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editorial opinión
Basta de muertes
NO ES LO QUE DICES, SINO CÓMO LO DICES
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El país está en una crisis profunda debido a los bloqueos en las carreteras por parte de manifestantes con intereses oscuros. Definitivamente, hay mucho que el pueblo tiene que reclamar, sin embargo, en estas protestas no necesariamente se ajustan a demandas populares, sino a exigencias ajustadas a los intereses de unos pocos. Lo peor de todo, es que la mayoría de la población no se da cuenta de ello, que son manipulados por algunos políticos y dirigentes.
Eso es totalmente lamentable e indignante, peor aún cuando los verdaderos azuzadores solo lanzan mensajes irresponsables a través de sus redes sociales, con la finalidad de buscar más violencia y muerte. Lo peor de todo, es que después se esconden y hasta estamos seguros, que hasta se mofan de la población por ir como “carne de cañón”, mientras ellos toman el sol y disfrutan del verano en las plazas del litoral peruano. Si fueran consecuentes con sus palabras, deberían de estar también marchando, pero no lo hacen ni lo harán.
En las últimas 72 horas, se han registrado dos fallecidos. El primero en la Carretera Central, donde un bloqueo de vía sorprendió a una familia y el adulto de 56 años, señor Yoni Billar Torres, sufrió un paro cardiaco y no pudo recibir ayuda a tiempo. El segundo caso, es del señor Víctor Santiesteban Yacsavilca, quien falleció en Lima de un fuerte impacto en la cabeza, al parecer de una bomba lacrimógena. Un hecho que es muy probable solo exacerba las protestas.
Asimismo, los bloqueos han causado también escasez de gasolina y gas en diferentes regiones, y han puesto en peligro la vida de los pasajeros y conductores. Esto porque, en algunas zonas, los protestantes lanzaban rocas desde los cerros.
Desde la pandemia, los ciudadanos de a pie la han tenido muy difícil, y ahora se necesita trabajar. Los que deseen protestar tienen toda la libertad de hacerlo, pero sin perjudicar a los demás, y mucho menos sin violencia. El pueblo no está armado, pero algunos de los manifestantes sí lo están, y es necesario que las autoridades correspondientes tomen medidas necesarias para proteger a la población y mantener la estabilidad del país.
Hacemos un llamado a la calma y a la responsabilidad por parte de todos los involucrados para evitar más víctimas y llegar a una solución pacífica antes de que sea demasiado tarde. No más muertes, no más violencia. Ojalá la tranquilidad prevalezca y se busque una solución justa para todos.
Arlindo
Luciano Guillermo
Adelanto elecciones para este 2023 no va; así decidió el congreso, excepto que ocurra un “milagro político”, aunque no estemos en octubre. Diálogo social y tregua. Más de 50 ciudadanos muertos en las protestas populares, una presidenta que dice una cosa y hace otra, un país en zozobra. Nuestra intranquilidad se parece a la violencia de los 80. ¿Quién dará su brazo a torcer para resolver esta crisis social y política? El conflicto llegará a su pico más alto, luego descenderá, dialécticamente, pero no sabemos cuándo ni cómo. Hay una contradicción entre lo que dice el gobierno y lo que, realmente, se ve en las calles y las carreteras del Perú. Algo no está bien: quién miente, a quién le creemos. Nadie quiere violencia sobre más violencia, sino sosiego para vivir, trabajar y construir una sociedad democrática en medio de profundas grietas sociales y diferencias políticas; la pluralidad es una fortaleza y oportunidad. En el congreso, 130 “padres de la patria” no se ponen de acuerdo para darle una salida viable y rápida a la crisis. Vemos, conmovidos e impotentes, escenas donde manifestantes y policías y militares combaten como si estuvieran en las Termópilas o una guerra sin cuartel. Eso tiene que acabar. La violenta intervención a la universidad San Marcos aumenta más la tensión y alborota el avispero. La solución es política y políticamente se tiene que resolver.
En el ejercicio práctico de la política es fundamental el uso efectivo y asertivo de las competencias lingüísticas que se aprenden leyendo, escuchando y con empatía. Alan García fue elocuente, un Demóstenes o Cicerón criollos, pero demagogo y embaucador; Pedro Castillo habla con desconcierto, atropelladamente, sin freno ni embrague; Dina Boluarte, con predominio del tono coloquial, no alcanza los básicos estándares de un estadista ni de liderazgo pleno y paradigmático ni construye pensamiento para concertar, sino para airear el fuego del descontento y la ira descontrolada de las calles y las provincias del sur donde los manifestantes no le dan tregua ni tienen la intención de dialogar. La palabra sin precisión ni ética ni coherencia es un “cráneo sin seso”. Alan García alguna vez espetó que las comunidades nativas son “ciudadanos de tercera clase”. En un noticiero escuché decir a un congresista lo siguiente: “Es su punto de vista de él”. Un gobernante es la voz oficial y legitima de una nación, por tanto, tiene que saber comunicar correctamente.
