nuestros días, tenemos en España una excepcional promoción de escritores que cultivan asidua o esporádicamente la aventura en la época de la capa, el sombrero de ala ancha y el estoque. Arturo Pérez Reverte en sus novelas de Alatriste, raya a altísimo nivel en las tradiciones del género e incorpora la intriga política ya desde su primera novela; José Calvo Poyato, otro excepcional cultivador de este tipo de narrativa, con Conjura en Madrid o El rey hechizado da auténticas lecciones sobre como ambientar novelas de intriga y aventura en los reinados de Austrias y Borbones; otro muy notable escritor, Juan Tazón, nos ha obsequiado ya en dos excelentes novelas, Los caballeros de las sombras y Sabed que mi nombre se perdió, con las aventuras del capitán Alonso Cobos, prácticamente un espía del servicio secreto español en la turbulenta Europa que intentaba dominar Felipe II. Y a esta lucida cosecha de obras habría que añadir las de otros muchos escritores que deberían ser citados aquí, como Alfonso Mateo Sagasta, Néstor Luján y algunos más de cuyo olvido acabaré por arrepentirme cuando sus nombres tengan la amabilidad de retornar a mi memoria. Bien uno de los básicos, de los importantes, de los que deberían mencionarse siempre que una lista como esta se esboce, es, fue, Juan de Blas. Conocí a Juan de Blas, tarde, tristemente tarde. Como profesión fundamentalmente tengo la de librero, ocupación que como confeso coleccionista, acumulador y aficionado a los libros me da muchas satisfacciones y una de ellas es tropezar con novelas de mérito que han pasado desapercibidas. Cuando adquirí Soportal de los malos pensamientos y, casi al mismo tiempo, Al fondo Eger, lo que me llamó la atención, no fue el nombre de su autor, Juan de Blas, al que desconocía, sino el asunto


y, como no, la fascinante personalidad de su protagonista, don Francisco de Quevedo. La expectativa era disfrutar una novela al menos, digna y entretenida y con suerte con acción y personajes bien trazados; y me encontré con una historia excelentemente escrita, muy densa, que necesitaba una lectura atenta y fascinantemente bien documentada sobre las intrigas políticas y las acciones bélicas del siglo XVII. Algo así como la versión más intelectual y profunda de los asuntos concernientes a la aventura de “capa y espada”. Me dediqué a recomendarlas y venderlas a los visitantes de mi librería y, afortunadamente, convencí a unos cuantos. Supongo que los lectores a los que logré persuadir de que la adquirieran, me estarán agradecidos. Algo investigué entonces sobre quién era Juan de Blas y encontré por ahí alguna reseña sobre novelas suyas ambientadas en la Guerra Civil, su relación con la literatura policíaca, noticia de algún ensayo sobre literatura y cuestiones de espionaje, sus conocimientos de historia bélica y también, como no, información sobre su faceta de guionista de cómic, otra de las artes narrativas que siempre me han interesado. Con el tiempo, y muy por azar —bueno, no tanto azar, porque solía referirme con frecuencia a lo que me habían gustado ese par de novelas— un amigo relacionado con la Semana Negra de Gijón y director de una colección de narrativa policíaca me comentó que tenía, llegada de mano del propio Juan de Blas, una novela aún inédita de éste, y que dada mi relación con algunas editoriales y mi interés por el autor, más creía él que el propio de Blas estuviera conforme con que yo la leyera, que dispuesto a poner pegas porque la novela inédita llegara a mis manos. Y así, de forma fortuita y al cabo de varios años, le eché la vista encima al infolio de Un hombre para cualquier ocasión. Para mi sorpresa y placer en ella continuaban las aventuras de don Francisco de Quevedo y Álvaro de Roa y el par de novelas que yo conocía quedaba convertida en trilogía. En aquel entonces, tras leer esta tercera novela, no me puse en contacto con don Juan de Blas porque nada tenía que ofrecer en aquel momento sobre la posible publicación de la misma, y bien que lamento no haber hecho por conocerle entonces, hace siete u ocho años. Sin embargo, cuando apareció la posibilidad de llevar a cabo una colección de narrativa histórica de aventuras con la editorial Diábolo, una colección que casi indisimuladamente pretende ser de “capa y espada” — aunque