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El otoño del Patriarca, ¿una alegoría de Fidel?
Por Carlos Ramírez
A pesar del enorme esfuerzo dedicado --inclusive lo pensó y comenzó antes que Cien años de soledad--, la novela El otoño del Patriarca ha corrido con mala suerte. Y por tres razones: circuló después de la gran novela de Macondo, se comparó con los dictadores que dominaban la zona latinoamericana hacia mediados de los setenta y fue leída con suspicacia en Cuba por cierto tono que había disgustado a Fidel Castro. Por tanto, El otoño del Patriarca es la única novela maldita en Cuba, no circula, no ha sido reeditada, carece de reflexión y ha sido marcada por intelectuales fieles al señor del mando en Cuba. La novela de García Márquez circuló en el tiempo literario de otras dos con la misma temática: en 1974 aparecieron las novelas Yo, el Supremo del paraguayo Augusto Roa Bastos y El recurso del método de Alejo Carpentier, ambas de temática sobre dictadoras. Antes habían circulado, en 1926, Tirano Banderas, del español Ramón del Valle Inclán, en 1946 se había publicado El señor presidente, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, y en 1970 circuló El gran solitario de Palacio, del mexicano René Avilés Fabila. Años después, en el 2000 aparecería la extraordinaria novela La fiesta del Chivo, referida exclusivamente a la vida del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, porque las anteriores no tocaban referencias concretas sino generales. Como novela en sí misma, El otoño del Patriarca fue escrita en una doble motivación: algunos detalles de caídas de dictadores que le había tocado presenciar como periodista a García Márquez --sobre todo la venezolana de Marcos Pérez Jiménez--, pero aderezadas con su confrontación directa con el dictador chileno Augusto Pinochet. Inclusive, García Márquez había dicho que dejaría de publicar literatura hasta la caída de Pinochet. El dictador no cayó: se vio, sí, obligado a renunciar en 1990 y murió de muerte natural, como dicen que mueren los dictadores, en el 2006. Pero hay indicios que revelan que García
2 Márquez, por esos años de 1967 a 1975, había también tomado algunos perfiles de Fidel Castro, a quien apoyaba como líder de la revolución cubana pero con el que tenía ciertos resentimientos por la crisis en Prensa Latina por la llegada de los comunistas y la consecuente expulsión de su compadre Plinio Apuleyo Mendoza y de él mismo. La novela El otoño del Patriarca fue recibida con escepticismo. Se leyó como una continuación forzada de Cien años de Soledad, sobre todo por el lenguaje, el ritmo y algunas de las metáforas. Fue una novela de lectura compleja por su técnica de capítulos de alrededor de cuarenta páginas y sin ningún punto y aparte; tampoco mostraba los manejos tradicionales de personajes y situaciones porque fue un largo monólogo de muchas voces. Eso sí, hubo una propuesta de técnica narrativa que no fue atendida ni significada: el manejo hábil y profesional del monólogo compuesto, saltando en una misma frase del monólogo del dictador, con el monólogo de algunos de otros personajes, lo cual exigía al lector mayor atención. Esta técnica de estructura narrativa fue repetida años después por Julio Cortázar en su cuento Usted se sentó a tu lado, donde manejaba dos personajes en primer persona monologante pero en el mismo ritmo de la línea. La novela sobre dictadores de García Márquez fue leída más bien en su sentido político. Y tuvo la mala suerte de cruzarse con la del cubano Alejo Carpentier, entonces escritor oficial de Cuba. Las confrontaciones literarias entre García Márquez y Carpentier fueron también exaltadas por la crítica, porque las novelas del cubano se habían adelantado a algunos de los rasgos del estilo del colombiano. Y Carpentier había publicado cuando menos tres novelas con el estilo de lo que el mismo cubano caracterizó como lo “real maravilloso”: El reino de este mundo (1949), Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962). El contenido de la obra de García Márquez fue calificada de “realismo mágico”. De las críticas más críticas a García Márquez hay que rescatar la del uruguayo Mario Benedetti, extraordinario cuentista, relevante novelista, mediocre poeta e inflexible crítico contra aquello que no se ajustara a exaltar las revoluciones socialistas y en particular la revolución cubana. Se trató de un breve texto con el título juguetón de “El recurso del supremo patriarca”, para incluir las
3 novelas de Carpentier, Roa y García Márquez. La queja de Benedetti contra El otoño del Patriarca fue en su contenido y sobre todo en el perfil del dictador. De nada sirvió que el propio autor dijera que se trataba de un dictador que era muchos otros. Benedetti disminuyó la calidad literaria de la obra con el argumento de que el protagonista era un monstruo que al ser narrado podía concitar la simpatía de los lectores, no el repudio. El texto de Benedetti, por cierto, fue escrito en uno de sus exilios en Cuba, producto de la persecución criminal en su contra por sus ideas políticas. Uruguay estaba entonces gobernada por Juan María Bordaberry, un civil impuesto por militares, y encabezó una dictadura criminal de carácter fascista. En su texto, Benedetti no puede ocultar sus suspicacias con el boom literario. Se refiere a García Márquez como “la figura máxima del