Los er rores de la
soledad Hesnor Rivera
Sonetos de Hesnor Rive ra. Publicados originalment e en Secreto a vo ces (Sonetos completos)(1 992) Biografía de
Lilian Bosc án de Lombar di. Concepto ed itorial, di seño, montaje e il ustraciones de Diana García . Correción y edición de texto de Diana Fuenma yor.
Trabajo especial de grado. Faculdad de Arquitectura y Diseño. Programa de Diseño gráfico. Universidad del Zulia. Turoria académica de Elsy Zavarce. Maracaibo - Venezuela. 2015.
Los er rores de la
soledad
Hesnor Rivera
III 13 II 11 I 9
La
Prefacio 7 POESÍA TRANSCENDENTAL de
HESNOR RIVERA 5
Día tras día
15
Hábitos de la extraña
Si no vuelves
17
19
Apertura del sueño
21 Pandora
23
Balance del deseo Latitud de despedida
27
Los muertos fieles29 Dedicatoria 31
25
Debemos respetar la externa realidad, aceptar la muerte y temer a Dios. Eso hacen los clรกsicos. Pero Hesnor Rivera, como todos los romรกnticos, hacen exactamente lo contrario: irrespetar la externa realidad, se rebela contra la muerte y no teme a Dios. Otto Rincรณn.
La
POESร A TRANSCENDENTAL de
HESNOR RIVERA
Por Lilian Boscรกn de Lombardi.
Un homenaje a Hesnor Rivera (1928-2001) es ocasión propicia para recordar al amigo y al poeta insigne. Hesnor nació en 1928 en Maracaibo, sector El Poniente, en Los Haticos. Los estudios de primaria los hizo en el Instituto Maracaibo que fundó y dirigió Raúl Cuenca, y los de bachillerato los realizó en el prestigioso liceo Baralt, dirigido primero por Jesús Enrique Lossada y después por Eduardo Mathyas Lossada, quienes tuvieron gran influencia en su formación literaria y estimularon su temprana vocación poética. Fue un lector entusiasmado, y muy joven leyó a los clásicos españoles, de allí que aunque la libertad para escribir fue su norma primordial, siempre mantuvo gran pulcritud formal y se aficionó a la escritura de sonetos. Se graduó en 1972 de licenciado en Letras Hispánicas y, después de ser brillante estudiante, ingresó como profesor de la cátedra de Literatura Medieval Española en la Universidad del Zulia. Para entonces el poeta tenía 49 años, se había casado con la comunicadora social y profesora Marta Colomina Reyero y habían nacido sus dos hijas, Celalba y Marta Celina. Hesnor mantuvo una gran relación con la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia, no solo por lo que se refiere a sus estudios y trabajo como profesor, sino porque esta facultad publicó el poemario En la red de los éxodos en 1963 y le otorgó en dos ocasiones, en 1964 y 1967, el Segundo Premio de Poesía por los libros Puerto de escala y Superficie del enigma, respectivamente. Es importante señalar que la Universidad del Zulia, a través de la Dirección de Cultura, publicó Las ciudades nativas en 1976 y Endechas del invisible en 1995. En 1992, dentro de su colección Centenario de LUZ, la universidad también publicó el libro Secreto a voces (Sonetos completos).