no se ha cerrado el título de la colección para circunscribirse a ese apartado, porque alguna otra buena novela histórica de aventuras, no específicamente de capa y espada, se tiene la tentación de editar— la posibilidad de publicar Un hombre para cualquier ocasión de Juan de Blas, se hizo inmediatamente presente. Repensado el tema, nos pareció oportuno en Diábolo reunir los tres volúmenes en uno sólo, en vez de editar esa tercera novela por separado. A fin de cuentas Soportal de los malos pensamientos y Al fondo Eger llevaban muchos años retirados de la circulación. Luego el tiempo y los cálculos han demostrado que un volumen que contuviera las tres sería poco manejable, incómodo y extremadamente caro. En todo caso, en cuanto se acordó en la editorial el intento, investigué un poco más a fondo los datos y obra de Juan de Blas; me leí de nuevo las tres novelas de su ciclo, y me decidí a contactar telefónicamente con él y a proponerle el proyecto. Por desgracia es la única vez que he podido hablar con él y es una pena. Esos treinta minutos es lo que de conocimiento directo de Juan de Blas tengo. Desde luego la idea de reeditar las tres novelas le agradó. Por mi parte, sólo podía decir cosas favorables de ellas y por parte de él supongo


que a cualquier persona le gusta que aprecien las obras en las que uno ha puesto esfuerzo y cariño. Además resultó que ambos éramos aficionados a la literatura western, a determinados escritores y dibujantes, apreciábamos en común una buena montonera de autores de aventuras y policíacos y hasta algunas aversiones compartidas estaban por ahí para acercarnos. Pensé que le conocería personalmente y que nos veríamos en Gijón, pero no fue así. En aquel momento lo que le ilusionaba es que su obra no desapareciera, que no cayera en el olvido. Le tenía cariño a su trilogía de espionaje en el Siglo de Oro español, y razón tenía para ello, porque es muy buena. Él encantado de que se reeditaran las dos y una tercera viera la luz por primera vez y nosotros, —en Diábolo—, también. Las cosas se retrasaron, lógicamente, meses. Había que picar los textos, corregir, buscar ilustración, etc. La editorial se puso en contacto con él de una manera más formal y todo quedó acordado. Me dediqué a reunir información para escribir una presentación —obviamente, visto lo ocurrido luego, bastante distinta a ésta— y entrando a internet para comprobar si mi bibliografía sobre él era completa, para remediar que algo se me hubiera escapado, vi la noticia de su fallecimiento unos meses antes. Aparte de la tristeza por un escritor y erudito al que se admira y ha dejado de estar, queda la pena de que no haya visto como se reeditaban sus novelas, y el mínimo consuelo al menos de que llegó a tener noticia de que sus dos libros gustaban —le transmití opiniones de lectores a quienes les habían encantado— y de que se volverían a poder adquirir en las librerías. Tras buscar más a fondo noticia sobre don Juan de Blas echo de menos el haber podido hablar con él de Corto Maltés, un personaje en el que él era un especialista y yo un más que rendido aficionado; sobre western, del que he podido leer una extensa serie de artículos firmados por de Blas en el “Asturiasemanal.es”. Las ganas de comentar sobre su trilogía del Siglo de Oro y muchas otras cosas más. Y la lista que fue surgiendo de sus libros, intereses y méritos lleva a concluir que su obra no es suficientemente conocida: Por de pronto, en el mundo del cómic, y sin intentar ser exhaustivo, hay que apuntar en su haber los guiones de Negras tormentas, con dibujo de Alfonso Font, que luego se recopilarían en el tomo Barcelona al alba (Glenat 2004); ha colaborado también con dibujantes como Antonio Cardoso y con Alfonso Azpiri. Como crítico es autor de un galardonado estudio sobre Corto Maltés y ha escrito como teórico del género en la revista Sunday entre otras. Su Historia de la Guerra Civil en Asturias y el ensayo La novela de espías y los espías de novela muestran su quehacer en el campo de la investigación histórica y en el del análisis de la literatura de género. Como narrador se ha movido en esos escenarios que recogen buena parte de sus intereses: los años previos a la Segunda Guerra Mundial; la intriga política; el espionaje y los