ex boom”, dice que Rayuela --repito: la novela hispana más importante de la segunda mitad del siglo XX-- tuvo una “inusual recepción” y sienta la tesis de que el peso de las grandes novelas del boom iba a condicionar la lectura de las posteriores. Reconoce que por sí misma El otoño del Patriarca tuviera éxito, pero los lectores esperaban más calidad que las novelas del boom. Benedetti dice que el dictador de García Márquez no es creíble, aunque a Plinio Apuleyo Mendoza le dijo el general panameño Omar Torrijos que “los dictadores somos así”. Benedetti acusa a García Márquez de exceso de confianza en su capacidad de fabular. Dice que el autor abusa de la hipérbole. La crítica de Benedetti parecía llevar un mensaje de los cubanos. Por alguna razón El otoño del Patriarca no aparece en Cuba. ¿Simpatía de Fidel Castro con los dictadores latinoamericanos? No parece ser así. El investigador español Ángel Esteban encuentra más bien ciertas frases que perfilan al dictador de García Márquez con parecidos con Fidel Castro. García Márquez, en ese periodo de 1967-1875 apoyaba la revolución cubana pero no estaba de acuerdo con ciertos excesos autoritarios. Ciertamente los apoyaba públicamente --en sus textos periodísticos, sobre todo en Cuba de cabo a rabo--, pero en el fondo mantenía sus resquemores. De todos modos, García Márquez siempre ha
4 aceptado la censura cubana a su novela de dictador y nunca se ha quejado por ello. Una relectura de El otoño del Patriarca con el conocimiento del estilo dictatorial de Fidel Castro lleva a, cuando menos, casi noventa frases o escenas que parecen salir del estilo dictatorial de Fidel Castro o que pudieran aplicarse a excesos de poder aplicados después de 1975.
El juego del tiempo de una Habana de 1959 en pleno 2007: abandono y tiempo congelado: La ciudad despertó de su letargo de siglos (5). …
La soledad de Fidel como gobernante endiosado: …como había dormido noche tras noche durante todas las noches de su larguísima vida de déspota solitario. (8) …
Omnipresencia que tanto disfruta Fidel: …sin embargo, lo sabíamos porque él estaba ahí, lo sabíamos porque el mundo seguía. (9) …
Sobre las manos de Stalin, dice Plinio Apuleyo Mendoza, pero también sobre las manos de Fidel: …manos lisas, de doncella. (10)
5 …
La imagen de un Castro inmortal o, como dijera Fidel Velásquez del PRI, inmorible: …y sin embargo gobernaba como si se supiera predestinado a no morirse jamás. (11) …
La minuciosidad que ha hecho famoso a Castro al preocuparse por los mínimos detalles: Todos los días, desde que tomó posesión de la casa, había vigilado el ordeno en los establos para medir con su mano la cantidad de leche que debían llevar las tres carretas presidenciales a los cuarteles de la ciudad. (12) …
El ejercicio absoluto del poder de Castro y su proclividad a los discursos y monólogos de interminables horas: Gobernaba de viva voz y cuerpo presente a toda hora y en todas partes con una parsimonia rupestre pero también con una diligencia inconcebible a su edad… (13) …
El Gran Dador de la Vida, él en lo personal, y su corte sometida, y corrigiendo a Dios: ...asediado por una muchedumbre de leprosos, ciegos y paralíticos que le suplicaban con sus manos la sal de la salud, y políticos de letras y
6 aduladores impávidos que lo proclamaban corregidor de terremotos, los eclipses, los años bisiestos y otros errores de Dios. (13) …
Todo pasa por Fidel, todo lo decide él en función de su santa voluntad: … mientras resolvía problemas de Estado y asuntos domésticos con la misma simplicidad con que ordenaba que me quiten esta puerta aquí y me la pongan allá, la quitaban, que me la vuelvan a poner, la ponían, que el reloj de la torre no diera las doce a las doce sino a las dos para que la vida pareciera más larga, se cumplía, sin un instante de vacilación, sin una pausa… (13) …
Sobre su omnipresencia que lo hacía estar en todo tiempo y en todo lugar para no perder el control del país: …siempre parecía que se desdoblaba, que lo vieron jugando dominó a las siete de la noche y al mismo tiempo lo habían visto prendiendo fuego a las bostas de vaca pata ahuyentar los mosquitos en la sala de audiencias… (14) …
El uso de dobles: … era la suerte de contar con los servicios íntegros y la lealtad de perro de Patricio Aragonés, su doble perfecto… (15) …
7 Su obsesión por el control del ejército como clave de su poder y mandato, en un gobierno cubano dominado por las fuerzas armadas: … y él dispuso de más tiempo para ocuparse de las fuerzas armadas con tanta atención como al principio de su mandato, no porque las fuerzas armadas fueran el sustento de su poder, como todos creíamos, sino al contrario, porque eran su enemigo natural más temible… (18) …
La figura siempre presente de Raúl Castro como su hermano, vigilante y jefe de seguridad: … protegido por la sombra tranquila de mi compadre de toda mi vida el general Rodrigo de Aguilar, un artillero de academia que era además su ministro de la defensa y al mismo tiempo comandante de las guardias presidenciales, director de los servicios de seguridad del estado y uno de los pocos mortales que estuvieron autorizados para ganarle a él una partida de dominó… (18) …
