Domingo 21 de Junio de 2020
El Heraldo
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PERMANECER FIEL AL SEÑOR, EN MEDIO DE LAS PERSECUCIONES Los textos bíblicos de este Domingo nos hablan de la persecución a la cual puede estar sometido el cristiano que sigue a Cristo y da testimonio de Él... como Él nos lo pide. Sin embargo la idea de persecución permanece un poco oculta en estos textos si no leemos los versículos del Evangelio de San Mateo, que aparecen inmediatamente antes de los que nos presenta la Liturgia de hoy. Hemos visto que el primer texto es tomado del Libro del Profeta Jeremías (Jr. 20, 10-13). Y ¿quién fue Jeremías? Fue quizá el Profeta más sufrido, de carácter tímido y manso, que prefería la vida tranquila. Pero Dios lo escogió para llevar su mensaje a un pueblo rebelde. Esto le trajo a Jeremías muchos enfrentamientos, luchas y persecuciones de parte de ese pueblo. Fijémonos lo que dice el Profeta sobre sí mismo y sobre esta situación: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror... para podernos vengar de él...Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera”. Sin embargo Jeremías se mantuvo firme ante la llamada del Señor y se sometió a todos los riesgos y a todas las persecuciones, pues confiaba plenamente en Dios. 1.- Así continúa el Profeta: “Pero el Señor, guerrero y poderoso, está a mi lado. Por eso mis perseguidores no podrán conmigo... El ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”. Este testimonio del Profeta Jeremías sirve de aliento para aquéllos que hemos sido llamados al servicio de Cristo; es decir, todos los bautizados. Cristo tuvo sus discípulos: al comienzo hubo 72. De entre esos 72 escogió a los 12 Apóstoles. ¿Quiénes son sus Apóstoles hoy? El Papa, los Obispos, los Sacerdotes. ¿Y quiénes somos sus discípulos hoy? Pues todos los bautizados, todos los laicos que desean seguir a Cristo. Y a todos nosotros, Sacerdotes y Laicos, el Señor nos anuncia persecuciones. Nos guste la palabra o no, el hecho es que Cristo no nos ofrece a sus seguidores una vida cómoda y libre de vicisitudes y sufrimientos. Muy por el contrario: los textos de hoy -y muchos otros de la Sagrada Escritura- así nos lo indican. 2.- También el Salmo 68 que hoy hemos rezado se refiere a persecuciones y desprecios: “Por ti he sufrido oprobios, y la vergüenza cubre mi rostro. Extraño soy aun para aquéllos de mi propia sangre, pues me devora el celo de tu casa”. El “celo de tu casa” es el impulso que el verdadero seguidor de Cristo tiene para defender la Palabra de Dios y para llevarla a quien desee escucharla. Veamos el Evangelio de hoy, pero también los versículos que lo preceden (Mt. 10, 17-23). Por cierto el sub-título que trae la Biblia Latinoamericana es elocuente: “Los testigos de Jesús serán perseguidos”. El Señor comienza por anunciar persecuciones de parte de los gobernantes. Nos dice que no nos preocupemos cuando se nos juzgue, pues “no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre hablará por ustedes”. Luego pasa a anunciar la persecución de que seremos objeto por parte de los nuestros, de nuestra propia familia. Y termina sentenciando: “A causa de mi Nombre, ustedes serán odiados por todos, pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará”. 3.- El Evangelio de hoy nos llama a la valentía y al abandono en Dios cuando la evangelización, la predicación de su mensaje, se haga difícil y riesgosa. No podemos arredrarnos en los momentos de dificultad que puedan presentarse en la tarea de la evangelización. “No tengan miedo”, nos dice el Señor, “porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo”. La recompensa será grande para los que no temamos y hagamos lo que Cristo hizo y lo que nos pide a todos: “A quien me reconozca delante de los hombres, Yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos”. Y el riesgo es grande también: “Al que me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos”. Las palabras del Señor son, entonces, muy claras: como seremos objeto de persecución por dar testimonio de Cristo, El nos recomienda -y así comienza el Evangelio de hoy- que no temamos a los hombres, que no tengamos miedo de predicar, de pregonar todo lo que El nos ha enseñado y nos ha pedido. 4.- El Señor nos dice que no nos preocupemos por las persecuciones. Que nos
fijemos los pájaros que vuelan: ni uno solo cae a tierra si no lo permite el Padre Celestial. Que en cuanto a nosotros, el Padre nos tiene tan cuidados y vigilados que cada cabello de nuestra cabeza está contado. Nos recuerda que nosotros valemos muchísimo más que todos los pájaros del mundo. Y nos repite que no temamos a lo que los hombres nos pueden hacer, que éstos sólo pueden matar el cuerpo. Pero que a los que sí hay que tenerles miedo son a los que pueden arrojar al lugar de castigo al alma y al cuerpo Y ¿quiénes son ésos? No son los hombres. Son los demonios, a ésos sí hay que temer. Hay que estar bien en guardia contra el Demonio y sus Marío Andrés secuaces que continuamente nos tientan, buscando apartarnos Diaz Molina (*) del Camino y llevarnos a la condenación eterna. Y ¿cómo nos ponemos en guardia contra éstos? Pues, a través de la oración frecuente y asidua, y recibiendo con frecuencia los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confesión. 5.