momentos históricos que han visto importantes conflictos sociales. No es por tanto extraño que sus tramas hibriden en lo substancial intriga e historia y que por tanto se mueva con comodidad en registros próximos a la novela negra y el espionaje. Prueba de ello son: ¿Hay árboles en Guernica? (1987), detective, policías, etarras y humor en la época de la Transición; La patria goza de calma (1988), novela sobre el 23-F; Siempre hay alguien detrás (1994 ), trama policiaca y tráfico de armas; Soportal de los malos pensamientos (1996), espionaje y aventuras en el XVII; Al fondo Eger (1998), su continuación; Michael Collins, Día de Ira (1999),


sobre la Independencia irlandesa y el I.R.A. o Los días antes del infierno (2003), investigación policial durante la Guerra Civil. Y ahora un par de precisiones sobre Juan de Blas que pueden venir al caso. La primera es que, aunque es de buen tono no de alardear de amistades, el saber quiénes te consideran y con quien te tratas, a veces puede ayudar a que quien nada sabía de ti, valore con más acierto tu nivel. No es de buen tono, como dije antes, pero como Juan de Blas no lo va a decir, lo diremos nosotros que ahora lo editamos. El prólogo de su ensayo La novela de espías y los espías de novela, corría por cuenta de Manuel Vázquez Montalbán y el infolio que llego a mis manos, en fotocopia, de Un hombre para cualquier ocasión, tenía como portada una ilustración a toda página de Don Álvaro de Roa de mano de Alfonso Azpiri. Otra cuestión que tiene sentido precisar es que Juan de Blas no llegó a la novela de capa y espada, mejor dicho, a ese reciente renacer del género en España, arrastrado por una corriente favorable del público a este tipo de narrativa. Sí, desde que Alatriste triunfa muchos escritores han dedicado afanes a cultivar este campo. Y nada hay de objetable y de demerito en ello. Con que lo cultiven bien basta y sobra, y además siempre hubo alguien que lo hizo antes, ya en 1987 Néstor Lujan con Decidnos, ¿Quién mató al conde? había dado un buen aldabonazo al tema al interesarse literariamente por la muerte, en 1662, del conde de Villamediana, un asunto casi recurrente en nuestra narrativa de época, suceso que visitó también el propio Fernando Fernán Gómez en 2001 con su novela De capa y espada. No, Juan de Blas no fue un recién llegado a este renacimiento del género. Ciertamente Pérez Reverte mostró su sensibilidad por el tema en fechas tan tempranas como en 1988 con El maestro de esgrima, y muy poco después, en 1993 El club Dumas, corrobora ese interés. El momento decisivo llega tres años más tarde, que es cuando, más o menos, el renacer del género toma impulso. El capitán Alatriste, de Reverte es de 1996; Conjura en Madrid de Calvo Poyato de 1999; El enviado del Rey, de Lozano Leyva del 2000 y Soportal de los malos pensamientos, de Juan de Blas, ve la luz en 1996. De Blas estuvo desde el principio, con calidad, pero con menos fortuna que los anteriores autores. Tras las novelas y ensayos de Juan Antonio de Blas se adivina la silueta de un autor de izquierdas, profundamente de izquierdas y muy crítico con las estructuras de poder y los hombres que las utilizan para ejercer su dominio sobre los demás hombres. Creo que se corre incluso un riesgo asumible si se habla de posibles simpatías anarquistas de nuestro autor. Pero claro, como bien dice el protagonista de su novela Los días antes del infierno, ambientada en la Guerra Civil, —y creo que el autor comparte en esta ocasión opiniones con su personaje—… “de los socialistas me separaba su conformismo, de los anarquistas su extremismo y de los comunistas su autoritarismo”. En fin, la habitual tensión entre la búsqueda del bien común y la defensa de la libertad individual. Evidentemente no tiene sentido hablar de izquierdas y derechas refiriéndose al siglo XVII, época en la que De Blas ambienta Soportal de los malos pensamientos y las otras dos novelas que completan el ciclo, pero sí creo que hay una afinidad muy fuerte entre la manera de pensar de De Blas y el retrato caracterológico de los dos protagonistas de su trilogía, Francisco de Quevedo y Álvaro de Roa; de seguro que de Blas simpatiza con ellos en cuanto a su enfrentamiento, a su crítica, a su desconfianza en resumen del Poder y los poderosos.


