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El Evangelio de hoy nos llama a la valentía y al abandono en Dios cuando la

87° ANIVERSARIO DE LA PDI

Hoy en día, la Policía de Investigaciones de Chile (PDI) es considerada en prácticamente todas las encuestas como la institución más confiable y apreciada por la ciudadanía, opinión que se repite en el extranjero y una muestra tangible de ello es el honor que se le confirió a esta Policía Civil de llevar a cabo la organización de la 88° Asamblea General de Interpol, la que se realizó en octubre pasado en Santiago. Más de alguien podría argumentar que son solo encuestas u opiniones, pero hay otros indicadores. En 2019, por segundo año consecutivo, el plan- tel de nivel profesional que más inscripciones recibió en todo el país fue nuestra Escuela de Investigaciones Policiales, con más del doble de postu- lantes que la carrera universitaria más demandada en todo el sistema a nivel nacional.

El haber llegado a este nivel de reconocimiento nos llena de orgullo, pero también de responsabilidad. Nos compromete y nos obliga, cuando estamos conmemorando nuestro 87° aniversario, a mirar hacia atrás y reconocer que para llegar a esta posición debíamos hacer una reingeniería absoluta, no solo de nuestra capacidad de investigar o de enfrentar nuevos fenómenos criminales. Debíamos entender que el detective que precisaba Chile, debía tener un nuevo ADN ético y valórico. Esa apuesta nos daría la legitimidad moral y profesional para investigar cualquier delito, por muy complejo que este fuera.

Ese cambio de paradigma, que se inicia a partir del año 1992, se fue sis- tematizando en función de planes de desarrollo institucionales encabezados por los tres directores generales de carrera que me antecedieron. Gracias a ello pudimos fortalecer nuestra institucionalidad y dar continuidad al proceso de modernización. En el actual Plan Estratégico nos propusimos ser referentes a nivel regional en la investigación de delitos de alta complejidad y crimen organizado transnacional. Gracias a este ambicioso desafío, al día de hoy hemos sido capaces de capacitar a policías hermanas y exportar metodologías, pen- sadas y diseñadas por nuestro personal, como es por ejemplo, el Plan MT-Cero, para investigar el tráfico barrial. Sabemos que nuestras investigaciones deben ser profesionales, objetivas y apegadas al método científico, ya que a través de ellas, garantizamos la democracia. Ese es el legado y responsabilidad que tiene la persona que decide ser parte de esta PDI. (Héctor Espinosa Valenzuela Director General Ser pioneros en generar una política de accounta- bility a partir del 2004, transformándonos en la pri- mera policía civil en dar Cuenta Pública en la región es un activo que nos permite, asumir los desafíos y errores, como una convivencia necesaria de una po- licía que pretende ser legitimada socialmente. Policía de Investigaciones de Chile (PDI) Investigar está en nuestro ADN. Para eso nacimos, nos formamos y pro- yectamos al futuro. Los desafíos que nos impone una criminalidad transna- cional no nos preocupan. Todo lo contrario, nos motiva a ser proactivos e ir un paso delante de ellos, porque en definitiva, eso es lo que nos exigen, los chilenos y chilenas, a su PDI.

EXPRESION DE LA LLUVIA, DEL VIENTO Y OTRAS COSAS

(Tily Vergara)

Existe un singular agrado en esta vida y es esa sensación de aliviar la carga cuando se escucha la lluvia, sentir el viento, que no se ve pero si nos aprestamos a contemplar un árbol, vemos su movimiento de aquí y allá como siguiendo el rit- mo de un vals , la techumbre de las casas se rinde ante la emoción del agua que se desliza como una caricia ondulante estimulando la ansiedad del suelo casi muerto de sed.

Los días, un lacónico testimonio del tiempo , se hacen impalpables y pasan volando los fines de semana, breves sin luces del descanso añorado, en el encierro obligado, como si toda una época estuviese presurosa de partir a cualquier lado, le- jos de la pandemia y de los padecimientos multiplicados en la dura incertidumbre de lo inexplicable. No es posible entender porqué se desarrolla un mal de forma tan diversa, por qué algo tan pequeño se transforme en el gigante de los infortunios, intransigente y devastador, dejando gran desolación a su paso por las amplias zo- nas de este mundo que da vueltas en su inmutable camino de soles y astros lejanos.

En un pequeño cuarto frío y húmedo, descansan los libros con un silencioso recogimiento, están mudos, encerrados en sus propias historias. De pronto percibo una extraña energía saliendo de mi interior y mi mano se extiende hacia el estante y tomo uno entre tantos, cualquiera, quiero que me diga algo mientras abro cualquier página. Y me encuentro con Los Miserables de Víctor Hugo, y salta de entre sus hojas un pordiosero que ha salido de prisión que después de haber caminado mu- chas leguas, rendido por el hambre y el cansancio , apoyado en su cayado trata de pedir alimento en las posadas pero no es bien recibido en parte alguna. Después de varios intentos llega a la morada de un obispo que renunciando a los lujos otorga- dos por la iglesia vive humildemente en una sencilla casa. Invita al ex presidiario a descansar y a comer, le ofrece luego un lecho reparador sin importarle cuan sucio y harapiento está su huésped. Y sigue la historia muy triste y muy conmovedora. Cierro el libro pensando en ese cura que a pesar de su gran linaje optó por dar sus bienes a gente necesitada y prefirió una austera forma de vida que le era más llevadera para servir a Dios. Al parecer los padecimientos y privaciones enseñan a vivir y derrotar el egoísmo, a fondo.