Habría mucho que agregar de la biografía de Hesnor, enumerar sus múltiples premios y reconocimientos, no solo como poeta sino como periodista, y los detalles editoriales de sus numerosos libros. Pero si de premios se trata, creo que los dos más importantes que recibió fueron el Premio Conac de Poesía por Elegías a medias, en 1979, y el Premio Regional de Literatura del Estado Zulia Dr. Jesús Enrique Lossada, Mención Poesía, otorgado por la Gobernación del Estado Zulia, en el año 1992, en cuyo jurado me honra haber estado junto a Víctor Fuenmayor y José Francisco Ortiz. Hesnor es considerado como un renovador de la poesía zuliana. Tenía apenas 20 años y una necesidad inmensa de saber y conocer las nuevas tendencias en el arte y la poesía cuando se fue a conocer el mundo. Estuvo en Bogotá, Santiago de Chile, Buenos Aires, Río de Janeiro, París y Colonia. Fueron años de vida bohemia y de enriquecimiento intelectual y cultural. Las propuestas del surrealismo le aportaron el legado de libertad, que es una característica fundamental de su poesía: ser él mismo, escribir desde sus sentimientos, desde sus experiencias, desde su mirada oscura que escrutaba la realidad y la recreaba a su antojo en imágenes y en palabras de exquisita belleza. Hesnor es inolvidable no solo por la originalidad y la grandeza de su obra poética, sino por la sencillez, por la calidad de su amistad, por su sonrisa perenne, porque abrazaba la vida con deleite, con pasión. Hedonista singular, amante del amor, supo con la palabra trascender todos límites y convertirse en el gran poeta zuliano, orgullo de Venezuela. Cuando regresó a Maracaibo en 1952, escribió los poemas Ciudad y Apocalipsis, que se ha considerado como el poema-manifiesto del grupo literario que fundó
años después (1955). En enero de 1953 regresó a Colombia y en Bogotá, hospedado en la casa del poeta Juan Sánchez Peláez, escribió en una sola noche su famoso poema Silvia. A finales del mes de septiembre de 1955 fundó el grupo Apocalipsis, acompañado por un grupo de poetas y artistas plásticos, quienes se reunían en el bar Piel Roja de Maracaibo. Por esa época comenzó a trabajar como redactor en el diario Panorama, hasta convertirse en subdirector de ese diario, cargo que ejerció hasta 1987. La poesía de Hesnor es emanación del espíritu, es una canción profunda, es la ciudad y el lago, es el amor y el dolor. En sus últimos días, cuando ya la enfermedad estaba presente, me decía sonriente al saludarnos: “No me siento bien, estoy amenazado por monstruos apocalípticos que quieren acabar conmigo”. Se fue Hesnor a los 73 años. En uno de sus poemas escribió: “La valija esta lista, ya no hay tiempo ni sitio para mas nada”. Pero su tiempo no ha terminado, su tiempo es la eternidad y leer su poesía es la mejor manera de tenerlo presente y de garantizar su inmortalidad.
5
...mon luth constellĂŠ porte le
soleil noir de la melancolie Nerval
I No habrá días, no habrá otro tiempo acaso en donde quepa el necesario olvido de esta ternura que se me ha dormido en la memoria como a campo raso. Se ha dormido y camina, paso a paso, como un perro sonámbulo seguido por esa sombra de lo que no he sido, hacia un cielo que siempre está en ocaso. No habrá otro tiempo porque la ternura, de recuerdo en recuerdo, me persigue con el fulgor de su mirada oscura. Y ya no cabe, en tanto tiempo frío, de ayer y de hoy, tu imagen que me sigue hacia un futuro que, por tuyo, es mío.
9
II
Ya no cómo, cómo, de la
entiendo esas cosas, ya no entiendo si tú me sigues, yo te sigo, si yo te busco, soy testigo ilusión de que me estás siguiendo.
Tal vez se trate, apenas, de un tremendo error de soledad, y me persigo como quien no ha tenido un solo amigo, como quién, sin parar, se va muriendo.
Ya no entiendo las voces de estas cosas que si me llaman es porque te llamo, que si te acosan es porque me acosan. Lo único claro de este amor que espero es que pasó, y mientas me muero te amo, y mientras te amo más, aún más me muero.
11
III
Era sencillo disc ernir, sencillo ver, a través de la palabra, el mu ndo, todos los nombre s con que me circ un do la soledad, como un anillo. Si amanecía, el sol era amarillo , las aves, flores de un jardín prof undo que, como el mar alegre y vagabund o, echaba estrellas por la voz de br illo. Desde que oigo el amor, sólo anochece. Desde que oigo tu amor, ya no me alegro ni discierno si es noche o amanecer.
Fue sencillo, fue claro hasta ese día del romántico sol, de ese sol negro que te ha vuelto por mía, nunca mía.
13
Día tras día Día tras día, se me van quitando las ganas de vivir. Pierdo las ganas de hallar, con o sin sol, otras mañanas, y en la noche, otro sol de vez en cuando. Día tras día, se me pasa al bando del vacío otro sueño con campanas y barcos y aventuras más humanas que la vida que estoy abandonando. Y pierdo el paso por hallar la huella que no está en el futuro ni el recuerdo. Pierdo hasta la emoción de dar con ella,
la que desaparece por ser mía. Porque el amor y hasta la muerte pierdo, perdido como voy, día tras día.
15
La extraña andaba por el mar desnuda, desnuda por la alcoba parecida a un barco alegre que su puerto olvida, a un astro en el vuelo que de cielo muda. Desnuda, bella, afín como la duda, la extraña andaba por mi ser perdida, buscándole a mi muerte una salida por el amor o el mar y con su ayuda.
Andaba a veces olvidada y lejos, a veces cerca, como si viniera flotando entre la luz de mil espejos. Flotando bajo un sol desconocido para que, siempre y nunca, ayer la viera desnuda en mi memoria y en mi olvido.