En su ensayo La novela de espías y los espías de novela, —que hace honor a su nombre y es un muy erudito ensayo donde se pasa de la ficción sobre espías a la historia del espionaje, siempre revelando posibles buenas lecturas—, De Blas afirma en su página 93: “En el reinado de Felipe II actúa el más extraordinario de nuestros espías: don Francisco de Quevedo y Villegas” y luego tres páginas más allá, tras contar de sus hechos concluye: “el mejor de nuestros agentes secretos cuya vida y hazañas siguen siendo algo a desvelar”. Y parece que el autor burgalés de nacimiento y asturiano de sentimiento se pone a ello; y los resultados se verán cinco años más tarde de ese 1991 que vio publicar su ensayo. En 1996 aparece Soportal de los malos pensamientos donde se narra el intento de España, o casi más, del duque de Osuna y los intereses españoles, de hacerse con la República de Venecia mediante un golpe de mano. El empeño fracasó por variadas circunstancias y sigue aún en discusión hoy en día, casi cuatro siglos más tarde, que es lo que pasó realmente. Si la intentona se hizo con patrocinio del monarca español o si fue una cuestión en la que intervinieron grandes poderes políticos españoles pero a espaldas de Felipe III, y quienes intervenían y porqué todo acabó en un monumental fiasco o en qué medida Venecia utilizó para sus propios intereses una trama no demasiado peligrosa. Sigue siendo un asunto con bastantes zonas oscuras y lo que se sabe se reinterpreta y matiza con frecuencia. Sí que estuvo Quevedo allí, sí trabajaba en cuestiones de espionaje para el duque de Osuna, sí intervenía la flota en corso de este último y tropas españolas junto a mercenarios en buena parte franceses. En todo caso De Blas nos presenta a un Francisco de Quevedo que, una vez fracasada la conjura y mientras las turbas enfurecidas persiguen por toda Venecia a los españoles y sus cómplices, espera entre las sombras de los soportales de una plaza para, una vez perdido todo, darse la última satisfacción que le queda, la de la venganza, acabando con la vida de quien considera responsable de ese fracaso, Sir Henry Wotton, el embajador inglés. A partir de ahí se reconstruye en varios flashback la historia de la conjura y la de la propia relación entre Quevedo y el duque de Osuna, mientras se vuelve ocasionalmente al presente para narrar lo que está pasando tras el fracaso del intento. Junto a él, como lugarteniente de Quevedo y amigo personal de mismo, un capitán de los tercios españoles, don Álvaro de Roa, ocupado desde hace tiempo en cuestiones de intriga y “seguridad”. Todo un personaje que cobrará total relevancia en Al fondo Eger y, posteriormente en Un hombre para cualquier ocasión y al que podríamos considerar protagonista de la trilogía aún en mayor medida que a don Francisco de Quevedo. Álvaro de Roa, precisamente nacido en el pueblo burgalés donde Juan de Blas nació, es un aventurero profesional en toda la acepción de la palabra. Soldado y espía, está desengañado desde muy pronto de los grandes ideales que esgrimen los señores a quienes sirve, sabe que a los humildes siempre les irá mal y está presto con frecuencia a pensar por cuenta propia. Es cínico, duro, íntegro, tierno y respetuoso con el enemigo y, por qué no decirlo, un héroe de toda pieza de esos que cuajan a lo Corto Maltés o Bernie Gunther. Soportal de los malos pensamientos no es una novela a leer de corrido. Tiene una estructura compleja, mucha erudición, tanto sobre cuestiones relativas al siglo XVII europeo en general, como sobre los asuntos militares y diplomáticos de la política de los estados italianos del siglo XVII en particular; en la que también intervienen los in-


