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La buena calificación del país debe aprovecharse para atraer inversiones

La semana pasada se conoció un informe de la prestigiosa Fundación Getulio Vargas, que posiciona al Paraguay en el punto más alto en el clima económico de los países de América Latina para este año. “Paraguay lidera el camino para mejorar el clima económico de la región”, destaca el Indicador de Clima Económico (ICE) del referido estudio. Una afirmación muy positiva sobre las posibilidades que tiene el país para el presente año, que no hay que tomar con una expresión de triunfalismo infantil, sino con la conveniente prudencia que corresponde debido a la situación de los demás países de la región. Esta calificación debe ayudar a impulsar de una vez por todas la marcha de la economía y hacer que se inicie la tan ansiada reactivación que se necesita.

La encuesta señala que entre el cuarto trimestre del 2022 y el primer trimestre de este año, Paraguay obtuvo un aumento de 47,6 puntos en el Índice del Clima Económico (ICE), debido principalmente al aumento de 83,3 puntos en el Indicador de Situación Actual (ISA) y 3,6 puntos en Indicador de Expectativas (IE).

El informe destaca que en materia de mejora del producto interno bruto (PIB), de acuerdo a los análisis realizados en el cuarto trimestre del 2022 y el primero del 2023, se revisó al alza el crecimiento de Paraguay, en que la proyección del aumento del PIB subió de 3,9% a 4,6%, la tasa más alta de crecimiento de los países de la región. El Banco Mundial, por su lado, prevé que la economía paraguaya crecerá este año en 5%, que está muy cerca de lo proyectado por la Fundación Getulio Vargas.

El buen concepto que se tiene del Paraguay es muy positivo, pues ayudará a instalar el clima de optimismo que se requiere para la vida del país en momentos en que se está por cambiar la conducción política de la nación, a partir de las elecciones de nuevas autoridades nacionales del próximo 30 de abril. Aunque la asunción del mandatario entrante se hará oficialmente el 15 de agosto, la posibilidad de un cambio favorable en la conducción del país será de gran ayuda para apuntalar un mejor clima de negocios desde los primeros meses.

La buena calificación hay que entenderla dentro del contexto internacional en que nos encontramos. Como señaló un economista, en la encuesta estamos en el punto más alto, pero en medio de países que se encuentran en mala situación. Lo que podría entenderse que entre los malos seríamos los menos malos. Aunque indudablemente puede crear un clima de optimismo para la llegada de empresas que quieran realizar nuevas inversiones en el futuro.

Aunque no es la primera vez que está arriba, el hecho de que la Fundación Getulio Vargas ponga a Paraguay en el nivel más alto en el clima de negocios entre los países latinoamericanos es sin duda un espaldarazo propagandístico que no se puede despreciar. Y como tal hay que tomarlo para trabajar en la atracción de los inversionistas de los más diversos países. En un mundo en que la percepción de la figura tiene gran importancia en la consideración del mercado, la imagen de un país o de una marca determinada con un nivel elevado no es poca cosa, y hay que aprovecharla adecuadamente. Constituye un capital de gran valor que se debe explotar adecuadamente.

La favorable calificación no es para regodearse por los halagos conseguidos, sino un punto de partida para trabajar con más fuerza por el mejor posicionamiento económico del país. Puede tomarse como un activo importante, como un capital no material, que se debe utilizar para impulsar el interés de los inversionistas de otras naciones que necesiten expandir sus empresas para trabajar con las ventajas que ofrece el país para incrementar su presencia en los mercados.

Para ello el Gobierno debe afinar sus políticas con disposiciones acertadas y los organismos públicos especializados deben intensificar su tarea para atraer el interés internacional. También el sector privado debe intervenir buscando integrarse con empresas extranjeras para seguir creciendo.

Se ha conseguido que llegara mucho capital foráneo en los últimos años, sobre todo en el campo de las empresas maquiladoras. Hay que subir la apuesta y continuar atrayendo más inversiones.

Comentario

Honestitos

EDUARDO “PIPÓ” DIOS Columnista

“Chiquitín” Maluff era un personaje de la farándula asuncena de los 70/80, “Chiquitín” era una mezcla de bandido-Robin Hood-mecenas de artistas paraguayos, que “falsificaba” a los artistas internacionales ricos y con eso financiaba a los pobres locales. En un mundo, como el de entonces, donde el ser “contrabandista” era una actividad prestigiosa, donde ser usurero y prestar en negro a tasas grotescas de interés se consideraba ser empresario, y donde el auto mau era una cuestión normal que no implicaba ninguna sanción al propietario; “Chiquitín” era uno más. Con la salvedad de que no buscaba hacerse rico, ni como barón de Itaipú, ni despachante de aduanas ni funcionario, sino que vivía la vida.

Vaya esta pequeña biografía completa y no autorizada del buenazo de “Chiquitín” para recordar una de sus fabulosas definiciones, la de los “honestitos”, esos que se escandalizaban por las ilegalidades, pero tenían más techo de vidrio que la Basílica de San Pedro. Metidos en cuanto fato podían, pero siempre calladitos, menos a la hora de opinar sobre los demás. Pontificando y dando cátedras de moral.

Los honestitos son una plaga bíblica que no se termina, pululan en fundaciones con nombres pomposos, congregaciones religiosas más parecidas a clubes sociales y ONGs con supuestos fines altruistas. Se unen para ofrecernos soluciones mágicas para decirnos qué tendríamos que hacer para ser Finlandia, mientras siguen en sus negocios turbios con cuanto delincuente les aparezca cerca. Buscando evadir impues- tos con contadores con la creatividad e imaginación de un Miguel Ángel o un Da Vinci, proveyendo a ese Estado al que dicen detestar, coimeando con esos funcionarios a quienes rechazan en público y agasajan en privado, y aliándose a políticos corruptos de cualquier color y signo, si es que no crean sus propios partidos de maletín donde se aplauden unos a otros y mantienen el status quo.

Los honestitos nos quieren vender que están en la búsqueda de un país mejor, mejor para ellos, donde todos (ellos) puedan tener las mejores oportunidades para progresar (más aún) y donde los pobres puedan acceder a una casilla de madera construidas los fines de semana por sus hijos con la plata que le sacan a la gente en los semáforos con una alcancía y una hermosa remera una vez al año. Al final, la gente que les va a servir de empleada doméstica, jardinero, chofer o lo que haga falta tiene derecho a un techito, no sea que se engripe y falte al trabajo.

Los honestitos hoy nos quieren enchufar a uno de sus productos de laboratorio, la “Sole”, que creen podrá manejar o, eventualmente, desplazar al delincuente y megalómano Efraín del poder, si hiciera falta, para imponernos su mundo donde ellos se seguirán forrando y donde los pobres serán igual de pobres, pero con una casilla de madera y un crédito interminable que les darán sus bancos y financieras. Son los “políticamente correctos”, y si la corrección política hoy dicta una cosa y mañana otra, ellos son los primeros en subirse.

Afortunadamente, ni va a ganar Efraín, ni van a seguir con sus privilegios malhabidos blanqueados a través de un par de generaciones de empresas pseudotransparentes y serias. Por suerte hay un futuro mejor para todos, no solo para su casta y su prole.

DIFICULTADES PARA CUMPLIR PAGOS

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