HĂĄbitos de la extraĂąa
17
Si no vuelves
Si no vuelves, si el tiempo transcurriera sin que apartas los ojos de esa vía por donde llevas la memoria mía que cree si más crece tu carrera. Si el vacío en que espero que se muera la vida que tu amor dejó vacía, de algún modo es la extraña llama fría con que se alumbra mi alma tanta espera. Si no vuelves, si tratas de apartarte aún más de la memoria que te llevas, no necesitaré otra vez buscarte. No necesitaré de nuevo nada. Nada más que me olvides y te muevas donde estoy recordándote olvidada. 19
Apertura del sueño Marisale, Marisabel, el sueño, como un golpe de sol, abre tus ojos y saltan cielos amarillos, rojos, por el techo del mundo reseño. Saltan pájaros, flores, del diseño de tu sueño de amor que, a los despojos del viento en pena, pone los cerrojos de la mágica luz de un sol pequeño.
Marisabel, Marisabel, el dĂa se abre en tu ser para que cierres cielos envejecidos de melancolĂa. Para que en un cerrar y abrir de brillos, llenen de amor al mundo los desvelos que hay en tus sueĂąos rojos, amarillos. 21
Pandora
Cuando Pandora al viento inventa y dora con brillos de agua en pie o llama volada, se llama pan dorado la alborada, casa de amor, morada de la aurora. Cuando Pandora a solas enamora las olas con que adora el mar la nada, el tiempo es como una ala enamorada que vuela por amar tu amor, Pandora. Pandora, pan dorado, inventa el viento tu cuerpo que inventora de la llama, maravillada por su propio invento. Azar te llamo, caja de sorpresas, sol sorprendido que el amor derrama trocando en alegrĂas las tristezas.
23
Todo lo que, sin maña, he pretendido decir , hasta callado, es que no entiendo para qué existo, para qué tremendo propósito e amar fui concebido. Amor, memoria, sueño, vigilia miedo de estar sombra apenas
tiempo, muerte, olvido, y luz son este horrendo dormido y seguir siendo sin paz, fuego dormido.
Sólo he querido despertar, hundirme en la invención de tu presencia que huye por ser, si más fugaz, tanto más firme. Fingir que existo, adivinarme dueño de tu mundo que invento y me destruye con memoria, muerte, olvido, sueño.
o Balance del dese
25
Latitud de despedida
Ya no querré saber más nunca nada del tiempo, en su veloz carrera, quieto. Dejaré que el olvido ande de asueto jugando a ser memoria mal tratada.
Cada fantasma irá a su tumba, cada
sueño a la fuente de su sol secreto para que, desvestido el esqueleto
del alma, cante su canción callada. No te veré otra vez andando fuera,
mezclada con el sol de los paisajes, ni dentro con mi sombra verdadera.
Descubriendo me iré las locas franjas
de eternidad trazadas por los viajes.
El cielo hoy huele a brillo de naranjas. 27
Los muertos fieles ¿En dónde están los otros – el abuelo, aquella gente que llegó por barco, el tío transhumante de aire parco que durmió, hasta morir, siempre en el suelo? ¿Dónde aquel perro –huesos para el vuelo – doblado por el hambre como un arco? ¿Dónde la casa parecida al charco de lavarnos los ascos del desvelo? ¿Dónde la muerte, en fin, la vigilante muerte que protegió a mi larga infancia, larga por solitaria y por distante?... He vuelto al barrio lleno de papeles rotos, donde amortaja la distancia, como el fuego, a nuestros muertos fieles.
29
A todos aquellos que son, fueron y buscan ser puentes. Diana GarcĂa.
31
Este libro fuĂŠ impreso y ensamblado en la ciudad de Maracaibo en el mes de julio de 2015.
Los errores de la soledad es un libro ilustrado concebido para difundir la obra de Hesnor Rivera y contribuir a su merecida inmortalidad como el gran poeta del Zulia, orgullo de Venezuela. “La poesía de Hesnor Rivera no se parece a la de ningún poeta conocido mayor ni menor, ni de esta época ni de ninguna otra”, escribió Otto Rincón en la presentación de Endechas del invisible (Rivera, 1995) para señalar una de las enormes fortalezas de su obra: su originalidad. Una singularidad que es fiel reflejo de quien fuera Rivera en vida: “un hombre inolvidable (...) por la calidad de su amistad, por su sonrisa perenne, porque abrazaba la vida con deleite, con pasión”, tal como lo describe Lilia Boscán de Lombardi en el texto que presenta este libro.