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La vida es bella

Como instituciones, movimientoseclesialesyequipodela pastoral familiar de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz, junto a nuestro Arzobispo, deseamos manifestarnos agradecidos y cercanos a las asociaciones,profesionales,personaldelasaludyatantosotros que, con desinterés, dedicación y generosidad, comparten la hermosaydesafiantetareadela promociónyladefensadelavida y de la vida de todos.

La vida, como don que nos viene de Dios creador, debe ser siemprerecibidayvividaenplenitud,apesardelasdificultades que ella muchas veces nos presenta a diario.

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Contemplando la situación actual, después de la legalización del aborto en nuestra Patria, reconocemos que defender y custodiar la vida se ha vuelto hoy más difícil, porque se va afirmando en nuestra sociedad una mentalidad de desprecio progresivo de su valor y de su dignidad.Poresodeseamosdestacar y apoyar la tarea que realizan numerosas personas de buena voluntad e instituciones como Grávida, que en los próximos meses cumplirá 19 años de fecunda labor en nuestra Arquidiócesis, acompañando, ayudando y conteniendo a las mujeres embarazadas que se encuentran transitando cualquier tipo de dificultad y/o en situación de vulnerabilidad, como así también a las mamás con sus bebes recién nacidos.

Tarea que llevan adelante respetandosuderechoaestarinformadas y a decidir, y la reserva y confidencialidadquecadasituación requiere. Es verdad, que son muchos y complejoslosmotivosquellevan a decisiones dolorosas como el aborto. La Iglesia, siguiendo el mandato de Jesucristo, no se cansa de reafirmar que el valor sagradoeinviolabledelavidade todo hombre hunde sus raíces en el designio del Creador; y estimula a promover toda iniciativa en apoyo de las mujeres y de las familias para crear condiciones favorables a la acogida detodavida.Haberpermitidoel aborto no sólo no ha resuelto los problemas que afligen a muchas mujeres y a sus familias, sino que, por el contrario, ha abierto nuevas heridas en nuestra sociedad, por desgracia ya agobiada por profundos sufrimientos. A quien es cristiano le corresponde siempre este testimonio evangélico: proteger la vida con valor y amor en todas sus fases. Nosotros deseamos hacerlo siempre con el estilo de la cercanía, de la proximidad, para que cada mujer se sienta considerada como persona, escuchada, acogida, acompañada. El respeto a la vida es la primera justicia que se debe aplicar. Para quienes tenemos el don de la fe, esto se convierte en un imperativo inderogable, porqueeldiscípulodeCristoestá llamado a ser cada vez más profeta de una verdad que jamás podrá eliminarse: únicamente Dios es "el Señor de la vida". Él conoce, ama, quiere y acompaña a todo ser humano, en cualquier circunstancia o condición en que se encuentre. El compromiso para comprender, promo-

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