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La repudiable y persistente malicia de algunos medios de comunicación

El diario Abc Color fue la llave maestra, casi ganzúa, de la que se valió su propietario, para abandonar el mostrador de su ferretería y diversificar su negocio con empresas más rentables mediante la bendición del general Alfredo Stroessner, a cambio de una incondicional apología a la dictadura que hoy condena, mientras silenciaba los más horrorosos crímenes en contra de un pueblo que luchaba por su libertad y la justicia. Y los silenciaba a propósito, no por desconocimiento, leal a la política de la “democracia sin comunismo” del régimen, limitándose a reproducir los informes oficiales que daban cuenta de “subversivos” fugados (en realidad, asesinados) o “abatidos en combate” después de interminables suplicios en el Departamento de Investigaciones o la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (La Técnica), con asesoramiento de expertos norteamericanos, siendo el más famoso de ellos el “coronel” Robert K. Thierry, especialista en inmersión en piletas con excrementos humanos. Hasta que al bordear la década de los ochenta del siglo pasado, le soplaron al oído que era tiempo de cambiar de bando, que ya no era prudente abrazarse a los cadáveres y que su periódico podría ser útil para provocar el cambio. Y hasta fue tentado por la Presidencia de la República con su conocido “Plan Z”. Esa es la historia de un medio que varió de posición política, pero que jamás repudió su pasado obsecuente con uno de los gobiernos más sangrientos de nuestra historia. No nos extraña, por tanto, que la heredera del fundador de Abc Color, Natalia Zuccolillo, siga el sinuoso camino de su padre. Imbuida de mala fe, de premeditada agresión a la realidad y de alevosa, pero consciente, manipulación de los hechos, fue saltando de aliados de acuerdo con sus conveniencias o tirrias personales. Lo que menos le interesa es la verdad. Ha desplegado campañas tendenciosas a lo largo de los últimos años, inflamadas de injurias, difamaciones y calumnias. En el propósito de destruir al adversario, sea político o empresarial, ha caído en las más despreciables mentiras, incalificables ruindades y vituperables imposturas. Ante el reclamo jurídico, constitucionalmente habilitado, de las personas que fueron mancilladas en su honor y dignidad, esgrime la libertad de expresión a la que cotidianamente denigra con sus falsedades y omisiones, presionando a magistrados para obtener una resolución favorable a sus impúdicos intereses. La consecuencia natural de esta prostitución periodística es el descrédito en que fue cayendo en picada Abc Color. Ya no tiene el “patrimonio de la verdad” que usurpó en las últimas décadas con la cantinela de que fue un medio que enfrentó a la dictadura. Es cierto, repudiamos su clausura, y la

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