El control de las masas para adular al gobernante cuando salía a la calle, algo que disfruta Castro para demostrar que el pueblo lo adora: … que viva, gritaban los que trabaron las patas de los caballos, una maniobra tan certera e imprevista que él apenas tuvo tiempo de apartar el brazo armado del edecán reprendiéndolo con voz tensa, no sea pendejo, teniente, déjelos que me quieran (…), pues él ni siquiera sospechaba que el asalto del puerto había sido espontáneo pero que los siguientes fueron organizados por sus propios servicios de seguridad para complacerlo sin riesgos… (20) …
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Del estilo de dar asilo en Cuba a simpatizantes o fracasados de otros proyectos: … y se pasaba la tarde jugando dominó con los antiguos dictadores de otros países del continente… (22) …
Del agobio del poder, pero al final como coartada porque el poder ha anclado a Castro en el poder porque el poder es una droga: … si supieras que ya no puedo con el mundo, que quisiera largarme no sé a dónde… (27) …
Como todo gobernante, Fidel muchas veces es engañado. O como ocurre con los dictadores, se dejan engañar como parte del ejercicio del poder: … lo iban saludando sin novedad mi general, todo en orden, pero él sabía que no era cierto, que lo engañaban por hábito, que le mentían por miedo, que nada era verdad en aquella crisis de incertidumbre que le estaba amargando la gloria y le quitaba hasta las viejas ganas de mandar desde la tarde aciaga en la gallera… (27) …
Y siempre uno de los vicios de las dictaduras; el engaño de colaboradores para disfrazar resistencias y englobar popularidades pero porque el ejercicio autoritario del poder así lo exige: … para que sepa que nadie le ha dicho nunca lo que piensa deveras sino que todos le dicen lo que saben que usted quiere oír mientras le hacen reverencia por delante y le hacen pistola por detrás… (31)
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…
Y la imagen de los Estados Unidos como trasfondo, esa imagen magnificada para consolidar alianzas internas, cuando salieron huyendo de Cuba y dejando maldiciones gitanas detrás: … cuando los gringos le gritaron que ahí te dejamos con tu burdel de negros a ver cómo te las compones sin nosotros. (31) …
Y siempre la justificación para no salirse del poder, como estos casi cincuenta años de Castro magnificando el peligro estadunidense y de ahí afianzarse en la presidencia absoluta por muchos años: … y no se desmontó de la silla desde entonces (desde que se fueron los gringos) ni se ha desmontado nunca no será porque no quiere sino porque no puede… (31) …
Y también la relación amor-odio del pueblo con el dictador que no se quiere ir y que se ha metido en el destino histórico de todos, por lo que lo quieren y lo odian y siempre llega el momento es que la felicidad llega por el fin del dictador: … y se abrazó al cadáver perfumado (del supuesto dictador) llorando a gritos que era él, Dios Mío, qué va a ser de nosotros sin él, lloraba, de modo que era él, gritaban, era él, gritó la muchedumbre sofocada por el sol de la Plaza de Armas (…) y entonces todas las iglesias anunciaron un miércoles de júbilo, estallaron cohetes pascuales, petardos de gloria, tambores de liberación… (35) …
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Y la justificación divida para no dejar el poder sino porque lo mandan las señales del cielo, algo que define el poder infinito hacia delante de Fidel, un designio personal: … y yo solo me basto y sobro para seguir mandando hasta que vuelva a pasar el cometa, y no una vez sino diez, porque lo que soy yo no me pienso morir jamás, qué carajo, que se mueran los otros, decía… (39) …
Y Fidel como el Gran Dador de Vida, jugando con los perdones pero para afianzar su poder, algo mil veces repetido en la historia de la Cuba castrista y pensar siempre en cómo distraer al pueblo, pero siempre con la consigna del todo o nada, y aquí García Márquez se apropia del grito de batalla de Castro y el castrismo: … proclamó la amnistía general, se anticipó al futuro con la ocurrencia mágica de que la vaina de este país es que a la gente le sobra demasiado tiempo para pensar, y buscando la manera de mantenerla ocupada restauró los juegos florales de marzo y los concursos anuales de reinas de la belleza, construyó el estadio de pelota más grande del Caribe e impartió a nuestro equipo la consigna de victoria o muerte… (43) …
Fidel suele jugar con los intentos de asesinarlo y los utiliza para agrandar su mito, como lo hacen todos los dictadores unipersonales: … pero cuanto más ciertos parecían los rumores de su muerte, más vivos y autoritario se le veía aparecer en la ocasión menos pensada para imponerle otros rumbos imprevisibles a nuestro destino… (52) …
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Otro de los mitos sobre Fidel: su capacidad de adivinar los pensamientos de la gente con sólo mirarla a los ojos y que en ello radica su invulnerabilidad: … tenía la virtud de anticiparse a los designios de la naturaleza, que adivinaba el pensamiento con sólo mirar a los ojos y conocía el secreto de una sal de virtud para sanar las lacras de los leprosos y hacer caminar a los paralíticos. (54) …
En Cuba, el asunto ha sido de poder, como en los dictadores. Y ahí la novela del colombiano reduce el asunto a una frase: … era un hombre de páramos por su apetito desmesurado de poder. (54) …