- La Bienaventuranza “Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” muchas veces se malinterpreta, y se piensa que se refiere a los que se les sigue juicio o están en las cárceles justa o injustamente. Pero se olvida que “justicia” en el contexto bíblico significa “santidad”; no significa justicia como se entiende hoy en día esta palabra. Así que esta bienaventuranza sobre los perseguidos a causa de tratar de ser santos, de tratar de seguir a Cristo, viene a corroborar este trozo del Evangelio de San Mateo y la suerte del Profeta Jeremías. Fijémonos que esta Bienaventuranza es la última de todas y es la única que el Señor explica con más detalles. Así continúa el texto -también de San Mateo- “Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el Cielo. Pues bien saben que así trataron a los Profetas que hubo antes que ustedes.” (Mt. 5, 10-11). Conclusión: El Señor, entonces, no nos promete un camino fácil. No nos promete éxitos y triunfos, sino que nos anuncia el mismo camino de Él: contradicciones, odios, calumnias, persecuciones, etc. En realidad, si vemos bien el Camino de Cristo, si vemos bien cómo llegó hasta la muerte en cruz, el ser perseguido por su causa es signo evidente de que vamos por su Camino, no por el nuestro; es signo de que lo vamos siguiendo a Él, como Él nos lo pidió. “El que quiera seguirme... tome su cruz y me siga” (Mt. 16, 24). Sin embargo la bienaventuranza de los perseguidos no significa que no sintamos dolor, que no podamos asustarnos en algún momento. El Señor no nos pide que llamemos gozo a lo que es dolor, ni nos pide que seamos indiferentes hasta el punto de no sufrir durante las persecuciones. El Señor lo que nos dice es que confiemos que el Padre nos cuida directamente... a tal punto que ¡hasta tiene contado cada cabello de nuestra cabeza! Esa confianza nos hará fuertes en las luchas y en las persecuciones. Por eso hemos rezado en el Salmo 68: “Quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre”. Es decir el Señor cuida de aquél que no pone su confianza en sí mismo, sino que confía sólo en Él. ¡Eso es ser pobre... pobre de espíritu! Confiando así, sabiéndonos en sus Manos, Dios cambiará el temor en valentía y la debilidad en fortaleza. San Pablo, en su Carta a los Romanos (Rom. 5, 12-15), nos recuerda que “por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios”. Ese desbordamiento de la gracia de Dios es el premio seguro que el Señor ofrece a quienes nos entreguemos a Él para llevar su Palabra a donde Él lo requiera y a quien Él disponga -sin importarnos el riesgo que esto pueda significar. Y ese premio que Él nos promete es nada menos que el Reino de los Cielos, la Vida Eterna en gloria con Él, para siempre. (*) Mario A. Díaz M. es: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule
EL DESAFÍO DE ESTAR CONECTADO EN TIEMPOS DE COVID-19 No hay duda de que estamos siendo protagonistas de un momento histórico. Con la llegada del Covid-19 se han generado cambios y adaptaciones en distintas áreas de la vida, creando nuevos hábitos de consumo, trabajo, educación y hasta nuevas formas de socializar. El funcionamiento de esta “nueva realidad”, en cuanto al futuro del trabajo remoto, la educación a distancia, el comercio on line, la telemedicina y hasta las relaciones interpersonales, dependerán en un alto porcentaje del acceso a internet, bien sea a través de fibra óptica (el común en muchos hogares chilenos) o por medio de la cobertura actual del 4G de telefonía móvil, o a futuro de la implementación del 5G. En ese sentido, el acceso a una buena conexión de internet de alta velocidad nunca había sido tan valorado, ni tan demandado como lo es ahora y en el futuro cercano, abriendo la discusión legislativa de si incluso debe ser catalogado como derecho constitucional en nuestro país. Es importante entender cómo se posiciona Chile en este aspecto frente al resto de los países. Según el último informe How is life in digital age? evaluado por la OCDE, nuestro país ha mejorado considerablemente en la última década, con un acceso a internet en el hogar de un 87,5% (2017), cifra que lo posiciona incluso por encima de la media de los países miembros y como líder de la región frente a países como Brasil, Colombia y México. Igualmente, a nivel de rendimiento según el último Global Index (abril 2020) de la web Speedtest, Chile se ubica en el puesto 30 a nivel de conexión fija dentro de más de 150 países analizados, mientras que, a nivel de conexón móvil, nos encontramos en el puesto 103 de más de 130 países. La misma página especializada, reconoce en otro estudio que hemos tenido una mejoría como país aumentando la velocidad de la fibra óptica en
un 10%, lo cual nos indica que aún nos falta para desarrollar una interconexión realmente potente. El Covid-19 ha generado efectos significativos en el aumento del tráfico de internet en el país. Plataformas como las de video streaming y gaming on-line, producto de las cuarentenas, han generado una demanda especial en las redes. El tráfico del internet de Chile ha crecido, y dada la contingencia, las cifras se han duplicado en el último tiempo. Junto con esto, hemos visto un au(Carlos Ignacio mento del peak de tráfico, alargando la conectiviGiraldo, country dad que se daba entre 12:00 y 18:00 horas, hasta manager en Internexa las 23:00, implicando lo anterior, un aumento de la Chile) jornada laboral o un uso personal luego del trabajo. A poco más de los 100 días de la llegada de la pandemia a Chile, entre los aprendizajes para repensar el Internet del futuro se deben tomar en cuenta algunos puntos importantes. El “ahora digital” plantea el reto de una mayor distribución de los servicios, la optimización de los tiempos de respuesta y el aseguramiento de la carga completa disponiendo servidores cada vez más cerca del usuario, en lugares bien conectados, hecho que genera mayores necesidades de infraestructura digital. También, las redes deben proporcionar seguridad independientemente de la ubicación y el dispositivo. Junto con esto, no solo el ancho de banda es importante, ahora más que nunca es valiosa la latencia que se otorga, el auge del Edge Computing, la automatización y aplicaciones en tiempo real, exigen latencias incluso de micro segundos, por lo que serán temas de conversación recurrentes en la industria en muy corto tiempo.