RECOPILACION DE CUENTOS
DIANA MARCELA GOMEZ
CONTENIDO
LA BELLA Y LA BESTIA
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BAMBI
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DUMBO
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Èrase una vez... un mercader que, antes de par-
tir para un largo viaje de negocios, llamó a sus tres hijas para preguntarles qué querían que les trajera a cada una como regalo. La primera pidió un vestido de brocado, la segunda un collar de perlas y la tercera, que se llamaba Bella y era la más gentil, le dijo a su padre: "Me bastará una rosa cortada con tus manos." El mercader partió y, una vez ultimados sus asuntos, se dispuso a volver cuando una tormenta le pilló desprevenido. El viento soplaba gélido y su caballo avanzaba fatigosamente. Muerto de cansancio y de frío, el mercader de improviso vió brillar una luz en medio del bosque. Amedida que se acercaba a ella, se dio cuenta que estaba llegando a un castillo iluminado. "Confío en que puedan ofrecerme hospitalidad", dijo para sí esperanzado. Pero al llegar junto a la entrada, se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta y, por más que llamó, nadie acudió a recibirlo. Entró decidido y siguió llamando. En el salón principal había una mesa iluminada con dos candelabros y llena de ricos manjares dispuestos para la cena. El mercader, tras meditarlo durante un rato, decidió sentarse a la mesa; con el hambre que tenía consumió en breve tiempo una suculenta cena. Después, todavía intrigado, subió al piso superior. A uno y otro lado de un pasillo larguísimo, asomaban salones y habitaciones maravillosos.
En la primera de estas habitaciones chisporroteaba alegremente una lumbre y había una cama mullida que invitaba al descanso. Era tarde y el mercader se dejó tentar; se echó sobre la cama y quedó dormido profundamente. Al despertar por la mañana, una mano desconocida había depositado a su lado una bandeja de plata con una cafetera humeante y fruta. El mercader desayunó y, despues de asearse un poco, bajó para darle las gracias a quien generosamente lo había hospedado. Pero al igual que la noche anterior, no encontró a nadie y, agitando la cabeza ante tan extraña situación, se dirigió al jardín en busca de su caballo que había dejado atado a un árbol, cuando un hermoso rosal atrajo su atención. Se acordó entonces de la promesa hecha a Bella, e inclinándose cortó una rosa. Inesperadamente, de entre la espesura del rosal, apareció una
bestia horrenda que iba vestida con un bellísimo atuendo; con voz profunda y terrible le amenazó: " ¡Desagradecido! Te he dado hospitalidad, has comido en mi mesa y dormido en mi cama y, en señal de agradecimiento, ¿vas y robas mis rosas preferidas? ¡Te mataré por tu falta de consideración!" El mercader, aterrorizado, se arrodilló temblando ante la fiera: ¡Perdóname!¡Perdóname la vida! Haré lo que me pidas! ¡La rosa era para mi hija Bella, a la que prometí llevarsela de mi viaje!" La bestia retiró su garra del desventurado. " Te dejaré marchar con la condición de que me traigas a tu hija."
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El mercader, asustado, prometió obedecerle y cumplir su orden. Cuando el mercader llegó a casa llorando, fue recibido por sus tres hijas, pero despues de haberles contado su terrorífica aventura, Bella lo tranquilizó diciendo: " Padre mio, haré cualquier cosa por tí. No debes preocuparte, podrás mantener tu promesa y salvar así la vida! ¡Acompáñame hasta el castillo y me quedaré en tu lugar!" El padre abrazó a su hija: "Nunca he dudado de tu amor por mí. De momento te doy las gracias por haberme salvado la vida. Esperemos que despues..." De esta manera, Bella llegóal castillo y la Bestia la acogió de forma inesperada: fue extrañamente gentil con ella. Bella, que al principio había sentido miedo y horror al ver a la Bestia, poco a poco se dio cuenta de que, a medida que el tiempo transcurría, sentía menos repulsión. Le fue asignada la habitación más bonita del castillo y la muchacha pasaba horas y horas bordando cerca del fuego. La Bestia, sentada cerca de ella, la miraba en silencio durante largas veladas y, al cabo de cierto tiempo empezó a decirles palabras amables, hasta que Bella se apercibió sorprendida de que cada vez le gustaba más su conversación.