La presencia de la URSS en Cuba como fuerza de ocupación es asumida simbólicamente por García Márquez en su novela: Aquel estado de escasez habría de durar hasta que las fuerzas de ocupación abandonaran el país espantadas por una peste cuando todavía faltaban muchos años para que se cumplieran los términos del desembarco (…) le rindieron honores de jefe de estado y le dijeron en voz alta para que todo el mundo lo oyera que ahí te dejamos con tu burdel de negros a ver cómo te las compones sin nosotros… (57) …
Y sin saberlo entonces, la novela registra los estilos dictatoriales de liquidar a sus generales para que no convirtieran en nuevas revoluciones sus apetitos de poder. Y los párrafos perfilan lo que después haría Castro con muchos de sus
12 generales: desde Camilo Cienfuegos hasta Arnoldo Ochoa, pasando por Hubert Matos y muchos otros. … el tamaño de la masacre de los últimos herederos de nuestra guerra que según el bando oficial fueron asesinados por sus propias escoltas enloquecidas y cuyos cuerpos envueltos en la bandera de la patria saturaron el panteón de los próceres en funerales de obispo…(67) …
Una de las justificaciones de García Márquez para preferir la amistad a la crítica a Castro ha sido su papel de intermediario para lograr la liberación de escritores presos por razones de conciencia. Ese papel lo registró el escritor en El otoño del Patriarca, antes de lograr su primera liberación. … jugaba partidas interminables de dominó con mi compadre de toda la vida el general Rodrigo Aguilar y mi compadre el ministro de salud que eran los púnicos que tenían bastante confianza con él para pedirle la libertad de un preso o el perdón de un condenado a muerte… (73) …
En el reino del patriarca cristaliza la opinión pública, única, uniforme, igual al modelo de la Cuba de Castro: … habíamos sido víctimas de un nuevo engaño histórico, pues los órganos oficiales proclamaron el paso del cometa como una victoria del régimen contra las fuerzas del mal… (92) …
La imagen del dictador de García Márquez tiene mucho de los estilos de Castro o Castro imponía muchos de los estilos de los dictadores caribeños:
13 Era difícil admitir que aquel anciano irreparable fuera el mismo hombre mesiánico que en los orígenes de su régimen aparacía en los pueblos a la hora menos pensada y sin más escolta que un guajiro descalzo con un machete de zafra y un reducido séquito de diputados y senadores que él mismo designaba con el dedo según los impulsos de su digestión… (98) …
Y como Castro, el dictador estaba atento a los pequeños detalles: … no dejaba sin esclarecer un solo detalle de cuanto conversaba con los hombres y mujeres que había convocado en torno suyo llamándolos por sus nombres y apellidos como si tuviera dentro de la cabeza un registro escrito de sus habitantes y las cifras y los problemas de la nación… (99) …
Y decidía con sentido de justicia popular, como en Cuba: … y con el mismo sentido de gobierno inmediato había ordenado a un matarife que le cortara las manos a un tesorero pródigo, y arrancaba los tomates de un huerto privado y se los comía con ínfulas de buen conocedor en presencia de sus agrónomos diciendo que a esta tierra le falta mucho cagajón de burro macho, que se lo echen por cuenta del gobierno. (99) …
Los dictadores muchas veces ignorar la dimensión de su poder. A eso es muy afecto Castro y, desde luego, el dictador de García Márquez: … pues él no era conciente del reguero de desastres domésticos que provocaban sus apariciones de júbilo, ni del rastro de muertos indeseados que dejaba a su paso, ni de la condenación eterna de los partidarios en
14 desgracia a quienes llamó por un nombre equivocado delante de sicarios solícitos que interpretaban el error como un signo deliberado de desafecto… (101) …
Los vicios de los dictadores que se creen el Dios en la tierra revelan otros parecidos y andan por los pueblos resolviendo problemas ajenos para demostrar su amor por el pueblo y la capacidad del poder: … bastaba con que él señalara con el dedo los árboles que debían dar frutos y a los animales que debían crecer y a los hombres que debían prosperar, y había ordenado que quitaran la lluvia en donde estorbaba las cosechas y la pusieran en tierra de sequía, y así había sido, señor, yo lo he visto, pues su leyenda había empezado mucho antes de que él mismo se creyera dueño de todo su poder, cuando todavía estaba a merced de los presagios… (102) …
El dictador de García Márquez revela otros parecidos con Castro, entre ellos la forma de disponer de las instituciones y de inventar formas de gobierno personales, algo que comenzó en 1959: … se valió de la ocasión para liquidar el aparato legislativo y judicial de la vieja república, abrumó de honores y fortuna a los senadores y diputados y magistrados de cortes que ya no le hacían falta para guardar las apariencias de los orígenes de su régimen, los desterró en embajadas felices y remotas y se quedó sin más séquito que la sombra solitaria del indio del machete… (104) …
15 Y la imagen siempre presenta, áurea, de los dictadores como forma de atemorizar a los pueblos: … sólo percibimos la imagen efímera de siempre, el celaje de un anciano inasible vestido de lienzo que impartió una bendición silenciosa desde el balcón presidencial y despareció al instante, pero aquella visión fugaz nos bastaba para sustentar la confianza de que él estaba ahí, velando nuestra vigilia y nuestro sueño bajo los tamarindos históricos de la mansión de los suburbios… (115) …
