3 minute read
LUIS ANTONIO TORRES VILLAR
Hoy remojo los pies a tu lado en el cequión de siempre, te vas por un ratito no más (Luis Torres).
Advertisement
Por Israel Tolentino
Llueve esta temporada en los centros de poder y aun así, no mojará a todos, la frase está vez servirá de placebo. La lluvia que en otros tiempos hubiera sido un milagro, hoy es una amenaza inminente. En el horizonte se dibujan lomas con la luz de los rayos y el sonido de los truenos.
El país maltrata a los pocos talentos, permitiendo incluso que emigren, se auto exilien; un país que se construye a punta de macanas y gases lacrimógenos. Luis Antonio Torres Villar (1984) lleva la sensibilidad de un nacido arrullado por la huaca Cajamarquilla, planteando en su mirada y sentir, desde ese arranque, que la muerte es una semilla que devuelve vida. Una planta saldrá retorciéndose de un arpa, entonando un canto en quechua, se puede decir que hay una necesidad intrínseca de morir, de darle un descanso natural al cuerpo mortal y transformarse en semilla luego y hacer crecer la vida que no conoce fin.
El Perú intenso, potente y trascendente que se puede ver retratado por Luis Antonio en los pedregales, cerros, desiertos, asentamientos, bosques amazónicos… invadidos por peruanos negados a una propiedad, se dignifican en sus esperanzas y sudor.
Torres Villar ha elegido para esta primera parte de su vida la técnica de la xilografía, sin caer en dogmatismos y la ortodoxia estudiantil. Con su obra revive el grabado y la gráfica nacional; recordemos que, la serigrafía era la técnica con resultados llamados contemporáneos y ampliaba el término “grabado” al de “campo gráfico”; la xilografía, se había atollado en las tres cuartas partes del siglo XX y parecía resignada; en los primeros años del dos mil, exactamente el 2008, salta a las escena la obra de Luis Torres, presentando xilografías gigantes y emparentadas con el mate burilado, con ellas gana el XXXII Salón Nacional de Grabado del Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA). La xilografía había sido llevada al extremo que los indigenistas no lograron, como dice el historiador Manuel Munive: al reconocerse colega con el maestro Seguil prolonga el camino de la xilografía peruana moderna abierto por los indigenistas. Había logrado poner esa técnica, al mismo horizonte discursivo que cualquier otro medio.
Exactamente hace un año, publicó la carpeta Enero. De ese tiempo a hoy, Lucho Torres Villar participa en varias exposiciones importantes: la Embajada de Francia en Perú y la Alianza Francesa presentan “ITINERARIOS DEL PRESENTE. 25 años de Pasaporte para un Artista”, curada por Giuliana Vidarte, en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), presenta una carpeta xilográfica dedicada a Víctor Humareda en París. La exposición denominada “VUSCO VOLVVVER – 77 ARTISTAS CON TRILCE” curada por Jorge Villacorta y Víctor Vich, en la Municipalidad de Miraflores, con una xilografía que recuerda a Dadá, titulada Trilce XXXVI. En la sala Pancho Fierro, YUYAY LIMA, curada por Alfredo Villar, donde se muestran unos camiones cargando en la ladrillera, obra recreada a partir de las fotografías de su papá Nicolás Torres, insólito fotógrafo popular y, su obra “De la serie reconquista del arpa”, ganadora del VII Concurso Banco Central de Reserva hoy Museo Central (MUCEN), aparece en la carátula de una reciente publicación MUCEN, donde a partir de obras de su colección, se conceptualiza la Nación peruana. Valga esta evocación para felicitar y darle tres abrazos a Elita, quien mañana está de cumpleaños.
Cuando una obra alcanza su madurez, que coincide con la del artista, esta camina sola. La obra “De la serie reconquista del arpa” se exhibe en forma permanente en la sala del Museo Central (MUCEN) entre las obras de: Tilsa Tsuchiya, Gerardo Chávez, José Tola, Ricardo Wiesse, Emilio Rodríguez Larraín y Víctor Huamareda.
Las obras de Luis Antonio, van más allá de montar las piezas en las paredes, están hechas de una forma cotidiana y aparentemente sencilla, como tomarse un café, tocar con las manos la taza humeante sobre la mesa y remover el oscuro brillo, y beberla sin importar el lugar donde uno se pose, inti- midad ajena a mucha obra contemporánea que, cuando sale de su escenario, se trivializa, se pierde…
En un montaje de obras “contemporáneas” sorprende ver la pérdida de autonomía de muchas de estas, se ven como despojos u objetos extraños apilonados, olvidados, te confrontan con el plátano titulado: “Comedian” o su curador expuesto pegado de la misma manera en “A perfect day” de Maurizio Cattelan. Cuando el arte se llena de tantas anécdotas, chistes y un mercado sospechoso las ampara, es momento de ponerse alerta. ¿Estamos yéndonos, si ya no, al cuerno, como Julio Cortázar escribió alguna vez?
Luchito Torres, es marcista de nacimiento, este 12 agasajó en la distancia un año más para sus imágenes imparables; con una obra y personalidad silente y poderosa, en algún momento, tendrán que ir inevitablemente a echar una ojeada a su aporte. Pasará esta generación miope y dirá: ¡pucha, pensar que era mi pata! (Oxa, marzo 2023).