Al percatarme que todos los libros estaban como enfermos de humedad, con- firmado por un peculiar olor que para mí era como el aroma del tiempo, más de cuarenta años apilados en el estante me decidí a orearlos frente a la estufa., cu- briendo la mesa con todos esos cuerpos que tenían tanto que decirme y yo con la triste convicción de que a estas alturas de mi vida, no alcanzaré a releer algunos y descubrir argumentos en los otros. Así poco a poco, apareció Oscar Wilde dicién- dome lo importante que es llamarse Ernesto, me contó que había un bello joven que se hizo retratar y a pesar del tiempo conservaba una juventud envidiable a medida que todos sus cercanos envejecían irremediablemente porque el tiempo no pasa en vano. El retrato envejecía en su lugar y terminó enloqueciendo de terror al darse cuenta de que la belleza y juventud deben durar lo que el tiempo establece.

Pasé varios días ventilando mis libros, mi demora era porque el trabajo no rendía lo bastante pues me detenía en cualquier página y traía a los protagonistas para dis- frutar el reencuentro. Salió a mi vista un joven ruso, perteneciente a la nobleza, que llevando una vida llena de comodidades, con el ansia de ir descubriendo nuevas sensaciones sedujo a una joven campesina en una de sus vacaciones en el campo. Siguió su vida en la ciudad y fue elegido para ser jurado en un juicio donde la acu- sada, para sorpresa suya, era la joven a la que le robó la inocencia. Al sentirse res- ponsable del curso de vida que había seguido la muchacha, llegando a ser acusada de cometer un crimen, la perspectiva de su buen pasar se vio acorralada y reducida ante la grandiosidad de esa tragedia que desgraciadamente tejió el destino para reunirlos de nuevo en esas circunstancias totalmente opuestas a los idílicos días de esas vacaciones . A la usanza de esos tiempos la mayoría de los nobles pasaban un tiempo en la milicia cuya situación les otorgaba muchos privilegios.

Aquel hecho fue tan impactante en su vida que, de pronto cambió completamen- te su modo de ser. Renunció a todos sus bienes y los repartió a sus trabajadores, hizo una especie de reforma agraria,. El argumento tiene muchas enseñanzas. Re- surrección de León Tolstoi, para no olvidar esa lectura. Que transforma nuestra perspectiva de la vida con una reflexión bastante provechosa que engrandece el espíritu.

También me encontré a Dostoyevski en su ” Crimen y Castigo” , muchos años

atrás me tuvo presa un verano entero y me cambió la vida de adolescente. Aprendí lo que significaba la hipocondría, cómo y cuándo transforma nuestro ánimo y nos hace presa de una suma tristeza vertida en cada célula de nuestro organismo. como protagonistas están siempre pobreza e injusticia para incrementar la avaricia y el egoísmo. Una obra del siglo diecinueve pero vigente . Cómo olvidar a Shakespea- re con su “Cuento de Invierno” me traspasó el corazón, lo releí con gran fruición. Otro grande para mí es Máximo Gorki con una historia de vida tristísima, de pe- queño fue asolado por el infortunio, Gorki significa “amargo”. Un gran narrador., cuyos relatos incluyen sus propias experiencias.

Existen tantas historias dignas de leer y recordar, tantos autores como Dickens con su famoso Cuento de Navidad, La Buena tierra de Pearl Buck, Servidumbre humana de Somerset Maugham, y tanto autor genial que existe en este mundo. Ter- mino con Cervantes, con el tremendo Quijote y Sancho. Anoté unos consejos que el caballero le da a su escudero: “Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago” El otro consejo que encuentro muy sabio: “Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado, ni guarda secreto ni cumple palabra”. Qué grandioso es Cervantes.

Y así se han ido deslizando historias entre páginas, palabras y frases que cobran vida, además de exhibirnos un mundo muy parecido al nuestro , con gente que a veces sufre, a veces es feliz y terminan su trayecto de vida nunca parecido a los cuentos de hadas. Simplemente viven sus tragedias y sus logros como cualquier mortal que podemos encontrar a la vuelta de la esquina .

El encierro me ha proporcionado la oportunidad de contar con detalles al alcan- ce de la mano, que me reducen el tiempo de manera amena y novedosa. Me aleja de los pensamientos atormentados por los actuales sucesos, tan crueles e inciertos. Es otro mundo, es refugiarse en un país donde mucha gente sale a nuestro paso dedicándonos todo ese espacio que necesitamos para permanecer en su territorio de palabras y múltiples vivencias que nos distraen sanamente para seguir sanos de mente y corazón.

Ha cesado la lluvia, la mesa sigue con muchos libros que poco a poco voy exa- minando pero nadie me apura, tengo mucho tiempo, se me hacen breves los mo- mentos y no me siento culpable por el desorden ya que nadie viene a repararlo porque actualmente no existen las visitas. Hay que tener pocas cosas, sólo las necesarias .Un principio budista señala que la austeridad es libertad. Somos libres si no nos atamos a cosas materiales innecesarias para la existencia. Trataré de librarme seriamente de objetos inútiles que entorpecen el quehacer y para ganar el tiempo y poder atenerme lo que realmente enriquece; leer, tejer, jardinear y soñar.

La bendita lluvia expresa y alienta al ser humano todo el contenido armónica que existe entre Cielo y Tierra.

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