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Todo cambia

DR. JUAN CARLOS ZÁRATE LÁZARO MBA

jzaratelazaro@gmail.com

Conforme van transcurriendo los años, todo se va tornando más dinámico y cambiante. Forma parte del ritmo actual en todo el planeta. Los usos y costumbres de años atrás ya han sido reemplazados por otros en función a lo que nos exigen nuestros países, mercados, además de los gustos y tendencias de los consumidores.

El manejo de nuestras finanzas personales han observado un cariz diferente, pues las exigencias de la vida moderna hacen que tengamos que disponer de mayores niveles de ingresos si pretendemos para nuestros hijos una mejor calidad educativa, que les puedan servir para enfrentar el día a día cada vez más competitivo y complejo.

Como padres deseamos que nuestros hijos puedan recibir una formación académica de calidad más integral que la que nosotros hemos tenido en época de colegio y de universidad.

Históricamente una de las principales herramientas con que contábamos para tener mejores chances de acceder a una posición laboral se circunscribía a que podamos mostrar dentro de nuestra historia de vida un nivel académico que pueda tener “su peso” cuali/ cuantitativo al momento de una entrevista de trabajo.

Si bien la formación que logremos alcanzar, las buenas notas que pudimos haber obtenido dentro del ciclo medio y superior tiene su cuota de incidencia, hoy día se dan también otros factores intrínsecos y extrínsecos que en “el momento de la verdad” pesan más y que las empresas especializadas en selección de recursos humanos los tienen en cuenta.

Es bueno que podamos mostrar un razonable manejo de nuestra inteligencia asertiva y emocional, actitud y aptitud, y disposición para trabajar en equipo, puesto que si bien pudimos haber sido un alumno brillante con excelentes calificaciones y mención de honor, en el terreno práctico el escenario es distinto, ya que muchos de los conocimientos adquiridos cuando somos estudiantes tienen un peso más bien teórico, en cambio aquel que muestre mayor ductilidad y pragmatismo por lo general son mejores profesionales que los que “brillaron” por sus buenas calificaciones, aspectos apreciados en las organizaciones modernas y también por las especializadas en recursos humanos, lo que demuestra que muchos paradigmas han cambiado.

Hasta hace un poco más de una década era común encontrar matrimonios con 3, 4 o más hijos, dado que todo era mucho más accesible. Los tiempos han cambiado y hoy día tener varios hijos resulta oneroso y complicado para poder darles una educación de calidad, a no ser que tengamos una capacidad adquisitiva que nos permita.

Una de nuestras mayores obsesiones que hasta hace algunos años teníamos antes de contraer matrimonio era tener nuestro techo propio. Hoy día la mayoría de las parejas jóvenes casadas viven en departamentos de alquiler en los primeros años hasta lograr un mayor nivel de consolidación.

Como padres no tenemos que preocuparnos y ocuparnos solamente en tratar de darle una formación académica cualificada, sino hacer lo necesario porque puedan ir desarrollando las demás virtudes que, llegado el momento, les puedan ser de utilidad y proyección en sus vidas profesionales y de paso ir “empapándoles” con los principios básicos que rigen a una buena educación financiera, que se constituye en una de las herramientas primarias que en su momento serán sus mejores aliados para poder ir forjando un presente y futuro que les puedan garantizar al menos razonablemente un buen pasar y estabilidad en lo económico, financiero y patrimonial.

Vale la pena ponerlo en práctica, pues si todo hoy se ha vuelto mucho más complicado y difícil, no quisiéramos hacer “futurología” de lo que podría ser el mundo de aquí a 10 o más años.

El capital que les demos en vida a nuestros hijos a través de una formación integral será su principal soporte para sortear con mejores chances de éxito este escenario cada vez más cambiante y vertiginoso que se nos presenta en nuestro día a día.

Es de relevante importancia que nuestros jóvenes entiendan que deberán actualizarse permanentemente, puesto que lo que hoy pudimos haber aprendido en un posgrado o maestría, por ejemplo, a lo sumo tiene una vigencia que no va más allá de los 5 años, y así sucesivamente.

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