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Los días pasaban y sus confidencias iban en aumento, hasta que un día la Bestia osó pedirle a Bella que fuera su esposa. Bella, de momento sorprendida, no supo qué responder. Pero no deseó ofender a quien había sido tan gentil y, sobre todo, no podía olvidar que fue ella precisamente quien salvó con su sacrificio la vida de su padre. "¡No puedo aceptar!" empezó a decirle la muchacha con voz temblorosa,"Si tanto lo deseas..." "Entiendo, entiendo. No te guardaré rencor por tu negativa." La vida siguió como de costumbre y este incidente no tuvo mayores consecuencias. Hasta que un día la Bestia le regaló a Bella un bonito espejo de mágico poder. Mirándolo, Bella podía ver a lo lejos a sus seres más queridos. Al regalárselo, el monstruo le dijo:
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"De esta manera tu soledad no será
tan penosa". Bella se pasaba horas mirando a sus familiares. Al cabo de un tiempo se sintió inquieta, y un día la Bestia la encontró derramando lágrimas cerca de su espejo mágico. "¿Qué sucede?" quiso saber el monstruo. "¡ Mi padre está muy enfermo, quizá muriendose! ¡Oh! Desearía tanto podderlo ver por última vez!" "¡Imposible! ¡Nunca dejarás este castillo!" gritó fuera de sí la Bestia, y se fue. Al poco rato volvió y con voz grave le dijo a Bella: "Si me prometes que a los siete días estarás de vuelta, te dejaré marchar para que puedas ver a tu padre." ¡Qué bueno eres conmigo! Has devuelto la felicidad a una hija devota." le agraceció
Bella feliz.
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El padre, que estaba enfermo más que nada por el desasosiego de tener a su hija prisionera de la Bestia en su lugar, cuando la pudo abrazar, de golpe se sintió mejor, y poco a poco se fue recuperando. Los días transcurrían deprisa y el padre finalmente se levantó de la cama curado. Bella era feliz y se olvidó por completo de que los siete días habían pasado desde su promesa. Una noche se despertó sobresaltada por un sueño terrible. Había visto a la Bestia muriéndose, respirando con estertores en su agonía,
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y llamándola: "¡Vuelve! ¡Vuelve conmigo!" Fuese por mantener la promesa que había hecho, fuese por un extraño e inexplicable afecto que sentía por el monstruo, el caso es que decidió marchar inmediatamente. "¡Corre, corre caballito!" decía mientras fustigaba al corcel por miedo de no llegar a tiempo..Al llegar al castillo subió la escalera y llamó. Nadie respondió; todas las habitaciones estaban vacías. Bajó al jardín con el corazón encogido por un extraño presentimiento. La Bestia estaba allí, reclinada en un árbol, con los ojos cerrados, como muerta. Bella se abalanzó sobre el monstruo abrazandolo: "No te mueras! No te mueras! Me casaré contigo!"
Tras esas palabras, aconteció un prodigio: el horrible hocico de la Bestia se convirtió en la figura de un hermoso joven. "¡Cuánto he esperado este momento! Una bruja maléfica me transformó en un monstruo y sólo el amor de una joven que aceptara casarse conmigo, tal cual era, podía devolverme mi apariencia normal. Se celebró la boda, y el joven príncipe quiso que, para conmemorar aquel día, se cultivasen en su honor sólo rosas en el jardín. He aquí porqué todavía hoy aquel castillo se llama "El Castillo de la Rosa".
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Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.
