Ortodoxia

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G.K. Chesterton

Ortodoxia

V. LA BANDERA DEL MUNDO

Cuando era niño, por ahí andaban corriendo dos hombres raros, a quienes llamaban optimista y pesimista. Constantemente empleé esos términos y confieso con toda ingenuidad, que nunca tuve una idea muy especial de lo que significaban. Lo único que puede considerarse evidente, es que no querían decir lo que decían; porque la explicación verbal corriente era que el optimista juzgaba al mundo todo lo bueno que puede ser, mientras que el pesimista lo juzgaba todo lo malo que puede ser. Siendo ambos juicios de una insensatez rabiosa y evidente, era necesario buscar otra explicación. Optimista no puede ser un hombre que encuentra todo bien y nada mal. Porque eso es un absurdo;, es como llamar derecha a todo y a nada llamarle izquierda. Por el conjunto llegué a la conclusión de que el optimista creía bueno a todo menos al pesimista y que el pesimista todo lo creía malo excepto a sí mismo. Sería injusto omitir a ambos de la lista de definiciones, misteriosas pero sugestivas, hechas, según dicen, por una niñita: "Un optimista es un hombre que cuida los ojos y un pesimista un hombre que cuida los pies." Y no estoy seguro de que esta no sea la mejor de las definiciones, En ella hay una especie de verdad alegórica Porque quizá allí haya una diferencia aplicable a la que existe entre ese más lúgubre pensador que sólo piensa en nuestro contacto de cada momento con la tierra, y ese otro menos triste pensador que más bien considera nuestra primordial facultad de ver y de elegir camino. Pero aquí hay un profundo error en la alternativa del optimista y del pesimista. Implica que el hombre critica este mundo como si fuera un buscador de casas, como si estuviera visitando un edificio de departamentos. Si un hombre viniera a este mundo desde otro mundo y viniera ya en plena posesión de sus facultades, podría discutir si la ventaja de los bosques otoñales compensa o. no la desventaja de los perros rabiosos, tanto como un hombre buscando alojamiento podría pesar la conveniencia de tener teléfono contra el inconveniente de carecer de vista al mar. Pero ningún hombre, está en esas condiciones. Un hombre pertenece a este mundo antes de empezar a averiguar si es lindo pertenecerle. Ha luchado y con frecuencia obtenido triunfos heroicos, para la bandera, mucho antes de estar alistado. Para exponer brevemente la idea esencial: tiene una lealtad: mucho antes de tener una admiración. En el último capítulo, dije que en los cuentos de hadas se expresa mejor esa sensación primera de que el mundo es extraño y sin embargo atrayente. El lector, si quiere puede pasar por alto el período siguiente de esa literatura belicosa que por lo general, en la vida de un niño, sigue a la de los cuentos de hadas. Todos debemos una sana moralidad, a los horrores baratos. Cualquiera sea la razón, me parecía, y todavía me parece, que nuestra actitud respecto a la vida, se puede expresar en términos de una especie de lealtad militar mejor que en términos de crítica o de aprobación. Mi aceptación del universo no es optimismo, más bien es algo como patriotismo. Es el caso de una lealtad elemental. El mundo no es una hostería en Brigkton a la que dejamos si es miserable. Es la fortaleza de nuestra familia, con la bandera flameando en la torre y que cuanto más miserable sea, menos dispuestos estamos a dejarla. El punto no es que este mundo sea demasiado triste para ser amado o demasiado alegre para no serlo; el punto es que cuando se ama algo, su alegría es la razón de amarlo y su tristeza la razón de amarlo más. Todo pensamiento optimista sobre Inglaterra, y todo pensamiento pesimista sobre ella, son razones de igual valor para el patriota inglés. Similarmente, el optimismo y el pesimismo, son argumentos de igual consistencia para el patriota cósmico. Supongamos que se nos enfrente con algo desesperante, digamos el Pimlico. 8 Si pensamos qué es realmente mejor para el Pimlico, hallaremos que el curso del pensamiento nos conduce hasta el trono de lo místico y de lo arbitrario. No es bastante que un hombre desapruebe al Pimlico: porque en ese caso, simplemente se cortará el pescuezo o se mudará a Chelsea. 8

Barrio suburbio de Londres pobre y atrasado. (N. del T.)

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