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LOS RELATOS DE PEPA 31
Andan sueltas por el mundo, por el que conocemos al menos, algunas leyendas urbanas que no sé si pueden llamarse nuevas o si se vienen repitiendo como letanías en cada generación.
Entre ellas, elijo hoy una que a veces me da risa y otras me da bronca. Esa de que “la culpa de todo la tiene la juventud actual, por irrespetuosa”.
Algunos les echan el fardo del desorden. Y otros llegan a extremos tales como haber desatado la ira de Dios o abierto las puertas del fin del mundo. De haber perdido el sentido de la obediencia, las buenas costumbres, el recato y el pudor.
No falta quien rescata aquel pintoresco mote inventado por un editorialista del diario Patria, allá por los años 70, en que calificó a los críticos de la dictadura como “roedores de los mármoles de la patria”.
Parten de la premisa de que hemos vivido todos estos últimos años, decenios, siglos, milenios, alineados y contentos, disfrutando de la armonía diseñada alguna vez, sobre un papel cuadriculado, por una suerte de ser o seres infalibles y justos, cuya inteligencia era solo comparable a su propia fragilidad.
A partir de ese falaz y nostálgico concepto, todo aquello que implique quebrantar la impecabilidad del tablero es un desorden, un abuso, una falta de respeto, una indecencia, una afrenta, una desconsideración, una herida al honor, a la familia y a la sociedad.
Vamos a echarle una mirada al panorama más próximo. Apenas el del siglo pasado.
Hablamos del honor de una sociedad que veía como lógico y justo, por ejemplo, que un padre echara del hogar a una hija adolescente embarazada porque
DOMINGO 12
FEBRERO DEL 2023