Los dictadores son, en la lectura de García Márquez, designios divinos y por la intuición del futuro. … pues él no había sobrevivido a todo por su valor inconcebible ni por su infinita prudencia sino porque era el único de nosotros que conocía el tamaño real de nuestro destino… (116) …
Los dictadores suelen tener conflictos con los escritores por la disputa de la inteligencia. Castro ha echado del país a los escritores más importantes. Y García Márquez, que ha ayudado a exiliarlos para sacarlos de las prisiones, registró en su novela el sentimiento del dictador hacia los escritores, intuyendo o adelantando uno de los defectos de Castro hacia la inteligencia: … después del ciclón cuando proclamó una nueva amnistía para presos políticos y autorizó el regreso de todos los desterrados salvo los hombres de letras, por supuesto, ésos nunca, dijo, tienen fiebre en los cañones como los gallos finos cuando están emplumando de modo que no sirven para nada sino cuando sirven para algo, dijo, son peores que los políticos, peores que los curas, imagínense, pero que vengan los demás sin
16 distinción de color para que la reconstrucción de la patria sea una empresa de todos… (118) …
Y el poder demuestra quién tiene el poder, lo mismo en la ficción de García Márquez que en la realidad de Cuba: … para que nadie se quedara sin comprobar que él era otra vez el dueño de todo su poder con el apoyo feroz de unas fuerzas armadas que habían vuelto a ser las de antes desde que él repartió entre los miembros del mando supremo los cargamentos de vituallas y medicinas y los materiales de asistencia pública de la ayuda exterior… (118) …
Los dictadores suplantan los designios de Dios: … para que no se hiciera una ciudad distinta de la que él había concebido para su gloria en sus sueños de ahogado solitario, ordenaba a los ingenieros que me quiten esas cosas de asquí y me las pongan allá donde no estorben, las quitaban, que levanten una esa torre de dos metros más para que puedan verse los barcos de altamar, la levantaban, que me volteen al revés el curso de este río, lo volteaban, sin un tropiezo, sin un vestigio de desaliento… (119) …
Y ante la crítica, los dictadores pierden el sentido de la autoridad y asumen el del poder absoluto: … les decían que eran infundios de apátridas, calumnias de la oposición, y a los que se amotinaron frente a un cuartel los rechazaron con
17 cargas de mortero y hubo una matanza pública que también le habíamos ocultado para no molestarlo mi general… (120) …
Ante un incidente de niños ocultados por el Patriarca porque estaban involucrados en un fraude de lotería, de nueva cuenta la ficción copia a la realidad porque en las dictaduras se respetan los derechos humanos: … mientras él se enfrentaba al temporal desatado por la declaración oficial y solemne de que no era cierto, no sólo no había niños en poder de las autoridades sino que no quedaba un solo preso en ninguna de las cárceles, el infundio del secuestro masivo era una infamia de apátridas para turbar los ánimos, las puertas del país están abiertas para que se establezca la verdad, que vengan a buscarla, vinieron, vino una comisión de la Sociedad de las Naciones que removió las piedras más ocultas del país (…) y al final dieron de pública de que habían encontrado cárceles clausuradas, la patria en paz, cada cosa en su puesto, y no habían hallado ningún indicio para confirmar la suspicacia pública de que hubieran o se hubiese violado de intención o de obra por acción u omisión los principios de los derechos humanos, duerma tranquilo, general… (123) …
El mundo en el puño de los dictadores, sus designios como mandatos divinos, como únicos dictámenes: … qué nombre le ponemos mi general, el que les dé la gana, contestó, eran las once, como todas las noches de su régimen contó los centinelas, revisó las cerraduras, tapó las jaulas de los pájaros, apagó las luces, eran las doce, la patria estaba en paz, el mundo dormía… (126) …
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Y García Márquez se refiere al mundo de los militares en el país del Patriarca pero con referencias que después la realidad confirmaría la ficción: cómo la vida de los generales estaba en el puño del dictador. Un párrafo que debe leerse como segundo pensamiento con la suerte del general cubano Arnaldo Ochoa, reconocido por Castro, con una medalla de honor entregada por Castro, contrabandista por órdenes de Castro y luego fusilado por Castro: … y cuando los tres militares que ejecutaron el crimen (de los niños de la lotería) se cuadraron frente a él con la novedad mi general de que su orden había sido cumplida, los ascendió dos grados y les impuso la medalla de la lealtad, pero luego los hizo fusilar sin honor como a delincuentes comunes porque hay órdenes que se pueden dar pero no se pueden cumplir, carajo, pobres criaturas. Experiencias tan duras como ésa confirmaban su muy antigua certidumbre de que el enemigo más temible estaba dentro de uno mismo en la confianza del corazón, que los propios hombres que él armaba y engrandecía para que sustentaran su régimen acaban tarde o temprano por escupir la mano que les daba de comer, él los aniquilaba de un zarpazo, sacaba a otros de la nada, los ascendía a los grados más altos señalándolos con el dedo según los impulsos de su inspiración, tú a capitán, tú a coronel, tú a general, y todos los demás a tenientes, qué carajo… (127) …