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Ca perucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero nosiempre le daba miedo porque allí se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...
Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.
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De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella. ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca. A casa de mi Abuelitale dijo Caperucita. No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta. Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.
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El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda
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Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
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La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada. Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes! - Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela. - Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes! Son para oír e mejor- siguió diciendo el lobo. Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
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Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
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Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.
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En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.
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Era
primavera cuando, en un claro del bosque, nació un hermoso cervatillo al que llamaron bambi.
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Su madre le enseñaba todos los nombres de todo lo que veía y se fue haciendo amigo de la ardilla del roble, del conejo y de los demás animales.
Lo que más le gustaba a Bambi era jugar con sus primos, Gobo y Falina, con los que correteaba sin descanso.
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En otoño llegaron las tormentas. Un día Bambi se perdió, pero su padre, el gran príncipe del bosque, le llevó de nuevo junto a su madre.
Con las nieves aparecieron los cazadores, que dispararon cruelmente contra todos, hiriendo de muerte a la madre de Bambi. Al final del invierno, Bambi había crecido mucho y tenía ya unas pequeñas astas... Pero echaba de menos a su madre.
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También Falina había crecido y a Bambi le pareció la cierva más bonita del mundo. Romo y Carus, otros jóvenes ciervos pretendían conquistar a Falina, pero Bambi los venció con su fuerza y autoridad.
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Un día se oyó como un trueno y Bambi sintió un gran dolor en el lomo. Le había alcanzado el disparo de un cazador, pero consiguió huir y refugiarse en la guarida del príncipe del bosque. Tardó mucho tiempo en curarse de sus heridas. 21
Cuando volvió a su querido bosque, Bambi era ya todo un ciervo. Le emocionó encontrarse de nuevo con Falina y sus amigos. Un día, el viejo príncipe se marchó y Bambi fue elegido nuevo príncipe del bosque. 2
Bambi solía vigilar en lo alto de unas peñas y Falina siempre le acompañaba. Su porte era majestuoso y su cornamenta se alzaba como las ramas de un árbol. El cervatillo se había convertido en un gran príncipe.
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A quélla mañana había en el circo una gran expectación motivada por la espera de la señora Elefanta, un elefantito iba a nacer. -¿Cómo será? Seguro que es el elefantito más lindo del mundo. Y llegó. Todas las elefantas se reunieron en torno del pequeño y empezaron los comentarios... 25
-¡Qué orejas más grandes! -¡Si parece que va a echar a volar! -¡Bueno, basta de chismorreos!, cada uno es como es, más vale que os dediquéis a vuestras cosas, ala, ¡fuera de aquí! Ea mi niño.....no hagas caso tesoro....que eres el elefante más bonito que existe......¡Envidia, eso es lo que tienen!
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El circo siguió su marcha por diversas ciudades y nuestro buen Dumbo, que así se llamaba el elefantito ayudaba según sus fuerzas en los quehaceres del mismo. Un día, durante el desfile, Dumbo, que iba el último agarrado a la cola de su mamá, se pisó las orejas y.....¡zas! cayó dando volteretas. - ¡ J a j a j a ! -¡Se ha pisado las orejotas! - ¡ J a j a j a ! -Malas, crueles, burlarse así de mi pobre
La mamá de Dumbo la emprendió a trompazos con las otras elefantas. Tanto se enfadó que los guardianes de los animales, creyendo que había enloquecido, la encadenaron y la encarcelaron en una jaula muy fuerte. Dumbo lloraba: niño.....¡Ahora veréis! -¡Mamá, mamaíta,
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-No
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te preocupes, desde este momento estás bajo la protección de Carioco, ya verás como arreglamos las cosas. Pero no iba a ser tan fácil. El director del circo quiso hacer trabajar a Dumbo como payaso, y para él eran todos los golpes y las bromas más pesadas......... le enchufaban con mangueras, le tiraban tartas de nata, se burlaban de sus descomunales orejas y nuestro buen
Dumbo se sentía muy infeliz........