La presidenta dijo: “Puno no es el Perú”. Habría que recordar que, según la leyenda que procede de los Comentarios reales de los incas de Garcilaso de la Vega, Manco Cápac y Mama Ocllo emergieron de las aguas del Lago Titicaca para avanzar hacia el norte y fundar el Cusco o que la zona del altiplano fue escenario de la civilización Tiahuanaco o que los Uros, que viven en sus islas flotantes, son ciudadanos registrados en el Reniec. Este desliz político o frase infeliz no suma ni crea condiciones para el diálogo tan ansiado, sino divide y encrespa los ánimos por demás caldeados. Luego hubo disculpas por la afrenta a través de un tuit, pero el daño ya estaba hecho. En política, la disculpa es solo un cumplido. La disculpa sin arrepentimiento es cinismo. En una situación de crisis y conflictividad, tender puentes es clave, pero sobre la base del respeto, la prudencia, la flexibilidad, una agenda clara y negociable, sin terquedad ni imposición de voluntades partidarias ni criterios egoístas. En el Perú, no es fácil dialogar horizontalmente cuando históricamente tenemos una tradición autoritaria y carencia de escucha activa. Los problemas en democracia y civilización no se resuelven con bombas lacrimógenas, vandalismo, con ninguneo, con mentiras y falacias, con insulto ni con represión ni montículo de cadáveres.
Deseamos que las partes en conflicto lleguen a un punto medio de concertación para iniciar el diálogo democrático donde primen los intereses del pueblo. Los muertos no resucitarán con un Padrenuestro ni con disculpas públicas, menos si no son sinceras; ellos ya están muertos, pagaron una cuota de martirologio. Un acto de desprendimiento del poder y desapego de los intereses políticos son los insumos para la construcción del diálogo y la tranquilidad del Perú. Matarse entre peruanos es absurdo, como es cuestionable ser solo espectadores cómodos de la crisis. Hay cuatro rutas por donde podría recorrer la coyuntura: la continuidad de la testarudez de ambos bandos que generaría más muertes y pérdidas económicas; la renuncia de Dina Boluarte y se conforme de inmediato un gobierno de transición cuya principal agenda sea convocar a elecciones, a semejanza de Valentín Paniagua y Santiago Sagasti; el congreso adelante elecciones para este 2023; la posibilidad, siempre que haya sinceridad y desistimiento de exigencias inviables, de diálogo horizontal con la finalidad de acabar con este pandemonio que nadie desea ni quiere para un país donde las necesidades de educación, salud, empleo y seguridad ciudadana son urgentes e impostergables. Una tregua no se plantea con bandera roja o de pirata; una mesa de diálogo no se instala cuando no hay flexibilidad, voluntad ni franqueza. Se quiere diálogo, pero se envían tropas a Puno. La paz es hija del cese racional de hostilidades y un paréntesis para ver que el bienestar público es mayor que las actitudes políticas de partidos, líderes y el equivocado concepto de que existen razones únicas y verdades inalienables.
Si la palabra de los políticos no es creíble y provoca encrespada desconfianza, entonces tomemos en cuenta el mensaje del Nuncio Apostólico (el representante del mismo papa Francisco), Paolo Rocco Gualtieri: “Detrás del rechazo de ciertas formas visibles de violencia, a menudo, se esconde otra violencia más insidiosa aún, que es la de quienes desprecian lo diferente, sobre todo cuando sus exigencias perjudican de algún modo sus intereses”. Siento en las palabras del monseñor Rocco, el discurso coherente y solidario de Gustavo Gutiérrez (cuya teología de la liberación me sedujo en la universidad), de monseñor Arnulfo Romero y Helder Cámara, sacerdotes que se fajaron y conmovieron con la tragedia de la grey y del prójimo. El gobierno de Dina Boluarte se desgasta y agota a diario, probablemente algunos ministros más renunciarán. ¿Qué va a pasar si el congreso no aprueba el adelanto de elecciones para el 2023? Los políticos y gobernantes deben pensar en el bienestar público, no en intereses personales o de partido. El Perú no puede seguir desangrándose. Se agudiza la polarización y la conflictividad, más de medio centenar de muertos, indolencia total. Adelanto de lecciones es vox populi, el congreso se aferra a la curul, la presidenta dice que no va a renunciar, la gente sigue protestando.