El ejército es clave en las dictaduras, tanto en las de ficción como en la realidad. En la novela de García Márquez acredita la paternidad norteamericana en la organización del aparato de seguridad del Estado, pero en la realidad cubana fue una asesoría rusa, con los vestigios stalinistas de rigor, entre ellos es espionaje popular que Castro legalizó con los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en cada cuadra del país:
19 … fueron ellos quienes me enseñaron el secreto de mantener servicios paralelos para fomentar rivalidades de distracción entre la gente de armas, me inventaron una oficina de seguridad del estado, la agencia general de investigación, el departamento nacional de orden público y tantas otras vainas que ni yo mismo las recordaba, organismos para reinar con mayor sosiego en medio de la tormenta haciéndolos creer a unos que estaban vigilados por los otros… (128) …
Y queda también la certeza de que las dictaduras tienen que sostener, en el país imaginario del Patriarca como en Cuba, con el ejercicio dictatorial y criminal del poder, sobre todo cuando hay insurrecciones aplastadas por la fuerza y no encauzadas por la democracia: … exhibieron los cadáveres (de rebeldes) colgados por los tobillos a sol y sereno para que nadie se quedara sin saber cómo terminan los que escupen a Dios, matreros, pero la vaina no se acaba con esas purgas sangrientas porque al menor descuido se volvía a encontrar con la amenaza de aquella parásita tentacular que creía haber arrancado de raíz y que volvía a proliferar en las galernas del poder, a la sombra de los privilegios forzosos y las migajas de autoridad y la confianza de autoridad y la confianza de interés que debía acordarles a los oficiales más bravos aun contra su propia voluntad porque le era imposible mantenerse sin ellos pero también con ellos, condenado para siempre a vivir respirando el mismo aire que lo asfixiaba, carajo, no era justo… (129) …
Los perfiles de los dictadores ancianos suelen ocultar que detrás del tiempo se oculta la ambición renovadora del ejercicio absolutista del poder. Lo mismo en el Patriarca de García Márquez que en el octogenario Fidel Castro al que no le
20 tiembla el pulso para fusilar hasta a sus compadres del alma, porque el ejercicio del poder es una vitamina que hacer ver joven al más viejo: … cuando el general Rodrigo de Aguilar se ofreció como mediador para negociar un compromiso decoroso con la subversión no se encontró con el anciano lelo que se quedaba dormido en las audiencias sino con el antiguo carácter de bisonte que sin pensarlo un instante contestó que ni de vainas, que no se iba, aunque no era cuestión de irse o de no irse sino que todo está contra nosotros mi general, hasta la iglesia, pero él dijo que no, la iglesia está con el que manda, dijo… (131) …
El poder, pues, como la sangre que corre en las venas y con ella la decisión de mantenerse en el poder a como dé lugar: … no hay caso mi general, la gente está con ellos (los insurrectos), mentira, dijo él, la gente está conmigo, de modo que de aquí no me sacan sino muerto, decidió, golpeando la mesa con su ruda mano de doncella… (131) …
Y en el reino del Patriarca como en el del Comandante en Jefe el poder se ejerce sin piedad y con la decisión de que nadie pueda pensar. Por eso los parecidos de un Patriarca que controla los medios y el contenido y la Cuba castrista sin libertad de expresión, con políticas autoritarias que veces recordaban a la Unión Soviética de Stalin pero también el 1984 de Orwell: Era imposible no creerlo, si los pocos periódicos que aún se publicaban seguían consagrados a proclamar la eternidad y a falsificar su esplendor con materiales de archivo, nos lo mostraban a diario en el tiempo estático de la primera plana con el uniforme tenas de cinco soles tristes de sus tiempos de gloria, con más autoridad y diligencia y mejor salud que
21 nunca, a pesar de que hacía muchos años que habíamos perdido la cuenta de sus años, volvía a inaugurar en los retratos de siempre los monumentos conocidos o instalaciones de servicio público que nadie conocía en la vida real, presidía actos solemnes que se decían de ayer y que en realidad se habían celebrado en el siglo anterior, aunque sabíamos que no era cierto, que nadie lo había visto en público desde la muerte atroz de Leticia Nazareno… (142) …
Y con el control de la prensa, ayer con el Patriarca y hoy con el Comandante en Jefe enfermo y sumido en su cama de hospital, las versiones reales no eran creíbles, cómo iban a serlo si nadie atendía a los medios y porque además los caudillos son inmoribles hasta que deveras se mueren de verdad: … contábamos en las cantinas que alguien había anunciado al consejo de gobierno que él había muerto y que todos los ministros se miraron asustados y se preguntaron asustados que ahora quién se lo iba a decir a él, ja, ja, ja, cuando la verdad era que a él no le hubiera importado saberlo ni hubiera estado muy seguro él mismo de si aquel chiste callejero era cierto o falso… (143) …
El ejercicio del poder de Castro se parece mucho --casi calcado-- al del Patriarca autoritario en contra de instituciones como la iglesia, y de ahí la manipulación de la visita del Papa Juan Pablo II a La Habana. El Patriarca descubrió a la iglesia en un complot y… … dio la orden de que pusieran al nuncio en una balsa de náufrago con provisiones para tres días y lo dejaran al garete en la ruta de los cruceros a Europa para que todo el mundo sepa cómo terminan los forasteros que levantaban la mano contra la majestad de la patria y que