tereses de Francia, el Papado, los turcos, España, el Imperio de los Habsburgo y muchos señores y minorías locales. El estilo literario de de Blas se acerca en ocasiones al conceptismo del que hizo gala Quevedo y hay frases tan redondas, que merece la pena pararse a regodearse en ellas: “pero pedir que un rey aprenda es tan estéril como esperar que olvide” o “cuando uno comienza a engañarse a sí mismo, comienza a no saber engañar a los demás”. Y no, no se preocupe en demasía el lector si en ocasiones parece haberse perdido en los vericuetos de la intriga. En mucho es una novela de espías y en lo que tiene más de John Le Carre que de Rafael Sabatini, más de novela de espías que de pura aventura, vale más seguir a los protagonistas en sus descubrimientos que hacer un trabajo deductivo de lector por cuenta propia. Reconozcámoslo, no estamos familiarizados con las intrigas de los Osuna y sus rivales en España, los intereses del emperador del Sacro Imperio o los del Duque de Saboya. Tampoco estamos muy al día de las relaciones entre la Sublime puerta y Versalles, los intereses estratégicos de los jesuitas o los problemas que los uscoques le planteaban a Venecia. Mejor fiémonos de la perspicacia y profesionalidad de Quevedo y Álvaro de Roa que son profesionales de esto y disfrutemos de sus apuros. Finalmente un mínimo apunte sobre un par de participantes en la acción que pueden resultarles desconocidos a bastantes lectores. En primer lugar… ¿Quiénes eran los “uscoques”, que aparecen mencionados varias veces al inicio del texto? Los uscoques eran población cristiana de la zona de las actuales Croacia y Bosnia que ante el avance turco se refugiaron en la costa oriental del mar Adriático. Fueron creciendo en número con la llegada de otros contingentes de procedencia diversa y desde allí resistieron los ataques turcos y piratearon contra las naves otomanas. Eran buenos guerreros y fueron utilizados como tropas de frontera por el Archiduque de Austria. Cuando la paz con los turcos se produjo, estas gentes, faltos de suministros, se dedicaron indiscriminadamente a la piratería, convirtiéndose en un problema para el comercio marítimo en general y muy en particular para Venecia. Estaban muy próximos a su territorio y a principios del XVII Venecia y los Habsburgo tuvieron que actuar militarmente contra ellos. Dejaron de pesar como amenaza seria pasado el primer cuarto del siglo XVII. Otro término que aparece con frecuencia en la narración y merece la pena conocer es “bravi”. Los bravi eran hombres de armas contratados por los señores italianos de los siglos XVI y XVII a modo de protección o intimidación; algo así como una mezcla de asesino a sueldo y guardaespaldas. Y sin más, aquí les dejo la primera entrega de las aventuras de don Francisco de Quevedo y don Álvaro de Roa, este Soportal de los malos pensamientos. Si la disfrutan tanto como la disfruté yo mismo, seguro que también harán feliz a su autor, don Juan de Blas, allá donde esté. Alfredo Lara López


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.