En esto apareció Carioco, el ratoncito que vendía los caramelos y las palomitas en los descansos del circo. -Pero Dumbo ¿Qué te pasa, por qué lloras? -No está mi mamá, la han encerrado y me han dejado solito. ¿Qué voy a hacer yo ahora?
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Bueno....lo que tu digas....eres muy bueno conmigo.....si no fuera por ti.....tú eres el único que me quiere. Dumbo tomó con la trompa a Carioco y montándole sobre su lomo y charla que te charlarás, anduvieron por el campo hasta que se hizo de noche. Carioco ya se había dormido hace rato y Dumbo acabó durmiéndose también. A la mañana siguiente...... -Dumbo, ¡Despierta Dumbo! ¿Qué hacemos aquí? ¡No mires para abajo! -Uhmmmmm.....¿eh..... qué pasa? ¡Ay! ¿Qué había pasado? ¡Oh, prodigio!. Estaban dormidos en las ramas de un espeso árbol. -Carioco, ¿Cómo hemos subido hasta aquí? Yo no
sé trepar y tú no tienes fuerzas para subirme.
Pues no creo que hayamos subido volando. Estate quieto, no te muevas, voy a enterarme. ¡Eh, señor cuervo! ¿No habrá visto usted por casualidad anoche cómo hemos subido mi amigo Dumbo y yo a este árbol? El cuervo explicó que efectivamente la noche anterior iba Dumbo medio dormido y tropezó con una raíz, para no caerse agitó las orejas y sin darse cuenta se elevó por los aires, yendo a caer en las ramas del árbol en donde habían pasado la noche, quedándose inmediatamente dormidos. -¿Has oído Dumbo? ¡Has volado! Esto te abre un campo enorme
dentro del circo. Ya estoy viendo los titulares....."Dumbo, único elefante volador del mundo, lo nunca visto". -Sí pero.....¿cómo bajamos ahora?.... -¿Cómo que cómo bajamos? Pues como hemos subido.....¡Volando! mueve las orejas como hacen los pájaros con las alas .
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El buen Dumbo comenzó a m y a bajar y cuando .El buen Dumbo comenzó a moEl buen Dumbo comenzó a mover sus enormes orejas y empezó a remontarse como si fuera un helicóptero.....Subió, bajó, volvió a subir y a bajar y cuando vió que lo conseguía.......
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-¡Ay, Carioco, qué alegría, esto
funciona, mira arriba, abajo, a la derecha, a la izquierda.........puedo volar......puedo volar..................! Loco de alegría, planeó jugueteando y riendo y sin dejar de mover las orejas se encaminó hacia el circo donde llegó, siendo la admiración de todos y la envidia de los demás elefantes que ya no se burlaban de él. El director vió enseguida la mina de oro. -Poco a poco señor director, yo soy el manager de Dumbo, el único elefante volador. Tendremos que hacer un nuevo contrato; Mi artista pondrá ahora nuevas condiciones. Y así fue, se redactó un nuevo contrato ventajosísimo para Dumbo, y la primera cláusula fue que su mamá fuera puesta en libertad. -¡Hijo, qué alegría! Lloraba de alegría estrechando entre sus patas a su hijito al tiempo que con su trompa acariciaba y daba besos a su pequeño. -Mamá, qué contento estoy. Otra vez juntos, y ahora para siempre. Ya no habrá quien nos separe. El circo Dumbo, pues así cambió de nombre tomando el de su estrella principal, obtuvo un éxito inenarrable recorrió el mundo entero y el "Elefante volador" como se le conocía, salió en las portadas de
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todos los periódicos y revistas. Las televisiones y emisoras de radio se disputaban sus opiniones. Pero nadie fue más feliz que la mamá de nuestro héroe al ver que ya nadie se burlaba de su hijito.
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