22 hasta el papa aprenda desde ahora y para siempre que podrá ser muy papa en roma con su anillo al dedo de su poltrona de oro, pero que aquí yo soy el que soy yo, carajo, pollerones de mierda. (161) …
Los dictadores son, en esencia, antidemocráticos porque no atienden las reglas del consenso sino que viven de la lisonja. Ahí se localiza otro de los parecidos del Patriarca de García Márquez con el Comandante en Jefe cubano: … pues monseñor Demetrio Aldous había vislumbrado la perfidia de la propia casa presidencial, había visto la codicia en la adulación y el servilismo matrero entre quienes medraban al amparo del poder, y había conocido una nueva forma de amor en las recuas de menesterosos… (173) …
Y a partir del poder, los dictadores pueden dictar la vida de quien sea, para bien o para mal, ahí donde la ficción se nutre de la realidad, porque la voz del dictador es la voz de Dios: … y asumió de viva voz y de cuerpo presente la responsabilidad solemne de interpretar la voluntad popular mediante un decreto que concibió por inspiración propia y dictó de su cuenta y riesgo sin prevenir a las fuerzas armadas, ni consultar con sus ministros, y en cuyo artículo primero proclamó la santidad civil de Bendición Alvarado (su señora madre) por decisión suprema del pueblo libre y soberano, la nombró patrona de la nación, curadora de los enfermos y maestra de los pájaros… (175) …
Cuando finalmente el Patriarca muere por segunda y definitiva ocasión, los sobrevivientes tienes que ver cómo queda el país con los que se fueron, una
23 especie de alegoría temprana y adelantada del final de Castro porque cuando El otoño del Patriarca circuló él, Fidel Castro, tenía apenas cuarenta y nueva años de edad, pero con un país que entonces buscaba rehacerse con los que se fueron y con los que echaron. Y ahí se vio el ojo avizor de García Márquez al prever el futuro inevitable: Mientras tanto (él ya muerto), en el salón del consejo de gobierno invocábamos la unión de todos contra el despotismo de los siglos para repartirse por partes iguales el botín de su poder, pues todos habían vuelto al conjunto de la noticia sigilosa pero incontenible de su muerte, habían vuelto los liberales y los conservadores reconciliados al rescoldo de tantos años de ambiciones postergadas, los generales del mando supremo que habían perdido el oriente de la autoridad, los tres últimos ministros civiles, el arzobispo primado, todos los que él no hubiera querido que estuvieran estaban sentados en torno de la larga mesa de nogal tratando de ponerse de acuerdo sobre la forma en que se debería divulgar la noticia de aquella muerte enorme para impedir la explosión prematura de las muchedumbres en la calle… (186) …
Y como todos los dictadores, el futuro no existe sin ellos, lo mismo en el Caribe de García Márquez que en el del Comandante en Jefe. Y ahí aparece la visión del futuro de escritor dando algunos indicios de lo que podría ser Cuba a la muerte final, definitiva, de Fidel: Nos encontrábamos inermes ante esta evidencia, comprometidos con un cuerpo pestilente que no éramos capaces de sustituir en el mundo porque él se había negado en sus instancias seniles a tomar ninguna determinación sobre el destino de la patria después de él, había resistido con una invencible terquedad de viejo a cuantas sugerencias se le hicieron… (186)
24 …
Y lo que queda de los dictadores después de ellos es la maldición de que les va a ir peor sin ellos. Y ocurre en la realidad de Cuba con la incertidumbre de su destino después de Castro, porque los dictadores siempre dicen que les irán peor a sus pueblos cuando ellos se vayan y que es mejor la dictadura de ahora que la incertidumbre de una democracia que podría venir: … si al fin y al cabo cuando yo me muera volverán los políticos a repartirse esta vaina como en los tiempos de los godos, ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres, por supuesto, porque éstos estarán siempre tan jodidos como el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo, ya lo verán, decía, citando a alguien de sus tiempos de gloria… (187) …
García Márquez entendió muy bien la sicología anticultural de los dictadores, no tanto por su incultura sino por el papel liberador de la educación y la cultura, algo muy fácil de entender en la Cuba castrista en donde la cultura es un factor de opresión. El colombiano pintó una escena del dictador en un acto de lectura de poesía: … no vimos a nadie más en el palco presidencial, pero durante dos horas del recital soportamos la certidumbre de que él estaba ahí, sentíamos la presencia invisible que vigilaba nuestro destino para que no fuera alterado por el desorden de la poesía, él regulaba el amor, decía la intensidad y el término de la muerte en un rincón del palco en penumbra… (213) …
25 Y de nueva cuenta el poder dictatorial sobre los medios y su contenido dictado desde el abuso del poder, en la ficción caribeña y en la realidad castrista: … repasaba el periódico al derecho y al revés buscando algo más que las noticias inventadas por sus propios servicios de prensa… (224) …
Y como para adelantar el futuro, una escena en El otoño del Patriarca que muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Arnoldo Ochoa había de recordar aquellos días de la ficción que le mostraron su futuro, el coronel condecorado y otros dos fusilados o los tres balseros también fusilados en el 2003 por el delito de intentar hacerse de una lancha para huir de Cuba. En la novela de García Márquez el dictador condena a tres militares a ser fusilados y desoye las peticiones de piedad de la Sociedad de las Naciones (¿la ONU?) y no recibe una carta del papa que pedía clemencia: … pero citó con honores en el orden del día a los tres oficiales que llevaron a término la investigación del crimen y les impuso la medalla al mérito militar por servicios a la patria en el curso de la ceremonia solemne en la cual constituyó el consejo de guerra sumario que juzgó a los hermanos Mauricio y Gumaro Ponce de León (como los hermanos De la Guardia en 1989) y los condenó a morir fusilados dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes. (226)
Y de nueva cuenta el control de la información como parte del ejercicio absolutista del poder con la política editorial del periódico oficial, algo así como el Granma: … encontraba satisfechos sus deseos más íntimos en el periódico oficial que seguía leyendo en la hamaca a la hora de la siesta desde la primera página hasta la última inclusive los anuncios de propaganda, no había un impulso de su aliento ni un designio de su voluntad que no apareciera impreso en letras grandes con la fotografía del puente que él no
26 mando construir por olvido, la fundación de la escuela para enseñar a barrer, la vaca de leche y el árbol de pan con un retrato suyo de los tiempos de gloria… (257) …
Y la forma de usar la radio para convocar a manifestaciones multitudinarias, en la ficción para liquidar al jefe del aparato represivo pero en la realidad para el caso Elián o contra los Estados Unidos o a favor de lo que sea para fortalecer su imagen de líder popular capaz de llenar las calles en protesta: … el pobre pueblo de siempre que antes del amanecer se echó a la calle instigado por el anciano imprevisto que a través de la radio y la televisión del estado se dirigió a todos los patriotas de la patria sin discriminaciones de ninguna índole y con la más viva emoción histórica… (261) …
El Patriarca llega al grado de inventar enfermedades masivas para sacar a los militares a la calle y generar un estado de sicosis a su favor: …fascinado por la evidencia de que estaba viviendo de nuevo en los orígenes de su régimen cuando se había valido de un recurso igual para disponer de los poderes de excepción de la ley marcial ante una grave amenaza de sublevación civil, había declarado el estado de peste por decreto… (267) …
García Márquez dota a su Patriarca de la sensibilidad de los dictadores reales del Caribe:
27 … y difundido pronósticos de apocalipsis de acuerdo con su criterio de que la gente tendrá más miedo cuanto menos entienda… (268) …
El colombiano, amigo de dictadores caribeños, logró captar la sicología de las dictaduras: no el terror; no sólo el terror, sino los nervios sensibles de un pueblo agobiado, lo mismo en la ficción que en la Cuba de Castro: … el régimen no estaba sostenido por la esperanza ni por el conformismo, ni siquiera por el terror, sino por la pura inercia de una desilusión antigua e irreparable… (270) …
Y, como todos los dictadores de ficción y de a deveras, el patriarca sabe que no será derrocado por el pueblo sino por las intrigas palaciegas, por lo que se explican tantas y tantas purgas en las dictaduras de la región y sobre todo en Cuba, en donde Fidel Castro se ha quedado como la figura dominante hasta que la vida lo aguante. … pero él se había empecinado en que nadie tiene necesidad ni ganas de matarme, ustedes son los únicos, mis ministros inútiles, mis comandantes ociosos, sólo que no se atreven ni se atreverán a matarme nunca porque saben que después tendrán que matarse los unos a los otros… (275) …
Y queda, al final de los siglos, la certeza de que las dictaduras infinitas pasan y los dictadores no saldrán indemnes del juicio de la historia. En las líneas finales de El otoño del Patriarca, García Márquez describe también la agonía del régimen de Fidel Castro en Cuba:
28 … porque nosotros sabíamos quiénes éramos mientras él se quedó sin saberlo para siempre con el dulce silbido de su potra de muerto viejo trasnochado de raíz por el trancazo de la muerte (…), agarrado de miedo de los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte y ajeno para siempre jamás a las músicas de liberación y los cohetes de gozo y las campanas de gloria que anunciaron al mundo la buena nueva de que el tiempo incontable de la eternidad había por fin terminado. (297)
Premoniciones, augurios, visión fatídica o de plano una racionalidad literaria llevaron a García Márquez a dibujar un tirano que tenía mucho de los perfiles que se acomodan casi sin sentirlo con el estilo caribeño de Fidel Castro. Por esa razón, sin duda, el gobierno de Castro ha prohibido El otoño del Patriarca en Cuba y por eso las críticas de cubanófilos a esa novela como para disminuir sus lecturas. Pero ahí están las frases, los párrafos, las páginas, los dibujos, los estilos, las justificaciones y, sobre todo, los parecidos alegóricos.
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